Las auténticas diferencias que existen entre una Secta y una Religión

¿Cómo saber si estoy en una Secta?
-http://victimasectas.com/Secta_o_Religion.html
las auténticas diferencias que existen entre una Secta y una Religión
@Red de Apoyo, Inc. (RAVICS)
Por: MS. Myrna Garcia, Dr. Héctor Walter Navarro

Una religión auténtica nunca obliga, no chantajea, no enajena, difama ni jamás amenaza con maldiciones a quien retira su membrecía, llamándole “traidor”, con el único objetivo de retenerle. Una religión respeta las decisiones de sus fieles, no impone cuotas, trabajos, etc., a cambio de la salvación del alma de nadie. Tan solo motiva y les recuerda a sus fieles las enseñanzas de la doctrina que promulgan. Un aspecto bien importante que intentamos aclarar siempre a las víctimas que nos contactan es acerca de la diferencia que existe entre lo que es una auténtica religión y lo que es una secta.

Definimos lo que es una religión, según la dada por la doctora en Conducta Organizacinal de la Universidad de Northern Kentucky, Kathleen S. Verderber, como un sistema de creencias compartido por un grupo que ofrece objetivos de veneración, rituales de adoración y un código de ética’; pero debido al creciente surgimiento de ‘sectas destructivas’, que hoy día proliferan por doquier y  se identifican como representantes de alguna religión oficial, hacemos en este lugar una responsable diferenciación entre lo que es una secta detrimental y peligrosa para la salud pública y lo que es una inofensiva religión, cuyo fin debe ser el de satisfacer las necesidades emocionales, sociales y psicológicas de los individuos. Las religiones ofrecen un servicio y aquellos grupos que las representan, guardando dentro de sus prácticas Técnicas de Persuasión Coercitiva’ serán identificadas apropiadamente por nuestra organización como ‘sectas peligrosas’, dentro de este lugar.

Las sectas peligrosas son sistemas totalitarios dictatoriales que se valen de técnicas de manipulación mental degradante y se presentan bajo la forma de asociación o grupo religioso, cultural o de otro tipo socialmente aceptable. Controlan y someten a sus adeptos, afectándoles negativamente la vida laboral, familiar y social, con el objetivo ulterior de alcanzar el poder social y económico de la entidad grupal.

Dentro de una auténtica religión oficial, independientemente de la forma en que esté organizada, los que son líderes, maestros, ministros, sacerdotes, etc., se limitan a ofrecer los rituales religiosos, pero la doctrina y colecta de dinero no es invasiva. La doctrina gira alrededor de la fe en Dios exclusivamente, jamás fe en la supremacía y sobrenaturalidad de sus líderes. La doctrina se limita a las Sagradas Escrituras, al tema del amor de Dios por nosotros y de nosotros hacia Dios y hacia los demás seres humanos. Se limita a ser claramente educativa. No invade la vida personal de sus miembros, con técnicas para coaccionar o controlar. No lleva récord de quien asiste o no a los ritos para evaluar la devoción de sus seguidores y coaccionarles a comprometerse. La membrecía y la ofrenda son completamente voluntarias. Una auténtica religión nunca obliga, la conversión de cada miembro es voluntaria, es completamente despersonalizada; más bien se limita a ofrecer un servicio espiritual completamente gratuito, sustentado con donaciones, sin cuotas permanentes ni obligatorias; pues es un servicio para todos, los más ricos y los más pobres, considerando, respetando y apreciando la dignidad humana.

En cambio, una secta es invasiva, la vida del adepto es sometida a la observación y al análisis de sus superiores. La destrucción de la autoestima en el adepto es siempre utilizada como técnica de coerción. Un ambiente ilusorio alrededor de la imagen de los maestros reina ambientalmente. Las sectas crean un ambiente jerárquico, estratificado internamente y altamente discriminatorio. Algunos gozan de altas distinciones de poder, conocimiento del mundo divino, sabiduría general o dones espirituales y/o sobrenaturales, mientras que una gran mayoría son desestimados y algunos menospreciados, humillados o inclusive maltratados. Los que se encuentran en la cima gozan de prestigio, estima, poder y reciben información divina y sobrenatural privilegiada; en oposición a los adeptos que se encuentran en el último nivel estratificado de poder social, dentro del grupo. Es un grupo sometido a un régimen totalitario y dictatorial, dirigido por uno o varios líderes. En otras palabras, la estructura de poder se distribuye en forma piramidal, quedando en la base los adeptos esclavos y en la cúspide los líderes idolatrados o endiosados por el resto del grupo. Dentro de una secta, el líder utiliza técnicas de manipulación mental degradante para manipular mentalmente a sus adeptos.

Para poder mantener al grupo sometido y controlado, implementan una doctrina extremista. Inducen en el adepto la creencia de que sus maestros o líderes con muy buena intención, le están ayudando a eliminar todos sus defectos o pecados. Tal creencia es sencillamente una trampa perfecta. Al creerlo el adepto, ya de inmediato está aceptando la superioridad, dependencia e invasión de sus líderes sobre todas sus decisiones personales. Su líder espiritual podrá cuestionarle, imponerle trabajos, obligaciones económicas y hasta podrá maltratarle, infligiendo castigos, cuando lo considere necesario. El líder necesita convertir al adepto en un ser incapacitado para identificar malicia alguna en él; así podrá mantener su prestigio y posición, mientras ejerce libremente sobre todos su voluntad.

Una creencia o una fe religiosa no es un criterio que aisladamente podría utilizarse para identificar lo que es una secta peligrosa; ya que para que sea considerada peligrosa, tiene que existir coerción ejercida por los líderes hacia sus miembros, que les obedecen y se someten, muy convencidos de hacerlo voluntariamente. El grupo deposita total confianza en su líder, desarrollando en su palabra una fe ciega. Este líder alegará haber sido escogido por Dios para expresar Su palabra y voluntad sobre los hombres de la Tierra. El líder es aceptado por el grupo como su director espiritual. Lo que él diga es voz de Dios y lo que él mande es mandato de Dios y se aprovecha de la fe de sus seguidores para esclavizarles a sus fantasías y delirios, terminando por esclavizarles al negocio de su empresa sectaria, haciéndoles creer que cumplen con la voluntad de Dios, al someterse humildemente a su labor misionera.

