Tradicion Wixarrica ( Huichola)

Tradicion Wixarrica ( Huichola)

Tabla de contenido

  1.  La Gente Verdadera
  2. Mara’akame, el Hombre cantor, chamán y guía y Sus deidades.
  3. Wirikuta  la Puerta del  Espíritu
  4. La Peregrinación.
  5. El Retorno
  6. Historia Extrañas
  7. Bibliografía y Datos adicionales.

Este trabajo es una recopilación que dirigió  Guillermo Hernández ( Sinarca Nacional y Coordinador de la Red de Jóvenes Sinarquistas).

    La bibliografía es: “Sobre los pasos de los ancestros”, Elisa Ramírez, Revista Arqueología Mexicana

Los Wixárrica

Asi se llaman ellos mismos. Dicen vivir en el centro del mundo.  Y ser la Gente Verdadera. Quizás se escuche como soberbia, sin embargo tiene un sentido diferente: significa mas bien ‘la gente que no finge’.

    Es un Pueblo que habita el Norte de Jalisco, Sur de Nayarit y poblaciones varias en Durango, Zacatecas, así como una importante presencia en ciudades como Guadalajara, Tepic o Colotlán.

    Son cuatro rumbos del Universo + el quinto, el Central, ubicado en el Calihuey,  el tuki o Santuario.

    Su aislamiento histórico y su Tradición los han hecho los custodios de tal centro, símbolo del Cosmos. Esta decisión ha sido tomada para ceñirse a los designios de los dioses y ancestros, que deben auxiliarlos en el desempeño de éste cargo.

    Mantener su constante contacto con los seres sobrenaturales es una de las preocupaciones primordiales de los huicholes . Los hombres deben vivir, revivir, conservar y transformar constantemente la tradición, ‘el costumbre’ instaurado desde el principio de los tiempos; es condición de su permanencia en la tierra; acatarla es la base de su organización social, obligación de todo huichol y, sobre todo, cargo de todo mara’akame y cahuitero ( cantador y funcionario).

    El territorio geográfico que los wixárrica reclaman  como propio es diferente de su territorio ritual y místico, ya que éste se extiende desde Durango, hasta Chapala, desde la Costa de San Blas hasta el desierto potosino ( San Luis Potosí), a donde peregrinan para traer agua sagrada, cazar venados y recolectar peyote.

    Los hombres deben cuidar y alimentar a sus dioses para que los dioses  protejan y mantengan a los hombres. Equilibrio entre lo mundano y sagrado, entre humano y sobrenatural, entre lo contemporáneo y lo primordial.  Difícil de lograr y que requiere de un esfuerzo constante.

      El intermediario entre los polos es responsabilidad de todos y cargo de cada mara’akame. Los vehículos para acercarse  son las ofrendas y la vida misma, a cambio, los dioses dan lluvia, cosechas, salud y sabiduría.

    La cantidad de tiempo y energía para cada ceremonia les hacen ser descritos por los investigadores y estudiosos como un Pueblo Religioso.

  Pero no sólo es en los recintos ceremoniales, también la vida cotidiana: siembra, caza, tareas domésticas, salud, arte y artesanías hacen referencia a lo Sagrado.

    Todos, hombres y mujeres deben cumplir en algún momento cargos, participar en las festividades y en actividades comunales.
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Mara’akame, Cantor, chamán, sanador y guía.

[Es el Cantor, médico, sacerdote y guía. Es vidente, soñador, adivino y político; su cargo es conocido, buscado, respetado y temido. Es custodio de la historia y las costumbres.

    El mara’akame sabe cantar, hablar con los dioses en lengua esotérica, es músico y coreógrafo en las ceremonias, está al tanto de los espacios de los patios que corresponden a los tiempos de las fiestas. Conoce las enfermedades y sus remedios, sabe capturar las almas y encaminar los muertos.

    León Diguet nos dice de los huicholes: “…no dejaron monumentos, pero de generación en generación, la tradición de los antepasados ha logrado transmitirse mediante cantos”.

      El mara’akame resguarda su sabiduría como reliquia y la adapta para que sea siempre vigente, es guía de los peregrinos y andador de caminos.

    ( en ésto, se parece enormemente a los sufíes peregrinos, a los sannyasis de la India, y una gran cantidad de derviches itinerantes, monjes y gurúes de diversas tradiciones. Nota del editor)

    Desde pequeño, el maraakame recibe señales que le indican su futuro, su  ‘vocación’.

    Ayuno, sacrificio, y al menos 5 peregrinaciones a Wirikuta son parte de su entrenamiento.

    Después, escucha la Voz y él mismo recibe el ‘don’. Recibe la medicina y sus herramientas de médico-cantor-guía: el muvieri ( flechas sagradas), para escudriñar lo escondido, lo oculto, ve lo invisible y escucha el aire. Los dioses le inspiran cantos y  conocimientos, el maraakame les presta su voz  y los dioses hablan.

    Los huicholes consideran deidades a todos los fenómenos  de la naturaleza y a sus antepasados, no les llaman dioses sino ‘abuelos’, Padre, Madre, Hermano…..

Según el investigador Lumholtz hay 47 divinidades.

Pero las deidades se mezclan, se confunden, expresan con varios nombres la misma experiencia de lo Sagrado….

      Takutsi Nkawé, Nuestra Madre Crecimiento que fué la madre generadora; Tatéwari Nuestro Abuelo Fuego; las 5 madres del agua; Tayao, nuestro Padre Sol, nuestro Bisabuelo, Cola de Venado, son varias de las principales deidades.

    Los ritos, las ceremonias y las deidades mismas, así como la vida del Wixárrica, se divide en Temporada de Secas y Temporada de Lluvias. ( Zingg, 1982).

    El primer maraakame fue  el fuego.

Kauyumari es el héroe civilizador,  tamién se le conoce como Maxacuari o Mayakuagi. Es hombre, venado y dios.

    Con sus cuernos elevó al Sol en el cielo, y con ellos, aparta las nubes  en el Portal de las Nubes.

      Hizo nacer al Xícuri-Peyote de sus huellas y trajo el maíz al mundo.

Inventó los instrumentos musicales y instauró las ceremonias. También trajo la muerte, Fué enviado por el Sol para instruir a sus hijos.

    Sus proezas se narran en los cantos y sus rutas se siguen en las peregrinaciones. Las danzas son el memorial de sus hazañas y él se sacrifica en las cacerías.

    Fuego, Sol, Venado, Peyote-jícuri  y maíz se entrelazan en las ceremonias y en los cantos.

    El ciclo del peyote empieza en diciembre-enero y termina en mayo-junio cuando empieza la temporada húmeda, tras la peregrinación a Wirikuta, la cacería del venado, la bendición del maíz,      y la fiesta del Jícuri Neirra.

¿Pero qué es Wirikuta?     

Wirikuta, la Puerta al mundo del Espíritu.

La fiesta de los primeros frutos, del elote tierno o del tambor, es para bendecir a los elotes y a los niños ( la raza del maíz?), para que ambos se purifiquen y crezcan sanos.

    Todos los niños menores de 5 años volarán a Wirikuta transportados por el Canto del maraakame, en alas de Tatei Werica Wimari nuestra abuela Aguila Niña, el águila de dos cabezas que mira a la vez al lugar donde sale y adonde se pone el Sol.

    Cada niño y su madre llevan ‘Ojos de Dios’ -un rombo por cada viaje y cada año. Hasta completar los 5 años requeridos. Y una sonaja, un sombrero y una talega. En la mano, un ‘peyote’ ( tortilla, galleta o un peyote seco).

    También viajan a Aramara, peñasco cercano a  la Playa de San Blas, en Nayarit.

Las sonajas agitándose son  los pasos de los niños o las alas del colibrí, pues en tales aves se han transfigurado. Acompañan el canto, la música y el ritmo del tambor, del que cuelgan bules de tabaco y colas de ardilla.

    El Maraakame va enunciando los lugares por donde pasan, donde descansan, donde se detienen, los peligros y los requisitos que deben cumplirse.

    Al llegar al lugar donde se ‘confiesan’, los niños reconocen o no, haberse comido elotes, y el maraakame procede a purificarlos con agua sagrada asperjada con flores de Zempoalxóchitl  y el roce de sus plumas.

    Ante el fuego, los niños aprenden el mapa mítico que más tarde deben recorrer.

    Antes de su primer peregrinación, a los niños se les familiariza con los lugares y circunstancias del viaje de los ancestros.

    Los caminos, Lugares Sagrados y animales guardianes adornan sus muñecas y sus cuerpos, bordados con chaquira  o hilo. Durante la fiesta, las marcas amarillas de sus mejillas los señalan como peregrinos, aunque muchas veces el llanto y los juegos infantiles hacen que las lágrimas borren las señales antes de tiempo.

    Cuando hagan la Peregrinación,  años más tarde, les precede un mar de palabras, les guía un canto y cumplen la tradición con una memoria previa.  Antes de llegar a Wirikuta, Wirikuta llegó a ellos.

   

La Peregrinación.

Quienes van a Wirikuta, siguen el camino de los ancestros. La voz del mito es su mapa. Cada año, desde el principio de los tiempos, los hucholes van a la cacería sagrada del Xícuri.

    Siguen ‘el camino del Hermano Mayor que camina al amanecer’. Guiados por un capitán que enciende, cuida y personifica al Fuego.  Reanudan los pasos para ‘buscar la vida’. ( Lumholtz, Benítez y Myerhoff).

    Peregrinan a un lugar donde se transfiguran y se convierten en dioses para traer el alimento del alma.

    El camino es ‘delicado’ y ‘trabajoso’.

    Deben penetrar el lugar donde fué creado el Sol, al territorio donde primero brilló Nuestro Padre desde el cerro Quemado, al patio de los dioses.

    Allí recibió su cargo y su voz el Bisabuelo Cola de Venado. Wirikuta no es un lugar histórico sino mítico. A medida que avanzan, los peyoteros deben desprenderse de su carácter mundano, de sus nombres, del lenguaje habitual, y llegar limpios para acceder a  lo Sagrado, traspasarlo, vislumbrarlo y retornar con plantas y bendiciones que repartirán entre los suyos.

    El viaje dura 43 días, 20 de ida, 3 en el desierto, y  20 de regreso. Desde principios del siglo se usaban mulas para transportar las tortillas secas y para traer el peyote de regreso. Hoy se usan vehículos de motor, pero las paradas, ayunos, ofrendas, etc…son las mismas.

    Cada ranchería o comunidad huichola manda entre 8 y 12 peregrinos.

    Los guía el custodio del Fuego y del tabaco, quien enciende el fuego en dirección oriente al partir y al poniente al regresar.

    En la Comunidad queda otro grupo que también participa en la peregrinación : Cada noche se reúnen, prenden el fuego y desatan un nudo por día de la cuerda que, en ambos grupos, sirve para llevar la cuenta de los días.

    Unos y otros deben ayunar, no deben bañarse ni cambiarse de ropa y han de abstenerse de relaciones sexuales.

    En cada cueva, peña, cima, ojo de agua, etc…se dejan ofrendas: jícaras, flechas, muvieri, niéricas pequeñas, comida y monedas.

    Unos son Santuarios y otros son kakayari: antiguos peregrinos que se detuvieron y fueron convertidos en Piedra.

      En el Portal de las Nubes, cerca de Huejuquilla, los peyoteros confiesan sus pecados carnales públicamente, ante el fuego, haciendo un nudo en una cuerda por cada falta, que queman para purificarse.

    Tras la confesión, reciben tabaco y reciben  nuevos nombres y nuevos cargos. Todo el lenguaje se trastoca. Los Peregrinos salen de sus cuerpos y personas y se renuevan; el lenguaje sale de sus cauces, pues ya no podrá describir lo que verá de ahora en adelante. A partir de éste momento el orden de la marcha es estricto y  no debe quebrantarse.

    En Tatei Matinieri, pequeña laguna sagrada descargan las ofrendas implorando bendiciones y buena cacería  en el desierto.  Allí los primerizos son vendados para no quedar ciegos ante la luminosidad de Wirikuta.

    Al llegar al desierto, comienza la cacería, todos avanzan sigilosamente, con el arco tenso en las manos. Cada uno cerca 5 venados-Jícuri con dos flechas, sin herirlo y sin tocarlo, y cuando el Guía caza su peyote con dos flechas cruzadas, ve al venado y siente su remolino. Todos se acercan y ofrendan ante el cactus.

    El cahuitero guía pide perdón, corta el peyote y lo reparte entre todos en una comunión inicial. Lo comen tras tocar con el gajo, las mejillas y las muñecas. Entonces, cada cual recoge su caza  y comienza la cosecha. Esta noche se toca el violín, junto al fuego, se pelan y preparan los botones de Jícuri en largas ristras y se los comen.

    Cuando terminan, se retiran rápidamente. La convivencia con lo divino es difícil y peligrosa, no admite familiaridades.  Cuanto se utilizó se quema en el último fuego hacia el este, se circula la hoguera, se voltean los leños y se emprende el retorno.

    La búsqueda de las visiones no es la finalidad de ésta Peregrinación. Se cumple con un cargo, se colectan los peyotes y se recoge el agua sagrada necesarios para  alimentar las ofrendas y las festividades donde se pide vida, salud y fuerza.

    El Maraakame, o aspirante a cantador , en cambio,  sí las busca: con ayuno, sacrificio y constancia escucha la voz de los ancestros.

    El venado-Jícuri lee la mente y pone palabras en boca de quien merece el cargo.

    Le da Canto, sabiduría equilibrio y cargo.

    El elegido tiene una simbología previa y  un esquema adecuado para reibir tales enseñanzas, por lo cual sus enseñanzas son canónicas.

    Por eso también la negativa a compartir, narrar o discutir las visiones de cada cual.

