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OCULTISMO PRACTICO EN LA
VIDA COTIDIANA
Entre el gran número de cartas que llega a la Fraternidad de la Luz Interior , una buena parte de él contiene pedidos de ayuda y consejos respecto de los métodos de aplicación de las fuerzas ocultas a los problemas de la vida cotidiana.
Las obsesiones, encantamientos y ataques ocultos son relativamente escasos y cuando se los investiga resultan ser a menudo casos de insania; la mala suerte persistente, la salud quebrantada que resiste la terapéutica ordinaria y sobre la cual discurren los médicos o manifiestan en definitiva que no encuentran la causa de los males, se deben con exclusividad a tratamientos inadecuados para el logro de la evolución psíquica que se busca; también se mencionan influencias malignas del ambiente y del lugar. En suma, todo esto constituye el contenido que la mayoría de las cartas que se reciben.
Asimismo, se nos interroga con frecuencia sobre la interpretación de los sueños, visiones de símbolos y la manera de recuperar la memoria de reencarnaciones pasadas.
Conforme a la tradición oculta ortodoxa, la enseñanza de los Misterios debe estar reservada sólo para los que se hubieran entregado a ella con dedicación exclusiva y hubieran pasado durante largos años por determinadas disciplinas y pruebas. En otras palabras, en ocultismo es imprescindible estar iniciado. Pero con la difusión de los conocimientos ocultos que tiene lugar en nuestra época, se ha producido también un cambio en el espíritu del movimiento. Del mismo modo que se enseña a cada uno de los componentes de un coro que recree la totalidad de la partitura, así también se pide al peregrino que se capacite individualmente para aplicar los métodos a sus problemas cotidianos. El requerimiento es razonable.
Sea como fuere, no es fácil saber hasta qué punto una persona no iniciada puede comprender las teorías metafísicas y metapsíquicas, puesto que el individuo común tiende a tergiversar los hechos y con ello agudiza sus dificultades. Es preciso tener un punto de partida y una actitud especial para el manejo satisfactorio de las fuerzas ocultas en la vida individual; la persona que pretenda hacer uso de ellas debe estar libre de influencias emocionales y su actitud debe ser por entero imparcial y serena, pues en caso contrario pasará a una confusión mayor. Para el trabajo ocultista no es suficiente conocer tecnicismos; por el contrario, lo más importante es la actitud, la cual determinara la naturaleza de los resultados últimos. Sólo por la autodisciplina y la depuración del carácter puede lograrse esa actitud. Sin embargo, es posible explicar de manera bastante simple y práctica los requisitos necesarios para el aprendizaje íntegro de las doctrinas ocultistas y elucidar en justa medida los métodos de capacitación deseables, a cualquier persona equilibrada y de inteligencia media que aspire a aplicar estos conocimientos a los problemas de la vida cotidiana, aun cuando los más delicados deban dejarse al experto.
Por cierto que los métodos de gran ceremonial no son apropiados para el uso de todos, salvo que se trate de un iniciado con buena disciplina; pero hay ritos menores susceptibles de abordarse por quien logre una concentración estable. Además, la comprensión de los principios ocultistas, aplicados a los problemas de la vida diaria, es utilísima como método profiláctico, que capacita al afectado para superar y evitar toda clase de disgustos. Asimismo, nos muestra la manera de abordar mejor y dominar los problemas de la vida, enseñándonos que hay una maniobra estratégica para afrontar cada problema: el ataque de flanco que desvía, en vez del ataque frontal que es una simple fuerza ciega; de igual modo, hay fluios y reflujos en la vida del hombre en los que sabiendo cómo obrar en su oportunidad, actuarán a favor y no en contra. Todos éstos son conocimientos y aplicaciones prácticas del ocultismo en la vida cotidiana, cuyo dominio resulta beneficioso para el que se interesa en su estudio.
