Mexico surrealista; Guia de donde aterrizar cuando vas de paso

Cuando yo era chico – en la edad de mi inocencia perdida- siempre me preguntaba porqué en las calles había “Moteles” y “Hoteles”. Le preguntaba a mi mamá y, como supongo que no me quería corromper, me decía las respuestas más absurdas:

– Los Moteles tienen estacionamiento y los Hoteles no
– Pero mamá, en los hoteles a los que vamos de vacaciones si puedes meter el coche -yo replicaba
– Sí, pero en los Moteles los metes tú solito
– Pero en Acapulco también lo estacionamos nosotros
– ¡Cállese niño preguntón!

Y el diccionario no ayuda mucho. Según el Larousse los Moteles están a la orilla de la carretera para albergar a los automovilistas de paso (¿y los Hoteles no?). Muchos años después supe que la mayor diferencia está en que los Hoteles son “de ambiente familiar” y los Moteles… sirven para cuestiones más carnales.

Tengo una amiga que les dice “los hoteles de cogedera” (bien sutil ella) aunque supongo que la mejor definición es “hotel de paso”. Ir por primera vez a uno de éstos hoteles da una pena terrible: crees que cuando entras todos se te quedan viendo, sientes la mirada inquisidora de la cajera, vas a tu cuarto entre ruidos extraños, llegas, revisas que no haya cámaras ocultas (ya ves, los mitos urbanos), atrancas la puerta, revisas hasta el baño, haces chistes malos sobre el lugar, te mueres de nervios y pierdes media hora en decidirte a actuar.

La salida es peor: haces como que nadie te ve y sales volando del lugar, pero nunca falta que haya mucho tráfico en la calle y todos te vean con cara de “uiuiuiui, está saliendo del hotel” ¿Y qué? ¿Es acaso inmoral? Inmoral sería que te cacharan adentro de tu coche, en el cine o detrás de los arbustos de un parque ¿Además que no puedes entrar sólo a descansar y a platicar un rato con tu pareja teniendo algo de privacidad? (seeeeeeh, que iluso).

Según la Procuraduría del Consumidor, los mejores días para ir a un hotel de paso son los domingos, lunes y martes porque no hay nada de gente. Los viernes y sábados están atascados. El 14 de febrero (día del amor), los puentes vacacionales y el fin de semana antes de navidad es cuando tienen más afluencia de parejas románticas.

Siempre pasa algo muy raro: a nadie le gusta hablar de ellos. Así que nunca sabes sí al que vas a entrar está limpio o tiene manchas extrañas por todos lados porque nadie te lo dice: no sabes si es caro o barato, si tiene tina o no. Si en vez de tele tiene un radio con canciones rancheras o si te ponen jabón “Rosa venus” o “Jardines de California”. Lo único que sabes es lo que vas adquiriendo por experiencia propia y eso es injusto, así que desde ésta página propongo una campaña Pro-Hoteles de paso: la próxima vez que hables con algún amigo o amiga saca el tema y compartan experiencias. Verás que todos saldremos beneficiados (je je je).

Mexico surrealista: La burocracia

¡Burócratas!

Según mi diccionario la palabra Burocracia viene del francés bureucratie que significa quien-sabe-qué, pero que se puede traducir como “importancia excesiva de los empleados públicos”. Todos la hemos sufrido cuando vamos a hacer un trámite, a sacar un pasaporte, licencia de manejo y hasta una cita médica: los empleados te tratan como si fueras un ser inferior.

Los burócratas por cliché son personas que se sientan detrás de un escritorio, que te hacen esperar horas y horas sin motivo alguno para decirte al final “pase a la ventanilla 5”.. donde te encontrarás otro burócrata que hará lo mismo. Son odiadísimos, aunque el gobierno no puede existir sin ellos (o al menos eso te hacen creer). El mayor enemigo del burócrata es Internet, porque resulta innecesario hacer fila cuando puedes hacer tus trámites desde la comodidad de tu casa ¿no? O sea que esperemos que estén en vías de extinción.

