El mago de la música

Vivía hace muchos, muchos años un músico

que había comenzado a tocar en su tierna infancia.

Cuando llevaba los bueyes a pacer,

solía cortar una caña,

hacía de ella una flauta y tocaba con tanto arte,

que los bueyes dejaban de tascar la hierba

y le escuchaban, aguzadas las orejas.

Los pájaros del bosque

se callaban y hasta

las ranas enmudecían

en los pantanos.

Iba de noche al prado,

donde reinaba la alegría:

mozos y mozas cantaban,

bromeaban, se reían;

en fin, los jóvenes siempre

son bullangueros.

Las noches eran tibias,

la tierra emanaba un cálido vaho,

y todo en torno rebosaba una inefable belleza.

Pues bien, en cuanto llegaba el músico

y se ponía a tocar la flauta,

los mozos y las mozas

quedaban quietos y callados.

Y a cada uno le parecía

que algo dulce, muy dulce,

llenaba su corazón, y se le

antojaba que una fuerza enigmática

lo levantaba en vilo y

lo elevaba más y más alto,

hasta el límpido cielo azul,

esmaltado de luminosas estrellas.

Permanecían los pastores sin moverse,

olvidados de que les dolían las manos y los pies

de tanto trabajar durante el día,

olvidados del hambre que los torturaba.

Todos escuchaban al músico,

embargados del deseo de que aquel

embrujo durase toda la vida.

La flauta enmudecía de pronto,

pero nadie se atrevía a

moverse por temor

a espantar el eco mágico

que se esparcía tremolante

por el robledal y se

elevaba hasta el cielo mismo.

Volvía a dejar oír su voz la flauta,

emitiendo esta vez una melodía triste.

Y sentían todos una gran congoja…

Regresaban al anochecer los mujiks

y las mujeres que

trabajaban las tierras del señor,

oían la música aquella y se detenían a escucharla,

subyugados por su encanto.

Y ante ellos desfilaba toda su vida, r

osario de miserias y amarguras,

con el malvado señor, el juez y los capataces.

Y sentían tal tristeza,

que les acometía el deseo de llorar a voz en grito,

como se llora a los difuntos, como si a sus hijos

se los llevaran a la guerra.

Pero de pronto tocaba el músico un aire alegre.

Los mujiks y las mujeres arrojaban a un lado

del camino sus guadañas, rastrillos y horquilla,

se ponían en jarras y venga a bailar en alegre zarabanda.

Bailaba la gente,

bailaban los caballos,

bailaban los árboles en el robledal,

bailaban las estrellas, bailaban las nubes,

todo bailaba con desbordante júbilo.

Así era el músico mago:

podía hacer con el corazón

humano lo que se le antojaba.

Creció el músico,

se hizo un violín y se fue a ver mundo.

Dondequiera que se pusiese a tocar,

la gente lo agasajaba como a un invitado grato,

y luego le llenaba el zurrón para

que no tuviera que ayunar por el camino.

Muchos años estuvo el músico recorriendo

el mundo y alegrando a las gentes sencillas.

Pero los señores le tomaron un odio mortal,

ya que dondequiera que tocase,

los mujiks dejaban de obedecerles.

Sí, el músico era para los

señores como una raspa el ojo,

como una espina en la garganta.

Por ello resolvieron deshacerse de él.

A más de uno incitaron para que asesinase al músico

de una cuchillada o lo echase al río.

Pero nadie quiso perpetrar tan horrendo crimen:

los hombres sencillos amaban al músico,

y los capataces le temían, creyéndole un mago.

Entonces, los señores se pusieron

de acuerdo con los demonios.

Ya sabéis que los señores y los

demonios son astillas de un mismo palo.

En cierta ocasión, cuando el músico iba por un bosque,

los demonios enviaron a su encuentro

doce lobos hambrientos.

Cerraron los lobos el paso al músico,

haciendo entrechocar sus colmillos,

los ojos ardiéndoles como ascuas.

El músico no llevaba consigo

más que el violín y el zurrón.

“En fin -se dijo-, está visto

que ha llegado mi última hora”.

Sacó el músico del zurrón su

violín para tocar por última vez,

antes de que le llegara la muerte;

se recostó en un árbol y pasó el arco por las cuerdas.

Dejó oír el violín su voz, semejante a la de un ser vivo,

y un dulce temblor estremeció el bosque.

Quedaron inmóviles árboles y arbustos,

no se movía ni una sola hoja.

Los lobos, petrificados, abiertas las fauces,

escuchaban con las orejas aguzadas,

olvidados de que estaban hambrientos.

Dejó de tocar el músico,

y los lobos, como dormidos,

se adentraron lentamente en el bosque.

Siguió el músico su camino.

El sol se había puesto ya tras el bosque

y sólo iluminaba las cimas de los árboles,

vertiendo sobre ellas raudales de oro.

Reinaba en torno un silencio tan profundo,

que se hubiera oído el volar de una mosca.

Se sentó el músico en la orilla del río,

sacó del zurrón el violín y empezó a tocar.

Tocaba tan bien, que la tierra y

el cielo le escuchaban arrobados.

Y cuando tocó una polca,

todo alrededor empezó la danza.

Las estrellas se arremolinaban como la nieve

en los días de ventisca,

las nubecillas bogaban por el cielo,

y los peces se entusiasmaron tanto, que

el río bullía como agua puesta al fuego.

El dios de las aguas tampoco

pudo resistir la tentación y

se puso asimismo a danzar con tanto brío,

que el río salió de madre;

los diablos se asustaron y abandonaron l

os remansos dormidos.

Furiosos rechinaban los dientes,

pero no podían hacer nada contra el músico.

Viendo que el dios de las aguas

causaba daños a los hombres,

anegando huertos y campos, el músico dejó de tocar,

guardó el violín en el zurrón y

prosiguió su incesante deambular.

Iba el músico por el camino y se

le acercaron corriendo dos señoritos.

-Hoy tenemos fiesta- le dijeron.

Toca para nosotros, señor músico.

Te pagaremos espléndidamente.

El músico quedó pensativo:

anochecía y no sabía dónde podría hallar albergue.

Además, tenía el bolsillo vacío. Por eso dijo:

-Está bien, tocaré.

Los señoritos llevaron al músico a un palacio.

Había allí un sinfín de señoritos y señoritas.

Sobre una mesa se veía una enorme y honda vasija.

Los señoritos y las señoritas se

acercaban a ella; uno tras otro,

hundían en la vasija un dedo y se untaban en los ojos.

Se acercó a la vasija el músico,

mojó en ella un dedo y se lo pasó por los ojos.

Apenas hubo hecho esto, vio que quienes

había allí no eran señoritos y señoritas,

sino brujas y diablos y que aquello no era un palacio,

sino el infierno.

“¡Vaya -se dijo el músico-, ya veo a

qué fiesta me han traído los señoritos!

¡Bien, ahora os tocaré!”.

Afinó el violín y pasó el arco por las cuerdas.

El infierno estalló entonces en mil pedazos,

y las brujas y los diablos se

dispersaron en todas direcciones.

 

soledad

Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando.
No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.

