FALLAS DE LA BIBLIA 33
FALLAS DE LA BIBLIA
por Dennis McKinsey
Número 33
Septiembre de 1985
COMENTARIO
¿EXISTIÓ JESÚS? (Parte 2 de 2)
A excepción de Josefo, probablemente los apologetas no han confiado en ningún otro escritor de la antigüedad para demostrar la existencia de Jesús que el historiador romano Tácito. En sus Anales relató las medidas que Nerón tomó para aliviar el sufrimiento ocasionado por el incendio de Roma en el año 64, así como para eliminar sus huellas y después, supuestamente, hacer las siguientes afirmaciones:
“Pero ni la ayuda del hombre, ni la liberalidad del príncipe, ni las propiciaciones de los dioses lograron destruir la creencia de que el fuego había sido encendido a propósito. Por tanto, para poner fin a este rumor, Nerón echó la culpa y castigó severamente a aquellos hombres, odiados por sus crímenes, a quienes el pueblo llama cristianos. Aquél de quien proviene el nombre, Cristo, fue ejecutado por el procurador Pilatos durante el reinado de Tiberio. Pero la perniciosa superstición, contenida por un tiempo, estalló de nuevo, no sólo en Judea, la tierra natal de la monstruosidad, sino también en Roma, adonde fluyen del mundo entero a encontrar partidarios todos los horrores y abominaciones concebibles. Así que primero se arrestó a quienes confesaron abiertamente; luego, con su información, a un gran número, que no fueron tan acusados del incendio como de odiar a la raza humana. Se les ridiculizaba mientras morían; de modo que, vestidos con pieles de bestias, eran despedazados por perros, o crucificados, o enviados a la hoguera, y cuando el sol se había puesto eran quemados para iluminar la noche. Nerón había prestado su jardín para este espectáculo, y ofreció juegos en el Circo, mezclándose con el pueblo, vestido de cochero o de pie en el carruaje. De modo que hubo por ellos una fuerte simpatía, aunque podrían haber tenido la suficiente culpa como para merecer el castigo más severo, dado que eran sacrificados, no por el bien general, sino por la crueldad de un hombre.” (Anales XV, 44).
Los problemas que presenta este párrafo son casi más de los que pueden enumerarse:
1) Es en extremo improbable que un informe especial hallado por Tácito hubiera sido enviado a Roma con anterioridad e incorporado a los registros del Senado en relación con la muerte de un provinciano judío (Jesús). La ejecución de un carpintero de Nazaret habría sido uno de los eventos más insignificantes entre los movimientos de la historia romana de aquellas décadas; habría desaparecido por completo bajo las innumerables ejecuciones llevadas a cabo por las autoridades provinciales romanas. El que se hubiera conservado en algún informe habría sido de la más curiosa casualidad. El que el procurador Poncio Pilatos hubiera ejecutado al fundador del cristianismo bajo el reinado de Tiberio debería haber aparecido en el mismo archivo que relataba, según Tertuliano, el oscurecimiento del sol al mediodía mientras Jesús moría.
2) La frase “multitudo ingens”, que significa “un gran número”, se opone a todo lo que sabemos sobre la difusión de la nueva fe en la Roma de la época. ¿Una vasta multitud en el año 64? No había más de unos pocos miles de cristianos 200 años después.
3) La muerte en la hoguera no era una forma de ejecución usada en Roma en tiempos de Nerón. Se opone a los principios de moderación sobre los cuales el Estado trataba con los acusados. El uso de cristianos como “antorchas vivientes”, como describe Tácito, y todas las demás atrocidades que se cometieron contra ellos, tienen poco mérito de credibilidad, y sugieran una imaginación exaltada por la lectura de historias de los mártires cristianos posteriores.
4) Las autoridades romanas no podían haber tenido motivo para castigar especialmente a la nueva fe. ¿Cómo los neófitos romanos podían saber cuáles eran los intereses de una secta religiosa, comparativamente pequeña, conectada con el judaísmo y que al observador imparcial debía de parecer totalmente idéntica a él?
