El hombre estelar

PALABRAS DE ISIS
“Yo ISIS, señora de los misterios de la naturaleza, me dirijo a ti:

“Tú, neófito que buscas atravesar el portal de la iniciación, y tú, profano que lees por curiosidad, serena tu espíritu, aclara tu mente, calma tus emociones. Apártate del mundanal ruido cobíjate en el manto de tu propio YO para que puedas trasponer sin peligro el umbral que conduce a la morada de los brujos. Arroja tus prejuicios; despójate de tu egoísmo, huye por un instante del personalismo y la irreflexividad; analiza con serena mirada”.

“No temas sino a ti mismo, no dudes sino de lo que analices superficialmente, no niegues sin primero reflexionar. Sepárate de la multitud que opaca tus ideas; sé tu mismo y piensa por ti mismo; no te limites.”

“Tú, buscador de maravillas, tú, candidato a la iniciación, no mires hacia la distancia, reúne todas tus energías en ti mismo. Olvídate de la India y del Tíbet, no clames a Dios, Alá, ni JesuCristo. Lo que buscas está allí mismo donde tu estás en este momento. Sí, deja de mirar hacia afuera y sepulta tu mirada en lo más profundo de ti mismo. Aguza tu percepción, afina tus sentidos, y allí en el centro de tu ser estás tu mismo, tu YO, tu verdadera esencia, la verdad detrás de la mentira, la energía inmortal que anima al barro. Mira con unción y reverencia porque es luz…, esa luz que te ciega, es Dios. Escucha como dice: Yo soy el camino y la vida.”

“Más…, ¡cuidado!, no se puede contemplar a Dios cara a cara sin morir. ¿Estás dispuesto a seguir? Puedo concederte un gran don. Te ofrezco… ¡la muerte! No tiembles, esta muerte es el don de los inmortales, es la del fénix que renace glorioso de entre sus propias cenizas. Para ser, es preciso no ser; para nacer y ser, se debe morir primero. Si lo logras, serás llamado el Dos veces nacido. No desdeñes mi oferta, piénsalo bien; más vale morir ahora que vivir a la espera de la muerte. No creas que si me rechazas podrás seguir indemne tu camino, por el contrario, todos los caminos conducen hacia mí; ignórame y serás como los huérfanos, que no conocen a sus padres. Solamente tienes dos caminos: o te devoro o te desposas conmigo. Tuya, y sólo tuya es la elección.”

“Si eliges ser devorado, dedícate a gozar de la vida, apura la copa del placer hasta la última gota, cierra la mente a la voz de tu espíritu, entrégate a la bestia, y disfruta del placer sensual de la materia. Así, casi sin darte cuenta, llegará el momento de la antropofagia final. ¿Crees acaso que me compadeceré de ti? Te engañas, no tengo sentimientos, estoy más allá del placer y del dolor, más allá del bien y del mal, soy como el sol que se levanta en las mañanas para alumbrar a todos por igual. Después de tu muerte serás sólo un despojo y un recuerdo. Después… ni siquiera eso.”

“Si anhelas desposarte conmigo debes estar dispuesto a sufrir la muerte iniciática, tendrás que pasar por las pruebas a las cuales te someterá sin piedad la terrible Esfinge para aquilatar tu valor espiritual y la calidad de tu temple. Yo me entrego solamente al que llegó a la crucifixión, resistiendo los embates de los cuatro elementos. Amo solamente a los que han sabido apurar la copa de la amargura, de las traiciones, del escarnio y la mofa, persecuciones, calumnias y difamación; a los iniciados que han persistido con valor, sufriendo la soledad del espíritu en medio de un mundo de animales.

A mí se llega después de haber recibido la calumnia y la difamación, que son las pruebas del aire; los golpes y persecuciones que son las pruebas de la tierra; los vicios y las tentaciones sensuales que son las pruebas del agua, y después de haber dominado las ambiciones descontroladas, que son las pruebas del fuego.”

“Este cuaternario corresponde a cada uno de los extremos de la cruz, donde fue clavado uno de los que arribó a mi regazo: Jesús, el Cristo. No obstante, otros aún más grandes han vivido y viven en el secreto; nadie conoce su existencia porque así conviene a sus labores.”

“No creas que en el mundo existen sólo los nacidos una vez y los dos veces nacidos; también existen, por desgracia, los una y media vez nacidos, y los abortados. Guárdate de engrosar sus filas convencido por su maquiavélico lenguaje, ya que éstos no viven ni en este mundo ni en el otro; son aquéllos que en verdad no son iniciados ni profanos, los imitadores de los maestros, los semisabios, los sembradores de mano sucia, los seguidores de la letra muerta, y los magos negros, que me codician y se ufanan de mi amor, cuando no son dignos ni siquiera de mi sonrisa.

Unos pueden vestir sari o túnica; otros, collarines y mandiles, otros, los atavíos “rosacruces”; algunos, se proclamarán los “únicos dueños de la verdad”, creyendo tener su monopolio; todos se jactan de mi amistad, pero son solamente pordioseros que me imploran una migaja de sabiduría. No se nace dos veces parándose de cabeza o meditando, ni en el ataúd de ceremonias puramente simbólicas, como tampoco, por obra y gracia del espíritu santo.”

“Si me desdeñas, recibe mi bendición y prosigue tu camino; destinado estás a ser alimento de los Dioses; no todos pueden ser “hombres”; algunos, solamente animales, o peor todavía, vegetales. Si vienes a mí por curiosidad, piénsalo dos veces: es fácil ser temerario con lo que no se conoce. Si no tienes el valor necesario, retrocede, escúdate en tu vanidad y en tu orgullo, confórmate con mirar el suelo como tus congéneres. Si no estás preparado, no aspires a conocer mi rostro: desgraciado de aquél que poseído de animal codicia o insana curiosidad, contemplare aunque fuera mi reflejo, porque no me olvidará jamás, y morirá atormentado por el ansia de poseerme.”

“Si estás preparado, si tienes ojos para ver y oídos para escuchar, si tu intención es noble y pura, prosigue sin desmayo, y sabe que a partir desde el momento en que cruces la puerta de la oculta morada, yo te esperaré ansiosa como la novia adolescente con su primer amor. Este libro puede ayudarte mucho, puede ser el guía que te lleve hacia la escondida puerta que tantos buscan y que tan pocos encuentran. Busca y encontrarás; no eleves preces a los Dioses, lucha por mí. Me conquistarás por la fuerza de tu decisión, y no orando.”

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EL ANTICristo
Resulta sorprendente cómo el ser humano, sabiendo tantas cosas, comprende tan pocas. Al igual que en la homeopatía, el producto noble (conocimiento), se encuentra diluido infinitesimalmente, debido a la incapacidad de comprensión.

El homo sapiens dedica sus más importantes esfuerzos al aumento de su saber, pero es precisamente en este empeño donde se pierde cada vez más en la bruma de la incertidumbre y la desorientación. Teórico del conocimiento, devora incansablemente cuanta tesis o nuevo estudio aparece, pero al igual que en el suplicio mitológico de Tántalo, su sed, lejos de saciarse, se acrecienta.

Paradójico destino es el de esta criatura alucinada: saber cada día más y comprender cada vez menos. Exteriorizarse cotidianamente de manera inevitable, hasta perder la propia identidad, alejándose obligadamente de sí mismo para fundirse con lo externo. El sapiens ha avanzado con rapidez extraordinaria en la conquista de la ciencia, y con la misma celeridad se ha perdido a sí mismo para vivir en un mundo de fantasmas nacidos de la alucinación colectiva de un mundo cada vez más artificial, estereotipado, y programado. En este mundo, por lo general, triunfa el hombre colectivizado que exhibe una perfecta sumisión a las pautas de la muchedumbre, y que renuncia a temprana edad a pensar con su propio cerebro, haciéndolo en cambio, con “la mente colectiva” de la multitud.

Éste es el seguro pasaporte para el éxito material, pero el precio que se paga es de una desigualdad exorbitante con la recompensa. Este precio es la propia individualidad, alegoría central del lema délfico “conócete a ti mismo”. Precisamente, quien se conoce a sí mismo, y por ende a los demás, es vejado, postergado y marginado. El liderazgo pertenece a los mediocres; se glorifica al becerro de oro y se celebra el cliché hueco del sujeto programado. El templo de Delfos y su ideal ya no existen. Han sido reemplazados por el templo de la Universidad, el templo de la ley, el templo de las religiones, el templo de las ideologías políticas y sistemas económicos y el templo de las instituciones sociales y sus lemas y consignas. A todos los une un común denominador: “desconócete a ti mismo, entrégate a la muchedumbre y acata sus designios.”

Muy pocas personas se dan cuenta de esta situación, pero algunas lo presienten instintivamente y tratan de rebelarse contra el sistema sin saber qué es lo que verdaderamente las lleva a esta reacción. La juventud, por ejemplo, se resiste intuitivamente, aunque a veces por errados caminos, a ser absorbida por el ente colectivo. Más tarde, con el correr de los años también se someten, al fortalecerse su programa cerebral y recibir de la mente colectiva su fuerte influencia.

Se estima como antisocial a quien no se integra rápidamente al colectivo, considerándose en cambio como muy valioso al que se funde fácil e íntegramente con las masas perdiendo su individualidad. Esta actitud es considerada como una muestra de corrección y de “conciencia social.” En esto, como en muchas otras cosas, el sapiens ha errado el camino, ya que no es posible ayudar o amar a los demás sin conocerse primero a sí mismo.

Hace dos mil años, el sapiens tenía básicamente los mismos problemas que ahora, los mismos temores, deseos, angustias, ambiciones, codicia, mentira, cobardía, complejos, conflictos internos, y desorientación. Sus pautas de conducta no eran diferentes en lo profundo a las actuales. Sus condiciones materiales, en cambio, eran dramáticamente diferentes, observándose hasta la fecha un progreso asombroso.

Cabe preguntarse si este mismo avance se produjo también en la naturaleza interna del sapiens, es decir, si hoy día es mejor como ser humano, si tiene más calidad que en aquella época. La respuesta es claramente negativa. Ningún cambio apreciable se ha verificado en dos mil años (ni en cinco mil), en la calidad humana del sapiens. Solamente ha aumentado su capacidad intelectual en virtud de las poderosas y crecientes exigencias de la civilización.

Mientras el mundo ha pasado de la barbarie a la civilización en el transcurso de la historia, el “salvaje sapiens” se mantiene hoy día básicamente tan primitivo como en el pasado remoto, cubriéndose solamente con sucesivas y gruesas capas de un barniz cultural y educativo.

Rompiendo la desolación espiritual de la humanidad vino un día al mundo, lleno de amor y compasión, un ser superior: Cristo. Pretendía dar al sapiens una oportunidad de conocer un mundo diferente, sin violencia, sin odio, sin esclavitud, sin contradicción, para mostrarle lo que podría llegar a realizar.

La mente colectiva de la muchedumbre, programada de acuerdo al lema “ojo por ojo diente por diente” rechazó con violencia el mensaje cristiano, procediendo a destruir al Mesías, tal como había ocurrido anteriormente en otras ocasiones en que Cristo había venido a la Tierra, manifestándose en otros hombres superiores.

Es así como la muchedumbre es en verdad el instrumento del AntiCristo, el monstruo ciego, la bestia sin cabeza que acecha a todo aquél que pretende individualizarse conscientemente para dejar de ser sapiens y convertirse en hombre estelar, pináculo evolutivo del homo sapiens.

En algún momento, quién sabe como, se forjó la leyenda falsa del AntiCristo, errónea en el sentido de imaginar que una persona mitológica nacería en el mundo para destruirlo por medio de la perversión de los valores cristianos superiores, y que este ser encarnaría en un hombre para realizar su nefasta labor.

En parte, creemos que esta leyenda se originó por una deformación del término AnteCristo, con el cual se designaba en círculos herméticos a quien actuaría como el anunciador de Cristo, allanando y preparando su camino. Es así como el único AnteCristo que conocemos fue Juan el Bautista.

Hoy en día, no contamos por desgracia con el impulso espiritual de Cristo encarnado en un cuerpo humano. Cristo como fuerza divina omnipresente en los templos religiosos no pasa de ser una alegoría simbólica que invita a los creyentes a seguir un ejemplo reconfortante. No se conoce a quien posea una verdadera fuerza espiritual, a la cual pudiéramos llamar “crística”. Los sacerdotes de las diversas religiones se conforman sólo con tratar de imitar a Cristo, pero infortunadamente lo hacen con una espiritualidad externa y prefabricada, de acuerdo a los clisés establecidos por los patriarcas de la iglesia.

Sin embargo, el desconocimiento no significa necesariamente la inexistencia. Lo cierto es que la antorcha de la espiritualidad es llevada en el momento presente por unos pocos individuos, desconocidos en su mayoría. Llamémoslos “los brujos”, en un sentido dignificante de esta expresión que usualmente se emplea de modo tan vulgar, ya que nos referimos a los grandes iniciados, a los nuestros, a los superiores desconocidos o sabios ocultos de la humanidad.

Entonces, ¿por qué usar el apelativo de “brujos”? Por la simple razón de que siempre, la masa ignorante ha calificado así a los poseedores de cualidades extrañas o poderes desconocidos por el vulgo. Existió además una inquisición que tildó con este apelativo a los hombres sabios de avanzada, para desacreditarlos y anular sus ideas diferentes. Por este motivo, adoptamos con agrado este nombre, con la intención de lavar con el tiempo su estigma negativo y supersticioso. Pretendemos mostrar cómo la hechicería, la ignorancia y la superstición son exclusividad del sapiens, y no así de “los brujos”. Por desgracia, en el pasado, la mentalidad popular ha calificado de “brujos” a los simples hechiceros que viajan al “sabbat” empleando sortilegios de baja extracción para satisfacer tal vez sus bajas pasiones.

Ahora bien, ¿por qué designamos a Cristo como el símbolo de la espiritualidad? Lo hacemos porque Jesús fue el miembro más destacado de “la Cofradía de los Brujos”, preparado especialmente para su misión de hacer encarnar en sí mismo a Cristo. (Jesús y Cristo eran dos personas diferentes; una humana y otra divina.)

Cristo es un ser superior que está en un punto de la escala evolutiva donde un ser humano podría tal vez llegar en millones de años de evolución. Concibámoslo como una potencia espiritual extraterrestre, a la cual podríamos llamar un Arcángel. Este Arcángel, debido a su larguísima evolución, poseía una perfecta y poderosa espiritualidad, motivo por el cual Jesús fue largamente preparado para poder resistir en su cuerpo físico esta altísima vibración, la cual sólo podía manifestarse por breves momentos, ya que su intensidad podía destruir el sistema nervioso y celular del cuerpo de Jesús. Cristo era quien realizaba los milagros a través de Jesús, el cual proveía la materia para su manifestación.

La Cofradía de los Brujos permanece muy bien oculta, porque tiene derecho a su propia intimidad, pero algunos de sus miembros se han mezclado con la gente común, guiados por el anhelo cristiano de mostrar al Sapiens el camino hacia una vida superior. Saben, sin embargo, que el conocimiento del “Arte hermético”, que es el instrumento para llegar a la cumbre espiritual, es solamente para una “élite”, y no para ser divulgado. No obstante, la cofradía iniciática otorga la oportunidad para que cualquier persona que tenga el suficiente merecimiento pueda llegar, si es que la magnitud e inteligencia de su esfuerzo se lo permite, a integrar la élite hermética de “los brujos” u “hombres estelares.

La ciencia de “los brujos” se llama Arte hermético, en honor a Hermes Trismegisto, de quien afirma la tradición habría llegado a la tierra hace aproximadamente treinta mil años, procedente del espacio exterior, siendo ungido Supremo Gran Maestro de la Cofradía Iniciática.

Inspirado en sus luces, Egipto llegó a ser grande y sabio, denominándose “hermetismo” a la ciencia sagrada de los sacerdotes. Sólo a costa de grandes sacrificios y pruebas era posible en aquella época pertenecer a una escuela iniciática hermética, y la gran mayoría que lograba ingresar, fracasaba en el camino por no tener la entereza moral y espiritual para resistir los múltiples obstáculos, tentaciones y pruebas con que ISIS la señora de los misterios de la naturaleza aquilataba en su justa valía a quienes pretendían el conocimiento supremo de la verdad absoluta.

Fue en una de esas escuelas donde Jesús se realizó a sí mismo como hermetista, llegando a los más altos grados iniciáticos.

Debido a que ha llegado el momento de hacerlo, divulgaremos el misterio de Jesús, el Cristo y las causas de la miseria moral de la humanidad, siguiendo las enseñanzas de La Cofradía de los Brujos. Esta miseria moral proviene de la “adoración al becerro de oro”, es decir, del sometimiento del ser humano al Dios dinero, en aras del cual debe entregar o sacrificar sus posibilidades espirituales para poder subsistir. Los que poseen los adecuados medios de supervivencia pervierten, por lo general, sus valores espirituales en potencia en el necio juego de escalar posiciones sociales a costa del mercado de consumos.

Poco vale la espiritualidad o calidad moral de un individuo, ya que la necesidad de oro lo lleva a denigrarse y prostituirse por el vil metal, el que compra honra, respeto ajeno, amor, fama, y poder. El Dios dinero está sentado sobre el mundo, y quien quiere disfrutar sus dones, debe adorarlo. El verdadero poder del dinero no es únicamente material, sino que es principalmente una fuerza oculta, ya que la moneda no vale nada por sí misma, sino que solamente es un símbolo del esfuerzo o del trabajo humano. Por extraña paradoja aunque el trabajo es intrínsecamente noble, el dinero, producto del esfuerzo, está bajo el control o influencia de un poder satánico o diabólico.

Invitamos al lector a meditar en qué es lo que él haría si fuera Satanás para corromper al ser humano; de qué medios o herramientas se valdría para fomentar los crímenes, la codicia, la guerra, el fratricidio, y la descomposición de los valores morales. Resulta difícil imaginar para esto algo más adecuado que el oro, neutro en su propia condición, pero diabólico al manejarse torcidamente.

Pero, ¿es que existe Satanás verdaderamente, o es sólo el mito creado por el vulgo para explicar ciertas cosas? Si una persona cree en la existencia de Dios, tiene que creer necesariamente en la realidad del “Diablo”

o Satán, contraparte del supremo creador. Debemos recordar que en la vida no existe la unidad absoluta, y que la mera existencia de algo debe llevarnos a afirmar que lo contrario de esto también es real. No hay luz sin sombra, bien sin mal, ni verdad sin la mentira. La muerte sigue a la vida y la vida a la muerte.

Dios sería entonces la suprema inteligencia creadora, y el “diablo” la inteligencia destructiva. En la cábala antigua se ha simbolizado al “diablo” como la sombra de Dios. Así, tal como el Gran Creador tiene sus huestes angélicas, el demonio tiene también su legión infernal. A esta legión es a la que se refiere William Blatty en su obra “El Exorcista”, donde expone el fenómeno de la “posesión diabólica”. Después de esta explicación podemos continuar con nuestro relato.

La tradición transmitida por los grandes maestros herméticos afirma que en un momento crucial de la historia de la humanidad, un poderoso “Arcángel diabólico”, si es que se nos permite llamarlo así, logró penetrar las defensas ocultas e ingresar en la atmósfera del planeta tierra, provocando grandes perturbaciones. Para poder concebir a este ente, sugerimos la lectura del libro “El que acecha en el umbral”, de H. P. Lovecraft. El causante directo, aunque involuntario de esta catástrofe que nos aflige hasta el día de hoy, fue, según consta en los anales herméticos, Moisés.

Todos conocen la aparición de Moisés flotando en una cesta en el río, y su posterior adopción, circunstancia que indujo a engaño a los sacerdotes egipcios de aquella época, quienes tomándolo por egipcio llegaron a iniciarlo en los misterios de la magia ritual, que es un método para hacer vibrar notas claves de la naturaleza y producir así ciertos fenómenos que el operador desea lograr. El estudio de la física atómica nos muestra en teoría que es posible producir cambios o transmutaciones en la materia, por lo que no tiene nada de milagroso que estas mutaciones se lleven a cabo por procedimientos secretos.

A pesar de su identificación esotérica con la magia egipcia, Moisés siempre permaneció fiel a la sangre de sus ancestros, por lo cual su más fuerte deseo era el de constituirse en el líder que liberara a su pueblo de la esclavitud, conduciéndolo a la tierra prometida. Guiado por este deseo, Moisés, consciente de las poderosas fuerzas que había aprendido a manejar, concibió una audaz idea: realizar un pacto o alianza mágica con un ángel, criatura divina que se encargaría de darle el poder y la ayuda del cielo para salvar a sus hombres.

Después de una larga preparación llevó a cabo, en la mas profunda soledad, la ceremonia ritual con las palabras mágicas e invocaciones correspondientes. En medio de impresionantes fenómenos atmosféricos y telúricos hizo su aparición un ser de impresionante presencia, que hizo temblar de pánico a Moisés por la tremenda fuerza que proyectaba.

Jamás sabremos ni nos será posible imaginar las condiciones en las cuales se llevó a cabo el pacto entre el hombre y el cielo. El ángel accedió a todo lo que Moisés le solicitaba y prometió su ayuda, exigiendo en cambio una irrestricta obediencia. Le reveló su nombre que era Y. , y le pidió que en señal de unión todos sus seguidores debían experimentar una pequeña operación quirúrgica de tipo ritual, con leve derramamiento de sangre. Todo hombre que pasaba por esto llegaba a ser hijo de Y. La sangre que se derramaba sellaba este pacto.

A partir de este día, Moisés, revestido de un poder sobrehumano comienza a realizar toda clase de actos de magia, convirtiendo en el centro de su poder al “Arca de la Alianza”. Toda clase de plagas y calamidades fueron enviadas sobre Egipto e incrédulos y rebeldes eran fulminados por la ira de Y. De esta manera el pueblo de Moisés iniciaría el éxodo que habría de durar 40 años.

Posteriormente, Y., el poder oculto tras el líder, comenzó a cambiar súbitamente su manera de proceder, empezando a formular extrañas exigencias, cuyo común denominador era el derramamiento de sangre.

Moisés, sobrecogido, empezó a darse cuenta de la magnitud del error cometido, al comprender que el “ángel divino” era en verdad “ángel de las tinieblas”, polo opuesto al de la potencia luminosa que él había pretendido evocar.

Este “ángel infernal” era uno de los integrantes de las huestes de las sombras, vampiro que para mantener su poder y fortaleza necesitaba beber sangre humana, esencia cargada de la vitalidad que otorga la chispa divina. Es por eso que a lo largo del éxodo se producen tantos incidentes de sangre, provocados por el oculto dictador.

