From: The_dark_crow_v301 (Original Message) Sent: 04/09/2004 23:01
A veces soy malo para escribir cartas, cuando pense que escribirte recorde este escrito.
Redescubrir la vida
Antony de Mello
Es necesaria una cualidad para captar aquello que yo descubrí y que revolucionó mi vida: la cualidad de escuchar, de comprender, de ver. Escuchar no es tan fácil como podría parecer. La razón es que siempre escuchamos a partir de conceptos establecidos, de posiciones y fórmulas establecidas, de prejuicios… Escuchar no significa tragar, eso es credulidad.
Escuchar significa estar alerta. Si estás alerta estás observando, estás escuchando con un especie de mente virgen. Si rechazamos lo nuevo, no estamos dispuestos a escuchar. Pero si lo aceptamos sin discriminar tampoco estamos escuchando.
Tenemos a mano la solución del problema de la felicidad. ¿Por qué no la usamos? No la queremos. Aprende a contentarte con lo que tienes, aprende a ser autosuficiente.
TU VIDA ES UN ENREDO. ¿No te gusta oírlo? Bueno, quizás eso prueba que es cierto. Como la mayoría de la gente, tienes una teoría: “Debes perturbarte o no eres humano”. Muy bien, adelante entonces, pertúrbate.
Se puede perder el miedo y encontrar la felicidad. La tragedia es que no crees que lo puedes lograr. Sin embargo, ¡es tan fácil!. La actitud de las personas en todas partes es que no quieren oír, no quieren escuchar. Tu les dices:
-La vida es extraordinaria, es maravillosa; tu podrías disfrutarla; no tendrías ni un minuto de tensión, ni uno; ninguna presión, ninguna ansiedad.
-¡No es posible! ¡No puede lograrse! – será tu respuesta.
No hay ningún espíritu de búsqueda, de investigación.
TU VIDA ES UN ENREDO Y NO QUIERES SALIR DEL EL. La última cosa que quiere un paciente es la cura; no quiere curarse, busca alivio. ¿Estás preparado para cambiar éxito por felicidad? ¿Se te ha ocurrido que aquello que llamas tu felicidad es en realidad tu prisión? ¿En quién encuentras tu felicidad? ¡En tu prisión!
“Vivir como un rey” significa no saber en absoluto de ansiedades, de conflictos internos; vivir sin tensiones, sin presiones, sin desconcierto, sin congoja. ¿Qué queda entonces? Felicidad pura, sin diluir.
No debes hacer nada para ser feliz. No puedes adquirir la felicidad. ¿Sabes por qué? ¡Porque ya la tienes! Pero estás todo el tiempo obstruyéndola. Cuando el ojo no está obstruido, el resultado es la visión. Cuando el corazón no está obstruido, el resultado es la dicha… y el amor.
TU NO QUIERES SALIR DEL ENREDO. Quieres comodidad, quieres tus pequeñas pertenencias; las pequeñas cosas que la sociedad te ha enseñado que son esenciales para la felicidad.
El enredo existe porque tienes ideas equivocadas, no porque algo esté mal en ti.
El mundo está lleno de sufrimiento, la raíz del sufrimiento es el apego, la supresión del sufrimiento significa la eliminación, el abandono de los apegos.
Hay una clase de deseos que, si no los satisfacemos, no por eso nos entristecemos. Pero hay otros deseos frente a los cuales nos decimos: “Si no consigo esto, voy a ser desdichado…” A los deseos de este tipo los llamo apegos.
Sin apego no hay temor. Estar libre de todo apego a la vida significa estar feliz de vivir y estar feliz de abandonar la vida.
Si disfrutas del aroma de un millar de flores, no te sentirás mal por la falta de una. ¿Has sido educado para gozar de un millar de platos, de modo que nada te perturbe, porque si pierdes aquello, tienes esto…? Oh, no, no! Tienes que conseguir esto.
Tenemos instrucciones equivocadas. A la sociedad no le importa para nada si somos felices o no. Así nos educaron: “Debes tener deseos de cuya satisfacción dependa tu felicidad”.
