¿Cómo es la cuestión de Dios, el “Yo Soy” y la Metafísica?, Clomro

En mi Archivo Público en Internet, entre fines de 2003 e inicios de 2004 me encontraba reformulando conceptos sobre Dios y nosotros, que, escritos por mí en 1997 y habiendo quedado tal cual en el Informe Clomro-1, merecían una actualización. Ésta fue efectuada en el link: www.geocities.com/clomro/Preguntas2.htm

¿Cómo es la cuestión de Dios, el “Yo Soy” y la Metafísica?

Cioran se refería al demiurgo como ese dios malo, y no al Dios propiamente dicho. Pero la gente suele confundir al uno con el otro, y en última instancia es el verdadero, el superior, el inocente de lo aquí ocurrido, el que recibe los reproches humanos. “¡Dios hijo de puta!”, “¡Me cago en Dios puto!”, frases habituales de recriminación y queja salidas de tantas bocas, muchas de ellas de autodenominados “católicos” (¡bonita forma de manifestar el catolicismo!). Así se dirigen al de más arriba, creyendo que Él tiene algo que ver con los problemas humanos, e ignorando que el destinatario de los reproches debería ser un autodenominado “Dios” muy lejano de serlo. Estaba más cerca, se había manifestado (personalmente, o a través de alguno de sus agentes) ante Moisés, había condenado a los judíos a milenios de calamidades y a ser factor de crisis en el Próximo y Medio Oriente, para lo cual ese Dios impostor usó a Mahoma para armar un culto que sirviera para antinomias en la región; antes había usado a Jesús para armar un culto cuyo brazo evangelizador barrería con los nativos de todo un continente, luego de sumir en el oscurantismo a Europa. Ése era el Dios autoproclamado como tal -a falta del verdadero para desenmascararlo-, que el mundo sigue adorando con distintos nombres, pese a siglos de demostraciones de que todas las religiones que armó han conspirado contra la unión de la humanidad. Mientras el Dios verdadero, jamás inspiraría la creación de religiones para que nos dirijamos a Él, pues nos puso al amor como vía infalible de comunión con el Todo, haciendo innecesaria cualquier doctrina, rito o adoración, porque con amor es suficiente. Incluso es más digno de nuestra adoración (si algo hubiera que adorar) que el mismísimo Creador Absoluto, porque mientras hasta Él tiene su propia sombra, el amor es lo único que nos queda (y que le queda) como valor supremo a seguir. Conciente de sus propias miserias, hasta el propio Creador tiene al amor como lo supremo que hasta Él mismo debe adorar, al igual que nosotros. Por lo tanto, adoremos lo mismo que Él, y no a Él, y así estaremos con Él. “Hay que pensar en Dios, pronunciar el nombre de Dios para revertir la negatividad en el mundo”, decía un adepto a Sai Baba. Mientras tanto, como Dios no pensaba en sí mismo, sino en el amor, el discípulo de Sai y los que siguieron su consejo no estaban pensando al unísono con Dios (por pensar tanto en Dios y en el nombre de Dios y no en el amor, se es capaz de llegar a una “Guerra Santa”, “en nombre de Dios”). Pensemos al unísono con Dios, pensemos en el amor y no en Él, y estaremos con Él en el mismo pensamiento.

He dicho que somos “dioses”, pero no “Dios”. Que no somos “parte de Dios”, sino emanaciones de Él. Que, como tales, somos autónomos. Que, para ser autónomos, no podemos ser teleguiados por quien nos emanó; que no podemos estar bajo observación suya, que no puede Él saber lo que vamos o no vamos a hacer. Que la omnipotencia y la omnisciencia no pueden existir. Que lo que existe es un Creador que, desde su ámbito de acción y expansión como energía, nos emanó hacia espacios donde, para que pudiéramos ser por nosotros mismos, debía “no estar Él”. Podía, eso sí, disponer de una cadena de mandos a través de la cual conectarse con nosotros, y podían jerarquías intermediarias fallar o sabotear las comunicaciones, de manera que los conflictos universales no serían otra cosa que interferencias de este tipo. Pero no podía ese Creador tenernos bajo vigilancia directa, si lo que quería era nuestra propia iniciativa y libre albedrío.
Me opuse a admitir que nosotros fuéramos “presencia divina”, porque si somos -como afirmo- “esencia divina”, disponemos del poder suficiente para no necesitar la presencia de quien nos creó. Somos “dioses”, autosuficientes, omnipotentes en nuestra propia realidad, que no necesitamos ninguna omnipotencia externa a nosotros. Por lo tanto, eso de que “Dios está presente a través de nosotros”, lo califiqué como incorrecto, desde el punto de vista de que quien nos emanó, no quiso estar presente en nuestro devenir: quiso darnos la libertad absoluta para que seamos por nosotros mismos, manteniéndose ausente para no asfixiar, invadiéndonos, nuestro propio despliegue.
Ahora bien, aquí vienen las aclaraciones. Conforme al conocimiento cósmico que me fue revelado en 1983, no somos emanaciones de ese Dios, sino de un Creador Universal, que es uno de millones entre Creadores de Universos. Todos ellos, emanados de un Creador que TAMPOCO es Dios, sino que fue, en su momento, emanado también (la cadena de Creadores es larga). Cuando me referí a que no somos “presencia divina”, quise significar que el Creador Universal es ése que nos emanó y que se declaró en “ausencia divina” para que fuéramos autosuficientes al no contar con su paternalismo. Pero tanto nosotros como ese Creador y sus hermanos Creadores de otros Universos, todos somos de la misma “esencia divina” de un Dios omnipresente. Ése sí que es omnipresente, no el Creador Universal que nos emanó. Yo tuve que explicar las cosas a mi manera, porque suele confundirse al Dios Absoluto con nuestro pequeño Creador de nuestro pequeño Universo. Era necesario que el paternalismo de ese Creador fuera desvinculado de nuestra autónoma existencia, situándolo “fuera” de nuestra temporalidad y espacio. Por lo tanto, nosotros no podríamos ser “presencia” suya, sino a lo sumo esencia de Él y del Dios Absoluto.
Ahora bien, ese Dios absoluto, ¿está ausente de nuestro existir, como lo está el Padre Universal? Quizá cuando se dice “Dios es amor”, lo que se quiere decir es que “el Padre Universal es amor”. Porque el Dios Absoluto, a diferencia del “Dios-Padre Universal, no es amor: es amor y lo opuesto del amor también, porque por algo es “Absoluto”: porque es el TODO. Él es la Totalidad de lo “bueno y lo malo”. Él es los dioses y los demonios. Él es todos los tiempos y lo que no tiene tiempo. Todos los espacios y el no-espacio. Él es como una mente en la cual Padres e hijos Universales somos como personajes de un sueño. Él es Él y sus personajes de sus “sueños”. Él y sus circunstancias son ese TODO. No hay un Dios separado de la mínima partícula de la Creación: esa partícula es Él también.
El problema de la “separación” no se da entre ese Dios y lo creado, sino entre creaturas y Creadores. Estamos separados no ilusoriamente, sino temporal y espacialmente, de nuestro Creador Universal. Pero ni él ni nosotros estamos separados del TODO, es decir, del Dios Absoluto. Nuestro Creador desde su plano, nosotros desde el nuestro, estamos todos conectados al Todo, aunque las partes no puedan ser conscientes de estar conectadas todas con todas entre sí. Esa no-consciencia es lo que hace a la no-presencia. Pero cuando, por ejemplo, en la metafísica dicen “Yo Soy presencia divina”, habría que mentalizar la presencia del Absoluto, no del Creador Universal. Incluso, menos todavía la presencia del creador inmediato, que fue el autor del mundo, que nada tuvo que ver con el Creador del Universo, y hay gente que confunde al uno con el otro y luego invoca un “Yo Soy” que termina siendo sinónimo de “Yo no sé ni qué carajo soy, pero me la creo”.
Por eso propuse que, en vez de invocar la “presencia divina”, activáramos la “esencia divina” que somos, evocando nuestro recuerdo guardado de cuando fuimos emanados como entes autónomos, enviados a un tiempo-espacio sin “presencia divina” (sin ningún Creador vigilante) donde nuestra esencia divina pudiera ser autosuficiente, en lugar de que recurriéramos a las invocaciones de fuerzas “Superiores” ajenas a nosotros.
Pero dando un avance que seguramente a muchos les resultará aceptable, propongo un “Yo Soy presencia divina” que se mentalice pensando en el Absoluto que está en todas las cosas, y no en ese Creador Universal (y mucho menos el autor material del mundo). No pensarse como presencia de un Creador Universal que de presente no tiene nada. No pensarse como una presencia de un supuesto Padre Universal involucrado en nuestra existencia o en el drama del mundo: hagamos a ese Creador a un lado de todo lo que aquí ha sucedido y sucede. No seamos paternalistas. Conectémonos con el TODO; un todo para el cual no hay bien y mal, no hay premio ni castigo, no hay intervención ni interferencia sobre mundos en error, porque ese TODO es tanto lo acertado como lo equivocado que ocurra en los mundos. “Yo Soy presencia de la luz y de la oscuridad”, deberían aclarar en la metafísica, sin que nadie se asuste. De hecho, en la gnosis, la masonería, en las escuelas iniciáticas de Egipto, así era la idea del Ser y la vida. Es mentira que ser “presencia divina” sea nada más que la presencia de la luz y del amor; divinidad es el TODO, con sus luminarias y sus pobrezas.
Pronunciar un “Yo Soy luz, Yo Soy Amor”, es la hipocresía de una metafísica que sabe muy bien que, además de eso, “Yo Soy la basura cósmica personificada”. Y que, por lo tanto, la autoafirmación de lo que se es, en ese “Yo Soy”, implica la afirmación de nuestra propia sombra. Preferible, entonces, es no afirmar nada, no invocar nada que conlleve la bipolaridad, cuando lo que estamos queriendo hacer dentro de nuestra dualidad enferma, es activar SÓLO nuestra polaridad POSITIVA. En tal caso, la “presencia divina” sería lo último a lo que deberíamos recurrir, porque de ella se derivaría una buena dosis de negatividad contenida en la misma esencia de la divinidad. Si dijéramos “Yo Soy Amor, Yo soy Luz”, para autoafirmarnos sólo en eso y no dar lugar al egoísmo y la oscuridad, fallaríamos de todos modos, porque negar al opuesto negativo afirmando lo positivo es hacerlo presente tácitamente.
De ahí que todas estas afirmaciones resulten inefectivas para lo que se pretende. Y de ahí que sea conveniente, en vez de afirmar esas cosas, asumir el hecho de que nuestra esencia y presencia divina guardan la potencialidad de lo negativo, y por lo tanto no cometer la imbecilidad de creerse que “Yo soy Amor”, “Yo soy Luz”; una forma vanidosa de no asumir que yo también soy lo opuesto de eso. Mejor callarse la boca y mentalizar: Yo Soy la luz y la oscuridad en potencia, y busco mi equilibrio”, o alguna cosa así, a ver qué pasa… (y no sé qué podrá pasar, no les garantizo que funcione, pero el Yo Soy les garantizo que no está funcionando para nada, y si no, vean de dónde salen esos egos de los metafísicos).

Siete formas de ser como el tío Lolo, que se hacía tonto solo

Siete formas de ser como el tío Lolo, que se hacía tonto solo

Primero: tratar de trasladar el peso de la prueba a los escépticos. Esto es falaz, porque quien presenta una hipótesis es quien debe demostrarla, no al revés. Si alguien dice que Fulanito Descerebradito puede hacer algo maravilloso (doblar metales con la mente, predecir el futuro, conversar con extraterrestres, teletransportarse) debe demostrarlo satisfactoriamente. El que afirma, debe probar, el que afirma cosas maravillosas (fantasmas, extraterrestres, visión del futuro) debe dar pruebas igualmente maravillosas, no fotos y grabaciones dudosas, relatos lisérgicos y “predicciones” simplotas que cualquiera puede hacer.

Segundo: acudir a que los fenómenos “no los pueden reproducir los escépticos”. Este argumento es especialmente bobo. Yo no sé cómo hace el mago Yunke su ilusión de cortarle la cabeza a la nena que lo ayuda, pero no porque yo no pueda reproducirlo voy a creer que “hace magia de verdad”.

Tercero: saltarse a la torera la demostración de los hechos para tratar de discutir su “explicación” de manera delirante. Basta echar un ojo a cualquier manual de los especialistas en dar gato por liebre para encontrar docenas de explicaciones de cada taradez suya, haciendo que el lector (víctima) olvide que nadie ha podido demostrar la existencia del fenómeno en cuestión. Es como debatir el tipo sanguíneo de las hadas o el nombre del sastre de Astérix.

