La Reconquista espiritual de los pueblos indígenas

ENTRE EL GOZO Y LA OFRENDA

La Reconquista espiritual de los pueblos indígenas

(Publicado en Febrero 1997)

ÍNDICE

– Introducción

– La mexicanidad

– Pinceladas de una batalla florida

– El corazón de los mexicanos

– Un puente de Wiricuta entre Europa y Amerrikúa

– Apuntes sobre la fusión de Tradiciones

Introducción

Ansiosos por ubicarnos en una adecuada perspectiva frente a lo Nuevo que está llegando, se nos hace cada vez más urgente y necesario realizar un doble movimiento convergente desde las dos esquinas tradicionales que dan nacimiento a la Conchería: el Cristismo como retorno al espíritu vivo del maestro Jesús y su mensaje de un futuro que ya está aquí; y la Mexicanidad, como expresión directa y aún palpitante de las antiguas enseñanzas y experiencias que nos transmitieron los ancianos Tlatoanis de la sagrada tierra del Anáhuac.

Este es el doble camino que hoy se ofrece ante vuestro ojos, sabiendo que la fusión se realiza en el corazón no dual del Ser que Yo Soy, y que lleva por título general Concheros del Nuevo Milenio. Por un lado ‘El Canto de la Tierra y la Danza de las Estrellas’, sobre el nuevo Cristianismo, el Grial y los Antiguos Misterios… y por otro ‘Entre el gozo y la ofrenda’, sobre la Mexicayotl eterna, la unidad de Tradiciones y la Virgen de Guadalupe. La idea directriz es que estas publicaciones sigan evolucionando con vuestra ayuda, cada una por su lado, para ofrecernos una amplia gama de orientaciones y puntos de vista que nos permitan profundizar en nuestro trabajo cotidiano como danzantes y guerreros del espíritu, servidores y defensores de la Luz del Christos.

Ciertamente que las reflexiones personales y los resúmenes de ciertas obras que os iremos ofreciendo no sustituyen las lecturas directas de los libros en cuestión, cosa que os recomendamos especialmente (Velasco Piña, Marte Trejo, Arturo Meza, Grupos Mexicas, etc.). Así mismo debe quedar muy claro que este trabajo se refiere exclusivamente a los danzantes y compadres hispanekas, cuyo destino como pueblo (y por tanto como grupo espiritual) difiere sensiblemente del papel que está viviendo y vivirá nuestra amada Tenochtitlán y la generalidad de los pueblos de México. Por tanto, y sin que sea necesario establecer un ‘secretismo’, fuera de tiempo y ajeno a la transparencia de nuestros días, hay que comprender que estas reflexiones y puntos de vista no se adecúan ni critican en forma alguna la situación de la Tradición Conchera en su origen mexicano, sino que forman parte de nuestro derecho incontrovertible a la libre adecuación hispana (cumpliendo los principios tradicionales que nos han sido transmitidos de manera precisa y sistemática por nuestra jefa Nanita, y cuya enseñanza ha corroborado el jefe Ernesto en diferentes ocasiones).

De manera que se nos hace de nuevo imprescindible recordar el Círculo de más de doscientos guerreros hispanekas y una docena de concheros mexicanos que, dirigido por la Jefa Nanita, se formó en una de las últimas etapas del Camino de Santiago 92, (en ausencia del capitán Jesús León de Insignias Aztecas que se unió al círculo la noche del día 23 en la Plaza del Obradoiro, Santiago de Compostela), y que contaba entre sus filas a varios Capitanes o Palabras de la Tradición: Salvador Zarza, Toltekayotzin, la comadre Vicky, el compadre Chango, el compadre Hugo…, además del sargento Leo, Xabier Carasusan, que después sería capitán 2º de nuestra Mesa, etc.

Todos ellos, junto a nosotros, fueron testigos de la afirmación tajante de nuestra amada Nanita (ante mi personal requerimiento de que no aceptaría el cargo a no ser que se tuviera en cuenta el diferente futuro interno que esperaba a Hispania, respecto al que parecía propio de su propio país México) de que me otorgaba total libertad de acción en lo que se refiere a las decisiones propias del desarrollo de la Mesa Conchera Hispana, siguiendo mi buen criterio y sabiendo que siempre me atendría de la manera más adecuada a la enseñanza conchera que los jefes del Linaje invisible nos habían transmitido con gran precisión, pudiendo pedir consejo siempre que lo necesitara a mi hermano el capitán Jesús León.

Aún le insistí en que de mejor grado apoyaría con gusto otra elección que no fuera la mía, negándose a ello con lágrimas en los ojos, y afirmando que mi desconocimiento actual de la Tradición era sólo transitorio y sin importancia pues los Jefes invisibles así lo afirmaban sin género de dudas. Más tarde tuvo unas palabras a solas con un servidor en las que, de acuerdo con el mandato interno que me fue comunicado, acepté de una vez y para siempre el compromiso pendiente, asegurando la expansión y supervivencia del Linaje invisible en tierras hispanas y europeas. Linaje que a su vez llegó a un acuerdo de colaboración y ayuda energética y espiritual conmigo, y nuestra Mesa, y que hasta la fecha, y más aún desde la liberación de Nanita, ha cumplido satisfactoriamente a rajatabla sin género de dudas. Como todos sabéis, en la madrugada del 25 de Julio del 92 quedó fundada, en la Velación del Monte do Goio, la Mesa Conchera del Señor Santiago.

Sólo me queda pediros que a partir de este momento seleccionéis todos los trabajos que os parezcan adecuados para continuar con esta doble saga que comienza en el I Consejo Conchero 97, escribiendo los artículos y reflexiones que consideréis oportunas y poniéndoos en contacto con las Palabras regionales que coordinarán las siguientes publicaciones. Confío en que también podamos resumir los coloquios y comentarios de grupo que se vayan planteando a lo largo del Consejo y, más tarde, en los círculos de danza regionales. Que estas reflexiones sobre la antigua manera mexicana de concebir la vida nos ayuden a profundizar en nuestra propia singladura interna.

La mexicanidad. Mexhicayotl.

“Cada vez veo más a los danzantes como guardianes

encargados de velar por la Luz del Templo,

siempre reconocidos por su entrega, su disciplina,

y por la ciencia y la belleza que rodea siempre a todo cuanto realizan”

“Ánimas Conquistadoras de los Cuatro Vientos

sabe Dios donde andarán,

todos roguemos por ellas”

Con el permiso de Tonacatecuhtli, nuestro padre Sol.

Con el permiso de Tonacacihuatl, nuestra Madre Tierra.

Con el permiso de los Guías y de la Jefa Nanita.

Mexhikayotl es parte de un Conocimiento que practicaban los antiguos mexicanos y significa Universalidad. Así pues es también parte de una sabiduría, de una forma de vivir, de pensar y de sentir que con el paso de los años se plasmó en una Tradición que ha llegado hasta hoy intacta en su esencia, renovada en sus formas, siempre invitándonos y enseñándonos (entre otras cosas y sobre todo) a ser, a vivir y convivir en la Armonía del Uno que está en todo y todas las cosas.

Esta tradición ancestral del mundo nahuatl ha sabido conservar viva la llama del Fuego Sagrado y las antiguas costumbres que legaron los sabios para su mantenimiento y renovación (al igual que todos los grandes pueblos del norte y sur del continente americano desde el mundo atlante) gracias a la entrega, esfuerzo y sacrificio de muchos guerreros, hombres y mujeres de bien, auténticos mexicanos que ofrendaron sus vidas con conocimiento, en amor a los suyos, a su pueblo, a su tribu, al cielo, a la tierra, el sol, la luna y las estrellas.

Abarca tanto el conocimiento de lo que está ‘arriba y abajo’ como de lo que está ‘cerca y junto’ (Tloke-nahuake) y varios rangos de disciplinas y actividades que van desde la agricultura y el arte a la astronomía, la astrología, la medicina, la filosofía y todas las áreas de la vida en general. Todo ello en consonancia y tomando como modelo y gran maestra a la naturaleza, que con su ritmo y su palpitar gobierna y ordena la vida de acuerdo a sus propios ciclos, expresados a través de Tonantzin nuestra Madre Tierra, de la que somos hijos y herederos.

Una de las formas más antiguas y poderosas que todos los pueblos han practicado para revivir sus esencias y enseñar y transmitir su sabiduría, conocimientos, y la ‘correcta manera de vivir’ es la danza ritual, una de las disciplinas más completas, profundas y bellas de Mexhicayotl, una inseparable vertiente de la gran sabiduría antigua.

A su vez ha llegado hasta nosotros, adaptada en algunas de sus formas a la tradición cristiana, la Danza Conchera, cuyos ritos y costumbres han salvaguardado a través del tiempo lo esencial de la Gran Tradición Americana basada en el encuentro con la Armonía de todo y todas las cosas con el ‘cerca-junto’.

Cuando hablamos de la Danza y de la Mexhikayotl tratamos siempre de hacerlo con humildad y respeto, pues sólo así podemos proyectarnos y ubicarnos adecuadamente ante la tremenda fuerza y poder emanados del ceremonial mágico. También la ciencia y las profundas enseñanzas que subyacen a la práctica deben ir siempre acompañadas de una actitud de arte, belleza y armonía. Sólo así es posible completar las Cuatro Esquinas de la Gran Cruz en movimiento: Nahui Ollin, cuatro rumbos-puntos magnéticos, cuatro estadios de la conciencia que el danzante debe recorrer y atravesar: agua, fuego, aire y tierra. cada elemento un rumbo, un templo-santuario, un punto de ofrenda y peregrinación.

Para el camino unas pocas armas simples pero eficaces: la voluntad inflexible, el amor incondicional y un constante equilibrio interno para poder escuchar la voz de la sabiduría.

Antiguamente los ciclos social-productivo y mágico-religioso se hallaban imbricados, unidos, y la danza, como instrumento de sincronización y armonización con los ciclos naturales y vitales, siempre ha estado, está y probablemente estará presente en la vida de los hijos-hijas herederos de la madre Tierra.

Aunque hoy en día la espiral de los tiempos nos ha apartado en gran medida del ritmo y los ciclos marcados por el Tonalamatl (Gran Libro de los días y los destinos) que comprende un periodo de 260 días dividido en veinte grupos de trece días cada uno, su ciclo interno, subjetivo, espiritual, permanece vigente en nosotros porque en realidad es permanente y atemporal. Sin embargo el nuevo esfuerzo de sincronización está en marcha y así como el paso zenital de las Pléyades por el meridiano de Méxhico-Tenochtitlan cada cincuenta y dos años marca el término de un ciclo y el comienzo de otro, siempre sucederá que mientras un solo danzante sobreviva, la Fiesta del Fuego Nuevo prevalecerá como símbolo de renovación humana y espiritual.

Para cuando llegue el momento el danzante se prepara precisa, minuciosamente, sin dejar un sólo detalle al azar. Se atavía con todos los elementos ceremoniales que con el tiempo ha ido aprendiendo a identificar y comprender adecuadamente, desde los puntos en las articulaciones de su cuerpo hasta la manera de usar sus plumas (ihuitl), sus cascabeles (ayoyotes), su sonaja (ayakaztli)…

Cuando ejecuta su danza lo hace con totalidad, con el cuerpo y el espíritu, convirtiéndose en ‘Mitotoani’, canal, mensajero. Cada danza tiene un espíritu propio, como Tonatiuh (la danza del Sol), Ehekatl (la del Viento) o Tonantzin (de la Madre Tierra). Evocar e invocar al espíritu en la danza significa abrirnos al sonido, al movimiento, a las enseñanzas y la sabiduría de nuestros antepasados.

Pero solamente poco a poco, ‘con grande amor y con gran paciencia’ como dice uno de los cánticos concheros (alabanzas), tras innumerables esfuerzos y pruebas, la danza nos va revelando sus maravillas y secretos, sus significados, su mensaje.

Nanita siempre bailaba la Danza del Sol y, pese a sus casi 90 años, nos mostraba que lo esencial de la danza es su espíritu, que ella nos transmitía con la fuerza de un Sol que todo lo traspasa. Todavía hoy al bailar esta danza todos nos acordamos de ella, como si estuviera entre nosotros como siempre, en medio del círculo. Humilde, sencilla, firme, serena.

Una gran ceremonia de danza viene siempre precedida de una gran ceremonia de velación, en la que, a lo largo de una noche en vela, por medio de cánticos, ‘entre músicas y flores’ como dice otra de las alabanzas, se invoca el espíritu de las almas liberadas de los cuatro rumbos y de los antepasados sabios, para revivir la comunión espiritual que limpia, revivifica y renueva.

Las velaciones son una verdadera fiesta en la que la tribu, o gentes de diferentes grupos de la Danza, celebran esta antiquísima ‘costumbre’ de todos los pueblos indígenas. Se ofrendan luces y flores mediante determinadas formas rituales acompañándose con cantos y rezos. ‘Dar las Mañanitas’ significa saludar la Luz del Amanecer y revivir la victoria en la batalla de la Luz sobre la oscuridad.

El camino de la danza no es un camino para el beneficio personal, ni para volverse más fuertes o superiores. Es una ofrenda, un sacrificio, una manera de vivir que nace desde dentro del ser, un camino con corazón, lleno de rosas y de espinas, pleno de sabiduría y marcado por una gran disciplina.

Dentro de la Mexhikayotl el grado de Quetzalcoatl es el más alto rango, la más alta distinción que significa la síntesis de la Inteligencia, el Amor y la Voluntad: Huichilopoztli-Quetzalcoatl-Tezcatlipoca. En la correcta armonización de los tres niveles radica la clave de paso que abrirá las puertas del progreso. Vida-muerte, Luz-Oscuridad, constituyen las dos caras de la dualidad permanente que ha de encarar el guerrero danzante. El reconocimiento de la Luz y de las fuerzas de la victoria, frente a la experiencia de la sombra y del dolor, la Sabiduría de Quetzalcoatl como ser total que abarca la síntesis de los dos principios.

La inteligencia y la sabiduría de la danza se van revelando poco a poco, batalla tras batalla, pluma tras pluma, y sólo llega tras toda una vida de entrega, sacrificio y servicio. La paz mental, el claro discernimiento, la tranquilidad y la humildad ayudan al danzante a ser un digno aspirante para recorrer el camino del conocimiento. Un grado de equilibrio dentro y fuera de ella, en su vida personal y en la vida de la tribu es necesario.

Cultivar un sentido de autocontrol, de voluntad y de disciplina son también parte esencial del camino. El danzante vive entregado a una misión, es (entre otras cosas) un místico que aspira a recorrer la senda del Sol, a cuidar su fuego, recibir su Luz y sentir su calor. Es un depositario de la Tradición, y tal vez un día será su ‘guardián’: hombre-mujer, guerrero comprometido a dar lo mejor de sí mismo como ofrenda a esta herencia sagrada , a su tribu, a su pueblo.

Es necesario aspirar a superarse cada día, a vencer la pereza, la inercia. Para muchos éste es el paso más difícil de dar pues implica un total abandono de las motivaciones personales y en muchas ocasiones una gran dosis de esfuerzo y sacrificio.

Una firme aspiración, el intento inquebrantable y una cierta sobriedad, ayudan a mantener el cuerpo siempre listo para la batalla.

Finalmente, a medida que el danzante va recorriendo rutas y caminos, se encuentra con que todo su propósito está basado en un profundo amor a la Tierra y a todos los seres que la habitan. Si no siente este amor significa que todavía no está preparado para ser un danzante o que el camino es otro. Además las pruebas pueden llegar a ser terribles para los que se aventuran en este camino sin el debido respeto, sin la necesaria humildad, sin una adecuada disposición del corazón.

Fe, devoción y servicio desinteresado son las avenidas principales que conducen al ‘recto sendero’ para comprender la esencia de la Danza, que es ante todo una ofrenda a Dios y al espíritu de nuestros antepasados, las Ánimas Conquistadoras de los Cuatro Vientos, que alcanzaron la Luz, tal y como lo nosotros lo haremos algún día.

Como en todas las Tradiciones, la experiencia y la sabiduría de las antiguas costumbres queda en manos de los ancianos y ancianas de la tribu. Los ‘tatas’, guías mayores de la Tradición, constituyen un ejemplo vivo de las enseñanzas mediante su bondad, su dedicación y su entrega. Faustino Rodríguez (‘de los volcanes el guardián’ como reza la alabanza), Guadalupe Jiménez Sanabria: ‘Nanita’ (realizando su última danza en diciembre del añoo 93 a sus 89 años, poco antes de su partida en el Tepeyac), Ernesto Ortiz (con 96 todavía entre nosotros) son ejemplos de vidas plenas dedicadas a la fe, a la sencillez, al servicio. Toribio Jiménez, Esteban Puebla, Manuel Luna y tantos otros.

Mucha gente no entiende el hecho de que la Danza, siendo un legado con antiguas y profundas raíces prehispánicas, utilice las fórmulas cristianas en sus ceremonias y rituales. Ello es comprensible por el hecho de que generalmente se ignora el ‘proceso’ que tuvo lugar en México y en general en toda América, después de la ‘conquista’.

Ese proceso, que prácticamente borró del mapa a todo un pueblo, a toda una cultura, y que inevitablemente tuvo que ocurrir para completar un ciclo karmático, no impidió que, gracias a los guardianes de la Tradición, la esencia del antiguo conocimiento quedara a salvo, eso sí, a costa del sacrificio (que nunca alcanzaremos a imaginar) de los seres de luz que tuvieron que encender sus conciencias a un grado nunca antes conocido para salvaguardar en ‘secreto’ la llama sagrada del espíritu de los antepasados.

Gracias a ello, bajo el estandarte del Señor Santiago, Correo de los Cuatro Vientos, y el manto de la Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, se conservan las prácticas, la fe y las creencias de un pueblo y una raza, la mexhica, que hunde sus raíces en la noche de los tiempos.

La Mexhikayotl como Tradición Sagrada trasciende los símbolos concretos externos y reconoce la unidad esencial entre todos los reinos de la naturaleza, entre ellos el reino humano, por encima de costumbres, razas y continentes.

Ser un digno portador de la tradición, los símbolos y la palabra Mexhikayotl implica un compromiso profundo con uno mismo, con los demás, con la tierra, el cielo, y el Universo.

Se necesita comprender que no es un camino personal, sino de servicio, de entrega: ‘en el dar está el recibir’. El danzante es pleno y total en su ofrenda, en su ‘dar’. Pero ese dar tiene que ser continuo. Las enseñanzas de la jefa fueron místicas y guerreras a la vez, dulces, pero también duras y severas. La tradición ‘guerrera’ del ‘Justo Combate’ remarca los tres aspectos del ser en el Uno Ometeotl.

Cuando los danzantes dicen ‘Él es Dios’ (In Teotl) y se besan las manos, están mostrando que son guerreros consagrados a la vida impersonal y desde ese momento se expresan desde su centro, con fuerza, con dignidad, con humildad.

El correcto uso de la palabra es una de las facetas más importantes de las enseñanzas (si no la que más). La palabra es creación, es vida, y siempre en todo momento y lugar ha de ser justa, sincera, porque es sagrada. El danzante se expresa con claridad, usando siempre su cabeza, manifestando siempre su corazón.

Cuando nos ponemos los huaraches es para acariciar la Tierra, cuando nos ponemos la banda en la frente es para trabajar, para actuar y como símbolo de protección y respeto. Cuando nos ponemos las plumas es para volar.

Para todo ser humano una de las fases más transcendentales del vuelo místico es atravesar el Valle de la Muerte, el Mictlán, para llegar al Omeyoakan y renacer de nuevo, pero ya limpios, en libertad.

Micuixtli, la Muerte, siempre nos recuerda lo que somos, seres espirituales irradiando Luz, y cuando toca a nuestra puerta es hora de partir. Hoy a mi, mañana a ti. Para eso ‘levantamos la Cruz’: ayudamos a recoger la ‘sombra’ mediante un bello ceremonial encaminado a facilitar, tanto al alma del difunto como a sus familiares, un tránsito post-mortem en armonía, equilibrio y paz. Constituye un servicio bello, profundo, humano. Como en toda ceremonia, se ofrendan copal, flores, velas, se canta, se reza. Al final casi se convierte en fiesta.

