Entre la esencia y las realidades ilusorias (Clomro)

Atemporalidad

EL TODO Y LA NADA

Nunca hubo una “nada” en los confines del “Todo”. Ni confines. Nunca hubo un
“Dios” o “Energía” que “ocupara” un determinado “espacio”, más allá del
cual, un no-espacio fuera una “nada”. Es decir, lo que hubo siempre fue un
“Algo” no “situado” en un “espacio” con confines. Ese “Algo” no es el
opuesto de una “nada”: no tiene opuestos. El problema de las concepciones
filosóficas humanas ha sido tratar de dimensionar ese “Principio Creador”
desde una perspectiva dualista en la que “hubo un momento en que se puso a
crear”; “momento” que podría entenderse como “a partir de”, como si sólo
desde entonces el Principio Creador hubiera entrado en actividad luego de
una eternidad nula. Lo dualista está dado en estos razonamientos, en los
conceptos de “antes era quietud” – “después fue el movimiento”. El Principio
Creador es dimensionado a partir de la existencia de lo que conocemos como
Universo”, por el mero hecho de que es científicamente demostrable que el
Universo tuvo un principio que puede ser calculado en una determinada
cantidad de miles de millones de años terrestres. Por lo tanto, las
especulaciones teológicas plantean la noción de un Dios que entró en acción
a partir del momento en que el Universo pasó a existir. No hay un
planteamiento filosófico acerca de que durante toda la eternidad anterior al
Universo-Tiempo, ese Principio Creador tuviera una existencia y acción de
alguna forma que no tuviera nada que ver con tiempos, espacios y universos.
Se limita la búsqueda de la concepción de Dios a términos de “Creación”; es
decir, “Dios es Dios en tanto Creador”, y “Creador es Creador en tanto hay
materia-energía, tiempo-espacio”. La idea es que antes de la Creación, todo
era quietud… Como si ese Creador se hubiera pasado la eternidad
pre-universal dormido.

De la potencia al acto

Si nunca existió la Nada, porque siempre existió un “Algo”, pero hablamos de
un “Siempre” sin tiempo, esa eternidad pre-universal no debe ser entendida
en términos de tiempo. Eternidad no significa “mucho tiempo”, o “todo el
tiempo”, o “todos los tiempos de antes y después”; eternidad es no-tiempo. Y
no-tiempo no implica “quietud”, por oposición a que “tiempo” implique
“movimiento”. La perspectiva dualista de la visión humana pretende entender
la eternidad del no-tiempo, por oposición a la temporalidad. Entonces, “si
en el tiempo hay movimiento, en el no-tiempo, debe haber quietud”. Por lo
tanto, “el Creador estaba quieto antes de que existiera el tiempo”. Tenemos,
así, un Creador que nunca había hecho nada, hasta que hizo todo; un todo
que, por oposición a esa nada, concibe al espacio-tiempo como dimensión de
movimiento, en oposición a un no-espacio y no-tiempo como una no-dimensión;
una no-existencia; una nada. No es raro que, bajo esa visión, haya
científicos que especulen con que, de pronto, una partícula estática entró a
dinamizarse, y desde entonces, cuando estalló y comenzó el universo, es
cuando todo empezó a existir, incluso el tiempo. No le llaman “Dios” a esa
partícula o energía primordial, pero al final están de algún modo
divinizándola: le atribuyen la facultad de dar origen a todo lo que existe.

Ya sea una partícula o bien una energía gigantesca, el error de los
científicos y de los metafísicos consiste en pensar en términos de “muy
pequeño” y “muy grande”, respectivamente. Es decir, conceptos ligados a la
noción de “espacio”. Como el espacio tiene medida, el no-espacio suele ser
difícil de entender, ¿cómo imaginar lo que es el opuesto de lo que es grande
o pequeño, si no es ni grande ni pequeño; si no está “situado” de modo que
podamos medirlo?

Sin espacio, sin tiempo, sin antes, sin después; un Ser, una existencia, una
realidad que no tiene lógica, porque lo lógico hubiera sido el no-ser, la
nada. Es entendible que de haber existido una nada, nada existiría; lo que
cuesta entender es por qué existe todo, si de la nada no sale nada. Por lo
tanto es un todo que no “salió” ni de la nada ni de algo. No salió, no
comenzó; es. No creó “hacia afuera”; no hizo un espacio donde emanar energía
para que ese espacio “externo” existiera como universo. No creó “hacia
adentro”; es decir, un agujero dimensional donde volcar energía para crear
ese universo. No puede haber ni “adentro”, ni “afuera” en un Ser que no es
medible en términos de espacio. Por lo tanto, no estamos, como universo, en
“un lugar” fuera o dentro de ese Ser: no “estamos”: somos. La
temporalidad-espacialidad en la idea de “estar” es una sensación humana, de
mentes limitadas que no son manifestación, sino negación del ser. Por eso en
la sociedad materialista es más importante tener, estar y parecer, que ser.
Porque la sola conciencia del ser que somos, haría perder sentido a
posesiones, localizaciones y apariencias. La teología que pretende situar al
Ser fuera de nosotros, trascendente al universo, perdería todo sustento,
porque comprobaríamos la inmanencia divina en todas las cosas. Y esa
divinidad que está en todo lo que existe, es atemporal, no fue “creada”
porque “siempre” existió. No pudo haber un momento a partir del cual esa
esencia divina que somos empezó a “ser”, siempre fuimos.

Nosotros en la existencia

Pero “siempre” es otra palabra engañosa, porque es el opuesto de “nunca”: no
podría ser que nosotros “nunca” hubiéramos sido hasta que “fuimos”, porque
en tal caso el “nunca” debería haber comprendido al futuro también, pues no
puede haber un “nunca” que alguna vez termine, cuando lo que no era, empieza
a ser. Entonces, no podemos venir de un “nunca”; no podemos siquiera
“venir”: si encontrándonos en una dimensión temporal-espacial, procediéramos
de un Todo sin tiempo del cual nos separamos para estar aquí, no sería
cierto que éramos atemporales, porque lo atemporal no puede temporalizarse.
En otras palabras, nuestro ser, nuestro espíritu, sigue siendo atemporal; no
“vino” aquí desde donde “es”: nuestra mente no es otra cosa que una
proyección temporal en la cual nuestro espíritu no puede “estar”
circunscripto, limitado por variables de espacio-tiempo. Somos espíritus que
no estamos aquí, ni venimos de ninguna parte ni vamos a ninguna parte: sólo
movemos sondas materiales y mentales a través de campos dimensionales en
diversas escalas. No somos “nosotros” quienes nos movemos como sonsas, sino
nuestras mentes y cuerpos. La ilusión consiste en creer que somos esas
mentes y cuerpos, de la misma forma que con un casco y visor de realidad
virtual podemos creer que estamos donde nuestra tecnología cibernética lo
configure para que ilusoriamente nos creamos metidos en esa realidad
ficticia.

Realidades

Somos divinidades del no-tiempo; ésa es nuestra única realidad. Jugamos a la
realidad virtual donde perdemos el sentido de que no estamos aquí. De
pronto, algunos de nosotros despiertan algo de su conciencia bloqueada, y
donde hay una persona ven otra cosa; ven entidades del astral por todas
partes, se superponen dimensiones, y ya nada es lo que parece. Algunos se
dice que son esquizofrénicos, porque hablan con gente que “no existe”; pede
que ni siquiera estén viendo seres en el astral, y que sea tan sólo una
proyección mental, pero para el caso es lo mismo: las percepciones falsas de
esta realidad, o verdaderas de otra realidad, relativizan, en cualquier
caso, la absolutividad de que en estas dimensiones del tiempo-espacio haya
algo que “sea” objetivamente; hay cosas que unos las captan y otros no, o
que existen sólo en la mente de un único observador que cree verlas y en
realidad no están. O que en realidad sí están, pero sólo para un observador
entre cien que miran y no ven lo que también es realidad que para ellos no
existe. Lo cual es muy distinto de que no estén pudiendo ver lo que el
observador ve; no se trata de cien ciegos que no ven lo que hay, sino de
cien que no ven lo que efectivamente no existe, y que a su vez sí existe lo
que hay alguien que sí lo ve, porque es una realidad exclusiva suya, de la
cual nadie más puede participar. Una realidad que no está en el
tiempo-espacio colectivo, sino que es una proyección individual y subjetiva
del no-tiempo-no espacio del ser cuya sonda mental la observa.

Conocemos a alguien, hallamos un objeto que nadie vio donde pasaron cientos
de personas y lo levantamos. Y estamos muy seguros de que ese alguien y ese
objeto pueden ser vistos por cualquiera. O que mucho de lo que pensamos o
sabemos podremos decirlo a cualquiera y que cualquiera lo entienda. Y puede
suceder que nada de todo eso sea accesible a nadie más que nosotros. Que
para cualquier otra persona, nada de eso exista. Estamos muy convencidos de
la realidad de lo que experimentamos y conocemos. Pero puede que existan
ciertas realidades nuestras que no formen parte alguna de la realidad
colectiva. Si algunas de ellas fueran, por ejemplo, ideales de
transformación mundial, es posible que, llevadas a términos explicativos
para comunicarlas a los demás, sean consideradas por ellos como delrios de
un iluso que debería “bajar a la realidad”, poner “los pies sobre la
tierra”. Con el paso del tiempo, cuando comprobamos que esos ideales que
tuvimos no se cumplieron, creemos que efectivamente fuimos delirantes ilusos
fuera de la realidad. Pues sí, eso somos como esencias atemporales y
aespaciales: entes ajenos a esta realidad; no la dimensionamos
objetivamente, y por lo tanto la vemos como nos parece que es o que pueda
ser si la transformamos. Nadie verá las cosas como las vemos transformadas
en una realidad adonde la de aquí no regirá, y por lo tanto, las mentes
aferradas a la realidad de aquí se resistirán a tener una visión atemporal
en la que puedan, como nosotros, concebir que todo puede ser distinto de lo
que está siendo.

Un buen autor o promotor de propuestas de cambio social y planetario no será
alguien que maneje la atemporalidad, sino las secuencias temporales a las
que las mentes están ancladas. No se puede obtener adhesión y participación
de la gente con promesas de un paraíso en la Tierra que “ya existe” en la
atemporalidad, y que está situado en un futuro que es tan ilusorio como
nuestro presente. Porque el hambre que muchos tienen lo sienten demasiado
temporal y real para que en vez de hablarles del pan de hoy aquí, les hablen
del paraíso mundial de mañana en la atemporalidad que ya le está dando
existencia antes de ser en la materia.

Las urgencias de muchos no aceptan filosofías y metafísicas que no son su
realidad. Por lo tanto, un espíritu que esté logrando desbloquear la mente
física para que ésta sea capaz de crear realidades, no deberá pretender que
las conciencias de los demás cambien y, entonces sí, comprender que el mundo
puede cambiar. Los cambios deberán ser producidos yendo a contramarcha de
una sociedad que no creerá en los idealistas que los propongan. Porque serán
producidos no con palabras, sino con hechos, siendo que la gente debe creer
en los hechos y no en las palabras. Cuando muchos comprueben que la realidad
puede cambiar porque ya habrá hechos que así lo demuestren, entonces haber
carecido de las palabras en el momento de la difusión de los ideales no
habrá sido importante, porque de haber recibido esas palabras no las habrían
creído fundadas en algo posible.

Entre lo cósmico y lo onírico

Muchas cosas no tenemos por qué decirlas; no pertenecen a realidades
colectivas o masivas. Por ejemplo, si tenemos algo de conciencia de nuestra
atemporalidad y divinidad, decirles a los evangélicos pentecostales que
“todos somos dioses”, es hacer un mal uso de esa conciencia, porque para
ellos Dios está afuera y nos teledirige. Para ellos el Padre Universal es
Dios; ignoran que hay millones de Padres Universales en millones de
universos esféricos que existen paralelamente a éste, y ninguno de esos
Creadores Universales es Dios; todos proceden de un Gran Creador que, a su
vez, tampoco es Dios. Porque todos los Creadores y cadenas de niveles de
Creadores son apenas manifestaciones cósmicas en tiempos y espacios, de
“Eso” que no tuvo Alfa ni Omega, ni localización, ni duración, y a lo cual
se le ha dado en llamar “Dios” para confundir queriendo simplificar, porque
al final hasta Jehová y el hacedor de este mundo se han autodenominado
“Dios”, y de hecho lo eran, pero dentro de la pluralidad de una palabra que
no había sido concebida para designar al UNO o el TODO, sino al carnaval de
deidades que desfilaron sobre la Tierra a lo largo de la historia. Para no
confundir y no simplificar, mantengamos cierta dificultad de definición,
pese a la cual tratemos de entender que los Creadores o Padres Universales
son insignificantes ante la magnitud de ese TODO, ese UNO atemporal, sin
principio ni fin, del cual es difícil precisar si somos “parte” como
“dioses” omnipotentes, porque a algo que es “UNO” no se lo puede concebir
como hecho de partes. Partes que, como dijimos, no son “salidas” de ese Ser,
porque no estamos fuera de Él (ni “situados” dentro de Él en algún “lugar”).
Posiblemente ni siquiera “estemos” en este Universo esférico galáctico
expansivo, y apenas tengamos aquí proyecciones mentales de lo que realmente
somos, y sea todo esto apenas un escenario ilusorio de realidad virtual
donde creemos que nos estamos moviendo. Incluso, cuando dormimos, creemos
que nos movemos en otro de los niveles ilusorios de esta realidad, y estamos
muy convencidos de que los sueños son algo que existe y donde tenemos
experiencias. Algo donde tan real es la cosa, que los habitantes de esa
realidad tratan con nosotros como entidades totalmente ajenas a nosotros,
como si tuvieran existencia autónoma.

Cuando soñamos, los seres que existen en nuestros sueños tienen vida propia;
podrán ser cambiantes conforme a nuestras mentes que los van adaptando, pero
existen por sí mismos como creaciones nuestras que se tornan independientes.
Puede que dejen de existir cuando nos despertamos, que reaparezcan volviendo
a existir en otros sueños, o que nunca más sepamos de ellos. Pero
concentrémonos tan sólo en un sueño, y en un determinado ser que vemos en el
sueño. Ese ser no puede ser deshecho por nuestra mente, porque desde que
ella lo creó, le da existencia autónoma. Si despertamos, esa existencia se
desvanece, porque ese ser autónomo depende de que la realidad en la que ha
sido creado se mantenga. Pero como los sueños son realidades fragmentarias,
como capítulos unitarios de una serie televisiva donde el héroe siempre
somos nosotros y los demás actores varían, ellos sólo existen mientras los
soñemos. Sólo que en vez de que les demos papeles para que los interpreten,
esos actores hacen lo que quieren; incluso lo que nos pueda disgustar o
desfavorecer. Pueden incluso matarnos. Pero llegado a ese extremo, o bien
despertamos, con lo que comprobamos que no hemos muerto más que en esa
realidad, pero no en ésta, o bien seguimos vivos dentro de ese sueño; no
podemos morir, o bien “morimos” siguiendo vivos, aunque estemos decapitados.
Si alguien nos mata en el sueño es porque tiene autonomía para existir sin
necesidad de la mente que lo sueña (al menos en teoría, por más que en la
práctica, al despertar el que sueña, el personaje del sueño se desvanezca).

Esa realidad mental en la que viven entidades, es como la realidad en la que
nuestro Yo mental es virtual. Una realidad que existe en una dimensión donde
creemos que estamos, fuera de la cual no existe esto que creemos que somos,
sino que existimos como realmente somos. Vista desde esa realidad por
nuestro verdadero ser, esta dimensión virtual puede tener millones de años
luz de tamaño y millones de galaxias de contenido, pero no por eso deja de
ser una proyección ilusoria con respecto a la atemporalidad a la que
nuestras esencias pertenecen.

Pero he aquí que hablar de “virtual” o “ilusorio” no significa hablar de
“irrealidades”: son realidades también, tan reales como la atemporalidad del
Increado; tan reales como la virtualidad de los sueños en los que creemos
estar, así como creemos estar aquí durante la vigilia, y si según estemos
despiertos o dormidos, o bien desde aquí o bien desde el sueño, vemos como
real al estado actual y como ajeno a nuestra realidad de ese momento o bien
al sueño o a la vigilia, entonces ni una cosa ni la otra pueden ser del todo
reales; sólo son reales en la relatividad de las dimensiones de
tiempo-espacio. Y el mundo onírico no es inmaterial y atemporal; es una
dimensión más de lo espacial y temporal; es algo donde todavía nuestro Yo
tiene identidad artificial, personalidad acorde con el plano de realidad del
mundo físico, de la vida y la conciencia social. Es un mundo paralelo a este
mundo, que constituimos mentalmente como complementario de éste, pero que
sigue siendo abismalmente aislado de la atemporalidad donde somos lo que
somos y no lo que en esta vida parecemos o nos creemos.

Soñar o estar despiertos son dos niveles de realidad tan ajenos el uno como
el otro a la realidad en la que somos un Todo en el UNO, donde el otro y yo
somos lo mismo. Por eso cuando queremos trasladar aquí el concepto maya de
que “tú eres otro yo, yo soy otro tú”, no lo entendemos porque usamos la
mente física, el ego por el cual aquí nadie es otro yo; cada uno es cada
cual, distinto del otro, separado. Suena muy bonita la frase maya, pero no
es aplicable en los términos de nuestra personalidad. Suena muy bonito el
“te amo”, pero en realidad está queriendo decir “mi ego está a gusto con el
tuyo”. Perdidos en el espacio-tiempo, incapaces de amarnos permitiéndonos
ser, bloqueando nuestro ser nos relacionamos con egos que bloquean a su ser
y que sean reflejo de nuestros egos. ¿Qué somos realmente?, no nos importa;
como estamos, “está todo bien”: nosotros aquí, nuestro espíritu allá, el
Increado más allá… y eso es la vida. ¡Qué pobreza! La experiencia de la
vida en las galaxias bajó a un nivel de realidad que parece lamentable.