Cuarto: hacer el blanco móvil. Si alguien ofrece un misterio y se pone en duda, se apresura a ofrecer otro y otro, y otro, complicando el escenario para que nadie se dé cuenta de que todavía sigue sin demostrarse que el primer “misterio” no fuera un embuste. Así, un sacaplata superprofesional como el supuesto “contactado” Billy Meier empezó diciendo que tomaba fotos de platos volantes (se encontraron los modelos en su garaje), luego de extraterrestres (lástima que una “extraterrestre” fotografiada era una cantante conocida, por mucho que la desafocó), luego los filmaba (colgados de un palito), luego resultó que además viajaba en los platillos volantes y, lo último, ahora viaja en el tiempo (como prueba ofrece una foto de San Francisco después de un ataque nuclear, lástima que es la foto de un dibujo de un artista para ilustrar un artículo sobre el tema en la revista Geo años antes de la “foto” de Meier). Y entonces, en vez de centrarnos en que sus fotos no son pruebas de nada, se nos cuenta algo tan oriental como que le ha tomado una foto a Cristo cuando viajó en el tiempo.

Quinto: diversificarse (variación del 4). Habiendo dinero y “prestigio” (por fraudulento que fuere) en tantas áreas, los charlatanes surgen de una especialidad y al cabo de pocos años están metidos en muchas de las demás formas de desplumamiento de incautos. Con esto, además, pueden mover el blanco con más eficacia, por ejemplo, al ser cuestionados sobre sus fantasmas salir con un rollete sobre ovnis que hace todo diálogo imposible.

Sexto: desprestigiar al crítico. Quienes han tenido la mínima formación en lógica saben que ésta es una falacia de argumentación llamada argumento ad hominem, y que demuestra una mente poco ducha en la discusión racional (descubrimiento asombroso).

Séptimo: el insulto, la ofensa y acusaciones más o menos veladas. Cuando pierden los estribos y asumen su personalidad real (la de fanáticos babeantes, acefálicos y desprovistos de toda ética) resultan sumamente divertidos. Quedan totalmente desnudos en su ruin bajeza, la que antes de ese momento ocultaban bajo un manto de “espiritualidad”, “iluminación”, “sabiduría ancestral (o extraterrestre, o astral)” , “desarrollo mental”, “relación con energías preternaturales maravillosas” y demás inventos engañabobos. (Por cierto, es cuando llegan a esto cuando los irracionales vendedores de abono disfrazado de alimento kármico acaban ante un juez explicando sus acciones y afirmaciones difamatorias.)

El bibliocausto nazi por Fernando Báez (*)

El bibliocausto nazi
por Fernando Báez (*)

Todos, en algún momento dado, deben haber oído hablar del Holocausto Judío, nombre dado a la aniquilación sistemática de millones de judíos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Pero conviene advertir, y eso desde el inicio, que este genocidio tuvo su equivalente. También hubo un Bibliocausto, donde 100 millones de libros fueron destruidos directa o indirectamente por el mismo régimen. Entender cómo se gestó puede permitirnos comprender cuanta razón tenía Heinrich Heine cuando escribió proféticamente en su obra Almanzor (1821): […]donde los libros son quemados, al final también son quemados los hombres[…]. La destrucción de libros de 1933 fue, a mi juicio, apenas un prólogo a la matanza siguiente. Las hogueras de libros inspiraron los hornos crematorios. Y esto merece una reflexión detenida, porque se trata de un acontecimiento que marcó para siempre la vida de millones de hombres y va a continuar como uno de los hitos más siniestros de la historia.
El comienzo de esta barbarie tiene fecha: el 30 de enero de 1933, cuando el presidente de la llamada República de Weimar, en Alemania, Paul Ludwig Hans Anton Von Beneckendorff Und Von Hindenburg (1847-1934), designó a Adolfo Hitler como canciller. Trataba de reconocer así la inestable mayoría de este iracundo político; viejo y cortés, Hindenburg ignoró lo que sobrevino casi de inmediato: un período político y militar conocido posteriormente como El Tercer Reich (El Tercer imperio). Hitler, quien había sido cabo en el ejército, frustrado pintor, gestor de fracasado golpe de Estado en 1923, utilizó una estrategia de intimidación contra los judíos, los sindicatos y el resto de los partidos políticos. No era, como puede pensarse ligeramente, un loco, sino la voz más visible de una idiosincracia germana totalitaria.
El 4 de febrero, la Ley para la Protección del Pueblo Alemán restringió la libertad de prensa y definió los nuevos esquemas de confiscación de cualquier material considerado peligroso. Al día siguiente, las sedes de los partidos comunistas fueron atacadas salvajemente y sus bibliotecas destruidas. El 27, el Parlamento Alemán, el famoso Reichstag, fue incendiado, junto con todos sus archivos. El 28, la reforma de la Ley para la Protección del Pueblo Alemán y el Estado, legitimó medidas excepcionales en todo el país. La libertad de reunión, la libertad de prensa y la de opinión, quedaron restringidas. En unas elecciones controladas, el Partido de Hitler, conocido como Partido Nazi, obtuvo la mayoría del nuevo Parlamento y se decretó oficialmente el nacimiento del Tercer Reich.
Alemania, obviamente, estaba transformando sus instituciones después de la terrible derrota sufrida durante la I Guerra Mundial. Hitler, quien no era alemán, fue considerado como el un estadista idóneo para rescatar la autoestima colectiva, y sus purgas contra la oposición lo convirtieron en un líder temido. Su eficacia, no obstante, estaba sustentada en varios hombres. Uno de ellos era Hermann Göring; el otro era Joseph Goebbels. Ambos eran fanáticos, pero el segundo fue quien convenció a Hitler de la necesidad de extremar las medidas que ya venían ejecutando, y logró su designación al frente de un nuevo órgano del Estado, el Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda (Ministerio del Reich para la Ilustración de Pueblo y para la Propaganda).
Goebbels estaba consciente de sus ideas, y Hitler le dio carta blanca. Tenía una fe absoluta en su amigo, así como buenas razones para creer ciegamente en sus aciertos. Goebbels, quien no había ingresado al Ejército por ser patizambo, se había doctorado como Filólogo, en 1922, en la Universidad de Heidelberg, donde fue profesor Friedrich Hegel en el siglo XIX. Era un lector apasionado de los clásicos griegos y, en cuanto a pensamiento político, prefería el estudio de los textos marxistas y de todo lo escrito que existiera contra la burguesía. Admiraba a Friedrich Nietzsche, recitaba poemas de memoria, y, escribía textos dramáticos y ensayos. Cuando se unió a Hitler, reconoció su verdadera vocación, como lo dijo muchas veces, y ya con el cargo de Ministro, en 1933, reunió un equipo de trabajo para redactar la Ley Relativa al Gobierno del Estado, sancionada el 7 de abril de ese año. Indudablemente, ahora tenía un control absoluto sobre la educación y fomentó un cambio total en las escuelas y universidades. El 8 de abril se envió un memorando a las Organizaciones Estudiantiles Nazis, en el cual se proponía la destrucción de aquellas obras consideradas peligrosas en las bibliotecas de Alemania. De todos modos, ya el mes anterior, exactamente el día 26 de marzo, se quemaron libros en Schillerplatz, en un lugar llamado Kaiserslautern. El primero de abril, Wuppertal sufrió saqueos y quemas de libros en Brausenwerth y en Rathausvorplatz.
Algo terrible se gestó entonces. Una especie de fervor inusitado que estaba limitado por la presión internacional europea, despertó entre los estudiantes e intelectuales alemanes. Un odio manejado por osadas ráfagas de propaganda se extendió en las aulas, y el resultado no se hizo esperar. El 11 de abril, en Düsseldorf, se destruyeron libros de contenido comunista y judío. Algunos de los más importantes filósofos alemanes, sin ser obligados a ello, como Martin Heidegger, adhirieron las ideas de Goebbels. En abril, Heidegger fue designado Rector de la Universidad de Friburgo y el 1 de mayo se hizo miembro del NSDAP, lo cual indica que debió recitar el siniestro juramento de esa organización.
El 2 de mayo, en la Gewerkschaftshaus de Leipzig, se destruyeron textos, pero fue realmente el 5 de mayo de 1933 cuando empezó todo. Los estudiantes de la Universidad de Colonia fueron a la biblioteca, y en medio de lágrimas y risas, recogieron todos los libros de autores judíos o de procedencia judía. Horas más tarde, los quemaron. Estaba bastante claro que esa era la vía elegida para mandar un mensaje al mundo entero. Y los actos así lo probaron.
Los estudiantes estaban frenéticos. El día 6, del mismo mes, la juventud del Partido Nazi y miembros de otras organizaciones, sacaron media tonelada de libros y folletos del Instituto de Investigación Sexual de Berlín. Goebbels, indetenible, preparaba reuniones todas las noches porque se había decidido iniciar un gran acto de desagravio a la cultura alemana. Como fecha tentativa, se propuso el 10 de mayo. El 8 de mayo hubo algunos desórdenes en Friburgo, y destrucciones de libros.
El 10 de mayo fue un día agitado desde temprano. Miembros de la Asociación de Estudiantes Alemanes se agolparon en la biblioteca de la Universidad Wilhelm Von Humboldt y comenzaron a recoger todos los libros prohibidos por el régimen. Había una euforia inesperada, fluctuante. Finalmente, los libros, junto con los que se habían obtenido en otros centros, como el Instituto de Investigaciones Sexuales o en las bibliotecas de judíos capturados, fueron transportados a Opernplatz. En total, el número de obras sobrepasaba los 25.000. Pronto, se concentró una multitud alrededor de los estudiantes. Éstos empezaron a cantar un himno que causó gran impresión entre los espectadores. La primera consigna fue fulminante: Contra la clase materialista y utilitaria. Por una comunidad de Pueblo y una forma ideal de vida. Marx, Kautsky .
La hoguera ya estaba encendida. Tal vez nadie podía creer lo que pasaba, pero una de las capitales más cultas del mundo, donde se encontraban algunas de las más importantes universidades europeas, fue el centro de una de las quemas de libros más impresionante de la época. Joseph Goebbels, quien dirigía todas las acciones, levantó la voz y después de saludar con un estruendoso Heil, explicó los motivos de la quema: La época extremista del intelectualismo judío ha llegado a su fin y la revolución de Alemania ha abierto las puertas nuevamente para un modo de vida que permita llegar a la verdadera esencia del ser alemán. Esta revolución no comienza desde arriba, sino desde abajo, y va en ascenso. Y es, por esa razón, en el mejor sentido de la palabra, la expresión genuina de la voluntad del Pueblo[…]
«Durante los pasados catorce años Uds., estudiantes, sufrieron en silencio vergonzoso la humillación de la República de Noviembre, y sus bibliotecas fueron inundadas con la basura y la corrupción del asfalto literario de los judíos. Mientras las ciencias de la cultura estaban aisladas de la vida real, la juventud alemana ha reestablecido ahora nuevas condiciones en nuestro sistema legal y ha devuelto la normalidad a nuestra vida[…]
«Las revoluciones que son genuinas no se paran en nada. Ninguna área debe permanecer intocable[…]
«Por tanto, Uds. están haciendo lo correcto cuando Uds., a esta hora de medianoche, entregan a las llamas el espíritu diabólico del pasado[…]
«El anterior pasado perece en las llamas; los nuevos tiempos renacen de esas llamas que se queman en nuestros corazones[…]
Los cantos entonces prosiguieron y al final de cada estrofa se aplicó la medida de arrojar los libros de aquellos autores mencionados:
Contra la decadencia misma y la decadencia moral. Por la disciplina, por la decencia en la familia y en la propiedad.
Heinrich Mann, Ernst Glaeser, E. Kaestner
Contra el pensamiento sin principios y la política desleal. Por la dedicación al Pueblo y al Estado.
F.W. Foerster.
Contra el desmenuzamiento del alma y el exceso de énfasis en los instintos sexuales. Por la nobleza del alma humana.
Escuela de Freud.
Contra la distorsión de nuestra historia y la disminución de las grandes figuras históricas. Por el respeto a nuestro pasado.
Emil Ludwig, Werner Hegemann.
Contra los periodistas judíos demócratas, enemigos del Pueblo. Por una cooperación responsable para reconstruir la nación.
Theodor Wolff, Georg Bernhard.
Contra la deslealtad literaria perpetrada contra los soldados de la Guerra Mundial. Por la educación de la nación en el espíritu del poder militar.
E.M. Remarque
Contra la arrogancia que arruina el idioma alemán. Por la conservación de la más preciosa pertenencia del Pueblo.
Alfred Kerr
Contra la impudicia y la presunción. Por el respeto y la reverencia debida a la eterna mentalidad alemana.
Tucholsky, Ossietzky
La operación, cuyas características se habían mantenido en secreto hasta ese instante, se reveló pronto en su verdadera dimensión porque el mismo 10 de mayo, hubo una quema de libros en numerosas ciudades alemanas. La lista de quemas incluyó varias ciudades y fue casi simultánea para causar pánico: Bonn, Braunschweig, Bremen, Breslau, Dortmund, Dresden, Frankfurt/Main, Göttingen, Greifswald, Hannover, Hannoversch-Münden, Kiel, Königsberg, Marburg, München, Münster, Nürenberg, Rostock y Worms. Finalmente hay que mencionar Würzburg, en cuya Residenzplatz se incineraron cientos de escritos.
Y, como si se tratara de una avalancha, Goebbels insistió en continuar con estas quemas de libros prohibidos. No hubo un rincón en el que los estudiantes y los miembros de las juventudes hitlerianas no destruyeran obras. El 12 de mayo, se eliminaron libros en Erlangen Schloßplatz, en la Universitätsplatz de Halle-Wittenberg. Al parecer, el 15 de mayo, algunos miembros apilaron textos en Kaiser-Friedrich-Ufer, en Hamburgo, y a las once de la noche, después de un discurso ante una escasa multitud, los quemaron. La apatía preocupó a los integrantes de los incipientes servicios de inteligencia del partido y se decidió repetir el acto. El 17 de ese mes, la Universitätsplatz, de Heidelberg se conmovió cuando hasta los niños participaron en estas acciones. También el 17 se volvió a utilizar la Jubiläumsplatz, en Heidelberg, para las quemas. Hubo otras destrucciones adicionales el 17 de mayo: en la Universidad de Colonia, en la ciudad de Karlsruhe.
El 19 de mayo, Hitler estaba totalmente emocionado. Y Goebbels, seguro de los efectos de este éxito, pidió a los jóvenes no detenerse. El mismo 19, el horror se mantuvo en el Museo Fridericanum, en Kassel, y en la Meßplatz, de Mannheim. El 21 de junio, en tres regiones se quemaron libros. Por una parte, estaba Darmstadt, en cuya Mercksplatz se llevaron a cabo los hechos; por otra, Essen y la mítica ciudad de Weimar. Varios años más tarde, específicamente el 30 de abril de 1938, la Residenzplatz, de la famosa Salzburgo, fue utilizada por estudiantes y militares para una destrucción masiva de ejemplares condenados.
El impacto producido por las quemas de mayo 1933 fue enorme. Sigmund Freud, cuyos libros fueron seleccionados para ser destruidos, dijo irónicamente a un periodista que semejante hoguera era un avance en la historia humana:
En la Edad Media ellos me habrían quemado. Ahora se contentan con quemar mis libros[…]
Freud, por descuido, tal vez, olvidó en su broma que él hubiera sido quemado en un horno si se hubiese quedado en Alemania.
Varios grupos intelectuales marcharon en Nueva York contra estas medidas . La revista Newsweek no vaciló en hablar de un “holocausto de libros” y la revista Time utilizó por primera vez el término de “bibliocausto”. Los japoneses, impresionados, condenaron los ataques. El repudio, en suma, fue total.
No obstante, según el ensayista W. Jütte , el rechazo no evitó que se destruyeran todas las obras de más de 5.500 autores. Los principales textos de los más destacados representantes de inicios del siglo XX alemán recibieron vetos continuos y ardieron sin piedad. La Comisión para la reconstrucción cultural judeo-europea, estableció que en 1933 había 469 colecciones de libros judíos, con más de 3.307.000 volúmenes distribuidas de modo irregular. En Polonia, por ejemplo, había 251 bibliotecas con 1.650.000 libros; en Alemania, 55 bibliotecas con 422.000 libros; en la Unión Soviética, 7 bibliotecas con 332.000 libros; en Holanda, 17 bibliotecas con 74.000 libros; en Rumania había 25 bibliotecas con 69.000 libros; en Lituania había 19 bibliotecas con 67.000 libros; y en Checoslovaquia había 8 bibliotecas con 58.000 libros. Al finalizar la II Guerra Mundial, no quedó ni la cuarta parte de estos textos. Los libros judíos eran considerados “enemigos del pueblo” y estaban visiblemente prohibidos. Entre 1941 y 1943, los dueños de las colecciones eran deportados y sus bibliotecas confiscadas. Un informe confidencial del erudito Ernst Grumach revela que la Gestapo convirtió en pulpa de papel cientos de obras para poder sacar folletos y revistas propagandísticas . Las colecciones judaicas de Polonia y Viena se quemaron en un incendio en las oficinas de la Reichssicherheitshauptamt (Oficina Central de Seguridad del Reich), ocurrido entre el 22 y 23 de noviembre de 1943.
En Polonia, los Brenn-Kommandos acabaron con las sinagogas judías y prendieron fuego a la Gran Biblioteca Talmúdica del Seminario Teológico Judío de Lublín. Un informe nazi sobre este hecho se conserva: Para nosotros es motivo de especial orgullo destruir la Academia Talmúdica, conocida como una de las más grandes de Polonia[…]Nosotros sacamos la notable biblioteca talmúdica fuera del edificio y colocamos los libros en el mercado, donde les prendimos fuego. El fuego demoró veinte horas[…]
Desde 1939, no hubo una semana en la cual no se produjese un ataque contra una biblioteca o museo polaco. La Biblioteca Raczynsky, la Biblioteca de la Sociedad Científica y la Biblioteca de la Catedral (dotada con una renombrada colección de incunables), sufrieron quemas devastadoras. La biblioteca Nacional de Varsovia, en octubre de 1944, fue destruida con tal saña que se quemaron 700.000 libros. Esto no es todo: la biblioteca militar, con 350.000 obras, fue arrasada. Cuando los alemanes abandonaban el país, quemaron los archivos de la Biblioteca Pública de Varsovia. La Biblioteca Tecnológica de la Universidad de Varsovia, con 78.000 libros, fue atacada y destruida en 1944. A duras penas, los bibliófilos rescataron 3.850 títulos unos años después.
La persecución afectó al matemático Waclaw Sierpinski (1882-1969), famoso por haber resuelto un problema planteado por Gauss y por haber escrito libros ininteligibles como La teoría de los números irracionales (1910). En 1944, los nazis, preocupados por sus hallazgos, arrasaron su biblioteca y la de otros colegas suyos. Según los expertos, unos 15.000.000 de libros desaparecieron en Polonia. Entre 1938 y 1945, el ejército alemán, inspirado por el mito de una raza pura con textos sagrados, invadió también Checoslovaquia. Casi de inmediato, las bibliotecas de la zona de Sudetenland sufrieron saqueos y numerosos ataques además de quemas públicas de libros.
La biblioteca Nacional de la Universidad de Praga fue severamente dañada y al menos 25.000 libros desaparecieron. Todos los volúmenes de la biblioteca de la Facultad de Ciencias Naturales fueron destruidos. Al final de la ocupación, ya no existían 2.000.000 de obras y clásicos como la Biblia Eslava y siete códices preciosos pertenecientes a la biblioteca de Jan Hodejovsky, quedaron en cenizas .
Hitler, por su parte, no distrajo jamás su afecto por Goebbels y le perdonó todo, hasta sus reiterados deslices con prostitutas judías. El día de su suicidio, en 1945, lo nombró Canciller del Reich. Y Goebbels, aceptó este honor, pero por unas horas. Casi como si se tratara de una simetría perversa, el 1 de mayo, el mes de la gran quema de libros, acabó con todos sus hijos, mató a su esposa, y luego, no sin esbozar una sonrisa de triunfo y alzar la mano celebrando al Führer, se dio muerte .
Poco después, y agrego este comentario irónico a modo de final, los libros de la biblioteca personal de Hitler fueron encontrados en una mina de sal cerca de Berchtesgaden por un grupo de soldados de la División 101. De una colección de más de 16000 libros, quedaban 3000 libros, pero algunos más fueron robados y los otros destruidos debido a los datos que contenían, y el resto, unos 1200, fueron transferidos a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en enero de 1952, y desde entonces permanecen allí. Lo interesante de este hallazgo fue que nos permitió saber que Hitler era lector voraz, un bibliófilo preocupado por las ediciones antiguas, por Arthur Schopenhauer, y una devoción entera por Magie: Geschichte, Theorie, Praxis (1923) de Ernst Schertel, obra en la que todavía se puede encontrar subrayado de su puño y letra la frase:
Quien no lleva dentro de sí las semillas de lo demoníaco nunca dará nacimiento a un nuevo mundo
Esta frase curiosa, sesgada, resaltada, puede ser la que explique el horror descrito en este capítulo.