Se lleva a cabo a los nueve días del fallecimiento y se trata de dejar el camino limpio y despejado en el ‘más allá’. Somos seres de Luz, sí, pero cuando encaramos la muerte ésta nos obliga a ‘soltar’, limpiar, a procesar miedos, apegos, cualquier cosa dentro del mundo material, emocional, mental. Sólo así es posible volar ligeros, desprendidos, caminar libres.

El sacrificio y la ofrenda de la raza roja han sido tales que los misterios relacionados con la muerte y el desapego forman parte casi de su vida cotidiana. Por eso cuando un mexhica se eleva en su danza, lleva en sus plumas el orgullo de un pueblo y al mismo tiempo la ligereza de quien no posee nada.

El mundo moderno con su materialismo oculta la muerte y ésta, enojada, se muestra impasible y certera, invitándonos a cruzar, a dar el salto, a elevar la vibración y abandonar todo lo denso. El miedo a volar es similar al que siente el pajarillo cuando le toca su hora antes de abandonar el nido. Para alcanzar ligereza y desplegar las alas del espíritu, para llegar a ser verdaderos danzantes tenemos que llevar lo menos posible encima.

Los cambios que están sobreviniendo van a exigirnos un fuerte proceso de alineamiento, limpieza emocional, aclarar la mente, purificaciones físicas.

De pronto se puede perder el interés por las rutinas diarias, el interés por nuestros trabajos mundanos o en la vida social. El mundo no ofrece soluciones gratis, hay que ponerse a trabajar y se tiene que hacer en grupo, en tribu, en beneficio de familias y comunidades. Para mantener vivos los vórtices de entrada a las energías grupales, de los meridianos y los puntos de poder, los danzantes y grupos afines deben recorrer las rutas sagradas en la forma que enseña la tradición: con limpieza, con respeto, ofrendándose con devoción, con alegría.

Vamos con fe a nuestros santuarios y a donde nos invitan, sin pedir nada a cambio. Vamos danzando, vamos cantando, vamos rezando, limpiando, transmutando, purificándonos y purificando nuestro entorno. A ‘paso de camino’ serpenteando con el sonido de los cascabeles y el de las caracolas saludando a los cuatro vientos. Con el ritmo del huehuetl y el corazón de la Tierra. No hay posibilidad de volverse atrás, las Tribus del Sol ya están en marcha, las del norte, las del sur, las del oriente y las del poniente.

Desde aquella memorable noche del 25 de Julio del 92 en el Monte del Gozo y la reunión posterior en la Catedral de Santiago, casi sin pausa hemos revoleado nuestros Estandartes, aireado nuestros penachos, sonado nuestras mandolinas, sonajas y ayoyotes por varias partes de Hispania, por los cuatro rumbos, por muchos lugares de México. hemos dado los primeros pasos. Creo que hasta ahora se han dado con respeto, con dignidad.

El mensaje que actualmente se irradia desde el Tepeyac, el Santuario Guadalupano, Virgo-Tierra, Viento del Norte-Tonantzin, es el que siempre ha sido desde que Ella se apareció en sus sagradas colinas: su deseo de que muchos grupos se unan para orar, meditar, sanar y trabajar juntos en métodos prácticos y espirituales para ayudar a anclar el Rayo Femenino para la Tierra y para la Humanidad.

En este nuevo tiempo en que vivimos, que reviste un significado especial para nuestros pueblos y comunidades, así como para todos en general, necesitamos tomar conciencia de nuestro pasado y de lo que significa el tiempo presente. Se ha dicho que el despertar del espíritu indígena se va a dar también en Occidente, en medio del mundo ‘civilizado’. Y eso será inevitable cuando los hombres y mujeres empecemos a ser conscientes del uso del destino y de nuestro libre albedrío para continuar la tarea que desde siempre llevaron nuestros abuelos y abuelas de pelo blanco, los que no vinieron a buscar con voracidad, y que con paso lento pero seguro llegaron al grado de Águilas y Jaguares.

¡In Tlanestia in Tonatiuh! ¡Que vuestro Sol sea brillante

Pinceladas de una batalla florida

1

Si bien Venus-Quetzalcoatl es la Estrella de la Sabiduría (que anuncia el advenimiento del Sol de la Presencia: Christos), para conquistar sus caminos celestes hemos de realizar primero un largo peregrinaje sobre la Tierra. Antes de que la voz interna del Vidente despierte en nuestro interior, hemos de borrar todo el farragoso almacén de nuestra historia personal. Y este trabajo de limpieza equivale a la realización de la experiencia individual del Espejo Humeante de Tezcatlipoca, la disolución de toda memoria del pasado influyendo en cada uno de los pequeños actos de nuestra vida cotidiana. Una penetración en las profundidades oscuras de la personalidad oculta e inconsciente y una recuperación de las antiguas tradiciones de nuestro pueblo, destruídas por una espada de fuego disfrazada de cruz.

Es esta energía de la recapitulación la que nos hace esclavos o libres, nos da fuerza de voluntad o debilidad, nos empuja hacia grandes metas o tan sólo nos permite sobrevivir al borde de la inanición y dominados por los vicios incontrolados. Borrar el pasado y librarlo de toda carga emocional, social y biológica, para que el Ser luminoso -el ‘Otro de Luz’ o ‘Serpiente Emplumada’- alcance la libertad de ver y nos conduzca hacia la cumbre de la montaña de donde nunca más hemos de bajar.

Este espejo de la memoria vive con autonomía en nuestro interior y nos trae los recuerdos con los que nos asociamos a lo largo del tiempo, pero si un día logramos liberar y vaciar esta memoria de las percepciones de los sentidos, entonces Tezcatlipoca se convierte en una puerta hacia otras dimensiones y en un ‘Espejo del tiempo contrario’ que nos muestra las posibilidades intergalácticas del futuro.

Y no olvidemos a Xolotl, su hermano gemelo, verdadera esencia del astro Sol. Pues si Quetzalcoatl-tonal intenta realizar el Reino o Plan de Dios sobre la Tierra a través de sus múltiples pruebas y duras batallas que reflejan el sentido arquetípico de la ‘anunciadora’ Venus, es su Espíritu Xolotl (la fuerza del Nagual) el que puede alcanzar los huesos de los antepasados y convertirse en el verdadero Sol. Jesús por fuera y Cristo por dentro.

El Guerrero Alado o solar es también un Monje y un Sabio, hijo espiritual de Tezcatlipoca el señor de la noche, uno que ha transmutado todos sus venenos en medicina y miel, todas sus escamas en plumas. Alguien que ha elevado la energía de la Madre Universal hasta abrir su corazón al amor, y traspasar la frontera de la nuca para inundar de luz celeste la cabeza. Y el guerrero danza en el sueño como en la vigilia, el Sol brilla dentro de su Ser a la mañana y a la tarde, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad. Ometeotl, la eterna dualidad creativa sobre la Tierra: el día y la noche, lo brillante y lo oscuro, el tonal y el nagual, la parte izquierda y derecha del cuerpo o del cerebro, Quetzalcoatl y Tezcatlipoca. Y nadie puede alcanzar la luz sin pasar serenamente por la oscuridad, nadie puede alcanzar el cielo sin atravesar consciente y amorosamente los desafíos y las profundas cuevas de la tierra.

2

¡Oh mi señor Tatewari,

manifiesta tu Presencia en este fuego sagrado,

ahora que he cumplido con mi obligación para contigo.

Sal al calor y hazme sentir tu caricia y tu palabra oculta.

Déjame ser de los elegidos

para cabalgar por las sendas de otros mundos,

allá en Wiricuta!’

La luz sólo puede alcanzarnos cuando la llamamos desde el corazón. Nunca puede llegar por casualidad, si es que algo así como el azar existiese en el mundo. Hay que pagar el precio de la búsqueda voluntaria y nadie quiere molestarse en ello, porque dejarse llevar por la oscuridad es lo más fácil (trabajo absurdo y destructivo, ansia de acumulación, distracciones abotargantes, familia ajena al amor y a la entrega, ruido y polución, negatividad mental y agresividad…). Cada vez la lucha entre luz y oscuridad es más universal. Y no se trata de un simplificador dualismo mental, sino de la última batalla antes de la desaparición del poder de la mente separativa sobre la nueva Tierra de Luz. Y el señor oscuro se introduce en la medicina científica, en lo que comemos, en la música apabullante, en la droga y los excesos sexuales, en el cine y la televisión cotidianas, en las guerras tecnológicas y tribales, en los fanatismos religiosos, en la industria polucionante, en la violencia del capital financiero, etc.

Estamos en medio de la gran batalla y los próximos ocho años sólo verán un recrudecimiento de la misma y no su desaparición. Entonces tendrás que elegir claramente uno de los dos bandos y poner toda tu vida en el combate activo y la transformación.

El fin del dualismo y de las polaridades viene acompañado por el incremento de las posturas duales y de los enfrentamientos entre extremos. La última separación será la que dividirá a la humanidad en dos partes bien diferenciadas: los que están al servicio de la Luz y los que están al servicio de la mente apegada a la materia y al personalismo. Y no podemos seguir con esos planteamientos seudomísticos del ¿tú todavía estás apegado a la dualidad? Mientras inspire y expulse, mientras haya día y noche, mientras distinga yo y tú, mientras pueda tener salud o enfermedad, etc., hay un componente dual que es imposible evitar, aunque lo esencial sería mantenerse consciente en cada instante (con sol y con luna, tomando o echando el aire, sano o enfermo…) y vivir la realidad tal y como es, como una oportunidad para evolucionar y aprender por medio del momento, sea aparentemente bueno o malo.

3

Hunab Ku, Kan Kin, o la Presencia Divina es el centro del universo, el eje del Sol central, la expresión de las energías del Padre.

Tonantzin, Coatlicue, la Guadalupana, son expresiones de la Madre Cósmica y Terrena, la mediadora de la Trinidad (‘Hija del Padre, Madre del Hijo y divina Esposa del Santo Espíritu’).

Quetzalcoatl es el Hijo de Amor-Sabiduría, el Viento (Ehecatl), con su movimiento sinuoso, que empluma a la serpiente y disemina por el mundo su mensaje de libertad, comunicándolo a todos los corazones para que escojan libremente su futuro entre la luz y la oscuridad.

El Tewantinsuyo o Tierra de los Cuatro Vientos, también llamada Amerrikúa o el Anáhuac eterno, nos ofrece una enseñanza milenaria radicalmente distinta a la de los científicos académicos que hoy tan estoicamente sufrimos. La evolución no es progresiva sino que avanza en círculos de espiral, retornando siempre a los mismos desafíos eternos, esperando el momento de que, como raza, encontremos mejores respuestas a las que se hallaron en ciclos anteriores. Así que todo vuelve una y otra vez al mismo lugar, y los mismos desafíos que destruyeron la vida en otros planetas de nuestro sistema solar hace millones de años vuelven de nuevo a presentarse ante nosotros (polución, energía atómica, violencia y destrucción, drogas degenerativas, manipulación genética, guerra química, explotación, hambre, supertecnología abusiva, depredación de los recursos naturales, superpoblación…). Es el Ourobouros, la serpiente que se muerde la cola, el Tonalpohualli azteca o el Tzolkin maya, el tiempo cíclico de Gurdjieff, un periodo de cincuenta y dos años (4×13) que parece reproducir (en múltiplos centenarios) los ciclos evolutivos de todo proceso (y posible progreso) humano.

Cada danzante crea, con sus pasos de danza, una tela de araña que atrapa a las dos hermanas: Conciencia y Energía, y así colabora con la Gran Tejedora que hila nuestras vidas sobre el Telar celeste. Invoca a los Cuatro Poderíos del Mundo para que tomen cuerpo en el Círculo sagrado y les pide permiso para comenzar su ofrenda. Así va reuniendo su lado derecho con el izquierdo, hasta disolver toda dualidad y manifestarse como la unidad del instante sin tiempo y por tanto sin mente. Es Ometeotl, el Uno que ha integrado el cambio continuo de sus dos lados complementarios y siempre interrelacionados. Delante y detrás, derecha e izquierda, arriba y abajo, el danzante une lo masculino y lo femenino, el cielo con la tierra, la acción con la relajación, el futuro con el pasado… manteniéndose siempre presente en el instante vivo del Corazón llameante del guerrero arcoiris.

Se trata de dispersar la energía femenina emergente por todos los lugares sagrados de nuestra tierra a través de la danza, para acabar con la discriminación del patriarcado ya decadente y conseguir una igualdad operativa y armoniosa entre hombres y mujeres, entre el cerebro derecho y el izquierdo, entre la mente y el corazón amoroso, entre la magia y la razón. El movimiento integra nuestro ser con el cosmos, retornando al tiempo en que fuimos unidad, danza sagrada de nuestros abuelos siguiendo el ritmo del amanecer, siguiendo el paso de Tonahtiu que asciende… Cada uno danzando como una llama ardiente que calcina sus propios problemas, como una avanzadilla de los que han ofrecido su vida para purificar al monstruo de mil cabezas llamado civilización, como una espiral que gira en círculos cada vez más amplios invocando los poderes del fuego y del agua, del viento y la tierra.

La Danza sagrada no se convoca en cualquier lugar (su objetivo esencial es el de ligarnos con el universo de la cruz: arriba, abajo y las cuatro direcciones horizontales), y en todo su desarrollo las esferas cósmicas giran alrededor del centro galáctico. Es un ritual de ofrecimiento en el que limpiamos nuestros cuerpos energéticos, expresamos los profundos sentimientos corporales del físico (en comunicación directa con el espíritu y la mente), y despertamos las zonas prohibidas del cerebro atrofiadas de modernidad y especialización. El huehuetl o el teponaztle, los ayoyotes y las sonajas, marcan su ritmo poderoso y sostenido, hasta crear como una cierta hipnosis de grupo, capaz de conducir a estados alterados de conciencia y de poner en marcha procesos de actualización del inconsciente que están fuera de la comprensión racional.

A un lado y a otro, dando vueltas en ambas direcciones. Dentro y fuera, arriba y abajo, izquierda y derecha, el círculo de danza se mueve al unísono y sin descanso. El 12:60 ha dejado el paso al 13:20, el tiempo mundano al ritmo lento y concienzudo de las ceremonias sagradas, la muerte al no-tiempo. No sólo es importante lo que se hace, las antiguas Formas de contacto con lo invisible (copal, cirios, flores, canto, danzas…), sino sobre todo cómo se hace, el estado interno del oficiante y aún del partícipe. El observador avezado parece encontrarse por primera vez cara a cara con un verdadero no-hacer, en el que priman la conciencia y energía del grupo sobre los pasos concretos de la dancita; el ‘prenderse’ del momento sin tiempo sobre las virguerías de los bailes guerreros; la disponibilidad, atención y la alegría compartida sobre la precisión de los procesos sacerdotales y ceremoniales, en los que paradójicamente los ancianos y Guías de la Tradición hacen especial hincapié. ‘El verdadero conchero acude a la Virgen para rezar humildemente, para dejar caer unas lágrimas al entrar en el templo y sentirse unido a todo, para entregar su corazón en las alabanzas, para recuperar la pureza de la infancia mientras se purifica rezando, para manifestar en grupo la armonía de la creación y la fraternidad de los Hijos de Dios’.

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Toda enfermedad es fruto de una desarmonía en el libre flujo de las energías, que a su vez están bloqueadas por barreras emocionales del pasado que actúan desde el subconsciente alterando cualquier relación ordinaria con el entorno y las gentes que nos rodean. Primero se crean agujeros en el aura, verdaderas ‘vías de agua’ que despilfarran la energía vital allá por donde vamos, luchando contra el entorno natural con nuestras ‘leyes mentales’ y sin saber el nombre de nuestro dragón interno: miedos, vicios, depresiones, pobreza, descontrol emocional, excesos sexuales, drogas, trabajo absurdo, autocastigo, un falso orgullo personal, ansia de posesiones, tensiones musculares, fantasías e ideales descontrolados, etc. Más tarde las vísceras, los órganos y el sistema inmunológico resultan destruídos, creando las condiciones para el cáncer (eso somos, cánceres en la piel, en el agua y en la atmósfera de la Madre Tierra), el infarto (explosión incontrolada y volcánica de nuestras energías emocionales), el sida (desnudos y sin defensas ante el ataque del entorno como si fuera la respuesta de la Tierra a tanta destrucción), etc.

Y cuanto más metidos estamos en la espiral descendente más difícil es la cura y más alto el precio iniciático a pagar. Cuantas más veces hayamos matado químicamente las pequeñas alteraciones o avisos corporales que hasta el momento nos han llegado, más complicada será la manifestación de la salud, porque cada una de esas situaciones ha de recapitularse corporalmente para borrarla definitivamente de nuestro inventario, inscrito en el mental celular.

Los agujeros en el aura expanden energía roja por el mundo, que al unirse a otras fuentes del mismo tipo crean las discusiones y las luchas, hasta el punto que un 90% de las relaciones sociales son caminos para robar la energía al otro, para comportarnos como depredadores de la vitalidad ajena (a través de la imposición, del lamento o del interrogatorio) dejando a un lado la fuente inagotable de energía en la que todos podemos beber, y por medio de la cual regalamos energía a los que nos rodean sin caer en las trampas de la identificación egótica a las palabras, del apego a las emociones, o del rechazo de las sensaciones que son aparentemente desagradables.

Y es aquí donde juegan un papel esencial los Elementos-madre de cada persona, los lugares de poder en donde la integración con la naturaleza resulta casi inmediata, la justa respiración que despierta la fuerza de la Gran Diosa dormida en la base de nuestra columna, el silencio mental y la paz emocional, el trabajo de los cuatro elementos serpentinos, la vía de la recapitulación de los guerreros-jaguar y la de la ensoñación de los guerrreros-águila, las danzas y las caminatas de poder, la alimentación sana, las vigilias nocturnas en soledad, la meditación y la observación del cielo, el relajamiento dirigido, etc.

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El ascenso de Tonatiuh cada mañana, relata Marte Trejo en su magnífica obra sobre las tradiciones del México antiguo, es precedido por la serpiente de luz del amanecer -Xiuhcoatl-, antes de que el magnífico rostro de Huichilopoztli (primer brillo o sol del amanecer, el colibrí antes de transformarse en águila) ciegue por unos momentos nuestra visión con el resplandor y la belleza del día.

Ipalnemohuani es la inmensidad sin límite y sin tiempo que lo inunda todo, la fuerza primigenia de lo increado. Quizás lo más parecido a ese concepto del Dios impersonal sin nombre ni forma, antes de convertirse en Padre-Madre de la creación (Tloquenahuaque: ‘el cerca y el junto’). Es la energía dual que crea el Nahui Ollin, la cruz del movimiento de la mente universal y que, desde el centro del cielo, da nacimiento a las cuatro direcciones, unificadas en la conciencia crística del centro de las galaxias.

Nuestro Sol es hijo de Orión y nuestro origen se encierra en esta nebulosa de misterio (donde también nacieron las Pléyades), con su Can mayor y menor (Sirio y Procyon) y las cuatro estrellas que le rodean (Rigel, Bellatrix, Betelgeuse y Salph). En el 92, el 25 de Julio, día de nuestro Señor Santiago y del Despertar del Corazón de Hispania, comenzaba una nueva cultura galáctica. Habían nacido los Hijos de las Pléyades, porque nuestro nuevo Sol central de la galaxia, el que se manifestará a lo largo del próximo milenio, estará situado en la constelación de las Pléyades, hacia donde somos ahora conducidos por el llamado Cinturón de Fotones.

Las Pléyades han de limpiar el camino de Orión, y para ello los hijos e hijas de Acuario deben dar nuevo sentido a la vida de la humanidad y recuperar la antigua ruta del Espíritu. Han de ayudar a que desciendan los verdaderos Guardianes de la Tierra que son trece, y nos aguardan en los intersticios de las dimensiones del universo, dispuestos para encarnar su presencia en los lugares más activos y poderosos actualmente de la Tierra. Los primeros llegaron en el 87, el 88, el 90, el 92, el 93 y el 95, pero aún no se ha completado su descenso que tiene como límite el eclipse solar del año 99.

En cada Viento o dirección del mundo, que corresponde a los Cuatro Seres Alados (que el cristianismo denomina Arcángeles y el hinduismo Señores del Karma), se toca el caracol y el eco de los vientos responde y da su aprobación para acceder al lugar sagrado. Al final se invoca al Dios sin nombre ni forma, y después al Dios padre-madre, así como a los Símbolos venerados y a las Almas liberadas de los Cuatro Vientos, arrodillándonos en tierra para recitar las oraciones y invocaciones de petición de permiso que dan comienzo a la ceremonia.

