ENTRE EL GOZO Y LA OFRENDA
La Reconquista espiritual de los pueblos indígenas
(Publicado en Febrero 1997)
ÍNDICE
– Introducción
– La mexicanidad
– Pinceladas de una batalla florida
– El corazón de los mexicanos
– Un puente de Wiricuta entre Europa y Amerrikúa
– Apuntes sobre la fusión de Tradiciones
Introducción
Ansiosos por ubicarnos en una adecuada perspectiva frente a lo Nuevo que está llegando, se nos hace cada vez más urgente y necesario realizar un doble movimiento convergente desde las dos esquinas tradicionales que dan nacimiento a la Conchería: el Cristismo como retorno al espíritu vivo del maestro Jesús y su mensaje de un futuro que ya está aquí; y la Mexicanidad, como expresión directa y aún palpitante de las antiguas enseñanzas y experiencias que nos transmitieron los ancianos Tlatoanis de la sagrada tierra del Anáhuac.
Este es el doble camino que hoy se ofrece ante vuestro ojos, sabiendo que la fusión se realiza en el corazón no dual del Ser que Yo Soy, y que lleva por título general Concheros del Nuevo Milenio. Por un lado ‘El Canto de la Tierra y la Danza de las Estrellas’, sobre el nuevo Cristianismo, el Grial y los Antiguos Misterios… y por otro ‘Entre el gozo y la ofrenda’, sobre la Mexicayotl eterna, la unidad de Tradiciones y la Virgen de Guadalupe. La idea directriz es que estas publicaciones sigan evolucionando con vuestra ayuda, cada una por su lado, para ofrecernos una amplia gama de orientaciones y puntos de vista que nos permitan profundizar en nuestro trabajo cotidiano como danzantes y guerreros del espíritu, servidores y defensores de la Luz del Christos.
Ciertamente que las reflexiones personales y los resúmenes de ciertas obras que os iremos ofreciendo no sustituyen las lecturas directas de los libros en cuestión, cosa que os recomendamos especialmente (Velasco Piña, Marte Trejo, Arturo Meza, Grupos Mexicas, etc.). Así mismo debe quedar muy claro que este trabajo se refiere exclusivamente a los danzantes y compadres hispanekas, cuyo destino como pueblo (y por tanto como grupo espiritual) difiere sensiblemente del papel que está viviendo y vivirá nuestra amada Tenochtitlán y la generalidad de los pueblos de México. Por tanto, y sin que sea necesario establecer un ‘secretismo’, fuera de tiempo y ajeno a la transparencia de nuestros días, hay que comprender que estas reflexiones y puntos de vista no se adecúan ni critican en forma alguna la situación de la Tradición Conchera en su origen mexicano, sino que forman parte de nuestro derecho incontrovertible a la libre adecuación hispana (cumpliendo los principios tradicionales que nos han sido transmitidos de manera precisa y sistemática por nuestra jefa Nanita, y cuya enseñanza ha corroborado el jefe Ernesto en diferentes ocasiones).
De manera que se nos hace de nuevo imprescindible recordar el Círculo de más de doscientos guerreros hispanekas y una docena de concheros mexicanos que, dirigido por la Jefa Nanita, se formó en una de las últimas etapas del Camino de Santiago 92, (en ausencia del capitán Jesús León de Insignias Aztecas que se unió al círculo la noche del día 23 en la Plaza del Obradoiro, Santiago de Compostela), y que contaba entre sus filas a varios Capitanes o Palabras de la Tradición: Salvador Zarza, Toltekayotzin, la comadre Vicky, el compadre Chango, el compadre Hugo…, además del sargento Leo, Xabier Carasusan, que después sería capitán 2º de nuestra Mesa, etc.
Todos ellos, junto a nosotros, fueron testigos de la afirmación tajante de nuestra amada Nanita (ante mi personal requerimiento de que no aceptaría el cargo a no ser que se tuviera en cuenta el diferente futuro interno que esperaba a Hispania, respecto al que parecía propio de su propio país México) de que me otorgaba total libertad de acción en lo que se refiere a las decisiones propias del desarrollo de la Mesa Conchera Hispana, siguiendo mi buen criterio y sabiendo que siempre me atendría de la manera más adecuada a la enseñanza conchera que los jefes del Linaje invisible nos habían transmitido con gran precisión, pudiendo pedir consejo siempre que lo necesitara a mi hermano el capitán Jesús León.
Aún le insistí en que de mejor grado apoyaría con gusto otra elección que no fuera la mía, negándose a ello con lágrimas en los ojos, y afirmando que mi desconocimiento actual de la Tradición era sólo transitorio y sin importancia pues los Jefes invisibles así lo afirmaban sin género de dudas. Más tarde tuvo unas palabras a solas con un servidor en las que, de acuerdo con el mandato interno que me fue comunicado, acepté de una vez y para siempre el compromiso pendiente, asegurando la expansión y supervivencia del Linaje invisible en tierras hispanas y europeas. Linaje que a su vez llegó a un acuerdo de colaboración y ayuda energética y espiritual conmigo, y nuestra Mesa, y que hasta la fecha, y más aún desde la liberación de Nanita, ha cumplido satisfactoriamente a rajatabla sin género de dudas. Como todos sabéis, en la madrugada del 25 de Julio del 92 quedó fundada, en la Velación del Monte do Goio, la Mesa Conchera del Señor Santiago.
Sólo me queda pediros que a partir de este momento seleccionéis todos los trabajos que os parezcan adecuados para continuar con esta doble saga que comienza en el I Consejo Conchero 97, escribiendo los artículos y reflexiones que consideréis oportunas y poniéndoos en contacto con las Palabras regionales que coordinarán las siguientes publicaciones. Confío en que también podamos resumir los coloquios y comentarios de grupo que se vayan planteando a lo largo del Consejo y, más tarde, en los círculos de danza regionales. Que estas reflexiones sobre la antigua manera mexicana de concebir la vida nos ayuden a profundizar en nuestra propia singladura interna.
La mexicanidad. Mexhicayotl.
“Cada vez veo más a los danzantes como guardianes
encargados de velar por la Luz del Templo,
siempre reconocidos por su entrega, su disciplina,
y por la ciencia y la belleza que rodea siempre a todo cuanto realizan”
“Ánimas Conquistadoras de los Cuatro Vientos
sabe Dios donde andarán,
todos roguemos por ellas”
Con el permiso de Tonacatecuhtli, nuestro padre Sol.
Con el permiso de Tonacacihuatl, nuestra Madre Tierra.
Con el permiso de los Guías y de la Jefa Nanita.
Mexhikayotl es parte de un Conocimiento que practicaban los antiguos mexicanos y significa Universalidad. Así pues es también parte de una sabiduría, de una forma de vivir, de pensar y de sentir que con el paso de los años se plasmó en una Tradición que ha llegado hasta hoy intacta en su esencia, renovada en sus formas, siempre invitándonos y enseñándonos (entre otras cosas y sobre todo) a ser, a vivir y convivir en la Armonía del Uno que está en todo y todas las cosas.
Esta tradición ancestral del mundo nahuatl ha sabido conservar viva la llama del Fuego Sagrado y las antiguas costumbres que legaron los sabios para su mantenimiento y renovación (al igual que todos los grandes pueblos del norte y sur del continente americano desde el mundo atlante) gracias a la entrega, esfuerzo y sacrificio de muchos guerreros, hombres y mujeres de bien, auténticos mexicanos que ofrendaron sus vidas con conocimiento, en amor a los suyos, a su pueblo, a su tribu, al cielo, a la tierra, el sol, la luna y las estrellas.
Abarca tanto el conocimiento de lo que está ‘arriba y abajo’ como de lo que está ‘cerca y junto’ (Tloke-nahuake) y varios rangos de disciplinas y actividades que van desde la agricultura y el arte a la astronomía, la astrología, la medicina, la filosofía y todas las áreas de la vida en general. Todo ello en consonancia y tomando como modelo y gran maestra a la naturaleza, que con su ritmo y su palpitar gobierna y ordena la vida de acuerdo a sus propios ciclos, expresados a través de Tonantzin nuestra Madre Tierra, de la que somos hijos y herederos.