    Son personales e indiscutibles -como suele ser lo divino- y su particularidad resta fuerza al sentimiento comunitario; es buscado y auspiciado para lograr entre todos el bienestar general. La peregrinación y sus dones son colectivos en tanto su modalidad y su llamado son privados.

Debe considerar creencias indígenas el sistema de salud

Guadalajara(Notimex).- Para un médico tradicional huichol, la picadura de un alacrán representa un castigo de los dioses por haber violado el reglamento de usos y costumbres de una comunidad, por lo que el sistema de salud debe considerar las creencias indígenas, recomendó el investigador José Luis López López.

El especialista adscrito al Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) indicó que el médico indígena conocido como el \”mara\’akame\”, está capacitado para decidir si una persona acude al centro de salud a recibir atención o su curación depende únicamente de sus cuidados. Al participar en el Seminario Permanente de Investigación en Salud, organizado por el Departamento de Salud Pública del CUCS, el investigador del laboratorio de esta dependencia, dio a conocer algunos avances de la investigación que realiza en la sierra huichola. En un comunicado de la UdeG, el experto explicó que cuando algún miembro de la comunidad es picado por uno de estos insectos, el mara\’akame indica si se trata de un castigo a una falla cometida y le ordena realizar una serie de ritos y festividades, para \”enmendar su error\”, pero si es todo lo contrario, lo envía al centro de salud o bien, succiona el veneno.

En caso de que sea un niño sea el agredido, señaló que lo más seguro es que hayan sido sus padres los que faltaron a la tradición huichola y él sea el responsable de pagar sus culpas. El comunicado de la UdeG precisó que el equipo de investigación, encabezado por López López, realizó su estudio en la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán, en donde existen cuatro médicos Mara\’akame de entre 45 y 70 años de edad, quienes fueron entrevistados en agosto pasado.

Especificó que la picadura de alacrán, en la sierra huichola, representa una de las principales causas de muerte, de ahí que los investigadores decidieran tomar este punto como ejemplo de los beneficios que traería comprender su cultura. NTX

Las siete profecias mayas

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 04/11/2005 3:47

Una persona me encargo que escribiera sobre las profecias mayas, esto e slo que tengo a la mano si bien no es lo mejor que hay.
ni modo.
=)

Las Siete Profecías Mayas

Cuando nos ponemos a reflexionar y observamos lo que sucede en el mundo sentimos de una u otra forma que los tiempos apocalípticos están ya presentes, así vivimos hoy tiempos de guerra por cualquier asunto, cambios climáticos que provocan grandes calamidades, amén de los desastres naturales que cada vez que se presentan tal parece que lo hacen con mayor contundencia, y ni que decir de nuestros comportamientos individuales y sociales cotidianos donde se pone en evidencia que, cada vez estamos más lejos de nosotros mismos y de los demás con el consecuente deterioro de las relaciones humanas.

Los Mayas sabían que todo esto iba a suceder y por ello nos dejaron un mensaje grabado en piedra que esta constituido por un elemento de alerta y otro de esperanza mismos que están contenidos en sus Siete Profecías, en el mensaje de alerta nos avisan de lo que va a pasar en éstos tiempos que vivimos, y en el de esperanza nos dicen de los cambios que debemos de realizar en nosotros mismos para impulsar a la humanidad hacia una nueva era, donde los valores mas altos empiecen florecer a través de la práctica cotidiana de de éstos por cada uno de nosotros, para llevar a la humanidad hacia el amanecer galáctico, en donde en la nueva era ya no habrá más caos ni destrucción.

Las visiones de futuro, de nuestro presente están en las siete profecías que se basan en las conclusiones de sus estudios científicos y religiosos sobre el funcionamiento de universo.

Primera Profecía

El mundo de odio y materialismo terminará el sábado 22 de de diciembre del año 2012 y con ello el final del miedo, en este día la humanidad se tendrá que escoger entre desparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con todo el universo, comprendiendo y tomando conciencia de todo esta vivo y que somos parte de ese todo y que podemos existir en una nueva era de luz.

La primera profecía nos dice que a partir de 1999 nos quedan 13 años, para realizar los cambios de conciencia y actitud para desviarnos del camino de destrucción por el que avanzamos, hacia uno que abra nuestra conciencia y nuestra mente para integrarnos con todo lo que existe. Los Mayas sabían que nuestro sol es un ser vivo que respira y que cada cierto tiempo se sincroniza con el enorme organismo en el que existe, que al recibir un chispazo de luz del centro de la galaxia brilla mas intensamente, produciendo en la superficie lo que nuestros científicos llaman erupciones solares y cambios magnéticos, ellos dicen que esto sucede cada 5125 años, que la tierra se ve afectada por los cambios en el sol mediante un desplazamiento de su eje de rotación, y predijeron que a partir de ese movimiento se producirían grandes cataclismos, para los mayas los procesos universales como la respiración de la galaxia son cíclicos y nunca cambian, lo que cambia es la conciencia del hombre que pasa a través de ellos, siempre en un proceso a la perfección ( recordemos el mensaje de Jesucristo en la Biblia: “sed perfectos como lo es su padre en el reino de los cielos”). Los Mayas predijeron que el sábado 22 de diciembre del 2012 el sol al recibir un fuerte rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia cambiará su polarización y producirá una gigantesca llamarada radiante. Por ello la humanidad deberá estar preparada para atravesar la puerta que nos dejaron los mayas, transformando a la civilización actual basada en el miedo en una vibración mucho más alta de armonía, solo de manera individual se puede atravesar la puerta que permite evitar el gran cataclismo que sufrirá el planeta para dar comienzo a una nueva era, en un sexto ciclo del sol.

La primera profecía nos habla del tiempo del no tiempo, un período de 20 años que empezó en 1992 y que termina en el 2012, donde la humanidad entraría en el último período de grandes aprendizajes, grandes cambios. Asimismo la anunció que siete años después del comienzo de este período comenzaría una época de oscuridad que nos enfrentaría a todos con nuestra propia conducta, dijeron que las palabras de sus sacerdotes serían escuchadas por todos nosotros como una guía para despertar, ellos llaman a ésta época como el tiempo que la humanidad entrará al gran salón de los espejos, una época de cambios para enfrentar al hombre consigo mismo para hacer que entre al gran salón de los espejos y se mire, y analice su comportamiento con el mismo, con los demás, con la naturaleza y con el planeta donde vive. Una época para que toda la humanidad por decisión conciente de cada uno de nosotros decida cambiar, eliminar el miedo y la falta de respeto de todas nuestras relaciones.

Segunda Profecía

Esta anunció que todo el comportamiento de la humanidad cambiaría rápidamente a partir del eclipse de sol del 11 de agosto de 1999, y ese día vimos como un anillo de fuego se recortaba contra el cielo, fue un eclipse sin precedentes en la historia, por la alineación en cruz cósmica con centro en la tierra de casi todos los planetas del sistema solar, se posicionaron en los cuatro signos del zodíaco, que son los signos de los cuatro evangelistas, los cuatro custodios del trono que protagonizan el Apocalipsis de San Juan.

Además la sombra que proyecta la luna sobre la tierra atravesó Europa pasando por Kosovo, luego por Medio Oriente, por Irán e Irak y posteriormente se dirigió a Pakistán e India, con su sombra parecía predecir un área de conflictos y guerras (lo cual ha venido sucediendo puntualmente). Los Mayas sostenían que a partir de los eclipse los hombres perderían fácilmente el control de sus emociones o bien afianzarían su paz interior y su tolerancia evitando los conflictos.

Desde entonces se vive una época de cambios que es la antesala de una nueva era, antes del amanecer es cuando la noche se hace más oscura, el fin de los tiempos es una época de conflictos y grandes aprendizajes, de guerras, separación y locuras colectivas que generará a su vez proceso de destrucción y evolución, la segunda profecía indica que la energía que se recibe desde el centro de la galaxia aumentará y acelerará la vibración en todo el universo para conducirlo a una mayor perfección, esto producirá cambios físicos en el sol, en la tierra y cambios psicológicos en el hombre alterando su comportamiento, su forma de pensar y sentir, se transformarán las relaciones y los modos de comunicación, los sistemas económicos, sociales, de orden y justicia, cambiarán las creencias religiosas y los valores aceptados, el hombre se enfrentará a sus miedos y angustias para resolverlos, y de ese modo podrá sincronizarse con los del planeta, y el universo; la humanidad se concentrará en su lado negativo y podrá ver claramente que cosa es la que está haciendo mal, este es le primer paso para cambiar la actitud y conseguir unidad que permite la aparición de la conciencia colectiva, se incrementarán los sucesos que nos separan pero también los que nos unen, la agresión, el odio, las familias en disolución, los enfrentamientos por ideologías, religión, modelos de moralidad o nacionalismo; simultáneamente más personas encontrarán paz, aprenderán a controlar sus emociones, habrá más respeto, serán más tolerantes y comprensivas y encontrarán la unidad, surgirá el hombre con un altísimo nivel de energía interna, personas con sensibilidad y poderes intuitivos para la sanación, pero también aparecerán farsantes que solo pretenderán tener ganancia económicas a expensas de la desesperación ajena. Al final del ciclo cada hombre será su propio juez, cuando el hombre entre al salón de los espejos para examinar todo lo que hizo en la vida, será clasificado por las cualidades que haya desarrollado en la vida, su manera de actuar día tras día, su comportamiento con los demás, y su respeto por el planeta, todos se ubicarán acordes a lo que sean, los que conserven la armonía comprenderán lo que sucede como un proceso de evolución en el universo, en cambio habrá otros que por ambición, miedo y frustración culparán a los demás o a Dios por lo que sucederá, se generarán situaciones de destrucción, muerte y sufrimiento, pero también se dará lugar a circunstancias de solidaridad y de respeto con los demás, de unidad con el planeta y el cosmos.

Esto implica que el cielo y el infierno se estarán manifestando al mismo tiempo, y que cada ser humano vivirá en el uno o el otro, dependiendo de su propio comportamiento, el cielo con la sabiduría para trascender voluntariamente a todo lo que sucede, el infierno con la ignorancia para aprender con sufrimiento, dos fuerzas inseparables, una que comprende que en el universo todo evoluciona hacia la perfección, que todo cambia, otra envuelta en un plano material que solo alimenta el egoísmo. En la época del cambio de los tiempos, todas las opciones estarán disponibles, prácticamente sin censura de ninguna clase, y los valores morales serán más laxos que nunca, para que cada cual se manifieste libremente como es, la segunda profecía afirma que sí la mayoría de los seres humanos cambia su comportamiento, y se sincroniza con el planeta, se neutralizarán los cambios drásticos que describen las siguientes profecías; hay que ser concientes de que el hombre siempre decide su propio destino, especialmente en esta época, las profecías son solo advertencias para que tomemos conciencia de la necesidad de cambiar de rumbo para evitar que se hagan realidad.

Tercera Profecía

La tercera profecía Maya dice que una ola de calor aumentará la temperatura del planeta, produciendo cambios climatológicos, geológicos y sociales en una magnitud sin precedentes, y a una velocidad asombrosa; los mayas dicen que el aumento de de la temperatura se dará por varios factores, uno de ellos generado por el hombre que en su falta de armonía con la naturaleza solo puede producir procesos de auto destrucción, otros serán generados por el sol que al acelerar su actividad por el aumento de vibración produce más radiación, aumentando la temperatura del planeta.

Por esta advertencia de la tercera profecía de los Mayas, se hace impostergable y urgente un cambio de conducta en lo individual y colectivo para asumir el compromiso de la practica cotidiana de acciones que ayuden a mejorar la ecología del planeta hasta lograr la plena armonía del actuar del ser humano con el entorno, a sabiendas de que el comportamiento del hombre será crucial para sobrellevar el aumento general de la temperatura causada por su propia conducta inconsciente y depredadora.

Cuarta Profecía

La cuarta profecía dice que a consecuencia del aumento de la temperatura causado por la conducta antiecológica del hombre y una mayor actividad del sol, se provocará un derretimiento en los polos (ya tuvimos noticia reciente del desprendimiento de un bloque de hielo polar del tamaño del territorio del estado de Tlaxcala ubicado en el territorio mexicano), si el sol aumenta sus niveles de actividad por encima de lo normal habrá una mayor producción de viento solar, mas erupciones masivas desde la corona del sol, un aumento en la irradiación y un incremento en la temperatura del planeta. Los Mayas se basaron en el giro de 584 días del planeta Venus para calibrar sus cálculos solares, Venus es planeta fácilmente visible en el cielo, pues su órbita está entre la tierra y el sol. Ellos dejaron registrado en el códice Dresde que cada 117 giros de Venus marcados cada vez de que aparece en el mismo sitio en el cielo, el sol sufre alteraciones, aparecen enormes manchas o erupciones de viento solar; advirtieron que cada 5125 años se producen alteraciones aún mayores y que cuando esto ocurre el hombre debe de estar alerta, es el presagio de cambios y destrucción. En el códice Desdre también figura la cifra 1366560 kines que tiene una diferencia de 20 años con la cifra que aparece en el templo de la cruz en Palenque, que tiene tallado la cifra de 1366540 kines, correspondiendo esta diferencia al período de tiempo que llamaban tiempo de no tiempo, que es le que estamos viviendo desde 1992, los cambios en la actividad del sol serán más fuertes, puesto que las protecciones que tenemos a nivel planetario se están debilitando, el escudo electromagnético que nos cubre está diminuyendo su intensidad.
Sí sabemos que muchas cosas que queremos que no sucedan y que causan grandes tragedias finalmente suceden, debemos concentrarnos en producir resultados positivos de nuestras acciones y al mismo tiempo crecer con las dificultades que se nos presenten, debemos asumir la vida y tomar nuestras decisiones de manera conciente, hay que abrir los ojos a las posibilidades que puede traernos un mundo en el que todos culpan a los demás de lo que sucede.

