CONCIENCIA CHAMÁNICA

CONCIENCIA CHAMÁNICA
             

                                                                    Por Ralph Metzner

  Como psicólogo, me he dedicado a los estudios sobre la conciencia, entre ellos los de estados alterados provocados por drogas, plantas y otros medios, durante más de treinta y cinco años.

  Mi interés se dirigió más bien a las plantas alucinógenas* o “psicoactivas”, que tienen una larga historia en las sociedades chamánicas y no tanto a las poderosas drogas descubiertas recientemente, las que a menudo entrañan riesgos desconocidos.

  En los últimos tiempos, he visto renacer el interés por el chamanismo y las plantas sagradas como parte de una búsqueda, que hoy tiene lugar en todo el planeta, que apunta a renovar la relación espiritual con el mundo de la naturaleza.

  En las sociedades chamánicas – o sea, aquellas en las que se admite la realidad de otros mundos, inmateriales – se ha prestado siempre considerable atención al cultivo de una relación perceptual y espiritual directa con los animales, las plantas y la tierra misma en toda su magnífica variedad. Nuestra moderna concepción materialista, con su énfasis obsesivo en el progreso tecnológico y el control y explotación de lo que denomina “recursos naturales”, se ha disociado casi por completo de esa conciencia espiritual de la naturaleza.

  Esta escisión entre la espiritualidad humana y la naturaleza hunde sus raíces en la antigüedad, pero una de sus fuentes esenciales fue el surgimiento de la ciencia mecanicista en los siglos XVI y XVII.

  La resurrección de las creencias animistas, los movimientos de la ecología profunda y la eco psicología, así como el renovado interés por las prácticas chamánicas, como el uso de plantas alucinógenas o “enteógenas” (del griego enthéo, inspiradas por la divinidad)* representa una reunión de la ciencia y la espiritualidad, que habían estado divorciadas desde el siglo XVII.

  Muchos de los elementos que pueden hallarse en la literatura antropológica sobre el chamanismo y el uso de plantas alucinógenas, también aparecen en las experiencias de las personas que ingieren tales medicamentos dentro de un marco religioso o terapéutico.

Procederé a enumerar dichos elementos:

1.    El lugar y el marco, el contexto y la intención con la cual se lleva a cabo la experiencia son determinantes. Esto ya había sido comprobado en las investigaciones psicodélicas de la década del sesenta.

2.    La experiencia puede ser sanadora tanto en el planto físico como en el psíquico y el espiritual. Esta sanación incluye ser en primer lugar desmembrado, destruido o “matado” y luego reconstituido con un cuerpo más sano y fuerte. El desmembramiento es un rasgo clásico en las curaciones chamánicas de todo el mundo. Por otra parte, los tres “planos” a que me refiero son conceptos derivados de un análisis: en la experiencia real, esos planos no están separados sino que son coexistentes y simultáneos.

3.    La experiencia puede dar acceso a un conocimiento oculto: es su aspecto de diagnóstico, adivinación o visión. De ahí que la gente llame a estas plantas “maestras”.

4.    Se siente y percibe que uno tiene acceso a otros mundos no materiales, a los que se designa de diversas maneras: mundos internos, mundos espirituales, “el más allá”, la realidad aparte, la otra realidad. Dicho acceso puede lograrse mediante un viaje hacia ese mundo, o bien los seres espirituales de éste aparecen en nuestro mundo, o las fronteras habituales entre éste y el otro se diluyen y se vuelven permeables.

5.    La experiencia puede incluir la percepción de seres espirituales no materiales, normalmente invisibles. Se reconoce su asociación con determinados animales, plantas, árboles u hongos, o con ciertos lugares. Puede implicar también que uno se identifique con dicho espíritu o se transforme en él. Se percibe que la visión y la sanación son producidas por dichos espíritus o con su ayuda.

6.    Un elemento esencial para provocar experiencias alucinógenas es escuchar música o cantos, o cantar uno mismo, lo que brinda apoyo para atravesar el flujo de las visiones e impide que uno se quede “estancado” o que sea detenido por fenómenos ya sea seductores o aterradores.

7.    Las ceremonias tradicionales se llevan a cabo siempre en la oscuridad o con muy poca luz; aparentemente, esto facilita que surjan las visiones.

Qué significa que gran cantidad de personas vuelva a estas antiguas tradiciones espirituales y de sanación en un mundo como el actual, donde predominan las corporaciones financieras multinacionales, las computadoras y las redes electrónicas ?

  Es bien sabido que el sistema industrial capitalista que hoy domina económica y políticamente el mundo está devastando los sistemas de sustento de la vida en la biosfera y desgarrando el tejido mismo de la vida en el planeta.

  Por la experiencia de millones de individuos del mundo occidental con los sacramentos alucinógenos, así como con otras prácticas chamánicas, estamos asistiendo al resurgimiento de la antigua cosmovisión integradora que ve en toda manifestación de vida una red interdependiente de relaciones que debe ser cuidadosamente protegida y preservada.

  El uso respetuoso de la medicina de las plantas enteógenas en contextos espirituales o terapéuticos puede cumplir un papel enormemente significativo en esta dirección.

* utilizo los adjetivos “psicodélico”, alucinógeno y “enteógeno” como sinónimos. Hay quienes rechazan el término “alucinógeno” argumentando que una alucinación es una percepción ilusoria y que, en rigor, estas plantas no provocan alucinaciones. No obstante, el significado original del término latino “alucinare” es “vagar por la propia mente” y a mi juicio la metáfora del “viaje” o “recorrido” por el espacio interior es muy apropiada para describir la experiencia que inducen estas substancias. Por lo tanto, creo que el término “alucinógeno” debe ser rehabilitado.

Basado en una exposición del autor en la conferencia de la Asociación Transpersonal Internacional llevada a cabo en Manaos, Brasil, en mayo de l996.

Palabras de un chamán esquimal iglulik:

Palabras de un chamán esquimal iglulik:

“Deseaba convertirme en chamán con la ayuda de los demás, pero no lo
conseguí. Visité a muchos chamanes famosos y les hice grandes regalos…
Busqué la soledad y pronto me entró una profunda melancolía. A veces me
echaba a llorar y me sentía muy desgraciado, sin saber por qué. Entonces,
sin razón alguna, de repente todo cambiaba y me sentía inexplicablemente
alegre, con una alegría tan poderosa que era incapaz de contenerla, y
tenía que ponerme a cantar, una poderosa canción en la que sólo había
cabida para una palabra: ¡Alegría, alegría! Además, tenía que utilizar
toda la fuerza de mi voz. Entonces, en el seno de aquel misterioso y
abrumador ataque de alegría, me convertí en chamán, sin saber yo mismo
cómo había ocurrido. Pero era chamán. Podía ver y oír de un modo
totalmente distinto. Había adquirido mi qaumanEq, mi iluminación, la luz
chamánica del cerebro y del cuerpo, de modo tal que no sólo era capaz de
ver a través de la oscuridad de la vida, sino que la misma luz emanaba
de mí, imperceptible para los seres humanos, pero visible para todos los
espíritus de la tierra, del cielo y del mar, que se me acercaron para
convertirse en mis ayudantes espirituales”. 

Knud Rasmussen, “Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos”. Informe
de la quinta expedición Thule 192124, vol. 7, no 1 (Copenhague,
Gyldendalske Boghandel, Nordisk Forlag, 1929); citado pür Michael Harner
en “The Way of the Shaman” (San Francisco, Harper Row, 1980).

Chamanismo y física cuántica

Chamanismo y física cuántica

Fred Alan Wolf es un investigador científico poco convencional, que de mago ilusionista pasó a convertirse en doctor en física teórica. Este estadounidense es autor de diversos libros como Parallel Universes y ha pasado varios años de su vida conviviendo con chamanes e investigadores del tema en Gran Bretaña, Suiza, Estados Unidos, Brasil, Perú y México.

Después de un viaje a Perú en 1989, durante el cual tuvo diversas experiencias con ayahuasca, escribió un nuevo libro titulado La búsqueda del águila (1). En él reconstruye sus relaciones con el chamanismo y da cuenta de su comprensión paulatina de las coincidencias que encontró entre éste y la física cuántica, la psicología y la ciencia moderna en general. Esta comprensión lo llevó a formular nueve hipótesis acerca de los chamanes:

1) ven el universo como hecho por vibraciones;

2) ven el mundo en términos de mitos y visiones que en un principio parecen contrarias a las leyes de la física;

3) perciben la realidad en un estado de conciencia alterada;

4) utilizan cualquier truco para alterar las creencias del paciente sobre la realidad;

5) escogen lo que es físicamente significativo y ven todos los acontecimientos como universalmente comunicados;

6) penetran en mundos paralelos;

7)  trabajan con una sensación de gran poder;

8) utilizan el amor y la energía sexual como energía curativa;

9) penetran en el mundo de la muerte para alterar su percepción en este mundo.

La interesante forma narrativa que escogió Alan Wolf para contrastar estas hipótesis con sus experiencias vivenciales fue entretejer tres historias distintas: la trama de una película que vio en Lima basada en las aventuras de dos personajes que toman ayahuasca; su propia historia, la cual describe en función de los lugares a los que fue, lo que vio e hizo en ellos; más el desarrollo de la idea de una nueva física de la conciencia para explicar algunos de los acontecimientos que observó y experimentó.

Wolf  dice que aunque tal vez se vea en aprietos al sugerirlo, le parece que el mundo occidental “debe empezar a tener un punto de vista más tolerante con respecto a las substancias sagradas y productoras de visiones, en particular cuando dichas substancias se toman bajo la guía de un chamán; una persona con conocimiento sobre el mundo de las plantas.” (1)

Anticipándose a sus posibles críticos, Wolf advierte que no puede “siquiera concebir la ingestión de las plantas como algo recreativo”, ya que desde su perspectiva sería peligroso hacerlo. Sin embargo cree que la ayahuasca puede ser utilizada por la profesión médica, “con la participación de Ayahuasqueros”, para sanar muchas enfermedades mentales/corporales graves: “Mis pensamientos se dirigen al gran número de adictos a las drogas de nuestras sociedades modernas. Creo que un programa controlado de viajes con ayahuasca para los adictos a las drogas podría llevar a la cura de la adicción a éstas. Creo también que la ayahuasca puede ser útil para curar la depresión. Pienso en especial en la recuperación de muchos veteranos de la guerra de Viet Nam, a los que entiendo, sufren graves tensiones mentales”. (1)

Este físico galardonado con el American Book Award por su obra Talking the Quantum Leap encuentra que “el estado chamánico de conciencia, tal como lo ponen a nuestro alcance la ayahuasca u otros medios de inducir una conciencia chamánica, permite a la persona verse a sí misma bajo una luz mítica. Dicha visión proporciona un sentido de la compasión, una conexión con toda la vida; una nueva razón de existir.” (1)

1. Wolf, Fred Alan: La búsqueda del águila, un físico cuántico viaja, en alas de la Ayahuasca, a los reinos del inconsciente humano y al mundo de los chamanes, Los libros de la Liebre de Marzo, Barcelona, 1997.

LA CRUZ DEL CULTRÚN MAPUCHE. Por Alicia Carballo

LA CRUZ DEL CULTRÚN MAPUCHE. Por Alicia Carballo

PRESENTACIÓN

Los mapuches aún hoy conservan con orgullo muchas de sus tradiciones ancestrales. Habitan en el sur de Chile y en la Patagonia Argentina. En su universo cultural, destaca el ngillatún, su ceremonia de rogativa e imploración a Nguechen, su dios, a fin de que éste conceda bienestar y fertilidad. En el tesoro mitológico mapuche se destaca el mito de la creación relacionado con la historia de la lucha entre las serpientes míticas Tren-Tren y Kai-Kai Filu. En las ceremonias mapuches poseen destacada participación las machis, las sacerdotisas. Ellas tocan el cultrún. Un instrumento ancestral, mágico, simbólico. Su simbolismo es aquí sagazmente desplegado por la escritora y poeta patagónica Alicia Carballo (muchos de cuyos escritos pueden ser visitados en la página www.zoolook.com.ar ).  La cruz en el cultrún mapuche nos otorgará el don de navegar entre nuevas aguas de un sol cultural que irradia rayos distintos a los nuestros.

