Tradición Maya

Tradición Maya

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  1. El Colibrí. (Leyenda)
  2. El Colibrí (Canción)
  3. Diez Poemas Mayas (Aporte de Alex Tlakaelel)
  4. Memorial de Sololá    La Creación y Origen del Pueblo en sus palabras,
  5. Leyendas Mayas ( Campeche)
  6. Quienes son los Mayas? Arte, Religión, Historia….
  7. Coten Ech in Puccical  Una anécdota de los sinarquistas Mayas.

Leyenda Maya del Colibrí   

Leyenda Maya del Colibrí
Por: Enrique Vázquez.

Historia de la hermosa Sac–Nicté.

Al manantial iba la hermosa Sac-Nicté (flor blanca), hija del batab
(gobernante) del pueblo, Ahí se veía a escondidas con el apuesto
joven Colnaal, de quien estaba enamorada.
Pero, se enteró su padre, de estas citas, y no queriendo que se casara con un humilde campesino, mandó llamar al Chilam-Balam (sacerdote-hechicero) para pedirle que con un hechizo protegiera a su hija, convirtiéndola en una flor, para quitarle su amor por Conaal.
Cuando, Sac-Nicté fue al manantial quedó convertida en el hermoso lirio “xzulá”. al llegar su joven enamorado, admiró la flor, pero en vano esperó a su amada. y aunque fue todos los días, nunca pensó que estaba convertida en una flor.
Pasó el tiempo, y Conaal siempre entristecido deseaba morir. Fue con el Clilam-Balam para que le preparara la bebida de la muerte. El hechicero descubriendo el profundo amor entre Conaal y Sac-Nicte, le dijo que ella estaba convertida en una de las miles flores que hay en la selva.
Entonces, el le pidió su ayuda y el Chilam decidió convertirlo en el colibrí “Pizlimtec”, Para que buscara entre la miel de las flores, hasta que encontrara a su amada y le informara para deshacer el encantamiento.
Pasaron los días y el colibrí probaba la miel de todas las flores, sin encontrar a su bella Sac-Nactié. hasta que, sediento fue al manantial y vio el blanco lirio del que libó su néctar, descubriendo a su amada, y embelezándole un intenso beso, sin darse cuenta que rompía el frágil tallo del lirio, cayendo ambos en las aguas de la fuente, para quedar unidos hasta la eternidad.
Así es, como el colibrí “Pizlimtec” se convirtió en el Dios Maya de la poesía y Sac-Nicte en el blanco lirio “Xzulá” que crece a orillas de la fuente, como un símbolo de amor entre los dos, más allá de la muerte…
A continuación presenta-mos a ustedes la canción de el Colibrí que emana de esta Leyenda Maya y que es un Poema echa canción.

El Colibrí. Canción
El  COLIBRI (Canción)

Creció una Flor, a orillas de una fuente,

más pura que la flor de la ilusión. Y el huracán tronchola de repente, cayendo al agua la preciosa flor.
Y el huracán tronchola de repente, cayendo al agua la preciosa flor.

Un Colibrí que en su enramaje estaba, corrió a salvarla solicito y veloz y cada vez que con el pico la tocaba sumergiase en el agua con la flor.
Y cada vez que con el pico la tocaba sumergiase en el agua con la flor.

El Colibrí la persiguió constante, sin dejar de buscarla en su aflicción, y cayendo desmayado en la corriente, corrió la misma suerte que la flor.
Y cayendo desmayado en la corriente corrió la misma suerte que la flor.

Así hay en el mundo seres, que la vida cuesta un tesoro, yo soy el Colibrí si tu me quieres, mi pasión es el torrente y tu la Flor.
Yo soy el Colibrí si tu me quieres, mi pasión es el torrente y tu la flor.

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Ocho Poemas Mayas

1. Himno solar
Vengo ante tu tablado a merecer de ti, Señor, tu alegría.
Porque no es malo lo que das.
Lo bueno esta bajo tu mano.
Es buena y redentora tu palabra.

Veo lo malo y lo bueno aquí en la tierra.
Dame tu luz, mi verdadero padre.
Pon en mi pensar y en mi inteligencia mucho entendimiento
a fin de que pueda reverenciarte cada día.

II
Si no es verdad lo que declaro,
lance su flecha contra mi la amante
del Gran Señor del Inframundo.

Que se muera mi madre,
que se muera mi padre,
que se mueran mis animales
si es falsedad lo que relato.

Padre mío,
de verdad te imploro,
hermoso Padre de los cielos.
Grande eres en tu trono en las alturas.
Por eso te reverencio,
Dios único y hermoso.
Tu repartes el bien y el mal sobre la tierra.
Te llamo…

***

2. La ponzoña del año: los días negros

Los días del llanto y de las cosas malas.
Abierto se halla el inframundo,
libre su dueño.

Bondad no hay:
Solo maldad, lamento y llanto.

Ha pasado un año completo.
Han venido también los veinte días
sin nombre, los dolorosos,
los días de la maldad, los negros días.

Ya no existe la hermosa luz de los ojos
de Hubnaku para sus hijos terrestres.
A todos, hombres y mujeres,
niños y adultos, pobres y ricos,
ignorantes y sabios,
se les miden sus pecados terrestres
en el transcurso de estos días.
Ahaucanes, Ah Kuleles,
Batabes, Nacomes, Chaques,
Chuntanes, Tupiles:
a todos se les miden sus pecados
en estos días.

Porque ha de llegar el tiempo
en que serán el fin del mundo estos días.
Por eso se lleva la cuenta
de todos los pecados humanos,
aquí en la tierra.

Hubnaku los pone en un vaso grande
con el barro de las termitas y las lagrimas
de quienes lloran las maldades
padecidas aquí en la tierra.
Cuando se colme el gran vaso…

***

3. Recibimiento de la flor

Alegría, cantemos de alegría porque vamos al recibimiento
de la flor. Ríen las muchachas, ríen sus caras, saltan los
corazones en su pecho, entre los senos. ¿Por que ríen?
Porque saben que darán su virginidad a quienes aman.

Canten a la flor. Las acompañarán el Nacom y el gran
Señor Ah Kulel, presentes en el tablado. Canta Ah Kulel:
“Vayamos, vayamos a poner nuestras voluntades ante la
hermosa Virgen y Señora, Suhuy Kaañ, la Flor de las
Muchachas que esta en su alto tablado. También ante la
bella X’ Kanleox, la bella X’Zoot y la bella Señora
Virgen X’ Toot’Much.

Ellas son las que dan el bien a la vida, aquí en la
región, aquí en la sabana, y aquí en toda la tierra a la
redonda. Vayamos pues, muchachas, a dar perfecto goce
aquí en Pitil Piich, Dzilbache.

5. Las antiguas ciudades

Se ha vuelto necesario medir la cuenta de los años y los
katunes transcurridos desde que los hombres grandes
y poderosos habitaron estas ciudades. Ellos alzaron
los muros de las antiguas ciudades que ahora miramos
aquí en la provincia de la Sabana.

Diremos que significan todas esas ciudades esparcidas
sobre la tierra, todos los edificios que hoy
vemos dondequiera posados sobre los cerros. Porque
todos los días miramos en medio de los cielos la
señal de lo que nos fue dicho por los antiguos de
aquí de nuestros pueblos, de aquí de nuestra tierra.

Nuestra intención es verdadera. Queremos leer lo que
hay en la faz del cielo, al entrar la noche desde el
horizonte hasta el meridiano. Asi pues, se
inclina…

***

6. Nicte: el canto de la flor

Sobre el bosque se ha alzado la bellísima luna. Se
enciende en medio de los cielos y queda suspendida
para alumbrar sobre la tierra el bosque entero.
Dulcemente el aire trae el perfume.

La luna ha llegado a mitad del cielo. Su luz resplandece
sobre todas las cosas. En toda persona buena hay
alegría. Alcanzamos el interior del bosque. Nadie
vera lo que hemos venido a hacer.

Trajimos la flor de la plumería, la flor del chuchum, la
flor del jazmín canino. Trajimos el copal, la caña
rastrera ziit, la concha de la tortuga terrestre,
el nuevo polvo de calcita dura, el nuevo hilo de
algodón, la nueva jícara y el pedernal grande y
fino: la nueva pesa, la nueva tarea de
hilado, el pavo de regalo, las sandalias nuevas:
todo es nuevo.

También son nuevas las bandas que atan nuestras
cabelleras para adornarnos con el nenúfar.
Nuevos el caracol sonoro y la maestra que nos
adiestrara en la ceremonia.

Ya estamos en el corazón del bosque, a orillas de la poza
en la roca. Vinimos a esperar que surja sobre
los árboles la hermosa estrella humeante.

Muchachas, vírgenes: desnúdense, desaten sus cabellos.
Queden como llegaron a este mundo.

***

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7. Canto doliente del huérfano de madre
(baile de golpe en la madera)

Yo era muy pequeño
cuando murió mi madre
y después mi padre.
Ay, Señor.

Solo quedaron mis amigos.
No tengo a nadie
aquí sobre la tierra.
Ay, Señor.
A los dos días
murieron mis amigos.
Ay, me he quedado solo y sin apoyo.
Al día siguiente de quedarme solo
un extraño
me tomo de la mano
para llevarme.
Ay, Señor: cuanto mal,
muchísimo mal,
paso aquí en la tierra.
Tal vez ya nunca cesara mi llanto.
No existen mis parientes.
Estoy solo y errante aquí en la tierra.
Día y noche mis ojos consumen solo lagrimas.
La dureza del mal me desalienta.
Ten compasión, Señor. Acaba
con mi dolor y sufrimiento.
Dame, Señor, la muerte o bien la fuerza
de resistir el mal que me atormenta.
Pobre y solo en la tierra,
tengo que mendigar
de puerta en puerta.
¿Me dará amor el que me vea?
Desnudo y solo, sin hogar ni hoguera,
ten compasión, Señor.
Dame la fuerza
de resistir el mal que me atormenta.

8. Alabanza

Ponte tu mejor ropa.
El día de la dicha ha llegado.
Peina tu larga cabellera.
Ponte tu mas bello vestido.
Calza tus mejores sandalias.
Cuélgate grandes arracadas.
Cubre tu cabeza con la tela mejor.
Que el collar adorne tu hermoso cuello.
Y se llenen de ajorcas tus brazos.
Es necesario que te vean como eres:
la mas bella de todas,
aquí en el pueblo de Zibalche.

Te amo.
Quiero que luzcas de verdad muy hermosa,
parecida a la estrella humeante,
deseada hasta por la luna y las flores del campo.

Blancos y puros son tus vestidos, doncella.
Ven a dar la alegría de tu risa.
Llena tu corazón de bondad.
Alegra a todos los hombres que te aman.

* De El libro de las danzas de los antiguos
** Sobre la traducción de Alfredo Barrera Vázquez

***

(Un katún corresponde a un año maya o a una cantidad unitaria de
calendario maya.)

Textos Mayas: memorial de Sololá

Publicamos el Memorial de Sololá, un texto del área Maya escrito en
lengua cackchikel y caracteres latinos. Se trata de fragmentos cuya
intención es despertar el interés de los lectores y promover de esa
manera su estudio en las mismas fuentes, lo que no siempre es
sencillo, pues generalmente las ediciones de estos textos son
difíciles de hallar, o se encuentran agotadas, aunque sí están
presentes en buenas bibliotecas públicas.

Memorial de Sololá
(Selección)

1. Aquí escribiré unas cuantas historias de nuestros primeros padres
y antecesores, los que engendraron a los hombres en la época antigua,
antes que estos montes y valles se poblaran, cuando no había más que
liebres y pájaros, según contaban; cuando nuestros padres y abuelos
fueron a poblar los montes y valles ¡oh hijos míos! en Tulán.

2. Escribiré las historias de nuestros primeros padres y abuelos que
se llamaban Gagavitz el uno y Zactecauh el otro; las historias que
ellos nos contaban: que del otro lado del mar llegamos al lugar
llamado Tulán, donde fuimos engendrados y dados a luz por nuestras
madres y nuestros padres ¡oh hijos nuestros! Así contaban
antiguamente los padres y abuelos que se llamaban Gagavitz y
Zactecauh, los que llegaron a Tulán, los dos varones que nos
engendraron a nosotros los Xahilá.