Todas las profecías buscan un cambio en la mente del hombre, pues el universo está generando todos esos procesos para que la humanidad se expanda por la galaxia comprendiendo la integridad fundamental con lo que existe.

Quinta Profecía

Esta profecía nos dice que todos los sistemas basados en el miedo sobre lo que se fundamenta nuestra civilización se transformarán simultáneamente con el planeta y el hombre para dar paso a una nueva realidad de armonía, el hombre está convencido que el universo existe solo para él, que la humanidad es la única expresión de vida inteligente, y por eso actúa como un depredador de lo que existe. Los sistemas fallarán para enfrentar al hombre consigo mismo y hacerle ver la necesidad de reorganizar la sociedad, y continuar en el camino de la evolución, que nos llevará a comprender la creación. El nuevo día galáctico está anunciado por todas las religiones y cultos como una época de paz y armonía para toda la humanidad, es claro entonces que todo lo que no produzca este resultado debe desaparecer ó transformarse, la nueva época de luz no puede tener una humanidad basada la economía militar de imposiciones de verdades por la fuerza.

Sexta Profecía

La sexta profecía Maya dice que en los próximos años aparecerá un cometa cuya trayectoria pondrá en peligro la existencia misma del hombre, los Mayas veían a los cometas como agentes de cambio que venían a poner en movimiento el equilibrio existente para que ciertas estructuras se transformen permitiendo la evolución de la conciencia colectiva, todas las cosas tienen un lugar que les corresponde en todas las circunstancias, aún las mas adversas son perfectas para generar comprensión sobre la vida para desarrollar conciencia sobre la creación, por esto el hombre se ha enfrentado constantemente a situaciones inesperadas que le generan sufrimiento, es un modo de lograr que reflexione sobre su relación con el mundo y con los otros, así a lo largo de muchas vidas comprenderá las leyes universales de la razón de la creación, para los Mayas, Dios es la presencia de la vida que tiene todas las formas y su presencia es infinita.

El cometa del que habla la sexta profecía fue también anunciado por muchas religiones y culturas, por ejemplo la Biblia en el libro de las revelaciones aparece con el nombre de ajenjo. Sí el cometa aparece, es posible que su trayectoria lo lleve a chocar con la tierra, o también por medio de físicos o psíquicos logremos desviar su trayectoria (informaciones recientes nos hablan de un enorme asteroide que se ha descubierto en el espacio que en su trayectoria puede chocar con la tierra en los próximos años), los cometas siempre han formado parte del sistema solar, miles de residuos atraviesan, cruzan, rozan, van y vienen periódicamente e incluso chocan con los planetas que se mueven siempre tranquilos en órbitas regulares, alrededor del sol.

Los Mayas siempre estudiaron y registraron los eventos del cielo, su alerta fue prevenir al hombre de los peligros de no conocer las órbitas y períodos de grandes residuos que se cruzan con la trayectoria conocida de la tierra, ellos sabían que para el hombre moderno descubrir con anticipación un asteroide tan grande que pudiera causar su extinción y luego desviarlo sería uno de los mayores logros de la historia humana y un hecho crucial que nos uniría como especie. Antiguamente la esfera celeste era el dominio de los dioses, la aparición sorpresiva de un objeto desconocido que dominaba la noche era motivo de miedo y misticismo, por ese motivo los Mayas construyeron observatorios dedicados a estudiar los fenómenos, querían entender los impredecibles movimientos en el cielo, especialmente después de que establecieron las posiciones de los planetas y las estrellas. El peligro inminente del que nos alerta la sexta profecía nos obligaría a construir un nivel de cooperación internacional, a establecer un sistema de comando y control por encima de los países y una estructura de comunicación mundial, sería la única manera que los países declinaran su soberanía a una identidad como la Naciones Unidas, dando paso a un gobierno mundial para el bien común, sería un cambio para aprender a trascender la separación que es la base de nuestra sociedad.

Séptima Profecía

Esta profecía Maya nos habla del momento que en el que el sistema solar en su giro cíclico sale de la noche para entrar en le amanecer de la galaxia, dice que los 13 años que van desde 1999 al 2012 la luz emitida desde la galaxia sincroniza a todos los seres vivos y les permite acceder voluntariamente a una transformación interna que produce nuevas realidades, Que todos los seres humanos tienen la oportunidad de cambiar y romper sus limitaciones, recibiendo un nuevo sentido: la comunicación a través del pensamiento, los hombres que voluntariamente encuentren su estado de paz interior, elevando su energía vital, llevando su frecuencia de vibración interior del miedo hacia el amor, podrán captar y expresarse a través del pensamiento y con el florecerá el nuevo sentido.

La energía del rayo transmitido desde le centro de la galaxia activa el código genético de origen divino en los hombres que estén en una frecuencia de vibración alta, este sentido ampliará la convivencia de todos los hombres, generando una nueva realidad individual, colectiva y universal, una de las transformaciones mas grandes ocurrirá a nivel planetario, pues todos los hombres conectados entre si como un solo todo, dará nacimiento a un nuevo ser en el orden genético, la reintegración de las conciencias individuales de millones de seres humanos despertará una nueva conciencia en la que todos comprenderán que son parte de un mismo organismo gigantesco. La capacidad de leer el pensamiento entre los hombres revolucionará totalmente la civilización, desaparecerán todos los límites, terminará la mentira para siempre porque nadie podrá ocultar nada, comenzará una época de transparencia y de luz que no podrá ser opacada por ninguna violencia o emoción negativa, desaparecerán las leyes y los controles externos como la policía y el ejército, pues cada ser se hará responsable de sus actos y no habrá que implementar un derecho o deber por la fuerza. Se conformará un gobierno mundial y armónico con los seres más sabios del planeta, no existirán fronteras ni nacionalidades, terminarán los limites impuestos por la propiedad privada y no se necesitará el dinero como medio de intercambio; se implementarán tecnologías para manejar la luz y la energía y con ellas se transformará la materia produciendo de manera sencilla todo lo necesario, poniendo fin a la pobreza de siempre. La excelencia y el desarrollo espiritual serán el resultado de hombres en armonía que realizan las actividades con las que vibran mas alto y al hacerlo expandirán su nivel de comprensión sobre el orden universal, con la comunicación a través del pensamiento aparecerá un súper sistema inmunológico que eliminará las vibraciones bajas del miedo producidas por las enfermedades, prolongando la vida de los hombres, la nueva era no necesitará del aprendizaje del contraste inverso producido por las enfermedades y el sufrimiento que caracterizaron miles de años de historia.

Los hombres que conciente y voluntariamente encuentren paz interior, entran en una nueva época de aprendizaje por contraste armónico, la comunicación y la reintegración hará que las experiencias, los recuerdos individuales y conocimientos adquiridos estén disponibles sin egoísmos para todos los demás, será como una Internet a nivel mental que multiplicará exponencialmente la velocidad de los descubrimientos, y se crearán sinérgias nunca antes imaginadas. Se acabarán los juicios y los valores morales que cambian con las épocas, como la moda, se comprenderá que todos los actos de la vida son una manera de alcanzar una mayor comprensión y armonía, el respeto será el elemento fundamental de la cultura, transformará al individuo y a la comunidad y colocará a la humanidad en la posibilidad de expandirse por la galaxia, las manifestaciones artísticas y las actividades recreativas comunitarias ocuparán la mente humana, miles de años fundados en la separación entre los hombres que adoraron a un Dios lejano que juzga y castiga, se transformarán para siempre, el hombre vivirá la primavera galáctica, el florecimiento de una nueva realidad basada en la integración con el planeta y todos los seres humanos para en ese momento comprender que somos parte integral de un único organismo gigantesco y nos conectaremos con la tierra, los unos con los otros, con nuestro sol y con la galaxia entera; todos los hombres comprenderán que el reino mineral, vegetal, animal y toda materia esparcida por el universo a todas escalas desde el átomo hasta la galaxia, son seres vivos con una conciencia evolutiva, a partir de sábado 22 de diciembre del año 2012 todas las relaciones estarán basadas el la tolerancia y la flexibilidad, pues el hombre sentirá a otros como otra parte de si mismo.

EL CULTO A MAXIMÓN

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2005 11:46

EL CULTO A MAXIMÓN

Por Erika Mendoza / Fotos por Ricardo Mata, Diego Molina y Johan Willens.

Aunque de origen desconocido, Maximón podría interpretarse como la reencarnación del dios maya Mam. También éste fue representado en una figura de madera, a la cual solía vestirse como persona y se le ofrecían alimentos. Hoy, Maximón tiene imágenes en muchos poblados guatemaltecos, como San Jorge y Nahualá, aunque es en San Andrés Itzapa, Santiago Atitlán y Zunil donde goza de gran fama. Cada Maximón posee diferente hechura y luce ropas distintas, pero todos son objeto de profunda adoración.

    Con la superimposición del catolicismo sobre las anteriores creencias durante los siglos XVI y XVII, Mam se convirtió en San Simón. Sin embargo, en la actualidad la mayoría de sus fieles lo llaman Maximón, palabra formada por los vocablos max (tabaco, en maya; de ahí que siempre se le vea con un gran puro en los labios) y Simón.

    A lo largo de un año, Maximón reside en casa de algún miembro de la cofradía de la Santa Cruz, la principal autoridad indígena de Atitlán . Ahí puede recibir visitantes de todo el país, quienes llegan para pedirle favores y le dejan dones en dinero y en especie, pues se considera una grave falta no ofrecerle nada.

    El día siguiente, un dignatario maya recogerá las ropas de Maximón, y todos los cofrades o miembros del concejo indígena sesionarán para presenciar la vestidura de la imagen, ceremonia que va acompañada de constantes sorbos de licor y dos o tres paquetes de cigarrillos.

    La figura es revestida tanto con atuendo típico de los Altos de Guatemala como europeo: muchas bufandas de seda, algunos sombreros de fieltro y un gigantesco puro en la boca. Vestir a Maximón es equivalente a “hacer a la imagen”, ya que su cuerpo no es otra cosa que capa sobre capa de ropas y bufandas. Luego, resplandeciente con su nueva indumentaria, Maximón es venerado.

    Hasta hace unos años, como parte de los festejos de la Pascua en Santiago Atitlán, Guatemala, la imagen de Maximón era ahorcada de una viga en la iglesia del pueblo. Tal ceremonia fue prohibida y ahora la figura es colocada en una pequeña capilla blanca y crema, de donde con anterioridad han sido retiradas las demás imágenes sagradas.

    Maximón permanecerá en la capilla hasta después de las tres de la tarde del Viernes Santo, cuando su guardián lo saque a hombros para participar en las tradicionales procesiones que caracterizan la Semana Santa guatemalteca. Su paso va acompañado del sonido de una gran carraca (rueda dentada de madera cuyo mango alguien mueve haciendo que la rueda gire; entonces, una lengüeta de madera salta de un diente a otro de la rueda y produce un ruido sordo). La muchedumbre se aparta para darle paso. El mar de sombreros de paja que rodea la capilla se pone en marcha -Maximón es venerado sobre todo por hombres- mientras él y sus bufandas ondean airosamente en medio del gentío hasta llegar adonde se ha formado la procesión, que marchará por las calles del pueblo.

*    *    *

Un encuentro con Maximón

    Nuestra colaboradora Lola Reid viajó a Guatemala en busca de Maximón, la imagen sacra más venerada por la población maya del país. En la siguiente crónica, ella narra lo que, en sus propias palabras, fue un inspirador encuentro.

    Rodeada por los picos azul pizarra de cuatro volcanes, camino por las calles de Santiago Atitlán, en los Altos de Guatemala. Me dirijo hacia una pequeña casa de cemento, en exceso decorada, que se levanta en la cumbre de una colina, como si se tratase de un templo colocado en la cima de una antigua pirámide maya. Una franja de medio metro de pintura morada oscura decora la mitad inferior de la pared, mientras que la mitad superior es verde rojiza. Estos contrastantes colores compiten en llamar la atención al lado de varias guirnaldas llenas de banderas de plástico, “herencia” del Día de Muertos (2 de noviembre), con figuras recortadas de esqueletos que bailan, comen y ríen.

    En el interior de la casa, dos estatuas de cristianos de piel oscura crucificados, flanquean un Cristo blanco, muerto, colocado en un ataúd de cristal. Lucecitas de navidad rojas y verdes, en alternado parpadeo, proyectan una espectral iluminación sobre su cara pálida. Acurrucados en una banca de madera, junto a la pared, ocho cofrades charlan amigablemente en tzutujil, su lengua materna. Tambaleantes llamas de más de setenta candelas crean sombras en la oscuridad. La mortecina luz del sol que se pone envuelve nuestro mundo en un sudario de negrura.

    Tres hombres suben por una escalera de mano y desaparecen por una escotilla que hay en el piso superior. Minutos después, un Maximón de madera, de más o menos un metro de alto, es colocado reverentemente sobre una esterilla de bejuco, símbolo de nobleza entre los antiguos mayas. Su boca aprieta firme un puro sin encender. El jefe se limpia, sahumándose con la resina que arde en un incensario hecho de un bote de café con asas de colgador de ropa y luego ofrece el sahumerio a los demás, incluyéndome a mí.

    De hinojos ante Maximón, el jefe inicia la ceremonia en el latín que aprendió en las misas católicas, pero luego pasa al tzutujil. Durante casi cincuenta minutos, este jefe y otro hombre permanecen de rodillas. El ronroneo del tzutujil y el incesante vaivén del incensario me hipnotizan. El humo invade la habitación y su disipación se entiende como que los dioses y los antepasados lo consumen.