Dónde estamos

Sin embargo, ser ignorantes y haber sido capaces de amenazar la continuidad
de la vida en el planeta es algo que no podía haber sido evitable, desde que
la Totalidad comprende infinitas opciones de realidades, y ésta es una. Nos
preguntamos por qué justo a nosotros nos vino a tocar estar acá, entre
infinitas alternativas en las que podríamos haber sido y estado mejor (algo
así como “por qué a mí me tocó ser yo”). Algunos se preguntarán por qué
nacieron justo ahora, y no en siglo pasado o el que vendrá. Y quizá así haya
sido también y así será; quizá todos estamos aquí no por casualidad, sino
porque siempre estuvimos en todos los tiempos. ¿No estaremos también en
todas las realidades infinitas? ¿Nos tocó estar circunscriptos en esta
realidad de este universo, o desde la atemporalidad en la que nuestras
esencias existen, tenemos proyecciones como ésta en infinitas direcciones de
tiempos, espacios o de no-tiempos y no-espacios?

En fin; si es que no estamos aquí en realidad, sino que aquí apenas hay una
proyección nuestra a la que creemos que es nosotros, pero no por ser una
realidad virtual, deja de ser real, no porque esto no seamos nosotros, vamos
a dejar de vivir esta realidad. Tan pequeño es al final un universo, que,
después de todo, un átomo puede ser grandísimo; nuestras pequeñeces pueden,
entonces, ser tan inmensas que ponerse a escribir algo como esto o a
preparar un té, sentarse a mirar el paisaje o una dibujar, pueden ser
acciones grandiosas en vez de insignificancias.

El valor subjetivo de las cosas

Por lo tanto, vale lo mismo querer salvar al planeta que salvar a la gallina
del zorro que anda por ahí; vale lo mismo reforestar un bosque que plantar
un árbol en el jardín. Para el dueño del gallinero y el dueño del jardín, no
hay planeta ni hay bosque más importantes que la gallina o el arbolito. Y
ése es el mundo al cual nos estaremos dirigiendo los que queremos que la
humanidad cambie: un mundo donde predominan las personas que no ven más allá
de su entorno inmediato. Por lo tanto tenemos que pensar en términos de
entorno inmediato para hablarle a gente así: qué es lo que les estaremos
proponiendo para su vida cotidiana, y no para que ellos actúen localmente
pensando globalmente. Quizá les falte mucho para siquiera pensar localmente,
porque hasta pueden vivir tapados de basura sin que les moleste el mal olor.
Y olvidémonos de hablarles del ser y la nada, o del no-ser y del Todo, o de
todas estas cosas que compartimos entre nosotros los elitistas que podemos
por lo menos querer tratar de entenderlas, juntándonos entre nosotros al
margen de los ignorantes con los que perderíamos nuestro tiempo.

Entonces, de elitistas que somos, nos metemos tanto en nuestras convicciones
de realidades cuánticas, que nos alejamos del dueño del gallinero y del
jardín, y nos incapacitamos para descubrir y planificar de qué le vamos a
hablar a gente de ésa, conforme a lo que para ella tiene valor, y no
conforme a nuestros valores. Después nos preguntamos por qué no logramos
acelerar los cambios mundiales que preveíamos; por qué el calendario
gregoriano no se pudo cambiar por el de las Trece Lunas. Y nos damos cuenta
de que el elitismo en el que habíamos ingresado podía estar bien para una
realidad subjetiva, pero no para la realidad colectiva de la que nos
habíamos separado. De pronto las naves evacuadoras no vinieron con sus
comandantes a salvarnos, y seguíamos acá, en el mundo de los ignorantes e
incrédulos, porque nos creímos que si nos volvíamos distintos de ellos
íbamos a ser transportados a otra realidad. Queríamos irnos de ésta, en vez
de cambiarla. Entonces empezamos a entender que el Plan de Evacuación estaba
mal planteado, y que se trataba no ya de convertirse en los “elegidos” de
los extraterrestres para ir en las naves a otros mundos, sino en ser cada
uno elegido por sí mismo para seguir en este mundo, obrando cambios hacia
adentro y no pretendiendo que el mundo cambiara. Pero ahí fue cuando todo
volvió a fallar, al darnos cuenta de que las mantralizaciones y meditaciones
no nos hacían cambiar en nada; tan sólo nos pretendían hacernos sentir más
espirituales, pero volvíamos a nuestras relaciones con los demás y seguíamos
siendo los mismos intolerantes, egoístas y conflictuados.

En fin, todo el proceso de búsqueda interior terminó siendo de afirmación de
lo exterior, bajo apariencia espiritualoide. Habría sido más fácil no buscar
nada, no pretender espiritualización de nada, y ponerse a hacer cosas no
alejados de los ignorantes, sino entre ellos, es decir, sabiendo coexistir
con lo que para ellos tiene valor y que para nosotros no lo tiene, al menos
ahora si es que alguna vez sí lo tuvo a nuestro entender. Nos habíamos
alejado del fútbol porque “eso es cosa de ignorantes” (como nosotros cuando
éramos ignorantes que no habíamos accedido a la “iluminación”), y por lo
tanto no estábamos más allí para participar de la reunión de la Asociación
de Fútbol en la que directivos, árbitros, jugadores y aficionados buscaban
soluciones al problema de la violencia en el deporte. Como se supone que el
fútbol es cosa de ignorantes, entonces los iluminados que podrían resolver
los problemas allí, no están: en vez de quedarse a brindar servicio, se
fueron a meditar a la montaña.

Reflexiones en una fecha especial

Hoy, 25 de julio de 2003, es el día del no-tiempo del calendario maya de las
Trece Lunas. Realmente me había olvidado por completo de eso hasta hace un
rato, cuando ya llevaba como dos o tres horas escribiendo estas reflexiones.
Quizá mi forma de celebrarlo ha sido, inconscientemente, escribiendo esto y
no reuniéndome con los con gente espiritual a hacer rondas y participar en
ceremonias como en las que otras veces sí estuve para esta fecha. Quizá esto
de la atemporalidad del ser lo esté escribiendo en un día en el que no pocos
adherentes a la cuestión del calendario maya se estén preguntando todavía
qué es esto del día que no es del año que terminó ayer ni del que empieza
mañana; qué es esto del día del no-tiempo, si al final tan difícil es
siquiera entender lo que es el tiempo.

Si es que acaso he escrito esto porque haya recibido alguna influencia
cósmica o humana ligada a la fecha tan especial que mucha gente hoy celebra,
lo único que sé es que hoy, para mí, es un día como cualquier otro, pero que
si para muchos es motivo de festejo, que lo disfruten; algo de positivo le
estarán transmitiendo al mundo.

Comandante Clomro

Desde la nave mental Tiempo-Tierra 2003, y bla, bla, bla…

Visite sitio de la Organización de la Humanidad Unida
www.geocities.com/libertylove.geo/OHU.htm

espiritualidad en el cine moderno, influencias del chamanismo y budismo

El fin del milenio plantea a la humanidad dos visiones opuestas. Por un lado la vieja creencia en el fin de los tiempos, cuando todo se acaba; y por otro una expectativa de grandes promesas con una apertura a infinitas posibilidades espirituales. Esta espiritualidad se ha visto reflejada últimamente en las salas de cine, pues las últimas cintas cinematográficas proponen una espiritualidad.

Esta investigación consiste en el analizar las propuesta que las películas “Más allá de los sueños” y “Sexto Sentido” manejan y se trata del tema de espiritualidad de una forma muy diferente a como se había propuesto en los filmes anteriores: la espiritualidad según la sabiduría indígena y la del de Budismo, sabidurías en las que existe una gran similitud.
La estructura que seguirá esta investigación será la siguiente:
1. El Budismo: sus inicios, historia y sus ideas.
2. La sabiduría Indígena y el Eurocentrismo.
3. Similitud o relación entre el pensamiento budista y la sabiduría indígena.
4. Sinopsis de las películas a analizar en esta investigación.
5. Relación de la espiritualidad de la sabiduría indígena y del budismo con las propuestas que ofrecen las películas a analizar, en especial “Más allá de los sueños” y “Sexto Sentido.” EL BUDISMO
El budismo es una religión de gran importancia a escala mundial, fundada en el noreste de la India. Se basa en las enseñanzas de Siddhartha Gautama, más conocido como Buda o El Iluminado.
Se originó como un movimiento monástico dentro de la tradición brahmánica dominante en aquel entonces, aunque rápidamente el budismo se fue desarrollando en otra dirección, adquiriendo características propias. Buda no sólo renegaba de algunos aspectos muy significativos de la filosofía hindú, sino que también desafiaba la autoridad de sus sacerdotes, no aceptaba la validez de las escrituras védicas, y estaba en contra de los sacrificios al culto en los que se basaban estas escrituras. Además Buda abrió su movimiento a personas de todas las castas sociales, rechazando abiertamente la idea de que los asuntos espirituales de las personas estuvieran determinados por la condición social dentro de la que nacen.
Hoy en día, el budismo está dividido en dos grandes ramas: el Theravada (Camino de los Ancianos), y el Mahayana (Gran Vehículo). Los seguidores de la Mahayana se refieren en forma despectiva a los del Theravada usando el nombre de Hinayana o Pequeño Vehículo.

El budismo ha tenido una influencia muy fuerte no sólo en la India, sino también en países tales como Sri Lanka, Tailandia, Camboya, Birmania y Laos, donde la rama predominante es la Theravada. Por su parte, la rama Mahayana ha tenido una especial influencia en China, Japón, Taiwán, Tíbet, Nepal, Mongolia, Corea y Vietnam, así como en la India. Se estima que el número de miembros de la religión budista que hay en el mundo, oscila entre los 150 y los 300 millones. La razón por la que existe una diferencia tan grande en esta estimación se debe a dos causas: en gran parte de Asia la afiliación religiosa tiende a no ser exclusiva; y resulta especialmente difícil poder estimar la influencia del budismo en países comunistas como China.
Los orígenes del budismo

El budismo, tal como la mayoría de las grandes religiones, ha ido evolucionando a través de los años.

La vida de Buda

No hubo una biografía completa de la vida de Buda sino hasta siglos después de su muerte. En las primeras fuentes de información, sólo se pueden encontrar algunos episodios fragmentados de su vida. Sin embargo, los estudiosos occidentales generalmente están de acuerdo en señalar que Buda habría nacido en el año 563 a.C.

Siddhartha Gautama, Buda, hijo del soberano de un pequeño reino, nació en Kapilavastu, cerca de la actual frontera entre India y Nepal.

Según cuenta la leyenda, al nacer, los sabios de la zona creyeron ver en él las señas de que llegaría a ser un gran hombre: quizás un gran sabio o el gobernante de un imperio. El joven príncipe Siddhartha creció al abrigo de una gran riqueza y mucho lujo, hasta que a la edad de 29 años tomó conciencia de lo vacía que había sido su vida hasta entonces y decidió cambiar. Renunció a todos sus bienes materiales y se embarcó en la búsqueda de la paz y la claridad espiritual, buscando liberarse de los ciclos de la reencarnación. Durante los años que siguieron a esta decisión, se dedicó a practicar el yoga, y adoptó una vida de absoluto ascetismo.

Al poco tiempo, Siddhartha optó por dejar esta vida, por considerar que no le daba verdaderos frutos. En cambio adoptó el camino intermedio entre una vida de placer y aquella de total abnegación. Buda meditaba sentado bajo una higuera, pasando a través de estados de conciencia más altos y profundos, hasta que logró su cometido de llegar al nivel más alto, el de iluminado. Una vez que logró conocer esta verdad religiosa esencial, Buda entró en un periodo de fuerte lucha interior. Se dedicó a recorrer distintos lugares, predicando y congregando a un grupo de discípulos, formando con ellos una comunidad monástica que recibió el nombre de sangha. Fue allí donde transcurrió el resto de su vida.

Las enseñanzas de Buda

Buda transmitía sus enseñanzas en forma oral, por lo que al morir no dejó ningún testimonio escrito de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, más tarde sus discípulos se encargaron de escribirlos.
Se estima que el número de miembros de la religión budista que hay en el mundo, oscila entre los 150 y los 300 millones.
Las Cuatro Verdades Excelentes.

Los elementos centrales en los que se basaba la Iluminación de Buda, estaban condicionados a la realización de las Cuatro Verdades Excelentes:
1) La vida es un sufrimiento. Esta afirmación va más allá del simple reconocimiento de la existencia del sufrimiento en la vida y se refiere más bien a que la existencia humana es intrínsecamente dolorosa, desde el momento en que nacemos hasta que morimos. Más aún, este sufrimiento ni siquiera desaparecería con la muerte, ya que Buda incluyó en sus enseñanzas la idea hindú de que la vida es cíclica, por lo que la muerte simplemente precedería a una nueva reencarnación.
2) La causa de este sufrimiento radica en el hecho de que el hombre desconoce la naturaleza de la realidad, producto de lo cual, siente ansiedad, tiene apego por las cosas materiales y mucha codicia. Estos defectos provocan su sufrimiento
3) Se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su ignorancia e ir más allá de las ataduras mundanas.
4) El camino para dar fin al sufrimiento es el Camino de las Ocho Etapas, que consiste en tener una adecuada visión de las cosas, buenas intenciones, un correcto modo de expresión, realizar buenas acciones, tener un correcto modo de vida, esforzarse de forma positiva, tener buenos pensamientos y desarrollar la contemplación de un modo adecuado. Estos ocho puntos generalmente se dividen en tres categorías que conforman el pilar central del budismo: moral, sabiduría y samadi o concentración.

Anatmán

El budismo analiza la existencia humana partiendo de la base de que está formada por el conjunto de cinco realidades (skandhas): el cuerpo material, los sentimientos, las percepciones, la predisposición ante las cosas o tendencias kármicas y la conciencia. Cada persona es simplemente la combinación temporal de estas cinco realidades, las que están a su vez sujetas a continuos cambios. Ninguna de ellas se mantiene igual ni siquiera en dos momentos consecutivos. Los budistas niegan que este conjunto de cinco realidades, ya sea en forma individual o conjunta, puedan ser consideradas como una existencia independiente y permanente, o el alma (atmán). De hecho consideran un error el concebir que exista siquiera una unidad permanente que sea un elemento constitutivo del hombre. Buda sostenía la idea de que esta concepción de sí mismo llevaba a que las personas fueran egoístas, padecieran de ansiedad, y que por lo tanto sufrieran. Por eso enseñó la doctrina de anatmán, o de la negación de la existencia de un alma permanente. Sostenía que toda la existencia humana se caracterizaba por contar con las tres señas de: anatmán (no tener alma), anitya (impermanencia) y dukkha (el sufrimiento). La doctrina de anatmán hizo necesario que Buda diera una reinterpretación a la creencia hindú de las reencarnaciones en el ciclo de la existencia fenomenológica, más conocida como samsara. Después de haber llegado a este punto en su enseñanza, Buda comenzó a difundir la doctrina del origen subordinado o pratityasamutpada. En esta cadena de doce causas unidas, se demuestra cómo el haber sido ignorante en una vida anterior hace que la persona tienda a formar un determinado conjunto que tiene que desarrollar. Esta combinación llevará a que actúen la mente y los sentidos. Las sensaciones que resultan de este actuar llevan a sufrir ansiedad y un apego a la existencia. Esta condición determina el proceso de ser nuevamente, creando otro ciclo de nacimiento, vida adulta y muerte. A través de esta cadena causal, se vincula una vida a la siguiente. Se llega a un fluir de nuevas vidas, más que a un existir permanente que se desplace de una vida a otra; de hecho es la creencia de una reencarnación sin transmigración.

Karma

La doctrina del karma se encuentra muy relacionada con la doctrina del anatmán. El karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se desprendan de ese proceder. Los actos humanos determinan su reencarnación posterior, por lo que las buenas acciones lógicamente serán recompensadas, como serán castigadas las malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni los castigos injustificados, sino que todo es más bien producto de una justicia universal. El proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural, más que por medio de un sistema de juicio divino. El karma de cada individuo determina asuntos tales como su belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las enseñanzas de Buda, dependiendo del tipo de karma que tenga cada persona, puede reencarnarse en un ser humano, un animal, un fantasma hambriento, un habitante del infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú.

A pesar de que el budismo no niega la existencia de dioses, no les atribuye ninguna importancia especial. La vida de los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que puede tener cualquier otra criatura, por lo que están expuestos a una eventual muerte y a una futura reencarnación en un estado de existencia inferior. No son los creadores del Universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, por lo que para el budismo, el rezar o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios placeres que pierden de vista la necesidad de redención. Por lo tanto, la posibilidad de ser un iluminado es válida sólo para los seres humanos.

El budismo hoy

Una de las características más notables y que ha perdurado por más tiempo dentro del budismo, es su capacidad para adaptarse a los cambios de condiciones en que se ha tenido que desarrollar, como también su adaptación a distintas culturas. Por filosofía, el budismo está en contra de los bienes materiales, tanto en los países occidentales como en los marxistas. El budismo no se reconoce en conflicto con las ciencias modernas. Al contrario, defiende que incluso Buda tuvo una aproximación de tipo experimental con respecto a sus cuestionamientos de fe más esenciales.