3. He aquí los nombres de las casas y parcialidades de los Gekaquch,
Baqaholá y Zibakihay. Katún y Chutiah, así llamados, engendraron a
los de Baqaholá. Tzanat y Guguchom, así llamados, engendraron a los
Gekaquchi. Daqui Ahauh y Chahom Ahauh engendraron a los Zibakihayi.
Así pues, éramos cuatro familias las que llegamos a Tulán, nosotros
la gente cakchiquel ¡oh hijos nuestros!, dijeron. Allí comenzaron los
Caveki, que engendraron a los llamados Totomay y Xurcah. Allí
comenzaron también los Ahquehay que engendraron a Loch y Xet.
Comenzaron igualmente los Ah Pak y Telom, que engendraron a los
llamados Qoxahil y Qobakil. De la misma manera dieron principio
también allí los Ikomagi. Y esas cuatro ramas que allá comenzaron
eran las tribus.

4. He aquí las historias de Gagavitz y Zactecauh; éste es el
principio de las historias que contaban Gagavitz y Zactecauh: “De
cuatro [lugares] llegaron las gentes a Tulán. En oriente está una
Tulán; otra en Xibalbay; otra en el poniente, de allí llegamos
nosotros, del poniente; y otra donde está Dios. Por consiguiente
había cuatro Tulanes ¡oh hijos nuestros!” Así dijeron. “Del poniente
llegamos a Tulán, desde el otro lado del mar; y fue a Tulán a donde
llegamos para ser engendrados y dados a luz por nuestras madres y
nuestros padres”. Así contaban.

5. Entonces fue creada la Piedra de Obsidiana por el hermoso
Xibalbay, por el precioso Xibalbay. Entonces fue hecho el hombre por
el Creador y el Formador, y rindió culto a la Piedra de Obsidiana.
Cuando hicieron al hombre, de tierra lo fabricaron, y lo alimentaron
de árboles, lo alimentaron de hojas. Únicamente tierra quisieron que
entrara [en su formación]. Pero no hablaba, no andaba, no tenía
sangre ni carne, según contaban nuestros antiguos padres y abuelos
¡oh hijos míos! No se sabía qué debía entrar [en el hombre]. Por fin
se encontró de qué hacerlo. Sólo dos animales sabían que existía el
alimento en Paxil, nombre del lugar donde se hallaban aquellos
animales que se llamaban el Coyote y el Cuervo. El animal Coyote fue
muerto y entre sus despojos, al ser descuartizado, se encontró el
maíz. Y yendo el animal llamado Tiuh-tiuh a buscar para sí la masa
del maíz, fue traída de entre el mar por el Tiuh-tiuh la sangre de la
danta y de la culebra y con ellas se amasó el maíz. De esta masa se
hizo la carne del hombre por el Creador y el Formador. Así supieron
el Creador, el Formador, los Progenitores, cómo hacer al hombre
formado, según dijeron. Habiendo terminado de hacer al hombre formado
resultaron trece varones y catorce mujeres; había [una mujer)] de
más. En seguida hablaron, anduvieron, tenían sangre, tenían carne. Se
casaron y se multiplicaron. A uno le tocaron dos mujeres. Así se
unieron las gentes, según contaban los antiguos ¡oh hijos nuestros!
Tuvieron hijas, tuvieron hijos aquellos primeros hombres. Así fue la
creación del hombre, así fue la hechura de la piedra de obsidiana. “Y
poniéndonos en pie, llegamos a las puertas de Tulán. Sólo un
murciélago guardaba las puertas de Tulán. Y allí fuimos engendrados y
dados a luz; allí pagamos el tributo en la obscuridad y en la noche
¡oh hijos nuestros!”, decían Gagavitz y Zactecauh. Y no olvidéis el
relato de nuestros mayores, nuestros antepasados. Estas fueron las
palabras que nos legaron.

6. Entonces se nos mandó venir por nuestras madres y nuestros padres
a las trece parcialidades de las siete tribus, a los trece grupos de
guerreros. Luego llegamos a Tulán en la obscuridad y en la noche.
Entonces dimos el tributo, cuando llevaron el tributo las siete
tribus y los guerreros. Nosotros nos colocamos en orden en la parte
izquierda de Tulán, allí estuvieron las siete tribus. En la parte de
la derecha de Tulán se colocaron en orden los guerreros. Primero
pagaron el tributo las siete tribus y en seguida pagaron el tributo
los guerreros. Pero éste se componía únicamente de piedras preciosas
[jade], metal, guirnaldas cosidas con plumas verdes y azules y
pinturas y esculturas. Ofrendaban flautas, canciones, calendarios
rituales, calendarios astronómicos, pataxte y cacao. Sólo estas
riquezas fueron a tributar los guerreros a Tulán durante la noche.
Sólo flechas y escudos, solo escudos de madera eran las riquezas que
fueron a dar en tributo cuando llegaron a Tulán.

7. Luego se les dijo y mandó a nuestras madres: “Id, hijos míos,
hijas mías, éstas serán vuestras obligaciones, los trabajos que os
encomendamos”. Así les habló la Piedra de Obsidiana. “Id a donde
veréis vuestras montañas y vuestros valles; allá al otro lado del mar
están vuestras montañas y vuestros valles ¡oh hijos míos! Allá se os
alegrarán los rostros. Estos son los regalos que os daré, vuestras
riquezas y vuestro señorío”. Así les dijeron a las trece
parcialidades de las siete tribus, a las trece divisiones de
guerreros. Luego les dieron los ídolos engañadores de madera y de
piedra. Iban bajando hacia Tulán y Xibalbay cuando les fueron
entregados los ídolos de madera y de piedra, según contaban nuestros
primeros padres y antecesores, Gagavitz y Zactecauh. Estos fueron sus
regalos y éstas fueron también sus palabras. Volver al principio

8. Las siete tribus fueron las primeras que llegaron a Tulán, según
decían. En pos de ellas llegamos nosotros los guerreros llevando
nuestros tributos; todas las siete tribus y los guerreros entramos
cuando se abrieron las puertas de Tulán.

9. Los zutujiles fueron la primera de las siete tribus que llegó a
Tulán. Y cuando acabaron de llegar las siete tribus llegamos nosotros
los guerreros. Así decían. Y mandándonos llegar nos dijeron nuestras
madres y nuestros padres: “Id, hijas mías, hijos míos. Os daré
vuestras riquezas, vuestro señorío; os daré vuestro poder y vuestra
majestad, vuestro dosel y vuestro trono”. Así se os tributarán las
rodelas, riquezas, arcos, escudos, plumas y tierra blanca. Y si se os
tributan piedras preciosas [jade], metal, plumas verdes y azules; si
se os ofrendan pinturas, esculturas, calendarios rituales,
calendarios siderales, flautas, cantos, cantos por vosotros
despreciados, vuestros serán también, os los tributarán las tribus y
allá los recibiréis. Seréis más favorecidos y se os alegrarán los
rostros. No os daré su señorío, pero ellas serán vuestros
tributarios. En verdad, grande será vuestra gloria. No os
menospreciarán. Os engrandeceréis con la riqueza de los escudos de
madera. No os durmáis y venceréis ¡hijas mías! ¡hijos míos! Yo os
daré vuestro señorío, a vosotros los trece jefes, a todos por igual:
vuestros arcos, vuestros escudos, vuestro señorío, vuestra majestad,
vuestra grandeza, vuestro dosel y vuestro trono. Estos son vuestros
primeros tesoros”. Así les hablaron a los quichés cuando llegaron los
trece grupos de guerreros a Tulán. Los primeros que llegaron fueron
los quichés. Entonces se fijó el mes de Tacaxepeual para el pago del
tributo de los quichés; después llegaron sus compañeros, uno en pos
de otro, las casas, las familias, las parcialidades, cada grupo de
guerreros, cuando llegaron a Tulán, cuando acabaron de llegar todos
ellos.

10. Llegaron los de Rabinal, los Zotziles, los Tukuchées, los
Tuhalahay, los Vuchabahay, los Ah Chumilahay; llegaron también los
Lamaquis, los Cumatz y los Akahales. Con los de Tucurú acabaron de
llegar todos. Después llegaron los trece [grupos de] guerreros,
nosotros los Bacah Pok, nosotros los Bacah Xahil. Primero llegaron
unos y tras ellos los demás de nosotros los Bacah. Los Bacah Pok
llegaron primero y en pos de ellos llegamos nosotros los Bacah Xahil.
Así contaban nuestros padres y antecesores ¡oh hijos nuestros! Hacía
tiempo que habían llegado las siete tribus, y poco después comenzaron
a llegar los guerreros. Luego llegamos nosotros los cakchiqueles. En
verdad, fuimos los últimos en llegar a Tulán. Y no quedaron otros
después que nosotros llegamos, según contaban Gagavitz y Zactecauh.
De esta manera nos aconsejaron: “Estas son vuestras familias,
vuestras parcialidades”, les dijeron a Gekaquch, Baqahol y Zibakihay.
Estos serán vuestros jefes, uno es el Ahpop, el otro el
AhpopQamahay”. Así les dijeron a los Gekaquch, Baqahol y Zibakihay.
Procread hijas, engendrad hijos, casaos entre vosotros los señores”,
les dijeron. Por lo tanto, ellos fueron madres y abuelas. Los
primeros que llegaron fueron los Zibakihay; después llegaron los
Baqahol y luego los Gekaquch. Estas fueron las primeras familias que
llegaron.

11. Más tarde, cuando llegamos nosotros los jefes, se nos mandó de
esta manera por nuestras madres y nuestros padres: “Id, hija mía,
hijo mío, tu familia, tu parcialidad se ha marchado. Ya no debes
quedarte atrás, tú el hijo más pequeño. En verdad, grande será tu
suerte. Búscalos, pues”, le dijeron el ídolo de madera y de piedra
llamado Belehé Toh y el otro ídolo de piedra llamado Hun
Tihax. “Rendid culto a cada uno”, se nos dijo. Así contaban.

12. En seguida se revistieron de sus arcos, escudos, cotas de algodón
y plumas, y se pintaron con yeso. Y vinieron las avispas, los
abejorros, el lodo, la obscuridad, la lluvia, las nubes, la neblina.
Entonces se nos dijo: “En verdad, grandes serán vuestros tributos. No
os durmáis y venceréis, no seréis despreciados, hijos míos. Os
engrandeceréis, seréis poderosos. Así poseeréis y serán vuestros los
escudos, las riquezas, las flechas y las rodelas. Si se os tributan
piedras preciosas [jade], metal, plumas verdes y azules, canciones
por vosotros despreciadas, vuestras serán también; seréis más
favorecidos y se os alegrarán los rostros. Las piedras de jade, el
metal, las plumas verdes y azules, las pinturas y esculturas, todo lo
que han tributado las siete tribus os alegrará los rostros en vuestra
patria; todos seréis favorecidos y se os alegrarán los ojos con
vuestras flechas y vuestros escudos. Tendréis un jefe principal y
otro más joven. A vosotros los trece guerreros, a vosotros los trece
señores, a vosotros los jefes de igual rango, os daré vuestros arcos
y vuestros escudos. Pronto se van a alegrar vuestros rostros con las
cosas que recibiréis en tributo, vuestros arcos y vuestros escudos.
Hay guerra allá en el oriente, en el llamado Zuyva; allá iréis a
probar vuestros arcos y vuestros escudos que os daré. ¡Id allá, hijos
míos!” Así se nos dijo cuando fuimos a Tulán, antes que llegaran las
siete tribus y los guerreros. Y cuando llegamos a Tulán fué terrible,
en verdad; cuando llegamos en compañía de las avispas y los
abejorros, entre las nubes, la neblina, el lodo, la obscuridad y la
lluvia, cuando llegamos a Tulán.

13. Al instante comenzaron a llegar los agoreros. A las puertas de
Tulán llegó a cantar un animal llamado Guardabarranca, cuando
salíamos de Tulán. “Moriréis, seréis vencidos, yo soy vuestro
oráculo”, nos decía el animal. “¿No pedís misericordia para vosotros?
¡Ciertamente seréis dignos de lástima!” Así nos habló este animal,
según contaban.