FIN

Pedro de Miguel

Aprendiz de Samurai

Aprendiz de Samurai  Autor: Lo Desconocido. Hoy era un día feliz para Kan, hoy cumplía 12 años y su padre habíaprometido concederle el mayor de los tesoros. Una espada de Samurai.Naturalmente no sería una espada de doble diamante como la de su padre,sería una sencilla espada katana. Lo demás habría de ganárselo por simismo. Era un inmenso honor el que le hacía su padre. A partir de ahoradejaba de ser un niño para convertiste en todo un aprendiz de Samurai. Unbrillante futuro se presentaba por delante si estaba dispuesto a aprendery a trabajar. Y kan lo estaba desde lo más profundo de su corazón.  Su padre Kazo estaba frente a él, solemne e imponente como era natural ensu persona. El anciano Samurai aparentaba mucha menos edad de la querealmente tenía, solo su larga cabellera blanca y unos ojos llenos desabiduría rebelaban su verdadera edad. Su armadura de General Samuaireflejaba los dorados rayos del sol como si fuera de oro mientras que losdobles diamantes engastados en la empuñadura de su propia espada katanaformaba un doble arco iris enlazado en su base. Kazo había luchado milbatallas y formado a cientos de Samurais, y por fin hoy iba a instruir asu propio hijo. Un acontecimiento que llevaba esperando desde hace doceaños. En sus manos sostenía la futura katana de su hijo, un arma poderosaque debía usarse con sabiduría. Kan debía entender que lo más importantede un Samuai no era su arma, sino su sabiduría y su honor.  La cara de Kan resplandeciente de honor y gozo al recibir su espada, llenóel corazón de su padre de un orgullo como nunca antes había sentido. Ahoraya era oficial, el joven aprendiz había superado todas las sutiles trampasque se le habían tendido y por sus propios méritos se había convertido enuno más del clan.  Esa misma noche, después de las celebraciones y las risas, padre e hijo sesentaron juntos alrededor de la hoguera. La noche era cálida y en el cielolucían las estrellas como luciérnagas en un estanque, la Luna llenabrillaba con fuerza, como si quisiera arropar al joven Samurai con susrayos de luz.  – Hijo mío – La voz de Kazo era grabe, relajante y penetrante como lascaricias de una madre – Hoy has dado un paso muy importante en tu vida.Has dejado de ser una persona normal, has dejado el bosque paraintroducirte en el camino de la vida por el sendero del Samurai. Hassuperado la trampa invisible que tienden los fantasmas del miedo y delfracaso. Nunca luches contra los fantasmas del miedo, ellos harán quetodos los problemas parezcan agolparse para vencerte y doblegarte, cuandoestos fantasmas te ataquen, no te defiendas, sigue adelante enfentandote alos problemas uno a uno. Ese es el único secreto del éxito hijo mío.  – Si padre, estas semanas las dudas recorrían mi mente – Kan miraba a laLuna en busca de fuerzas para expresar lo que había sentido – no sabía sisería capaz de llegar al final, tenía miedo de entrar en la senda delSamurai por miedo al fracaso, por miedo a decepcionarte, por miedo a quese rieran de mi los demás mientras no domine todas las técnicas como lohace un Samurai de verdad. Era un dolor intenso – dijo mientras su mano seposaba en su estomago – como si me clavaran afiladas agujas en elestomago. Pero me di cuenta que si no empezaba, habría fracasado aun antesde intentarlo. – Sus ojos se clavaron en los de su padre – No se sillegaré algún día a ser un Samurai tan bueno y poderoso como tú padre,pero ten por seguro que lo intentaré hasta con el ultimo vestigio de mialma, nunca me rendiré al camino. Siempre seguiré adelante.  Kazo no podría estar más orgulloso. Su hijo poseía una fuerza que leconduciría allí donde el quisiera. Por que nadie mejor que el viejoSamurai sabía que él mayor secreto para conseguir en la vida lo que sedesea es el no rendirse jamas. A su tierna edad ya conocía ese secreto sinduda llegaría muy lejos, mucho más lejos que su padre el General deGenerales.  – Hijo, ahora eres parte de los Samurais y por lo tanto has de regirtecomo tal – El viejo Samurai cogió un grueso leño y se lo paso a su hijo. -Parte este leño hijo mío, se que puedes hacerlo.  – Pero padre, este leño es muy grueso, – dijo el joven abatido – y yo solotengo doce años, aun no soy un hombre maduro. No tengo la fuerzasuficiente.  – Claro que tienes la fuerza hijo, pero tu fuerza no esta en tus músculos- sentenció a la vez que rodeaba con su grande y cálida mano el estrechobrazo de su hijo – Si no en tu cabeza, es en tu inteligencia y en tufuerza de voluntad donde posees la energía suficiente para realizar todoaquello que desees. Si piensas que no eres capaz de hacerlo… seguramentenunca serás capaz. Sin embargo, si estás convencido de que es posible, ydesde el fondo de tu corazón brilla la verde llama de la esperanza y la feen ti mismo. Podrás hacer lo que desees, solo habrás de buscar el medio.  – Pero padre… – Kan quería creer a su padre, era un Samurai y losSamurais nunca mienten. Entonces debía existir una forma… pero cual -¡Ya se! Ahora yo también soy un Samurai, ¡puedo hacer lo imposible!  Y desenfundando por primera vez su espada katana lanzó con todas susfuerzas un terrible golpe contra el tronco… consiguiendo que la katanase incrustara fuertemente dentro del tronco. Kan intentó sacarla de untirón, pero sus esfuerzos eran inútiles. Estaba demasiado fuertementeenganchada. Se estaba poniendo muy nervioso, y si no fuera por que lacálida mano de su padre le calmó, como tantas veces había hecho depequeño, se habría echado a llorar.  – Tu intento ha sido digno de elogio Kan, pero has de aprender antes dehacer. – El viejo samurai tomo entre sus manos la espada de su hijo y conun giro rápido de muñeca extrajo la espada del tronco. – Has de fijarte pequeños objetivos, fáciles de cumplir con tus capacidades,para conseguir lo que deseas. – Dicho esto devolvió la espada a su hijo. -Primero intenta crear una zanja en el tronco, no de un golpe directo, sino de dos curvos que te ayuden a debilitar la rama.  Kan lanzó un tajo curvo y cortante que hizo saltar unas astillas deltronco, a continuación lanzó otro en dirección opuesta que hizo que casila mitad del tronco se dispersara por el suelo. Animado repitió laoperación y unos instantes después el grueso tronco reposaba en el suelo,partido en dos pedazos y un montón de astillas.  – Tienes razón padre! El tronco entero era demasiado para mí, pero poco apoco he logrado debilitarlo y al final yo he vencido. Si hubiera pensadoque no podía, nunca lo hubiera intentado. Pero decidí que era capaz, quedebía de existir una manera de cortarlo y la encontré!  – Siempre existe una manera – La voz del viejo Samurai penetro en losoídos de su hijo grabando estas palabras a fuego – siempre existe unamanera de lograr lo que deseamos.  – Y para ello debemos hacer lo que sea padre – Pregunto inocentemente Kan.  Kazo se alarmo, no quería que su hijo le interpretara mal, siempre habíaque regirse por el honor y la generosidad, pero una vez que vio lainocente mirada de su hijo, la calma se apoderó otra vez de su corazón.  – Hijo, Puedes conseguir todo lo que desees en la vida solo con que ayudesa otras personas a conseguir lo que ellas desean.  – No entiendo padre.  – Tu sabes que el granjero siempre recoge más de lo que siembra ¿No esasí? – Kazo sabía que su hijo había ayudado a sembrar a sus vecinos y sehabía quedado maravillado al ver como crecían las planas día a día y comode un puñado se semillas surgían, con el tiempo, cientos de sabrososfrutos – Pues igual que el granjero siempre recoge más que lo que siembra,tu debes saber que no estas solo y has de ayudar todo lo que puedas a tuequipo, si lo haces así después recogerás la cosecha más fructífera quenunca ayas soñado.  Kan quedó pensativo, todavía era muy joven para entender todas laspalabras de su padre, pero el sabía que su padre siempre había sidogeneroso y gracias a ello había llegado a ser un general de generales, poreso decidió firmemente que él haría lo mismo.  – Padre, tengo una duda que me atormenta – Se sinceró Kan – antes no te laquise decir por que hoy es un día de dicha. Pero no concuerda con lo queme acabas de decir.  – ¿Si hijo?  – Ayer conté a mis amigos del pueblo que me iba a convertir en Samurai,que aprendería los secretos de nuestro arte y que me convertiría en eltipo de guerrero más poderoso que existe – los ojos de Kan se clavaron enel crujiente fuego – y los otros niños se rieron de mí, me dijeron que eraun blandengue, que todo eran mentiras y que tuviera cuidado por que lo másseguro es que me dieran una paliza los verdaderos Samurais por mentiroso yque luego me echarían a la hoguera. ¿he de ser generoso también con esosniños padre?  – Hijo… – Una sonrisa de comprensión surcaba los labios del viejoSamurai, a él le había pasado lo mismo en su juventud y sabía que lasmismas personas que hoy criticaba y ridiculizaban a su hijo, mañana seríansus más fervientes admiradores por su valentía y coraje – Hay una formamuy fácil de evitar las criticas…  -¿Cual es padre? – Pregunto entusiasmado Kan  – … simplemente no seas nada y no hagas nada, consigue un trabajo debarrendero y mata tu ambición. Es un remedio que nunca falla.  – ¡Pero Padre! Eso no es lo que yo quiero, yo quiero ser fuerte y poderosocomo tú, tengo aspiraciones y sueños que quiero cumplir en la vida. Y solotengo esta vida para hacer esos sueños realidad ¿Como me pides que hagaeso?  – Entonces Kan, ten mucho cuidados con los ladrones de sueños – dijo Kazomisterioso – ¿Los ladrones de sueños? – El niño Samurai miro temeroso a sualrededor  – ¿Que son? ¿demonios de la noche? ¿Duendes malignos? ¿Seres tenebrosos?  – No hijo, son tus amigos y personas cercanas a ti – Los ojos de su hijolo miraban con una expresión triste, como si le acabara de caer el mundoencima – No te preocupes, solo son amigos tuyos, mal informados quequieren protegerte, quieren todo el bien para ti y que no sufras, por esointentarán detenerte en todos los proyectos que hagas, para evitar quefracases y te hagas daño.  – Pero entonces son como los fantasmas del miedo y del fracaso, quieren mibien y sin embargo me infringen el mayor daño que puede existir. Róbamemis sueños, mis ambiciones y por tanto las más poderosas armas que tengode alcanzar lo que yo quiero. Si nunca lo intento… nunca lo conseguiré.Es cierto que si lo intento puedo fracasar, sin embargo también puedotener éxito y conseguir lo que yo quiero!  – Eso es hijo y además, sin quererlo, acabas de descubrir tus tres armasmás poderosas.  – ¡Cuales! dímelo – su ilusión ante la perspectiva de tener más armas eraenorme.  – La primera el Entusiasmo, si crees en lo que haces y de verdad te gustapodrás conseguirlo todo y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.  Kan asintió con la cabeza temeroso de interrumpir a su padre.  – La segunda ¡El Empuje! Has de aprender y trabajar, aprender y trabajar ydespués… enseñar, aprender y trabajar. Solo con el trabajo conseguirástus objetivos. Si pretendes aprovecharte de la gente solo encontraras elfracaso, sin embargo, si trabajas con honor, en equipo y siempre intentassuperarte… no habrá nada que pueda pararte.  Kan posó la mano en su corazón y se prometió a si mismo, en absolutosilencio que siempre trabajaría con honor y que nadie le pararía.  – Y tercero la Constancia – los ojos de Kan preguntaban a su padre que erala constancia, acaso no era lo mismo que el empuje – La Constancia hijomío, es la capacidad de aguantar en los tiempos duros y seguir trabajandopara que vengan los tiempos buenos, la constancia es el Arte de ContinuarSiempre! Tú ahora acabas de empezar y mañana empezarás a practicar con losSamurais. Al principio, después de cada entrenamiento, te dolerán losmúsculos y estarás cansado, tendrás ganas de abandonarlo todo por quepensarás que esto es demasiado duro para ti. Pero si eres Contante ycontinuas aprendiendo y practicando, poco a poco tu cuerpo se iráadaptartando y desarrollando, así como tu mente. Y veras como cada vez lascosas te resultarán más fáciles y obtendrás más resultados y másfácilmente. Los comienzos son siempre duros hijo, y solo si eres Contantetendrás el éxito asegurado.  Kazo vio como su joven hijo asentía medio dormido. Ya era tarde y hoyhabía aprendido más que en toda su vida. EL viejo Samurai cogió a su jovenhijo y ahora aprendiz de su arte en sus brazos, levantando, a pesar de suavanzada edad, como si de una pluma se tratara.  Su hijo le susurro algo al oído como “gracias papa!” antes de quedarsedormido. El general de generales se preguntó si realmente su hijo seguiríaal pie de la letra todos los consejos que hoy había aprendido. Sabía quesi así lo hacía llegaría aun más alto de lo que él, general de generales,había logrado.  Fin 