Una de las formas más antiguas y poderosas que todos los pueblos han practicado para revivir sus esencias y enseñar y transmitir su sabiduría, conocimientos, y la ‘correcta manera de vivir’ es la danza ritual, una de las disciplinas más completas, profundas y bellas de Mexhicayotl, una inseparable vertiente de la gran sabiduría antigua.
A su vez ha llegado hasta nosotros, adaptada en algunas de sus formas a la tradición cristiana, la Danza Conchera, cuyos ritos y costumbres han salvaguardado a través del tiempo lo esencial de la Gran Tradición Americana basada en el encuentro con la Armonía de todo y todas las cosas con el ‘cerca-junto’.
Cuando hablamos de la Danza y de la Mexhikayotl tratamos siempre de hacerlo con humildad y respeto, pues sólo así podemos proyectarnos y ubicarnos adecuadamente ante la tremenda fuerza y poder emanados del ceremonial mágico. También la ciencia y las profundas enseñanzas que subyacen a la práctica deben ir siempre acompañadas de una actitud de arte, belleza y armonía. Sólo así es posible completar las Cuatro Esquinas de la Gran Cruz en movimiento: Nahui Ollin, cuatro rumbos-puntos magnéticos, cuatro estadios de la conciencia que el danzante debe recorrer y atravesar: agua, fuego, aire y tierra. cada elemento un rumbo, un templo-santuario, un punto de ofrenda y peregrinación.
Para el camino unas pocas armas simples pero eficaces: la voluntad inflexible, el amor incondicional y un constante equilibrio interno para poder escuchar la voz de la sabiduría.
Antiguamente los ciclos social-productivo y mágico-religioso se hallaban imbricados, unidos, y la danza, como instrumento de sincronización y armonización con los ciclos naturales y vitales, siempre ha estado, está y probablemente estará presente en la vida de los hijos-hijas herederos de la madre Tierra.
Aunque hoy en día la espiral de los tiempos nos ha apartado en gran medida del ritmo y los ciclos marcados por el Tonalamatl (Gran Libro de los días y los destinos) que comprende un periodo de 260 días dividido en veinte grupos de trece días cada uno, su ciclo interno, subjetivo, espiritual, permanece vigente en nosotros porque en realidad es permanente y atemporal. Sin embargo el nuevo esfuerzo de sincronización está en marcha y así como el paso zenital de las Pléyades por el meridiano de Méxhico-Tenochtitlan cada cincuenta y dos años marca el término de un ciclo y el comienzo de otro, siempre sucederá que mientras un solo danzante sobreviva, la Fiesta del Fuego Nuevo prevalecerá como símbolo de renovación humana y espiritual.
Para cuando llegue el momento el danzante se prepara precisa, minuciosamente, sin dejar un sólo detalle al azar. Se atavía con todos los elementos ceremoniales que con el tiempo ha ido aprendiendo a identificar y comprender adecuadamente, desde los puntos en las articulaciones de su cuerpo hasta la manera de usar sus plumas (ihuitl), sus cascabeles (ayoyotes), su sonaja (ayakaztli)…
Cuando ejecuta su danza lo hace con totalidad, con el cuerpo y el espíritu, convirtiéndose en ‘Mitotoani’, canal, mensajero. Cada danza tiene un espíritu propio, como Tonatiuh (la danza del Sol), Ehekatl (la del Viento) o Tonantzin (de la Madre Tierra). Evocar e invocar al espíritu en la danza significa abrirnos al sonido, al movimiento, a las enseñanzas y la sabiduría de nuestros antepasados.
Pero solamente poco a poco, ‘con grande amor y con gran paciencia’ como dice uno de los cánticos concheros (alabanzas), tras innumerables esfuerzos y pruebas, la danza nos va revelando sus maravillas y secretos, sus significados, su mensaje.
Nanita siempre bailaba la Danza del Sol y, pese a sus casi 90 años, nos mostraba que lo esencial de la danza es su espíritu, que ella nos transmitía con la fuerza de un Sol que todo lo traspasa. Todavía hoy al bailar esta danza todos nos acordamos de ella, como si estuviera entre nosotros como siempre, en medio del círculo. Humilde, sencilla, firme, serena.
Una gran ceremonia de danza viene siempre precedida de una gran ceremonia de velación, en la que, a lo largo de una noche en vela, por medio de cánticos, ‘entre músicas y flores’ como dice otra de las alabanzas, se invoca el espíritu de las almas liberadas de los cuatro rumbos y de los antepasados sabios, para revivir la comunión espiritual que limpia, revivifica y renueva.
Las velaciones son una verdadera fiesta en la que la tribu, o gentes de diferentes grupos de la Danza, celebran esta antiquísima ‘costumbre’ de todos los pueblos indígenas. Se ofrendan luces y flores mediante determinadas formas rituales acompañándose con cantos y rezos. ‘Dar las Mañanitas’ significa saludar la Luz del Amanecer y revivir la victoria en la batalla de la Luz sobre la oscuridad.
El camino de la danza no es un camino para el beneficio personal, ni para volverse más fuertes o superiores. Es una ofrenda, un sacrificio, una manera de vivir que nace desde dentro del ser, un camino con corazón, lleno de rosas y de espinas, pleno de sabiduría y marcado por una gran disciplina.
Dentro de la Mexhikayotl el grado de Quetzalcoatl es el más alto rango, la más alta distinción que significa la síntesis de la Inteligencia, el Amor y la Voluntad: Huichilopoztli-Quetzalcoatl-Tezcatlipoca. En la correcta armonización de los tres niveles radica la clave de paso que abrirá las puertas del progreso. Vida-muerte, Luz-Oscuridad, constituyen las dos caras de la dualidad permanente que ha de encarar el guerrero danzante. El reconocimiento de la Luz y de las fuerzas de la victoria, frente a la experiencia de la sombra y del dolor, la Sabiduría de Quetzalcoatl como ser total que abarca la síntesis de los dos principios.
La inteligencia y la sabiduría de la danza se van revelando poco a poco, batalla tras batalla, pluma tras pluma, y sólo llega tras toda una vida de entrega, sacrificio y servicio. La paz mental, el claro discernimiento, la tranquilidad y la humildad ayudan al danzante a ser un digno aspirante para recorrer el camino del conocimiento. Un grado de equilibrio dentro y fuera de ella, en su vida personal y en la vida de la tribu es necesario.
Cultivar un sentido de autocontrol, de voluntad y de disciplina son también parte esencial del camino. El danzante vive entregado a una misión, es (entre otras cosas) un místico que aspira a recorrer la senda del Sol, a cuidar su fuego, recibir su Luz y sentir su calor. Es un depositario de la Tradición, y tal vez un día será su ‘guardián’: hombre-mujer, guerrero comprometido a dar lo mejor de sí mismo como ofrenda a esta herencia sagrada , a su tribu, a su pueblo.
Es necesario aspirar a superarse cada día, a vencer la pereza, la inercia. Para muchos éste es el paso más difícil de dar pues implica un total abandono de las motivaciones personales y en muchas ocasiones una gran dosis de esfuerzo y sacrificio.
Una firme aspiración, el intento inquebrantable y una cierta sobriedad, ayudan a mantener el cuerpo siempre listo para la batalla.
Finalmente, a medida que el danzante va recorriendo rutas y caminos, se encuentra con que todo su propósito está basado en un profundo amor a la Tierra y a todos los seres que la habitan. Si no siente este amor significa que todavía no está preparado para ser un danzante o que el camino es otro. Además las pruebas pueden llegar a ser terribles para los que se aventuran en este camino sin el debido respeto, sin la necesaria humildad, sin una adecuada disposición del corazón.