14. Luego cantó otro animal llamado Tucur, que se había posado en la
cima de un árbol rojo, el cual nos habló también diciendo: “Yo soy
vuestro oráculo”. “Tú no eres nuestro oráculo, como pretendes”, le
respondimos a esta lechuza. Estaban también allí los mensajeros que
llegaron a darnos los ídolos de piedra y de palo, dijeron nuestros
padres y antepasados en aquel tiempo. Después cantó otro animal en el
cielo, el llamado perico, y dijo también: “Yo soy vuestro mal agüero,
¡moriréis!” Pero nosotros le dijimos a este animal: “Cállate, tú no
eres más que la señal del verano. Tú cantas primero cuando sale el
verano y después que cesan las lluvias: entonces cantas”. Así le
dijimos.

15. Luego llegamos a la orilla del mar. Allí estaban reunidas todas
las tribus y los guerreros a la orilla del mar. Y cuando lo
contemplaron, se les oprimieron los corazones. “No hay manera de
pasarlo; de nadie se ha sabido que haya atravesado el mar”, se
dijeron entre sí todos los guerreros y las siete tribus. “¿Quién
tiene un palo con el cual podamos pasar, hermano nuestro? Solamente
en ti confiamos”, dijeron todos. Y nosotros les hablamos de esta
manera: “Id vosotros, marchad los primeros, cuidadosamente”. “¿Cómo
pasaremos en verdad los que estamos aquí?” Así decíamos todos. Luego
dijeron: “Compadécete de nosotros ¡oh hermano! que hemos venido a
amontonarnos aquí a la orilla del mar, sin poder ver vuestras
montañas ni nuestros valles. Si nos quedamos a dormir aquí seremos
vencidos, nosotros los dos hijos mayores, jefes y cabezas, los
primeros guerreros de las siete tribus ¡oh hermano nuestro! ¡Ojalá
que pasáramos y que pudiéramos ver sin tardanza los presentes que nos
han dado nuestras madres y nuestros padres ¡oh hermano mío!” Así
hablaron entre sí los que engendraron a los quichés. Y dijeron
nuestros abuelos Gagavitz y Zactecauh: “Con vosotros hablamos: ¡Manos
a la obra, hermanos nuestros! No hemos venido para estarnos aquí
amontonados a la orilla del mar, sin poder contemplar nuestra patria
que se nos dijo que veríamos, vosotros nuestros guerreros, nuestras
siete tribus. ¡Arrojémonos [al mar] ahora mismo!” Así les dijeron y
al punto se llenaron todos de alegría.

16. “Cuando llegamos a las puertas de Tulán fuimos a recibir un palo
rojo que era nuestro báculo, y por eso se nos dio el nombre de
Cakchiqueles ¡oh hijos nuestros!” dijeron Gagavitz y
Zactecauh. “Hinquemos la punta de nuestros báculos en la arena dentro
del mar y pronto atravesaremos el mar sobre la arena sirviéndonos de
los palos colorados que fuimos a recibir a las puertas de Tulán”. Así
pasamos, sobre las arenas dispuestas en ringlera, cuando ya se había
ensanchado el fondo del mar y la superficie del mar. Alegráronse
todos al punto cuando vieron las arenas dentro del mar. En seguida
celebraron consejo. “Allí está nuestra esperanza, allá en las
primeras tierras debemos reunirnos –dijeron–; solamente allí po=
dremos
organizarnos ahora que hemos llegado a Tulán”. Volver al principio

17. Lanzáronse entonces y pasaron sobre la arena; los que venían a la
zaga entraban en el mar cuando nosotros salíamos por la otra orilla
de las aguas. En seguida se llenaron de temor las siete tribus,
hablaron entonces todos los guerreros y dijeron las siete
tribus: “Aunque ya se han visto los presentes, no se han alegrado
vuestros rostros ¡oh señores!, ¡oh guerreros! ¿Acaso no fuimos con
vosotros al oriente? ¿Acaso no hemos venido a buscar nuestras
montañas y nuestros valles, donde podamos ver nuestros presentes, las
plumas verdes, las plumas azules, las guirnaldas?” Así dijeron las
siete tribus reunidas en consejo. Y diciendo “está bien”, dieron fin
las siete tribus a su conferencia.

En seguida se dirigieron al lugar de Teozacuancu, fuéronse todos allá
y a continuación se encaminaron a otro lugar llamado Meahauh, donde
se reunieron. Luego, saliendo de Meahauh, llegaron a otro lugar
llamadoValval Xucxuc, donde descansaron. Juntáronse de nuevo y
saliendo de allí llegaron a los lugares llamados Tapcu y Olomán.

18. “Reunidos todos allí, celebramos consejo”, decían nuestros padres
y abuelos Gagavitz y Zactecauh. Y hallándonos ya en ese lugar,
sacamos y desenvolvimos nuestros presentes. Y dijeron todos los
guerreros: “¿Quiénes vendrán a ponerse aquí frente a nosotros los
soldados, los que damos la muerte, y cuyas armas son bien conocidas
¡oh hermano menor nuestro! ¡oh nuestro hermano mayor!”, nos dijeron.
Y nosotros les contestamos: “En verdad la guerra está cercana:
ataviáos, cubríos de vuestras galas, revestíos de plumas,
desenvolvamos nuestros presentes. Aquí tenemos las prendas que nos
dieron nuestras madres y nuestros padres. He aquí nuestras plumas, yo
soy el que sabe”. Así les dijimos. Y en seguida desenvolvimos
nuestros presentes, los presentes que teníamos, las plumas, el yeso
[para pintarse la cara], las flechas, los escudos y las cotas de
algodón.

19. Así nos presentamos ante todos. Primero nos adornamos con los
arcos, los escudos, las cotas de algodón, las plumas verdes, el yeso;
nos ataviamos todos de esta manera y les dijimos: “A vosotros os
toca, hermanos y parientes nuestros; en verdad el enemigo está a la
vista, ataquémosle, probemos nuestras flechas y nuestros escudos.
Vamos al instante, tomemos nuestro camino”, les dijimos. “No queremos
ir a escoger el camino”, contestaron. “Escoge tú nuestro camino,
hermano, tú que lo conoces”, nos dijeron. “Entonces lo escogeremos
nosotros”, respondimos. Luego nos juntamos y en seguida fuimos a
hacer encuentro a una tribu enemiga, los nonoualcas, los xulpiti, así
llamados, que se encontraban a la orilla del mar y estaban en sus
barcas.

20. En verdad fue terrible el disparar de las flechas y la pelea.
Pero pronto fueron destruidos por nosotros; una parte luchó dentro de
las barcas. Y cuando ya se habían dispersado los nonoualcas y
xulpiti, dijeron todos los guerreros: “¿Cómo atravesaremos el mar,
hermano nuestro?” Así dijeron. Y nosotros respondimos: “En sus canoas
pasaremos, sin que nos vean nuestros enemigos”. Así pues, nos
embarcamos en las canoas de los nonoualcas y dirigiéndonos al oriente
pronto llegamos allí. Formidables eran, en verdad, la ciudad y las
casas de los de Zuyva, allá en el oriente. Cuando hubimos llegado a
la orilla de las casas nos pusimos a lancearlos, luego que llegamos.
Fue terrible realmente cuando nos encontramos entre las casas; era en
verdad grande el estruendo. Levantóse una polvoreda cuando llegamos;
peleamos en sus casas, peleamos con sus perros, con sus aves de
corral, peleamos con todos sus animales domésticos. Atacamos una vez,
atacamos dos veces, hasta que fuimos derrotados. Unos caminaban por
el cielo, otros andaban en la tierra, unos bajaban, otros subían,
todos contra nosotros, demostrando su arte mágica y sus
transformaciones. Uno por uno fueron regresando todos los guerreros a
los lugares de Tapcu y Olomán. “Llenos de tristeza nos reunimos allí
y allí también nos despojamos de las plumas y nos quitamos los
adornos ¡oh hijos nuestros!” Así dijeron Gagavitz y Zactecauh. En
seguida preguntamos: “¿Dónde está vuestra salvación?” Así les dijimos
a los quichés. “Puesto que truena y retumba en el cielo, en el cielo
está nuestra salvación”, dijeron. En consecuencia, se les dio el
nombre de tojojiles. Y dijeron los zotziles: “Sólo podremos vivir y
estar a salvo en el pico de la guacamaya”. Y por lo tanto se les
llamó los cakix. Luego hablamos nosotros, los cakchiqueles: “Solo en
medio de la llanura estará nuestra salvación, cuando lleguemos a
aquella tierra”. Y en consecuencia se nos llamó los chitagah. Otros,
llamados gucumatz, dijeron que sólo en el agua había salvación. Los
tukuchées dijeron que la salvación estaba en un pueblo en alto, y en
consecuencia se les llamó los ahcic-amag. Y dijeron los
akajales: “Sólo nos salvaremos dentro de una colmena”, y por eso se
les dio el nombre de akajales. De esta manera recibieron todos sus
[respectivos] nombres y eran muy numerosos. Pero no se crea que se
salvaron. Tampoco debe olvidarse que del oriente vinieron los nombres
de todos ellos. “El diablo fue el que nos vino a separar”, dijeron
Gagavitz y Zactecauh. Y nosotros dijimos, cuando removíamos el seno
de nuestras montañas y nuestros valles: “Vamos a probar nuestros
arcos y nuestros escudos a alguna parte donde tengamos que pelear.
Busquemos ahora nuestros hogares y nuestros valles”. Así dijimos. En
seguida nos dispersamos por las montañas; entonces nos fuimos todos,
cada tribu tomó su camino, cada familia siguió el suyo. Luego
regresaron al lugar de Valval Xucxuc, pasaron al lugar de Memehuyú y
Tacnahuyú, así llamados. Llegaron también a Zakiteuh y Zakikuvá, así
llamados. Se fueron a Meahauh y Cutamchah y de allí regresaron a los
lugares llamados Zakijuyú y Tepacumán. Luego fueron a ver sus montes
y sus valles; llegaron al monte Togohil donde le alumbró la aurora a
la nación quiché. Fuimos después a Pantzic y Paraxón, donde brilló
nuestra aurora ¡oh hijos nuestros! Así contaban nuestros primeros
padres y abuelos Gagavitz y Zactecauh. “Estos son los montes y
llanuras por donde pasaron, fueron y volvieron. No nos vanagloriemos,
sólo recordemos y no olvidemos nunca que en verdad hemos pasado por
numerosos lugares”, decían antiguamente nuestros padres y
antepasados.