El don de la ebriedad

Es público y notorio que a ninguno de nuestros contemporáneos se le ocurriría entender la alteración de la conciencia como algo más que un divertimento para el consumo. A lo sumo algunos intelectuales un poco locos y ya en los márgenes de lo socialmente correcto se han ocupado de este tema. Pienso en Nietzsche, un Benjamin, un Jünger, un Huxley, un Evola…

Lo cierto es que el signo de los tiempos nos muestra la ebriedad con resonancias degradadas y degradantes. Capas enteras de la población se encuentran enganchados a ansiolíticos o antidepresivos. Otras sustancias, peor tratadas por el poder farmacrático, son entregadas al mercado negro e introducidas en la espiral de la marginalidad a mayor gloria del capital financiero. Tanto en un caso cómo otro se persigue lo mismo. Alterar la conciencia para horas así escapar por unas pocas horas a las miserias de una rutina psíquica en exceso interferida por las codificantes y masificadoras sociedades modernas. Por lo que se refiere a las propias sustancias, en su inconsciencia, se ven arrojadas a una u otra categoría de manera bastante arbitraria.

Así las cosas, la pauta de consumo que determina la legalidad o ilegalidad de la sustancia construye la relación con la misma y, por tanto, la peligrosidad de la droga, y es que las sustancias no son tan inconscientes como parece. El resultado es un consolidado escenario donde las divergencias acerca de los psicoactivos y su prohibición no son más que parte de¡ decorado. No me cabe duda alguna de que nuestro cruzado-paladín Gonzalo Robles y Lou Reed cantando a la heroína son dos caras de la misma moneda, marionetas del mismo escenario, muy necesitadas la una de la otra. Solo un irracional consumo compulsivo, socialmente problemático, legitima una política de prohibición tan irracional como la que hoy se practica. Sólo la prohibición construye ese delirio de consumo donde cualquier efecto, sin distingo alguno, es siempre el deseado.

Vista así, la relación de nuestros contemporáneos con la ebriedad, es de las más desoladoras de toda la historia. No es de extrañar, ya que los inmensos y titánicos despliegues de poder de nuestro tiempo exigen un hombre pequeño frágil y moldeable, como engranaje de la inmensa maquinaria de la que todos formamos parte. Existe mucha propaganda contraria a la ebriedad, y una gran incriminación pública de los embriagantes, pero la realidad es que nunca se había dado en toda la historia un consumo tan extendido y masivo de alteradores de la conciencia. La hipocresía y la idiocia son extremas, la ignorancia acerca de la ebriedad también. Antes ya apunté el enganche masivo y creciente a ansiolíticos y antidepresivos. Por otro lado el pararritual pseudorrebelde que constituye la ingesta compulsiva de sustancias, sin discriminación ni arte alguno, y la reducción de la ebriedad a un objeto de consumo más, sólo deja el saldo de que con la ebriedad no se puede jugar. Esta siempre pasa su factura. Sus viejas cuentas pueden llegar lejos y hondo.

