Culturas de mesoamerica y centroamerica-4404
Escrito por Dark Crow (foro Tradiciones Indigenas) el 4 de Junio
Inicio esto traslanado un articulo que se habia colocado en cuentos y poemas y que es mas acertado tenerlo por aca.
Escrito por Alma Lorena S. Acevedo ayer a las 23:58
]EL NAHUAL
Teorías ocultistas sobre el origen de la raza humana sugieren que el hombre debe haber evolucionado pasando por diferentes formas minerales, vegetales y animales antes de alcanzar su estado actual. Esta es una forma primitiva para explicar el origen de las criaturas mitad hombre, mitad animal.
México es conocido, entre otras cosas, por sus shamanes, hechiceros y curanderos (médicos de la tribu), a veces llamados Nahuales o Naguales. Todos los pueblos y ciudades en México tienen al menos un Nahual.
La palabra azteca para Nahual es Nahualli , que significa lo que es mi vestidura o piel , y se refiere a la habilidad del Nahual de transformarse en una criatura mitad hombre, mitad animal (lobo, jaguar, lince, toro, águila, coyote…). Ese vocablo también se refiere a la nigromancia, ocultismo y malicia.
Antes del apogeo de las grandes civilizaciones prehispánicas como la Azteca o la Maya, los indígenas Yakis, Tarahumaras y Seris que vivían al norte de México y el sur de los Estados Unidos (cerca del 900 d.C. ) tenían nahuales. Estas civilizaciones se hallaban asentadas en parte de lo que hoy son los estados americanos de California, Nuevo México y Texas, y los estados mexicanos de Chihuahua, Baja California, Sonora y Sinaloa. Ellos creían que si un hombre puede llegar a conocer su espíritu primitivo o nahual, entonces lo podía usar para curar a la gente y practicar la magia. Muchos dibujos primitivos en viejas cuevas muestran a personas como hombres-lobo.
En el Imperio Azteca los nahuales eran protegidos por Tezcatlipoca, el dios azteca de la guerra y el sacrificio. La leyenda contaba que un nahual podía desprenderse de su piel y transformarse en una de estas criaturas. Muchos cazadores aztecas y colonizadores decían que durante la noche habían matado a un animal y al amanecer el cadáver se había transformado en el de un hombre.
EL Nahual sólo puede transformarse durante la noche y ataca a nuestros hijos con hechizos infernales, dicen las personas desde la época de la Colonia (1500-1800 d.C. ) hasta el día de hoy. La Santa Inquisición (el tribunal católico castigaba judíos, brujas, y quien no fuera católico) persiguió a los nahuales durante mucho tiempo. Pero la gente creía en su poder y a veces los protegían, especialmente en las comunidades indígenas.
En nuestros días, Carlos Castañeda, un antropólogo sudamericano que estudia a los nahuales, ha publicado muchos libros acerca del tema desde 1960: Las Enseñanzas de Don Juan, Una Realidad Aparent, y Viaje a Ixtlán. Pero como nadie se ha tomado la molestia de verificar su investigación, muchos dicen que es sólo un fraude.
Tan sólo muestra una parte de los rituales secretos y hierbas utilizadas para transformarse en una de estas criaturas, y la manera de contactar nuestro nahual interno. Los libros son muy confusos y tienen menos información que la que es conocida públicamente. Un nahual puede tener varios espíritus que lo protejan, a la manera de los indios norteamericanos. Básicamente todos los ritos de las civilizaciones americanas se parecen.
El día de hoy mucha gente, especialmente en las comunidades rurales de México, cree en los Nahuales. El tema ha cobrado interés a partir de 1982, porque el genetista Frank Greenberg de la Universidad Baylor de Medicina descubrió a una familia mexicana con una afección que los hace verse como hombres-lobo : sus cuerpos estaban cubiertos de pelo de un modo muy parecido al hombre-lobo de la clásica película de Hollywood The Wolfman (1945).
Esa familia fue segregada de la sociedad, forzada a esconderse en su hogar en el pueblo de Loreto, pudiendo hallar empleo sólo en un circo.
La leyenda de los Nahuales tiene partes obscuras, perdidas en el pasado, en la mágica cosmología mexicana. Tal vez sus verdades sean halladas, pero, hasta ese momento, todo puede ser posible.
Escrito por Dark Crow (foro Tradiciones Indigenas) el 7 de Junio
El descubrimiento de América aún no concluye. Tal es la idea básica de Carlos Montemayor en Los pueblos indios de México hoy, editado por Planeta este año.
Aunque el encuentro geográfico se realizó; aunque se descubrió una nueva hidrografía, flora y fauna, La cultura de la población original de estas tierras sigue siendo desconocida, sigue aún sin ser descubierta. Incluso se le sigue llamando a esta población con un nombre equivocado: los indios, llamados así por una falsa creencia europea del siglo XV, que sólo reconoció la existencia de Europa, Asia y el Norte de África.
Los mayas establecieron un calendario más exacto que el usado por la población mundial en el siglo XXI, a pesar de las condiciones de neblina en que lo realizaron, lo que supone una técnica avanzada, además de muchas generaciones de científicos para lograr esa exactitud en los cálculos.
Otro rasgo notable es la evolución y cultivo de la escritura, además de la abundancia de lenguas más de doscientas al arribo de los españoles; apenas sesenta, al iniciarse el siglo XXI, refiere el también autor de Arte y plegaria en las lenguas indígenas de México. La conquista se ensañó especialmente con ellas, a través de la destrucción material de libros, la imposición del alfabeto latino para escribir en sus lenguas, incluso con la eliminación física y cultural de los intelectuales.
Fray Diego de Landa fue un verdadero inquisidor que organizó la mayor quema de libros indígenas, junto a los mismos cadáveres de intelectuales mayas, no sin antes mencionar que Escribían sus libros en una hoja larga doblada con pliegues que se venían a cerrar todos entre dos tablas que se hacían muy galanas, y que escribían de una parte y de otra a columnas, según los pliegues; y que este papel lo hacían de las raíces de un árbol y que les daban un lustre blanco en que se podía escribir bien
Los nahuas, los mixtecos y los zapotecos contaban también con libros en piel de venado con distintos formatos.
Pero no solo los conquistadores españoles atentaron en contra de la cultura indígena; en el siglo XX el gobierno mexicano aplicó programas de alfabetización que con la castellanización se propuso desaparecer las lenguas indígenas por considerarlas una barrera para la unificación nacional.
También se prohibió a los pueblos indios cultivar su propia música, su danza y su teatro.
Montemayor, quien ha traducido al español a clásicos griegos, cuestiona: ¿Por qué los fenicios, cartegineses y romanos fueron más objetivos al enfrentarse con los pueblos bárbaros ibéricos, galos y sajones que los europeos de los siglos XV y XVI que se enfrentaron con los grandes y civilizados pueblos del continente americano? Quizás los fenicios y los romanos se hallaron más libres de fanatismo religioso. Acaso lo fenicios y los romanos actuaron con menos codicia que los europeos del siglo XVI.
Como aquellos, hace notar el autor de Chiapas, la rebelión indígena de México, Algunos mexicanos del siglo XXI aún no están seguros de si estos pueblos son libres y si deben tener dominio sobre sus bienes. Tampoco están muy seguros de la racionalidad de los indios ni de su capacidad de desarrollo.
Los intelectuales de la independencia y, por lo mismo, de la nacionalidad mexicana, reivindicaron al pasado prehispánico, al indio puro, pero continuaron discriminando a los indios de carne y sangre.