21. He aquí los lugares por donde pasaron: Popo Abah, de donde
bajaron a Chopiytzel, entre los grandes montones [de rocas], bajo los
grandes pinos. Bajaron allá por Mukulic-ya y Molomic-chée.
Encontráronse entonces con Qoxahil y Qobakil, así llamados; en los
sitios llamados Chiyol y Chiabak los encontraron. Eran también de los
Bacah y únicamente se dedicaban al arte mágica. Cuando los
encontraron les preguntaron: “¿Quiénes sois vosotros?” Y contestaron
Qoxahil y Qobakil: “¡Oh, Señor!, no nos mates. Somos tus hermanos,
somos tus parientes. Somos los únicos que quedamos de los Bacah Pok y
los Bacah Xahil y seremos servidores de tu trono, de tu señorío ¡oh
Señor!”, contestaron. Y dijeron Gagavitz y Zactecauh: “Tú no eres de
mi casa ni de mi familia”. Pero aquéllos replicaron: “En verdad eres
mi hermano y mi pariente”. Entonces dijeron las parcialidades: “Son
los llamados Telom y Cahibak”. En seguida se marcharon de allí, de
Chiyol y Chiabak, y dos veces anduvieron su camino, pasando entre los
volcanes que se levantan en fila, el de Fuego y Hunahpú. Allí se
encontraron frente a frente con el espíritu del Volcán de Fuego, el
llamado Zaquicoxol. “En verdad, a muchos ha dado muerte el Zaquicoxol
y ciertamente causa espanto ver a este ladrón”, dijeron. Volver al principio

22. Allí, en medio del Volcán de Fuego, estaba el guardián del camino
por donde llegaron y que había sido hecho por Zaquicoxol. “¿Quién es
el muchacho que vemos?”, dijeron. En seguida enviaron a Qoxahil y
Qobakil, los cuales fueron a observar y a usar de su poder mágico. Y
cuando volvieron dijeron que ciertamente su aspecto era temible, pero
que era uno solo y no muchos. Así dijeron. “Vamos a ver quien es el
que os asusta”, dijeron Gagavitz y Zactecauh. Y después que lo vieron
le dijeron: “¿Quién eres tú? Ahora te vamos a matar. ¿Por qué guardas
el camino”, le dijeron. Y él contestó: “No me mates. Yo vivo aquí, yo
soy el espíritu del volcán”. Así dijo. Y en seguida pidió con qué
vestirse. “Dame tu vestido, dijo”. Al instante le dieron el vestido:
la peluca, un peto color de sangre, sandalias color de sangre, esto
fue lo que llegó a recibir Zaquicoxol. Así fue como se salvó. Se
marchó y descendió al pie de la montaña. Sufrieron entonces un engaño
a causa de los árboles y los pájaros. En efecto, oyeron hablar a los
árboles, y que los pájaros se llamaban a silbidos allá arriba. Y al
oÍrlos, exclamaron: “¿Qué es lo que oímos? ¿Quién eres tú?” dijeron.
Pero era solamente el ruido de los árboles; eran los que chillan en
el bosque, los tigres y los pájaros que silbaban. Por este motivo se
dio a aquel lugar el nombre de Chitabal.

23. En seguida partieron de allí. Unicamente mencionaremos en su
orden los nombres de cada uno de aquellos lugares: Beleh Chi Gag,
Beleh Chi Hunahpú, Xezuh, Xetocoy, Xeuh, Xeamatal, Chi Tzunún-Choy,
Xecucú-Huyú, Tzunún-Huyú, Xiliviztán, Zumpancu, Tecpalan, Tepuztán.
Luego bajaron a Chol Amag y Zuquitán. Ciertamente era difícil su
lenguaje; sólo los bárbaros entendían su idioma. Nosotros
interrogamos a los bárbaros llamados Loxpín y Chupichín y les dijimos
cuando llegamos: vaya vaya ela opa. Se sorprendieron los de Chol Amag
cuando les hablamos en su idioma; se asustaron, pero nos respondieron
con buenas palabras.

24. Llegaron después por segunda vez a los lugares de Memehuyú y
Tacnahuyú. [Sus habitantes] no hablaban claro, eran como tartamudos.
Pero ciertamente eran buenas gentes. Nos hablaron tratando de
seducirnos para que nos demoráramos allí y aprendiéramos su lengua,
diciéndonos: “Tú, señor, que has llegado y estás con nosotros,
nosotros somos tus hermanos, tus parientes, quédate aquí con
nosotros”. Así dijeron. Querían que olvidáramos nuestra lengua, pero
nuestros corazones sentían desconfianza cuando llegamos ante ellos.

25. He aquí algunos de los nombres de los lugares donde llegaron:
Zakiteuh, Zakiquá, Niqah Zubinal, Niqah Chacachil, Tzulahauh,
Ixbacah, Niqah Nimxor, Niqah Moinal, Niqah Carchah. Llegaron ante los
hijos de Valil, los hijos de Tzunún llegaron ante Mevac y Nacxit que
era en verdad un gran rey. Entonces los agasajaron y fueron electos
Ahauh Ahpop y Ahpop Qamahay. Luego los vistieron, les horadaron la
nariz y les dieron sus cargos y las flores llamadas Cinpual.
Verdaderamente se hizo querer de todos los guerreros. Y dirigiéndose
a todos, dijo el señor Nacxit: “Subid a estas columnas de piedra,
entrad a mi casa. Os daré a vosotros el señorío, os daré las flores
Cinpuval Taxuch. No les he concedido la piedra a otros”, agregó. Y en
seguida subieron a las columnas de piedra. De esta manera se acabó de
darles el señorío en presencia de Nacxit y se pusieron a dar gritos
de alegría.

26. Luego se encontraron con los de Mimpokom y los de Raxchich, cuyo
pueblo se llama Pazaktzuy. Los pokomames pusieron a la vista todos
sus presentes y bailaron sus danzas. Las hembras de los venados, las
hembras de las aves, la caza del tirador de venado, trampas y liga
[para coger a los pájaros], eran los presentes de los de Raxchich y
Mimpokom. Pero las siete tribus los observaban de lejos. Luego
enviaron al animal Zakbim para que fuera a expiarlos, y enviaron
también a Qoxahil y Qobakil para que pusieran en juego sus artes de
magia. Cuando se fueron a hacer su observación les dijeron: “Id a ver
quienes son los que se acercan y si son nuestros enemigos”. Así les
dijeron. Llegaron los de Mukchée, pero no se presentaron pronto y no
fueron a espiar. Llegó por fin la señal de Zakbim, el sonido de una
calabaza y una flauta de reclamo. “Ahora iremos a veros”,
dijeron. “Grande es en verdad su poder y están bailando una danza
magnífica. Son muy numerosos”, dijeron cuando llegaron. Y Gagavitz y
Zactecauh ordenaron a sus compañeros: “Poneos vuestros arreos como
para entrar en batalla”. Así dijeron. Armáronse entonces de sus arcos
y sus escudos y ataviados de esta manera se mostraron ante los
pokomames. Llenáronse estos al punto de terror y los nuestros los
prendieron en seguida y los atormentaron.

27. Luego encontraron a los dos llamados Loch el uno y Xet el otro.
Los encontraron allá al pie de Cucuhuyú y Tzununhuyú. Y cuando los
encontraron dijeron estos: “No nos mates, Señor, nosotros seremos los
servidores de tu trono y tu poder”. Así dijeron y poco después
entraron a servir llevando los arcos y los tambores. Regresaron y con
una calabaza fabricaron una trampa para coger pájaros. Allí se
separaron y por esa razón se dio al lugar el nombre de Tzaktzuy, que
fue el símbolo que tomaron los Ahquehay, los primeros padres y
abuelos que engendraron a los Ahquehay. Así fue como llegaron,
decían, y estuvieron en el lugar nombrado. Una parte de la
parcialidad llegó ¡oh hijos míos!, y así fue verdaderamente como
nuestros primeros padres y abuelos nos engendraron y nos dieron el
ser a nosotros la gente cakchiquel. Volver al principio

28. Fueron después a reunirse al lugar de Oronic Cakhay, a donde
llegaron todos los guerreros de las siete tribus. Y dijeron Gagavitz
y Zactecauh, dirigiéndose a los quichés: “Vamos todos a ese lugar,
conquistemos la gloria de todas las siete tribus de Tecpán, rebajemos
su orgullo. Tu cuenta sus caras, tú permanecerás en Cakhay. Yo
entraré al lugar de Cakhay, yo los conquistaré y abatiré su espíritu.
Iré a aquel lugar a vencerlos, allí donde no han sido vencidos
todavía”. Así dijeron. Pronto llegaron, en efecto; llegaron a Cakhay
y al instante comenzaron a pasar todos, pero allá dentro del lugar
desfalleció su espíritu. Luego comenzó a llover y dieron con el monte
ardiendo y no pudieron seguir hasta el interior del lugar. Dijeron
entonces: “¡Oh Señor!, yo te daré la carne del venado y la miel, yo
que soy cazador, que soy dueño de la miel, pero no puedo pasar, dijo,
porque el monte está ardiendo”. De esta manera ofrendaron el venado y
la miel, a causa de la quema del monte. Salieron de allí y llegaron a
Tunacotzih y Gahinak Abah. Loch y Xet probaron allí sus arcos y
tambores y por haber tocado sus tambores se dio al lugar el nombre de
Tunacotzih.

29. Por aquel tiempo encontraron a los Cavek, allí bajo los grandes
pinos, en el paraje llamado Ximbal Xuk. Se oía entonces el canto de
las codornices bajo los altos pinos, por arte de encantamiento de los
Cavek. Gagavitz y Zactecauh les preguntaron: “¿Quiénes sois vosotros?
¿Qué es lo que dicen [las aves]?”, les dijeron. Y Loch y Xet
respondieron: “Son nuestros servidores ¡oh Señor!, y sólo están
lanzando sus quejas”, dijeron. En seguida llevaron sus presentes:
redes para cazar pájaros, fibra de maguey, instrumentos, sandalias,
éstos eran sus presentes. No llevaban otros porque sólo hacían sus
casas de cueros de venado, y por esta razón se les llamaba los
Ahquehay.

Luego extendieron las trampas sobre los árboles y cogieron en ellas a
las codornices bajo los grandes pinos. Trajeron después las
codornices en las redes y ofreciéndolas dijeron: “¡Oh Señor!, no me
mates”. “¿Quién eres tú?”, les contestaron. Y ellos
replicaron. “Fuimos vencidos por los Señores quichés, nosotros tus
hermanos y parientes, nosotros los Cavek. No tenemos otras riquezas
que las cuentas amarillas”, dijeron cuando se las entregaron los
padres y antecesores de los Cavek. Eran dos varones llamados Totumay
el primero y Xurcah el segundo y eran vasallos del llamado Cavek
Paoh. Y dirigiéronse a ellos dijo Gagavitz: “Vosotros seréis la
cuarta de nuestras parcialidades: los Gekaquch, los Bakahol, los
Cavek y los Zibakihay”. Así les dijo. “En verdad, vosotros sois
nuestros hermanos, nuestros parientes”. Y hablando a los Ahquehay les
dijo también: “Vosotros os contaréis entre nuestra parcialidad,
seréis los obreros de nuestras construcciones, los trabajadores
diligentes. Ya no sois siervos, arrojad las redes. Los Cavek son
recibidos, ellos forman parte de nuestra tribu”. Así dijeron en otro
tiempo nuestros padres, nuestros antecesores ¡oh hijos míos! Así,
pues, no debemos olvidar las palabras de aquellos jefes.

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¿Qué … ?

[El Canancol
Cuénteme, don Nico: ¿por qué pone ese muñeco con esa piedra en la mano en medio de su milpa?, pregunté un día a un ancianito agricultor.
Su cara se animó con una sonrisa de niño, en tanto que me contestaba: Sé que usted no cree, pero le diré: soy pobre, muy pobre y no tengo quien me ayude a cuidar la milpa, pues casi siempre cuando llega la cosecha, me roban el fruto de mis esfuerzos. Este muñeco que ve no es un muñeco común; es algo más; cuando llega la noche toma fuerzas y ronda por todo el sembrado; es mi sirviente… Se llama Canancol y es parte mía, pues lleva mi sangre. El sólo me obedece a mí… soy su amo.
Don Nico siguió diciendo: Después de la quema de la milpa se trazan en ella dos diagonales para señalar el centro; se orienta la milpa del lado de Lakín (Oriente) y la entrada queda en esa dirección. Terminado esto, que siempre tiene que hacerlo un men (hechicero) se toma la cera necesaria de nueve colmenas, el tanto justo para recubrir el canancol, que tendrá un tamaño relacionado con la extensión de la milpa. Después de fabricado el muñeco, se le colocan los ojos, que son dos frijoles; sus dientes son maíces y sus uñas, ibes (frijoles blancos); se viste con holoch (brácteas que cubren las mazorcas). El canancol estará sentado sobre nueve trozos de yuca. Cada vez que el brujo ponga uno de aquellos órganos al muñeco, llamará a los cuatro vientos buenos y les rogará que sean benévolos con (aquí se dice el nombre del amo de la milpa), y le dirá, además, que es lo único con que cuenta para alimentar a sus hijos. Terminado el rito, el muñeco es ensalmado con hierbas y presentado al dios Sol y dado en ofrenda al dios de la lluvia; se queman hierbas de olor y anís y se mantiene el fuego sagrado por espacio de una hora; mientras tanto, el brujo reparte entre los concurrentes balché , que es un aguardiente muy embriagante, con el fin de que los humanos no se den cuenta de la bajada de los dioses a la tierra. Esta es cosa que sólo el men ve.