Sin embargo a veces el ser burócrata es cuestión de oportunidad y de estar en el momento justo. Yo fui burócrata unos meses, así que contaré como fue:

Resulta que trabajaba en una oficina que se encontraba en el extremo de un museo. Como tuvieron que remodelar me cambiaron justo del otro lado, donde apenas estaban acondicionando. Como no había ni línea telefónica, ni internet acomodé mi computadora, mis papeles y esperé a que llegara el técnico para que acabara la instalación.

Pasaron varios días y no había luces de que alguien se apareciera por ahí para poner lo que me hacía falta, así que me junté con otros tipos de las oficinas cercanas para pasar el tiempo jugando cartas. Como nos aburrió, pronto uno de ellos llevó una televisión, que veíamos por las tardes. A la televisión siguió un horno eléctrico para cocinar nuestro almuerzo.

Nuestra rutina se convirtió en un himno a la holgazanería: llegaba a las 8, me instalaba, prendía la tele para ver las noticias y luego cocinábamos el almuerzo. Nos dormíamos un rato, visitábamos a las personas de otras áreas, regresábamos y nos poníamos a ver tele (¡las telenovelas!). A las 5 recogía mis cosas y -como nadie me veía salir- me escapaba de regreso a mi casa. Por la oficina desfilaron videocasseteras, juegos de video, grabadoras, muchachas y nadie se dio cuenta de que no hacíamos nada (porque además para mi buena suerte las oficinas no tenían vista al público).

Ahí me di cuenta de un factor importantísimo para que sobreviva la burocracia: nadie sabe qué es lo que hace la persona de junto. Nunca nadie me preguntó si tenía trabajo, así como yo no preguntaba porqué doña Luchita se la pasaba sacando fotocopias (¿para sus niños acaso?) ni me enteré jamás qué es lo que hacía Don Ramiro todo el día en la computadora (jugando solitario, seguramente). Pero eso sí, todos nos quejábamos de tener mucho trabajo ¡y nos la creíamos!

Mis días de burocracia terminaron el día en el que a alguien se le ocurrió cocinar algo con mucha cebolla en el hornito, lo que ocasionó que los técnicos fueran a ver de dónde salía tal apeste. Se fijaron entonces de que hacía falta la línea de Internet y la telefónica, poniéndola a los 2 días. Pero no me quejo, pasé dos meses de vacaciones pagadas.

Mexico surrealista: Refranero mexicano

Tengo un amigo que viene de Senegal al que le costó mucho trabajo acostumbrarse a entender los refranes mexicanos (y los dichos populares, que no es lo mismo pero es igual). Cuando aprendió a decir “cada chango a su mecate” lo repitió a cada persona que se encontraba a manera de despedida (después de 4 años todavía lo hace, je je je). Eso me puso a pensar que hay algunos dichos que tienen un origen muy claro y otros cuyo significado se perdió en la noche de los tiempos. Hice una selección de ellos para ver de dónde venían y aquí van:

“Ya te está dorando la píldora”

Las mamás siempre advierten a sus hijas que el novio no les vaya a dorar la píldora (a mi mente viene la palabra “anticonceptiva”, pero nada que ver). Ésta recomendación equivaldría a decir “que no te vayan a convencer con palabras bonitas a hacer algo malo”. Pues resulta que todas las píldoras que tomamos tienen un recubrimiento para proteger la sustancia medicinal: ésta sustancia generalmente sabe horrible, así que el recubrimiento sirve para esconder ese sabor.

Sin embargo, antes no existía. Así que las mamás que querían darle a sus niños una píldora la echaban en azúcar y la doraban un poco para que no supieran tan mal (pobres infantes). De ahí el origen: al final les daban lo mismo pero con buen sabor.