MI situación económica me obliga a irme al norte

Mi situacion economica me obliga irme al norte
Oyeme, mi hija, que te vienes al norte, pero te vienes a sabiendas de lo que realmente encontraras aca. No quiero que un día me digas que no te dije toda la verdad… la verdad que muchos compatriotas se les olvida contar cuando están abriendo las maletas repletas de regalos en sus países natales, estos hermanos que no quieren hablar de lo que duele.

Te cuento la verdad, para que tu hagas una decisión a sabiendas de lo que vas a ganar y perder.

La vida por estos lares es dura, y si te vienes, no pienses que todos tus problemas se resolverán aquí, es mejor que te vengas sin problemas y con una actitud de trabajo que te dara la fuerza de seguir adelante cuando no encuentres las caras amigas de tu familiares, de tus amigos o de tus compañeros de trabajo. Aquí vienes a pagar el derecho de silla, aquí te amarras bien los pantalones y a empujar pa’ delante olvidándote de lo que fuiste en tu país. Aprenderás mucho, quedándote o viniéndote. Si te vienes conocerás muchos lugares, personas, eventos interesantes y si te quedas, pues valoras lo que tienes y lo disfrutaras como se debe.

No te cuento estas cosas para desanimarte, al contrario, quiero que vengas a estos lares dispuesta a trabajar muy duro. Fíjate que muchas veces para hacerme un salario decente necesito hasta tres trabajos, pero de eso no hay problema, aquí hay trabajos por doquier. Eso si los salarios son bajísimos y el costo de vida es carísima, es por eso que debes conformarte a vivir en una casa repleta de personas para poder pagar la renta y mandar el resto a tu familia en tu país. Hay mí’ hija, cuando mandas el dinero no te queda ni para un hot dog, pero que le vamos hacer, así es la vida. Mira aquí uno matándose para mandar unos centavitos y cuando estos son recibidos allá por nuestro familiares, los malgastan porque piensan que el dinero aquí lo cortamos de los árboles – no se quien empezó esta mentira- pero es una mentira gordotota. Porque es cierto que les mandamos el dinero porque nosotros nos sacrificamos de todo y allá ellos gastando el dinero que lo hicimos con el sudor de sangre. Yo creo, que lo gastan de esta forma porque a ellos no les ha tocado sufrir para entender como nos ha costado hacer esos centavitos, bueno aquí le paro, mi hijita… solo te diré que lo que mas me duele es la soledad, la soledad por no hablar bien el Ingles, la soledad de vivir en otra cultura, la soledad de no ser completamente parte de esta sociedad, eso mi hija cala en los huesos y te empuja las lagrimas para afuera.

No te cuento estas cosas para que te desanimes, te las cuento para que entiendas que iniciar una nueva vida en otro país no es fácil, pero al mismo tiempo cuando te adaptas disfrutas el placer de vivir en una nueva tierra, pero te advierto que tu ya no serás la que eres, serás parte de la nueva raza híbrida del Norte.

Silvia Porras

Madre de agua

Cuentan los ribereños, los pescadores, los bogas y vecinos de los grandes ríos, quebradas y lagunas, que los niños predispuestos al embrujo de la Madre de Agua, siempre sueñan o deliran con una niña bella y rubia que los llama y los invita a un paraje tapizado de flores y un palacio con muchas escalinatas, adornando con oro y piedras preciosas.
La Leyenda

En la época de la Conquista, en que la ambición de los colonizadores consistía no sólo en fundar poblaciones sino descubrir y so¬meter tribus indígenas para apoderarse de sus riquezas, salió de Bogotá (Santa Fé) una expedición rumbo al río Magdalena.

Los indios guías descubrieron un poblado, cuyo cacique era un joven fornido, hermoso, arrogante y valiente, a quien la soldadesca capturó con malos tratos y luego fue conducido ante el conquistador. Este lo abrumó a preguntas que el indio se negó a contestar no sólo, por no entender el español, sino por la ira que lo devoraba. El capitán en actitud altiva y soberbia, para castigar el comportamiento del nativo ordenó amarrarlo y azotarlo hasta que confesara dónde guardaba las riquezas de su tribu, mientras tanto iría a preparar una correría por los alrededores de aquel sector.

La hija del avaro castellano estaba observando desde la ventana de sus habitaciones y con ojos de admiración y amor contemplaba a aquel coloso, prototipo de una raza fuerte, valerosa y noble.

Tan pronto salió su padre, fue a rogar enternecida al verdugo para que cesara el cruel tormento y lo pusiera en libertad. Esa súplica, que no era una orden, no podía aceptarla el vil soldado porque conocía perfectamente el carácter enérgico, intransigente e irascible de su superior… pero… ¿qué hacer? Era un ruego dulce y lastimero de una niña encantadora. Sí. Tenía que ceder… no debla ser tan despiadado. Al fin y al cabo era su hija… y al el padre lo llegase a reprender, él se disculparía diciendo que habla sido orden de su querida hija.

La joven española de unos quince anos, de ojos azules, ostentaba una larga cabellera dorada, que más parecía una capa de artiseda amarilla por la finura de su pelo.

La bella dama miraba ansiosamente al joven cacique, fascinada por la estructura hercúlea de aquel ejemplar semisalvaje.

Cuando quedó libre, ella se acercó. Con dulzura de mujer en morada lo atrajo y se fue a acompañarlo por el sendero, internándose entre la espesura del boscaje. El aturdido indio no entendía aquel trato… ¿Cómo podía tener aquel ogro una hija de sentimientos diferentes? ¿Seria otra trampa? pensaba Indeciso el hombre. Al verla tan cerca… él se miró en sus ojos… azules como el cielo que los cobijaba… tranquilos como el agua de sus pocetas… puro como las florecillas de su huerta.

Ya lejos de las miradas de los esbirros de su padre lo detuvo, Y… allí besó sus carnes acardenaladas… ¡aquellas heridas le laceraban el alma…!
Conmovida y animosa le manifestó su afecto diciéndole: ¡huyamos…! ¡Llévame contigo…!
¡Quiero ser tuya…!

El lastimado mancebo atraído por la belleza angelical, rara entre su raza, accedió… la alzó intrépido, corrió… cruzó el río con su amorosa carga y se refugió en el bohío de otro indio amigo suyo, quien lo acogió fraternalmente, le suministró materiales para la construcción de su choza y les proporcionó alimentos. Allí vivieron felices y tranquilos. La llegada del primogénito les ocasionó más alegría.

Una india vecina, conocedora del secreto de la joven pareja y sintiéndose desdeñada por el indio, optó por vengarse: escapó a la fortaleza a informar al conquistador el paradero de su hija.

Excitado y violento el capitán, corrió al sitio indicado por la envidiosa mujer a desfogar su ira y veneno mortal.

Ordenó a los soldados amarrarlos al tronco de un caracolí de orilla del río. Entretanto, el niño le era arrebatado brutalmente de los brazos de su tierna madre.

El abuelo le decía al pequeñín: “Morirás, indio inmundo… ¡No quiero descendientes que manchen mi nobleza! ¡Tú no eres de mi estirpe…! ¡Tu tumba será el río…! Furioso se lo entregó a un soldado para que lo arrojase a la corriente, ante las miradas desorbitadas de sus martirizados padres, quienes hacían esfuerzos sobrehumanos de soltarse las ligaduras y lanzarse al caudal inmenso a rescatar a su hijo… pero todo fue inútil.

Vino luego el martirio del cacique para atormentar a su hija, humillarla y llevarla sumisa a la fortaleza.

El indio fue decapitado ante su joven consorte quien gritaba lastimeramente… Por último la libertaron a ella… pero… enloquecida y desesperada por la perdida de sus dos amores, llamando a su hijo, se lanzó a la corriente y se ahogo.

Por eso, en noches tranquilas y estrelladas se oye una canción de arrullo tierna y delicada, tal parece que surgiera de las aguas, o se deslizara el aura cantarina sobre las espumas del cristal.

cuentan unos abuelos africanos….

Cuentan unos abuelos africanos que hace muchisimos años en la aldea africanan vivia una mujer muy linda, que no sabia lo inteligente que era.

Esta joven crecio y un dia se enamoro y se caso con un hombre que le escribia poemas, le respetaba, le amaba y le cantaba canciones a la luz de la luna.

