Entrevista a un chamán shuar

Entrevista a un chamán shuar

El periódico a veces trae buenas noticias…

01/09/2003
HILARIO CHIRIAP, CHAMÁN DE LA NACIÓN SHUAR
“Mira hacia atrás y verás delante de ti”

Tengo 38 años. Nací en Asaú, una comunidad shuar en la selva
amazónica dentro del Estado de Ecuador: mis padres sobrevivieron a
30 años de guerras tribales; mis abuelos chamanes, no. Tengo cinco
hijos y una mujer, Rosa, que viaja conmigo. Creo que tenemos que
limpiar nuestras raíces con las cuatro muertes para poder crecer

Mi familia era de chamanes, pero mis padres vivieron 30 años de
guerra…

–¿Con el gobierno?

No, entre tribus. Mis abuelos fueron exterminados en las guerras
tribales y mis padres tuvieron que huir. Éramos trece hermanos y yo
fui educado en la tradición chamánica de mi pueblo, la nación
shuar…

–¿No eran ustedes los jíbaros?

No nos gusta ese nombre. Nos lo pusieron los conquistadores
españoles.

–No quería ofender…

Somos shuar. Los salesianos empezaron a trabajar con nuestra gente
en los años 60 y yo fui uno de los elegidos de mi pueblo para
estudiar. Fui enviado a misiones y luego llegué a la universidad en
Quito, pero no quise quedarme allí.

–¿Por qué?

Cuando estudiaba en el colegio, algunos profesores no entendían que
pudiéramos ser tan buenos en matemáticas, como los mejores, y nos
ponían peores notas que a los mestizos y a los blancos. Estuve
interno hasta los 18 años y tenía que soportar muchos desprecios por
mi raza, hasta que, por fin, consiguieron que, cuando era ya mayor,
no estuviera orgulloso de ser un shuar.

–¿Y qué le hizo convertirse en el líder espiritual de su nación?

Yo no era feliz en Quito. Pero hablaba con mi madre siempre que
volvía a mi pueblo. Mi madre había heredado el chamanismo de mis
abuelos y me explicó cómo todos los seres vivimos y morimos en la
misma tierra bajo el mismo sol respirando el mismo aire: somos lo
mismo. Todos venimos de lo mismo y vamos a parar a lo mismo.

–Eso me suena.

Así que yo no podía sentirme inferior.

–¿Siguió estudiando?

Sí, pero a los dos años de universidad me di cuenta de que mis
chamanes tenían tanto que enseñarme como la universidad. Volví a mi
casa y empecé a estudiar con mi madre, que sabe todos los ritos
tradicionales, luego estuve con los chamanes de otras naciones
indias que todavía no hablaban español y al fin con Jimpikit, mi
maestro.

–¿Qué aprendió?

El valor de la vida y el camino de las cuatro muertes; aprendí a
respirar, a curar lo curable y a aceptar lo incurable. Supe de
cientos de plantas que crecen en nuestra Amazonia y que mi madre
mencionaba en sus cantos hasta que se acababa su memoria junto a los
peces y los pájaros y los animales. Ella los nombraba para que no se
extinguieran.

–¿Qué son las cuatro muertes?

Nosotros al nacer no estamos limpios. Heredamos siglos de guerras,
de odios, de asesinatos, de robos y abusos, de destrucción de la
naturaleza, de la tierra, del agua, del aire, de los árboles y
animales… Es una pesada carga que vas arrastrando contigo por el
mundo y que te impide crecer.

–¡Qué le vamos a hacer!

Se puede hacer algo. Nosotros creemos que podemos recuperar los
ancestros. Conocer tus raíces, volver por ellas, reconociendo a tus
antepasados hasta la tierra. Y cuando has limpiado tus raíces,
crecerás como un árbol, pero limpio. Hay que mirar hacia atrás para
poder ver delante de ti.

–¿Y eso cómo lo hacen?

Hay que purificar tu genética: morir para ver a tu familia hasta las
raíces, y así abrirás tu mente y comprenderás.

–¿Habla de tomar drogas?

Hay sustancias que pueden ayudarte, pero, si no quieres, puedes
atravesar el camino y pasar por las cuatro muertes sin tomar nada.

–Hablemos de las sustancias.

Utilizamos el natem, la naikiua y el tsank.

–¿Hay traducción?

El natem o ayahuasca es una liana conocida como planta sagrada; la
naikiua creo que ustedes la llaman también floripondio. Y el tsank
es el tabaco, que nosotros utilizamos en hojas verdes, cuanto más
frescas mejor.

–¿Y si quiero ver mis raíces y limpiarlas, pero sin tomar nada?

Perfecto. Entonces también tenemos nuestras técnicas: una dieta,
meditación, una actitud especial y una profundización en su
interior.

–¿Qué estudió usted en la universidad?

Psicología.

–¿Qué dicen los psiquiatras y los psicólogos y los médicos de sus
prácticas?

Ahora mismo estamos colaborando con muchos médicos oficiales en
recuperar plantas y tratamientos antes de que se olviden. Hemos
creado un Centro Educativo Shuar para grabar, filmar y recopilar
todo lo que nos explicaron nuestros maestros.

–Por ejemplo.

Cómo construir casas con lo que nos da la selva, porque toda la
selva es nuestra casa, y cómo tener familia y mantenerla y cómo
vivir sin acabar con los peces ni los árboles ni las plantas. Cómo
coger esas plantas sin destruir las raíces para que puedan volver a
crecer y cómo cazar sin que se acabe la caza.

–¿Usted cree en Dios o en sus dioses?

Nosotros creemos en el Yus, la máxima fuerza, que se incorpora en el
Arutam a la vida de los humanos, que cuando viven alcanzan el
Uwishin, la plena armonía.

–Entonces ustedes los shuar son monoteístas…

No, somos politeístas. Esa energía universal tiene múltiples formas,
que son nuestros dioses, pero creemos en una fuerza suprema.

–¿No es una contradicción?

No la hay. Esa fuerza universal está en todos los seres y está en
uno: está en todos nosotros. Salimos de ella y volvemos a ella.

Tiranos en Siberia

Tiranos en Siberia

En todas partes cuecen y han cocido habas. Aqui os pongo unos
fragmentos del libro “El Manto del Chamán. Historia indígena de
Siberia”, de Anna Reid. Me he quedado pasmada al ver (una vez más)
la crueldad de la represión hacia los indígenas, que en ese caso ha
durado hasta hace pocas decadas. En el siguiente mensaje os pondré
unas pocas anécdotas sobre chamanes reales que la autora del libro,
batiendo con mil dificultades, logró reunir.
—-

Cuando Siberia fue conquistada por los rusos, se produjo una
situación similar a la que se dio en Norteamérica respecto a sus
nativos. Los indígenas siberianos fueron obviados, combatidos y
despreciados como si se tratara de una subraza medio animal. Primero
el ejército, luego los colonos, y más tarde las nuevas enfermedades
(como la viruela y la sífilis) causaron estragos entre ellos. Para
rematarlo se introdujo el alcohol y los licores. Al parecer el
alcohol era muy mal tolerado por los aborígenes siberianos y, como
sucedió en lugares como Norteamérica o Australia, provocó un
alcoholismo grave que condujo aún más a la desesperanza, la miseria
y la pérdida de la dignidad e identidades.

Aún hoy, si uno pregunta por nativos siberianos, quienes así se
consideran son los rusos descendientes de los primeros colonos.
Los “otros” no resultan dignos de aprecio, son solo una rareza
exótica y hasta molesta.
La gran mayoría de nativos siberianos pasaron de ser pastores,
cazadores duros y autosuficientes, a ser aburridos e intimidados
trabajadores manuales. Despojados de su identidad cultural, de amor
propio, y a menudo de sus hijos (llevados a instituciones para
culturizarlos, parecido a lo que se hizo en Australia), muchos
sucumbieron a la desesperación pasiva y empapada de alcohol. Las
tasas de desempeleo, suicidio y asesinato crecieron. La esperanza de
vida decayó en picado.

En Siberia los rusos ganaron un continente entero, uno de los
imperios más grandes que el mundo hubiera conocido nunca. Hasta
finales del siglo XVII la trataron como un rico terrateniente lo
haría con una finca lejana: como una fuente útil de ingresos, pero
por la que no valía la pena molestarse mientras los campesiones
permanecieran tranquilos y las rentas continuasen llegando.

Más tarde, cuando las ideas occidentales empezaron a infiltrarse en
Rusia, los zares enviaron allí expediciones científicas. Pero casi
tan pronto como se “descubrió” la riqueza de Siberia , su imagen
como tierra de oportunidades fue ocultada por otra visión más
siniestra: Siberia como “la Casa de los Muertos” de Dostoyevski,
la “tierra de muerte y cadenas” de Gorki, y el “archipiélago Gulag”
de Solzhenitsin. Era un lugar para siervos cismáticos huidos, para
cosacos buscadores de fortuna y tramperos en busca de pieles de
marta cibelina, y para los prisioneros de guerra y los exiliados
políticos era el más infeliz de los finales. Siberia era el Nuevo
Mundo de Rusia, pero también era su oscuro pasado, su armario lleno
de esqueletos, un siniestro país donde grotescos oficiales
incrementaban de modo oscuro sus ingresos al son del aullido de los
lobos y el ruido de los grilletes de los presos deportados. En
algunas zonas muy al norte, la población de presos (miles) superaba
a la de indígenas, y éstos habían de soportar las tropelías y
asesinatos de algunos convictos peligrosos que huían, arrasando,
quemando, robando y violando a la población autóctona.

¿Dónde encajaban los siberianos de verdad, los indígenas, en todo
esto?. En ningún sitio. Para los cosacos fueron un recurso
económico; para los científicos de la Ilustración curiosidades
naturales; para los románticos, nobles salvajes; para los
constructores de imperios una excusa para conquistar nuevos
terrotorios (diciendo que los “liberarían” de chinos o mongoles) y
exhibir su potencia “civilizadora de salvajes”.

Entre los muchos pueblos indígenas hubo respuestas desiguales.
Algunos , mansos, fueron rápidamente conquistados y casi
exterminados. Un militar especialmente bárbaro alardeaba de haber
hecho experimentos con uno de esos pueblos mansos, disparando a una
apretada fila de ellos para comprobar a cuántos podía matar de un
solo tiro. Otros pueblos, con gran destreza militar, lograron
resistir décadas de acoso y consiguieron que se les tuviera más en
cuenta (al menos en teoría). Algunos, como los chukchis, se crearon
fama de combatientes feroces y se hicieron chistes sobre eso (y
sobre su supuesta cortedad mental). Por ejemplo:

Los chukchis declaran la guerra a China. Sorprendidos, los chinos
envían embajadores para averiguar quién demonios son los chukchis.
Se encuentran con 2 hombres sentados en una tienda de pieles,
comiendo asado de foca.
-¿Son ustedes los chukchis?
-Lo somos
-¿Y quieren luchar contra nosotros?
-Eso es.
-Pero….pero…¿saben que hay mil millones de chinos?
-¿¡¡De verdad!!?. Vaya…¿dónde enterraremos a tanta gente?