“Un ojo al gato y otro al garabato”

Aunque parezca que ambas palabras las escogieron sólo por hacer verso, el origen es real. En las cocinas antiguas -estamos hablando del siglo XVIII o XIX- los ratones eran cosa común y siempre había un gato para ayudar a acabar con ellos: lo malo es que además de los ratones, los gatos se comían los alimentos que había en la mesa. Los cocineros idearon una especie de repisa colgada del techo a manera de columpio en donde colocaba la comida para que el gato no la alcanzara. Esa repisa se llamaba “garabato”. La explicación del dicho sale sobrando.

“Lo escribió con su puño y letra”

Éste dicho se usa para verificar que alguien escribió sin temor a falsificaciones. Lo de la firma se entiende ¿pero lo del puño? Éste dicho no es mexicano, es muy antiguo y su origen es una costumbre ya mencionada en la Biblia: antes, al momento de mandar correspondencia que fuera muy importante se le ponía un sello con cera (todos hemos visto una de esas cartas aunque sea en películas). Bueno pues el sello que se usaba era el anillo, así que los tipos le ponían algo de pasta al pergamino, cerraban el puño y estampaban la imagen que los representaba.

“A la oportunidad la pintan calva”

Mi abuelo es pelón como rodilla, pero nunca le ví cara de oportunidad, así que ese dicho me resultaba totalmente ilógico. Por otro lado ¿por qué la oportunidad no iba a tener cabello largo? ¿cuál es la preferencia por los calvos? La explicación es bastante boba: las oportunidades se presentan sólo una vez y cuando la ves venir hay que agarrarla, porque si se te va no puedes agarrarla ni de los cabellos. Imagina tratar de agarrar un calvo por detrás: es imposible (que cosa tan más poética, prrrt ¬_¬).

Y como no quiero soltar más rollo, luego hago una segunda parte con más refranes. Ahí nos vemos cocodrilos.

Mexico surealista: Oda al billar

Oda al billar

– ¿Y ora?

– ¿Y ora que de qué?

– ¿Pos cómo se juega ésto?

– ¿Cómo que como? Pues hay que ir pegándole a cada bola para meterlas en los agujeros de las esquinas o en éstos dos de los lados.

– ¿Y si meto una bola en el hoyo ya gano?

– No se dice hoyo, se llama buchaca. Y sí, si la metes vas ganando puntos.

– A ver…

– ¡No seas bruto hay que meterlas en orden! ¿no ves los números? la amarilla es la 1, la azul la 2 y así.

– Ash, qué difícil ¿no se puede en desorden? Mira, ¡la rayadita esa ya mero se mete!

– No no no. Jugar billar es un arte, requiere de precisión y de pensar en qué ángulo se va a ir la bola a la que le pegas. Si no ¿qué chiste tendría? Y luego dicen que es juego de vagos…

– Chale chale chale, bájale que no es pa’ tanto. Si todos los que están aquí hasta se están echando sus cervezas ¡mira, ese cuate ya está viendo bizco!

– Ese es el ambiente del billar. Verás: cuando vas al cine comes palomitas ¿no? Pues cuando vas al billar tomas cerveza. No tienes que tomar siempre, claro, pero tampoco tienes que comer palomitas cada vez que vas al cine ¿no?

– No pos sí.

– Además en éste lugar puedes platicar a gusto, nadie te molesta y aprendes la manera de pegarle a la bola.

– Con el palo

-Taco, se llama taco.

– ¿De carnitas?

– …

– ¿qué?

– Tírale mejor

– Órale ¿y como se agarra el taco?

– Pues cada quien tiene su estilo: algunos lo recargan en los nudillos, otros lo dejan correr entre los dedos. El chiste es que cuando hagas el tiro no se te mueva

– Ah canijo, ya moví ésta sin querer

– Pues ya perdiste el turno, voy yo

– ¿Cómo que vas tu? ¡si ni le pegué a la mía!

– Pues no, pero moviste otra sin querer y pierdes.

– Mmmta, no pos ya no juego

– No seas rezongón y juega, o no te vuelvo a traer al billar.