5) El mismo Suetonio dice que Nerón mostraba la mayor indiferencia, incluso disgusto, hacia las sectas religiosas. Incluso después no se persiguió a los cristianos por su fe, sino por razones políticas, por su desdén hacia el Estado y el emperador romano, y como alborotadores de la unidad y la paz del imperio. ¿Qué motivo, entonces, pudo haber tenido Nerón para proceder contra los cristianos como secta nueva y criminal, si a duras penas se distinguían de los judíos?
6) Es inconcebible que en aquel momento los seguidores de Jesús hubieran formado una comunidad de suficiente importancia como para atraer la atención pública y la mala voluntad del pueblo.
7) Las víctimas no pudieron haber sido quemadas en los jardines de Nerón, como alega Tácito. Según otro relato de Tácito, esos jardines eran refugios para las personas cuyas casas habían sido quemadas, y estaban llenos de tiendas y cabañas de madera. Es difícil que Nerón se hubiera arriesgado a un segundo incendio con sus antorchas vivientes.
8) De acuerdo con Tácito, Nerón estaba en Anzio, no en Roma, cuando ocurrió el incendio.
9) La estremecedora historia sobre las terribles orgías de Nerón suena más a romance cristiano del oscurantismo que a palabras de Tácito. Suetonio, quien denunció despiadadamente el reinado de Nerón, dice que en sus espectáculos públicos el emperador tenía especial cuidado de que no se sacrificara ninguna vida, “ni siquiera las de los criminales condenados”.
10) Es muy improbable que se haya mezclado con el pueblo a disfrutar del horrendo espectáculo. Tácito nos dice en su biografía de Agrícola que Nerón participó en la comisión de crímenes, pero él mismo no los presenciaba.
11) Algunos eruditos sostienen que el pasaje de Tácito no pudo haber sido interpolado, pues no se habría podido copiar su estilo de escritura. Pero este argumento carece de peso, pues para el falsificador hábil no hay estilo “inimitable”, y cuanto más atípico, distinguido y peculiar es un estilo, como el de Tácito, tanto más fácil es imitarlo. Es más: en cuanto concierne a la existencia histórica de Jesús, nos interesa solamente una oración, y en ella no hay nada que sea claramente de Tácito.
12) Se supone que Tácito escribió esto alrededor del año 117, unos 80 años después de la muerte de Jesús, cuando el cristianismo ya era una religión organizada con tradición establecida. Se supone que ya existían los evangelios, o por lo menos tres. De modo que Tácito pudo haber obtenido su información acerca de Jesús, si no directamente de los evangelios, indirectamente por medio de la tradición oral. Éste es el parecer de Dupuis, quien escribió: “Tácito dice lo que decía la leyenda”. En el año 117, Tácito sólo podía saber acerca de Cristo lo que le llegaba de los círculos cristianos o intermedios. Se limitó a reproducir los rumores.
13) ¿Qué importa si Tácito escribió este pasaje o no? Pudo simplemente haber recibido la información, cien años después del suceso, de gente que lo había narrado a otros. Por tanto, no importa si el pasaje es genuino o no.
14) En ninguna otra parte de sus escritos alude Tácito en absoluto a “Cristo” o los “cristianos”.
15) Se pone también en boca de Tácito que los cristianos tomaban su nombre de Cristo, lo cual podría aplicarse a cualquiera de los llamados Cristos que fueron muertos en Judea, incluyendo al Cristo Jesús.
16) A los adoradores del dios sol Serapis también se les llamaba “cristianos”. Serapis, u Osiris, tenía numerosos seguidores en Roma, en especial entre el común del pueblo.