Y si esto sucedía con los indígenas ¿qué no sucedió con las
prácticas chamánicas, que formaban parte del modo de vida de todos
esos pueblos?.
Primero los zares con su afan cristianizador, y luego el comunismo,
que persiguió todas las religiones y exterminó a frailes, monjes
budistas y chamanes por igual, dejaron un panorama desolador. Los
zares intentaron sustituir a los chamanes por sacerdotes. Se guardan
documentos y testimonios de la época que hablan de la fuerte
oposición que hubo ante el cristianismo. Pedro el grande decía en
1710: “Hay que Encontrar sus seductores ídolos de falsos dioses y
quemarlos con fuego, y derribarlos con el hacha, y destruir sus
templos paganos, y construir capillas sobre esos templos, y erigir
sagrados iconoes encima de sus cenizas, y bautizar a los indígenas…y
si alguno de ellos se muestra contrario, será castigado con la
muerte”.
Un sacerdote ucraniano escribió un relato de una campaña
evangelizadora de 3 años. Los indígenas jantis lucharon, huyeron,
con lágrimas en los ojos suplicaron que no se bautizase a sus
esposas e hijos, y llegaban a “cubrirse los oídos con las manos,
como víboras”. Estuvieron muy afligidos por la destrucción de sus
fetiches, que escondieron y enterraron, e intentaron sobornar a los
rusos para que les dejaran en paz. Al final, a la fuerza, la campaña
se saldó con 40mil conversos…
Los tártaros de la zona del Ob atestiguaron que clérigos acompañados
de soldados armados desembarcaban periódicamente en botes en el río,
arrastraban a la gente por fuerza , fuera de su cabaña, y los
lanzaban al río “Cuando volvían a la orilla, se les colgaban cruces
en el cuello y ya eran cristianos”.

Se daba el fenómeno, recogido por viajeros, aventureros y
exploradores, que cuanto más lejos se encontraban los indígenas de
la influencia rusa, más felices y sanos estaban. Cuanto
más “rusificados”, más decadente se volvía su vida, su salud y
perdían incluso cualidades y sabiduría ancestral como calcular la
fecha por la situación de las estrellas, el bordado de trajes, el
amaestramiento de perros y la caza.Heinrich von Fuch, exiliado en
Yakustk entre 1735 y 1744, habló en favor de los indígenas sajas y
pedía que se les bajaran los fuertes tributos que debían pagar cada
año al gobierno ruso: “Vi un asentamiento nómada donde sólo
sobrevivieron 2 de cada 10 hombres (por las enfermedades europeas
nuevas) y los supervivientes tenían que pagar los atrasos de todos
aquellos que habían muerto….Conocí personalmente a varios iakuts
ricos que tenían que pagar por todos sus parientes muertos. Estaban
tan empobrecidos que habían perdido todo su ganado y caballos, y
algunas veces tuvieron que dejar en prenda sus mujeres e hijos.
Algunos se colgaron o se ahogaron”.

Entre los pueblos indígenas de Kamchakta, el botánico explorador
Stepan Krasheninnikov, en 1737, encontró a los
indígenas “fascinantes pero repulsivos por su escasa higiene”.Sin
embargo admitió su gran valor y su ingenio técnico. Los indígenas,
decía, se consideran a sí mismos las personas más felices del mundo
y miran a los rusos con desprecio. Decían que, de ser lo ruso tan
maravilloso y mejor que lo de los indígenas, ¿para qué se tomaban
tantas molestias en venir hasta allí?. “Parece que queréis las cosas
que tenemos, que no estais contentos en ningún lado. Nosotros, por
el contrario, estamos satisfechos con lo que poseeemos y no os
necesitábamos para nada”.

De forma similar hay constancia de los 2 primeros buriatos que
llegaron a San Petersburgo. Eran un par de eruditos que tenían el
encargo de traducir los evangelios al mongol, para la sociedad
bíblica rusa. No consiguieron adaptarse. Uno aceptó el bautismo y el
nombre cristiano de Ivan sólo en su lecho de muerte, llorando por su
viejo nombre (Loto), y el segundo volvió a Buriatia como un viejo
borracho solitario y violento.

Muchos misioneros budistas llegaron a Siberia, en especial a
Buriatia, desde el Tibet, pero más que extirpar el chamanismo lo
absorbieron, e incluyeron a los viejos dioses en su panteón sin
mucha dificultad. Los antiguos lugares sagrados se convirtieron on
monasterios lamaístas, estableciéndose una especie de religión
híbrida. Aun hoy en día, la relación entre budismo y chamanismo
sigue siendo cordial. Durante una entrevista de la autora del libro
a un monje budista, le preguntó qué opinaba del reciente fenómeno de
resurgimiento del chamanismo: “Somos buenos amigos, hermanos. La
gente siempre nos pide que hagamos ceremonias juntos: funerales,
santificar casas, ofrendas a la naturaleza. Los misioneros baptistas
y de la secta moon son otra cosa, ¡son agresivos de escándalo!¡No
predican a la gente, simplemente la agarran!”.

Los lamas eran , históricamente, expertos en esquivar polémicas,
según cuentan posteriores misioneros protestantes: “EL lama, bien
por cortesía o por estupidez, insistía en que no veía razón por la
que su religión y la nuestra no pudieran ser ambas verdad. Rehusan
toda discusión, y nos evitan en lo posible”.
Pero al final tanto a los lamas como a los chamanes (y a los
cristianos) el comunismo los persiguió con saña. Todo esto fue un
tema tabú hasta la perestroika, y aun hoy muchas cosas permanecen
sepultadas en archivos perdidos y secretos. Con el comunismo se
demolieron todos los cientos monasterios lamaístas, se destruyó
cuanto contenían, y se deportaron a los miles de monjes a gulags,
donde la mayoría murieron.
Los comunistas encarcelaron a los chamanes o los desterraron. Stalin
los fusiló, o los mandaba lanzar desde helicópteros diciendo que, ya
que decían que podían volar, ahora tenían la oportunidad de hacerlo.

Narra una antropóloga de San Petersburgo sus conclusiones sobre el
chamanismo de este modo: “A pesar de todo lo que hicieron los rusos
el chamanismo sobrevivió en secreto, clandestinamente. Nunca se
extinguió porque siempre hubo una sucesión, un maestro que podía
tomarte como ayudante. Pero naturalmente, hoy hay poquísimos
chamanes genuinos. Y hacer hablar a los indígenas sobre chamanismo
es muy difícil. Necesitas muchísimos preliminares y prudencia.”
Durante el comunismo, ni la misma antropóloga entrevistada podía
decir a qué dedicaba sus investigaciones. “Tenías que hablar de tal
forma que solo las personas que estuvieran en tu campo de
investigación entendiesen. Uno de los trucos era escribir en pasado
remoto, aunque tus hallazgos fueran de este mismo año. De este modo
protegías a tus informantes en caso de que el Partido lo leyese y
crease problemas”. Ninguna de las antropólogas tenía muchas
esperanzas en encontrar hoy en día chamanes auténticos dispuestos a
hablar de sus conocimientos. “Los chamanes de verdad no hablan con
extranjeros, y las nuevas generaciones de chamanes son pálidas
imitaciones en comparación con lo antiguo. Fuimos a ver una
actuación chamánica hace poco en el Palacio de Deportes. El chamán
tenía el abrigo, el gorro y el tambor, pero era sólo una
teatralización. No había nada genuino en ello”.

Cuando la autora asistió a unas conferencias sobre chamanismo en
Moscú se encontró que estaba financiada por neochamanes
californianos del tipo que las antropólogas rusas antes
entrevistadas despreciaban. Estadounidenses entusiastas se adueñaron
de la tribuna con palabras como “percepción extrasensorial” y “super
habilidades”. En una fila del fondo, ostentosamente aburridos, se
sentaban chamanes vivos de verdad, sobretodo rollizas mujeres
asiáticas de edad. El acto terminó convirtiéndose en propaganda de
los cursos y talleres de Michael Harner. Los participantes podían
invertir en un libro, un Cd y un tambor de 16 pulgadas RemoUSA de
piel de búfalo, “excelente para tocar el tambor en esas excursiones
de aventura y chaparrones de abril, para ponerse al lado del fuego,
pues seguro que no habrá un enchufe para el secador de pelo”.

Espiritus de la Naturaleza (Japon)

Espiritus de la Naturaleza (Japon)

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De entrada podríamos decir que la religión japonesa es un culto a
los kami. En nuestras lenguas occidentales no existe un equivalente
exacto de esta palabra. Como todas las voces japonesas, kami carece
de género y número, pudiendo referirse a una o varias divinidades,
femeninas o masculinas. Se utiliza tanto para designar al dios único
de los cristianos como a seres a los que más bien daríamos el nombre
de espíritus: silvestres, acuáticos, domésticos y otros muchos
espíritus colectivos.
La amplitud del concepto no nos permite precisarlo más. A lo sumo
puede darse del mismo una definición negativa: los kami no son ni
omniscientes ni todopoderosos, ni fundamentalmente buenos ni malos, y
ni siquiera puede decirse que esten siempre presentes. De hecho, el
llamar a la divinidad al comienzo de un acto de culto y él despedirla
al final de la celebración constituye una parte esencial del rito de
los templos, prueba evidente de que la presencia de las divinidades
es excepcional. El shintai (cuerpo del dios) que se conserva en los
santuarios – espejo, espada, peine, piedra o cualquier otro objeto-
es sólo un símbolo de la divinidad o el lugar donde ésta viene a
instalarse durante el culto. A veces se colocan también arbolillos,
postes, pértigas, etc., como asientos temporales de la divinidad, lo
que permite suponer que los kami vienen de lo alto, es decir del
cielo.

De todos modos, el que visita uno de esos templos se comporta allí
como si la divinidad estuviera presente. Comienza por batir palmas
para atraer su atención y luego se inclina respetuosamente ante ella.
Esto corresponde mas bien a una nueva tendencia favorecida por la
creciente afición de los japoneses a los viajes y sobre todo, desde
hace dos siglos, a las peregrinaciones religiosas. Aquí, a decir
verdad, suele pasarse por alto un importante factor del desarrollo de
concepciones religiosas más recientes, a saber, la intensa
compenetración entre las ideas autóctonas y el budismo. Los budistas
tienen siempre sus ascetas o asesores a quienes uno puede acudir en
busca de ayuda. ¿Por qué no habrían podido desempeñar ese mismo papel
los kami, que, como se creyó durante siglos, no eran sino
manifestaciones de los budistas y bodhisatvas, es decir, de los
santos y auxiliares budistas?

También, pues, para el hombre sencillo de hoy los kami son ante todo
auxiliares o intercesores, un poco como los santos católicos. Al
templo de uno peregrinarán los estudiantes antes de sus exámenes, al
de otro las futuras madres; éste curará las afecciones oculares o
dentales, aquél ayudará al casadero o la casadera a encontrar el
cónyuge ideal, etc.

Lo único que uno puede preguntarse es si los kami están o no siempre
presentes en sus respectivos templos; para venerarlos en otro lugar
tiene que efectuarse una “disociación” o transferencia, la cual es
tan invisible como los propios kami. Ahora bien, esta invisibilidad
de los kami no está reñida con la facultad que poseen de hacerse
visibles, como seres de carne y hueso, o de manifestar su presencia
en cualquier objeto.

En general, los dioses se imaginan antropomórficamente, si bien
existen algunas excepciones. En la mitología y las creencias
populares, ciertas divinidades se manifiestan también en forma de
serpiente; las de las montañas suelen presentarse como animales de
caza, y los animales que aparecen en algunas leyendas como mensajeros
de los kami constituyen quizá un indicio de la forma original de
estos últimos. En este mismo contexto conviene repetir que contemplar
directamente a la divinidad lleva en definitiva al hombre a su
perdición, por lo que debe evitarse a toda costa.

Hasta ahora hemos considerado a la palabra kami en su sentido más
amplio. Si a partir de lo dicho quisiéramos definir con más precisión
la esencia de los kami, podríamos decir que son entes espirituales
dotados de especiales fuerzas que los hacen superiores al hombre y
los capacitan para socorrer a éste en sus diversas necesidades.