La ceremonia debe llevarse a efecto cuando el sol está en el medio cielo. Al llegar esta hora, el brujo da una cortada al dedo meñique del amo de la milpa, la exprime y deja caer nueve gotas de sangre en un agujero practicado en la mano derecha del muñeco, agujero que llega hasta el codo.

El men cierra el orificio de la mano del muñeco, y con voz imperativa y gesticulando a más no poder, dice a éste: Hoy comienza tu vida. Este (señalando al dueño), es tu señor y amo. Obediencia, canancol, obediencia… Que los dioses te castigarán si no cumples. Esta milpa es tuya. Debes castigar al intruso y al ladrón. Aquí está tu arma. Y en el acto coloca en la mano derecha del muñeco una piedra.

Durante la quema y el crecimiento de la milpa el canancol está cubierto con palmas de huano; pero cuando el fruto comienza a despuntar, se descubre… y cuenta la gente sencilla que el travieso o ladrón que trate de robar recibe pedradas mortales. Es por lo que en las milpas donde hay canancoles nunca roban nada.

Es tan firme esta creencia, que si por aquella época y lugar se encuentra herido algún animal, se culpa al canancol.

El dueño, al llegar a la milpa, toma sus precauciones y antes de entrar le silba tres veces, señal convenida; despacio se aproxima al muñeco y le quita la piedra de la mano; trabaja todo el día, y al caer la noche, vuelve a colocar la piedra en la mano del canancol, y al salir silba de nuevo. Cuando cae la noche, el canancol recorre el sembrado y hay quien asegura que para entretenerse, silba como el venado.

Después de la cosecha se hace un hanincol (comida de milpa) en honor del canancol; terminada la ceremonia se derrite el muñeco y la cera se utiliza para hacer velas, que se queman ya en el altar pagano, ya en el altar cristiano.

Y calló el viejecito después de haber hablado con acento de creyente perfecto.

Leyenda tomada del libro “El alma de Campeche en la leyenda maya” de Elsie Encarnación Medina E.
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¿Quienes fueron los Mayas?

( Información recopilada de la Universidad de Campeche)

La civilización maya se extendió por el sur de Yucatán, parte de Guatemala y Honduras. entre los siglos III y XV.
Los mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias ciudades-estado independientes entre si que controlaban un territorio más o menos amplio. Tampoco hablaban una única lengua.
Templo I de Tikal (700 d.c.) Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 28)                      Cultura: Arte.Arquitectura

Las construcciones mayas se hicieron de madera y piedra básicamente. Entre las maderas se prefirieron la coba y el zapote, por ser muy resistentes a los ataques de las termitas. Entre las piedras se usaron caliza, arenisca, mármol, etc.
Realizaron todo tipo de construcciones: palacios rectangulares y alargados, templos, juegos de pelota, calzadas (sacbeob) que unían las ciudades principales, fortificaciones, baños de vapor (temazcal).
Se conservan importantes pirámides escalonadas en piedra. En lo alto de éstas se colocaba el templo. Estaban decoradas con pinturas de una variada gama de colores, y relieves. Algunos de estos son inscripciones de la escritura jeroglífica maya, aun no descifrada completamente. Las construcciones más importantes de esta época fueron Copán, Quiriguá, Piedras Negras, Palenque y Tikal.
El dios del comercio y el dios de la muerte según el códice de Madrid. Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 103)Cultura: EscrituraSignos de la escritura maya procedentes de un mural de Uaxactun. Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 83)

Los mayas desarrollaron el sistema de escritura más completo de todos los pueblos indígenas americanos. Con él escribieron todo tipo de textos: de medicina, de botánica, de historia, de matemáticas, de astronomía…
Se conservan, además de las inscripciones, algunos códices:
bullet El Códice de Dresde: escrito en el siglo XIII.Contiene un tratado de adivinación y de astronomía.
bullet El Códice de París: posiblemente del siglo XIII. Contiene profecías y adivinaciones.
bullet El Códice de Madrid: Contiene horóscopos y almanaques.
bullet El Códice Grolier: Muy mal conservado. Contiene un calendario completo.
Cultura: Ciencias: Calendario. Astronomía

Desarrollaron un calendario muy preciso, con un año de 365 días. El año solar (haab) tenía 18 meses de 20 días cada uno y otro más de sólo cinco días. Los nombres de los meses eran: Pop, Uo, Zip, Zotz, Tzec, Xul, Yaxkin, Mol, Chen, Yax, Zac, Ceh, Mac, Kankin, Moan, Pax, Kayab, Cumbu y Uayeb.
Cultura: Ciencias: Matemáticas

Utilizaban un sistema de numeración vigesimal posicional. También tenían un signo para representar el cero, y así poder realizar operaciones matemáticas complejas. Numeración Maya
El punto tiene un valor numérico de 1 y la raya de 5. Así podían contar hasta 19. Para hacer números mayores (igual que nosotros para hacer números mayores de 9) tenían que colocar esos signos en determinadas posiciones. Al ser un sistema vigesimal, o sea, que considera el 20 como unidad básica para la cuenta, cada espacio que se avanza en el número representa 20 veces más que el espacio anterior. Esto se entiende mejor si lo comparamos con el sistema que usamos nosotros.
El nuestro es un sistema decimal, o sea, que nuestra únidad básica de cuenta es el 10. Tenemos, por tanto, signos numéricos para contar del hasta 9. Si queremos contar más allá necesitamos jugar con las posiciones y colocar al menos dos signos numéricos, uno en primera posición y otro en segunda. La primera posición son las unidades y la segunda, como es un sistema decimal, representa 10 veces más que la primera, esto es las decenas. Así veinticinco nosotros lo escribimos 25 5 de unidades más 2 de unidades por 10 (2×10=20).
Un maya haría lo siguiente. € ______ La raya ocupa la primera posición, que son unidades, y por tanto es 5. El punto ocupa la segunda posición que significa 20 veces más de las unidades. Por tanto un punto en segunda posición vale 20 (y dos puntos valdrían 40).
SociedadMáscara funeraria de jade hecha para “Pacal el Grande” ( Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 91)

La elite social la constituían los sacerdotes y los nobles, que residían en la ciudad (que era también el centro religioso). Los campesinos vivían en las zonas rurales cercanas a la ciudad.La base de la economía era la agricultura y frecuentemente se desbrozaban trozos de selva para realizar nuevos cultivos. Los principales fueron el maíz, el algodón y el cacao.Este último tuvo tanta importancia que llegó a ser utilizado como moneda.
Existía la esclavitud. Se supone que esos esclavos serían la mano de obra para la construcción de las pirámides colosales, pero ayudados por los campesinos. También debieron existir grupos de artesanos especializados.
Vida cotidiana

El principal espectáculo de los mayas era un juego de pelota, parecido al fútbolJuego de pelota (Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 118). Según algunos investigadores, los jugadores eran los prisioneros de guerra y se decapitaba a los que perdían. Pero en realidad era más que un simple juego. Era un ceremonial religioso que representaba el paso de los astros y el sol (representado por la pelota), que es fuente de vida.
Cultura: Creencias y pensamiento

Los mayas creían que antes de existir nuestro mundo habían existido otros, pero que estos habían sido destruidos por diferentes catástrofes.El universo tenía tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. El cielo tenía 13 capas (la última de ellas en contacto con la tierra) y cada una gobernada por uno de los Oxalahuntikú. El dios Itzamná, a quien se representaba con forma de reptil o iguana, regía el Cielo en su conjunto. El inframundo estaba debajo de la tierra, y estaba dividido en 9 capas. Cada una de estas capas era gobernada por uno de los Bolontiku o Señores de la Noche.
Había además otros dioses  que actuaban sobre las cosas cotidianas: el maíz, la miel, los mercados, etc.

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Coten Ech in Puccical

“Vengan a mi Corazón y miren…”

En el Sureste mexicano surgieron grupos sinarquistas con destacados animadores, como Andrés Valencia, Rach,  Soltero Suluc, Celso Chi, Esteban Aké y otros.

Aquí unas palabras de Esteban Aké que Antonio Martínez Aguayo transcribe en su libro “Sucedió ayer…”.

” En nuestras andanzas por esas tierras Mayas tuvimos oportunidad de escuchar un discurso que nos pareció de singular belleza. Brotó más que de los labios, de lo más profundo del Ser de éste sinarquista Maya que había sido conquistado para la Causa por Andrés Valencia, pregonero del Sinarquismo en las calcáreas tierras del Mayab.

    Coten ech in Puccical fué todo lo que se nos grabó en el oído. Pero sus brazos hercúleos abiertos en cruz y posteriormente recogidos con suavidad hacia su pecho, y su mirada plena de indescriptible amor, ha estado viva en el correr del tiempo.

Esteban Aké puso fín a su breve pero estrujante discurso en lengua maya que otro compañero tradujo al español para que nosotros comprendiéramos lo que dijo, pues prácticamente todo el auditorio estaba compuesto por indígenas mayas.

    El pensamiento central fué el siguiente:

“Compañeros! : Dzules y Macehuales ( Mestizos e indígenas) … Vengan todos a mi  corazón y miren lo que hay dentro de él, yo no podría explicarles lo que es y lo que quiere el Sinarquismo, pero métanse aquí dentro y vean cómo allí sólo hay amor para todos; ¡ Eso es Sinarquismo !: amor, amor para nuestros amigos y amor también para nuestros enemigos; a éstos vamos a conquistarlos amándolos, pues sólo el amor dignifica y engrandece al Hombre”.

    Bella lección de cómo debe entenderse al Sinarquismo.

Las cocinas de México II

Primera edición, FCE, 1998

ISBN 968-16-5651-2 (Segunda parte)
968-16-5650-4 (Obra completa)
Impreso en México

José N. Iturriaga es un reconocido investigador de nuestro pasado histórico y un destacado conocedor de nuestras culturas populares. En estas páginas nos recuerda que si comer es un acto biológico, cocinar es un acto cultural; y desde ese contexto nos invita a saborear los platillos, condimentos, ingredientes y sabores que distinguen a las cocinas de México de las del resto del mundo.

JOSÉ N. ITURRIAGA es autor de la popular serie Anecdotario de viajeros extranjeros en México, siglos XVI-XX que el Fondo de Cultura Económica ha editado en cuatro tomos. En esta ocasión, Iturriaga nos invita a recorrer el paisaje gastronómico de México desde cinco principales perspectivas: la reveladora combinación de cocina y cultura, las características de nuestro mestizaje gastronómico mexicano, la trilogía fundamental de maíz, frijol y chile (que están incluidas en el primer volumen de esta obra), y —dentro del presente volumen— la generalizada cultura del antojito y las cocinas de México, ensayo este último que da título a la obra entera y que, junto a próximas entregas, servirá para confeccionar una cartografía gastronómica de México.

Como bien apunta Iturriaga, si comer es un acto biológico, cocinar es un acto cultural. Más allá de la delimitación de las características alimenticias-nutricionales de los pilares de nuestra alimentación, Iturriaga se preocupa aquí por ubicar dentro de un marco cultural e histórico las diferentes cocinas de México para así saborearlas en su total trascendencia.

José N. Iturriaga es licenciado en economía por la UNAM y licenciado en historia por la UIA. Desde 1995 es director general de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y, dentro de su ya extensa obra, ha dedicado no pocos artículos y libros al tema de nuestras cocinas y comidas, entre los que destacan De tacos, tamales y tortas (1988), México a la carta (1991), La cultura del antojito (1993), Conquista y comida. Consecuencias del encuentro de dos mundos (1996) y The Mexican Gourmet (1996).

FONDO 2000 ha publicado algunos títulos que pretenden contribuir al conocimiento, difusión y goce de los diferentes platillos e ingredientes que distinguen a nuestras cocinas de las del resto del mundo. El lector de estas sabrosas páginas confirmará que los sabores de México, más que una simple digestión, implican una necesaria lectura y despiertan útil reflexión.