    Llega una pareja tuztujil vestida a la usanza tradicional, con cuatro hijos y la abuela. Tras la presentación de las velas, el alcohol y el incienso, la joven madre se sienta en una silla de madera de respaldo recto, frente a Maximón. La mujer calza, sin calcetines, zapatos de charol de hombre, demasiado grandes para sus pies. Le colocan sobre la cabeza el sombrero de Maximón. Las bufandas pegadas al sombrero caen por la espalda de la mujer. El marido se arrodilla junto a ella. Los tres niños mayores, serios, se quedan sentados con la abuela, que sostiene a un bebé. Varias veces, durante el rito de dos horas, el rezador hace girar el sombrero, de manera que las bufandas cubren la cara de la mujer. De vez en cuando, coloca una capa sobre la cabeza del marido, que le llega hasta los hombros. Casi al final del rito, la abuela y los cuatro hijos se agazapan en el suelo junto al hombre y la mujer.

    Una vez que la familia se ha ido, me explican que la mujer está perdiendo la vista. Los doctores creen que podría mejorar con una operación en Ciudad de Guatemala, pero la enferma prefiere apelar a la imagen, cuyos poderes curativos son legendarios. Listos para beber, tras la larga ceremonia, los cofrades ofrecen a Maximón, y a ellos mismos, más aguardiente. Estoy ansiosa de que me incluyan. Brindamos en honor de Maximón y luego entre nosotros. Agradezco a los hombres su hospitalidad y nos despedimos con un apretón de manos.

SEÑORES DE LAS NUBES

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2005 11:23

SEÑORES DE LAS NUBES

Herederos de antiguas ciudades perdidas en la selva, los tzotziles son hombres y mujeres que se distinguen por su genuino orgullo y su mirada firme, casi retadora. Dicen ser los batsil uinic, “hombres verdaderos”, y sus raíces están profundamente enterradas en la América prehispánica.

Por David Díaz Gómez

Los tzotziles integran un pueblo que durante siglos ha sabido conservar sus costumbres en las partes altas del estado mexicano de Chiapas. La mayoría vive en pequeños valles o las cimas de los cerros, entre las nubes, a alturas que van de los 1 500 a los 2 700 metros sobre el nivel del mar.

    El pueblo tzotzil han mantenido de manera oral sus costumbres ancestrales. En pequeños asentamientos dispersos en las montañas, llamados parajes, es posible escuchar los conceptos mitológicos que tienen los batsil uinic del medio a su alrededor. Por ejemplo, para los totiques (personas venerables) del poblado de Zinacantán, el mundo es un cubo rodeado de agua sostenido por las deidades de los cuatro puntos cardinales; cuando alguno de estos titanes se mueve, sea por cansancio o porque cambia el cubo de un hombro al otro, ocurren los terremotos.

    Cinco siglos de colonización cristiana no pudieron desterrar los conceptos que este pueblo tiene de los dioses habitantes del cielo, las montañas o el inframundo. Al contrario, con el tiempo se ha creado un sincretismo de santos y vírgenes con atributos de deidades prehispánicas, lo cual desembocó en una serie de creencias que han provocado dolores de cabeza a muchos representantes de la iglesia católica.

    El tzotzil más conocido, Juan Pérez Jolote, cuenta en su biografía que “antes que naciera San Manuel, el sol estaba frío igual que la luna. En la tierra vivían los pukujes (demonios) que se comían a la gente. El sol empezó a calentar cuando nació el Niño Dios… Cuando aclaró bien el día y los pukujes huyeron, se escondieron en cerros, en barracas, para que no los vieran”.

    Por su parte, los zinacantecos cuentan que cuando la imagen del santo patrono San Lorenzo llegó al pueblo, hablaba mucho, pero que a los principales no les gustaba que los santos hablasen, por lo que le echaron agua caliente en la boca y así lo callaron por siempre.

    Para los tzotziles todas las cosas del universo tienen chulel o alma, incluyendo lo material y lo natural. El alma de un hombre es algo que se puede perder o se puede robar; cuando esto sucede, el ser humano se enferma y corre el riesgo de morir. La creencia dice que si el tzotzil se porta mal con su familia, si maltrata el bosque sin razón o se niega a servir a la comunidad en la jerarquía religiosa (servicio que todos los tzotziles tienen que realizar) pierde parte de su chulel y enferma, anda malhumorado o triste. En el mundo mágico de los tzotziles impera el equilibrio: todo hombre nace con un doble animal que habita en el territorio de las deidades. Si el humano se porta mal, la dualidad animal cae en desgracia, deja de recibir la protección divina y puede sufrir un accidente, ser herida o cazada en el mundo real, lo que implica serios males para su par.

    El diagnóstico y la curación de las enfermedades del alma únicamente pueden ser realizados por el ilol o curandero. Varios rezos, ofrendas de flores y velas ante imágenes sagradas en iglesias, en los ojos de agua o en las cuevas de los cerros, son suficientes para rehabilitar el chulel del tzotzil. Los curanderos también son expertos en dar buenos consejos que orienten al “hombre verdadero” en su comportamiento cotidiano con la familia, la sociedad y la naturaleza, evitando así que cometa actos de consecuencias funestas para su alma.

LA SOCIEDAD TZOTZIL

El mundo real de los tzotziles no es tan poético como el mitológico. La mayoría de las mujeres siguen pariendo a sus hijos arrodilladas en el suelo, con el auxilio de suegras y cuñadas o con la asistencia de una comadrona. Niñas y niños ayudan a sus mayores en labores cotidianas. Los varones asisten en las milpas y en el corte de la leña. Las niñas aprenden a preparar las tortillas, acarrean agua—a veces desde sitios a varios kilómetros del hogar—y siguen la tradición materna de tejer sus prendas. Si hay tiempo, van a la escuela.

    La dieta del tzotzil se basa en el maíz y el frijol, algunas verduras y hortalizas que ellos mismos cosechan y de cuando en cuando huevos y pollo. La carne de res es para momentos especiales como festejos religiosos o matrimonios.

    Los hombres emigran a trabajar por temporadas en fincas cafetaleras o campos de maíz de otras regiones del estado. Laboran como peones y ahorran gran parte del dinero que ganan: los jóvenes para casarse y los adultos para sufragar gastos de la jerarquía religiosa y civil de su comunidad.

    Además de las autoridades que exige el gobierno, en cumplimiento de las leyes mexicanas, los tzotziles poseen sus propios jerarcas civiles quienes, en la práctica, rigen la vida de sus comunidades. Estos “gabinetes morales” están integrados por al menos cincuenta miembros, entre mayordomos, mayores, alcaldes viejos, alféreces y regidores. Ellos se encargan de arreglar los problemas de tipo familiar, doméstico y social en los parajes; para asuntos más graves recurren a las autoridades oficiales. La jerarquía religiosa, por su parte, tiene a su cargo el mantenimiento de los festejos a los santos, la conservación y observación de los rituales y proveer lo indispensable para que el ciclo vital y espiritual de la comunidad se realice conforme a las tradiciones.

    Cualquier tzotzil que se digne de serlo debe participar, cuando menos una vez en su vida, en la jerarquía tradicional de su pueblo. El hombre está obligado a dejar a su pareja durante un año y atender, en la sede del cabildo tradicional, todas las acciones que demande su investidura. Sus deberes principales son colaborar y organizar los festejos dedicados a los santos patronos que le sean asignados. Esto significa un complejo ciclo anual de festejos que termina por abatir los bolsillos de los participantes.

    Las mujeres son las verdaderas arcanas de la tradición tzotzil. Cuando los hombres se ausentan, ellas asumen la responsabilidad de la economía familiar. Laboran en la milpa con los hijos y los suegros, se hacen cargo de la cría de borregos —cuya lana es materia prima para sus prendas de vestir— y comercian con el excedente de sus parcelas, hortalizas y granjas domésticas. Muchas trabajan el barro y tejen textiles artesanales que posteriormente venden en mercados de ciudades como San Cristóbal de las Casas o Tuxtla Gutiérrez, la capital.

    A diferencia de los hombres, las mujeres portan con orgullo el traje típico y conocen al detalle leyendas e historias de sus parajes, las cuales transmiten de manera oral de generación en generación. La educación de los hijos es parte de su tarea cotidiana y la emprenden con mucho amor y paciencia.

    El matrimonio entre tzotziles exige un previo y largo ritual de cortejo por parte del joven ante sus futuros suegros. En él intervienen pedidores —miembros respetables de la comunidad— y un buen número de regalos para la familia de la novia. Antes de pedirla en matrimonio, los padrinos se presentan frente a los padres de la muchacha para exponer las bondades del aspirante a yerno. Cuando se formaliza la relación, el joven pretendiente efectúa periódicas visitas llevando prebendas como frutas, algo de maíz, frijol, dulces para los cuñados menores y botellas de aguardiente (posh, en tzotzil) para el suegro o piezas nuevas de madera para el telar de la suegra. También hace trabajos en el campo que lo congratulen con la familia de la novia.

    Después de año y medio de cortejo el padre de la novia entrega a su hija, quien se va a vivir con los padres del novio en lo que éste construye su propia vivienda. Primero se casan ante las autoridades civiles, conforme a las leyes mexicanas, después ante la ley tzotzil en una vistosa y cara ceremonia supervisada por un anciano experimentado en los rituales.

    Los matrimonios tzotziles se tratan con sumo respeto, cada quien abocado a su responsabilidad dentro del núcleo familiar. Sólo en la jerarquía religiosa la mujer nunca ocupa un puesto de autoridad. La infidelidad casi no existe pues, según la tradición, los hombres que la cometen corren el riesgo de perder parte de su alma y las mujeres pueden ser víctimas de Viniktón, fantasma con cuerpo de burro que mata a las infieles en el bosque.

    Sólo se permiten los excesos durante la semana de Carnaval. En el poblado de Chenalhó, por ejemplo, hombres y mujeres casados pueden disfrutar sexualmente los kin tajimoltic (días locos) con otra persona sin temor al castigo.

    El rechazo de los tzotziles a todo aquello que no provenga de sus tradiciones y creencias va más allá de instalar autoridades paralelas. Cuando enferman, por ejemplo, acuden primero al curandero antes que consultar en un centro de salud oficial. Los iloles son expertos en herbolaria tradicional y en sus recetas la mezclan con rezos, velas y el sacrificio de algunas aves de corral. El diagnóstico parte de lo que la sangre “dice”. Para lograr esto el ilol toma el pulso del enfermo y “escucha” lo que el flujo sanguíneo le dicta. Los curanderos también obtienen sus diagnósticos “tirando el maíz”: por la forma en que caen al piso los granos de un puño de maíz pueden saber cuántas partes del alma del enfermo se han perdido. Si el mal es una enfermedad de ladino (todo aquel que no es tzotzil es un caxlán o ladino), como viruela, tuberculosis o gripe asiática, el curandero aconseja al paciente acudir a un centro de salud.

    Así es el mundo mágico de los tzotziles. Un mundo en el que el relieve, la vegetación y el clima son menos importantes para determinar el paisaje que las formas de asentamiento, los métodos económicos ancestrales y los signos culturales. Un mundo en el que cerros, valles, bosques y manantiales están cargados de un profundo significado.

LA FIESTA GRANDE

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2005 11:16

LA FIESTA GRANDE

Danzantes mayas

En las cálidas riberas del río Grijalva se localiza la fundación colonial más antigua del estado mexicano de Chiapas. Es la ciudad de Chiapa de Corzo, escenario de la Fiesta Grande o Fiesta de los Parachicos, una gran celebración mestiza.

Texto y fotos por David Díaz Gómez

Chiapa de Corzo, establecida en 1528 por el español Diego de Mazariegos, creció con la mezcla de tres culturas: la indígena, la europea y la africana, esta última aportada por los esclavos negros que llegaron a la zona en los siglos XVI y XVII y que al integrarse a la población ya establecida generaron la actual sociedad chiapacorceña, rica en costumbres y tradiciones. Una de ellas es la llamada Fiesta Grande de Enero o Fiesta de los Parachicos que, a juicio de muchos, no sólo representa la mejor celebración mestiza de la entidad sino de todo el sureste mexicano.

Trajes típicos    La fiesta se hace para honrar a tres santos patronos: el Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián Mártir, los días 15, 17 y 20 de enero, respectivamente. Como inauguración, la noche del 14 aparecen por las calles de la ciudad grupos de chuntás: hombres vestidos de mujer y maquillados, que usan canastitas con banderas de papel en la cabeza y agitan sonajas; algunos se disfrazan de personajes carnavalescos o artistas de cine y televisión. Las chuntás realizan su recorrido nocturno visitando las casas y los templos en donde se veneran las imágenes de los santos festejados; con aquéllas, vienen los músicos de tambor y flauta de carrizo, y a veces mariachis o bandas de música de viento. El 19 de enero el gobierno municipal premia a los mejores grupos y a los disfraces más representativos en un acto que se efectúa en la plaza principal.

    Pero el alma de la fiesta son los parachicos, cuyo disfraz consiste en una máscara de cedro o guanacaste (árbol de la región que se utiliza para la ebanistería) tallada con los rasgos físicos del rostro “español” y laqueada con aceite obtenido del insecto al que llaman aje (Cocus axin). La áspera cabellera es una peluca de ixtle, fibra de la planta del agave que se adorna con flores y listones. El parachico viste un colorido sarape (cobija de lana o algodón, generalmente con abertura en el centro para la cabeza) y sobre los tubos del pantalón luce imágenes bordadas en chaquiras y lentejuelas. Los parachicos aparecen los días 15, 17, 18, 20, 22 y 23 de enero. Estos personajes, agitando sus sonajas y bailando, recorren los barrios y las iglesias de la ciudad mientras acompañan al “patrón” quien, por ser el líder, porta una máscara diferente a todas las demás.