(…)Los kami con nombre propio son los que en la mitología actúan
como personas; son también los antepasados o dioses-antepasados de
las diversas familias nobles que asumieron un papel importante en el
antiguo Japón. A estos mismos kami se les sigue rindiendo culto
actualmente en los templos sintoístas. Cierto que hay también otros
muchos dioses que la mitología menciona ocasionalmente por su nombre,
pero que no han dejado huella duradera y hoy están del todo olvidados.

Otra categoría de dioses con nombre propio, venerados por todas
partes en los templos, la constituyen numerosos kami que en algún
momento se han manifestado a los hombres en sus sueños o en oráculos.
Ejemplos de esta clase se dan sobre todo en la antigua historia del
Japón, pero también los encontramos en el pasado reciente, si echamos
una ojeada a los relatos de la fundación de algunas “nuevas
religiones”. El esquema de tales revelaciones suele ser más o menos
el mismo. La divinidad, que se da a conocer en sueños o por boca de
un médium, se presenta como causante de tal o cual desgracia: muerte
repentina de un gran personaje, malas cosechas, epidemias,
catástrofes naturales o incluso únicamente el estado patológico o
desesperado del médium. La maldición cesará tan pronto como se elija
allí mismo un templo, con sus correspondientes tierras y sacerdotes,
y se le ofrezca sacrificios, o también, si la víctima es el médium,
en cuanto este se le abandone enteramente y sin reservas. Semejantes
manifestaciones pueden venir de divinidades conocidas o desconocidas,
así como de espíritus vengativos de difuntos que guardan algún
resentimiento contra los vivos. Aquí cobra la divinidad una nueva
dimensión: se muestra colérica y sedienta de venganza, capaz de hacer
daño a los hombres, pero a la vez dispuesta a reconciliarse con ellos
si siguen sus instrucciones.

Muy distintos son los dioses colectivos, dioses o espíritus de las
montañas y bosques, ríos y mares, campos, árboles, rocas, caminos,
etc. De ellos la mitología nos dice solamente que fueron engendrados
y nacieron como los demás seres de este mundo, sabemos también que
eran indómitos y violentos, hasta que los dioses y los héroes del
pueblo de Yamato acabaron por doblegarlos. Los dioses y los espíritus
anónimos desempeñan – o hasta hace poco desempeñaban – en la vida
ordinaria del hombre sencillo un papel mucho más importante que los
dioses de los grandes templos. En efecto, con estos últimos se
entraba pocas veces en contacto, por ejemplo al hacer una
peregrinación, y por lo demás la gente se contentaba con adquirir al
principio del año un amuleto de tal o cual templo, comprándoselo a
cualquier vendedor ambulante, para colocarlo en el estante de las
ofrendas adosado a la pared de su casa y olvidarse luego
probablemente de él.
En cambio, la devoción a los dioses y espíritus anónimos y las
modestas fiestas en su honor a lo largo del año y de la vida de cada
individuo tenían una importancia primordial. Estas celebraciones no
requerían ni templos ni sacerdotes. Por supuesto, los espíritus de
montes y bosques residen en plena naturaleza y allí es siempre
posible encontrarlos, sin tener que llamarlos expresamente. ¡Mas bien
sucede lo contrario!
Están allí aunque uno no lo quiera y vigilan estrechamente la
conducta del hombre que tiene algo que hacer en el bosque, por
ejemplo, para castigarlos si infringe algún tabú. En cuanto a las
ofrendas, las reciben en determinadas fechas, según la costumbre, y
en los lugares que vienen utilizándose para ello hace generaciones.
Ocurre también que el cazador que cobre una buena pieza o el leñador
que derriba un árbol de especial hermosura den excepcionalmente
gracias a la divinidad por ese regalo mediante un sacrificio. Otro
tanto hace el pescador cuando la pesca tiene éxito y el campesino
tras una buena cosecha. Para cada cosa hay un patrono o señor que
vela por ella.
El dios de los campos está presente hasta en la última gavilla; el
dios del hogar recibe las ofrendas que el ama de casa le presenta en
la etapa de la gran marmita; y al dios de los caminos, encargado de
múltiples tareas, se le honra en un altarcillo de piedra erigido en
los confines del poblado. Desde allí puede esta divinidad rechazar a
los dioses causantes de las epidemias y proteger a los viajeros; por
ser además un dios fálico, concede la fecundidad a quienes la desean.
La vida entera de los hombres depende de la benevolencia d todos esos
kami anónimos, y muchos de ellos pueden encolerizarse y causar
desgracias si no se les rinde el culto como es debido y no se
observan sus preceptos. Para esto no necesitan mediums ni sueños,
pues las antiguas tradiciones y costumbres enseñan ya a los hombres
el modo de comportarse con tales seres.

Culto y lugares de culto

A pesar de cuanto acabamos de decir, la imagen de la divinidad en
la religión autóctona del Japón sigue siendo vago. Por otra parte, en
una religión sin dogmas ni preceptos claros no nos parece posible
formular un contenido doctrinal.

(…)El templo es, según la creencia general, el hogar de la
divinidad. En su parte íntima, el santuario, se conserva el shintai o
cuerpo del dios. Delante se extienden dos grandes salas, una para las
ofrendas y otra para la oración. A esto se añade todo una serie de
edificaciones complementarias: templetes para divinidades de segundo
orden, una tarima para danzar, un tesoro, un despacho, etc. Más
recientemente suele erigirse también un pabellón para celebrar bodas
según el rito sintoísta, sin duda por influjo de los usos cristianos,
que en este punto gozan de gran aceptación. Una valla rodea todo el
conjunto, a menudo situado en medio de un bosque de viejos árboles.
En el exterior, más allá de la puerta, los típicos torii indican al
viandante la proximidad de un templo sintoísta. Nadie conoce
exactamente el significado de esos torii.

A la entrada misma del recinto del templo hay una fuentecilla o pozo;
unos pequeños cuencos de madera que sirven para extraer el agua
invitan a lavarse allí la boca y las manos, purificación necesaria
antes de poner los pies en el santuario. La pureza en efecto, es una
exigencia primordial del Shinto. No obstante, cuando uno ha visitado
varios de esos santuarios, no tarda en descubrir el desfase que
existe entre exigencia y realidad. La mayoría de los visitantes pasan
de largo sin acercarse a la fuente, y apenas si hay alguno que eche
un poco de agua sobre la punta de los dedos, menos todavía que se
humedezca la boca. Ya en el siglo VIII se expresaban las mismas
quejas sobre la falta de limpieza corporal y espiritual de quienes
acudían a los templos de los dioses, y desde entonces nunca han
cesado. Sin embargo, esa negligencia queda compensada por las
rigurosas purificaciones impuestas a todos aquellos, sacerdotes o no,
que toman parte activa en un acto de culto.

¿Qué ha de entenderse por pureza en el contexto de la religiosidad
japonesa? El lavarse manos y boca es, desde luego, una purificación
simbólica, como también el baño que toman los sacerdotes y laicos que
van a participar en el culto: ¡Práctica bien rigurosa, cuando ese
baño se toma en el mar o bajo una cascada en pleno invierno! Este
tipo de purificación por agua se designa por el nombre de misogi y
tiene por objeto dejar al individuo limpio de toda mancha de cuerpo y
espíritu.

Lo mismo se pretende con otra forma de purificación llamada harae
(barrido), obligatoria antes de toda ceremonia religiosa. El
sacerdote recita una oración agitando a la vez una especia de
escobilla formada por una vara de la que cuelgan tiras de papel o
tela; de esa manera “barre” todas las impurezas. En las ocasiones en
que debe purificarse a sí mismo, se pasa suavemente por todo el
cuerpo un muñeco de papel y luego lo arroja al agua, dejándolo flotar
a la deriva. Este método de purificación individual no es sino un
ejemplo entre otros mundos.

Para participar activamente en los actos de culto hay que observar
todavía otras prescripciones que persiguen idéntico fin, desde la
simple abstinencia de carne, alcohol, relaciones sexuales, etc.,
hasta el total aislamiento durante algún tiempo entregándose a la
oración y a la meditación, purificándose con abluciones y no tomando
más alimentos que los preparados por uno mismo, para asegurarse de
que no hay en ellos “mancha” alguna. Aquí es donde se ve con mayor
claridad que los conceptos japoneses de pureza e impureza no
coinciden forzosamente con los nuestros.

(*) Fuente: Nelly Naumann, Shinto y religión popular. La
religiosidad japonesa en su contexto histórico, en Historia de las
creencias y de las ideas religiosas (obra colectiva dirigida por
Mircea Eliade), Barcelona, Herder.

un relato con tambor siberiano

un relato con tambor siberiano
Ya que seguimos con este interesante tema, os pongo un relato de curación con tambores contenido en el libro “El círculo de los chamanes”, de la psiquiatra rusa Olga Kharitidi.
——

(…) Un ovalado tambor de mano hecho con la piel de algún animal reposaba contra la pared blanca. Estaba vuelto hacia la pared, y yo sólo podía ver la parte inferior descubierta.
El mango se componía de dos piezas de madera talladas, dispuestas en cruz y unidas por el centro. La talla representaba la figura estilizada de un hombre. La pieza más larga formaba el cuerpo, de tal manera que la cabeza sostenia el borde superior del tambor y los pies se apoyaban en el fondo. La otra pieza representaba los brazos y manos del hombre, con nueve anillos metálicos en los dedos de cada mano. El tambor era grande, de unos noventa centímetros en la diagonal mayor del óvalo. En medio del parche de piel, visible incluso desde el interior, había lo que parecia ser un corte hecho intencionadamente. Me imaginé con qué potencia debía de sonar el instrumento antes de que lo rompieran. Mientras me imaginaba su ritmo, tuve la impresión de que el tambor se aproximaba a mi, cada vez más cerca hasta que su oscura silueta pareció llenar todo mi campo de visión y ya no supe si estaba despierta o soñaba.
Debí de quedarme dormida de inmediato, y dormí muy profundamente. Más tarde recordé un sueño extraño. En él, me encontraba junto a una pesada puerta de madera que brillaba de tan pulida que estaba. La puerta estaba cerrada. Extendi la mano para tocarla y, cuando la posé sobre ella, la mano empezó a volverse cada vez más real para mí. Cuanto más la movía más plenamente consciente me sentía de mí misma y de mis otros sentidos.
Me di cuenta de que aún estaba durmiendo y de que me hallaba dentro de un sueño, pero al mismo tiempo tenía plena conciencia de lo que ocurría y conservaba mi libre albedrio. Sabía que tenía el poder de utilizar mi mano para abrir la puerta y entrar en el espacio del otro lado. Sentía una dulce sensación de gozo en mi corazón y quería que el sueño continuara. De pronto, percibí que en mi sueño había alguien más, alguien que me esperaba detrás de la puerta cerrada, y que quienquiera que fuese podía verme con el mismo grado de conciencia que yo. Eso me asustó. Dejé de mover la mano y todo se disolvió.

Despertamos al amanecer en el silencio absoluto de la pacífica aldea. El sol de la mañana brillaba resplandeciente en nuestra pequeña ventana. Sin embargo, la extraña casa del chamán muerto no perdió su inquietante atmósfera ni siquiera a la luz del día. Eso me hizo recordar el relato que Nicolai me había contado en el hospital sobre la muerte de su tío, en aquella misma casa. Era evidente que un sitio así podía inducir profundas perturbaciones psíquicas en las personas cuya naturaleza se inclinaba hacia tales cosas, y Nicolai pertenecía a este grupo. De pie en la casa del chamán, mientras esperaba a que llegara Nicolai y se nos llevara de allí lo antes posible, comprendí mucho mejor su relato.
Por suerte, Nicolai llegó poco después de que nos hubiéramos levantado y nos invitó a desayunar en casa de su madre. Antes de salir, le pregunté por el tambor. A la luz de la mañana, aún me impresionaba más que en la oscuridad. Incluso estando roto parecía fuerte, poderoso y vivo.