En todo lo que sea posible nos propondremos llevar estos conocimientos al estudioso, mas no como método rutinario, sino como aplicación de los principios ocultos en que están cimentados, de modo tal que aquellos que los pongan en práctica, puedan hacerlo sirviéndose de la inteligencia; el éxito dependerá de la capacidad de discernimiento que se tenga respecto de la naturaleza de los problemas a resolver. El diagnóstico debe preceder al tratamiento, de ahí que todo lo que se refiere a sutiles condiciones psíquicas, no es en absoluto un problema simple, porque en ese caso debe ser reconocido y tenido en cuenta el elemento subconsciente, y ello no es fácil cuando presionan con agudeza los mismos conflictos que requieren del que las padece un enfoque imparcial e impersonal. No obstante, deberemos hacer lo que podamos y a menudo tendremos éxito sólo en la medida que seamos más honestos con nosotros mismos que lo que somos cuando intentamos justificar nuestra posición ante los ojos de terceros. Asimismo, el éxito depende de nuestro poder de concentración que nos permite tener la mente fija en una idea; sin embargo, esto es un asunto de práctica y el uso regular de ciertos ejercicios, en general, desarrolla la capacidad requerida con bastante rapidez.
Al cumplirse las dos premisas: un recto juicio respecto de la naturaleza del problema y la necesaria habilidad para concentrarse, permiten lograr en gran parte lo que se persigue, aun por el que no esté adiestrado ni iniciado. Algunos problemas podrán ser resueltos en forma total y otros serán más llevaderos aunque temporariamente queden sin resolver.
No debe pensarse que enseñaremos cómo hacer sonar las trompetas de Jericó. Algunos conflictos, por supuesto, se aclararán en seguida cuando se trate la causa psíquica que en ellos subyace; otros requerirán un permanente y arduo trabajo hasta su solución y en algunos casos un diagnóstico erróneo hará abortar toda la obra.
El ocultista experimentado, que actúa sobre el terreno mismo, debe ser capaz de formular su diagnóstico y ver en perspectiva con un alto grado de exactitud; mas no estamos escribiendo para él, sino para aquellos que han comenzado a deletrear el alfabeto ocultista; y aunque es nuestro deber estar en amable disposición para aconsejar en todo cuanto dependa de nuestro saber y conocimiento, sólo por excepción nos resulta posible actuar sobre el terreno mismo. Por consiguiente, el lector deberá aprender sus lecciones con ayuda de su propia experiencia, siendo ésta una escuela dura, pero muy eficiente.
Principios Básicos
Existen algunos libros antiguos y también otros modernos que llevan el título genérico de El médico en casa o algo parecido. Allí se encuentran tabulados síntomas tales como: “Estómago: dolor en; sensación de lleno en”, etc., etc., y remiten a una página en la que se consigna el remedio, generalmente en dosis como para la resistencia física de marineros y herreros. Se trata de compilaciones incompletas y es probable que si se lo sigue al pie de la letra, aumente en forma considerable la mortalidad por operaciones demoradas y cánceres no reconocidos a tiempo. Trataremos de no cometer errores semejantes en esta obra; por ello es que pedimos al lector el esfuerzo y la atención suficientes para captar ciertos principios básicos, de modo que pueda llegar, en primer término, al diagnóstico para aplicar con inteligencia los métodos ocultos.
Por sobre todo, debemos comprender que el plano material, tal como lo vemos, es el resultado final de una larga cadena de procesos evolutivos que tuvieron lugar en planos sutiles, en el reino del espíritu, de la mente y del éter astral. En consecuencia, cada problema que encontramos en el piano físico tiene una especie de alma compuesta por los factores de cada uno de esos niveles de manifestación; es importante que lo comprendamos, puesto que cada problema es compuesto, por lo cual tenemos que determinar la proporción relativa de los diferentes factores que lo integran y discernir cuál es el nivel en el que la perturbación tiene su raíz o núcleo. Es inútil tratar el problema por medio del simple exorcismo astral, si su raíz se halla en algún factor espiritual oculto en lo profundo del alma.
