Tradicion Wixarrica ( Huichola)
Tradicion Wixarrica ( Huichola)
Tabla de contenido
1. La Gente Verdadera
2. Mara’akame, el Hombre cantor, chamán y guía y Sus deidades.
3. Wirikuta la Puerta del Espíritu
4. La Peregrinación.
5. El Retorno
6. Historia Extrañas
7. Bibliografía y Datos adicionales.
Este trabajo es una recopilación que dirigió Guillermo Hernández ( Sinarca Nacional y Coordinador de la Red de Jóvenes Sinarquistas).
La bibliografía es: “Sobre los pasos de los ancestros”, Elisa Ramírez, Revista Arqueología Mexicana
Los Wixárrica
Asi se llaman ellos mismos. Dicen vivir en el centro del mundo. Y ser la Gente Verdadera. Quizás se escuche como soberbia, sin embargo tiene un sentido diferente: significa mas bien ‘la gente que no finge’.
Es un Pueblo que habita el Norte de Jalisco, Sur de Nayarit y poblaciones varias en Durango, Zacatecas, así como una importante presencia en ciudades como Guadalajara, Tepic o Colotlán.
Son cuatro rumbos del Universo + el quinto, el Central, ubicado en el Calihuey, el tuki o Santuario.
Su aislamiento histórico y su Tradición los han hecho los custodios de tal centro, símbolo del Cosmos. Esta decisión ha sido tomada para ceñirse a los designios de los dioses y ancestros, que deben auxiliarlos en el desempeño de éste cargo.
Mantener su constante contacto con los seres sobrenaturales es una de las preocupaciones primordiales de los huicholes . Los hombres deben vivir, revivir, conservar y transformar constantemente la tradición, ‘el costumbre’ instaurado desde el principio de los tiempos; es condición de su permanencia en la tierra; acatarla es la base de su organización social, obligación de todo huichol y, sobre todo, cargo de todo mara’akame y cahuitero ( cantador y funcionario).
El territorio geográfico que los wixárrica reclaman como propio es diferente de su territorio ritual y místico, ya que éste se extiende desde Durango, hasta Chapala, desde la Costa de San Blas hasta el desierto potosino ( San Luis Potosí), a donde peregrinan para traer agua sagrada, cazar venados y recolectar peyote.
Los hombres deben cuidar y alimentar a sus dioses para que los dioses protejan y mantengan a los hombres. Equilibrio entre lo mundano y sagrado, entre humano y sobrenatural, entre lo contemporáneo y lo primordial. Difícil de lograr y que requiere de un esfuerzo constante.
El intermediario entre los polos es responsabilidad de todos y cargo de cada mara’akame. Los vehículos para acercarse son las ofrendas y la vida misma, a cambio, los dioses dan lluvia, cosechas, salud y sabiduría.
La cantidad de tiempo y energía para cada ceremonia les hacen ser descritos por los investigadores y estudiosos como un Pueblo Religioso.
Pero no sólo es en los recintos ceremoniales, también la vida cotidiana: siembra, caza, tareas domésticas, salud, arte y artesanías hacen referencia a lo Sagrado.
Todos, hombres y mujeres deben cumplir en algún momento cargos, participar en las festividades y en actividades comunales.
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Mara’akame, Cantor, chamán, sanador y guía.
[Es el Cantor, médico, sacerdote y guía. Es vidente, soñador, adivino y político; su cargo es conocido, buscado, respetado y temido. Es custodio de la historia y las costumbres.
El mara’akame sabe cantar, hablar con los dioses en lengua esotérica, es músico y coreógrafo en las ceremonias, está al tanto de los espacios de los patios que corresponden a los tiempos de las fiestas. Conoce las enfermedades y sus remedios, sabe capturar las almas y encaminar los muertos.
León Diguet nos dice de los huicholes: “…no dejaron monumentos, pero de generación en generación, la tradición de los antepasados ha logrado transmitirse mediante cantos”.
El mara’akame resguarda su sabiduría como reliquia y la adapta para que sea siempre vigente, es guía de los peregrinos y andador de caminos.
( en ésto, se parece enormemente a los sufíes peregrinos, a los sannyasis de la India, y una gran cantidad de derviches itinerantes, monjes y gurúes de diversas tradiciones. Nota del editor)
Desde pequeño, el maraakame recibe señales que le indican su futuro, su ‘vocación’.
Ayuno, sacrificio, y al menos 5 peregrinaciones a Wirikuta son parte de su entrenamiento.
Después, escucha la Voz y él mismo recibe el ‘don’. Recibe la medicina y sus herramientas de médico-cantor-guía: el muvieri ( flechas sagradas), para escudriñar lo escondido, lo oculto, ve lo invisible y escucha el aire. Los dioses le inspiran cantos y conocimientos, el maraakame les presta su voz y los dioses hablan.