– Era el tambor de mi tío. Sólo se lo vi usar una vez. Cuando murió, vinieron algunos ancianos y le explicaron a mi madre las cosas que se deben hacer tras la muerte de un chamán. Una de ellas era romper su tambor. Es una ley no escrita. Le dijeron que el tambor sólo debía ser utilizado por un chamán; a su muerte, debe hacerse marchar el espíritu del tambor a través de una abertura practicada por un pariente. Yeso hizo mi madre. Hoy iremos a ver a Umai, la chamán de Kubia, una aldea cercana. Ella podrá decirte mucho más sobre este rito de pasaje, si quieres preguntárselo.

Nos alegramos de salir de la casa de Mamush, que incluso a la luz del día parecta amenazadora. La atmósfera de la acogedora casita de Marta, que en aquellos momentos estaba atareada disponiendo el desayuno, ofrecía un contraste tranquilizador. Marta preparó unos huevos, calentó unas rebanadas de pan integral y sirvió leche auténtica con una capa de nata por encima, para ofrecernos una copiosa comida matutina que nos diera fuerzas para el viaje de aquel día.

(…)
Tras la brillante claridad del día, al principio la casa donde se iba a hacer la curación de la mujer me pareció sumida en una oscuridad casi absoluta. Cuando los ojos se acomodaron, vi que sólo había una gran habitación en apariencia completamente vacía, exceptuando las dos mujeres que la ocupaban.
Un “Hola” se escapó de mi boca antes de que Nicolai se apresurara a indicarme por señas que debía guardar silencio y sentarme en el suelo en un rincón. Una de las mujeres estaba tendida en el suelo boca abajo, en el centro de la habitación. Tenía la espalda desnuda, con restos de tierra y hierbas.
La otra mujer parecía mayor. Era de escasa estatura, con un cuerpo sano y robusto. Las prendas que vestía no me eran familiares: una falda larga confeccionada con gruesos paños de invierno de distintos colores y con unas cuantas muñecas pequeñas cosidas en la parte de atrás. La mujer tenía una cabellera oscura, casi cubierta del todo por un chal azul, y un envejecido rostro mongol lleno de arrugas. Yo le habría calculado unos setenta años.

No me prestó ninguna atención. Parecía muy atareada, y estaba colocando con gran concentración un objeto extraño al lado de la mujer tendida. Se trataba de un tosco triángulo hecho con tres palos, de poco menos de un metro cada uno. La madera recién cortada aún conservaba el color claro e incluso la fragancia aromática del pino que procedía. En las superficies planas de los tres lados había talladas imágenes de peces.
Comprendí que aquella mujer mayor que se inclinaba sobre la otra debía de ser la chamana Umai, y que estaba realizando la curación. Umai depositó el triángulo de los peces al lado derecho de la otra mujer, separándolas a ambas de una gran piel de ciervo extendida al otro lado del triángulo.

Umai recogió del suelo un pequeño tambor y empezó a percutirlo con suavidad. Al principio el ritmo era débil e irregular, como inseguro; después, Umai empezó a cantar en su lengua nativa. Las palabras del cántico tenían un tono suplicante, y ella se movia con gracia alrededor del cuerpo inmóvil tendido a sus pies.
La mujer que yacía en el suelo no había emitido ningún sonido y parecía dormida. Aunque en el interior de la casa la temperatura era apenas unos grados más alta que en el exterior, su cuerpo parecía caliente y relajado. Umai daba vueltas a su alrededor, agachándose a veces para tocar el tambor justo encima de la espalda de la mujer. El ritmo de la canción se había vuelto más definido, y el canto más vigoroso. Umai se movía cada vez más deprisa.
Mientras contemplaba la veloz energía de su danza, pensé que debía de ser más joven de lo que me había figurado al principio. La potencia del tambor aumentó tanto que parecía imposible que un instrumento tan pequeño pudiera sonar tan fuerte. La voz de Umai adquirió un tono increíblemente grave y vigoroso. Me resultaba dificil reconocer en ella a la persona que había iniciado la danza. Parecía más alta, más robusta, más agresiva y masculina, casi como un guerrero trabado en duelo a muerte con un poderoso enemigo. Umai saltaba y hacía girar el cuerpo con increíble rapidez y energía. Su canto se había transformado en un grito de guerra. Respiraba hondo y con rapidez, y un fulgor victorioso le iluminaba los ojos. Entonces, cogió a la mujer por los hombros, con brusquedad, y le gritó en el idioma de Altai.

La mujer se puso de rodillas. El cabello le colgaba enmarañado. Aún tenía los ojos cerrados y parecía hallarse en un profundo trance. Se movió a gatas hacia el triángulo de madera. La abertura del triángulo tenía el tamaño exacto para que pasara a través de él una persona, y la mujer se internó en él.
Umai le gritó con más fuerza aún. Arrojó el tambor a un lado y empujó a la mujer con las manos desnudas para hacerla pasar por el triángulo. Sus gritos se convirtieron en una melopea quejumbrosa. A la mujer le costaba pasar por el triángulo. Su cuerpo desnudo se debatía y se contraía al rozar dolorosamente los cantos sin desbastar de la madera recién aserrada. Umai procuraba que le resultara aún más doloroso, moviendo el triángulo de un lado a otro para que raspara contínuamente el cuerpo de la mujer mientras ella lo empujaba poco a poco hacia el otro lado.

Yo estaba absorta por completo en la escena que se desarrollaba ante mi. De repente, los peces tallados en la madera cobraron vida para mi y empezaron a nadar de izquierda a derecha por los costados del triángulo. Umai seguía cantando mientras la mujer se aproximaba al final de su lucha por pasar a través del triángulo. Cuando ya casi lo habia conseguido, Umai saltó al otro lado y alzó la piel de ciervo. La mujer se metió a rastras bajo ella y pronto quedó cubierta por completo.

Entonces Umai se puso aún más furiosa y agresiva. Entre gritos y gestos amenazadores, cogió el triángulo de madera y lo rompió. Lo hizo con una expresión de intenso odio, como si en el interior del triángulo se ocultaran legiones de enemigos. Lo pisoteó y después lo golpeó con las manos. A juzgar por su entonación, parecía que estuviera lanzando groseras imprecaciones en su idioma. Cuando sólo quedaron los restos del triángulo esparcidos por el suelo, Umai hizo lo mismo con el tambor. Al poco rato, sólo había astillas y trozos de madera alrededor de la mujer, que seguía cubiena por la piel de ciervo.

Umai se volvió hacia Nicolai y dijo una breve frase en su idioma. No sé cómo, pero comprendí que le pedía que ayudara a la mujer oculta bajo la piel. Umai volvía a parecer una mujer del lugar, menuda y entrada en años, pero ahora yo sabia que en su interior encerraba un tremendo poder. Se sentó en el suelo, sacó una pipa de un bolsillo oculto entre los pliegues de su vestido y se puso a fumar, contemplando tranquilamente cómo Nicolai ayudaba a la mujer a levantarse ya ponerse el resto de su ropa. (…)

Entrevista a una antropologa que estuvo en siberia

“Cuando pasan junto a un árbol, lo saludan”
Tengo 44 años. Nací en Toledo y vivo en Sant Just (Barcelona), pero realizo dos expediciones anuales a Siberia. Me licencié en Geografía e Historia y soy fundadora y directora del centro de investigación de los pueblos indígenas siberianos. Estoy casada y tengo tres hijos. Para mí, la política es el conocimiento de los otros. Soy agnóstica.
(Entrevista realizada por IMA SANCHÍS para LA VANGUARDIA – 04/02/2004)

-Pasa usted mucho tiempo con los indígenas siberianos…

–Sí, desde hace ocho años realizo dos expediciones anuales de dos o tres meses.

–¿Está enganchada?

–La verdad: sí. Tengo allí un pequeño centro de investigación. El entorno es increíble, la atmósfera está limpísima, sin luz eléctrica ni coches. Hay una paz y una energía indescriptibles.

–¿Cuántas etnias hay en Siberia?

–Treinta poblaciones con su propia cultura y su propia lengua.

–¿Qué es lo que más le llama la atención de esos pueblos?

–Su solidaridad absoluta y espontánea. Tienen unas normas muy civilizadas.

–Creía que los civilizados éramos nosotros.

–No lo dirá en serio.

–No.

–Allí, negarle la ayuda a alguien es un deshonor. Es impensable que una anciana le pida a un joven que le corte leña para el invierno y éste le diga que está ocupado. O ponerse a comer y no compartirlo. Es una inteligente estrategia de supervivencia.

–¿Son nómadas?

–No, pero tienen gran movilidad. Son los que siempre se escapan de la Administración rusa, del servicio militar y de las cárceles.

–¿Van a su aire?

–Absolutamente. Rusia ha intentado controlarlos, pero es difícil llegar hasta ellos. Eso les ha permitido mantener sus creencias chamanísticas. Le contaré una cosa curiosa.

–Gracias.

–Los que se encargan de la sanidad de los chorses, un pueblo de la taiga siberiana, aseguran que no hay ni un solo caso de violencia doméstica. Las sociedades cazadoras recolectoras son las más igualitarias del mundo.

–¿Por qué?

–Porque no acumulan, no guardan para mañana, viven al día. Allí la mujer y el hombre son socios, comparten el trabajo duro, los mismos problemas. Se necesitan mutuamente. No tienen tan mitificada la sexualidad como nosotros y no la entienden como una propiedad de uno sobre otro.

–¿Cómo la entienden?

–Cada cual se casa con quien quiere sin ningún tipo de presión familiar, y practican una cierta permisividad sexual. Tanto el hombre como la mujer pueden tener algún episodio de infidelidad sin que nadie se escandalice por ello. Y la mujer es muy independiente: en verano coge su caballo y se va a ver a sus parientes a otros pueblos durante varios días.

–¿Cómo viven?

–De y con la naturaleza. Son cazadores, pescadores y recolectores, y todas las familias tienen una vaca o un caballo. Este mes me voy al punto más frío de la Tierra, a Yakurtia, que puede llegar a los a 80º bajo cero. Allí habitan los evenkos, que son pastores de renos; los montan como a los caballos.

–¿En qué creen estas etnias siberianas?

–En lo mismo que defiende la física quántica, que cada uno de nosotros somos una parte del todo. Para ellos, las plantas, los animales, las piedras, las montañas, los ríos… no son ajenos a nosotros, por eso son tan humildes y respetuosos con la naturaleza.

–¿El hombre no es el amo?

–Dicen que no somos ni más ni menos que los otros seres. Para ellos, las plantas y los animales tienen espíritu, es decir, energía, alma, un sentir al que podemos apelar. Cuando hacen ritos de sacrificio, le piden primero permiso al animal, que puede aceptar o no.

–Dígame, señora antropóloga, ¿sus chamanes son poderosos?

–Sí, sí, claro. En Siberia del sur no toman ningún tipo de alucinógeno, entran en el estado modificado de conciencia a través de la música del tambor. De esa forma se comunican con los espíritus de la naturaleza para obtener ayuda, curar o adivinar.

–¿Usted se ha beneficiado de sus poderes?

–Sí, pero quiero mantener la cabeza fría.

–¿Le cobraron?

–No piden nada a cambio. Una vez llegué a un poblado en busca de una chamana, pero se había ido unos días a recoger el heno. Yo, con mi mentalidad occidental, me quejé. “No se preocupe”, me dijo un chaval.

–¿Y fue a buscarla?