LA CRUZ EN EL CULTRÚN MAPUCHE
El cultrún mapuche con la cruz que lo atraviesa (en imagen para ampliar). Sobre la dimensión simbólica de este mágico instrumente se explaya inmediatamente abajo el artículo de Alicia Carballo
 

La cruz compuesta es el símbolo pintado con tinturas o con sangre de algún animal sacrificado sobre la membrana del cultrún, instrumento de percusión membranófono que es de exclusivo uso del chamán mapuche (machi).
Está inscripta en la membrana circular del cultrún y tiene múltiples significados íntimamente relacionados.
Según una interpretación, las cuatro demarcaciones que resultan de los brazos mismos de la cruz son los puntos o direcciones cardinales y determina en el área del círculo lo que los mapuches llaman Meli Huitran Mapu (tierra de los cuatro lugares), o Meli Esquina Mapu (tierra de las cuatro esquinas), o Meli Changquiñ Mapu (tierra de las cuatro ramas).
El signo repetido cuatro veces entre los brazos de la cruz representa al sol en los cuatro tiempos del año o estaciones y en las cuatro fases de un día: sol del amanecer, sol del mediodía, sol del crepúsculo y sol oscuro bajo la tierra.
A cada esquina del mundo o punto cardinal se le asigna un elemento: el aire al Norte, el agua al Oeste, el fuego al Oriente y la tierra al Sur.
Los remates curvos de los extremos de la cruz son las fases principales de la luna. Trazando las bisectrices de los ángulos rectos, el círculo queda dividido en cuatro sectores circulares, dentro de los cuales el doble trazado de la cruz determina siete espacios. Esos siete espacios corresponden a los siete días de la semana (imagen 1).
Cuatro sectores circulares iguales determinan un mes lunar de veintiocho días. El año lunar resulta multiplicando esos veintiocho días por trece, múltiplo que se obtiene por la adición de los doce extremos de la cruz lunada, más el círculo central (imagen 2). De este modo se obtienen 364 días, a los que hay que agregar la unidad del punto central para obtener los 365 días del año solar.

La presencia del calendario de la luna en el cultrún procede del carácter lunar del arte chamánico mapuche, pues ella es la que preside la fertilidad de la tierra, el nacimiento de los seres humanos, determina el sexo, impulsa la procreación animal y da vida, bienestar, salud y buena fortuna.
Por esta razón a las machis se les llama nguenküyen (señoras de la luna) y el Machitún (ceremonia de curación) se realiza siempre de noche.
Desde el punto de vista de la mitología, esas cuatro fases de la luna son también los cuatro espíritus o dioses lunares invocados en los nguillatunes y machitunes, según la estructura cuaternaria del panteón mapuche.
Según otra interpretación, los remates curvos de la cruz representan el relmu (arco iris), que tiene una especial significación para el hombre antiguo porque surge de la conjunción de la luz solar y la lluvia, es decir, de la armonía de dos contrarios, lo que lo hace un signo muy propicio.
En los nguillatunes (rogativas), el mapuche pide al cielo la lluvia y el buen tiempo, los que son simbolizados por una bandera negra y una blanca respectivamente.
La coexistencia de la lluvia y la luz solar en un instante excepcional indica el paso del tiempo lluvioso al tiempo claro y representa la síntesis de esos contrarios: la armonía cósmica o el equilibrio de lluvia y bonanza. Cuatro arco iris situados en los puntos cardinales u horizontes, significan la armonía cósmica establecida en los cuatro lugares de la tierra.
En un sentido mitológico, esos cuatro arco iris son también los cuatro espíritus o familias de espíritus de los puntos cardinales que presiden la acción de las fuerzas naturales, determinando las condiciones climáticas. Se ha dicho, por esto, que el arco iris es la bandera del Señor (Ñidol) enarbolada por los Meli Huitrán (dioses de los cuatro lugares).
En lo que al arco iris se refiere, hay un diseño del cultrún en el que al centro de la membrana se ubica una estrella de cinco puntas y sobre ella, en el borde superior del cultrún, un arco iris formado por tres bandas de color azul, amarillo y verde. En este diseño, el azul representa el cielo (huenü) y se sitúa en la banda exterior, en el borde mismo de la membrana del cultrún. El amarillo representa al sol o la luz del día (Antü) y se sitúa en la banda central. El verde representa a la tierra (Mapu) y se sitúa en la banda inferior del arco.
Este arco iris abreviado expresa la armonía cósmica como el perfecto acuerdo del cielo con la tierra por el influjo de la luz divina, en cuanto la divinidad suprema tiene su milla ruca (casa de oro) en el sol, fuente de vida.
La estrella roja de cinco puntas no es otra sino el planeta Venus o Lucero (Guñelve, en lengua mapuche).

En otro diseño aparece alternada con la swástica, en una policromía de rojo y azul.
La posición de la estrella en dos campos opuestos alude, sin duda, a la evolución de Venus en la bóveda celeste, por la que se transforma de lucero de la tarde en lucero de la mañana y viceversa, y al ciclo en que el planeta Venus se desplaza y vuelve a un mismo punto inicial de observación.
Se sabe que los movimientos de Venus eran conocidos por los sabios aborígenes antiguos, pues lo corroboran recientes investigaciones sobre el significado de los signos de la cerámica ceremonial.
Resumida de este modo la escasa información recibida de fuente aborigen, se hace necesario considerar el símbolo de la cruz inscripta en el círculo en el contexto de la tradición simbólica universal.
Se pensará tal vez que no es posible extraer de este símbolo conclusiones allende lo que la cultura mapuche autorizaría. En respuesta a esa posible objeción, se debe tener presente que en esta etapa de las investigaciones en ciencias humanas puede afirmarse que no hay mundos culturales cerrados, de manera que todos los símbolos antiguos obedecen a patrones provenientes de una tradición sapiencial al parecer única. Esto se puede comprobar por la similitud de formas y funciones que todos los símbolos antiguos van presentando a medida que se retrocede en el tiempo hacia la antigüedad más remota.
La cruz compuesta del cultrún mapuche no presenta ningún elemento extraño a la tradición simbólica universal y en sus líneas fundamentales puede ser considerada como un símbolo construido conforme a patrones comunes a todos los pueblos. La simbología universal, en cuyo contexto es analizado este símbolo, lejos de contradecir las informaciones de fuente aborigen y las conclusiones que pueden extraerse de la mitología y de los textos de las plegarias, las confirman, las completan y las desarrollan.
La cruz inscripta en el círculo es un símbolo cuyo significado surge de las instancias mismas de su construcción, ya que el círculo fue considerado por todos los pueblos antiguos como la forma geométrica perfecta, imagen misma del ser supremo, del gran todo o del absoluto.
Su relación con el sol es evidente en forma y significado, pues este astro es el que mejor representa al ser supremo como fuente de vida y de luz.
Las propiedades que hacen de él la forma geométrica perfecta son la regularidad y la totalidad.
La regularidad (simetría) implica unidad, en oposición a la irregularidad, que implica diversidad. La regularidad absoluta es aquella que no reconoce partes y sólo el círculo es regular en ese sentido absoluto. En el círculo, a esta propiedad que es común a todos los polígonos regulares, se le agrega la de totalidad porque, al no admitir complemento, es símbolo del infinito, es decir, del gran todo o gran uno.
Ahora bien, para dibujar la cruz es preciso visualizar el centro, es decir, el punto que se halla a igual distancia de todos los puntos de la circunferencia.
La sola visualización de ese punto, le da una determinación nueva como una forma mínima que, dentro del círculo, representa la unidad o primera semilla de la manifestación.

  La instancia siguiente es el diseño del brazo horizontal y vertical de la cruz, que representan tradicionalmente el principio materno o receptivo y el principio paterno o creativo del universo. Estos dos principios, fundamentos dinámicos de todo lo creado, son los que en la tradición china toman los nombres de Yin y Yang, representados en el conocido símbolo clásico.
Se sabe, no obstante, por la más remota tradición, que el signo de la cruz fue instituido muchos milenios antes de este evolucionado diseño clásico y constituyó la más antigua representación simbólica de la dialéctica universal, como puede apreciarse en la siguiente cita de un texto del historiador chino Tchui Hi, de la dinastía Song:
“Fue el emperador Hien Yuen Chi, quien unió dos trozos de madera, uno horizontal y otro vertical, para honrar al Altísimo, es decir, instituyó el signo de la cruz como símbolo de la unión del principio creativo y del principio receptivo del universo. El nombre de este soberano proviene de las palabras que designan los brazos Este-Oeste y Norte-Sur de la cruz, que son Hien y Yuen”.
En cuanto al origen de la cruz del cultrún, nada puede saberse con precisión, salvo que presumiblemente su diseño data de una época muy anterior a la radicación del pueblo mapuche en Chile. No obstante, los pueblos primitivos de América no pueden haber visto en el símbolo de la cruz otro significado que el ha tenido para todos los antiguos, lo que puede rastrearse en algunos cantos de la machi que, refiriéndose a los brazos de la cruz, los llama padre y madre:

Tengo
mi cultrún.
Tuya es su madera.
Tenlo siempre presente.
En el espacio vacío
en la tierra
me están diciendo
dos veces la madre
dos veces el padre antiguo.

 

Los dos últimos versos se refieren a la característica duplicación de los brazos Norte-Sur y Este-Oeste de la cruz del cultrún (aunque excepcionalmente se encuentran cruces simples).
Esta dualidad se aviene con la denominación empleada por los mapuches para designar al ser supremo como Fucha Chau (padre anciano) y la Cushe Ñuke (madre anciana), forma mítica de aludir a la dialéctica universal del principio creativo y receptivo del universo y a su acción en el tiempo.
Dichos nombres suelen ser más complejos y variados; así, por ejemplo, el anciano y la anciana son nombrados como Huenu rey Fücha (anciano rey en lo alto del cielo) y Huenu rey Cushe (anciana reina en lo alto del cielo). La palabra “rey” corresponde a una transculturación, pero no altera el sentido original de estas antiquísimas denominaciones religiosas.
También suele llamarse a esta pareja Fücha Chachai (esposo padre) y Ñuque Papai (esposa madre), o se agrega a dichas denominaciones el nombre genérico de Ñidol (supremo). Otra denominación usada es Nguenechén (señor de los hombres, dios).
Se debe tener presente, sin embargo, que hay discusiones en torno al tema de la denominación y naturaleza de la divinidad en la religión mapuche por las muy variadas y aparentemente contradictorias informaciones entregadas por los mismos mapuches, o que parecen tales por una incompatibilidad de lenguaje que sólo se aclara cuando el investigador se sintoniza con el enfoque mítico de la cosmovisión aborigen.
La denominación y naturaleza de la divinidad es uno de los puntos más oscuros, entre otras razones porque la evangelización, con todos sus supuestos filosóficos y teológicos, intervino en la cultura mapuche y alteró sus originales formas de expresión religiosa, al punto que hasta hoy no es posible formarse una idea clara sobre este aspecto.
En todo caso, la denominación dual de la divinidad es, sin duda, la más antigua; al igual que la cruz en el círculo, se emparenta con antiguos arquetipos sapienciales del extremo Oriente de Asia.
Este parentesco es más estrecho aún, si se considera que el esquema dialéctico del Yin y del Yang chinos no es completo a menos que sea visto en su evolución dinámica a través del tiempo, constituyendo un cuaternario o doble pareja, como puede apreciarse por sus representaciones lineales prehistóricas.
En él cada principio de la dialéctica tiene dos formas de representación: una antigua y otra joven, lo que insinúa una personificación mítica tal vez más antigua.
Este esquema parece tener su equivalente mítico mapuche en el cuaternario formado por la pareja de ancianos ya mencionada y otra de jóvenes que, junto a ella, constituye el cuaternario supremo.
La segunda pareja está constituida por un hombre joven dios y una joven doncella diosa, a los que se agrega, en ciertas invocaciones, el apelativo de renovadores, como se da en el I Ching al Yin y al Yang jóvenes.
En lo que se refiere a las representaciones lineales del Yin y del Yang, se advierte claramente que ellas proceden de la descomposición de la cruz instituida antes por Hien Yuen Chi, pues el trazo entero del Yang y el trazo quebrado del Yin, no resultan sino del acoplamiento del brazo vertical y el horizontal de la cruz, el cual debe ser abierto o perforado por el que representa la fuerza activa descendente.
Lo anterior tiene una clara connotación sexual, en cuanto el sexo masculino es una vara y el sexo femenino es una abertura, y constituyen la más directa y patente concreción de ambos principios en el mundo visible.
Asimismo, se advierte claramente que la pareja del Yin y del Yang jóvenes, y del Hueche Huentru y Ulcha Domo, corresponden a la proyección de los principios fundamentales de la dialéctica en las creaturas.
De esta manera, la relación que hay entre la expresión vieja y la joven de cualquiera de los principios es la misma que hay entre estos y sus respectivas manifestaciones cósmicas, tales como cielo y tierra, hombre y mujer, fuego y agua, día y noche.
Por eso se dice en el I Ching que la pareja Yin y el Yang viejos es estática y que la pareja joven es dinámica. Esto, naturalmente, no está explicitado en la sabiduría mapuche, sino que persiste como la expresión de una verdad mítica, pero podría ser el origen de la duplicación de los brazos de la cruz en el cultrún.
La cruz en el círculo constituye una representación de las dos primeras instancias de la creación, las cuales son la unidad o simiente única del mundo y la dualidad de los principios receptivo y creativo. Unidos en la cruz, ambos principios generan el movimiento creador. El punto de conjunción o acoplamiento, que coincide con el centro, suele ser destacado con un círculo pequeño, para indicar que allí está el punto de generación y expansión de la fuerza creadora. (*)