El mayor enemigo del amor es el apego. ¿Sabes por qué? Porque:
-Si te deseo de esta manera, deseo poseerte; no puedo dejarte libre, tengo que atraparte; tengo que manipularte para poder atraparte. Voy a manipularme a mí mismo para poder engañarte, y así, atraparte.
No hay miedo alguno en el amor perfecto, porque no hay ningún apego. Donde hay sufrimiento, no hay amor.
Si no estuvieras ocupado activamente en volverte desdichado, serías feliz. Todo lo que debes hacer es sentarte y limitarte a observar cuan falso es decir que no serías feliz sin A o B o X.
¿Recuerdas cuando, en tu infancia, perdías algo y pensabas: “nunca voy a ser feliz sin esto”? ¿Qué pasó? Si lo encontraras ahora, no lo mirarías siquiera. ¿Por qué no aprendemos? ¡Oh, no, no! Tenemos que vivir en la ilusión. Queremos estímulos, no queremos la felicidad. Queremos emociones.
LA SUPRESION DEL SUFRIMIENTO ES EL ABANDONO DEL APEGO. ¿Cómo se lo abandona? Basta con mirar para comprender que está basado en una creencia falsa, la creencia de que “sin esto no puedo ser feliz”. En el momento que comprendas que es falso, te vuelves libre.
Cuando hablo de temor, me refiero al temor a lo que vendrá; a lo que sucederá. Y “ésto”, nos dicen los místicos, no existe; en sus mentes, simplemente no existe. Estamos atados a cosas que no existen. Tenemos miedo de cosas que no son… Son falsedades, ilusiones, creencias; no realidades.
La vida es algo que nos pasa mientras estamos ocupados sufriendo toda clase de otras cosas.
Tú estás perturbado debido a tus apegos. ¡Toda perturbación está en tí!; no en la vida, ni en la realidad, ni en el mundo… Nada en la realidad, nada en la vida, nada en el mundo te perturba; nada tiene el poder de perturbarte. La realidad no es problemática; si no existiera la mente humana no habría problemas. Todos ellos existen sólo en la mente humana.
Tú has elegido pensar; has sido adiestrado para pensar que “un hecho” es lo que te perturba. ¡No es “este hecho”! Es tu programación, tu adiestramiento. El sentimiento de perturbación no está causado por “el hecho”, sino por tu reacción frente al mismo. Tú y yo hemos sido hemos sido adiestrados para hacer depender nuestra felicidad de ciertas cosas, y entonces, cuando esas cosas no se producen (por obra de nuestro adiestramiento, de nuestra programación, de esa falsa creencia en que “si esto no sucede, no seré feliz”), sucede que nos perturbamos. Nada te perturba, te perturbas a tí mismo cuando algo sucede.
“Espiritualidad” significa no estar más a merced de suceso, persona o cosa alguna. No dije que no haya que amar a las personas; dije que no hay que estar más a su merced. Hemos sido adiestrados para depender emocionalmente de los demás, para no ser capaces de vivir emocionalmente sin ellos.
Existe el supuesto de que si no te perturbas, si no te adiestran para que te perturbes, no harás nada. Pero mira: hay alguien que no tiene para comer y eso es una calamidad. Ahora tú estás perturbado; tenemos dos calamidades. Muchas personas no pueden concebir la idea de lanzarse a la acción sin antes perturbarse. Cuando uno se perturba tiene menos energía para hacer cosas y tiene menos capacidad de percepción; ya no ve las cosas correctamente, reacciona en exceso.
En realidad nadie te ha perturbado jamás, nadie te ha dañado jamás. El daño no me lo hicieron los demás, no me lo hizo el mundo, no me lo hizo la vida, y lo mejor de todo, no me lo hice yo mismo. Es como si el hacerlo estuviera fuera de mi control. No te culpes a ti mismo. Eso ha sido grabado dentro de ti. Has sido programado para eso, has sido condicionado de esa manera. Esto es lo que debes comprender.