Guillermo Bonfil Batalla en su clásico México profundo. Una civilización negada (CNCAGrijalbo, 1990), es una referencia obligada aquí: Los grandes monumentos arqueológicos sirven como símbolo nacional. Hay un orgullo circunstancial por un pasado que de alguna manera se asume glorioso, pero se vive como cosa muerta, asunto de especialistas o imán irresistible para atraer turismo. Y, sobre todo, se presume como algo ajeno, que ocurrió antes aquí, en el mismo sitio donde hoy estamos nosotros, los mexicanos. El único nexo se finca en el hecho de ocupar el mismo territorio en distintas épocas, ellos y nosotros. No se reconoce una vinculación histórica, una continuidad. Se piensa que aquello murió asesinado o redimido en el momento de la invasión europea. Sólo quedarían ruinas, una en piedra y otra vivientes. Ese pasado lo aceptamos y lo utilizamos como pasado del territorio, pero nunca a fondo como nuestro pasado: son los indios, lo indio.
Tal vez los enemigos más radicales de los indígenas mexicanos han sido los liberales del siglo XIX (con Juárez, Lerdo y Díaz a la cabeza). El liberalismo mexicano destruyó más comunidades en un siglo de las que la colonia destruyó a lo largo de trescientos años.
Pero eso no significa que en el siglo XX no se haya despreciado y reprimido a los indígenas. Cómo olvidar que el gobierno de Salinas llamó monolingües a los integrantes del EZLN. Como si la condición de indígena «monolingüe» fuera sinónimo de primitivismo y violencia afirma el autor de Arte y plegaria del cuento indígena, como si se olvidara que la mayor parte de lo mexicanos son monolingües que sólo hablan español, no el tzeltal, el tzolzil o el mixteco, que además de su lengua materna hablan el castellano y a menudo otras lenguas de la región.
Durante el siglo XX se pretendió una vez más desaparecer a los indígenas mexicanos, sobre todo con la castellanización. En 1947 supusimos que la lengua española desempañaba una función de unificación o de cohesión. No fue así. La lengua española había jugado entre las lenguas vernáculas un papel de imposición; después de lengua de trabajo y aún el de instrumento de autodefensa. Las castellanización había sido una forma de destrucción cultural. Había provocado procesos de sometimiento social o de discriminación no muy diferentes de lo que en Estados Unidos ocurren con la lengua inglesa y la española.
En algunas zonas del país, por ejemplo, a principios del siglo XXI, las familias no quieren que los hijos sigan hablando la lengua indígena; quieren que aprendan español por que sienten que así estarán mejor preparados para sobrevivir. En Estados Unidos, también a principios del siglo XXI, por la misma razón, las familias no quieren que sus hijos hablen español. En México algunos se avergüenzan de hablar lengua indígena. Muchas familias se avergüenzan de hablar español en Estados Unidos. Hay comunidades zapotecas en la ciudad de Los Ángeles que solamente hablan zapoteco e inglés, no zapoteco, español e inglés. Su lengua materna es el zapoteco y se ha desplazado su lengua de trabajo del español al inglés.
Liberales del siglo XIX como José María Luis Mora y Emilio Rabasa (padre del último negociador zedillista con el EZLN) proclamaron la igualdad como un principio inamovible para la nación. Esta igualdad sólo sirvió para negar la existencia de los pueblos indígenas y desconocerlos como sujetos de derecho.
Neoliberales del siglo XX como Ernesto Zedillo negaron una vez más la autonomía de los pueblos indios de México con el argumento de la balcanización, la desaparición misma de la nación. El mismo gobierno colonial estableció una audiencia y medidas protectoras para estos pueblos. Durante el siglo XIX el gobierno de Jalisco, por ejemplo, dio un reconocimiento jurídico a los indios. El mismo gobierno neoliberal de Salinas suscribió en 1990 un convenio internacional (el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo) que reconoció la personalidad jurídica de los pueblos indígenas y que lo obligaba a reformar la Constitución de acuerdo con estas disposiciones. El mismo gobierno de Zedillo firmó en 1996 los Acuerdos de San Andrés, donde reconoció el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas; solo que nunca los cumplió, deshonrando su propia firma.
Durante quinientos años no los hemos dejado ser como son. Tampoco hemos aceptado que nosotros somos los que debemos cambiar, concluye Carlos Montemayor.
21 de marzo de 2001
Escrito por Dark Crow (foro Tradiciones Indigenas) el 7 de Junio
NEBAJ, UN RINCÓN EN LA SIERRA
Nebaj es una de las tres poblaciones de los Altos de Guatemala que conservan los últimos vestigios de la cultura ixil, descendiente de la civilización maya.
Por Leonor López
El departamento del Quiché ocupa las regiones norcentral y noroccidental de Guatemala. El Quiché es la zona con mayor población indígena de origen maya y se considera como no hispanizada, ya que conserva tradiciones que datan de la época anterior a la conquista española (mediados del siglo XVI).
Niñas mayas Nebaj, Chajul y San Juan Cotzal, tres de los municipios que conforman El Quiché, tienen un total de 115 mil habitantes. Ellos viven en los bosques húmedos tropicales de la falda norte de la cordillera de los Cuchumatanes, que nace en territorio mexicano y se expande hacia el sur en la parte central de Guatemala hasta desaparecer en la zona del Caribe.
Muchos de los habitantes de Nebaj no hablan español. Entre los tres municipios existen algunas variaciones en los dialectos: el ixil hablado en Nebaj y el de San Juan Cotzal son más semejantes entre sí que el hablado en Chajul. En Nebaj, además, se practica una religión que mezcla los ritos ancestrales mayas con las ceremonias del culto católico. Los rituales son realizados por sacerdotes mayas, curanderos y adivinos, y las oraciones se dirigen al creador del mundo, al señor de los cerros y del agua.
Nebaj, Chajul y San Juan Cotzal constituyen la llamada Región Ixil, que debe su nombre al grupo indígena de origen maya ahí asentado desde el año 200 d.C. , aproximadamente. Juntos, los tres municipios ocupan una extensión de 2 314 kilómetros cuadrados. Su pasado cultural es muy rico, tal como lo muestran los restos arqueológicos y las piezas de cerámica y de jade encontradas en la agreste región.
Nebaj es el municipio más importante, tiene 50 mil habitantes y de éstos sólo el quince por ciento vive en el poblado del mismo nombre. El resto se encuentra disperso entre las montañas brumosas, frías y húmedas de la sierra.
. Para su consumo diario, los habitantes de Nebaj siembran maíz, frijol, calabaza, papa y algunos frutales como la manzana. No obstante, su principal fuente de ingresos la constituyen los tejidos que realizan las mujeres ixiles.
El tejido es una actividad tradicional de la comunidad ixil. Ya en 1740 el fraile Olavarreta escribía: “Las indias son grandes trabajadoras, tejen constantemente y envían [la tela] a Guatemala”. El mismo cronista añade: “El pueblo [Nebaj] está ubicado plácidamente en un ancho valle con calles hermosas y bien ordenadas”.
A causa del aislamiento, los ixiles han podido conservar muchos de sus rasgos culturales; sin embargo, a menudo son presas de la marginación, por lo que suelen emigrar a México, casi siempre cruzando el río Usumacinta, o bien la “tierra caliente”, para trabajar como jornaleros en las grandes fincas de café.
Niñas mayas Al igual que muchos otros pueblos indígenas de América, los ixiles de Nebaj subsisten hoy gracias a las artesanías. Las mujeres visten faldas y huipiles tradicionales en colores rojo y blanco, bordados con motivos ya sean geométricos o de la flora y fauna locales. Gracias a la aceptación que han obtenido sus productos en los principales centros turísticos de Centroamérica y el sureste de México, las tejedoras ixiles incluyeron en sus espléndidos bordados una mayor variedad de colores (morado, verde y azul de diversas tonalidades, sobre fondos rojos o blancos). Ahora, a menudo utilizan telas importadas de Alemania o de Inglaterra.