Las sectas son un negocio, cuyo éxito dependerá de la demanda de su producto; así que el producto tiene que satisfacer al máximo las necesidades de sus clientes. El producto tiene que poseer propiedades curativas o milagrosas. La persona suele convencerse al ver demostraciones. Los líderes sectarios tienen claro sus objetivos y harán lo imposible por alcanzarlos, a toda costa. El líder intentará cuánto se le haga posible para capturar a sus clientes; o sea, para reclutar a sus adeptos. Para lograr el éxito de su empresa querrá ganarse la confianza de éstos, pero más que convencerles y fanatizarles con su producto, intentará infundir en ellos idolatría hacia su persona, para que jamás duden de sus directrices y exigencias. Se presenta ante todos como poseedor de un don único espiritual que le permite transmitir ocultos conocimientos espirituales o divinos, pertenecientes al mundo sobrenatural.

El líder sectario triunfa en su primer objetivo, que es reclutarles, cuando logra hacerles creer en su ‘sabiduría suprema’ o ‘sobrenaturalidad mística’. Así morderán el anzuelo y automáticamente se convertirán en un gran capital de dinero para su empresa. A partir de entonces trabajarán promocionando la misión, que en resumidas cuenta será trabajar vendiendo los productos del negocio sectario, recibiendo el mínimo de sueldo posible o ninguno.

Toda secta es un negocio disfrazado de fe religiosa, enseñada por líderes empresarios, a través de organizaciones, grupos de misioneros religiosos, escuelas, institutos o entidades benéficas. El producto de la empresa es su doctrina; para venderlo exitosamente tienen que adaptarlo a la cultura de su localidad. Podríamos decir que Américas es predominantemente cristiana y por ello, la doctrina esotérica (supone iniciación y practica de ocultismo) cristiana es la que predomina en nuestro continente. El esoterismo cristiano mantiene motivado al adepto, haciéndole creer que salva al mundo, si cumplen la misión que, según las enseñanzas de su líder, cada cual ha recibido de Dios.

Poder de Captación y de Sometimiento de la Doctrina Sectaria
¿Cómo funciona?

Funciona igual a cualquier negocio. Desde el punto de vista comercial, analice cuándo es que usted decide comprar un producto, cuando usted se da cuenta de que es curativo o lo necesita y le resolverá algún problema descubierto y satisface alguna necesidad. Los comerciales cumplen la función de promocionar los productos, usted escucha la información, ve la demostración y luego decide tratar el producto para ver si funciona. El producto tiene que demostrar ser eficaz para que usted continúe utilizándolo. Quien conoce de mercadeo sabe que en términos de venta, la sugestión juega un papel muy importante; dos o tres personas emocionadas y exaltadas que aseguren eficacia o curación será más que suficiente para que un grupo completo crea en el producto. En el caso de las sectas trabaja exactamente igual, porque una secta verdaderamente es un negocio. Sin embargo, el precio a pagar es bien alto, será dejarlo todo, costumbres de vida y relaciones. Desgraciadamente muchas personas se convierten en fácil presa, al sentirse atraídas por la curiosidad que sienten hacia el misticismo, hacia los temas apocalípticos y por fantásticos y maravillosos milagros, de los cuales se aprovechan los líderes sectarios.

La doctrina sectaria entremezcla verdades de fe de la doctrina en la cual se crió el adepto con nuevas verdades de fe fabricadas por el líder, totalmente falsas. Si la localidad es budista la secta se presentará como budista, si es hindú y cristiana se disfrazará de tales creencias religiosas. En muchos países las organizaciones religiosas están exentas de impuestos y una secta podría ser el más remunerado negocio para un inescrupuloso empresario de cuello blanco, que decida aprovecharse de la fe religiosa de una población. El esoterismo resulta ser un producto ideal, ya que es ocultista e incluye el elemento místico religioso. El esoterismo compone un conglomerado de doctrinas distintas, místicas, que atraen al curioso por medio del misterio y el secreto. Al conglomerado de doctrinas se le llama ‘sincretismo religioso’. Los movimientos esotéricos promueven alquimia hermética, hinduismo, budismo y cristianismo y fácilmente se adaptan a cualquier doctrina. En el contexto de los nuevos movimientos religiosos, hablar de sincretismo es hablar sin duda de la Nueva Era. Es una Nueva Era porque según sus propulsores, ellos promulgan una doctrina superior a la doctrina transmitida tras los siglos por las religiones tradicionales, cuya doctrina resulta ser demasiado sencilla, propia para las mentes simples de quienes son incapaces de comprender la sabiduría mística que ellos agraciadamente conocen. Los promotores de la Nueva Era se sienten privilegiados al ser poseedores de tal sabiduría e iluminación adquirida, gracias a las directrices de sus guías espirituales. Sin embargo, la Nueva Era hace mayormente referencia a los movimientos cristianos, al declarar que la era de Jesucristo ya pasó y ha ´llegado la hora´ o ‘era’ en que tienen que lanzarse a convertir el mundo; llamándoles a un despertar de la consciencia, a través de sus métodos místicos y secretos.

Los líderes sectarios persuaden a sus miembros para que inviertan todas sus energías en conseguir que cuanta persona posible que conozcan, asista a sus actividades proselitistas, cursos, charlas, retiros, reuniones, etc. Según el líder sectario, esa es la encomienda que Dios le ha dado a cada uno de los adeptos. Todos deberán darlo todo por su misión, hasta sus vidas si es necesario. Los persuaden también para que crean que únicamente siendo miembros del grupo privado o secreto, al cual pertenecen, es como tan solo podrán cumplir con todas sus encomiendas e igualmente evolucionar y ascender espiritualmente, dentro del mundo divino. La mayoría de las doctrinas sectarias promulgan que ‘enfrentamos ahora la Nueva Era del conocimiento divino, revelada especialmente a su grupo escogido y privilegiado’.