Fe, devoción y servicio desinteresado son las avenidas principales que conducen al ‘recto sendero’ para comprender la esencia de la Danza, que es ante todo una ofrenda a Dios y al espíritu de nuestros antepasados, las Ánimas Conquistadoras de los Cuatro Vientos, que alcanzaron la Luz, tal y como lo nosotros lo haremos algún día.
Como en todas las Tradiciones, la experiencia y la sabiduría de las antiguas costumbres queda en manos de los ancianos y ancianas de la tribu. Los ‘tatas’, guías mayores de la Tradición, constituyen un ejemplo vivo de las enseñanzas mediante su bondad, su dedicación y su entrega. Faustino Rodríguez (‘de los volcanes el guardián’ como reza la alabanza), Guadalupe Jiménez Sanabria: ‘Nanita’ (realizando su última danza en diciembre del añoo 93 a sus 89 años, poco antes de su partida en el Tepeyac), Ernesto Ortiz (con 96 todavía entre nosotros) son ejemplos de vidas plenas dedicadas a la fe, a la sencillez, al servicio. Toribio Jiménez, Esteban Puebla, Manuel Luna y tantos otros.
Mucha gente no entiende el hecho de que la Danza, siendo un legado con antiguas y profundas raíces prehispánicas, utilice las fórmulas cristianas en sus ceremonias y rituales. Ello es comprensible por el hecho de que generalmente se ignora el ‘proceso’ que tuvo lugar en México y en general en toda América, después de la ‘conquista’.
Ese proceso, que prácticamente borró del mapa a todo un pueblo, a toda una cultura, y que inevitablemente tuvo que ocurrir para completar un ciclo karmático, no impidió que, gracias a los guardianes de la Tradición, la esencia del antiguo conocimiento quedara a salvo, eso sí, a costa del sacrificio (que nunca alcanzaremos a imaginar) de los seres de luz que tuvieron que encender sus conciencias a un grado nunca antes conocido para salvaguardar en ‘secreto’ la llama sagrada del espíritu de los antepasados.
Gracias a ello, bajo el estandarte del Señor Santiago, Correo de los Cuatro Vientos, y el manto de la Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, se conservan las prácticas, la fe y las creencias de un pueblo y una raza, la mexhica, que hunde sus raíces en la noche de los tiempos.
La Mexhikayotl como Tradición Sagrada trasciende los símbolos concretos externos y reconoce la unidad esencial entre todos los reinos de la naturaleza, entre ellos el reino humano, por encima de costumbres, razas y continentes.
Ser un digno portador de la tradición, los símbolos y la palabra Mexhikayotl implica un compromiso profundo con uno mismo, con los demás, con la tierra, el cielo, y el Universo.
Se necesita comprender que no es un camino personal, sino de servicio, de entrega: ‘en el dar está el recibir’. El danzante es pleno y total en su ofrenda, en su ‘dar’. Pero ese dar tiene que ser continuo. Las enseñanzas de la jefa fueron místicas y guerreras a la vez, dulces, pero también duras y severas. La tradición ‘guerrera’ del ‘Justo Combate’ remarca los tres aspectos del ser en el Uno Ometeotl.
Cuando los danzantes dicen ‘Él es Dios’ (In Teotl) y se besan las manos, están mostrando que son guerreros consagrados a la vida impersonal y desde ese momento se expresan desde su centro, con fuerza, con dignidad, con humildad.
El correcto uso de la palabra es una de las facetas más importantes de las enseñanzas (si no la que más). La palabra es creación, es vida, y siempre en todo momento y lugar ha de ser justa, sincera, porque es sagrada. El danzante se expresa con claridad, usando siempre su cabeza, manifestando siempre su corazón.
Cuando nos ponemos los huaraches es para acariciar la Tierra, cuando nos ponemos la banda en la frente es para trabajar, para actuar y como símbolo de protección y respeto. Cuando nos ponemos las plumas es para volar.
Para todo ser humano una de las fases más transcendentales del vuelo místico es atravesar el Valle de la Muerte, el Mictlán, para llegar al Omeyoakan y renacer de nuevo, pero ya limpios, en libertad.
Micuixtli, la Muerte, siempre nos recuerda lo que somos, seres espirituales irradiando Luz, y cuando toca a nuestra puerta es hora de partir. Hoy a mi, mañana a ti. Para eso ‘levantamos la Cruz’: ayudamos a recoger la ‘sombra’ mediante un bello ceremonial encaminado a facilitar, tanto al alma del difunto como a sus familiares, un tránsito post-mortem en armonía, equilibrio y paz. Constituye un servicio bello, profundo, humano. Como en toda ceremonia, se ofrendan copal, flores, velas, se canta, se reza. Al final casi se convierte en fiesta.
Se lleva a cabo a los nueve días del fallecimiento y se trata de dejar el camino limpio y despejado en el ‘más allá’. Somos seres de Luz, sí, pero cuando encaramos la muerte ésta nos obliga a ‘soltar’, limpiar, a procesar miedos, apegos, cualquier cosa dentro del mundo material, emocional, mental. Sólo así es posible volar ligeros, desprendidos, caminar libres.
El sacrificio y la ofrenda de la raza roja han sido tales que los misterios relacionados con la muerte y el desapego forman parte casi de su vida cotidiana. Por eso cuando un mexhica se eleva en su danza, lleva en sus plumas el orgullo de un pueblo y al mismo tiempo la ligereza de quien no posee nada.
El mundo moderno con su materialismo oculta la muerte y ésta, enojada, se muestra impasible y certera, invitándonos a cruzar, a dar el salto, a elevar la vibración y abandonar todo lo denso. El miedo a volar es similar al que siente el pajarillo cuando le toca su hora antes de abandonar el nido. Para alcanzar ligereza y desplegar las alas del espíritu, para llegar a ser verdaderos danzantes tenemos que llevar lo menos posible encima.
Los cambios que están sobreviniendo van a exigirnos un fuerte proceso de alineamiento, limpieza emocional, aclarar la mente, purificaciones físicas.
De pronto se puede perder el interés por las rutinas diarias, el interés por nuestros trabajos mundanos o en la vida social. El mundo no ofrece soluciones gratis, hay que ponerse a trabajar y se tiene que hacer en grupo, en tribu, en beneficio de familias y comunidades. Para mantener vivos los vórtices de entrada a las energías grupales, de los meridianos y los puntos de poder, los danzantes y grupos afines deben recorrer las rutas sagradas en la forma que enseña la tradición: con limpieza, con respeto, ofrendándose con devoción, con alegría.
Vamos con fe a nuestros santuarios y a donde nos invitan, sin pedir nada a cambio. Vamos danzando, vamos cantando, vamos rezando, limpiando, transmutando, purificándonos y purificando nuestro entorno. A ‘paso de camino’ serpenteando con el sonido de los cascabeles y el de las caracolas saludando a los cuatro vientos. Con el ritmo del huehuetl y el corazón de la Tierra. No hay posibilidad de volverse atrás, las Tribus del Sol ya están en marcha, las del norte, las del sur, las del oriente y las del poniente.
Desde aquella memorable noche del 25 de Julio del 92 en el Monte del Gozo y la reunión posterior en la Catedral de Santiago, casi sin pausa hemos revoleado nuestros Estandartes, aireado nuestros penachos, sonado nuestras mandolinas, sonajas y ayoyotes por varias partes de Hispania, por los cuatro rumbos, por muchos lugares de México. hemos dado los primeros pasos. Creo que hasta ahora se han dado con respeto, con dignidad.
El mensaje que actualmente se irradia desde el Tepeyac, el Santuario Guadalupano, Virgo-Tierra, Viento del Norte-Tonantzin, es el que siempre ha sido desde que Ella se apareció en sus sagradas colinas: su deseo de que muchos grupos se unan para orar, meditar, sanar y trabajar juntos en métodos prácticos y espirituales para ayudar a anclar el Rayo Femenino para la Tierra y para la Humanidad.