Los ixiles constituyen en la actualidad uno de los grupos étnicos más pequeños de Centroamérica; no obstante, han logrado reconocimiento gracias a las peculiares fiestas que realizan para honrar a sus santos patronos y en las que también rinden tributo a las deidades mayas, pero sobre todo, gracias a su laboriosidad, en la que se pone de manifiesto un gran sentido artístico heredado de tiempos inmemoriales.
Escrito por Dark Crow (foro Tradiciones Indigenas) el 13 de Julio
ESTUDIOS DE SOBRE LAS CULTURAS LATINOAMERICANAS
CENTROAMÉRICA O AMÉRICA CENTRAL
Es la región del continente americano, constituida por un largo y estrecho istmo a manera de puente entre Norteamérica y Sudamérica. América Central, que es definida por los geógrafos como parte de América del Norte, tiene una extensión de 523. 000 km2 y comprende los siguientes países: Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. La región tenía (según estimaciones para 1993) aproximadamente 30 millones de habitantes.
LA POBLACIÓN
La mayoría de la población centroamericana vive en la zona del istmo orientada al Pacífico, donde ocupan las tierras bajas y altas del entorno. Las poblaciones se dispersan por las lluviosas y boscosas faldas caribeñas y la costa.
Etnografía
Un porcentaje considerable de la población de Centroamérica es indígena o mestiza (de español e indio). La población de la estrecha costa caribeña es predominantemente negra y mulata (mezcla de blanco y negro). Al menos la mitad de la población de Belice es de origen africano. En Costa Rica la gran mayoría es de origen español sin mezcla, y aproximadamente el 90% de los habitantes de El Salvador y Honduras son descendientes de mestizos. En Guatemala, el 45% de la población es indígena y el resto mestiza. En Nicaragua y Panamá, el 70% de sus habitantes son mestizos. Este último país tiene además una considerable población negra. En general, el elemento indígena es menos manifiesto en el sur de Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Demografía
Los habitantes de Centroamérica se concentran en grandes núcleos de población. La densidad alcanza más de 385 hab/km2 en algunas partes de la meseta central de Costa Rica, aunque extensas zonas del oriente hondureño y nicaragüense tienen menos de 4 hab/km2. El índice de crecimiento de población es alto en esta región. En la década de 1980, el índice de crecimiento anual en Nicaragua fue de 3,4%, en Guatemala de 2,9%, en Costa Rica de 2,3% y en Panamá de 2,2%. El aumento de la población se debe principalmente a los altos índices de natalidad y a la caída de los índices de mortalidad. Para el año 2000 se calcula que Centroamérica tendrá 40 millones de habitantes. Para escapar de los problemas sociales y económicos de las áreas superpobladas del Pacífico, muchos centroamericanos se han trasladado a las relativamente vacías costas caribeñas y a Estados Unidos.
La población centroamericana ha ido haciéndose cada vez más urbana. A principios de la década de 1990, aproximadamente el 40% de la población de El Salvador, Guatemala y Honduras podía ser considerada urbana, mientras que en Nicaragua y Panamá ascendía al 50%. Exceptuando Belice, en cada uno de estos países la capital es la ciudad más grande.
Lenguas oficiales y habladas y religión
El español es el idioma oficial de todos los países centroamericanos, excepto Belice, donde el idioma oficial es el inglés. Muchas de las poblaciones indígenas hablan su propio idioma, sobre todo en Guatemala y, en menor proporción, en Nicaragua y Panamá. La religión católica es la predominante, aunque en las últimas décadas se han introducido con fuerza diversas iglesias evangélicas con sede en Estados Unidos.
Cultura
Los modelos culturales en Centroamérica están definidos principalmente por la herencia maya y de otras culturas indígenas, a las que se añade la herencia colonial hispánica. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha operado un gran cambio en las ciudades de la región, donde los medios de comunicación de masas y las modernas instituciones culturales ejercen una gran influencia. Los países centroamericanos han proporcionado a su población joven muchas instalaciones educativas, pero, en comparación, una gran proporción de la población infantil no acude a la escuela. La mayor parte de la población de más de 15 años de edad en Costa Rica y Panamá sabe leer y escribir, mientras que más de un tercio de la población de la misma edad en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua mantiene un alto grado de analfabetismo.
Historia
La región comprendida entre México y Colombia albergó una extensa civilización precolombina. La más importante fue la maya. El origen de esta civilización se remonta al primer milenio a.C. , y estuvo ubicado en las mesetas de Guatemala. Alcanzó su mayor desarrollo entre los años 300 y 900, y su organización se basó en ciudades-estado autónomas, ocupando los territorios de lo que ahora es el norte de Guatemala, Honduras, Belice y la península de Yucatán. La unidad maya fue más cultural que política, pero la influencia de su civilización fue muy amplia. Los logros artísticos y científicos mayas sobrepasaron a sus contemporáneos europeos. No obstante, esta civilización entró en decadencia hacia el año 900, y su pueblo fue conquistado por los invasores toltecas procedentes de México.
El istmo estuvo también habitado por otros pueblos que no alcanzaron el nivel de desarrollo de los mayas. Comerciaron con pueblos del sur y norte de América, haciendo de Centroamérica un puente entre las antiguas culturas de las Américas. La población del istmo antes de la conquista española pudo haber sido de unos seis millones, una cifra que no sería alcanzada de nuevo hasta el siglo XX.
SUDAMÉRICA O AMÉRICA DEL SUR
Es el subcontinente de América cuya extensión es de 17.819.100 km2 y que abarca el 12% de la superficie terrestre. Atraviesa la línea ecuatorial y el trópico de Capricornio. Se une con Centroamérica, en el norte, por el istmo de Panamá. Sudamérica tiene una longitud de 7. 400 km, desde el mar Caribe, en el norte, hasta el cabo de Hornos, en el sur. En su punto más ancho abarca 4. 830 km, entre el cabo de São Roque, en el extremo más oriental, en el océano Atlántico, y punta Pariñas en el océano Pacífico.
En 1990 Sudamérica tenía aproximadamente 304 millones de habitantes, lo que representa menos del 6% de la población mundial. Comprende diez países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa (departamento de ultramar de Francia). Existen islas en la costa del Pacífico situadas a gran distancia del continente, como el archipiélago de Juan Fernández y la isla de Pascua, que pertenecen a Chile, y las islas Galápagos, que pertenecen a Ecuador. Próximo a la costa atlántica está el archipiélago de Fernando de Noronha, perteneciente a Brasil, y, mucho más al sur, las islas Malvinas, bajo soberanía británica y reclamadas por Argentina, conocidas también como islas Falkland. La línea costera de Sudamérica es bastante regular, excepto en el extremo sur, donde se fragmenta en numerosos fiordos.
LA POBLACIÓN
Sudamérica tiene más de 300 millones de habitantes. Aunque el subcontinente representa poco más del 12% de la superficie terrestre, tiene menos del 6% de la población mundial. Sin embargo, en conjunto, la población ha ido aumentando de modo considerable, sobre todo en los países tropicales, y se ha registrado un alto índice de crecimiento principalmente en la población urbana. Desde 1930 la inmigración a Sudamérica se ha reducido al mínimo. No obstante, la migración interna ha sido muy grande, lo que ha traído como consecuencia la concentración de importantes grupos humanos en la periferia de las ciudades, mientras que las regiones del interior quedaban escasamente pobladas. Aunque, en conjunto, la densidad de la población es de 17 hab/km2, la mayoría de la población se concentra en torno a los centros urbanos. Más de la mitad de su territorio tiene una densidad de menos de 2 hab/km2.