Los huicholes consideran deidades a todos los fenómenos de la naturaleza y a sus antepasados, no les llaman dioses sino ‘abuelos’, Padre, Madre, Hermano…..
Según el investigador Lumholtz hay 47 divinidades.
Pero las deidades se mezclan, se confunden, expresan con varios nombres la misma experiencia de lo Sagrado….
Takutsi Nkawé, Nuestra Madre Crecimiento que fué la madre generadora; Tatéwari Nuestro Abuelo Fuego; las 5 madres del agua; Tayao, nuestro Padre Sol, nuestro Bisabuelo, Cola de Venado, son varias de las principales deidades.
Los ritos, las ceremonias y las deidades mismas, así como la vida del Wixárrica, se divide en Temporada de Secas y Temporada de Lluvias. ( Zingg, 1982).
El primer maraakame fue el fuego.
Kauyumari es el héroe civilizador, tamién se le conoce como Maxacuari o Mayakuagi. Es hombre, venado y dios.
Con sus cuernos elevó al Sol en el cielo, y con ellos, aparta las nubes en el Portal de las Nubes.
Hizo nacer al Xícuri-Peyote de sus huellas y trajo el maíz al mundo.
Inventó los instrumentos musicales y instauró las ceremonias. También trajo la muerte, Fué enviado por el Sol para instruir a sus hijos.
Sus proezas se narran en los cantos y sus rutas se siguen en las peregrinaciones. Las danzas son el memorial de sus hazañas y él se sacrifica en las cacerías.
Fuego, Sol, Venado, Peyote-jícuri y maíz se entrelazan en las ceremonias y en los cantos.
El ciclo del peyote empieza en diciembre-enero y termina en mayo-junio cuando empieza la temporada húmeda, tras la peregrinación a Wirikuta, la cacería del venado, la bendición del maíz, y la fiesta del Jícuri Neirra.
¿Pero qué es Wirikuta?
Wirikuta, la Puerta al mundo del Espíritu.
La fiesta de los primeros frutos, del elote tierno o del tambor, es para bendecir a los elotes y a los niños ( la raza del maíz?), para que ambos se purifiquen y crezcan sanos.
Todos los niños menores de 5 años volarán a Wirikuta transportados por el Canto del maraakame, en alas de Tatei Werica Wimari nuestra abuela Aguila Niña, el águila de dos cabezas que mira a la vez al lugar donde sale y adonde se pone el Sol.
Cada niño y su madre llevan ‘Ojos de Dios’ -un rombo por cada viaje y cada año. Hasta completar los 5 años requeridos. Y una sonaja, un sombrero y una talega. En la mano, un ‘peyote’ ( tortilla, galleta o un peyote seco).
También viajan a Aramara, peñasco cercano a la Playa de San Blas, en Nayarit.
Las sonajas agitándose son los pasos de los niños o las alas del colibrí, pues en tales aves se han transfigurado. Acompañan el canto, la música y el ritmo del tambor, del que cuelgan bules de tabaco y colas de ardilla.
El Maraakame va enunciando los lugares por donde pasan, donde descansan, donde se detienen, los peligros y los requisitos que deben cumplirse.
Al llegar al lugar donde se ‘confiesan’, los niños reconocen o no, haberse comido elotes, y el maraakame procede a purificarlos con agua sagrada asperjada con flores de Zempoalxóchitl y el roce de sus plumas.
Ante el fuego, los niños aprenden el mapa mítico que más tarde deben recorrer.
Antes de su primer peregrinación, a los niños se les familiariza con los lugares y circunstancias del viaje de los ancestros.
Los caminos, Lugares Sagrados y animales guardianes adornan sus muñecas y sus cuerpos, bordados con chaquira o hilo. Durante la fiesta, las marcas amarillas de sus mejillas los señalan como peregrinos, aunque muchas veces el llanto y los juegos infantiles hacen que las lágrimas borren las señales antes de tiempo.
Cuando hagan la Peregrinación, años más tarde, les precede un mar de palabras, les guía un canto y cumplen la tradición con una memoria previa. Antes de llegar a Wirikuta, Wirikuta llegó a ellos.
La Peregrinación.
Quienes van a Wirikuta, siguen el camino de los ancestros. La voz del mito es su mapa. Cada año, desde el principio de los tiempos, los hucholes van a la cacería sagrada del Xícuri.
Siguen ‘el camino del Hermano Mayor que camina al amanecer’. Guiados por un capitán que enciende, cuida y personifica al Fuego. Reanudan los pasos para ‘buscar la vida’. ( Lumholtz, Benítez y Myerhoff).