Danzantes mayas    Los parachicos entran a las casas en donde hay imágenes de los santos venerados y rezan ante los altares adornados con múltiples arreglos florales. Algunos se hincan y el “patrón” los flagela con un látigo, en acto de purificación ritual, mientras los demás bailan sones y zapateados que interpretan con el tambor y la flauta de carrizo.

    Las tres juntas de festejos, una para cada santo, organizan las actividades de las celebraciones: los rezos, los arreglos florales, las misas y los “anuncios”, multitudinarios paseos populares que se realizan marchando casi a media noche entre cohetes y la música de banda de viento, pregonando la víspera de la fiesta. Estos paseos terminan en la madrugada con las Mañanitas, la tradicional canción de cumpleaños en México, al santo festejado. El prioste, quien tiene a su cargo la imagen del santo venerado, prepara un gigantesco banquete hasta para dos mil personas. En él participan los visitantes y los parachicos, que disfrutan una maravilla culinaria: la pepita con tasajo, carne de res en crema de semilla de calabaza.

    Dos momentos culminantes de la fiesta son el combate naval, un espectáculo de luces y colores en las orillas del río Grijalva, y el desfile de los carros alegóricos en memoria de María de Angulo, benefactora de la entidad. Entonces las mujeres salen a la calle luciendo el traje de chiapaneca, bordado de flores con hilos de seda en color oro, plata y al natural.

La fiesta de los muertos entre los mayas

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2005 11:09

LA  FIESTA  DE  LOS  MUERTOS
Danzantes mayas Guatemala
Ricardo Mata

El culto a los muertos en el Mundo Maya es hoy una mezcla de ritos paganos y cristianos. Así, mientras en Guatemala se baila rumbo al cementerio (ARRIBA), en México los mayas de la península de Yucatán, Tabasco y Chiapas preparan comida, levantan altares y rezan por los difuntos.

Por Beatriz Martí

Noviembre es, para el Mundo Maya, el mes de los muertos. Se cree, se presiente, por memoria histórica y cultural, que en estas fechas se les permite abandonar el más allá y vagar unos cuantos días por el mundo. Buscan sus casas, a sus familias, sus tierras. Cuando las encuentran, se quedan a comer y a beber, comparten regalos, anécdotas y, una vez satisfechos, regresan a su eterna morada. Volverán el próximo año, los días 1 y 2 de noviembre, en un permanente ciclo que mantiene unidas la vida y la muerte.

    Este retorno perpetuo es una creencia firmemente arraigada entre las diversas comunidades del Mundo Maya. Son pueblos acostumbrados a mirar hacia el pasado y a tomarlo en cuenta, para los cuales morir es solamente abandonar este mundo y habitar en otro.

    Sin embargo, cada sitio tiene características distintivas cuando llega la fecha de comunicarse con sus muertos. Muchos lo hacen sufriendo y reviviendo el duelo, otros festejando y algunos, incluso, dedicándose a los juegos de azar. Todos tienen el mismo objetivo: dejar satisfechos a quienes vuelven del más allá, pues se cree que solamente así éstos lograrán el descanso de sus almas.

    Lo invitamos a conocer cómo festejan a sus muertos los mayas de cuatro regiones del Mundo Maya.

EN GUATEMALA

Las comunidades indígenas de Guatemala han incorporado a sus ritos y ceremonias ancestrales, costumbres que llegaron con los españoles tras la conquista y la colonización, hace cinco siglos.

.    Muestra de esa mezcla entre lo católico y lo pagano son las ceremonias del Día de Muertos. Se llevan a cabo en todo el país, y aunque tienen el objetivo común de veneración y recuerdo, en cada sitio adquieren matices propios.

Señoras mayas    Año tras año, a fines de octubre, los guatemaltecos instalan en sus hogares un altar. Es el altar de muertos, en cuyo centro colocan las fotografías de familiares fallecidos, y a su alrededor, a manera de ofrenda, ponen agua, flores, veladoras, diversos alimentos (por ejemplo, pan y frutas) y algunas bebidas como el aguardiente (hecha de caña de azúcar), o el atole (ésta no alcohólica, a base de maíz y agua).

.    El ritual continúa la madrugada del 1 de noviembre, cuando todos los vivos de la familia colocan flores en las ventanas y portales de la casa. Es la manera de comunicarle a las ánimas que son bienvenidas. Sigue entonces el rito de “vestir” las tumbas. Para ello, la familia se dirige al cementerio y esparce flores a lo largo y ancho de sencillos y pequeños promontorios, sitio donde reposan sus muertos. Dejan coronas de papel encerado en la cabecera de la tumba y después preparan la comida, que consumirán ahí mismo, como una forma más de compartir con los difuntos.

    La comida consiste en fiambre (especie de cocido español a base de carne o pescado, aceitunas, alcaparras) y canshul (combinado de hortalizas regionales) que la familia disfruta junto a la tumba.

    Algunos pueblos de Guatemala añaden otros elementos a la ceremonia. En Todos Santos Cuchumatán, población ubicada a unos 300 km de Guatemala, la capital, sus habitantes celebran el Día de Muertos con música de marimba y quema de cohetones dentro del camposanto. Ellos están seguros de que los muertos participan en el festejo, el cual sigue hasta bien entrada la noche.

    La fiesta común se vuelve individual cuando cada grupo de deudos se acerca a las tumbas de sus familiares para interpretar aquellas canciones que fueron preferidas por el difunto.

    Santiago Sacatepéquez es una población situada al este de la capital. Para celebrar el Día de Muertos sus habitantes fabrican barriletes, enormes cometas de papel de china y varillas de bambú que miden hasta seis metros de alto por tres de ancho. Los días 1 y 2 de noviembre cada familia lleva al campo su propio barrilete y lo hace ondear en el cielo. Es la forma de llamar a los muertos, quienes según el color del cometa identificarán a sus parientes y lograrán unirse a éstos gracias al hilo que sirve como conductor.

Barriletes    Cuando el ritual termina, los barriletes son quemados para que los muertos retornen tranquilos a la morada que ahora ocupan. Se cree que si los cometas no se queman, las almas ignorarían que ha llegado la hora de partir, y se quedarían en la tierra, provocando daños en sus deudos, cosechas y animales.

    Chintla es otro pueblo que celebra el Día de Muertos de manera peculiar. Cada 1 de noviembre se organizan carreras de caballos, que van del pueblo al panteón, en una especie de competencia entre los vivos y sus antepasados. Los jinetes aseguran sentir la presencia de los muertos cabalgando junto a ellos.

EN LA PENÍNSULA DE YUCATÁN

Los tres estados de la península de Yucatán, en México, forman parte del Mundo Maya. En los tres —Campeche, Quintana Roo y Yucatán— la conmemoración del Día de Muertos es similar. Ésta inicia el 31 de octubre, día en que se cree las almas de los difuntos llegan a visitar a sus familiares y a disfrutar de algunos días de fiesta. Se prepara entonces una ofrenda con la “comida de las almas” (hanal-pixan, en maya), variable según los gustos que hayan tenido quienes ahora regresan.

    La madrugada del 31 de octubre hacen su aparición las ánimas de los niños muertos. Para ellos es la ofrenda de atole nuevo y elotes sancochados (hervidos y asados sobre brasas). Mientras las almas infantiles deambulan y se alimentan, la familia reza rosarios y otras oraciones. Los rezos, que se realizan en absoluta paz, sirven para pedir por los fallecidos y por los que aún siguen con vida.

Altar Yucatán  Terminado el rezo las almas de los niños abandonan las casas y los familiares consumen el desayuno. Se les prepara entonces otra recepción para el mediodía, con una ofrenda que consiste en gallina guisada, dulce de calabaza, chocolate, galletas, pan, caldos y carne, verduras, atole y frutas.

  El 1 de noviembre llegan las almas de los adultos, guiadas por las luces de los cirios que han sido colocadas alrededor de sus casas: uno por cada muerto, y algunos extras por si algún nombre se hubiese olvidado. La ofrenda es mucho más elaborada: tamales de maíz, carne de ave y de puerco en salsa de chile y especias (mukbil pollo, en maya), atole y chocolates, frutas, panes y dulces. Para los muertos que no tienen familia se cuelgan de un árbol recipientes con porciones de la ofrenda.

  Una vez satisfechas las almas, los familiares y amigos proceden a alimentarse ellos mismos. Pero en la península de Yucatán las almas de los muertos se quedan ocho días, al cabo de los cuales hay que preparar una ceremonia de despedida los días 7 y 8 de noviembre, por lo que se hacen nuevas

EN CHIAPAS

Todas las ciudades y pueblos del estado mexicano de Chiapas festejan el Día de Muertos. La celebración, empero, adquiere significado especial en algunos sitios.

  Uno de ellos es Chiapa de Corzo, pequeña ciudad colonial a sólo 14 km de Tuxtla Gutiérrez, la capital. Ahí, los preparativos inician días antes, cuando hombres, mujeres y niños llegan al camposanto cargados de escobas, cubetas con agua, botes de pintura y brochas, para limpiar y remozar las tumbas. El 30 de octubre el panteón está lleno de rosas, margaritas, crisantemos, alcatraces y flores de nubilé.

  En las casas inician también los preparativos. Se instala un altar —en caso de que no exista permanentemente— con veladoras, santos y las fotos de los familiares muertos. La ofrenda es distribuida frente al altar.

  Para las llamadas “almas chicas”, se colocan dulces en forma de rosca y de varios animales denominados “almitas”; golosinas de diversos tipos, agua y pan. A las “almas grandes” se les ofrenda pan de muertos (un pan dulce de harina de trigo y manteca que sólo se prepara en esta temporada), chocolate, cigarrillos, dulce de calabaza, el platillo favorito del difunto y, si en vida fue aficionado a la bebida, una botella de mistela, popular licor a base de jocote, fruta de la región.

  Las almas de los niños llegan a este mundo el 1 de noviembre, día de Todos los Santos. Lo mejor es permanecer toda la jornada junto a las tumbas, para que los infantes muertos reconozcan a sus familiares y no se equivoquen de sepultura. Pero a ellos no hay que velarlos en la noche, porque las almas chicas se van a dormir temprano.

  Con las ánimas de los adultos pasa lo contrario. Por ello, entre la noche del 1 de noviembre y la madrugada del día 2, todo el pueblo de Chiapa de Corzo permanece despierto. Cuando se trata de recordar a algún personaje popular que ha fallecido, durante la noche de muertos se repite la misma ceremonia que se llevó a cabo el día de su velorio. Sus familiares rentan sillas y mesas que colocan en la calle, previamente cerrada al tráfico vehicular. Ahí, los hombres juegan naipes, dados, dominó y ajedrez, mientras platican recordando al difunto. Una vez que amanece, hombres y mujeres se van al panteón a despedir el alma de sus muertos, llevando un cirio encendido por cada familiar que hayan perdido.

  El 2 de noviembre hay fiesta en el camposanto de la ciudad. Algunas de las tumbas están adornadas con listones de colores, plantas tropicales y una silla, para que el alma del muerto pueda descansar durante su visita a este mundo. Al cementerio se llevan tríos, mariachis y marimbas, que interpretan las canciones favoritas de aquellos que, según la expresión popular, “nos llevaron la delantera”. A las 12 del día, una vez que los familiares han comido junto a las tumbas, se queman cohetes para anunciar que las almas han partido.

EN TABASCO

Nacajuca, en el estado mexicano de Tabasco, está habitado por indígenas chontales de origen maya. Sus creencias en el alma y en el más allá han sido sincretizadas con la religión católica, aunque conservan creencias propias como la existencia de idolitos y duendes, espíritus que pueden causar enfermedades y otras desgracias.

    La ceremonia para celebrar la “venida” de las almas de los muertos inicia el 1 de noviembre en la iglesia local, rezando el rosario dedicado a las ánimas. Esta ceremonia la dirigen un rezandero y su ayudante, quienes se ubican junto a una mesa que hace las veces de altar. Mientras dura el rezo, los asistentes colocan velas encendidas en el piso y queman incienso

Altar Tabasco    La ofrenda doméstica a los muertos es también costumbre entre los chontales. Frente al altar permanente que hay en cada casa, los varones de la familia hacen un tendido o cama de hojas de plátano, en la que depositan alimentos y algunos objetos. Siguiendo un orden preestablecido, colocan al centro algunas aves cocidas y tamales sin carne llamados manea, lo cual constituye el platillo principal de la ofrenda. A los lados ponen jícaras con chorote (bebida de masa de maíz y cacao), cada una con un agitador que lleva en su extremo una bolita de masa de maíz. Después acomodan el uliche (cocido de pavo sazonado con cominos y cilantro). Distribuyen entre los platos bolas de masa y muchas velas y a un lado de la ofrenda ponen el incensario.

    Una vez terminada la ofrenda dan inicio las oraciones, dirigidas por un rezandero y en las que participan únicamente los varones. A lo largo del rosario los niños salpican la ofrenda con agua bendita, se quema incienso y se revuelve el chorote con los agitadores.

    Cuando los rezos concluyen, el jefe de familia comparte sus alimentos y bebidas: primero con los rezanderos y después con todos los presentes. Ya que los presentes hayan probado del mismo plato, corta el pavo y sirve a cada uno de los comensales. Con lo que sobra prepara pequeños bultitos y los reparte entre parientes y amigos.

    Aunque hay comunidades chontales donde las mujeres tienen una participación más activa en las ceremonias del Día de Muertos, es casi una regla que permanezcan alejadas de la celebración e inclusive de los panteones, a donde se les prohibe asistir. Eso sí, cosa de vivos, son ellas quienes preparan los alimentos necesarios para la celebración.