Tanto en Tailandia como en Birmania, el budismo se ha desarrollado siempre con mucha fuerza. Como reacción a las acusaciones de ser socialmente poco comprometidos, los sacerdotes de estos países se han involucrado personalmente en una serie de proyectos de ayuda a la comunidad. A pesar de que hacía mucho tiempo que el budismo había muerto en la India, entre los siglos VIII y XII d.C., hubo una pequeña chispa de resurgimiento producida por la conversión al budismo de 3,5 millones de antiguos miembros de la casta de los intocables. Esto se produjo bajo el liderazgo de Bhimrao Ramji Ambedkar, a principios de 1956. Durante el siglo XIX, se produjo una renovación similar del budismo en Sri Lanka.

Bajo regímenes comunistas de Asia, el budismo ha debido afrontar periodos muy difíciles. Por ejemplo, en China el budismo sigue existiendo, pero bajo una estricta regulación y supervisión gubernamental. Muchos monasterios y templos fueron convertidos en escuelas, dispensarios y otros organismos de tipo público. Tanto los monjes como las monjas han tenido que asumir funciones laborales además de las que les corresponden como religiosos. Los chinos en el Tíbet, después de haberse apoderado del poder, provocando la huida del país del Dalai Lama y de muchos otros importantes representantes del budismo, quienes escaparon a la India en 1959, trataron de eliminar la influencia budista en este país.

Sólo en Japón, desde la II Guerra Mundial, han surgido y desarrollado nuevos movimientos budistas. El más importante dentro es el de Soka Gakkai, la Asociación de la Creación Valiosa, movimiento laico asociado con el budismo Nichiren. Dentro de Japón es muy conocido por su efectiva organización, sus agresivas técnicas de conversión, por el uso de medios de comunicación masiva, como también por su fuerte nacionalismo. Esta agrupación promete a sus creyentes todo tipo de beneficios materiales y felicidad para toda la vida. Desde 1956 el movimiento ha estado muy relacionado con la política japonesa, presentando candidatos para distintos cargos, siempre bajo el estandarte o lema de su Komeito, o grupo de Gobierno Limpio.

El creciente interés que se manifiesta por el budismo en las culturas asiáticas, como el interés que despiertan sus valores espirituales en los países occidentales, ha llevado a que se desarrollen un gran número de sociedades dedicadas al estudio y a la práctica del budismo.

Conocimiento Indígena Y Eurocentrismo

Las personas indígenas consideran que los productos de la mente y el corazón humanos se encuentran interrelacionados con el conocimiento indígena. Sostienen que el conocimiento fluye de una misma fuente: las relaciones entre las criaturas vivientes que comparten una misma tierra y el mundo espiritual. Dado que la fuente última de conocimiento y creatividad es el ecosistema cambiante, toda la ciencia y el arte derivados del mismo es la manifestación de estas relaciones. y tanto en la película “Más allá de los sueños” como en “El sexto sentido” esto es parte esencial, pues las dos tratan sobre un mundo espiritual, sobre lo que hay más allá de la muerte. Dándole una gran importancia al ecosistema.

En Canadá, el conocimiento indígena es la expresión de las relaciones vehementes entre la gente, su ecosistema y los otros seres vivientes y espíritus que comparten la tierra. Todos los aspectos de este conocimiento están interrelacionados y no pueden ser separados.

Así pues el conocimiento indígena se distingue del eurocentrista, el cual este último parte de cuatro suposiciones sobre la naturaleza de la realidad:
a) El mundo existe, y ha existido, independientemente de las creencias existentes sobre el mismo.
Las percepciones, bajo ciertas circunstancias, permiten una impresión precisa de la realidad.
c) La realidad se estructura de acuerdo con la mayoría de los conceptos lingüísticos que la describen.
d) Ciertas reglas de inferencia constituyen medios confiables para arribar a nuevas verdades sobre la realidad. (Battiste)
Por otro lado el conocimiento indígena esta conformado por la siguiente estructura de creencias:
a) Existen poderes invisibles en el ecosistema.
Todas las cosas en el ecosistema son dependientes entre sí.
c) La realidad está estructurada deacuerdo con la mayoría de los conceptos linguísticos con la que los aborígenes la describen.
d) La relaciones personales refuerzan los lazos de unión entre las personas, la comunidad y el ecosistema.
e) Las tradiciones sagradas y las personas conocedoras de las tradiciones son responsables de la enseñanza de al “moral” y la “ética”.
f) En la mayoría de las sociedades indígenas, el conocimiento ha sido dado a determinadas personas, a quienes se encomienda dicho conocimiento, así como su difusión.
g) Esta labor de enseñanza se pasa de unas personas a otras, de generación en generación.
Por otro lado en la sabiduría indígena juega un papel muy importante para el conocimiento aborigen los rituales, la magia, los chamanes y los curanderos, pero es más fuerte aún el tema de lo ecológico, ya que el conocimiento ecológico da fundamento al conocimiento indígena y representa la forma de comprender la relación entre las personas (ya sea familia, un clan o una tribu) y el lugar en el que éstas viven. De acuerdo con esto, de vez en cuando el Creador y el mundo espiritual enseñan a los humanos cómo mantener la tierra que les fue encomendada. Estos contactos se manifiestan a través de sueños o revelaciones en las que se manifiestan los espíritus de animales y plantas. Se describe al ecosistema como una alianza entre humanos y entes no humanos y las diferentes especies no humanas. Sin embargo el orden establecido cambia constantemente y debe de ser renegociado, pues existen elementos inexplicables en el universo, que forman parte del mismo (estos elementos se personifican a menudo en los tricksters o engañadores.

El pensamiento occidental, según la sabiduría indígena, separa a la mente del cuerpo, más no el occidental. Por ejemplo: en la cultura China los mapas del cuerpo no incluyen una descripción visual como de los occidentales (músculos, órganos y vasos sanguíneos), sino son entendidos y tratados como una geografía de energías e información que constantemente interactúan entre sí y con su medio ambiente.

La bióloga Lyall Watson, quien tiene una visión de espiritualidad sobre el conocimiento indígena, plantea que la vida en la tierra abarca todo animal y planta en el planeta. El tiempo la ha dividido en millones de partes, pero cada una de éstas forma parte integral de un todo. Una rosa es, ciertamente, una rosa, pero también es un ave y un conejo, por así decirlo. Todos somos una sola carne, surgida del mismo crisol. Este es el secreto de la vida: Significa que hay una comunicación continua, no sólo entre los seres vivientes y sus medio ambiente, sino entre todos los seres vivientes en ese medio ambiente, es decir existe una intricada red de interacción que conecta la vida entera en sistema vasto y auto-suficiente, cada parte de relaciona con las otras partes y todos somos parte del todo, de la Supernaturaleza.

En conclusión esta sabiduría cree sin lugar a duda que los seres humanos somos, pues, ante todo, seres espirituales.

Sinópsis de las películas a analizar

“MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS” (What Dreams may Come)
http://www.whatdreamsmay.com/whatdreams.htm

Sinopsis:

Para aquellos que creemos en el amor eterno, realmente esta cinta no necesita explicación. Para aquellos que no creen en él, realmente no hay explicación posible.

Desde la primera vez que se encontraron, Annie y Chris han sido el vivo ejemplo de una pareja perfecta en todo sentido. Aún después de la muerte, el amor que se tienen los sigue manteniendo unidos, al punto en que después de la muerte de él, la felicidad eterna no es posible si no es compartida con ella, la situación está en que, ella no fue capaz ya de vivir sin él y se suicida. Por leyes y razones ajenas a todos los mortales, esto los condena a estar separados en la eternidad, algo que él no esta dispuesto a aceptar y con tal de encontrar y rescatar a su esposa de los infiernos es capaz de romper las leyes que rigen al mismo universo.

Más Allá de los Sueños es una película cuyos efectos especiales y contenido dramático son tan profundos y fuerte que incluso llegan a sobrepasar por mucho a los impresionantes efectos especiales que rodean una historia triste en sus orígenes, pero que puede darnos un interesante visión de lo que puede ocurrir después de que hemos dejado este mundo.

Director: Ward Vincent

Elenco: Robin Williams, Cuba Gooding, Annabella Sciorra.

“SEXTO SENTIDO“
http://www.sexthsense.com

Sinopsis:
En este escalofriante thriller psicológico, un niño de ocho años, llamado Cole Sear, es perseguido por un oscuro secreto: esta siendo visitado por fantasmas. En un inhóspito páramo, Cole es aterrorizado por las amenazantes apariciones de aquellas almas sin descanso desde las sombras. Confundido por sus poderes paranormales, Cole es demasiado pequeño para comprender su propósito, y esta demasiado asustado como para decirle a alguien acerca de su tormento, excepto al psicólogo Dr. Malcom Crowe. Mientras el Dr. Crowe intenta descubrir la siniestra verdad acerca de las habilidades sobrenaturales de Cole, la consecuencia entre la relación del cliente y el terapista es el despertar de ambos hacia algo tenebroso e inexplicable. Al final tanto el Dr. Crowe como Cole, se ayudan uno al otro, enseñándose mutuamente la verdad de la vida y la muerte.

Director: Shyamalan.
Elenco: Bruce Willis y Joel Osment.

Otras películas de estreno de fin de milenio con un enfoque espiritualista son la siguientes:

“STIGMATA”

Sinopsis

El Mensajero Debe ser Silenciado
Cuando una joven (Patricia Arquette) se convierte en el foco de los asaltos brutales de un asaltante desconocido, las implicaciones espirituales de los incidentes conducen a un oficial del Vaticano (Jonathan Pryce) a enviar a un sacerdote a que investigue. Al presenciar su aflicción de primera mano, el sacerdote (Gabriel Byrne) se vida que en desenmascarar sus alegatos.

Stigmata se estrena el 10 de Septiembre de 1999 en Norte América Esta película está clasificada R por intensa violencia, lenguaje y alguna sexualidad.

Director: Rupert Wainwright
Elenco: Patricia Arquette como Frankie
Gabriel Byrne como Padre Andrew
Mark Adair-Rios como Deacon

END OF DAYS: EL DIABLO ELIGIÓ A LA CHICA EQUIVOCADA (3 de diciembre)
http://www.end-of-days.com/home.html

Sinopsis:
Próximamente podremos ver a Arnold Schwazenegger en una película de acción satánica, género que se ha puesto de moda últimamente con films como’Pactar con el Diablo’ o ‘Fallen’. En este caso el mismísimo diablo visita Nueva York al final del milenio con la intención de encontrar a la mujer ideal para dar continuidad a su malévola dinastía. La chica elegida recibe el significativo nombre de Christine Bethlehem (interpretada por Robin Tunney).

Lo que el pobre Diablo no sabe es que ha escogido a la chica de Arnie, un ex-policía al que no le gusta compartir la novia, por lo que el protagonista de ‘Conan’ se volverá a armar hasta los dientes para recuperar a su secuestrada compañera sentimental. Este papel supondrá la reaparición de Schwarzenegger como actor principal en casi tres años, ya que en su anterior trabajo (‘Batman y Robin’) ejercía de secundario de lujo.

Andrew W. Marolwe es el autor del imaginativo guión, y el director del proyecto es en estos momentos Peter Hyams (‘2010’, ‘The Relic’), aunque en un primer momento se apostó por Marcus Nigel un debutante alemán cuya visión gore del relato discrepaba con el de Universal Studios. Ya en su momento cineMAgazine comentaba que el célebre actor tendría la opción de elegir al director de la película, algo no muy extraño según la política del Star System de Hollywood. Fuera de toda duda está en cambio que la criatura tendrá un aspecto francamente espantoso, ya que el diseñador de la bestia es Stan Winston, el prestigioso creador de los dinosaurios de ‘Jurassic Park’ y algunas de las criaturas más pesadillescas de los últimos años. Gabriel Byrne (‘Muerte entre las Flores’, ‘Sospechosos Habituales’) interpretará a la satánica criatura en los momentos en que ésta tome una forma humanoide más discreta… Completará el reparto la actriz Linda Pine.

EL PROYECTO DE LA BRUJA DE BLAIR
http://www.blairwitch.com.mx/mythology.html

Sinopsis:
El pueblo de Blair se encontraba en el norte central de Maryland, a dos horas de distancia de Washington, D.C.
Estudiantes de la universidad de Montgomery Heather Donahue, Joshua Leonard, and Michael Williams en un proyecto escolar llegan a Burkittsville para entrevistar a las personas locales sobre la leyenda de la bruja de Blair. Heather entrevista a Mary Brown, una anciana prácticamente loca que ha vivido toda su vida en el area. Mary dice haber visto a la bruja de Blair un día cerca del arroyo Tappy East en una forma peluda mitad humano mitad bestia.

Relación de puntos importantes de la sabiduría budista y la espiritualidad indígena y sua aplicación en las películas

1. El ser antes de la muerte:

Las dos sabidurías manejan la teoría de que las relaciones personales refuerzan los lazos de unión entre las personas, la comunidad y el ecosistema y que dependiendo de la vida que lleven en vida marcará la pauta para la vida después de la muerte.

El budismo como mencioné anteriormente maneja la teoría de las Cuatro Verdades Excelentes que engloban que la vida es un sufrimiento y que la causa de este sufrimiento radica en el hecho de que el hombre desconoce la naturaleza de la realidad, producto de lo cual, siente ansiedad, tiene apego por las cosas materiales y mucha codicia. Estos defectos provocan su sufrimiento y solo se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su ignorancia e ir más allá de las ataduras mundanas y que el camino el camino para dar fin al sufrimiento es el Camino de las Ocho Etapas, que consiste en tener una adecuada visión de las cosas, buenas intenciones, un correcto modo de expresión, realizar buenas acciones, tener un correcto modo de vida, esforzarse de forma positiva, entre otras.“recordamos que sólo somos viajeros refugiados temporalmente es esta vida y este cuerpo” (Rimpoché: 1996)

En la película “Más allá de los Sueños” podemos ver una gran relación ya que tanto Chris (Robin Williams) y Annie (Annabella Sciorra) su esposa, viven una vida llena de sufrimiento, causada por la muerte de sus dos hijos. Chris logra más fácilmente salir adelante de este sufrimiento, pero Annie no puede superarlo, así que trata de suicidarse. Se hace gran énfasis en cada uno de los personajes sobre el hecho que desconocen la naturaleza de la realidad espiritual en este caso y no logran llevar una vida completamente satisfactoria, al momento en que cada uno de ellos llegan a conocer esta verdad, que la descubren después de que mueren, los llena de felicidad y de fuerzas para seguir luchando y enfrentarse a cualquier cosa.

En el “Sexto Sentido” Bruce Willis quien es el Dr. Malcom Crowe, no acepta que esta muerto, ya que su vida tuvo malas relaciones personales con sus pacientes en el aspecto en que no les puso la suficiente atención a uno de sus pacientes, por no creer o desconocer sobre la verdadera naturaleza de la realidad que es la espiritualidad, por lo que llevó a que su paciente llegara a una depresión muy fuerte que lo lleva a matar a Bruce Willis y a sí mismo, por lo que tiene que vencer su ignorancia espiritual para poder salir de fracaso y dar seguimiento a “el camino de las 8 etapas” y así descubrir que esta muerto y que es solamente su espíritu el que está en este mundo.

En el caso de Cole, el niño, vive temeroso por el hecho de ver espíritus a cada segundo, así que tiene que aprender a aceptar al mundo espiritual para vencer a su miedo , como lo menciona el autor Sogyal Rimpoché en su libro “Destello de Sabiduría” que de todas las prácticas del budismo se dirigen a un solo punto: a contemplar a la naturaleza de la mente, y de este modo liberarnos del miedo de la muerte y ayudarnos a conocer la verdad de la vida (Battiste: et al.), y es así como Cole logra vencer el miedo y girar su vida hacia “el camino de las 8 etapas”, al igual que el Dr. Crowe.

2. El ser humano es un ser espiritual

Tanto el conocimiento espiritual indígena como el del Budismo coinciden en que los mapas del cuerpo no incluyen una descripción visual (músculos, órganos y vasos sanguíneos), sino son entendidos y tratados como una geografía de energías e información que constantemente intercalan entre sí y con su medio ambiente. De hecho consideran un error el concebir que exista siquiera una unidad permanente que sea un elemento constitutivo del hombre. Existe una intricada red de interacción que conecta la vida entera en sistema vasto y auto-suficiente, cada parte se relaciona con las otras partes y todos somos parte del todo, de la Supernaturaleza.

En la película “Más allá de los sueños” hay una escena en la que se hace gran énfasis en que somos seres en donde no existe diferencia entre la mente y el cuerpo (ojos, nariz, brazos.), En esta película todos son parte de un todo, son cuerpo, mente y espíritu unidos de tal grado que son uno mismo. Los seres en esta película hacen su propio paraíso, por lo que pueden conectarse con la naturaleza, con los demás seres, todos forman parte de un todo como es el caso de ponerle a tu espíritu el cuerpo de otra persona, como es el caso de los hijos, quienes deciden ponerse el cuerpo de otras personas para satisfacer algunos de sus deseos.

3. Enseñanza:

Las tradiciones sagradas y las personas conocedoras de las tradiciones son responsables de la enseñanza de la “moral” y la “ética”.

“En la mayoría de las sociedades indígenas, el conocimiento ha sido dado a determinadas personas, a quienes se encomienda dicho conocimiento, así como su difusión”. (Battiste: et al.)

Esta labor de enseñanza se pasa de unas personas a otras en acciones, predicándola y dando testimonio, de generación en generación.

“Buda transmitía sus enseñanzas en forma oral, por lo que al morir no dejó ningún testimonio escrito de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, más tarde sus discípulos se encargaron de escribirlos”. (Rimpoché: 1996)

En “Más allá de los sueños” hay una gran transmisión de conocimiento entre los personajes al igual que en la película de “Sexto sentido”.