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Hoy las mujeres recuperan sus poderes mágicos para participar activamente, en igualdad de condiciones con el hombre, en la nueva Civilización Andrógina que nacerá con dolor en los primeros años del Tercer Milenio. Ésa será la verdadera unidad de Ometeotl, y nunca el retorno peligroso y relativamente facilón al fanático matriarcado de las ideas rígidas, supersticiones y prejuicios de lejanos tiempos de oscuridad. Cualquier distinción entre seres humanos que lleven a una más o menos sofisticada discriminación, con la creación de grupos cerrados y círculos de ‘elegidos’, es una ofensa al espíritu humano y a su total libertad para escoger el camino de luz u oscuridad al que va a dedicar sus esfuerzos en los próximos diez mil años.

Luz significa entrega, disolución, borrado de memoria emocional, aceptar cualquier situación que se nos presente como una oportunidad de servicio, obediencia a la ley cósmica, amor incondicional y confianza en las presencias invisibles del cielo y de la tierra, y sobre todo en la profunda sabiduría del Plan Crístico. Oscuridad significa miedo, precaución, desconfianza, valorar el pasado, distinguir bien entre lo que me gusta y me disgusta, buscar la propia satisfacción por encima de todo, aferrarse a las cosas y a las gentes, valorar la mente personalista por encima del silencio impersonal, y las emociones de atracción-repulsión por encima del sentimiento desinteresado.

Por si fuera poco son las mujeres quienes deben unificar las dos polaridades de Ometeotl, equilibrando de nuevo las enseñanzas de los templos masculinos (Chichén Itzá, Kabah…) con la de los templos femeninos (Uxmal, Monte Albán…). Los sucesos astrológicos del año 94 con las progresivas conjunciones de Urano y Neptuno (por primera vez en la historia conocida), dieron paso a esta posibilidad que habíamos estado esperando durante tanto tiempo y que había sido preparada con antelación en Centroamérica a través de la apertura de las pirámides mayas (respetando en cada uno la esencia del trabajo que habrá de realizar en el próximo futuro), que ha sido realizada durante los últimos siete años. Marte Trejo sigue añadiendo que las pirámides femeninas brillaban con color violeta y las masculinas con color dorado, mientras que el aura de todas era de arcoiris, gama que representa el legado de nuestro futuro.

Por todas partes nacen las nuevas Semillas de Estrellas; en todos los rincones del mundo se implanta el nuevo código genético que llamamos GNA (acompañado de microórganos sutiles que muy pronto sustituirán a los órganos ‘físicos’ del cuerpo); en todos los pueblos existen avanzadillas de la conciencia que conectan y canalizan fuerzas estelares y angélicas capaces de iluminar la ruidosa barahúnda del momento presente; muchos son los corazones que se abren a la reciente Infusión Crística que comenzando en el año 87, está llegando a su punto álgido en el período 94-99. Y esto es independiente de los sexos, de las capas sociales, de las razas, de la cultura, de las ideas políticas, de la edad y del lugar de nacimiento. Lo esencial es que estas gentes se mueven en una frecuencia distinta, son conscientes de la necesidad del servicio y del trabajo en red, y saben que o nos salvamos juntos (las gentes de buena voluntad) o ninguno nos salvamos.

Manejan nuevos conceptos capaces de romper las limitaciones del pasado y no proyectan sus problemas en el exterior sino que confían en la fuente viva de la Presencia dentro de sus corazones.

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Ni aún hoy, en que el Puente de Wiricuta se mantiene abierto entre los dos pueblos de Hispania y de México, podemos decir que los mexicanos son de manera pura indígenas o españoles, sino tan solo los portaestandartes de la raza verde (amarillo dorado del Sol y azul de la Tierra), la de los amantes de la ley divina que se expresa en la naturaleza humana y planetaria, y que está compuesta por hijos de todas las razas, naciones y religiones del mundo. Los indígenas y los españoles son el pasado, pero no sólo los indígenas de América, sino nuestros antepasados medievales, devotos del dios Pan y adoradores de las fuerzas del cielo y de la tierra. Por eso no podemos elegir ninguno de los dos bandos (el pasado o el futuro) ya que somos una nueva raza transmutada, aunque es fácil comprender que no podríamos avanzar evolutivamente sin integrar también en nosotros la sabiduría de nuestros abuelos indígenas y las realizaciones místicas y elevadas de la despectivamente llamada ‘brujería medieval’.

Por eso volvemos a los antiguos lugares de poder y manejamos una nueva concepción del tiempo, basada en la sabiduría antigua. Para nosotros las montañas y las cuevas, los dólmenes y los menhires, los centros de peregrinación ancestral y los nuevos focos devocionales. Para ellos las pirámides y los lugares sagrados de las misteriosas civilizaciones maya, olmeca, tolteca, azteca, teotihuacana o chichimeca. Todos tratamos retornar al conocimiento sagrado unificado que existió antes de que las luchas fratricidas separasen los dos polos de la creación, el masculino y el femenino, dando a uno de ellos poder y control sobre el otro, y rompiendo el equilibrio de fuerzas que mantiene a la luz de la creación en un continuo proceso creativo. Esta Tradición inmortal o Filosofía perenne fue un día considerada como el Centro de Armonía del Universo, ya que es la ley que rige la vida de la Confederación Galáctica en la que, dentro de muy pocos años, entraremos como miembros de pleno derecho, después de haber extirpado de nuestros campos la cizaña del poder y la violencia.

Cada centro ceremonial recibe un cierto tipo de energía, determinada por las fuerzas telúricas del lugar y por su capacidad para asimilar las poderosas radiaciones de uno u otro de los focos de emisión estelar que se vierten como una sutil lluvia luminosa e invisible sobre la superficie de la tierra. Hay que comprender que la ecosfera planetaria está encerrada en una costra muy densa e impenetrable a la luz, que podríamos llamar psicosfera, creada por la infinita producción de emociones negativas que se emiten cada día, como humo negro, de cada una de las cabezas y corazones de los habitantes de este atormentado planeta azul.

Sólo en los Lugares de poder natural y en los Centros ceremoniales activos, es posible abrir Puertas Dimensionales (con la participación unificada de gran número de personas despiertas) para que pueda llegar hasta nosotros la ayuda de los Hermanos invisibles y Seres Angélicos que tienen a su cargo la evolución de la Conciencia sobre la Tierra. Del lejano cosmos nos llegan las vibraciones (ondas y corpúsculos) que emiten las estrellas, los agujeros negros, el alma de las diferentes galaxias, etc., y en estados alterados de la conciencia se captan las cuerdas del universo, ‘las interlineas de alto poder y que permiten autogenerar grandes cantidades de energía bautizadas como fuerza galáctica o fuerza G’, que siempre han sido usadas de manera mágica por los chamanes de las diferentes épocas, como intermediarios entre el cielo y la tierra.

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De pie frente al amanecer, con los dos pies abiertos y descalzos, bien en contacto con la tierra, las manos abiertas hacia el cielo para recibir la energía, el vientre relajado, los ojos fijos en el Sol naciente y las rodillas flexionadas. Se inhala la energía recogiéndola del interior de la tierra y se asciende por las rodillas hasta el circuito central, que asciende paso a paso desde el perineo (puerta de la serpiente) y la zona sacra, lumbar, dorsal y cervical hasta ascender a la cabeza a través de la nuca (puerta del águila) y llegar a la coronilla (puerta del cielo). Sentir el calor en el cuerpo y al cerrar los ojos la nube azul va expandiéndose como una esfera alrededor de nuestro cuerpo. Al espirar dejar que las energías fluyan suavemente desde la frente, a través de la lengua, por la garganta, pecho, ombligo, bajo vientre y zona sexual, para recomenzar de nuevo.

Desde las llamadas ‘experiencias cumbre’ hasta los primeros pasos de un principiante en el aprendizaje de la meditación, están en función con el tipo de ondas cerebrales que somos capaces de producir en un momento dado de nuestra vida. Dicho de otro modo: el quantum de energía de que disponemos a nivel mental (silencio y unificación), emocional (ausencia de emociones negativas) y vital (energía respiratoria y sobre todo sexual), caracteriza todas las posibilidades de contacto con lo invisible (sueños, visiones, canalizaciones…), de buena suerte, de salud y protección ante las ‘casualidades’ de la vida, y de claridad y creatividad mental que somos capaces de asumir en lo cotidiano. Cualquiera sabe hoy que los ritmos alfa son necesarios para la creatividad y la expansión mental y deben desarrollarse por técnicas adecuadas de relajamiento, de concentración o de meditación, aunque muchas veces la audición de música clásica o la creación de un poema son suficiente excusa para desarrollarlos autónomamente. Por su parte los ritmos theta se asocian con el sueño profundo y con la actividad del tálamo en los primeros años de la vida (sensaciones de placer y dolor).

Existen tres maneras bien diferenciadas de reaccionar ante los estímulos externos:

1.- Ritmos alfa persistentes que no desaparecen al abrir los ojos ni al concentrarse: son adultos con imaginación auditiva y táctil mas que visual. Ante un problema estas personas no usan imágenes mentales.

2.- Las alfa llegan al cerrar los ojos y relajarse, y desaparecen al abrirlos o cuando se desarrolla un esfuerzo mental. Son personas que crean imágenes para resolver problemas, son adaptables y versátiles, combinan datos con rapidez.

3.- No tienen ritmos alfa significativos y piensan con imágenes visuales. Actúan de forma rápida y precisa ante un problema cuando la solución está al alcance de la imaginación visual, pero lo hacen peor cuando es una abstracción o imagen complicada, ya que se confunden y aturrullan.

Estas tres divisiones (un poco ‘cientifistas’ para el tema que estamos tratando) son importantes para comprender las diferencias básicas que separan a las gentes emotivas y psíquicas, de aquéllas que se manejan a través de la presencia en el instante.

No son pocos los llamados ‘guías’ (sobre todo los que trabajan a la americana) que inventan un método y lo hacen universal, considerándolo válido para todo tipo de personas y desarrollando un marketing de unificación que produce efectos negativos colaterales (frustración, sensación de impotencia, confusión…). Cuando a mucha gente que nos rodea les funciona algo y a nosotros no, es difícil no sentirse desplazado, e incluso presionado a mentir en los círculos de integración de las experiencias.

La sabiduría antigua (de la que aún quedan dignos representantes) hacía mucho hincapié en estas diferencias que venían cualificadas por las diferentes configuraciones de la energía en el vientre. Los videntes se centraban en distinguir con claridad de dónde surgían las hebras de energía que caracterizan para siempre nuestro contacto con el Misterio del Nagual, y de esa manera distinguían a los ensoñadores y recapituladores, así como las cuatro direcciones a las que cada uno de ellos podía pertenecer.

Así lo que para unos es un camino de crecimiento y sobriedad, para otros es un obstáculo que puede alterar toda su vida interna. Que alguien cuya conciencia no ha quedado atada al pasado a través de las emociones (por disponer de una diferente estructura energética), sea empujado a sumergirse día tras día en ellas, sólo conduce a un cortocircuito explosivo que generará mucha agresividad y pérdida del rumbo espiritual. Personalmente me siento integrado de manera estructural en el primer grupo de personas auditivas y táctiles, más que visuales, capaces de desarrollar estados de gran profundidad incluso en las ruidosas batallas de la vida cotidiana. La intuición no viene siempre con imágenes, sino que hay momentos en que se manifiesta como un ‘insigth’ instantáneo y completo. Mientras que otras gentes necesitan visiones para encauzar su vida, y las encuentran en estados de meditación o relajación. Unas terceras ven en todo momento imágenes, pero sin profundidad suficiente para convertir su visión en guía, ya que las manifestaciones subconscientes interfieren sin descanso en estas visiones que podríamos considerar mejor como simples pensamientos mentales.

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La Tradición ha desarrollado a lo largo de milenios, y en el corazón de sus más bravos guerreros y sacerdotisas, un sin fin de métodos probados para alcanzar otras dimensiones de la Conciencia. A lo largo de los siglos y las persecuciones, estos métodos han ido reduciéndose a unos pocos por la desaparición de los ancianos sabios que disponían del poder suficiente para transmitirlos. Hoy algunos caminos son sólo recuerdos en la mente colectiva, cenizas de otros tiempos de gloria en que los viejos atlantes de piedra recorrían por la noche los valles sagrados de México y Centroamérica.

De cualquier manera el aprendiz que se pone en línea con cualquiera de estos vastos senderos: sustancias sagradas, ensoñación, danzas, recapitulación, contacto con los invisibles de la Tierra, etc., se encontrará siempre con graves problemas al contactar con el camino elegido, pues cada uno de ellos conduce a una puerta dimensional en la que su nuevo poder acumulado (por la limpieza de la importancia personal, el ahorro sexual, la respiración consciente, los ayunos y retiros, los temascales, las caminatas, la danza de poder frente al fuego…) fortalecerá en primer lugar a su parte oscura, haciendo salir a la superficie, en versión actualizada, las peores pesadillas de infancia, los miedos escondidos, las obsesiones que alimentaste en la juventud, o tus sueños irrealizados. Entonces da comienzo la batalla contra tus fantasmas complacientes, que sólo desean darte placer y sensaciones de seguridad, o aterrorizantes. A pesar de esto el camino debe seguir para encontrar los secretos de la vida y del universo, sin paralizarse por los peligros que esta búsqueda lleva consigo e intentando desarrollar la mayor impecabilidad posible para estar seguros ante los sofisticados acechos de la mente subconsciente.

Y cada mañana se eleva la voz de la invocación al Sol naciente, con el fuego al oriente, la vida y las nuevas criaturas al poniente, la noche y el lugar de los muertos al norte, el manto de las estrellas al sur, y el corazón del cielo y las galaxias al centro.

Se observa el astro dorado en profunda meditación con los ojos abiertos, y luego comienza la danza lentificada, como una meditación en movimiento, una ofrenda al rey del cielo. Después, sentados de nuevo, escuchamos los sonidos del tambor llamando a los poderes del mundo y el canto espontáneo y mágico que surge de nuestro pecho-vientre. A nuestro lado se eleva el humo del copal sagrado que despierta el Espíritu unificándolo con toda la naturaleza que nos rodea y que eleva nuestra oración hasta Dios. Con los ojos cerrados absorbemos la esencia del copal y acariciamos el viento con las plumas de águila que sostenemos en la mano derecha. Invocamos los poderes de nuestro Viento, esencia del gran Quetzalcoatl en su función de Ehekatl, que como Mercurio es mensajero de los dioses, y como Hurakán es dador de vida. Fuego, tierra y aire, unidos al sentimiento íntimo que es agua y a la Conciencia que es luz transcendente, forman el cuadrado del mundo. Es como si hubiéramos tomado de las esencias del mundo (hongos San Pedro, híkuri, ayahuasca o semillas de ollolliuqui) y pudiéramos fundirnos con el alma de la tierra que se revela por medio de la carne de los dioses.

Y es entonces cuando siento mi naturaleza esencial, la cualidad que Dios ha dejado en mi energía para manifestar su destino espiritual en este mundo y en los otros: mujer remolino haciendo girar vertiginosamente el karma de los que le rodean; guerrero-águila dueño de su propio destino y visionario de grandes futuros; mujer élfica de los lugares sagrados; poeta y músico de los ritmos del tiempo, que expresa su alegría en cada aliento; mujer que convoca las nubes y que hace soñar; hijo del rayo que atrae las tormentas y maneja la energía en cualquier cuerpo… hombre o mujer guerrero-mariposa, Papaloztli, capaces de ver más allá de las apariencias en el mundo real del Espíritu.

Sin saber cómo, un día realizaremos el secreto del tiempo y podremos engancharnos a la eternidad. Entonces cada instante se vuelve pleno y sin huellas, dándonos la energía suficiente para vivir otro instante más. Pero no se trata de un presente sin raíces, ni de un futuro visionario y efervescente. La intuición, los sueños, las canalizaciones y las visiones completan la circunferencia, pero sólo cuando el círculo está presente, cuando el buen sentido, la amistad, la creatividad, el servicio, la paz interna y la alegría se manifiestan de manera concreta y nos impiden perdernos en fantasmagóricas utopías. Tengamos siempre presente la idea original de la creación humana, avivemos el fuego interno, despertemos la visión lúcida y global, y no dejemos pasar el tiempo sin retornar una y otra vez humildemente a la purificación de la mente, del cuerpo y de las emociones. Don Juan Mathus insiste: ‘lo más difícil en la vida es mantener el talante de un guerrero’, renovar el Intento original de asumir el cambio y acabar con las pendejadas matutinas. Pero la Tierra también cuenta, y la nueva conciencia planetaria está guiada por sus ciclos y espirales, así como por los aportes de energías sutiles que le alcanzan en estos especiales tiempos de purificación desde las más importantes estrellas del sistema galáctico al que pertenecemos.

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Cada ser humano dispone de una sabiduría supletoria que se pierde en la noche de los tiempos y que podríamos considerar como una especie de archivo colectivo racial. Para alcanzar esta sabiduría que está impresa en nuestros genes, se hace imprescindible elevar las energías desde la base de la serpiente hasta los cielos cerebrales del águila, trabajando intensamente por el despertar y el perfeccionamiento de nuestros sentidos sutiles. Para purificar el oído, escucha los sentidos internos, camina con los ojos tapados, descifra el canto del riachuelo y descansa en vigilia auditiva durante largas noches.

Para purificar la vista, observa las cosas con los ojos abiertos hasta dejar de verlas, concéntrate sin parpadear en una vela, centra tu atención en el centro de la frente percibiendo los colores sutiles, u observa el sol reflejado en el agua que fluye. Para purificar el gusto siente el sabor de cada una de las plantas que te rodean, concéntrate en la punta de la lengua, elimina los sabores dulces y salados, o descubre con los ojos cerrados un cierto sabor determinado que se confunde con otros que sean muy parecidos. Para purificar el olfato concentra tu atención en la punta de la nariz, medita en ‘anapana’ hasta que percibas olores de rosas y flores exóticas por todo, trabaja la respiración lentificando cada fase y reteniendo el aliento, o distingue a las gentes con los ojos cerrados sólo con la ayuda del olfato.

Por último, para purificar la sensación del tacto permítete masajes sensitivos, despierta la energía corporal en las relaciones amorosas muy prolongadas y llevadas al ralentí, camina desnudo por la naturaleza, y medita en ‘vipassana’ recorriendo los diferentes niveles del cuerpo (piel, músculos, huesos, órganos, energía…) hasta que sientas tu cuerpo como una esfera gigantesca hecha de energía pura.

Mantener etapas de silencio externo, meditar en el silencio interno, dormir sobriamente y alimentarse de manera equilibrada y limpia, realizar temascales de purificación, peregrinar y ascender a las grandes montañas, transmutar las emociones negativas y abandonar las murmuraciones y las fantasías, revitalizar la doble serpiente de nuestras energías para irradiar energía desde nuestros centros mayores, ser maestros del sueño para poder recibir mensajes y conocer a otros hermanos de la luz…

En el borde de sol comienza el camino

Un abismo de poder y conocimiento del futuro.

La boca que devora el nuevo ciclo,

y que te muestra los logros a realizar.

Una puerta viva entre las dimensiones

mientras tu mente calmada está en vigilia.

Viendo como si estuvieras allí, muy lejos,

adivinando las respuestas imposibles.

Un salto a otras realidades que es hijo del vacío,

y nieto de la energía disponible ante el abismo.

Un ojo abierto en el cielo tormentoso

que encuentra el profundo azul de la noche estrellada.

Es posible comunicar con Tatewari el fuego,

y oír cantar al Deva del gran bosque,

e incluso hablar con la lluvia y el ciervo

pero nada es como la danza de la luna y las estrellas.

Es el tiempo del sol negro, donde no llega la luz,

la oscuridad interna de nuestra memoria-espejo.

Pero en la cueva del alma la luz nos enseña

y la voz del ver nos muestra lo oculto.

Detrás se revela el tesoro fulgurante,

el diamante-rayo que destruye a los que se creyeron débiles.

y sólo por esa creencia renunciaron a su fuerza.