ORIGEN Y CATARSIS

Toda alteración de la conciencia implica un verse de otra manera, un emerger de nuestros déficits, apegos y dependencias. Toda ebriedad puede ser fuente de la mayor de las delicias, pero al tiempo puede ser no más que puro escapismo y asidero, exclusiva huida hacia adelante. Son muchas las culturas que han elaborado complejos saberes y desarrollado detalladas técnicas acerca de la ebriedad. Todas ellas eran conscientes de aquello que la ebriedad conjuraba, espacios donde uno no puede sino perderse, como quien se pierde en el mar y lo infinito, para constatar la propia mortalidad y limitud… o, acaso, la propia destrucción. Asuntos estos muy delicados por apuntar a esos puentes que, rebasando la propia individualidad, devenida puro artificio, indican lo sagrado y eterno, es decir, aquello que no es mortal ni perecedero. Dicha ebriedad tradicionalmente encontraba diferentes catalizadores, el uso de sustancias u otras técnicas de éxtasis como la repetición de mantras, los ritmos de respiración, la danza o la música. Todos estos procedimientos tenían como objetivo la ruptura de la rutina psíquica y sus resortes sempiternos. Las culturas no modernas conocían bien la inmensa fuente de sabiduría, poder y placer que esta salida consciente de uno mismo depara. De hecho, la etimología de éxtasis alude a la salida o viaje fuera de uno mismo. Estos viáticos constituían experiencias donde el propio distanciamiento con nuestros hábitos psíquicos corrientes otorgaba llaves y revelaba como constructo lo que era tal, limpiando así el ojo de nuestra consciencia que dejaba atrás los lastres que arrastra nuestra particular representaci6n del mundo. Elevar el tono general de nuestra experiencia de la vida y sanear nuestra propia naturaleza, limpiándola de polvo y paja, eran la recompensa al que transgredía los miedos de la propia muerte y limitud. A este respecto es curioso cómo las tradiciones chamánicas, la alquimia y la medicina tradicional otorgan una signicaci6n sanadora a la ebriedad. Vistas así las cosas, la ebriedad para los pueblos antiguos era un auténtico don, una de las bellas artes, que diría Antonio Escohotado, a cultivar no como objeto de consumo sino como auténtico viático para la alquimia y el conocimiento de uno mismo. La catarsis del espíritu era la recompensa, catarsis que resultaba de la aceptación del limite mortal que el hombre representa, del carácter evanescente de su individualidad más inmediata. Catarsis que encontraba su comienzo en la foto fija que de uno mismo ofrecía la ebriedad, para desde ahí amparar la intensificación de la propia naturaleza y la orientación de la misma de acuerdo a su arquetipo, naturaleza y eternidad. Todo esto tenía sus peligros, ya que ese viático necesariamente abisma, a aquel que lo emprende, al socavón de sus propias contradicciones y miedos. Al desvelamiento de los condicionamientos inconscientes de la conducta. Socavón que como constructo encuentra su aparente consistencia en la inconsistencia de nuestra propia individualidad, juego de hechicería negra, en palabras de Carlos Castaneda, por el cual nosotros mismos generamos el mundo que nos determina y maneja.

Algunos de los autores aludidos en el artículo

Antonio Escohotado

Aldous Huxley

Ernst Jünger

EBRIEDAD Y DESTRUCCIÓN

Toda ebriedad destruye. Aún en el mejor sentido. Si no, que se lo digan a quien se adentra en sus laberintos sin tomar las necesarias precauciones ni realizar ablución alguna. Un yonqui, un alcohólico, alguien atrapado por el barroquismo de su propio subconsciente en un trance visionario… Toda destrucción de lo que siempre fue efímero, construido y falso, puede ser el comienzo de un descubrir lo que siempre estuvo debajo de tanta paja y hojarasca psíquica. Nuestra cultura es completamente ignorante por lo que a la ebriedad se refiere. Por ello se generan esas dependencias y estragos que no hacen sino manifestar desajustes de la propia conciencia moderna. Si algo no permite nuestro precario modo de vida es la relativización del mismo, proclamar su carácter fugaz o incluso falaz, destapar que no somos lo que creemos ser, revelar que el flujo de nuestras aspiraciones, pensamientos, sugestiones, deseos y fobias no son más que hábitos sociales y constructos educacionales. De esas cosas, hoy en día, nadie quiere saber, y es eso precisamente lo que hace imposible el desarrollo de una cultura refinada acerca de la ebriedad.

Quisiera ilustrar esta apretada exposición con una cita de Martin Heidegger que muestra a la perfección la desafiante cifra de ese don que en la ebriedad reside: “La época sigue indigente no solamente porque Dios haya muerto, sino porque los mortales apenas conocen lo que tienen de mortal”. Siempre Heidegger, tan griego. Nuestros padres los griegos, maestros de la Tragedia, sabían que ésta siempre brinda una ocasión para la elevación. Aristóteles de manera muy explícita habla de esa catarsis de los sentimientos que procura la hermeneútica de lo trágico. Por todo ello, como dice Antonio Escohotado, “La ebriedad siempre será gratitud”.

SOBRE LO LÚDICO

La ebriedad integra, quizá como ningún otro escenario, momentos y usos estrictamente lúdicos. Desde luego, no deja de ser una luminosa directriz para el viaje. Es muy evidente que delicias de la misma son el placer, físico, estético o mental, y las sintonías personales que enmarca. No habiendo nada más sagrado que la alegría y la plenitud deL espíritu, lo lúdico se inserta como el necesario complemento de la catarsis que la ebriedad supone. Toda limpieza del propio dial lo primero que produce es una suerte de reconciliación con la vida y por ello la celebración de la misma. La ebriedad, limpia de polvo y paja, es acaso la fiesta y celebración por excelencia donde la propia libertad se goza y se agasaja. La ebriedad, en la alegría que ésta muestra, no entiende de nada que la ignore, ni de apropiamientos psíquicos de la misma, ni de pesanteces que interfieran su devenir inocente. Es sin por qué, como la rosa del poema de Sileslus. La entrega sincera a la misma abre escenarios donde la comunicación humana encuentra sintonías, siempre más allá de uno mismo. Son hermosos los momentos para la ebriedad en buena compañía, tiempo para la confianza, el festejo y la broma, donde la existencia y los seres que la pertenecen parecieran elevarse, quedando rotos los limes de la propia individualidad. Muy ajenas son a todo esto esas borracheras donde el genio de la sustancia ofrece al que no es capaz de dar la talla un habitar la ebriedad encerrado en sí mismo, cosificando la realidad, para convertirla, toda ella, en una innoble construcción, paranoica y proyectiva. Ese es el castigo de los dioses a los que no son capaces de compartir la alegría, de recibir lo lúdico, de contemplar el juego de la inocencia. Larga vida a Dionisos, el niño que juega y se mira en el espejo, Dios de la ebriedad.

BIBILIOGRAFIA

EL DIONISIO MODERNO Y LA FARMACIA UTOPICA; Enrique Ocaña
HASCHISCH; Walter Benjamin
LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIÓN & CIELO E INFIERNO; Aldous Huxley
MUNDO INTERIOR, MUNDO EXTERIOR; Albert Hofmann
LAS PLANTAS DE LOS DIOSES; Albert Hofmann, Richard Evans Schultes
LSD; Albert Hofmann
CAMINO A ELEUSIS; Albert Hofmann, Gordon Wasson
HISTORIA GENERAL DE LAS DROGAS. Antonio Escohotado
ALUCINOGENOS Y CULTURA; Peter T. Furst
ENSEÑANZAS DE DON JUAN; Carlos Castaneda
VISITA A GODENHOLM; Ernst Jünger
ACERCAMIENTOS; Ernst Jünger
NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA; Fiedrich Nietzsche

En el pais de los ciegos

H. G. Wells
Abril 24, 2007

Fragmento

-Llevémoslo a que lo escuchen los ancianos. Y súbitamente lo empujaron hacia una puerta que daba entrada a una estancia totalmente oscura, en cuyo fondo brillaba débilmente un hornillo. La multitud se agolpó detrás de él, obstruyendo por completo la puerta; y antes que pudiera detenerse, Núñez tropezó con las piernas de un hombre que debía estar sentado, y sus brazos, al adelantarse en el movimiento instintivo de proteger el cuerpo en la caída, fueron a golpear un rostro en la sombra. Una interjección de cólera siguió al choque, y durante un momento trató de desasirse de las numerosas manos que lo aprisionaban. El combate era desigual y, comprendiéndolo, el viajero permaneció quieto y explicó: -Es que me he caído; como no se ve nada.

Sus palabras se desvanecieron en el silencio como si todos los seres invisibles en torno suyo se esforzaran en comprenderlo. La voz de su conocido Pedro fue la primera en elevarse.

-Está aún tan tierno que tropieza al andar y mezcla a cuanto dice sílabas sin sentido. Y otras voces dijeron también cosas que no entendió completamente. Al fin, en un intervalo del diálogo, preguntó:

-¿Puedo levantarme? prometo no hacerles mal. Después de una corta deliberación le consintieron levantarse. La voz de uno de los viejos inició un interrogatorio, y en poco tiempo Núñez expuso a los ancianos del país de los ciegos, sentados en la sombra, las maravillas del inmenso mundo: el cielo, las montañas, las flores… Mas ellos no quisieron aceptar ninguna de sus verdades, rechazándolas con obstinada incredulidad, que empezó a exasperar al guía. Ni siquiera comprendieron el sentido de gran número de sus palabras: separados por catorce generaciones del universo visible, cuantos vocablos tenían relación con el sentido abolido en ellos, habían desaparecido de su léxico; y los recuerdos de la vida externa se habían atenuado hasta convertirse primero en consejos infantiles y desaparecer al fin. El interés de aquellas gentes concluía en el cinturón de montañas que aprisionaba el valle; y los dos ciegos geniales nacidos en los primeros siglos de su aislamiento, comprendiendo que los vestigios de creencias y tradiciones heredadas de los primitivos colonos sembraban la duda y la incertidumbre en los espíritus, las reemplazaron con explicaciones que aunque ilusorias eran, sin embargo, más exactas para sus posibilidades de relacionarse con el mundo. Toda la parte de su poder imaginativo se había atrofiado con la pérdida de los ojos y, en cambio, nuevos dones adaptados a su oído y a su tacto habían surgido en ellos.

Lentamente, comprendió Núñez que era necio esperar que su origen y la superioridad indudable de ver, le granjearan respeto y estimación. Al ver rechazar sus tentativas de demostrar que veía, como si fueran balbuceos torpes de un ser recién nacido, se resignó; y mitad triste, mitad irónico, se dispuso a escuchar la lección de los ciegos sin rebatirla.

HERBERT GEORGE WELLS

Borat

De comparsa de Ali G a fenómeno mundial sólo hay un paso. O, más concretamente, una gran película.

Año 2005, MTV Europe Music Awards, Lisboa. Cientos de espectadores contemplan asombrados como un tío con pinta de ser menos cool que un chándal del Carrefour sube al escenario para presentar una gala de premios que, en teoría, debería ser el epítome de lo cool. Sólo unos pocos conocían el verdadero origen de Borat, uno de los personajes creados por el gigantesco cómico británico Sacha Baron Cohen para su reivindicable “Da Ali G Show” (2000-2003): falso reportero de Kazajstán con una inclinación natural (e inconsciente) hacia lo políticamente incorrectísimo, Borat es una de las creaciones cómicas más brillantes de los últimos tiempos, sobre todo cuando interactúa con unos entrevistados que no son conscientes de su verdadera naturaleza. Y es que las entrevis-tas son, como en el caso de Ali G y Bruno (el tercer personaje del programa), el quid de la cuestión: al hacerse pasar por un ser lleno de prejuicios, Cohen es capaz de sacar a relucir todos los prejuicios de la Norteamérica a la que se propone analizar.Añadir Anotación

Año 2006, MTV Europe Music Awards, Copenhague. El más bien soso presentador de este año, Justin Timberlake, empieza la función con una conexión vía satélite con Borat, que saluda a todos desde su Kazajstán natal. La mera aparición del reportero en las pan-tallas del escenario da como resultado la mayor ovación de la noche. ¿Qué ha ocurrido entre ambas galas? Pues, sencillamente, ha ocurrido “Borat”, la película (estreno el 17 de noviembre). La mejor comedia del año, y eso es algo de lo que podéis estar seguros.Añadir Anotación

Describir las numerosas proezas que Cohen y el director Larry Charles realizan en este falso documental es tan difícil como interpretar el himno de Kazajstán con un xilófono, así que quiero dejar clara una cosa desde el principio: si quieres reírte hasta que te em-piece a doler la cara, esta es tu película. Hay momentos en “Borat” que igualan el poder cómico de clásicos como “This Is Spinal Tap” o “El gran Lebowski”, y no hay duda de que está destinada a alcanzar su mismo estatus de cine de culto. El secreto de esta fór-mula de éxito es bastante sencillo: Cohen y Charles se atreven a llevar al personaje a sus últimas consecuencias, convirtiendo la película es una road movie absurda que no teme adentrarse en lugares en los que cualquier otro cómico actual no tendría las pelotas de meterse. Dispuesto a revelar la hipocresía de unos Estados Unidos cada vez más pareci-dos a ese Medio Oriente al que consideran su enemigo mortal, Borat cuenta chistes so-bre retrasados mentales, invita a una prostituta a una cena de lujo, pregunta en una ar-mería cuál es la mejor arma para matar a un judío y canta el himno de su país en un ro-deo del Sur profundo. Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es que, en muchas ocasiones, sus entrevistados comparten al cien por cien la xenofobia del personaje, helándonos la carcajada en la garganta como pocas veces lo había hecho una película.Añadir Anotación

Provocadora, valiente, insultantemente divertida y tremendamente inteligente, “Borat” será la cinta que acabe de consolidar a Sacha Baron Cohen como uno de los cómicos más imprescindibles de ahora mismo. Gracias a una campaña de marketing internáutico que nada tiene que envidiar a la que desplegaron los responsables de “Snakes on a Pla-ne”, Borat se está convirtiendo en un auténtico fenómeno a nivel global: sus frases (“Haigh faive”, “Jagshemash”, “Sexy time”, “Liquid exposion”….) están empezando a entrar en el vocabulario popular y su inconfundible traje fue uno de los disfraces que más triunfó este Halloween. De momento, su creador ya está preparando una película sobre Bruno y ha fichado por Tim Burton para la adaptación al cine de la obra teatral “Sweeney Todd”, pero eso ya da un poco igual: con esta magistral película, Cohen se ha ganado el cielo. Un lugar en el que, como Borat se encargaría de recordarnos, no hay ni un solo judío.