    En algunas partes del Mundo Maya, el 30 de noviembre se lleva a cabo una última ceremonia comunal relacionada con la muerte. Dentro de los templos y mediante rezos y veladoras suele celebrarse la “ida de las ánimas” que, satisfechas con los ritos y las fiestas, se disponen a volver al más allá, a un descanso que durará hasta el siguiente mes de noviembre.

espiritualidad tarahumara

El Óbolo de los Pueblos Indios para el tercer milenio

Ricardo Robles O.
Tarahumara

Las cosmovisiones indias ante un mundo sin salidas

El título pretende abrir el horizonte. El ÓBOLO DE LOS PUEBLOS INDIOS, nos evoca el valor de la limosna aquella de la viuda del evangelio de Lucas (21,2-3). Desde su rica pobreza nos lo ofrecen. Es más precioso tal vez, más necesario hoy, si lo visualizamos desde la enormidad de muerte o de vida que puede acumular este milenio nuestro que ya llega. El símbolo del óbolo evangélico nos confronta casi violentamente si lo proyectamos así, a largo, a tan largo plazo. Gracias a ustedes pues, por el tema que me pidieron tocar. Da para soñar, da para cambiar, da para la esperanza.

Por ello, por lo simbólico del título, a lo barroco incluyo un subtítulo que, cumpliendo con su oficio, quiere afinar la intención de estas palabras. Las maneras indias de concebir el universo, a la humanidad en él y a Dios con él, pueden hoy resultarnos legado indispensable. Su cosmovisión pues: su ecología, su antropología, su sociología, su filosofía, su teología, su sabiduría en fin, nos ofrecen salidas para este mundo —laberinto del caos— y su futuro.

1. Desde la Tarahumara y más allá

Quizá a todos, a mí definitivamente, esos saberes indios —ya aprendidos y gustados en la Tarahumara— que un día florecieron en San Andrés Sakamch’én, me han cambiado la vida.

Para exponer lo que creo tomo tan sólo algunos ejemplos de la vida cotidiana, de esos que de algún modo a todos nos alcanzan y nos tocan, o nos preocupan, o nos estrujan, o nos ultrajan.

Tal vez aclaren mi creencia en los Pueblos Indios y desde ahí en Dios, algunas palabras sobre su sentido y práctica de la justicia, de la libertad y de la democracia. Tal vez nos ayude considerar el contraste ante nuestras, quizá decadentes, concepciones y costumbres. Tal vez el óbolo indio de hoy se aclare si recurrimos a sus raíces teológicas.

Por esos rumbos —de justicia, libertad, democracia y teología— trataré de caminar, con un temeroso riesgo. Tal vez —a contrapunto— estas palabras que quieren ser regalo, confesión mía de lo indio, aprendido y conservado con cariño, no logren su intención y resulten molestas. Perdón, por si así fuera. Espero que más bien nos comprendamos en el diálogo. Nunca nos gusta que lo más personal, lo más querido, termine siendo menospreciado.

La palabra de los Pueblos Indios

La palabra india —antes tan ausente— va siendo cada vez más proclamada, más escrita, más escuchada y publicada. Esto ya es un fenómeno característico de este fin de siglo. En México cobra fuerza especial últimamente. A partir de esos 500 años que tomaron tantos nombres y que los Pueblos Indios llamaron “de resistencia”, el movimiento indígena latinoamericano, de suyo antiguo, cobró fuerza y presencia sobre todo en el sur de América. Pero en México, cobró un vigor decisivo desde el primero de enero de 1994 con el levantamiento del EZLN. La claridad de sus demandas y su innegable índole indígena, así como los diálogos de paz que se siguieron luego, fueron determinantes.

Podemos afirmar sin duda que el pensamiento, no sólo nacional, avanzó y profundizó creativamente en los temas de indios. Ellos aportaron lo sustancial. Otros, desde la cultura no india, aportaron también, traduciendo, dando forma y precisión conceptual a la sabiduría indígena.

Me apoyaré en esa palabra para lo que diré. Cada vez me va pareciendo más inoportuno hablar sobre los indios, lo que hace falta es escucharlos a ellos. No destacaré las citas sino eventualmente. A veces los citaré explícitamente, otras veces aludiré a ellos y algunas otras compartiré tan sólo mi experiencia.

En Tarahumara me había tocada ir saboreando la sabiduría indígena desde tiempo atrás. De ahí tomaré algunos textos, los de mi primera conversión. Luego, por gracia, fui invitado a participar en los diálogos que buscaron la paz en San Andrés. San Andrés nos llevó a consultar a todos los Pueblos en el Foro Nacional Indígena —del que nació el Congreso Nacional Indígena— y en el Foro Especial para la Reforma del Estado. De esos y otros momentos tomo los textos en que me apoyaré.

Justicia india para hoy

De Tarahumara, de entre muchas posibles citas históricas —por brevedad— tomo un par. La primera de hace cien años, de Carl Lumholtz nos describe pintorescamente algunos elementos de los juicios de entonces, y de ahora aún.1

“No hay indio que intimado a comparecer ante los jueces por un emisario armado de su vara, se atreva a desobedecer la orden, y los más desesperados criminales acuden mansamente, siguiendo a menudo a un simple muchacho que lleva en el cinto un bastoncillo de juguete, cuyas cintas rojas le van colgando…

“Ningún tribunal de los lugares civilizados impone tanto respeto y obediencia como el constituido por aquellos hombres que con sencilla gravedad se sentaban al pie de la pared que amenazaba ruina, provistos de sus varas y con una solemnidad que habría parecido ridícula si no rayara en lo sublime”

. De Wendel Bennett y Robert M. Singg tomo una descripción escrita hace más de sesenta años que refleja, como la anterior, la realidad actual.2

“Un Tarahumara que desea justicia, se presenta ante el gobernador para expresar su queja. Este funcionario envía a un capitán para que aprehenda al delincuente…

“Los juicios entre los tarahumaras cristianos, generalmente se realizan los domingos o durante alguno de los días de fiesta, cuando casi toda la gente está ya reunida. Entre los gentiles, que no tienen ese tipo de reuniones, el gobernador envía a sus mensajeros, quienes llaman a la gente para que asista al juicio.

“Los procesos se llevan a cabo con grave circunspección…

“Prácticamente no se produce ninguna confusión y hay pocas manifestaciones de emoción… El culpable sufre su castigo estoicamente, y en teoría, recupera, desde ese momento, en adelante, su anterior status social… Después de aplicado el castigo, el demandante y el acusado se dan la mano, las levantan unidas sobre sus cabezas y se dan tres apretones de manos. Luego repiten el rito con cada uno de los funcionarios.

“Una de las sanciones que los tarahumaras consideran muy eficaz es el sermón o reprensión. Se estima que es un castigo severo el recibir un “fuerte” sermón por parte del gobernador.”

Hace años ya, en 1973, entre las reflexiones de un ‘círculo de cultura’, decía un rarámuri, Guarupa Reyes3:

“Creo que ya entendí, mira, en todos los juicios siempre hay tres. Siempre está él que hizo algo malo, está también él que salió perjudicado y está él que juzga.

“Los blancos no saben hacer justicia porque, mira, lo que pasa con ellos es que él que saca dinero es el juez; paga, el que hizo mal, una mordida, y el perjudicado que es el rarámuri, sale pagando multa. No saben hacer justicia.

“Mira, entre los rarámuri es muy diferente, el juez nunca saca ningún pago, es el gobernador que hace gratis su servicio, él que paga es él que hizo mal y le paga al que había perjudicado. Toda la comunidad ve que eso sea derecho. Los rarámuri sí saben hacer justicia.”

No es extraño encontrarnos con estas formas diferentes. La Concepción misma de justicia es muy otra, se apega más a la etimología de la palabra, los que es justo, lo que ajusta, lo cabal. Desde ahí que vivan un sistema para la igualdad, para que a todos se mida con la misma medida, para ser hermanos. Por eso la ausencia de venganza o castigo y la finalidad fundamental de toda justicia en la reconciliación, la reintegración del transgresor a la vida comunitaria en armonía.

Guarupa tipifica su realidad. Tal vez la generaliza de más, para nosotros que no estamos acostumbrados al atropello. Pero desde la vida indígena, desde el campo, las cosas cambian. Muchas veces he vuelto sobre estas palabras suyas porque dicen verdad.

No es novedad decir que nuestros sistemas de seguridad, de justicia y de reintegración social van fracasando y están por explotar.

Desde que, siguiendo los pasos del tardío imperio romano, adoptamos las normas sociales codificadas en leyes, desistimos de la pluralidad y peculiaridad de las personas y optamos por la uniformidad, en el fondo injusta. Hasta hemos llegado a pensar que esa es la única manera racional de concebir lo justo.

La administración de justicia se ha convertido alarmantemente en la ‘venganza’ de la sociedad contra quien transgrede los códigos. Se hace justicia castigando y ese sistema se corrompe a conveniencia muy fácilmente. La justicia ‘vindicativa’ —vengativa— se ha vuelto un arma política más para atemorizar, asegurar el orden o imponer leyes, desde el poder y contra el débil.

Añado, todavía sobre justicia, algunos textos indígenas. Los Rarámuri, en su ponencia para el Foro Nacional Indígena dicen, por ejemplo4:

“Se pide una ley que respete tierras, animales, vivienda, cultura de los rarámuri por parte de los chabochis.”

Y destacan una intervención del gobernador de Norogachi en la que dice:

“Que la justicia sea Autónoma. Que los rarámuri hagan sus propias leyes. Que las leyes mexicanas respeten la autonomía del rarámuri. Que se respete el sistema que tiene el rarámuri para hacer justicia.”

Ante los contrastes que nuestro sistema les presenta ven la urgencia de su autonomía jurídica y política, no para segregarse del país sino para integrarse con estos sus aportes de cordura.

Precisa esto, por ejemplo el Foro Nacional Indígena5.

“1. Reconocimiento del derecho indígena entendido éste como el conjunto normativo que regula la vida de nuestras comunidades y pueblos.

“2. Reconocimiento del pluralismo jurídico. Esto implica que en el Estado mexicano conviven distintos sistemas normativos.

“6. Que se reconozca que los pueblos indígenas elaboren sus leyes con sus costumbres y lenguas y se hagan cargo de hacer justicia en sus propios territorios.”

Estas demandas indias no vienen de la imaginación ni del vacío. En el Foro Especial para la Reforma del Estado nos presentan su análisis que da fundamento a sus demandas6:

“En México, nunca hemos vivido un estado de derecho, entendido éste como la plena aplicabilidad del sistema legal…

“…la administración de la justicia ha estado subordinada a los intereses políticos del ejecutivo en turno, y a los intereses económicos de los grupos dominantes. La justicia siempre ha estado lejos del pueblo por los costos que representa, la complejidad de sus procedimientos y lo impredecible de sus resultados…

…la procuración e impartición de justicia están completamente rebasados, debido principalmente a mecanismos de corrupción al servicio de intereses económicos y políticos.

Que el orden jurídico de las comunidades indígenas y campesinas se reconozca y se adhiera a la legislación del Estado… y terminar de una vez por todas con el colonialismo jurídico de que son víctimas desde hace más de quinientos años.”

Así, los Pueblos Indios de invitan a la conciencia nacional a repensarse, “…con el objeto de establecer un nuevo pacto social, emanado de la soberanía real de pueblo, en donde se reconozca que todos tenemos derecho a tener derechos”7

Adelfo Regino, abogado Mixe, lo expresó con claridad en los tiempos en que esperábamos la respuesta del ejecutivo al texto de reformas constitucionales propuesto por la COCOPA:8

“En cierto sentido, el reconocimiento de los derechos indígenas se presenta como una forma de romper con los esquemas tradicionales del derecho occidental, pues no plantea derechos individualistas ni normas al servicio del estado. Se apunta claramente al reconocimiento de un régimen jurídico que refleje la pluralidad del Estado Mexicano.”

Por estos rumbos se expresan los Pueblos Indios ofreciendo su sabiduría ancestral, invitando a repensar nuestras estructuras en lo jurídico, a imaginar un mundo diferente, más humano, para ese al que llamamos ahora ‘milenio’. Ellos le dicen de otras formas pero saben que llega una era diferente bajo un nuevo sol. Se proponen construirla y nos invitan a ello. Desde Chiapas se ha dicho de la justicia que es el “todo para todos, nada para nosotros”, o sea que la justicia trata de lo parejo, lo cabal para todos. Es esta una faceta de su gran oferta al mundo, la de otra justicia más cabal y plural.

Libertad india para el mañana

La libertad del pueblo Rarámuri es proverbial. Se sabe que los niños nacen libres, con sus responsabilidades y decisiones propias. Se sabe que libremente se van de este mundo y así lo expresan: “Ya se quiso ir”, “ya se regresó allá arriba”.

El niño tarahumar nunca es un adulto en formación, nunca es persona a medias, nunca estorba en una reunión de adultos. Puede decidir aun sobre su vida aceptando o no una curación, y se le respeta. Dispone de sus animales recibidos o ganados en el pastoreo y puede, si quiere, malbaratarlos. Son suyos y se le respeta. Puede intervenir en las asambleas y lo hace eventualmente desde que tiene unos once años. Puede o no hacer sus trabajos pero sufre y ve sufrir a la familia las consecuencias de no cumplir. Y así se va formando por decisiones libres y no impuestas, sin castigos, sin más sanciones que las que da la vida por sí misma. Por eso a los dieciséis años de edad es capaz de vivir por sí mismo y formar una familia. Esos son los rumbos de su educación para la más tajante libertad.

Tanto son libres, que es extraño que una sociedad de personas tan libres logre ser comunidad. El secreto de ellos está en eso, en que son precisamente comunidad, no individuos asociados. Miembros que no pueden existir sin el cuerpo común. Por ello, libremente buscan y provocan un estado de armonía, de equilibrio, de igualdades. Cada cual, con sus opciones y valores peculiares, aporta lo suyo al cuerpo social, la comunidad. Cada cual puede ser autónomo en la tradición ancestral de todos.