– Está bien, pero no te enojes, amor. Chale, esto de venir con la novia no conviene.

– Cállate y déjame tirar, chillón.

– Ya pues, ya pues.

(no vuelvo a venir, me cae)

Mexico surrealista: Ladrones educados

Ladrones educados

No saben cuántas veces he oído eso de que “la Ciudad de México es bien peligrosa”, “yo no voy ahí porque asaltan en cada esquina”, “en las noticias dicen que te violan, asaltan, secuestran y hacen manita de puerco y tu ni cuenta te das”. Mentiras, puras mentiras. Yo llevo 28 años viviendo aquí y nunca me han asaltado. Casi lo hicieron, pero no. Les voy a contar como estuvo.
Hace unas semanas salí con mi novia a cenar por ahí. Pasamos por un local donde vendían Cochinita Pibil (platillo exquisito, no saben) y estacioné mi coche en la esquina (no lo estacioné enfrente porque un auto precioso, nuevecito, estaba ocupando el lugar. Ojo, éste detalle importante).

Entramos al local y sólo estaba el matrimonio que lo atiende. Ya, total que cada quien pidió sus taquitos, y les estábamos dando con singular alegría cuando siento que alguien me agarra del hombro y pregunta “¿De quién es el auto?” Yo pensé que decían del mío, así que sin voltear y sin dejar mi taco les dije “¿cuál? ¿el rojo?”.

En eso veo que mi novia tiene la cara pálida y les dice “no no, no es de nosotros” Y los dueños del local “no, tampoco de nosotros”. Yo no capté en ese momento de qué se trataba, pero después me enteré, que el tipo había sacado una pistola, me la había puesto a un lado a la altura de la cabezota y que en realidad preguntaba del auto nuevecito que estaba afuera del local para robárselo (aunque yo nunca dejé de comer mi taco de Cochinita ¬_¬).

¿Experiencia traumante? Pues como yo no me dí cuenta de nada lo dejé pasar, además de que antes de irse, los ladrones dijeron “bueno, pues disculpen, buenas noches, nada más no salgan, disculpen ¿eh?” Y yo “ah si, por nada” ¿No es eso educación, Dios mío?

Así son los ladrones aquí, educaditos. Bueno, algunos lo son, como ese que le tocó a mi amigo Ricardo.

Según me dice, un tipo lo abordó y le pidió su dinero. Ricardo le dijo que no traía y el ladrón le contestó “A ver, vamos a buscarte a ver si traes”. Ric sacó un billete de 50 pesos (5 dólares mas o menos) y el ladrón le dijo “ahhh ¿ya ves cómo si traías?”.

Hay que agradecer que el ladrón no se portó mala onda. Además cuando Ricardo se estaba buscando el billete todo nervioso, se le cayó un cortauñas que el delincuente recogió. “Ten se te cayó esto”, le dijo. Además, ya que acabó el asalto, el caco le dijo “a nosotros nos han enseñado que no debemos de lastimar a la gente, ahora échate a correr”.

¿Una ciudad donde los ladrones te piden disculpas, te recogen tus cosas bajo riesgo de que les metas una patada en los dientes, y te piden cortésmente que corras, en vez de echarse ellos a correr? Esta ciudad es de Primer Mundo, nadie lo puede negar.

De: Alias de MSNCenzontle_Mx Enviado: 21/05/2005 22:22
Jeee, si de esos ladrones también me he encontrado aquí en Chiapas… unos que te piden 1 peso, se van caminando con tigo como pidiendo limosna y cuando estamos solos te piden todo lo que traigas, a lo que tu puedes contestar, si traigo pero tengo que comprarle esto a mi jefa y si no lo compro hoy, bla bla bla, te diera un peso pero no tengo cambio.

El ladrón se despide con un saludo de manos y me dice que para la otra ya sé… para la otra le dí 1 peso y otra vez disparé una cheve.

________________

Pero de eso también hay otra clase de ladrones que tal vez ven demasiadas películas que par asaltar un cibercafé ponen a todos en el suelo y los amordazan, jajjjaa.