–Sí. Al anochecer vi llegar al chaval con la chamana toda sudada y acalorada: “¿Necesita ayuda?”, me preguntó. Me dio una vergüenza horrible, yo sólo quería hacerle unas preguntas. En otra ocasión contraté a un chico y un par de caballos para visitar una población lejana. Teníamos que partir al amanecer, pero el chico no llegó hasta la tarde. Lo vi venir con una sonrisa de oreja a oreja.

–Se enfadó, claro.

–Sí, y el chico, apenado, me respondió: “Debería saber que si no he venido es porque no he podido”. Es otra filosofía.

–¿Cuál es su conclusión acerca de ellos?

–Son libres, el chamanismo no necesita templos y es muy respetuoso. Llama la atención ver cómo esa gente habla con la naturaleza. Cuando pasan junto a un árbol lo saludan, y cuando hacen un fuego le agradecen su calor con unas gotas de leche, té o vodka. Ven la vida en todo lo vivo y lo respetan.

–No todo debe de ser tan maravilloso.

–No. La mayoría de esas poblaciones tiene problemas de alcoholismo. Creo que es una forma de suicidio de los indígenas.

–¿Pero no eran tan felices?

–Están muy frustrados. La globalización les está alcanzando y creen que lo suyo no vale nada, tienen complejo de inferioridad. Los niños a los 10 años ingresan en internados en las ciudades, y allí se pasan el día delante del televisor y sus promesas.

Sueño interpretado segun la tradición Inca

Sueño interpretado segun la tradición Inca

“- Anoche tuve un sueño, un sueño muy raro… No sé, siento la
necesidad de contártelo. ¿Te parece bien?
-¡Por supuesto! Los sueños son muy importantes para los incas. En
realidad, son maestros de la interpretación de sueños. Sí, vamos,
adelante.
-De acuerdo. -Avergonzada, respiré hondo y me lancé:

Soñé que estaba en un gimnasio en el que para poder hacer ejercicios
uno debía cortarse una pierna y dejarla en la taquilla del vestuario.
Sabía que mientras estuviera haciendo ejercicio, alguno de los
encargados del gimnasio iba a acortarla, lo cual formaba parte de los
servicios rutinarios y normales que ofrecían. En fin, ya había dejado
mi pierna en la taquilla y estaba en otra parte del gimnasio cuando
me encontré con una ex compañera de la universidad. Le expliqué mis
dudas sobre esa extraña práctica de recortar las piernas y ella me
dijo:
-Bueno, simplemente ve allí y diles que no quieres que te la
acorten. No es ninguna obligación, ¿sabes?.
Alentada por sus palabras, volví al vestuario y vi que el encargado
ya tenía mi pierna encima de la mesa y se disponía a cortarla. Me
acerqué a él y le exigí que me devolviera la pierna. El masculló algo
pero me la entregó.
-Como quiera, señora -me dijo- Nosotros ofrecemos este servicio
gratis, y si algunas personas no son lo bastante inteligentes para
aprovecharlo, bueno, qué le vamos a hacer.

Tomé la pierna y la miré… Bueno en realidad miré mi cadera a la
altura donde se suponía que debía colocarme la pierna. Esperaba ver
una masa sanguinolenta, pero sólo vi los músculos, los tejidos y los
ligamentos muy bien ordenados y limpios, rodeados por siete capas
perfectas de epidermis y, en el centro, el hueso con su hermosa
médula. Parecía una flor. Su vista me trajo a la memoria que en
cierta ocasión, cuando estaba en la universidad, observé unas plantas
por el microscopio y vi la perfección con que estaban ordenadas sus
estructuras celulares, aunque al mirar las plantas en el jardín, no
parecían tener ninguna estructura ni orden. En fin, mi pierna me
recordó a aquellas plantas. Distinguí todos los detalles de sus
estructuras físicas, muy ordenadas, y de pronto la encontré hermosa,
natural, con todas las partes organizadas con perfección artística.

-¿Qué pierna era? -me preguntó Juan.
Me sorprendió la pregunta y tuve que pensar un momento para
recordarlo.
-La derecha.
-¡Ya!
-¿Ya?
-Sí, tal como lo suponía.
De pronto, sin vacilar m un instante, inició un interesante y
profundo análisis de mi sueño.

-En primer lugar -comentó, con el placer de un pintor que saca sus
cuadros favoritos-, la pierna derecha representa el lado derecho del
camino, del que te has librado deliberadamente porque crees que te
estorba para realizar tu ejercicio; el lado derecho del camino tiene
que ver con la estructura. En segundo lugar, tu intervención para
impedir que te acortaran la pierna y tu ex-compañera, representan la
capacidad de discernimiento que has desarrollado para saber lo que
deseas a pesar de las «normas» o imposiciones de la sociedad. Y
finalmente, el hecho de que hayas entregado tu pierna y después la
hayas recuperado indica que estás pasando por un proceso de renuncia
y recuperación del lado derecho de tu naturaleza. Primero debes
renunciar a él para ver su belleza. El hecho de que al final del
sueño hayas visto tu parte derecha como una «flor» es muy importante.
El sueño sugiere que ahora eres capaz de ver que el lado derecho
también es natural y sagrado, es decir, que puedes distinguir el
aspecto racional, estructurado, ordenado, de tu humanidad. No es un
enemigo ni un obstáculo en tu camino espiritual, sino una parte que
debes aceptar y reintegrar si quieres avanzar en tu camino. Esto
apunta al poder místico de la mente crítica.

Su interpretación del sueño me dejó sin aliento, ya que había
acertado plenamente. Tuve que pedirle que volviera a explicármelo
otras dos veces, para poder asimilarlo.

-Los norteamericanos tendéis a pensar que la mente crítica es el
enemigo, que lo único que tenéis que hacer es abrir la intuición para
que todo vaya de maravilla. Eso es una tontería. Es cierto que en
Occidente se ha exagerado la importancia del pensamiento racional en
detrimento de otros tipos de conocimiento, por ejemplo la conexión
con la naturaleza tormentosa y más caótica del lado izquierdo del
camino. Pero ¿por qué ir de un extremo al otro?

Aunque yo no era una entusiasta de los teóricos que localizaban la
conciencia en los hemisferios cerebrales, por la explicación de Juan,
me pareció ver una relación entre el lado derecho del camino con lo
que por lo general se consideraban «funciones o actividades del
hemisferio cerebral izquierdo», y entre el lado izquierdo del camino
con el «hemisferio derecho», más creativo. Sin duda los andinos se
centraban más en el cuerpo que en el cerebro. Juan continuó con su
fascinante elucidación:
-Para subir de nivel tienes que desarrollar los poderes de los lados
izquierdo y derecho. Debes tener discernimiento. Cuando acudiste a mí
y nos conocimos, pertenecías totalmente al lado izquierdo, lo cual es
peligroso porque eso deja abierto al gran problema del delirio
místico.
-¿El delirio místico?
-Sí, el delirio místico, el peligro de identificarse con las energías
arquetípicas que uno va descubriendo. Cuando el ego comienza a
expandirse para contener la identidad espiritual más grande, pasa por
un intenso período de contracción y expansión. Primero piensas que no
eres nada; después que lo eres todo. Eso está bien, siempre y cuando
el iniciado reconozca el proceso y no se tome demasiado en serio
ninguno de los dos extremos, ni actúe a partir de ahí. Por desgracia,
llegados a esta fase, muchos iniciados empiezan a creer que han
descubierto una verdad absoluta simplemente porque han conectado con
un poder más grande que su yo individual. Pero ese poder continúa
filtrándose por el ego. De pronto surgen muchos maestros inspirados,
pero se consumen rápidamente como una estrella fugaz. No son capaces
de contener ni retener ese poder. Ésa es una fase muy peligrosa, en
la que el iniciado es tentado por los poderes que en las tradiciones
orientales llaman siddhis. Aquí lo llamamos «delirio místico».
El poder de la mente crítica es exactamente el contrapunto que se
necesita para mantener el equilibrio en esta fase que podría ser
desastrosa. Tu sueño es un signo excelente. Indica un progreso, por
así decirlo.
Me hizo un guiño, mirándome como un padre orgulloso de su hija.

-Además -agregó-, en nuestra tradición, y en particular respecto a la
interpretación de los sueños, vemos el cuerpo como un oráculo. ¿Sabes
cómo se inicia tradicionalmente una persona en este camino?
Recordé las historias que había oído en la mesa de Ricardo.
-Me han dicho que la golpea un rayo; que es elegida por la propia
naturaleza.
-Sí, eso es correcto. Pero ¿sabías que tiene que ser golpeada tres
veces por un rayo? Verás, el primer rayo mata al iniciado, el segundo
le desmiembra el cuerpo, y el tercero vuelve a unirlo, pero con una
configuración diferente. Si contemplamos esta antiquísima experiencia
iniciática desde el punto de vista metafórico, vemos que el ego
muere, se desintegra y finalmente adopta una forma más apropiada que
sea capaz de contener más energía.
Los maestros andinos también aseguran que si se mueve el cuerpo antes
de que haya sido sacudido tres veces por un rayo, la persona muere.
(…) Si consideramos esto en un sentido metafórico, el mensaje es
que mientras se está pasando por un proceso de iniciación hay que
permanecer inmóvil, es decir, no hacer ningún cambio importante en la
vida, no tomar ninguna decisión vital hasta que acabe el proceso.”

(Extraido del libro “Iniciación en el corazón de los Andes”.
Elizabeth Jenkins

la new age redescrubre la espiritualidad de los indios y su existencia

“Marc Vallée y su hermana, Martine, son editores canadienses de los
libros de Kryon (*libros Nueva Era) en idioma francés para todo el
mundo… Los comunicados de Kryon conmovieron a Marc profundamente, y
como resultado de esa experiencia él ha fundado la Convergence
Foundation. Esta es una organización… dedicada a construir una red
de gente con conciencia y propósitos elevados… con el deseo de
proporcionar una masa crítica que dejará efectos positivos y
permanentes en la política, la economía y la ecología de la tierra.

…Para empezar, el plan es ponerse en contacto y relacionarse con la
gente más sabia del planeta…Esta gente sabia puede encontrarse
entre los ANCIANOS de los pueblos INDIGENAS de toda la Tierra… Se
trata de adquirir sabiduría de aquellos quienes jamás se han separado
de la naturaleza. Hay un dicho que expresa que a medida que el hombre
se separa de la naturaleza, también se separa de sí mismo.
…Más o menos al mismo tiempo que Marc, pero en forma independiente,
Woody y Catie Vaspra de Colorado decidieron…crear una fundación sin
fines de lucro, el WORLD COUNCIL OF ELDERS (WCOE) [El Concejo Mundial
de Ancianos], que ayudaría a la misma misión a la que Marc apuntaba;
una masa crítica de conciencia elevada que surja de aquellos que
nunca lo perdieron. Dejaron sus trabajos y se pusieron a la tarea de
intentar entrar en contacto con los ancianos de las diversas tribus.