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Un Guerrero del Arco Iris,

un Hijo del Sol,

un integrante de los Seres de Trueno,

es a la vez un Danzante,

un Chamán,

un Invocador de la Presencia del Espíritu

y un Poeta.

Al final de círculo encontramos un nuevo comienzo en el que se trata de tender un puente entre cuatro Fuerzas: la primera constituída por los Maestros Ascendidos, la sucesión de Guías de los Linajes de la Luz que encarnaron sobre la Tierra, y los servidores del mensaje del Cristo vivo (en los planos visibles de la Tierra o invisibles, ya desencarnados); la segunda por las Jerarquías celestes (Arcángeles, Serafines, Señores del Karma, Espíritus del Sol…), los Ángeles Guardianes, los Hermanos de Luz de las Estrellas… como expresión del Padre; la tercera por los Devas de los Cuatro elementos y las cuatro direcciones, los espíritus Elementales que acompañan a los cuatro Reinos naturales y a las Cuatro Estaciones, los Guardianes de los Lugares de Poder y las manifestaciones sutiles de nuestra Madre Tierra; y la cuarta y última integrada por el corazón luminoso de los Hijos del Sol que a través de sus llamados, invocaciones e Intentos encauzan la Gracia del Padre hasta su manifestación en la Materia-Vida. Hay que señalar también que las dos primeras Fuerzas explicitadas (Maestros y Seres Angélicos) han fusionado sus senderos hasta el punto de que todo se manifiesta como un Trinidad: Maestros ascendidos-Humanos-Espíritus Elementales.

2 comentarios

  • Crow

    2

    Comienza la aventura

    Se dijo de Hernán Cortés que nunca perdía el control de la situación, que sabía ganarse amistades con su don de gentes y que irradiaba poder de convicción incluso entre bravos guerreros que traspasaban con mucho su estatura y cuyas gestas eran ya reconocidas ampliamente. Podía ser espléndido y considerado con los que le seguían, aunque la fuerza de la sexualidad atrapa a los escorpios en una espiral difícil de detener y es así como tuvo que casarse apresuradamente en Cuba antes de partir para Nueva España, lo que hizo en oscuras condiciones en las que volvió a prevalecer su astucia y su audacia. Casado a la fuerza mientras estaba en prisión, elegido capitán general de la Armada y de las tierras a descubrir, trabajador ayudado por la noche y la luna para zarpar en la oscuridad cuando su revocación era inminente, negociador imparable que sabía mantener la fidelidad de sus gentes en las circunstancias más adversas, etc.

    Salió con once naves y desplegó su estandarte en terciopelo negro, bordado en oro, como correspondía a un enviado del sol al servicio de la luna, y en medio una cruz rodeada por llamas azules y blancas, símbolo mariano, todo ello subrayado por la consigna: ‘Amigos, sigamos esta Cruz y con fe venceremos por este signo’.

    Tenía treinta y tres años y su misión comenzaba a encontrar los caminos por los que se encarnaría en las tierras de Centroamérica. Mercurio (aquí Quetzalcoatl o Kukulcán) como señor de los vientos les favorecía.

    Hasta que llegaron a Cozumel, donde ‘los centauros llamados por el Sol para salvar el corazón de los hijos de la Luna debían ser impulsados por él, Cortés no tuvo que tomar la primera gran decisión de su mensaje evangelizador: devolver las joyas de oro e instrumentos rituales que los hombres del inexperto Pedro de Alvarado habían sustraído de las aldeas el día anterior al adelantarse al resto de la Armada. Así, con gran enfado contra su subalterno, devolvió la libertad a los tres rehenes que habían tomado y aún les hizo regalos para que tuvieran conciencia de que venían en espíritu de paz.

    Su sorpresa fue mayúscula cuando al querer comenzar la evangelización, sólo tuvo que decir unas palabras relacionadas con la Madre de Cristo (traducidas por un indígena converso que había sido llevado a Cuba) para que el Cacique y su gente la adoraran en el altar recién improvisado.

    Más tarde intentó rescatar a cuatro castellanos que estaban presos desde hacía ocho años en Yucatán (mientras que el resto de sus compañeros fueron muertos en los altares y luego devorados por los caníbales), enviando a uno de sus capitanes más importantes con regalos para intercambiarlos por ellos. Y poco después destruye, ‘en nombre del amor de Jesús y su Santa Madre’, el ídolo de un gran centro ceremonial maya al que peregrinaban decenas de miles de gentes cada año. Los mayas adoraban en esa isla a la diosa lunar Ix Chel, hermana o esposa del sol, fecundada sin perder su virginidad, y por tanto madre virginal semejante al dogma de la cristiandad. Los aztecas por su parte representaban a la luna Metztli, raíz del nombre México, por la concha de nácar vinculada al mar. Para todos ellos la Gran Madre terrestre-lunar era la diosa y señora de la fertilidad (sobre todo del maíz, y en Europa del trigo) y como Madre de la humanidad.

    Moctezuma mientras tanto se desesperaba por los fatídicos presagios que llovían una y otra vez sobre su cabeza. Sabía que la diosa Toci se oponía a los sacrificios y él no hacia nada para contentarla, tanto es así que finalmente su templo ardió totalmente de manera inesperada. El emperador hizo sacrificar a sus astrólogos y brujos, mandando a la esclavitud a sus hijos. Luego un suave maremoto inundó las calles de Tenochtitlán, y mas tarde una ‘plañidera’ invisible paseó por las calles gritando el desastre que se avecinaba. Se vieron visiones de hombres con medio cuerpo de venado vestidos para guerrear, etc. El mismo emperador, curtido en mil batallas, intentó pedir cobijo a Huemac-Plutón rey de los muertos (envió a su delegación con diez pieles humanas exquisitamente trabajadas a una profunda cueva sagrada), pero aún éste le rechazó porque no podía hacer nada contra los poderes femeninos que se acercaban.

    Para entonces Cortés ya sabía que los indígenas habían venerado siempre a esta diosa madre, pero bajo otra presencia, y que también conocían el signo de la Cruz pues a su paso por Yucatán el mismo Quetzalcoatl había levantado unas cuantas. Sabían de la madre virgen y de su pequeño pero poderoso hijo, del cáliz, del bautismo y de la confesión, pero nada ni nadie podía explicar a Cortés que estaba ante un pueblo protegido por potencias sobrenaturales y que él mismo era sólo su instrumento.

    Más tarde cuando ya renunciaba a ver a sus compatriotas prisioneros con vida, la diosa se los mostró vestidos de indios, haciéndole saber que Gonzalo Guerrero no había querido volver con ellos porque sentía que vivía en el Paraíso junto con su nueva familia y se había convertido a la religión indígena. Triste situación para Cortés y los suyos que antes de haber convertido al cristianismo a uno solo de los habitantes de la nueva tierra, se encontraban con que un cristiano había renunciado a su condición. Así la familia Guerrero constituyó el primer núcleo mestizo del que sería el nuevo México porque, según la fuerza femenina, así debería ser el camino hacia la nueva condición del país.

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    La magia lunar en medio de la batalla

    Siguieron por Campeche y luego por los pantanos de Tabasco donde, creyendo encontrar amigos, se toparon con un verdadero ejército hostil diez veces superior al suyo que había desembarcado ligero de armamento. Fueron atacados de noche y en medio de la selva, lo que facilitaba el movimiento de las flechas y piedras disparadas desde los árboles, pero los poderes mágicos de la noche y la selva se aliaron a Cortés bajo la forma de miles de ojos de cocuyos luminosos (como enormes luciérnagas que se desplazaban a los lugares más peligrosos del ataque) y, por si fuera poco, aparece el mismísimo Santiago dando mandobles sin parar, además de los obstáculos increíbles que encontraron el resto de las fuerzas enemigas para llegar al lugar del combate. Visto así no es extraño que comenzara a correr la idea de que Cortés era ayudado por fuerzas sobrenaturales invencibles, y eso a pesar de que el traductor indígena les había abandonado para revelar a su gente que no eran inmortales, que sus armas no eran rayos del cielo, que sus caballos no eran hombres-bestia, y que su número era mucho menor del que con ciertos trucos les habían hecho creer.

    Al día siguiente se dio la gran batalla, esta vez con todos los caballos y cañones que portaban los bergantines, y Cortés se la jugó a cara o cruz. Colocó cascabeles muy sonoros a los caballos, dio órdenes a la infantería de golpear con la punta de la espada y no con el filo, y organizó el fuego graneado de los mosquetes. Los indios emplumados eran incontables, vestidos con chalecos antiflechas llamados ‘escaupiles’ y portando sofisticadas armas en sus manos. Comenzaron el ataque enviando una lluvia de flechas que acabó con más de setenta españoles, pero pronto se vio que no podían con la visión arquetípica del centauro de Quetzalcoatl.

    Los tabasqueños pagaron su derrota con más de ochocientas bajas, y la suavidad de las condiciones de Cortés hizo que el cacique lo sahumara con copal (limpia y respeto) y le otorgara 20 esclavas entre las que se encontraba Malintzin, hija de un rey nahuatl ya fallecido.

    Para entonces Cortés había decidido asumir su papel como enviado divino y esperaba sacar provecho de ese estatus que, aún correspondiéndole naturalmente, era tan sólo para él una oportunidad para facilitar la conquista. A través de los cañones y de los caballos estableció una especie de reinado del terror que llevó a los caciques a jurar fidelidad al rey de España. Los ídolos fueron cayendo mientras los españoles peregrinaban tras el oro solar que dirigía prácticamente todos sus sueños en el recién descubierto ‘nuevo mundo’. Por fin Malintzin sirvió de intérprete a los primeros emisarios del gran Moctezuma en Xicalango, que le llevaron presentes muy valiosos dedicados ‘al divino Quetzalcoatl’. Así fue vestido con el atuendo del dios, hecho con turquesas y oro, con jade y plumas de quetzal, mientras que el cañón que ordenó disparar al final de la ceremonia obligó a los emisarios a dar con los huesos en tierra, creyendo que se trataba de un mensaje del poder del trueno, que era atributo del dios. Se les dio vino y exquisitos manjares todos aderezados con gran cantidad de chile.

    Moctezuma se hizo repetir varias veces las palabras de Cortés-Quetzalcoatl, y estudió los dibujos que sus artistas habían realizado sobre el encuentro. Tocó repetidas veces el casco que Cortés les había entregado con la orden de que lo devolvieran lleno de oro y luego se desmayó. Ordenó que todos los presentes de los españoles se enterrasen en Tula, fueran tratados como reliquias sagradas y se ofreciese un sacrificio de palomas, que en otro tiempo eran del agrado del dios.

    Se le informó de la presencia de Malintzin que hablaba el nahuatl y el maya, sirviendo de fiel traductora a los teules (españoles). Sus astrólogos comprendieron de inmediato que se trataba del numen femenino que en México se expresaba por ‘la figura sobrenatural e invencible de la bruja Malinal Xochitl, hija de la gente del centro del cielo que, desde las estrellas y la luna, sostenían una guerra cósmica con las potencias de la oscuridad que ya habían logrado apoderarse casi por completo de Mesoamérica. Fue Malintzin la que impidió que Cortés comiera nada de lo que habían preparado los magos de Moctezuma para obligarle a desistir de su misión o simplemente para matarlo, e incluso se dice que cuando ella miraba esta comida hechizada salieron unos gusanos tan horribles de ella, que ello obligó a Cortés a rechazarla con repugnancia.

    Se dice que Malintzin obligó a Cortés a respetarla, prometiéndole en contrapartida protección, servicio y guía, y ella, que fue la única mujer en el ejército hispano, fue la primera mexicana cristiana. Su nombre Doña Marina era lo más parecido a Malinal. Además el santoral decía que Santa Marina llegó al martirio con sus siete hermanas, número del poder transcendental de las potencias virginales. Más tarde le pidió que la entregara a uno de sus hombres de confianza, Portocarrero, y no pasaría mucho tiempo sin que se insinuase abiertamente a Cortés, que envió a su amigo a España y comenzó una relación mágica y tempestuosa con ella.

    Cortés funda Vera Cruz por necesidades políticas y llega a la ciudad totonaca de Cempoala, donde el cacique de unos trescientos kilos de peso revela a doña Marina que los totonacas y los tlaxcaltecas odian a los aztecas que les roban enormes impuestos, además de sus mejores niños y jóvenes para la celebración de los sacrificios sangrientos y de sus doncellas para el goce sexual de sus soldados.

    Este es el paso decisivo para Cortés que recibe de Malintzin la información de que ambos pueblos le creen el enviado de Quetzalcoatl, papel que cada vez más él está dispuesto a asumir, sin saber que no sólo es el interés lo que le guía.

    Malintzin, como servidora de las once mil diosas o vírgenes que ayudaban al avance de Cortés y lo conducían hasta el corazón mismo del dragón de Teotihuacán, fue tan importante que al propio Cortés lo comenzaron a llamar ‘señor Malintzin’ o ‘señor Malinche’ como si asumieran el hecho de que ella era la que ‘le traía de la mano’. Y en siete veces siete días ella fue capaz de hablar en castellano con Cortés sin la mediación del maya del ex-prisionero Aguilar al que antes nos hemos referido. Todos los españoles la consideraban como una bruja, mientras los indígenas la trataban como una semidiosa, encarnación de la deidad lunar Malinal Xochitl, potencia de Virgo, hermana de los hombres-estrella y única hembra entre los astros.

    4

    La crueldad del guerrero

    De cinco conspiradores que intentaron volverse a Cuba, ahorcó a dos, cortó los pies a otro, y azotó a los dos restantes. Luego quemó sus propias naves para demostrar a todos, y primero a sí mismo, que el único camino era vencer o morir. Sacó de cada soldado todo el valor que podía destilar, creando además la ilusión de una enorme fortuna en oro que conseguirían los vencedores. Apresó a los soberbios recaudadores de tributos de Moctezuma y los hizo apalear, lo que aterrorizó a los principales de Cempoala, y más aún cuando luego los puso en libertad diciendo que había sido un error inducido por ellos contra Moctezuma, pidiendo al mismo tiempo una audiencia personal con el emperador. Así se aseguró el acuerdo con las dos partes en conflicto, logrando al mismo tiempo cien mil totonacas para marchar con su ejército sobre Tenochtitlán.

    Luego entraron en el trópico con un sin fin de enfermedades, donde pudo comprobarse la fuerza de la Malintzin. Los españoles sentían el rechazo de la tierra y la escasez del aire a cuatro mil metros de altura, y sus problemas no eran producidos por la guerra, sino por la desbordante fuerza lunar muy superior a la que habían conocido luchando contra los moros. Por ejemplo los continuos y aterrorizantes ataques de los brujos y hechiceros, con sus manifestaciones fantasmales que sangraban sin cesar y peleaban fieramente entre sí (disueltos una vez mas por la intervención de Doña Marina), aunque no se podía olvidar tampoco a los guerrilleros tlaxcaltecas, que finalmente atacaron con diez mil hombres y guiados por un general ciego a las tropas hispanas. Fue de nuevo la Malintzin la que salvó a los heridos utilizando la grasa de los cadáveres enemigos, mientras que los muertos eran enterrados a gran profundidad para seguir ocultando que eran simples mortales. Pero llegó un momento en que también la magia española caía en manos de los indígenas tlaxcaltecas, que capturaron un caballo y lo trocearon para ofrecerlo en sacrificio a los dioses de la guerra.

    Sin embargo el general ciego no fue convencido por ninguna de las cosas de la magia o de la guerra, sino por la seguridad de que la Malintzin era una expresión de la fuerza sobrenatural que guiaba a Cortés, por lo que aceptó negociar la paz.

    Cuando Cortés entró en Tlaxcala quedó fascinado por su fortificación, su limpieza, la educación social del pueblo, y en general por la inteligencia y conocimientos que todo el mundo poseía. Finalmente el general ciego aseguró a Cortés que lo reconocía como enviado del cielo y que lo ayudaría a vencer a los odiados aztecas. Entretanto Moctezuma le envió a seis delegados con cuantiosos regalos, advirtiéndole del peligro de los tlaxcaltecas, lo que hizo a Cortés ponerse aún más en guardia contra los aztecas, mientras le devolvía otros regalos de profundo sentido esotérico (aunque él seguía actuando inconscientemente en todo el proceso): un sombrero con un paño de color rojo (Júpiter en Sagitario) y una medalla de San Jorge con el dragón, alusiva a su misión en esas tierras.

    El general ciego le advirtió que no entrara en Cholula, pero él desatendió el consejo pensando que no debía dejar en las espaldas enclaves enemigos y menos aún mostrarse temeroso. Veinte mil aztecas les esperaban para tenderles una emboscada. Y una vez más la Virgen lunar tomó el mando de la situación, haciendo que una anciana, esposa del cacique de Cholula, avisara a la Malintzin de la trampa, que a su vez informó inmediatamente a Cortés. Éste situó los cañones a los lados del templo de Quetzalcoatl y puso a los tlaxcaltecas en un círculo envolvente, de tal manera que al cortar los brazos del sacerdote cuando invocaba al cielo, Cortés inició la señal para el ataque en el que se mostró el odio imparable de los tlaxcaltecas contra los aztecas, acuchillando a mujeres y niños sin ninguna compasión hasta el punto de ‘que sólo se podía caminar pisando cadáveres de indios’. La matanza resultó apocalíptica y gracias a ella todos los pueblos del entorno asumieron el halo protector que guiaba a Cortés, solicitando de él poder unirse a su ejército en vez de atacarle como había sido su deseo inicial. Los españoles tomaban todo el oro, la plata y las piedras preciosas de los vencidos, y sus aliados los vestidos, plumas y ropajes.

    Todavía hubo alguna resistencia esporádica y nuevos intentos de la brujería de Moctezuma que fracasaron por la ayuda de las divinidades. El primer Moctezuma (Flechador del Cielo) aún se resistía y luchaba contra la fatalidad, mientras que el segundo (Socoyote) se dejó dominar por un fatalismo enloquecedor. Quería huir de su destino aunque sea escondiéndose en el infierno y sólo pensaba en la llegada de los hombres-venado. Por fin llegaron cuatrocientos españoles, doce caballos y dos cañones que eran todas las fuerzas de Cortés. Era el año de 1519 y la ciudad tenía mas de un millón de habitantes, colosales templos piramidales, edificios palaciegos y esculturas de serpientes. Moctezuma impidió que su hermano saliera a luchar contra el invasor, porque los dioses ya le habían advertido que el fin del imperio azteca llegaría con esos hombres, y lo único que le interesaba era retrasar el momento definitivo.

    Moctezuma dio un espléndido recibimiento a Cortés, que pronto comprobó que se habían levantado nuevos muros para ocultar parte del palacio imperial. Abundaba el oro en la cubertería y la loza, tomó chocolatl por primera vez, y fue testigo de cómo Moctezuma aspiraba el humo de una pipa de madera, echándolo luego por la boca y la nariz. Cada hora el emperador se lavaba las manos y mojaba su rostro, coleccionaba perritos enanos y peces tropicales, tenía un edificio destinado a aves rapaces en jaulas gigantescas que les permitían volar bajo el sol y otro de fieras salvajes entre las que dedicaban especial atención a las serpientes. Disfrutaba de los jardines más bellos que jamás habían contemplado los españoles y también de una extraña colección de seres humanos minúsculos y deformes… Honores y placeres para los conquistadores con jade y plumas preciosas, piezas de oro y plata, mientras que ellos a su vez mostraban sus atavíos, caballos y armas.

    Pronto Moctezuma ordenó atacar a la guarnición de Cortés en Veracruz, matando a siete españoles y a un caballo, mientras que éste decidía secuestrar al emperador ayudado por la Malintzin y realizaba un juicio sumarísimo contra los enviados para provocar la revuelta de los totonacas, y los hacía quemar vivos ante los ojos de todos.

    5

    Hacia la batalla decisiva

    Mientras tanto, diez barcos con 9oo hombres, 13 cañones y 85 jinetes habían llegado a la costa enviados por el gobernador de Cuba para prenderle. Entonces Cortés hace prisionero a Moctezuna y lo usa como rehén, dejando 140 hombres para custodiarlo al mando de Pedro de Alvarado y él parte a combatir a Narváez, jefe del ejército enviado por el gobernador Velázquez.