También está esa otra clase de ladrones que roban desde el poder y que se creen muy educados. O aquellos otros que son violadores de noche y en la mañana llevan una vida común y corriente… o aquellos otros que roban un caminón y aprovechan para violar a las más bonitas enfrente de todos los pasajeros, mejor dicho en la parte de atrás.

Creo que sí vivimos en un país subrealista pero eso puede prevenirse simplemente siendo realistas.

Mexico surrealista: Ex votos

Ex-votos

El arte de los ex-votos se ha ido perdiendo de las iglesias católicas: los ex-votos, para el que no lo sepa, son pequeños cuadritos pintados por alguien que no tiene mucha práctica y que relata algún milagro ocurrido a alguna persona común y corriente.

Relataré como funciona: supongamos que un albañil estaba pegando ladrillos en el segundo piso de una casa cuando de repente se resbala y se cae. En el último segundo dice “¡Ay Virgencita chula!” y en vez de dar el costalazo en el piso, va a caer encima de la camioneta del dueño de la casa y de ahí a los tulipanes que con tanto trabajo cuidaba su esposa (del dueño de la casa, no del albañil) y se salva. Ya está: el albañil tendría que ir a dar gracias a la iglesia y llevar un ex-voto en el que se viera cómo caía, con la Virgencita chula empujándolo desde el cielo para que amortiguara su caída en la camioneta y no diera el azotón (en segundo plano se podría ver a los dueños de casa llevándose las manos a la cabeza con cara de espanto, viendo cómo el albañil arruinaba sus pertenencias).

Pero, como dije, eso es un arte perdido. En vez de eso la gente prefiere poner los favores recibidos desde el cielo en un papelito y colgarlo con un brochecito de oropel. En esos papelitos se pueden leer cosas como “Doy gracias al santo fulanito porque me regresó a mi esposo después de 3 días de no saber de él, con aliento alcohólico y sin la quincena, pero sano y completo” “Agradezco a santa menganita porque hizo que Pedro Pérez se fijara en mí, sin importarle mi cara llena de granos y erupciones” “Doy gracias al santo zutanito porque no permitió que mi marido viera al lechero que se escondía dentro del clóset. Prometo desde ahora portarme bien”.

Como no se requiere mucha calidad para hacer un ex-voto, algún día me gustaría pintar uno. Algo así como el de algún ratero que se haya metido de noche a una casa a robar y que de repente haya tirado los cubiertos de plata armando gran escándalo. En ese momento diría “angelito de mi guarda, no dejes que se despierten, tu sabes que es para sostener a mis dos esposas”. En el ex-voto podría pintar a un grupo de angelitos tapándole las orejotas a los habitantes de la casa robada, mientras el ratero sale por una escalera recargada en la ventana, no sin antes haber tirado también un florero de la sala. ¡Sería tan bonito y religioso!.

Mexico surrealista: El ruido de la ciudad

Ruido en la ciudad

“La Marquesa” es un lugar alejado de la ciudad donde vivo (como a una hora de camino), que no tiene nada de especial: pasto, algunas lagunas perdidas, mucha caca de caballo, y algunos locales donde venden comida, un poco desperdigados. Cuando era niño me parecía aburridísimo ir ahí, porque según me acordaba, no había nada que hacer (y en esa época, lo que yo quería era jugar a las naves espaciales en las maquinitas de la esquina).

Así que ahora que soy un adulto gruñón, quise alejarme del ruido de la ciudad y pensé en regresar a la Marquesa. Mala idea. Quien sabe a quien se le ocurrió que ahí donde había caca de caballo se podía construir una pista para que las motocicletas dieran de vueltas. Roarrr, roarrr. Los puestos desperdigados se convirtieron en locales establecidos donde puedes pescar truchas en un infame estanque de 2 por 2 metros (¿que chiste tiene eso?) y las familias se acomodan para pasar un día de “piquinic”, con todos los huerquillos corriendo y gritando como locos, mientras ponen su grabadora sonando “que la vida es un carnaval y es mas bello vivir cantando”.