(…) Marc, Woody y Catie informan que cuando exponen sus ideas a
estos ancianos, ellos les responden: “los estábamos esperando”. Sin
importar si es en Canadá, los Estados Unidos, Perú, la Costa del
Marfil de África, o los círculos interiores de los pueblos indígenas
de las Islas Hawai, la respuesta ha sido: “los estábamos esperando”.
Entre los verdaderos ancianos, ha desaparecido casi todo el odio que
sienten por lo que les hicimos, y lo que les quitamos…

Dice Woody Vaspra, tras su encuentro con un anciano Hopi:
(…)Hay un despertar en todo el planeta, tanto en la sociedad
moderna con en los pueblos indígenas. Ellos están sintiendo los
cambios principales en los desplazamientos de energía que están
sucediendo, no sólo en este planeta sino en todo el universo. Los
Ancianos Espirituales de los pueblos indígenas están sintiendo esta
transformación intensamente, pero también están listos para entrar en
acción. Cuando visitábamos a los Ancianos, muchos decían
enfáticamente: “éste es el momento para que se unan los Ancianos,
para que se unifiquen todos los pueblos y sanar la Madre Tierra”…
Ahora hay muchas actividades simultáneas entre los Ancianos
Espirituales indígenas en varios continentes. Muchas religiones se
están uniendo para resolver las diferencias y comenzar a trabajar
juntas por el bien de la humanidad.
(…) Los pueblos indígenas saben que todos somos uno con el Creador,
y que nosotros mismos somos poderosos creadores. Los Ancianos pueden
ayudarnos a recordar quienes somos realmente y cual es el papel de la
humanidad en la Tierra. … Este es el tiempo de reencontrarse con la
familia. “Mitakuye Oyasin”, “estamos todos conectados”.

(…) Los pueblos indígenas han estado en el planeta durante cientos
de años y saben como conectarse y vivir en armonía con la Madre
Tierra y mantener abierto el canal hacia el Espíritu. El mundo
occidental ha perdido esta conexión, pero mucha gente está tomando
conciencia de que esto no puede seguir por mucho tiempo. Debemos
entrar en acción, ya que la respuesta está en el planeta.
Muchos pueblos indígenas han tenido profecías y visiones a través del
tiempo que nos dicen que este es el momento para la reunificación de
todos los pueblos en sabiduría y armonía con la Madre Tierra y entre
ellos mismos. (…)
Ellos han sido fieles guardianes de la sabiduría… De hecho, nos
hemos enterado de que los Ancianos de pueblos indígenas se han estado
reuniendo en pequeños grupos de cuando en cuando y han creado redes
de trabajo para este mismo propósito. (…)
El Consejo Mundial de ancianos (WCOE) es un grupo en desarrollo de
los Ancianos indígenas o nativos de todo el mundo; que se unen para
aconsejar y educar a la humanidad acerca de la paz mundial.

(…) Los Ancianos comparten típicamente una conciencia y
conocimiento espiritual profundos, conexión con la Madre Tierra,
simplicidad, humildad, dignidad, y por supuesto, sentido del
humor :). También comparten el deslumbrante conocimiento común de
quiénes somos, de dónde venimos, y a dónde tenemos el potencial de ir
cuando escuchamos a nuestros corazones y seguimos a nuestro
propio “saber interior”….
Diariamente, ellos siempre buscaron el consejo del gran Espíritu y la
Madre Tierra para que los ayudaran a comprender los principios de la
vida en el planeta. De estas enseñanzas, los Ancianos entendieron las
energías y vibraciones del planeta y su conexión con el universo.
Este conocimiento ayudó a los pueblos indígenas a vivir en estrecha
relación con los elementos de la Tierra. Mantuvieron la vida sencilla
y básica. Históricamente, cada vez que una sociedad se hizo demasiado
compleja y perdió su conexión con el gran Espíritu y la Madre Tierra,
se autodestruyó o eventualmente desapareció.
La actual, continua devastación de la Madre Tierra, y el
comportamiento atroz de los humanos entre ellos mismos ponen muy de
manifiesto que la vida tal como existe en este planeta se encuentra
en un equilibrio muy precario. Los pueblos indígenas del planeta han
experimentado estos dolorosos cambios y siente que AHORA se debe
hacer algo (…)

En nuestro trabajo vamos descubriendo que hay dos tipos de Ancianos.
El primer tipo son los Ancianos viejos, generalmente tienen entre 70
y 120 años. Han adquirido la sabiduría de sus ancestros a través de
lecciones y experiencias. Muchos de ellos fueron elegidos a temprana
edad para ser quienes son. Sienten una conexión muy fuerte con la
Madre Tierra a través de la tierra, el agua, el cielo, y el fuego, y
vivencian su espiritualidad todos y cada uno de los minutos de sus
días. Se relacionan a las energías que emanan de los ambientes
locales. Es por eso que estos Ancianos se muestran tan firmes en la
preservación de sus tierras sagradas. Para mantener el equilibrio con
la Madre Tierra es muy importante conocer estas energías y cómo
relacionarse con ellas. Es un lazo muy fuerte que les resulta difícil
romper, aunque se trate de dejar sus hogares temporalmente.

Muchos de estos Ancianos portan las antiguas profecías de sus
ancestros. Saben que es el momento de dar a conocer estas profecías a
los pueblos del planeta, y muchas hablan de este tiempo específico.
Algunas de estas profecías son funestas para el planeta, y a veces
parecen acertadas si miramos como éste es profanado al extremo.
Muchos de los recursos de la Madre Tierra están siendo extraídos sin
la reparación para crear un equilibrio. Los Ancianos llaman a esta
reparación pago. El mundo occidental actual no está realizando el
pago suficiente para compensar lo que se está utilizando como
combustible de esta sociedad moderna. De hecho, la mayoría de los
occidentales están aparentemente desconectados de quiénes son y de
cómo funcionan las cosas, y desconocen los desequilibrios que están
creando.
(…) Muchos de estos Ancianos han vivido el tiempo suficiente como
para experimentar las extremas dificultades que sus pueblos han
padecido. La pérdida de sus tierras sagradas y el odio hacia aquellos
que las tomaron mora todavía en sus corazones. Sin embargo, muchos
están encabezando la forma de perdonar lo que se ha hecho a todo el
planeta. Sienten que hay un trabajo más importante por hacer: crear
equilibrio y armonía con la Madre Tierra, y unidad y paz entre las
personas. Más importante es la estrecha conexión con el Gran Creador.
Muchos de los Ancianos hablan de la libertad que existe en el perdón.
Este dejar pasar la vieja energía y abrir los corazones permite que
fluyan libremente el amor y la guía del Espíritu que nos une a todos

El otro tipo de Ancianos es más joven, tienen entre 40 y 70 años.
Muchos de ellos se encuentran todavía en el proceso de aprender y
experimentar. Son los que fueron enviados a escuelas para que fueran
educados bajo las normas occidentales. Muchos de estos Ancianos
modernos intentaron con éxito vivir en esta sociedad moderna, pero
enseguida sintieron el vacío y la separación del Espíritu y la Madre
Tierra. Eventualmente retornaron a sus hogares para volver a sus
raíces, porque es en la tierra que ellos se sienten plenos y vivos.
Al regresar a sus tierras comenzaron el proceso de aprender la
sabiduría antigua y la espiritualidad de los Ancianos mayores.
Algunos se convirtieron en los portadores de las profecías antiguas.
Pueden hablar varios idiomas, y saben como manejarse en el mundo
moderno.
Sin embargo, durante el proceso de aprendizaje, los Ancianos más
jóvenes rápidamente descubrieron que los métodos y conocimientos
antiguos tenían tanta validez como la tecnología moderna.(…)
Gran cantidad de estos Ancianos jóvenes también han asumido la
responsabilidad de compartir su sabiduría espiritual con el mundo.
Están compartiendo entre ellos sus ceremonias para crear un fuerte
lazo de energía para sanar al planeta y la humanidad, y también
sienten que es tiempo de que todas las personas compartan el
conocimiento y ayuden a otros a recuperar los poderes individuales
que les fueron quitados, o a los que alguna vez renunciaron.

Todos los humanos pueden recobrar la sabiduría y espiritualidad
interiores. Algunos de los Ancianos que hemos visitado se llaman a sí
mismos “PUENTES”. Pueden relacionarse con los dos mundos y han
aceptado la responsabilidad de ayudar al nuevo mundo a regresar a la
paz, armonía y amor. Estos Ancianos, como muchos de los individuos
que están ahora en el despertar, sienten que son puentes entre la
sabiduría antigua y el tiempo “ahora” de integración.

(…) Hay muchas maneras para saber si un individuo es un Anciano. Lo
más común es que sea reconocido/a por su propia gente…. Hay que
tener cuidado con el Anciano auto proclamado que permite al ego que
se interponga en el camino. Un Anciano jamás exige respeto; lo recibe
tranquilamente. Se puede sentir al Anciano. Los niños están siempre
alrededor de ellos, porque saben instintivamente que hay sabiduría
que emana de esas personas.

(…) Apenas se expresó la intención de coordinar un Concejo Mundial
de Ancianos, ocurrió la sincronicidad de todas las formas posibles, y
sigue ocurriendo. En julio de 1999, se llevó a cabo una presentación
formal en la conferencia de Kryon de verano en Santa Fe, Nuevo
Méjico. La respuesta fue emocionante, para sorpresa mía. Muchas de
las personas indígenas que asistieron resonaron con lo que se estaba
presentando. Se derramaron lágrimas porque este trabajo viene del
corazón, y ese día todos lo sintieron.
Enseguida después de la conferencia Catie y yo nos fuimos a Hawai
para asistir a la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas sobre
Educación en Hilo. Conocimos a muchos Ancianos de varios lugares de
Pacific Rim. Nuevamente, todos reconocieron que era tiempo de que
comenzará un trabajo de este estilo. En muchas ocasiones al acercarme
a los Ancianos, ellos ya sabían de qué les iba a hablar. Hablábamos
de corazón a corazón aún antes que me reuniera con ellos. Cuando
finalmente yo abría la boca para hablar, me detenían y decían: “ya
sabemos que es el tiempo de un Concejo Planetario de Ancianos”.
Después del viaje a Hawai, visitamos a los Hopi (…)

A mediados de septiembre de 1999, nuestro próximo encuentro ocurrió
en Boulder, Colorado, lugar donde vivíamos Catie y yo en ese momento.
Otra vez por medio de la sincronicidad, nos enteramos de que un
chamán de los Andes del Ecuador visitaría una universidad local para
compartir una profecía que su pueblo había conservado durante cientos
de años. Supimos que la profecía que el chamán estaba revelando era
muy similar a la de los Hopi: “Los del Centro harán que el Águila del
Norte y el Cóndor del Sur se unan. Nos encontraremos con nuestros
familiares ya que todos somos Uno”.

Establecimos el contacto con este chamán andino y le explicamos el
trabajo del WCOE. Comprendió inmediatamente lo que sucedía y nos
invitó a que lo visitáramos a él y los otros Ancianos de su región.
Sin embargo, para nuestro asombro, el cumplimiento de la profecía
sucedería en cuestión de meses. (*Estas ceremonias ya se han
realizado y se siguen realizando todavía).

(…) En febrero del 2000, se llevó a cabo una reunión decisiva de
Ancianos de América del Norte, Central y del Sur, en varios lugares
sagrados Mayas… Los Ancianos se reunieron para celebrar el Año
Nuevo Maya, celebrar la última fase del calendario sagrado maya, que
concluye en el 2012, y realizar ceremonias para tener el vuelo del
Cóndor con el del Águila.
Además de esas celebraciones, se llevaron a cabo ceremonias entre los
Ancianos de América para posibilitar la profecía de América del Norte
y del Sur de unificar al CONDOR con el ÁGUILA. De acuerdo con la
profecía maya, ellos serán los facilitadores del encuentro de los
Americanos del sur con los del Norte.

Las dos aves mencionadas en las profecías tienen diversas
particularidades. El Águila es agresiva y busca a su presa. También
representa a la energía del Norte, que tiende a tener una naturaleza
más mental, mientras que el Cóndor es paciente y espera para
completar el ciclo de la vida. Este representa también la energía del
Sur, que tiende a tener una orientación del corazón. Cuando ambas
aves se encuentren y vuelen juntas en armonía, crearan un equilibrio.
La unificación de estas energías es necesaria para lograr un
equilibrio en la Madre Tierra y entre su gente.
También otros grupos de Ancianos se están reuniendo para ayudar a la
realización de la profecía…
Los encuentros de los Ancianos se realizaron con ceremonias. De esto
resultó una pequeña lista de prioridades:

1. Los Ancianos sintieron que la SANACION de la MADRE TIERRA era una
prioridad inmediata. Ella está sufriendo y lo refleja en muchas
partes del mundo….