17) La expresión “cristianos”, que Tácito aplica a los seguidores de Jesús, no era para nada común en tiempos de Nerón. Ni un solo escritor griego o romano del siglo primero menciona ese nombre. Los cristianos que se llamaban jeseos, nazoreos, elegidos, santos, fieles, etcétera, eran considerados universalmente como judíos. Observaban la ley mosaica y el pueblo no los sabía distinguir de los demás judíos. La palabra griega christus (el ungido), traducción del hebreo mesías, y su palabra derivada, cristiano, fueron usadas por primera vez bajo el reinado de Trajano en tiempos de Tácito. Pero incluso entonces la palabra christus no significaba Jesús de Nazaret. Todos los judíos, sin excepción, anhelaban un christus o mesías. En consecuencia, no es claro cómo el hecho de ser “cristiano” en tiempos de Nerón o Tácito podía distinguir a los seguidores de Jesús de los demás creyentes en un christus o mesías. Ningún evangelio aplica el nombre “cristianos” a los seguidores de Jesús. En el Nuevo Testamento nunca se usa como descripción que hubieran usado los seguidores de Jesús para referirse a sí mismos.
18) La mayoría de los académicos admite que las obras de Tácito no se han preservado con la menor fidelidad.
19) Este pasaje, que pudo haber servido a los escritores cristianos mejor que cualquier otro escrito de Tácito, no es citado por ninguno de los padres de la iglesia. No lo cita Tertuliano, aunque a menudo citaba las obras de Tácito. Los argumentos de Tertuliano exigían con tal fuerza el uso de este pasaje que su omisión, de haber existido, equivalía a una fuerte improbabilidad.
20) Eusebio citó en el siglo IV toda la evidencia del cristianismo que había en fuentes judías y paganas, pero no menciona a Tácito en absoluto.
21) Este pasaje no es citado por Clemente de Alejandría, quien a principios del siglo III se dio enteramente a la tarea de recoger y reunir todas las admisiones y reconocimientos que los autores paganos anteriores a su tiempo habían hecho de la existencia de Jesucristo o de los cristianos.
22) Orígenes, en su controversia con Celso, sin duda habría usado este pasaje si hubiera existido.
23) En ninguna parte del mundo hay vestigios ni rastros de este pasaje anteriores al siglo XV. Su uso como parte de la evidencia de la religión cristiana es absolutamente moderno. Aunque ningún escritor ni historiador, religioso o secular, hace referencia alguna a este pasaje antes del siglo XV (año 1.468), después de ese momento se le cita en una lista innumerable de obras.
24) La fidelidad de este pasaje depende por entero de la fidelidad de una persona (publicado por primera vez en una copia de los Anales de Tácito en 1.468 por Juan de Spira de Venecia, quien hizo su impresión a partir de un solo manuscrito) que tuvo toda la oportunidad y motivación para insertar semejante interpolación.
25) En todos los registros romanos no se encuentra ninguna evidencia de que Poncio Pilatos haya ejecutado a Cristo. Semejante frase, de ser genuina, sería la evidencia más importante de toda la literatura pagana. ¿Cómo pudo haber sido pasada por alto por 1.360 años?
26) Finalmente, el estilo del pasaje no concuerda con el lenguaje normalmente moderado y clásico de Tácito.
COMENTARIOS FINALES SOBRE LA EXISTENCIA DE JESÚS
¿Qué más puede decirse, entonces, sobre la existencia histórica de Jesús?
(1) Muchos autores, como Renan, han intentado escribir su biografía, pero han fracasado porque no existe material para la obra.
2) Si Jesús fue un personaje histórico, ¿cómo es que no sólo el Talmud nunca lo menciona, sino que las epístolas de Pablo no narran ni un hecho especial sobre la vida de Jesús? Lean las demás epístolas del Nuevo Testamento. En ninguno de los documentos cristianos primitivos encontramos la más fugaz referencia al hombre Jesús, el personaje histórico como tal, de la que podamos concluir que el autor lo había conocido de cerca. Su vida, como la describen los evangelios, parece haber sido totalmente desconocida para los autores. Sus discursos y dichos se citan rara vez, y cuando ocurre, como en la epístola de Santiago y los Hechos de los Apóstoles, no se citan como palabras de Jesús.