(*) Fuente: Artículo editado originalmente por Alicia Carballo en la página

  www.zoolook.com.ar

  Obras recomendadas para profundizar en la cultura mapuche: 

Gregorio Alvarez, El tronco de oro, Folklore del Neuquén, Editorial Siringa, ciudad de Neuquén, Patagonia Argentina.

Bertha Koessler-Ilg, Cuentan los araucanos, Editorial Nuevo Extremo, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

LA POESÍA DE LOS PUEBLOS. Poemas ancestrales de diversos pueblos.

LA POESÍA DE LOS PUEBLOS. Poemas ancestrales de diversos pueblos.

PRESENTACIÓN 
“Toda mi vida canto, y canto como respiro”, le asegura un esquimal al explorador Knud Rasmussen. La poesía resopla en todos los ventisqueros de la vida cotidiana de los llamados pueblos primitivos. Para la diversidad de estas culturas la cadencia poética es tan indispensable como el aire. La poesía popular suele ser esencialmente religiosa. Guenon observa que la palabra latina carmen (canto) proviene de la palabra sánscrita karma (rito). El cantar poético es puente o tránsito hacia la divinidad. Los nahuas del Antiguo México creen que lo poético es la expresión de Dios en la tierra. El fluir poético puede fundirse con la danza y la música, como en el caso de los tarahumaras (también de México) cuya danza devocional dura dos noches. Las “Danzas del Venado” de los yaquis comunican  el mundo natural y el sobrenatural. En las primeras estrofas se alude a un hecho del mundo físico; en la segunda estrofa se presenta  este suceso en el mundo místico llamado “Tierra Florida”, ubicado debajo del Amanecer. La poesía es incandescencia de la vida interior. Los maidu de California dicen: “No se necesita la luz de las hogueras porque se tiene la luz interior”.  Y la poesía de los pueblos puede expresar soledad, un sentimiento de abandono. En muchos de sus poemas, los pigmeos se lamentan diciendo que Dios los ha abandonado. Los poemas impregnados de belleza sacra pueden proceder de los sueños. Sioux y guaraníes aseguran que sus poemas sagrados nacen de los sueños. En las Islas Fiji el sueño es incursión en el mundo de los espíritus. Allí se ofrecen los poemas, o estos pueden brotar de trances hipnóticos como en las Danzas del Espíritu de los indios arapos. 

Algunos poemas sólo pueden ser dichos por una persona en especial, por su propietario exclusivo; o puede ser pronunciado únicamente en el momento de la muerte. Algunos movimientos artísticos de vanguardia hablan de la recuperación de la materialidad del lenguaje verbal o musical. El lenguaje que vale más por su condición material o sensorial que por el plano del significado. Mucho antes de estas búsquedas filosóficas modernas, los yámanas de Tierra del Fuego componían cantos de sonidos, sin significado conceptual. Lo sonoro como expresión de gozo o sorpresa. Algunos creen que estos quizás sean los cantos más antiguos de la humanidad.

La poesía primitiva distingue niveles de recepción. Los guaraníes creen que muchos cantos son comprensibles para todos, pero otros sólo podrán ser entendidos por unos pocos. El lenguaje también se diversifica. Hay un lenguaje religioso (con “las palabras de los situados arriba de nosotros”) que es válido entre ancianos y ancianas que han recibido revelaciones de la comunidad, y existe un lenguaje secreto compuesto por escasas oraciones y palabras que sólo se revelan a los iniciados. E incluso existen “los cantos verdaderos” de una profundidad y sacralidad que los hace incomprensible para sus cantores.

La continuidad tradicional de la poesía de los pueblos es también parte de su esencia medular. Los araucanos destacan que sólo la oralidad conserva la inspiración y espesor del canto. La palabra escrita pierde, disgrega.

  La poesía ancestral alimenta el verbo de la diversidad de los pueblos y culturas. Y también manifiesta la universalidad del canto poético como oración religiosa, como fuerza hechicera de curación o como revelación del mundo sobrenatural.

LA POESÍA DE LOS PUEBLOS
Congo. África

Oh gran Nzambi, lo que tú haces es bueno, pero tú nos has dado una gran tristeza con la muerte. Tú debías haber hecho que no muriéramos. Oh Nzambi, tenemos una gran tristeza.

Pueblo Cunas. Panamá
Canto mágico para curar la locura (Fragmento)

El curandero en un extremo del piso de plata, en un asiento de oro, en un asiento pequeño, está sentado mirando el lugar.

El viento del norte se hace más fuerte; el curandero está mirando el lugar. El viento del norte y el viento del sur están peleando; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero.  Las olas del mar se están levantando con espuma; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero.  Los olas del mar casi lo alcanzan; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero. Las olas del mar casi se han calmado; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero. Las olas del mar casi se han alisado; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero. La saliva de las olas del mar está salpicando; el curandero está mirando el lugar. La saliva de las olas del mar está formando hilos; el curandero está mirando el lugar. Las olas del mar están resplandeciendo con blancura, como la de la garza, las olas del mar están blanqueando; el curandero está mirando el lugar. Los cocoteros del mar se están doblando por el viento; el curandero está mirando el lugar. Las manzanas de los cocos del mar están brillando en el viento; el curandero está mirando el lugar. Las manzanas de los cocos del mar están luciendo en el viento; el curandero está mirando el lugar. Las puntas de los cocos están resonando por el viento; el curandero está mirando el lugar. Las hojas secas de los cocoteros se están moviendo por el viento; el curandero está mirando el lugar. El sol le está oscureciendo la tierra, el curandero va a acostarse en la hamaca, las sogas de las hamacan están rechinando…

Dos poesías esquimales 
1. El monte Koonak 
El gran monte Koonak allá en el sur, yo lo veo. El gran monte Koonak allá en el sur, lo contemplo. El luminoso resplandor allá en el sur, estoy mirando. Tras el Koonak se extiende la misma luz que cubre el Koonak del lado del mar. Mira cómo en el sur las nubes crecen y cambian; unas a otras se hacen bellas; mientras la cumbre está cubierta del lado del mar por cambiantes nubes, está cubierta del lado del mar unas a otras se hacen bellas. El otoño viene sonado con el recio viento del norte. Rudamente todo lo abate con su enormidad. El mar amenaza con volcar mi kayak. Y ay, yo tiemblo, tiemblo, porque el viento y el mar  me pueden enviar a lo profundo, al lado del fondo del mar lleno de conchas. Rara vez veo calma, las olas juegan conmigo, y yo tiemblo, tiemblo, pensando en la hora en que las gaviotas hambrientas picotearán mi cuerpo.   
Fiord en primavera 
Yo iba en mi canoa iba en el mar remando suavemente en el fiord Ammassivik. Había hielo en el agua y en el agua un petrel, movían la cabeza a un lado y al otro no me vio remando. De pronto sólo se vio la cola después nada. Se hundió pero no por mí: una gran cabeza sobre el agua la gran foca peluda cabeza enorme con enormes ojos, y bigotes, toda reluciente, chorreando agua, y la foca se me acercó despacio. ¿Por qué no la arponeé? ¿Me dio lástima? ¿Sería por el día, el día de primavera, y la foca jugando en el sol como yo? 

Galas. África. 
Oración   
Dios de la tierra, mi Señor, tú estás por encima de mí, yo estoy debajo de ti. Si la desgracia cae sobre mí, si los árboles me ocultan el sol, aparta de mí la desdicha, Señor, sé mi sombra protectora. Suplicándote paso el día, suplicándote paso la noche. Cuando la luna se levanta lejos, no me abandones. Cuando yo me levanto no te abandono. Aparta de mí el peligro. Dios, mi Señor, Sol de treinta rayos, si el enemigo se me acerca, no dejes que mate a tu gusano de la tierra, apártalo. Igual que nosotros vemos a un gusano: si se nos antoja lo aplastamos, si se nos antoja lo dejamos con vida: igual como nosotros aplastamos un gusano del suelo, así, si se te antoja, viéndonos en tierra, aplástanos. Yo, cuando veo a uno o dos hombres, viéndolos con los ojos los conozco; tú, aunque no ves con ojos, ves en ti mismo. Un hombre malvado ha arrojado a todo los hombres de su casa, ha dispersado a los hijos y a la madre como gallinas. El enemigo malvado ha arrancado a los niños de la mano de la madre y los ha matado. Todo esto tú lo has permitido. ¿Por qué has hechos esto? Tú lo sabes. Tú has hecho crecer los cereales. Los has puestos delante de nuestros ojos: el hambriento se consolaba viéndolos. Cuando el trigo estaba en flor has enviado las langostas y los insectos, los saltamontes, los pichones. Todo esto ha venido de tu mano. Tú eres quien lo ha hecho. ¿Por qué los has hecho? Tú lo sabes. Mi Señor, perdona a los hombres que te ruegan. Como el propietario del grano ata a quien roba su grano, así átanos, mi Señor. Si has atado a aquel que tú amas, desata a aquel que tú amas. Así me amas, desátame a mí que te suplico de corazón. Si no clamo a ti de corazón, no me escuchas. Si grito de corazón, tú lo sabes, tú me escuchas.

Oración

¡Óyenos, antiquísimo Dios, tú que tienes orejas! ¡Míranos, antiquísimo Dios, tú que tiene ojos! ¡Cobíjanos, antiquísimo Dios, tú que tienes manos! Si amas los bellos caballos, tómalos. Óyenos, Dios.

Pueblo guaraní

Oración matutina al Creador

¡Oh, verdadero Padre Ñamandú, el Primero! En tu tierra el Ñamandú de corazón grande (el sol) se está levantando con el reflejo de su divina sabiduría. Y porque tú dispusiste que aquellos a los que proveíste  de arcos nos irguiésemos, es que volvemos a erguirnos. Y por eso, palabras indestructibles, que jamás, en ningún tiempo, se debilitarán, nosotros, unos pocos huérfanos del paraíso, volvemos a pronunciar al levantarnos. Por eso séanos permitido levantarnos repetidas veces, ¡Oh, verdadero Padre Ñamandú, el Primero!