2. Otra prioridad expresada por los Ancianos es la preservación de
lugares sagrados. Muchas de estas tierras son sagradas, ya que
sostienen la energía de la Madre Tierra. Si estos lugares no son
cuidados apropiadamente y se les agotan los recursos naturales, los
cambios que ocurren en las energía de esas regiones crean
desequilibrio, que afectará a todo el planeta…Los Ancianos que
están conectados con estás tierras saben cómo sanarlas, y nos pueden
enseñar a vivir en armonía con la nuestra Madre Tierra cuando estemos
preparados para escuchar.

3. La tercera prioridad de importancia es la sanación de los puntos
de entrada donde las sociedades dominantes vinieron a los continentes
del Hemisferio Occidental. Los Ancianos creen que todos debemos sanar
y perdonar. Es tiempo de que todas las personas se unan y concilien
las diferencias….

Todos debemos trabajar juntos para sanar a la Madre Tierra y preparar
el período espiritual que ha sido predicho por muchas personas en el
planeta. Los Ancianos creen fervientemente en estas prioridades. Se
está realizando más trabajo de unificación, pero estas tres
prioridades son fundamentales para que el planeta y todos sus
habitantes de estos tiempos sobrevivan.
Los Ancianos creen que es esencial sanar las heridas de la Madre
Tierra y equilibrar las energías primero, en preparación del nuevo
tiempo que se está aproximando tan rápido. Los Ancianos saben que una
vez que el trabajo de sanación se encuentre lo suficientemente
encaminado, las energías estarán en su lugar y ocurrirán las
sincronicidades para apoyar el trabajo que vendrá como resultado
natural.
(…) Ellos también están particularmente interesados en la educación
de los niños, especialmente aquellos niños que están llegando en
estos tiempos con creatividad, receptividad y otras capacidades
incrementadas para integrar la sabiduría antigua con la tecnología
moderna (…)

MONTSERRAT , LA MONTAÑA INDIA”

REPORTAJE
” MONTSERRAT , LA MONTAÑA INDIA”

(Àngels Gallardo, Barcelona)

Los 12 máximos representantes espirituales de las naciones indígenas
originarias de América celebraron la pasada madrugada en la montaña
de Montserrat la primera ceremonia ritual que mantienen fuera del
continente americano. Todo lo que gestualizaron, dijeron o cantaron
estos hombres-medicina u hombres-puente, que en su apelativo
jerárquico se denominan ANCIANOS, forma parte de un secreto que no
admitió preguntas.
Sus espíritus guía les transmitieron la visión de que tenían que
celebrar su encuentro anual del 2002 fuera de América, en una noche
que dura lo mismo que el día siguiente, la del equinoccio del 20 de
marzo, y en una montaña sagrada en la que existe una virgen negra. En
Montserrat. Más de 500 personas, llegadas de toda España, asistieron
al acto.
(Los ancianos) vienen de Alaska, Canadá, EEUU, México, Bolivia, Perú,
Ecuador, Brasil y Argentina, y constituyen la cabeza espiritual de
más de un centenar de naciones nativas de América, unos pueblos de
nombres sonoros que mantienen la cosmovisión milenaria de los
primeros habitantes de aquel continente. Están aquí, explicaron, para
promover una coalición mundial que frene la destrucción de la
naturaleza.
“Traemos la sabiduría ancestral de un pueblo milenario que ha sido
ignorado, pero no queremos lamentar la invasión que ocurrió en
nuestro país hace 509 años porque lamentando no vamos a ninguna
parte –afirmó Valentín Mejillones, anciano mayor de Bolivia, máximo
líder de las naciones originarias de América–. No somos una
organización política, somos guerreros espirituales que hablan un
idioma en el que no existe la palabra raza. Yo represento a la nación
aymara, y conmigo vienen quechuas, guarapos e indígenas de
Norteamérica hijos de una misma madre: la Tierra”.

A su lado, en efecto, se sentaron Cloud Eagle (Águila Nublada),
representante de los indios norteamericanos; Rufino Asqui, quechua de
Perú, y Mariano Pachaguaya, aymara boliviano, que, al igual que
Valentín Mejillones, vestían las túnicas y símbolos originarios de
sus naciones. El colectivo indígena, que ha sido invitado por el
departamento de Asuntos Religiosos de la Generalitat y la concejalía
de Derechos Civiles del Ayuntamiento de Barcelona, tiene previsto
realizar ceremonias rituales y conferencias en Manresa hasta el
próximo domingo.
Su misión, explicaron, está descrita en antiguas profecías. “El
tiempo de las advertencias, la resistencia pasiva y el conformismo ya
ha pasado –afirmó el anciano mayor–. Todos los pueblos del mundo
nos enfrentamos a un reto trascendental: la supervivencia. La
humanidad se encuentra en la encrucijada más importante de su
historia”.
En la tradición de los pueblos indígenas de América, la Tierra es el
elemento que provee la vida y está por encima de todos los seres
vivos, entre los que se incluyen los humanos, los peces, los
mamíferos, las plantas, las montañas y el agua. Todos están dotados
de un espíritu y su vida no tiene principio ni fin. “La vida siempre
ha existido y existirá –explicó Mejillones–. La muerte no existe.
Si el cuerpo descansa, el espíritu vive”.

Los ancianos originarios del continente americano están aquí,
añadieron, porque tienen la responsabilidad de ayudar a que la Tierra
sea respetada. “Es urgente ejercer esa responsabilidad, para que se
recuperen las leyes de la naturaleza”, insistió Mejillones.
Cloud Eagle aludió a la obligación de los indígenas de preservar la
Tierra para los niños. “Es importante que los gobiernos entiendan lo
que queremos decir –afirmó–. Si seguimos atacando al planeta, no
quedará nada para los niños”.

Una de sus misiones, añadió, es tomar contacto con los “guerreros de
colores” que viven aquí. “Son –dijo– como el arco iris, personas de
muchos colores y culturas que, unidas, forman el blanco. Si miras a
la humanidad desde el espacio, hay un solo color. Ésa es la imagen
que queremos transmitir”.