En este nuevo tiempo en que vivimos, que reviste un significado especial para nuestros pueblos y comunidades, así como para todos en general, necesitamos tomar conciencia de nuestro pasado y de lo que significa el tiempo presente. Se ha dicho que el despertar del espíritu indígena se va a dar también en Occidente, en medio del mundo ‘civilizado’. Y eso será inevitable cuando los hombres y mujeres empecemos a ser conscientes del uso del destino y de nuestro libre albedrío para continuar la tarea que desde siempre llevaron nuestros abuelos y abuelas de pelo blanco, los que no vinieron a buscar con voracidad, y que con paso lento pero seguro llegaron al grado de Águilas y Jaguares.
¡In Tlanestia in Tonatiuh! ¡Que vuestro Sol sea brillante
Pinceladas de una batalla florida
1
Si bien Venus-Quetzalcoatl es la Estrella de la Sabiduría (que anuncia el advenimiento del Sol de la Presencia: Christos), para conquistar sus caminos celestes hemos de realizar primero un largo peregrinaje sobre la Tierra. Antes de que la voz interna del Vidente despierte en nuestro interior, hemos de borrar todo el farragoso almacén de nuestra historia personal. Y este trabajo de limpieza equivale a la realización de la experiencia individual del Espejo Humeante de Tezcatlipoca, la disolución de toda memoria del pasado influyendo en cada uno de los pequeños actos de nuestra vida cotidiana. Una penetración en las profundidades oscuras de la personalidad oculta e inconsciente y una recuperación de las antiguas tradiciones de nuestro pueblo, destruídas por una espada de fuego disfrazada de cruz.
Es esta energía de la recapitulación la que nos hace esclavos o libres, nos da fuerza de voluntad o debilidad, nos empuja hacia grandes metas o tan sólo nos permite sobrevivir al borde de la inanición y dominados por los vicios incontrolados. Borrar el pasado y librarlo de toda carga emocional, social y biológica, para que el Ser luminoso -el ‘Otro de Luz’ o ‘Serpiente Emplumada’- alcance la libertad de ver y nos conduzca hacia la cumbre de la montaña de donde nunca más hemos de bajar.
Este espejo de la memoria vive con autonomía en nuestro interior y nos trae los recuerdos con los que nos asociamos a lo largo del tiempo, pero si un día logramos liberar y vaciar esta memoria de las percepciones de los sentidos, entonces Tezcatlipoca se convierte en una puerta hacia otras dimensiones y en un ‘Espejo del tiempo contrario’ que nos muestra las posibilidades intergalácticas del futuro.
Y no olvidemos a Xolotl, su hermano gemelo, verdadera esencia del astro Sol. Pues si Quetzalcoatl-tonal intenta realizar el Reino o Plan de Dios sobre la Tierra a través de sus múltiples pruebas y duras batallas que reflejan el sentido arquetípico de la ‘anunciadora’ Venus, es su Espíritu Xolotl (la fuerza del Nagual) el que puede alcanzar los huesos de los antepasados y convertirse en el verdadero Sol. Jesús por fuera y Cristo por dentro.
El Guerrero Alado o solar es también un Monje y un Sabio, hijo espiritual de Tezcatlipoca el señor de la noche, uno que ha transmutado todos sus venenos en medicina y miel, todas sus escamas en plumas. Alguien que ha elevado la energía de la Madre Universal hasta abrir su corazón al amor, y traspasar la frontera de la nuca para inundar de luz celeste la cabeza. Y el guerrero danza en el sueño como en la vigilia, el Sol brilla dentro de su Ser a la mañana y a la tarde, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad. Ometeotl, la eterna dualidad creativa sobre la Tierra: el día y la noche, lo brillante y lo oscuro, el tonal y el nagual, la parte izquierda y derecha del cuerpo o del cerebro, Quetzalcoatl y Tezcatlipoca. Y nadie puede alcanzar la luz sin pasar serenamente por la oscuridad, nadie puede alcanzar el cielo sin atravesar consciente y amorosamente los desafíos y las profundas cuevas de la tierra.
2
¡Oh mi señor Tatewari,
manifiesta tu Presencia en este fuego sagrado,
ahora que he cumplido con mi obligación para contigo.
Sal al calor y hazme sentir tu caricia y tu palabra oculta.
Déjame ser de los elegidos
para cabalgar por las sendas de otros mundos,
allá en Wiricuta!’
La luz sólo puede alcanzarnos cuando la llamamos desde el corazón. Nunca puede llegar por casualidad, si es que algo así como el azar existiese en el mundo. Hay que pagar el precio de la búsqueda voluntaria y nadie quiere molestarse en ello, porque dejarse llevar por la oscuridad es lo más fácil (trabajo absurdo y destructivo, ansia de acumulación, distracciones abotargantes, familia ajena al amor y a la entrega, ruido y polución, negatividad mental y agresividad…). Cada vez la lucha entre luz y oscuridad es más universal. Y no se trata de un simplificador dualismo mental, sino de la última batalla antes de la desaparición del poder de la mente separativa sobre la nueva Tierra de Luz. Y el señor oscuro se introduce en la medicina científica, en lo que comemos, en la música apabullante, en la droga y los excesos sexuales, en el cine y la televisión cotidianas, en las guerras tecnológicas y tribales, en los fanatismos religiosos, en la industria polucionante, en la violencia del capital financiero, etc.
Estamos en medio de la gran batalla y los próximos ocho años sólo verán un recrudecimiento de la misma y no su desaparición. Entonces tendrás que elegir claramente uno de los dos bandos y poner toda tu vida en el combate activo y la transformación.
El fin del dualismo y de las polaridades viene acompañado por el incremento de las posturas duales y de los enfrentamientos entre extremos. La última separación será la que dividirá a la humanidad en dos partes bien diferenciadas: los que están al servicio de la Luz y los que están al servicio de la mente apegada a la materia y al personalismo. Y no podemos seguir con esos planteamientos seudomísticos del ¿tú todavía estás apegado a la dualidad? Mientras inspire y expulse, mientras haya día y noche, mientras distinga yo y tú, mientras pueda tener salud o enfermedad, etc., hay un componente dual que es imposible evitar, aunque lo esencial sería mantenerse consciente en cada instante (con sol y con luna, tomando o echando el aire, sano o enfermo…) y vivir la realidad tal y como es, como una oportunidad para evolucionar y aprender por medio del momento, sea aparentemente bueno o malo.
3
Hunab Ku, Kan Kin, o la Presencia Divina es el centro del universo, el eje del Sol central, la expresión de las energías del Padre.
Tonantzin, Coatlicue, la Guadalupana, son expresiones de la Madre Cósmica y Terrena, la mediadora de la Trinidad (‘Hija del Padre, Madre del Hijo y divina Esposa del Santo Espíritu’).
Quetzalcoatl es el Hijo de Amor-Sabiduría, el Viento (Ehecatl), con su movimiento sinuoso, que empluma a la serpiente y disemina por el mundo su mensaje de libertad, comunicándolo a todos los corazones para que escojan libremente su futuro entre la luz y la oscuridad.
El Tewantinsuyo o Tierra de los Cuatro Vientos, también llamada Amerrikúa o el Anáhuac eterno, nos ofrece una enseñanza milenaria radicalmente distinta a la de los científicos académicos que hoy tan estoicamente sufrimos. La evolución no es progresiva sino que avanza en círculos de espiral, retornando siempre a los mismos desafíos eternos, esperando el momento de que, como raza, encontremos mejores respuestas a las que se hallaron en ciclos anteriores. Así que todo vuelve una y otra vez al mismo lugar, y los mismos desafíos que destruyeron la vida en otros planetas de nuestro sistema solar hace millones de años vuelven de nuevo a presentarse ante nosotros (polución, energía atómica, violencia y destrucción, drogas degenerativas, manipulación genética, guerra química, explotación, hambre, supertecnología abusiva, depredación de los recursos naturales, superpoblación…). Es el Ourobouros, la serpiente que se muerde la cola, el Tonalpohualli azteca o el Tzolkin maya, el tiempo cíclico de Gurdjieff, un periodo de cincuenta y dos años (4×13) que parece reproducir (en múltiplos centenarios) los ciclos evolutivos de todo proceso (y posible progreso) humano.