El esoterismo es una excelente carnada de reclutamiento para las sectas en los países cristianos. Las sectas esotéricas, en las Américas, generalmente promulgan que ellas son las poseedoras de la verdadera doctrina cristiana; la que en secreto Jesucristo transmitió a sus apóstoles y ellos, en forma privilegiada, conocen. Según ellos, los feligreses y Obispos de la Era Cristiana Primitiva eran incapaces de comprender el misticismo de la doctrina cristiana por falta de la ‘iluminación’ de su consciencia y entendimiento, a través del Espíritu Santo, debido a su limitado crecimiento espiritual. Por lo general, los líderes sectarios claman que el ‘camino verdadero’ lleva al hombre espiritualmente elevado, a traspasar la barrera de la materia, para entrar en el mundo sobrenatural. Creen que todos podemos llegar al nivel de Cristo. Algunas sectas de la Nueva Era hacen referencia al proceso de ‘cristificarse’; en otras se hace referencia a llegar al 7mo. Plano o en lograr ascender al 7mo. Nivel del ser y para otras sectas esotéricas es sencillamente sobrepasar pruebas, destruyendo el ego (luchando contra el ‘yo’; o sea, contra las propias necesidades físicas, psicológicas, emocionales y sociales), para llegar a ser iguales a Mahoma, Buda y a Jesucristo. De esta manera, las sectas esotéricas le ofrecen al hombre el premio del poder; algunas sectas prefieren hablar del privilegio de ‘dones sobrenaturales’, lo cual resulta ser sumamente atractivo para el neófito, para el adepto convertido a la nueva doctrina revelada. Las sectas esotéricas promueven el triunfo de la Nueva Era, ya que la misión encargada al hombre durante la Era de Piscis (era de Jesucristo) fracasó, debido a que la humanidad no comprendió, el ‘verdadero camino’ que Jesucristo les llamó a seguir. Dicen que Jesucristo le dejó a la humanidad el ‘verdadero camino’ a seguir, pero su era no triunfó en lograr que el mundo lo comprendiese, a través de los siglos. Por ello explican que éste es el tiempo de ‘la hora’ de la ‘Nueva Era’, con una nueva misión y otro enviado. ‘Dios envía a el líder’ como emisario para anunciar que llegó el tiempo de ‘la hora’ de convertir al mundo para poder revelarle secretos y misterios espirituales de salvación. Las sectas Nueva Era consideran que en la actual “Era de Acuario”, sucesora de la ‘Era de Piscis’, en la que nació Cristo, debe hallarse también una nueva fe, que esconde influencias orientales, espiritistas, esotéricas y algunas de ellas también creen que espiritual o psíquicamente el líder puede contactarse en privado con extraterrestres. Según la Nueva Era, la Era de Acuario es una era dorada, de entendimiento y armonía, y superadora de los conflictos creados por los creyentes de las religiones, que no pudieron comprender los «misterios» y profundas enseñanzas, que en secreto Jesús el Cristo y otros iluminados ascendidos, comunicaron tan solo a algunos elegidos. Su misión general es convertir al mundo a su doctrina, superando las creencias religiosas individuales con el proselitismo que utilizan para promoverla. Puede observarse, que los discursos dentro de las sectas esotéricas están llenos de constantes acusaciones hacia las iglesias cristianas tradicionales, especialmente hacia la Iglesia Católica.

El líder sectario utiliza falsas premisas y conclusiones (para los adeptos son verdades de fe), que justifican las Técnicas de Persuasión (Mensajes persuasivos, sugestivos o hipnóticos que demandan una respuesta específica) Coercitiva (les compromete y obliga) constantemente para controlarles totalmente. Así controlará sus acciones al igual que si tuviese un control remoto.

Las ‘Técnicas de Persuasión Coercitivas’ que el líder sectario desarrolla, quedan justificadas por ‘verdades de fe’ que son falsas, pero irrefutables para los adeptos. Funcionan según la lógica de premisas ciertas entremezcladas con falsas, totalmente sugestivas. Las verdades de fe o esquemas de creencia de los individuos, son análagas o equivalentes a las premisas ciertas que posee sobre cualquier asunto. Cuando estas premisas o esquemas de ideas y creencias son impactadas por la incorporación de nuevos datos, entra en juego el proceso cognoscitivo de la asimilación y surge en el individuo la necesidad darle sentido a todo, para encontrar el equilibrio, con alguna explicación que dé sentido a lo inexplicable y poder mantener de esta manera la congruencia de ideas.

A través de técnicas hipnóticas y otras técnicas de persuasión coercitiva, el líder puede inducir nueva información en la mente de sus adeptos que podría ser antagónica y contraria a sus valores, creencias e ideas. Cuando el líder,  a través de estas técnicas, induce en sus adeptos un estado de sugestión mental, dentro del cual les hace asimilar información en forma indiferenciada, afecta variados niveles de complejidad en sus conciencias. El acto de asimilar nueva información a un esquema de ideas existentes, que no guarda concordancia con los valores y creencias del individuo, produce en ellos gran confusión. La mente permanece en estado de confusión hasta el momento en que entra en juego la ‘crítica consciente’, que busca armonía entre las ideas que resulten ser mutuamente antagónicas y opuestas, tiende a buscar un estado final de objetividad. Buscar el equilibrio y la razón es una función normal de la inteligencia que busca resolver el ‘conflicto cognoscitivo’ que se genera. La mente busca acomodar ideas incompatibles entre los esquemas de ideas existentes que sean congruentes. Los procesos mentales de asimilación y acomodación, durante la inducción sugestiva permanecen indiferenciados, pero la mente ejerce su función de llevar tales procesos a un estado final de objetividad y equilibrio, con el objetivo de que puedan funcionar coordinada y complementariamente. Es cuando la nueva doctrina se presenta como respuesta, porque acomoda las ideas, a la vez que el adepto siente la impresión de haberlo comprendido todo finalmente; cree haber experimentado una iluminación de la consciencia, porque ha entendido algo que antes no podía comprender. Las técnicas de persuasión coercitiva que utiliza el líder refuerzan de esta manera las ideas asimiladas. Las inducción sugestiva impone la creación de nuevas estructuras o esquemas mentales en la mente de los adeptos, afectando su forma de reaccionar ante el medio ambiente.