Chris en “Más allá de lo sueños” desde el primer minuto en el que esta muerto en esta vida hay otros espíritus que le están ayudando y le están enseñando a cada momento como es la vida después de la muerte, como debe de actuar para poder vivir feliz en ella y lo más importante a aceptarse como un ser espiritual, el después tiene la obligación de pasar sus conocimientos como lo plantean las sabidurías (indígena y budista ) a su esposa para que salve y salga de su “infierno”, habiendo un retroalimentación con respecto a la enseñanza en todo momento. En el caso de “Sexto sentido” en los personaje de Bruces Willis y del el niño Cole existe una transmisión de enseñanza mutua, ya que el niño le enseña al Dr. Crowe que el esta muerto y le enseña el camino para poder aceptar su realidad, así mismo el Dr. Crowe le enseña a Cole, el niño, a vencer su miedo y a aceptar su sexto sentido manteniendo una relación buena y de ayuda con lo espíritus que antes de sobremanera lo aterraban.

4. Ecosistema:

Como lo meciona Battiste existen poderes invisibles en el ecosistema de forma que todas las cosas en el ecosistema son dependientes entre sí. El Budismo también concuerda con esta ideología del ecosistema, pues no concibe a éste sin una unión entre todos los seres habitantes, todos somos parte de una rosa, de una pantera, de una hoja, todos somos parte de un todo y todos contribuimos en lo que ser es.

“…todo el Universo contribuye a hacer del árbol lo que es, que en ningún momento se le puede aislar de ninguna de las otras cosas y que en todo momento su naturaleza es totalmente cambiante.” (Rimpoché: 1996).

En “Más allá de los sueños” cada uno construye su propio ecosistema, su propio “paraíso ” para habitar en el después de la muerte. El paraíso de Chris estaba lleno de color, de vegetación, con maravillosos paisajes, en cambio el “paraíso” o ecosistema de Annie estaba oscuro, en tinieblas, con vegetación seca, así que aquí se aplica el hecho de que en ningún momento se puede aislar las cosas de las demás, pues la vegetación seca en el mundo de Annie esta ligada al sufrimiento de ella, a su frustración y al final que le dio a su vida en la Tierra: el suicidio.

5. El Karma

El karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se desprendan de ese proceder. Los actos humanos determinan su reencarnación posterior, por lo que las buenas acciones lógicamente serán recompensadas, como serán castigadas las malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni los castigos injustificados, sino que todo es más bien producto de una justicia universal.

“El proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural, más que por medio de un sistema de juicio divino.” (Velasco: 1976)

El karma de cada individuo determina asuntos tales como su belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las enseñanzas de Buda, dependiendo del tipo de karma que tenga cada persona, puede reencarnarse en un ser humano, un animal, un fantasma hambriento, un habitante del infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú.

Conclusiones

Vivimos en mundo pequeño y no somos capaces de sentir, por lo tanto de imaginar, nada fuera de este. Siendo nuestras limitaciones absolutas, ninguna ciencia ni filosofía pueden ayudarnos a comprender lo que esta mas allá de este mundo.

Podría ser que en el mismo espacio, en otras dimensiones, existan otras criaturas, otros mundos, y nosotros no somos capaces de sentirlos porque carecemos de los contenedores requeridos- sentidos para sentirlos. Podría ser que en este otro mundo, más vasto que el nuestro, se puedan encontrar las razones de nuestra existencia, todas las cosas por ocurrirnos y las razones para nuestra muerte, y que sin el conocimiento de esas causas, vivamos sin verdadero conocimiento y sin una verdadera meta, como seres inconscientes en nuestro mundo. Hay gente en nuestro mundo que reciben sentidos adicionales que les hace posible sentir una existencia mas vasta que nos rodea.

“Los Cábalistas nos dicen que “este mundo” es llamado así porque justamente es un pequeño fragmento de la realidad verdadera que somos capaces de sentir con nuestros sentidos. Si fuéramos capaces de desarrollar sentidos adicionales, lo que sentiríamos con ellos es llamado, “ el mundo por venir ”. Por qué se llama así? Porque será un fragmento mas vasto de la realidad verdadera” (6senses: 1997)

Hoy en día gracias a la espiritualidad a la que invita el fin del siglo, los cineastas están proponiendo proyectar esta espiritualidad en la pantalla grande, pero una espiritualidad diferente, que se deja a un lado a los brujos, al miedo y a todos los componentes obscuros. Ahora lo importante, lo que se quiere transmitir es aceptarte como parte de un todo, como un ser espiritual, como una integración de cuerpo, mente y espíritu.

Bibliografía

BATTISTE, Marie (et al.). “Disscusion papaer on indigenous knoledge and intellectual property”. Universidad de Saskatchewan, Canadá.
Http://www.usak.ca/nativelaw/ik1.html
BELTROY, Manuel, “ LAS RELIGIONES VIVAS”, Editorial Mundo Hispano, El Paso, Tx. 1991.
CID, Carlos y RUI, Manuel “Historia de las Religiones”, Editorial Ramón Sopena, S.A. Barcelona 1972.
http://www.yahoo.es/Temas_de_sociedad/Reli…idad/Periodicos
http://www.wam2000.org/castellano/index1.html
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http://members.xoom.com/zgza/index.htm
http://kabbalah-web.org/spanishkab/6sensespanish.htm
MARTÍN VELASCO, J., “Introducción a la fenomenología de la Religión”, Editorial Cristiandad 1976.
RIMPOCHÉ, Sogyal, “Destellos de Sabiduría: Reflexiones sobre la vida y la muerte”, Editorial Urano 1996.
VARIOS, “El mundo de las Religiones” Editorial Divino, Madrid 1989.

Un cuerpo de mujer

Junio 27, 2007

Una noche de verano un chino llamado Yang despertó de pronto a causa del insoportable calor. Tumbado boca abajo, la cabeza entre las manos, se había entregado a hilvanar fogosas fantasías cuando se percató de que había un pulga avanzando por el borde de la cama. En la penumbra de la habitación la vio arrastrar su diminuto lomo fulgurando como polvo de plata rumbo al hombro de su mujer que dormía a su lado desnuda. Yacía profundamente dormida, y oyó que respiraba dulcemente, la cabeza y el cuerpo volteados hacia su lado.

Observando el avance indolente de la pulga, Yang reflexionó sobre la realidad de aquellas criaturas. Una pulga necesita una hora para llegar a un sitio que está a dos o tres pasos nuestros, aparte de que todo su espacio se reduce a una cama. “Muy tediosa sería mi vida de haber nacido pulga…”

Dominado por estos pensamientos, su conciencia se empezó a oscurecer lentamente y sin darse cuenta, acabó hundiéndose en el profundo abismo de un extraño trance que no era ni sueño ni realidad. Imperceptiblemente, justo cuando se sintió despierto, vio, asombrado, que su alma había penetrado el cuerpo de la pulga que durante todo aquel tiempo avanzaba sin prisa por la cama, guiada por un acre olor a sudor. Aquello, en cambio, no era lo único que lo confundía, pese a ser una situación tan misteriosa que no conseguía salir de su asombro.

En el camino se alzaba una encumbrada montaña cuya forma más o menos redondeada aparecía suspendida de su cima como una estalactita, alzándose más allá de la vista y descendiendo hacia la cama donde se encontraba. La base medio redonda de la montaña, contigua a la cama, tenía el aspecto de una granada tan encendida que daba la impresión de contener fuego almacenado en su seno. Salvo esta base, el resto de la armoniosa montaña era blancuzco, compuesto de la masa nívea de una sustancia grasa, tierna y pulida. La vasta superficie de la montaña bañada en luz despedía un lustre ligeramente ambarino que se curvaba hacia el cielo como un arco de belleza exquisita, a la par que su ladera oscura refulgía como una nieve azulada bajo la luz de la luna.

Los ojos abiertos de par en par, Yang fijó la mirada atónita en aquella montaña de inusitada belleza. Pero cuál no sería su asombro al comprobar que la montaña era uno de los pechos de su mujer. Poniendo a un lado el amor, el odio y el deseo carnal, Yang contempló aquel pecho enorme que parecía una montaña de marfil. En el colmo de la admiración permaneció un largo rato petrificado y como aturdido ante aquella imagen irresistible, ajeno por completo al acre olor a sudor. No se había dado cuenta, hasta volverse una pulga, de la belleza aparente de su mujer. Tampoco se puede limitar un hombre de temperamento artístico a la belleza aparente de una mujer y contemplarla azorado como hizo la pulga.

Ryunosuke Akutagawa

Extranjero

No me llames extranjero,
porque haya nacido lejos,
o porque tenga otro nombre
la tierra de donde vengo.

No me llames extranjero,
porque fue distinto el seno,
o porque acunó mi infancia
otro idioma de los cuentos.

No me llames extranjero,
si en el amor de una madre,
tuvimos la misma luz
en el canto y en el beso,
con que nos sueñan iguales
las madres contra su pecho.

No me llames extranjero,
ni pienses de donde vengo,
mejor saber donde vamos,
adónde nos lleva el tiempo.

No me llames extranjero,
porque tu pan y tu fuego
calman mi hambre y mi frío
y me cobija tu techo.

No me llames extranjero,
tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía,
tu fuego como mi fuego,
y el hambre no avisa nunca,
vive cambiando de dueño.

Y me llamas extranjero
porque me trajo un camino,
porque nací en otro pueblo,
porque conozco otros mares,
y zarpé un día de otro puerto.
Si siempre quedan iguales
en el adiós los pañuelos,
y las pupilas borrosas
de los que dejamos lejos:
los amigos que nos nombran.
Y son iguales los besos
y el amor de la que sueña
con el día del regreso.

No me llames extranjero,
traemos el mismo grito,
el mismo cansancio viejo
que viene arrastrando el hombre
desde el fondo de los tiempos,
cuando no existían fronteras,
antes que vinieran ellos,
los que dividen y matan,
los que roban,
los que mienten,
los que venden nuestros sueños,
los que inventaron un día,
esta palabra,
extranjero.

No me llames extranjero,
que es una palabra triste,
que es una palabra helada,
huele a olvido y a destierro.

No me llames extranjero,
mira tu niño y el mío
como corren de la mano
hasta el final del sendero.
No los llames extranjeros,
ellos no saben de idiomas,
de límites ni banderas,
míralos, se van al cielo
con una risa paloma
que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero,
piensa en tu hermano y el mío,
el cuerpo lleno de balas,
besando de muerte el suelo.
Ellos no eran extranjeros,
se conocían de siempre,
por la libertad eterna,
igual de libres murieron.

No me llames extranjero,
mírame bien a los ojos,
mucho más allá del odio,
del egoísmo y el miedo,
verás que soy un hombre,
no puedo ser extranjero.

No me llames extranjero.

Rafael Amor.

feliz dia del Friki 25 de mayo

Para los que odian a Jar Jar Binks
Para los que desearían tener una doble personalidad para imitar a Gollum.
Para los que sólo aprueban si usan su boli élfico +15.
Para los estudiantes de Arquitectura que en su proyecto de fin de carrera diseñaron una Estrella de la Muerte.
Para los estudiantes de Medicina que en su proyecto de fin de carrera diseñaron una Estrella de la Muerte.
Para los que sufren de taquicardia, sudores, sonrojo, agitación táctil y dilatación pupilar cuando están a menos de 4 metros de una chica guapa.
Para las mujeres convencidas de que los tíos proceden de un mundo llamado Bicholand.
Para los que saben lo que son bolsas “free acid”.
Para los que en la década de los 90 compraron varios comics con distintas portadas.
Para los que prefieren leer un buen comic antes que a 22 hombres sudorosos en paños menores y miradas obscenas mientras corren arriba y abajo en un campo de juego.
Para los que siempre han soñado que un desconocido vestido de negro y con una máscara les grite: “¡Yo soy tu padre!”.
Para las chicas que les encantan el yaoi.
Para los que a su profesor más odiado de la facultad le ha replicado un: “!Alégrame el día!”.
Para los que saben que no importa lo larga que sea un sable–láser, sino lo bien que se maneja.
Para los que alguna vez han intentado mover un vaso con su mente.
Para los han soñado con dominar el mundo. Muchas veces. Muchas, muchas veces.
Para los que sueñan con que sus novias se disfracen de Wonder Woman.
Para los que saben que la radiación no sólo provoca cáncer; también crea mutantes superpoderosos.
Para los que cuando un pervertido les llama a las tantas de la noche y les suelta una ristra de jadeos, gritan: “¡Darh Vader, por fin has venido!”.
Para los que antes morirían abrasados por las llamas de un incendio que perder su página de cómic original y firmado.
Para los que en el programa: “Tengo una pregunta para usted”, soltarían: “¿Quién es más fuerte, Hulk o Superman!”.

En fin, para todos ellos y para los que ahora mismo estáis leyéndome:

¡Feliz día del Orgullo Friki!

Fotografia post-mortem

http://blog.innerpendejo.net/2007/12/fotog…-siglo-xix.html

La invención del daguerrotipo en 1839 puso al alcance de la clase media la posibilidad de encargar un retrato a un precio asequible. Uno de los usos mas populares de la daguerrotipia fue el de conservar una imagen de los seres queridos que pasaban a mejor vida. Curiosamente, dados los elevados tiempos de exposición que se necesitaban entonces nada había mas comodo que retratar a un muerto. Esta costumbre se popularizo sobre todo con los niños. En el siglo XIX la tasa de mortalidad infantil era bastante alta, y en muchas ocasiones una fotografía póstuma era la única imagen que podía quedar de ellos. Dicha practica decayó entrado el siglo XX, una vez el uso de la fotografía se hizo mucho mas común.

Frecuentemente, se intentaba que la imagen del difunto se asemejara a la de un durmiente, o incluso a la de una persona viva. Podían ser inmortalizados recostados en un sofá, tumbados en la cama, sentados en una silla… Otras veces, aparecían rodeados de sus familiares. En el caso de los bebes, muchos eran retratados en brazos de la madre. Aquí tenéis algunos ejemplos.

http://blog.innerpendejo.net/2008/05/la-vi…-la-muerte.html
El fotógrafo Walter Schels y la periodista Beate Lakotta, editora de la sección de ciencia de la revista alemana Der Spiegel, han preparado una exposición con los retratos que tomaron de 24 personas poco antes e inmediatamente después de que estas murieran. Eran enfermos desahuciados que dieron su consentimiento. La exposición incluye las entrevistas realizadas a cada uno de ellos, en las que expresaban sus pensamientos y sentimientos ante la cercana e inevitable muerte. Actualmente exhiben en la Wellcome Collection.

http://www.guardian.co.uk/society/gallery/…cture=333325401

Hip hop y rap islamico

El hip hop y el rap islámicos están en la actualidad creciendo en todo el mundo y muy especialmente en EEUU y el Reino Unido. Uno de los grupos, Mecca2Medina, ha llamado recientemente a los musulmanes y a los miembros de las minorías étnicas a “no sucumbir a lo que describen como una preocupante tendencia al incremento de la islamofobia en el Reino Unido.” Los dos miembros del grupo, Abdul Karim Talib y Rakin Fetuga, manifestaron a Trudy Simpson, un periodista del periódico británico The Voice, que las continuas informaciones acerca de la existencia de “extremistas islámicos” en el Reino Unido y los debates sobre el velo en los medios de comunicación han llevado a una parte de la sociedad británica a tener una percepción negativa sobre los musulmanes.

Talib y Fetuga manifestaron que la comunidad musulmana considera que se halla bajo ataque y recordaron que los negros fueron víctimas también de estereotipos en el pasado. Ellos quieren ofrecer una buena imagen de la comunidad musulmana y acercar a las diferentes comunidades y familias, y creen que pueden alcanzar estos objetivos mediante su trabajo. Durante la fiesta del Eid el Fitr -que marca el final del mes de Ramadán- de este año realizaron una actuación en una plaza de Londres. Este evento, que estuvo organizado por el Consejo Musulmán de Gran Bretaña (MCB) y la Oficina del Alcalde de Londres, atrajo a unas 20.000 personas. “Algunas personas creen que el Islam está relacionado con el terrorismo, pero eso no es verdad. Este evento es una celebración. Es vida. Busca mostrar las muchas caras positivas que tiene el Islam,” manifestó Abdallah Ullah, del Comité de Temas sobre Londres del MCB, a The Voice.

“El Islam es una de las grandes culturas del mundo, que ha hecho contribuciones incalculables a la ciencia mundial, la enseñanza, la literatura, el arte y el comercio, de las que se benefician ahora todos los países. Las comunidades musulmanas continúan realizando una contribución decisiva al exitoso desarrollo de Londres como una gran ciudad internacional,” manifestó el alcalde de la ciudad, Ken Livingstone, durante el concierto.

La mayoría de estos grupos tratan de elevar la conciencia acerca de la religión y la cultura islámica entre la juventud musulmana y la población en general. Las letras de sus canciones reflejan un alto nivel educativo y valores positivos. Algunos de ellos, tales como el cantante británico Aml Ameen, han tomado parte en campañas que están destinadas a promover la lectura en áreas con bajas tasas de alfabetización. “Lo que aleja a la gente de la lectura es que ellos fueron obligados a leer mucho en la escuela. La lectura aparece así vinculada al estigma del aburrimiento.” Sin embargo, Tupac –uno de los últimos cantantes de rap que han aparecido en EEUU- manifestó al salir de prisión que “el conocimiento que había conseguido era gracias a la lectura de libros,” manifestó Ameen al periódico británico The Observer.

En EEUU, existen incluso más grupos de hip hop musulmanes, que están siendo cada vez más conocidos en el país y el extranjero. Uno de ellos es Native Deen, una banda formada por un trío de músicos musulmanes: Joshua Salaam, Naeem Muhammad y Abdul-Malik Ahmad. Todos ellos visten ropas tradicionales islámicas, tales como túnicas y pantalones flojos. El grupo fue fundado en 2000 y sus miembros están orgullosos de su identidad musulmana, norteamericana y africana. Ellos se identifican con figuras negras de la Protesta por los Derechos Civiles, especialmente con Malcolm X, Rosa Parks y otros.