Sioux. América del norte
La canción del oso
 
Mi zarpa es sagrada, todas las cosas son sagradas.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Una nación yo voy a transformar.

Una nación de hombres yo haré sagrada.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Miskitos. Nicaragua. 
Carta a la amada 
Yo soy más alto que el cocotero porque mis ojos alcanzan sus palmas y aun las aves que el cocotero quisiera atrapar. Yo soy más largo que el río Waki porque oigo el lejano rumor del mar o cerrando los ojos reconstruyo su playa brillante. Yo tengo más pecho que la leona de Alamikamba porque mi dolor escrito llega más allá de su rugido hasta las manos de mi muchacha en Bilwaskarma. Muchacha, estoy triste por ti. Recuerdo el olor de tu piel. Quisiera recostar mi cabeza en tu regazo, pero estoy solo, recostado bajo un árbol, oyendo únicamente el ruido del mar. El oleaje revienta mar afuera: pero no oigo tu voz.

Negritos. Malaya.   
El jengibre 
Su tallo se dobla al brotar las hojas, se dobla hasta las raíces y se mece, se dobla y se mece de muchos modos, sus hojas se frotan y se hacen suaves, en la escarpada Inas se agita, en la escarpada Inas que es nuestra casa. Se agita con la brisa leve, se agita en la niebla, se agita en la bruma, se agitan sus retoños, se agitan en la bruma de las montañas, se agitan en la brisa leve, se mecen y mecen en las montañas, montañas de Beching, montañas de Inas, montañas de Malau, montañas de Kuwi, montañas de Mantan, montañas de Lumu, en todas las montañas que son nuestra casa.   
Pigmeos. África.   
La noche está oscura en el cielo negro, hemos dejado la aldea de nuestros padres, el Creador está airado con nosotros. ¡Estrellas resplandecientes de la noche blanca, luna que brilla allá arriba, atravesando el bosque con tus pálidos rayos, estrellas, amigas de los espíritus blancos, luna, su protectora! Dios nos ha abandonado. El creador del sol no nos da vida. Oh pálida luna, el creador del sol no nos da vida. Espíritus del bosque, espectros de la noche, que durante el claro día, como el murciélago que chupa la sangre de los hombres, están colgados de las paredes resbaladizas de las grandes cavernas, detrás del musgo verde, detrás de las grandes piedras blancas. Dinos: quién los ha visto, a los espectros de la noche, dinos: quién los ha visto. 
El elefante   
En el bosque lloroso, bajo el viento de la tarde, la noche, toda negra, se ha acostado contenta. En el cielo las estrellas han huido temblando, luciérnagas que brillan vagamente y se apagan; arriba la luna está oscura, su luz blanca apagada. Los espíritus andan  dando vueltas. ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! El árbol duerme en el bosque medroso, las hojas están muertas, los monos han cerrado los ojos, colgados de las ramas  allá arriba. Los antílopes se deslizan con pasos silenciosos, comen la hierba fresca, aguzan atentamente los oídos, levantan la cabeza y escuchan asustados. La cigarra se calla, detiene su canto rechinante. ¡Cazador de elegantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco!  En el bosque azotado por la gran lluvia, papá elefante camina pesadamente, baou, baou, sin cuidado y sin miedo, seguro de su fuerza, papá elefante a quien nadie puede vencer; entre los árboles quebrados se para, y sigue otra vez. Come, ruge, bota los palos y busca a su hembra. Papá elefante, se te oyó desde lejos. ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco!  En el bosque donde nadie pasa sino tú, cazador, ten valor, salta y camina, allí tienes carne, el gran trozo de carne, la carne que camina como una loma, la carne que alegra el corazón, la carne que se va a asar en el fuego, la carne en la que se entierran los dientes, la rica carne roja y la sangre que se bebe humeante. ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco!
Yamanes. Tierra del Fuego
Lamento  Mi padre, ¿por qué me ha castigado ÉL,  allá en lo alto? Lamento Mi padre de arriba está irritado conmigo ¡ay! Sí, el Matador de la montaña está irritado ¡ay!

Canto de júbilo

(Sin sentido o significado conceptual) Ja ma la Ja ma la Ja ma la. O la la la la la la la la la.

Yaquis. México.
Venadito de flores, ya vienes a jugar en esta agua de flores. Allá lejos, en la Tierra Florida, en el patio florido, estás jugando en un agua de flores. Venadito tierno de flores, ya vienes a jugar en el agua de flores.  Venadito de flores, bajo la flor de la cholla te pares a frotar tus cuernos, encorvado y volteando tus cuernos para frotarlos.  Y allá lejos, en la Tierra Florida, debajo del Amanecer, bajo otra flor de cholla te paras a frotar tus cuernos; venadito de flores, bajo la flor de la cholla te paras  encorvando y volteando tus cuernos para frotarlos. ¿Adónde es que silbas tú, palo seco? Allí estás silbando tú, palo seco.  Allá lejos, en la Tierra Florida, en medio del monte, allá lejos, en aquel lugar, estás silbando, palo viejo seco. Allá estás silbando, palo viejo seco.  Cuando viene la fresca noche,  te levantas de la rama de mesquite, pájaro negro. Y allá lejos, en la Tierra Florida, debajo del Amanecer, allá lejos, en aquel lugar, te levantas de una rama de mesquite, pájaro negro. Parecen venir hacia acá, las palomitas del monte, las tres cabecitas gris meneándose rápidas, caminando hacia el agua de flores, luego las tres cabecitas grises se alejan juntas caminando lentamente. Y allá lejos, en la Tierra Florida, debajo del Amanecer, van tres cabecitas grises meneándose, hacia el agua de flores, y luego juntas, alejándose lentamente. En verano viene las lluvias y nace la hierba. Es la época en que el ciervo tiene cuernos nuevos. Corres delante de la tempestad de polvo, venado encantado, haciendo mucho ruido. El venado mira a una flor.
Navajos. América del Norte 
La ardilla con su camisa está allá de pie. La ardilla con su casa está allá de pie. Esbelta, está allá de pie; rayada, está allá de pie. ¡La voz que embellece la tierra! La voz de arriba, la voz del trueno, entre las nubes negras, está sonando y sonando, la voz que embellece la tierra.  ¡La voz que embellece la tierra! La voz de abajo, la voz de saltamontes entre las flores y la hierbas, está sonando y sonando la voz que embellece la tierra. 
Oración Dichosos pueda caminar. Dichoso con abundantes nubes negras pueda caminar. Dichoso con abundantes lluvias pueda caminar. Dichoso con abundantes plantas pueda caminar. Dichosos por un sendero de polen pueda caminar. Dichoso pueda caminar. Igual como fue en días lejanos ahora pueda caminar. Todo sea bello delante de mí. Todo sea bello detrás de mí. Todo sea bello debajo de mí. Todo sea bello arriba de mí. Todo sea bello alrededor de mí. En belleza esto termina. En belleza esto termina.

LA AUSTRALIA DE LA EDAD DEL ENSUEÑO.

LA AUSTRALIA DE LA EDAD DEL ENSUEÑO.

Por Waldemar Stohr

  PRESENTACIÓN

  Los pueblos aborígenes australianos comparten una creencia común: la rememoración de un “tiempo de ensueño” en el cual los seres divinos, “los antepasados totémicos” crearon a los animales, las plantas, los hombres y todo lo que es.  Los arandas son un pueblo que todavía preserva las ancestrales creencias a pesar de la colonización occidental del continente australiano. En su cosmovisión todavía ahora los lugares, objetos y actos relacionados con los seres de la edad del ensueño dimanan gran sacralidad. Estos lugares son sitios de culto generalmente reservados a los iniciados. En la cultura aranda, como en todas las culturas del tipo tradicional o arcaico, es fundamental la apertura a lo sagrado. Su objeto de culto esencial es el Tjurunga, una tabla oblonga de madera, cubierta con dibujos geométricos. Estas creencias tradicionales fluyen desde hace alrededor 40.000 años. Para aproximarnos a este universo cultural, nos guiará Waldemar Stohr, autor de dos ensayos sobre el tema incluidos en la esencial obra “Historia de las ideas y creencias religiosas” dirigida por Mircea Eliade.
 
La decoración corporal posee en la Australia indígena un gran significado religioso. Los motivos denotaban identidades totémicas o dibujos relacionados con iniciaciones. Arriba, derecha, imagen de un joven a punto de tomar parte en una ceremonia en la región norte-central australiana, en la Tierra de Arnhem.

LA AUSTRALIA DE LA EDAD DEL ENSUEÑO

Por Waldemar Stohr

  “Ensoñación”, en el sentido que le dan los aborígenes australianos, es un concepto nuevo para nosotros. Según H.P.Duerr, por lo que podemos colegir de sus escritos, significa simplemente lo irracional. En todo caso, no le falta razón cuando dice que este concepto no tiene equivalente exacto en nuestro mundo de ideas. Sólo nos es posible describirlo de manera aproximada. “Ensoñación” traduce libremente la palabras alcheringa de las tribus aranda del centro de Australia. Los etnólogos australianos han optado en general por este término (dreaming) prefiriéndolo a “tiempo de ensueños” (dream time), si bien esta diferencia no denota gran cosa. En otras lenguas australianas existen voces con significado igual o muy parecido. Por “ensoñación” se entiende el remotísimo tiempo mítico en que los seres divinos desplegaron su acción creadora dando origen a hombres, animales, plantas y todo cuanto existe, incluidas las manifestaciones terrenales de ellos mismos y la materialización de su virtud creadora en el culto.
  Curiosamente los etnólogos especializados en el estudio de los orígenes de Australia evitan en lo posible el uso de las palabras “dios”, “dioses” y “divino”, como si  estos conceptos estuvieran protegidos por alguna ley de propiedad literaria. A los personajes de la “ensoñación”  prefieren llamarlos “héroes”, “héroes culturales”, “seres celestiales” o “demiurgos”. Tal vez esa reserva conceptual tenga  algo que ver con el rechazo de las antiguas teorías. El padre E.A. Worms, misionero y gran investigador,  habla expresamente de “seres sagrados” y dice al respecto que no ha podido hallar en Australia ningún ente espiritual “al que se atribuya un poder ilimitado y exclusivo sobre todas las realidades espirituales y físicas”. Quien se atiene a tan severas normas debiera también degradar a los antiguos dioses griegos y llamarlos meramente “seres sagrados”. Es un hecho, sin embargo, que los protagonistas de la ensoñación se asemejan más a Hércules que a Zeus. En este sentido, la noción intermedia de “seres divinos” o “héroes divinos” parece una componenda aceptable.

  Aunque de la tradición de los aborígenes australianos sólo ha podido compilarse y conservarse así una pequeña parte, nos topamos en los escritores correspondientes con una confusa plétora de personajes, animales, nombres, sucesos e imágenes de todo tipo. No obstante, examinando las cosas con mayor atención, observamos en la tradición de cada una de las regiones de Australia-no en los detalles, pero sí en la tendencia general del acontecimiento mítico- una serie de coincidencias que permiten remontarse a una más antigua mitología común.

  Una de esas grandes regiones es el fértil sudeste del continente, que abarca hoy los Estados federales de Victoria y Nueva Gales del Sur. Las tribus que vivían allí fueron las primeras en enfrentarse con los colonos europeos, que desde mediados del siglo XIX llegaban cada vez más numerosos. Todas ellas, salvo unos pocos restos, han desaparecido; la mayoría de aquellos aborígenes sucumbieron víctimas del alcohol y de las enfermedades traídas por los blancos. Las principales informaciones que poseemos acerca de su religión se deben a los misioneros que trabajaron entre ellos. 

