Los dioses que inventaron las religiones

Los dioses que inventaron las religiones
Por Manuel Carballal
   
Para los cristianos, Maximón o San Simón es San Judas, y su devoción es tan comprensible como la de cualquier otro santo católico, a pesar de ser el patrón de tan irreverentes placeres carnales. No debía extrañarnos por tanto que los vigilantes del santo, como acto de “devoción”, se pasasen todo el día agarrados a la botella de ron, cantando alabanzas al Santo, y cogiendo tan espectacular cogorza. Sin embargo, aquellos custodios no solo eran cristianos, sino que pertenecían también a La Costumbre, la religión producto del sincretismo entre el cristianismo impuesto por los conquistadores españoles, y la tradicional religión Maya.

Dioses que inventaron a Dios
En 1980 se publicó un librito en España que pasó absolutamente desapercibido. Se trata de Los Dioses Creadores de Religiones del Dr. Frederick L. Beynon (pseudónimo). En esta obra el Dr. Beynon plantea unas interesantes y novedosas reflexiones teológicas sobre el origen de los dogmas en que se han erigido la mayoría de las religiones tradicionales. Beynon no solo hace una exaustiva recopilación de leyendas y tradiciones orales de todas las culturas del mundo en torno al origen de la religión y los dioses “venidos del cielo” que las crearon, sino que ofrece una re-interpretación antropológicosocial sobre la aparición de la teología en las culturas primitivas.

Es un hecho que la primera forma de culto sobrenatural, o de religión primitiva, fue el culto a los muertos. La concienciación de la muerte en los primeros hombres prehistóricos, y su descubrimiento de que la vida física concluye en un momento determinado, supusieron una autentica revolución en su existencia. El arte, la cultura, y toda expresión social en aquellas primeras tribus prehistóricas sufrió una auténtica revolución con el descubrimiento de la muerte. Y así surgió una primera forma de religión natural: el culto a los muertos. Sin embargo, el concepto de “Dios” o de los “dioses” es muy posterior, y no surgiría ningún tipo de culto, además del profesado a los muertos, hasta siglos después.

Para el Dr. Frederick Beynon no resulta admisible la cadena “teológica” oficialmente admitida, es decir, el hombre primitivo primero rindió culto a sus muertos, y después a los espíritus que adquirirían formas zoomorfas, para luego convertirse en los dioses que han dado lugar a las religiones que ahora conocemos. Muy por el contrario, en su opinión, el hombre primitivo no poseía patrones de referencia, ni razones para dar el salto espontáneo del culto a los espíritus convirtiéndoles en seres zoomorfos y menos aún en seres llegados del espacio, como se recoge en miles de leyendas nativas en todo el planeta. Ante el postulado universalmente reconocido en todas las facultades de Teología del mundo, de que “el hombre es un animal religioso por instinto”, Beynon asegura que el hombre primitivo, como “animal evolucionado” que era, solo poseía dos instintos naturales, el de reproducción y el de conservación. En su opinión el hombre de las cavernas rindió culto a sus muertos al encontrarse espontáneamente en su habitat natural con el fenómeno del fallecimiento de sus compañeros, pero no poseía capacidad intelectual para inventarse las complejas teologías y cosmologías que acompañan el culto a numerosos dioses primitivos. Entonces ¿de donde surgen esos cultos a los dioses primitivos?

Revisionismo teológico
No era la primera vez que asistíamos a un ritual de Palo Mayombe. En anteriores viajes a Cuba habíamos tenido la infinita fortuna de entablar amistad con una famosa Palera y Santera cubana que nos había abierto, un poquito, las puertas de la auténtica religión afro-americana. Y digo auténtica, porque lamentablemente en Cuba abundan los pseudo-santeros que, por un buen puñado de dólares, nos permitirán asistir a pseudo-rituales pseudo-religiosos, en los que un grupo de actores dramatizaran pseudo-invocaciones a los dioses ancestrales, para nuestras cámaras. En esta ocasión nuestra “madrina” nos permitió asistir a una parte de un ancestral ritual secreto de iniciación al Palo Monte o Regla Conga que duraría 7 días. Nosotros sólo pudimos asistir un día. Yo debí someterme a otro tipo de ritual y, en ningún momento se nos permitió tomar fotografías ni grabar vídeo, lo que indica que estábamos ante una genuina celebración religiosa y no ante un espectáculo para turistas.