DESTRUCCIÓN DE LIBROS

DESTRUCCIÓN DE LIBROS

“Mira en la conspiración universal, dirigida al exterminio del júbilo y a la ruina de la belleza, el retorno y el establecimiento definitivo de los antiguos fantasmas del caos y de la nada…”
J.A. Ramos Sucre, El retórico

TODOS LOS FUEGOS, EL FUEGO

No veo cómo comenzar esta historia atroz sin formular algunas premisas:
a) La veneración fanática por un libro convertido en un talismán cultural sagrado causó la aniquilación de miles de libros.
Esto y lo que sigue: el fervor extremista asignó una condición mágica al contenido de una obra (llámese Corán, Biblia o el programa de un movimiento religioso, social, artístico o político) y legitimó su procedencia divina (Dios como autor o en su defecto un iluminado). Es el mito de la Obra Sagrada, a secas. De ahí, y sin reservas, que sobreviniera la condena más absoluta, supersticiosa y oficial de todo aquello que no confirmara semejante postura. La defensa teológica de un libro considerado definitivo, irrebatible e indispensable no ha tolerado discrepancias o manifestaciones de cultura deliberada. En parte, porque la desviación o reflexión crítica se iguala a la rebelión; en parte porque lo sagrado no admite conjeturas: supone un Cielo para sus gendarmes y un Infierno inagotable, domicilio de penalización con tintes de pesadilla combustible, para sus transgresores. La verdad, en este sentido, fue y sigue siendo a priori; principalmente trascendente, propiedad de un colectivo cuya fe da por sentado que la oposición es inoportuna e injusta.
Esta visión nos lleva a un segundo punto:
cool.gif El diálogo del libro estorba el monólogo del fanático.
El diálogo acuerda la interlocución y el consenso. La destrucción pretende amedrentar, disuadir, antes que convencer o persuadir. Subyace en todo esto la creencia de que el libro sagrado no puede ser cuestionado por meros mortales. No es, en definitiva, un proyecto dialéctico sino impositivo, monotemático, aislado. Un vulgar plan de conquista. El fin superior del proceso castiga la blasfemia para disipar la corrupción de las tesis o su disolución pérfida en la duda; la salvación del alma es la meta y no hay resquicios ni obstáculos que no puedan derribarse. c) El fuego, con escasas excepciones, ha sido el instrumento de la mayor parte de la destrucción de libros en la historia.
Como elemento purificador, principio y fin, antes y nunca, el fuego resulta eficaz al reducir a cenizas la escritura. Actúa, pues, como respuesta al pensamiento heterodoxo y como ofrenda a la posición ortodoxa. La quema de libros ha intentado determinar que dado que el conocimiento es poder (Bacon dixit) la inversión, es decir, el poder como conocimiento, se expresa en la eliminación categórica o, por momentos distraída, del menor atisbo de cuestionamiento o indiferencia.
Importa que el acto sea contundente, irreversible, casi una moraleja. Yavhé no dudó en hacer uso del fuego para destruir Sodoma. Desde ese momento en que los atenienses condenaron a Protágoras y redujeron su obra a las llamas hasta la persecución contra Salman Rushdie y sus irreverentes “Versos satánicos” , por citar uno de lo signos con que cierra este siglo, la moraleja (esto es: la disidencia no redunda en beneficios) ha probado sus efectos desmoralizantes. Lo invocado es lo de menos. Bien sea en el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, Mahoma o del partido, el horror provocado es idéntico. Todos los fuegos son el fuego original.
En el “Fausto” de Marlowe, quizás el mejor de todos o el más feliz, hay un punto, (Acto V, escena II), en el que Fausto, ya condenado y conducido por los demonios, grita: “No te abras, infierno horrible. !Lucifer, no vengas por mí! !Yo quemaré mis libros!…” . Pero no se salva: sus súplicas son tardías y la promesa de negar el conocimiento, cometido el pecado letal, no basta. No hay absolución que valga. Y sus libros, tarde o temprano, cabe imaginar, correrán la misma suerte.
d) Hay demasiadas definiciones del libro. Yo no tengo ninguna que difiera de las que he leído, por lo que me atrevo a resumir con desparpajo: el libro encuentra al hombre en el lugar donde éste juraría no haber estado nunca. Símbolo del mundo, diestra objetivación de la memoria humana, es también la extensión e instauración de un mensaje espiritual lanzado a través de los siglos condensadamente con el fin de propiciar el renacimiento o encanto de una situación o pensamiento.
Destruir un libro, por tanto, es rescindir, bajo el más crudo realismo, su intención final. La idea (debo darle un nombre) no es otra que desarticular las bases de su intemporalidad y domesticar a sus lectores. Negado como símbolo, negada la humanidad que lo sostiene, negada la memoria misma en su esencia más íntima, se transforma en una lección con fines sociales devastadores. La excusa del libro sagrado o del interés nacional permite, además, sorprender la confianza de la reflexión crítica o simplemente alternativa para exponer las condiciones incuestionables de absoluta devoción de una comunidad por un libro. Una vez establecido este dominio, cualquier cosa es posible.
Cada una de estas premisas se agota en sí misma. Corresponden a la cara visible de lo que llamo el mito de la Obra Sagrada, cuyo poder de estímulo y principio devastador está en sus umbrales. El lado oscuro, sospecho, sólo ha deletreado tres o cuatro signos en los hechos que ofrezco seguidamente.

GENEALOGÍA DEL DOMINIO

El primero acontecimiento, no por fechas sino por importancia, ocurrió hacia el 640 (ó 644) d.C., cuando el comandante Amir ibn al-Ass, terminada la conquista de Egipto, envió una carta al califa Omar I (Umar ibn al-Khattab), refiriéndole sus hallazgos en la exótica Alejandría: había encontrado 4.000 baños, 4.000 palacios, 400 teatros, 40.000 judíos y 12.000 comerciantes de aceite. Posteriormente, añadió a su censo la prestigiosa Biblioteca de la ciudad no sin pedir instrucciones sobre qué hacer con el elevado número de libros (como se llamaba entonces a cada rollo de papiro) que desde el siglo 3 a.C. demandaban el incómodo orgullo helénico. Omar, príncipe de la fe, heredero de la piedad de Mahoma, respondió la inquietud de Amir con pragmatismo: “Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten; si los libros no están de acuerdo a la doctrina del Corán, no tiene caso conservarlos”. Abd al-Latif, cronista prudente, resumió las consecuencias de este consejo con frases inhóspitas: “La Biblioteca de Alejandría fue incendiada y totalmente destruida…”. Los papiros sirvieron para encender el fuego que calentaba las termas públicas. En lugar de leña, los textos de Heráclito (quien alguna vez escribió: “El fuego juzgará y alcanzará todas las cosas” ), Hesíodo, Gorgias (el sofista que dijo: “Nada existe” ), Epicuro, Arquíloco, Crisipo, de la gran mayoría de clásicos, ardieron por seis largos meses.
En el intento por salvar la dignidad y el poder de un libro juzgado infalible, inimitable y resplandeciente, los musulmanes ultrajaron millares de volúmenes. Chih-huang-ti, Primer Emperador de China, Señor Augusto, responsable de la Gran Muralla, aceptó alguna vez una proposición ministerial de quemar todos los libros que no llevaran el sello real y el 213 a.C. centenares de escritos chinos desaparecieron. Pero el 206 a.C., una guerra civil que no estaba contemplada dentro de los planes del Emperador, arrasó también con los ejemplares que llevaban el sello real. En Alejandría la ambigua orden de Omar causó el exterminio del cuarenta por ciento de la literatura griega antigua. No obstante, tan infame episodio no fue excepcional. La cremación de obras se practicaba desde siglos anteriores. A petición de Eglé Charmell, historiadora, pude leer en el “Gran Diccionario Histórico o Miscelánea de Curiosidades de la Historia sagrada y profana” de Luis Moreri lo siguiente: “Peleando Cesar contra los habitadores de Alexandria, mandó pegar fuego a sus navíos, y extendiéndole las llamas a la Bibliotheca, lo consumieron todo. No habló este dictador en su Historia de esta desgracia, de la cual era el autor; pero no se olvidaron de ella Plutarco, Dión y Tito Livio. Erigió Cleopatra Reyna de Egypto otra Bibliotheca en el Serapeum, y logró de Antonio la Bibliotheca de Attalo, rey de Pérgamo, para echar cimientos a la suya” . El 47 a.C. ocurrió lo de César, quien no conforme con el daño hecho sustrajo obras de contenido militar (que aprovechó, sin dudas de por medio, a su regreso a Roma). Años después, el emperador Diocleciano (284-305 d.C.) instigó la desaparición de todos los escritos de magia y alquimia. Supersticioso en exceso, temió que los alejandrinos, sometidos a la hipotética Roma que dirigía, aprendiesen, por procedimiento alquímicos, a convertir metales en oro y decidiesen recuperar ánimos belicosos. Algunos historiadores acusan al patriarca Teófilo de haber sido el verdadero causante del más grave de los daños, por haber atacado el Templo de Serapis el año 389 y la Biblioteca el 391 con una multitud enfurecida.
La tradición de infamias condenó 600.000 papiros, aproximadamente, al saqueo y la extinción. Aulo Gelio afirmó que eran 700.000 rollos. Séneca habló de 400.000. Juan Tzetzes, comentarista bizantino, quiso mediar explicando que la Biblioteca estuvo dividida: con 42.800 manuscritos en el Serapeo y 490.000 en el Museo. Autores modernos resistentes al sentido común opinan que pudo haber dos millones de originales.

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En Egipto fue quemado también “El libro de Toth”. Nadie sabe nada de esta obra, excepto que fue escrita por un hombre llamado Toth, inventor de la escritura y secretario de los dioses; asimismo se cree que contenía secretos sobre el poder del faraón y fórmulas mágicas. En varias épocas desapareció y conoció las llamas. Una leyenda lo convierte en el texto de todos los magos que se precien de tal, aunque ninguna evidencia ha podido probar que existió, siquiera, el texto original. Un papiro refiere que hacia el 360 a.C. pudo haber sido objeto de las más oscuras manipulaciones políticas.

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Otra verdadera biblioteca griega maldita fue la de Pérgamo, cuya historia aportó Plinio en su “Historia Natural” y que yo, con añadidos inciertos, me atrevo a compendiar. Eumenes II, monarca irascible, la fundó en el siglo 2 a.C. en abierta declaración de guerra con la de Alejandría. En pocos años, llegó a reunir 200.000 ó 300.000 volúmenes copiados en un nuevo material: el pergamino, más dúctil, menos perecedero. Con Crates de Malos (Siglo 3 a.C.) como director se definió una búsqueda basada en las premisas filosóficas del estoicismo. Los estudios se orientaron hacia exégesis logicistas en lugar de análisis filológicos: “…su principio fundamental es la anomalía, basada en la observación del uso en el lenguaje hablado”. La desaparición de la Biblioteca de Pérgamo a raíz de las luchas políticas en el Asia Menor hizo que Antonio (hay quienes hablan de Augusto) enviara los pergaminos sobrevivientes a su querida Cleopatra con el leve propósito de donarlos al Serapeo de Alejandría (era su manera de disculpar la quema del 47 a.C.). Así acabó la segunda biblioteca helenística más famosa. La rivalidad acabó en ironía, en mueca.

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Aristóteles (H. 384-322 a.C.) pudo haber formado la biblioteca privada más admirada en la antigüedad, si no por su número (pues descollarían las de Atenas, Rodas, Cos, Éfeso), por su calidad. Estrabón aseguró que el filósofo fue el primer vástago entre los coleccionistas serios. En efecto, compró escritos filosóficos, matemáticos, físicos, literarios y políticos de los que supo hacer buen uso al citarlos en sus propias obras. A su muerte, Teofrasto (H. 388-288 a.C.) retuvo los libros y los acrecentó sobremanera con manuscritos excéntricos. Pero la mala fortuna comenzó cuando Neleo de Escépsis, heredero final de la biblioteca murió y sus familiares, temerosos del pillaje, la arrojaron en un sótano. Cuando Apelicón de Teos, rico intelectual, optó por comprarla, muchos papiros ya habían sido destruidos por la humedad. Sila, general romano, se apoderó el 84 a.C. de Atenas y, al enterarse de la existencia de los curiosos legados de Aristóteles, hizo zarpar un barco a toda prisa con los materiales a Roma, en donde Tiranión de Amiso enmendó y reescribió lo mutilado. Posteriormente Andrónico de Rodas se inmortalizó clasificando cada tratado por grupos. Fue él, en realidad, el autor material del título “Metafísica”, otorgado a los textos aristotélicos que venían después de los que se ocupaban de física.

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La primera referencia que poseo de la destrucción de un libro entre los griegos está en Diógenes Laercio y aparece en sus “Vidas de los más ilustres filósofos” (IX,52). Es el caso de Protágoras, condenado en el siglo V por agnóstico. “Sobre los dioses”, su escrito, fue quemado en la plaza pública así como confiscado a sus poseedores. Protágoras tuvo que huir para no ser víctima de las multitudes democráticas atenienses. Platón fue acusado de pegar fuego a los tratados de Demócrito; quería evitar, a tenor de los rumores mezquinos de sus colegas, cualquier acusación de plagio debido a las mágicas coincidencias entre sus escritos y el “Gran Diacosmos”. Laercio cuenta este suceso con la más resignada malicia posible. Hipócrates de Cos, según biógrafos indiscretos, destruyó la biblioteca del Templo de la Salud de Cnido. W.H.S. Jones, en su traducción del “Corpus Hippocraticum” de la colección Loeb, recoge la leyenda imputando al padre de la medicina un descomunal deseo de impedir que intensos secretos se difundiesen o pudiesen ser conocidos por herederos de la gran tradición de los asclepíades.

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Con el advenimiento del cristianismo, resucitó un período pre-inquisitivo. El 415 d.C. una poblada, seguidora de San Cirilo, asesinó a Hipatia, investigadora matemática de la biblioteca de Alejandría. Su cuerpo fue violado, y la piel sufrió quemaduras y raspaduras con conchas marinas hasta el hueso. Tal ferocidad se aplicó a muchos escritos. A falta de testimonios fehacientes, desconocemos los títulos y la cantidad que, desaprobados por la Iglesia, fue arrojada a las llamas. Pero es presumible pensar en un centenar. No fueron tiempos de clemencia. Eran raros los padres verdaderamente instruidos; eran abundantes los logoclastas. Teófilo asestó un golpe bajo a los restos del Serapeo incitando a sus fieles a demoler piedra por piedra a fin de erigir un templo a los mártires cristianos. Nuevamente, los anaqueles sufrieron destrucción y robo. El desinterés por la literatura pagana que produjo el movimiento cristiano derivó en la extinción natural de muchos autores. La copia dañada de un determinado escritor, al no ser reemplazada por una nueva debido a una desidia continua, se convirtió en una mala señal con el pasar de los años. Así perdimos miles de obras. Una convicción fulminante destruyó, con el rigor más extremo, los libros de los gnósticos y lo que de ellos conocemos está en los textos de sus acusadores, los cuales, secretamente, parecen haberlos inmortalizado al recopilar los fragmentos más relevantes.
La caída del imperio romano empeoró la paciente labor de conservación. Alarico tomó Roma con sus hordas bárbaras el 410 d.C. Desde el 24 de agosto, día del suceso, hasta pasada una semana, la ciudad fue saqueada sin piedad. Las casas brillaron como antorchas. Los papiros sirvieron como lumbre en las orgías.
Contrario a esta ferocidad, uno de los caudillos de los godos, cuando éstos encendieron fuegos para destruir las bibliotecas griegas, levantó su voz diciendo que convenía dejarlas a los enemigos como cosa idónea para apartarlos de los ejercicios militares y entregarlos a ocupaciones sedentarias y ociosas. Montaigne (“De la pedantería”, Ensayos, I), fuente de esta anécdota, la relata como un modelo contrario que bien puede oponerse aquí a los hechos expuestos.
Para el siglo 5 d.C. la nueva historia de Roma la retomó Constantinopla, donde la llama de la cultura prendió nuevamente dentro de los márgenes del imperio Bizantino. Esta etapa constituyó un renacimiento parcial de la conciencia helénica porque, según John A. Garraty y Peter Gay (“Columbia History of the World”), “poseer cultura era indispensable para hacer carrera. Con la excepción del rudo Basilio II, los emperadores fueron ejemplares en este terreno y continuaron favoreciendo a los intelectuales. León VI el prudente, estudioso de las teorías de Focio, era un excelente retórico; su hijo Constantino VII convirtió el palacio imperial en punto de encuentro de estudiosos y literatos…”.
Este esfuerzo se mantuvo hasta que la “cristiana” Cuarta Cruzada arrasó el año 1204 con la urbe y diezmó considerablemente los papiros y pergaminos antiguamente rescatados. Durante 3 interminables días, cruzados de ardiente piedad, sacerdotes y soldados asesinaron, robaron y destruyeron con “fe” ejemplar.