Desde el punto de vista filosófico, se explica sencillamente bajo la lógica de entremezclar premisas ciertas con premisas falsas, llevando al adepto a conclusiones falsas, provocando en éste la alteración de su conciencia y percepción de los eventos experimentados. Por ejemplo, si consideramos que la premisa cierta del adepto es ‘su creencia en que hay que debe hacer la voluntad de Dios’ y la premisa falsa es ‘creer que su líder es un representante de Dios o es Dios mismo’, concluirá que ‘tiene que obedecer, sin lugar a dudas, a su líder para poder hacer la voluntad de Dios’. Cualquier premisa falsa que acepte el adepto le llevará a otras conclusiones falsas, relacionadas entre sí. En la medida en que más integre y asimile premisas falsas, desprendidas de la premisa principal (‘lo que haga o diga el líder es voluntad y palabra de dios’), más aumentará la fuerza de la cadena mental de ‘falsas conclusiones’ que le atarán a la secta. La premisa principal es el gancho del cual se desprenden todas las demás premisas. Esto explica el problema existencial que sufren todos los adeptos de las sectas. Casi todos los líderes sectarios enseñan ‘falsas verdades de fe’ como esta: que ‘la fe es contraria a la razón; y por lo tanto, nadie debe dudar ni cuestionar sus revelaciones místicas y divinas’. Así es cómo manipulan mentalmente a los adeptos, entremezclando e integrando nuevos principios, valores y verdades de fe; a la vez que logra incentivarle a promulgar la doctrina de su empresa.

Nuevas creencias de fe y valores o virtudes claramente instruidas, permitirán una hábil manipulación mental sobre las masas. El adepto desarrolla creencias falsas y valores totalmente trastocados, que le motivarán a responder según la conducta esperada y demandada por el líder. Por ejemplo, quien no mata ni hace daño lo hace porque su fe y valores le impiden hacerlo. Los valores y creencias de los conocidos terroristas islámicos creen que matar por Dios es el acto heroico de un santo, debido a que en el Corán está escrito lo siguiente: “Combatid por Alá contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis… Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado; porque la persecución es peor que el matar salvajemente” (El Corán, Surah 2:190-191).

Desarrollar en los adeptos fe en la nueva doctrina sectaria, no ocurre de la noche a la mañana, sino lenta y sistemáticamente; a través de la integración previa de un gran cúmulo de información, ideas y creencias falsas. Estos datos son almacenados cognoscitivamente, en base a varios ‘esquemas’ de datos registrados y organizados de acuerdo a una lógica de ideas y creencias relacionadas y entrelazadas, que en su conjunto, producen el ‘sistema intelectual o cognitivo’; y a su vez, explican e interpretan la percepción que se tiene del mundo real. El individuo va integrando, asimilando y acomodando ideas, que se entrelazan formando una cadena mental; o sea, la nueva doctrina sectaria.

Desde el punto de vista de la Psicología Constructivista de Piaget, el adoctrinamiento se explica de la siguiente manera: “el individuo integra una idea, que al no ser coherente con lo que conocía, se suscita en él un ‘conflicto cognoscitivo’ y éste le obliga a buscar ‘acomodo’ por la necesidad de encontrar equilibrio, al buscar relacionarlo y organizarlo, según los esquemas de ideas previamente existentes”. El adepto, motivado por la confianza que tiene en su instructor e interés en aprender, lo asimilará como verdad de fe que no cuestionará, encontrando en la doctrina sectaria persuadida una respuesta adaptativa; así desarrollará nuevos esquemas de ideas y creencias.

Llegar a creer que ‘su líder es el representante de Dios’, requirará largas horas de charlas y de la aplicación  de técnicas coercitivas, completamente desapercibidas por los adeptos alumnos, tales como:  meditaciones sugestivas para llevarles a experimentar vivencias irreales, trance extático o hipnótico, mensajes subliminales, sugestiones, Técnicas de Modificación de Conducta aplicando las Teorías de Aprendizaje de Skinner, el Condicionamiento Clásico de Pavlov y otras técnicas. Es un proceso que toma gran tiempo, pero el líder pondrá todo su esfuerzo en lograr su mayor objetivo: “el éxito de su empresa, a través del control mental sobre sus adeptos, al hacerles creer que su palabra transmite ‘Sabiduría Plena’ y sus instrucciones son producto de ella; por lo que, al cumplir con tales instrucciones, los adeptos creerán que sin lugar a dudas, alcazarán logros y éxitos personales, cumplirán exitosamente con su misión de vida y/o realizarán la verdadera voluntad de Dios.”

Para alcanzar tal nivel de persuasión, el líder entrelaza no una sino varias ideas, que van componiendo la nueva doctrina, no dándole tiempo al adepto para cuestionar cada una en detalle. En muchas ocasiones, el líder castiga la capacidad crítica del adepto y le entrena para que la supriman, enseñándoles prácticas basadas en creencias de superación, como lo es la ‘negación del yo’ o la ‘supresión del ego de la alquimia hermética’, haciéndoles creer que ejercer la crítica conciente o el cuestionamiento sería totalmente detrimental para el propio desarrollo espiritual y natural’.

Los nuevos esquemas de ideas, creencias y estímulos relacionados, hacen sentido bajo la nueva doctrina aprendida; por lo que cuestionarlas, estimuladas por datos e información de la realidad exterior, podría intensificar cualquier desequilibrio en el esquema de creencias del individuo, ocasionándole un grave ‘conflicto cognoscitivo’. Por tal razón, el líder hará lo que esté a su alcance por evitar que ésto ocurra en sus adeptos. A esto se debe el que el líder sectario necesite enajenar a sus adeptos, enseñándoles también a rechazar y suprimir su propia ‘capacidad crítica’, alterando persuasivamente la consciencia individual y social de ellos. Ejercer la crítica consciente podría llevarles a descubrir y aceptar posibilidades contrarias, la comprensión de otros puntos de vista y de ‘atar cabos’; implicaría para el líder el alto riesgo de perder a sus adeptos. Si los adeptos comienzan a ejercitar amplia y libremente su capacidad crítica nuevamente, éstos lograrían liberarse de la secta, al poder romper alguno de los eslabones de las cadenas que les atan mentalmente. Esto no quiere decir que al escapar saldrán completamente liberados y recuperados; pues ellos salen arrastrando largas cadenas mentales, que seguirán  afectándoles no tan solo la conducta, emociones y pensamientos, sino inclusive también físicamente. Si no reciben ayuda terapéutica, las consecuencias podrían ser altamente perjudiciales. El daño psicológico y emocional está directamente relacionado con el tiempo de permanencia dentro de la secta y con el grado de peligrosidad de ésta.