    Su osadía derrota a Narváez cerca de Cempoala y logra unir ambas fuerzas en un solo ejército, dando gracias a su Virgen de Guadalupe por la nueva ayuda insospechada.

    En su ausencia Pedro de Alvarado había cometido muchos errores y su miedo se había transformado en violencia y autoritarismo, mandando ejecutar a varios nobles y provocando la ira del pueblo azteca e incluso de sus propios aliados. Al llegar Cortés una muchedumbre airada rodeó al palacio, obligándole a solicitar del emperador que saliera a calmarla, pero el pueblo al ver la actitud humillante y deprimente de Moctezuma se avergonzó tanto de él que logró matarlo a pedradas en un rapto de ira colectiva.

    La llamada ‘noche triste’ sucedió el 30 de Junio de 1520, cuando el valiente caudillo Cuautemoc venció a los españoles que, en una providencial retirada, pudieron escaparse, ayudados por la luna y la noche, a través de la calzada tendida sobre el lago Texcoco. El problema fue que iban tan cargados de oro que, por su avaricia, muchos se ahogaron en los pantanos y otros fueron tomados prisioneros y su corazón ofrecido en la Pirámide del Sol, pues nada podía hacer la energía de Virgo para salvarles de los peligros del metal solar. Cortés, que recibió varias heridas, no se rindió, volviendo a ofrecer batalla en pocas semanas como un Quetzalcoatl a sangre y fuego, mientras que los aztecas le oponían su arma más poderosa, el deseo de morir matando.

    Una vez más la Virgen se aparecía delante de los ejércitos aztecas y les echaba tierra a los ojos antes de llegar a las filas españolas, con lo que detenían su avance y eran vencidos.

    En Otumba se dio la batalla decisiva, después de un asedio terrible a Tenochtitlán, que no acabó definitivamente con la resistencia azteca tan sólo por la negativa de los sacerdotes de rendirse al demoledor de ídolos y templos. Cortés aún sangraba por varias heridas mal curadas como casi todos los españoles y su derrota estaba cantada por los hados. De pronto Cortés vio el estandarte del general indígena, y conmovido lo vio como un rectángulo del que irradiaba la silueta de una doncella, muy parecida a ese amor imposible que tuvo en su juventud por tierras de Salamanca, aunque ahora su imagen era excelsa, poderosa e imponente. Rápidamente captó lo que esa visión significaba y se lanzó como poseído hacia el estandarte, a golpes de espada y puñaladas, hasta que lo arrebató de sus enemigos, mientras gritaba desaforadamente preso de un ataque semejante a la locura, encarnando por breves minutos el arquetipo del guerrero invencible. Y una vez el estandarte en sus manos todo terminó. El campo entero y las casas de la laguna estaban llenos de cuerpos muertos y aún el propio Cortés enfermó por el olor de la matanza.

    Cuautemoc fue tomado prisionero y sus palabras resumieron la comprensión de lo sucedido: ‘Señor Malinche, toma ese puñal que tienes en la cinta y mátame con él’. Al llamarlo así no sólo se refería a su compañera mágica, sino a la potencia lunar Malinal que le servía de guía para acabar de una vez por todas con el imperio azteca. Entonces sonó su mensaje por las calles: ‘Mexicanos, tlaltelolcas, ya nada es aquello con lo que ha existido México y con lo que ha estado perdurando la nación mexicana…’

    Durante doce años los llantos no pararon y el dolor parecía aumentar mientras el dragón desaparecía de su propio corazón, Tenochtitlán, pero finalmente el pueblo recibió la ayuda sobrenatural en el cerro del Tepeyac y su futuro volvió a ser maternal y de regocijo. El dragón real que había dominado México era una verdadera bestia cósmica y fue aniquilada por el caballero solar venido de Sagitario para salvar a la doncella (su monstruosa silueta está dibujada en el contorno de lagos y ríos del valle de México, sus siete cabezas eran las siete tribus que habitaron en las orillas del lago y sus diez cuernos eran los diez emperadores aztecas cuyos nombres numéricamente según las quince letras de la lengua azteca sumaban 666).

    6

    El resurgir de la Luz

    En 1531 se apareció la Virgen de Guadalupe, a los doce años de la llegada de Cortés, mostrándose abiertamente a las gentes y dando ya por finalizada la etapa de purificación contra el dragón devorador de pueblos, pues todo lo que Ella ayudó a plasmar en la materia fue para ayudar al pueblo mexicano, que sufría el salvajismo sangriento del dragón.

    La tilma en que apareció su imagen a Juan Diego estaba tejida con hilo de malina o malinalli, cuyas sogas servían para atar los cadáveres que eran enviados a la diosa lunar en su retorno al más allá.

    Malinal es Malintzin que a su vez es Malinche, que pasó a Marina y a María, derivado de Maia, la Materia, lo mismo que Mater y de ésta, Madre.

    Madre de Virgo desde la inmensidad de las 46 estrellas del manto guadalupano. De la ruda fibra de malinalli fueron también tejidos la manta y el taparrabos que la diosa y madre Coatlicue envió a su hijo con unos hechiceros (que en México siempre aparecen como intermediarios o portadores del hecho transcendental), para que preparara su destino sobrenatural.

    Pero que nadie se equivoque pensando que la Virgen está contra la serpiente. La muerte del dragón no limita nada el hecho de que Ella es espíritu y que debajo de sus pies reina la materia. Pisar la serpiente o la media luna negra no es un acto destructivo sino que expresa el medio de que se vale para proyectar su gracia en el mundo. Ella y la serpiente están por siempre unidas, como la Luna y la Tierra, arriba y abajo, la Virgen y el Pueblo. Devoción hacia el espíritu y a veces horror hacia la ominosa realidad de la materia.

    Además no olvidemos que el hechicero Juan Diego llevaba de nombre azteca Cuauhtletóhuac (‘el que habla por el águila’), como ser nacido con la misión de ser el intermediario de la Virgen ante el obispo español, (el águila es símbolo y representación de la potencia cósmica femenina, Virgo, y sobre todo de las deidades terrestre-lunares). Y estaba escrito que por su boca hablaría el águila del renacimiento mexicano.

    Por si fuera poco su mujer también se llamaba Malintzin. Así una vez más la conquista de América sucedió de acuerdo a un programa trazado en las alturas, en el corazón de las propias estrellas, sobre todo en la constelación de Virgo.

    ¿Será posible, al mismo tiempo, considerar la posibilidad de que los pueblos indígenas de mesoamérica sean la doceava tribu de Israel (número doce), como puede mostrar el hecho de que la Virgen de Guadalupe no vaya vestida a la manera azteca (aunque hable nahuatl y sea mestiza), sino hebrea del siglo primero después de Cristo, que los judíos coman tortitas de harina en las proximidades del santuario, y un largo etc.?

    Fray Juan de Zumárraga no podía creérselo cuando el indio (Dios dentro) Juan Diego le dijo que se le había aparecido la Virgen, y menos aún cuando afirmó que le había dado un mensaje. Por eso, intentando no violentarse, aunque con un deje amenazador en la voz, le pidió alguna prueba de sus palabras. Él era comprensivo con estas gentes que tanto sufrían, privados del día a la noche de sus dioses, sometidos a tanta violencia y dolor, e incluso obligados a aceptar el mensaje del Amor de Cristo a base de látigos, cárceles e incluso de hogueras, pero este asunto había estado a punto de sacarle de sus casillas.

    Sin embargo, aunque astutas, estas gentes no tenían maldad y era la primera vez que se encontraba con una historia semejante, en la que un indígena intentaba esconder a sus dioses detrás de los santos y las vírgenes cristianas, y encima pedía la construcción de un monasterio para sus paganos fines.

    A la segunda visita de Juan Diego para avisarle de otra aparición mariana, primero lo bendijo y luego volvió a enviarlo para que presentara pruebas, haciéndolo seguir a continuación por dos de sus criados, ante los cuales desapareció como por milagro en una zona llana y sin árboles. El obispo empezaba a inquietarse seriamente, recordando su lejana tierra vasca, hogar de oscuras ‘sorguiñas’, donde había sido enviado por el propio Carlos V para que castigara a los participantes del akelarre de Zugarramurdi.

    Por entonces algunos españoles caían apuñalados en la oscuridad por los indígenas, lo que llevó a los colonos a tratarlos aún peor, si cabe, en la vida cotidiana. Las tensiones subieron hasta que comenzó una revuelta, que sólo pudo calmar Hernán Cortés en persona que, a pesar de lo que se haya creído, fue uno de los pocos conquistadores apodado como ‘tata’ por los naturales, que comprendían la parte sobrenatural de la misión que llevó a cabo en sus tierras. El ‘señor Malinche’ era respetado, pero casi todos los demás debían ser odiados y temidos sin excepción desde el momento en que ponían al rojo vivo su marca de propiedad en los rostros indígenas, marcándolos como ganado, hábito degenerado contra el que luchaba el obispo Zumárraga, al que los más ambiciosos españoles veían como poco más de una bestia a destruir.

    Juan Diego intentó eludir el cuarto encuentro con la Virgen evitando el cerro, excusándose ante Ella porque tenía que atender a su tío Juan Bernardino enfermo. Quizás temía que su función de curandero, castigable a los ojos de los españoles, no fuera del agrado de la Virgen por más que se mostrara como india de cuerpo e idioma. Pero la Virgen se le apareció en el camino y prometió curar a su tío, seguramente herido por la espada de un español trasnochador al que atacaron de noche.

    Luego Juan fue al palacio obispal para hablar por el águila de la femineidad cósmica después de recoger unas rosas (flor de Virgo) en invierno, pero los criados que le habían seguido le forzaron para ver qué llevaba en la tilma, golpeándolo incluso, viendo tan sólo el áspero malinalli.

    La colina, las imágenes de dragones muertos en las montañas de alrededor, las rosas del indio, y la pintura que, con el rocío de las flores, quedó marcado en la tilma, fueron suficiente para que fray Juan de Zumárraga, conocedor de lo esotérico y mariano como nadie, comprendiera los signos.

    Sin embargo, al no ser por naturaleza propicio a los prodigios, se debatía en un estado de confusión que lo atormentaba. Había habido testigos de la presentación del milagro pero no sabía qué hacer. Llevó la tilma a su oratorio y en la Virgen milagrosa no vio esa expresión neutral que plasmaban en sus cuadros los tres artistas indios que conocía. Esta imagen emanaba bondad y amor, y era la expresión misma de la dulzura. Además ni siquiera había dicho a su mensajero cómo llamarla, lo que confirmaba la inexistencia de una confabulación de brujos.

    Hasta Cortés participó en los testimonios, se investigó por peritos y se reconoció su origen milagroso. Pero el obispo no descansaba e hizo mil interrogatorios a Juan Diego, recogieron tierra del cerro y la pusieron en tiestos, comprobaron que Juan Bernardino, ante la ausencia de su sobrino, recibió la visita de una Señora que había hecho cicatrizar milagrosamente su herida, etc.

    Fray Juan, franciscano, había destruído ya unos quinientos templos y veinte mil ídolos, y ahora no iba a levantar uno nuevo al paganismo, así que día y noche observaba la imagen en su altar. Se le consideraba un defensor de los indios y luchaba contra la avaricia criminal de algunos españoles, incluso clérigos, y contra la avidez sanguinaria que sólo estaba ausente de los indios, aunque los frutos que había recogido eran muy pocos. Enseñó la imagen a los indios y ellos la llamaban Nuestra Señora Madre de Dios, así que les tuvo que dejar construir un pequeño y humilde altar para ‘su virgencita’, aunque antes de entregársela ordenó al indio Marcos, reputado pintor, que retocara los símbolos paganos y los convirtiera en cristianos, dejando tan sólo los ojos originales (que hoy traen de cabeza a los científicos porque en sus pupilas aumentadas hay imágenes en tres dimensiones). Así el 26 de diciembre de 1531 los primeros fieles guadalupanos oraban a la Virgen en su nueva ermitilla.

    7

    Las dificultades de la Evangelización

    Las dudas de los clérigos hicieron que la imagen desapareciera varias veces para ser examinada en España y por diferentes especialistas llegados a México, y detrás de todo el proceso se siguió sospechando que los indios adoraban a sus ídolos y a sus numerosas diosas bajo el disfraz de actos piadosos. El obispo Zumárraga que había sido llamado por el emperador como perseguidor de endemoniados, que había acabado con renombrados brujos y brujas mexicanos capaces de transformarse como nahuales en animales feroces (y hasta en rocas o en árboles que se movían al paso de las gentes a las que a veces mataban del susto), estaba lleno también de dudas producidas por su miedo a favorecer el paganismo o la superstición. Los brujos lo odiaban, igual que los poderosos españoles contra los que se enfrentaba sin miedo por defender la dignidad de los indígenas.

    La realidad es que la materia devoraba a los hombres que habían llegado a América en nombre del espíritu. Esos colonos y conquistadores venidos del país más religioso de todos los pertenecientes al elemento fuego, Sagitario, eran insensibles a la piedad, y sus almas habían sido destruídas por la sed de riquezas y de poder. El obispo recibía filas inmensas de indígenas con quejas tan espantosas que se decidió a presentar denuncias formales contra los acusados. Pero la Audiencia las rechazó afirmando que los indios eran por naturaleza mentirosos y calumniadores, e incluso le prohibió defender a los indios bajo pena de destierro, pérdida de bienes e incluso la cárcel, pues él era solo un obispo electo por el rey y no consagrado o confirmado por el Papa. Por si fuera poco se prohibió a todos los españoles que le fueran con quejas (o perderían a todos sus indios), y se amenazó con la horca a todo indio que protestara en su palacio. Nadie quiso negociar con él una salida digna, ni los letrados, ni la audiencia, ni aún los clérigos.

    El obispo resistió, como lo había hecho tantas veces contra el demonio, y desde el púlpito estalló su indignación. Pronto se le amenazó de palizas en medio de los sermones y todos los españoles y nobles indios se alejaron de su presencia para evitarse problemas. Comenzaron a difundir escandalosas infamias contra él y sus frailes, y ni para defenderse de ellas le dejaron entrar en la Audiencia. Más tarde la visita temeraria de un numeroso grupo de indios de Huejotzingo colmó la gota de su rebosante vaso, cuando le explicaron que más de cien de sus mujeres e hijos habían muerto al intentar cumplir con los enormes tributos que los conquistadores les imponían.

    El cruel Nuño de Guzmán respondió a sus quejas diciendo que los indios debían cumplir con lo que ordenaba la autoridad aún cuando murieran por ello y que la Iglesia no tenía nada que decir. Salió temblando de ira y le recordaron que así había muerto el obispo de Zamora, don Antonio Acuña que intentó poner la autoridad de la Iglesia por encima de la del alcalde, y que ahora colgaba de un palo como un delincuente común.

    Los franciscanos amenazaron de excomunión al alguacil que quería ejecutar a los indios de Huejotzingo, pero muy pronto los tomaron presos y los llevaron desnudos hasta la capital de México. Un fraile del obispo Zumárraga, de acuerdo con él, comenzó a exponer claramente la situación en el sermón de la misa de Pentecostés, y al no callarse ante las amenazas de un alguacil fue abofeteado, perseguido y encerrado. El obispo Zumárraga se sintió vencido y aunque aún tuvo fuerzas para hacer liberar a los indios presos de Huejotzingo amenazando con la espada de la excomunión como un profeta iracundo, cambió su política y decidió avanzar más lentamente y sin tantas emociones. Pero ya era un enemigo de las bestias del oro y en España se le acusó de todo, de crear desórdenes, liberar a delincuentes, favorecer a Cortés, desdeñar la autoridad de la Audiencia, etc.

    Mientras tanto el símbolo de Cortés, como señor Malinche e hijo predilecto de Quetzalcoatl y de la madre Luna, pasaba por malos momentos, habiendo sido picado por un escorpión muy venenoso y debatiéndose con la muerte. En el último instante, una india con una palangana de plata (llena de agua transparente con cristales de roca y piedras semipreciosas dentro) acudió a su lecho y nadie se sintió con fuerzas para detenerla, puso una piedra transparente en su frente, otra verdosa en su pecho y luego exhaló el humo de un vela sobre su rostro, para desaparecer de inmediato sin dejar rastro. Algunos dijeron que era Malintzin pero más joven. Otros recordaron luego a Cortés que Antares, el ojo rojo de la constelación de Escorpio, veía con odio al hombre-instrumento de la constelación de Virgo por robarle su vasto imperio en el continente de la Luna.

    Los estrictos controles y la censura del correo y de los mensajes en Panuco y en Veracruz impidieron que varias veces fray Juan de Zumárraga se pusiera en contacto con el rey de España y le contara con pelos y señales lo sucedido. Incluso no se hizo caso en la Nueva España de la orden de que desapareciera la censura que llegó de la Corte Española.

    Por fin decidió llevar personalmente, y con gran peligro de su vida, la carta al barco, pasando por Amecameca hacia Puebla, pero en las afueras de Huejotzindo se le aparecieron dos ancianos extraños haciendo gestos que no fueron atendidos desde el vehículo, y un kilómetro después volvieron a mostrarse otra vez, lo que les definía claramente como brujos.

    Mandó detenerse y le dieron el mensaje de que les estaban esperando en ‘la merita peña que está antes de Cholula’ y ‘es gente de mala concencia’… Siguió adelante, dudando de los dos brujos creyendo que eran ellos los que le llevaban a una trampa, y más tarde ordenó dar la vuelta para hablar de nuevo con ellos. En el instante allí estaban como buenos brujos que eran: ‘¿Nos buscabas tata obispo?’ ¿Por qué me hacéis este favor? ‘Por la Madre de Dios’. ¿Cuántos hombres nos esperan? ‘Cinco montados, pero vayan sus mercedes con confianza en la madre de Dios’. Así siguieron aunque aún fueron testigos de otro prodigio, cuando unas ramas ardieron tapándoles con su humos por unos momentos, los suficientes para que diez soldados armados que les buscaban afanosamente no les descubrieran.

    Finalmente preparó una trampa basándose en el orgullo de los poderosos y mientras él mismo se hacía prender, uno de sus franciscanos logró entregar la misiva a un marino vizcaíno que el obispo conocía desde España. Increíblemente los dos barcos en que viajaban los Procuradores excomulgados en el entreacto por Zumárraga se hundieron, mientras que el que llevaba su carta llegó con bien a su destino.

    8

    La Virgen de Guadalupe, puente entre dos continentes

    El obispo Zumárraga recordaba que en el cerro del Tepeyac los aztecas tenían un santuario dedicado a la diosa terrestre-lunar Coatlicue, que también se llamaba Tonantzin (en su imagen rodeada de una puerta interdimensional, sustituída en la guadalupana por piedras preciosas).

    Y no estaba seguro de haber entendido bien la traducción del nahuatl al castellano que a él le sonaba como Virgen de Guadalupe. A esto hay que añadir que se apareciera a un brujo, que le hablara en nahuatl y que se mostrara como india y no blanca. Pero lo que no podía imaginar es que la denominación que aceptó de Virgen de Guadalupe causara tantos problemas en su propio país. Los monjes jerónimos de Extremadura se sintieron amenazados ya que gran parte de los conquistadores pertenecían a esa tierra, y se unieron a los dominicos, agustinos e incluso a algunos franciscanos, para declarar que la Virgen del Tepeyac era una impostura pagana.

    Para entonces no sólo la codicia española provocaba problemas a los colonizadores, sino que su atormentada espiritualidad se veía asaltada por la aparición tanto de la Llorona, una mujer que aparecía en cualquier lugar como un espantoso espectro de la noche llorando por sus hijos (primero en nahuatl y finalmente en castellano), como de la Cihuacoatl (mujer serpiente o mujer infernal que es una y quíntuple) considerada por Sahagún como el diablo con forma de mujer anciana y que se aparecía lo mismo de día que de noche.

    Zumárraga que alcanzó la santidad del absoluto desapego material en medio de un mundo de arpías, pero que tampoco quería más deidades indias que se aparecieran con aspecto indígena, hablando otra lengua, aceptando ser llamadas Tonantzin y con fama de milagreras… comprendía y sentía la urgencia de dar a los indígenas su propia Virgen, a la que se llamaba despectivamente la Tepeaquilla (del Tepeyac).