Introducción

Este libro no es un recetario. Las cocinas de México son tan atractivas que ya existen numerosas recopilaciones de recetas regionales; no hay estado del país que no tenga varios libros de ese género, y en los casos más relevantes —como Puebla, Oaxaca, Yucatán, Michoacán y Veracruz— son muchos los que se han escrito; nunca demasiados.

El objetivo de este trabajo es más general. En el primer volumen, se ha intentado ubicar a las cocinas de México dentro de un marco cultural e histórico que permita apreciarlas en toda su trascendencia, más allá de los aspectos alimenticios y culinarios.

Se resalta también en dichas páginas que la cocina es cultura (comer es un acto biológico, cocinar es un acto cultural).

Finalmente, se revisa el proceso de nuestro mestizaje gastronómico y la predominancia de los elementos indígenas hasta hoy en día. Se destaca como eje o común denominador de las cocinas de México al trinomio maíz, frijol y chile.

Ya en el segundo volumen —que usted tiene en sus manos—, un apartado específico se dedica a ahondar en la cultura del antojito, sustento de nuestro pueblo. Tacos, tamales y tortas, por mencionar a los más habituales antojitos, son representativos de diversos orígenes, regiones y hasta estratos socioeconómicos. Pero todos los mexicanos somos aficionados a ellos.

El libro desemboca, a partir de los antecedentes y elementos mencionados, en el capítulo de las cocinas de México: algunas consideraciones sobre el panorama general y finalmente una revisión por estados, somera, sucinta, meramente indicativa. Allí aparecen con frecuencia nombres de guisos que abrirán interrogantes en la mente —y en el paladar— de los lectores. Ése es nuestro propósito: despertar su curiosidad ante las cocinas de México, reconocidas a nivel mundial con muy justas razones.

La cultura del antojito

Permítase la expresión “cultura del antojito”, por más que desde hace unos años se viene abusando del término cultura. Ahora se habla de cultura laboral, cultura de la muerte, cultura de la protección civil y un sinnúmero de aplicaciones más.

Hablamos de la cultura del antojito porque se trata de una forma de ser del mexicano, de una costumbre alimenticia tradicional y ancestral que comprende prácticamente a todas las clases sociales, en fin, porque los antojitos aparecen de manera cotidiana en la vida de la mayor parte de nosotros.

Un estudio exhaustivo de los antojitos sólo podría ser realizado por un amplio grupo de trabajo abocado a este asunto durante un tiempo considerable, y los resultados darían lugar a una verdadera enciclopedia. Por tal motivo, conviene ahora concentrarse en tres alimentos, sin duda los más generalizados en toda nuestra vasta geografía culinaria: los tacos, los tamales y las tortas.

Aunque la “alta cocina” mexicana está muy estudiada, hay que señalar que hoy en día, de manera poco comprensible, investigadores, cocineras, gastrónomos y escritores dejan de lado con frecuencia a los antojitos cotidianos más sencillos y habituales. La suculencia de un mole poblano, por ejemplo, la disfrutamos quizá una vez al mes; en cambio, casi no hay día en que no comamos uno o varios tacos.

Tal omisión acaso se debe a que parece obvia la elaboración del alimento de cada día; sin embargo la información oral quedaría más protegida si se conservara y transmitiera por escrito y no sólo por medio de los labios amables de nuestras abuelas, madres y cocineras integradas al calor familiar. Todos tenemos la responsabilidad de preservar las tradiciones gastronómicas.

Nos enfrentaremos, pues, al degustado taco, desde el aburrido de bistec (beefsteak) al carbón, hasta lo más delicado de este mundo de la gula, que es la nana del cerdo o el ojo de la res. Continúa la haute cuisine de los tamales, de los cuales hay historia escrita desde el siglo XVI, para proseguir con las tortas, derivadas directas de nuestro mestizaje.

Por lo pronto, cabe resaltar un común denominador en estos tres tipos de alimentos: para comerlos no se requieren platos ni cubiertos (éstos no se usaban en el México prehispánico); y su consumo urbano actual es típicamente callejero.

Otro aspecto es el ámbito geográfico dentro del cual se producen. El de la torta son las ciudades y tiene que ver, por supuesto, con su carácter mestizo. En cambio, el consumo de tacos y tamales no distingue esa frontera; lo mismo en el campo que en las urbes, los mexicanos somos afectos a ellos.

    * Los tacos
    * Los tamales. Atoles
    * Las tortas

Los tacos

La tortilla o pan precortesiano es el acompañante obligado de la mayoría de nuestros platillos nacionales. Suele usarse como envoltorio de los guisos y con ese mero acto de envolver surge el taco.

Las raíces de esa palabra las ubica el historiador Héctor Manuel Romero: “A partir del siglo XVIII, en España empezó a designarse ´taco´ al bocado de comida muy ligera que suele tomarse fuera de las horas de comer en Aragón y Navarra. En esta última, es la comida que hacen los trabajadores del campo entre 10 y 11 de la mañana. Es, además, la cena que por la noche toman en la taberna y la vianda que el viajero lleva para el camino”.

Hay tantos tipos de tacos como alimentos susceptibles de enrollarse en una tortilla, desde el chilorio sinaloense hasta la ropa vieja poblana. No obstante, las costumbres locales y el transcurso del tiempo han forjado algunas familias de tacos que tienen un origen geográfico más o menos definido. Se apreciará cierta correlación entre las diversas clases sociales del país y las diferentes familias de tacos. También se observará otra característica: la del horario más usual para la venta y consumo de cada tipo de tacos. Los hay mañaneros, que acaban al mediodía; los hay vespertinos y nocturnos; los hay para trasnochados, en la madrugada; y los hay, por supuesto, sin la limitante del reloj: a cualquier hora se les come.

TACOS DE “CARNITAS” Y DE CHICHARRÓN DE PUERCO

Su origen se ubica en Michoacán, pero se trata de una de las variedades más difundidas en todo el país, sobre todo el centro de la república. Estos tacos poseen un rico y variado espectro gustativo: la tradicional maciza y la suculenta nana o útero de las puercas, la trompa y la oreja, la pajarilla o páncreas y el corazón, el rabo y el buche o estómago, el cachete y el bofe o pulmón, el hígado y los cueritos.

Las carnitas se fríen en manteca del mismo cerdo, que debe cubrirlas por completo; se les agregan cáscaras de naranja, agua, tequesquite y a veces azúcar. Eso les da su color y sabor característicos.

Tal clase de tacos se hace con dos tortillas chicas, calentadas en comal, y se aderezan con salsa roja de jitomate crudo, ajos y chiles serrano y de árbol; se les pone cebolla picada y cilantro, cuyo nombre original, culantro, ha sido alterado por oídos monjiles y maliciosos.

Los consumidores de tacos de carnitas pertenecen a todos los estratos socioeconómicos del país, si bien los más elevados se limitan a la insípida maciza.

Aunque la popularidad de los tacos de carnitas hace que se puedan conseguir en la ciudad de México prácticamente a cualquier hora, destaca el lapso que va del mediodía a la noche. En la mañana no abundan.

No obstante que el chicharrón no forma estrictamente parte del concepto carnitas, se debe incluir en este inciso en virtud de que se elaboran ambos de manera paralela e interrelacionada.

Como sabemos, el chicharrón es el cuero del cerdo. Una vez rasurado el animal con agua hirviendo, se abre en canal, se despega el cuerpo de la piel y ésta puede freírse con las carnitas, dando lugar a los suaves cueritos, o bien sigue otro largo proceso para convertirse en chicharrón. No todos saben cómo hacerlo.

La piel cruda del cerdo se sala y se orea durante el primer día. El segundo, cortada en grandes trozos rectangulares, se sancocha (para usar el término habitual), es decir, se fríe a fuego lento en manteca, y lo que resulta son planchas durísimas prácticamente incomibles, que se dejan reposar. El tercer día se truenan esos pedazos, uno a uno; este último paso consiste en freírlos unos cuantos segundos a alta temperatura, lo que infla, arruga y truena a cada rígida plancha: Unos diez o quince segundos bastan; se saca el chicharrón tronado, que es flexible, y conforme se enfría se endurece hasta el punto delicioso que conocemos bien.

TACOS DE CABEZA DE RES

Esta familia surgió en el Bajío, pero al igual que la mayor parte de los tacos, su auge masivo lo ha tenido en esta metrópoli, cuyos 18 millones de habitantes garantizan la popularidad y difunden todo lo que se come en ella, pues más de la mitad de esa cifra proviene de todas las regiones del país. Tan singular composición demográfica trae asimismo una importante consecuencia: a menudo los mejores tacos en sus diferentes variedades se localizan precisamente en la ciudad de México, con excepción de aquellos típicos que han quedado confinados a sus respectivas regiones.

Los tacos de cabeza pueden ser de la consabida maciza, de trompa, de cachete, de oreja, de lengua, de nervio, de paladar (que si se come con todas las de la ley ha de tener mezclado hueso blanco de la misma región palatina), de molleja —el timo de la res—, de sesos y de ojo. Sólo los expertos saben disfrutar la suavidad cartilaginosa y el finísimo sabor del ojo.

Un puesto clásico de tacos de cabeza se reconoce desde luego: una manta blanca y humeante de vapor cubre los alimentos, que están sobre una charola metálica con agujeros y, abajo de ella, hierve agua para vaporizar.

El consumidor de tacos de cabeza en general pertenece a clases económicamente débiles o bien a las clases medias; los prejuicios que a menudo tienen los miembros de las clases altas los privan de esta delicia que, por lo demás, son los tacos más sanos. En efecto, este género es el más inocuo. Se trata de carne de res hervida, no frita y refrita en abundante grasa, como lo es la de cerdo. Más aún: en Jalisco y otros estados se acostumbra cocer la cabeza de res al vapor; se coloca dentro de un bote la carne con muy poca agua y se le sella con trapos y masa encima.

Estos ricos tacos se sirven en dos tortillas chicas, calentadas al vapor al igual que la carne, y se les agrega la imprescindible cebolla y el oloroso cilantro picados, con salsa verde de tomates, chiles serranos y cebolla, los tres ingredientes hervidos y molidos.

El horario habitual de estos tacos en la capital del país es vespertino y nocturno, si bien en la mañana y al mediodía es posible encontrarlos.

En Sonora se venden tacos de cabeza de res preparados de una forma sui géneris: la carne se desmenuza y se guisa en caldillo. En Uruapan los hacen parecidos, aunque los llaman de cabeza en barbacoa, término que en el centro del país sólo se aplicaría a guisos enterrados. En Durango y algunos estados norteños se confeccionan tacos de cabeza de res para los que también se desmenuza la carne y se le revuelve, ya cocida, aunque sin caldo.

TACOS DE BARBACOA

En vista de que este platillo se prepara enterrando la carne, envuelta en pencas de maguey, dentro de un hoyo en la tierra con brasas y piedras calientes en el fondo, su consumo original corresponde precisamente a los estados pulqueros aledaños a la ciudad de México: Hidalgo y Tlaxcala, Puebla, el Estado de México y la propia capital.

La palabra barbacoa es una voz caribe que equivale a la náhuatl tapextle: emparrillado vegetal; se acostumbró desde el siglo XVI para aludir esta usanza prehispánica; los indios cocinaban así al venado, al guajolote, al armadillo. al conejo, a la iguana y a otros animales.

Hoy en día, la barbacoa tradicional es de borrego. Si en la región no se cría ganado lanar, se hace de cabrito o de chivo. Rara vez se prepara de pollo o de cerdo, exceptuando el caso yucateco del mucbipollo y de la cochinita pibil, pues ambos alimentos son de hecho barbacoa, ya que se cuecen en hoyo (y a veces en horno). En Zacatecas también la hacen de res, condimentada con orégano

Los tacos en el centro del país se preparan en tortillas de comal recién echadas y se les agrega salsa borracha, llamada así por tratarse de una emulsión de pulque y chile pasilla.

Además, el estómago del borrego o del chivo se rellena con las vísceras picadas y un condimento de chiles, hierbas de olor y especias; este virtual paquete, llamado montalayo, también se hace barbacoa. En algunas regiones del sur del Estado de México se acostumbra rellenar el intestino grueso con los sesos y la médula espinal preparados con cebolla y epazote, para convertirlo igualmente en barbacoa. Obispo es su nombre y con él se alude a la proverbial gula del alto clero.