No obstante, siempre debemos tener presente que cada plano posee sus propias leyes particulares, las que no pueden ser subyugadas por ningún poder, por grande que éste sea, sino sólo dirigidas y usadas. Mas, por ser cada plano animado y dirigido por el superior, la dirección hasta la que sus fuerzas y mecanismos pueden ser dirigidos, es mayor de lo que puede suponerse. Sin embargo, hay límites bien definidos para este poder, límites que deben ser aceptados. En este sentido es en el que fracasa tan a menudo la curación espiritual, porque casi nunca admite limitaciones a lo que llama “poder de Dios”, pero que con frecuencia sólo significa el deseo del paciente de verse libre de sus sufrimientos.
Luego, debemos comprender que hay muchas fuerzas y diversas formas de existencia que no descienden a planos tan inferiores como el físico; por ejemplo, pueden tener un aspecto espiritual y mental, o espiritual, mental y etérico astral, pero no forma física. Si sabemos cómo hacerlo, en muchos casos podremos extender esas fuerzas haciéndolas descender por los planos y darles expresión en lo físico. Empero, esto no significa que vamos a hacer milagros y materializaciones, porque en la mayoría de los casos el vehículo de la manifestación es la mente del operador y por tanto, la operación parece producirse de modo natural por una concurrencia de factores felices. En ciertos cases, es el poder sistematizado el que ordena esos “factores felices”, lo cual muestra que ciertas operaciones definidas están siendo ejecutadas. Hay que tener en cuenta que debe discriminarse respecto del uso de estos métodos según sean los casos; no deben ni pueden ser usados de manera rutinaria por todo el que no se sienta bien, ya sea de su mente, su cuerpo, su espíritu o simplemente porque se hallen contrariados sus deseos.
Los casos en que estas fuerzas sutiles sean los factores predominantes, son los más apropiados para las operaciones ocultas. Mas, estas fuerzas sutiles, aunque en apariencia materiales, desempeñan en todos los casos un papel y pueden ser utilizadas si no para curar, por lo menos, como paliativo. En un hombre lesionado por un accidente. por ejemplo o atacado por una aguda infección neumónica. pareciera que todo su problema radica exclusivamente en el piano físico; sin embargo está muy lejos de ser así, porque sobrevivir a la operación en el caso del accidente, y la resistencia a la infección en el caso del neumónico, ambos eventos conciernen a los planos sutiles de la naturaleza, y su dependencia está condicionada a su vitalidad y temperamento.
Debemos recordar también que para estimar con precisión la naturaleza de muchos tipos de problemas, en especial aquellos relacionados con la “mala suerte” constante como asimismo ciertas patologías de carácter psíquico, debemos tomar en consideración el karma o influencia de arrastre de encarnaciones previas. Existen ciertos métodos para valorizarlos que describiremos a su debido tiempo. Además, el karma individual, o destino, debe ser liquidado de acuerdo con la influencia del largo ciclo del karma racial, el cual lo modifica o refuerza; y también esto debe tenerse en cuenta.
En resumen, cada problema es cuádruple: espiritual, mental, etérico-astral y físico, Cada uno de estos planos tiene sus propias leyes que no pueden ser abrogadas, sino dirigidas. La causal de la mayor parte de los problemas se proyecta hacia atrás en el tiempo, vinculada con encarnaciones anteriores y tales problemas son modificados en su liquidación por las influencias del karma racial, que prevalecen. Debemos procurar superar nuestros problemas relacionando todos estos factores y no computando sólo uno de ellos, y sin pasar por alto que las proporciones en las que están presentes estos factores, varían en cada caso.