3) ¿Qué pueden probar Josefo o Tácito? En el mejor de los casos, mostrarían que en la Roma de finales del siglo primero no sólo se conocía a los cristianos, sino a las tradiciones y mitos de Cristo. Sin embargo, a partir de Tácito o Josefo no se puede descubrir cuándo aparecieron estas tradiciones y mitos, ni cuán cercanas estaban a la verdad.
4) Finalmente, debe mencionarse que algunos autores son notable por las cosas que no dijeron sobre Jesús:
a) Filón nació antes del comienzo de la era cristiana y vivió hasta mucho después de la supuesta muerte de Jesús. Él escribió un registro de los judíos que abarcaba todo el tiempo que se dice que Cristo vivió sobre la Tierra. Él vivía en Jerusalén o sus cercanías cuando ocurrieron el nacimiento virginal y la masacre de los niños inocentes. Estuvo allí cuando Cristo hizo su entrada triunfal en Jerusalén. Estuvo allí cuando tuvo lugar la crucifixión, con su terremoto, oscuridad sobrenatural y resurrección de muertos, hasta cuando Cristo mismo se levantó. Pero él no menciona ninguno de estos eventos.
b) Bajo el reinado de Tiberio, se supone que todo el mundo, o al menos una notable provincia del imperio romano, fue cubierta por una oscuridad sobrenatural que duró tres horas. Pero Séneca y Plinio el Viejo, quienes registraron todos los terremotos, meteoros, cometas y eclipses importantes que pudieron encontrar, y quienes vivieron durante el tiempo de Jesús, callan sobre este evento.
c) Justo de Tiberio fue un paisano de Jesús, un galileo. Escribió una historia que abarcaba el tiempo de la supuesta existencia de Jesús. Esta obra desapareció, pero Fotio, erudito cristiano y crítico del siglo IX, la conoció y dijo: “[Justo] no hace la menor mención de la aparición de Cristo, de las cosas que le sucedieron, o de las obras maravillosas que hizo”. (Fotio, Bibliotheca, Cod. 33)
JESÚS Y OTROS DIOSES
Los cristianos sostienen que todos los siguientes dioses precristianos son míticos: Hércules, Osiris, Baco, Mitra, Hermes, Prometeo, Perseo y Horus. Pero todos ellos (1) tuvieron supuestamente a dioses por padres y a vírgenes por madres, (2) nacieron bajo el anuncio de estrellas y música celestial, (3) nacieron el 25 de diciembre, solsticio de invierno, (4) casi fueron muertos cuando bebés a manos de tiranos, (5) murieron violentamente, (6) y resucitaron.
POR QUÉ EXISTE ESTA REVISTA
Casi siempre que ha aparecido en radio el editor de Fallas de la Biblia, los oyentes le han hecho dos preguntas básicas: si cree en Dios y por qué lleva a cabo esta labor. Como estas cuestiones son sin duda importantes para algunas personas, hay que tratarlas. Con respecto a la primera, Fallas de la Biblia no toma posición sobre la existencia de Dios. No es un tema con el que estemos involucrados. Esto puede significar que seamos agnósticos, como han afirmado algunos. Si es así, no es una posición conscientemente razonada, sino más una tomada por defecto. Nos interesa mucho más analizar racionalmente un escrito tangible que afecta evidentemente las vidas de millones de personas. La segunda pregunta suele contestarse al siguiente tenor: Miles de personas en este país están ofreciendo una presentación limitada y prejuiciada de la Biblia. La gente oye todas las defensas y ninguna de las críticas, todo lo positivo y nada de lo negativo. Hasta ahora ha sido un asunto sesgado. ¿Cómo puede la gente analizar racional y objetivamente algo de lo que sólo se le muestra un lado? Alguien tiene que recorrer el mundo y ofrecer una descripción más equilibrada de la Biblia. Alguien tiene que exponer los aspectos negativos para que pueda existir una perspectiva más sensata. Esta revista trata de llenar ese vacío enseñando una especie de escuela dominical al revés, diciéndole a la gente todo lo que deberon haber sabido en la escuela dominical pero nadie les dijo. Sólo por esta estrategia puede realizarse un examen exacto. Es peligroso que millones de personas oigan sólo un lado de la historia, en especial si se involucra religión o política. Si después de oír igualmente ambos puntos de vista todavía quieren seguir a la Biblia, que así sea. Es decisión suya. Pero antes de dictar sentencia debe darse oportunidad de hablar a los abogados de la acusación y la defensa.