Como acompañamiento obligado de los anteriores tacos, es aconsejable un jarro de consomé de barbacoa recolectado por medio de un recipiente que se coloca dentro del hoyo, justo abajo de la carne, para aprovechar su exquisito jugo decantado. Suele agregársele arroz y garbanzos.

Las delicias de la barbacoa son reconocidas y degustadas por todas las clases sociales. Recuérdese el día de la Santa Cruz, en que albañiles y peones compiten con empingorotados arquitectos en devorar con el mayor desenfado taco tras taco de barbacoa.

La hora habitual de los tacos de barbacoa es el mediodía, a veces desde la mañana. Prácticamente no se consiguen de noche, quizás porque lo usual es meter la carne al hoyo al atarcecer y sacarla al día siguiente.

“FLAUTAS”

Se trata de una variedad en la cual el taco se fríe hasta quedar por completo dorado y resulta un instrumento tan rígido como el musical al que se alude. Las flautas se hacen con una tortilla grande. Se rellenan de barbacoa o de pollo deshebrados, aunque también pueden estarlo de picadillo. Su atractivo apetitoso surge de su acabado barroco: se les pone cebolla, aguacate y jitomate en tiras, lechuga picada y crema, salsa verde de tomate o roja de chiles de árbol secos, y queso desmoronado.

Aunque su consumo es muy generalizado en el país, predomina en las zonas costeras o de tierra caliente. Posiblemente surgió este género en los estados de Veracruz, Morelos o Guerrero, en algunas de cuyas poblaciones, a partir de las seis de la tarde, se instalan puestos que venden estos tacos dorados. A menudo también se vende allí pozole.

Aunque el consumo de flautas es popular, en algunas ciudades ya hay cadenas de modernas y asépticas taquerías de este género a las que acceden las clases medias.

Las flautas capitalinas suelen venderse desde el mediodía hasta la noche, no muy tarde.

TACOS DE “FRITANGAS”

Su desarrollo y tipificación como una rama taquera aparte se ha dado en la ciudad de México. Estos tacos son inconfundibles: hay un gran recipiente redondo y metálico (como charola u olla extendida), siempre lleno de manteca hirviendo, en donde nadan revueltos el suadero de res —carne que está encima del costillar— y la longaniza de cerdo, no sin también colgar y tener a la mano el puestero la cecina de puerco adobada y los típicos machitos de carnero: el intestino delgado, hervido y trenzado previamente, listo para ser frito hasta dorarse, a veces con vísceras picadas adentro.

Los adeptos diurnos a estos tacos en general son de extracción humilde. La frecuente dieta de los mexicanos ricos resulta antagónica a esta variante taquera, tan grasosa como sabrosa. No obstante, a veces en la madrugada, después de una fiesta, ya relajada la dieta, suelen ir a los machitos trasnochados de toda la escala social. Ya se ve que estos tacos se expenden desde el mediodía hasta la madrugada, a veces casi hasta el amanecer.

TACOS DE CANASTA O SUDADOS

Son característicos de la ciudad de México, en particular dentro del Primer Cuadro. Ello se debe sin duda a su cómoda presentación y fácil manejo, que permite a todo tipo de empleados y trabajadores consumirlos con disimulo atrás de un escritorio o de un mostrador.

Estos tacos no se preparan al momento. Vienen dentro de una canasta —con frecuencia colocada sobre la parrilla de una bicicleta—, ya elaborados y debidamente envueltos en tela corriente, desde la casa del fabricante.

Los más gustados son de mole verde de pipián con carne de puerco —debiera decirse pepián, pues ese vocablo procede de pepita—, de carne deshebrada guisada, de adobo de ternera, de papa con longaniza o sola, de picadillo de res, de chicharrón en salsa roja o de frijoles refritos. Una porción de estos guisos se sirve dentro de dos tortillas chicas no enrolladas, sino dobladas, y por guardarse calientes dentro de la canasta, acaban sudados e impregnados de su grasa respectiva. El consumidor les agrega chiles serranos o jalapeños en vinagre o una salsa verde con aguacate molido, especie de guacamole diluido.

El consumo de este tipo de tacos alcanza a las clases sociales más depauperadas y a las medias. Para desgracia de las clases altas, estos tacos no les son habituales. Su horario más usual es hacia al mediodía; rara vez se les ve en la tarde y nunca en la noche.

TACOS DE GUISADOS

No se fuerza la realidad al enunciar esta familia aparte, ya que claramente se distingue como tal. Estos tacos tienen un viejo arraigo y aún subsisten en la capital taquerías de este género fundadas a principios de siglo.

Los guisos que más se acostumbran —provenientes de diversos lugares del país— y que han convertido en una variedad independiente a esta clase de tacos, son: carne de puerco en mole verde de pipián; pollo deshebrado en mole poblano; chicharrón en salsa verde de tomate o en chile macho; menudencias de pollo con salsa de chiles guajillo y chipotle; guiso de rellena o moronga —sangre de cerdo cocida dentro del tejido vacío de su intestino grueso— longaniza; hongos en salsa de chile morita seco; sesos con epazote; nopales con huevo; calabacitas con dientes de elote y muchos otros más.

En todas las clases sociales hay seguidores de este género y son, por razones obvias, los tacos que más se consumen en las propias casas. Suelen venderse hacia el mediodía, al ser idóneos para sustituir la comida principal.

TACOS AL PASTOR

Son relativamente nuevos en México. Su difusión no va más allá de ocho lustros atrás y provienen del Cercano Oriente. Hoy en día, en la ciudad de Beirut, por ejemplo, se encuentran puestos de banqueta, tal como en la ciudad de México, en los que gira una varilla vertical que tiene insertada la carne, la cual se asa al fuego directo.

Los tacos al pastor en México son de cerdo y se sirven en dos pequeñas tortillas de maíz, calentadas en comal; se les agrega cebolla cruda o semiasada en el mismo rosticero; llevan cilantro y salsa verde o roja y a veces un delgado pedazo de piña también asada en el rudimentario aparato.

Los consumidores habituales pertenecen a todas las clases sociales. Estos tacos abundan desde el mediodía hasta la noche, incluso en horas muy avanzadas, ya de madrugada.

TACOS AL CARBÓN O A LA PARRILLA

Se trata también de una modalidad muy reciente, pues data de algo así como tres decenios.

El acompañamiento habitual del taco al carbón consiste en cebollitas de cambray asadas y frijoles charros de la olla (con pedacitos de tocino), además de tres salsas a escoger: de tomate, de jitomate y la “mexicana”.

A este tipo de taquerías sólo acuden las clases medias y altas. Los pobres, que sí saben, jamás están entre su clientela. Estos tacos se venden en el lapso cotidiano más usual, del mediodía a la noche.

TACOS INDÍGENAS

Más que una variedad, se trata de una serie de tacos regionales exóticos y únicos. Por lo mismo, su consumo se limita a los habitantes de pequeñas áreas geográficas. Tenemos:

Tacos de charales: Habituales en las zonas lacustres del Estado de México, Michoacán y Jalisco. Los pequeños pescados se fríen y, ya colocados en el taco, se les agrega salsa de chile cascabel y unas gotas de limón. También pueden hacerse estos tacos con los charales asados en hoja de mazorca, como tamal.

Tacos de gusanos de maguey: Su nombre original es meoculi y su temporada principal es el mes de abril. Provienen de las zonas pulqueras de Hidalgo, Tlaxcala y el Estado de México. Los ahora carísimos gusanos son larvas de mariposas que hacen orificios en las pencas bajas del maguey, hacia el corazón de la planta, pues de él se alimentan. Una variante son los gusanos xinicuiles o chinicuiles; son más pequeños y provienen de la raíz del maguey; también los hay de nopal, donde forman nidos. Para hacer un clásico taco de gusanos de maguey, éstos se fríen hasta dorarse, y debe untarse primero guacamole a la tortilla.

Tacos de acociles: Estos crustáceos son propios también de las zonas lacustres del centro del país. El acocil es un camarón miniatura que se hierve con sal. Se come íntegro, sin quitarle cabeza, cáscara ni extremidades.

Tacos de escamoles: Se trata de huevecillos o caviar de hormiga. Se sirven fritos en mantequilla para resaltar su delicado sabor. Provienen de la región típicamente mexica de los estados de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala; la temporada es de febrero a mayo, antes de que empiecen las lluvias.

Tacos de chapulines: Son característicos de Oaxaca, aunque también los comen en Morelos y en otros lugares. Los grillos más finos —y más pequeños— son los de alfalfa, en tanto que los de milpa (de maíz) son un poco más grandes.

Tacos de jumiles vivos: El jumil o chinche de monte es un extraordinario alimento, usual en la Tierra Caliente de Guerrero, Morelos y el Estado de México, aunque también lo hay en Veracruz y Oaxaca.

Tacos de ahuaucles: Este manjar no es sino la hueva de las moscas acuáticas del centro del país, sobre todo del valle de México, llamadas axaxayácatl, que desovan sobre las superficies lacustres.

Tacos de hormigas: Cuando menos hay cuatro zonas donde se consumen: en Tuxtla Gutiérrez, donde las llaman nucú y les ponen chile de árbol; en Comitán se les dice tizim; en Huatusco, Veracruz, les dicen chicatanas o tlatoniles; y en Jamiltepec, Oaxaca, las preparan con chile pajarito.

Otros tacos de origen indígena se hacen de diversos insectos: gusanos eloteros, toritos o plaga de la hoja de aguacate, chindas de mezquite, larvas de libélula, chicharras de guamúchil, gusanos barrenadores de madera, orugas de mariposas y otros más.

LAS “BURRITAS”

Así se nombra, en forma genérica, a todas las diferentes clases de tacos norteños hechos con tortilla de harina de trigo. En Chihuahua y otras partes les asignan ese mismo nombre, pero en masculino. Las burritas más usuales son las de machaca o carne de res seca, deshebrada y frita con cebolla y jitomates picados; a veces se le revuelve con huevo.

Las cocinas de Mexico

Las cocinas de México I

    Autor: JOSÉ N. ITURRIAGA

    Presentanción
    Introducción
    Cocina y cultura
    El mestizaje gastronómico mexicano

        La diversidad cultural de México
        La comida prehispánica
        El encuentro de dos mundos gastronómicos
        Aportaciones alimenticias de México y de América al mundo
        Evolución del mestizaje culinario. Tres siglos de virreynato y dos de México
            independiente

    Maíz, frijol y chile: común denominador de las cocinas de México

        Nuestro cereal madre. El universo del maíz
        Frijol: la leguminosa cotidiana
        El chile: fruto/especia nacional

    Lecturas Complementarias

Las cocinas de México I

    Autor: JOSÉ N. ITURRIAGA

    Presentanción
    Introducción
    Cocina y cultura
    El mestizaje gastronómico mexicano

        La diversidad cultural de México
        La comida prehispánica
        El encuentro de dos mundos gastronómicos
        Aportaciones alimenticias de México y de América al mundo
        Evolución del mestizaje culinario. Tres siglos de virreynato y dos de México
            independiente

    Maíz, frijol y chile: común denominador de las cocinas de México

        Nuestro cereal madre. El universo del maíz
        Frijol: la leguminosa cotidiana
        El chile: fruto/especia nacional

    Lecturas Complementarias

JOSÉ N. ITURRIAGA es autor de la popular serie Anecdotario de viajeros extranjeros en México, siglos XVI-XX que el Fondo de Cultura Económica ha editado en cuatro tomos. En esta ocasión Iturriaga nos invita a recorrer el paisaje de gastronómico de México desde cinco principales perspectivas: la reveladora combinación de cocinas y cultura, las características de nuestro mestizaje gastronómico mexicano, la trilogía fundamental de maíz, frijol y chile (que están incluidas en el presente volumen ), y —dentro del segundo volumen— la generalizada cultura del antojito y las cocinas de México, ensayo este último que da título a la obra entera y que, junto a próximas entregas, servirá para confeccionar una cartografía gastronómica de México.