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En la Roma imperial no hubo ningún cambio en esta lenta y tenaz destrucción. El defensor de Virgilio, mecenas respetado y querido, césar incuestionable, el pacífico Augusto, destruyó millares de obras alegando razones de Estado. Suetonio relata en su “Vida de los doce césares” (Libro 3, LXI) que la crueldad del voluptuoso Tiberio no tuvo límites. Un resentido, al parecer, acusó a un poeta de injuriar en su obra al mítico Agamenón; otra acusación peligrosa divulgó la noticia de que un historiador alababa en su texto a Bruto y a Casio llamándolos “los últimos romanos”. Tiberio, ofuscado, condenó a muerte a estos y a numerosos escritores destruyendo sus libros con verdadera saña. Se desconoció que los mismos poetas ajusticiados leyeron sus creaciones a Augusto, quien las elogió enormemente. Domiciano procuró contribuir a paliar los incendios a que habían sido sometidas las bibliotecas por las incursiones bárbaras enviando mensajeros a Alejandría a la búsqueda de copias fieles de los grandes clásicos. Esta labor la acompañaba de una insana tendencia a destruir en quemaderos públicos todos los libros sospechosos de ofender su majestad o a Roma (que solía ser lo mismo). Los poetas eran apaleados y los editores crucificados o empalados.

LAS PUERTAS INDUCIDAS

En mayo de 925 d.C., el monasterio de Saint Gall fue atacado. Uno de los propósitos de los bárbaros era aniquilar a los monjes y prender fuego al lugar, lo que hubiera significado el fin de miles de libros resguardados bajo el mayor fervor. Una mujer, ascética, devota, triste, llamada Wilborada, ejercía entonces el cuidado de la biblioteca y tuvo una visión. No sabemos cuál fue, pero entre el atardecer y la madrugada del día siguiente del primero de mayo enterró las obras. La crónica relata que finalmente los sitiados vencieron a sus atacantes; el fuego, de cualquier manera, consumía el monasterio y el cuerpo de Wilborada, mutilado, vejado, erizado en su cólera, yacía sobre un montón de tierra donde se encontraron más tarde todos los libros ilesos. Su acto le valió un santidad curiosa y el patronazgo absoluto sobre los bibliófilos.
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Durante la dominación de los moros en España, Al Hakam II, protector de artistas, fundó en Córdoba una de las Bibliotecas más importantes de su tiempo, adquirió textos raros, envió mensajeros a divulgar su deseo de obtener copias de los mejores libros del mundo lo que le facilitó la selección de 400.000 volúmenes, pero Mohamed Ibn Abi Amir, mejor conocido como Almansur, heredero forzado en el califato, militar ávido de fortuna, asesino de su hijo, apenas muerto Al Hakam II permitió que los teólogos musulmanes quemaran todos los libros de la Biblioteca que contradijeran la fe de Mahoma. Este gesto le valió ser considerado el más piadoso de los hombres, lo cual ratificó al destruir el santuario de Santiago de Compostela y hacer que los prisioneros llevaran sobre sus hombros las campanas de la iglesia.
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Miles de hombres y mujeres acusados de brujería fueron purificados con fuego; en su destino estaba, línea por línea, transcrito el de los libros sospechosos de satanismo o herejía. Miguel Servet fue quemado el 27 de octubre de 1533 por los calvinistas; una efigie suya había sido incendiada por los católicos. Con él ardieron sus libros, donde negaba la Trinidad y la reducía a una sola entidad platónica. Su muerte le valió a Calvino un efusivo elogio de Melanchton. Pero a la historia le agradan las simetrías rebeldes. Esteban Dolet, tipógrafo e impresor, aprovechó un permiso de Francisco I para editar a Terencio, Rabelais, Cicerón, Virgilio y otros clásicos; una redada piadosa encontró en su hogar textos de Calvino y Melanchton e inmediatamente fue detenido, procesado y condenado a la hoguera. Tuvo la satisfacción de que el día de su ejecución, un 3 de agosto de 1546, alguien pensara correcto usar sus libros en lugar de madera y la plaza de Maubert se llenó de humo y ceniza.
Las actividades de la Inquisición perfeccionaron y legalizaron autos de fé contra el pensamiento alternativo. De los índices de libros prohibidos (Index Librorum Prohibitorum) se pasó muy pronto a la acción frenética contra toda disidencia. Jacobo I de Inglaterra, en 1603, ordenó destruir todos los ejemplares de “Descubrimientos de la brujería”, obra de Reginald Scott, miembro del parlamento que, con una inocencia fugaz publicó en 1584 su libro con la esperanza de demostrar que no existían brujas ni demonios.
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Por “Los libros condenados” de Jacques Bergier supe del Abad Tritemo y de John Dee. Cada uno exige un ensayo aparte, pero por ahora bastaría con hacer un poco de memoria. Juan Tritemo, nacido en 1462 y muerto en 1516, antes Johannes de Heidenberg, fue miembro de una sociedad secreta llamada Cofradía Celta donde se estudiaba la astrología, la magia, la cábala, la matemática y la literatura. Un afán de supervivencia lo acercó a la religión, viéndose convertido en Abad. Sus estudios fueron resumidos en los ocho tomos de su “Esteganografía”, un manuscrito que, según él, obedeció a un sueño. La obra, en suma, describía métodos de escritura secreta y de telepatía y telequinética. Felipe II la hizo cremar por miedo a su divulgación.
John Dee, nacido en 1527 y muerto en 1608, fue un personaje fascinante. No importa si su escritura es torpe, ingenuamente fantástica y remeda el estilo de su época. De por sí, Dee causa una admiración enorme. Gustav Meyrink historió su vida, pero lo que maravilla es el hecho de que pasó de una fama tibia a un cálido odio sin demoras. Todo, por haber publicado en 1659 “A true and faithfull relation of what passed betwen Dr. John Dee and some spirits”, un libro que describe sus intemporales conversaciones con seres de otra dimensión a través de una piedra negra de antracita. Esos seres se habría puesto en contacto con él a la búsqueda de un acercamiento provechoso. Su forma de viajar es en el tiempo. Antes de la aparición de este volumen, ya una plebe enardecida saqueó su casa y prendió fuego a los cuatro mil libros de su biblioteca. Igual suerte corrieron numerosos manuscritos de notas. Hoy en día sólo podemos leer “La mónada jeroglífica” en traducciones de dudosa autenticidad.
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El 10 de mayo de 1933 los nazis convocaron a una gran asamblea nacional para destruir los libros de todos los opositores o autores de origen judío. Las obras de Freud, los rosacruces y Thomas Mann, entre muchos, fueron condenadas por Joseph Goebbels al fuego. Una película que recoge el momento en Berlín muestra a estudiantes, filósofos, profesores, escritores, poetas, políticos, niños, arrojando libros a la pira con alegría inefable tras la mención del título.
La persecución contra una obra y su autor responde a la temerosa debilidad que cuestione. El grado de animosidad y empeño en la labor no es ajeno a las circunstancias que exponga al ridiculo. Las “Cartas filosóficas” de Voltaire, publicadas en abril de 1734, provocaron la ira de la iglesia, el escritor fue detenido y un decreto del Parlamento, tres meses después, autorizó a un verdugo a desgarrar y quemar las epístolas por “inspirar el libertinaje más peligroso para la religión y para el orden de la sociedad”.
En el siglo XX se me ocurre que los dos casos más desleznables son los de James Hanley y Salman Rushdie. Hay otros, por supuesto, pero busco solamente una escandalosa y avara representatividad. Del primero se oye hablar poco y se lee menos, pero no fue un escritor mediocre. Autor de “El Chico” (1931), novela extraordinaria que narra la iniciación de un joven marino, sufrió un proceso judicial y en 1934 la policía decomisó su libro. En añadidura, Hugh Walpole, escritor y misterioso vocero de las buenas costumbres inglesas (que nadie conoce) destruyó un ejemplar en público y cientos más fueron quemados. Walpole llegó a manifestar que la obra “es tan desagradable y horrible, tanto en la narración como en lo incidentes que se relatan, que me extraña que los impresores no se hubieran declarado en huelga mientras la imprimían…”. Con Salman Rushdie, escritor inglés de origen hindú, el ensañamiento ha sido inescrupuloso y constituye un anacronismo inadmisible: sobre él pesa una condena a muerte lo mismo que sobre sus “Versos satánicos”, una novela mediocre e impulsiva que tiene el mérito de haber ridiculizado el fundamentalismo en sus axiomas centrales. La persecución contra Rushdie es indescriptible: protegido por Scotland Yard, vive a merced de una mudanza continua en Inglaterra y de los múltiples amigos que ha sabido ganarse en el mundo intelectual. En Irán fue quemada su obra y algunas librerías inglesas dinamitadas.
En un régimen político, militar o religioso despótico el libro deja de ser un instrumento de conocimiento y sólo se acepta como entretenimiento o propaganda. La Unión Soviética o China o Thailandia o Vietnam. El nombre no importa: el terrorismo aplicado no modifica sus métodos: incineración de libros y enjuiciamiento popular del autor. Si hay algo que recriminar a la antigua Unión Soviética no sólo serían sus incontables crímenes impunes sino no haber permitido, ni siquiera en la disidencia, la aparición de una literatura próxima a la magnífica vertiente de Dostoievsky y Tolstoi. Gorky no es una excepción, es la confirmación de esta profunda grieta abierta en medio de la narrativa rusa. Lo mismo debo decir de la narrativa y poesía española cortada en dos mitades por el terror del régimen de Francisco Franco. La prohibición, la censura, no son las formas de una dictadura: hay que verlas como su contenido.

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El miedo, el arrepentimiento o la decepción ha impulsado a algunos autores a destruir sus libros. Nostradamus quemó su biblioteca para evitar que el contenido de sus volúmenes sobre astrología y magia llegaran a manos equivocadas. Edgard Allan Poe, deprimido por lo que consideró como mediocres poemas, buscó y destruyó todos los ejemplares de su primer libro de poemas que logró encontrar.

CLAVE IMAGINARIA

Multiplicando sus incertidumbres, la historia de la literatura ha expuesto en cuatro grandes momentos la terrible verdad histórica presentada aquí. Bajo los signos compartidos de una propuesta universal, la destrucción imaginaria de libros ha procurado ser fiel a las más venerables y conmovedoras metáforas del mundo y del hombre. Quevedo hablaba de que su llama podía nadar en agua fría sin extinguirse: algo de eso y tal vez menos o más, se cumple en el origen, que es el fin, de la obra que describe, como un espejo inverso, la eliminación de volúmenes por el fuego. La narrativa ha asumido dos posiciones: la de los hombres que queman los libros que conducen a la locura o la de los que desean abolir el pasado. Entre estos dos extremos de una moneda única todo sucede.
La más célebre quema de libros hecha en una novela, inolvidable, íntima, es la que presenta Cervantes en el capítulo VI de la primera parte de “Don Quijote”. Nadie puede no recordar al cura y al barbero (que es como decir la iglesia y la censura) cuando entran en la biblioteca de Alonso Quijano, dormido entonces, y consiguen un centenar de textos, en su mayoría novelas de caballerías que proceden a revisar y seleccionar, aunque la sobrina y el ama piden una hoguera expedita. Por el “Amadís de Gaula” que se salva por ser el primero y el mejor de todos al corral y al fuego irán “Las sergas de Espladián” y todos los epígonos junto con “Don Olivante de Laura”, “Florismarte de Hircania”, “El caballero Platir”, “El caballero de la cruz”, “Palmerín de Oliva”, “Don Belianís” y otros. Al despertar, la sobrina explica que la biblioteca ha desaparecido por obra de un mago y don Quijote cree perfectamente que un tal Frestón ha sido el destructor. El capítulo sirvió a Cervantes para hacer una crítica poderosa contra los dominios sesgados y mediocres de una tradición que distrajo y falsificó la lectura de libros serios y calificados en pro de una frivolidad de dicha oscura.
Henry James dijo que Nathaniel Hawthorne “se las arregló, a través de un exquisito proceso, mejor conocido por el mismo, para transformar un pesado fardo moral en la sustancia de la imaginación”. En efecto, en “El Holocausto del mundo” narra una fábula universal: hastiados del excesivo cúmulo de conocimientos y cosas, los hombres deciden, en las praderas del Oeste, encender una gigantesca hoguera donde arrojan periódicos, revistas, signos heráldicos, condecoraciones, licores, armamentos, todo lo que ha hecho y deshecho la tecnología o la mecánica o el ingenio, incluyendo los libros. Hawthorne refiere con extraña fruición puritana:
“Allí fueron a dar infolios gruesos y pesados que contenían los trabajos de lexicógrafos, comentaristas y enciclopedistas, los cuales, tras caer en las brasas con pesadez de plomo, ardían sin llama hasta ser cenizas, como leña podrida. Los pequeños y exquisitamente sobredorados tomos franceses del siglo pasado, entre ellos los cien volúmenes de Voltaire, crepitaron soltando una brillante lluvia de chispas y llamas diminutas; mientras que la literatura actual de ese mismo país ardía en rojo y azul y bañaba con luz infernal los rostros de los espectadores, confiriéndoles un aspecto de demonios multicolores. Un compendio de cuentos alemanes exhalaba tufaradas de azufre. Los clásicos ingleses resultaron ser excelente combustible…Las obras de Milton, en particular, emitieron una potente llamarada y, poniéndose al rojo, se convirtieron en un carbón que prometía durar más casi cualquier otro material de la pila. De Shakespeare brotó una llama de tan maravilloso esplendor que las gentes se protegían los ojos…y ni siquiera cuando arrojaron los tratados de sus glosadores dejó de despedir un fulgor deslumbrante…”.
Por último, se comprende que para aniquilar la raíz de los males del mundo es preciso quemar el corazón del hombre y en ese punto el relato se detiene, feliz y confuso.
En 1953 Ray Bradbury publicó “Farenheit 451”, título que es a la vez un dato que informa sobre la temperatura que hace falta para cremar un libro. En esa novela angustiosa y nostálgica, en la línea de “1984” de George Orwell y “Un mundo feliz” de Aldoux Huxley, hay un futuro en el que los libros están prohibidos y un cuerpo de bomberos se encarga de incinerarlos sin demora ante los peligros de que, leídos, perturben la enajenación y ortodoxia vital del sistema imperante. Montag, al concluir la persecución desatada en su contra, se une a los disentes, vagos que llevan en su memoria un libro completo o el capítulo de un libro y esperan reunirse con otros como ellos para así intentar reescribir a los grandes clásicos desaparecidos por los decretos oficiales. Itelio, romano de alta alcurnia, tenía en su casa un cuerpo de cien esclavos a los que llamaba para la sobremesa. Cada uno recitaba un largo texto de memoria y entretenía a los comensales con Homero, Virgilio, Píndaro. En la obra de Bradbury la memoria es un recurso para sobrevivir en un futuro hostil.
Borges, en “El Congreso” , relato incluido en “El libro de arena” rescata a Hawthorne por completo. Un periodista llamado Alejandro Ferri se une a El Congreso, un grupo dirigido por Alejandro Glencoe. Apolíticos, universalistas, los congresales creen que representan el mundo y deciden incorporar a representantes de todas las tendencias y géneros. El fracaso de la empresa termina con una gran hoguera donde son quemados todos los libros recopilados (enciclopedias, atlas, la “Historia Naturalis” de Plinio, obras de diversa procedencia). Fernández Irala, uno de los miembros, comenta: “Cada tantos siglos hay que quemar la Biblioteca de Alejandría”.
Como corolario y desde otra perspectiva, borgiana, erudita, intencionadamente cínica, hay que citar “El nombre de la rosa” de Umberto Eco. Como se sabe, los asesinatos cometidos en esa novela obedecen a los celos extraños de un monje bibliófilo que pretende evitar que el mundo conozca el único ejemplar existente del segundo libro de la “Poética” de Aristóteles que, al parecer, era una defensa de la comedia. La biblioteca secreta del monasterio, al final, arde sin dejar rastro. Adso de Melk, protagonista y narrador señala: “La lámpara fue a parar justo al montón de libros que habían caido de la mesa y yacían unos encima de otros con las páginas abiertas. Se derramó el aceite, y en seguida el fuego prendió en un pergamino muy frágil que ardió como un haz de hornija reseca. Todo sucedió en pocos instantes: una llamarada se elevó desde los libros, como si aquellas páginas milenarias llevasen siglos esperando quemarse y gozaran al satisfacer de golpe una sed inmemorial de ecpirosis…” (Ob. cit., p. 5).
Habría otros ejemplos que citar, como en todo lo dicho, pero no he buscado escribir un informe policial; me limito a aportar referencias y temores. Que, si me escucha con los ojos, me disculpe Quevedo, por la omisión de sus “Sueños” , y en renglón seguido extiendo las disculpas a Lovecraft, Orwell, Zamyatin, Huxley, en fin.

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Hasta aquí, segmento tras segmento, época tras época, el resumen de esta historia. Dante, perplejo y aterido, en el canto XXV del Infierno (46 y sgs.), cuenta cómo una serpiente con seis pies se transforma en hombre y los colores de ambos seres se confunden sin que predomine el de uno o el otro . Una transformación y ambigüedad parecida corresponde a los vértices de los hechos, incompletos, dispersos, que me propuse, con la más minuciosa parcialidad, referir en estas páginas. No es ni deben verse en blanco y negro ni eludirse como tal. La hoguera de ayer, creo, es la de hoy, la misma que arde aún en estas líneas con fulgor intacto.
El dilema, lo reconozco, sigue vigente: ¿Por qué destruyen libros los hombres? He formulado ya una teoría donde atribuyo la causa a la histeria colectiva causada por el mito de la Obra Sagrada. Tal vez no sea del todo cierto; tal vez, y hay que atender esto, los motivos profundos estén en una declaración de Fred Hoyle, astrónomo y novelista. En “De hombres y galaxias” , escribió que cinco líneas bastarían para arruinar todos los fundamentos de nuestra civilización. Esta posibilidad terrible, impertinente, codiciosa, nos aturde y no habría razones para no pensar que, tras la excusa autoritaria, se esconda la búsqueda obsesiva del libro que contenga esas cinco líneas. La conspiración, así, quedaría evidenciada.