No tienes que hacer nada para alcanzar la iluminación, no tienes que hacer nada para lograr la liberación y para obtener la espiritualidad. Todo lo que tienes que hacer es comprender algo, entender algo. Si lo entendieras, serías liberado.
Madurez es comprender que no se puede culpar a nadie, o mejor dicho, no darse la salida emocional infantil de culpar a otros o a uno mismo, sino más bien ver qué anduvo mal y ponerse a remediarlo. Entonces ellos no pueden ser culpados, tú no puedes ser culpado. La programación es lo que los llevó a hacer eso.
Hasta ahora siempre te has identificado con lo que sentías, pero ahora descubrirás que no eres tu sentimiento, no eres tu desdicha, no eres tu disgusto…
No “arregles” nada. Deja que todo siga su curso; desaparecerá por sí solo. Cuanto más trates de “arreglarlo”, más se fortalecerá. Muchas personas nunca cambian porque están muy decididas a cambiar. Están tan decididas que no cambian nunca. Como están tan tensas, tan ansiosas, todo empeora.
Lo que sucede es que tú no te “arreglas”, no cambias; la vida cambia, como también lo hace la naturaleza. Así como uno no se cura a sí mismo, la naturaleza si se cura a sí misma. Uno debe limitarse a hacer algo para ayudarla.
La vida no es cruel contigo, la vida es fácil; es tu programación la que es cruel contigo.
¿Consideras que eres un “ser humano” si vives como un pequeño mono que salta cuando cualquiera tira de la cuerda?
Tu perturbación proviene de tu programación; no de ti, no de los demás. Se hará cargo de si misma; realmente lo hará. Te sorprenderá de que, después de unos pocos meses, las cosas que antes te habrían enfermado podrás vencerlas sin esfuerzo, con una paz perfecta. Eso es la vida espiritual; es morir para ti mismo, abandonando tu programación. La abandonarás al comprenderla como es, llamándola por su nombre.
Dios está más allá de la mente cognoscitiva, por lo cual lo designamos con la calificación de “Misterio”. ¿Qué significa ansiar lo desconocido, lo incognoscible, aquello que está más allá de toda concepción humana y de todo entendimiento? No tenemos idea. ¡Pero no te distraigas con esto! Continúa con la autoobservación, el autoconocimiento, la autoliberación. Así comprenderás mejor, “más allá del entendimiento”, como dice San Pablo, que es Dios.
Tu no eres el autor del hecho, y no es maduro culparse a sí mismo si uno no es culpable. No hay deliberación en lo que haces, pues se origina en tu programación. No debes culparla, pero debes comprender que es en ella donde se origina la perturbación. Cuando te golpeas la rodilla contra una mesa, debes comprender que el dolor no está en la mesa; el dolor es causado por algo que sucede en tu rodilla. Análogamente, cuando chocas con la realidad, se produce un dolor dentro de ti. Ese dolor no es causado por la realidad, sino por algo que sucede en tu interior. Tu no lo provocas deliberadamente. Pero debes comprender de qué se trata. ¿Por qué, en algunas personas, este proceso no prosigue o ellas se han liberado de él, mientras que, en otras, continúa? Ser responsable es comprender y, como resultado de la comprensión, ser liberado.
Hay personas que se niegan a permitirse tener sentimientos de ningún tipo, se endurecen y dicen que nada les importa. Esto no ayuda a lograr el desapego. Por otra parte, están las personas a las que me refiero, que son las que tienen una perturbación, pero que, a través de la comprensión, la trascienden, la superan.
Observa, comprende, cambia, como resultado de usar el entendimiento.
¿Cuánto duró tu dicha? ¡Mídela! Lo digo en serio. ¿Cuántos segundos, cuántos minutos? Es que estás buscando algo más. ¿Por qué no estudiamos esto? Es tan valioso, más valioso que estudiar las Escrituras. Porque ¿de qué sirven las Escrituras si no has comprendido lo que significa vivir y ser libre y ser espiritual…?