Pero lo más interesante es que en esta celebración se dieron cita los personajes, “padrinos y madrinas” mas antiguos de aquel cabildo (sociedad o grupo) palero de Cienfuegos. Y después del culto religioso y de las invocaciones a los dioses, que fue el más espectacular de los que yo he visto hasta la fecha por la gran cantidad de posesiones y “cabalgamientos” que hicieron los dioses, pudimos conversar con los “teólogos” de esta ancestral religión. Según nos revelaron aquellos ancianos “padrinos y madrinas” -algunos de casi 90 años- de la milenaria religión conga (que ya era milenaria cuando los negreros cristianos comenzaron el trafico de esclavos en Africa hace 5 siglos), la últimas investigaciones históricas en torno a esta religión están arrojando sorprendentes descubrimientos que podrían, en el futuro, obligar a replantear el origen de la religión africana.

Me explicaré. Los babalaos no son sólo la más alta jerarquía en la religión afro-americana. No sólo, como “hijos de Orula” tienen la capacidad de conocer los acontecimientos invisibles y de comunicarse directamente con los dioses del panteón Yoruba. No solo son practicantes de diferentes técnicas de adivinación, sino que también son los estudiosos teóricos e investigadores cuya formación cultural y teológica puede prolongarse durante toda la vida. Y son esos babalaos quienes, a través de la investigación bibliográfica o incluso viajando hasta Nigeria o Angola estudian histórica y antropológicamente el origen de la religión africana. Lo sorprendente, según nos indicaban aquellos ancianos, es que últimamente se habían descubierto antiquísimos manuscritos (en las “libretas” que poseen todos los santeros y babalaos) en los que se menciona la presencia de unos desconocidos “hombres blancos”, muy anteriores a la llegada de los negreros españoles, holandeses o portugueses! al continente Africano, en el mismísimo origen de la religión africana. En este momento, los babalaos cubanos manifiestan su desconcierto ante este sorprendente descubrimiento ¿quiénes eran aquellos hombres blancos que se mencionan en el origen de la religión afro-american? ¿europeos? ¿o tal vez los mismos hombres blancos que se mencionan en otras tradiciones ancestrales como los creadores de la religión?

Sincronicidades arqueológicas
Imposible acceder a aquel lugar en coche. Ni siguiera en los mas potentes 4 x 4. Así que, como hace generaciones, solo restaban dos posibles medios de locomoción, a pie o a caballo. Y a lo largo de este viaje en busca del origen de las religiones, por diferentes países del mundo, el caballo terminó por convertirse en un aliado imprescindible. De la misma forma que habíamos podido acceder a antiguos enclaves religiosos en Petra (Jordania), Centroafrica, Egipto, Haití, Cuba, etc, en esta ocasión sería nuevamente el caballo el único transporte que permitirá al viajero acceder a los insólitos grabados petroglíficos de la isla de Ometepe, en Nicaragua. En coche hasta la costa, en lancha hasta la isla, y ahora, por fin, nos encontrábamos con algunos de los petroglífos más fascinantes y desconocidos del mundo. Desconocidos, sobretodo, porque estos grabados pétreos son ocultados por los nativos los ojos extranjeros, ya que algunas de las piedras grabadas de menor tamaño han sido robadas ya por los infames turistas que ven en este ancestral legado de nuestros antiguos, un divertido souvenir.

Cuando, tras cruzar los frondosos bosques nicaraguenses de Ometepe, llegamos a aquellas rocas, nuestro guía (un joven nativo) apartó arbustos y matojos para descubrirnos aquellos insólitos petroglifos. Tras fotografiarlos, medirlos y copiarlos, volvería a taparlos. De esta forma resulta absolutamente imposible que ningún extranjero pueda descubrir los petroglifos de Ometepe sin la ayuda de un nativo que conozca perfectamente la ubicación exacta de cada piedra grabada. En estos dibujos, algunos de ellos calendarios milenarios, o altares de culto a dioses ancestrales, se observan discos, extraños animales desconocidos o sorprendentes figuras antropomorfas y zoomorfas.