Peregrinan a un lugar donde se transfiguran y se convierten en dioses para traer el alimento del alma.
El camino es ‘delicado’ y ‘trabajoso’.
Deben penetrar el lugar donde fué creado el Sol, al territorio donde primero brilló Nuestro Padre desde el cerro Quemado, al patio de los dioses.
Allí recibió su cargo y su voz el Bisabuelo Cola de Venado. Wirikuta no es un lugar histórico sino mítico. A medida que avanzan, los peyoteros deben desprenderse de su carácter mundano, de sus nombres, del lenguaje habitual, y llegar limpios para acceder a lo Sagrado, traspasarlo, vislumbrarlo y retornar con plantas y bendiciones que repartirán entre los suyos.
El viaje dura 43 días, 20 de ida, 3 en el desierto, y 20 de regreso. Desde principios del siglo se usaban mulas para transportar las tortillas secas y para traer el peyote de regreso. Hoy se usan vehículos de motor, pero las paradas, ayunos, ofrendas, etc…son las mismas.
Cada ranchería o comunidad huichola manda entre 8 y 12 peregrinos.
Los guía el custodio del Fuego y del tabaco, quien enciende el fuego en dirección oriente al partir y al poniente al regresar.
En la Comunidad queda otro grupo que también participa en la peregrinación : Cada noche se reúnen, prenden el fuego y desatan un nudo por día de la cuerda que, en ambos grupos, sirve para llevar la cuenta de los días.
Unos y otros deben ayunar, no deben bañarse ni cambiarse de ropa y han de abstenerse de relaciones sexuales.
En cada cueva, peña, cima, ojo de agua, etc…se dejan ofrendas: jícaras, flechas, muvieri, niéricas pequeñas, comida y monedas.
Unos son Santuarios y otros son kakayari: antiguos peregrinos que se detuvieron y fueron convertidos en Piedra.
En el Portal de las Nubes, cerca de Huejuquilla, los peyoteros confiesan sus pecados carnales públicamente, ante el fuego, haciendo un nudo en una cuerda por cada falta, que queman para purificarse.
Tras la confesión, reciben tabaco y reciben nuevos nombres y nuevos cargos. Todo el lenguaje se trastoca. Los Peregrinos salen de sus cuerpos y personas y se renuevan; el lenguaje sale de sus cauces, pues ya no podrá describir lo que verá de ahora en adelante. A partir de éste momento el orden de la marcha es estricto y no debe quebrantarse.
En Tatei Matinieri, pequeña laguna sagrada descargan las ofrendas implorando bendiciones y buena cacería en el desierto. Allí los primerizos son vendados para no quedar ciegos ante la luminosidad de Wirikuta.
Al llegar al desierto, comienza la cacería, todos avanzan sigilosamente, con el arco tenso en las manos. Cada uno cerca 5 venados-Jícuri con dos flechas, sin herirlo y sin tocarlo, y cuando el Guía caza su peyote con dos flechas cruzadas, ve al venado y siente su remolino. Todos se acercan y ofrendan ante el cactus.
El cahuitero guía pide perdón, corta el peyote y lo reparte entre todos en una comunión inicial. Lo comen tras tocar con el gajo, las mejillas y las muñecas. Entonces, cada cual recoge su caza y comienza la cosecha. Esta noche se toca el violín, junto al fuego, se pelan y preparan los botones de Jícuri en largas ristras y se los comen.
Cuando terminan, se retiran rápidamente. La convivencia con lo divino es difícil y peligrosa, no admite familiaridades. Cuanto se utilizó se quema en el último fuego hacia el este, se circula la hoguera, se voltean los leños y se emprende el retorno.
La búsqueda de las visiones no es la finalidad de ésta Peregrinación. Se cumple con un cargo, se colectan los peyotes y se recoge el agua sagrada necesarios para alimentar las ofrendas y las festividades donde se pide vida, salud y fuerza.
El Maraakame, o aspirante a cantador , en cambio, sí las busca: con ayuno, sacrificio y constancia escucha la voz de los ancestros.
El venado-Jícuri lee la mente y pone palabras en boca de quien merece el cargo.
Le da Canto, sabiduría equilibrio y cargo.
El elegido tiene una simbología previa y un esquema adecuado para reibir tales enseñanzas, por lo cual sus enseñanzas son canónicas.
Por eso también la negativa a compartir, narrar o discutir las visiones de cada cual.
Son personales e indiscutibles -como suele ser lo divino- y su particularidad resta fuerza al sentimiento comunitario; es buscado y auspiciado para lograr entre todos el bienestar general. La peregrinación y sus dones son colectivos en tanto su modalidad y su llamado son privados.