Por ello los Rarámuri, en su ponencia para el Foro Nacional Indígena, escrita antes que todos los otros documentos que cito, ya sostenían el derecho a la libertad de su Pueblo. Los documentos que luego citaré sólo confirmarán desde otros pueblos indios las mismas exigencias, aunque en formas más acabadas quizá. Decían los Rarámuri en 1995:9

Autonomía:

Ser Autónomo, tener sus propias Autoridades. Que se nos deje vivir como nosotros queremos, como siempre ha vivido.

Como Pueblo nos da derechos a la Autonomía. Que el estado reconozca y respete el Territorio Cultural, sus recursos naturales que es parte de la vida del rarámuri. Además al rarámuri no se beneficia en nada en la explotación de los recursos naturales.

Se respete la libertad de nuestras decisiones en las formas de gobierno y organización en sus diferentes formas:

Religioso: danzas, creencias, diferentes ritos, en las diferentes fases de la vida del rarámuri. Son ritos diferentes, de nacer a morir, hay que respetar.

Político: Libertad para nombrar los integrantes del aparato de gobierno rarámuri, sin intromisión de personas ajenas a la comunidad indígena de que se trate.

Social: Respeto a las diferentes maneras de vida, y trabajo según la costumbre. Que ninguna institución envíe personal que la comunidad no acepte. Que no impongan.

Así dicen ellos. Yo retomo el comentario que sobre este texto hice en otra ocasión.10

En los dos primeros párrafos definen la autonomía, ese término recientemente adoptado por ellos para rescatar sus derechos ancestrales. De entrada reivindican su derecho a su autogobierno “tener sus propias Autoridades” y a su cultura: “Que se nos deje vivir … como siempre ha vivido”.

Fundamentan en el hecho mismo de ser Pueblo su derecho a tal autonomía: “Como Pueblo nos da derechos”. Y yuxtaponen, como equivalente, el reconocimiento y respeto del estado a su “Territorio Cultural, sus recursos naturales, que es parte de la vida del rarámuri”. Es clara su concepción. El territorio cultural es más que la tierra de labranza, a la que incluye, es base de cualquier autonomía.

En el tercer párrafo aclaran el fundamento de la autonomía. Usan términos más tradicionales para apelar a su derecho a la libre determinación: “Se respete la libertad de nuestras decisiones en las formas de gobierno y organización”, que detallan en tres puntos. Lo religioso, subraya el derecho a diferencia, a su cosmovisión: “ritos diferentes, de nacer a morir”. Lo político, como democracia “sin intromisión”. Lo social, exigiendo respeto a cualquier institución: “Que no impongan”.

Todo esto no es teoría rarámuri para reclamar a otros, es lo que ellos viven en las actividades cotidianas. Lo vemos claramente en el trabajo agrícola, por ejemplo. Es un ejercicio de ayuda mutua para la vida de la comunidad.

En un texto narrativo, escrito originalmente en rarámuri, dice Feliciano Espino:11

“Cuando otro quiere hacer algo, dice: “si quieres, ayúdame por favor…” y se van juntando todos y luego empiezan a trabajar en lo que tienen que hacer”.

El relato describe el modo en que esa ayuda mutua se pide y ofrece: “si quieres”, dicen “ayúdame, por favor”. Queda claro el respeto al otro y a su libertad, que no puede exigir a otro ser humano.

Así piensan los Pueblos Indios. Sus derechos son suyos, de sus pueblos, desde los orígenes. Por ello no aceptan abandonar su vida comunitaria. Es, al fin de cuentas, la única manera genuinamente humana de vivir de acuerdo a sus cosmovisiones milenarias.

En textos excepcionales otros pueblos de indios mexicanos expresan este su apego a la vida que es apego a su historia, a sus valores, a su cosmovisión. El Congreso Nacional Indígena ha producido textos muy bellos, de índole poética en verdad. De ahí tomo dos párrafos de su Declaración “Nunca más un México sin Nosotros”12

Declaramos:

“Que honramos hoy, como siempre, a quienes nos hicieron pueblos y nos han permitido mantener contra todo y contra todos, nuestra Libre Determinación. Que honramos a quienes nos enseñaron a seguir siendo lo que somos y a mantener la esperanza de la libertad”.

“Que no cederemos nuestra autonomía. Al defenderla defenderemos la de todos los barrios, todos los pueblos, todos los grupos y comunidades que quieren también, como nosotros, la libertad de decidir su propio destino, y con ellos haremos el país que no ha podido alcanzar su grandeza. El país que un pequeño grupo voraz sigue hundiendo en la ignominia, la miseria y la violencia.”

Son textos fundantes de su libertad como pueblos y personas, de su autonomía para la libertad de los hijos de Dios. Son textos que denuncian ausencia de libertad. No sólo la reclaman para ellos, fieles a su sentido de la justicia buscan la libertad para todos. Esto exige un país plural, tolerante, incluyente. Esta es la libertad que nos inspiran desde sus sabidurías.

También encontramos estos reclamos y propuestas en la rebelión india de Chiapas. Escribí un día:13

“Novedosa, nunca antes dicha así, era su propuesta insurgente que no pretendía tomar el poder, que no quería arrebatar la autoridad ni dirigir la historia de otros, que quería solamente que todos pudieran tener un lugar igual, “Un mundo donde quepan muchos mundos, un mundo donde todos puedan caber”. Así decían de la libertad, de esa unidad libre de todos los diferentes.”

Desde lo anterior, el Foro Nacional Indígena –que convocó el EZLN para consultar con los Pueblos Indios lo que podría firmarse en San Andrés– formula sus exigencias:14

“Somos pueblos, no etnias o poblaciones; al reconocernos como tales, con los derechos colectivos que nos corresponden por nuestra diferencia, se crean las condiciones para poder disfrutar todos los derechos y libertades que nos corresponden como personas.

“No pedimos a nadie que nos otorgue autonomía. La hemos tenido y la seguimos teniendo. Nadie puede darnos esa capacidad de ser nosotros mismos y de gobernar nuestros pensamientos y nuestros actos conforme a nuestra propia visión del mundo. Pero no hemos podido ejercer a plenitud esa libertad, ni en el régimen colonial ni en el México independiente. Hemos tenido que hacerlo siempre contra todo y contra todos, en una larga lucha de resistencia.

“No aceptamos ya seguir siendo discriminados y excluidos de una patria que es tan nuestra como de todos los demás mexicanos y mexicanas; esta patria se ha construido sobre nuestras espaldas, con nuestras manos y nuestros esfuerzos. Queremos gozar de entera libertad para seguir siendo lo que somos. Queremos crear las condiciones para que eso sea posible. Creemos que México sólo será libre cuando nosotros lo seamos en plenitud.”

Por eso, y con los mismos fundamentos, no es sorprendente que demanden el reconocimiento de derechos nuevos –para ellos y nosotros– como son los derechos a la comunicación de la cultura desde los medios de nuestros tiempos.15

“Millones de hombres y mujeres queremos escuchar la voz antigua, nuestra voz, la palabra verdadera, la palabra de nuestra tierra, queremos pronunciarla y escucharla en todos y por todos los medios y queremos hacerlo siempre, queremos que los pueblos indios también posean medios de comunicación para la defensa y el desarrollo de su cultura y para construir un diálogo que haga posible una nueva nación donde la libertad, la justicia y la democracia sean una realidad.”

Ésta su libertad, tan ancestral como actual, es otro brillo del óbolo que ofrecen a la humanidad toda. Bien nos vendría adoptar su alegría, la de la fiesta que reconstituye a la comunidad. Por ello, termino de comentar su visión de la libertad con una bella frase de los Ódame, Tepehuanes de la sierra de Chihuahua, escrita durante un taller que reunía a Gobernadores y otras autoridades tradicionales de la Diócesis. Es una especie de oración narrada o de versículo de su credo ancestral. Dicen así:16

“Dios nos dejó esta alegría que todos los años hacemos nuestra Fiesta en todos los pueblos de los Ódame, ellos van a cumplir a su Iglesia tanto los abajeños como los arribeños para que Dios nos dé libertad”.

Dan ganas de terminar diciendo: Amén.

Democracia india para hoy

De nuevo, inicio este tema de la democracia evocando a los Rarámuri de Chihuahua.

La libertad y la justicia que comentamos ya tienen mucho que ver con la noción rarámuri de democracia, casi se confunden con ella porque la incluyen y se incluyen en ella. Al fin de cuentas, la democracia es un concepto nuestro, como los anteriores, como el de Autonomía. Adopto aquí esos términos porque nos ilustran a nosotros, no porque sean los más claros o definidos para ellos.

Lo que podríamos, pues, llamar democracia rarámuri es más que nada el respeto a la persona en comunidad, a cada miembro de la comunidad, en su libertad y en el marco de la cosmovisión común que exige lo cabal, lo justo, para todos y cada uno. Ahí, el servicio de la autoridad, o de los cargos mejor dicho, es la ayuda mutua que la comunidad requiere para subsistir y reproducirse culturalmente. Dicho de otra manera, la democracia electoral existe en los Pueblos Indios, pero les queda muy corta. Para ellos la democracia es mucho más.

Resulta difícil, por ello, recurrir a algún ejemplo. Es grande el riesgo de parcializar, de hacer creer que su democracia está, por ejemplo, en los juicios que ya comentamos, en los que vimos indirectamente y en la que podríamos abunda mucho más. Podríamos verla en la libertad, como ya la insinuamos, pero no bastaría.

Podríamos hablar de la educación y de cómo se refleja, en sus propias aspiraciones, su propia democracia. Dicen al respecto los Rarámuri en su ponencia para el Foro Nacional Indígena:17

“La escuela tiene que ser para las necesidades de nosotros, no para cambiarnos a otras costumbres. Que ahí se respeten los valores culturales.

“En la escuela las autoridades indígenas deben participar para ver qué hacen y cómo deben trabajar los maestros. Deben tener autoridad, capacidad de decisión”.

En esta propuesta, la democracia debe abrirles espacios, no para elegir a quien los manda sino para ser ellos mismos. Debe ser interacción entre él que gobierna y el gobernado, trátese de la Secretaría de Educación Pública o del maestro. Ellos todos, tienen en todo caso un cargo y deben, como dicen los insurgentes de Chiapas, “mandar obedeciendo”; es decir ser en verdad “servidores públicos” a las órdenes de quien los puso en el cargo. Lo importante en la democracia es que todos en su peculiaridad tengan espacios para decidir su vida, comunitaria y personal.

Cultura Tarahumara

Cultura Tarahumara

De: http://www.mexicoscoppercanyon.com/esp/tarahumara.htm

Los reclusivos Indios Tarahumara son una tribu que escogido vivir apartada de la cultura occidental. Viven en forma primitiva y se alimentan principalmente del maiz, el frijol y su ganado.

En el Invierno viven en cuevas, y en el Verano se mudan a pequeñas cabañas de madera. Son muy buenos tejedores y producen cobijas de lana, de diseño sencillo pero excelente calidad que les proporcionan calor durante el rudo Invierno en los cañones. Los Tarahumara —como la mayoría de las tribus nativas de Norteamérica— han sufrido desde la llegada de los conquistadores.
Aunque no fueron afectados tan severamente —como otras tribus— por la viruela y otras enfermedades Europeas, muchos Tarahumaras sufren de tuberculosis, y su ciclo de vida es, en promedio, muy corto.
Los misioneros Jesuitas les han ayudado a aliviar los efectos de las enfermedades y los han motivado para que sus niños asistan a la escuela. Hay tours disponibles desde Creel, que te llevan a una Misión Jesuita y a una cueva Tarahumara. Estos tours te pueden dar cuando menos una ojeada a la cultura Tarahumara.

De acuerdo a la leyenda de los ancestrales habitantes de la Sierra, el mundo fué creado por Rayenari —Dios Sol— y Metzaka —Diosa Luna. En su honor, en el presente, ellos bailan, sacrifican animales y beben “tesguino”.

Ahí, en donde la Sierra Madre Occidental se vuelve escarpada e irregular, viven los Tarahumara — que se llaman a sí mismos Rarámuri (piés ligeros).
La actividad más importante entre ellos es el cultivo del maíz y el frijol y algunos crían ganado. Dada la fragilidad de su economía, algunos buscan trabajo en los aserraderos.
La vida de este grupo ha cambiado; los antiguos Rarámuri tenían una dieta balanceada, además de consumir frutas y vegetales regionales, cazaban animales. En el presente, la industrialización y sus productos no les proporcionan los ingredientes nutricionales necesarios a su dieta.
En la actualidad, los Tarahumara constituyen el grupo indígena más grande del Estado de Chihuahua. Su número varía de 50,000 a 75,000 ya que es difícil determinarlo de manera precisa, debido a la inaccesibilidad de las montañas y los deficientes medios de comunicación.
Los Tarahumara están distribuidos en las municipalidades de Guerrero, Bocoyna, Ocampo, Uruachi, Chinipas, Guazapares, Urique, Morelos, Batopilas, Guadalupe y Calvo, Balleza, Rosario, Nonoava, San Francisco de Borja y Carichi.

Las regiones montañosas e dividen en dos grandes regiones llamadas Alta y Baja Tarahumara. A la primera corresponden las partes dominadas por la Sierra Madre Occidental, y a la segunda, la parte oeste de la misma Sierra, incluyendo la zona de los cañones en las tierras calientes del estado.
Los hombres son esbeltos, con fuerte musculatura y son reconocidos como los mejores corredores de larga distancia. Las mujeres son más bajitas, con caras ovaladas, ojos negros oblicuos y nariz recta.
Los hombres visten una banda en la cabeza conocida como “kowera”, huaraches, y camisa suelta. Las mujeres usan una falda ancha y blusa suelta; el pelo lo cubren generalmente con un chal y llevan un cinturón conocido como “pukera”.