  En los sucesos que constituían la “ensoñación” de las tribus del sudeste predominaba un ser creador que podía asumir figura de hombre o de animal, pero que en cualquier caso se percibe como personalidad claramente definida. Los nombres de tales seres divinos, como Bunjil, Baiama o Daramulun gozan de gran notoriedad y se han explotado a fondo para cimentar las teorías de que antes hablábamos. Bunjil, por ejemplo, era venerado por las antiguas tribus que ocupaban la zona de la actual Melbourne. Al parecer procedía de sí mismo, aunque según otras tradiciones lo habían creador águilas y cornejas. Una de las manifestaciones de Bunjil es el halcón-águila, que en la corneja Waang posee a la vez un aliado y un rival, con un poder casi tan grande como el suyo. Bunjil tiene hermanos, mujeres e hijos. Como a creador del género humano, las tribus lo llamaban también “Nuestro Padre”. En la época en que erraba por la tierra, originalmente árida y desierta, Bunjil creo los fenómenos ambientales y todo lo importante para la vida del hombre. El introdujo en las tribus las “clases matrimoniales”, para que en adelante las uniones obedecieran a un orden. En su forma de halcón-águila es el totem de una clase, siendo la corneja Waang el de la otra. Al acabar su obra, Bunjil provoco una gran tempestad que lo trasladó al cielo, y desde entonces no tendría ya ningún influjo directo en la existencia terrena.

  Debido a su ideología cristiana, los antiguos misioneros insistieron tal vez demasiado en el carácter “divino” de Bunjil, Baiama, Daramulun, Nurenderi, Biral y otros personajes semejantes. No cabe duda que hoy resulta imposible verificar tales informaciones. El padre W. Schmidt estiliza esas figuras hasta identificarlas con otras formas de un “ser supremo”, haciéndolas así encajar en su teoría del “monoteísmo primitivo”. Con todo, incluso el escéptico etnólogo australiano A.P. Elkin, que llama a esos entes de la ensoñación “héroes del cielo” o “seres celestiales”, les reconoce un carácter divino.

  Enteramente distinto es el contenido de la “ensoñación” de las tribus aranda del centro de Australia. También aquí se habla de un “ser celestial” a quien se da el nombre de “Gran Padre” (Kngarijta), pero este ser apenas significa algo para los hombres. En lugar de piernas, posee patas de emú, y su mujer de perro. Ambos tienen numerosos hijos e hijas, respectivamente también con patas de emú o de perro. Los seres celestiales disfrutan de eterna juventud. Se alimentan de los abundantes frutos que crecen en el cielo mismo atravesado por un anchuroso río, la Vía Láctea. Hay allí también aves, pero ningún otro tipo de animal. El “Gran Padre” no ha creado ni la tierra ni los animales ni las plantas. Tampoco dio vida a los “antepasados totémicos” de los hombres ni tuvo nunca en ellos influencia alguna. Como dice expresamente un mito, carece de todo poder sobre vientos y nubes, sobre la enfermedad y la muerte, y no castiga a los que hacen el mal. Manifiestamente al “ser celestial” le es indiferente lo terreno. Quizá los aranda se construían así, con ese esplendoroso cielo y la dichosa vida de sus seres con patas de emú o de perro, una especie de mundo ideal que contrapesaba las preocupaciones y miserias de la existencia real. Quizá también se haya perdido una parte de su tradición. En todo caso es obvio que ese curioso “Gran Padre” nada tiene que ver con la creación, relativa sobre todo a la tierra.

  Esta aparece al principio, en los mitos de los aranda, llana y sin ningún perfil. Toda ella es un desierto, pero no está completamente vacía. En varios lugares, que más tarde se reconocerán como bolsas de agua o lagos de sal, hay  gran cantidad de formas embrionarias del futuro ser humano adheridas a las extremidades y constituyendo así una especie de red. Boca, ojos y nariz estaban cerrados. Aquellos entes semihumanos no podían aún evolucionar hasta convertirse en verdaderos hombre y mujeres, mas tampoco podían morir ni corromperse. Por otra parte, poblaban el subsuelo terrestre millares de seres sobrenaturales sumidos en profundo sueño; también en Sol, la Luna y las estrellas se ocultaban allí. La “ensoñación” comienza cuando todos esos seres, llamados comúnmente “antepasados totémicos”, se despiertan y rompen la corteza terrestre para abrirse paso hacia la superficie. A su vez salen los astros, yendo a ocupar sus puestos en el firmamento, y el Sol empieza a calentar la Tierra, hasta entonces fría y tenebrosa. Los “lugares de nacimiento”, por donde esos antepasados totémicos han perforado la Tierra se llenan de su presencia y fuerza. Más adelante serán centros de culto, donde sólo algunos iniciados tendrán derecho a penetrar, y ello en contadas ocasiones. Los antepasados totémicos, al decir de los arandas, “nacieron de su propia eternidad”. En las formas que adoptan se manifiesta la estrecha vinculación existente entre hombres, animales y plantas. Algunos de esos antepasados se asemejan al canguro, al emú o a otros animales, pero piensan y obran como ser humanos. Otros tienen figura de hombre o mujer, aunque pueden transformarse tomando la de un animal. Los antepasados totémicos relacionados con las plantas aparecen siempre en forma humana.

El arte rupestre es la forma más perdurable de las culturas más arcaicas. Arriba, izquierda, unos grabados sobre rocas, con forma laberínticas. Se encuentran en la Australia Meridional y, quizá, poseen alrededor de 40.000 años.

  Tales antepasados, según la tradición aranda, recorrieron la Tierra y fueron dándoles sus contornos. Los mitos mencionan todas las montañas, dunas, llanuras, valles, pantanos, manantiales y otros puntos de agua que surgieron así en el vasto territorio de los arandas. Esos mismos antepasados dieron vida a los preexistentes embriones del ser humano arrancándolos de su “red” y abriéndoles la boca, los ojos y la nariz. Muchos de ellos actúan como auténticos “héroes culturales” y enseñan a los hombres a hacer fuego, cazar, preparar la comida y servirse de las armas.

  Después de tanto peregrinar y acabadas sus obras, los antepasados totémicos se sintieron invadidos por un gran cansancio y decidieron regresar a sus antiguas profundidades. Los puntos por donde penetraron en ella se convertirían también en lugares de culto, como aquellos por donde habían salido. Durante su existencia en la superficie de la Tierra, varios de esos antepasados experimentarían el dolor y la enfermedad, al igual que los hombres, y algunos incluso perecerían violentamente. Mas todos son en realidad inmortales, pues hasta los asesinados siguen viviendo en rocas, árboles y sobre todo objeto de culto. Y aún existe otra forma de supervivencia: allá por donde pasaron muchos de ellos o donde perduran materializados en rocas y árboles quedan vestigios de su fuerza vital, ciertas partículas o emanaciones de su esencia capaces de penetrar en el cuerpo de una mujer encinta y reencarnarse en el feto. La noción de “hijos-espíritus” preexistente no significa, como a veces se ha dicho, que los aranda desconozcan la relación fisiológica entre procreación y nacimiento, pues para ellos todo ser humano tiene una segunda alma que se remonta inequívocamente a los padres. 

Tjurunga: manifestaciones terrenas de la ensoñación

  Las lenguas australianas incluyen palabras que corresponde aproximadamente a nuestra noción de “sagrado”. Sin embargo, tales conceptos no representan los del mundo profano, sino que delimitan algo en este último para destacarlo de lo ordinario, en el sentido de “secreto”, “peligroso”, o “consagrado” y por ende “inaccesible a los no iniciados”. Tienen carácter sagrado los lugares, actos y objetos directamente vinculados con los seres de la “ensoñación” y su actividad creadora. Puede tratarse de rocas y otros accidentes naturales más o menos llamativos en los que esos personajes se han materealizado. Son los caminos por donde discurrieron o los sitios donde se establecieron cuando daban forma a la Tierra y, para los arandas, los puntos del suelo terrestre abiertos por sus antepasados totémicos para salir a la superficie o regresar a los abismos una vez acabada su tarea. En esto lugares se celebran con frecuencias actos de cultos que, por actualizar la presencia de los entes de la “ensoñación”, son también sagrados, pudiendo únicamente realizarse por hombres iniciados. En varias regiones de Australia, los lugares de culto aparecen señalados por monolíticos dispuestos en círculo, dólmenes y otros monumentos de piedra.

  Tjurunga es una de esas palabras que denotan lo sagrado. Procede de la lengua de los aranda del dentro de Australia. En sentido estricto, tjurunga designa el objeto de culto más importante de los aborígenes, consistente en una tabla oblonga de madera, muy estrecha, de forma oval y de aproximadamente de un metro de longitud. Por ambas caras estas tablas suelen estar recubiertas de dibujos geométricos: círculos, meandros y rombos o cuadriláteros imbrincados; raras veces aparecen talladas junto con ellos algunas imágenes figurativas. La fabricación de un tjurunga es, desde la tala de un árbol, un acto de culto. Los aborígenes estiman que los motivos de la futura ornamentación están ya en la madera misma y que el escultor no hace sino liberarlos. En Australia central, entre los arandas, el tjurunga puede también ser de pizarra u otra roca esquistosa. Tiene forma análoga al de madera, pero es infrecuente que mida más de treinta centímetros de largo. Algunos tjurungas llevan dibujos asimétricos que constan de círculos y líneas y reproducen, como en un mapa, los caminos y lugares de asentamiento de los antepasados totémicos.

 

 

 

 

 

 

  Arriba, izquierda, un Tjurunga, la tabla de madera oblonga con dibujos geométricos, uno de los objetos de mayor sacralidad para  los aborígenes australianos.

    Al tjurunga se le daba antiguamente el nombre de “palo de las almas”, si bien esto parece aplicarse sobre todo a piezas pequeñas que sus poseedores llevaban en la cabeza, como tocado, y que debían de estar relacionados con sus “hijos-espíritu”. Los tjurungas no cobraban eficacia hasta que se utilizaban en el culto junto con la recitación de los mitos. Las piezas más antiguas se trataban con respeto, pero podían venderse; al fin y al cabo el dinero formaba también parte de lo sagrado. Entre una celebración cultual y otra se guardaban los tjurungas en un lugar que pareciera seguro. Como para cada iniciación se fabricaban nuevos objetos de culto, llegaban a acumularse allí a menudo más de un centenar de tjurungas, inclusive de los tatarabuelos y antepasados cercanos, hasta que acababan por destruirlos el clima, el fuego o las termitas.

Los “palos zumbantes”  son, por su forma y ornamentación, muy parecidos a los tjurungas y suele incluso dárseles este nombre, pero tiene un tamaño muchas más pequeño y están perforados en uno de sus extremos, que acaban en punta. Cuando por medio de un cordel se agitan en él describiendo círculos, producen una especie de zumbido de mayor fuerza, que durante los actos religiosos denotan la presencia de los seres de la “ensoñación”. También otros objetos resonantes, como cuerpos o palillos, poseen carácter sagrado, y asimismo la música, ligada exclusivamente al culto.

Fuente:  Waldemar Stohr, Tótem, ensoñación, Tjurunga. Las religiones de Australia, en Historia de las Ideas y creencias religiosas (obra colectiva dirigida por Mircea Eliade),  Barcelona, Ed. Herder.

EL ÁFRICA ANCESTRAL: MAGIA Y MEDICINA ENTRE LOS AZANDES. Por Evans Pritchard

 
PRESENTACIÓN
 
África es quizá uno de los continentes donde el corazón arcaico de las viejas culturas sigue palpitando con fuerza. Junto al África de algunas ciudades modernas y de nativos que pronuncian lenguas de origen europeo, perdura el continente africano de las más ancestrales creencias. Sin duda que aquí también el conflicto entre la colonización modernizadora de Occidente y la continuidad de la llama antigua es poderosa. Pero en el África campesina, selvática, muchos de los antiguos ritos prosiguen. En una época en la que la autenticidad cultural era mucho más intensa, el antropólogo francés Evans Pritchard realizó una hoy célebre investigación de campo entre los azande, etnia del Zandeland en el centro del continente africano. De su voluminosa obra  “Brujería, magia y oráculos” entre los azande, hemos seleccionado algunos pasajes muy ilustrativos respecto a la medicina mágica y sus modos de aplicación. Para quien no esté familiarizado con esta perspectiva cultural, la exposición de Prichtard rápidamente los trasladara a una cosmovisión que respira en las antípodas de todo universo lógico y racional. Los azande ligan su medicina mágica con la madera, los árboles, un altar de los espíritus, silbatos mágicos. En esta última exhalación de Revista Kenos 2, proponemos este nuevo salto de la percepción hacia el rico tejido donde cada cultura fulge con su propia gema.