En esta isla, la más grande del mundo dentro de un lago de agua dulce, se conservan tradiciones religiosas ancestrales idénticas a las que se pueden encontrar en algunas tribus de Asia, Africa o Europa. ¿Cómo es posible que algunos de estos petroglifos representando conceptos religiosos sean idénticos a grabados descubiertos en otros continentes? ¿cómo pueden ser tan coincidentes las leyendas sobre los “dioses venidos de las estrellas” entre culturas tan diferentes? Y más aún, ¿cómo es posible que los indios aborígenes de Ometepe posean desde hace miles de años conceptos teológicos como el alma inmortal, como otras religiones contemporáneas?

Astroarqueo-teología
Gonzalo Gil Dávila, nuestro guía en esta ocasión, es un consumado jinete. No resulta fácil seguirle cuando, casi al galope, se internaba por aquellos bosques y zarzales. En una de nuestras excursiones a caballo incluso terminamos mordiendo el polvo, y la verdad es que una caída el caballo, es bastante dolorosa. Pero, sin lugar a dudas, mereció la pena. Gonzalo Gil es el descubridor de algunas espectaculares cuevas, que en su día estuvieron habitadas por los indios taínos, antes de que el colonizador español los hiciese desaparecer sustituyéndolos por esclavos negros, que todavía no aparecen en los mapas arqueológicos.

Nos consta que fuimos los primeros seres humanos en años, quizás en siglos, que visitaron alguna de esas cuevas descubiertas por nuestro guía. Y en algunas de ellas nos encontramos grabados que reflejan extraños dibujos circulares y discoidales, similares a otros grabados descubiertos en las cuevas de medio mundo ¿otra coincidencia? Tal vez sea una coincidencia también que en Centro-Africa pudiésemos descubrir que, exactamente esa forma discoidal es la que presentan, en las tradiciones nativas, los “Carros de las Brujas”. Se trata de una especie de vehículo celestial y luminoso, en los que se desplazan los espíritus de los antepasados, pilar fundamental de los ancestrales cultos a los muertos en países como Malawi. Precisamente ahí, tras interrogar a diferentes testigos sobre la forma que presentaban esos vehículos míticos que, según algunos testigos contemporáneos, todavía hoy surcan los cielos transportando el espíritu de los muertos, nos ilustraron al respecto mostrándonos una gran cesta de mimbre con forma de plato… de gran plato volador… un disco o plato que, girando sobre si mismo, como una gran espiral, se asemeja sospechosamente a los grabados petroglíficos que Gonzalo Gil nos mostró en “sus cuevas” o que pudimos ver en la isla de Ometepe…

¿A donde nos lleva todo esto? Tradiciones sobre dioses ancestrales que se unieron a las mujeres de la Tierra… indicios históricos que achacan a “hombres” blancos el origen de las antiquísimas religiones africanas… grabados petroglíficos que parecen representar a los mismos “dioses” en Nicaragua, Africa o Asia… coincidencias teológicas entre culturas distanciadas miles de kilómetros… descripciones de los “carros de brujas” que transportan el espíritu de los muertos idénticas en Africa que en America… ¿simples coincidencias?

Para autores como el Dr. Frederick L. Beynon estos hechos apuntan en otra dirección: el transito entre el culto a los muertos y la aparición de las religiones lideradas por dioses fue producto de la aparición física y real de esos personajes en la vida humana. Dicho de una forma más precisa, la creación de las religiones no fue producto de una evolución filosófica humana, sino una “imposición” ejercida por unos personajes físicos y reales, que habrían interferido en la vida humana, llegando a relacionarse carnalmente con los terrícolas. Para esos autores, las leyendas describen un suceso absolutamente real: la visita de unos “dioses” blancos que, como el Maximón de Santiago de Atitlán, copularon con las humanas, creando una raza depositaria de los primeros mandatos sociales o morales en forma de dogmas religiosos. Esos “dioses” habrían sido los “inventores” de Dios. Por supuesto la opinión de Beynon es más que discutible, sin embargo cada vez son más los astroarqueólogos que redundan esta teorías, aunque sin pararse a reflexionar sobre las terribles implicaciones teológicas y filosóficas que implicaría esta remota posibilidad…