Su idioma es dulce y abundante en palabras que hacen referencia a sus costumbre y su entorno, con frases amables como: “Te saludo, como la paloma que gorjea y te deseo salud y felicidad a tí y a los que amas”.

Cada casa tiene un corazón y en las ollas cocinan el maíz y el frijol que cosecharon durante la temporada.

Entre los Tarahumara, todo pertenece a todos; la propiedad privada no existe, de modo que comparten comida y vivienda.

Eligen a un gobernador —un hombre que se distingue por su servicio a los demás y por su inteligencia— que elige, “gobernadorcillos”: sacerdotes, shamanes y sabios. Estos van por todos los pueblos predicando el orgullo de ser Rarámuri, las costumbres y la moral que se debe observar; funcionan como jueces de los problemas que se presentan y están a cargo de las plegarias.
Fiestas y Ceremonias

Todos los licores comerciales son usados en las fiestas y ceremonias en la gran mayoría de los lugares, pero los grupos más primitivos elaboran sus propias bebidas rituales. Entre los Tarahumara del Noroeste, es una cerveza de maíz llamada “tesguino” (batari).

En cuanto a la ropa, existen una gran variedad de “sarapes” de bellas texturas y sencillos diseños, que sólo son vistos en las espaldas de los nativos. Los sarapes Tarahumara son pesados y de tejido áspero, en colores naturales, la mayoría de ellos sin adornos y que poseen la belleza particular derivada de su textura y simplicidad.

Una relación imilar a la de los “compadres” existe entre lso Tarahumara, pero los participantes son llamaos «morawas» en lugar de “compadres”, lo que en su idioma significa la unión de dos personas que han negociado mutuamente.

Cuando los bienes son el ganado, el “comprador” y el “vendedor” se tocan mutuamente el hombre diciendo “Dios cuida morawa”. Y cuando un morawa visita a otro, el invitado recibirá el honor de sentarse en un taburete de piel de cabra, en el lugar preferente junto al fuego.
Siempre existe un enorme grado de reserva entre los sexos. Entre los Tarahumara, un hombre que hace una visita a la casa de un amigo deberá anunciar su presencia antes de llegar hasta la puerta de la casa, y si la mujer está sola, él no entrará sino que permanecerá a la distancia. A menos que exista una relación muy cercana, los hombres y las mujeres sólo se hablan unos a otros cuando es estrictamente necesario, siempre a una distancia respetuosa y sin mirarse los rostros.

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LOS RARAMURIS O TARAHUMARAS

LOS RARAMURIS O TARAHUMARAS

Según la leyenda de los antiguos pobladores de la sierra, el mundo fué
creado por Rayénari -dios sol- y Metzaka -diosa luna-. En su honor, hoy en
día bailan, sacrifican animales y beben tesgüino.
Ahí donde la Sierra Madre Occidental se torna más agreste y accidentada
viven los tarahumaras o tarahumares, que se llaman a sí mismo rarámuri.
Hace unos 300 años los tarahumaras se disgregaron de un grupo nómada que
viajaba por la costa oocidental de México rumbo al sur. Conforme el grupo
avanzaba, se iba dispersando. A los que llegaron al sur de la sierra se les
conoció como huicholes y coras, y los que se establecieron en Sonora y
Sinaloa formaron más tarde los grupos yaqui y mayo. Se cree que otro grupo
viajó río arriba, por profundas barrancas, atravesó la Sierra Madre
Occidental y habitó las planicies cercanas a la actual ciudad de Chihuahua.
Con la llegada de los españoles, los tarahumaras se refugieron en las
montañas y barrancas de la sierra. Se trata de un pueblo muy resistente a
las adversidades, que vive en pequeños núcleos.
La mayoría cultiva máiz y frijol, y cuenta con un poco de ganado. Debido a
lo precario de su economía algunos buscan trabajo en los aserraderos. La
vida de este grupo ha cambiado; el antiguo rarámuri tenía una dieta bien
balanceada, pues además de consumir los productos agrícolas de la región,
comía carne de animales silvestres que él mismo cazaba; en la actualidad han
incorporado a su alimentación productos industrializados, que la más de las
veces no son lo suficientemente nutriticvos. Actualmente los tarahumaras
constituyen el grupo indígena más numeroso del estado de Chihuahua.
Héroe de la sierra, con fuerza de hierro, voluntad indomable y la palabra de
poeta. Levantó a sus hermanos e incendió la sierra con su oratoria. Hizo
renacer el alma indígena en el coraje y orgullo de su casta. El alma fuerte
y misteriosa de los raramuri sigue viva después de siglos, como la voz del
guerrero poeta Teporaca, que aún resuena en las montañas.
En la Sierra Madre Occidental, han vivido por cientos de años los rarámuri
(“los de los pies ligeros”) o tarahumaras. Durante la Colonia los misioneros
jesuitas lograron llegar hasta lo alto de la sierra a enseñar a los indios
la religión y costumbres cristianas. Sin embargo, hoy en día los tarahumaras
viven y dominan esa sierra magnífica manteniendo una mezcla de creencias
entre su religión y la que antaño predicaron los msioneros. Los hombres son
esbeltos, con músculos fuertes, han sido reconocidos como los mejores
corredores de resistencia. Las mujeres son más bajitas, su faz es ovalada,
de ojos negros y oblicuos y nariz recta. Ambos tienen una negrísima
cabellera, lacia y pesada. El hombre lleva un taparrabo sujeto a la cintura
con un triángulo largo de tela hacia atrás, camisa suelta, huaraches y la
frente ceñida con una tira “kowera”.
Las mujeres usan falda ampona y blusa suelta, casi siempre cubren su cabeza
con una pañoleta, llevan una faja de lana tejida, “pukara”, alrededor de la
cintura. Su lengua es dulce y predominan los vocablos referentes a sus
costumbres y su entorno, con palabras corteses como “te saludo, como la
paloma gorjea, te deseo salud y felicidad con los tuyos”.
El clima les marca su lugar de habitación: durante primavera, verano y
principios de otoño, viven en los altos valles, sembrando y cosechando; al
llegar el frío invierno bajan la sierra hasta llegar a sus aldeas, a casitas
de madera o a sus amplias cuevas. Cada casa tiene su fogón y en las cazuelas
que fabrican cocinan los granos de maíz y frinol que cosecharon en la
temporada. Entre los tarahumaras todo pertenece a todos, no existe la
propiedad privada, así comparten techo y comida. Entre todos eligen un
gobernador -un hombre que destaca por sus servicios e inteligencia-, que a
su vez elige gobernadorcillos: sacerdotes, curanderos y sabios. Estos
recorren las aldeas que les corresponde cuidar predicando el orgullo de ser
rarámuri, las costumbres y moral que deben tener, fungen como jueces en
problemas y se encargan de los rezos. Para preparar su bebida ritual: “el
tesgüino”, usan ollas de barro donde se fermenta el maíz con que se elabora.
Para almacenar agua utilizan medias calabazas, y para efectuar sus largos
recorridos cargan pinole -polvo de maíz endulzado- en sus guajes. Fabrican
violines y grandes tambores para tocar en sus ceremonias. De sus tradiciones
culinarias todavía conservan un platillo que se prepara en distintos sitios
del estado: “chacales”, delicioso caldo preparado con máiz quebrado y
cocido.
Ritos Raramuris
Rayénari, tu eres el padre, te reverenciamos cuando apareces en el
horizonte, con todo tu poder, luz y calor, llenas de brillo el mundo. Ya se
ha ido a descansar, nuestra madre, la luma Metzaka. que es blanca y pura.
Por eso sacrificamos borregas blancas, gallos blancos y chivos blancos.
“Los tarahumaras le rinden culto a un principio trascendente de la
naturaleza, que es macho y hembra, y dicho principio lo llevan sobre sus
cabezas, en una cinta con dos puntas, eso indica que son una raza unida a
las fuerzas originales, macho y hembra, con las cuales trabajó la
naturaleza”. Así describió el fundamento religioso de los rarámuri Antonin
Artaud -gran poeta francés-, que vivió en 1936 una temporada en la sierra
tarahumara. El “yumari” es uno de los bailes más importantes para los
rarámuri, durante toda una noche se ayuda al Padre Sol y a la Madre Luna a
producir lluvia. En la danza se imitan los movimientos de los venados, que
fueron los que enseñaron a los hombres el yumari. Las mujeres forman un
círculo alrededor de una fogata, se hincan y pegan la frente al suelo y
cantan el coro “el yumari”. Al ritmo de los tambores bailan, dibujan con sus
pies al sol, la luna y las estrellas. Para todas sus ceremonias preparan
tesgüino, una bebida muy importante para ellos, hecha de maíz molido y
fermentado; durante las ceremonias lo beben en jícaras. Por eso son llamadas
por los “chabochis” -hombres blancos-, “tesgüinadas”.
El Peyote
El peyote, “jículi”, es para los tarahumaras un cacto protector, guardian
contra ciertas enfermedades y peligros. Además es motivo de una de las
fiestas mas importantes que se llevan a cabo en su honor por medio del baile
jículi. Para esta ceremonia preparan “tonari”, comida ritual que es un
cocido de res, papas y calabazas, sazonado con especies recolectadas en la
sierra. También se bebe tesgüino de hecho, antes de comer el peyote, éste
mismo se rocía con la bebida ceremonial. El baile se hace alrededor de una
fogata y una cruz, el sacerdote escoge dos mujeres que se encargan de moler
el peyote en un metate, el jugo -que es espeso y de color pardo- se vierte
en una jícara, y de ésta beben los participantes en el baile. La ceremonia
dura toda la noche, y en distintos intervalos, se bebe, se baila y se come.
Además del tonari, las mujeres han cocido gorditas, atole, tamales y
mazorcas cocidas, todo condimentado con especies y frutos silvestres. Al
salir el sol, almuerzan tranquilos para reponer fuerzas y luego regresan a
sus casas.
Semana Santa
Desde una semana antes del jueves santo, vuelcan toda su energía y trabajo
conjunto para la celebración, durante tres largo días, de la Semana Santa.
Los jóvenes regresan del bosque cercano con pequeños pinos con los que se
construiran arcos hasta de cuatro metros de alto, para colocarse frente y
alrededor de la iglesia. Estos arcos, coronados con grandes flores de yuca,
sirven durante el ritual de Semana Santa como estaciones, en donde un grupo
de hombres y mujeres -previamente designado- bailan y rezan. Estos arcos
también se instalan frente a la casa donde se prepara y se sirve el
tesgüino.
Durante tres días no dejan de sonar los tambores. Flautas y violines hacen
recordar música de antaño. Hay mucha actividad en el pueblo; los ancianos
van y vienen, mientras los niños juegan entre las mujeres que muelen el maíz
para el tesgüino. Justo antes del anochecer, uno de los chamanes entra al
atrio de la iglesia seguido por tres hombres que portan pequeñas vasijas
llenas de esta bebida. El chamán sostiene sobre su cabeza olotes ardiendo y
un cuchillo, los cuales utiliza para señalar, frente a la cruz de madera,
los cuatro puntos cardinales. Los tres hombres que lo acompañan rocían el
piso con el líquido de sus vasijas, el rito se repite tres veces.
El jueves santo, a media noche, la muchedumbre se dispersa, y cerca de la
una de la mañana sólo el misterioso sonido de los tambores se escucha en la
oscuridad.
La mañana del viernes santo, los soldados y fariseos, representados por dos
grupos de hombres pintados con cal y ocre, “los pintos” danzan durante
treinta y seis horas. Donde quiera que ellos realizan su representación, se
sirve tesgüino. Los danzantes llevan dos figuras de paja -una femenina y
otra masculina- representando a Judas. El viernes es el único día que
participan las mujeres en la procesión, cantando y echando incienso
alrededor de la iglesia.
Para entonces, el atrio se encuentra atestado de bailarines y músicos
tocando sus tambores, violines y flautas; los ancianos también están
presentes. Esa noche es cuando los tarahumaras realmente gozan de la fiesta:
beben, bailan, ríen y chismean; despúes más baile y saltos, acompañados
siempre del agudo sonido de los tambores. El sábado en la mañana los grupos
de soldados y fariseos danzan en los cerros. Al mediodía los grupos de
danzantes llevan a cabo su representación en el atrio del templo. Son los
“matachines” que se mueven rítmicamente al compás del violín y la guitarra.
En la tarde, el maestro de ceremonias destruye todos los arcos que están al
frente de la iglesia, mientras los artistas y espectadores se retiran
lentamente hacia el campo. Allí son quemados los Judas.
Olimpiadas en la Tarahumara
Se organiza entre varias aldeas una competencia deportiva. Los hombres hacen
carrera de bolas y las mujeres lanzamiento de aro. Los recorridos de la
carrera llegan a ser de hasta 200 km, y duran dos o más días. La noche
anterior cada grupo hace una ceremonia preparatoria, practican abstinencias
y se masajean los músculos con grasa de borrego. Un jugador de cada equipo
arranca pateando una bola hecha con madera de encino, y corre seguido de sus
partidarios, turnándose la pelota hasta llegar a la meta; la ruta se traza
de antemano por los vericuetos de las montañas. Las apuestas se hacen con
costales de maíz, ropas y animales de granja,. Los atletas son muy
reconocidos en las comunidades. Las mujeres empujan un aro de ramas tejidas
con un palo curvo, su trayecto es más corto que el de los hombres. También
hay dos bandos y apuestas. Al terminar las justas, hay banquete y
tesgüinada.

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