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Hay facultades en el alma humana que corresponden a los planos sutiles de existencia, los que ejercen una influencia sobre ellas siendo a su vez éstas influidas por aquellos; facultades y planos cuya existencia ignoran la mayor parte de las personas. Sin embargo, si observamos bien, no dejaremos de sorprendernos ante el hecho de que existen flujos y reflujos en la existencia del hombre que no podrían explicarse por la secuencia: material de causa y efecto. El ocultista estudia estos sutiles procesos, y el resultado de su observación lo capacita para establecer la presencia de ciertas leyes definidas con respecto a ellos y que sirven para ser aplicadas en forma inmediata para solucionar problemas en la vida cotidiana. Estos diferentes planos no se hallan ubicados uno sobre otro como el estrato de las rocas; son diferentes modos de existencia y pueden ocupar el mismo espacio simultáneamente, como el sonido, la luz y el calor, Los diferentes aspectos de la conciencia se forman con estos distintos modos de existencia, de la misma manera que el calcio, básico en la formación de nuestros huesos, proviene del reino mineral, y el agua de nuestros tejidos deriva de fuentes y ríos. El calcio de nuestros huesos no es en manera alguna diferente del que se halla en el tejido de las plantas o en las rocas. Se comporta de la misma manera y obedece a las mismas leyes dondequiera que esté; igual ocurre con el agua. Nuestro corazón es una bomba similar a cualquiera y el agua en nuestra sangre no se comporta de manera diferente que el agua caliente de las cañerías. Vale decir, que las mismas condiciones prevalecen en el plano de la conciencia. La chispa de Espíritu Divino que reside en lo más recóndito del corazón y que es el núcleo del alma humana, es parte a su vez del Reino de los Cielos. Nuestro poder mental con sus fuerzas y su don creador de imágenes, es parte del reino de la mente; en cuanto a nuestra naturaleza emocional instintiva, es parte de lo que los ocultistas llaman Reino Astral y, por último, nuestro cuerpo y sus sutiles aspectos etérico y físico denso, forman parte del reino de la tierra, aunque debemos recordar que la Tierra tiene un aspecto sutil electromagnético, como asimismo otro denso. Nuestro cuerpo, que recibe impresiones del plano físico por medio de los cinco sentidos, no puede percibir el pensamiento, la emoción y las cosas del espíritu, a no ser por los efectos que resultan de éstos sobre él. Hay sentidos sutiles, rudimentarios en la mayor parte de las personas, más altamente desarrollados en la minoría, que corresponden a !os tres niveles sutiles de existencia.
Casi todos conocemos por instinto el estado emocional de los seres con los cuales estamos en estrecho contacto; sabemos cuando están disgustados, deprimidos o asustados, aún cuando no muestren signos exteriores de su estado y hagan lo posible por ocultarlo. El caballo sabe cuándo el jinete siente miedo; el recién nacido diferencia a la nurse que lo controla con esmero y a la madre que lo amamanta y lo asiste, y se comporta según el caso.
Pretender explicar estos fenómenos por medio de la interpretación subconsciente de las sutilezas del gesto y de la expresión, es antojadizo y no responde a nuestro raciocinio, que por otra parte, resulta innecesario. Una hipótesis mucho más sencilla y comprensiva aclara que estas cosas se deben a la percepción directa de los estados emocionales por el factor que en nuestra conciencia se corresponde con ellos. Observad cómo la persona deprimida deprime a las demás, cómo irrita el furibundo y cómo la actitud del tímido pareciera evitar a que no se lo moleste. Ocurre que recibimos influencias insospechadas según el estado mental de los que nos rodean; por ello lo más importante en toda organización humana es una buena moral. El mal empleador por lo general no comprende esto y piensa que un empleado malhumorado y resentido por la paga que recibe, le puede rendir lo mismo que el conforme y jovial. En una casa de comercio, una persona sujeta a un sentimiento de descontento desmoralizará al resto de los empleados aunque no manifieste su estado de manera franca. Si observamos las casas de comercio veremos que la actitud mental de la persona que dirige se hace sentir en todos los empleados, no importa cuál sea su categoría, y aunque no tengan contacto directo con ella.
La persona carente de armonía interior inspira resistencia a su paso y torna su vida ardua y penosa. Una actitud amable y equilibrada es un sedante efectivo que al reducir las tensiones, fortalece su autoridad. ¿Habrá que deducir de lo que antecede que debemos ceder sin oponer resistencia a las influencias de cualquier medio en que nos hallemos? Sería ingenuo si así lo hiciéramos; y aun cuando el medio nos resulte favorable, no es de cautos depender de él, pues puede suceder que nos tornemos tan pusilánimes que sucumbamos ante la menor aspereza que nos plantee un cambio del mundo externo.