¿Quién era realmente Y.? Digamos que era un ser muy anciano por su evolución, la cual ignoramos dónde se originó. A través de larguísimos períodos de tiempo cósmico, este ente conservó su individualidad, pero evolucionó, por desgracia, hacia el lado conceptual negativo, negro, o destructivo, como un anciano que al pasar el tiempo se hubiera ido amargando más y más hasta llegar a una concepción totalmente destructiva y negativa de la vida.

Muchos seres similares a Y., existen en el Universo. Por fortuna, las defensas magnéticas del planeta tierra constituyen para estos entes una coraza impenetrable. Sin embargo, el ritual mágico de Moisés abrió una puerta y formó la vía a través de la cual pudo penetrar Y., a la tierra.

Detengámonos a pensar un momento y veremos que nos encontramos ante el acontecimiento más trascendental, pero infortunadamente perjudicial, en la historia oculta de la humanidad. Para justificar esta aserción debemos necesariamente hacer algunas disgresiones aclaratorias sobre lo que es verdaderamente el planeta tierra.

Podemos afirmar serenamente, sin temor a la burla sarcástica de los ignorantes o de los semisabios, que el planeta tierra es un ser humano. No algo equivalente a un ser humano, sino que un hombre en toda la extensión de la palabra.

La filosofía hermética sostiene la veracidad de la reencarnación, pero afirma que ésta se lleva a cabo solamente en algunas personas, las cuales poseen o han desarrollado íntimamente algunas cualidades o características capaces de resistir a la muerte, es decir, ajenas al cuerpo físico corruptible. Al decir personas nos referimos a seres humanos, aún cuando estos presentaren características físicas diferentes al hombre terrestre.

Prosiguiendo con la reencarnación, el hermetismo enseña que cuando un iniciado hermetista de alto grado alcanza el poder de reencarnar conscientemente, es decir, cambiar de cuerpo físico conservando su individualidad y cierto grado de memoria, el iniciado va, gradualmente, en el transcurso de sucesivas vidas, creciendo paulatinamente en su poder espiritual, o sea, teniendo una esencia o chispa divina cada vez más potente.

De este modo llega el momento en el cual el cuerpo del hombre, en la dimensión y forma que nosotros conocemos, no es capaz de “contener” o soportar una esencia tan vasta y poderosa, motivo por el cual ese espíritu o esencia superdesarrollada debe buscar un cuerpo físico adecuado a su tremenda fuerza energética. Es así como “reencarna” en el cuerpo de un planeta nuevo o joven, y continúa allí su desarrollo, en condiciones y medios que nos resulta difícil concebir. Así fue como un ser humano extraordinariamente evolucionado tomó el cuerpo del planeta tierra y lo hizo el suyo propio, bajo la forma más perfecta del Universo: la esfera.

Esta esfera está formada por los mismos materiales básicos del cuerpo humano, que son, en síntesis, los materiales del Universo. Esta esfera respira, se mueve, piensa, y siente. Tiene un sistema circulatorio, digestivo, procreador, y respiratorio. El petróleo es su sangre, se alimenta de la materia vegetal, animal, y mineral. Sexualmente es hermafrodita, con un hemisferio masculino y otro femenino. Respira a través de la vida vegetal, y su alimentación etérica o magnética la recibe por medio de la antena emisora y receptora que es el homo sapiens.

Una vez hecha esta aclaración, y para aquilatar la magnitud de la catástrofe provocada accidentalmente por Moisés con la llegada de Y., podemos revelar que este ente, anciano, vengativo, y malicioso, expulsó de la tierra a su joven espíritu, encarnando en su lugar. Con este hecho, se inició para la humanidad una era oscura y sangrienta. Para el pueblo judío comienza así una etapa de sufrimiento, martirio y dolor, al convertirse en inocentes víctimas de las fuerzas negativas de Y. Sólo así podemos explicarnos las grandes aflicciones que han debido soportar los judíos.

Imaginemos la desesperación de Moisés al darse cuenta de la calamidad que se había producido y de los padecimientos desatados sobre quienes quería ayudar. Con el transcurso de los días, Moisés comprendió que nada podría contra Y., ya que éste poseía una incalculable malignidad. Poseído de tal convencimiento reunió a los sabios de su pueblo y los instruyó en el gran misterio del Mesías, para que estos hombres, utilizando rituales mágicos, crearan un Dios, realizando así el misterio de la teurgia, a fin de que este Dios los liberara y salvara al mundo de la perniciosa influencia de Y.

Una vez transmitida esta instrucción Moisés subió al monte Nebo y jamás fue vuelto a ver con vida.

Los sabios que heredaron las instrucciones del patriarca siguieron fielmente sus instrucciones, ejecutando el ritual mesiánico según las reglas instituidas. Fue así como después de algunos cientos de años aparece Jesús, “el hijo del hombre” (reflexiónese en esta expresión) el Salvador esperado por los sabios iniciados por Moisés.

Es así como en las circunstancias conocidas por todos, nace Jesús. La enseñanza hermética sostiene que fue hijo de mujer judía y padre romano, siendo su progenitor un soldado romano, simple instrumento de fuerzas ocultas superiores.

¿Por qué se dice que María permaneció virgen? En realidad este misterio no se refiere a una virginidad fisiológica sino al hecho de que efectivamente no hubo contacto físico entre el verdadero padre de Jesús y María. En efecto, su padre espiritual fue un gran iniciado hermético que utilizó etéricamente el cuerpo físico del soldado romano para procrear un hijo. La simiente espiritual fue transmitida por el maestro oculto; el esperma físico por el romano. De esta manera, María concibió “sin perder su virginidad”.

Recordemos además que en aquella época la palabra virginidad no se empleaba para designar la doncellez, sino para distinguir a las mujeres iniciadas en el secreto de la “vírgula”, como lo fue María. (Recordemos que la vara mágica que usaba Moisés se designaba con el nombre de “vírgula”.)

Quienes tengan “ojos para ver y oídos para escuchar” comprenderán. En cuanto a los otros, se producirá un silencio sepulcral en su interior, y sólo quedará lugar al sarcasmo del ignorante, al vacío mental del que no quiere entender, o bien, a la ceguera inconsciente del que no le conviene ver.

Jesús, Dios creado por el hombre, encarnado en cuerpo de hombre, es consagrado un día por el AnteCristo, Juan el Bautista, gran iniciado cuyo bautismo impartido en el río fue el medio que permitió la primera manifestación de Cristo en Jesús, el Dios-hombre, cuya misión estaba delineada desde su nacimiento.

Desde los tiempos de Moisés, la Cofradía de los Brujos había observado atentamente, pero sin poderlos evitar, los acontecimientos ya relatados. Conocedores del misterio mesiánico y sabiendo que algunos sabios lo estaban realizando, decidieron apoyarlos para tratar de subsanar las graves anomalías suscitadas. Ellos estuvieron atentos al nacimiento de Jesús y fueron sus ocultos padrinos que lo protegieron y educaron para que cumpliera con su doble misión, la cual era la siguiente:

Primero: liberar al “pueblo elegido” de su oculto victimario.

Segundo: salvar al mundo en general del vampiro invisible que se hacía llamar Y., para así iniciar en la tierra una nueva era bajo el lema cristiano de “Amaos los unos a los otros” (lo opuesto de “ojo por ojo y diente por diente”).

Paralelamente a esta misión, Jesús fue un activo miembro de la Cofradía de los Brujos, recibiendo de ella todo su apoyo e inspiración, aún cuando los grandes maestros sostienen que fracasó en su misión, o mejor dicho, sólo tuvo un éxito parcial, ya que no logró su cometido. Debemos entender que nos referimos a Jesús, y de ninguna manera a Cristo.

A fin de comprender verdaderamente a Jesús, es preciso considerar su triple personalidad:

1) Jesús hombre.

2) Jesús Dios (Dios creado por el hombre).

3) Cristo (quien se manifestaba a través de Jesús).

Con respecto a Cristo, no es difícil darse cuenta que era un ángel, espíritu solar que “descendió del cielo” para manifestarse como el poder supremo del “Padre” en la tierra.

En Jesús y sus doce apóstoles podemos ver el símbolo de un misterio solar y cósmico, ya que la ciencia hermética dice que nuestro sistema solar está compuesto por doce planetas más el sol (los doce apóstoles y Cristo), y que los planetas no conocidos serán descubiertos con el tiempo.

No hablemos más sobre Jesús, temiendo haberlo hecho ya en demasía. Solamente diremos que la crucifixión era un drama esperado, en el cual debía derramarse la sangre de Jesús para que así Cristo pudiera a su vez “encarnar” en el planeta tierra y desplazar a Y., expulsándolo de nuestra atmósfera en forma definitiva. Sin embargo, como ya lo hemos dicho, esta misión sólo tuvo un éxito relativo. Cristo encarnó en la tierra, pero Y., no pudo ser expulsado, compartiendo ambos desde entonces, el gobierno del planeta.

Volviendo a Cristo, su fuerza actúa en el mundo a través de los representantes de la Cofradía de los Brujos, quienes dirigen escuelas herméticas en las cuales el estudiante desarrolla su fuerza espiritual hasta llegar a la desintegración de su alma animal, quedando así a salvo de la influencia de Y., quién sólo puede actuar valiéndose de los instintos animales y primitivos, como el odio, la envidia, la lujuria, la codicia, el orgullo, la vanidad, etcétera.

De esta manera, el Faro Espiritual se mantiene encendido para iluminar a los espíritus selectos que son potencialmente capaces de convertirse en seres humanos plenamente desarrollados, abandonando su condición de Sapiens.

Cada uno de los que llega a esto se convierte en un centro de irradiación crística, y por lo tanto, es una valla más para la influencia de Y. Los ingenuos dicen que Cristo volverá a la tierra. ¡Cristo está en la tierra! Solamente necesita que la misma humanidad lo descrucifique de la cruz en la cual ella lo ha clavado.

Mientras esto no se lleve a cabo seguirán produciéndose guerras, en las cuales muere gran cantidad de personas cuya vitalidad es absorbida por Y., el gran impulsor oculto de estos conflictos, los cuales no terminarán hasta que este ente sea sojuzgado.

El verdadero AntiCristo es Y., y él ha desdoblado su influencia negativa en sus servidores, las personas de instintos bestiales, las cuales a, su vez han incorporado esta vibración a la muchedumbre, entidad amorfa y ciega, receptora de cualquier fuerza de suficiente potencia. De este modo, los principios de Y., incorporados en el inconsciente colectivo de la humanidad motivan la filosofía de “ojo por ojo y diente por diente”.

Cogida por esta fuerza maléfica, la gente vive de manera demoníaca: odia, destruye, roba, asesina a sus hermanos, devuelve el mal con un mal mayor, comercia con la honra y el honor, esclaviza a los débiles, explota a los desvalidos, y denigra a los justos. Por fortuna hay muchos que hacen lo contrario de todo esto, ya que si no fuera así, la vida sería insoportable. Son los que de alguna manera han recibido una verdadera influencia cristiana (no necesariamente religiosa) y tienen valores más elevados que los comunes.

Las religiones tienen una influencia familiar y social positiva, pero infortunadamente en el terreno de lo netamente espiritual no tienen mucho que ofrecer, y por lo general procuran contrarrestar esta falencia con el uso indiscriminado del estandarte de Cristo.

La Cofradía de los Brujos no deriva su poder de Cristo ni habla en su nombre, solamente, exalta sus valores, y muestra o relata eventos que el mundo debe conocer, para que los “elegidos” (los verdaderamente humanos) reafirmen su convicción y lealtad para con una vida espiritual superior. El poder de los brujos deriva de su armonización y acatamiento de las leyes cósmicas, y de la profunda y serena condición espiritual a la cual han llegado, la cual los pone en mágica relación con Dios, el Gran Padre Universal, reconocido por los hermetistas como la causa primera de todo origen y la gran fuerza ordenadora y creadora.

Si hemos hablado de Cristo ha sido exclusivamente para explicar lo esotérico de la fenomenología psicosocial del mundo de hoy, ya que el sapiens en su ingenuidad, cree que todo en la vida es como se ve en apariencia y superficie, y que las cosas deben ser, con seguridad, como la gran mayoría dice que son.

Cuando llega a conocer lo esotérico de los acontecimientos o las causas ocultas de diversos fenómenos, se sonríe incrédulamente, argumentando con infantil lógica que: “si eso fuera verídico ya se sabría por la prensa, o lo habrían enseñado en el colegio o la Universidad, o bien, existirían bien documentados libros al respecto”. Ésa es la manera de pensar que anula el progreso, ya que si todos creyeran lo mismo, nadie se molestaría en estudiar o investigar fenómenos poco conocidos.

No obstante todo lo ya expresado, el sapiens en su manifestación individual (no como especie) puede presentar cualidades y características superiores en estado latente que lo lleven a comprender en parte las verdades herméticas, y así, motivado por este conocimiento, despertar a una realidad superior. El individuo sapiens puede salvarse del letárgico destino de la humanidad y llegar con el tiempo al mundo de los hermetistas, “brujos”, u “hombres despiertos”.

Moisés, hombre de fuerza y saber, fue arrastrado por sus ansias libertarias a la ejecución de un error de magnitud cósmica, que según afirman los grandes sabios hermetistas, estuvo a punto de destruir el sistema solar. Para justificar esta aseveración debemos comparar (según el aforismo hermético “como es arriba es abajo y como es abajo es arriba”) el sistema solar con la constitución de un átomo, y considerar la entronización de Y., como la sustitución de un electrón en forma arbitraria (cambio o transmutación del núcleo espiritual del planeta tierra).

Ésta es una de las tantas lecciones que obligan a la Cofradía de los Brujos a mantener estrictamente el secreto hermético, instruyendo en conocimientos superiores solamente a quienes han demostrado hasta la saciedad su fortaleza, pureza moral y espiritual, y rectitud de intenciones.

LBH 2/8 EL CAMINO DE LA INICIACIÓN

EL CAMINO DE LA INICIACIÓN

Como ya hemos dicho en páginas anteriores se denomina iniciado a aquél que estudia y llega a conocer las leyes ocultas de la vida. La forma en que actúan las fuerzas de la Naturaleza en el hombre.

En la antigüedad se otorgaba la iniciación en los templos de Egipto y Grecia bajo severísimas condiciones, ya que era preciso hacer una rigurosa selección a fin de que llegaran a la real y verdadera iniciación solamente aquéllos de sobresalientes cualidades morales y espirituales. Los templos eran verdaderas fortalezas donde el que llegaba a solicitar la iniciación salía vencedor o no salía jamás, ya que si fracasaba quedaba en calidad de sirviente o esclavo.

Fue en Egipto donde muchos superhombres de la espiritualidad recibieron directamente de los sacerdotes la ciencia que les permitió “volver a crearse a sí mismos” o regenerarse, y entre ellos el mismo Jesús.

El candidato a la iniciación llegaba totalmente desprovisto de conocimientos, llevaba solamente el intenso deseo de conocer la verdad, el conocimiento de los misterios o leyes de la naturaleza, simbolizados por Isis.

¿Qué era lo que se les enseñaba a estos hombres?

¿Qué era lo que permitía forjar en estos templos hombres de la talla de un Pitágoras, por ejemplo?

Se les confería en toda su pureza la ciencia de las ciencias que es el Ocultismo, conocimiento que había sido celosamente transmitido y guardado. Por medio de estos conocimientos se lograba transmutar la naturaleza inferior o pasional del estudiante hasta lograr su completa identificación con su propio espíritu.

Hasta que esto llegaba, el neófito debía vencer innumerables pruebas que se le ponían en el camino para que demostrara su verdadero temple espiritual. Muchos eran los que fracasaban en estas pruebas, y muy pocos los que triunfaban.

Los que triunfaban salían al mundo a cumplir con la labor que se habían propuesto en beneficio de la Humanidad, ya que el iniciado se compromete solemnemente a utilizar todos los conocimientos y fuerzas que ha recibido, en bien de la Humanidad.

Su labor oculta es llegar a la paz mundial y para esto trabaja en silencio sin esperar nunca la aprobación o el aplauso de la masa.

Los Grandes Iniciados han sido en todas las épocas los verdaderos guías o conductores de la Humanidad. Sin embargo la mayoría ha vivido en el secreto y nunca se sabrá qué es lo que han hecho. ¿Cuál es la razón del secreto y sigilo de los iniciados?

Saben ellos que toda acción trae su reacción, que la bestia ataca furiosamente a quien inicia abiertamente una obra de verdadera superación humana.

Recuerdan el martirio de Jesús, recuerdan el gran maestro Jacobo de Molay, quemado por el papa Clemente V y Felipe el Hermoso, recuerdan las torturas de la Inquisición, y saben que es necesario callar y obrar en el silencio.

La Naturaleza confiere sus bienes a todos los seres sin distinción alguna, y a causa de esto el conocimiento de sus arcanos se justifica solamente para emplearlos en beneficio común.

Es por esto que hoy día la puerta de la iniciación está abierta para todo el mundo, para todos los hombres sin distinción de casta o raza.

¿Pero, cuántos serán capaces de encontrar la verdadera puerta?

Miles de puertas se ofrecen insinuantes y cada una de ellas ostenta la leyenda: “Entrada al camino de la sabiduría y la verdad”.

Sin embargo, solamente una de ellas conduce a la real iniciación al verdadero conocimiento de los misterios de la Naturaleza.

El que merece pasar por este portal será guiado por su espíritu inmortal. El que no lo merece puede buscarlo eternamente que no lo encontrará. Jesús dijo: “muchos serán los llamados y pocos los elegidos”.

Actualmente el conocimiento iniciático se encuentra sepultado bajo una maraña de falsedades y mentiras, ya que se ha llegado a calificar el Ocultismo de Magia y Brujería. Se ha perdido totalmente su verdadero significado que es el de un conocimiento que permite transformar el animal humano en un verdadero representante de Dios en la tierra.

Existen innumerables escuelas en el mundo que enseñan o pretenden enseñar Ocultismo, pero estas escuelas son solamente grupos de estudio que no confieren al individuo una real iniciación, que es la única que puede despertar en él la llama espiritual. Quien no lleva prendida esta llama es solamente un aparato parlante que repite aquello que ha leído o que le han enseñado. Es menester buscar cuidadosamente, pedir a nuestro propio espíritu que nos lleve y guíe hasta la verdad. Antes de esto es necesario hacerse un profundo examen de conciencia para saber si efectivamente queremos conocer la verdad, ya que la verdad es solamente para los hombres fuertes y no para los niños. Debemos pensar si somos capaces de abandonar nuestra personalidad para sacrificarnos por el bien común. El mundo atraviesa por un período crucial en que necesita desesperadamente hombres justos, fuertes, enteros y derechos, imbuidos de ideales de paz, amor, abundancia y bien común para todo el mundo.

¿Dónde están esos hombres? ¿Dónde están ahora el Pitágoras, el Sócrates, el Platón que alumbren al mundo con su ejemplo? ¿Dónde el Leonado da Vinci, el Rafael o el Miguel Ángel que derramen su genio creador sobre todos?

Parece que la luz que alumbrara al mundo en otras épocas se hubiera apagado. No basta con los adelantos científicos, ya que el espíritu también necesita su alimento. Estamos pasando por un período en que la Bestia se pasea por el mundo impunemente, en que los valores morales y espirituales están caídos. Sin embargo, la luz iniciática brilla en estos momentos en varias partes del mundo, y es allí donde debemos buscar la superación, es ahí donde aprenderemos a vencer nuestras pasiones humanas y reemplazarlas por virtudes.

El amor debe llegar a reinar en la tierra, y para que esto suceda cada ser humano tiene el deber ineludible de superarse moral y espiritualmente, para contribuir así a la paz mundial.

En el alma del planeta Tierra nada se pierde. Una mala palabra, una maldición, un estado de odio o rabia son verdaderas cadenas que se van agregando a la humanidad doliente.

Tú que lees esto, ¿cuál camino quieres seguir? ¿El del egoísta que emplea el alma de la tierra como recipiente de escoria arrojando allí lo peor o el de aquél que saca de sí mismo lo mejor, su amor, su tolerancia, sus buenos deseos, su alegría de vivir?

Hay que ayudar efectivamente a cultivar el jardín invisible del planeta, o sea, aquel mundo donde van a dar todos nuestros desplazamientos energéticos, ya que como volvemos a repetir nada se pierde. El alma del planeta Tierra es similar a la tierra fértil que concibe todas las simientes que allí se arrojan; igualmente el alma del planeta concibe todos los estados de ánimo del ser humano, que posteriormente influyen poderosamente en el destino mundial. El que tenga anhelos de paz y amor mundial debe contribuir con su propio amor a la Humanidad.

Para quien desee llegar más allá de esto y penetrar por la puerta de la iniciación, haremos algunas consideraciones de orden general sobre esta senda.

En primer lugar es menester aclarar que existen muchos caminos para adquirir conocimientos y superarse en mayor o menor grado e igualmente, para cultivarse espiritualmente.

Sin embargo, para llegar a la verdadera iniciación o mejor dicho a prender la llama del espíritu existe un solo camino y éste es entrar en contacto con un auténtico Guía espiritual que será el que lleve al aspirante de la mano por esta ardua y empinada senda. Este Guía es el punto de apoyo del discípulo, y sin este punto de apoyo no podrá jamás sortear con éxito las pruebas que se pondrán en su camino, pruebas que le serán impuestas por su propia naturaleza inferior o bestia, que resiste desesperadamente todo intento de domarla y educarla para que llegue a obedecer a la conciencia.

Por otro lado, el discípulo encontrará la oposición decidida de todos aquéllos que en una forma u otra sirven a la bestia. Pueden ser amigos, familiares, esposos, hermanos o padres los que tratarán por todos los meDios posibles de disuadirle de su resolución.

Innumerables veces será probada su fe en su propio Yo, en su propio espíritu.

Recordemos lo que hemos dicho en páginas anteriores sobre la conciencia y sobre el hombre que está dormido, y nos daremos cuenta que es necesario que el estudiante vaya pasando por una serie de choques psicológicos que lo vayan gradualmente despertando de su estado de sueño. Estos choques obran como timbres de alarma y son cuidadosamente preparados y estudiados por el maestro guía. A causa de esto, el discípulo debe llegar a adquirir una confianza y una fe absoluta y completa en el maestro, sin dejarse arrastrar en ningún momento por las apariencias, ya que todo lo que se hace en un grupo iniciático va destinado al beneficio de todos los que a él pertenecen. Antes de ingresar a uno de estos grupos es imprescindible dejar fuera el orgullo, la vanidad, los prejuicios, el egoísmo y la personalidad o personalismo. Una conquista tan grande como es la de lograr ponerse en, contacto con su propio espíritu no es algo que se vaya a realizar fácilmente. El común error en que caen los estudiantes después de algún tiempo es el de olvidar que han llegado a este grupo a aprender, ya que empiezan a analizar todo desde su propio punto de vista hasta que llegan a la deformación de la verdad.