¿Dioses o demonios?
Cruzar la selva del Petén, entre el sur de México y el norte de Guatemala, resulta una experiencia fascinante. No solo por su rica flora, ni por su abundante y variada fauna, sino porque en sus entrañas esconde más de 3000 sitios arqueológicos de un valor histórico incalculable. En muchos de esos lugares arqueológicos, los únicos del mundo donde existen complejos de pirámides gemelas, descubrimos las temibles lápidas y estelas erigidas en honor de los 9 dioses del inframundo, en las que los sacerdotes mayas, como más al norte lo hacían los aztecas, sacrificaban brutalmente a miles de seres humanos en homenaje a sus dioses… Para los investigadores mexicanos o guatemaltecos, especializados en astroarqueología, como el Dr. Oscar Padilla, los 9 dioses del inframundo no eran entidades teológicas astractas o irreales, si no seres reales que, además de inspirar a los antiguos pueblos precolombinos la construcción de las pirámides, exigían esos crueles sacrificios humanos en las estelas que pudimos fotografiar en la selva de El Petén, donde la víctima era decapitada antes de que se le extrajese el corazón.

También, entre los petroglifos que pudimos ver y fotografiar en Nicaragua, destacaban altares al dios Miganteot, al que con demasiada frecuencia se ofrendaban sangrientos sacrificios humanos. Y lo mismo ocurría en la India, en Centro-Africa, en CentroEuropa, etc… es esta otra inquietante coincidencia entre los dioses fundadores de numerosas religiones. ¿por qué los mismos dioses que –según la tradición- facilitaron a los antiguos aztecas o egipcios la tecnología para construir las pirámides exigían sangrientos sacrificios humanos…? ¿por qué los dioses fundadores de religiones escogieron “pueblos elegidos” como los olmecas o los judíos, condenando y persiguiendo al resto de los seres humanos? ¿por qué esos supuestos “seres superiores” que inspiraron entre los nativos de Ometepe o del Africa negra conceptos como el alma inmortal, consentían la esclavitud y la miseria entre sus “hijos humanos”? ¿acaso creencias teológicas universales, como la redención del pecado a travé! s de la penitencia, han sido impuestas por crueles “dioses” que se regocijan con el dolor humano?

Si realmente el origen de la religión tal y como la conocemos no fue un proceso evolutivo natural, desde el ancestral culto a los muertos, ¿dónde quedan nuestras creencias teológicas? ¿qué valor tienen nuestros sacramentos? ¿en que lugar quedan los grandes místicos? ¿qué podemos esperar del mas alla si esas creencias fueron “inventadas” por los dioses?. ¿Acaso, cómo sugieren algunos autores, la religión ha sido solo una herramienta de manipulación y control de la humanidad desde su mismísimo origen? Tal vez los astroaqueólogos que especulan con la posibilidad de que “los dioses” hubiesen inventado a “dios”, deberían pararse a reflexionar sobre las descorazonadoras implicaciones de esta terrible teoría.

Frederick Beynon

Frederick Beynon

Autor de “Los dioses creadores de religiones.”

Los Dioses Creadores de Religiones

Sobre el libro

Dos son las ciencias que, en la actualidad, están variando sus teorías-base por causa de los nuevos descubrimientos: la arqueología y la mitología. Todas aquellas narraciones que, hasta hace bien poco, eran consideradas como producto de la ignorancia de nuestros predecesores, van cobrando, a la luz de los nuevos adelantos técnicos de la ciencia y de los descubrimientos arqueológicos, un significado que, sólo hace veinte o treinta años, nadie hubiera podido prever.

Arropadas por los más exactos cálculos de científicos ampliamente reputados, LOS DIOSES CREADORES DE RELIGIONES, viene a demostrar que todas esas teorías doctrinales aparecidas en los últimos siglos, son absolutamente falsas; que el hombre no es un ser de sentimientos religiosos natos, es decir, que posea instintos religiosos, sino que, bien al contrario, fueron los seres llegados de otros mundos quienes, en un momento de nuestra evolución, sirvieron de excusa para la aparición de dioses.

Excusa que, en el devenir de los siglos y convenientemente explotada por esa raza especial de humanos a los que se llaman sacerdotes (y el autor se refiere a los de cualquier rito y época), degeneró en que una serie de hechos históricos, como fueron la venida de los OVNI a nuestro planeta y la colonización del mismo, se convirtiera en la patraña más grande que pueda concebirse.