DIÁLOGO Y DEBATE
[cartas que Biblical Errancy recibió durante la época de su distribución original en inglés]
De V. T. en Huron, California (Parte 1)
El desafío de Dennis McKinsey es probar el argumento como un abogado en un tribunal. Hebreos 11:1 (“Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”) es todo lo que obtendrá en cuanto concierne a la Palabra escrita de Dios (…) este verso solo es suficiente para probar el argumento (…) ¿Cómo puedo creer con perfecta certeza? (…) Vuelva a leer los versos si tiene alguna duda. (Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía.”) (…) Podemos aceptar esta declaración (poner nuestra confianza) o podemos rechazarla. Este hecho es una afirmación, una declaración dada. Tal vez usted no reciba más PRUEBAS. No hace falta dar más declaraciones.
Respuesta del Editor (Parte 1)
Seguramente se dará usted cuenta de que no ha demostrado su argumento. ¿Cómo puede la fe ser una prueba? ¿Quiere decir que cualquier cosa será cierta si tengo fe en que lo sea? ¿Quiere decir que si creo ser omnipotente lo soy? ¿Quiere decir que si creo sinceramente en la existencia del dios Zeus, entonces existe? Recuerde que usted dijo que “la fe es la evidencia”, la demostración de las cosas que no se ven. Eso significa que la fe es, en efecto, la prueba. La fe sola basta. Creer es poder. No hay límite si se empieza por este camino. De hecho, todo lo que alguien crea seriamente será real. El único límite será la imaginación de millones de personas. Usted dijo: “este verso solo es suficiente para probar el argumento”. ¿Cómo ha probado su argumento? Si Hebreos 11:1 “es todo lo que obtendrá en cuanto concierne a la Palabra escrita de Dios”, entonces no llegará muy lejos. Usted dice que los versos dan “perfecta certeza” a quienes dudan. Yo los he leído muchas veces y nunca he visto disminuir mis dudas. Su comentario final, de que “no hace falta dar más declaraciones”, significa que este verso es cierto simplemente porque la Biblia lo dice. En otras palabras, será verdad cualquier cosa que diga la Biblia, sin importar la evidencia que se oponga, lo cual choca contra todos los argumentos que Fallas de la Biblia ha presentado en estos tres años. Usted ha decidido ignorar una montaña de datos que muestran que la Biblia es cualquier cosa menos infalible. Cuando la mera creencia se toma como prueba, la mentalidad es “Ya me decidí, no me confundas con los hechos”.
Usted dijo: “este hecho es una afirmación, una declaración dada. Tal vez usted no reciba más PRUEBAS” y se equivocó dos veces. Primero, no es un hecho sino una creencia, y hay una gran diferencia. He discutido esto varias veces con mormones, bautistas y otros. No parecen ser capaces de distinguir entre “hecho” y “creencia”. Trabajan sobre la teoría de que creer en algo hace que sea cierto, y no se dan cuenta de que la creencia no es evidencia. La mera afirmación en un libro no prueba nada. Existe un mundo real allá afuera, al que deben conformarse nuestros pensamientos y creencias. El mundo no se adaptará a las ideas: ellas deben adaptarse a él. Debemos aprender sus reglas para sobrevivir; él no va a aprender las nuestras. Y nuestra ignorancia, omisión o desviación del mundo real señala nuestro grado de neurosis, paranoias y otras enfermedades mentales. Citando al famoso psiquiatra Carl Jung, “He tratado a centenares de pacientes. Entre los mayores de 35 años, no ha habido ninguno cuyo problema en última medida no haya sido la búsqueda de un enfoque religioso sobre la vida”. Aprender cómo opera el mundo y cambiar nuestra conducta y creencias en consecuencia es de lo que se ocupan la ciencia, la lógica y la razón. Segundo, su comentario de que “tal vez usted no reciba más PRUEBAS” es una petición de principio. ¿Qué PRUEBAS? Sólo me ha expresado su creencia en tener un libro infalible dictado por un ser supremo; un libro repleto de problemas que usted prefiere ignorar. ¿Es así de fuerte, V. T., su necesidad de algo en que creer, algo a lo que aferrarse? ¿Se siente inseguro? A juzgar por sus cartas, parece ser un tipo decente y razonablemente inteligente. Yo le pediría que no se colocara en una posición digna de lástima. Con sus capacidades, no necesita fe para seguir adelante: puede hacerlo por sí mismo.