La disciplina que se sigue en estos grupos no es mística ni dogmática. El guía se limita a enseñar lo que él muy bien sabe, para que los discípulos vayan poniendo en práctica aquello que aprenden y por propia experiencia comprueban su efectividad.

Quiero dejar establecido que el camino iniciático es algo sumamente serio que no puede ser tomado a la ligera, ya que puede llegar a ser peligroso para el estudiante que no se atenga estrictamente a las indicaciones del maestro.

Para dar una idea de este peligro diré solamente esto: para ponerse en contacto con su propio espíritu se debe morir primero para luego volver a nacer. Esta muerte simbólica indica la destrucción del personalismo, o sea, todo lo artificial del individuo. Llamémoslos automatismos mentales. Estos automatismos son la muralla que existe entre el hombre y su espíritu. Esta parte artificial adquirida por influencias exteriores es la que hay que destruir para crear después de acuerdo con la esencia, o sea, el espíritu. Si inmediatamente después de destruidos sus automatismos mentales, un discípulo se retira del grupo por algún motivo, se encontrará vacío internamente, sin ningún punto de apoyo, sin nada de qué aferrarse, lo cual desde luego, puede derivar en muchas consecuencias negativas. Es a causa de esto que el Guía deja de ser responsable del Discípulo en el momento justo en que éste deja de obedecerle.

Ya que la primera labor es de destrucción de lo negativo, es necesario extirpar en forma completa todos los complejos y vicios de una u otra naturaleza que pueda tener el estudiante, hasta llegar a limpiar su alma totalmente. Nada debe quedar en su subconsciente, el maestro debe desempeñar el papel de un verdadero psiquiatra, pero de un psiquiatra que sabe exactamente cómo destruir la raíz de aquella maleza destructiva que se manifestó como un complejo. El discípulo debe confiar a él hasta lo más oculto de su alma y ser totalmente sincero en sus confidencias, no debe contar verdades a medias, ya que si engaña al Guía es él mismo quien se está engañando, puesto que la labor del maestro es conducir al discípulo a la realización de todo lo que éste anhela en lo más profundo de su alma. Si el discípulo, por orgullo, incredulidad o desconfianza se resiste a seguir los consejos del maestro se está anulando a sí mismo con su actitud, ya que está siguiendo los dictados de su animal interno.

Nunca debe olvidar el Discípulo que tiene dos inteligencias dentro de él que representan el bien y el mal, la luz y las tinieblas, evolución e involución. Estas dos inteligencias son: el maestro interno o fuerza divina y el animal o fuerza involutiva que tratará por todos los meDios posibles de cerrarle el camino a la evolución. Toda iniciación es un largo camino que conduce gradualmente al aspirante a la comunicación con su maestro interno. Mientras ese momento llega, él debe obedecer ciegamente al maestro físico que es la representación visible y tangible de su maestro interno.

Mientras se atenga estrictamente a cumplir lo que el maestro le vaya indicando el discípulo está a salvo del animal. El hombre no puede vencer solo a su animal, porque su animal es él mismo y por lo tanto debe entregar su voluntad al maestro para que éste lo venza. Toda la iniciación es una lucha entre el bien y el mal, entre la fuerza ciega, animal y destructiva del discípulo y la conciencia inteligente del Guía. Son dos caminos que se presentan ante él en forma simultánea: por un lado el maestro dice sí y por otro el animal dice no. Es por esto que debe obedecer la voluntad del maestro ya que es lo único que puede salvarlo de realizar los dictados del animal. Cuando se ha conseguido encadenar en forma completa al animal, puede entonces el discípulo recuperar su voluntad y el maestro se convierte entonces en su consejero e instructor. Ya no es aquél que lo obliga a realizar tal o cual cosa. Esta obediencia exigida por el maestro es la primera barrera con que topa el aspirante a la verdad, pues es terriblemente difícil renunciar a sí mismo, sacrificar la propia voluntad para obedecer una voluntad ajena. Contra esta barrera son muchos los que se estrellan y renuncian a seguir adelante. Si examinamos el asunto objetivamente veremos que en realidad el aspirante no sacrifica ni renuncia a su voluntad por la sencilla razón de que nunca la tuvo, según lo que dejamos establecido al comienzo de este libro al hablar sobre el hombre. Al ir obedeciendo al guía se va produciendo en el estudiante una sintonía mental con su propio maestro interno, ya que, como dijimos, el guía va repitiéndole al discípulo lo que su propio maestro interno desea de él.

A través de esta luz comprenderemos lo ilusoria que es la iniciación basada únicamente en saturar al estudiante de conocimientos teóricos o hacerlo pasar por ceremonias destinadas a exaltar su conciencia, ya que mientras no haya vencido a la bestia no puede haber para él evolución ni camino posible.

Aquello sí que es verdadera magia negra, es decir dar conocimientos para utilizar las fuerzas mentales a individuos que están bajo el dominio de la bestia, ya que estos conocimientos serán utilizados por ella para satisfacer sus propios instintos y arrastrar a otros al abismo.

A causa de esto un maestro se cuida muy bien de dar conocimientos que puedan ser peligrosos a aquéllos que no han logrado liberarse de su propia animalidad. Durante su trabajo con un discípulo el maestro lo somete a repetidas pruebas para comprobar su avance. Estas pruebas tienen la característica de que el discípulo no advierte que lo están sometiendo a prueba alguna, y es menester que así sea, ya que se trata de conseguir reacciones totalmente auténticas para ver si realmente el individuo ha alcanzado cierto grado de dominio sobre sí mismo.

Desde este punto de vista el maestro desempeña el doble papel de “ángel del bien” y “ángel tentador”, ya que por un lado ilumina a su discípulo con su sabiduría y lo apoya en todo momento, y por otro lado lo somete a duras pruebas y tentaciones para hacerlo más fuerte y poder calibrar su verdadero temple espiritual.

Al hombre podemos llamarlo un animal inteligente y su parte animal es de una inteligencia extraordinaria, inteligencia que aplica únicamente al logro de sus propios fines de involución o animalización de la parte divina

o conciencia; o sea, que como animal desea arrastrar al espíritu a su propio nivel hasta llegar a absorberlo completamente dentro de sí. Como conoce las debilidades del individuo lo ataca justamente en sus aspectos más frágiles para desviarlo de la iniciación. Le insinúa, por ejemplo, que él con su inteligencia y voluntad no debe entregarse a otro individuo, que es un hombre igual a él, porque eso sería esclavitud. Le sugiere la duda, el temor y la desconfianza hacia las enseñanzas del maestro. Le pone en su camino aquellos obstáculos que serán insalvables para todo aquél que no posea una determinación a toda prueba de llegar hasta el final cueste lo que cueste. Es a causa de esto que son tan pocos los capaces de llegar a conseguir algo concreto y tangible en su camino iniciático, ya que la bestia se niega tenazmente a ser dominada por la voluntad del discípulo. Cuando éste ha avanzado en tal forma que la bestia ve peligrar su dominio, le concede cosas materiales que él ha anhelado toda su vida.

¿Seguirá firme su determinación de desarrollo espiritual si se enamora, por ejemplo, de una mujer que le pone como condición de su amor el abandono de la senda oculta? ¿O si es favorecido por la fortuna y alcanza una gran situación económica?

En forma muy sutil se le van presentando obstáculos que insensiblemente lo van desviando de su camino y es allí donde se prueba la autenticidad de su determinación y deseo de evolución espiritual, ya que este deseo puede haber sido motivado por causas puramente materiales o afectivas. Un hombre puede querer renunciar a todo y seguir este camino porque siente que no puede esperar nada de la vida, porque ésta le ha negado los dones que le ha concedido a otros. Si emprende el camino iniciático y alcanza después aquellos dones de los cuales había sido privado, terminará bruscamente todo interés de superarse espiritualmente, anhelo que era solamente un pretexto para conseguir sus propios y personales deseos. Ya hemos dicho que la iniciación es un camino de renunciación y sacrificio, y que no se justifica alcanzar el poder que brinda el dominio de las fuerzas de la naturaleza a menos que este poder se utilice exclusivamente en beneficio de la Humanidad.

Otro de los errores que comete frecuentemente el estudiante es el de pretender juzgar los actos de su maestro a la luz de su propia mentalidad; algo verdaderamente imposible, ya que el maestro se encuentra en un nivel de conciencia muy por encima del discípulo y no podrá éste elevarse hasta llegar a ver aquello que aquél está observando.

Consecuentemente es un error también el analizar “razonablemente” los consejos que se reciben de éste para decidir posteriormente si se seguirán o no, ya que en esto no puede haber términos meDios: o se obedece completamente en todo o no se obedece en nada. Antes de llegar a este estado de obediencia, que es el único que capacita al aspirante para la verdadera y efectiva realización espiritual, existen otros grados de contacto con el guía, grados en que éste se limita a aconsejar pero a nada obliga. Estos grados son solamente preparatorios para la verdadera transmutación alquímica que realiza el maestro sobre el estudiante. El maestro es sumamente exigente con los aspirantes a discípulos ya que los somete por un largo tiempo a prueba antes de aceptarlos definitivamente como discípulos. Esta exigencia se comprenderá al saber que por el hecho de recibir el maestro a un nuevo discípulo carga automáticamente con todo el karma de éste y pasa a ser directamente responsable de sus acciones. Si posteriormente el discípulo falla y defrauda al guía, éste habrá cargado innecesariamente con gran cantidad de karma del cual tendrá que desprenderse paulatinamente por medio de la transmutación espiritual en sus vehículos internos.

Algunas personas emprenden el camino de la iniciación sencillamente porque desean satisfacer su curiosidad intelectual. Toman esto muy a la ligera pensando que se reduce a efectuar ciertos estuDios de las leyes naturales y no se dan cuenta de que han emprendido una lucha hacia la conciencia que seguramente traerá un cambio completo en sus vidas. Al ver las reacciones que se le van produciendo en su camino por querer ser consciente se asustan y se retiran a su anterior vida de inconsciente en la cual nada verán porque caminarán con la vista vendada.

El que desee llegar a la iniciación debe estar tan sediento de conocer la verdad como para convertir su camino espiritual en el objetivo número uno de su vida, lo más importante, lo esencial. Es perder el tiempo tomar esto como algo secundario, como un asunto al que basta con dedicarle un determinado número de horas a la semana y el resto del tiempo despreocuparse de él. La disciplina espiritual es algo de todos los momentos, porque es una transformación que se realiza en el alma del individuo y por lo tanto se convierte en algo inseparable de su carácter.

¿Habrá alguien que llegue a comprender el verdadero alcance de la iniciación?

Es el premio mayor que puede ganarse el hombre, ya que es la vuelta al paraíso donde no existen dolor ni fealdad alguna. Es el camino que conduce al cielo, una verdadera escala al lugar donde mora Dios, o sea, la parte espiritual superconsciente del principio mente.

¿Qué puede ser más deseable que la iniciación? ¿Honores, riquezas, amor?

Éstos son solamente estados ilusorios que se desvanecen al pasar el tiempo. Lo único realmente duradero e inmortal es aquello que se realiza dentro del alma. Lo demás no lo podemos llevar al plano de la energía cuando termina su existencia el cuerpo físico. Todo lo material es pasajero y mudable y por lo tanto ilusorio. Todo lo espiritual es eterno e inmortal.

Admiramos a los niños porque viven en un mundo completamente aparte al de los adultos, un mundo de inocencia, pureza y felicidad; parece que estuvieran constantemente en contacto con Dios. Pues bien, la iniciación es el retorno a la pureza original del hombre, es el retorno a la inocencia, la vuelta a la madre, pero esta vez es la vuelta a la madre naturaleza.

El verdadero iniciado es inocente y puro como un niño, pero al mismo tiempo astuto e inteligente para que no abusen de su inocencia. Debe ser cándido como una paloma y astuto como el zorro. Recordemos las palabras de Jesús: “dejad que los niños vengan hacia mí”. Lo que acabamos de exponer es lo que ocultaban sus palabras que deberíamos traducir o interpretar de esta manera: “dejad que los iniciados vengan hacia mí”. Él hablaba siempre en parábolas porque sabía que la verdad puede quemar y destruir a aquél que no está preparado para recibirla. Sabía también que decir la verdad es peligroso. Al mundo no le gusta la verdad, prefiere las mentiras agradables a la verdad desnuda. Todo aquél que haya sentido alguna vez que hay algo que no marcha en la vida, que hay algo siniestro y fatal en la vida del hombre, una impotencia absoluta por controlar el destino y por llevar la vida que él desea íntimamente, se dará cuenta de que el hombre no es un ser perfecto, que está sometido a ciertas influencias desconocidas desde que nace y hasta que muere. Es como si después de toda una vida de trabajo y sacrificio viniera una mano gigantesca y le arrebatara de golpe todo el fruto de su esfuerzo para dejarlo tan desnudo como llegó al mundo, listo para volver a empezar otra vida de sacrificios y nuevas experiencias.

La iniciación es la libertad, la libertad de esta influencia misteriosa que maneja al ser humano como a un pelele.

Sin embargo hay quienes piensan que la iniciación consiste en sentarse una hora al día a orar y meditar. Éste es el camino de los flojos, de los que tienen un pequeño deseo de superación pero son demasiado perezosos para hacer algo concreto por su propia elevación moral y espiritual.

Iniciación es actividad, mucha actividad, es lucha tenaz y sangrienta, es sacrificio y más sacrificio, ya que el conquistarse a sí mismo es algo que no se consigue en un año ni en dos. Es obligar al cuerpo a entregar hasta su última célula a la voluntad del espíritu para que éste lo emplee conscientemente. No se piense por esto que es menester debilitar y someter al cuerpo a terribles privaciones como lo hacen los hindúes. Todo lo contrario, es necesario tener un cuerpo físico lo más fuerte y sano posible y esto se realiza al obligarlo a la superactividad ya que se ponen en movimiento fuerzas que comúnmente no se usan porque sencillamente el cuerpo no las necesita, ya que está muy acostumbrado a dormir siete u ocho horas, a recibir alimento en gran cantidad y a hacer lo que se le da la gana.

Vuelvo a repetir que la transformación interna se realiza por y a través de acciones externas o físicas. Cada acción constructiva que se ejecuta físicamente provoca un cambio en la psiquis del individuo. Cada movimiento físico produce un movimiento de determinadas fuerzas en el plano de la energía o mundo invisible. Con esta clave levantamos una punta del velo de los misterios litúrgicos y del poder de los signos, símbolos y de la palabra humana.

Por lo tanto el que aspira a la iniciación debe aprender a trabajar con sus manos, a fin de darles conciencia e inteligencia, para transformarse a sí mismo por medio de sus obras.

Cada cosa que se aprenda a realizar conscientemente es un aporte de energía a la conciencia del individuo, que crece y se vitaliza a través de la actividad. En esta escala de la conciencia, cada uno asciende hasta el peldaño que es capaz de subir, de manera que el término conciencia, también es relativo, ya que el que está en el segundo peldaño no es consciente con respecto al que está en el tercero, pero sí es consciente con respecto al que está en el primer peldaño. Entre los iniciados podemos encontrar entonces diversos grados de desarrollo que están todos relacionados con la conquista de cualidades que el individuo se imagina tener pero que en realidad no las tiene, como por ejemplo voluntad y libre albedrío.

Iniciados hay muchos en el mundo pero Maestros hay muy pocos y Adeptos menos todavía. Se ha especulado mucho sobre los maestros a quienes se les ha dado un carácter sobrenatural y misterioso. Se imagina que viven en constante estado de “desdoblamiento” y que poseen mágicos poderes para dominar a la naturaleza y realizar lo que ellos quieren. Se cree que viven en retiros inaccesibles de la India o en las montañas del Tíbet. La realidad siempre es más simple y escueta que la fantasía. El hecho de que un hombre haya llegado a conquistar el grado de Maestro no significa que pueda eludir sus obligaciones como ciudadano

o como miembro de la sociedad. Todo lo contrario, si quieren cambiar al hombre para elevarlo al nivel de lo consciente, deben vivir estrechamente ligados con él para poder así ejercer su acción en forma oculta. La posición social o económica nada significa para ellos, ya que está condicionada a la labor que han de realizar. Un maestro puede vivir como un mendigo, como un médico o un acaudalado hombre de negocios. Su aspecto exterior nada importa. Puede ser de un físico hermoso o de gran fealdad, pero su irradiación interna es la misma en todos ellos porque es la irradiación del Cristo.

Estando en su presencia se siente el individuo extrañamente tranquilo y sereno, siente saciada su sed interna, experimenta el calor de su magnetismo irradiante de amor y vida y la iluminación que fluye de su aura. Se nota inmediatamente que no es un hombre más, que es alguien que sale completamente de lo común. Jamás se llena a advertir que este hombre vive en otro mundo porque su conciencia mora en el plano de la mente. Puede conversar con nosotros, vérselo serio o alegre, pero en todo momento vive en otro plano por lo cual se nos aparece un poco lejano e inaccesible.

Para poder instruir a sus discípulos se ve obligado a descender hasta el mismo plano de ellos, ya que ellos no pueden subir todavía a su nivel espiritual. Si los discípulos no avanzan en su camino el maestro se ve forzado a vivir constantemente en un plano inferior a aquél en el que mora su conciencia, lo cual puede llevarlo a perder parte de sus conquistas espirituales por pretender elevar a otros a su misma esfera. Por el contrario, si los discípulos triunfan en su empeño, el maestro puede usar plenamente de sus facultades que no se ven mermadas por su asociación con otras personas, de vibración inferior. A causa de esto es la ley ineludible que ningún discípulo tiene derecho a pedir conocimientos a los cuales no se haya hecho acreedor.

La mayoría de los discípulos llegan a vislumbrar sólo una pequeña parte de las enseñanzas del maestro, por muy cerca de él que estén, ya que no son capaces de “arrancarle” la ciencia de la cual es poseedor.

Dijimos anteriormente que la conquista de las fuerzas de la Naturaleza se justifica solamente cuando se ejecuta una obra de beneficio colectivo, y por lo tanto, todo maestro, está empeñado en realizar una obra de beneficio universal.

LBH 2/7 LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD

LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD
Nada que sea tan ansiado por el ser humano como la felicidad.

Y sin embargo, ¿cuántos se pueden considerar felices?

Seguramente una ínfima y selecta minoría de la raza humana llega a conquistar el preciado don de la felicidad.

Es una búsqueda constante y sin fin, en la que cada cual trata a su manera y por distintos caminos de ser feliz.

La gran masa humana ha identificado la felicidad con lo que brinda el dinero, luchando desesperadamente por conquistar riquezas a fin de ganarla. Cuando llegan a tener estas riquezas y las ventajas que ellas brindan, y se encuentran con que la felicidad no llega, empiezan a pensar que tal vez estaban equivocados, que la felicidad no estaba en esto. La experiencia les enseña que no hay que confundirla con el placer. La verdadera felicidad se oculta en el corazón del ser humano. Es como si allí anidara un pajarillo que cuando despierta y canta nos hace experimentar un goce inefable. Cuando no escuchamos sus trinos, seguramente le asusta el ruido de lo externo o añora nuestros cuidados y la felicidad se desvanece. No son los placeres materiales los que estimulan su canto sino lo que hay dentro del alma.

La felicidad es un estado puramente interno en el cual no interviene para nada lo que ocurre en el exterior. Ser feliz es haber encontrado la paz interna, haberse encontrado a sí mismo. La infelicidad proviene de la división del yo del individuo. Proviene de que él está cambiando constantemente porque no tiene un Yo único e indivisible. Cuando logra encontrar un momento de felicidad su Yo cambia y esta felicidad se esfuma.

No hay ser humano más desgraciado que el que es presa de encontrados sentimientos, que tiene su corazón abierto completamente a las vibraciones emocionales que nos circundan. Este pobre hombre se convierte en una veleta humana que gira hacía el lado que lo impelen las vibraciones emocionales que penetran dentro de él. Este individuo sufre lo indecible porque está constantemente oscilando entre la felicidad y la desgracia. Cuando cree estar pisando muy firme en el soñado terreno de la felicidad, el suelo se hunde súbitamente bajo sus pies y todo se esfuma. La desesperación ha llegado, y no volverá a la tranquilidad hasta que el péndulo de su oscilación anímica no vuelva a lo opuesto.

El único camino que conduce a la conquista de la felicidad es la educación del corazón para que éste sienta solamente lo que la razón le permita sentir. Por este medio se logra cerrar la entrada a vibraciones anímicas negativas.

La felicidad más grande reina cuando el corazón está en paz. No se trata de matar los sentimientos sino de educarlos para que adquieran conciencia y razón. Se trata de introducir en el corazón la capacidad razonadora, sin perder por ello la frescura y espontaneidad de los sentimientos.

El que educa su corazón en esta forma no se convierte en un insensible sino que por el contrario, siente mucho más profundamente que antes pero con plena conciencia y razón.

Existen dos grandes enemigos de la felicidad que son el orgullo y el egoísmo. El orgulloso no podrá llegar nunca a ser feliz a menos que pase por la ordalía de humillarse conscientemente hasta que esta humillación no le cause sufrimiento, momento en que puede dejar de hacerlo porque se venció a sí mismo.

Todo orgulloso padece de un complejo de inferioridad que lo lleva a tratar de afirmar su personalidad adoptando una actitud de superioridad. En casos extremos lo lleva a declarar la guerra al resto de la Humanidad. Podría llamársele “complejo de rey” o “complejo de reina”.

Este “rey” por propio decreto está constantemente tratando de demostrar a los demás que él es “algo especial”, que es distinto, original y superior. Desde pequeño se notó inferior a los demás, ya sea por motivos reales o imaginarios. Entre los motivos imaginarios puede crear este complejo la falta de amor de la familia, en especial de los padres. Como este niño no se conformó con ser inferior, se entregó a la imaginaria creación de sí mismo en la forma de un ser superior lleno de cualidades. Este ser vive en el subconsciente y lo podemos llamar la “imagen idealizada”. Como no llega jamás a ponerse a la altura de su “imagen idealizada,” reacciona con una personalidad orgullosa, dominante y profundamente hiriente. En lo más hondo de sí mismo desea humillar a los demás porque él mismo se siente humillado al ver que no lo reconocen, no lo tratan como el rey o Superhombre en que él se constituyó en su “imagen idealizada”. Será profundamente infeliz si no logra demostrar su superioridad, para lo cual puede reaccionar tratando de obtener un gran triunfo, ya sea éste comercial, artístico o de cualquier índole, que lo coloque en una situación privilegiada con respecto al resto del mundo. Como no lo reconocen a la altura de su imagen idealizada, sé venga por medio del orgullo, que utiliza como escudo y arma para hacer ver su “fuerte personalidad”.