Etnología
Aunque la población de Sudamérica posee distintas herencias étnicas, sus principales elementos lo constituyen los indígenas y los descendientes de españoles, portugueses y negros africanos, así como la población con mezcla de dos o más de estos elementos. El espectro racial producido por la mezcla de varios grupos es amplio. Lo que más caracteriza a Sudamérica son los mestizos (mezcla de población hispana y portuguesa con la de ascendencia indígena); son menos numerosos los mulatos (hispanos y portugueses con población negra) y aún lo son menos los de indígenas con negros. La población indígena es mayoritaria en los países andinos. La población descendiente de españoles y otros europeos es más numerosa en Argentina y Uruguay. En Brasil, el portugués es el elemento predominante, y los grupos negros y mulatos son más numerosos en esta región que en el resto de Sudamérica. La población negra es también importante en las Guayanas y en la costa de Colombia y Ecuador.
El continuo flujo de españoles y portugueses a Sudamérica durante la época colonial aumentó en el siglo y medio que siguió a la independencia, sobre todo en el periodo comprendido entre finales del siglo XIX y la década de 1930, con la entrada de millones de italianos, que se establecieron principalmente en Argentina, Brasil y Uruguay. También llegaron pequeños grupos de otras nacionalidades europeas, como alemanes y polacos. Muchos de estos inmigrantes europeos fueron contratados principalmente para realizar trabajos rurales, o como arrendatarios agrícolas en regiones poco pobladas de Argentina y Brasil. Algunos grupos de estos inmigrantes, como alemanes, italianos y otros, fundaron colonias agrícolas. Los colonos alemanes establecieron importantes colonias en el sur y centro de Chile. Otros inmigrantes se dirigieron hacia las ciudades del país que los acogió, y engrosaron la mano de obra o se dedicaron a actividades en sectores empresariales. También se establecieron en gran número muchos grupos de origen no europeo, como sirios y libaneses. Los grupos más numerosos de inmigrantes asiáticos que llegaron a finales del siglo XIX provenían de la India, Indonesia y China; la mayoría se estableció en la Guayana Británica (actual Guyana) y en la Guayana Holandesa (actual Surinam), ligados a contratos de trabajo después de la abolición de la esclavitud. Desde 1900, importantes grupos de colonos japoneses se establecieron en el sur, norte y noreste de Brasil. En Perú, desde finales del siglo XIX, se asentaron también grandes grupos de chinos y japoneses.
Aunque existe una conciencia de la identidad en términos de color de piel y del origen étnico, no se han originado antagonismos raciales tan evidentes como en otros lugares del mundo. Los sudamericanos en general atribuyen más importancia a las diferencias de carácter económico y a los desfases en los niveles culturales y educativos.
Demografía
La población de Sudamérica ha aumentado más del doble entre 1960 y 1990. Casi la mitad de la población del subcontinente vive en Brasil. El promedio del índice de crecimiento de la población se acercó al 2,4% anual entre 1965 y 1990, aunque en Argentina y Uruguay el crecimiento fue más lento. El aumento de la población se debe principalmente al crecimiento natural; el índice de natalidad es mayor del 25, y el índice de mortalidad alrededor del 8. En muchas regiones la tasa de defunciones ha ido descendiendo significativamente durante décadas, mientras que los altos índices de natalidad muestran sólo desde fechas muy recientes una tendencia a la baja. El descenso de la tasa de natalidad no reducirá apreciablemente el incremento de población, que va a aumentar en lo que resta del siglo XX, porque una gran parte de sus habitantes estará en edad reproductiva. En muchos países, alrededor de la mitad de la población es menor de 15 años. Sólo en Argentina, Uruguay y Chile el 60% de la población tiene más de 15 años.
El incremento natural y la migración de las regiones del interior han aumentado la población urbana por encima del 4% anual. En Argentina, Uruguay y Chile el crecimiento ha sido más reducido, pero en los países tropicales las ciudades han crecido con gran rapidez. En los países más urbanizados Argentina, Chile, Uruguay y Venezuela el 80% de la población vive en centros urbanos, y en los menos urbanizados Bolivia, Ecuador y Paraguay menos del 60% de la población puede ser clasificada como urbana.
Religión Casi el 90% de la población sudamericana profesa la religión católica. De los 11 millones de protestantes, la mayor parte se concentran en Brasil y Chile, y el resto está muy repartido en los demás países, principalmente en centros urbanos. Los 750. 000 judíos de Sudamérica también tienden a establecerse en centros urbanos y se encuentran muy repartidos: cerca de las tres cuartas partes en Argentina y Brasil, y más del 10% en Uruguay y Chile. Entre la Guyana y Surinam están distribuidos 550. 000 hindúes, 400. 000 musulmanes y 375. 000 budistas. La religión católica fue establecida y difundida por los españoles y portugueses al comienzo de la conquista. El protestantismo es un reflejo de la inmigración europea posterior y de la actividad misionera iniciada en el siglo XIX. Las sectas evangélicas estadounidenses han sido especialmente activas en el siglo XX.
Historia
En 1453, cuando los turcos completaron la conquista del Imperio bizantino y con ello el control del Mediterráneo oriental, las naciones occidentales, principalmente Portugal y España, se vieron obligadas a buscar una nueva ruta a Oriente. Los portugueses, que habían sido pioneros al realizar varios viajes por el océano Atlántico, buscaron hacia el sur la nueva ruta siguiendo la costa de África, y en 1486 llegaron al cabo de Nueva Esperanza. En 1492, Cristóbal Colón intentó llegar a la India navegando hacia Occidente y cruzando el océano Atlántico, pero tocó tierra en las actuales Antillas. Abrió así las puertas del Nuevo Mundo a la civilización y al comercio europeos.
Con el regreso de Colón a Europa, España y Portugal se vieron implicados en la controversia relacionada con los derechos sobre las tierras del Nuevo Mundo. La disputa fue resuelta por el papa Alejandro VI, que adjudicó a Portugal todos los nuevos territorios al este de una línea que discurría unas 100 leguas (483 km), de norte a sur, al oeste de las islas Azores y de las islas de Cabo Verde; y a España todos los territorios al oeste de esa línea de demarcación. Esta línea demarcadora se modificó más tarde en el Tratado de Tordesillas, por el cual Portugal adquiría la soberanía sobre el territorio oriental de Sudamérica. Esta región se convertiría posteriormente en el actual Brasil.
El 1 de agosto de 1498, durante su tercer viaje, Colón arribó a un punto de la desembocadura del río Orinoco y divisó las costas de Sudamérica. Al recorrer la costa durante varios días distinguió el carácter continental de la tierra explorada.