Los valores y creencias pasadas quedarán totalmente reemplazados por las nuevas creencias y valores instruidos por su infalible líder, cuya sabiduría debe ser aceptada como divina. Las creencias y tus valores determinan tu conducta. Mira lo que hace una persona y conocerás sus valores y creencias. Los adeptos se convierten en “zombis” o “robots” que responderán a las demandas de su líder, en contraposición a los valores y creencias de fe que dejaron anteriormente. Esto sucede así porque el líder sectario se concentra en destruir los valores y creencias anteriores que poseían sus adeptos, antes de ser dirigidos por él; modifica la conducta de éstos, produciendo seres totalmente diferentes. Se observa en éstos una personalidad muy distinta a la que tenían anteriormente. A esto se debe el que desarrollen lo que aparenta ser una segunda personalidad, completamente diferente a la que tenían antes de entrar en la secta. Dentro del campo de la psicología esto se conoce con el nombre del Trastorno Disociativo Atípico o no especificado de la Personalidad  (DSM IV sección 300.15); una de las varias manifestaciones que se presentan cuando una persona desarrolla el Síndrome del Adoctrinamiento Sectario. Cada falsa verdad internalizada en la psiquis del adepto, por medio de una o varias ‘Técnicas de Persuasión Coercitivas’, equivale a lo que representa un eslabón mental entrelazado con otro. O sea, cada ‘falsa verdad de fe’ está lógicamente relacionada con otra y el cúmulo de todas juntas, forman una cadena fuerte mental que ata al adepto a la secta. La cadena es mental y por tal razón, para desprogramar a un adepto hay que llevar al adepto a que se dé cuenta de cada falsa verdad, haciéndole razonar y cuestionar cada eslabón. Para descubrir el error y la falsedad de sus conclusiones, para poder recuperar el ejercicio normal de las reintegrar las ideas el adepto tendrá que someter al criterio propio, análisis y cuestionamiento a cada uno de los eslabones.

Los líderes sectarios les enseñan a sus adeptos a luchar en contra de la razón. Los entrenan para ‘creer sin ver ni entender, aceptar, someterse a la voluntad de Dios’ revelada por el líder y a luchar en contra de la propia inteligencia, que les lleva a razonar y a cuestionar todo lo que aprenden. El líder sectario aplica psicología básica en sus adeptos, desarrollando una metodología básica que compondrá una gama variada de técnicas de persuasión coercitiva, que le permitirá producir el ‘lavado de cerebro’ deseado para poder controlarles mentalmente. Los adeptos no se darán cuenta de lo que les está pasando; sufrirán conflictos y cambios en los procesos cognoscitivos, psico-fisiológicos, perceptuales y conductuales, causados por ‘estados alterados de consciencia inducidos’, a través de las diversas técnicas de persuasión y coerción. Los procesos y funciones de la inteligencia se ven completamente alterados. La conciencia individual y social se verán alteradas como producto de la integración de su conocimiento al medio ambiente, basado en falsa información sobre la realidad exterior. Las ideas, sentimientos o percepciones propias, se encuentran separadas del conocimiento consciente y no pueden ser recuperadas o experimentadas voluntariamente. El sentido de desasociego e incertidumbre le lleva a responder incoherentemente, desarrollando alta desconfianza en su criterio propio e intensa dependencia hacia las directrices de su líder. La persona sufre intensamente, pero muestra una personalidad ficticia y coaccionada por el líder y por el resto del grupo. Se afectan la regulación de sentimientos e impulsos, la atención y la conciencia, la percepción de sí mismo, las relaciones interpersonales, la vivencia del cuerpo y las creencias y valores. El adepto simula ante todos su inestabilidad emocional, sus tendencias autodestructivas, preocupaciones en ocasiones suicidas, conductas arriesgadas y su dificultad para experimentar intimidad con otros. Al quedar alterada su capacidad analítica se les hace difícil identificar cualquier evento traumático experimentado. Sufren episodios disociativos, sentimientos de despersonalización y desrealización, alteraciones de la autopercepción, sensación de ineficacia, resentimiento, perjuicio y daño; sentimientos de culpa por sus sufrimientos, vergüenza y la sensación de vacío y ser incomprendidos. Las alteraciones en la relación interpersonal incluyen pérdida de la capacidad de confiar en los demás, tan solo en su líder; y por lo tanto, se les dificulta el establecer nuevas amistades. Algunos desarrollan conductas hurañas, falta de interés por las actividades sociales y en ocasiones sensaciones de desprecio, por el menosprecio inducido por su líder hacia todos los que no pertenezcan a la secta. Se observa cansancio fácil en el curso de cualquier conversación o interacción. Algunos terminarán sufriendo de somatizaciones. Las alteraciones de valores y creencias incluyen sensaciones de desolación, desesperación, frustración e indefensión. La percepción de su líder o líderes agresores queda alterada, al desarrollar el trastorno del «Síndrome de Estocolmo».