…La supresión del sufrimiento es el abandono del apego, la comprensión de que el apego es la creencia falsa en que alguna cosa o persona puede hacernos felices. La verdadera felicidad no es causada por nada. La verdadera felicidad es “incausada”.
Nunca vivirás hasta que dejes de aferrarte a la vida. Cuando te aferras, la felicidad muere. Si tu felicidad depende de alguien o de algo, no es felicidad, es inquietud, es tensión, es presión, es temor.
En nuestro deseo de ser felices hacemos todas las cosas equivocadas. Hemos sido programados para ser desdichados. Cualquier cosa que hagamos nos hará más desdichados. ¿Qué harás para evitarlo? ¿Cambiarás tú?, ¿cambiarás a los demás?, ¿conseguirás algo?… No tienes que hacer nada… ¡Tienes que comprender! Deja de lado la obstrucción, abandona las creencias falsas y el apego desaparecerá. Entonces sabrás qué es felicidad.
Si meditas sobre esto, durante días, experimentarás algo de su verdad, entonces no necesitarás escucharme a mí o a cualquier otro. ¡Tú posees esa verdad, la has aprendido, la has comprendido! Estás apegado sólo porque creíste , falsamente, que sin esa cosa, esa persona, esa situación no serías feliz. ¡Comprende que se trata de una falsedad y serás libre!
Piensa en los problemas que tienes en materia de relaciones humanas. ¿Conoces la raíz de todos esos problemas? ¡Tú eres la causa! ¡Te sientes afectado pero tú eres la causa!
Si acudieras a mí para consultarme por problemas con tu esposa, sería como si tuvieras dolores y fueras a consultar al médico:
-Doctor, son terribles estos dolores…
-Te recetaré algo para tu esposa, ¿está bien?
-Eso ya me hace sentir mejor. Gracias doctor.
¿No es esto una locura? ¿Tú tienes problemas con tu esposa y quieres que yo la haga cambiar? ¿Quién tiene el problema? Tú ¿no es así? Vamos a eliminar el problema, la causa del problema: tú. Pero tú no lo entiendes. Has sido educado para pensar que los demás tienen que cambiar, que el mundo tiene que cambiar, para que tú seas feliz; pero no te das cuenta.
Estás perturbado, ¡algo te pasa! No comprendes a tu esposa, ni siguiera la ves. Porque cuando estás perturbado, tu ventana está empañada; y tratarás de limpiar todos los edificios porque, desde tu ventana empañada, los verás sucios a todos. Vemos a los personas no como son, sino como somos nosotros.
Queremos cambiarnos a nosotros mismos; queremos cambiar el mundo. Eso es lo que nuestra programación nos ha inculcado. Tenemos que cambiar todo, sin antes haber entendido nada. Lo que necesitas no es cambiar, es comprender. Compréndete a tí mismo; comprende a los demás. ¡No estás aquí para cambiar el mundo, estás aquí para amarlo! Tú no quieres amar el mundo, quieres cambiarlo. Amar significa ver, comprender. ¿Cómo puedes amar lo que ni siquiera ves? ¿Cómo puedes comprender si estás perturbado? ¿Cómo puedes comprender si se interpone alguna emoción positiva o negativa? Dicen que el amor es ciego. ¡Falso! No hay nada tan clarividente como el amor; es lo más clarividente del mundo. El apego es ciego porque es estúpido, porque está basado en una creencia falsa. Y eso es lo que llaman “amor”.
Una gran mentira que nos han contado cuando éramos niños es la siguiente: “Necesitas se amado.” Bueno, cuando eras un niño, sí, de acuerdo. Pero ¿Quieres decir que eres un niño aún? Y sabes que te dicen constantemente:
-Necesitas ser amado, necesitas éxito, ser aprobado, ser apreciado, ser afirmado, necesitas…
¡Basura! Y todos lo creen. Te diré lo que necesitas. Hay sólo una necesidad, que es “amar”. No hay otra.