Clomro 20 años despues

La mayoría no entiende qué fue lo que pasó conmigo en la noche del 20 de abril de 1986. Cuando explico lo sucedido, sólo unos pocos lo comprenden. Probaré, entonces, explicando cómo habrían sido las cosas si hubieran sucedido de otra manera.
Supongamos que llego al cuerpo con tal o cual historia cósmica y humana de reencarnaciones aquí, y no tengo la mínima idea de quién fue que ocupó este cuerpo de 23 años que acabo de tomar. No sé por qué salió y lo dejó, y no sé ni adónde iré ahora que lo ocupo, pues ignoro en qué hogar y con quienes habitaba la persona cuya identidad acaba de desaparecer. Aunque me lleven a esa casa y al ingresar me saluden como de costumbre saludaban al anterior ocupante de este cuerpo, no tendré idea de quiénes serán esas personas. No sabré moverme por el interior de esa casa, y cuando llegue a mi habitación, no reconoceré objeto alguno de la pertenencia de quien usaba este vehículo físico. ¿Con qué fin he sido puesto en el cuerpo en estas condiciones? Más complicaciones que beneficios. Lo cual no habría sido evitado si yo hubiera traído las memorias de mi procedencia y vidas pasadas en la Tierra y otros mundos: aunque supiera quién fui en otros cuerpos, no sentiría como propio al actual; sería consciente de estar usando un producto físico de otro ser.
Se supone que quienes estuvieron a cargo de ponerme en este cuerpo debían ser capaces de evitar tales inconvenientes, y resolver el asunto de una manera mejor: transfiriéndome las memorias de quien ocupaba este cuerpo. Eso no consiste en tener la sensación de recordar lo que otro hizo como si me fuera ajeno, sino de recordarlo como si fuera propio; sentirme como que sigo siendo él.
A mí se me hizo despierto y de pie en una reunión. A otros, dormidos; a otros, en estado de inconsciencia tras un accidente. Cuando uno debe salir (por la razón que sea) y otro debe entrar, de no haber transferencia de memorias, habría amnesia en quien viene. Y, de hecho, suele haberla en tales casos.
Supongo que de los nacidos antes de 1986, nadie estaba destinado a encontrarse conmigo en esta vida; quizá con el anterior usuario de este cuerpo, pero como lo mío fue reprogramado desde que llegué, supongo que nacidos desde esa fecha tal vez sí puedan haber sido predestinados o programados para encontrarse conmigo, siendo yo parte de toda esta realidad de interconexiones de vidas. Antes de 1986, nada de prevista estaba mi existencia en este cuerpo, ni mi contacto con gente en cuyo camino yo no tenía por qué estar. Suelo no estar en el destino de mayores de 20 años. Así que ningún encuentro conmigo o con nada por mí dicho, escrito, hecho, podría haber estado en el programa personal de ningún mayor de esa edad. Cualquier contacto conmigo no sería de otro origen que de las circunstancias del libre albedrío (entre el poco que hay en este mundo).
No encontrándome en el programa de vida de nadie, mi llegada a cualquier lugar, ante cualquier persona que en 1996 tuviera más de 10 años, era completamente imposible de encajar en cualquier idea de “esto estaba escrito”, “siento que era el destino encontrarnos”, “era la profecía” o cosa por el estilo.
No dudo de que haya gente que, cuando se encuentran el uno con el otro, todas las señales están dadas en cuanto a que así debía ocurrir. No parecía ser ése mi caso.
Aprendiendo a convivir con la realidad de tener que moverme en este mundo sin estar en el destino de nadie, he tenido una sensación de libertad por un lado, y de ser medio fantasma por el otro. Pero cuando los efectos de mi presencia han sido fuertes en unas cuántas vidas, me doy cuenta de que cualquier programa puede ser afectado. Aunque yo no estaba previsto en este mundo, en este tiempo, en este cuerpo, en esta función, mi irrupción parece haber alterado unas cuántas cosas que no se suponía que debieran ocurrir.
La historia quizá llegue a decir que hice unas cuántas cosas en estos 20 años, pero voy por más…
Sólo yo sé cuántas todavía no he logrado y ofrecido. Unas cuántas posiblemente no se realicen, pero otras sí. Y todavía habré de realizar muchas que todavía ni siquiera he pensado.
Saludos a todos en mi aniversario.
Clomro
20 de abril de 2006

COMO EL HOMBRE PIENSA – AS A MAN THINKETH

COMO EL HOMBRE PIENSA – AS A MAN THINKETH

por: JAMES ALLEN
Este libro fue escrito en 1904

ÍNDICE

1. PENSAMIENTO Y CARÁCTER
2. EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LAS CIRCUNSTANCIAS
3. EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LA SALUD DEL CUERPO
4. PENSAMIENTOS Y PROPÓSITO
5. EL FACTOR PENSAMIENTO EN EL ÉXITO
6. VISIÓN E IDEALES
7. SERENIDAD

PREFACIO

Este pequeño volumen (resultado de la meditación y la experiencia) no intenta ser un tratado exhaustivo acerca del poder del pensamiento, de lo que ya mucho se ha escrito. Es más bien sugestivo antes que explicativo, su objetivo es estimular a hombres y mujeres al descubrimiento y la comprensión de la siguiente verdad :

Ellos son forjadores de sí mismos.

en virtud de los pensamientos que escogen y estimulan; que la mente es la fábrica maestra que teje las ropas que visten tanto en lo profundo del carácter como en lo externo de las circunstancias, y que si hasta ahora han tejido ignorancia y sufrimiento pueden tejer iluminación y felicidad.
James Allen

1
PENSAMIENTO Y CARÁCTER

El Aforismo, “Como un hombre piensa en su corazón, así es él,” no sólo abarca su ser, sino que llega a comprender cada condición y circunstancia de su vida. Un hombre es literalmente lo que piensa, siendo su carácter la suma de todos sus pensamientos.
Así como una planta brota de su semilla, y no podría ser de otra manera, así cada acción de un hombre brota de las semillas invisibles del pensamiento, y no podrían existir sin ellas. Lo anterior es aplicable por igual a aquellos actos considerados “espontáneos” y “no premeditados” como a aquellos que son deliberadamente ejecutados.
Las acciones son brotes del pensamiento, y la dicha y el sufrimiento son sus frutos; De este modo el hombre cosecha los frutos dulces y amargos que él mismo siembra.

Los pensamientos en la mente nos hacen lo que somos
Nos forjan y modelan. Si albergas en tu mente
pensamientos inferiores, el dolor te seguirá como
sigue el arado al buey . . . Si en cambio
tus pensamientos son elevados, te seguirá la dicha
como tu propia sombra, es un hecho.

El desarrollo del hombre está gobernado por leyes, no por artificios, y la ley de causa y efecto es tan absoluta e inevitable en el reino oculto de los pensamientos como lo es en el mundo de los objetos visibles y materiales. Un carácter admirable no es asunto de azar o de favor, sino el resultado natural de un constante esfuerzo en albergar los pensamientos correctos, el efecto de una muy larga y apreciada asociación con pensamientos admirables. Un carácter innoble y bestial, por el mismo proceso, es el resultado de pensamientos viles albergados continuamente.
Él es hecho o deshecho por sí mismo; en la armonía del pensamientos forja las armas con las que se destruye; también elabora las herramientas con las que construye para sí mansiones celestiales de felicidad fortaleza y paz. Con la elección y aplicación de los pensamientos correctos el hombre asciende a la perfección divina; Con la aplicación y el abuso de los pensamientos incorrectos, desciende bajo el nivel de las bestias. Entre estos dos extremos están todas las categorías del carácter, y el hombre es su maestro y hacedor.
De todas las maravillosas verdades del alma que han sido recuperadas y redescubiertas en esta era, ninguna más grandiosa y fecunda de divina promesa y esperanza que esta – el hombre es el amo del pensamiento, forjador del carácter, creador y modelador de condiciones, entorno y destino.
Como un ser de Poder, Inteligencia y Amor, y señor de sus propios pensamientos, el hombre posee la llave de cada situación, y lleva consigo la agencia de transformación y regeneración por la cual hace de sí mismo lo que quiere.
El hombre es siempre el amo y señor, aún en su estado de mayor debilidad y abandono; pero en su debilidad y degradación es el amo necio que gobierna mal sus asuntos. Cuando empieza a reflexionar acerca de su condición, y a buscar diligentemente la Ley que lo llevó a ese estado, se transforma en el amo sabio, canalizando inteligentemente su energía, y elaborando pensamientos fructíferos. Ese es el amo sabio, y el hombre sólo puede llegar a serlo descubriendo dentro de sí mismo las leyes del pensamiento; descubrimiento que es resultado de aplicación, auto-análisis, y experiencia.
Solamente después de mucho buscar y excavar el oro y los diamantes son obtenidos, y el hombre puede encontrar cada verdad asociada con su ser si cava con determinación en lo profundo de su alma; y probará inequívocamente que es forjador de su carácter, modelador de su vida, y constructor de su destino, si vigila, controla, y altera sus pensamientos, siguiendo el rastro de sus efectos en sí mismo, en otros, en su vida y circunstancias, enlazando causa y efecto con práctica e investigación pacientes, y utilizando cada experiencia, aún la más trivial, cada hecho cotidiano, como medios para obtener el conocimiento de sí mismo que es Entendimiento, Sabiduría, Poder. En ese sentido, como en ningún otro, está la ley absoluta “Aquel que busque encontrará; a aquel que toque la puerta ésta se le abrirá”; sólo con paciencia, práctica, e impertinencia incesante puede un hombre entrar por la Puerta del Templo del Conocimiento.