Es por naturaleza profundamente desconfiado y cree que todos lo engañan. Este sentimiento se origina en que él mismo es un engaño por mostrar al mundo algo que no es real, una falsa personalidad. Igualmente es porfiado y tozudo porque considera que transigir o dar su brazo a torcer significa para él una humillación.

Si bien el psicoanálisis puede salvarlo, lo más efectivo es que se decida a pasar por la “terrible humillación” de ser una persona más, sin otros derechos o prerrogativas que el resto de la Humanidad.

Esta imagen idealizada que todos nos constituimos en cierto grado, puede llevarnos a perder de vista nuestra verdadera felicidad por perseguir objetivos que realmente no deseamos, nada más que para sentirnos superiores.

Debemos aprender a ser felices con lo que ya tenemos, y no estar siempre a la espera de algún acontecimiento especial que nos hará supuestamente felices. Quien no logra ser feliz con lo que ya tiene no alcanzará nunca la verdadera felicidad. Es necesario vivir en el presente, la única realidad cierta es ahora, pasado y futuro no son reales en ningún momento dado de la existencia. Con despertarse cada mañana en el propio lecho, poder respirar, ver lo que sucede a cada momento, sentir el canto de los pájaros, gozar de nuestro desayuno, disfrutar plenamente de cada pequeño instante.

Debemos vivir como si cada momento de nuestra vida fuera el último.

Qué distinta sería por ejemplo la vida si supiéramos que hemos de morir en un plazo de 24 horas. Viviríamos plenamente, nunca nos sería el aire tan precioso, la luz tan necesaria.

Hay dos palabras mágicas que son verdaderas llaves maestras para llegar a la felicidad y son: amar y dar.

Quien no ama no conoce la felicidad. Al decir amar me refiero al amor de que habló Jesús cuando dijo: Amaos los unos a los otros.

Si las madres comenzaran ahora mismo a inculcar amor y tolerancia a sus hijos llegaría el momento en que el mundo habría cambiado porque los hombres cambiarían internamente. ¿Qué es aquello que lleva al hombre a la mutua destrucción, a las guerras sangrientas, a la tiranía, a los asesinatos políticos y a todas las terribles enfermedades de la Humanidad si no es la falta de conciencia? ¿El predominio de su parte bestial sobre su inteligencia?

Junto con recibir un cuerpo perteneciente al reino animal recibe también el hombre la terrible herencia de la animalidad. El animal, que lucha únicamente por su propia supervivencia y no le importa destruir a su especie entera si él se salva. Ésta es la maldición de la Humanidad: su animalidad. Somos Dioses en cuerpos de bestias, y el mundo entero está en manos de la gran bestia, o sea, el hombre mismo. Quien le rinde pleitesía alcanza honores, triunfos y riquezas a cambio de la pérdida de su voluntad y de su conciencia.

Es por esta causa que la vida siempre ha sido dura y difícil para aquellos espíritus selectos en los cuales reina el amor y la conciencia.

Todos conocemos cuál fue la reacción de la Gran Bestia cuando el llamado Jesús el Cristo vino a predicar el amor y la fraternidad entre los hombres. Este Salvador fue crucificado por la Bestia que vio seriamente amenazado su reinado, pero Él nos legó su mensaje de amor y fraternidad. Es por esto que existe tanta mentira y engaño en el mundo. El que dice la verdad se expone a provocar la ira de la bestia y sufrir algo parecido a una crucifixión.

El único camino de evolución y salvación para el ser humano es el dominio de su animalidad por medio de su espíritu o parte divina. Ésta es la verdadera regeneración que se oculta en el simbólico I.N.R.I. que está escrito sobre la cabeza del Cristo.

Son innumerables los escollos en el camino del que quiere alcanzar la corona de la conciencia, ya que la bestia es muy experta en el arte del disfraz, pues si así no lo hiciera sería fácilmente reconocida. Generalmente adopta el disfraz del amor y del bien para ganar prosélitos y después utilizarlos como instrumentos.

¿Cuál es la razón por ejemplo de que se mantenga la imagen de JesuCristo clavado en la cruz como si fuera necesario celebrar, recordar y perpetuar este hecho?

La evolución humana ha seguido un curso totalmente unilateral, ya que por un lado se han hecho grandes conquistas científicas y por otro el hombre no se ha conquistado a sí mismo en lo más mínimo, y está en la misma situación de un grupo de niños de seis años que estuvieran jugando con cañones, bombas atómicas y proyectiles. ¿De qué sirve tanto progreso material si no estamos capacitados para el uso consciente de estas fuerzas? Ni siquiera somos capaces de usar nuestro cuerpo físico en forma consciente y ya queremos llegar a la luna y conquistar el Cosmos.

El Ocultismo, o sea el sabio empleo de las fuerzas naturales que influyen en la vida del hombre, es el único camino que nos puede llevar a lograr la transformación integral de la Raza Humana por medio del desarrollo de la conciencia. El ideal máximo de esta ciencia es lograr la Paz Mundial bajo un gobierno único, que suprima las fronteras entre los países a fin de que llegue a existir un solo pueblo: la Tierra.

Para que esto sea posible tendrá que venir el Cristo a la Tierra nuevamente, en la figura de un nuevo Mesías que luchará otra vez por encadenar a la bestia.

Si triunfa, un nuevo período de esplendor espiritual comenzará para la Humanidad entera hasta que llegue el día en que pueda reinar plenamente el Yo o Espíritu sobre la Bestia.

Quien desee cooperar a la Paz Mundial puede recitar diariamente la siguiente oración:

“En el nombre de mi espíritu inmortal pido que la paz sea sobre la tierra, que el amor y fraternidad reinen en el corazón de todos los hombres. Que Cristo tenga el poder y la fuerza para vencer el mal. Que lo LUZ del ESPÍRITU triunfe sobre las tinieblas de la ignorancia. Que ahora y siempre reinen la paz y el amor en la tierra.

Si un gran número de personas recitan diariamente esta oración en forma concentrada y con toda su fe puesta en la realización de ello impregnan el alma del planeta con vibraciones de paz y amor que influirán poderosamente en el mantenimiento de la paz mundial.

No olvidemos el principio básico de que todo es mente, el universo es mental.

Desde el momento en que sabemos que todo es mente y que felicidad y desgracia no son sino los dos polos opuestos de una misma cosa, podemos valernos de nuestra fuerza mental para transmutar un estado de desgracia en uno de felicidad. Mas, para que esta transmutación sea duradera es necesario que aprendamos a aislarnos de todas las vibraciones bajas y no deseables que circundan el alma del planeta, vibraciones que han nacido de los bajos instintos y pasiones humanas.

El que quiere conservarse puro y limpio de estas vibraciones inferiores está en la misma situación de un hombre vestido de blanco que tuviera que atravesar un pantano. Las malas vibraciones se transmiten tal como los microbios de la peste.

Una mujer que acaba de reñir con su marido y visita a una amiga en su casa es portadora de esta vibración de pelea, ira y enojo, vibración que deja en esta casa y en el doble etérico de su amiga, que tendrá que pasar más de alguna molestia a causa de esto.

La única manera de cerrarse a estas vibraciones negativas es alcanzando un completo dominio anímico para no dejarse coger por ellas.

El dominio anímico es fundamental para llegar a encontrar la felicidad ya que equivale el corazón a la perilla de sintonía de nuestro receptor interno. Si lo sintonizamos en una vibración baja, nos cargamos de todas las fuerzas que tienen su campo vibratorio a esta altura y nos será después muy difícil salir de este estado negativo.

Todo lo que hemos hablado hasta el momento se refiere a la felicidad del yo, que es la única verdadera, duradera y real. La felicidad del cuerpo se logra satisfaciendo las necesidades de la masa que son de orden puramente material, tales como comer, beber y procrear, tener ropa lujosa y un buen automóvil para hacer ver a los demás lo bien que uno se encuentra y el éxito que ha llegado a obtener. Es notable cómo se identifica el ser humano con las necesidades de su masa, hasta el extremo de no saber distinguir entre lo real y lo ilusorio.

La masa exige continuamente muchas cosas; alimento, placer, comodidades, etc., y especialmente la compañía de otras masas. Esto lo vemos en forma muy clara en el amor, ya que es posible para una persona que conozca estas leyes el distinguir inmediatamente si existe amor o solamente una atracción entre masas.

Una pareja puede jurarse amor en forma desesperada una y mil veces, sentir que se les desgarra el corazón cuando se separan, estar íntimamente convencidos de que aman en una forma tal como nunca habían amado y como nadie podría amar, y el verdadero amor puede estar completamente ausente de esta relación.

La masa de esta mujer necesita a la masa de este hombre porque al unirse duplican su energía-masa lo cual les trae por supuesto una profunda satisfacción física. Una de las características de este falso amor es que la mujer no se entregará al hombre de corazón si éste no se entrega antes a ella en forma total y completa.

Su masa de mujer quiere entonces poseer a la masa del hombre. De ahí que esta mujer pierde su femineidad al tomar la parte activa o masculina del hombre, es decir al tomar el papel de macho.

Éste es el más seguro signo para conocer el verdadero amor tanto en el hombre como en la mujer. La mujer que realmente ama se entrega por entero sin pedir nada, se brinda sin esperar nada a cambio, tal como la naturaleza brinda todos sus dones al hombre sin pedir nada. Esta mujer pensará en cómo hacer feliz a su compañero y no en cómo puede éste hacerla feliz a ella.

El hombre que realmente ama a una mujer permanecerá a su lado prestándole todo su apoyo, aunque ella busque solamente su propia comodidad e interés.

La felicidad en el amor es tal vez la más difícil de conseguir, ya que es imposible que nazca un verdadero amor y que este verdadero amor sea correspondido equivalentemente. Generalmente el verdadero amor es unilateral, ya que no es correspondido en igual medida.

Quienes desean encontrar la felicidad en el amor deben atenerse a los siguientes consejos para conseguir que sus naturalezas armonicen en forma completa: tanto el hombre como la mujer no son ciento por ciento de un solo sexo, pues llevan un porcentaje variable de energía del sexo opuesto.

Un hombre, por ejemplo, puede ser 80% hombre y 20% mujer.

Esta parte del sexo opuesto que lleva adentro es la que provoca todas las desarmonías en los matrimonios y que al producirse el afloramiento de esta parte sobreviene inmediatamente un choque de vibraciones que tienen la misma polaridad, y la repulsión es inevitable, ya que es sabido que polos iguales se repelen y contrarios se atraen.

La mujer debe analizarse fríamente para descubrir cuáles actitudes suyas son femeninas y cuáles son masculinas. Jamás debe tratar de dominar al hombre, de ser posesiva, ya que con esta actitud le cierra automáticamente las puertas del éxito. Debe cuidar su palabra para no herir la psiquis de su compañero con sugestiones negativas que destruyen. Es muy común oír a una mujer enojada decirle al marido: “eres un inútil, no sirves para nada”. Si supieran el enorme daño que le hacen al castigarlo con palabras duras, las evitarían cuidadosamente. Junto con crear en él en forma lenta pero segura aquello que afirman por la palabra van haciendo nacer un fuerte resentimiento en contra de ella al sentirse el hombre menoscabado en su dignidad y orgullo masculino y viril, por ser tratado como un colegial travieso.

Éste es el camino más seguro que tiene una mujer para perder al hombre. Nunca debe ella tratar de imponer su voluntad en forma dura e imperiosa. Si quiere conseguir algo, debe ser a través de la dulzura, el cariño, y sutiles insinuaciones, para hacerlo sentir que está concediendo y no que está siendo obligado. La mujer que sepa reinar en el corazón de un hombre lo conseguirá todo de él sin necesidad de pedírselo. El hombre necesita a su lado a una mujer que le dé alas a su virilidad y hombría, y no que se la anule. Feliz el que es amado, respetado y obedecido por su mujer.

¿Acaso no vale más para una mujer conseguir todo de su hombre respetándolo y obedeciéndolo que haciéndole la vida difícil a fin de que ceda para vivir en paz?

Aseguro a toda mujer dominante que su marido no la ama realmente; está con ella solamente por hábito y temor.

Una mujer dominante no podrá jamás retener a su compañero porque al ser ella de vibración positiva o masculina no logrará satisfacerlo sexualmente.

Cuando la mujer es profundamente femenina y se entrega de alma y espíritu a su hombre será siempre la única, y no habrá mujer en el mundo por bella que sea capaz de apartarlo de su lado.

Profundizaremos un poco la psicología de la mujer dominante por la importancia que este punto reviste, tanto para el hombre como para la mujer, ya que la mujer dominante o Diana sólo podrá ser feliz con un hombre que tenga el complejo de Edipo y que le agrade íntimamente tener una madre que lo domine y mande.

Contrariamente a lo que se supone, el complejo de Edipo y el complejo de Electra son mucho más comunes de lo que se cree. Pasan sí, inadvertidos, porque generalmente se originar a muy temprana edad, y se incrustan profundamente en el subconsciente provocando en el afectado ciertas reacciones que rara vez se atribuyen a este complejo.

La mujer que contrae el complejo de Electra no podrá normalizarse nunca sexual y efectivamente si no destierra esta obsesión de su mente. Siente un odio instintivo hacia los hombres por creerse engañada, despreciada y herida por su progenitor al no cumplirse su deseo de unirse a él.

Muchas veces se convierte en una “devoradora de hombres” que anhela destruirlos como medio de destruir la imagen odiada y querida al mismo tiempo de su padre, que tiene grabada en el subconsciente.

En cada hombre al cual se une, se manifiesta en ella esta terrible dualidad que puede llevarla fácilmente a la esquizofrenia. Por un lado lo ama, pero apenas aflora la imagen del padre odia al hombre al cual se ha unido porque lo identifica con su progenitor y se siente por lo tanto humillada y despreciada, tal como se sintió en su niñez engañada y depreciada por su padre al verlo unido a otra mujer.

Llega el momento en que esta mujer dice: “el amor no existe para mí” y positivamente no existirá, porque ella busca sin saberlo al padre en otros hombres y cuando lo encuentra vuelve a producirse en ella la terrible lucha entre amor y odio, atracción y repulsión.

Lo mejor que puede sucederle es que se enamore profundamente de un hombre de elevadas cualidades morales y espirituales y se entregue a él en forma total y completa. Si esto ocurre es muy posible que la imagen de este hombre destierre a la del padre y ella alcance la esperada felicidad.

Insensiblemente la mujer dominante conduce al hombre a lo que podemos llamar la simulación amorosa, o sea, que lo obliga a asumir una falsa personalidad enteramente de acuerdo a lo que ella desea, reprimiendo al mismo tiempo todas aquellas manifestaciones que a ella le desagradan. Todo esto lo hace a fin de darle gusto, de verla feliz y evitarle desagrados, ya que teme sus desbordes de mal humor.

Esto confirma su condición masculina, porque ha poseído al hombre al encuadrarlo dentro de su personalidad. ¿Se puede decir que ella lo ame? Desde luego que no, pues se ha limitado a fabricarse un muñeco que le da placer porque actúa exactamente como ella quiere. Esto es antinatural y artificial y no debemos olvidar que todo lo antinatural recibe su castigo por ir en contra de la Naturaleza. El castigo que recibirá el hombre que cae en esta comedia es la falta del poder dador de la Naturaleza. Luchará infructuosamente y no podrá surgir económicamente a menos que se una a otra mujer más femenina, ya que mientras más femenina es una mujer dispone de más poder dador porque encarna en ella todos los atributos de la madre naturaleza.

No quisiera que se interpretara todo esto en el sentido de que la mujer debe ser una esclava del hombre. Se trata solamente de que sepa en todo momento mantener su rol de mujer.

La mujer representa para el hombre la manifestación terrenal de la parte femenina de Dios. Simboliza para él la pureza, el amor, la dulzura y la inspiración. Como íntimamente representa un ideal, sufre un tremendo impacto psicológico cuando la ve adoptar actitudes vulgares o brutales más propias de un varón. Este impacto puede bastar para matar todo su amor.

La mujer debe ser siempre dulce, suave, delicada espiritualmente, cariñosa, atenta y comprensiva, darse por entero a su hombre sin reservas de ninguna clase, respetarlo y obedecerlo. Su amor hacia él debe ser el bálsamo que disipe las amarguras de la vida transformándolas en felicidad.

Es ella un hada con una varita mágica que tiene el poder de sumir al hombre en la desesperación o de darle la felicidad, una felicidad total y completa. Con su varita mágica apartará todo lo malo que venga, dejando pasar solamente lo bueno.

Para desgracia de la Humanidad hay algunas mujeres que no solamente no emplean este poder para proteger al hombre, sino para descargar todo lo malo sobre él y finalmente destruirlo.

El hombre por su parte tiene que fortalecer todas sus cualidades masculinas y viriles para poder llevar a su compañera firmemente del brazo por el camino de la vida.

Subconscientemente la mujer espera que su compañero la posea en todo el sentido de la palabra y que no se limite sólo a la posesión sexual. Debe poseer su personalidad, su alma, su corazón y su espíritu.

Por un lado debe ser todo amor para ella y, por otro, ser firme y severo para no despojarse de su condición masculina.

Su fuerza debe ser la que guíe a la belleza de ella.

Ella debe sentir plenamente su fuerza de hombre masculino y viril.

En el amor como en todo, se cumple inexorablemente la ley de acción y reacción, y se recibirá aquello mismo que se irradia sobre la pareja. Si una mujer por lo tanto está continuamente regañando y tratando a su compañero de mal modo, él será empujado por esta misma fuerza negativa a cometer algún acto que la hará sufrir.

Todas las mujeres que deseen retener a su compañero deben recordar que: las cadenas de flores son más fuertes que las de hierro.

El hombre por su lado debe recordar siempre que la mujer es por naturaleza mucho más sensible, delicada y anímica que el hombre, y que por lo tanto debe en todo momento tratarla con una firme dulzura y con una severa suavidad. En todo momento debe estar presto a brindarle su completo apoyo tanto en lo material como en lo espiritual. Si hay algo que desilusiona a una mujer es que su compañero pierda la delicadeza y el romanticismo en sus relaciones amorosas. Necesita que él le declare su amor a menudo y que no se limite a unirse sexualmente sólo para satisfacer sus instintos.

La ley de oro para que el hombre tenga siempre el cariño de su mujer es la siguiente: trata siempre a tu mujer como si fuera tu novia, como si recién la conocieras y le declararas tu amor. Mírala siempre como si fuera la primera vez, aquella vez en que te enamoraste de ella.

Quien sepa aplicar estos principios sabiamente, convertirá su vida matrimonial en una eterna luna de miel. Lo más triste en una pareja es cuando se habitúan el uno al otro, cuando están juntos por hábito solamente y no porque sientan amor.

En la generalidad de los matrimonios sucede algo muy curioso: el primer tiempo se aman desesperadamente y paulatinamente su amor va desapareciendo y apagándose, y cuando no terminan en separación caen en la vida-común-habitual.

El amor que debería hacerse más fuerte con los años termina por desaparecer.

Esto nos lleva a una triste e inevitable conclusión: el amor que va desapareciendo con el tiempo hasta degenerar en hábito no es tal amor. Esta unión fue producida únicamente por una pasión. Una vez satisfecha la pasión todo termina y queda el vacío. Ambos se recriminan mutuamente y no reparan en la realidad; no puede desaparecer un amor que nunca ha existido.

La unión pasional se caracteriza por repetidas uniones y desuniones a través de su vida común. Tras un período de amor viene una súbita riña y después una etapa de algo muy parecido al odio. Después vuelve nuevamente el amor y este ciclo se repite indefinidamente.

El verdadero amor se caracteriza en primer lugar porque aumenta con el tiempo en vez de disminuir. Si bien existen choques entre ambos no llegan en ningún momento a producir una separación psicológica, no llegan a crear una barrera, por el contrario, su unión aumenta.

Cada uno mira por la felicidad del otro antes que por la propia. Es increíble lo que influyen los pequeños detalles en la vida hogareña. La mujer, por ejemplo, no debe llegar jamás a perder su pudor ni a presentarse delante de su marido desgreñada y sin arreglo. El principio hermético como es arriba es abajo y como es abajo es arriba actúa con toda su fuerza en este caso. Si ambos se sientan a comer un día cualquiera y por el hecho de estar en casa están desarreglados y descuidados, el hombre sin afeitarse y ella sin sus adornos femeninos esto se reflejará también en su mutua relación, que será de una baja vibración espiritual.

Un matrimonio inmensamente feliz sería aquél en que cada uno de ellos viviera imaginando cómo hacerle la vida más grata al otro, cómo darle pequeñas sorpresas agradables y cómo hacerle pequeñas atenciones.

El marido, por ejemplo, debería ser algo romántico, traer flores a su mujer, preocuparse de sus pequeños problemas, y estar presto a demostrarle su amor. Debe asumir el papel de marido, amante, amigo, padre y hermano. Si falta en algunos de estos deberes no hará plenamente feliz a la mujer. Ella también debe hacerle pequeñas atenciones destinadas a hacerle la vida grata en el hogar. Con un poco de inteligencia femenina sabrá convertir el hogar en un verdadero paraíso.

Si ella logra convertir su hogar en un oasis de calma, tranquilidad y felicidad, él ansiará el momento de llegar al hogar y tener a su mujer al lado.

Debe ella asumir también el papel de esposa, amante, madre, amiga y hermana.

Es posible que para aquél que no está suficientemente maduro, para el pasional, el egoísta, el fanático y el obtuso, y para todo el que no ha llegado a percibir un destello de la verdad, todo lo que se dice en este libro no serán más que palabras y palabras. Pero el que sabe lo que es humanidad, el que sabe lo que es amor, el que ha percibido la existencia de un ser supremo, verá la luz. No todos son capaces de ver la luz. ¿Se puede explicar a un ciego de nacimiento lo que es la luz? ¿Al sordo, lo que es la música?

Ya que estamos hablando sobre felicidad y amor debemos tratar ligeramente la materialización de lo activo y pasivo, o sea los hijos.

Ninguna pareja tiene derecho a procrear un hijo si no tienen un mínimo de seguridad de traer al mundo un hijo sano, sin taras físicas ni psíquicas y con un destino que le permita alcanzar el éxito.

Para esto existen leyes inmutables que rigen la “calidad” del ser que se traerá a la vida. Estas leyes son las siguientes:

1.- En el momento de la concepción tiene que existir una completa armonía psíquica, amorosa e instintiva entre ambos cónyuges. Mientras más positivo y elevado sea su estado de ánimo en el momento anterior a la cópula, más elevada será la concepción y se formará un hijo superior.

2.- Una vez que la mujer ha quedado encinta, no debe ser tocada por, el hombre hasta después del alumbramiento. Toda relación sexual durante el embarazo provoca irreparables lesiones en el sistema nervioso del por nacer.