Cada danzante crea, con sus pasos de danza, una tela de araña que atrapa a las dos hermanas: Conciencia y Energía, y así colabora con la Gran Tejedora que hila nuestras vidas sobre el Telar celeste. Invoca a los Cuatro Poderíos del Mundo para que tomen cuerpo en el Círculo sagrado y les pide permiso para comenzar su ofrenda. Así va reuniendo su lado derecho con el izquierdo, hasta disolver toda dualidad y manifestarse como la unidad del instante sin tiempo y por tanto sin mente. Es Ometeotl, el Uno que ha integrado el cambio continuo de sus dos lados complementarios y siempre interrelacionados. Delante y detrás, derecha e izquierda, arriba y abajo, el danzante une lo masculino y lo femenino, el cielo con la tierra, la acción con la relajación, el futuro con el pasado… manteniéndose siempre presente en el instante vivo del Corazón llameante del guerrero arcoiris.
Se trata de dispersar la energía femenina emergente por todos los lugares sagrados de nuestra tierra a través de la danza, para acabar con la discriminación del patriarcado ya decadente y conseguir una igualdad operativa y armoniosa entre hombres y mujeres, entre el cerebro derecho y el izquierdo, entre la mente y el corazón amoroso, entre la magia y la razón. El movimiento integra nuestro ser con el cosmos, retornando al tiempo en que fuimos unidad, danza sagrada de nuestros abuelos siguiendo el ritmo del amanecer, siguiendo el paso de Tonahtiu que asciende… Cada uno danzando como una llama ardiente que calcina sus propios problemas, como una avanzadilla de los que han ofrecido su vida para purificar al monstruo de mil cabezas llamado civilización, como una espiral que gira en círculos cada vez más amplios invocando los poderes del fuego y del agua, del viento y la tierra.
La Danza sagrada no se convoca en cualquier lugar (su objetivo esencial es el de ligarnos con el universo de la cruz: arriba, abajo y las cuatro direcciones horizontales), y en todo su desarrollo las esferas cósmicas giran alrededor del centro galáctico. Es un ritual de ofrecimiento en el que limpiamos nuestros cuerpos energéticos, expresamos los profundos sentimientos corporales del físico (en comunicación directa con el espíritu y la mente), y despertamos las zonas prohibidas del cerebro atrofiadas de modernidad y especialización. El huehuetl o el teponaztle, los ayoyotes y las sonajas, marcan su ritmo poderoso y sostenido, hasta crear como una cierta hipnosis de grupo, capaz de conducir a estados alterados de conciencia y de poner en marcha procesos de actualización del inconsciente que están fuera de la comprensión racional.
A un lado y a otro, dando vueltas en ambas direcciones. Dentro y fuera, arriba y abajo, izquierda y derecha, el círculo de danza se mueve al unísono y sin descanso. El 12:60 ha dejado el paso al 13:20, el tiempo mundano al ritmo lento y concienzudo de las ceremonias sagradas, la muerte al no-tiempo. No sólo es importante lo que se hace, las antiguas Formas de contacto con lo invisible (copal, cirios, flores, canto, danzas…), sino sobre todo cómo se hace, el estado interno del oficiante y aún del partícipe. El observador avezado parece encontrarse por primera vez cara a cara con un verdadero no-hacer, en el que priman la conciencia y energía del grupo sobre los pasos concretos de la dancita; el ‘prenderse’ del momento sin tiempo sobre las virguerías de los bailes guerreros; la disponibilidad, atención y la alegría compartida sobre la precisión de los procesos sacerdotales y ceremoniales, en los que paradójicamente los ancianos y Guías de la Tradición hacen especial hincapié. ‘El verdadero conchero acude a la Virgen para rezar humildemente, para dejar caer unas lágrimas al entrar en el templo y sentirse unido a todo, para entregar su corazón en las alabanzas, para recuperar la pureza de la infancia mientras se purifica rezando, para manifestar en grupo la armonía de la creación y la fraternidad de los Hijos de Dios’.
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Toda enfermedad es fruto de una desarmonía en el libre flujo de las energías, que a su vez están bloqueadas por barreras emocionales del pasado que actúan desde el subconsciente alterando cualquier relación ordinaria con el entorno y las gentes que nos rodean. Primero se crean agujeros en el aura, verdaderas ‘vías de agua’ que despilfarran la energía vital allá por donde vamos, luchando contra el entorno natural con nuestras ‘leyes mentales’ y sin saber el nombre de nuestro dragón interno: miedos, vicios, depresiones, pobreza, descontrol emocional, excesos sexuales, drogas, trabajo absurdo, autocastigo, un falso orgullo personal, ansia de posesiones, tensiones musculares, fantasías e ideales descontrolados, etc. Más tarde las vísceras, los órganos y el sistema inmunológico resultan destruídos, creando las condiciones para el cáncer (eso somos, cánceres en la piel, en el agua y en la atmósfera de la Madre Tierra), el infarto (explosión incontrolada y volcánica de nuestras energías emocionales), el sida (desnudos y sin defensas ante el ataque del entorno como si fuera la respuesta de la Tierra a tanta destrucción), etc.
Y cuanto más metidos estamos en la espiral descendente más difícil es la cura y más alto el precio iniciático a pagar. Cuantas más veces hayamos matado químicamente las pequeñas alteraciones o avisos corporales que hasta el momento nos han llegado, más complicada será la manifestación de la salud, porque cada una de esas situaciones ha de recapitularse corporalmente para borrarla definitivamente de nuestro inventario, inscrito en el mental celular.
Los agujeros en el aura expanden energía roja por el mundo, que al unirse a otras fuentes del mismo tipo crean las discusiones y las luchas, hasta el punto que un 90% de las relaciones sociales son caminos para robar la energía al otro, para comportarnos como depredadores de la vitalidad ajena (a través de la imposición, del lamento o del interrogatorio) dejando a un lado la fuente inagotable de energía en la que todos podemos beber, y por medio de la cual regalamos energía a los que nos rodean sin caer en las trampas de la identificación egótica a las palabras, del apego a las emociones, o del rechazo de las sensaciones que son aparentemente desagradables.
Y es aquí donde juegan un papel esencial los Elementos-madre de cada persona, los lugares de poder en donde la integración con la naturaleza resulta casi inmediata, la justa respiración que despierta la fuerza de la Gran Diosa dormida en la base de nuestra columna, el silencio mental y la paz emocional, el trabajo de los cuatro elementos serpentinos, la vía de la recapitulación de los guerreros-jaguar y la de la ensoñación de los guerrreros-águila, las danzas y las caminatas de poder, la alimentación sana, las vigilias nocturnas en soledad, la meditación y la observación del cielo, el relajamiento dirigido, etc.
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El ascenso de Tonatiuh cada mañana, relata Marte Trejo en su magnífica obra sobre las tradiciones del México antiguo, es precedido por la serpiente de luz del amanecer -Xiuhcoatl-, antes de que el magnífico rostro de Huichilopoztli (primer brillo o sol del amanecer, el colibrí antes de transformarse en águila) ciegue por unos momentos nuestra visión con el resplandor y la belleza del día.
Ipalnemohuani es la inmensidad sin límite y sin tiempo que lo inunda todo, la fuerza primigenia de lo increado. Quizás lo más parecido a ese concepto del Dios impersonal sin nombre ni forma, antes de convertirse en Padre-Madre de la creación (Tloquenahuaque: ‘el cerca y el junto’). Es la energía dual que crea el Nahui Ollin, la cruz del movimiento de la mente universal y que, desde el centro del cielo, da nacimiento a las cuatro direcciones, unificadas en la conciencia crística del centro de las galaxias.