AREAS CULTURALES DE MESOAMERICA
Las civilizaciones se desarrollaron en México y en la parte superior de Centroamérica a partir del 1400 a.C. Estas civilizaciones surgieron de un estilo de vida arcaico cazador-recolector que hacia el 7000 a.C. Incluía el cultivo de pequeñas cantidades de frijol, calabaza y maíz. Hacia el 2000 a.C. Los mexicanos dependían totalmente de las plantaciones de estos cultivos, además de amaranto, aguacate y otras frutas, así como del chile (ají, guindilla). Las ciudades fueron creciendo y hacia el 1400 a.C. La civilización olmeca poseía una capital con palacios, templos y monumentos construidos sobre una enorme plataforma artificial de unos 50 m de altura y cerca de 1,6 km de longitud. Los olmecas vivían en la selva de la costa oriental de México; sus rutas comerciales se extendieron hasta Monte Albán en el oeste de la república mexicana (en el actual estado de Oaxaca) y el valle de México, en el sistema montañoso central. A medida que fue disminuyendo el poder de los olmecas (hacia el 400 a.C. ), fueron creciendo los asentamientos en las montañas del interior y, poco antes del comienzo de la era cristiana, la primera ciudad del México precolombino había alcanzado dimensiones urbanas en Teotihuacán en el valle de México. Desde el 450 hasta el 600 Teotihuacán dominó el Altiplano, comerciando con Monte Albán y con los reinos mayas que habían surgido en el suroeste de México, y conquistando a pueblos rivales por el sur incluso en el valle de Guatemala. La capital ocupaba unos 21 km2 con bloques de casas de varios pisos, mercados, multitud de pequeños talleres, templos sobre plataformas y palacios cubiertos de murales.
La cultura maya también se distinguió por desarrollar, caso único entre los pueblos indígenas americanos, una lengua escrita basada en glifos.
Hacia el 700 d.C. Teotihuacán sufrió una serie de ataques que le arrebataron su supremacía. Más adelante, en ese mismo siglo, muchas ciudades mayas quedaron abandonadas, tal vez arruinadas al tocar a su fin el comercio con Teotihuacán. Otras ciudades mayas, sobre todo en el norte de Yucatán, no corrieron la misma suerte. Hacia el año 1000, una nueva potencia de México central los toltecas comenzaron a formar un imperio alrededor del ya existente en el valle de México y penetraron en el territorio maya de Chichén Itzá. Este imperio se derrumbó en 1168. Hacia el 1433, el valle de México había recuperado el dominio sobre la mayor parte de México como resultado de una alianza de tres reinos vecinos. Esta alianza garantizaba una patria a partir de la cual el rey Moctezuma I de los aztecas inició sus conquistas territoriales durante el siglo XV. El imperio floreció hasta 1519, año en el que el conquistador español Hernán Cortés arribó a la costa oriental de México y avanzó junto a sus aliados mexicanos, los tlaxcaltecas, enemigos de los aztecas, en dirección a la capital azteca, Tenochtitlán. Las luchas internas y una epidemia de viruela vinieron a debilitar a los mexicanos y colaboraron a que Cortés triunfara en su conquista.
En el momento de las primeras conquistas españolas, los pueblos indígenas de México formaban parte de los dominios del Imperio azteca, de los reinos y señoríos mixtecos en el actual estado de Puebla y de los tarascanos en el estado de Michoacán, así como de los zapotecas en Oaxaca, los tlaxcaltecas de Tlaxcala, los otomíes en Hidalgo, los totonacas en Veracruz, los supervivientes del estado maya de Mayapán en Yucatán y grupos menores de filiación mayense en el sur, además de otros grupos independientes en las regiones fronterizas, como los yaquis, huicholes y tarahumaras en el norte de México. Tras la conquista española que tardó más de dos siglos en abarcar a todo México la mayoría de los grupos indígenas se vio obligada a sobrevivir como campesinos gobernados por la clase alta hispano-mexicana.
El área cultural de Mesoamérica México, Guatemala, El Salvador, la parte occidental de Honduras y de Nicaragua destacaba por su carácter agrícola con la producción de maíz, frijol, calabaza, amaranto, y otros alimentos, abasteciendo a los mercados de las grandes ciudades en las que los comerciantes traficaban con utensilios, vestidos y artículos de lujo importados a través de las lejanas rutas terrestres y marítimas. En las ciudades vivían los artesanos y los trabajadores, los mercaderes, la clase opulenta, así como los sacerdotes y los eruditos que registraban las obras literarias, históricas y científicas en textos jeroglíficos (la astronomía estaba especialmente desarrollada. Las ciudades se decoraban con esculturas y vistosas pinturas, que representaban los símbolos mesoamericanos del poder y el saber: el águila, el jaguar y la serpiente.
AREAS CULTURALES DE SUDAMÉRICA
La parte norte de Sudamérica y el Caribe
El área cultural de la parte norte de Sudamérica y del Caribe incluye tierras bajas de selva, sabanas cubiertas de hierba, la parte septentrional de la cordillera de los Andes, algunos territorios áridos del oeste de Ecuador y las islas del Caribe. Debido a su ubicación geográfica, la región podría prestarse a servir de vínculo entre las grandes civilizaciones de México y Perú, pero por la dificultad que entrañan los desplazamientos por tierra a través de la selva y las montañas de la parte baja de Centroamérica, los contactos precolombinos entre Perú y México se desarrollaron sobre todo por mar, desde el golfo de Guayaquil en Ecuador hasta los puertos occidentales de México. Los pueblos indígenas de la parte norte de Sudamérica y el Caribe vivían en pequeños estados independientes. Aunque comerciaban directamente con México y Perú a través de Ecuador, los grandes imperios nunca entraron en contacto con ellos.
Andes centrales y meridionales
La cordillera de los Andes, que se extiende por toda la mitad occidental de Sudamérica, junto con los angostos valles costeros entre las montañas y el océano Pacífico, constituyeron el territorio de una de las grandes civilizaciones del continente.
En tiempos recientes, las excavaciones del yacimiento del Monte Verde en el sur de Chile han proporcionado pruebas irrefutables de la existencia humana ya por el 11. 000 a.C. Algunas excavaciones algo más al norte, en Perú, revelan que hacia el 700 a.C. Se cultivaban frijol y ají. Algunos siglos más tarde se produjo la domesticación de las llamas. A veces se criaban cobayas o cuís como alimento comestible; el algodón, la papa, el maní y otros alimentos se fueron incorporando a la agricultura peruana, y hacia el 2000 a.C. Se introdujo el maíz procedente de los Andes septentrionales. Los pueblos de la costa del Pacífico, Chile, Perú y Ecuador, también supieron aprovechar la riqueza marina, con su abundancia de especies, así como las aves acuáticas, las morsas, los delfines y los crustáceos.
Después del año 2000 a.C. Los pueblos asentados en los diferentes valles costeros del Perú central se aliaron para construir grandes templos de piedra y adobe sobre enormes plataformas. Después del 900 a.C. Estos templos se destinaron a una nueva religión, centrada en la ciudad de Chavín de Huantar. Esta religión tenía como símbolos el águila, el jaguar, la serpiente (probablemente una anaconda) y el caimán, que simbolizaba el agua y la fertilidad de las plantas. Estos símbolos son en cierta forma análogos a los de las religiones de México, pero no se conoce ningún vínculo concreto entre ambas culturas. Después del 300 a.C. Comenzó a declinar la influencia de Chavín, o posiblemente su dominio político. Surgió así la cultura moche o mochica en la costa septentrional de Perú y la nazca en la costa sur. Ambas dieron lugar a la construcción de grandes proyectos de regadío, ciudades y templos, desarrollándose un comercio intenso que incluía la exportación de cerámica fina. Los moche representaron su vida cotidiana y sus mitos en pinturas y en esculturas cerámicas; se retrataban como feroces guerreros y también fabricaron esculturas de cerámica modelada que representaban casas con familias, plantas cultivadas, pescadores e incluso parejas de amantes. También eran diestros trabajadores del metal.