Se puede manejar a las personas con halagos. Podrías hacer cualquier cosa con estos monos humanos, con sólo decirles que los quieres, además de algo bueno acerca de ellos. Entonces, (A) se sentirán halagados; (B) ¡sentirán amor por ti! Lo que ellos llaman “amor”, por supuesto. Amor de mono, claro. ¿Sabes qué es para ti el amor?:
-Tú eres bueno conmigo; yo soy bueno contigo, ¿si? Tú me das lo que quiero, entonces te quiero. No me das lo que quiero, entonces te detesto.
Se supone que esto es amor, pero es lo que yo llamo un buen “regateo”. ¿A eso llamas amor? Entonces, ¡aquí viene la computadora! Oprimo la tecla roja… Lo alabaron y él se anima; ¡está tan feliz! Critíquenlo y opriman la tecla azul. ¡Ahora está por el suelo!
Cuando te dicen que estás bien, naturalmente, se supone que debes estar bien. Y cuando te dicen que no estás bien, no lo estás, ¡naturalmente! Se supone que debes sentirte deprimido. Se supone que esto es humano, naturalmente. A eso lo llamo “ser una máquina”.
Desarrollaron en nosotros el gusto por drogas llamadas “aprobación”, “éxito”, “hacerlo a la perfección”, “alcanzar el éxito, la afirmación, el triunfo, la victoria”. Nos dieron poder, reputación, fama, prestigio. Nos dieron esta droga. Y, ¿sabes algo? Comenzamos a sentirnos bien.
Fue una especie de sensación de embriaguez, una magnífica sensación cuando nos aplaudían. Y empezamos a pensar que era magnífico ser famoso, exitoso, tratado con deferencia, popular. Resultado: cuando empezamos a crecer, ya nos podían controlar de la manera que querían. Todo lo que tienen que hacer es retener la droga. No te aprueban… ¡Qué preocupado te sientes. Te critican, no te afirman… ¡Síntomas de abandono! Vuelves a rastras para buscar reafirmación.
¿Sabes que, como resultado de esto, has perdido tu capacidad de amar? Porque cuando necesitas a alguien, no puedes amar a esa persona. Durante las 24 horas del día, consciente o inconscientemente, queremos algo de las personas que nos rodean. Tenemos miedo de lo que puedan pensar de nosotros. ¿Cómo podrías amar a las personas de esta manera, cuando dependes tanto de ellas emocionalmente?
Por supuesto que tenemos que depender unos de otros. Así es como se construye nuestra sociedad; compartimos nuestro trabajo… Para la cooperación del mundo, la dependencia es necesaria. No tengo nada contra esa clase de dependencia. Lo malo es depender de otro para tu felicidad. Pues entonces no puedes amar.
Cuando comprendes esto te das cuenta de lo encantador que resulta estar solo, no necesitar emocionalmente a los demás. Y, por primera vez, comprendes que puedes amar a la gente. No necesitas sobornarlos, manipularlos, impresionarlos, apaciguarlos. Finalmente, puedes amar. Nunca más podrás sentirte solitario. ¿Sabes qué significa sentirse solitario? Significa tener una necesidad desesperada de los demás, hasta el punto de ser infeliz sin ellos. El sentirse solitario no se cura con compañía humana; se cura con el contacto con la realidad, comprendiendo que no necesitamos a los demás. Podrás disfrutarlos, porque no los necesitas. El resultado es que ya no hay tensión. Los demás podrían pensar lo que quisieran, podrían decir lo que quisieran, sin problema. Tú no te sentirías afectado, pues te sacaron la droga del “sistema”. Estás aún en el mundo, pero ya no le perteneces. Ya no pueden controlarte. Allí es donde comienza el amor.
¿En qué crees que la mayoría de la gente gasta su vida? ¡En impresionar a los otros! En asegurarse en que no son criticados y en obtener autoafirmación. Resultado: muy poca gente vive.
“Cuando seáis capaces de reíros de la vida en su propia cara, seréis soberanos del mundo… exactamente igual que la persona dispuesta a morir.”