2
EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LAS CIRCUNSTANCIAS

La mente de un hombre se compara a un jardín, que puede ser inteligentemente cultivado o ser abandonado y llenarse de hierbas; pero sea cultivado o descuidado, está destinado a producir. Si no se siembran semillas útiles, entonces semillas de hierba mala caerán, crecerán en abundancia y se reproducirán.
Al igual que un jardinero cultiva su parcela, manteniéndola libre de mala hierba, cultivando las flores y frutos que requiere, así debe también el hombre atender el jardín de su mente limpiándola de pensamientos dañinos, inútiles e impuros, y cultivando hasta la perfección las flores y frutos de pensamientos correctos, útiles y puros. Sólo siguiendo este proceso el hombre tarde o temprano descubre que él es el jardinero maestro de su espíritu, director de su vida. También descubre en sí mismo, las leyes del pensamiento, y entiende, cada vez con mayor precisión, cómo la fuerza del pensamiento y los elementos de la mente operan en la formación de su carácter, sus circunstancias y su destino.
El pensamiento y el carácter son uno solo, y mientras el carácter sólo se manifiesta y descubre a través de las circunstancias, el entorno de la vida de una persona siempre estará en armonía con su estado interior. Esto no significa que las circunstancias de una persona en un momento dado son un indicador de todo su carácter, sino que aquellas circunstancias están íntimamente conectadas con algún elemento vital de pensamiento en su interior que, en ese momento, es indispensable para su desarrollo.
Cada hombre está donde está por la ley de su propio ser. Los pensamientos que ha construido en su carácter lo han llevado allí, y en la disposición de su vida no hay elemento de azar, sino el resultado de una ley que no puede fallar. Esto es cierto tanto para aquellos que se sienten descontentos con su entorno como para aquellos que están satisfechos con él.
Como ser de evolución y progreso, el hombre está en un punto en el que debe aprender que ha de crecer; y mientras aprende la lección espiritual que cada circunstancia le ofrece, ésta termina y da lugar a otras circunstancias.
El hombre es abofeteado por las circunstancias mientras se piense a sí mismo como un ser creado por las condiciones exteriores, pero cuando se da cuenta de que es un poder creativo, y que puede manejar las tierras y semillas de su ser de las que las circunstancias nacen, se convierte en el dueño y señor de sí mismo.
El hombre que por algún tiempo ha practicado el autocontrol y la auto purificación sabe que las circunstancias nacen de los pensamientos, porque ha notado que las alteración de sus circunstancias ha estado en exacta relación con la alteración de su estado mental. De este modo, es verdad que cuando un hombre tenazmente se dedica a subsanar los defectos de su carácter, y realiza un progreso rápido y marcado pasa rápidamente por una sucesión de cambios repentinos.
El alma atrae aquello que secretamente alberga; aquello que ama, y también aquello que teme; alcanza la cúspide de sus más preciadas aspiraciones, cae al nivel de sus más impuros deseos; y las circunstancias son los medios por los que el alma recibe lo que es suyo.
Cada semilla de pensamiento sembrado dejado caer en la mente, y que hecha raíces, se reproduce a sí misma, floreciendo tarde o temprano en acciones, produciendo sus propios frutos de oportunidad y circunstancias. Buenos pensamientos producen buenos frutos, malos pensamientos malos frutos.
El entorno de las circunstancias toma forma en el mundo interno de los pensamientos, y todas las condiciones externas, agradables y desagradables, son factores que finalmente existen para el bien del individuo, el hombre aprende tanto sufriendo como disfrutando.
Siguiendo los más íntimos deseos, aspiraciones, pensamientos, por los cuales se deja dominar (persiguiendo visiones engañosas de impura imaginación, o caminando con pie firme el camino de elevadas aspiraciones), el hombre finalmente recibe por completo los frutos de estos en el entorno de su vida.
Las leyes del crecimiento y adaptación se cumplen en todo lugar.
Un hombre no llega a un asilo de ancianos o la cárcel por la tiranía del destino o las circunstancias, sino por el camino de pensamientos serviles y bajos deseos. No cae un hombre de pensamientos puros de repente en el crimen por estrés o por fuerzas meramente externas; pensamientos criminales han sido secretamente albergados en el corazón, y la hora de la oportunidad revela su poder acumulado.
Las circunstancias no hacen al hombre; lo revelan a sí mismo. No puede existir condición tal como descender en el vicio mientras la persona sufre por sus inclinaciones viciosas; o ascender en la virtud y su felicidad pura sin el cultivo continuado de aspiraciones virtuosas; el hombre, por lo tanto, como amo y señor del pensamiento, es el hacedor de sí mismo, el formador y autor de su entorno. Aún en el nacimiento el alma se revela, y en cada paso de su peregrinación atrae aquella combinación de condiciones que la revelan, que son el reflejo de su propia pureza o impureza, su fortaleza y debilidad.
Los hombres no atraen aquello que quieren, sino aquello que son. Sus antojos, caprichos, y ambiciones se frustran a cada paso, pero sus más íntimos pensamientos y deseos se alimentan de sí mismos, sean estos sucios o limpios. La “divinidad que nos da forma” está dentro de nosotros mismos; somos Nosotros Mismos. El hombre está maniatado sólo por sí mismo. El pensamiento y la acción son los carceleros del destino – ellos nos apresan, si son bajos; ellos son también ángeles de Libertad – nos liberan, si son nobles.
No consigue el hombre aquello que desea y por lo que ora, sino aquello que con justicia se gana. Sus deseos y plegarias sólo son gratificadas y atendidas cuando armonizan con sus pensamientos y acciones.
A la luz de esta verdad, ¿cuál es entonces el sentido de “Luchar contra las circunstancias?” Significa que el hombre está continuamente revelándose contera el efecto exterior, mientras todo el tiempo está nutriendo y preservando la causa en su corazón.
Esta causa puede tomar la forma de un vicio consciente o de una debilidad inconsciente; pero cualquiera sea, tercamente retarda los esfuerzos de su poseedor, que de ese modo clama por una cura.
El hombre está ansioso de mejorar sus circunstancias, pero no está tan deseoso de mejorarse a sí mismo; por eso permanece atado. El hombre que no se encoge ante su propia crucifixión nunca fallará en alcanzar el objetivo que se traza en su corazón, esto es tan cierto en las cosas terrenales como divinas. Aún el hombre cuyo único objetivo es alcanzar prosperidad debe estar preparado para realizar grandes sacrificios personales antes que pueda lograr su objetivo; ¿y cuánto más preparado aquel que quiera lograr una vida próspera y equilibrada?.
Este es un hombre miserable y pobre. Está extremamente ansioso deseando que el confort de su entorno y su hogar mejoren, aun así todo el tiempo es mezquino en su trabajo, y se considera justificado al tratar de engañar a su empleador basado en lo miserable de su sueldo. Tal hombre no entiende los simples rudimentos de los principios que son la base de la prosperidad, y no sólo está incapacitado para alzarse sobre su miseria, sino que atrae aún mayores miserias al albergar y actuar siguiendo sus pensamientos indolentes, falsos y cobardes.
Este es un hombre rico que es víctima de una penosa y persistente enfermedad resultado de la glotonería. Está dispuesto a gastar enormes sumas de dinero para curarse, pero no está dispuesto a sacrificar su glotonería. Quiere satisfacer su gusto con comidas poco saludables y gozar a la vez de buena salud. Tal hombre es totalmente incapaz de gozar de buena salud, porque no ha aprendido los principios básicos de una vida saludable.
Este es un empleador que adopta medidas deshonestas para evitar el pago de sueldos reglamentarios, y, en el afán de mejorar sus ingresos, reduce los sueldos de los empleados. Tal hombre no está preparado para la prosperidad, y cuando sus finanzas y su prestigio se encuentren en bancarrota, el culpará a las circunstancias, sin siquiera saber que es él mismo el autor de su condición.
He presentado estos tres casos solamente para ilustrar la verdad de que el hombre es la causa (aunque casi siempre sin ser consciente) de sus circunstancias, y que, mientras aspira un buen fin, continuamente frustra su cometido al estimular pensamientos y deseos que no armonizan con ese fin. Tales casos pueden modificarse y multiplicarse casi indefinidamente, pero no es necesario, porque el lector podrá, si así lo resuelve, rastrear el efecto de las leyes del pensamiento en su propia mente y en su propia vida, y hasta que lo logre, meros hechos externos no servirán como base de su razonamiento.
Las circunstancias, sin embargo, son tan complicadas, el pensamiento está tan profundamente enraizado, y las condiciones de felicidad varían tanto entre individuos, que la condición del alma del hombre en su totalidad (aunque él la conozca) no puede juzgarse de otro modo que no sea por el aspecto externo de su vida.
Un hombre puede ser honesto en cierta dirección, y aún así sufrir de privaciones; un hombre puede ser deshonesto en cierta dirección, y aún así adquirir riquezas; pero la conclusión usual de que el primero falla debido a su particular honestidad, y que el segundo es próspero gracias a su particular deshonestidad, es resultado de un juicio superficial, que asume que el deshonesto es corrupto casi por completo, y el honesto es casi enteramente virtuoso. A la luz de un profundo conocimiento y mayor experiencia, tal juicio se encontrará erróneo. El deshonesto ha de tener algunas virtudes admirables que el otro no posee; y el honesto vicios dañinos que están ausentes en el otro. El hombre honesto cosecha los buenos resultados de sus pensamientos y actos honestos; también atrae el sufrimiento que su vicio produce; El deshonesto del mismo modo cosecha sus propios sufrimientos y dichas.
La vanidad humana se complace al creer que uno sufre por causa de su virtud; pero hasta que el hombre haya extirpado cada pensamiento malsano, amargo e impuro de su mente, y limpiado cada mancha pecaminosa de su alma, no estará en posición de saber y decir que sus sufrimientos son resultado de su buenas, y no de sus malas cualidades; y en el camino de la perfección, habrá encontrado funcionando en su mente y en su vida, la Gran Ley que es absolutamente justa, y que no da bien por mal, ni mal por bien. En posesión de tal conocimiento, entenderá, mirando atrás en su pasada ignorancia y ceguera, que su vida se desarrolla, y siempre se desarrolló, con justicia, y que todas sus experiencias pasadas, buenas y malas fueron fruto imparcial de su propio ser en proceso de evolución.
Buenos pensamientos y acciones jamás pueden producir malos resultados; malos pensamientos y acciones no pueden jamás producir buenos resultados. Esto no es otra cosa que afirmar que no puede cosecharse más que trigo del trigo, u ortiga de la ortiga. El hombre entiende esto en el mundo natural, y trabaja con ese conocimiento; pero pocos lo entienden en el mundo moral y mental (aunque esta operación es tan simple y directa), y por lo mismo no cooperan con esa ley.
El sufrimiento es siempre el efecto de los pensamientos equivocados en alguna dirección. Es indicador de que el individuo está fuera de armonía consigo mismo, con la ley de su ser. El único y supremo uso del sufrimiento es la purificación, quemar todo aquello que es inútil e impuro. El sufrimiento cesa para quien es puro. No hay sentido en quemar el oro después que la escoria se ha retirado, y un ser perfectamente puro e iluminado no puede sufrir.
Las circunstancias por las que un hombre se encuentra con el sufrimiento son el resultado de su propia falta de armonía mental, las circunstancias por las que el hombre se encuentra con la buenaventura son los resultados de su propia armonía mental. Buenaventura, no posesiones materiales, es la medida del pensamiento correcto; la infelicidad, no la falta de posesiones materiales, es la medida del pensamiento errado. Un hombre puede ser desgraciado y ser rico; puede ser bendito y pobre. La buenaventura y riqueza sólo se juntan cuando la riqueza es empleada correctamente y con sabiduría; y el hombre pobre sólo desciende a la miseria cuando considera su destino como una carga injustamente inflingida.
La indigencia y la indulgencia son dos extremos de la miseria. Ambas son igualmente innaturales y el resultado de un desorden mental. Un hombre no está correctamente adaptado hasta que es un ser feliz, saludable y próspero; y la felicidad, salud y prosperidad son el resultado de la armonía entre su mundo interno y externo, del hombre con su entorno.
Un hombre sólo empieza a ser hombre cuando deja de lamentarse y maldecir, y comienza a buscar la justicia oculta que gobierna su vida. Y al adaptar su mente a este factor gobernante, cesa de acusar a otros como la causa de su situación, y se forja a sí mismo con pensamientos nobles y fuertes; deja de patalear contra las circunstancias, y empieza a utilizarlas como ayuda para progresar más rápido, y como un medio para descubrir el poder y las posibilidades ocultas dentro de sí.
Ley, y no confusión, son el principio dominante del universo; justicia, no injusticia, es el espíritu y sustancia de la vida; rectitud, y no corrupción, es la fuerza moldeadora y motivadora que gobierna el espíritu del mundo. Siendo esto así, el hombre no tiene opción más que descubrir que el universo funciona correctamente, y al rectificarse, encontrará que mientras cambia sus pensamientos respecto a las situaciones y la gente, las situaciones y la gente cambiarán respecto a él.
La prueba de esta verdad está en cada persona, y por ello puede verificarse fácilmente mediante una introspección y auto-análisis sistemáticos. Cambie un hombre radicalmente sus pensamientos, y se asombrará de la rápida transformación que operará en las condiciones materiales de su vida.
El hombre imagina que puede mantener en secreto sus pensamientos, pero no puede; rápidamente estos se cristalizan en hábitos, y los hábitos toman forma de circunstancias. Pensamientos indulgentes se cristalizan en hábitos de indulgencia respecto a la bebida y el sexo, que toman forma de destrucción y padecimiento; pensamientos impuros de todo tipo se cristalizan en hábitos de desorientación y debilidad, que toman forma de circunstancias de perturbación y adversidad; pensamientos de temor, duda e indecisión se cristalizan en hábitos de debilidad, falta de hombría e irresolución, que toman forma de circunstancias de fracaso, indigencia, y dependencia; pensamientos de pereza se cristalizan en hábitos de desaseo y deshonestidad, que toman forma de circunstancias de inmundicia y mendicidad; pensamientos de odio y condena se cristalizan en hábitos de acusación y violencia, que toman forma de circunstancias de injuria y persecución; pensamientos narcisistas de todo tipo se cristalizan en hábitos egoístas, que toman forma de circunstancias de mayor o menor angustia.
Por otro lado, pensamientos nobles de cualquier tipo se cristalizan en hábitos de gracia y bondad, que toman forma de circunstancias de felicidad y cordialidad; pensamientos puros se cristalizan en hábitos de temperancia y dominio de sí mismo, que toman forma de circunstancias de paz y tranquilidad; pensamientos de valentía, auto-confianza y decisión se cristalizan en hábitos valerosos, que toman forma de circunstancias de éxito, plenitud y libertad; pensamientos llenos de energía se cristalizan en hábitos de pulcritud y laboriosidad, que toman forma de circunstancias placenteras; pensamientos nobles y caritativos se transforman en hábitos de generosidad, que toman formas de circunstancias de protección y preservación; pensamientos de amor y generosidad cristalizan en hábitos de desprendimiento, que toman forma de circunstancias de prosperidad perdurable y riqueza verdadera.
La persistencia en una sucesión dada de pensamientos, sean estos buenos o malos, no falla en producir resultados en el carácter y las circunstancias. Un hombre no puede escoger directamente sus circunstancias, pero puede escoger sus pensamientos, y de ese modo, indirectamente, pero con certeza, dar forma a sus circunstancias.
La naturaleza se encarga de ayudar a todos los hombres en la satisfacción de los pensamientos que lo dominan, y le presenta las oportunidades que hagan realidad de la manera más rápida tanto sus pensamientos constructivos como destructivos.
Cese un hombre de pensar pecaminosamente, y el mundo se ablandará para él, y estará listo para ayudarlo, deje de lado sus pensamientos débiles y enfermizos, y oh! las oportunidades nacerán en cada mano para ayudarlo en sus resoluciones; motive buenos pensamientos, y no habrá fatalidad que lo ate a la miseria y la vergüenza. El mundo es tu caleidoscopio, y la variedad y combinación de colores que a cada momento te presenta son las imágenes exquisitamente ajustadas de tus pensamientos siempre en movimiento.