La Selva Tropical
Se cree que los territorios bajos de la selva en el este de Sudamérica fueron colonizados después del año 3000 a.C. , ya que los arqueólogos no han encontrado rastros de pueblos anteriores. La población siempre fue relativamente escasa, concentrada en las orillas de los ríos, de donde obtenían sus alimentos y plantaban diversos cultivos, incluidas algunas plantas alucinógenas para celebrar sus ceremonias religiosas, que además exportaban hacia el Perú. Aunque cazaban animales como los tapires y los monos, la selva protegía a muy pocas especies. No había grandes ciudades y la gente vivía en poblados de chozas. Apenas llevaban vestimenta, debido al calor húmedo, pero tejían telas de algodón y se adornaban con pinturas corporales. Entre la multitud de pequeños grupos del área cultural de la selva tropical se encuentran los makiritares, yanomamis, bororó, botocudos, tapuyas, mundurucus, tupinambas, shipibos y cayapós. En la parte septentrional de la selva tropical habitan algunos grupos que hablan arawak y caribe, y que son parientes lingüísticos de los pueblos caribeños. Aunque los grupos de la selva tropical hoy conservan gran parte de su tradicional forma de vida, padecen enfermedades importadas por los europeos, así como la destrucción de su territorio por parte de los granjeros, madereros, mineros y empresas de explotación agrícola. Sudamérica meridional
En Uruguay, Argentina y Chile, los pueblos agrícolas como los mapuche del grupo araucano de Chile, aún viven en poblados y cultivan maíz, papas o patatas y cereales. Aunque en tiempos criaban llamas, tras la invasión española empezaron a criar otro tipo de animales como vacas, ovejas, cerdos y gallinas, además de utilizar los caballos para pastorear y para la guerra. Más al sur, en la Pampa, no resultaba posible practicar la agricultura, por lo que los habitantes de esta región vivían de la caza de guanacos y ñandús y, en las costas, de la pesca y la recolección de crustáceos. En el archipiélago de Tierra del Fuego se han descubierto utensilios para la caza y recolección que se remontan al 7000 a.C. En la Pampa, la caza sufrió una gran transformación cuando apareció el caballo traído por los españoles a mediados del siglo XVI. Los tehuelches cazaban guanacos a caballo y, al igual que los pueblos de las Llanuras de Norteamérica, una vez que dispusieron de caballos para el transporte, construyeron viviendas mayores y surgió la necesidad de abastecerse de otros artículos. Más al sur todavía, cerca del estrecho de Magallanes, los grupos ona, yahgan y alacaluf carecían de la caza existente en la Pampa; sobrevivían a base de pescado y crustáceos, pero también cazaban focas y morsas. Como pueblos nómadas, vivían en pequeños `wigwams’ cubiertos con pieles de foca. A pesar del clima frío y brumoso, iban casi desnudos. Parece ser que la vida en Tierra del Fuego apenas sufrió alteración a lo largo de 9. 000 años, ya que su clima no permite ni la agricultura ni el pastoreo. Los pueblos indígenas de esta región padecieron también graves enfermedades llevadas por los europeos, y en la actualidad quedan muy pocos supervivientes.
Formas de vida
Entre las formas tradicionales de vida de los grupos indígenas americanos destacamos su
Organización social y política, sus actividades económicas, así como sus religiones, lenguas y arte.
Organización social y política
La organización social de los diferentes grupos indígenas americanos se basa en la familia. Algunas sociedades indígenas conceden gran importancia a la cooperación económica entre marido y mujer, y otras a la que se origina entre hermanos y hermanas. Las sociedades más pequeñas se dieron históricamente en las regiones en las que escaseaban los recursos alimenticios. Valgan como ejemplo los cree y los pueblos de habla athabascana de la región Subártica de Canadá, los paiute del desierto de Nevada y los ona y yahgan de Tierra del Fuego. Desde el momento en que se practicó la agricultura, las comunidades aumentaron en número hasta llegar a estar formadas por miles de individuos. En Norteamérica y en la región de Selva Tropical los diversos grupos indígenas vivían en poblados y formaban una alianza más o menos organizada con las comunidades vecinas. Esta alianza y cada una de las comunidades estaban gobernadas por consejos, formados a su vez por representantes de cada una de las familias, y el consejo de la alianza estaba constituido por los representantes de cada comunidad. El consejo elegía a un hombre o a una mujer (especialmente en la región Sureste de Norteamérica y en el área cultural de la Selva Tropical de Sudamérica) que actuaba como jefe, es decir, presidía el consejo y actuaba como portavoz principal a la hora de negociar con otros pueblos. En muchas regiones las familias de los poblados se agrupaban en clanes, denominados `ayllus’ en Perú. Éstos solían disponer de recursos como terrenos agrícolas y pozos de pesca que asignaban, según las necesidades, a las familias. En México y Perú, los reinos que habían contado con cientos de miles de súbditos quedaron estratificados en clases y se fundaron imperios de millones de personas. Los ciudadanos admitían la religión oficial, aunque a veces se permitía que las prácticas religiosas locales coexistieran con la religión oficial. Los prisioneros de guerra y los deudores se convertían en esclavos. El Imperio inca de Perú estaba férreamente organizado y controlado, trasladando a las personas e incluso a los pueblos por todo su territorio según las necesidades del Imperio. En México, por el contrario, a los grupos locales de tipo clan se les solía conceder un poder limitado.
Vestimenta y adornos
Los indígenas americanos no concedían demasiada importancia a la vestimenta, pero sí a los adornos. Los pueblos de climas cálidos, por ejemplo, apenas cubrían sus cuerpos, excepto en las celebraciones; en tales ocasiones se adornaban con flores y se pintaban el cuerpo, y usaban extraordinarios tocados o penachos de plumas. En los pueblos mesoamericanos y en Perú, los hombres llevaban un taparrabos y una manta anudada al hombro, y las mujeres vestían una falda y una blusa ligera; estos vestidos eran de algodón o, en el caso de Perú, de fina lana de vicuña.
Vivienda y construcción
Las viviendas de algunos pueblos indígenas podrían parecer sencillas, pero eran bastante complejas. Los pueblos de climas fríos que disponían de madera abundante, como los indígenas de Tierra del Fuego y los grupos de la región Subártica, utilizaban cortavientos para mantener grandes fogatas. Otros pueblos pasaban las épocas de frío en construcciones abovedadas casi hundidas en la tierra para aislarse de las bajas temperaturas.
Los pueblos de Mesoamérica y los Andes construían edificios de piedra y argamasa, así como de madera y adobe. Los edificios públicos y las viviendas de las clases más altas se erigían sobre plataformas elevadas y solían tener gran número de habitaciones dispuestas en torno a los atrios y patios interiores.
Comercio y transporte
El comercio constituía una actividad económica trascendental en todos los grupos indígenas del continente. El antiguo Imperio azteca de México basaba su economía en la fabricación y exportación de diversos productos, como hojas de obsidiana, un cristal volcánico natural con el que se confeccionaban los mejores cuchillos de la época. Varios siglos más tarde, los aztecas organizaron sus conquistas enviando a los mercaderes a los demás reinos para que fomentaran el comercio, actuaran como espías y colaboraran en la conquista de aquéllos cuyos gobernantes se rehusaran a mantener relaciones comerciales.
En el Imperio inca se construyeron magníficas carreteras en agrestes terrenos montañosos a fin de transportar grandes cantidades de productos locales con pobladas caravanas de llamas y vicuñas. El comercio también se practicaba por vía marítima a lo largo de toda Sudamérica y por México y el Caribe. Gran parte del comercio marítimo se efectuaba en grandes balsas de vela o, en el caso del Caribe, en canoas construidas con enormes troncos. Las grandes civilizaciones de Mesoamérica y los Andes intercambiaban productos alimenticios, tejidos, cuchillos y cerámica, además de artículos de lujo como joyas, vistosas plumas de pájaros tropicales y chocolate. También se comerciaba con plantas, tanto medicinales como alucinógenas. Los artículos se compraban y vendían en grandes mercados al aire libre situados en las plazas o zócalos principales de los pueblos y ciudades.