    Es así como aceptó la pobreza extrema de la ermita de adobe techada con palma que levantaron a su Tonantzin cristiana, pues no podía pedir ayuda oficial para tan denostada virgen, e incluso la cosa fue más grave cuando embargaron los cálices y las cruces para pagar sus salarios a los músicos y cantores de origen español.

    En medio de un ambiente nefasto en que los indios esclavizados se suicidaban o evitaban tener hijos, surgió la llamada de un Dios de amor y no de sangre, por intercesión de su Madre celestial a la que no importaba el nombre y seguía apareciendo como esperanza para sus doloridos hijos. Era india y ante ella se arrodillaban los españoles. La existencia de un Dios supremo al que no se puede representar ni dar nombre, o la esperanza en la venida de una divinidad nacida de una Virgen, fueron principios que las culturas precolombinas conocían bien. Zumárraga, mientras tanto, se deshacía por dentro entre las ganas de destruir la imagen y la necesidad de adorarla, y nada parecía que podía ayudarle a resolver la disyuntiva en que se encontraba.

    Incluso pidió ir a China para alejarse de ella pero el Papa, que ya lo había reconocido como obispo protector de los indios, le negó el permiso.

    Casi un siglo se tardó en construir el templo solicitado por la Virgen india, y entre medio la tilma sagrada desapareció durante unos quince años y fue retocada y cristianizada adecuadamente. Muchos indígenas se negaban al nombre de Guadalupe y la seguían llamando Tonantzin. pero lo importante es que a los siete años de la aparición (siete, número de la Virgen) un millón de indígenas habían sido bautizados en la nueva fe.

    Los aztecas ya conocían el bautismo que la partera-sacerdotisa aplicaba en nombre de las deidades lunares al recién nacido para darle plenitud espiritual. Lo importante es que jamás hubo cristianismo más natural que el indígena, pues nunca, ni hoy mismo, dependió de las órdenes de Roma. Ni tampoco mayor pureza en su fe, simplemente porque nunca tuvo que convertirse, tan sólo tuvo que cambiar los nombres y recordar los viejos rituales.

    Cortés, el conquistador, culminó la obra magna de su vida al ir por la calle, de puerta en puerta, pidiendo dinero para construir el templo que había pedido la Virgen de Guadalupe a Juan Diego. Sin embargo no sería hasta 1622 que se construyó la que hoy se conoce como Basílica de Guadalupe.

    Apuntes sobre la fusión de Tradiciones

    1

    Lo que Quetzalcoatl vertió sobre los huesos desecados de sus antepasados para rehacer una humanidad viva fue su propia sangre, el sacrificio de su cuerpo y su virilidad. Por eso sus sacerdotes se autolaceraban como ofrenda al Dios (no más sangre de los corazones ajenos, sino ofrenda sagrada de la propia)

    La espina de maguey es increíblemente dura y durante siglos ha servido para montar y preparar las flechas de muchos pueblos. Esta espina se encuentra especialmente en el mito y el culto al gran Quetzalcoatl.

    Cuando los dioses hubieron consolidado el cielo y la tierra de una nueva creación (después del fracaso de las tentativas precedentes) se preocuparon de poblarla. A Quetzalcoatl le correspondió la tarea de resucitar la raza de los hombres. El rey de los muertos guardaba en su reino subterráneo los huesos preciosos de los humanos desaparecidos en el fragor de los cataclismos que destruyeron las creaciones precedentes. Fue con engaño y ayudado por su ‘doble’, el astuto Xolotl, que el gran héroe llegó a rescatar los huesos que podían reconvertirse en humanos. Entonces Quetzalcoatl, habiéndose atravesado el sexo, vertió sobre los huesos reducidos a polvo su propia sangre, que fecundó esta materia para hacer surgir una humanidad nueva. También los sacerdotes de este culto, fieles a su Señor se atravesaban el cuerpo con espinas para hacer ofrenda de su sangre. De aquí que el Cristo coronado de espinas tenga a menudo un lugar de honor en las iglesias mexicanas.

    En México los Reyes Magos vienen en una gran fiesta, aunque no llegan a la selva lacandona pagana, ni a las comunidades vecinas de los tseltales, que sin embargo son también cristianas.

    Estas fechas tienen un gran valor simbólico, pues representan la espera espiritual del mundo, hasta que madure el Cristo interno. Todas las religiones del mundo han leído en lo invisible la importancia de la llegada de un Salvador. Como aquel príncipe mesopotámico que se creía la Estrella de la Mañana y cuya caída, como si del mismo Lucifer se tratara, sirvió para designar el demonio del orgullo y del rechazo.

    Jesús en su condición terrestre no fue nunca considerado una estrella. Su cuerpo no era etérico y la luz que emanaba de él no era más que la del aura de su bondad. Al fin de su gloria, los Toltecas decían de Quetzalcoatl que él se transformó en Estrella de la Mañana después de una amarga humillación. Sabían también que el Sol rojo del poniente debe pasar por la sombra del inframundo antes de resucitar de nuevo triunfante al amanecer.

    2

    La Iglesia del hospital Jesús Nazareno está en el corazón de México, donde se encontraron Hernán Cortes y Moctezuma el 8 de Noviembre de 1515. Este hospital, fundado por el conquistador, fue el primero de toda América. Un busto de Cortés en las escaleras lo presenta sumergido en meditación. Su tumba está cerca del coro de la Iglesia, pues sus despojos se trajeron aquí, a su nueva patria que ya no podía olvidar y que pidió como última morada, en 1556, nueve años después de su muerte. Es un iglesia plena de humildad, ajena a todo el fasto de la época.

    En la catedral, la Misa mayor se sigue desgranando con una liturgia lenta, casi pontifical. Los indígenas están presentes y hacen su propio ritual, como en Chiapas donde alquilan a un ‘rezandero’ (persona de poder para comunicarse con los dioses) para formular en alta voz las oraciones en las que manifiestan sus propias intenciones. A veces el rezandero es el padre de familia, que escoge en un fascículo, parecido a un misal, las oraciones que le convienen. Su mujer, de rodillas a su lado, mira sin pestañear a la llama de un vela, como sus hijos. Parecen recordarnos a María de Betania, de la que dijo Jesús que había escogido la mejor parte del Camino, porque se mantenía en silencio al pie de su Maestro.

    Carlos Castaneda no ve más que una debilidad mental en un acto de fe, y caricaturiza la fe de los humildes que no soporta, acusándola de rendición. La fe emana de la conciencia como una luz que va más allá de los claroscuros de la razón. No es un salto absurdo en el vacío, y aunque puede parecer incomprensible a quienes se mueven en los mundos de la energía, hay que respetarla. Atención a la importancia personal, pues todo hombre sobre la tierra está amenazado por la intolerancia. Cada uno de nosotros tiene que progresar en el camino con corazón, a fin de que la impecabilidad del guerrero no sea solamente una palabra vacía, sino el fruto maduro de nuestra intención profunda.

    No es fácil que ninguno de nosotros tenga admiración por esa sociedad azteca en su última etapa de degeneración (que es la única que conocimos), una sociedad aquejada de soberbia en todos los sentidos del término, espléndida y orgullosa en exceso. Que se emborrachaba con el gusto por la sangre, la explotación de la esclavitud, y la estricta división jerárquica. Una sociedad admirada y fascinada por la riqueza de los vestidos suntuosos de los príncipes y dignatarios, por el poder decorativo de las estelas que conmemoraban los sacrificios humanos o las masacres, etc., ya que nos resulta difícil olvidar que todo eso guarda un gusto amargo de vanidad, de opresión y de violencia general.

    3

    El hombre lúcido sabe que es ‘un ser que va a morir’, y por esta frase comienza toda enseñanza íntegra y verdadera del guerrero… Se trata de dar el empujón que obliga a cada aprendiz a abandonar ‘el mundo de las ideas que construyen esta realidad aparente.

    Los brujos mexicanos afirman que el miedo es el temor a perder alguna cosa, sobre todo la historia personal. Limpiar el pasado no es olvidar, sino que exige un acto de voluntad, la decisión impecable (recapitulación) de no tomar más en cuenta la experiencia del pasado para determinar cada una de nuestras acciones del instante. La repetición es la tentativa perpetua de recuperación de lo que se nos escapa con el tiempo. Esta repetición obnubila el pensamiento y esteriliza la acción, siendo fuente de todas las obsesiones. Sólo la voluntad creativa puede liberarnos de la posesión del pasado, que engendra la angustia del futuro.

    El que desarrolla su Intención es capaz de milagros. Dice Don Juan que lo más difícil para un guerrero es mantener su propósito de vivir como tal en cada pequeño desafío de la vida. Los animales sólo han podido adquirir alas por el intento de volar. En el mundo paralelo del nagual, todo es asunto de Intención, y la intención más impecable es la de cambiar el punto de encaje y fijarlo en la nueva posición conquistada. Cuando se conozcan muchas posiciones será el tiempo de la verdadera Libertad, la que está más allá del Tonal e incluso del Nagual.

    Los Lugares de Poder son aquellos que poseen un magnetismo especial y un enorme poder de fascinación (cuevas, bosques, montañas, nacimiento de los ríos, volcanes…), sobre todo si otros guerreros han trabajado e invocado en ellos durante años a los Espíritus Guardianes de la Madre Tierra. Es en uno de estos Lugares de Poder donde el aprendiz de guerrero hace voto de impecabilidad. No es difícil percibir en ellos a los Devas de la naturaleza o Aliados que aparecen como ‘complejos de energía’ o aún como ‘esencias arquetípicas’.

    En el Templo Mayor dos mundos se enfrentan: El Altar azteca donde reinaban las divinidades Tlaloc y Huichilopoztli, y el gran Templo de los cristianos, el conjunto catedralicio que se eleva como una ciudadela espiritual.

    Este bastión de la fe cristiana ha sufrido muchos seísmos, y no únicamente los producidos por los temblores de la corteza terrestre. Así el templo pagano y el monumento cristiano son como una balanza o un equilibrio de fuerzas. En México lo que se hunde aquí se eleva allá. El templo pagano mutilado parece salir de un largo sueño y entrar con pleno derecho y lleno de vida en el siglo veinte.

    4

    Durante la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra una gran ceremonia sagrada de danza conchera. El arquitecto de la Villa, ha alzado sobre el cielo un gran cono curvado que, de lejos, se perfila como un volcán. En esta fiesta de la Virgen, patrona de toda la América Latina, hay infinidad de peregrinos y de danzantes concheros.

    La cultura mexicana conserva, sin fractura, la unidad de dos mundos opuestos. Delante de la puerta de la basílica se establece un dúo, entre la base profunda de los huehuetl y el sonido cadencioso de los ayoyotes. El sonido indio, salvaje y poderoso, despliega toda su energía. Por detrás nos llega el sonido del órgano del Santuario que evoca la edad de oro del clavicordio español. Pero la unidad existe y ninguno molesta al otro, ambos conviven en concierto armonioso e incomprensible.

    El sahumador en medio, como un cáliz con carbones ardientes y copal, cuyo claro significado es que la danza no debe ser espectáculo sino ofrenda. Los vestidos son increíbles, llenos de aluminio y plástico, tiras de colores dorados o plateados que dan una impresión circense a la coreografía. Pero es imposible olvidar que el movimiento integrado y perpetuo de los cuerpos parece transfigurar estos pobres materiales en ricos ornamentos de metales y piedras preciosas. Son captadores de la luz del sol, reflejo pasajero de chispas luminosas. Es la ofrenda al maestro Tonatiuh, el Sol, en su realeza. Ojo y oído transformados en magia.

    En un costado se encuentra un personaje extraño y un poco atemorizador, con una piel gris de animal en la cabeza y una máscara quijotesca. En una mano tiene una muñeca descolorida y en la otra un látigo, y aparenta fustigar sin tregua a los danzantes para activar su danza. Es como un ser híbrido con cualidades animales, representando quizás a los descendientes de los viejos naguales, brujos en simbiosis con el mundo animal, para participar de sus poderes.

    5

    Es fácil percibir la regia dignidad de los más ancianos, casi intemporales, que al mismo tiempo son danzantes endurecidos y seres de gran armonía. A su lado se mueve en espiral el agitado poder de la danza de los jóvenes y la flexibilidad de los cuerpos femeninos, que neutraliza un poco la rudeza bélica de estas evoluciones. Hay niños muy pequeños que intentan seguir el paso de sus mayores con sólo tres o cuatro años de edad, ganándose voluntariosamente el derecho a ser tenidos en cuenta. Cuando la fatiga les puede se dirigen tambaleándose hacia su madre o descansan y juegan en el centro del círculo.

    Los concheros danzan con sus conchas de armadillo, y la armonía de estas hermandades guerreras es sólo comprensible porque la danza hace parte de su vida espiritual. Son los herederos auténticos de una verdadera tradición, más allá de los aztecas y toltecas, hasta los primeros habitantes de Teotihuacán que afirmaban que los dioses se sacrificaron para crear un mundo habitado por los hombres.

    El don de la sangre y la danza eran dos ofrendas relacionadas. La danza fue así practicada (lo mismo que el juego de pelota) como un conjunto de gestos eficaces para conservar los astros, sobre todo el Sol, en su propio movimiento. Se trataba de evitar que el Sol se detuviera, lo que acabaría con los ciclos de estaciones.

    Hay que ir más allá de la ofrenda y ver en este rito una implicación total de la persona, cuerpo, mente y bienes, en el drama cósmico que hace y deshace los astros de manera misteriosa. El conchero digno de este nombre es más que un hábil danzante, entra en un espacio-tiempo que no está regido por el metro ni el reloj. No danza para dar espectáculo ni para darse placer, sino para ofrecer un poco de su substancia vital activa.

    El sacrificio asesino era una transfusión, pero la danza es una infusión, una inyección de energía en el movimiento cósmico que asegura el flujo de la vida. Recordemos aquí a los ancianos hopi afirmando que hay desastres en la Tierra porque ya nadie danza sobre las colinas, invocando el poder y el amor del Gran Espíritu.

    Los sacrificios humanos, desarrollados hasta la locura por los aztecas, testimonian de una obsesión: impedir que se detenga el corazón de nuestro universo, que es el Sol, golpeando de muerte con su parón cardíaco al mundo entero.

    El sacrificio humano se situaba en las alturas, sobre la plataforma de una pirámide, mientras que la danza se apoya sobre la tierra, sobre el suelo fértil. Los verdaderos concheros danzan con los pies desnudos sobre la piel de nuestra madre, la planta del pie en contacto con la tierra nutricia, y el sonido de las sonajas, del huehuetl y de los ayoyotes manifiesta la alegría de este encuentro. Pues finalmente lo que se ofrece en la danza es el sudor y la fatiga, la humilde aportación del simple devoto, toda una intención de respeto y confianza.

    La Iglesia cristiana ha desconfiado de la danza, a la que consideraba peligrosa, pues puede concebirse como una antesala a los excesos orgiásticos. Pero el cristianismo mexicano ha podido integrarla por conocer su verdadero valor espiritual. Siempre censurada, siempre practicada, la danza ha estado originalmente unida a la liturgia. Los Vascos sacralizan sus fiestas con la danza, en Valencia se danza ante el Santísimo Sacramento, en Narbona los pescadores danzan la ofrenda marítima ante el altar… Hasta la nueva liturgia del Vaticano II contiene una alabanza al Cristo danzante: “Ellos han querido eliminarme, pero yo he saltado aún mas alto pues yo soy la vida, la vida que no puede morir. Yo viviré en vosotros si vosotros vivís en mí. Pues yo soy el Señor de la danza”.

    Pero todos los grupos espirituales no tienen la tradición ancestral, la precisión ceremonial, ni el vigor interno de los concheros. Cada uno, incluso si está gordo o torpe, danza gravemente, religiosamente concentrado en su trabajo, que es la reverencia debida a la Virgen de Guadalupe o al Señor de Chalma. El sonido del tambor alterna con los sonidos metálicos rítmicos (son los sables de los moros y cristianos de la danza española), que se suman como una fantasmagoría irreal al sincretismo mexicano. El espectáculo folklórico es ajeno, y no tiene relación con el espíritu profundo de la fiesta, que es una ofrenda del corazón. A lo lejos un danzante vestido de franciscano se mueve acompasadamente en una especie de círculo (los mexicanos no han olvidado a los primeros hijos de San Francisco, ni a Bernardino de Sahagún que salvó a las culturas azteca y tolteca del olvido).

    ¡Él es Dios! o ¡Viva Cristo Rey! no son por más tiempo en México gritos de guerra, como lo fueron antaño, pues el fondo de odio y rechazo ha ido sedimentándose a lo largo de los siglos. Más bien aparecen como una exclamación de los guerreros espirituales de hoy oponiéndose a los poderes de las tinieblas (el adversario se nombra orgullo, suficiencia, violencia, intolerancia, estupidez, etc.).

    San Judas Tadeo, a quien Cristo reveló de manera explícita la venida del Espíritu Santo, es objeto de una gran devoción en México. Conserva la reputación de ayudar a aquéllos para los que la vida es muy dura, muy difícil en lo cotidiano y que por ello genera mucha angustia cuando las pruebas se multiplican.

    6

    Respecto a las sustancias sagradas, el padre Ángel Mª Garibay ha rescatado las antiguas tradiciones del mundo nahuatl. Así, bajo el efecto de la droga, el maracamé o brujo huichol de la Ceremonia del santo Híkuri, entona:

    “He bebido el vino del cactus sagrado.

    Llora mi corazón, ¡oh desgraciado!

    Yo no conozco el placer. No estoy dichoso.

    No conozco sobre la Tierra más que el sufrimiento.

    Odiosamente veo la muerte ¿qué puedo hacer? ¡Nada!

    Estoy triste y sin socorro”.

    Mezcalito es una divinidad. El petotl, hikuri, es un cactus que crece en el México central. Su uso está ritualizado y su recogida se realiza en el curso de un largo peregrinaje, muy ascético, ofrecido en su origen al dios del fuego. El culto del peyote está relacionado al del venado y al del maíz. Esta trilogía unifica la bebida de la clarividencia con el alimento bajo la forma animal y vegetal. Se trata de honrar al dios conocido como el Gran Hermano, y mantener la cohesión de grupo por decisiones colectivas inspiradas por la droga sagrada.

    La datura Kieri es también conocida de los Huicholes que la usan según un cierto ritual y la utilizan como afrodisíaco. La datura es el ‘árbol de los vientos’ (pero también se la llama la ‘hierba del diablo’), un árbol brujo que permite conquistar a las mujeres y transformarse en animal. Nada bueno puede salir del Kieri y el Gran hermano terminará por flecharlo a muerte. Pero antes de morir el árbol de los vientos vomitará sobre el mundo un sin fin de enfermedades. Peyote y Datura son antagonistas. La primera de estas sustancias, controlada, es benéfica (pertenece a la trilogía positiva que mantiene el orden del grupo, por medio de intuiciones y visiones que guían los destinos del pueblo). La segunda, como los vientos, es incontrolable y puede conducir a la destrucción y a la locura. La conquista mágica de las mujeres desorganiza la sociedad. La esperanza de volverse animal u hombre lobo manifiesta un deseo de poder nefasto. Carlos Castaneda sólo fue empujado a tomar datura para deshacer su monstruo racionalista, hinchado por un exceso de saber teórico, y su excesiva confianza en los métodos de investigación.

    La juventud en plena contestación de los sesenta y setenta se inclinó hacia las sustancias lucidógenas y los estados alterados de conciencia. Luego, el comercio internacional de los estupefacientes, asistido por el inhumano poder bancario, ha organizado el caos en todas partes. Hoy la droga escapa al control de las morales y los poderes públicos. Es la mercancía con la que es más fácil hacer dinero, y aquéllos que no han tenido más educación que la competitividad y la acumulación del dólar, se encuentran a sus anchas en este ambiente. Según la profecía de los Huicholes, la droga es ahora el árbol de los vientos nefastos, de todas las tempestades, tornados y ciclones. Este árbol del viento crea enfermedades y malestar, sobre todo el miedo a perder el alma.

    La adolescencia es una invitación a traspasar los límites establecidos por la familia, las empalizadas levantadas por la escuela y la propaganda del sistema. Cuanto más uno quiere abandonar ciertas dependencias, más indispensables parecen, dando nacimiento a una cierta neurosis. La droga parece ayudar a este paso. Narcótica, calma las angustias de esta difícil etapa de cambio psicológico y hormonal. Psicotrópica, conduce a un espacio de pseudo libertad donde uno puede moverse a su gusto.