Nuestro Sol es hijo de Orión y nuestro origen se encierra en esta nebulosa de misterio (donde también nacieron las Pléyades), con su Can mayor y menor (Sirio y Procyon) y las cuatro estrellas que le rodean (Rigel, Bellatrix, Betelgeuse y Salph). En el 92, el 25 de Julio, día de nuestro Señor Santiago y del Despertar del Corazón de Hispania, comenzaba una nueva cultura galáctica. Habían nacido los Hijos de las Pléyades, porque nuestro nuevo Sol central de la galaxia, el que se manifestará a lo largo del próximo milenio, estará situado en la constelación de las Pléyades, hacia donde somos ahora conducidos por el llamado Cinturón de Fotones.
Las Pléyades han de limpiar el camino de Orión, y para ello los hijos e hijas de Acuario deben dar nuevo sentido a la vida de la humanidad y recuperar la antigua ruta del Espíritu. Han de ayudar a que desciendan los verdaderos Guardianes de la Tierra que son trece, y nos aguardan en los intersticios de las dimensiones del universo, dispuestos para encarnar su presencia en los lugares más activos y poderosos actualmente de la Tierra. Los primeros llegaron en el 87, el 88, el 90, el 92, el 93 y el 95, pero aún no se ha completado su descenso que tiene como límite el eclipse solar del año 99.
En cada Viento o dirección del mundo, que corresponde a los Cuatro Seres Alados (que el cristianismo denomina Arcángeles y el hinduismo Señores del Karma), se toca el caracol y el eco de los vientos responde y da su aprobación para acceder al lugar sagrado. Al final se invoca al Dios sin nombre ni forma, y después al Dios padre-madre, así como a los Símbolos venerados y a las Almas liberadas de los Cuatro Vientos, arrodillándonos en tierra para recitar las oraciones y invocaciones de petición de permiso que dan comienzo a la ceremonia.
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Hoy las mujeres recuperan sus poderes mágicos para participar activamente, en igualdad de condiciones con el hombre, en la nueva Civilización Andrógina que nacerá con dolor en los primeros años del Tercer Milenio. Ésa será la verdadera unidad de Ometeotl, y nunca el retorno peligroso y relativamente facilón al fanático matriarcado de las ideas rígidas, supersticiones y prejuicios de lejanos tiempos de oscuridad. Cualquier distinción entre seres humanos que lleven a una más o menos sofisticada discriminación, con la creación de grupos cerrados y círculos de ‘elegidos’, es una ofensa al espíritu humano y a su total libertad para escoger el camino de luz u oscuridad al que va a dedicar sus esfuerzos en los próximos diez mil años.
Luz significa entrega, disolución, borrado de memoria emocional, aceptar cualquier situación que se nos presente como una oportunidad de servicio, obediencia a la ley cósmica, amor incondicional y confianza en las presencias invisibles del cielo y de la tierra, y sobre todo en la profunda sabiduría del Plan Crístico. Oscuridad significa miedo, precaución, desconfianza, valorar el pasado, distinguir bien entre lo que me gusta y me disgusta, buscar la propia satisfacción por encima de todo, aferrarse a las cosas y a las gentes, valorar la mente personalista por encima del silencio impersonal, y las emociones de atracción-repulsión por encima del sentimiento desinteresado.
Por si fuera poco son las mujeres quienes deben unificar las dos polaridades de Ometeotl, equilibrando de nuevo las enseñanzas de los templos masculinos (Chichén Itzá, Kabah…) con la de los templos femeninos (Uxmal, Monte Albán…). Los sucesos astrológicos del año 94 con las progresivas conjunciones de Urano y Neptuno (por primera vez en la historia conocida), dieron paso a esta posibilidad que habíamos estado esperando durante tanto tiempo y que había sido preparada con antelación en Centroamérica a través de la apertura de las pirámides mayas (respetando en cada uno la esencia del trabajo que habrá de realizar en el próximo futuro), que ha sido realizada durante los últimos siete años. Marte Trejo sigue añadiendo que las pirámides femeninas brillaban con color violeta y las masculinas con color dorado, mientras que el aura de todas era de arcoiris, gama que representa el legado de nuestro futuro.
Por todas partes nacen las nuevas Semillas de Estrellas; en todos los rincones del mundo se implanta el nuevo código genético que llamamos GNA (acompañado de microórganos sutiles que muy pronto sustituirán a los órganos ‘físicos’ del cuerpo); en todos los pueblos existen avanzadillas de la conciencia que conectan y canalizan fuerzas estelares y angélicas capaces de iluminar la ruidosa barahúnda del momento presente; muchos son los corazones que se abren a la reciente Infusión Crística que comenzando en el año 87, está llegando a su punto álgido en el período 94-99. Y esto es independiente de los sexos, de las capas sociales, de las razas, de la cultura, de las ideas políticas, de la edad y del lugar de nacimiento. Lo esencial es que estas gentes se mueven en una frecuencia distinta, son conscientes de la necesidad del servicio y del trabajo en red, y saben que o nos salvamos juntos (las gentes de buena voluntad) o ninguno nos salvamos.
Manejan nuevos conceptos capaces de romper las limitaciones del pasado y no proyectan sus problemas en el exterior sino que confían en la fuente viva de la Presencia dentro de sus corazones.
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Ni aún hoy, en que el Puente de Wiricuta se mantiene abierto entre los dos pueblos de Hispania y de México, podemos decir que los mexicanos son de manera pura indígenas o españoles, sino tan solo los portaestandartes de la raza verde (amarillo dorado del Sol y azul de la Tierra), la de los amantes de la ley divina que se expresa en la naturaleza humana y planetaria, y que está compuesta por hijos de todas las razas, naciones y religiones del mundo. Los indígenas y los españoles son el pasado, pero no sólo los indígenas de América, sino nuestros antepasados medievales, devotos del dios Pan y adoradores de las fuerzas del cielo y de la tierra. Por eso no podemos elegir ninguno de los dos bandos (el pasado o el futuro) ya que somos una nueva raza transmutada, aunque es fácil comprender que no podríamos avanzar evolutivamente sin integrar también en nosotros la sabiduría de nuestros abuelos indígenas y las realizaciones místicas y elevadas de la despectivamente llamada ‘brujería medieval’.
Por eso volvemos a los antiguos lugares de poder y manejamos una nueva concepción del tiempo, basada en la sabiduría antigua. Para nosotros las montañas y las cuevas, los dólmenes y los menhires, los centros de peregrinación ancestral y los nuevos focos devocionales. Para ellos las pirámides y los lugares sagrados de las misteriosas civilizaciones maya, olmeca, tolteca, azteca, teotihuacana o chichimeca. Todos tratamos retornar al conocimiento sagrado unificado que existió antes de que las luchas fratricidas separasen los dos polos de la creación, el masculino y el femenino, dando a uno de ellos poder y control sobre el otro, y rompiendo el equilibrio de fuerzas que mantiene a la luz de la creación en un continuo proceso creativo. Esta Tradición inmortal o Filosofía perenne fue un día considerada como el Centro de Armonía del Universo, ya que es la ley que rige la vida de la Confederación Galáctica en la que, dentro de muy pocos años, entraremos como miembros de pleno derecho, después de haber extirpado de nuestros campos la cizaña del poder y la violencia.
Cada centro ceremonial recibe un cierto tipo de energía, determinada por las fuerzas telúricas del lugar y por su capacidad para asimilar las poderosas radiaciones de uno u otro de los focos de emisión estelar que se vierten como una sutil lluvia luminosa e invisible sobre la superficie de la tierra. Hay que comprender que la ecosfera planetaria está encerrada en una costra muy densa e impenetrable a la luz, que podríamos llamar psicosfera, creada por la infinita producción de emociones negativas que se emiten cada día, como humo negro, de cada una de las cabezas y corazones de los habitantes de este atormentado planeta azul.