Con todo el escepticismo posible, ofrezco un índice de lecturas: Anthon, Charles. A Classical Dictionary of the Greeks and Romans, 1857.
Bergier, Jacques. Los libros condenados, 1971.
Cantarella, Raffaele. La literatura griega de la época helenística e imperial, 1972.
Easterling, P.E.- Knox,B.M.W. The Cambridge History of Classical Literature. I. Greek literature, 1985.
Garraty, John A. Gay, Peter. Columbia History of the World, 1972.
Gibbon, Edward. The decline and fall of the roman empire, 1839.
Kenyon, F.G. Books and Readers in ancient Greece and Rome, 1951.
Laercio, Diogenes. Lives of eminent philosophers, 1972.
Ossa, Felipe. Historia de la escritura y la letra impresa, 1993.
Pfeiffer, Rudolf. History of classical scholarship. From the beginning to the end of the helenistic Age, 1968.
Pichon, Jean-Charles. Histoire universelle des sectes et des sociétés secretes, 1969
Pinner, H.L. The World of Books in Classical Antiquity, 1948.
Rosarivo, Raúl M. Historia general del libro impreso, 1964.
Turner, E.G. Athenian books in the fifth and forth centuries, 1952.
Varios. Paulys Realencyclopaedie Der Classischen Altertums-Wissenschaft, 1893 y ss.
Wilson, N.G. Scribes & Scholars. A Guide to the Transmission of Greek and Latin Literature, 1968.

El hombre y religion

El Hombre y la Religión

Aldous Huxley dió esta conferencia en la Universidad de California, Santa Bárbara, en 1959, siendo parte de una serie de encuentros bajo el tema de ´La Situación Humana` que tuvo lugar entre los meses de enero-mayo y septiembre-diciembre. La presente traducción toma como fuente la publicación de Triad Grafton Books, The Human Situation, 1980.
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Me gustaría comenzar leyendo dos o tres líneas del capítulo vigésimo cuarto del Libro de las Revelaciones. Este capítulo contiene una descripción de la Nueva Jerusalén, y acaba así: “y la calle de la ciudad era oro puro como si fuera cristal transparente. Y no vi templo alguno ahí: pues el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son sus templos (Revelaciones 21: 21-2).

De la misma manera no había templo -no había religión, en el sentido ordinario de la palabra- en Edén. Adán y Eva no necesitaban el aparato de la religión porque estaban en situación de escuchar la voz del Señor mientras Este caminaba ‘por el jardín al fresco del día’ (Génesis 3:8).

Cuando leemos el Libro del Génesis, encontramos que la religión, en el sentido convencional de la palabra, comenzó únicamente después de la expulsión de Adán y Eva del jardín, y que la primera evidencia de ello es la construcción de los dos altares por Caín y Abel. Esto también constituyó el comienzo de la primera guerra religiosa. Caín era un hombre desposado -un vegetariano, como Hitler- y Abel era un pastor que comía carne. Sus diferentes ocupaciones les dividió apasionadamente, y esto les dio una especie de absolutismo religioso, con el triste resultado que todos conocemos.

En el capítulo tercero del Génesis, después del nacimiento de Set, que era el tercer hijo de Adán, hay mención a una nueva fase en la religión. El verso dice: ‘Y a Set, a él también le nació un hijo, que puso de nombre Enos: entonces empezaron los hombres a llamar el nombre del Señor’ (Génesis 4:26). Esto evidentemente representa el comienzo de lo que podría llamarse el lado conceptual, verbalizado de la religión.

Estos dos grupos de referencias ilustran muy claramente que hay dos tipos principales de religión. Está la religión de la experiencia directa -la religión, en palabras del Génesis, de escuchar la voz de Dios caminando por el jardín al fresco del día, la religión del conocimiento directo de lo divino en el mundo. Y luego está la religión de los símbolos, la religión de la imposición del orden y el significado del mundo a través de símbolos verbales y no verbales y su manipulación, la religión del conocimiento sobre lo divino más que el conocimiento directo. Estos dos tipos de religión siempre han existido, y hablaremos de los dos.

Empezaremos con la religión como manipulación de símbolos para imponer orden y significado sobre el flujo de la experiencia. En la práctica encontramos que hay dos tipos de religiones manipuladoras de símbolos: la religión del mito y la religión del credo y la teología. El mito es obviamente una especia de filosofía no lógica; expresa en forma de historia o, a menudo, en forma de alguna imagen visual, o incluso en forma de danza o complicado ritual, algún sentimiento generalizado sobre la naturaleza del mundo y la experiencia del hombre en relación con él. El mito no es pretencioso, en el sentido de que no pretende ser estrictamente cierto. Es meramente expresivo de nuestros sentimientos sobre la experiencia. Pero aunque sea filosofía no lógica, a menudo es filosofía muy profunda, precisamente porque es no lógica y no discursiva. Permite traer a colación en la historia, la imagen, la estatua o la danza un número de aspectos dispares e incluso aparentemente inconmensurables e incompatibles de nuestra experiencia. Los pone juntos y los muestra como un todo indisoluble, exactamente como lo experimentamos. En este sentido es el tipo de simbolismo más profundo. Por ejemplo, el mito de la gran Madre, que aparece en todas las religiones tempranas, muestra a la madre como el principio de la vida, de la fecundidad, la fertilidad, la tierna y reconfortante compasión; pero a la vez es el principio de la muerte y la destrucción. En el hinduismo, Kali es a la vez la madre cariñosa y amorosa y la temible Diosa de la destrucción, que tiene un collar de calaveras y bebe la sangre de los seres humanos de una calavera. Esta imagen es profundamente realista; si das la vida, también necesariamente das la muerte, porque la vida siempre acaba en la muerte y debe ser renovada con la muerte. La cuestión sobre si estos mitos son ciertos o no es bastante irrelevante; simplemente expresan nuestras reacciones al misterio del mundo en que vivimos.

Más temprano encontramos religiones míticas no lógicas frecuentemente asociadas a lo que ha venido a llamarse ejercicios espirituales, pero que en verdad son ejercicios psicofísicos. Con el uso de la danza, el canto y el gesto, consiguen un tipo de revelación genuina. Las tensiones físicas generadas por la ansiedad y el egocentrismo de nuestras vidas son liberadas. Esta liberación mediante gestos físicos constituye lo que los quakers llamaron la ‘apertura’ a través de la cual las fuerzas más profundas de la vida dentro y fuera de nosotros fluyen más libremente. Es muy interesante ver cómo incluso en nuestra propia tradición este dejarse llevar por razones religiosas ha tenido influencias profundas y muy saludables. Los quakers se llamaban ‘quakers’ por la sencilla razón de que quakeaban (el verbo quak significa…). Las reuniones de los primeros quakers a menudo acababan con la mayoría de la asamblea involucrándose en los más extraños y violentos movimientos corporales, que eran profundamente liberadores y que permitía, por así decirlo, el influjo del espíritu.

Como dato histórico los quakers, mientras mantuvieron el quakeo, tenían el más alto grado de inspiración y estaban en lo más alto de su poder espiritual. Tenemos el mismo fenómeno en los Shakers (shake=agitar), y lo vemos en el movimiento religioso contemporáneo llamado Subud -la aparición en asambleas de personas de movimientos físicos curiosamente violentos e involuntarios que producen liberación y permiten a muchos la aparición y el flujo interior de fuerzas espirituales profundamente poderosas. Aquí me gustaría citar al eminente académico islámico-francés Emil Dermenghem, quien dice que la Europa moderna -por supuesto la Europa moderna incluye la América moderna- se encuentra prácticamente sola al haber renunciado, en favor de la respetabilidad burguesa y el puritanismo gálico, a la participación del cuerpo en la búsqueda del espíritu. En la India, al igual que en el Islam, los cantos, los ritmos y la danza son ejercicios espirituales. Pero sólo hay pequeños rincones en nuestra tradición que han ilustrado, mediante este permiso para utilizar el cuerpo, que el espíritu puede liberarase mejor, un hecho que se hace claramente manifiesto cuando estudiamos la historia de las religiones orientales.

La religión como sistema de creencias es un tipo de religión profundamente diferente, y es la que ha sido más importante en occidente. Los dos tipos de religión -la religión del conocimiento directo de lo divino y la religión del sistema de creencias- han coexistido en occidente, pero los mísitcos siempre han sido una minoría en medio de las religiones manipuladoras de símbolos, y la relación ha sido de una simbiosis bastante incómoda. Los miembros de la religión oficial siempre han considerado a los místicos como personas difíciles y problemáticas. Han llegado a hacer incluso juegos de palabras con el nombre, llamando al misticismo ‘misty-shism’ (misty=neblinoso, shism=ismo) -una doctrina antinómica y brumosa, que no se cierne fácilmente a la autoridad. Por otro lado los místicos no han hablado exactamente con sorna -no sienten esto- sino con tristeza y compasión por aquellos que estan entregados a la religión simbólica, porque sienten que la búsqueda y la manipulación de símbolos es simplemente incapaz, por la naturaleza de las cosas, de conseguir lo que consideran el fín supremo, la unión con Dios. William Blake, que era esencialmente un místico, era capaz de expresarse en términos bastante violentos sobre aquellos con los que no estaba de acuerdo. Tiene un pequeño pareado donde dice, ‘acércate, mi niño, dime lo que ves ahí’ -y el niño responde, ‘un loco enredado en una onda religiosa’.

Dentro de la tradición cristiana occidental, los místicos han disfrutado de una postura tolerante mediante la perpetuación, en una época temprana de la evolución cristiana, de lo que se llama un fraude pio. Alrededor del siglo sexto apareció una serie de volúmenes neoplatónicos cristianos bajo el nombre de Dionisio el Areopagita, que fue el primer discípulo de San Pablo en Atenas. Estos volúmenes fueron considerados casi como de valor apostólico, en tanto que Dionisio fue el primer discípulo de San Pablo. De hecho los libros fueron escritos bien al final de siglo quinto o principios del sexto en Siria. El desconocido autor simplemente firmó en ellos con el nombre de Dionisio Areopagita para darles mayor cobertura entre sus contemporáneos. El era un neoplatonista que había adoptado el cristianismo y que combinaba la doctrina de la filosofía neoplatónica y prácticas del éxtasis con doctrinas cristianas. El fraude pio tuvo un gran éxito. El libro fue traducido al latín en el siglo noveno por el filósofo Escoto Erigena, y de ahí se introdujo en la tradicion de la Iglesia occidental y actuó como una especie de refugio y garantía para la minoría mística dentro de la Iglesia. No fue hasta hace poco que el fraude fue reconocido por lo que era. Mientras tanto, en uno de los extraños e irónicos sucesos (quirk) de la historia, este curioso episodio de forgery jugó un papel muy importante y muy beneficioso en la tradicion cristiana occidental.

Tenemos que considerar ahora la relación existente entre la religión de la experiencia inmediata y la religión primariamente centrada en los símbolos. En este contexto hay un comentario muy iluminador de Abbot John Chapman, un monje benedictino que fue uno de los grandes directores espirituales del siglo veinte. Sus cartas espirituales son obras de gran interés; él era obviamente un hombre que había tenido un experiencia mística profunda y estaba capacitado para ayudar a los demás en la misma dirección. Comenta en una de sus cartas lo difícil que es reconciliar -no sólo unir- el misticismo y el cristianismo:

San Juan de la Cruz es como una esponja llena de cristianismo: lo puedes exprimir todo y la teoría mística permanece. Consecuentemente, durante quince años o así odié a San Juan de la Cruz y le llamaba budista. Amaba a Santa Teresa y la leía una y otra vez. Ella primero es cristiana, sólo luego es una mística. Luego me di cuenta de que había desaprovechado quince años en cuanto a orar se refiere.

Por ‘orar’ Abbot Chapman por supuesto no se refería a la oración de petición. El hablaba de lo que se llama la oración de la quietud, la oración de esperar ante el Señor en un estado de pasividad en alerta y permitiendo que los elementos más profundos de la mente suban a la superficie. Dionisio el Areopagita, en Teología Mística y otros de sus libros, había insistido una y otra vez en el hecho de que para conocer directamente a Dios, en vez de saber cosas sobre Dios, uno debe ir más allá de los símbolos y los conceptos. Estos son de hecho obstáculos, según Diosnisio, para la experiencia inmediata de lo divino. Se ha visto que esto es cierto empíricamente en todos los maestros espirituales, tanto en Oriente como en Occidente. Un asombroso ejemplo nos llega de los escritos de Jean Jacques Olier, quien fue un director espiritual my conocido del siglo diecisiete, un producto de las contrareformas y el renacimiento de la teología mística en Francia en la época de Luis XIII. Escribió: ‘la sagrada luz de la fe es tan pura que las iluminaciones especiales son impuras en comparación, incluso los pensamientos de los santos o de la Sagrada Virgen o de Jesucristo en Su Humanidad, son también obstáculos para la visión de Dios puro’. Esto parece, particularmente de un teólogo de la contrareforma, un comentario muy extraño y atrevido, aun así representa una clara reafirmación de lo que se había venido diciendo una y otra vez por los místicos del pasado. Lo que Olier llama ‘la visión de Dios puro’ es, psicológicamente hablando, la experiencia mística. Esto es una cosa, y la creencia en proposiciones sobre Dios, creencias en dogmas y afirmaciones teológicas y liturgias inspiradas en estas afirmaciones, es algo completamente diferente.

En este contexto, me gustaria citar las palabras de un teólogo dominicano contemporáneo, el Padre Victor White, que es un escritor particularmente interesante, ya que es a la vez un teólogo y psicoterapéuta que trabajó bastante con Jung, y que es bastante conocedor de las teorías y la práctica psicológica. Dice:

El concepto de Freud de la religión como una neurosis universal no está totalmente exenta de verdad y valor -una vez que hemos entendido su terminología. Debemos recordar que para él no sólo a religión, sino los sueños, las fantasías incontroladas, los deslices verbales y de escritura -cualquier cosa cercana a una idea irrealizable por la consciencia es de alguna manera anormal o patológico. (cf. Psicopatología de la vida diaria). Pero la teología también confirmará que la religión, en cuanto a sistema de credos y cultos externos, surge de la relativa inconsciencia del hombre, de su incomprensión y falta de armonía con la mente creativa detrás del universo, y de sus propios confictos y divisiones internas. Semejante religión, en lenguaje teológico, es el resultado de la caida del hombre desde la inocencia e integridad original, su alejamiento en este tierra de la visión Divina.

La religión de la experiencia directa de lo divino ha sido considerada como el privilegio de unos pocos. Yo personalmente no creo que esto sea necesariamente cierto. Creo que practicamente cualquier persona es capaz de la experiencia directa, siempre y cuando se embarque de la manera adecuada y esté preparado para hacer lo que es necesario. Simplemente hemos asumido que los místicos representan una pequeña minoría entre una inmensa mayoría que debe estar contenta con la religión de los credos, los símbolos, los libros sagrados, las liturgia y las organizaciones.

La creencia es una cuestión de suma importancia. Uno de los grandes bestseller en años recientes se llama ‘El Poder de la Creencia’. Este es un título muy bueno, porque la creencia es una inmensa fuente de poder. Tiene poder para el creyente mismo, y permite que la persona que cree ejerza poder sobre los demás. En cierto sentido, es algo mueve montañas. La creencia, como cualquier otra fuente de poder, puede ser utilizada para el mal y el bien. Hemos podido ver en nuestro propio tiempo el terrible espectáculo de Hitler a punto de conquistar el mundo entero gracias el poder de la creencia en algo que no solo era manifiestamente falso sino profundamente maligno.

Este hecho tremendo de la creencia, que constantemente está siendo cultivado por las religiones manipuladoras de símbolos, es esencialmente ambivalente. La consecuencia es que la religión, como sistema de creencias, siemre ha sido una fuerza ambivalente. Hace surgir de forma simultánea la humildad y lo que los poestas mediavales llaman el ‘prelado orgulloso’, el tirano eclesiástico. Da vida a las más altas formas artisticas y las más bajas formas de superstición. Enciende las llamas de la caridad y tambien enciende las llamas de la Inquisición y el fuego que quemó a Serveto en la Génova de Calvino. Da vida a San Francisco y Elizabeth Fry, pero también a Torquemada y Kramer y Springer, los autores del Melleus Maleficorum, el gran libro de cazadores de brujas publicado alrededor del mismo año en que Colón descubrió America. Da vida a George Fox, pero también al Arzobispo Laud. Esta tremenda fuerza de la religión como sistema teológico siempre ha sido ambivalente precisamente por la extraña naturaleza de la creencia misma y por la extraña capacidad del hombre, cuando se embarca en sus especulaciones filosóficas, de llegar a las más extrañas y fantásticas respuestas.

Los mitos, en su totalidad, han sido mucho menos peligrosos que los sistemas teológicos porque son menos precisos y tienen menos pretensiones. Donde hay sistemas teologicos se pretende que estas proposiciones sobre los sucesos ocurridos en el pasado y en el futuro y la estructura del universo son absolutamentes ciertas; en consecuencia, cualquier negativa a aceptarlas se considera como una rebelión contra Dios, merecedora del castigo más severo. Y vemos que de hecho estos sistemas, a modo de dato histórico, han sido utilizados como justificación para prácticamente todo acto de agresión y expansión imperialista. Apenas hay un solo caso en la historia de crímen a gran escala que no se halla cometido en el nombre de Dios. Esto fue resumido hace muchos siglos en el hexámetro de Lucrecio: ‘Tantum religio potuit suadere lamorum (tales horribles crímenes fue capaz la religion de persuadir al hombre a cometer). Debería haber añadido, ‘Tantum religio potuit suadere bonorum’ (tales grandes beneficios tambien pudo persuadir a cometer) e todas formas, se ha tenido que pagar lo bueno con una enorme cantidad de lo malo.