3.- Durante el período de embarazo se debe rodear en lo posible a la mujer de todo tipo de comodidades, evitarle todo mal rato. Circundarla de cosas bellas, que escuche buena música, que procure mantenerse tranquila y serena en todo momento a fin de transmitir todas estas vibraciones positivas al ser que lleva en sus entrañas.

Una vez que se produjo el alumbramiento se debe acostumbrar a la criatura desde pequeña a una vida sana, en contacto con los elementos. Desde chico debe darse cuenta que sus padres mandan, porque todo nene trata instintivamente de dominarlos, primero a través del llanto y después por medio de verdaderos ataques de nervios.

La severidad y el cariño deben estar perfectamente equilibrados, ya que cuando falta el uno o el otro se producen graves complejos. Es costumbre moderna proporcionar a los hijos todo lo que éstos piden, aun a costa de grandes sacrificios. Que tengan los mejores juguetes y las mejores ropas “para que no se sientan avergonzados ante sus compañeros”.

Las mutuas relaciones en el hogar deben estar perfectamente controladas y dirigidas. Es terrible para un niño ver una riña entre sus padres y esto siempre provoca deformaciones en su psiquis.

El niño tiende a actuar por imitación y, especialmente, a imitar a sus padres, que para él son verdaderos Dioses.

Antes de los siete años de edad es difícil lograr hacer entender a los niños con palabras amables y buenas razones, ya que todavía no se ha producido en ellos el primer destello de la conciencia, lo cual sucede aproximadamente a los ocho años.

Una actitud firme de los padres, aunque no exenta de cariño es recomendable, pudiendo en ciertos casos llegarse hasta el castigo corporal, pero solamente en forma inteligente y controlada.

Cuando la madre o el padre han llegado a un estado en que el niño o los niños los hacen perder la calma y alteran sus nervios es porque el niño los está dominando sutil pero seguramente. ¿Puede acaso un padre ayudar a un hijo al cual no domina? ¿Puede una madre ayudar a sus hijos si no sabe mantener el dominio de sus nervios?

En la niñez es justamente cuando comienza la segunda creación o el segundo nacimiento que es tan importante como el primero, y es allí cuando los padres deben esforzarse al máximo para transmitir lo mejor de ellos mismos a los hijos. Los niños son terriblemente observadores y jamás se borra de su mente aquello que les ha impresionado en uno u otro sentido. Un padre que por descuido se marcha un día sin besar a su hijita puede provocar en ella una sensación de abandono por haberse encontrado ese día en un estado psíquico de supersensibilidad.

Un niño que encuentre en su madre dureza, egoísmo y falta de sensibilidad crecerá con una inmensa sensación de soledad.

Recuerden los padres que los niños esperan siempre lo mejor de ellos, lo más elevado. No pequen por falta ni por exceso de sensibilidad.

Junto con la llegada de la pubertad hace su aparición el problema número uno que es el sexual. El error más grande que pueden cometer los padres es el de eludir la ilustración sexual de sus hijos, ya que con esta actitud los dejan librados a su propia iniciativa y a sus propios descubrimientos. La madre debe proceder a ilustrar a su hija en forma delicada pero natural, tal como si estuvieran conversando de la fecundación de las flores. El padre dará toda clase de información a sus hijos varones cuando considere llegado el momento de hacerlo.

No hay nada más hermoso que un padre llegue a convertirse en amigo de sus hijos, cuando éstos llegan a perderle el temor pero no el respeto. Es imposible para los padres llegar a comprender los problemas de sus niños si no pierden momentáneamente su calidad de padres para convertirse en amigos y situarse así en el mismo punto de vista de ellos.

Cuando un jefe de hogar sabe dirigir sabiamente a sus hijos y a su mujer, ese grupo familiar se convierte en una poderosa fuerza de vida, amor y protección para todos, donde seguramente va a reinar la felicidad.

Muchos lectores se harán tal vez reflexiones amargas con respecto a la felicidad.

¿Cómo voy a ser feliz si estoy enfermo?

¿Cómo voy a ser feliz si estoy hundido económicamente?

¿Cómo voy a ser feliz si tengo tanta “mala suerte”?

Y así una larga lista de “peros” se agregarán a éstos.

Para quienes piensen así, quiero volver a insistir en dos puntos: todo lo que encontramos en la vida, ya sea bueno o malo es producto de lo que nosotros mismos nos hemos creado con nuestras acciones; cosechamos, aquello que sembramos.

Todo es un estado vibratorio, bueno o malo.

Toda vibración puede transformarse en la contraria por el poder de la mente, ya que todo es mente y todo vibra en el Universo.

Amor puede transformarse en odio, fracaso en éxito, pobreza en abundancia, dolor en placer y sufrimiento en paz.

Toda transmutación necesita un tiempo prudencial para llevarse a cabo; paciencia, fe y espíritu de sacrificio deben ser los tres puntales del éxito.

Todo el que crea firmemente que puede cambiar algo negativo por positivo puede hacerlo con su mente y su voluntad.

Las energías ocultas del ser humano son poderosísimas. Hay momentos en que éstas afloran automáticamente y el hombre duplica su fuerza y su inteligencia, por ejemplo, cuando está en peligro de muerte. “Puede el que cree que puede” es un adagio de indudable poder ya que la fe es la hembra y el pensamiento es el macho, ambos necesarios para llevar a cabo una creación mental.

El que tiene “mala suerte” debe borrar ese término para siempre de su psiquis y empaparse de vibraciones de éxito.

Ver el éxito, sentir el éxito, oír el éxito, oler el éxito, respirar el éxito. Su único pensamiento debe ser éxito-éxito-éxito.

Si así procede alcanzará lo que se propone.

Transmutar es negar conscientemente lo no deseable y afirmar lo deseado.

Nada es imposible para quien emplea sabiamente este principio.

LBH 2/6 USO DE LOS PODERES DE LA MENTE

USO DE LOS PODERES DE LA MENTE
Todo es mente; el universo es mental, es la clave maestra que nos permitirá conocer todos los arcanos y penetrar hasta el corazón mismo del Gran Padre-Madre universal, o sea Dios. Consideremos la mente como la energía primordial o única de la cual todo nace y a la cual todo vuelve. De materia mental está formado el espíritu de un hombre, de mente están constituidos los minerales, los vegetales, planetas, galaxias y todo lo que existe en el Universo. Mente es la realidad inmortal que se oculta tras las apariencias. Es la esencia de todo lo que existe, sea esto animal, mineral u hombre. Como manifestación consciente produce la maravilla del pensamiento humano.

La mente es el instrumento más poderoso que posee el ser humano. La fuerza del pensamiento crea en el mundo mental o plano arquetípico una forma de pensamiento que si es mantenida por suficiente tiempo se materializará en forma concreta. El ocultista o mago mental es un hombre que aprendió a manejar la materia-mente por medio de su pensamiento. Así como en el plano físico podemos tocar y ver todos los objetos materiales, así en el plano de la mente es posible tocar y ver los pensamientos. En el plano mental un pensamiento es un objeto material tan sólido como puede serlo una roca en lo físico.

Cada persona tiene lo que podemos llamar su edificio mental que es el campo magnético de fuerza que se ha construido con la suma total de los pensamientos que ha tenido en su vida. Según la calidad de este edificio mental es la calidad de lo que este hombre encontrará en la vida.

Un pensamiento negativo, aunque dure solamente minutos, influye poderosamente en la vida de aquél que lo ha concebido.

Se comprenderá mejor esta afirmación al estudiar la naturaleza misma del pensamiento, que es similar a una onda de radio. Al pensar se emiten ondas de una vibración acorde a lo imaginado. Vivimos en un verdadero océano mental o mar de vibraciones de pensamientos de diversa índole, pensamientos que captamos apenas nos ponemos en su longitud de onda. Si en un momento dado tenemos un pensamiento de desaliento, estamos sintonizando nuestro receptor mental en la onda del desaliento, y captaremos todos los pensamientos depresivos que están vibrando en la atmósfera, y en vez de tener una carga negativa de diez unidades, por ejemplo, tendremos una mil veces mayor.

De ahí la importancia de tener solamente pensamientos positivos, de ser optimistas, para absorber elementos también positivos de fuerza y energía.

En este capítulo daremos las claves para actuar conscientemente en el plano de la mente, para emplear nuestra poderosa fuerza mental, pero estas claves las captará solamente el que sepa leer entre líneas, el que esté preparado para ver y conocer la verdad.

Si su aspiración hacia la verdad, el amor y el bien universal es suficientemente fuerte, se pondrá en contacto en los planos invisibles con el poder oculto que lo guiará y encauzará para que consiga lo que desea.

El que no está preparado para llegar a la verdad y penetrar en el santuario de Isis, encontrará solamente palabras, oscuridad y vacío.

El plano mental es igual a una matriz donde se forma, desarrolla y concibe la simiente que allí penetra. Una vez que se deposita una simiente en esta gigantesca matriz tendrá fatalmente que fructificar en un plazo acorde a su magnitud.

Nada más cierto que el aforismo popular que dice: “el que siembra vientos cosecha tempestades”.

Cuídate mucho de no sembrar malos pensamientos en la Gran Madre, ya que encontrarás dolor, desesperación y sufrimiento, porque ella todo lo concibe, tanto lo bueno como lo malo, y te entrega después el fruto de lo que en ella has depositado.

Emite solamente pensamientos de amor, éxito, bien, abundancia y prosperidad. Desea siempre lo mejor a tu prójimo.

Jamás lances maldiciones o malas palabras, ya que a su debido tiempo serán materializadas.

Existen sí, algunas condiciones especiales para que se lleve a cabo este acto de creación o connubio entre la mente del hombre y la materia mental, y una de ellas consiste en que sea fecunda la simiente que se deposite.

El cómo fecundizar esta semilla es algo que debe descubrir cada cual por medio de la meditación y practicando el amor y el servicio al prójimo.

Este poder mental es el que poseían Adán y Eva en el Paraíso, o sea, la capacidad de crear con su mente todo lo que ellos querían, poder que perdieron al comer el fruto prohibido.

El estudiante que quiere valerse de su poder mental debe tener en cuenta las siguientes leyes: todo lo que vemos en la tierra como fenómenos tangibles son manifestaciones de energía-mente en diferentes estados vibratorios. Todo vibra, todo es mente en vibración. Una piedra vibra, una manzana vibra, un sentimiento es una vibración, todo, absolutamente todo lo que existe en el Universo es una vibración. El arte de influir sobre los acontecimientos consiste en el adecuado manejo de las vibraciones.

La transmutación mental es el verdadero poder del iniciado, poder que le permite cambiar las vibraciones no deseables por aquellas deseadas.

El odio puede transmutarse en amor, la indiferencia en interés, la cobardía en valor, la escasez en abundancia, la desgracia en felicidad.

Todo es susceptible de ser transformado mediante el cambio de sus vibraciones básicas. De allí la tradición alquímica, de la transmutación del plomo en oro, símbolo que ocultaba la transformación de los elementos animales del hombre en oro espiritual

Cada persona tiene su vibración dominante que es cual dial selector que sintoniza al individuo con vibraciones similares. Quien vibra en dolor encuentra el dolor. Quien vibre en pobreza encuentra la pobreza. Quien vibra en enfermedad encuentra la enfermedad. Quien vibra en amor encuentra el amor. Quien vibra en odio recibe odio. Ama y serás amado. Odia y seréis odiado. Desprecia y serás despreciado.

Piensa constantemente en la sabiduría, el amor y la verdad y te harás acreedor a la verdadera sabiduría de los iniciados, sabiduría que está más allá del bien y del mal, más allá de la vida y de la muerte, más allá del placer y del dolor.

Solamente de ti depende lo que encuentres en tu camino, ya que según pienses así serás. Nadie tiene derecho a quejarse de su mala suerte ya que cada uno puede convertirse en el arquitecto de su propio destino.

Abstente de pensar en cosas tristes, deprimentes o desagradables; conserva fija tu mente en todo lo bello y hermoso, en el bien y en el amor. Nunca critiques a los demás, nunca veas los defectos del prójimo, trata siempre de encontrar sus cualidades y virtudes. Hasta en el hombre más perverso podemos encontrar algo de bondad. Recordemos cuando Jesús y sus discípulos pasaron junto al cadáver putrefacto de un perro, que hedía terriblemente. Todos se apartaron con repugnancia menos Jesús que dijo: “qué dientes más hermosos tiene este animal, brillan como perlas”.

Si tú aprendes a encontrar el oro hasta en la podredumbre te habrás convertido en un verdadero alquimista espiritual.

Critica a un hombre y lo estarás cargando de cadenas, alábalo y lo ayudarás a superarse.

Cuando necesites de la cooperación de alguien para llevar a cabo tus obras, ve a visitarlo con toda confianza, imagina que es tu hermano y emite hacia él vibraciones de amor y fraternidad y serás bien acogido.

Todo está a tu alcance si aprendes a utilizar tu mente, pero cuídate muy bien de abusar de este poder para emplearlo en perjudicar a otros o en obtener bienes materiales impulsado por la codicia y la ambición.

Nadie tiene derecho a tomar del todo mente más de lo que legítimamente le corresponde, y quien trate de hacerlo recibirá su justo castigo.

Antes de decidirte a poner en movimiento tus fuerzas mentales, debes meditar profundamente si aquello que quieres conseguir es justo y correcto y si realmente lo mereces.

Para plasmar tu idea con fuerza y poder a fin de que se materialice rápidamente tienes que ser un avaro de tus pensamientos, economizar tus fuerzas mentales manteniendo tu imaginación en blanco hasta que llegue el momento de la “proyección mental”.

Debes guardar el más profundo secreto sobre tu proyecto, ya que si hablas provocas inmediatamente una reacción en contra.

En ningún momento debes dudar del buen éxito de lo que te propones ya que la duda es negativa y destructiva.

Debes ser paciente y no pretender coger el fruto antes de que haya transcurrido el tiempo necesario para su formación, nacimiento y madurez.

Una vez que hayas obtenido lo que quieres, debes prepararte para afrontar la reacción que recibirás por la acción que has ejecutado.

El principio de causa y efecto rige en todo.

Toda acción provoca una reacción de igual magnitud pero en sentido contrario.

Esta reacción solamente puede ser evitada por medio de un poderoso autodominio. Recordemos siempre la ley de las vibraciones. Si tenemos algo y no queremos perderlo debemos polarizarnos fuertemente en esto que hemos obtenido para evitar que la reacción nos alcance y nos arrebate el fruto de nuestra creación mental.

Si la enfermedad te aqueja, recuerda que esta enfermedad es sólo un estado vibratorio no deseable, que puede ser transmutado en una vibración de salud.

Conjuntamente con el principio hermético de la vibración, se debe emplear el principio de correspondencia. Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba. Todo lo que existe fuera del hombre tiene su equivalente o lado análogo dentro de él y por lo tanto, todo lo que queremos realizar en la tierra debemos realizarlo primero dentro de nuestra alma.

Si se logró esta realización interna se logra también su materialización en el plano físico.

La clave mágica para obtener todo lo que se quiere reside en la sabia aplicación de este triángulo mágico:

Pensamiento

Para terminar debo advertir que toda acción mental debe estar basada en la armonía universal, el amor y el bien. Jamás se debe intentar alcanzar algo que no se merece porque esto es un robo de que se hace víctima al todo y como es un robo se tendrá que devolver a corto plazo y recibir la correspondiente sanción.

LBH 2/5 EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL CORAZÓN

EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL CORAZÓN
Nada hay qué condicione tanto la vida de un individuo como sus sentimientos o estados de ánimo, ya que son éstos como la vibración básica que marca el camino que se toma cada día. Según el estado de ánimo es la calidad de la vibración magnética que se manifestará en el día. Desgraciadamente nuestros sentimientos están condicionados, en gran medida, por las sugestiones buenas o malas que estamos recibiendo a cada instante, conjunto de vibraciones que al combinarse dan nacimiento a un estado anímico. Los sentimientos son vibraciones sumamente fuertes que pueden actuar destructiva o constructivamente. La tristeza, la melancolía, el odio, los celos, son vibraciones terriblemente destructivas que pueden llegar a envenenar la sangre de una persona hasta destruirla. Es notoria la influencia de los estados anímicos sobre la expresión del rostro, por ejemplo, que llega a desfigurarse completamente bajo la influencia de un estado anímico negativo. Si las mujeres supieran que cada sentimiento de pesar, tristeza y depresión deja su marca en la cara, evitarían cuidadosamente caer en estados depresivos.

Cuando nos encontramos con una persona cuyo estado anímico habitual es de tristeza, nos traspasa su vibración y sin quererlo nos sentimos deprimidos.

Los que mantienen constantemente un estado de alegría y amor son verdaderos diseminadores de vibraciones positivas de dicha, bienestar y tranquilidad.

Habitualmente el ser humano vive esclavo de sus sentimientos, ya que éstos le imponen determinados estados vibratorios a los cuales éste debe ajustarse. Esta particularidad de vivir supeditado a los sentimientos provoca una notable deformación de la percepción al producirse una distorsión por la tonalidad del sentimiento dominante. Es posible percibir objetivamente sólo cuando se ha educado el foco anímico. A causa de la gran influencia de los sentimientos sobre la razón y el juicio, al individuo le resulta casi imposible juzgar y evaluar correctamente. Si agregamos a esto la influencia de la personalidad veremos la imposibilidad de que un hombre en su estado habitual vea la verdad. A causa de esto se cometen tantos errores y resulta tan difícil encauzar la vida hacia donde se quiere.

Hay personas que llevan una desgraciada existencia porque sus estados de ánimo oscilan constantemente de lo positivo a lo negativo. Estos pobres seres llevan una existencia atormentada porque no se encuentran a sí mismos en ningún momento, ya que cuando logran penetrar un estado anímico para llegar al fondo de sí mismos ya han oscilado al otro extremo, y les ocurre lo mismo que a un perro cuando trata de morderse la cola.

Otra de las enfermedades anímicas más terribles es la hipersensibilidad. Quienes la padecen se sienten heridos y ofendidos por todo, creen que todo va dirigido a molestarlos, que el mundo entero confabula en contra de ellos. No se les puede hacer una broma porque sencillamente no la entienden y creen firmemente que se les quiso molestar. Por lo general tras esta actitud hay un profundo egoísmo. El afectado vive pendiente de sí mismo y cree que es el centro del mundo y como tal todos están obligados a servirlo, a considerarlo, a respetarlo y a comprenderlo. Cuando se encuentra con que los demás no lo sirven ni lo consideran como él quisiera, sufre profundamente y se siente muy desgraciado, proclamando que “nadie lo comprende” y que “está solo en el mundo”. Siempre espera que los demás vayan hacia él. En el matrimonio son profundamente desgraciados, porque esperan que su campanero o compañera renuncie a su propia vida y personalidad para vivir pendiente de él.

¿Qué ha llevado a esta persona a este estado? Posiblemente un hogar dividido donde faltó el cariño de sus padres y ahora que es adulto tiene una exagerada necesidad de cariño, preocupación y atención.

Son muchas las deformaciones de la personalidad a que llevan los sentimientos desbocados, pero todas se pueden corregir empleando la voluntad dirigida por la conciencia.

Se debe hacer del corazón un órgano consciente e inteligente a fin de que dé cabida solamente a sentimientos superiores.

A fin de lograr la serenidad anímica se deben evitar los extremos, o sea, la alegría desenfrenada y la tristeza exagerada. Una actitud de calma, paz y tranquilidad debe imperar como sentimiento dominante.

Se deben cultivar el aplomo, el valor y la sangre fría hasta llegar a fortalecer el corazón para que nada pueda herirlo o alterarlo. Solamente con plena conciencia permitirle desbordes de amor o alegría.

Para realizar esto, se debe meditar frecuentemente en el corazón concentrando fuertemente el pensamiento en él y pensando que allí reina la serenidad total y completa.

El amor fraternal o cristiano bien sentido es una poderosa ayuda para lograr la tranquilidad. Si constantemente se emiten sentimientos de amor hacia los demás se les hace un bien ocultamente ya que al recibir esta vibración se despertará en ellos un sentimiento similar.

Amaos los unos a los otros se debe practicar en toda la extensión de la palabra, sin distinción de raza, clase o color.

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EDUCACIÓN Y DOMINIO DE LA IMAGINACIÓN
Corrientemente, es la imaginación la que domina en forma completa al hombre impulsándolo a realizar todo aquello que se forma en ella. Al igual que el corazón, la imaginación es poderosamente influida por las sugestiones que se reciben a cada instante desde el exterior.

La imaginación es una especie de espejo que reproduce una imagen, basada en la información que recibe de los sentidos. Según sea esta imagen, serán las órdenes que emitirá el cerebro para ser ejecutadas como acciones concretas.

Según la claridad de la imagen mental que refleja la imaginación, será la capacidad que tendrá el individuo de juzgar correcta o incorrectamente la información recibida por los sentidos. Cuando la imagen mental es borrosa se produce confusión y desorientación debido a que no se perfila como un todo la información que se ha recibido.

Esta falta de claridad imaginativa se debe generalmente a la limitación de los sentidos que solamente perciben una estrecha gama de fenómenos.

Lo más importante que debemos tomar en cuenta al considerar la imaginación, es que la imaginación es creadora y a fuerza de repetir una misma imagen llega a plasmarla como una realidad física, concreta y tangible.

Es por esto que las víctimas de su propia imaginación desbocada son incontables, ya que imaginan mil cosas distintas en el día dispersando completamente su poder mental, que será incapaz de llevar a cabo una realización concreta.

Cuántas personas se quejan constantemente de su “mala suerte” y se lamentan amargamente de mil enfermedades distintas que sólo existen en su mente provocando con estos estados imaginativos una segura posibilidad de que se realice efectivamente aquello que han imaginado. A la larga, vemos que así sucede, y que muchas cosas desagradables se ponen en su camino, que les ocurren los más extraños e increíbles percances. Es entonces cuando. dicen: “qué habré hecho yo para que Dios me castigue en esta forma”, y en su ceguera no se dan cuenta de que ellas mismas se han creado aquellos males que las aquejan. Dios no castiga a nadie, ya que es todo amor y todo bondad. Es el hombre el que ignorante de las leyes de la Naturaleza se va poniendo obstáculos en su propio camino.

Desde el punto de vista de la lucha por la existencia y la conquista de la fortuna, es notable observar que con no poca frecuencia individuos de una fogosa y fértil imaginación se arrastran por la vida sin lograr realizar lo que anhelan. En cambio, otros de escasa imaginación e inteligencia, pero fuertes y tenaces se abren camino y conquistan los más altos sitiales. Esto se debe a que el imaginativo, por lo común, dilapida su fuerza mental creadora a través de su incontrolado imaginación, y como resultado de ello las más de las veces le falta el poder mental necesario para convertir sus ideas en realidad.