Sin embargo esta eterna luna de miel se vio opacada por la guerra, y un dia su esposo se despidio de ella para ir a pelear con los demas hombres de la villa.

Todos los hombres se fueron y las mujeres se quedaron para cuidar el cultivo, alimentar a los niños, y el tiempo fue pasando lentamente hasta que un dia muchos de los guerreros regresaron a sus hogares despues de la guerra.

Las mujeres de la villa estaban felices, y la mujer inteligente estaba muy contenta de revivir aquellos preciosos momentos compartidos con su esposo… pero el era otro, se comportaba indiferente, no resaltaba lo positivo de las cosas que ella hacia, al contrario disfrutaba mucho humillandola, criticandola injustamente y siempre ponia la parte negativa en cada situacion familiar, el ya no era el mismo.

Bueno como esta mujer era inteligente, se canso de la situacion y decidio hablar con la vieja mujer sabia de la aldea y le conto su problema, la mujer le escucho y le pidio tres bigotes de tigre para ponerle remedio a su situacion.

La mujer queria a su esposo, pero al mismo tiempo reflexionana en los peligros que afrontaria por conseguir tres bigotes de tigre, sabia que no era nada facil, ni siquiera el guerrero mas valiente y osado de la villa se atreveria a realizar semejante hazaña. Si embargo ella no era feliz y por eso no paraba de pensar como arrancar esos tres codiciados bigotes al tigre, ella se miraba cerca del tigre jalando el primer bigote y lo siguiente que miraba eran las fauces de la fiera jalando su brazo…pero -se decia a si misma- si no lo intento sigo con un esposo que no para de humillarme, denigrarme, criticarme e incluso insultarme … bueno -penso- a este punto que me coma el tigre!

La astuta mujer empezo por vigilar una cueva y descubrio que efectivamente ahi vivia uno, asi que cada dia visitaba la cueva con un canasto de carne y se lo ofrecia al tigre que indiferente rechazaba la oferta cada dia, hasta que llego un dia que se acostumbro a la presencia de la mujer y se acercaba a ella, husmeaba la carne y se iba, pero un dia comio carne del canasto, y de a poco el tigre aprendio a confiar en la mujer y llego al grado que el empezo a comer carne de la mano de la mujer sin lastimarla, lo que le permitio a ella ir arrancando cada vez un bigote, uno mas y otro mas… hasta que se vio corriendo de contenta con los tres bigotes en mano a la casa de la vieja mujer sabia, al fin habia conseguido el remedio para curar a su esposo y volver a revivir los momentos mas bello de su vida con un hombre maravilloso.

y
que
paso?
… no paso nada!

la vieja mujer sabia ni siquiera se desmayo al comprobar que efectivamente eran bigotes de tigre… lo unico que hizo la mujer sabia fue tirar al fuego los tres bigotes que fueron quemados frente a los horrorizados ojos de la mujer, que le increpo y le dijo lo dificil que habia sido conseguirlos.

A lo cual ella le respondio: si fue posible para ti amansar al tigre para luego arrancarle los tres bigotes, te imaginas lo facil que siempre a sido para ti amansar a tu esposo?

La leyenda de San Borondón(Canarias)

CRISTÓBAL, EL QUE VENDIÓ SU ALMA AL DIABLO

    Cuando Cristobal llegó a su casa, después de haber cumplido el servicio militar, con sus manos finas y limpias, y vió que tenía que dedicarse al trabajo del campo, pensó que esto ya no era para él. Los primeros días que tuvo que coger la azada y el pico se le llenaron las manos de vejigas. Y sin más decidió cambiar de oficio.

    Se hizo cazador. Colgó su escopeta al hombro y se marcho al monte. Un día que estaba descansando a la sombra de un árbol, se presentó ante é1 una terrible fiera que quería devorarlo; pero Critóbal, valiente y seguro, apuntó con su escopeta y derribó a la fiera. En esto se oyó una fuerte voz:
-Ya veo que eres valiente, Cristóbal; y aquí estoy para hacer un trato contigo.
La voz era del Diablo. Cristóbal contestó:
-Dime que trato es ese y después hablaremos.
-Quiero que me vendas tu alma, -le dijo el Diablo-. Durante cinco años tu alma estará pendiente de mí. Si antes de los cinco años mueres, el alma será mía. Si pasan esos cinco años y no has muerto, vuelves a quedar libre y podrás disponer de tu alma.
-Y a cambio de eso que me das?-pregunto el cazador.
-A cambio de eso te daré este abrigo. Es un abrigo que te dará todo el dinero que quieras; basta con que metas las manos en los bolsillos y pidas. Pero ahora falta que te ponga mi verdadera condición: en esos cinco años que dure mi poder, no podrás cortarte el pelo, afeitarte ni lavarte. Y siempre llevarás el mismo abrigo encima.
-De acuerdo-dijo Cristóbal.
-Y en este mismo sitio dentro de cinco años-dijo el Diablo. Y se separaron.

Cuatro años llevaba ya Cristóbal recorriendo el mundo con el abrigo puesto, con el pelo crecido, la barba larga y sucia, con una cara que daba miedo, Y no podía presentarse delante de nadie, porque todo el mundo huía. Una noche llegó a un pueblo y se dirigió a la posada. Al entrar, y asi que fue visto por el dueño, este no sabía donde meterse; temblaba todo asustado. Cristóbal pidió posada, y a cambio daría todo el dinero que le pidiesen. El posadero le dijo que le daría un cuarto apartado, si le prometía no salir de él, porque si los demás huéspedes lo veían, abandonarían todos la posada. Cristóbal lo prometió y se fue a dormir.

Poco después de estar acostado llegó a la posada un buen hombre, que vivía en un pueblo vecino. Estaba cansado y quería dormir para continuar su camino a la noche siguiente. El posadero le dijo:
-No tengo más que un cuarto donde poderlo meter: pero hay en el un hombre tan horrible que no me atrevo a aconsejarle que
pase la noche en su compañía. Más que un hombre parece una fiera. El recién llegado le contestó que eso no importaba, que lo que quería era pasar la noche de cualquier manera. Lo convinieron así.

    Entró en el cuarto donde estaba Cristóbal. Primero no se dijeron nada: al cabo de un rato se pusieron a hablar. Y el buen hombre contó a Cristóbal que había llegado al pueblo aquel por asuntos de un pleito, y que lo había perdido, lamentándose de que todas sus tierras y casa no le alcanzaran para pagar lo que le pedían. Cristóbal echó mano al bolsillo del abrigo v sacó muchos miles de duros, que entregó al hombre, diciéndole:
-Tenga usted y pague sus deudas; y vuelva tranquilo a su casa.
E1 buen hombre no quería creer lo que estaba viendo; pero terminó por aceptar el favor que aquel ser tan espantoso le hacía. Después le dijo:
-Yo quiero agradecerle a usted lo que ha hecho por mí. Quiero que venga a mi casa y vera las tres hijas que tengo. Si alguna de ellas lo quiere por marido, después que yo les cuente lo que usted ha hecho por mí, no tengo inconveniente ninguno.
Al amanecer del siguiente día marchó el buen hombre para su casa y anunció a sus hijas la visita que iban a recibir y el fin que tenía.