Sólo en los Lugares de poder natural y en los Centros ceremoniales activos, es posible abrir Puertas Dimensionales (con la participación unificada de gran número de personas despiertas) para que pueda llegar hasta nosotros la ayuda de los Hermanos invisibles y Seres Angélicos que tienen a su cargo la evolución de la Conciencia sobre la Tierra. Del lejano cosmos nos llegan las vibraciones (ondas y corpúsculos) que emiten las estrellas, los agujeros negros, el alma de las diferentes galaxias, etc., y en estados alterados de la conciencia se captan las cuerdas del universo, ‘las interlineas de alto poder y que permiten autogenerar grandes cantidades de energía bautizadas como fuerza galáctica o fuerza G’, que siempre han sido usadas de manera mágica por los chamanes de las diferentes épocas, como intermediarios entre el cielo y la tierra.
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De pie frente al amanecer, con los dos pies abiertos y descalzos, bien en contacto con la tierra, las manos abiertas hacia el cielo para recibir la energía, el vientre relajado, los ojos fijos en el Sol naciente y las rodillas flexionadas. Se inhala la energía recogiéndola del interior de la tierra y se asciende por las rodillas hasta el circuito central, que asciende paso a paso desde el perineo (puerta de la serpiente) y la zona sacra, lumbar, dorsal y cervical hasta ascender a la cabeza a través de la nuca (puerta del águila) y llegar a la coronilla (puerta del cielo). Sentir el calor en el cuerpo y al cerrar los ojos la nube azul va expandiéndose como una esfera alrededor de nuestro cuerpo. Al espirar dejar que las energías fluyan suavemente desde la frente, a través de la lengua, por la garganta, pecho, ombligo, bajo vientre y zona sexual, para recomenzar de nuevo.
Desde las llamadas ‘experiencias cumbre’ hasta los primeros pasos de un principiante en el aprendizaje de la meditación, están en función con el tipo de ondas cerebrales que somos capaces de producir en un momento dado de nuestra vida. Dicho de otro modo: el quantum de energía de que disponemos a nivel mental (silencio y unificación), emocional (ausencia de emociones negativas) y vital (energía respiratoria y sobre todo sexual), caracteriza todas las posibilidades de contacto con lo invisible (sueños, visiones, canalizaciones…), de buena suerte, de salud y protección ante las ‘casualidades’ de la vida, y de claridad y creatividad mental que somos capaces de asumir en lo cotidiano. Cualquiera sabe hoy que los ritmos alfa son necesarios para la creatividad y la expansión mental y deben desarrollarse por técnicas adecuadas de relajamiento, de concentración o de meditación, aunque muchas veces la audición de música clásica o la creación de un poema son suficiente excusa para desarrollarlos autónomamente. Por su parte los ritmos theta se asocian con el sueño profundo y con la actividad del tálamo en los primeros años de la vida (sensaciones de placer y dolor).
Existen tres maneras bien diferenciadas de reaccionar ante los estímulos externos:
1.- Ritmos alfa persistentes que no desaparecen al abrir los ojos ni al concentrarse: son adultos con imaginación auditiva y táctil mas que visual. Ante un problema estas personas no usan imágenes mentales.
2.- Las alfa llegan al cerrar los ojos y relajarse, y desaparecen al abrirlos o cuando se desarrolla un esfuerzo mental. Son personas que crean imágenes para resolver problemas, son adaptables y versátiles, combinan datos con rapidez.
3.- No tienen ritmos alfa significativos y piensan con imágenes visuales. Actúan de forma rápida y precisa ante un problema cuando la solución está al alcance de la imaginación visual, pero lo hacen peor cuando es una abstracción o imagen complicada, ya que se confunden y aturrullan.
Estas tres divisiones (un poco ‘cientifistas’ para el tema que estamos tratando) son importantes para comprender las diferencias básicas que separan a las gentes emotivas y psíquicas, de aquéllas que se manejan a través de la presencia en el instante.
No son pocos los llamados ‘guías’ (sobre todo los que trabajan a la americana) que inventan un método y lo hacen universal, considerándolo válido para todo tipo de personas y desarrollando un marketing de unificación que produce efectos negativos colaterales (frustración, sensación de impotencia, confusión…). Cuando a mucha gente que nos rodea les funciona algo y a nosotros no, es difícil no sentirse desplazado, e incluso presionado a mentir en los círculos de integración de las experiencias.
La sabiduría antigua (de la que aún quedan dignos representantes) hacía mucho hincapié en estas diferencias que venían cualificadas por las diferentes configuraciones de la energía en el vientre. Los videntes se centraban en distinguir con claridad de dónde surgían las hebras de energía que caracterizan para siempre nuestro contacto con el Misterio del Nagual, y de esa manera distinguían a los ensoñadores y recapituladores, así como las cuatro direcciones a las que cada uno de ellos podía pertenecer.
Así lo que para unos es un camino de crecimiento y sobriedad, para otros es un obstáculo que puede alterar toda su vida interna. Que alguien cuya conciencia no ha quedado atada al pasado a través de las emociones (por disponer de una diferente estructura energética), sea empujado a sumergirse día tras día en ellas, sólo conduce a un cortocircuito explosivo que generará mucha agresividad y pérdida del rumbo espiritual. Personalmente me siento integrado de manera estructural en el primer grupo de personas auditivas y táctiles, más que visuales, capaces de desarrollar estados de gran profundidad incluso en las ruidosas batallas de la vida cotidiana. La intuición no viene siempre con imágenes, sino que hay momentos en que se manifiesta como un ‘insigth’ instantáneo y completo. Mientras que otras gentes necesitan visiones para encauzar su vida, y las encuentran en estados de meditación o relajación. Unas terceras ven en todo momento imágenes, pero sin profundidad suficiente para convertir su visión en guía, ya que las manifestaciones subconscientes interfieren sin descanso en estas visiones que podríamos considerar mejor como simples pensamientos mentales.
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La Tradición ha desarrollado a lo largo de milenios, y en el corazón de sus más bravos guerreros y sacerdotisas, un sin fin de métodos probados para alcanzar otras dimensiones de la Conciencia. A lo largo de los siglos y las persecuciones, estos métodos han ido reduciéndose a unos pocos por la desaparición de los ancianos sabios que disponían del poder suficiente para transmitirlos. Hoy algunos caminos son sólo recuerdos en la mente colectiva, cenizas de otros tiempos de gloria en que los viejos atlantes de piedra recorrían por la noche los valles sagrados de México y Centroamérica.
De cualquier manera el aprendiz que se pone en línea con cualquiera de estos vastos senderos: sustancias sagradas, ensoñación, danzas, recapitulación, contacto con los invisibles de la Tierra, etc., se encontrará siempre con graves problemas al contactar con el camino elegido, pues cada uno de ellos conduce a una puerta dimensional en la que su nuevo poder acumulado (por la limpieza de la importancia personal, el ahorro sexual, la respiración consciente, los ayunos y retiros, los temascales, las caminatas, la danza de poder frente al fuego…) fortalecerá en primer lugar a su parte oscura, haciendo salir a la superficie, en versión actualizada, las peores pesadillas de infancia, los miedos escondidos, las obsesiones que alimentaste en la juventud, o tus sueños irrealizados. Entonces da comienzo la batalla contra tus fantasmas complacientes, que sólo desean darte placer y sensaciones de seguridad, o aterrorizantes. A pesar de esto el camino debe seguir para encontrar los secretos de la vida y del universo, sin paralizarse por los peligros que esta búsqueda lleva consigo e intentando desarrollar la mayor impecabilidad posible para estar seguros ante los sofisticados acechos de la mente subconsciente.
Y cada mañana se eleva la voz de la invocación al Sol naciente, con el fuego al oriente, la vida y las nuevas criaturas al poniente, la noche y el lugar de los muertos al norte, el manto de las estrellas al sur, y el corazón del cielo y las galaxias al centro.