Es indispensable alcanzar un dominio lo más completo posible sobre la imaginación, para lo cual se debe practicar la concentración mental, el orden, la calma y la paciencia.

Desterrar completamente la mala costumbre, de dejar vagar el pensamiento procediendo en cambio a pensar solamente en lo que se está haciendo en el momento.

El ejercicio más importante para llegar a controlar la imaginación es el siguiente: dejar la mente en blanco por 5 ó 10 minutos. Sentado o tendido en la cama se procede a respirar profundamente tratando de relajar todos los músculos del cuerpo. Una vez que se ha logrado la relajación se procura detener completamente la actividad mental hasta llegar a dejar la imaginación totalmente en blanco. La respiración es de gran ayuda para esto, ya que bajando el ritmo respiratorio, o sea, respirando muy lento se produce inmediatamente la calma mental

LBH 2/4 EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL SEXO

EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL SEXO
Por costumbre, el hombre usa de su sexo en cualquier momento en que experimenta el deseo sexual y no se preocupa por metodizar o reglamentar su función creadora.

Su instinto sexual ejerce tal dominio sobre él que puede obligarlo a procrear en el momento en que este instinto despierta.

Con su deseo sexual le sucede exactamente lo mismo que con otros deseos, es decir, se produce una “identificación” de fatales consecuencias para su conciencia.

¿Existe alguien que pueda permanecer consciente en el momento del espasmo sexual?

Justamente en la pérdida de conciencia que se produce en ese instante reside el único “pecado” del sexo, ya que lo sexual como todo, tiene su doble aspecto positivo y negativo. La manifestación negativa la encontramos cuando se produce el dominio del instinto sexual sobre la voluntad y la conciencia. Ésta es la caída de Adán. Su manifestación positiva se produce en el hombre totalmente posesionado de sí mismo que usa de su sexo solamente cuando su conciencia lo permite.

El aspirante a la superación debe convertirse en el amo de su instinto sexual a fin de encauzarlo en una vibración de pureza y elevación espiritual.

Cuando se tienen relaciones sexuales impulsado solamente por la pasión instintiva que busca sólo la satisfacción del deseo material, se producen funestas consecuencias para ambos amantes ya que abren su psiquis a vibraciones puramente pasionales y materialistas. Al penetrar esta vibración queda sembrada la semilla de la desgracia y la infelicidad.. Toda relación sexual en que no exista la íntima comunión de un profundo y verdadero amor, de una gran atracción y armonía espiritual, es inútil e inconveniente.

No solamente debe existir la unión de los cuerpos sino también la de las almas y aun de los espíritus.

El sexo es el más importante factor de buena o mala suerte en el hombre, puesto que la mujer representa para él la Naturaleza que es la que le brinda sus bienes.

La mujer pasional, histérica, egoísta y celosa trae “mala suerte” al hombre, pues le transmite sus vibraciones discordantes haciendo que él encuentre en la vida algo similar a esto que ella le ha irradiado. Este tipo de mujer no ama realmente a su compañero sino que anhela poseerlo para tenerlo bajo su dominio. Con mucha más frecuencia de lo que pensamos, el fracaso de un hombre se debe a que su mujer adolece del complejo de Diana. Se ha producido en ella un verdadero trastrocamiento de sexo que la lleva a actuar en el campo de la energía como macho, haciendo asumir al hombre por lo tanto el papel de hembra, y como hembra en cuerpo de macho será imposible que se abra paso en la vida porque le faltará lo activo, o sea el magnetismo masculino irradiante.

Esta mujer al proceder así comete un verdadero pecado porque va en contra de las leyes de la Naturaleza al perder su femineidad, y es por esto que siempre recibe el castigo de la Naturaleza en una u otra forma, castigo que podrá eludir solamente al recuperar su femineidad a través de una rígida disciplina psicosexual. El intercambio de magnetismo psicosexual entre hombre y mujer encierra secretos tan grandes que asustan por su alcance. Estas enseñanzas se pueden impartir solamente a personas de probada moralidad y acendrado amor a la Humanidad que ingresen a una escuela oculta bajo la dirección de un verdadero maestro.

En este libro se pueden dar solamente conocimientos de orden general ya que es un texto de pública circulación.

Cuando un hombre vea que lo persigue la “mala suerte” debería examinar detenidamente la calidad de la unión sexual que mantiene con su compañera y fácilmente podrá descubrir las causas de su problema. Igual cosa se puede decir con respecto a la mujer.

Lo más funesto que puede existir en las relaciones de una pareja es la oscilación pasional que se produce entre la unión sexual y los altercados.

En un gran porcentaje sus relaciones íntimas se reducen a la siguiente secuencia: unión sexual-altercado, altercado-unión sexual.

Si supieran la forma en que limitan sus posibilidades al mantener esta situación, se abstendrían cuidadosamente de caer en esto.

Cada riña conyugal es la simiente de ruina, escasez, desgracia y “mala suerte” que se materializarán fatalmente al cumplirse el período de fructificación de esta simiente.

Sin saberlo entonces, hay mujeres que aplastan al hombre asfixiándolo hasta que lo convierten en un ente sin personalidad, en un sujeto vencido que se limita a obedecer lo que esta mujer le impone. Este tipo de mujer es aquélla de carácter dominante que subconscientemente desea llegar a poseer hasta los pensamientos de su compañero y con su actitud le absorbe todo su magnetismo etérico-viril.

Todos los hombres tímidos son así porque su madre era muy dominante o porque su esposa los tiraniza.

La mujer que eleva al hombre y le da “buena suerte”, que le abre el camino en la vida y lo hace triunfar, es aquélla que se entrega totalmente a él, tanto física como espiritualmente.

Esta mujer ansía dar antes que recibir, se da por completo a su compañero, lucha por él, está siempre a su lado en los momentos difíciles. Tiene la inteligencia necesaria para persuadirlo sin pretender dominarlo. Diana ansía tener al hombre de rodillas a sus pies; la otra quiere verlo convertido en un ser superior que le tienda la mano para apoyarla en todo sentido.

Con el hombre sucede exactamente lo mismo ya que existen estos dos tipos: el que sólo quiere tener una esclava y el que anhela formar una real esposa consciente del verdadero papel que le corresponde en el hogar.

Por lo tanto el que desea superarse y triunfar debe regularizar y reglamentar su actividad sexual de acuerdo con un plan trazado de antemano, de común acuerdo con su compañera.

Cuándo se debe hacer abstención de actividad sexual:
Al encontrarse emocionalmente alterado por algo, con más razón después de una riña. Cuando se haya bebido demasiado alcohol. Cuando la mujer se encuentra en su período menstrual o inmediatamente después. Cuando no existe una atracción sentimental y espiritual. Cuando se acaba de visitar a un enfermo. Cuando alguno de los dos se encuentra enfermo. Cuando la mujer está encinta.

Debe existir una completa tranquilidad y armonía para llevar a cabo la unión sexual y el acto mismo debe rodearse de la mayor pureza y delicadeza posible, absteniéndose cuidadosamente de “refinamientos” que llevan en forma segura a la impotencia y frigidez.

En todo momento mientras dure el acto se procurará estar total y completamente posesionado de sí mismo sin abandonarse a la sensualidad.

LBH 2/3 EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD

EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD
Aparte de su inteligencia el don más precioso de que dispone el hombre es la voluntad. En la gran masa humana la voluntad se confunde con el simple deseo.

Voluntad es algo que va más allá, que arranca de lo más profundo de sí mismo. Es una poderosa “presión” interna que es la manifestación visible de lo que el individuo se propone realizar. Es muy acertada la expresión “tener fuerza de voluntad” ya que se emplea para referirse al hombre que se impone una rígida disciplina como medio de lograr un fin determinado.

Esta fuerza o capacidad de autodominarse se manifiesta en forma muy variable en las distintas personas. Algunas tienen mucha y otras carecen casi completamente de ella. El triunfo en la vida depende en gran parte de la fuerza de voluntad del individuo, de la capacidad de perseverar, de trabajar rudamente cuando otros flaquean, de sobreponerse a las situaciones desagradables, a la miseria y al fracaso.

Existen personas de una gran inteligencia y de una exquisita sensibilidad, pero que no pueden abrirse paso en la vida porque les falta el poder de la voluntad.

Por el contrario, vemos que aquéllos que triunfan en la industria y en el comercio no siempre brillan por su gran inteligencia, sino más bien por su constancia, su dedicación absoluta al trabajo y su fuerte personalidad, que utilizan para imponerse sobre sus competidores. Muchas veces el sujeto mal educado, obtuso e insensible está más capacitado para el triunfo que aquél de gran cultura y sensibilidad, ya que no existe en él el temor a herir a los demás o molestarles con demandas de tipo comercial, por ejemplo. El hombre muy sensible siempre está pensando en qué va a opinar el hombre a quien visita para una entrevista de negocios o trabajo.

Esta “consideración” hacia los demás le quita todo su empuje por miedo a ser mal recibido y por temor a ser inoportuno o molestar. El “qué dirán” es causa segura de fracaso y limitación. El que así piensa tiene una personalidad pasiva y por lo tanto no puede dominar sobre otros de carácter positivo, a menos que desarrolle en él el valor, el empuje, la audacia y una absoluta falta de “consideración” hacia los demás. Es necesario comprender el sentido en el cual he usado la palabra consideración.

Es interesante comprobar la íntima relación que existe entre la voluntad y el entusiasmo. El que posee la capacidad de entusiasmarse fuertemente por algo, está muy cerca de conquistar el poder de la voluntad. Podríamos decir que la fuerza de voluntad es un “entusiasmo contenido, sostenido y razonado”.

La abulia o falta de voluntad se caracteriza por una absoluta indiferencia por todo, falta de amor propio, falta de interés en sí mismo y en los demás.

El frío e indiferente no puede jamás influir en otros para que le presten ayuda o apoyo en algo, ya que no les comunica la vibración anímica del entusiasmo, y cuando vemos a alguien falto de entusiasmo por algo, pensamos que no está convencido de la bondad o calidad del producto o de la idea que quiere vender. Este hombre no puede venderse a sí mismo, no logra mostrar sus valores ocultos.

PLAN DE EJERCICIOS
1) Ejercicios físicos intensivos de acuerdo con la capacidad del estudiante. Éstos pueden variar desde el levantamiento de pesas a la gimnasia de cualquier índole. En cualquier tratado de educación física se encontrarán los ejercicios adecuados a la contextura y edad.

2) Cinco a diez minutos de respiraciones profundas por la mañana. De pie, extendiendo los brazos hacia los lados al inhalar, se retiene el mayor tiempo posible y se exhala por la boca bajando simultáneamente los brazos hasta llegar al reposo.

3) Sentado en una silla con las manos fuertemente entrelazadas se respira profundamente tratando de concentrarse en lo que se va a decir y se repite la siguiente sugestión en forma decidida y enérgica: “Mi voluntad es fuerte y poderosa – Mi voluntad es fuerte y poderosa – Mi voluntad es fuerte y poderosa. Todo cuanto yo quiera he de realizarlo porque soy un centro de acumulación de vida, fuerza y poder”.

4) Sentarse en una silla bien erguido con la columna vertebral bien derecha y las manos entrecruzadas, las piernas juntas y mantenerse completamente inmóvil por el mayor tiempo posible. La inmovilidad debe ser total y completa.

5) En un momento de gran cansancio físico, al llegar a la casa a descansar, salir nuevamente y caminar algunos minutos. Durante esta caminata repetir mentalmente “ejecuto este sacrificio para que mi fuerza de voluntad crezca cada día más y más”.

Como normas generales de desarrollo se pueden dar las siguientes: jamás ceder a todos los deseos que se presenten durante el día. Un deseo es una fuerza muy poderosa, fuerza que se extingue junto con la satisfacción de él. Si rehusamos entonces la satisfacción de varios deseos y retenemos esta fuerza dejándolos en suspenso, tenemos en nuestras manos una poderosa energía que acrecienta nuestro magnetismo personal.

El cuerpo físico es igual a un caballo que hay que tener con la rienda muy corta para que no se desboque. Si se le da el gusto en algo, comienza a pedir más y no se satisface nunca. Es preciso tener en cuenta especialmente un control absoluto con la comida, el alcohol y el cigarrillo, que son tentaciones muy fuertes que se presentan a cada instante. Toda tentación a la cual se sucumbe, es una fuerza que se pierde. El sueño debe ser cuidadosamente regulado, evitando el dormir más de lo necesario. Al despertar en la mañana se debe evitar cuidadosamente la costumbre de quedarse semi dormido o soñando despierto, ya que esta costumbre introduce el desorden en la imaginación, desorden que se traduce posteriormente en lo físico. Evitar en lo posible todos aquellos actos inconscientes y mecánicos, tales como comerse las uñas, dar golpecitos con la punta del pie en el suelo, balancearse cuando se está de pie, y otros que advertirá cada uno. Procurar estabilizar la actividad anímica, es decir, no pasar bruscamente de la alegría a la tristeza. Mantenerse en todo momento tranquilo y sereno.

A medida que se vayan controlando la emotividad y las manifestaciones impulsivas, se irá obteniendo una voluntad más fuerte que se impondrá fácilmente sobre la fuerza negativa o inercia.

Un hábito que se debe desarrollar al máximo a fin de alcanzar una fuerte voluntad, es el orden. Trazarse de antemano un plan de trabajo para cada día, que no se debe alterar o cambiar por nada.

Acostumbrarse a cumplir siempre con aquello que uno se propone por pequeño que esto sea. El que no es capaz de cumplir sus propias decisiones, se convierte en un juguete de la Naturaleza.

Sentirse en todo momento el amo, dueño y señor del cuerpo a quien se puede mandar en todo momento para que ejecute lo que uno quiere.

Sobra decir que una persona con vicios, cualesquiera que éstos sean, no puede adquirir una poderosa fuerza de voluntad; de manera que todo aquél que esté esclavizado a un vicio debe extirparlo buscando las raíces o causas que lo motivaron. Los vicios, malos hábitos y complejos son verdaderas cadenas que paralizan totalmente la voluntad.

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EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL SEXO
Por costumbre, el hombre usa de su sexo en cualquier momento en que experimenta el deseo sexual y no se preocupa por metodizar o reglamentar su función creadora.

Su instinto sexual ejerce tal dominio sobre él que puede obligarlo a procrear en el momento en que este instinto despierta.

Con su deseo sexual le sucede exactamente lo mismo que con otros deseos, es decir, se produce una “identificación” de fatales consecuencias para su conciencia.

¿Existe alguien que pueda permanecer consciente en el momento del espasmo sexual?

Justamente en la pérdida de conciencia que se produce en ese instante reside el único “pecado” del sexo, ya que lo sexual como todo, tiene su doble aspecto positivo y negativo. La manifestación negativa la encontramos cuando se produce el dominio del instinto sexual sobre la voluntad y la conciencia. Ésta es la caída de Adán. Su manifestación positiva se produce en el hombre totalmente posesionado de sí mismo que usa de su sexo solamente cuando su conciencia lo permite.

El aspirante a la superación debe convertirse en el amo de su instinto sexual a fin de encauzarlo en una vibración de pureza y elevación espiritual.

Cuando se tienen relaciones sexuales impulsado solamente por la pasión instintiva que busca sólo la satisfacción del deseo material, se producen funestas consecuencias para ambos amantes ya que abren su psiquis a vibraciones puramente pasionales y materialistas. Al penetrar esta vibración queda sembrada la semilla de la desgracia y la infelicidad.. Toda relación sexual en que no exista la íntima comunión de un profundo y verdadero amor, de una gran atracción y armonía espiritual, es inútil e inconveniente.

No solamente debe existir la unión de los cuerpos sino también la de las almas y aun de los espíritus.

El sexo es el más importante factor de buena o mala suerte en el hombre, puesto que la mujer representa para él la Naturaleza que es la que le brinda sus bienes.

La mujer pasional, histérica, egoísta y celosa trae “mala suerte” al hombre, pues le transmite sus vibraciones discordantes haciendo que él encuentre en la vida algo similar a esto que ella le ha irradiado. Este tipo de mujer no ama realmente a su compañero sino que anhela poseerlo para tenerlo bajo su dominio. Con mucha más frecuencia de lo que pensamos, el fracaso de un hombre se debe a que su mujer adolece del complejo de Diana. Se ha producido en ella un verdadero trastrocamiento de sexo que la lleva a actuar en el campo de la energía como macho, haciendo asumir al hombre por lo tanto el papel de hembra, y como hembra en cuerpo de macho será imposible que se abra paso en la vida porque le faltará lo activo, o sea el magnetismo masculino irradiante.

Esta mujer al proceder así comete un verdadero pecado porque va en contra de las leyes de la Naturaleza al perder su femineidad, y es por esto que siempre recibe el castigo de la Naturaleza en una u otra forma, castigo que podrá eludir solamente al recuperar su femineidad a través de una rígida disciplina psicosexual. El intercambio de magnetismo psicosexual entre hombre y mujer encierra secretos tan grandes que asustan por su alcance. Estas enseñanzas se pueden impartir solamente a personas de probada moralidad y acendrado amor a la Humanidad que ingresen a una escuela oculta bajo la dirección de un verdadero maestro.

En este libro se pueden dar solamente conocimientos de orden general ya que es un texto de pública circulación.

Cuando un hombre vea que lo persigue la “mala suerte” debería examinar detenidamente la calidad de la unión sexual que mantiene con su compañera y fácilmente podrá descubrir las causas de su problema. Igual cosa se puede decir con respecto a la mujer.

Lo más funesto que puede existir en las relaciones de una pareja es la oscilación pasional que se produce entre la unión sexual y los altercados.

En un gran porcentaje sus relaciones íntimas se reducen a la siguiente secuencia: unión sexual-altercado, altercado-unión sexual.

Si supieran la forma en que limitan sus posibilidades al mantener esta situación, se abstendrían cuidadosamente de caer en esto.

Cada riña conyugal es la simiente de ruina, escasez, desgracia y “mala suerte” que se materializarán fatalmente al cumplirse el período de fructificación de esta simiente.

Sin saberlo entonces, hay mujeres que aplastan al hombre asfixiándolo hasta que lo convierten en un ente sin personalidad, en un sujeto vencido que se limita a obedecer lo que esta mujer le impone. Este tipo de mujer es aquélla de carácter dominante que subconscientemente desea llegar a poseer hasta los pensamientos de su compañero y con su actitud le absorbe todo su magnetismo etérico-viril.

Todos los hombres tímidos son así porque su madre era muy dominante o porque su esposa los tiraniza.

La mujer que eleva al hombre y le da “buena suerte”, que le abre el camino en la vida y lo hace triunfar, es aquélla que se entrega totalmente a él, tanto física como espiritualmente.

Esta mujer ansía dar antes que recibir, se da por completo a su compañero, lucha por él, está siempre a su lado en los momentos difíciles. Tiene la inteligencia necesaria para persuadirlo sin pretender dominarlo. Diana ansía tener al hombre de rodillas a sus pies; la otra quiere verlo convertido en un ser superior que le tienda la mano para apoyarla en todo sentido.

Con el hombre sucede exactamente lo mismo ya que existen estos dos tipos: el que sólo quiere tener una esclava y el que anhela formar una real esposa consciente del verdadero papel que le corresponde en el hogar.

Por lo tanto el que desea superarse y triunfar debe regularizar y reglamentar su actividad sexual de acuerdo con un plan trazado de antemano, de común acuerdo con su compañera.

Cuándo se debe hacer abstención de actividad sexual:
Al encontrarse emocionalmente alterado por algo, con más razón después de una riña. Cuando se haya bebido demasiado alcohol. Cuando la mujer se encuentra en su período menstrual o inmediatamente después. Cuando no existe una atracción sentimental y espiritual. Cuando se acaba de visitar a un enfermo. Cuando alguno de los dos se encuentra enfermo. Cuando la mujer está encinta.

Debe existir una completa tranquilidad y armonía para llevar a cabo la unión sexual y el acto mismo debe rodearse de la mayor pureza y delicadeza posible, absteniéndose cuidadosamente de “refinamientos” que llevan en forma segura a la impotencia y frigidez.

En todo momento mientras dure el acto se procurará estar total y completamente posesionado de sí mismo sin abandonarse a la sensualidad.

LBH 2/2 DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

PREMISA BÁSICA: EL HOMBRE ES UNA MÁQUINA
Nada es posible realizar en el desarrollo de la conciencia si el estudiante no llega primero a darse cuenta cabal de la verdad de esta afirmación. El hombre es una máquina, nada puede hacer, nada puede realizar, todo le sucede. No tiene voluntad ni libre albedrío. Está a merced de la ley de accidentes.

Con lo que se ha tratado en páginas anteriores el lector atento tiene ya los datos básicos para llegar a comprender su mecanicidad.

Una vez que se ha llegado a vivir esta experiencia se puede empezar a actuar para ir despertando lentamente hasta llegar a salir del estado de sueño o mecánico. Naturalmente que a un hombre solo le es muy difícil salir del estado de sueño y ser consciente, ya que a poco de empezar a actuar se duerme nuevamente y no tiene puntos de referencia para saber si está dormido o despierto. Ésta es la dificultad más grande que se encuentra en este camino; la imposibilidad de distinguir entre el estado de sueño y la vigilia.

Cuando se ha llegado a estar despierto, aunque sea por un pequeño período de tiempo es posible llegar a diferenciar ambos estados.

Es posible amar, pensar, razonar y trabajar sin ser consciente de lo que se está haciendo. Son muy pocos los momentos de verdadera conciencia que tiene el hombre. Cuando no se está despierto es posible darse cuenta de ello solamente al llegar un momento de conciencia. Se experimenta entonces la sensación de haber estado ausente mucho tiempo y de haber regresado repentinamente.

Lo que contribuye en alto grado a mantener el estado de sueño son los hábitos y la identificación que se produce invariablemente entre el individuo y aquello que ejecuta o que percibe a través de los sentidos. Se olvida de sí mismo para identificarse con las sensaciones; se produce una fuga de la conciencia que abandona al sujeto para proyectarse e identificarse con el objeto al que está dirigida la atención. Al producirse este proceso queda solamente la máquina humana que no se autodetermina ni piensa realmente.

El primer paso para llegar a ser consciente es la sistemática y constante observación de sí mismo, a fin de que no se produzca la fuga de la conciencia. Se debe mantener una continua sensación de la propia identidad, recordar antes que nada que se es; Yo soy el que quiero esto. Yo soy el que estoy actuando en este momento, Yo soy el que estoy viendo esto. Para ser consciente es necesario no olvidarse de sí mismo, ya que en el momento del olvido comienza el sueño.