El líder sectario se vale de la fe religiosa o ideología e intereses espirituales particulares de la población en la cual desea establecer su secta. Tiene que basar su empresa en los fundamentos de fe e interés de su población, porque tiene que lograr empatía para atraer y mantener a su clientela. Debido a ello, se ve obligado a citar con frecuencia, los pasajes más convenientes de los libros sagrados de su población, mostrando total afinidad con las verdades de fe de la población, para adaptarlos a las nuevas creencias y valores de fe, que les enseñará a puerta cerrada. El líder sectario se enfoca en lograr que las creencias e ideologías o misión de salvación de su secta, consigan en sus clientes suficiente arraigue. El utiliza estos pasajes para interpretar, explicar la doctrina e integrar los nuevos valores y creencias en la psiquis de sus adeptos. El libro sagrado es una prueba, una verdad de fe cierta, que le servirá para convencer al adepto de la autenticidad y veracidad de la nueva doctrina que le enseña. Se vale de libros de fe religiosa, tan solo para manipular.

Aprovecha el líder sectario toda oportunidad posible para alcanzar su finalidad: “el mayor éxito de su empresa y la satisfacción de sus desenfrenadas necesidades emocionales, psicológicas, sociales y físicas”. Para alcanzarlo desarrollará ‘un sistema de normas fuertemente estructurado sobre cómo la gente debe vivir y sobre sus expectativas sociales y de vida’. Son rigurosas reglas que todos deberán cumplir. Suele cederle cierto poder y distinción tan solo a los que él identifique como líderes que han superado al resto del grupo en sus encomiendas y cuya fidelidad ha sido probada. El líder justifica su liderato reconociendo sus esfuerzos y logros intencionalmente, para justificar ante el resto del grupo las privilegiadas posiciones de poder que a ellos les ha dado. Reconoce en ellos, ante el resto de los adeptos, ciertos logros, dones especiales o poderes sobrenaturales alcanzados. El líder fundador suele expresar comentarios alagadores hacia estos líderes subalternos, pero siempre dejando ante todos bien claro el que son muy inferiores a él, inclusive a través de insultos y/o humillaciones ocasionales. Se han dado varios casos en los cuales el líder fundador ha sometido a golpes físicos a sus líderes subalternos, para mantenerles psicológicamente subordinados a él. Aún así el líder fundador infunde en el resto del grupo obediencia, respeto, estima y admiración especial hacia sus líderes subalternos, convirtiendo tal posición en una de prestigio y hasta de privilegiada libertad. Dentro de este tipo de sectas, en las cuales los líderes subalternos mantienen su imagen de poder, a pesar de ser humillados por el líder fundador, surge un efecto psicológico de impotencia aguda en el resto de los adeptos que les deben obediencia; lo cual da gran satisfacción a las necesidades, objetivos y finalidades del líder fundador con su empresa. El líder fundador necesita beneficiarse de iniciados que tengan poder económico, legal o social; y por lo tanto, suele elevarles rápidamente a rangos con liderato, para incentivarles positivamente hacia la secta, dejándoles gozar de ciertos privilegios y poder. Les necesita, pues con la ayuda de ellos podrá conseguir el éxito y la  de su empresa. En la mayoría de los casos suelen ser tan solo personas adineradas, con posiciones profesionales convenientes o de poder y con distinguida influencia social, aunque también ocasionalmente, se ha dado el caso de líderes fundadores que han nombrado, a sus amantes como líderes subalternos de la secta.

Es importante destacar que el líder sectario juega con la fe, las buenas intenciones y la búsqueda de una espiritualidad superior por parte de sus seguidores, no con su inteligencia. A esto se debe el que tantas personas de alto nivel cultural e intelectual, tantos profesionales destacados, caigan fácilmente atrapados dentro de una secta. Es común hallar hasta profesionales destacados en su especialidad. Se equivocan quienes piensan que las personas captadas por una secta son ignorantes o tontas. Por el contrario es habitual que caigan en las sectas las personas más inteligentes, las más solidarias, las más preocupadas por la marcha de la humanidad y del mundo.

En algunos casos los líderes subalternos con posiciones privilegiadas, podrían desarrollar el mismo control psicológico y daño sobre el grupo que le sea asignado. El líder sectario y cada sublíder es capaz de monitorear el tiempo y la calidad del trabajo rendido por cada adepto. Lo primordial en la vida de todos los adeptos debe ser la secta, por lo que el mínimo o nada debe ser invertido en su familia y amigos. Por lo tanto, la función final de estos líderes será la de controlar la vida social y hasta íntima de todo el grupo de adeptos. El factor clave o primordial, esencial para que una secta funcione eficientemente radica precisamente en la habilidad que tenga el líder para convencer a las personas de la segunda falsa verdad de fe, el ‘creer sin lugar a dudas que Dios habla y se manifiesta sobrenaturalmente, a través de un ‘vidente, mago, gurú, maestro, etc.’. Ese único detalle atrapará a la persona mentalmente; a partir de entonces, la persona quedará a la merced de lo que le pida Dios a través de esa persona. ¿Cómo logra convencerles? Precisamente demostrándole a las personas milagros, con actividades, prácticas y ejercicios sugestivos que provocan supuestas experiencias sobrenaturales y extrasensoriales.

Este tipo de negocio se mantiene a través de la segunda premisa, la falsa verdad de fe que consiste en creer que ‘escuchan a Dios a través del líder’ y para que sigan creyendo el engaño tendrá que enclaustrarles dentro de un ambiente controlado, manteniéndoles experimentando manifestaciones místicas y milagros; a esto se debe la indispensable práctica de enajenar socialmente al adepto que entra en una secta. Esa es la trampa inesperada, muy necesaria para poder mantenerles creyendo en los beneficios milagrosos del producto. La persona cree que es lo que tiene que hacer porque Dios mismo se lo pide, pero tan solo pagando el precio conseguirá el producto prometido. La fe en ese líder o en esos líderes es lo que facilita la capacidad de control mental sobre sus adeptos, pero para mantener dicha fe, el líder tiene que mantenerles motivados. La ilusión de poder experimentar el mundo divino y espiritual en vida, de claramente comunicarse con seres espirituales y divinos, de llegar a traspasar las barreras de la materia, y el cumplimiento de sus mayores sueños e ilusiones en la vida es lo que los líderes sectarios les ofrecen, a cambio de que sigan sus directrices al pie de la letra.