¿Por qué somos tan aficionados al ruido? Sepa la bola, pero no hay lugar de la ciudad que no esté libre de música de cumbias, de sonido de motores, de niños llorando. Se sube uno al microbús o al camión, y el chofer pone la música que él quiere a todo volumen. No joda, le dije una vez, está bien que a usted le guste esa música pero a los demás no ¿que hizo el tipo? Le subió mas, y yo me bajé. Así de simple.

Peor aún, el vecino de al lado, tiene un perro que cada vez que se va a trabajar se pone a chillar hasta que regresa a casa 10 horas después. Ahí está el pobre perro ñii ñiii auuu auuuu sin que nadie lo consuele. Y cuando llega el troglodita del vecino le da de patadas. A patadas me los voy a poner a los dos: al vecino por ser tan desconsiderado con el perro y al perro por chillarle a un tipo que lo trata mal.

Y manejar en el tráfico es el infierno en la tierra. Motores que necesitan afinación desde antes de la era precámbrica, conductores que tocan la bocina a la menor provocación (si si, ajá, como si con eso desapareciera el tráfico), y policías pitándote desde atrás para que dejes pasar a los representantes de la ley (yo nunca he sabido si verdaderamente van a detener delincuentes con tanta prisa o si va a empezar su telenovela favorita).

Entonces irónicamente, descubrí que el mejor lugar para aislarse del ruido, es dentro de mi auto. Llego a mi casa, lo estaciono en la cochera, subo los vidrios, apago el motor –claro- y es mas silencioso que cualquier otro lugar. Para leer libros es excelente el asiento trasero, y adapté una charola para poder colocar ahí unas bebidas y no tener que pararme al refrigerador. Ni el perro del vecino se oye. El único problema es que no le entra aire fresco, cosa que si tiene la Marquesa. Ni modo, no todo se puede en la vida.

Mexico surrealista: El cerebro de un policia

Alfred Jarry, El Cerebro de un Agente de Policía

Versión: Juan Esteban Fassio

Sin duda se recordará este reciente y lamentable asunto: al ser practicada la autopsia, se halló la caja craneana de un agente de policía vacía de todo rastro de cerebro y rellena, en cambio, de diarios viejos. La opinión pública se conmovió y asombró por lo que fue calificado de macabra mistificación. Estamos también dolorosamente conmovidos, pero de ninguna manera asombrados.
No vemos por qué se esperaba descubrir otra cosa que la que se ha descubierto efectivamente en el cráneo del agente de policía. La difusión de las noticias impresas es una de las glorias de este siglo de progreso; en todo caso, no queda duda de que esta mercadería es menos rara que la sustancia cerebral. ¿A quién de nosotros no le ha ocurrido infinitamente más a menudo tener en las manos un diario, viejo o del día, antes que una parcela, aunque fuera pequeña, de cerebro de agente de policía? Con mayor razón, sería ocioso exigir de esas oscuras y mal remuneradas víctimas del deber que, ante el primer requerimiento, puedan presentar un cerebro entero. Y, por otra parte, el hecho está allí: eran diarios.
El resultado de esta autopsia no dejará de provocar un saludable terror en el ánimo de los malhechores. De aquí en más, ¿cuál será el atracador o el bandido que vaya a arriesgarse a hacerse saltar la tapa de su propio cerebro por un adversario que, por su parte, se expone a un daño tan anodino como el que puede producir una aguja de ropavejero en un tacho de basuras? Quizás, a algunos demasiado escrupulosos pueda parecerles en cierta manera desleal recurrir a semejantes subterfugios para defender a la sociedad. Pero deberán reflexionar que tan noble función no conoce subterfugios.
Sería un deplorable abuso acusar a la Prefectura de Policía. No negamos a esta administración el derecho de munir de papel a sus agentes. Sabemos que nuestros padres marcharon contra el enemigo calzados con borceguíes también de papel y no ha de ser eso lo que nos impida clamar indomable y eternamente, si es necesario, por la Revancha. Pretendemos solamente examinar cuáles eran los diarios de que estaba confeccionado el cerebro del agente de policía.
Aquí se entristecen el moralista y hombre culto. ¡Ah!, eran La Gaudriole, el último número de Fin de Siécle y una cantidad de publicaciones algo más que frívolas algunas de ellas traídas dé Bélgica de contrabando.
He ahí algo que aclara ciertos actos de la policía, hasta hoy inexplicables, especialmente los que causaron la muerte de héroe de este asunto. Nuestro hombre quiso, si recordamos bien, detener por exceso de velocidad al conductor de un coche que se hallaba estacionado, y el cochero, queriendo corregir su infracción, sólo atinó, lógicamente, a hacer retroceder su coche. De allí la peligrosa caída del agente, que se hallaba detrás. No obstante, recobró sus fuerzas, luego de unos días de reposo, pero, al ser intimado a recobrar al mismo tiempo su puesto de servicio, murió repentinamente.
La responsabilidad de tales hechos atañe indudablemente a la incuria de la administración policial, que en adelante controle mejor la composición de los lóbulos cerebrales de sus agentes, que la verifique, si es menester, por trepanación, previa a todo nombramiento definitivo; que la pericia médico-legal sólo encuentre en sus cráneos… No digamos una colección de La Revue Blanche y de Le Cri de Paris, lo cual sería prematuro en una primera reforma; tampoco nuestras obras completas: a ello se opone nuestra natural modestia, tanto más que esos agentes, encargados de velar por el reposo de los ciudadanos, constituirían más bien un peligro público con la cabeza así rellenada.