Actividades recreativas
Los juegos y demás actividades de recreo de los indígenas americanos eran similares a los de otras civilizaciones. Los niños jugaban con figurillas de barro y juguetes en miniatura, imitando las actividades de los adultos. Los jóvenes y los adultos practicaban juegos con pelotas, de caucho o hule en Mesoamérica y el norte de Sudamérica, de cuero o fibra en otros lugares. El juego de pelota de Mesoamérica denominado tlatchtli se jugaba en una cancha rectangular, y su finalidad consistía en hacer pasar una pelota dura a través de un aro de piedra colgado en alto. En Mesoamérica estos juegos de pelota tenían carácter ritual. La vilorta (juego con una pelota de madera) era muy popular en toda la región oriental de Norteamérica y más tarde fue adoptada por los colonizadores europeos. Las competiciones carreras a pie, lucha, tiro con arco y, tras la llegada de los españoles, las carreras de caballos estaban por lo general a la orden del día.
Religión y folclore
Las creencias y prácticas religiosas de los indígenas americanos eran muy variadas.
Los pueblos mexicanos y andinos, los del suroeste y sureste de Norteamérica y algunos grupos indígenas de la costa noroccidental del Pacífico disponían de jefes religiosos que ocupaban todo su tiempo en las tareas propias de su cargo, así como de templos o edificios dedicados a la adoración de sus respectivos dioses. Los pueblos de otras regiones tenían sacerdotes que desempeñaban esta actividad durante parte de su tiempo y por lo general carecían de templos permanentes. Los sacerdotes de medio tiempo y los chamanes o curanderos aprendían a dirigir las ceremonias ayudando a los más ancianos; en las culturas más importantes, los sacerdotes recibían su formación en escuelas anexas a los templos.
La mayoría de los grupos indígenas creía en una fuerza espiritual como origen de toda la vida. En muchas áreas del continente americano, la fuerza divina se plasmaba de diversas formas: como luz y fuerza de vida, centrada en el Sol; como fertilidad y poder, ubicada en la Tierra; como sabiduría y poder de los dirigentes terrenales, reflejada en ciertas criaturas como el jaguar, el oso o las serpientes. En la mayor parte de América, los devotos religiosos potenciaban sus facultades de percepción de la divinidad utilizando a veces plantas alucinógenas, como el peyote, o en ocasiones ayunando y entonando canciones hasta alcanzar visiones espirituales.
Los indígenas americanos creían que el alma de los difuntos viajaba a otra parte del Universo, donde disfrutaba de una existencia placentera mientras que desarrollaba las actividades cotidianas. El alma de las personas desdichadas o perversas vagaba por los alrededores de sus antiguas viviendas, provocando desgracias. Muchos pueblos indígenas celebraban una ceremonia conmemorativa anual en recuerdo de sus parientes difuntos; en Latinoamérica esta celebración se fusionó más tarde con la festividad cristiana del Día de los Difuntos.
Actividades guerreras
Al margen de la exagerada afirmación europea acerca de la extremada belicosidad de los indígenas americanos, es cierto que antes de la invasión europea ya se habían producido numerosas guerras entre los diferentes pueblos. La mayoría de los indígenas peleaban en pequeños grupos, cifrando su victoria en el efecto sorpresa. Las grandes civilizaciones de México y Perú a veces practicaban el ataque por sorpresa, pero sus ejércitos también luchaban en formación disciplinada. Los aztecas libraron auténticas batallas, denominadas `guerras de las flores’, con los pueblos vecinos; su objetivo consistía en hacer prisioneros para después sacrificarlos a sus dioses (los aztecas creían que el Sol se apagaba si no se le alimentaba con sangre humana). Otros pueblos indígenas realizaban incursiones para capturar prisioneros que utilizaban como esclavos. Algunas batallas fueron producto de la venganza. La causa más frecuente de enfrentamiento entre los diferentes pueblos fue probablemente la defensa o conquista de territorios.
Antes de la colonización española, la guerra se desarrollaba a pie o desde las canoas. Tanto en las civilizaciones de México y Perú, como en otros grupos indígenas menores, se practicaba el combate cuerpo a cuerpo con mazas, hachas y espadas, así como el combate a media distancia con jabalinas y flechas arrojadas con arcos (llamados atlatls ). El arco y las flechas se utilizaban en los ataques, y los dardos de fuego se lanzaban contra los poblados de chozas. Cuando los españoles introdujeron el caballo, los indígenas desarrollaron la técnica del ataque a caballo.
Lenguas
En la actualidad, en el continente americano se hablan unas mil diferentes lenguas indígenas, y varios centenares más han desaparecido desde la conquista. Los habitantes de algunas regiones no sólo hablaban su lengua nativa sino también las de los grupos con quienes mantenían contacto habitual. En diferentes instancias, una misma lengua servía de idioma común para toda una región multilingüe; por ejemplo, el tucano (área del Amazonas occidental) y el quechua (región andina). Algunas regiones poseían un idioma comercial, lengua simplificada o mezcla de varias de ellas, útil para los comerciantes con una lengua indígena distinta; entre ellas se cuentan la chinook, el mobilio y la lingua geral (Brasil). Los lingüistas han agrupado a un gran número de lenguas aborígenes en unas 180 familias, pero otras muchas carecen de filiación conocida; los eruditos difieren a la hora de establecer unas relaciones más amplias entre las familias. Las características gramaticales, los sistemas fonéticos y la formación de las palabras varían mucho de una familia a otra, pero dentro de una misma región una familia puede ejercer una gran influencia sobre otra.
Artesanía y arte
Casi todas las técnicas artísticas conocidas en Europa, Asia y África durante el siglo XVI, resultaban familiares para los indígenas americanos antes de la llegada de los europeos, aunque no siempre se aplicaran de la misma forma. Por ejemplo, aun cuando las naciones andinas contaran con excelentes artesanos del metal, fabricaban muy pocos utensilios metálicos (la gente solía utilizar herramientas de piedra); sin embargo, toda su maestría la aplicaban en la creación de magníficos adornos. Fruto de todo ello fueron el excelente arte y arquitectura precolombinas.
Música y baile
La música del norte de México tiene bastante en común con la de Arizona occidental; más hacia el sur, sin embargo, en las regiones mesoamericanas y andinas, hubo culturas musicales muy avanzadas. Apenas se conserva información acerca de la música de estas civilizaciones, y lo poco que queda de los estilos originales sobrevivió a la conquista española sobre todo en forma de fusión muy compleja y dispar de los elementos indígenas y españoles. En las demás regiones de Sudamérica, la música de los pueblos indígenas se hallaba bastante aislada de las influencias externas.
Instrumentos y estilos vocales
Entre los estilos musicales indígenas, el canto constituye la forma dominante de expresión musical, actuando la música instrumental como acompañamiento rítmico. En todo el continente, los instrumentos principales han sido los tambores y los cascabeles (agitados manualmente o fijados al cuerpo), así como las flautas y los silbatos. En Mesoamérica y en los Andes existe una mayor variedad. Los instrumentos tuvieron un significado ritual o religioso; en algunas tribus brasileñas, por ejemplo, las mujeres no pueden mirar las flautas de los hombres. Los curanderos y chamanes solían tocar el tambor de bastidor y las maracas.