(Parte 2)
Hebreos 11:1: “Es pues la fe la sustancia de las cosas…” En este capítulo aprendemos que no creer es el peor pecado que puede cometerse. Dios tiene una cura para cada pecado, excepto el estado (pecado) de no creer (…) Ahora bien, muchos no encuentran en la fe un camino muy satisfactorio, y se sienten como aquella niña quien, ante la pregunta de qué era la fe, contestó: “Fe es creer en lo que sabes que no es así”. La ven como dar un salto a oscuras (…) Cuando es lo que significa ser una persona, no tienen fe porque la fe es “la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”, lo que significa que la fe descansa sobre una base.
Respuesta del Editor (Parte 2)
¿En qué parte del capítulo 11 de Hebreos se dice que no creer sea el peor pecado posible, V. T.? Creo que usted está adornando el texto. El único pecado imperdonable que conozco se describe en Mateo 12:32, que dice: “… mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero” (ver también Lucas 12:10). La fe no es tanto creer lo que se sabe que no es así, como creer lo que no se ha probado. Y hasta tener confirmación, la única base sobre la cual descansa la fe es arena movediza.
(Parte 3)
(…) En un sentido muy real, la fe es el único instrumento por el cual recibimos la salvación. Cristo salva, no algo que nosotros mismos hagamos. Sí, ciertamente creemos en las obras. Pero las obras son producto de la salvación (…) La salvación es un regalo dado libremente. No podemos hacer nada para comprarla. La recibimos por FE. Las obras siguen a los creyentes (…) la Biblia no enseña la salvación por obras (…) La Biblia no intenta demostrar la existencia de Dios. La Biblia está escrita para ENSEÑAR, INSTRUIR Y REPRENDER. No es un libro apologético. El Antiguo Testamento tiene a Cristo en casi todas las páginas. Algunos lo ven, otros no pueden verlo.
Respuesta del Editor (Parte 3)
1) Dice usted que Cristo salva y no algo que nosotros mismos hagamos. Pero según la ideología cristiana usted debe aceptar a Jesús como salvador. ¿No es eso hacer algo? De hecho, es usted quien inicia el acto de su salvación. Jesús no lo salva: usted mismo se salva al aceptarlo. Usted provocó la salvación, no él. No es un regalo, sino algo que usted ganó por su propio acto.
2) Dice usted que no podemos hacer nada para comprar la salvación, pero sucede precisamente lo contrario. Debe comprarla tomando una acción.
3) Dice usted que las obras son producto de la salvación. De ser así, quienes afirman haber sido salvados nos han mentido, pues todos siguen pecando. Nunca he conocido a ninguno que esté siquiera cerca de la perfección.
4) Como muestra el número 3 de Fallas de la Biblia, su comentario de que la Biblia no enseña la salvación por obras se opone diametralmente a muchos versos. Le recomiendo leer ese número.
5) No podría estar más de acuerdo: la Biblia no intenta demostrar la existencia de Dios. Precisamente ése es el problema: no intenta demostrar casi nada. Hace afirmaciones que uno decide si acepta o no.