Se observa el astro dorado en profunda meditación con los ojos abiertos, y luego comienza la danza lentificada, como una meditación en movimiento, una ofrenda al rey del cielo. Después, sentados de nuevo, escuchamos los sonidos del tambor llamando a los poderes del mundo y el canto espontáneo y mágico que surge de nuestro pecho-vientre. A nuestro lado se eleva el humo del copal sagrado que despierta el Espíritu unificándolo con toda la naturaleza que nos rodea y que eleva nuestra oración hasta Dios. Con los ojos cerrados absorbemos la esencia del copal y acariciamos el viento con las plumas de águila que sostenemos en la mano derecha. Invocamos los poderes de nuestro Viento, esencia del gran Quetzalcoatl en su función de Ehekatl, que como Mercurio es mensajero de los dioses, y como Hurakán es dador de vida. Fuego, tierra y aire, unidos al sentimiento íntimo que es agua y a la Conciencia que es luz transcendente, forman el cuadrado del mundo. Es como si hubiéramos tomado de las esencias del mundo (hongos San Pedro, híkuri, ayahuasca o semillas de ollolliuqui) y pudiéramos fundirnos con el alma de la tierra que se revela por medio de la carne de los dioses.
Y es entonces cuando siento mi naturaleza esencial, la cualidad que Dios ha dejado en mi energía para manifestar su destino espiritual en este mundo y en los otros: mujer remolino haciendo girar vertiginosamente el karma de los que le rodean; guerrero-águila dueño de su propio destino y visionario de grandes futuros; mujer élfica de los lugares sagrados; poeta y músico de los ritmos del tiempo, que expresa su alegría en cada aliento; mujer que convoca las nubes y que hace soñar; hijo del rayo que atrae las tormentas y maneja la energía en cualquier cuerpo… hombre o mujer guerrero-mariposa, Papaloztli, capaces de ver más allá de las apariencias en el mundo real del Espíritu.
Sin saber cómo, un día realizaremos el secreto del tiempo y podremos engancharnos a la eternidad. Entonces cada instante se vuelve pleno y sin huellas, dándonos la energía suficiente para vivir otro instante más. Pero no se trata de un presente sin raíces, ni de un futuro visionario y efervescente. La intuición, los sueños, las canalizaciones y las visiones completan la circunferencia, pero sólo cuando el círculo está presente, cuando el buen sentido, la amistad, la creatividad, el servicio, la paz interna y la alegría se manifiestan de manera concreta y nos impiden perdernos en fantasmagóricas utopías. Tengamos siempre presente la idea original de la creación humana, avivemos el fuego interno, despertemos la visión lúcida y global, y no dejemos pasar el tiempo sin retornar una y otra vez humildemente a la purificación de la mente, del cuerpo y de las emociones. Don Juan Mathus insiste: ‘lo más difícil en la vida es mantener el talante de un guerrero’, renovar el Intento original de asumir el cambio y acabar con las pendejadas matutinas. Pero la Tierra también cuenta, y la nueva conciencia planetaria está guiada por sus ciclos y espirales, así como por los aportes de energías sutiles que le alcanzan en estos especiales tiempos de purificación desde las más importantes estrellas del sistema galáctico al que pertenecemos.
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Cada ser humano dispone de una sabiduría supletoria que se pierde en la noche de los tiempos y que podríamos considerar como una especie de archivo colectivo racial. Para alcanzar esta sabiduría que está impresa en nuestros genes, se hace imprescindible elevar las energías desde la base de la serpiente hasta los cielos cerebrales del águila, trabajando intensamente por el despertar y el perfeccionamiento de nuestros sentidos sutiles. Para purificar el oído, escucha los sentidos internos, camina con los ojos tapados, descifra el canto del riachuelo y descansa en vigilia auditiva durante largas noches.
Para purificar la vista, observa las cosas con los ojos abiertos hasta dejar de verlas, concéntrate sin parpadear en una vela, centra tu atención en el centro de la frente percibiendo los colores sutiles, u observa el sol reflejado en el agua que fluye. Para purificar el gusto siente el sabor de cada una de las plantas que te rodean, concéntrate en la punta de la lengua, elimina los sabores dulces y salados, o descubre con los ojos cerrados un cierto sabor determinado que se confunde con otros que sean muy parecidos. Para purificar el olfato concentra tu atención en la punta de la nariz, medita en ‘anapana’ hasta que percibas olores de rosas y flores exóticas por todo, trabaja la respiración lentificando cada fase y reteniendo el aliento, o distingue a las gentes con los ojos cerrados sólo con la ayuda del olfato.
Por último, para purificar la sensación del tacto permítete masajes sensitivos, despierta la energía corporal en las relaciones amorosas muy prolongadas y llevadas al ralentí, camina desnudo por la naturaleza, y medita en ‘vipassana’ recorriendo los diferentes niveles del cuerpo (piel, músculos, huesos, órganos, energía…) hasta que sientas tu cuerpo como una esfera gigantesca hecha de energía pura.
Mantener etapas de silencio externo, meditar en el silencio interno, dormir sobriamente y alimentarse de manera equilibrada y limpia, realizar temascales de purificación, peregrinar y ascender a las grandes montañas, transmutar las emociones negativas y abandonar las murmuraciones y las fantasías, revitalizar la doble serpiente de nuestras energías para irradiar energía desde nuestros centros mayores, ser maestros del sueño para poder recibir mensajes y conocer a otros hermanos de la luz…
En el borde de sol comienza el camino
Un abismo de poder y conocimiento del futuro.
La boca que devora el nuevo ciclo,
y que te muestra los logros a realizar.
Una puerta viva entre las dimensiones
mientras tu mente calmada está en vigilia.
Viendo como si estuvieras allí, muy lejos,
adivinando las respuestas imposibles.
Un salto a otras realidades que es hijo del vacío,
y nieto de la energía disponible ante el abismo.
Un ojo abierto en el cielo tormentoso
que encuentra el profundo azul de la noche estrellada.
Es posible comunicar con Tatewari el fuego,
y oír cantar al Deva del gran bosque,
e incluso hablar con la lluvia y el ciervo
pero nada es como la danza de la luna y las estrellas.
Es el tiempo del sol negro, donde no llega la luz,
la oscuridad interna de nuestra memoria-espejo.
Pero en la cueva del alma la luz nos enseña
y la voz del ver nos muestra lo oculto.
Detrás se revela el tesoro fulgurante,
el diamante-rayo que destruye a los que se creyeron débiles.
y sólo por esa creencia renunciaron a su fuerza.
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Un Guerrero del Arco Iris,
un Hijo del Sol,
un integrante de los Seres de Trueno,
es a la vez un Danzante,
un Chamán,
un Invocador de la Presencia del Espíritu
y un Poeta.
Al final de círculo encontramos un nuevo comienzo en el que se trata de tender un puente entre cuatro Fuerzas: la primera constituída por los Maestros Ascendidos, la sucesión de Guías de los Linajes de la Luz que encarnaron sobre la Tierra, y los servidores del mensaje del Cristo vivo (en los planos visibles de la Tierra o invisibles, ya desencarnados); la segunda por las Jerarquías celestes (Arcángeles, Serafines, Señores del Karma, Espíritus del Sol…), los Ángeles Guardianes, los Hermanos de Luz de las Estrellas… como expresión del Padre; la tercera por los Devas de los Cuatro elementos y las cuatro direcciones, los espíritus Elementales que acompañan a los cuatro Reinos naturales y a las Cuatro Estaciones, los Guardianes de los Lugares de Poder y las manifestaciones sutiles de nuestra Madre Tierra; y la cuarta y última integrada por el corazón luminoso de los Hijos del Sol que a través de sus llamados, invocaciones e Intentos encauzan la Gracia del Padre hasta su manifestación en la Materia-Vida. Hay que señalar también que las dos primeras Fuerzas explicitadas (Maestros y Seres Angélicos) han fusionado sus senderos hasta el punto de que todo se manifiesta como un Trinidad: Maestros ascendidos-Humanos-Espíritus Elementales.