*.- “La poli” en lenguaje cotidiano.

Mexico surrealista: Peinados nacos

Peinados nacos

Hace poco estuve en la peluquería, después de dos meses de no pararme por ahí. Lo primero que noté fue que -desgraciadamente- los precios habían subido. Pero lo que más me llamó la atención fue que mi peluquero -un señor bastante alegre- puso un precio especial para los “peinados modernos”

– ¿Peinados modernos? -pregunté
– Si, son esos que traen los jóvenes de hoy

Como a mí siempre me cortan el pelo igual no capté lo que quería decir con eso de “los jóvenes de hoy”. Pero después, cuando pasó un tipo por la calle al que le había cortado el cabello lo comprendí todo: se refería a los peinados nacos.

Hay cortes de cabello que definitivamente caen en el reino de los nacos: peinados que nuestros abuelitos no soñaron jamás y que hoy son populares. Así que haciendo investigación de campo seleccioné algunos. Hay más, claro, pero esos los dejaré para una segunda parte.

Peinado “quiero ser roquero”
Sencillísimo: hay que dejarse corta la parte de arriba y dejarlo crecer de la nuca. La patilla puede ir larga haciendo un bucle. Ideal para los greñudos wannabe e inspirado por los Bukis
Peinado “no me digan pelón”
Este es rarísimo: el tipo luce su calva excepto el fleco y las patillas. Así, si se pone gorra todos piensan que trae el pelo largo pero nooo, todo es un engaño

Peinado “Jarecrisma”
Lo mismo: hay que raparse y dejarse sólo la parte de atrás larga. Entre más melena cuelgue de su trasero mejor. Ideal para hacerse una cola de caballo.

Peinado “saca las antenas”
Como variación de los dos anteriores se pueden dejar dos mechones largos en la frente y pasarlos por detrás de las orejas. Si se decoloran un poco queda más chido.