6) Para terminar, la gente no ve a Cristo en las páginas del Antiguo Testamento; lo imponen sobre ellas. Comienzan con la suposición de que está allí, y proceden a distorsionar los versos según dicte la conveniencia. Le convendría leer en esta revista los artículos pasados y futuros sobre profecías mesiánicas.
CARTAS AL EDITOR
De L. G. en Oxnard, California
Estoy de acuerdo en que la única manera de enfrentar a los fundamentalistas y evangélicos es atacarlos directamente en la fuente de sus creencias engañadas. Es vano intentar presentar evidencia científica ante un grupo de perronas que no tienen el suficiente bagaje académico.
De B. F. en Louisa, Kentucky
He recibido su número 32, excelente como siempre. Me complace que esté bajando las barreras a los temas extrabíblicos, como las supuestas referencias contemporáneas a Jesús, etcétera. Esas áreas nos ayudan a los activistas aficionados de Fallas de la Biblia. (…)
De M. N. en Danvers, Illinois
Como lector de todos sus 30 números, quiero felicitarlo por un trabajo bien hecho. Aunque no siempre he estado de acuerdo con algunos de los argumentos que ha presentado, concuerdo de todo corazón con su estrategia de enfrentar a los literalistas bíblicos con evidencia de su propia fuente principal (y única, en realidad). Con eso en mente, me gustaría recomendarles a usted y a sus lectores un libro que acabo de adquirir y leer. Se llama Más Allá del Fundamentalismo, por James Barr. El enfoque de este libro se parece al de usted en que el Profesor Barr critica severamente a los literalistas bíblicos y usa las escrituras mismas para señalar las falacias de la posición fundamentalista (…) Cita dos casos que bastarían para minar por completo la alegación fundamentalista de infalibilidad de las escrituras y del mismo Jesús. Ambos casos tienen que ver con errores que Jesús cometió al referirse a lo que hoy se llama Antiguo Testamento. La primera se encuentra en Marcos 2:25-26, cuando Jesús narra una historia de 1 Samuel 21:1-6. La historia involucra al sumo sacerdote Ahimelec. Pero Jesús se equivocó y llamó al sumo sacerdote Abiatar (el hijo de Ahimelec). El segundo caso se encuentra en Mateo 23:35, donde Jesús habla sobre la muerte de Zacarías, narrada en 2 Crónicas 24:20-21. El único problema con la versión que cuenta Jesús es que se refiere erróneamente a Zacarías como hijo de Baraquías, cuando en realidad era hijo de Joiada. Personalmente, estos errores bíblicos, tan fáciles de verificar, me parecen argumentos poderosos no sólo contra el literalismo, sino contra la infalibilidad de las escrituras y del mismo Jesús. No parece haber manera de que los fundamentalistas puedan explicar estas discrepancias y conservar su posición teológica sobre la naturaleza de la Biblia.
Respuesta del Editor
Ha escogido dos buenos argumentos que pueden mostrarse a los defensores de la Biblia. Son ciertamente poderosos y sólo dos entre decenas disponibles. Es importante anotar, sin embargo, que los fundamentalistas y literalistas no son los únicos defensores del libro. Los liberales y otros de corriente similar suelen alabar su confiabilidad confiando en un enfoque menos directo. Reacios a tragarse los cuentos de Adán y Eva, los seis días de la creación, el Diluvio, la ballena de Jonás y muchos otros de las escrituras, tienden a adornar con abundantes alegorías leyendo significados que no están en el texto y basándose extensamente en el simbolismo e interpretaciones figuradas. En consecuencia, esta revista no se refiere a los apologetas como fundamentalistas o literalistas. Muchos de los defensores más fervorosos del libro no pertenecen a ninguna de estas dos categorías. Yo prefiero el término “biblicists” [que en esta traducción se ha reemplazado por el más genérico “creyentes”] porque abarca a todos los que defienden la Biblia o creen en su contenido, sin importar su inclinación filosófica.