México y Perú
Quedan muy pocos testimonios de la música anterior a la llegada de los españoles en Latinoamérica; sólo se conocen algunos instrumentos como la quena o flauta de Pan y la ocarina en Perú, y el huéhuetl y el teponaztli en México, además de flautas, silbatos y cascabeles; quedan algunos testimonios narrados que describen danzas rituales, así como escenas pintadas y talladas de músicos y bailarines. En México, las autoridades organizaban rituales cada mes, cuidadosamente ensayados, con cientos de músicos y bailarines vestidos con numerosos adornos y ricas vestimentas, dignas para la ocasión. Se practicaba el cántico de responsos; parece ser que se utilizaban escalas y acordes complejos, y las composiciones debían de tener una estructura formal, con diversidad de melodías y combinando las métricas. Las arpas, los violines y las guitarras que intervienen en la música actual de México y Perú fueron incorporados por los españoles.
Otras áreas sudamericanas
En todas las demás regiones de Sudamérica, la música indígena apenas se vio influida por la música europea. La escala pentatónica de los incas se extendió a otras regiones, pero siguieron existiendo también las escalas primitivas de tres o cuatro notas. Los cánticos polifónicos, caracterizados por diferentes voces y melodías, proliferaron en algunas áreas, sobre todo en la Patagonia.
Historia a partir de los contactos europeos
Cuando los primeros europeos arribaron a las costas de lo que ellos consideraron el `Nuevo Mundo’ ya fuera en la isla de San Salvador (Antillas), la isla Roanoke (Carolina del Norte) o la bahía Chaleur (Nuevo Brunswick) fueron, por lo general, recibidos con sorpresa y curiosidad por los indígenas. Al parecer, los indígenas americanos consideraron a estos visitantes de tez clara como enviados de los dioses, no sólo por sus caballos, vestimentas, barbas y barcos de vela, sino sobre todo por su tecnología: cuchillos y espadas de acero, arcabuces y cañones, espejos, calderos de cobre y latón, y otros objetos desconocidos para ellos.
Relaciones con las potencias coloniales
Hemos venido aquí para servir a Dios y para hacernos ricos, proclamaba un miembro del séquito del conquistador español Hernán Cortés. Estos dos objetivos, el comercial y el religioso, precisaban de los propios indígenas para verse coronados por el éxito. Los conquistadores y demás aventureros españoles ansiaban las tierras y el trabajo de los indígenas; los sacerdotes y frailes reclamaban sus almas. En última instancia, ambos propósitos resultaron destructivos para muchos pueblos indígenas del continente americano. El primero los privó de su libertad y, en muchos casos, de sus vidas; el segundo los despojó de su religión y su cultura.
Sin embargo, hubo numerosos españoles del siglo XVI que mostraron sus dudas acerca de la ética de la conquista. Notables juristas y humanistas debatieron en profundidad sobre la legalidad de privar a los indígenas de sus tierras y obligarlos a someterse a la autoridad española. A los indígenas, sin embargo, estas discusiones éticas no les reportaron ningún beneficio.
Los estragos de las enfermedades
En 1492, el Caribe, México, Centroamérica y la región andina de Sudamérica se contaban entre las regiones de mayor densidad de población del hemisferio. Al cabo de unas décadas, todas ellas sufrieron un descenso demográfico catastrófico, debido, en gran medida, a las infecciones por microbios: enfermedades como la viruela, afecciones pulmonares y desórdenes gastrointestinales, todos ellos desconocidos en América antes de la conquista. Los indígenas eran vulnerables, desde el punto de vista inmunológico, a este conquistador invisible.
La destrucción resultó especialmente notable en Latinoamérica, en donde grandes grupos de población se hallaban congregados en ciudades como Tenochtitlán y Cuzco, por no citar las innumerables ciudades y poblados esparcidos por todo el territorio. Más que ningún otro factor, la sobrecogedora magnitud de las muertes por enfermedad fue el que desencadenó el acalorado debate en España acerca de la moralidad de la conquista.
Debido a que la población indígena desaparecía lentamente en la región del Caribe, los españoles recurrieron a la captura de esclavos en tierras de la actual Florida para reforzar la mano de obra. Cuando esta medida también resultó insuficiente comenzaron a importar africanos para trabajar en los cultivos de caña de azúcar y en las minas de plata.
Los indígenas que lograban sobrevivir se asignaban a una plantación o explotación minera, a cuyo dueño debían todos sus servicios. El sistema de la encomienda equivalía en la práctica a la esclavitud. Esto influyó en la degradación del espíritu y la salud de los pueblos indígenas, haciéndolos todavía más vulnerables frente a las enfermedades importadas por los europeos.
Las muertes causadas por infecciones no fueron tan generalizadas en los bosques canadienses, donde la mayoría de los pueblos vivían como cazadores-recolectores trashumantes. Las explotaciones agrícolas, como la del Hurón al norte del lago Ontario, sufrieron, en cambio, una importante despoblación por las oleadas de epidemias tal vez desencadenadas por los sacerdotes jesuitas que fundaron misiones en la zona.
La población indígena en nuestro siglo
La población indígena de América Latina se estima en unos 26,3 millones, aunque la mayor parte vive en Bolivia, Ecuador, Guatemala, México y Perú. Clasificados como campesinos por los respectivos gobiernos de los países en que habitan, la gran mayoría vive en una pobreza extrema en las remotas áreas rurales donde a duras penas consiguen sobrevivir de la agricultura. Los campesinos indígenas constituyen el 60% de la población total de Bolivia y Guatemala. La mayoría de los latinoamericanos son mestizos y juntos representan un 85% de la población de México, Bolivia, Panamá y Perú, un 90% de la de Ecuador y casi la totalidad en Chile, Honduras, El Salvador y Paraguay. La América Latina moderna tiene, por consiguiente, una deuda notable con respecto a su herencia indígena.
Sólo el 1,5% de la población indígena de Latinoamérica se puede calificar como tribal, lo que no es ninguna sorpresa, ya que las culturas prehispánicas crearon civilizaciones de gran complejidad. Todavía hoy existen grupos tribales en Brasil, Colombia, Panamá, Paraguay y Venezuela. Muchos de estos grupos viven en la selva profunda del Amazonas, donde subsisten a base de la caza, la pesca y la recolección de raíces. La actual expansión de Brasil por el Amazonas, sin embargo, amenaza la supervivencia física y cultural de las tribus amazónicas, ya que las enfermedades importadas por los foráneos están diezmando a la población, y la explotación minera y la construcción de autopistas arrasa sus territorios.
La mayor tribu brasileña sin civilizar en la actualidad es la yanomami, con unos 16. 000 individuos, para la que el gobierno proyecta crear un parque protegido. Sin embargo, los antropólogos estiman que los yanomamis necesitarían al menos 6,4 millones de hectáreas para poder mantener su forma de vida tradicional.
La población indígena total de Latinoamérica incluye algo más de 600 grupos indígenas diferentes, con su propia lengua o dialecto. Igual que los indígenas del norte del continente, viven en entornos absolutamente dispares en cuanto a clima y condiciones, que oscilan desde la selva amazónica hasta las cimas de los Andes.
Las poblaciones indígenas y mestizas, a menudo pobres y marginadas de la sociedad, han alentado a veces el radicalismo político por cuestiones de subsistencia. La llamada Teología de la Liberación, que nació en Latinoamérica, ofrece como promesa principal la mejora de su situación económica y social. Los movimientos sociales ocurridos en el estado mexicano de Chiapas por parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), han vuelto a poner de manifiesto la necesidad de mejorar los niveles de vida de esta población.