El megalómano líder sectario necesita que las riquezas de su empresa superen las del mundo, necesita ganárselo todo; y por lo tanto, tiene que motivar en sus adeptos la cooperación, el trabajo voluntario, gratuito y desinteresado para su empresa, sin esperar otra ganancia económica o material, que no sea la de lograr su desarrollo espiritual y personal. Una invitación para que el adepto en potencia se integre al grupo y cambie de vida no es suficiente ni eficiente, tiene que fabricar una gran ‘necesidad’. Para lograrlo centrará su discurso en señalar los males del mundo, en sus vidas, sus frustraciones, las de sus padres y amigos, y sobre todo busca hacerles sentir culpables y responsables por todas las penas y males que han sufrido en la vida; todo como resultado de no haber respondido al llamado que Dios le hace al hombre constantemente de superarse espiritualmente. Aprovechará la oportunidad para acusar a las iglesias cristianas de ser las responsables del caos de la humanidad, por ser transmisoras de un mensaje básico que no motiva al ser humano a crecer en lo espiritual. Tal discurso concluye con la revelación de que Dios le ha encomendado el invitarles a superarse espiritualmente y de conocerle mejor. Les sugiere la importancia de seguir asistiendo a sus charlas y reuniones y les invita a seguir envolviéndose con su grupo consagrado de adeptos, que evoluciona en lo espiritual a paso veloz y cumple, en forma especial, con la voluntad de Dios. Les deja saber que su grupo sigue un camino místico de ascensión espiritual, que experimentan una vida nueva y maravillosa, aparte de recibir el privilegio de conocer secretos místicos. Luego les advierte que si valientemente toman la decisión de responder positivamente al llamado de Dios, recibirán el premio de alcanzar un ‘despertar de la consciencia, al mundo espiritual’ o a la ‘verdad y la iluminación’ o expresa que recibirán la oportunidad de llegar convertirse en ‘santos’.

La víctima es generalmente una persona motivada por la curiosidad, que anda en búsqueda de una respuesta a varios interrogantes o sencillamente busca un cambio de vida, pero en otros casos es tan solo una persona motivada por un profundo anhelo de enmienda y superación. Por dicha razón, el discurso inicial del líder gira alrededor del tema del ‘llamado de Dios’ a cambiar de vida. Ofrece lo que el cliente anda buscando, revelándole el mensaje divino, que Dios, según él, le ha encomendado. Les dice que por ser lo que Dios le pide a cada uno de los que le escuchan es que en esos momentos, están ante su presencia. Para mantener su interés y capturarles necesitará crear en el receptor alguna necesidad y para ello tendrá que fabricar alguna culpa. El líder le hace creer que los del mundo, los que no siguen el camino, son los culpables de todo mal y están perdidos. La víctima que ciegamente crea en lo que le dice el líder entrará a la secta y el líder le hará creer que al integrarse está cumpliendo con la voluntad de Dios, ya que dentro del grupo conseguirá superarse, iluminarse o santificarse. Una gran cantidad de sectas añaden también el dato del ‘castigo’ o ‘catástrofe mundial’, lo cual aseguran que sin lugar a dudas ocurrirá, aunque el grupo lo ha retrasado por su respuesta, esfuerzo y determinación en cumplir con la voluntad de Dios.

Como el sentido de culpabilidad infundado es indispensable para mantener al adepto motivado, una vez que la víctima se transforma en adepto, el líder comenzará a culparle cada vez que no pueda cumplir con excelencia las encomiendas asignadas. El iniciado creerá que son sus fragilidades y defectos, los que no le dejan alcanzar el producto curativo y milagroso que tanto desea conseguir a través de la secta. Por otro lado, es testigo del éxito, que no duda han alcanzado otros, a quienes el líder fundador reconoce con distinción y hasta les nombra representantes o líderes subalternos. El líder le hace creer que las posiciones las han conseguido por su extraordinario esfuerzo en superarse, por sus propios méritos y el hecho de que las hayan recibido es una evidencia de que cualquiera podría ‘despertar al mundo sobrenatural’ y de que ellos podrían alcanzar lo mismo. Las distinciones de esas personas se convierten en evidencia motivadora para los adeptos más sometidos, así se mantienen ilusionados, con la esperanza de alcanzar el codiciado producto milagroso. Para poder manipular hábilmente a los adeptos el éxito tiene que proyectarse, dentro de una secta, como el resultado de haber seguido fielmente las instrucciones y doctrinas dictadas por los superiores. En cambio los fracasos tienen que atribuirse a los defectos o falta de fe suficiente por parte de los adeptos.

La fe en la sobrenaturalidad y veracidad del líder será la trampa que les mantendrá sometidos, esforzándose por alcanzar sus mayores ilusiones. Los líderes sectarios y todos los que se encuentran en la cúspide, aseguran haber alcanzado los sueños que el adepto tanto ansía. Los privilegios y poderes de quienes se encuentran en la cúspide de la pirámide de poder resultan ser un gran estímulo, pero la realidad es que sin la aprobación y reconocimiento del líder serán imposibles de alcanzar. La justicia del líder es para todos los adeptos infalible. La excusa de no haberse sometido excelentemente a las directrices y encomiendas recibidas será suficiente argumento para justificar el fracaso de cualquier adepto. Eso les hace creer el líder, por lo que muchos sobrevivirán eternamente frustrados, sin lograr alcanzar los niveles de distinción, poder y respeto que los privilegiados líderes subalternos en tan poco tiempo han logrado. Los privilegios, la sobrenaturalidad y estima que gozan esos líderes en forma distinguida quedan justificadas por los extraordinarios esfuerzos y méritos que allegadamente han alcanzado. Los adeptos que se encuentran en la base de la pirámide de poder de la secta se someterán al sacrificio, mortificación, humillación y supresión de necesidades que sea necesaria para recuperar su estima y ser reconocidos. Es entonces, cuando la conveniente creencia esotérica de ‘destruir el ego’ cae como anillo al dedo. Les hace creer que para subir a un nivel espiritual superior los adeptos tendrán que luchar en contra de sus propias necesidades emocionales, psicológicas, económicas y físicas; desapareciendo ellos para vivir tan solo por la misión y metas de la secta. Bajo tanta coerción se deprimirán, pero no perderán la esperanza, pensando que si se someten excelentemente a las directrices predeterminadas encontrarán el éxito. Motivados por tal esperanza y buscando escapar de su depresión, se esforzarán por someterse al camino que el líder asegura es la única vía para alcanzar sus nuevos objetivos y mayores sueños.