Esta cualidad de la religión como sistema de símbolos teológicos para generar conflicto no solo ha traido jihads y cruzadas entre religiónes, también ha producido una enorme cantidad de fricciones internas dentro de la misma religión. El odium theologicum es notorio por su virulencia, y las guerras religiosas del siglo dieciseis y diecisiete fueron de un grado de ferocidad que supera la credulidad. En este contexto pienso que deberíamos recordar que estamos acostumbrados ahora a decir, ‘O, la maldad que ha traido al mundo el naturalismo filosófico’ -pero a modo de dato histórico, el supernaturalismo ha traido lal mundo a misma cantidad de maldad o incluso más. No debemos dejarnos llevar por este tipo de retórica.

Antes mencioné la extraordinaria capacidad de filósofos y teólogos para producir ideas fantásticas que luego dignifican con el nombre del dogma o la revelación. A modo de ejemplo me gustaría citar algunos hechos sobre una de las ideas fundamentales del cristianismo, la idea del expiación (atonement). La información que tengo aquí está basada en el excelete artículo, un largo ensayo sobre el tema, de la Enciclopedia de la Religión y la Etica de Hastings. El ensayo es del Dr. Adams Brown, que en una ocasión fue profesor de teología del Union Theological Seminary de Nueva York. Ha presentado la historia de esta doctrina de forma muy lúcida y la ha resumido muy cogently al final. Permitanme que haga un repaso rápido pues ilustra claramente los peligros de la religión manipuladora de símbolos.

En el periodo más temprano del cristianismo, la muerte de Cristo era considerada bien un sacrificio convenido comparable al sacrificio del cordero pascal del judaismo o como un rescate, exactamente comparable al precio pagado por un esclavo para obtener su libertad o el precio pagado por un prisionero de guerra para su liberación. Estas dos ideas aparecen en los evangelios. Mas tarde, en la teologia postevangélica aparecio la idea de que la muerte de Cristo fue una sangrienta expiación del pecado original. Esto estaba basado en la muy antigua idea de que cualquier acto maligno debía ser expiado mediante el sufrimiento por parte del pecador mismo o por parte de un sustituto del pecador. En el viejo testamento leemos que el pecado de David, al hacer un censo de su pueblo, fue castigado con una plaga que mató a setenta mil de los suyos pero no a él.

En tiempos patrísticos encontramos una profunda diferencia en relación a este tema entre los teólogos griegos y los latinos. Los teólogos griegos nos estaban principalmente preocupados por la muerte de Cristo, sino por la vida, la muerte era un mero incidente de la vida de Cristo. Su punto de vista de la expiación era que existía no para salvar al hombre de la culpa, sino para salvarle de la corrupción en la que había caido tras la caida de Adán y Eva. Por consiguiente, la vida era más importante que la muerte. Ireneo dice que Cristo vino y vivio la vida del hombre para que el hombre pudiese vivir una vida comparable a la suya -y que esta era la cualidad iberadora de la expiación.

Entre los padres latinos el énfasis era comletamente otro. Aquí la idea era que el hombre era redimido, no primariamente de la corrupción, sino de la culpa. Era redimido del castigo infligido por el pecado de Adán. Donde los teólogos griegos consideraban a Dios como Espíritu Absoluto, los teólgos latinos consideraban a Dios como gobernador y legislador, con la mente de un hombre de leyes romano (su teología tiende a aparecer en términos legales). La doctrina evolucionó lentamente, pero tenemos en San Agustín un contínuo énfasis en el horror del pecado original y en la idea de que la culpa es heredada de forma completa por todos los miembros de la raza humana, de tal forma que un niño no bautizado debe necesariamente ir al infierno.

Esta visión fue desarrollándose a lo largo de los siglos, y hubo un largo periodo de debate sobre la cuestión del rescate. ¿A quién se pagaba el rescate de la muerte de Cristo? Había muchos teólogos que insistían en que el rescate era pagado a Satán, que Dios había entregado el mundo a Satán pero que deseaba obtenerlo de nuevo y debía pagar este enorme precio a Satán por el privilelgio. Por otro lado, había teólogos que insistían en que el rescate se pagaba para satisfacer el honor de Dios. Dios había sido infinitamente ofendido, y la única reparación para una ofensa infinita era una infinita satisfacción, la muerte del Dios-hombre, Cristo.

Fue este último punto de vista el que prevaleció en la doctrina más o menos oficial formulada por San Anselmo en el siglo XII. Anselmo dijo que la muerte de esta Persona infinita produjo un incremento de satisfacción, que constituyó una especie de fondo de méritos que podría ser utilizado para la absolución de los pecados. Fue en base a esta doctrina que la iglesia medieval aumentó su práctica de vender indulgencias, lo cual llevó en su tiempo a la Reforma.

En la Reforma encontramos a Calvino, que pensaba que la justicia retributiva era una parte esencial del caracter de Dios y que Cristo, de hecho, cargaba con el castigo del que el hombre era merecedor. ‘El Cristo’ estas fueron las palabras que utilizó, ‘llevó la carga de la ira Divina… y experimentó todos los signos de un Dios enojado y vengador’. Estos puntos de vista fueron modificados por los arminios, los socinios y por Hugo Grotius en los siglos dieciséis y diecisiete, y han dado lugar gradualmente a una visión más ética y espiritual en el protestantismo moderno.

Ahora me gustaría citar el pasage en el que el profesor Adams Brown resume esta tan extraña historia:

El caracter expiatorio de la muerte de Cristo se ve ahora en su calidad penal como sufrimiento, ahora en su caracter ético como obediencia. Se respresenta ahora como un rescate para redimir al hombre de Satán, ahora como una satisfacción debido al honor de Dios, ahora como una pena necesaria por Su justicia. Su necesidad esta basada ahora en la naturaleza de las cosas y, de nuevo, se explica como el resultado de un acuerdo debido al mero buen placer de Dios o por responder a su sentido de adecuación. La manera en que sus beneficios son transferidos al hombre es a veces considerada de forma mística como en la teología mística del Sacramento; otras veces de forma legal, como en la fórmula protestante de la imputación; y, otra vez, moral y espiritualmente, como en las modernas teorías de protestantismo reciente. Encontrando diferencias tan extremas, uno bien podría estar tentado a preguntarse, con algunas críticas recientes, si de verdad tenemos aqui un elemento esencial de la doctrina cristiana, o simplemente la supervivencia de ideas primitivas cuya presencia en sistema cristiano constituyen una perplejidad más que una ayuda a la fe. Pero las diferencias aquí discutidas no son mayores que en el caso de cualquier otra doctrina cristiana.

Las razones de estas diferencias deben encontrarse en las diferencias fundamentales de la concepción del hombre sobre Dios y Su relación con el mundo. Donde se considera a Dios como Espíritu Absoluto la expiación se ve como la veían los teólogos griegos; en la teología del catolicismo romano y el protestantismo temprano, Dios se concibe primariamente como gobernador y juez y la fraseología legal parece la expresión natural de la fe religiosa; cuando las doctrinas éticas salen a primer plano, como en la moderna concepción de la expiación, se utilia una especie de lenguaje ético y espiritual. Esta confusión indica muy claramente las extraordinarias dificultades que encontramos cuando nos embarcamos en una teologización sistemática de la experiencia en conceptos y términos simbólicos. Las ventajas que ciertamente surgen de una expresión teológica concisa me parecen desfasadas por las enormes desventajas que la historia de la religión organizada pone en evidencia.

¿Cuál ha sido actitud del proponente de la religión como experiencia inmediata frente a la religi´ón expresada en términos simbólicos? El Maestro Eckhart, uno de los grandes místicos de la Edad Media, lo expresa de forma extrema: “¿Por qué hablas de Dios? Cualquier cosa que digas de El no es verdad.” Aqui tenemos que que hacer una corta disgresión sobre el uso de la palabra “verdad” en la literatura religiosa. La palabra “verdad” se usa al menos en tres sentidos diferentes. Se usa como sinónimo de Realidad cuando decimos “Dios es la Verdad”, queriendo decir que Dios es el Hecho Primordial. Se utiliza en el sentido de experiencia inmediata, como en el cuarto Evangelio, donde se dice que Dios debe ser venerado “en Espíritu y en Verdad” (Juan 4:24), queriendo decir con una aprehensión inmediata de la Realidad Divina. Finalmente, se usa en el sentido común de la palabra, como correspondencia entre proposiciones simbólicas y los hechos a los que se refiere. Eckhart era teólogo así como místico y no hubiera negado que la verdad en el tercer sentido fuese en cierto grado posible en la teología. El hubiera dicho que ciertas proposiciones teológicas son ciertamente más verdaderas que otras. Pero hubiera negado que hubiese cualquier posibilidad de alcanzar el fín último del hombre -la unión con Dios- mediante la manipulación de símbolos teológicos.

Esta insistencia en la ineficacia de la religión simbólica para el propósito último de la unión con Dios ha sido puesta de manifiesto por todas las religiones orientales. Lo encontramos en la literatura hinduista, en la literatura del budismo Mahayana, en el taoismo, etc. Hui-neng dice que el Buda nunca ha predicado la verdad, viendo que uno debe encontrarla por sí mismo en su interior, y que lo que se sabe de las enseñanzas de Buda no son las enseñanzas del Buda, que tienen que ser una experiencia interior. Luego nos encontramos con una cuestión paradójica: ¿Cuál es la enseñanza última del Buda? No lo entederás hasta que lo tengas’. El autor continúa diciendo: ‘No sean tan ignorante como para confundir el dedo que apunta con la luna a la que estas apuntando’, y dice que el hábito de imaginar que el dedo que apunta es la luna condena todos los esfuerzos por alcanzar la unidad con la Realidad al fracaso total. Había incluso maestros Zen que prescribían a cualquiera que utilizase la palabra ‘Buda’ un lavado de boca con jabón por estar tan alejado del objetivo de la experiencia inmediata.

Esta ha sido la actitud habitual de los místicos en cualquier época, pero sobre todo en Oriente, donde la filosofía ha sido en cierto sentido profundamente diferente a la filosofía occidental. La filosofía oriental siempre ha sido lo que podría llamar una especie de operacionalismo trascendental; comienza con alguien haciendo algo con el yo, y luego, con la experiencia adquirida, prosigue con la especulación y la teorización sobre el significado de la experiencia. En contraste, demasiado frecuentemente la filosofía occidental, sobre la filosofía occidental moderna, es pura especulación basada en conocimiento teórico que termina únicamente en conclusiones teóricas. Sin embargo, ha habido muchas excepciones a esta regla en Occidente, sobre todo entre los místicos, quienes han insisitdo con la misma fuerza que sus homólogos orientales en la necesidad de la experiencia directa y en la ineficacia de los símbolos y el pensamiento discursivo habitual. San Juan de la Cruz dice categóricamente, ‘Nada de lo que la imaginación pueda concebir o el entendimiento comprender es o puede ser, en esta vida, un medio aproximado de unión con Dios’.

La misma idea es expresada por el gran místico anglicano del siglo dieciocho, William Law:

Encontrar o conocer a Dios en realidad mediante pruebas externas o mediante cualquier cosa que no sea Dios mismo hecho manifiesto y auto-evidente a usted, nunca será el caso aquí o allá. Porque ni Dios, ni el cielo, ni el infierno, ni el diablo, ni la carne, pueden ser conocibles en usted o por usted sino su misma existencia y manifestación en usted. Y cualquier pretendido conocimiento de cualquiera de estas cosas, más allá y sin esta sensibilidad auto-evidente de su nacimiento en su interior, es sólo un conocimiento de ellos semejante al que tiene un ciego de la luz que nunca a entrado en él.

¿Qué es la experiencia mística? Yo lo tomo como un esencialmente estar atento y, mientras la experiencia dura, estar identificado con una forma de conciencia pura, una conciencia transpersonal inestructurada que se encuentra, por decirlo de una manera, más arriba en el curso de la conciencia discursiva ordinaria de cada día. Es una conciencia no egóica, una especie de conciencia sin forma y sin tiempo que parece subyacer a la conciencia del ego separado en el tiempo.

¿Por qué debe considerarse valiosa este tipo de conciencia? Creo que por dos razones. Primero, es considerada valiosa por la auto-evidente sensibilidad de valores. Como diría William Law, es intrínsecamente valiosa, tal y como la experiencia de la belleza es intrínsecamente valiosa, sino que mucho más. Segundo, es valiosa porque siendo una cuestion de experiencia empírica trae consigo cambios en el pensamiento, el caracter y el sentimiento que el experimentador y aquellos a su alrededor consideran como manifiestamente deseables. Hace posible un sentimiento de unidad y solidaridad con el mundo. Trae la posibilidad de ese tipo de amor y compasión sin prejuicios que tanto se enfatiza en los evangelios, donde Cristo dice, ‘Judge not thta ye not be judged’ (Mateo 7:1). Santa Catalina de Siena, en su lecho de muerte, remarcó este punto con gran fuerza: ‘Por ninguna razón deberemos juzgar la acción de las criaturas o sus motivos. Incluso cuando veamos que es un pecado no debemos juzgarlo, sino tener compasión sagrada y sincera y ofrecérsela a Dios con oración humidle y devota’.

El místico es capaz de este tipo de vida. Es capaz de entender orgánicamente frases tan portentosas, que para la persona ordinaria on tan difíciles de entender, como ‘Dios es Amor’ (1 Juan 4:8) y ‘Aunque me slay, yo confiaré en e´l’ (Job 13:15).

Hay otros frutos de la experiencia mística. Hay ciertamente una superación del miedo a la muerte, una convicción de que el alma se hecho idéntica con el Principio Absoluto que se expresa en cada momento en su totalidad. Hay una aceptación del sufrimiento y un deseo pasional por aliviar el sufrimiento de los demás. Hay una combinación de lo que los budistas llaman Prajnaparamita, que es el conocimiento de la otra orilla, con Mahakaruna, que es la compasión universal. Como dice Eckhart, lo que se toma en contemplación se devuelve en amor. Este es el valor de la experiencia. En lo que a teología se refiere, esto es profundamente sencillo y se resume en las tres palabras que están en la base de virtualmente toda la religión y filosofía India: ‘Tat Twam asi’ (Tu eres eso), en el sentido de que la parte más profunda del alma es idéntica a la naturaleza divina, que el Atman, el alma profunda, es lo mismo que Brahman, el Principio Universal, o, en palabras de Eckhart, que la base del alma es la base del Godhead, Es la idea de la luz interior, la scintilla animae (chispa del alma); los escolásticos tenían un nombre técnico pero esto, la ‘sindéresis’.

Ahora, brevemente, debo abordar la manera en que se alcanzan estos estados. Se ha repetido constantemente que la manera no consiste en la actividad mental y el razonamiento discursivo; consiste en lo que Roger Fry, hablando sobre arte, solía llamar ‘pasividad alerta’, o lo que el moderno místico americano, el gran maestro de la lectura al mundo Frank Laubach, ha llamado ‘sensitiviad determinada’. Tu no haces nada, pero estas determinadamente sensibilizado para permitir que algo suceda dentro de ti. Esto ha sido expresado por algunos de los grandes maestros de la vida espiritual en Occidente. San Francisco de Sales, escribiendo a su alumna Santa Juana Chantal, dice, ‘Me dice que no haces nada en la oración. Pero, ¿qué es lo que quieres hacer en la oración, excepto presentar tu ningunismo a Dios? Y Santa Juana Chantal escribe en una de las cartas:

Su (de Dios) bondad me betow este método de devoción que consiste en behold y darme cuenta de su divina presencia, en la que me sentí absolutamente perdida, absorvida, y en paz con él. Y esta gracia ha sido continuada en mi, aunque por mi falta de fe me he opuesto bastante a ella; permitiendo que entrasen en mi mente temores de mi inutilidad en esta condición, de modo que desaenado hacer algo por mi parte lo eché todo a perder.

Esta actitud de los maestros de la oración es, en un análisis final, la misma que aquella recomendada por el profesor de cualquier habilidad psicofísica. El hombre que te enseña a jugar al golf o al tenis, tu maestro de canto o piano, te dirá la misma cosa: de alguna manera debes combinar la actividad con la relajación, debes deshacerte del yugo del yo personal para permitir que este yo profundo dentro de tí, con el que estás interfirendo, surja y lleve a cabo sus milagros.

En cierto sentido uno puede decir que lo que estamos haciendo todo el rato es tratar de introducirnos en nuestra propia luz. Nuestros yoes superficiales eclipsan nuestros yoes profundos y no dejan que esta fuerza luminosa, que es un hecho imparcial en nuestro interior, lo atraviese. En efecto, toda la técnica de proficiencia en todo campo, incluyendo est forma superior de proficciencia espiritual, es un proceso de des-eclipsar, un proceso de salir de nuestra propia luz. Por supuesto, uno no tiene que formular este proceso en térmios teológicos, Yo mismo creo que el yo profundo dentro de nosotros es de alguna forma contínuo con la mente del universo o como quiera llamarlo. Pero como digo, no tiene porque aceptarlo necesariamente.

Vemos que no hay conflicto entre el abordaje místico y el científico, porque uno por misticismo no está comprometido a ningun pronunciamento tajante sobre la estructura del universo. Puedes practicar el misticismo enteramente en términos psicológicos, y en base a un agnosticismo total en relación a las ideas conceptuales de la reigión ortodoxa, y aun asi llegar al conociiento -la gnosis- y los frutos del conocimiento serán los frutos del espíritu: amor, goce, paz y la capacidad para ayudar a los demás. Y como dijo Cristo en el evangelio, ‘El arbol es conocido por sus frutos’ (Mateo 12:33).

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