Peinado “Queso Oaxaca”
También los abuelitos son nacos. Como en la parte de arriba de la cabeza ya no les crece pelo, hay que dejárselo largo de un lado y peinarlo envolviendo su venerable mollera. Como turbante, pero natural.
Fleco “llama hombres”
Es la evolución de los peinados con crepé de los ochentas. El fleco se levanta desafiando la ley de la gravedad mientras el pelo -que muestra señales de la decoloración que se hizo hace un año- cae como cascada. Qué bonito.
Peinado “¿qué me cuelgo?”
Las niñas modernas se hacen mechones delgados y lo largo de ellos se cuelgan cuanto broche encuentren: moñitos y ositos son los preferidos. Además dos pinzas de ropa coronan su cabeza cual reina de la azotea

Mexico surrealista: Nacos con clase

Nacos con caché dedicado a Beto Macías
“Carneo”, el naco sin caché

Uno puede ser naco, pero fino. Porque hay de nacos a nacos, deben de saber: los nacos de bajo nivel que muchos llaman “macuarros”, los nacos medios (que son la mayoría) y los nacos de caché. Si ser naco es algo inevitable, algo que traes en las venas ¿porqué conformarte con ser del montón? ¡Hay que sobresalir!

Es por eso que debes de cultivar las actitudes de caché, esas que te hacen sobresalir como una persona excelente. No hay reglas escritas, es cosa de sentido común: cuando tengas duda sólo piensa ¿qué haría Carlos Slim en este caso? ¿Qué haría alguien fino como el príncipe Felipe ante una situación como ésta? Veamos algunos ejemplos:

– Si vas a comer en la calle y pides un refresco, no vayas a pedir Jarrito o Barrilito por favor. Mejor pide una Pepsi o una Coca, pero light, para que los demás vean que cuidas tu figura. Eso es de gente fina. No importa que te andes metiendo tres órdenes de tacos de suadero, lo importante es la imagen de lo que tomas. Tomar “Lulú” es retro y está bien visto ¡Abusado!

– En la mesa hay que cuidar los modales: levanta el meñique cada vez que tomes tu café, té, tepache, pulque o atole de champurrado. Eso se ve fino. Para limpiarte la boca empieza por las comisuras. No se te olvide limpiarte los cachetes, porque luego te embarras bien feo de salsa cuando comes spaguetti (¡y la parte de abajo de la barba!).

– No te suenes la nariz con la misma servilleta con la que te limpias la boca, mejor usa otra y déjala en la bolsa de la camisa, un poco salidita. Así estará disponible cuando la necesites.

– Usa palabras de caché: En vez de decir “vamos a pistear”, dí “vamos a tomar la copa”. Que diferencia. En vez de “fiesta” usa “convivio”. No digas “se me olvidaron los calzones”, mejor dí “no traigo mi trusa”. Nunca digas a alguien que engordó, mejor dile “estás repuestito” o “estás embarneciendo”. Eso es menos ofensivo.

– Es mejor ser tierno que políticamente correcto. No digas “cegatón”, se oye mejor “cieguito”. Pasa igual con los “negritos” o con los “niñitos de la calle”. Usa el diminutivo cuantas veces puedas para que las personitas sepan que tienes tu corazoncito. Eso es mas bonito.

– Nunca uses calcetas blancas con zapato mocasín o calcetín con tenis. Otras combinaciones prohibidas: calcetín con huarache, bota sin nada abajo, saco con pants. Mujeres: medias blancas con zapato negro, uñas de diferentes colores, lentes de colores en la noche. Recuerden el viejo dicho “de noche y lente oscuro, naco seguro”

– Si tienes duda de qué película entrar a ver, recuerda que hay una regla clarísima: entre más raro sea el apellido del director, es mejor la cinta. Si hay una de Pedro Almodóvar y una de John Woo, prefiere la de Woo. Entre Quentin Tarantino y Steven Spielberg, prefiere a Spielberg (¿qué clase de apellido es Tarantino?)

– Cómete las letras cuando hables, para que parezca que tienes ascendencia extranjera. Dí “Auja” (por aguja), “Apeido” (en vez de apellido), “Costipado” (por constipado”) y “Aujetas” en vez de agujetas. ¡Busca tus propias combinaciones!

1 2 3 4 5 6 33