    Así, aquéllos que desde pequeños sufren una limitación de su percepción y se sienten encerrados, buscando una salida a cualquier precio, encuentran por fin un camino de huída hacia esa irrealidad subliminal que parece una alternativa a la dureza de la vida real. En este punto de pánico no se diferencia entre el dulce Peyote y el Árbol de los Vientos de todos los diablos, la hierba satánica que conduce a la muerte.

    Y no sólo es en Centro y Sudamérica donde la desigual elección ha causado sus víctimas, sino también entre nosotros, en España, en las zonas navarras, astures o andaluzas.

    Muchos americanos, fascinados por el uso que hacen de los champiñones sagrados ciertos sanadores, han inundado la sierra mazateca, sobre todo Huautla, para consumirlos guiados por algún lejano pariente de María Sabina. Un especialista de las sustancias sagradas, en un texto de gran difusión, les había revelado imprudentemente la existencia de este lugar en los setenta, haciendo hincapié en las prácticas de la citada María Sabina, que trataba a los enfermos en estado de conciencia acrecentada por Mezcalito, los hongos San Pedro o los llamados de Herrumbre. Algunos murieron de sobredosis, otros saltaron directamente al vacío, y otros, confiemos que los más, pudieron asumir una experiencia alternativa de su conciencia que les mostró las tierras mágicas del vuelo del Alma.

  • Crow

    7

    En Chalma el Ahuehuete sagrado con su altura impresionante, que sirve de puerta al espacio espiritual de más importancia mágica del mundo azteca, marca el comienzo del peregrinaje de 9 kilómetros al Santuario de Chalma por un sendero al borde del agua. Se dice del árbol que ‘produce agua’, pues sus pies se bañan en el río torrencial que surge de sus raíces. El poder de este Señor del bosque, la presencia del agua, fuente de vida, en este viento conchero del Sur, convierten este lugar en centro de transformación de donde emana una virtud curativa.

    La mayor resistencia del paganismo en Chalma se relacionaba con una cueva donde se adoraba al dios Ostocteotl. El hermano Nicolás de Perea quiso cambiar la estatua por una simple cruz de madera y cuando llegó a la cueva pudo contemplar que milagrosamente el ídolo estaba hecho añicos y la cruz del redentor ocupaba su lugar (es considerado un gran milagro por la tradición). Es necesario comprender que la Cruz no era desconocida en las civilizaciones precolombinas. Ella era el símbolo del Árbol del mundo, de su vitalidad, de su poder para resucitar después de su muerte aparente en el periodo de las estaciones frías. Las cruces mayas, que fueron objeto de un culto de la vegetación, eran signos que los indígenas sabían leer. La relación entre el gran Ahuehuete (donde se bautizan los ‘primerizos’ que llegan por primera vez a la semana de Pentecostés) y el Santuario Cristiano pasa por el valor numinoso de este gigante vegetal, que acompaña a los peregrinos coronados de flores y que no se desharán de sus coronas más que en el umbral de la Iglesia que abriga al crucifijo milagroso.

    La cruz es de madera, ya que designaba el poder de la vida vegetal, ha podido ser aceptada por los indígenas mexicas como el signo de la vida nueva aportada por Jesucristo.

    El Cristo de Chalma fue parcialmente destruído en el siglo XVIII y a partir de sus restos se ha reconstituído una escultura que perpetúa el mismo poder de fascinación. En España o México hay Cristos más bellos o atractivos que el de Chalma, pero éste ha sido plantado en tierra mágica y toma parte de su poder del lugar donde está.

    ¿Qué sería el culto de Saint Michel sin su montaña, le Mont Saint-Michel? ¿O es que Rocamadour y Lourdes no se benefician también de este magnetismo telúrico?

    La peregrinación a Chalma que se realiza en Navidad por los vecinos de San Pedro Atlapulco, es una ‘obligación’ sagrada que estas gentes tienen con sus santos patronos. La jerarquía religiosa llamada Mayordomía organiza la peregrinación y el Mayordomo (hay dos, uno para San Pedro y otro para San Salvador) la dirige y se encarga de la danza posterior. Las estatuas son tapadas y rodeadas de algodón y sábanas preciosas para evitarles el polvo del camino. Los portadores de las estatuas son acompañados por los portadores de los accesorios (tiaras y llaves de San Pedro). Hay también artificieros con cohetes. Primero se pasa por Coatepec, a 16 kilómetros de San Pedro, e inmediatamente se atraviesan alturas de cerca de 2900 m. Después de cinco horas de marcha los peregrinos alcanzarán Santa Mónica donde pasarán la noche. A las 6’30 de la mañana del día siguiente se pasa por el rancho de Paula Montiel, devota de San Pedro, que puede asegurarle la cosecha de maíz.

    Allí los responsables son invitados a un pulque casi ritual. Luego se llega al gran Ahuehuete y se danza delante de él. El camino al borde del río llega al lugar llamado de las ‘Tres Cruces’ donde la peregrinación se ordena para entrar en procesión ordenada dentro del santuario de Chalma. Se trata de llevar a San Pedro y San Salvador a su lugar de honor, a la derecha del coro de la Iglesia. La procesión viene precedida por las pastoras, hijas del pueblo de San Pedro, que cantan alabanzas a Cristo, a la Virgen, y a San Pedro, danzando en el lugar con un movimiento muy simple pero continuo (a veces llevan una cunita con un niño Jesús que acunan al ritmo). Mientras tanto un joven musculoso mueve, por detrás del grupo, un estrella fijada en la punta de un largo bastón de cuatro metros, lo que a lo largo de las horas le hace sufrir de dolor. Las pastoras al salir de la iglesia van a la sacristía, avanzando con un paso parecido al flamenco andaluz.

    “Buenos días Señor de Chalma, oye benigno mi voz.

    Cantaré con toda mi alma, muy buenos días Padre Dios!”

    “Glorioso Señor de Chalma, Padre de mi corazón.

    Yo adoro con toda mi alma, tu gloriosa aparición.

    Adiós Cristo milagroso, adiós brillante lucero..

    Adiós santuario dichoso. Hasta el año venidero.”

    8

    Las gentes no han venido para escuchar un discurso sino para peregrinar, que es hacer un cierto número de gestos, considerados como sagrados por la Tradición. No gestos importantes, sino algo así como tomar nuestro lugar en una larga fila de espera, para pasar detrás del Cristo y abrazarlo, encargar misas, encender velas, etc. Es no perder nada de esta nube espiritual que flota, como el humo del copal, en el ambiente.

    Peregrinar es entrar en un movimiento rítmico, y los danzantes están ahí para mantener esta intención espiritual. A las pastoras sigue la danza de los arrieros.

    Peregrinar es rezar para pedir por las necesidades cotidianas, girar hacia la verdadera fuente de la vida. El ser humano da un poco y el Cristo de Chalma devuelve el ciento por uno, en serenidad, en coraje y en sabiduría de vida. Peregrinar es tomar agua de la fuente sagrada (que viene desde el Ahuehuete y se multiplica por la presencia del señor de Chalma).

    Peregrinar es beber un poco de pulque, ya que la creencia antigua decía que una cierta embriaguez aproximaba a la divinidad.

    La peregrinación iniciática de los jóvenes de Chiapas a la montaña, poco antes de Navidad, consiste en ir a buscar muy lejos una cierta flor que adornará la cúpula de la iglesia principal del pueblo. Del 14 al 21 de Diciembre recorren en varias etapas un itinerario que podemos considerar iniciático. Todos los participantes han de ser católicos y solteros. Un anciano, todavía en buena forma, les guía. Es el Prioste o ‘patrón de las flores’ que suele tener unos sesenta y cinco años de edad, y que puede acompañarles todo el tiempo o acudir tan sólo en ciertas etapas. Los jóvenes van en fila india, cantando sin descanso para darse ánimo y para ofrecer las alabanzas al Niño que va a nacer y a sus Santos. Suben colinas y montes muy altos.

    La distracción no se permite y el prioste tiene un látigo del que se sirve. A veces los peregrinos le piden golpes penitenciales para centrar su atención (semejante al bastón zen). Llevan una estatua del joven Jesús en la espalda, que como ‘santo peregrino’ es pesado, pero que constituye además el motor de este peregrinaje. En los vestidos de los más jóvenes se meten agujas de pino o ramas punzantes que deben ser consideradas como parte de la iniciación. Los ‘antiguos’ o veteranos (que han realizado por lo menos tres peregrinaciones) pueden sumarse también al proceso. El momento esencial del peregrinaje es una desviación al lugar donde se encuentra la flor Niluyarito o flor divina, que crece sobre las ramas de una trepadora. Cerrada parece una espiga de maíz aunque más puntiaguda, como un fallus, signo de vida. Al abrirse sus pétalos semejan a un sol, por eso es divina.

    Es en el solsticio de invierno, el sol nuevo al que se saluda en esta flor, el que hará germinar y madurar la siembra por venir. Por la tarde se hará una ofrenda con todas las flores que se han recogido. Hay vigilias como festejos y como iniciaciones a la noche. El descenso a Chiapas es un encuentro triunfal y se les recibe en un lugar tradicional (parientes, amigos,…) Vuelven virilizados por el esfuerzo y santificados por el propósito espiritual. Petardos y cohetes. Cuando el mexicano vive un momento de fiesta es necesario que todo el mundo lo sepa (las explosiones alejan lo negativo). La procesión se organiza, las velas se encienden y se dirigen hacia la iglesia para ofrecer al Niño Jesús el fruto de esta recogida mística.

    Asistimos a la preparación de un grupo de mayas, más de un centenar, para realizar una Ceremonia Tradicional en la colina. Las normas son: abstinencia sexual de un mes, no probar el alcohol, y evitar las discusiones y las actitudes agresivas durante este tiempo. Se preparan ofrendas de animales, se encienden cirios para alejar las influencias negativas, se sahúma todo el espacio en que se va a realizar la Velación y la ofrenda a la Tierra. Maíz, pavo, gallinas, velas, frutas, flores, plantas aromáticas… Apolinario se viste de rojo y blanco para su función. Es el oficiante, sacerdote maya (aj-q’ij), es ‘el que activa’ el culto y lo sacraliza. Ascender la colina es subir hacia la deidad local, el ‘Maestro de la colina’.

    La gruta que se encuentra en la cima es la boca que recibirá las ofrendas. En una explanada todos se reúnen alrededor de un diagrama místico, un círculo con la cruz maya, mientras se ofrece azúcar, copal y miel a la tierra sagrada. Los cuatro puntos cardinales se representan por velas de diferentes colores: rojo al este; negro al oeste; blanco al norte y amarillo al sur. La gente está fuera del círculo y el oficiante en el interior, con dos asistentes a su lado, un hombre y una mujer. “El maestro de la colina es muy impresionante, grande, amable. Ciertos podréis verlo, otros quedarán impresionados cuando tiemble la tierra. Ese momento es particularmente sagrado. Es necesario rogar entonces por la llegada de la lluvia y por la paz en Guatemala”.

    La primera parte es una petición de perdón, seguida de la evocación de todos los pueblos precolombinos, todos los cerros importantes, reyes y ciudades mayas. La segunda parte es sacrificial. Se sube a la gruta y se sacrifican los animales (lo hacen cuatro personas jóvenes y no casadas), comenzando por el pavo, cuya sangre se ofrece a los cuatro puntos cardinales. Luego se deposita en la ‘boca de la colina’. El sacerdote deja pasar dentro de la cueva a cada participante y les pone la mano en el hombro al pasar con un candela encendida en la mano. De la gruta comienza a emanar una enorme energía. El retorno comprende una larga estación de dos horas mientras se recitan oraciones. A las intenciones particulares se añadirá la de la paz. Se lleva una paloma y se concluye la ceremonia que habrá durado nueve horas, soltándola como símbolo de la libertad renovada. La tercera parte es como una comunión. Se mata las gallinas, se las cuece y se organiza un banquete con una bebida parecida al ron. Se danza alrededor del fuego, se salta encima de las llamas y este gesto tiene el valor de una purificación.

    9

    Vienen también los Ahuizotes, graniceros tocados por el rayo sin morir, que en esta experiencia han recibido la ordenación a una misión en la vida, la de disolver las nubes amenazantes, sobre todo las que llevan granizo. Los ahuizotes son conscientes del valor imperativo de este mandato divino, pues si lo abandonan pueden perder la vida. Usan medios mágicos para espantar las nubes: soplar hacia el cielo, sahumar con el incensarlo, agitar las palmas benditas el domingo de Resurrección… A veces usan cohetes muy fuertes, que recuerdan la vieja tradición de la flecha tendida hacia el cielo. Pero mejor que la flecha, el rastro luminoso del cohete pone en fuga a las fuerzas negativas oscuras, que actúan en el interior de estas nubes negras y amenazan la vida de los hombres, comprometiendo sus cosechas. En ciertos casos de sanación se tira un cohete para espantar la muerte. Carlos Castaneda recordaba las palabras de Juan Mathus diciéndole que el hecho de ser tocado por un rayo significa vocación a la brujería.

    La fiesta de los Parachicos reúne a varios danzantes con vestidos extraños, como para impresionar, montados alrededor de una máscara de madera esculpida. Rostros de españoles semejantes al Greco, con la cara protegida y cubierta con pañuelos de seda. Encima una peluca de fibra de henequén (cactus) irradia un rubio solar. Los jóvenes parecen personajes sobrenaturales. La historia trataba de una tal María de Angulo cuyo hijo estaba enfermo. Consultó a un curandero y logró la curación. Y este carnaval invernal (del 15 al 20 de Enero) celebra lo que hizo el brujo para-el-chico. Los voluntarios tienen que danzar sin descanso desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la tarde, al sonido del tambor y de la flauta de rosal. Los jóvenes descansan unos momentos y se reemplazan por horas.

    La experiencia es agotadora, y todos quedan muy cansados por el traje y el sudor… Es un rito de paso de la juventud a la madurez, que se completa con la búsqueda de la flor Nilunayarito.. Esta ceremonia que relata la llegada de los españoles con barba, puede esconder la llegada de divinidades como el descenso de los dioses en la ceremonia del ‘shalako’ entre los indios zuñis (que repiten trece veces cada danza, disfrazados con pesadas caretas, desde el ocaso hasta el amanecer, alrededor de un poste solar con cintas de colores). La ceremonia termina con una referencia a San Sebastián que fue atravesado por las flechas antes de ser decapitado. Existía un sacrificio precolombino cortando la cabeza para que la víctima fuera mensajero de estos hombres cerca de los dioses.

    Toniná, la ciudad maya, fue un enclave espiritual basado en una estructura piramidal. En ella los Toltecas desarrollaron su mitología, y la contemplación del cielo les reveló los secretos de la Vía Láctea, en su aspecto de la serpiente luminosa Mixcoatl. En medio de la oscuridad, ella se crea un camino en el dominio oscuro de la diosa Izpapalotl, la oscura mariposa de obsidiana, deidad de la noche y de la seducción. Dos hijos nacieron de ella, Quetzalcoatl y Tezcatlipoca (Kukulkán y Hurakán por los mayas). Son una pareja de opuestos, que aseguran la dialéctica eterna de la vida y la muerte. Así nacerán cuatro Mundos iluminados por soles diferentes.

    El primero es la obra de Tezcatlipoca, ilumina el mundo de la guerra y de la primavera: es el sol del sur. Quetzalcoatl inunda este mundo y crea en su lugar un mundo acuariano, el mundo del verano, de la juventud y de la estabilidad. Es el sol de oriente. Tezcatlipoca contraataca desencadenando un diluvio de fuego. Crea el mundo de la edad madura, del otoño, el mundo de los cambios. Es en el oeste que se tiene el sol que lo ilumina. A su vez Quetzalcoatl destruye este mundo y pone todo su arte en construir el mundo del invierno, el mundo de la muerte, este soberano al que todos hemos de pagar tributo. Su sol es el del norte. Este mundo será destruido por Tezcatlipoca transformado en jaguar de la guerra.

    Un quinto sol será necesario para presidir la creación del mundo actual. Este nuevo astro iluminará el mundo azteca: Huichilopoztli el dios de la guerra y Tlaloc el dios de la lluvia, es el tiempo de la fecundidad del suelo y del comercio. Así se realizó el pensamiento heredado de los toltecas. Ahora viene el sexto sol, primero de un nuevo ciclo de luz dirigido por Quetzalcoatl.

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    Bartolomé de las Casas, por medio de un relato terrorífico de sus execrables hazañas, ha convertido a Pedro de Alvarado (un aventurero enloquecido en su ansia de conquista y en su obsesión por la guerra, la sed de desconocido y la fascinación del oro) en un verdadero monstruo oscuro infiltrado (como tantos otros) en la misión civilizadora del pueblo español: “¿Cuántos huérfanos ha podido dejar? ¿A cuántas familias ha arrancado sus hijos? ¿De cuántas viudas ha robado los maridos y a cuántos indios ha privado de libertad? Sólo ha sembrado entre ellos angustia y calamidades, torrentes de lágrimas y miles de gemidos… Y además del daño hecho a los indios ¿no ha empujado a los buenos cristianos que le acompañaban a cometer horrores, pecados y verdaderas abominaciones? Que Dios tenga piedad de su alma, y pueda la Justicia divina contentarse con la muerte infame que ella reserva a este tirano” (Carta de Bartolomé de las Casas escrita en 1542).

    En 1537 el obispo de México, Zumárraga, decía de las conquistas: “de hecho no son más que espantosas carnicerías, que podemos considerar como verdaderas injurias tanto al cristianismo como a la fe católica.”

    En España el teólogo de Salamanca, Francisco Vitoria, establecía las bases del ‘derecho de gentes’: “Los cristianos no pueden ocupar por la fuerza las tierras de los infieles, si éstos son sus verdaderos propietarios, es decir si ellos las han tenido desde siempre en su posesión”. Este cristianismo ‘iluminado’ intentaba criticar el concepto de ‘guerra santa’ al estilo islámico, implicando la conversión bajo la amenaza del sable. Las Casas añadía: “Este nombre de Conquista, aplicado a todas las tierras y reinos de las Indias descubiertos o a descubrir, es un término o concepto diabólico, tiránico, mahomético, abusivo, impropio e infernal”.

    Por fin, en Guatemala, Bartolomé de las Casas logró un acuerdo secreto con el licenciado Maldonado, mientras eran vigilados por los espías de Alvarado. Y este acuerdo estipulaba que los indígenas se volvían dependientes directamente del rey de España, no estando encadenados por más tiempo al antiguo régimen, que establecía que la tenencia delegada de la tierra incluía también a los siervos indígenas viviendo en régimen de esclavitud.

    Así escaparon los Indios mayas de Guatemala (su obispo Francisco Mallorquín tuvo que negociar con Alvarado) a esta verdadera servidumbre llamada la ‘Encomienda’, que fue prohibida a los españoles desde el instante de la firma del citado contrato y para siempre.

    Les fue también prohibido a los soldados entrar durante cinco años en la nueva zona de la misión, para que Las Casas y sus hermanos pudieran transformar esa tierra de guerra en tierra de la verdadera paz, Verapaz.

    Sin escolta militar, armado de paciencia y de fuerza persuasiva pacífica, este gran ser estableció acuerdos con los jefes indígenas a los que dio privilegios particulares. Y en ningún momento permitió, ni él ni sus sucesores, la entrada de militares. Aún hoy en que Verapaz, como el Quiché, conoció de nuevo la guerra por los excesos del ejército guatemalteco, hay que afirmar que en su cultura popular los Dominicanos siguen predicando el evangelio de la paz verdadera, asegurada por la Presencia del Cristo y la defensa de los Derechos humanos.

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    Los Cristales son maestros de la luz y recibimos sus mensajes. Desean comunicarse con gente joven, espíritus de mariposas. En ellos (estructuras perfectas que se separan del suelo) viven las Esencias, los dioses arquetípicos, y algunos resultan muy poderosos.

    Conectados a ciertos sitios de poder y a la luna, se iluminan por la luz y entonces se comunican con personas especialmente sensibles a su mensaje (la luz sólo la detectan las Tlazolteotl y los hombres de conocimiento).