Serás lo que has que ser
Que la derrota encuentre su falsa felicidad
en lo que cree que es tu realidad
pero tu espíritu la desprecia

Domina el tiempo y conquista el espacio;
vence aquella vanidosa embaucadora, “la suerte”
derrota a la circunstancia,
la pone a su servicio

El deseo humano, que poder
descendiente de un espíritu inmortal
puede hacer un camino a cualquier objetivo
aunque murallas inmensas se opongan

No te impacientes cuando intentes
que cuando logres entender
que tu espíritu es quien manda
hasta los dioses han de obedecer

3
EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LA SALUD DEL CUERPO

El cuerpo es el siervo de la mente, obedece a las operaciones de la mente, sean estos deliberados o automáticos. Siguiendo pensamientos indebidos el cuerpo rápidamente se hunde en la enfermedad y el decaimiento; siguiendo pensamientos virtuosos se viste de juventud y belleza.
La salud y la enfermedad, al igual que las circunstancias, tienen su raíz en los pensamientos, pensamientos enfermizos se expresan a través de un cuerpo enfermo. Se ha sabido que los pensamientos de temor matan a un hombre tan rápido como una bala, y continuamente matan miles de gentes, tal vez no tan rápido, pero sí con igual efectividad. La gente que vive con temor a las enfermedades es la gente que las contrae. La ansiedad rápidamente debilita el cuerpo, y lo deja expuesto a la enfermedad; mientras pensamientos impuros, aunque no tengan un origen físico, pronto destruirán el sistema nervioso.
Pensamientos energéticos, de pureza y dicha producen en el cuerpo vigor y gracia. El cuerpo es un instrumento muy delicado y plástico, que responde rápidamente a los pensamientos que lo dominan, y los hábitos de pensamiento producirán sus efectos sobre él, sean estos buenos o malos.
El hombre continuará teniendo sangre impura y envenenada mientras sus pensamientos sean impuros. De un corazón limpio emana una vida y un cuerpo limpios. De una mente contaminada proceden una vida y un cuerpo corruptos. El pensamiento es la fuente de toda acción, de la vida y su manifestación; construye una fuente que sea limpia y todo será puro.
El cambio de dieta no ayudará a un hombre que no cambia sus pensamientos. Cuando un hombre purifica sus pensamientos, no deseará más comida impura.
Si deseas perfeccionar tu cuerpo, sé celoso con tu mente. Si quieres renovar tu cuerpo, embellece tu mente. Pensamientos de malicia, envidia, decepción, desaliento, le arrebatan al cuerpo su gracia y salud. Una cara amarga no es cuestión de azar, sino de pensamientos amargos.
Las arrugas que desfiguran están hechas por la necedad, la pasión y el orgullo.
Conozco una mujer de noventa y seis años que posee la inocente y luminosa cara de una niña. Conozco un hombre que no alcanza la mediana edad cuya cara está desfigurada por líneas sin armonía. Una es el resultado de una disposición dulce y vívida, el otro el resultado de la pasión y el descontento.
Así como no puedes tener un hogar saludable y dulce si no dejas entrar libremente el aire y la luz del sol en las habitaciones, así un cuerpo vívido, feliz, o un rostro sereno sólo puede ser resultado de dejar entrar libremente en la mente pensamientos felices, buenos deseos y serenidad.
En la cara de los ancianos hay arrugas producidas por la simpatía. Otras por pensamientos puros y vigorosos; y otras talladas por la pasión: ¿quién no puede distinguirlas? Para aquellos que han vivido correctamente, la edad trae calma, paz, como una puesta de sol. Recientemente he observado a un filósofo en su lecho de muerte. Era viejo sólo de años, murió tan dulce y calmadamente como vivió.
No hay mejor medicina que los pensamientos felices para disipar los males del cuerpo; no hay mejor reconfortante que la buena voluntad para disipar las sombras de la pena y la amargura. Vivir continuamente con pensamientos malévolos, cínicos, y envidiosos, es confinarse en una prisión hecha por uno mismo. Pero pensar bien de todos, ser amable con todos, y pacientemente aprender a encontrar el lado bueno de las cosas – tales pensamientos son las verdaderas puertas del cielo; y vivir el día a día en pensamientos de paz hacia toda criatura atraerá paz en abundancia a su poseedor.

4
PENSAMIENTOS Y PROPÓSITO

Hasta que el pensamiento no esté acompañado de un propósito no habrá logro inteligente alguno. La mayoría permite que sus pensamientos naveguen sin rumbo y a la deriva por el océano de la vida. Tal falta de propósito es un vicio, y no ha de permitirla aquel que quiere estar a salvo de la catástrofe y la destrucción.
Quien no tiene un propósito central en su vida cae presa fácil de preocupaciones banales, miedos, problemas, y auto-compasión, y así se dirige, tan seguro como si lo buscara con intención (aunque por un camino distinto), al fracaso, la infelicidad, la pérdida de lo querido, porque la debilidad no puede perdurar en un universo de poder.
El hombre debe concebir un propósito legítimo en su corazón, y luchar por alcanzarlo. Debe hacer de este propósito el centro de sus pensamientos. Puede tomar forma de un ideal espiritual, o puede ser un objeto terrenal, de acuerdo con su naturaleza y los tiempos; pero cualquiera sea, debe firmemente enfocar la fuerza de sus pensamientos hacia el objetivo que tiene ante él. Debe hacer de este propósito su tarea suprema, y debe dedicarse por completo a conseguirlo, evitando que sus pensamientos divaguen en caprichos, antojos y fantasías, este es el camino real del dominio de sí mismo y la verdadera concentración del pensamiento. Aún si falla una y otra vez en alcanzar su propósito (como tiene que suceder hasta que venza su debilidad), la fuerza de carácter ganado será la verdadera medida de su poder y su conquista, y formará un nuevo punto de partida para la victoria y el poder futuros.
Quienes no están preparados para un propósito grandioso, deberán fijar sus pensamientos en ejecutar sin faltas su asignación, no importa qué insignificante pueda parecer. Sólo de esta manera pueden los pensamientos ser concentrados y enfocados, y la energía y la resolución pueden desarrollarse, y una vez logrado esto, no habrá nada que no se pueda lograr.
El alma más débil, conocedora de su debilidad, y creyendo esta verdad – que el poder sólo puede ser desarrollado con esfuerzo y práctica, podrá aplicarla en sí misma, y añadiendo esfuerzo al esfuerzo, paciencia a la paciencia, y fuerza a la fuerza nunca dejará de crecer, y al final crecerá con fuerza divina.
Así como el hombre físicamente débil puede fortalecerse mediante un cuidadoso y paciente ejercicio, así el hombre de pensamientos débiles puede convertirlos en poderosos ejercitándose a sí mismo en el pensar correcto.
Eliminar la falta de propósito y la debilidad, y empezar a pensar con propósito, es ascender al rango de aquellos que sólo reconocen el fracaso como uno de los caminos al éxito; quienes hacen que las circunstancias les sirvan, y quienes piensan con fortaleza, se lanzan con fiereza, y vencen con maestría.
Habiendo concebido su propósito, el hombre debe marcar mentalmente una línea recta que lo lleve a su objetivo, sin mirar a la derecha ni a la izquierda. La duda y el miedo deben excluirse rigurosamente; son elementos que desintegran, que rompen la línea recta del esfuerzo, y la desvían, son inútiles, ineficaces. Los pensamientos de duda y temor nunca han logrado una meta, y nunca podrán. Siempre conducen al fracaso. El propósito, la energía, el poder, y los pensamientos enérgicos se detienen cuando la duda y el temor se arrastran entre ellos.
La decisión y el propósito emanan de saber lo que podemos hacer. La duda y el miedo son los grandes enemigos del conocimiento, y aquel que los aliente, y no los elimine, encontrará la frustración a cada paso.
Aquel que haya conquistado la duda y el miedo ha conquistado al fracaso. Cada uno de sus pensamientos está aliado al poder, y las dificultades son valientemente enfrentadas y derrotadas con sabiduría. Sus propósitos son sembrados oportunamente, y florecen y producen frutos que caerán de tan maduros.
El pensamiento aliado fuertemente al propósito se convierte en una fuerza creativa; aquel que comprenda esto está listo para transformarse en un ser superior y más fuerte que un simple atado de pensamientos vacilantes y sensaciones cambiantes. Quien logre esto se habrá convertido en al amo consciente e inteligente de sus poderes mentales.

5
EL FACTOR PENSAMIENTO EN EL ÉXITO

Todo lo que el hombre logra y todo en lo que falla es resultado directo de sus pensamientos. En un universo gobernado con justicia, en el que la falta de equidad significaría la destrucción total, la responsabilidad individual ha de ser absoluta. La debilidad y fortaleza de un hombre, su pureza e impureza, son suyas, y de nadie más; son labradas por él mismo, y no por otro, y pueden ser alteradas sólo por él, nunca por otro. Su condición es también suya y de nadie más. Su sufrimiento y su felicidad emanan de adentro. Como él piense, así es él; como siga pensando, así seguirá siendo.
Un hombre fuerte no puede ayudar a uno débil a menos que el débil desee ser ayudado, más aún, el débil ha de hacerse fuerte por sí mismo; debe, con su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en otro. Nadie más que él puede alterar su condición.
Ha sido habitual para el hombre pensar y decir. “Muchos hombres son esclavos porque uno es opresor, odiemos al opresor.” Actualmente, sin embargo, hay una pequeña y creciente tendencia de invertir dicho juicio y decir, “Un hombre es opresor porque muchos son esclavos; despreciemos a los esclavos.” La verdad es que opresor y esclavo cooperan en su ignorancia, y, mientras parece que se afligen el uno al otro, se afligen en realidad a ellos mismos. Un conocimiento perfecto percibirá la acción de la ley en la debilidad del oprimido y en el poder mal aplicado del opresor; un Amor perfecto, al ver el sufrimiento que ambos estados implica, no condena a ninguno; una Compasión perfecta abraza a ambos, opresor y oprimido.
Aquel que ha conquistado a la debilidad, y ha alejado de sí pensamientos egoístas, no pertenece a opresores ni a oprimidos. Él es libre.
Un hombre sólo puede elevarse, conquistar y alcanzar el éxito, elevando sus pensamientos. Sólo puede permanecer débil, abatido y miserable al negarse a elevar sus pensamientos.
Antes de que un hombre pueda lograr cualquier meta, aun metas terrenales, debe elevar sus pensamientos por encima del esclavismo animal y la indulgencia. No ha de rendirse, si quiere triunfar, ante su animalidad ni egoísmo, de ninguna manera; pero una parte de él debe, al menos, ser sacrificada. Un hombre cuyo pensamiento principal es de indulgencia animal no puede pensar claramente, ni planear metódicamente; Si no empieza a controlar con valentía sus pensamientos, no está en capacidad de controlar otros asuntos y adoptar responsabilidades serias. No está preparado para actuar de forma independiente y por sí solo. Pero sólo lo limitan los pensamientos que él escoge.
No puede haber progreso ni logro sin sacrificio, y el éxito terrenal de un hombre se logrará en la medida que sacrifique sus pensamientos animales y confusos, y concentre su mente en el desarrollo de planes, y el fortalecimiento de su resolución y auto-confianza. Y mientras más elevados sean sus pensamientos, se convertirá en alguien más valeroso, grande y correcto, mayores serán sus logros, benditos y duraderos serán sus éxitos.
El universo no favorece al codicioso, al deshonesto, al vicioso, aunque superficialmente a veces pareciera hacerlo; ayuda al honesto, al magnánimo, al virtuoso. Todos los grandes Maestros de todas las eras han declarado esto de distintas maneras, y para probarlo y entenderlo el hombre no tiene más que persistir en hacerse más y más virtuoso elevando sus pensamientos.
Los logros intelectuales son el resultado de un pensamiento consagrado a la búsqueda del conocimiento, o de la belleza y la verdad en la naturaleza. Tales logros pueden estar a veces ligados a la vanidad y la ambición pero no son el resultado de estas características; son el resultado natural de un arduo y prolongado esfuerzo, y de pensamientos puros y desinteresados.
Los logros espirituales son la consumación de aspiraciones divinas. Aquel que vive constantemente en la concepción de nobles y elevados pensamientos, que vive puro y desinteresado, se convertirá, tan seguro como que el sol alcanza su cúspide, y la luna llega a ser llena, en un hombre sabio y noble de carácter, y se elevará a una posición de influencia y buena fortuna.
El éxito, de cualquier tipo, es la corona del esfuerzo, la diadema del pensamiento. Con la ayuda del dominio de sí mismo, resolución, pureza, rectitud, y pensamientos bien orientados, el hombre asciende; llevado por la irracionalidad, indolencia, impureza, corrupción, y pensamientos confusos el hombre desciende.
Un hombre puede elevarse a grandes hazañas terrenales, e incluso a sublimes altitudes en el mundo espiritual, y descender otra vez a la miseria al permitir que pensamientos arrogantes, egoístas y corruptos lo posean.
Las victorias obtenidas mediante el pensamiento correcto pueden ser conservadas sólo con vigilancia. Muchos cesan sus esfuerzos cuando el éxito está asegurado, y rápidamente caen en la derrota.
Todo logro, sea en los negocios, intelectual, o espiritual, son el resultado de pensamientos orientados con definición, están gobernados por la misma ley y por el mismo método; la única diferencia es el objetivo.
Aquel que quiera lograr poco ha de sacrificar poco; quien quiera lograr mucho ha de sacrificar mucho; quien quiera lograr grandezas debe sacrificar grandemente.