Arriba, un exorcista azande con sus silbatos mágicos que le cruzan el pecho. En el centro posee una bolsa de hierbas de propiedades medicinales. Esta imagen, y  las otras que ilustran este item,  fueron obtenidas por las expediciones que, entre 1926 a 1930, Pritchard realizó en la tierra de los azande.

 
EL ÁFRICA ANCESTRAL: MAGIA Y MEDICINA ENTRE LOS AZANDE
Por Evans Pritchard

  (…) No me propongo hacer aquí un análisis global de todos los aspectos técnicos de la magia zande; sólo pretendo esbozar sus características fundamentales. Algunos de los problemas relativos a la magia son lingüísticos y otros se refieren a las diferencias entre la magia y el comportamiento empírico, y entre las creencias que lleva asociadas la magia las creencias asociadas con los espíritus y el Ser Supremo.  (…) La palabra zande que he traducido por «medicina» o «magia», según el contexto, es ngua. Ngua significa “árbol” o “madera” o “planta”; así que cuando preguntamos  a un zande qué medicina se utiliza para una determinada actividad, le estamos preguntando que árbol o planta se utiliza, aunque nuestra pregunta también puede tener el carácter general de qué rito mágico se realiza. Para hacer más clara mi descripción limitaré mis observaciones ahora a las medicinas importantes, es decir, a aquellas medicinas a las que todos los zande conceden importancia, que se utilizan asociadas a las principales actividades sociales y económicas, y cuya propiedad está restringida a los especialistas. Todos estos ritos se realizan con algún trozo de árbol o de planta y su utilización es, además, típica de la magia zande como conjunto. Esta sustancia material constituye el elemento oculto y esencial del rito, pues en la sustancia se encuentra el poder misterioso que produce el fin deseado. 

Arriba, izquierda, Basukuase, el primer informador de Pritchard en Zandeland.

Es  inútil simplemente desear que algo suceda. Debe realizarse un rito, es decir, debe prepararse y manipularse de una determinada manera un trozo de árbol o de planta. Igualmente es inútil recitar conjuros sin más, pues los conjuros no tienen ninguna virtud específica. Son palabras orientadoras que se dirigen a las medicinas para vincularlas con los fines deseados. La eficacia de la magia se encuentra en las medicinas y en el rito y no en ningún poder exterior a ellos. Muy rara vez están éstos asociados con los espíritus. Sólo he recogido las siguientes asociaciones: 1) los espíritus muestran a los exorcistas las medicinas en las fuentes de los arroyos; 2) los espíritus y las medicinas están asociados con la magia llamada amatangi; 3) los espíritus  pueden destruir un oráculo del veneno; 4) se dice que los espíritus de los adivinos a veces enseñan medicinas en sueños, aunque no se supone que estas medicinas sean medicinas nuevas, sino más bien medicinas antiguas que se redescubren. No se pudo tomar nota de ninguna medicina de esta clase, aunque la creencia es normal. Los espíritus de los adivinos comen medicinas para que los pongan en contacto con los espíritus; 5) las medicinas cultivadas que se siembran alrededor del altar de los espíritus (ver abajo imagen), y cuando se erige un nuevo altar suelen enterrarse medicinas en su base y los espíritus y las medicinas son igualmente arengados para que aseguren el bienestar de los moradores del caserío. De la misma manera, cuando se erige un altar en un ampo de eleusina, se colocan medicinas alrededor, y se pide tanto a los espíritus como a las medicinas que protejan la eleusina. En este caso la asociación es muy estrecha, pero el poder de las medicinas no se atribuye a los espíritus. Cuando se hace magia el individuo se dirige a las medicinas y no a los espíritus, pues el poder está en las medicinas.

  De la misma manera, la virtud de las medicinas no procede del  Ser Supremo, salvo en un vago sentido mitológico. Pues las medicinas y los oráculos,  como todas las demás cosas del mundo, se atribuyen en último término a Mbori, que creó el mundo y las cosas que hay en él. Pero la conexión entre  Mbori y las medicinas es muy remota y si se pregunta a un zande de dónde procede una medicina, contesta: “Siempre la hemos tenido”, o bien: “Se originó entre tal pueblo y nosotros la tomamos de ellos.” Sólo si se le presiona para que diga el origen último menciona a Mbori.

  Aparte de este mito general de Mbori, los azande tienen muy mitos que expliquen los orígenes de las medicinas o que atestigüen su eficacia en el pasado. De hecho, tienen muy pocos mitos de todas clases. Los mitos relacionados con la magia son los siguientes: 1) historias sobre los primeros exorcistas y los exorcistas de los pueblos extranjeros; 2) una historia sobre el origen de la magia para curar las fracturas; 3) tradiciones fragmentarias sobre los orígenes de las asociaciones cerradas y su entrada en el Sudán.

  Aunque hay poca mitología socialmente heredada en forma de leyendas tradicionales, existen rumores circulantes que afirman la eficacia de las medicinas y el poder de los magos. Cada vez que muere una persona es una prueba para algún grupo de personas de su magia de la venganza es eficaz. Se oye hablar de cómo un individuo perdió algo de su propiedad e hizo magia contra el ladrón que se lo robó y de cómo murió el ladrón o el objeto fue devuelto a su propietario. Si el zande es desafiado y tiene que defender la virtud de sus medicinas, lo hace citando casos en que su potencia ha superado la prueba de la experiencia. Podría citar muchos ejemplos. Dije a un zande que dudaba que el silbato para reunir elefantes tuviera alguna utilidad y él contestó a mis dudas contándome cómo él y un amigo habían tocado su silbato mágico. Poco después, oyeron el pisoteo y el trompeteo de elefantes, y a la mañana siguiente vieron sus rastros en la tierra húmeda. Todas estas historias tienen poco antigüedad, carecen de forma y están restringidas a una localidad o a un grupo de parientes. Contrastan con la verdadera mitología que pasa de generación en generación, es estereotipada en la forma y la conocen todos los  adultos de Zandeland.

  (…) Los azande insisten en que la magia debe haber demostrado su eficacia para emplearla. Dicen que algunos magos tienen mejor magia que otros y cuando requieren los servicios de un mago escoge uno cuyos servicios tienen fama de ser eficaces. Así, las medicinas de la venganza de algunos magos tienen la reputación de ser rápidas y tajantes, mientras que se dice que las medicinas de otros tardan más en conseguir la venganza. Naturalmente, los azande prefieren emplear a los magos cuyas medicinas operan con rapidez. De forma similar, cuando un individuo desea adquirir medicinas para cazar elefantes, hace averiguaciones para descubrir qué magos son los cazadores más afortunados.

  De ahí que el gran exilo en las actividades sea una señal de que se poseen buenas medicinas. … Una vez Un zande me dijo que Ngbitimo, de la provincia de Rikita, poseía una poderosa magia para matar leopardos. Cuando le pregunté qué medicinas empleaba Ngbitimo, me dijo que no lo sabía, pero que debía poseer medicinas o no tendría tanto éxito en matar leopardos.

  Los azande no piensan que el éxito en una actividad empírica se deba al uso de medicinas, pues saben que muchas veces se consigue sin su ayuda. Pero se sienten inclinados a atribuir el éxito fuera de lo habitual a la magia Así, un zande me dijo que un individuo a su vecino:
  “Señor, en esta estación de termitas, quien posee medicina de las termitas las ha cogido en abundancia. Aun cuando yo no tengo, puesto que no poseo ninguna medicina de las termitas, aun cuando he cogido algunas, no obstante las he comido, porque no hay nada en el mundo, señor, de lo que un hombre carezca por completo”.
  Mi informador me señaló que las termitas abundan como la hierba. Incluso un hombre pobre en medicinas puede coger muchas, pero hombre con buenas medicinas cogerá muchas más.

  (…) Para celebrar un rito mágico el individuo debe saber concretamente con cuáles medicinas logrará el fin que desea. Si no conoce las medicinas o no las posee en ese momento, está desvalido. Varias historias del folklore zande tienen como temática la pérdida de las medicinas en situaciones a veces dramáticas, a veces cómicas.
  El propio zande tiende a clasificarlas también por la forma y el modo de utilización. Así a veces dice de una medicina que es ranga, un bulbo. Con frecuencia se ven 

Arriba, izquierda, un altar de los espíritus realizado con las ramas que se emplean para el oráculo de las termitas; arriba, derecha, el altar de los espíritus con medicinas en su base.

que crecen en el centro de los caseríos azande, por regla general a los pies del altar de los espíritus. Tienen muchos usos mágicos. O bien se comen las hojas crudas o bien se hierven en agua con ajonjolí y sal y se come la mezcla. Los bulbos se transplantan de la maleza. El individuo que conoce un bulbo con usos mágicos especiales o bien se lo muestra en la maleza a otro o se lo señala en su propio caserío. Una vez que el individuo conoce la hoja de este concreto bulbo, puede buscarlo por sí mismo en la maleza. La transmisión del conocimiento, por tanto, no consiste simplemente en mostrar la planta a otro individuo, pues puede verla en cualquier momento plantada en el caserío del mago. Consiste más bien en instruirle sobre sus usos.
    Otra categoría es la ngbmi. Se trata de parásitos arbóreos y son el material de que se hacen los silbatos y amuletos más potentes. Los parásitos de muchísimos árboles se utilizan de una u otra forma como medicinas. Una  tercera categoría son las enredaderas  (gire), que aparecen frecuentemente en los ritos mágicos, especialmente para cerrar huertos y para enredarse alrededor de las muñecas de las personas como amuletos. Muchas de estas plantas son raras y no se encuentran sin una diligente búsqueda.
  Los azande también dividen sus medicinas en clases según las formas de preparación y uso. Muchas veces, la especie de planta se emplea en un rito indica, por su forma, la manera de usarse tal como se ha explicado en relación con la ranga, la ngbimi y la gire. Los principales modos de uso son:
1) Silbato (kura). La madera de determinado árboles se talla en forma de silbatos. Aunque la cavidad vaciada en uno de los extremos sea poco profunda cuando se le sopla emite un sonido penetrante. Los silbatos mágicos se utilizan para muchos propósitos. Antes de hacer el silbato, el individuo debe guardar tabús. Por la mañana temprano sale de su caserío sin lavarse la cara ni enjuagarse la boca y corta la madera y le da forma. Recita un conjuro al cortar la madera y cuando perfora la cavidad por un extremo. Los silbatos se llevan al cuello, sobre el hombro, a la cintura o en las muñecas. Los silbatos muy potentes se esconden lejos de la choza del propietario, muchas veces en el gallinero o en un agujero hecho en un árbol.
2) Las medicinas corporales (ngua kpoto). Para medicar a los bebés, el mago utiliza medicinas que mastica y escupe sobre sus cuerpos. Lo hace para protegerlos del dolor y para hacer que crezcan fuertes. Al medicar a los adultos hace una pasta de materiales vegetales quemados y aceite, y la frota en incisiones hechas en el pecho, la espalda y la cara. 
3) Las medicinas se frotan en incisiones de la mano y la muñeca. La medicina se hace quemando materiales vegetales mezclados con aceite. Tales medicinas procuran habilidad para tirar la lanza y para operar con cl oráculo del tablero frotado.
4) Gotas de infusión (togo). Los materiales vegetales se queman y el hollín se mezcla con agua en un embudo hecho de hojas que, al estrujarlo, hace de filtro.
5) Hollín mezclado con aceite. Esta es una de las formas más populares de preparar  las medicinas para su consumo.
6) Una cuerda, con frecuencia una enredadera, que se retuerce mientras el mago le dirige un conjuro (kpira). Esto se hace a veces contra los enemigos.
 