Como es necesario desempeñar una serie de actividades de carácter material, se produce fatalmente el olvido de la propia identidad. Para salvar este obstáculo es necesario educar la atención a fin de que se logre una bifurcación, en la cual en primer lugar, estará el Yo, y en seguida aquello a lo cual se atiende. Ésta es similar al rayo de una linterna que tuviera que atravesar una lente de aumento para iluminar un objeto. El rayo luminoso representaría la atención, la lente al Yo. Por medio de este símil es posible apreciar la técnica mental a la cual es necesario recurrir para llegar a ser consciente o despierto. Naturalmente éste es sólo el primer paso, ya que existen muchos grados de conciencia a los cuales se llega a través de sucesivos despertares.

A medida que el estudiante empieza a tratar de “recordarse a sí mismo” se da cuenta de lo difícil que esto resulta, ya que de pronto puede darse cuenta de que de un mes a esta parte ha estado totalmente dormido a pesar de creer lo contrario. Súbitamente y debido a un shock se produjo el despertar, acompañado del reconocimiento del anterior estado de inconsciencia.

Cuando se ha logrado producir una dualidad en la atención, es necesario rehusar la identificación con los estados emotivos y las impresiones fuertes. Es posible que un sujeto logre estar consciente en la soledad, pero que al salir al mundo exterior se duerma profundamente.

En los momentos en que se recibe una impresión determinada es necesario realizar un esfuerzo de voluntad para mantener la sensación del Yo. Con la práctica, esto se convierte en algo bastante sencillo. A medida que se logra alcanzar un estado más elevado, va cambiando la percepción, ya que recién se comienza a ver las cosas como son en sí, y no como el individuo cree que son.

Poco a poco se van realizando sorprendentes descubrimientos. Se descubre por ejemplo que el ser humano puede alimentarse por muchos meDios, de los cuales el más grosero es el digestivo, y el más sutil, la absorción de energía a través de los estímulos que reciben los sentidos. Su escala de valores cambia completamente al percibir la diferencia entre lo real y lo ilusorio.

Para saber hasta dónde conduce el camino del despertar es necesario recorrerle, ya que de nada sirve hablar de ello a quien no lo ha hecho.

Observando las disciplinas espirituales de los diferentes sistemas filosóficos y religiosos se ve que todas conducen a lo mismo. Tienden a provocar un despertar por medio de mortificaciones, penitencias o complicados ejercicios. Desde el punto de vista de la conciencia nada es más nefasto que la felicidad basada sólo en el placer de la masa o cuerpo. Todos los estados de placer sensual sumen más profundamente en el sueño a quien los experimenta, y el dolor en cambio, sea éste físico o moral sacude violentamente al individuo arrancándolo de su habitual embotamiento producto de la rutina, los hábitos y su confusa vida mental.

Cuando un hombre está muy dormido, la naturaleza le envía dolor y sufrimiento para despertarlo. El que no ha sufrido en la vida no tiene humanidad porque está dormido en su propio egoísmo.

Las más grandes verdades están ante nuestros ojos y no somos capaces de verlas. Están en lo pequeño, lo simple, lo humilde, lo inadvertido.

Basta que se le diga al vulgo que está dormido para que reaccione sarcástica e incrédulamente. Solamente uno entre miles llega a pesar debidamente lo que esto significa.

Para el hombre común no existe evolución, ni conciencia, ni voluntad, ni libre albedrío, ni humanidad. Muchos sentirán afinidad con las ideas que se presentan en este libro pero muy pocos se dedicarán a un estudio serio de sí mismos para comprobar a través de la propia experiencia la verdad de lo que aquí se afirma.

Es tan difícil comprender lo que significa ser consciente que muchos encontrarán arduo aceptar que no siempre es más consciente el más culto y educado.

La conciencia no tiene nada que ver con esto. Un jardinero humilde e inculto puede ser mucho más consciente que un sabio atómico. Es necesario comprender que hablo de la conciencia como la capacidad de percibir la realidad sin distorsión mental de ninguna clase. En muchos casos el exceso de información científica o cultural es un grave obstáculo para alcanzar la conciencia, ya que esta información proviene, en su mayoría, de sujetos “inconscientes” y necesariamente es fragmentaria, incompleta e irreal. A fin de entender debidamente esto, basta considerar que dentro de cien o doscientos años mucho de lo que se enseña hoy día en las universidades causará seguramente hilaridad. El conocimiento científico es gravemente lesionado cuando parte de bases erróneas que pueden conducir a derroteros equivocados. Es interesante pensar que las leyes científicas que se lleguen a establecer en el futuro por medio de diversas investigaciones existen igualmente hoy día, pero en forma oculta.

La ciencia no hace otra cosa que parafrasear el Ocultismo anunciando “descubrimientos” que eran conocidos de los egipcios y del dominio de los Rosacruces.

Es importante analizar la relación que existe entre la conciencia y los conceptos de bien y mal. La conciencia está más allá del bien y del mal, ya que éstos son términos totalmente relativos. Generalmente lo que es bueno para unos es malo para otros. Un hombre puede ser muy bueno, estar lleno de amor hacia los demás, hacer el bien en toda la extensión de la palabra, y esta bondad ser totalmente mecánica e inconsciente, producto de automatismos cerebrales. Otro puede ser muy bueno porque su madre inculcó en él la bondad o porque la adoptó como una “pose” para sentirse superior y neutralizar así un complejo de inferioridad. Este tipo de amor, bondad y caridad, es relativamente fácil de encontrar, pero verdadero amor, amor auténtico y genuino hacia el prójimo, amor consciente es inmensamente difícil de hallar.

El que llega a ser consciente se sintoniza con la ley divina, se pone en armonía con la irradiación de la gran mente universal o Dios.

“Pedid y se os darᔠdijo hace dos mil años el super-consciente hijo de la gran mente universal (la virgen) Jesús, el Cristo.

Muy pocos han llegado a comprender esta enseñanza, que como todas las que brindó este gran maestro ha sido falseada, desvirtuada y antojadizamente explicada. Cuando aquél que se ha sintonizado con Dios pide algo de corazón, esta petición es igual que una orden de Dios que tendrá que ejecutarse tarde o temprano.

Pero, ¿puede ser considerado consciente el que vive esclavizado a la embriaguez sensual de la materia? ¿Puede ser consciente el que atesora riquezas sin pensar en ningún momento en los demás?

Recordemos este otro aforismo de JesuCristo: “dad y recibiréis”.

Aquél que quiere recibir algo debe comenzar por dar y esto lo podemos ver tanto en los negocios como en las relaciones humanas. El que se preocupa de dejar satisfechos a sus clientes antes que de llenarse el bolsillo recibe siempre la justa compensación por su obra. El que da amistad recibe amistad. El que comprende a los demás es comprendido y tolerado. Hay personas que se quejan amargamente de soledad, de falta de amistad y de que no son comprendidos por lo demás. Estos seres jamás han pensado que no es justo pedir a los demás que lo comprendan ya que esto equivale a pedir que todos ajusten y condicionen su ideología a la de uno y esto es imposible.

Hay que empezar por tolerar y comprender al prójimo, tolerar sus defectos y sus imperfecciones. Todos llevan en esencia el amor hacia los demás, pero la gran mayoría no han penetrado dentro de ellos mismos para exteriorizar este amor.

Quien ha obtenido o está comenzando a obtener la conciencia, debe aprender a vivir de acuerdo con las leyes de la Naturaleza que son las fuerzas manifestadas por Dios para que pueda existir la vida.

Por muy consciente que sea un individuo no puede romper estas leyes o tratar de ir más allá de ellas, pero puede y debe utilizarlas conscientemente en beneficio de la Humanidad.

Una de estas leyes es la ley de la supervivencia del más fuerte.

El que quiere llegar a realizar algo, debe hacerse fuerte para no ser barrido por otros mas fuertes que él.

Como estamos actuando en un cuerpo físico debemos empezar por mantenerlo en perfecto estado de salud.

Uno de los factores más importantes para esto, es evitar, cuidadosamente las emociones negativas, las depresiones, la melancolía, la tristeza, etc., ya que ellas provocan el derroche de energía nerviosa.

Si bien es cierto que estos estados anímicos pueden ser provocados por causas puramente físicas, es significativo el cambio que se produce en la salud de un hombre cuando empieza a pensar y a sentir positivamente. Se debe acostumbrar la mente a pensar sólo en cosas agradables, desterrando lo malo, inútil y ocioso.

La moderación en las comidas es fundamental para no bajar excesivamente la vibración volitiva, ya que toda materia que se ingiere carece de conciencia y debe ser asimilada y digerida por el estómago y por la conciencia.

Mantenerse siempre bien activo practicando cualquier ejercicio físico de acuerdo con la edad y constitución física.

No fumar ni beber alcohol. El cigarrillo en forma lenta pero segura va minando las facultades creadoras.

La respiración completa y profunda ayuda poderosamente a mantener el equilibrio fisiológico y aumenta la resistencia a las enfermedades y a las depresiones nerviosas.

Se entiende por respiración completa la que comienza en el estómago, continúa en el diafragma y termina en el pecho. La exhalación debe ser lo más completa posible.

Es recomendable efectuar todas las mañanas respiraciones profundas ante una ventana abierta, durante cinco o diez minutos, con la mente bien concentrada en lo que se está haciendo.

Una vez que se han tomado energías a través de los alimentos, del sueño y de la respiración, hay que aprender a economizar estas energías.

El verdadero ocultista debe ser un perfecto administrador de sus propias energías. Debe saber exactamente cómo distribuirlas y organizarlas para que no se produzca un despilfarro como sucede corrientemente.

A fin de poder distribuirla energía nerviosa en forma justa y perfecta es imprescindible que el pensamiento y la acción no sigan caminos diferentes. Es altamente nocivo estar constantemente pensando en lo que se tiene que hacer dentro de diez minutos o media hora. Este mal hábito es una de las principales causas de la ansiedad, que se manifiesta en forma de una gran impaciencia por terminarlo todo rápidamente y llegar al fin del camino. El que padece de ansiedad crónica vive proyectado mentalmente al futuro.

Es interesante analizar el efecto desastroso que producen en el derroche energético, el desagrado y la falta de entusiasmo por realizar algo.

El simple acto de recoger una moneda que cayó al suelo, si se ejecuta desganadamente y sin el deseo de hacerlo, consume más energía nerviosa que una carrera de 100 metros que se hubiera corrido con gran entusiasmo. En todas las obras sobre Psicología leemos que el entusiasmo es una de las más poderosas fuerzas existentes. ¿Cuál es la razón de este poder?

El entusiasmo es un estado de profunda exaltación del espíritu que da origen a una perfecta concentración mental y psíquica.

He aquí una clave para mantenerse siempre pletórico de energía. Hagamos un esfuerzo para realizar nuestras diarias labores con tanto entusiasmo como si de ello dependiera nuestra vida. Hasta el sencillo y rutinario acto de afeitarse o vestirse, por ejemplo, debe ser ejecutado con todo entusiasmo e interés.

Nunca será un triunfador el que no sea capaz de inflamarse de entusiasmo por algo. No basta con desear triunfar, no basta con desear superarse, es necesario sentir dentro de sí mismo una avidez profunda y sostenida por realizar lo que se quiere. Se deben concentrar todos los deseos y energías en lo que se quiere obtener, ya que el que desea mil pequeñas cosas simultáneamente nada consigue, porque dispersa sus fuerzas mentales en todas direcciones.

Hay tres cosas que están íntimamente relacionadas entre sí y que es necesario emplear conjuntamente para desarrollar la conciencia y éstas son: la imaginación, el sentimiento y la acción o movimientos del cuerpo.

Los movimientos que se realizan ya sea al caminar, al trabajar con las manos y al moverse en general, influyen poderosamente en el estado mental y emocional del que los ejecuta.

A la inversa, la calidad de los pensamientos y emociones influye también en la manera de pararse, hablar y caminar.

Lo interesante de esto es que a través de los movimientos del cuerpo, podemos actuar dentro del alma para modificar estados negativos reemplazándolos por vibraciones superiores. Ésta es la razón de ciertos movimientos y signos realizados en las ceremonias católicas, masónicas y de otros cultos.

El hombre fuerte, optimista y sano psíquicamente, camina muy erguido, la cabeza levantada, los hombros echados hacia atrás y se advierte seguridad y fortaleza en todos sus movimientos. Al saludar aprieta la mano fuerte y decididamente y su voz es firme y bien articulada. El nervioso o deprimido camina agachado, casi no se atreve a mirar de frente, no puede hablar en presencia de un grupo y si lo hace su voz tiembla notoriamente. Este hombre debe practicar la “vitalización psíquica” de acuerdo con lo que exponemos en este trabajo a fin de poder convertirse en un triunfador.

Para cambiar un estado mental y anímico negativo por uno superior, se puede realizar con éxito el siguiente ejercicio, que produce calma, paz y serenidad.

Esforzarse por reducir la velocidad de lo que se está haciendo hasta llegar casi a moverse como en cámara lenta.

Cada movimiento debe ser cuidadosamente estudiado, se debe ejecutar concentradamente poniendo “el alma” en ello. Respirar profundamente y relajar todos los músculos.

En lo que a la concentración mental se refiere, se producirá un profundo estado de concentración difícil de alcanzar por otros meDios.

Es muy importante durante este ejercicio sentir o ser consciente de cada parte del cuerpo que se mueve. Una vez que se ha adquirido práctica, se debe tratar de sentir los músculos, los nervios, la sangre, el aire que penetra en los pulmones, etcétera.

Naturalmente que este proceder se adoptará únicamente mientras dure el ejercicio. En la noche, cuando llegue el momento de dormir, se debe proceder a la relajación de todos los músculos a fin de penetrar en un estado de sueño más profundo que el ordinario. Generalmente no se alcanza el sueño profundo hasta que no se ha producido la total relajación nerviosa y muscular, lo que puede llevar tres o cuatro horas. Este período, al que podríamos llamar anterior al sueño o “preparatorio”, es casi totalmente perdido para los efectos mismos de la renovación energética que se produce al estar dormido, ya que esta renovación se efectúa en el estado de sueño profundo. De esta manera, el que logra penetrar rápidamente en el sueño profundo, mantendrá su cuerpo lleno de energía y necesitará dormir menos, ya que aprovechará totalmente sus horas de sueño.

Para los efectos de la relajación se procede de la siguiente forma: una vez acostado, respirar varias veces profunda y calmadamente concentrando el pensamiento en el plexo solar. Una vez efectuadas estas respiraciones, se empieza por relajar los músculos de la cara parte por parte, la frente, los ojos y las mandíbulas. En seguida se continúa con el cuello, brazos, tórax y así hasta llegar a los pies.

Cuando se produzca un estado de enfermedad, el estudiante debe esforzarse por sanar utilizando para ello su fuerza mental. La enfermedad es solamente un estado vibratorio negativo, que como toda vibración puede ser cambiado por medio de la fuerza mental. Es asombrosa la rapidez con que responde el organismo cuando advierte el poderoso apoyo de una fuerza mental inteligente que está tratando de ayudarlo a vencer la enfermedad.

El gran obstáculo con que se estrellan comúnmente los buenos deseos de superación espiritual, es la inercia o fuerza negativa.

El deseo y la acción de superarse forman una poderosa fuerza activa en el individuo, fuerza activa a la cual se opone su vida mecánica habitual que representa la inercia.

A fin de que su fuerza activa no sea anulada por su parte negativa, el estudiante debe fortalecer constantemente su fuerza activa por medio del estudio y una rígida autodisciplina. La mayoría de los estudiantes de Ocultismo se quedan únicamente en las buenas intenciones de realizar algo práctico, ya que toda su labor oscila como un péndulo entre la fuerza activa y la negativa, situación ésta que se puede prolongar por toda la vida. Éste es el gran peligro de estar solo y aislado. El que se propone llenar solo a conquistar su perfección espiritual comete el más grande de los errores, ya que se produce a la larga, un estado de paz y tranquilidad por la ausencia de “choques psíquicos” con otras personalidades.

Este hombre se siente en paz y cree firmemente haberse encontrado a sí mismo y haber conquistado la conciencia. No se da cuenta de que esta tranquilidad nace de un profundo estado de sueño. Así como existe la evolución existe también la “involución”, o sea, el retroceso. El tipo de realización espiritual del cual hablábamos anteriormente, es justamente una involución ya que cuando este individuo vivía normalmente en medio de la sociedad, sufría constantemente “choques psicológicos” que contribuían a mantenerlo algo despierto. Desaparecidos estos choques por el aislamiento en un monasterio, por ejemplo, se produce el sueño profundo que por supuesto brinda una gran tranquilidad.

Es por esto que la condición ideal para alcanzar un verdadero y efectivo progreso espiritual hasta llegar a adquirir conciencia y voluntad propia, es el trabajo en un grupo bajo la dirección de uno que esté real y efectivamente despierto. Este director se preocupará constantemente de mantener y provocar las situaciones precisas destinadas a que sus discípulos no se duerman, a mantenerlos despiertos.

LBH 2/1(El dominio de si mismo o la conquista del propio universo)

LOS BRUJOS HABLAN
(SEGUNDA PARTE)
JOHN BAINES

INSTRUCCIONES PRACTICAS PARA ALCANZAR

LA SUPERACIÓN MATERIAL Y ESPIRITUAL

EL DOMINIO DE SÍ MISMO O LA CONQUISTA DEL PROPIO UNIVERSO

La realización práctica de las enseñanzas ocultas comienza con la conquista de sí mismo, ya que todo aquél que aspira a conocer los secretos de la Naturaleza y a cambiar su destino, debe entablar una tenaz lucha consigo mismo hasta llegar a vencerse. Esto es el encontrarse a sí mismo puesto que el Yo permanece casi siempre desconocido y en las sombras. Surgen en el individuo innumerables tendencias, deseos y emociones que dividen su personalidad manifestándose como una entidad compleja y mudable que actúa y reacciona según las influencias que va recibiendo desde el exterior, o sea, lo que le va sucediendo en la vida. Por vivir en un cuerpo material, se origina un perpetuo conflicto entre lo que reclama el espíritu o Yo y lo que desea el cuerpo o masa, produciéndose en todo momento un dominio del cuerpo sobre el espíritu. Empeora esta situación la identificación que se produce entre el Yo y las sensaciones puramente orgánicas. “Yo tengo hambre” o “Yo tengo sueño” se refieren exclusivamente a estados corporales que se reflejan en el Yo y lo obligan a proceder de acuerdo con estas sensaciones.

El Yo es igual a una persona a la cual se pretendiera llevar en varias direcciones al mismo tiempo. No puede existir conciencia cuando el Yo sufre el dominio de fuerzas encontradas que lo empujan hacia donde él no quiere ir.

Si queremos ser conscientes debemos imponernos a los instintos, los sentimientos y las emociones, a fin de que el Yo sea en todo momento el amo y no el esclavo.

Es corriente encontrar individuos que ejecutan actos que van en contra de sus principios y deseos, y esto es porque el Yo en ese momento se vio dominado por una fuerza inferior. Desde el momento en que el cuerpo es nuestra manifestación concreta, visible y tangible debemos poner en orden esta compleja fábrica en que cada obrero manda sobre el dueño o patrón. Nuestro cuerpo es un verdadero universo en miniatura donde cada órgano representa a un cuerpo planetario y realiza funciones que van en beneficio de un Todo inteligente que debe ser el dueño y gobernador de ellos.

A fin de proceder a la unificación de las energías bajo el mando del Yo es indispensable tener un centro de gravedad permanente y estable, es decir un ideal por realizar aquí en la tierra que viene a ser similar a la raíz de un árbol.

El que no tiene un ideal juega con sus deseos, instintos y emociones, creando el caos completo en su pequeño Universo o Microcosmo.

Si nos examinamos y observamos atentamente, veremos la increíble influencia que tienen sobre nosotros los estados de ánimo por los cuales vamos atravesando, estados que condicionan nuestras acciones. Estos estados anímicos son producidos por todo aquello que va penetrando por nuestros sentidos tanto bueno como malo, o sea que somos una especie de esclavos de la causalidad.

La gran cantidad de sugestiones que recibimos va condicionando nuestro estado de ánimo, sea hacia lo positivo o hacia lo negativo. El subconsciente es igual a la tierra fértil que concibe toda clase de semillas, sean buenas o malas.

Paralelamente a las sugestiones que se reciben desde el exterior surgen los deseos nacidos de la masa o cuerpo físico, que tienden únicamente a su propia satisfacción y placer.

Las pasiones dominan al hombre en mayor o menor grado según su evolución espiritual e inevitablemente lo conducen a metas jamás deseadas por el verdadero y único Yo o espíritu del individuo. Un hombre dominado por una pasión deja de ser consciente e inteligente para descender al mismo nivel del animal que es movido sólo por sus instintos. Es difícil, sin embargo, distinguir entre la pasión y un deseo del Yo, lo cual puede lograrse únicamente a través de una cuidadosa auto-observación.

Pasión, como su nombre lo indica, es un estado pasivo, o sea, un estado en que el individuo actuó como hembra, es decir, concibió dentro de su alma un deseo que le llegó desde fuera en forma de una vibración, para manifestarse posteriormente como si hubiera sido un deseo propio, nacido de sí mismo.

Un altísimo porcentaje de lo que desea y realiza el individuo como si fuera propio, son campos de vibración que han penetrado desde fuera o bien han nacido de su parte fisiológica que desde luego no representa en modo alguno su Yo.

Debido a que el cuerpo físico es la morada del Yo, se produce una lucha constante entre la voluntad del cuerpo y la del espíritu. Lejos de ser el dueño del vehículo material que ha escogido, el Yo se convierte insensiblemente en su esclavo, ya que es incapaz de controlar a las cuatro inteligencias que actúan en el individuo dentro del campo fisiológico y que son la inteligencia del aparato procreador, la del aparato digestivo, la del aparato circulatorio y la del aparato respiratorio.

El procreador está relacionado con todo lo que es creación, el digestivo con la mantención del cuerpo físico, el circulatorio con las emociones, y el respiratorio con el intelecto. Todo lo que el hombre desea o ambiciona se manifiesta a través de uno de estos aparatos, ya sea porque se originó en él o porque penetró desde fuera. Estas cuatro inteligencias forman lo que podemos llamar el alma, o sea lo pasivo, manifestándose el espíritu como lo activo.

Es imposible llegar a conseguir lo que uno desea si el Yo no toma las riendas del poder y se impone sobre el cuerpo y sus diferentes manifestaciones.

Es muy común observar en la vida diaria a personas que anhelan conseguir algo y se someten a un plan de acción elaborado especialmente para la consecución de su fin, pero por más que se esfuerzan no son capaces de caminar en línea recta hacia la meta tal como se lo habían propuesto. ¿Por qué sucede esto? Porque el individuo cambia a cada instante. Cada cinco minutos se manifiesta en él una nueva personalidad que no opina lo mismo que la anterior y por lo tanto, lo va desviando insensiblemente del fin propuesto.