6
VISIÓN E IDEALES

Los soñadores son los salvadores del mundo. Así como el mundo visible se sostiene por fuerzas invisibles, así el hombre, entre todos sus juicios, pecados y vocaciones sórdidas, se nutre de las visiones de belleza de sus soñadores solitarios. La humanidad no puede olvidar a sus soñadores, no puede dejar sus ideales desaparecer y morir; la humanidad vive en estos, los conoce como las realidades que un día serán vistas y conocidas.
Los compositores, escultores, pintores, poetas, profetas, visionarios, ellos son los hacedores del mundo, los arquitectos del cielo. El mundo es bello porque ellos vivieron, sin ellos la laboriosa humanidad perecería.
Aquel que lleva en el corazón una visión maravillosa, un ideal noble, algún día lo realizará. Colón llevó en su corazón la visión de otro mundo, y lo descubrió; Copérnico impulsó la visión de muchos mundos y un universo más extenso, y lo descubrió; Buda contempló una visión de un mundo espiritual de santidad y paz perfecta, y entró en él.
Valora tus visiones; valora tus ideales; valora la música que agita tu corazón, la belleza que se forma en tu mente, la gracia que viste tus más puros pensamientos, de ellos crecerán condiciones encantadoras, un ambiente celestial; de ellas se construirá, si te mantienes fiel, tu mundo.
Querer es poder; soñar es lograr. ¿Deberán los bajos deseos del hombre recibir la máxima gratificación, y sus aspiraciones más puras morir sin sustento? Esa no es la ley: Tal condición nunca ocurrirá: “Pide y recibirás”.
Sueña nobles sueños, y mientras sueñes te convertirás. Tu visión es la promesa de lo que un día serás. Tu ideal es la profecía de lo que un día llegarás a revelar.
Los logros más grandes fueron al inicio y por un tiempo un sueño. El roble duerme en la bellota; el ave espera en el huevo; y en la más elevada visión del alma un ángel de la guarda se agita. Los sueños son las semillas de la realidad.
Tus circunstancias pueden no ser de tu agrado, pero no han de seguir siendo las mismas si concibes un ideal y luchas por alcanzarlo. Tú no puedes movilizarte por dentro y permanecer estático por fuera.
Este es un joven oprimido por la pobreza y el trabajo; confinado largas horas en un taller insalubre; sin escuela, y sin el arte del refinamiento. Pero sueña con cosas mejores; piensa en la inteligencia y el refinamiento, en gracia y belleza. Concibe, y crea con su mente, una vida ideal; la visión de una libertad más amplia y miras más elevadas toma posesión de él; la ansiedad lo lleva a la acción, y utiliza todo su tiempo libre y sus medios, aunque sean pequeños, al desarrollo de sus poderes y talentos ocultos.
Muy pronto su mente ha sido tan alterada que el taller no puede retenerlo más. Se ha convertido en algo tan fuera de armonía con sus pensamientos que queda fuera de su vida como una ropa que es tirada, y, al crecer las oportunidades que encajan con las miras de su creciente poder, se desvanece para siempre.
Años más tarde, vemos a este joven como todo un hombre. Lo encontramos dueño de ciertas fuerzas mentales que esgrime con influencia universal y poder casi inigualado. En sus manos toma los hilos de responsabilidades gigantescas; él habla, y mira! las vidas cambian, hombres y mujeres toman sus palabras y las siguen para modificar su carácter, y, como la luz del sol, se convierte en el centro y eje luminoso alrededor del que innumerables destinos se giran.
Ha realizado la Visión de su juventud. Se ha convertido en uno con su ideal.
Y tú también, joven lector, lograrás la visión (no el deseo ocioso) de tu corazón, sea éste bajo o hermoso, o una mezcla de ambos, porque tu destino siempre te lleva hacia aquello que secretamente más amas. En tus manos será entregado el resultado exacto de tus pensamientos; recibirás lo que te ganes; no más, no menos. Cualquiera sea tu entorno actual, caerás, permanecerás, o te elevarás con tus pensamientos, tu Visión, tu Ideal.
Llegarás a ser tan pequeño como los deseos que te controlan, tan grande como tus aspiraciones dominantes: en las hermosas palabras de Kirkham Davis, “Puedes ser contador, y en breve has de salir por la puerta que por tanto tiempo ha parecido la barrera para tus ideales, y te encontrarás ante una audiencia – el lápiz aún sobre tu oreja, la tinta aún en tus dedos – y allí y entonces derramar el torrente de tu inspiración. Puedes estar pastando ovejas, y vagarás en la ciudad -bucólico y con la boca abierta; entrarás bajo la intrépida guía del espíritu en el estudio del maestro, y después de un tiempo él te dirá, ‘no tengo nada más que enseñarte.’ Y ahora te has convertido en el maestro, quien hace poco soñaba grandezas mientras pastaba ovejas. Dejarás la sierra y el cepillo para tomar en tus manos la regeneración del mundo”.
El descuidado, el ignorante, y el indolente, viendo sólo el efecto aparente de las cosas y no las cosas en sí, habla de suerte, fortuna, y azar. Al ver a un hombre hacerse rico dirán, “¡cuánta suerte tiene!” Al observar a otro hacerse intelectual exclamarán, “¡Que favorecido es!” Y al notar el carácter santo y la gran influencia de otro comentarán, “¡Cómo lo ayuda el azar a cada momento!” Ellos no ven los intentos, fracasos y la lucha que estos hombres han enfrentado voluntariamente para ganar experiencia; no conocen del sacrificio que han hecho, de los esfuerzos intrépidos que se han propuesto, de la fe que han ejercido para lograr lo aparentemente imposible, y realizar la Visión de su corazón. Ellos no saben de la oscuridad y la angustia; sólo ven la luz y la dicha, y la llaman “suerte”; no ven las largas y arduas jornadas, sino sólo contemplan el logro placentero, y lo llaman “buena fortuna”; no entienden el proceso, sino sólo perciben el resultado, y lo llaman “azar”.
En todos los asuntos humanos hay esfuerzos, y hay resultados, y la fortaleza del esfuerzo es la medida del resultado. No la suerte. “Regalos”, poder, posesiones materiales, intelectuales y espirituales son el fruto del esfuerzo; son pensamientos consumados, objetivos alcanzados, visiones realizadas.
La visión que glorifiques en tu mente, el ideal que ganó el trono de tu corazón – Con esto construirás tu vida, en eso te convertirás.

7
SERENIDAD

La tranquilidad de la mente es una de las bellas joyas de la sabiduría, es el resultado de un esfuerzo largo y paciente en el dominio de sí mismo. Su presencia es indicadora de una experiencia madura, y de un conocimiento más que ordinario de las leyes y el funcionamiento del pensamiento.
Un hombre alcanza la tranquilidad en la medida que se entiende a sí mismo como un ser que evoluciona del pensamiento. Para tal conocimiento necesita entender a los otros como el resultado del pensamiento, y mientras desarrolla el entendimiento, y ve con mayor claridad las relaciones internas de las cosas por la acción de causa y efecto, cesa su agitación, su enfado, su preocupación y su congoja, y permanece en equilibrio, inalterable, sereno.
El hombre calmado, habiendo aprendido cómo gobernarse, sabe cómo adaptarse a otros; y estos, a su vez, reverencian su fortaleza espiritual, y sienten que pueden aprender de él, y confiar. Cuanto más tranquilo sea un hombre, mayor es su éxito, su influencia, su poder para el bien. Aún el mercader ordinario encontrará que la prosperidad de sus negocios crece mientras desarrolla un mayor dominio de sí mismo y ecuanimidad, pues la gente siempre ha de preferir hacer tratos con un hombre cuya conducta sea firmemente estable.
El hombre fuerte y calmado es siempre amado y reverenciado. Es como un árbol que brinda sombra a una tierra sedienta, o una roca en la que resguardarse de una tormenta. ¿Quién no ama un corazón tranquilo, una vida dulcemente templada y balanceada? No importa si llueve o hay sol, o qué cambios ocurran en el poseedor de estas bendiciones, pues serán siempre dulces, serenos y calmados. Aquel equilibrio de carácter que nosotros llamamos serenidad es la lección final de la cultura; es el florecimiento de la vida, el fruto del alma. Es precioso como la sabiduría, ha de ser más deseado que el oro – sí, más que el fino oro. Cuán insignificante se ve quien sólo busca el dinero en comparación con una vida serena – una vida que mora en el océano de la Verdad, por debajo de las olas, fuera del alcance de las tempestades, ¡en Eterna Calma!
Cuánta gente conocemos que envenena sus vidas, arruina todo lo que es dulce y bello con un temperamento explosivo, destruyen el equilibrio de su carácter, ¡y hacen mala sangre! Es una cuestión si la gran mayoría de gente no arruina sus vidas, y estropea su felicidad por falta de dominio de sí mismos. Cuán poca gente conocemos en la vida con un carácter balanceado, que tiene ese exquisito equilibrio que es característico de un carácter refinado.
Sí, la humanidad emerge con pasión descontrolada, es turbulenta con amargura ingobernada, está casi arruinada por la ansiedad y la duda. Sólo el hombre sabio, sólo aquel cuyos pensamientos están controlados y purificados, hace que los vientos y las tormentas del alma le obedezcan.
Almas sacudidas por la tempestad, donde quieran que estén, sea cual fuere la condición bajo la que viven – en el océano de la vida las islas de dicha sonríen, y la orilla soleada de tu ideal espera tu venida. Mantén tu mano firme sobre el timón de tus pensamientos. En la barca de tu alma se reclina el Maestro al mando; sólo esta dormido; despiértalo. El control de ti mismo es poder; el Pensamiento correcto es maestría, la Calma es poder, di dentro en tu corazón, “la Paz sea contigo”.

Crónicas Marcianas. Ray Bradbury, Los Colonos

BradburyJunio 22, 2007AGOSTO DE 2001

Los hombres de la Tierra llegaron a Marte.

Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. Abandonaban mujeres odiosas, trabajos odiosos o ciudades odiosas; venían para encontrar algo, dejar algo o conseguir algo; para desenterrar algo, enterrar algo o alejarse de algo. Venían con sueños ridículos, con sueños nobles o sin sueños. El dedo del gobierno señalaba desde letreros a cuatro colores, en innumerables ciudades: HAY TRABAJO PARA USTED EN EL CIELO. VISITE MARTE! Y los hombres se lanzaban al espacio. Al principio sólo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aún antes que el cohete dejara la Tierra. Y a esta enfermedad la llamaban la soledad, porque cuando uno ve que su casa se reduce hasta tener el tamaño de un puño, de una nuez, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás de una estela de fuego, uno siente que nunca ha nacido, que no hay ciudades, que uno no está en ninguna parte, y sólo hay espacio alrededor, sin nada familiar, sólo otros hombres extraños. Y cuando los estados de Illinois, lowa, Missouri o Montana desaparecen en un mar de nubes, y más aún, cuando los Estados Unidos son sólo una isla envuelta en nieblas y todo el planeta parece una pelota embarrada lanzada a lo lejos, entonces uno se siente verdaderamente solo, errando por las llanuras del espacio, en busca de un mundo que es imposible imaginar.

No era raro, por lo tanto, que los primeros hombres fueran pocos. Crecieron y crecieron en número hasta superar a los hombres que ya se encontraban en Marte. Los números eran alentadores.

Pero los primeros solitarios no tuvieron ese consuelo.

1 40 41 42 43 44 421