Si la atmósfera nos es adversa, necesitaremos una definida armadura mental que nos proteja de sus influencias. Algunos preceptores podrán decir que debemos trabajar para transformar ]as condiciones adversas apelando al poder del pensamiento. Se han escrito muchas novelas y obras teatrales, por ejemplo The Passing of the Third Floor Back, en apoyo de esta tesis, mas esta es una meta demasiado ambiciosa por ahora; procederemos con mayor sabiduría si nos contentamos, para comenzar, con el dominio del Reino Interno. En todo caso, no podremos ejercer mucha influencia en nuestro medio ambiente, hasta tanto éste no haya dejado de influirnos.
Entretanto, tenemos que reconocer el potente efecto que ejerce sobre nosotros una determinada atmósfera mental, y recordar que todas ellas son creaciones de la mente humana, a las cuales no tenemos por qué entregarnos inermes, sin oponer resistencia, sino más bien hacer algo para defendernos. Si nos hallamos en un ambiente de disgusto o descontento, podemos comenzar la defensa y erigir un centro de serenidad e inmutabilidad en nuestra vecindad más próxima. Esto lo haremos actuando de adentro hacia afuera en tanto que controlamos nuestras reacciones hacia ese medio inarmónico. Tan pronto como la atmósfera mental deja de afectarnos, nosotros empezamos a gravitar sobre ella.
La estabilizada atmósfera interior desborda y el círculo de armonía se ensancha como las ondas de un lago; pronto el más sensible de nuestros vecinos comienza a sentir la nueva influencia introducida en la atmósfera mental, reacciona a su vez, y la influencia se refuerza con este nuevo aporte.
Empero, si con el objeto de recobrar nuestra paz mental intentamos reaccionar para alterar condiciones ambientales externas que nos ocasionan infelicidad, habremos fracasado en el intento; porque por mucho que queramos formar al mundo de acuerdo con nuestros deseos íntimos, habrá siempre, como en el cuento de hadas, el rumor de una hoja que turbe el sueño de la princesa. Pero si conseguimos dominar el reino interior y somos capaces de independizarlo de influencias externas de modo tal que podamos decir como San Pablo: Nada me concierne”, gravitaremos como factor importante en la atmósfera mental; al dejar de ser influidos nos transformaremos, por el contrario, en influencia.
Existe un antiguo relato de dos peregrinos que encontraban que el sendero era muy áspero para sus pies. Uno de ellos dijo: matemos todas las vacas de la comarca y hagamos con sus cueros una alfombra que cubra todo el camino, así podremos andar cómodos. Y su compañero le respondió: Eso es imposible, porque el camino es mucho más largo que el cuero de todas las vacas juntas; mejor será que hagamos zapatos de la piel de un solo animal; será como llevar una alfombra blanda en nuestros pies durante todo el trayecto, donde quiera que vayamos. La persona que pretenda alterar su medio ambiente antes de independizarse ella misma, será como el hombre del cuento que quería alfombrar todo el camino; pero quien haya logrado el control de sus propias reacciones y tenga dominio sobre su reino interior, será como el compañero que sugirió hacer zapatos para protegerse de las asperezas del camino.
Si queremos aprovechar lo que nos brinda la Sabiduría Antigua debemos comprender dos cosas: 1°) las condiciones mentales y emocionales tienen poder para
afectarnos sin acciones físicas evidentes; 2°) no debemos permitirnos reaccionar ante estas influencias de modo tal que nos hagan actuar como potros salvajes, sino más bien tenemos que obligarlas a tascar el freno y dominarlas. Percibir una influencia no significa reaccionar según ella. Existe una manera de contrarrestar cualquier influencia y esto es lo que nos puede enseñar el Conocimiento Oculto.