Podríamos comparar al hombre y sus fuerzas con un ejército sin General pero con muchos Oficiales, cada uno de ellos dando contradictorias órdenes. Los soldados desconcertados no saben a quién obedecer y terminan peleando entre ellos mismos. El Yo debe tomar el puesto de General sobre su ejército e imponerse a ellos en todo momento para obligarlos a una lucha fructífera y no estéril, como les sucede a muchos en la vida diaria que luchan fuerte y tenazmente pero por desgracia sin conseguir el resultado apetecido. Es imprescindible entonces establecer orden en nuestro cuerpo físico.

En primer lugar es necesario sintonizarse con la fuerza constructiva que opera en el cuerpo. Ya dijimos en páginas anteriores que existen dos fuerzas principales que operan en todo el Universo y por ende dentro del hombre y éstas son: la fuerza vital o constructiva y la muerte o fuerza destructiva.

En el cuerpo se libra constantemente una tenaz batalla entre estas dos fuerzas que tratan de aniquilarse una a otra. La muerte se manifiesta a través de todos aquellos estados depresivos y de angustia que aparecen comúnmente.

Sus diferentes nombres son: pesimismo-desilusión-tedio-tristeza-angustia-celos-odio, etcétera.

La fuerza constructiva o vital se manifiesta a través del optimismo, amor, alegría, fe y confianza en sí mismo.

Llamaremos a la fuerza destructiva negativa y a la vital, fuerza positiva.

El Negativo está siempre lleno de desconfianza hacia los demás; en todos ve los defectos y nunca las virtudes, vive en una atmósfera gris y oscura que es producto de sus propias emociones y pensamientos, cree que el mundo está lleno de maldad, que no tiene amigos y que la vida no vale la pena vivirse.

Este pobre ser vive su propio infierno creado por él mismo. El Optimista o positivo vive por el contrario, en una perpetua satisfacción de estar vivo, está lleno de buenos deseos hacia los demás, piensa siempre positivamente.

Existen cuatro palabras mágicas en las cuales está encerrado el poder de la vida y éstas son: Fe, esperanza, amor e ilusión.

El niño con su inocencia nos da una profunda lección.

Es necesario tener fe en sí mismo, en Dios y en la Humanidad.

Mantener siempre viva la Esperanza y la Ilusión de un mañana mejor.

Amar a todos los seres humanos por igual y a todo aquello que lleva la chispa del Gran Creador.

Aquél que es ateo y no cree en nada ni en nadie a no ser en los fenómenos materiales, está muerto por dentro, tiene el alma petrificada.

Una vez que se ha conseguido expulsar las energías destructivas es necesario empezar la creación de un hijo que será nuestro salvador.

Este hijo se llama el Yo volitivo inteligente.

Este Yo es el que se encargará de la dirección de todas las fuerzas que operan en el Ser.

A fin de tener éxito en la creación de este Yo es menester atenerse al siguiente orden:

1.- Educación y dominio del sexo.

2.- Educación y dominio del corazón.

3.- Educación y dominio de la mente.

4.- Educación y dominio del alma.

5.- Madurez del Yo volitivo inteligente.

Una vez que se ha logrado llegar a la plena formación del Yo volitivo inteligente no hay nada imposible para un hombre, ya que puede trazarse una meta y caminar en línea recta hacia ella venciendo todos los obstáculos que encuentre en el camino.

Antes de proceder a trabajar en cada centro se debe hacer un cuidadoso análisis de los propios defectos o vicios.

Para no perder de vista el ideal, o sea lo que uno anhela conseguir, se debe escribir esto en forma clara y concisa en un cuaderno o libreta y releerlo diariamente, es decir, fijarse una meta y no perderla de vista en ningún momento.

Lo más grande que puede existir es llegar a alcanzar un dominio total y completo sobre sí mismo. Este objetivo en apariencia tan sencillo es la llave maestra de toda realización material o espiritual, ya que significa el llegar a ser consciente que es la suprema meta del ser humano. Debido a la sencillez misma de lo anterior, temo que los lectores no lo comprendan debidamente y le resten importancia. A fin de aclarar más el concepto, y ya que estamos en la era de los robots y los proyectiles dirigidos haré la siguiente comparación: el hombre es un robot creado por alguien que desconocemos, robot en el cual se implantaron ciertos circuitos fundamentales como el instinto de conservación, reproducción, reacciones emocionales y capacidades cerebrales de lógica, deducción y análisis. De pronto surgió en este robot una pequeña chispa que podemos llamar conciencia, chispa que permanece inadvertida e inactiva en la mayoría de los humanos que se limitan a usar solamente los circuitos robóticos implantados. El que logra cuidar y alimentar la pequeña chispa de la conciencia y hacerla crecer hasta que derrote a los circuitos del robot y se apodere de la dirección del cuerpo, ha vencido todas las limitaciones humanas porque se ha hecho más que humano al superar algunos límites impuestos a la especie.

Se debe empezar entonces por educar el cuerpo material que se ha acostumbrado a seguir sus propios impulsos, y que reacciona ante los intentos de dominarlo igual que un caballo salvaje al que se ensillara por primera vez. Sabe instintivamente que si no lucha perderá su dominio sobre el Yo que llegará a convertirse en su dueño y señor.

El obstáculo más grande que encontramos en el camino del autodominio es la falta de conciencia. Falta de conciencia de los deseos que no nacen del Yo, falta de conciencia de sí mismo, falta de conciencia de ser. Es necesario darse cuenta cabal de qué cosa es la que hay que dominar. Se trata sencillamente de aprender a distinguir los deseos nacidos de la masa de los deseos nacidos del espíritu. Si es posible, confeccionar una lista de todo lo que pertenece a la masa y lo que pertenece al Yo.

Hay que comprender que el dominar algo no significa matar o sofocar. Dominar significa el realizar algo solamente cuando el Yo volitivo inteligente lo quiere. Dominarse a sí mismo significa poseerse, poseer plenamente el vehículo físico o cuerpo que es la morada del espíritu. Significa que el espíritu logró adaptar plenamente su vehículo a sus necesidades. Recién en ese momento cumple con el objetivo que lo trajo a la vida, es decir, puede actuar en la materia con tanta desenvoltura y conciencia como lo hacía antes en su plano original y recién puede comenzar a pensar seriamente en realizar alguna labor determinada.

El cuerpo físico es para el espíritu una pesada carga cuando no responde a los mensajes y a los actos que éste quiere ejecutar, es como un velo negro que limita y entorpece la visión. El autodominio consiste en aprender a manejar en forma perfecta la compleja y extraordinaria maquinaria que es el cuerpo físico.

La situación que en general se le produce al ser humano puede compararse con la de un individuo a quien introdujeran en un automóvil sumamente complejo e ignorara su conducción. El cuerpo físico del hombre que no ha cultivado ni desarrollado su conciencia es idéntico también a un automóvil que tuviera que hacer un largo viaje sin conductor.

A fin de poder visualizar claramente el problema espiritual del hombre recurriremos al siguiente símil: el espíritu es energía pura de alta vibración que penetra en un cuerpo material de baja vibración. Todo lo que el espíritu trata de exteriorizar se pierde, ya que es igual a un radiotransmisor que transmitiera en alta frecuencia y tuviera que ser captado para su retransmisión por un receptor de baja frecuencia (cuerpo). Como cualquiera se dará cuenta es imposible que este receptor (cuerpo) capte nada a no ser que eleve extraordinariamente su frecuencia hasta llegar al nivel del transmisor (espíritu).

Éste es en pocas palabras todo el camino del Ocultismo despojado de todas las mentiras, vaguedades y grandilocuencias.

¿Cuál es el medio ahora de elevar la vibración del cuerpo o masa? Esta masa es de una baja vibración porque es materia bruta sin conciencia propia. Se debe proceder entonces a despojar a esta materia de su automatismo animal dándole conciencia por medio de la mente. Darle conciencia a las manos, a los brazos, a las piernas, los pies, el cerebro, el corazón, el hígado, etcétera.

En páginas anteriores dejamos establecido que todo es mente. Por medio de la mente consciente es posible entonces modificar la vibración básica de un órgano o miembro, proyectando y situando la conciencia en él. ¿Acaso un pintor, por ejemplo, no debe llegar a darle una completa conciencia a sus manos para que estas obedezcan fielmente lo que su mente percibe y ordena?

El poder de la mente humana no tiene límites y llegará el día en que el hombre habiendo logrado el perfecto dominio de ella podrá materializar sus pensamientos llegando así a la integración de la materia.

Por medio de su mente podrá modificar su estructura celular venciendo a la vejez y a la muerte ya que el principio mente es inmortal.

Se debe meditar profundamente en lo que significa ser consciente y estar despierto.

Los brujos hablan

LOS BRUJOS HABLAN
JOHN BAINES

Dedicado a los buscadores sinceros de la verdad

y a todos los que anhelan liberarse del error, la ignorancia, la mentira y el dolor.

                                                                                                     J. B.

PREFACIO
Existen tantas opiniones y puntos de vista como individuos. Cada uno defiende “su verdad”, valiéndose para ello de diferentes argumentos. Sin embargo, más allá de las verdades, está LA VERDAD.

¿Qué es la verdad? La verdad es lo que es. Es el objeto en sí desprovisto de mirajes personales. Solamente se puede llegar a la verdad alcanzando la, facultad de percibir y razonar objetivamente, abandonando el antropocentrismo que conduce a la enunciación de semi-verdades. El mundo está lleno de semi-sabios. Los verdaderos sabios, al igual que la esfinge, callan, y sólo ocasionalmente levantan una punta del velo.

Este libro no pretende probar ninguna teoría especial ni difundir principios místicos ni religiosos de ninguna especie, como tampoco dogmatizar ni sentar polémica sobre ciencia o filosofía. Contiene solamente las enseñanzas de un rosacruz, quien ha comprobado personalmente todo lo que aquí dice, pero que no le interesa demostrarlo sino a aquéllos que tengan un genuino impulso de superación y elevación espiritual.

Está escrito con la autoridad del que sabe y conoce, en lenguaje sencillo, al alcance de todo el mundo. Está dirigido a todos los que tengan ojos para ver y oídos para escuchar, a los que no se conforman con los convencionalismos científicos, filosóficos y sociales, a los que se dan cuenta de que “algo no marcha bien” en la especie humana, a los que sufren y no pueden explicarse la razón de su dolor, a los que se sientan tocados en una cuerda íntima y sensible al leerlo, a los que quieren conocer la verdad de la vida en forma práctica y personal, a los que se sienten incomprendidos por el mundo y la gente, a los que tienen un ideal de un mundo mejor a través de la elevación espiritual del individuo, a los que aborrecen la injusticia, la miseria y la ignorancia, y a todos los que anhelan superarse espiritual y conceptualmente.

Este libro enseña algunos rudimentos de Ocultismo Rosacruz.

La genuina Orden Rosacruz, que existe como tal solamente en lo oculto, es la heredera y depositaria de una ciencia que permite lograr voluntariamente mutaciones en la bestia humana para transformarla en SER HUMANO CONSCIENTE Y RESPONSABLE DE SU VERDADERO PAPEL DE HIJO DE Dios.

Es la depositaria, del gran misterio de la dualidad humana, que es el siguiente:

LA RAZA HUMANA TIENE DOS DIFERENTES ORÍGENES, UNO TERRESTRE-ANIMAL Y OTRO EXTRATERRESTRE-HUMANO.

En tiempos remotos visitaron nuestro planeta hombres extraterrestres físicamente iguales a nosotros, pero extraordinariamente evolucionados. Estos hombres en su larguísima evolución habían llegado a una permanente incorporación en ellos mismos de muchos atributos de la divinidad, el Gran Arquitecto y Sublime Alquimista del Universo. Su conciencia había llegado a tan gran altura que para nosotros serían Dioses.

Estos seres dejaron descendencia en nuestro planeta, mezclándose insensiblemente al resto de la humanidad. Estos descendientes llevan en sus genes en estado latente las capacidades de aquellos seres. Los rosacruces son descendientes directos de esta raza superior, son los sacerdotes o depositarios de toda su ciencia. Otros descendientes no iniciados han constituido la flor y nata del mundo como genios, filósofos y reformadores, artistas, etcetera.

Estos “hijos de las estrellas” son los verdaderos y auténticos HOMBRES, en oposición a los ANIMALES HUMANIZADOS de origen terrestre.

Esta dualidad de la especie nos explica sus infinitas anomalías y contradicciones. Nos da mucho que pensar y nos explica el origen mítico de los Dioses que proviene de la más remota antigüedad, nos devela el misterio de JesuCristo, la historia de Caín y Abel, los niños prodigios, la percepción extrasensorial, etcétera.

La humanidad terrestre-animal siempre, ha temido, respetado y odiado a los que llegaron desde fuera. Instintivamente presiente algo extraño y desconocido en ellos, percibe en sus frentes la señal de la divinidad y los reconoce como superiores. Las grandes luchas de la humanidad nos muestran este conflicto entre el oscurantismo animal y la luz divina. El homo sapiens se debate entre dos sentimientos contradictorios con respecto a los extraterrestres: odio y amor. Generalmente los crucifica en vida para adorarlos después de muertos, con la misma insania del loco que ultima a su benefactor. Estos HOMBRES han luchado y luchan tenazmente por elevar el nivel humano, mientras que la bestia sedienta de sangre busca constantemente una víctima propiciatoria para saciar su furor y se ceba en un Jacobo de Molay, un Cristo, un Gandi o un Kennedy.

La Orden Rosacruz inicia a cualquier ciudadano de alta calidad moral y auténtico espíritu de superación EN EL GRAN MISTERIO DE LA TRANSFORMACIÓN DEL ANIMAL HUMANIZADO EN HOMBRE.

Su labor es secreta, ya que debe evitar el ataque de la bestia disfrazada de hombre.

Muy pocos se dan cuenta del verdadero objetivo de la vida, de lo que realmente vale la pena, y qué es conocerse y encontrarse a sí mismo para poder un día contemplarse cara a cara y decir: “éste soy yo”.

El ser humano busca la verdad a través de complicadas teorías, y se empapa de toneladas y toneladas de conocimientos, con lo cual logra solamente cubrirse de un barniz de cultura y educación, permaneciendo dentro de su alma tan animal como el hombre de las cavernas. No se da cuenta de que el único lugar donde puede encontrarlo todo es en el interior de sí mismo. Ignora que las, verdades y los secretos más grandes de la vida se encuentran en las cosas más sencillas, jamás en lo complicado, tortuoso y refinado. No se da cuenta de que hay más ciencia, más humanidad, verdad y belleza en una sola lágrima humana que en todas las Universidades del mundo.

Solamente el que se conoce a sí mismo puede llegar a un gradual distanciamiento del animal.

La ciencia rosacruz se ha conocido en su vulgar, fragmentaria y mínima expresión con el nombre de Ocultismo.

Los que sonríen escépticamente ante la palabra Ocultismo, ignoran que solamente ha trascendido al vulgo una pequeña parte de su aspecto exotérico. El verdadero conocimiento se encuentra en su lado esotérico, que jamás se ha develado al mundo, y al cual sólo se tiene acceso a través de la real iniciación rosacruz.

Este libro puede ser para muchos la puerta de entrada a una nueva vida, infinitamente más elevada y más humana.

Evangelio de San Mateo capítulo 7, números 13 y 14:

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a perdición, y muchos son los que entran por ella.”

“Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”

JOHN BAINES

PARTE PRIMERA

¿QUÉ ES EL OCULTISMO?
En los últimos años el avance de la ciencia y de la técnica ha sido fabuloso. Nuevos y revolucionarios conceptos han surgido en todos los campos de la actividad humana. Hoy día se sabe más que nunca sobre física, química, cirugía, enfermedades, etc. No está lejano el momento en que el ser humano se traslade físicamente a otros planetas.

Y sin embargo, en el individuo mismo nada ha cambiado. Su cerebro funciona igual que dos mil años antes de Cristo, sus temores, oDios, pasiones e inquietudes son las mismas. La conquista del mundo exterior ha sido fructífera, pero la conquista del mundo interno ha sido nula. Se sabe mucho sobre los secretos de la materia y la energía, pero nada sobre la mente ni sobre la fuerza que mantiene la vida. Muy pocos pueden decir con certeza: “yo me conozco a mí mismo”.

Sin embargo, esto no parece preocupar mucho a la gran masa humana ensoberbecida ante el aparente poder del hombre sobre la Naturaleza.

Solamente la enfermedad, la desgracia y la muerte vienen ocasionalmente a enseñarle humildad, y el hombre que en medio de su soberbia se cree amo y señor del Universo agacha la cabeza tan abrumado e impotente como el hombre primitivo ante la furia de los elementos.

Solamente en esos momentos medita en la vida y se interroga a sí mismo: “¿Qué es la vida?”, “¿Por qué Dios es tan injusto?”, “¿Quién soy yo?”, “¿De dónde vengo?”, “¿A dónde voy?”, “¿Por qué todos tenemos que morir?”, “¿Acaso no existe la felicidad?”.

Algunos, demasiado materialistas, o demasiado perezosos para pensar, se conforman atribuyendo todo a la casualidad.

Las religiones tratan por todos los meDios posibles de brindar consuelo a través de diferentes dogmas a los cuales se les atribuye origen divino. Sin embargo, las leyes científicas son implacablemente lógicas y poderosas, resultando difícil conciliarlas con dogmas religiosos que apelan solamente a la fe.

Íntimamente el individuo vive desorientado y atemorizado ante el mañana. A fin de paliar el desconcierto y la angustia que le produce la visión de un mundo aparentemente caótico, injusto y sujeto a la causalidad, se rodea de progresos materiales, lujos y diversiones. A través de la vida social, las fiestas y las amistades procura olvidar su vacío espiritual y cerrar sus ojos ante el terrible espectáculo de la vida.

En medio de este caos existe una Sociedad Secreta que mantiene desde hace mil años, en toda su pureza original, una ciencia que permite al individuo el acceso a un nuevo y más elevado estado de conciencia, en el cual logra conocerse a sí mismo, conocer el misterio de la vida y la verdad, y actualizar sus capacidades mentales latentes. Esta sociedad secreta es la ORDEN ROSACRUZ HERMÉTICA. Esta fraternidad conserva en sus archivos ocultos una ciencia que proviene de la más remota antigüedad y que fue comunicada a los seres humanos por visitantes extraterrestres. Esta ciencia es el Ocultismo, cuyas verdaderas enseñanzas se mantienen secretas, habiendo trascendido al vulgo solamente interpretaciones personales de individuos que han llegado a vislumbrar una pequeña parte del secreto. Estos conocimientos se han mantenido ocultos debido a que solamente pueden tener acceso a ellos las personas que estén dispuestas seriamente a entregarse de lleno a este estudio, y que tengan cierto grado de evolución espiritual. Sucede con esto exactamente lo mismo que con la ley que reserva ciertos derechos sólo para los mayores de 21 años.

Existe el equivocado concepto de que el ser humano es un organismo inteligente plena y totalmente logrado. Sin embargo, está solamente en el umbral de su desarrollo mental. En todos los tiempos han existido hombres que han logrado un desarrollo más completo que los demás, iluminados e inspirados por la ciencia rosacruz, que en otros tiempos tuvo su centro de acción en Egipto, siendo allí su iniciador Hermes Trismegisto.

Algunos de estos hombres se han llamado Pitágoras, Sócrates, Platón, Jesús, Orfeo, Dante, Descartes, Franklin, Edison, Newton, Bacon, y un sinnúmero de otros que han integrado una verdadera aristocracia del espíritu, infinitamente más importante que la aristocracia social o financiera.

Los rosacruces aparecen y desaparecen en forma alternativa en la historia de la humanidad, de acuerdo con ciertos ciclos prefijados. Se hicieron especialmente conocidos entre los siglos quince a diez y siete, ganando fama de magos, sabios y alquimistas, desapareciendo poco después para laborar en secreto por el bienestar de la humanidad, manteniendo solamente algunas avanzadas que brindan íntegramente la ciencia rosacruz a aquéllos cuyo estado de conciencia los hace acreedores a ser instruidos.

Desafortunadamente algunos individuos que sólo han tenido un efímero contacto con un auténtico rosacruz han fundado instituciones con fines puramente comerciales a las cuales han titulado Rosacruces. Estos usurpadores han pretendido probar su legitimidad con legajos de documentos en los cuales se les reconocería supuestamente como “los únicos y verdaderos Rosacruces”. Han olvidado sin embargo, que por tradición, el verdadero rosacruz nunca se da a conocer por documentos, signos ni palabras, sino que por sus conocimientos y acciones, por su manera de ser, por su manera de hablar y de actuar. A pesar de que estas supuestas organizaciones rosacruces no tienen ningún contacto con aquellos auténticos rosacruces del siglo quince han cumplido un papel útil al despertar el interés del vulgo por estos estuDios.

Tal como existe en el campo educacional la enseñanza primaria, secundaria y universitaria, también en estos estuDios existe una progresión comparativamente igual. Solamente en una organización en la cual se inicie al individuo en forma real y no simbólica se encontrará la más elevada enseñanza. “Muchos serán los llamados y pocos los elegidos” cobra aquí especial significado. Muchos han buscado la luz del ocultismo en diversas y disímiles organizaciones, pero muy pocos han encontrado la verdadera institución donde realmente estén la luz y la verdad, ya que solamente el que sea guiado por su propio espíritu podrá encontrarla.

A pesar de la abundancia de centros educacionales, en ninguna parte del mundo, en ningún colegio, en ninguna Universidad se le enseña al individuo a vivir. Son raros los que pueden afirmar con toda propiedad que saben vivir ya que no es la inteligencia ni la cultura ni los títulos los que enseñan al individuo este arte. Paradójicamente hay veces en que los más cultos en apariencia son los más ignorantes, ya que la más terrible ignorancia es la ignorancia de sí mismo, la ignorancia del misterio de la vida, la ignorancia del arcano de Nuestro Padre o Creador a quien llamamos Dios. La ignorancia del misterio de la muerte, la ignorancia del amor, de la bondad, la belleza y la verdadera sabiduría, la ignorancia de la fraternidad y de la unión entre todos los pueblos del mundo.

Vivimos en una época en que a pesar del gran número de cristianos que existen en el mundo se pisotea diariamente la enseñanza de Cristo “amaos los unos a los otros”. Domina la ley del más fuerte y el más brutal egoísmo se ha convertido en escudo y divisa del hombre, cuyo más grande anhelo es ganar mucho dinero para disfrutar del poder que da la riqueza.

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