LOS RARAMURIS O TARAHUMARAS

LOS RARAMURIS O TARAHUMARAS

Según la leyenda de los antiguos pobladores de la sierra, el mundo fué
creado por Rayénari -dios sol- y Metzaka -diosa luna-. En su honor, hoy en
día bailan, sacrifican animales y beben tesgüino.
Ahí donde la Sierra Madre Occidental se torna más agreste y accidentada
viven los tarahumaras o tarahumares, que se llaman a sí mismo rarámuri.
Hace unos 300 años los tarahumaras se disgregaron de un grupo nómada que
viajaba por la costa oocidental de México rumbo al sur. Conforme el grupo
avanzaba, se iba dispersando. A los que llegaron al sur de la sierra se les
conoció como huicholes y coras, y los que se establecieron en Sonora y
Sinaloa formaron más tarde los grupos yaqui y mayo. Se cree que otro grupo
viajó río arriba, por profundas barrancas, atravesó la Sierra Madre
Occidental y habitó las planicies cercanas a la actual ciudad de Chihuahua.
Con la llegada de los españoles, los tarahumaras se refugieron en las
montañas y barrancas de la sierra. Se trata de un pueblo muy resistente a
las adversidades, que vive en pequeños núcleos.
La mayoría cultiva máiz y frijol, y cuenta con un poco de ganado. Debido a
lo precario de su economía algunos buscan trabajo en los aserraderos. La
vida de este grupo ha cambiado; el antiguo rarámuri tenía una dieta bien
balanceada, pues además de consumir los productos agrícolas de la región,
comía carne de animales silvestres que él mismo cazaba; en la actualidad han
incorporado a su alimentación productos industrializados, que la más de las
veces no son lo suficientemente nutriticvos. Actualmente los tarahumaras
constituyen el grupo indígena más numeroso del estado de Chihuahua.
Héroe de la sierra, con fuerza de hierro, voluntad indomable y la palabra de
poeta. Levantó a sus hermanos e incendió la sierra con su oratoria. Hizo
renacer el alma indígena en el coraje y orgullo de su casta. El alma fuerte
y misteriosa de los raramuri sigue viva después de siglos, como la voz del
guerrero poeta Teporaca, que aún resuena en las montañas.
En la Sierra Madre Occidental, han vivido por cientos de años los rarámuri
(“los de los pies ligeros”) o tarahumaras. Durante la Colonia los misioneros
jesuitas lograron llegar hasta lo alto de la sierra a enseñar a los indios
la religión y costumbres cristianas. Sin embargo, hoy en día los tarahumaras
viven y dominan esa sierra magnífica manteniendo una mezcla de creencias
entre su religión y la que antaño predicaron los msioneros. Los hombres son
esbeltos, con músculos fuertes, han sido reconocidos como los mejores
corredores de resistencia. Las mujeres son más bajitas, su faz es ovalada,
de ojos negros y oblicuos y nariz recta. Ambos tienen una negrísima
cabellera, lacia y pesada. El hombre lleva un taparrabo sujeto a la cintura
con un triángulo largo de tela hacia atrás, camisa suelta, huaraches y la
frente ceñida con una tira “kowera”.
Las mujeres usan falda ampona y blusa suelta, casi siempre cubren su cabeza
con una pañoleta, llevan una faja de lana tejida, “pukara”, alrededor de la
cintura. Su lengua es dulce y predominan los vocablos referentes a sus
costumbres y su entorno, con palabras corteses como “te saludo, como la
paloma gorjea, te deseo salud y felicidad con los tuyos”.
El clima les marca su lugar de habitación: durante primavera, verano y
principios de otoño, viven en los altos valles, sembrando y cosechando; al
llegar el frío invierno bajan la sierra hasta llegar a sus aldeas, a casitas
de madera o a sus amplias cuevas. Cada casa tiene su fogón y en las cazuelas
que fabrican cocinan los granos de maíz y frinol que cosecharon en la
temporada. Entre los tarahumaras todo pertenece a todos, no existe la
propiedad privada, así comparten techo y comida. Entre todos eligen un
gobernador -un hombre que destaca por sus servicios e inteligencia-, que a
su vez elige gobernadorcillos: sacerdotes, curanderos y sabios. Estos
recorren las aldeas que les corresponde cuidar predicando el orgullo de ser
rarámuri, las costumbres y moral que deben tener, fungen como jueces en
problemas y se encargan de los rezos. Para preparar su bebida ritual: “el
tesgüino”, usan ollas de barro donde se fermenta el maíz con que se elabora.
Para almacenar agua utilizan medias calabazas, y para efectuar sus largos
recorridos cargan pinole -polvo de maíz endulzado- en sus guajes. Fabrican
violines y grandes tambores para tocar en sus ceremonias. De sus tradiciones
culinarias todavía conservan un platillo que se prepara en distintos sitios
del estado: “chacales”, delicioso caldo preparado con máiz quebrado y
cocido.
Ritos Raramuris
Rayénari, tu eres el padre, te reverenciamos cuando apareces en el
horizonte, con todo tu poder, luz y calor, llenas de brillo el mundo. Ya se
ha ido a descansar, nuestra madre, la luma Metzaka. que es blanca y pura.
Por eso sacrificamos borregas blancas, gallos blancos y chivos blancos.
“Los tarahumaras le rinden culto a un principio trascendente de la
naturaleza, que es macho y hembra, y dicho principio lo llevan sobre sus
cabezas, en una cinta con dos puntas, eso indica que son una raza unida a
las fuerzas originales, macho y hembra, con las cuales trabajó la
naturaleza”. Así describió el fundamento religioso de los rarámuri Antonin
Artaud -gran poeta francés-, que vivió en 1936 una temporada en la sierra
tarahumara. El “yumari” es uno de los bailes más importantes para los
rarámuri, durante toda una noche se ayuda al Padre Sol y a la Madre Luna a
producir lluvia. En la danza se imitan los movimientos de los venados, que
fueron los que enseñaron a los hombres el yumari. Las mujeres forman un
círculo alrededor de una fogata, se hincan y pegan la frente al suelo y
cantan el coro “el yumari”. Al ritmo de los tambores bailan, dibujan con sus
pies al sol, la luna y las estrellas. Para todas sus ceremonias preparan
tesgüino, una bebida muy importante para ellos, hecha de maíz molido y
fermentado; durante las ceremonias lo beben en jícaras. Por eso son llamadas
por los “chabochis” -hombres blancos-, “tesgüinadas”.
El Peyote
El peyote, “jículi”, es para los tarahumaras un cacto protector, guardian
contra ciertas enfermedades y peligros. Además es motivo de una de las
fiestas mas importantes que se llevan a cabo en su honor por medio del baile
jículi. Para esta ceremonia preparan “tonari”, comida ritual que es un
cocido de res, papas y calabazas, sazonado con especies recolectadas en la
sierra. También se bebe tesgüino de hecho, antes de comer el peyote, éste
mismo se rocía con la bebida ceremonial. El baile se hace alrededor de una
fogata y una cruz, el sacerdote escoge dos mujeres que se encargan de moler
el peyote en un metate, el jugo -que es espeso y de color pardo- se vierte
en una jícara, y de ésta beben los participantes en el baile. La ceremonia
dura toda la noche, y en distintos intervalos, se bebe, se baila y se come.
Además del tonari, las mujeres han cocido gorditas, atole, tamales y
mazorcas cocidas, todo condimentado con especies y frutos silvestres. Al
salir el sol, almuerzan tranquilos para reponer fuerzas y luego regresan a
sus casas.
Semana Santa
Desde una semana antes del jueves santo, vuelcan toda su energía y trabajo
conjunto para la celebración, durante tres largo días, de la Semana Santa.
Los jóvenes regresan del bosque cercano con pequeños pinos con los que se
construiran arcos hasta de cuatro metros de alto, para colocarse frente y
alrededor de la iglesia. Estos arcos, coronados con grandes flores de yuca,
sirven durante el ritual de Semana Santa como estaciones, en donde un grupo
de hombres y mujeres -previamente designado- bailan y rezan. Estos arcos
también se instalan frente a la casa donde se prepara y se sirve el
tesgüino.
Durante tres días no dejan de sonar los tambores. Flautas y violines hacen
recordar música de antaño. Hay mucha actividad en el pueblo; los ancianos
van y vienen, mientras los niños juegan entre las mujeres que muelen el maíz
para el tesgüino. Justo antes del anochecer, uno de los chamanes entra al
atrio de la iglesia seguido por tres hombres que portan pequeñas vasijas
llenas de esta bebida. El chamán sostiene sobre su cabeza olotes ardiendo y
un cuchillo, los cuales utiliza para señalar, frente a la cruz de madera,
los cuatro puntos cardinales. Los tres hombres que lo acompañan rocían el
piso con el líquido de sus vasijas, el rito se repite tres veces.
El jueves santo, a media noche, la muchedumbre se dispersa, y cerca de la
una de la mañana sólo el misterioso sonido de los tambores se escucha en la
oscuridad.
La mañana del viernes santo, los soldados y fariseos, representados por dos
grupos de hombres pintados con cal y ocre, “los pintos” danzan durante
treinta y seis horas. Donde quiera que ellos realizan su representación, se
sirve tesgüino. Los danzantes llevan dos figuras de paja -una femenina y
otra masculina- representando a Judas. El viernes es el único día que
participan las mujeres en la procesión, cantando y echando incienso
alrededor de la iglesia.
Para entonces, el atrio se encuentra atestado de bailarines y músicos
tocando sus tambores, violines y flautas; los ancianos también están
presentes. Esa noche es cuando los tarahumaras realmente gozan de la fiesta:
beben, bailan, ríen y chismean; despúes más baile y saltos, acompañados
siempre del agudo sonido de los tambores. El sábado en la mañana los grupos
de soldados y fariseos danzan en los cerros. Al mediodía los grupos de
danzantes llevan a cabo su representación en el atrio del templo. Son los
“matachines” que se mueven rítmicamente al compás del violín y la guitarra.
En la tarde, el maestro de ceremonias destruye todos los arcos que están al
frente de la iglesia, mientras los artistas y espectadores se retiran
lentamente hacia el campo. Allí son quemados los Judas.
Olimpiadas en la Tarahumara
Se organiza entre varias aldeas una competencia deportiva. Los hombres hacen
carrera de bolas y las mujeres lanzamiento de aro. Los recorridos de la
carrera llegan a ser de hasta 200 km, y duran dos o más días. La noche
anterior cada grupo hace una ceremonia preparatoria, practican abstinencias
y se masajean los músculos con grasa de borrego. Un jugador de cada equipo
arranca pateando una bola hecha con madera de encino, y corre seguido de sus
partidarios, turnándose la pelota hasta llegar a la meta; la ruta se traza
de antemano por los vericuetos de las montañas. Las apuestas se hacen con
costales de maíz, ropas y animales de granja,. Los atletas son muy
reconocidos en las comunidades. Las mujeres empujan un aro de ramas tejidas
con un palo curvo, su trayecto es más corto que el de los hombres. También
hay dos bandos y apuestas. Al terminar las justas, hay banquete y
tesgüinada.

Entrevista: Espiritu Mapuche

Entrevista: Espiritu Mapuche
BENEDICTO MELIN, COFUNDADOR DEL PARLAMENTO MAPUCHE
“Ser organizados nos salvó del genocidio”
No cuento mis años: cuando muera volveré a la tierra Mapu a través de los árboles y los ríos y viviré mientras vivan. Ganamos la guerra a España. El Estado chileno quiso exterminarnos y nos tachó de vagos, maleantes y borrachos, pero nuestro modo de organizarnos y luchar nos hizo sobrevivir. Hoy somos ciudadanos de la nación mapuche
LLUÍS AMIGUET – 28/07/2004

-Ni un solo soldado español consiguió cruzar el río Biobío. Los mapuches los frenamos allí durante más de dos siglos.

–Ustedes no tenían armaduras ni pólvora ni caballos.

–No, pero estábamos organizados. Ser organizados nos salvó del genocidio.

–Recuerdo La Araucana: Caupolicán… ¡y después llegó el gran Lautaro!

–Tuvimos toquis, generales que agruparon a los más de dos millones de mapuches que ocupaban lo que hoy es el sur de Argentina y Chile, pero nuestra fuerza no estaba en el caudillaje. Si hubiera sido así, con matar al general, los españoles hubieran ganado.

–Es lo que solían hacer.

–Los españoles concebían el mundo desde Dios hacia abajo y sólo creían en estructuras verticales de poder. En cambio, para nosotros la energía estaba en todas partes. Cada mapuche era general y soldado. Las crónicas explican cómo los españoles arrasaban los poblados, mataban a los guerreros y daban suplicio a los toquis, y al día siguiente había otro general y otro ejército mapuche presentándoles batalla.

–Inaccesibles al desaliento.

–No éramos inmortales. Lo que sucede es que teníamos una estructura horizontal y reticular de la organización militar y los mandos eran rápidamente sustituidos por otros guerreros con inteligencia sistémica y comunitaria. Por eso pudimos resistir a un ejército como el español, tecnológicamente muy superior, armado con pólvora, armaduras y caballos, pero organizativamente muy arcaico.

–¿Y cómo acabó la guerra?

–Con un pacto. Los españoles reconocieron nuestra existencia como pueblo y nuestros derechos en 1652 en el tratado de Quillín: nos cedieron 10 millones de hectáreas.

–¿Y lo respetaron?

–Se lo hicimos respetar más o menos hasta las independencias argentina y chilena. El Estado criollo nos considera enemigos naturales que deben eliminarse físicamente. Inician una política genocida. El general argentino Roca asesina con engaños y trampas a las familias mapuches: cientos de miles de personas son masacradas mientras duermen en degollinas salvajes. Quienes no huyen, mueren.

–¿Y en Chile?

–Primero nos utilizan como carne de cañón para su guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú: 800.000 soldados mapuches defienden las fronteras chilenas y las ganan. A su regreso, son desarmados y asesinados en masa por otro salvaje genocida, el coronel Saavedra. Muchos huyen del valle central a refugiarse a las cordilleras o al sur. Desde allí mantienen una continua guerrilla que se prolonga contra los colonos.

–Historia terrible.

–Morimos luchando. Todos los fuertes chilenos son atacados y arrasados por los mapuches al menos en alguna ocasión excepto el de Temuco. El gobierno racista envía un emisario a Europa en los años veinte a ofrecer nuestra tierra a colonos y llegan alemanes, italianos… Los alemanes traen perros adiestrados para sacar a los indios de las nuevas haciendas. El genocidio prosigue.

–Pero ustedes resisten.

–Aguantamos y luchamos contra los paramilitares y el ejército regular. Pero poco a poco también surge un mestizaje y algunos mapuches llegan a ocupar cargos en la administración y el Parlamento chilenos. La Iglesia actúa desde los años veinte como una organización paraguas de los mapuches. Sobre todo algunos curas vascos que entendieron lo que era ser un pueblo perseguido.

–¿No se cristianizan ustedes?

–Muchos sí. Nosotros no. Para nosotros el mar, la tierra, el río o los árboles y todo cuanto les rodea son las conexiones con la energía universal y las pasarelas por las que volveremos a la vida cuando muramos y pasemos por el más allá: si esas pasarelas se dañan, no podremos volver.

–La ecología es ya no sólo la supervivencia, sino también la eternidad del individuo.

–Por eso luchamos. En los años sesenta, el Chile de Allende nos abre una nueva vía de esperanza con la reforma agraria y convierte a muchos mapuches en parcelistas.

–Pinochet se encargará de retroceder.

–Salvajemente. Nos devuelve al gueto de lo indeseable junto al cliché del indio borracho, vago, polígamo, pendenciero que debe morir para que nazca el nuevo chileno. En fin, todas las dictaduras son la misma dictadura sangrante contra el género humano.

–¿Y después de Pinochet?

–Con la democracia, el presidente Alwyn firma el tratado de Nueva Imperial y abre otro camino, pero las oligarquías responden con un poderoso lobby que denigra nuestra imagen y reduce el censo de más de un millón de mapuches en 1992 a medio millón en el 2002. ¡Es un genocidio estadístico!

–El imperio contraataca.

–Con astucia. Logran que muchos mapuches se avergüencen de su condición de indígenas asociada a todas las lacras imaginables y la ocultan al censarse, porque es más respetable ser chileno sin más. ¡Es el momento de luchar y organizarse por el orgullo mapuche!

–Sólo las raíces permiten elevarse.

–Reunimos el Congreso Mapuche en octubre del año pasado y nos constituimos en pueblo soberano y renunciamos a la violencia.

–Una renuncia muy inteligente.

–Y apostamos por la prosperidad. Podemos crear negocios; tenemos la tierra y las estructuras comunitarias para crear y repartir riqueza. Cuando la consigamos, el Estado acabará por reconocernos plenamente. Y ahora viajamos por el mundo, como aquí a Barcelona, donde visitamos su Parlament.

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