Extrema admiración al punto de la idolatría hacia seres humanos como ellos, pero que consideran superiores, ejemplares y dignos de imitar, combinado con una autoestima gravemente lastimada, más que ilusión genera ansiedad. Ansían superarse por alcanzar logros y en la medida en que más aumente su ansiedad, más dóciles y sometidos quedarán. La fe se transforma en fanatismo por el líder, por sus manifestaciones sobrenaturales, convencidos por las evidencias milagrosas que ellos mismos creen haber presenciado. Ellos quedan convencidos, sin lugar a dudas, porque aprendieron del líder la falsa conclusión que en su psiquis integraron como verdad de fe y que repiten también a viva voz: ‘que el dudar sería una debilidad, flaquear, un fracaso, fallarle a Dios y a sí mismos o un pecado’. Fallar será señalado y castigado con desprecio y humillación. El castigo inspirar temor. Las amenazas de grandes castigos a su vez inspiran terror. Aumenta de esta manera la ansiedad ante el peligro de fallar y unida a la esperanza de evolucionar o subir a un nivel espiritual superior será el motor que les mantendrá energéticamente poniendo su mayor esfuerzo.

Aprovechándose de la frustración, de la ansiedad, el maltrato y del terror, doblegará a cada adepto a sus deseos; les esclavizará, ocultando su objetivo empresarial, el cual disfrazará de misión. Lo hará por medio de obligatorios trabajos, favores y contribuciones económicas. Si los adeptos no consiguen nuevos iniciados mostrarán ante el líder y todo el grupo sectario su fracaso, así que como buenos vendedores tendrán que hacerles ver a todos que el producto que promocionan es lo mejor que les ha ocurrido en sus vidas. De esta manera, el líder sectario logra someter a sus adeptos a una condición esclavizante. Les mantiene trabajando recordándoles que esa es su responsabilidad ante Dios, su deber, misión y razón de existencia. En la medida en que mayor sea el nivel de ansiedad infligido en aspirar a subir de nivel espiritual o en esforzarse por conseguir un estatus superior de poder o de divinidad, sobrenaturalidad y conocimientos ocultos, mayor será la capacidad destructiva de la secta. A mayor ansiedad producida por la intensa coerción, mayor será el nivel de daño y sufrimiento en los adeptos.  Esa es la vida que realmente vive el adepto dentro de una secta.

Las sectas son dirigidas por líderes megalómanos con delirios de grandeza, poder, riqueza u omnipotencia y obsesión compulsiva de control. Son también narcisistas, sufren una necesidad extrema e insaciable de aceptación y admiración. Sin embargo, lo que mayormente les controla, como consecuencia de su ‘Trastorno Antisocial de la Personalidad’, es que son altamente egocéntricos, poseen una baja capacidad para establecer relaciones emocionales fieles e íntimas y son insensibles al dolor ajeno. Necesitan sentir satisfacción constante, tanto en lo emocional como en lo fisiológico; sus deseos suelen ser exacerbados también en lo sexual y una pareja estable no suele satisfacer en ellos tales necesidades. Sobre todo, su necesidad permanente de control les lleva a prestar gran atención a cualquier neurosis, debilidad y/o necesidad que puedan identificar en sus adeptos, para poder manipularles luego; a fin de que se rindan a sus exigencias y colaboren en la consecución de sus fines, ocultamente perversos. Sin embargo, el líder sectario más peligroso suele surgir en quien, en adición a los anteriormente mencionados, sufre también del ‘Trastorno de Esquizofrenia Paranoide’. Esos son los que alegan visiones, manifestaciones sobrenaturales y delirios constantes de persecución; creen que la gente murmura, se sienten amenazados y la ansiedad provoca en ellos agresiones resultantes.

Los que están más cercanos al líder de la secta son los más perjudicados, ya sean familiares o personas hacia las cuales el líder no sienta siquiera un mínimo de respeto. Aunque en algunas sectas, los líderes subalternos también sufren de tal suerte, los más maltratados suelen ser los familiares y/o los adeptos más indefensos que él escoge para ejecutar cualquier acto ilícito, al poder aprovecharse de su fidelidad, fe, sumisión y admiración. En ocasiones viola su dignidad humana, con maltratos de todo tipo, abuso sexual y hasta prostitución. Suelen desprestigiar a las más maltratadas de sus víctimas, frente al resto de adeptos, para asegurar el que nadie les crea, en caso de que le delaten. En general, logra ejercer su mayor poder, al poder aprovecharse de su estatus familiar o social, dentro de la secta. Su mayor objetivo es alcanzar la mayor fe y confianza de los adeptos. Si creen que es el portavoz de Dios, conseguirá que se rindan todos a sus pies. Hay que destacar también, que aún gozando de todos los privilegios y beneficios económicos, hasta el mismo líder fundador es víctima de sus propias creencias, a pesar de las técnicas de manipulación que utiliza, debido a que cree sus propios delirios y fantasías. Nadie puede imponer una creencia religiosa en los demás, si él mismo no cree en ellas. El primer engañado es el mismo líder, el trastorno antisocial de la personalidad que sufre, suele estar acompañado de delirios y fantasías.

El líder sectario es una persona muy carismática, consciente de su claro objetivo empresarial y lo disfraza de valores culturales o de la fe religiosa de su clientela. El líder carismático se presenta como divinidad encarnada, como intermediario entre cualquier ente espiritual y los hombres. Tanto videntes, como médiums, guías, maestros y directores espirituales tienen el potencial para convertirse en líderes sectarios. Un líder sectario sabe capturar a sus fieles adeptos, identificando la necesidad emocional, psicológica y hasta física del grupo social de su secta, o sea de su clientela y el producto que ofrece tiene que suplir todas esas necesidades.