    Al anochecer, y antes de la llegada de Cristóbal, las dos muchachas mayores se peinaron, se empolvaron y se miraron al espejo. La más pequeña no pudo hacerlo, porque estaba siempre metida en la cocina y no tenía tiempo ni de lavarse.
Cuando Cristóbal llegó, estaban las tres esperandolo en la sala. No hizo más que asomar, y las dos mayores salieron huyendo, espantadas. La más pequeña se quedó y contempló a Cristóbal sin miedo. Este le dijo:
-¡No se asusta la niña!… ¿De verdad me quiere por marido? .
-Yo no me asusto, y lo acepto; porque usted ha hecho un bien muy grande a mi padre y a mi casa.
Cristóbal le contó toda su vida, el pacto con el Diablo y lo que todavía le quedaba. Ella contestó que nada le importaba, y que esperaría todo el tiempo que fuese menester.

-Está bien, dijo él. Me quedan dos años: uno para terminar mi trato con el Diablo y otro para recorrer el mundo en busca del dinero que he ido enterrando. Para que cuando vuelva te conozca y me conozcas, este anillo que llevo lo partiremos en dos; tu conservaras una mitad y yo la otra. Si al yo volver se emparejan los dos pedazos de anillo, no habrá duda de quien eres tú y de quien sea yo. Y entonces nos casaremos.

    Dicho esto salió a la calle y se marchó mundo adelante. Pasó el quinto año. Cristóbal y el Diablo se encontraron en el mismo lugar de la primera vez. Al verlo aparecer le dijo el Diablo:
-No he podido contigo, Cristóbal. Dame el abrigo y asunto terminado.
-Antes de dartelo–contestó Cristóbal-, me tienes que pelar, afeitar y lavar. Déjame como la primera vez que me viste.
Al Diablo no le quedo otro remedio, y recuperado su abrigo dejó solo a Cristóbal.

    Se transformó en un arrogante mozo, blanco de cara y fuerte de cuerpo. Tenía ahora el alma muy cantenta. Iba alegre recorriendo el mundo y recogiendo el dinero que había enterrado en muchos sitios. Pasado un año llegó a casa de las tres hermanas. Cuando el llegó, sólo se hallaban presentes las dos mayores, porque la más pequeña estaba siempre en la cocina, entre la ceniza y el fuego. Viendo a tan arrogante galán en la casa, las dos mozas no cabían en sí de contentas.
Pero Cristóbal pregruntó:
-¿No hay mas mozas en la casa?
-No; solamente nosotras, porque la criada está en la cocina.
-No importa, -dijo el muchacho-: quiero ver a la criada.
Y aunque las otras dos no querían, no quedó otro remedio que llamarla. Al verla entrar, Cristóbal se acerco a ella:
-¿No tiene usted un pedazo de anillo que hace dos años le entregó un hombre que sacó a su padre de un gran apuro?
-Sí; lo tengo aquí.
Y sacó de una faltriquera el medio anillo que, comparado con el que traía Cristóbal, hacían un anillo entero.
-Yo soy aquel hombre horrible que las asusto a ustedes. Como ésta fue la que me quiso entonces, con ella me quiero casar
ahora.

    Se celebraron las bodas con gran alegría. Pero la envidia atormentaba a las dos hermanas mayores. Y desesperadas, se tiraron a un aljibe y murieron ahogadas. A1 tiempo que esto sucedía, una voz se dejó oir a Cristóbal. Era la voz del Diablo, que decía:
-Cristóbal: he ganado yo; que por tu alma he ganado dos.
Y con esto se acaba el cuento.
 

LA ISLA DE SAN BORONDÓN

    Grandes y muchos fueron los prodigios que conoció San Brandán en su busqueda de aquel Paraiso donde Adán estuvo sentado el primero. Fue Barinthus, el ermitaño, quien le habló de aquella tierra prodigiosa en Ia que Dios permitía a sus santos que viviesen después de la muerte. Durante dos semanas el ermitaño Barinthus y su ahijado el monje Mernoc habían vagado por aquel maravilloso sitio, que estaba más al oeste de la Isla de las Delicias, en donde abundaban las flores y los árboles frutales, y cuyo suelo se pavimentaba de piedras preciosas. Asi recorrieron el lugar hasta que llegaron a un ancho
río. Cuando iban a sortearlo se les apareció un ángel que, prohibiéndoles continuar, los condujo de nuevo a su barco. Volvieron a la Isla de las Delicias, allí quedó el monje Mernoc, Barinthus regresó a Irlanda y, de camino a su monasterio, visitó a su primo Brandán y le narró sus aventuras.

    Tan impresionado quedó San Brandán por lo que le oyó a Barinthus que al día siguiente propuso a San Maclovio y catorce de sus discípulos emprender viaje en busca de la Tierra Prometida. Durante cuarenta días se prepararon para las fatigas del viaje, ayunando un día de cada tres, y aplicados en la construcción de un velero, de la clase “curragh” , cuyos
costados y cuadernas eran de mimbre que cubrían con piel de vaca curtida con corteza de roble. Para cuarenta días almacenaron provisiones y, también suficientes pieles para reemplazar las que cubrían el entramado de la nave. En medio del barco, al que bautizaron “Trinidad”, levantaron un mástil, y se hicieron con una vela y un timón. Entonces surcaron el mar.

    Durante siete años erraron por el Atlántico y avistaron muchas islas extrañas, como la de San Albeus en donde vivían veinticuatro monjes que, excepto para cantar himnos, no pronunciaban palabra desde hacía ocho años y conversaban mediante un lenguaje de signos. Después de aprovisionarse llegaron a una isla cubierta de viñas que producían uvas del tamaño de manzanas, y bastaba una de aquellas uvas para alimentar a un hombre durante todo un día. Y advirtieron también San Brandán, San Maclovio y sus monjes durante la travesía una gran columna de cristal con una envoltura de plata o de vidrio que permanecía de pie en medio del océano. Y encontraron demonios, pigmeos, gatos marinos y marinas serpientes, y dragones, buitres y ángeles. Y en una de tres islas volcánicas que avistaron descubrieron a Judas sentado en una roca donde descansaba de su tormento, pues era domingo. Y visitaron una isla habitada solo por grandes ovejas blancas. Y estuvieron en la isla que era el Paraiso de los Pájaros, en donde los árboles no daban hojas sino menudas criaturas cubiertas de plumas que colgaban por el pico de las ramas, succionando el jugo de la corteza.

    Grandes y muchos fueron los prodigios que conoció San Brandán en sus siete años de navegar hasta hallarse en la Tierra Prometida. Y allí, como a Barinthus, el ermitaño, y al monje Mernoc, el mismo ángel le prohibió cruzar el ancho río y le invitó a volver a su barco “Trinidad”, llevándose él y los suyos todas las frutas y piedras preciosas que pudiesen cargar. Cruzó el anillo de niebla que envolvía al Paraiso y tornó a Irlanda San Brandán. Y allí contó repetidas veces a sus hermanos como fue su aventura, donde disfrutaron con gozo, donde pasaron aprietos y cómo, en cuanto les hizo falta, encontró dispuesto y a punto todo cuando a Dios pidiera.