Las medicinas azande son objetos naturales únicamente en el sentido de que su poder está presente en la naturaleza de manera potencial. Es el concreto tratamiento y uso lo que transforma la simple madera en medicinas. El poder mágico puede estar latente en un árbol o una planta, pero el hombre es quien convierte ese material en la medicina que se utiliza como instrumento en el ritual.
En consecuencia, sólo aquellas plantas que únicamente tienen uso ritual y que se cultivan para fines mágicos se consideran en todo momento “materia médica”. Muchos árboles y plantas utilizadas en la magia se emplean en actividades tecnológicas; por ejemplo, el árbol dakpa proporciona cuerda y la hierba bingba se utiliza para hacer los tejados de paja.
Puesto que las medicinas no son objetos naturales, sino artefactos humanos, cada instrumento  mágico individualmente considerado es autónomo y su condición de ninguna forma afecta a los objetos del mismo tipo. Un individuo hace un silbato protegerse de la brujería. Los logros del silbato son independientes de los logros de los demás silbatos del mismo tipo. Si una medicina pierde su poder, sólo se trata de que este concreto artefacto se ha vuelo inútil y los demás artefactos que puedan hacerse del mismo material vegetal no se ven afectados.  (*)

(*) Fuente:  Evans-Pritchard, Brujería, magia y oráculos entre los azande, Barcelona, Anagrama. 

  La magia de los azande confirma esquemas mágicos que afloran entre todos los pueblos antiguos. Para un acercamiento a la noción de magia como estructura de alcance universal sigue siendo muy recomendable:

James George Frazer, La rama dorada, editorial Fondo de Cultural económica. En especial puede consultarse los capítulos sobre “magia simpatética” y “magia y religión”.

Movimiento Auténtico y los ciclos de cambio

Movimiento Auténtico y los ciclos de cambio

Karin Fleischer

(…) En Mongolia, muhai quiere decir “horrible” o “querido”. En ruso, “eclipse” también significa “locura” y el signo chino de la palabra crisis expresa “peligro” y también “oportunidad”.

Eduardo Galeano

Es indudable que globalmente nos encontramos ante un período de profunda crisis, y como ya han señalado otros toda crisis indica también oportunidad.
Historias pertenecientes a antiguas tradiciones nos hablan también de este período; tradiciones y culturas que han sido testigos de violencia, sufrimiento y profunda agresión. Muchas personas pertenecientes a estas culturas de la tierra creen que la humanidad está pereciendo porque la presencia de lo sagrado en sus vidas ya no está o se está perdiendo.
Al respecto, un anciano Hopi, David Monougye, dice:
Me han dicho que en cierto momento la gente nativa
Se desviaría de su camino original, adoptando conceptos extranjeros.
Sus valores religiosos y espirituales serían destruídos, incluyendo sus fundamentos.
Su lenguaje, cultura e identidad cesará de existir.
Cuando esto ocurra, unos pocos sobrevivientes permanecerán
Y poseerán la sabiduría y el conocimiento de sus antecesores.
Si son suficientemente afortunados, éstos pocos se unirán e integrarán
El conocimiento antiguo que recuerdan, y continuarán
En busca de las raíces que los Hopis han dejado, hasta
Encontrar la raíz maestra… Pero si éstos últimos sobrevivientes
perecen, sobrevendrá una gran purificación por
Parte de las fuerzas de la naturaleza, para poder restaurar
El plan del Creador…
Gray Whiskers, del desierto de Nueva México también cree que una visión sagrada de la vida ha sido abandonada. James Kootshongsi, indio Hopi, observa que en este ciclo “las cosas han llegado demasiado lejos”, no obstante, dice “nosotros todavía sembramos maíz en la Primavera” y “cosechamos en la tenue luz del Otoño”.
La naturaleza manifiesta sus ciclos a través de las estaciones, los días y las noches, así también el ser humano atraviesa ciclos, siembra y cosecha, luz y oscuridad intermitentemente a lo largo de su vida. Ciclos ligados a un crecimiento externo e interno. Más allá de la motivación, lo cierto es que cada uno de estos momentos implica una transición y cada transición abarca la entrada en uno mismo, una metamorfosis y un nuevo emerger.
Así como estas antiguas tradiciones vivían en conexión directa con los cambios de la naturaleza, también reconocían y honraban cada ciclo personal, pudiendo reconocer que en la esencia de los mismos subyace el encuentro con lo sagrado. Cada crisis, cada cambio nos confronta con algo que debemos dejar, una forma de actuar, una imagen, una manera de relacionarnos, con un traje que ya no nos va; y también con el potencial de lo nuevo, aún desconocido, aún sin forma. Cada encuentro con lo nuevo es un acercamiento a la esencia, el despojo de otra capa, una nueva aproximación a lo real.
Este pasaje de lo viejo a lo nuevo, de lo conocido a lo desconocido, implica también una muerte simbólica, retorno temporario al caos, al no-saber; que se manifiesta a través de imágenes tales como la oscuridad, la noche, el útero de la tierra, la caverna, símbolos que expresan el retorno a un modo de ser en latencia y que no significan un total aniquilamiento.
Tolerar, sostener este momento implica confiar en lo desconocido, en el misterio, en lo femenino como arquetipo.
Antiguamente, la persona que atravesaba un período semejante se retiraba a un lugar protegido, aislado, que le ofrecía la privacidad esencial a toda transición. Una crisálida donde la transformación pueda tomar lugar.
En nuestro presente, muchos de nosotros buscamos esta crisálida en espacios terapéuticos, en prácticas de meditación o a través del arte. En la práctica de Movimiento Auténtico, encontramos en el círculo, símbolo milenario, este espacio protector, sagrado, contenedor a través del cual descender y entrar en la fértil oscuridad. Espacio que nos permite expresar la propia vulnerabilidad ante el no-saber.
Hay una crisis, transición global que nos afecta a todos; y a su vez cada uno de nosotros atraviesa a su modo una propia, personal. La invitación es a tomar contacto con ésta última, explorar de qué manera se corresponde o no con la primera, indagar a qué nos desafía. La invitación es también a explorar las diferentes fases existentes en todo proceso de cambio: la entrada o descenso en una misma, el encuentro con lo desconocido, el retorno a la comunidad.
Las transiciones, expresa Marion Woodman:
… son el infierno
También son un tiempo para crecer…
Cada infierno quema más ilusiones
Vamos dentro del fuego a morir
Y a renacer
Los ritos de pasaje se acompañan
De la entrega
Nos permitimos a nosotros mismos descender
En nuestro cuerpo
El alma se entrega al espíritu
Nuestra relación con nosotros mismos
Y con el mundo es re-creada
Los ritos de pasaje se acompañan
De tenacidad
El túnel de la muerte y del renacimiento
Demanda un esfuerzo supremo
Demanda permanecer
Sin orientación
Hasta la luz
Los ritos de pasaje se acompañan
De concentración
La concentración dirige la energía
Hacia la conciencia
Aprende a tomar una dirección
Desde adentro
Cambio y flujo
En el decaer de lo viejo
Y el nacer de lo nuevo
El ritmo de lo femenino
(Coming Home to Myself ­ traducido por Karin Fleischer)
Halifax, Joan, 1993. The Fruitful Darkness, Reconnecting with the body of the Earth. Harper, San Francisco
Woodman, M. & Mellick, J. 1998. Coming Home to Myself. Berkeley, CA: Conary Press.

Madre-Tierra: un modo de vida

Autor: Licdo.Heraclio López Hernández (Filósofo)

Introducción

Esta investigación “Madre Tierra: un modo de vida” se orientó a identificar Nana Olotilillisob y el papel de Gungidule, que designa a una persona dotada de grandes privilegios y facultades, en relación a la Madre Tierra. La Madre Tierra es la raíz y el símbolo primigenios de la existencia. La tierra es amada como la mamá, porque ella nos nutre, por o en ella, existimos y habitamos gracias a ella.

Por otra parte, se le da especial atención a dos pensadores kunas: Gubiler, botánico, especialista sobre la vida de las plantas, sus relaciones con el hombre; Uagibler, ornitólogo, conocedor del reino de las aves. Estos nelegan, genios o sabios, se consagraron a la investigación, más tarde, a la enseñanza.

Durante siglos viene transmitiéndose este conocimiento en forma de literatura oral. Para fines de la investigación, acudimos al saila, persona probada en el pensamiento kuna, sobre todo de los igargan, relatos de sabiduría; al inaduled, médico botánico, estudia el uso de las plantas para la medicina; al nele, persona encargada de diagnosticar la enfermedad por medio de sahumerios de cacao y con la ayuda de “nuchus”. Los “nuchus” son troncos tallados en forma humana, portadores de una fuerza a partir del consejo especial del mismo nele.

Lo básico de esta investigación consistió en determinar a partir de los sabios kunas, un estudio sobre la Madre Tierra, que es un volver a las raíces del ser humano, concretamente del kuna. El kuna es hijo de la Madre-Tierra. Desde esta concepción, el kuna se realiza, se desarrolla; así es persona. El hombre y la mujer como hijos tienen una obligación natural de defensa, cuidado, de sostén y apoyo. La tierra es de todos: personas, animales y plantas.

1. Etapas de desarrollo de la Madre-Tierra.

La Madre Tierra está constituida en cuatro (4) etapas de desarrollo: Oloitirdili, Olotilillisob, Ologuadule y Napguana.

OLOITIRDILI: Es la Madre Tierra en sus inicios. La tierra era aguada, blanda. Ahincaste, uno de los expositores de este tema, habla de que en esta etapa es cuando surge la formación de los cinco continentes o islas enormes. Ahincaste dice que sus habitantes: uno tiene la piel como el color de la balsa; otros como los tizones de carbón; otros, como la crecida de los ríos, etc. En la etapa de Oloitirdili surgieron también el sol, las lunas, las estrellas. Se iluminó la tierra. Se alumbró el rostro de la madre.

OLOTILILLISOB: La tierra era como gelatina, como barro. La tierra poco a poco se va endureciendo cada vez más. La tierra era hermosa, los vientos soplaban apacibles y movían suavemente todo lo que existía. El sol, las estrella acariciaban con su luz el rostro de la Madre. La Madre Tierra está viva y era joven, sonreía llena de vida al silbido de las aves. Todo era hermoso y alegre. La Madre Tierra es adornada con la pequeña y débil vegetación.

NANA OLOGUADULE: La Madre-Tierra se puso más dura y se levantaron las colinas. La madre-Tierra se adornó de flores y frutas como niña hermosa y madura. Nana Ologuadule nació muy fuerte y se dotó como de un útero, para que ella pudiera reproducirse una y otra vez.
Nana Ologuadule, es la protectora de todo aquello que se mueve, camina, nada, se arrastra, crece y descansa sobre ella. “La madre-Tierra está fijada sobre una base de oro; sus columnas y troncos amarrados fuertemente con bejucos de oro macizo” (Entrevista a Horacio Méndez. Usdup, 22 junio 1985). En la superficie se diseminaron todas las semillas y especies de albahaca. Todas florecen. Y eran vivas, seres vivos. El kuna cuando habla de “oro” extendida en la raíz de la Madre-Tierra, entiende la formación de sí mismo. El hombre es parte integrante de la naturaleza, sin confundirlo con ella, sino como organizador, colaborador en su evolución. El oro como algo que se impone al hombre no es más que la tarea que recibe al llegar a la tierra. Por eso, las flores son “vivas”, “seres vivos”. Esto significa imagen del hombre y simboliza su existencia, pero aun sin haber llegado a su realización plena, y a medida que Nana Ologuadule se realiza, su vida también va tomando forma, definiéndose al ritmo de ella, porque gracias a ella se es hombre, desde ella se define el kuna.