Como bien apunta Iturriaga, si comer es un acto biológico, cocinar es un acto cultural. Más allá de la deliminación de las características alimenticias-nutricionales de los pilares de nuestra alimentación, Iturriaga se preocupa aquí por ubicar dentro de un marco cultural e histórico las diferentes cocinas de México para así saborearlas en su total trascendencia.

José N. Iturriaga es licenciado en economía por la UNAM y licenciado de historia por la UIA. Desde 1995 es director general de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y, dentro de sus ya extensa obra, ha dedicado no pocos artículos y libros al tema de nuestra cocinas y comidas, entre los que destacan De tacos, tamales y tortas (1988), México a la carta (1991), La cultura del antojito (1993), Conquista y comida. Consecuencias del encuentro de dos mundos (1996) y The Mexican Gourmet (1996).

Fondo 2000 ha publicado algunos títulos que pretenden contribuir al conocimento, difusión y goce de los diferentes platillos e ingredientes que distinguen a nuestras cocinas de las del resto del mundo. El lector de estas sabrosas páginas confirmará que los sabores de México, más que una simple digestión, implican una necesaria lectura y despiertan útil reflexión

Introduccion
Este libro no es un recetario. Las cocinas de México son tan atractivas que ya existen numerosas recopilaciones de recetas regionales; no hay estado del país que no tenga varios libros de ese género, y en los casos más relevantes —como Puebla , Oaxaca, Yucatán , Michoacán y Veracruz— son muchos los que se han escrito; nunca demasiados.

El objetivo de este trabajo es más general. Se intenta ubicar a las cocinas de México dentro de un marco cultural e histórico que permita apreciarlas en toda su trascendencia , más allá de los aspectos alimenticios y culinarios.

Se resalta en esta páginas que la cocina es cultura (comer es un acto biológico, cocinar es un acto cultural).

Se revisa también el proceso de nuestro mestizaje gastronómico y la predominancia de los elementos indígenas hasta hoy en día. Se destaca como eje común determinado de las cocinas de México al trinomio maíz, frijol y chile.

Un apartado específico —que se encuentra en el segundo volumen de esta obra— se dedica a ahondar en la cultura del antojito, sustento de nuestro pueblo. Tacos, tamales y tortas, por mencionar a los más habituales antojitos, son representativos de diversos orígenes, regiones y hasta estrractos socioeconómicos. Pero todos los mexicanos somos aficionados a ellos.

El libro desemboca, a partir de los antecedentes y elementos mencionados —y también en el segundo volumen—, en el capítulo de las cocinas de México: algunas consideraciones sobre el panorama general y finalmente una revisión por estados, somera, sucinta, meramente indicativa. Allí aparecen con frecuencia nombres de guisos que abrirán interrogantes en la mente —y en el paladar— de los lectores. Ese es nuestro propósito: despertar su curiosidad ante las cocinas de México, reconocidad a nivel mundial con muy justa razones.

Cocina y cultura

Comer es el acto biológico; cocinar es un acto cultural. La cocina es cultura. La cultura no es el atesoramiento de libros en los estantes de las bibliotecas y en los cerebros de los sabios. No solamente. La cultura popular se integra de diversas maneras y con muy diferentes elementos. Es la forma de ser de los pueblos. La gastronomía es una de las manifestaciones culturales más importantes del ser humano y dentro de dicho término no debe entenderse sólo a la llamada “alta cocina”, sino a todas las expresiones culinarias de las diversas regiones y estractos sociales, incluidas en la cocina indígena.

Alrededor de este asunto, es pertinente recordar el título de un libro del clásico francés decimonónico Honorato de Balzac: Dime lo que comes y te diré quién eres.

El término “culturas populares” hace alusión a procesos, por lo general colectivos, que crean y recrean tradiciones. Tal es el caso de las cocinas de México.

La alimentación de los pueblos merece la más alta consideración y respeto. No es sólo el sustento material de las personas; de alguna manera es, también, un sustento del espíritu. Valga el siguiente texto de salvador Novo (de su libro cocina mexicana):

    Los nahuas disponían de varias palabras para calificar la hermosura, para señalar el valor de las cosas. La belleza implícita en una flor permitía adjetivar el sustantivo xóchitl, y hacer lo mismo con quetzal, o con chalchiuh, o con yectli, cosa buena, recta. Estas palabras, usadas como adjetivos, confieren idea de preciosidad.

    Pero un verbo —cua— es el que más genialmente creó adverbios y adjetivos que expresen belleza y bondad como lo que es asimilable; lo que deleita y aprovecha no sólo a la vista, sino al corazón: al espíritu y a la carne.

    Este verbo, cua, significa “comer”. El objetivo cualli significa a la vez lo bello y lo bueno; esto es: lo comestible, lo asimilable , lo que hace bien y es por ello bueno.

El mestizaje gastronómico mexicano

    *La diversidad cultural de México.
    *La comida prehispánica.
    *El encuentro de dos mundos gastronómicos.
    *Aportaciones alimenticias de México y de América al mundo.
    *Evolución del mestizaje culinario. Tres siglos de virreynato y dos de México independiente.

LA DIVERSIDAD CULTURAL DE MÉXICO

La principal consecuencia de la Conquista de México consumada por los españoles en 1521 fue el mestizaje. Esta mezcla se dio en muy diversos aspectos: desde el más evidente del mestizaje racial, hasta muchas variantes del que podríamos llamar mestizaje cultural, de manera particular el que se refiere a las cocinas. En esta materia alimenticia no hubo conquista sino unión, matrimonio, suma y multiplicación.

Para comprender los alcances del mestizaje gastronómico hay que tener presente que cada uno de los dos elementos fundamentales —el indígena y el español— en realidad era un cúmulo de conocimiento más allá de lo azteca y lo ibero. La cocina española trajo a México buena parte de las tradiciones culinarias europeas, con una importante dosis de hábitos provenientes del norte de África; hay que recordar que apenas 30 años antes de la conquista de México, España a su vez había concluido ocho siglos de permanencia árabe o mora en su ámbito peninsular.

Por su parte, el territorio que hoy conocemos como México cobijaba a muy diversos grupos indígenas perfectamente diferenciados entre sí, no sólo por sus variados elementos culturales, como son el atuendo tradicional, la vivienda, las costumbres religiosas o la cocina, sino por algo más tajante y evidente: el idioma.

Cabe recordar que, a finales del siglo xx, nuestro país sigue siendo uno de los principales del planeta por lo que se refiere a su diversidad cultural indígena. Cuando una cultura se empieza a perder o diluir, lo primero que comienza a desaparecer es la lengua propia; por ello, la permanencia del idioma autóctono es el mejor indicador de la sobrevivencia cultural de un pueblo, con sus rasgos originales. Pues bien: a dos años del cambio del milenio, la India es el principal país del mundo por cuanto al número de sus idiomas indígenas vivos, con la cifra de 72 (sin considerar las variantes dielectales). México está en segundo lugar en el orbe con 62 idiomas, en pleno 1998. Para sopesar la importancia de esa posición nuestra, conviene anotar que China tiene el tercer lugar con 48 lenguas y la que fue la Unión Soviética tenía el cuarto lugar con 35. Todas estas cifras no son meras disertaciones lingüísticas; reflejan algo más trascendente, como es la supervivencia pasmosa de cultura ancestrales; en el caso mexicano, la mayoría de las culturas indígenas son de muchos siglos de antigüedad, algunas hasta de milenios.

Lo anterior quiere decir que México es una potencia mundial en materia de culturas populares y una de las manifestaciones más importantes de la cultura es la cocina de los pueblos.

Nuestra diversidad cultural, pluriétnica, no podría ser un fenómeno repentino: es el desenlace actual de nuestra historia antigua. Aunque no es posible precisar alguna cifra de manera corroborada, se puede afirmar que en aquellos años de la conquista de Tenochtitlan , de seguro había en México más de cien grupos étnicos diferenciados; naciones indias, les llamban entonces. Cada etnia tenía sus propias costumbres gastronómicas, si bien con algunos patrones o troncos comunes que eran —y siguen siendo— el maíz , frijol y el chile.

El mestizaje gastronómico se inicia en 1521 con la caída de la ciudad de México a manos de los españoles y va desarrollándose después a lo largo de tres siglos, a la par que avanzan las fuerzas militares y religiosas de los conquistadores hacia el sur, el occidente y el norte de esta metrópoli. Hay que recordar que, ya entrado el siglo XVIII, apenas se lograba la conquista, allá por lo rumbos de Sonora y las Californias.

Guerra de Brujos, Fragmento de T. Knab

Guerra de Brujas: Un viaje al mundo oculto de los aztecas contemporáneos, por Timothy J. Knab (1993)
Reseñado por Corey Donovan
traducción por José González Riquelme

Recomiendo este libro, del antropólogo Timothy Knab, a todo aquel que quiera hacerse una idea de cómo podría haber sido el trabajo de Castaneda si hubiera escrito verdaderos informes antropológicos sobre brujería y “ensueño”, tal como los practican los seguidores de las antiguas tradiciones mexicanas. También es una pintoresca y fascinante historia de venganzas, asesinatos y de la influencia de movimientos culturales que tuvieron lugar durante un periodo que se extiende por más de sesenta años.

Knab era, a principios de los setenta, profesor de antropología en la Universidad de México, que estaba haciendo un trabajo de campo en un pueblo pequeño de la Sierra de Puebla, cuando se encontró con brujas y brujos auténticos, que seguían las antiguas tradiciones de brujería y de ensueño que se remontan, al menos, hasta los aztecas.

Al contrario que Castaneda, el Profesor Knab habla con fluidez el nahuatl, y emplea los términos antiguos auténticos usados en varias prácticas o utilizados para nombrar a regiones del mundo del ensueño, Talocán y Tlalocán, que las brujas tienen que visitar para poder curar a sus pacientes, o para causar daño a sus oponentes o a otras brujas. También anota fielmente y traduce las conversaciones en nahuatl con sus dos principales informantes del pueblo, un anciano y una mujer, Inocente y Rubia, curanderos y practicantes de brujería durante más de 50 años. Contrariamente a los discursos filosóficos y metafísicos de don Juan (especialmente en sus últimos libros), estas conversaciones son lo que uno esperaría de alguien proveniente de este medio cultural.

Probablemente el aspecto más fascinante del libro, para los lectores de Castaneda, sean las detalladas descripciones de los viajes de ensueño, en las que es instruido el profesor Knab por sus dos informantes. Estas secciones del libro describen un reino que tiene una geografía y unos rasgos coherentes, y que al parecer han sido experimentados por generaciones de brujos descendientes de los aztecas.

Otro aspecto interesante para mí es la explicación de los conceptos aztecas de “tonal” y “nagual”, la cual es coherente con lo que he visto en todos los trabajos antropológicos de brujería y hechicería en México y América Central, y completamente contradictorio con el uso que da Castaneda a estos términos. Según Knab, los aztecas creían que el alma humana tiene tres aspectos: (1) el yollo, la fuerza interna de la vida, que da vida y movimiento al cuerpo, y que se equipara con el corazón; (2) el tonal, el aspecto que normalmente viaja en sueños, y que se equipara con la chispa de la vida, con el destino y con la suerte de la persona; y (3) el nagual, el animal espíritu o el alter ego animal de un individuo, con cuyo aspecto los brujos pueden viajar más fácilmente y “ver” en un determinado reino del ensueño de Talocán. Los informantes de Knab también usan regularmente el término “los que no son nuestros hermanos”, o ajmotocnihuan, para referirse a los seres supernaturales que encuentran en Talocán, a los cuales se les considera servidores del Señor de Talocán.

La instrucción y la interacción de Knab con sus informantes, descrita en los libros, tiene lugar durante un periodo de tres años, desde el otoño de 1974 al otoño de 1977, durante el cual llega a descubrir una oscura historia de brujería y de intriga que tuvo lugar en la región en los años veinte, cuando se produjeron docenas de muertes atribuidas a la hechicería. Estas muertes, que ocurrieron durante un periodo de diez años, se detuvieron finalmente cuando la gente del pueblo crucificó, literalmente, a una de estas supuestas brujas.