    Durante siete años erraron por el Atlántico San Brandán y San Maclovio y en la travesía muchas islas extrañas conocieron. Como la que habría de tomar su nombre del santo, por mas que tambien le decían “Aprósitus” o Inaccesible, “Non Trubada” y “Encubierta”. Y es que largo tiempo llevaban navegando los santos monjes sin descubrir tierra, con lo que sobrevino el día de Pascua. Rogó entonces San Brandán para que les hiciese Dios la gracia de hallar algún enclave en el que poder decir misa. Oyó el Señor los votos de su siervo y dispuso que en medio del mar apareciese repentinamente una isla. Asi fue como desembarcaron y, a los primeros pasos que dieron por el lugar, hallaron el cadaver de un gigante que yacía en un sepulcro. Por indicacion de San Brandán resucitó San Maclovio al gigante, al que instruyeron en la religión cristiana dándole idea del misterio de la Trinidad y de las penas del infierno. Luego lo bautizaron, poniéndole por nombre Milduo, y le dieron permiso para morir de nuevo.

    Erigieron los viajeros un altar y celebraron la Pascua con un hermoso oficio lleno de fervor. Cogieron, para guisarla, la carne que habían guardado en el barco y, en seguida, acumularon leña para asarla. Cuando estuvo aderezada la comida se prepararon para comerla. Más de pronto todos se pusieron a dar gritos, llenos de temor, porque la.tierra entera temblaba y se iba alejando mucho de la nave. Calmó a los monjes San Brandán, recogieron las provisiones y embarcaron todos de nuevo.

    Aunque ya a diez leguas de distancia, desde el velero pudieron divisar con toda nitidez el fuego que habían encendido sobre la isla que, aprisa, iba desapareciendo. Asi, como una engañosa ballena, acabó por hundirse en el océano, dispuesta a resurgir de entre las aguas para asombro y maravilla de navegantes.

la leyenda de Gara y Jonay (Guanche)

Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá”.
    Asi había hablado Gerían, el viejo que rompía gánigos con la mirada. Gara no supo qué secreto guardaban las palabras del viejo de los ojos poderosos. Estaban próximas las fiestas del Beñesmén. Pronto llegarían a La Gomera desde Tenerife los Menceyes y nobles principales para tomar parte en las celebraciones de la recolección. Gara, princesa de Agulo, y las jóvenes gomeras habían acudido donde Los Chorros de Epina para mirar su rostro en el agua. Fue entonces cuando los ojos poderosos del viejo Gerían vieron lo que a ninguna otra mirada se revelaba.

    -“La sombra del fuego quema el agua. La muerte acecha. Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá”.

    Siete chorros mágicos manaban en Epina. Los siete nacían en siete puntos distintos de los adentros de la isla sin que nadie hubiese descubierto nunca su orígen secreto. Siete charcos formaban los siete chorros y siete virtudes ofrecían a los que de ellos bebiesen. Y era costumbre que, cuando llegaban las fiestas del Beñesmén, las jóvenes gomeras juntasen agua de cada uno de los siete chorros en un pequeño estanquillo hecho a base de beas, musgos y yedras. Antes de que el sol rayara, miraban su rostro en el agua y si la imagen era calma y clara, ese año encontrarían pareja, más si el reflejo era turbio o lo empañaban las sombras, la desgracia aguardaba como aguarda sigilosa en su tela la araña.

    Gara se había asomado al estanquillo y, al principio, fue nítido y quieto el reflejo de su imagen, pero pronto el líquido se cubrió de sombras y comenzó a agitarse hasta que en vez de su rostro apareció un sol incendiario que cegó el agua dejándola sucia, revuelta y anochecida.

    -“Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habra de consumirte”.
Asi habló Gerián, el que rompia gánigos con la mirada, el que veía lo que a otros ojos quedaba oculto. Y corrió de boca en boca el augurio. Y calló Gara su temor y su asombro.

    Arribaron los Menceyes y nobles de Tenerife a las playas de La Gomera para compartir las fiestas del Beñesmén. Al Mencey de Adeje le acompañaba su hijo Jonay que no tardó en distinguirse en las luchas con los banotes, en la esquiva de guijas, en la alzada de pesos y en las otras competiciones y juegos en que tomaba parte. Gara lo contemplaba. Como acude la sangre a la herida o como el mar refleja el cielo, inevitablemente, se descubrieron y se enlazaron sus miradas. No pudieron impedir que el amor les alcanzase. Asi lo hicieron saber a sus padres y asi, para anadir más jubilo a la alegría de las fiestas del Beñesmén, fue hecho público su compromiso.

    Apenas se propagó la nueva, inesperadamente el mar se pobló de destellos y se cuajó el aire de estampidos y ecos prolongados. Echeyde, el gran volcán de Tenerife, arrojaba lava y fuego por el crater. Tanta era su furia que desde La Gomera podian divisar las largas lenguas encendidas estirándose desde la cima hacia lo alto. Entonces fue cuando recordaron el augurio del viejo Gerián, el aojador. Gara y Jonay, agua y fuego. Gara era princesa de Agulo, El Lugar Del Agua. Jonay venía de la Tierra del Fuego, de la Isla del Infierno. No podia ser. El fuego retrocede ante el agua. El agua se consume en el fuego. Gara y Jonay, agua y fuego. Imposible su mezcla imposible la alianza. Las llamaradas que brotaban de
la boca de Echeyde lo confirmaban. Aquel amor era imposible. Sólo grandes males podían sucederse si no se separaban. Bajo amenaza, les prohibieron sus padres que volvieran a encontrarse. Su unión quedó maldita.

    Calmó su furia Echeyde y de nuevo se encerró el fuego en sus adentros de piedra. Concluyeron las fiestas del Beñesmén y, sin peligro ya en la isla, regresaron a Tenerife los Menceyes y nobles que habían ido a La Gomera. Mas Jonay no podía olvidar a Gara. Un peso infinito, como un quebranto interminable, lo doblegaba y lo desvivía. Necesitaba volver a verla, tenerla a su lado pese a las prohibiciones, pese a la maldición que sobre ellos se cernía.

    Ató Jonay a su cintura dos vejigas de animal infladas y, al amparo de la noche, se lanzó al mar dispuesto a atravesar la distancia que le separaba de su enamorada. Las vejigas le ayudaban a flotar y, cuando el cansancio rendía sus fuerzas, la imagen de Gara acudía a su memoria dándole ánimos para recobrarse y seguir nadando. Asi hasta que, aun dudosa, la luz del alba lo recibió al llegar a las playas de La Gomera.

    -“El fuego habrá de consumirte”.
Eso le había dicho Gerián a Gara. Y un fuego desmesurado la incendió cuando Jonay, escabulléndose y ocultándose, fue a encontrarla y se abrazaron apasionadamente.

    Escaparon por entre los montes de laurisilva hasta refugiarse en El Cedro. Allí se entregaron al amor y se fundieron sus labios y sus ansias. Más no podía durar mucho aquella pasión furtiva. Lo dijo Gerián cuando el rostro de Gara desapareció del agua de Los Chorros de Epina y en su lugar sólo hubo un resplandor de hoguera sobre el líquido sucio, revuelto y anochecido.