    Los cuarzos son cristales compuestos de silicio terráqueo que se han combinado durante milenios con el agua, y pertenecen al mundo mineral vivo. Nacen entre sus hermanas las piedras pero luego se van separando de ellas y cuanto más independientes son, más brillan, sobre todo en la oscuridad. Es entonces cuando crean sus familias y van tomando poder. Muchas culturas los usaron mágicamente, como los egipcios, los mayas, los griegos, los hopi… pero sólo hace poco tiempo que se revelaron de nuevo al mundo moderno, después de fragmentarse el conocimiento único.

    Hay cristales de poder para curación, transmisores, receptores, dévicos, energéticos, arquetípicos y hasta musicales o visionarios. Y nunca hay que olvidar que incluso en la llamada civilización moderna, el cuarzo revolucionó la tecnología en lo relativo a los relojes, ordenadores, las naves espaciales, etc.

    Con los Cristales se conduce y almacena un flujo de energía que puede tener diferentes propiedades. Son canales vivos que la amplifican, la transforman, la almacenan y la transfieren. Cuando los rayos de energía, o de luz, tocan el cristal se inicia el proceso y los seres humanos podemos utilizar esta carga y conducirla conscientemente (equilibrar la vibración celular de un enfermo, estimular su energía mental, transmitir la fuerza interna, ayudar a sanar a otros…).

    Pero sobre todas estas funciones, los cristales permiten la comunicación con seres de otros contextos, inteligencias superiores, seres multidimensionales o devas de la naturaleza. El cuarzo ayuda a unir el cuerpo emocional con el espíritu, actúa sobre el equilibrio de polaridades masculino-femenino, proporciona la integración de la dualidad vida-muerte y ayuda en el camino de la transición, cura la pérdida de un ser amado por muerte o abandono, alivia la nostalgia, etc.

    Otros cristales son catedrales lumínicas, bibliotecas de conocimiento esencial, en ellos se guarda el secreto de los patriarcas, el saber universal Akasha. Son tan antiguos que han rescatado y reunido la inteligencia cósmica y si existe contacto con su fuerza elemental, nos permiten acceder a sus bancos de datos y descubrir información precisa sobre el pasado y el futuro.

    Hay cristales maestros que pueden reflejar las divinidades, o que encierran un deva, y a éstos hay que hacerles un altar, poner objetos de poder a su alrededor, cambiar las flores, encender incienso, cantarles una canción o hablarles todos los días. Luego, con gran concentración llama al espíritu del cuarzo, con cariño, para que comuniques con el Deva que habita en otras dimensiones, y que suele ser un profesor ejemplar que transmite ayuda y conocimiento.

    Los Devas terrenos pertenecieron a una raza que vivía en la sabiduría unificada, pero al morir sus maestros debieron transformar su estructura física para adaptarse al reino mineral y a las entrañas del planeta. Son los hijos de la Tierra y se presentan a través de los cristales. Los olmecas-zapotecas-mayas trabajaron a fondo con sus esencias arquetípicas, pero tú mismo si dejas el cristal bajo tu almohada al dormir, o junto a tí, implantará su sabiduría en tus sueños. No hay que olvidar que las profecías mexicas afirman que la unión de los guardianes del Tíbet y de México se logrará a través de la luz del cristal.

    “Encendí copal, me acosté con la cabeza al norte, puse el cristal cerca del entrecejo y dejé fluir la visión. Tomando el cuarzo en la mano izquierda unos minutos, con gran concentración, apoyé el cristal en el entrecejo, con su extremo apuntando al techo, luego respiré profundamente estableciendo un ritmo constante, y comencé a recapitular mis angustias, nostalgias y problemas, dejando penetrar la luz del cristal en ellos. Respiré acompasadamente y caí en meditación profunda en una intensa ensoñación. También otras veces es posible platicar con el cristal, conversando mentalmente con él, comunicándole mis deseos, sahumándolo con copal, escuchándolos para recoger los secretos, etc.”. “Para curar lo sostengo en la mano derecha y siento su irradiación, me concentro en sus ondas sutiles llenando la palma de mi mano. Luego cambio el cristal de mano y dirijo mi mano derecha a la zona dolorida para desbloquear la energía acumulada y restablecer el equilibrio. El jaspe para los males digestivos y hepáticos; el cuarzo ahumado para realizar mis deseos y lograr concentración; el cuarzo rosa para males del riñón y corazón (después de ‘macerarlo’ en miel tomamos el jugo); la selenita para alcanzar los niveles mas elevados en la meditación solar; el ojo de tigre para estimular el centro de la coronilla…”.

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    San Pablo (Primera epístola a los Corintios capítulo 14) da las reglas concernientes al ejercicio de los dones ordinarios y extraordinarios que pueden manifestarse en una asamblea cristiana. El lado extraño de algunos carismas puede escandalizar hoy en día, en que la obsesión por las sectas y por los poderes extraños hace rasgar las vestiduras de los bienpensantes, y hacer pasar a la asamblea cristiana de base por un puñado de locos.

    Pablo prefiere la profecía al don de lenguas (glosolalia): ‘Buscad la caridad, aspirad también a los dones espirituales, sobre todo al de la profecía; pues el que habla en lenguas no habla más a los hombres sino a Dios. Nadie en efecto le comprende, él dice cosas misteriosas. El que profetiza al contrario, habla a los hombres; edifica, exhorta reconforta. La profecía no es la de Israel, sino que se trata de un trabajo pastoral inspirado y controlado por el Espíritu. El apóstol edifica la comunidad. También la curación es un poder dado por Cristo a sus discípulos, pero la epístola de Santiago capítulo 5º,13-15 dice ¿Que uno entre vosotros está enfermo? Que llame a los presbíteros de la iglesia y que oren sobre él después de haberle ungido con aceite en el nombre del Señor. La oración de la fe salvará al paciente y el Señor le sanará”

    El Indio tiene miedo de las fuerzas oscuras de la noche, es por lo que su gran arma es la veladora. En el fuego se manifiesta la luz y el calor que conserva la vida (en las montañas mayas hace mucho frío). El agua es también fuente de vida, unida a la tierra y a los ríos que han tallado las cavernas, santuarios del culto ancestral. Chaac es el dios de la lluvia… Lo mismo que los Toltecas conciben el universo como una interrelación entre Quetzalcoatl y Tezcatlipoca, los mayas lo hacen con Kukulcán y Hurakán, en la lucha perpetua de la luz contra las tinieblas. En Hurakán el poder de las tinieblas se manifiesta en la brujería nefasta. En Verapaz desde niños se les enseña la brujería beneficiosa. Enseñanza oral y práctica, de noche, ciertos días por semana. Conocimiento del poder de las plantas benéficas o maléficas.

    El don de curación se hereda o se accede a él en condiciones excepcionales o mágicas, y quien lo posee es el brujo blanco, el verdadero padre de familia que utiliza las oraciones cristianas, la intercesión de los santos, etc. Es un médium para la energía que desciende del mundo divino y posee clarividencia para ver la enfermedad y sus remedios específicos. Trata el alma enferma antes que el cuerpo. El caso extremo es la ‘pérdida del alma por un susto o por la lenta subida de la culpabilidad. Al curandero se le paga humildemente, y es también él quien se lleva la gallina que se ha sacrificado en el curso de la ceremonia de curación para alimentar a su propia familia.

    En la antigüedad había sacerdotes de Tlaloc capaces de invocar el agua del cielo, que estudiaban las nubes y la lluvia, dialogando con las esencias cosmogónicas, protegiendo las siembras de las malas tormentas, del granizo y de la sequía (llamaban a su dios Tlaloc Tlamacazqui). Fueron a la clandestinidad con los españoles y ahora retornan como Graniceros (que han sido iniciados por el rayo). Son llamados para servir a las lluvias, son sobrevivientes del rayo que perdieron la conciencia y pasaron a otros planos propios de los seres invisibles (los pequeños tlaloques), donde recibieron el mandato de ofrecer su trabajo a la naturaleza. La patrona de los Graniceros es la Madre Juanita de la Cruz, cuyos ángeles hacen las nubes ascendidas, y son los que promueven las nubes y la lluvia. “La lluvia la manejan los seres invisibles de las nubes encendidas. Ellos las llevan y las traen”.

    Hay que platicar con ellos para proteger las cosechas. “Hay muchos sirvientes, a los que les ha caído el rayo y ahora sirven a las nubes ascendidas, pero quienes las manejen, de esos no hay. Antes sí se podía hablar con facilidad con los seres de las nubes, con los ángeles, pero ahora Xipe y Tlaloc ya no han venido más. Es santa Juanita de la Cruz la que nos protege, junto con san Isidro, los Tlaloques con san Miguel y los ángeles. Vendrán a recibir su comida y también sus flores y a cambio prodigarán el favor de Dios, pero cuando los ancianos mueran ya no habrá quien sirva de intermediario…”. Comimos un pedazo del pan bendecido por los ángeles y don Lucio se fue rodeado por los invisibles que en otro tiempo hablaban con la lluvia y el viento, con la bestia y la flor.

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    En la iglesia los indígenas pueden pasar horas en oración, de rodillas y centrados en su interior. Los niños no se oyen jamás, están dormidos en las espaldas de su madre. La actitud de rodillas la aman porque es un signo de respeto, un enraizamiento en la tierra sagrada de donde procede toda su energía. Aman la música sobre todo repetitiva (las alabanzas, muy semejantes al kirtán hindú), pues limpia el corazón de inquietudes y lo hace latir al ritmo de Dios. Es como un mantra largo capaz de detener el proceso mental para fijar su intención: morar en la presencia de lo divino.

    Los indígenas no se sienten en desacuerdo con los temas de debate sino con el ritmo moderno que es mental, frívolo y abstracto. Mientras todo se mueve en las cuatro direcciones el indio descansa en su centro sin abrir la boca, en su centro de gravedad espiritual. Para él la hipocresía es peligrosa, y puede desencadenar el rayo y la enfermedad. “En las culturas indígenas existe, más que una cosmovisión, una cosmosensación: sentir en acuerdo con la naturaleza, estar en comunicación con el universo y con el otro”. No tienen una construcción mental parecida a los hindúes, una estructura filosófica revelada desde las alturas y a la que todos deben ceñirse.

    Los Mayas han construido soberbios monumentos pero no un sistema especulativo a lo oriental. Su mundo es percibido a partir de realidades que se articulan y se activan mutuamente en el campo de la simbólica. No hay una organización dirigida por el discurso organizado de la lógica, sino que más allá del encadenamiento coherente, existen una multitud de reacciones espontáneas capaces de crear constelaciones de símbolos sin necesidad de formulación.

    Mundo rico e inasequible. Una civilización como la de los mayas no estaba fijada por un sistema o un dogma, y por eso cada etnia maya ha podido recoger las semillas y adaptarse al tiempo y a los lugares para renacer, como el fénix de sus cenizas. Pues los símbolos son semillas capaces de mutación para adaptarse a las nuevas circunstancias. Lo que parece debilidad es una inagotable fuente de sobrevivencia.

    Por ejemplo, en nuestras coordenadas los cultos celtas intentan ser recuperados por los druidas contemporáneos, pero hay una ruptura en el tiempo y en la conciencia, los ancianos no existen, los desafíos rituales (cuyo objetivo es ir más allá del mental) no pueden ser comprendidos por la cabeza, el simbolismo está olvidado…

    La importancia de la música en la conquista no debe ser olvidada. En México y Guatemala la sensibilidad india fue sacudida por el contacto con las invenciones musicales europeas de los siglos XIV-XVIII, además de las creaciones populares (como las coplas litúrgicas y villancicos de Navidad). Así se expandió rápidamente una música criolla de gran valor, que tocó el corazón de los indios hasta abrirlos al misterio de la religión. Órganos y clavicordios fueron importantes. A nivel popular el violón, el arpa y la vihuela aparecieron pronto, tallados de manera rústica, como instrumentos indios. No se puede menos que afirmar que hay en la música de las cuerdas, frotadas o pinzadas, alguna energía que toca el corazón del indígena. Aún hoy, la marimba africana se mezcla a los instrumentos de cuerda en las fiestas de boda o sobre las plazas de las ciudades.

    Pero el órgano, dominado increíblemente por los músicos de jazz, el espiritual negro y el gospel tan importantes en las celebraciones de las comunidades negras americanas, han dejado paso al electrónico estilo ‘hammond’ y es el desastre. Lo peor de lo peor es la estupidez emocional tipo marcha nupcial de Mendelssohn. Por eso hemos de felicitarnos de que hoy las pequeñas comunidades indígenas hayan recuperado el noble instrumento de la guitarra, acompañada de alguna percusión para seguir el ritmo, lo mismo que el acordeón y las flautas, éstas últimas de origen tradicional.

    14

    Juan Mathus decía a Carlos que no se vuelve jamás a Ixtlán, la ciudad que se prolonga en el sueño, donde habitan los fantasmas de la dicha. En ese lugar los seres humanos que amamos se desencarnan, los que sobreviven adquieren una presencia etérea, y aunque retornes a esa ciudad no reconocerás nada de sus casas, de sus calles, de sus colinas que en otro tiempo fueron para tí campos etéricos de otra percepción del mundo.

    Pienso que la muerte no sorprende a aquél que no piensa en volver a Ixtlán, ella acaba siendo el último salto que traspasa la frontera de lo visible para aterrizar Dios sabe dónde.

    Es el Amor, con mayúscula, el que impide retornar a Ixtlán, porque este Amor es un flujo vivo y realista, mientras que el pasado es evanescente. Juan de la Cruz decía: ‘He bebido en la palma de mi Bienamado. Y cuando después he salido al exterior, ya no conocía nada de esta llanura y he perdido el rebaño que seguía antes”…

    Ixtlán, la morada definitiva, no está aquí ni estará al otro lado del Atlántico. No se trata de que soy un extranjero perpetuo sino más bien el conciudadano de tantos pueblos que amo a pesar de sus defectos, como nuestro propio país, España.

    México y yo es una historia de amor. Este país, que conoce bien las dificultades materiales, no se ha sumergido en el materialismo, pues guarda abierta una puerta que conduce a lo invisible. La exigencia material, el esfuerzo científico y tecnológico no ahogan los otros usos de la razón, los que proceden de la inteligencia del corazón. El sentimiento religioso sigue vivo, la fe cristiana integra lo mejor de la religiosidad popular venida de España, junto con las raíces de la historia antigua de este país. La antigua magia guarda su poder secreto y muchas reacciones del pueblo muestran que actúa como si viera lo invisible. Así hay cuerda para la sorpresa, para hacer fructificar lo insólito, lo fascinante y lo terrorífico.

    En las antiguas tradiciones de América Central, los guerreros no fueron siempre hombres de sangre y combate mortal. Los antiguos Olmecas hablaban de un hombre ‘jaguarizado’ (el jaguar es el corazón de la montaña) La Tradición Tolteca los situó finalmente en el templo, como los pilares de todo su edificio espiritual.

    Las mujeres ocupan su lugar, como guerreras impecables, al mismo título que los hombres y aún superior a veces, puesto que su relación natural con el mundo invisible es superior al de los hombres. Éstos, en ciertos momentos especiales o en el desarrollo de su profesión cotidiana, dan muestras de un gran heroísmo, pero viven muy mal la inscripción regular del dolor tanto en su cuerpo como en su alma.

    La mujer pasa por la menstruación, la gestación y la ruptura del nacimiento, así que el dolor forma parte de su ‘estar en el mundo’. Para la civilización Nahuatl, Cihuacoatl era la mujer-serpiente (se le llamaba también Quetzali o Yaocihuatl, la mujer guerrera). Como manifestación parcial de Tonantzin, nuestra madre, Cihuacoatl tiene en una mano un manojo de plumas de águila y en la otra una pieza del telar, simbolizando la cohabitación del guerrero y de la mujer en un mismo cuerpo femenino. Para comprender el valor que se le otorgaba en la cultura Nahua, basta saber que las mujeres muertas en el acto de dar a luz a su primer hijo, eran divinizadas como guerreras caídas en combate.

    Se ha llamado a los mexicanos los hombres del maíz, pues es verdad que esta planta no fue sólo sostén de su vida física, sino el medio de su transformación espiritual. Es cultivándolo como se hicieron sedentarios, y pasaron del espacio del cazador nómada al de hombres fijados a un suelo y capaces de desarrollar en él una cultura técnica y espiritual.

    Mezclando maíz cocido y pulverizado con cal, se obtiene una sustancia capaz de ser moldeada para hacer las imágenes de los dioses de manera tridimensional. De esta forma, divinizando el maíz y sacralizando la milpa (el modesto campo de su cultivo), los mexicanos y mayas devolvieron a la Materia-virgen su valor de principio generador de toda cosa. El escultor no solamente modela sus visiones en la piedra o la madera, sino que se deja también llevar y conducir por el poder de esos mismos materiales, además del oro, la plata, el bronce…

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    En México existen cuatro Caminos Tradicionales sobre los que ha escrito Marte Trejo.

    El Camino Olmeca, que pasaba por el silencio, el arte de acallar el diálogo interior. Utilizan los mudras chamánicos, pues las estatuas se hicieron con el fin de escuchar. Se trata de hacer una caminata silenciosa por las zonas olmecas. Olmeca es el hilo del universo en movimiento, la síntesis de toda sabiduría, y es también el ser humano que conoce la magia. Llegar a ser un olmeca es hoy el objetivo, pues los sabios después de peregrinar sembrarán las semillas del mañana.

    El Camino Maya es el de aquéllos interesados en los misterios extrasensoriales de la mente humana más que en la razón, y por eso los españoles se asustaron de sus enseñanzas y quemaron muchos códices. Su increíble escritura encerraba en un solo glifo un sistema alfanumérico con letras, números, lenguaje y cálculo, y encima las palabras no eran abstractas (el cerebro las traduce como en nuestro lenguaje), sino que expresaban la idea total, diseñadas para mentes totalizadoras que usaban al unísono razón e intuición. Así por mil años se hicieron tratados de ciencia, de astronomía, de medicina y de arte, basados en el uso de lo extrasensorial. Siguiendo la antigua enseñanza olmeca, los mayas enseñaban a los niños desde pequeños, eligiendo a los que tenían parecido en la boca y nariz con el jaguar (su nagual).

    De todos ellos los mayas preferían a los que, usando alucinógenos sagrados, podían concentrar su atención en un punto sin distracción. Luego se enseñaban las cualidades básicas: fe inquebrantable, facultad de síntesis, capacidad para asociar ideas, facilidad para pensar globalmente, posibilidad de exteriorizar las relaciones, penetración en los conceptos y causas de lo revelado mágicamente.

    Se realizaba una especie de Yoga maya (concentrar la mente, visualizar arquetipos naguálicos convirtiéndolos en animales y plantas, posturas estáticas -jaguar, águila, serpiente- capaces de desarrollar ciertas cualidades internas..) que estimulaba el sistema nervioso y los órganos vitales. Por ejemplo, el Chacmool maya es una postura de meditación para expandir los canales de energía.

    El Camino Mexica no sólo estuvo dirigido a las grandes conquistas que realizaron, sino que contaba con hombres y mujeres de conocimiento, maestros del método mental y herederos de los antiguos videntes toltecas. También los métodos de control físico y mental de los mayas llegaron a las ciudades del Cuarto Sol: Xixhicalco, Cholula, Tula, Tulancingo, Malinalco, Tepoztlán…

    Las técnicas toltecas buscaban condiciones extremas de percepción y para ello obligaban al sacrificio, ya que el dolor, el aislamiento o la mente alterada son el paso anterior a la Videncia.

    El camino a Malinalco resume el Camino Tolteca: Ocuilán es el ‘lugar de gusanos’, la mente y el cuerpo ordinarios antes de metamorfosearse en mariposa, símbolo del conocimiento y de la luz. Los ‘atlantes de Tula’ llevan en su pecho este Teotl y en la cintura una bolsita en la que guardaban la sabiduría. Después de su sacrificio-prueba, el estudiante ofrecía su corazón a Quetzalcoatl, la sabiduría.

    En Chalma pasaría la prueba del Silencio, cuatro días y cuatro noches de permanencia en la cueva, sin luz, sin hablar, sin oír. Al amanecer del quinto día el guerrero salía de la cueva y se lanzaba al agua fría y oscura (era la prueba de Tezcatlipoca, la memoria recapituladora), y luego ofrecía su danza al universo. Así llegaba a Malinalco para transformarse en guerrero mariposa, águila o jaguar.