    -“La muerte acecha. Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será., lo que ha de suceder ocurrirá”.
Enterado el padre de Gara de la huída de su hija con Jonay, dispuso que salieran a perseguirlos. En la cumbre más alta de La Gomera habrían de encontrarlos, estrechamente unidos, amandose. Antes que volver a separarse, antes de que sus perseguidores les prendieran, Gara, la princesa del Lugar Del Agua, y Jonay, príncipe de la Tierra del Fuego, buscaron la muerte. Afiló Jonay con su tabona los extremos de una recia vara de cedro y la colocó entre su pecho y el de Gara, las puntas hirientes apoyadas sobre sus corazones. Luego, sin decirse nada, mirándose a los ojos, sintiendo como la vara de cedro los traspasaba por el empuje de su violento y desesperado abrazo, quedaron quietamente fundidos. Entonces agua y
fuego fueron uno solo en la suma de sus cuerpos.
 

Cuento y cuerveo

¿Por que diablos enlazar  la literatura con lo  que estamos  por hacer?. Siendo  el modo  escrito como  me estoy comunicando con ustedes, este medio es terriblemente limitado que la enseñanza directa.

    Un dia estaba  con Don Luis  leyendole  Octavio Paz, el traia  una cara  larga, hasta que en un momento  dado me pregunto  a bocajarro:

-No va a durar  mucho  ese escritor en la memoria de los demás-.

Le pregunte  por  que de eso, si  Octavio  es conocido  casi mundialmente, con numerosos premios, etc. Y comenzo  a explicar, que su  esposa (Elena Garro) duraria  mucho mas tiempo. La explicación  dada fue que Octavio Paz escribia desde  lo racional, lo mental, la inteligencia, y las nociones. Pero que Elena escribia desde  lo intuitivo, lo sentimental, lo emocional, y sobre todo  desde el corazón.

-Es lo que sucede con el Principito,  es la belleza del alma y la imaginación lo que permanece en  el  corazón  de los demás aún  despues de muerto  el escritor, pues parte de su alma fue atrapada en  su obra  y abrazada por quien lee.
En cambio cuando la memoria falla y  la vista se cansa quien  escribio desde la cabeza se pierde en los recuerdos de los demás y no  sobrevive  a la  muerte de quienes lo hayan leido.-

  Dejar cosas  a  la imaginación, a lo creativo da mayor fuerza y  valor a lo que estamos formando. El  cuento  y el relato es tal vez el modo  escrito más cercano  de enseñar, el mas humano, por que he  ahi la clave: somos seres humanos  integros y debemos vernos  como tales, como una unión  de contrarios…

Llevo cerca de 6 años armando un  rompecabezas,  el modo  como  en  algunos lugares se enseña no  es del modo lineal  si no  espiral, recuerden la espiral forma parte del origen  de la vida…

    Un rompecabezas es eso, busca resquebrajar tus concepciones, tu modo  de ser viejo  y caduco; el  ser erroneo. Cual  es el  correcto, la  verdad no se, por que quien  debe de encontrar las cosas o  su “ver” dad es cada quien, uno  debe buscar  con las  piezas que tiene su  “ver”-sión de su mundo y “dad”-la como reflejo  de su interior  a  los demás; al dar  nuestro  ver interno reflejado  hacia el  exterior nos comvertimos es un ejemplo  de nosotros  mismos, el  “eje” del  tre”mplo”…

  Habia  una frase que lei  hace tiempo  y me gusto: “Sin ti  ellos pierden su  camino, sin  ellos  no  encuentras el  tuyo”. Y adentro  de nosotros hay  distintos fragmentos y “seres internos” que nos  conforman, debemos conocerlos aún por distantes y  obscuros  nos  parezcan, por que esos  fragmentos  internos en un momento  dado tienen que ser unidos para entonces ser nosotros “uno” consigo mismo…

  ¿Que estoy siendo  enredos en algun momento?, no  esperen  todo masticado  y en la boca. hagan  su propia digestión…

  Antes de aprender a curar (que en cierto modo  es conocer a  los demás) debemos curarnos  a  nosotros mismos, el  primer trabajo es escribir de un  fragmento de nosotros que deseariamos exprezar  pero  que se encuentra sumergido  y  contenido  en  nuestro interior sin  ser expresado; muchas enfermedades son expresiones contenidas de nestro ser que gritan a través del  cuerpo…

El cuento

  Desde hace mucho tiempo las  palabras de boca a oído  han  sido  el modo de comunicar las enseñanzas, por que el  atrapar  las palabras en letras  hacían  que estas perdieran  su  vida y fueran detenidas en  el  tiempo.

  Las palabras son como el  viento, siempre giran  y dan  vueltas y  toman  nuevas formas en los  oídos de los demas, esas palabras que vienen a traer  un mensaje vienen como la  naturaleza; a  veces en  estado  bruto  y crudas; otras veces suaves como la caida de las hojas. Y el mejor modo que se encontro  para enseñar através de la  palabra fue através de un  cuento.

  La enseñanza tal  como la conocemos en lo urbano puede ser discutida y  nuestra razón puede fallar en  escucharla o  en comprender lo que nos dice, la  palabra  sobre  todo la escrita puede ser malinterpretada por  la razón  y tergiversar el mensaje, ese, es el  camino  de lo que viene desde la razón. Entre  más razón se tenga  menos voluntad  hay.
Pero lo  que viene del  corazón  a diferencia de la cabeza permanece dentro  de nuestra  alma integrandose a  nosotros.

  La  mayoria se puede negar a un  escrito sin importar  la clase de erudito de quien  venga, pero  muy  pocos se pueden negar  a  un  buen  cuento.

  Fue asi  que  con un  cuento y atravéz del relato se le dice al aprendiz los secretos, al principio pareciera que no  de un modo  abierto si no  como un  rompecabezas. Pero  eso  mismo permite que el  saber vaya creciendo  y  madurando  dentro  de uno, va siendose propio y no un  dogma, comprendido  en el instante que el cuento toma realidad en los actos del escucha.

  Es asi como comienza este relato, como un  cuento, no  se cuanto  dure la historia, tal vez hasta donde lo permitan o haya alguien  que escuche. Un viejo  anciano me conto un  cuento  que duro  4  años. Y ahora ha  llegado la  hora que un Cuervo  cuente el  suyo  a otros. Todavia no  sabe quien  son los personajes, pero  si  sabe que en  cuento  cambia de tiempo  en  esta ocasión. Hace  poco a ese Cuervo le dijeron que aprendiera a entender la vida, quién escuche este cuento ayudara a entender eso tanto  a ese Cuervo como  a quien lo  escucha. Y el  cuento  inicia así…

  No en  el momento en  el  que se enseña un  conocimiento, sino  en el momento en  el cual  uno  se muestra desde el  espiritu, desde un  hombe  o una mujer. Sin mostrarse con un hombre  o por  lo que  hacen afuera de ustedes mismos, es necesario  que este relato tenga personajes, y  para ello es necesario  que  ayuden a formarlo relatando quienes son por dentro…No se muestren como  son  externamente si no como son por dentro…

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