Cuando Nana llegó a su plenitud, el sitio se llamó ABYA YALA (continente americano). Corría el río Olodulasgundiuar, el río Oloburgandiuar. Los ríos allí descritos tienen un significado muy profundo que necesitan un análisis exhaustivo para una mejor comprensión. El río OLODULASGUNDIUAR, el río OLOBURGANDIUAR envuelven misterios de vida, de la existencia. Olodulasgundiuar y Oloburgandiuar evocan la población de seres humanos y la abundancia de las plantas, respectivamente. Surgió el verdor y el cuerpo de la Madre se llenó de hermosos y robustos árboles. Los océanos y mares se agitaron llenos de peces; las riberas de los ríos brindaron extensos cañaverales y platanales. Los ríos traían y llevaban las semillas, cepa de plátanos, de otoe, de camote.

NAPGUANA: Es la etapa donde la Madre ya nos brinda los frutos de sus entrañas.

2. El hombre y la mujer.

El hombre vino sobre al gran Madre-Tierra henchido de espíritu para cuidar, para sostener, para hacer productiva la tierra. Vino Olonaikabaler y Olonailasob. Olonaikabaler y Olonailasob eran los primeros. Ellos cuidaron la tierra por muchos siglos. Pero, poco a poco se conviertieron en enemigos de la Madre y se despertaron los árboles contra el hombre y la mujer; palideció el verdor de la tierra; se retorcieron los troncos de los árboles; las hojas se agujerearon. Las avispas, las culebras y todos los animales se alzaron contra el hombre y contra la mujer.

Según esta tradición, la tierra es una madre a la que hay que proteger, cuidar y defender. La tierra es vida. Si ella muere, muere un pueblo. En la tierra también encontramos las medicinas. Es la Madre que sustenta y da frutos a todos. Nosotros, los hombres estamos para producir la tierra y somos guardianes de ella. La misión de todo hombre es “no dejar sola a la Madre-Tierra” (Entrevista a Manuel Smith. Usdup, abril 1991).

3. Estudios de casos.

Para identificar y caracterizar la importancia del estudio de la Madre-Tierra, analizaremos dos igala (disciplina o conjunto de saber). Uno, Nele Gubiler, nos introducirá en el estudio de la vida de las plantas, y dos, Nele Uagibler nos ayudará a conocer el reino de las aves.

3.1. Nele Gubiler y el lenguaje de la Madre-Tierra.

Nele Gubiler nació en Yoodiuar, en el sitio llamado Agsib Diuar (por los lados de la actual Provincia de Darién, específicamente alrededor de las poblaciones de Pucro y Paya). Fue discípulo de Dada Neba. Dada Neba recibió a su vez las enseñanzas de Ibeorgun.

Gubiler era Nele (genio, educador de acuerdo a su capacidad) y se ocupó del estudio de las plantas; el misterio de la vida de la hierba, del arbusto y de los árboles. A pesar de ser Nele “recibió los baños medicinales prescritos de las manos de “Dada Neba” (Entrevista a Carlos López. Dad Nakue Dup Bir, febrero de 1994), para penetrar los misterios de galugan (lugares o centros de formación y educación de la etnia). La adquisición de estas disciplinas requiere varios años de entrenamiento. En la vida intelectual de Gubiler se destacan tres aspectos fundamentales: estudio de los aspectos de la Madre-Tierra, las enseñanzas de otros sabios y era un experto inaduled.

Gubiler empezó a profundizar las nuevas dimensiones de la Madre-Tierra. El penetró los misterios de Galu Ibesaila y lo frecuentó varias veces. En los fragmentos del relato de Gubiler que aun se conserva oralmente, dice: me voy a alejar de la superficie de la Napguana, y me internaré en ella” (Entrevista a Carlos López. Dad Nakue Dup Bir, febrero de 1994). Se distancia de ella para estudiarla y analizarla. En las frecuentes entradas y salidas del Galu Ibesaila, Gubiler conversa con distintas nanagan (madres). Gubiler visita cuatro etapas o estadios: en la primera etapa, dice: “me encontré conNana Olokunasob”. En la segunda etapa, está Nana Olouainasob. En la tercera estapa, es el reino de Nana Oloturuanasob. Y, en la cuarta etapa, dice, “me encontré con otra gran madre: Nana Olokiidili”.

Las tres primeras mamás observan, vigilan y protegen los movimientos de sus hermanos; sol, luna, estrelas, etc.. Son madres que nos protegen en Sapibe Nega (se considera que en Sapibe Nega venimos forjados de la capacidad intelectual y práctica). Las madres “cantan” nuestras tendencias e inclinaciones profesionales que poco a poco en el tiempo se realizan y se manifiestan en la tierra. Nana Olokiidili es la que introduce a Gubiler a Sapibe Nega. Estudia la flora y fauna. Encuentra allí a Dada Olopenkekaliler, Olopenkekaliler, padre de las plantas.

La Madre-Tierra, dice Gubiler, es el astro que habitan las personas, animales, plantas, minerales. Son los ríos, quebradas, montañas. Son los océanos y mares, etc. La Madre-Tierra es una inmensa semilla que tiene sus bases sólidas con fundamentos de oro. Las plantas al igual que las personas, animales, son seres vivos. Nacen, crecen, se reproducen y mueren. “Las plantas nos protegen, nos ayudan a vivir y son nuestros hermanos. Todas las plantas son “mujeres” que adornan el rostro de la Madre-Tierra; por eso, todo florece, todo da fruto, todo crece. La Madre-Tierra es la gran madre y nos ofrece sus frutos.

Nele Gubiler habla de los órganos fundamentales de las plantas: la raíz, el tallo y las hojas; la flor, el fruto y la semilla. La raíz es la parte que crece dentro de la tierra, sirve para tomar agua y sales minerales. Las plantas respiran el oxigeno del aire por las hojas. La flor sirve para la reproducción. Las plantas son “nuestras hermanas”, porque sorben como nosotros, los hombres, el frescor de la “leche” que nos ofrece la madre-Tierra. El río del que tomamos es el mismo río que bebe las plantas.

Dada Olopenkekaliler protege las plantas, las defiende, es su padre. Las plantas “hablan” entre sí “la Madre-Tierra nos envolvió con su manto y crecimos gustados de su calor. No nos separaremos de esta madre, estamos en ella, pertenecemos a ella y ella nos pertenece” . (Entrevista a Carlos López. Dad Nakue Dup Bir, febrero de 1994). La Madre-Tierra tiene muchos hijos y ella une a sus hijos, somos hermanos.

3.2. Uagibler y el Lenguaje de las aves.

Uagibler nació en Dagargunyala. Estudió el comportamiento y el lenguaje de las aves. Conoció la vida, los cantos, el vuelo, las leyes que siguen las aves; como el reino de las aves.

Uagibler fue discípulo de Dada Yala, recorrió las llanuras de Dagargun para recoger las plantas medicinales, y los preparó para Uagibler. Desde muy temprana edad, Uagiblero demostró sus cualidades extraordinarias. Hablaba de la vida de los pájaros, los cantos de las aves, interpretaba a la comunidad el lenguaje de las aves.

Uagibler decía: las aves cantan en la mañana y claman su ración de comida para el día. Las aves claman muy contentos: “casi, casi quiebro tú tejado con mi peso al posar sobre el palo de la choza”.Uagibler “se reía de los pájaros” (Entrevista a Horacio Méndez. Usdup, abril de 1985).

Las aves se ayudan mutuamente, sienten como suyas las necesidades de otras aves de su reino. Aunque yo tengo solamente un pico y dos alas, no me siento menos que los hombres. Sé cobijarme y sé cómo tratar a mis pequeños. Sé cómo construirles una casita para que no se mueran de frío. Yo tengo dos alas que permiten buscar alimentos para mis críos muy lejos.

Bibliografía

1. Fragmentos de los Relatos de Uagibler.
2. Fragmentos de los Relatos de Gubiler.
3. Fragmentos de los Relatos sobre la Madre-Tierra.

Simbolismos en la Celebración del Día de Muertos

XANTOLO – MIJKAILJUITL
Simbolismos en la Celebración del Día de Muertos
El nombre indígena de esta celebración es Xantolo vocablo latín
nahuatlizado (del latín Sanctorum, cuyo significado es “Todos los Santos”),
antiguamente se llamaba mijkailjuitl que significa fiesta de muertos.

LA TRADICIÓN INDÍGENA: La ofrenda indígena se remonta al periodo
preclásico tardío, unos 1800 años a. de C., pues sepultaban a sus muertos con
ofrendas específicas. Más tarde, más o menos 1500 años a. de C., los
pueblos del periodo preclásico sepultaban los cadáveres acompañados con
ricas ofrendas de cerámica, alimentos y utensilios personales. El culto
a los muertos en los pueblos prehispánicos es la concepción de una
nueva vida en el más allá, en la región de los Dioses, de la vida y del
alimento: Ometecuhtli y Omecíhuatl y de ahí la idea de acompañar a los
difuntos con lo necesario para esa nueva vida, presidida por
Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, dioses que vivían en el Mictlán: lugar de los
muertos. Los integrantes de esos pueblos antes de sacar un cadáver de su
casa le colocaban mucha comida y flores; después de exhumarlos le
honraban durante cuatro días, colocándole ofrendas hasta dos veces al día.
El noveno mes del calendario azteca, que comenzaba el 8 de agosto,
estaba dedicado a la fiesta de los pequeños difuntos, y era además la
preparación para la celebración del mes siguiente que estaba dedicado a los
adultos fallecidos. En él se les festejaba con ofrendas de alimentos y
bebidas. Después de la conquista las fiestas para los chicos y grandes
dejaron de celebrarse en el mes de agosto.

¿Conque he de irme, cual flores que fenecen?
¿Nada será mi nombre alguna vez?
¿Nada dejaré en pos de mí en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Cómo ha de obrar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar de la tierra?
Sólo dejaré de ir cuando se acaben los jardines.
¿Qué será de mi fama con el tiempo?
¿Dejaré cuando menos unas flores, cuando menos unos cantos?
¿Qué hará mi corazón?
¿En vano hemos llegado a aparecer en el mundo?

“Decían los antiguos que cuando morían, los hombres no perecían, sino
que de nuevo comenzaban a vivir, casi despertando de un sueño y se
volvían espíritus o dioses. Y cuando alguno se moría, de él solían decir que
era Teotl.” SAHAGÚN

Una de las concepciones fundamentales del mundo antiguo, es la idea de
la indestructibilidad de la fuerza vital, que subsiste más allá de la
muerte. Su observación les enseñó que todo está sometido a un constante
proceso de transformación; que la forma cambia, puede ser, es y es
destruida, pero que conserva la fuerza vital a la cual debe su existencia;
lo eterno, aquello que no puede desaparecer, pues una y otra vez vuelve
a resurgir en forma distinta. En esta idea de la resurrección reside el
verdadero sentido de la vida que no se pierde, que se conserva, se
renueva y vuelve a nacer. Para el creyente, la muerte es el reencuentro
pues cree en un más allá y muere feliz de reintegrarse al universo. Para
él, el muerto sigue vivo en la otra vida, en el recuerdo y en el corazón
del que le guarda luto.
En la idea de que la vida contiene ya el germen de la muerte, se
expresa un principio dualista. La idea de la resurrección humana se basa en
la reaparición de los astros después de que han descendido detrás del
horizonte al mundo de los muertos, y también en el surgimiento del maíz,
después de ser arrojado a las entrañas de la tierra, muere y renace
transformado en una hermosa planta.
El hombre de la civilización occidental, considera la muerte
-simbolizada en las Parcas de los griegos, que cortan el hilo de la vida- como el
fin. La tragedia griega fue uno de los modos de dignificar la muerte y
con la crucifixión de Cristo y su resurrección se pretende llegar a la
muerte de la muerte.
En México existe la idea de que en el más allá se le da al difunto
licencia para visitar a sus parientes que se han quedado en la tierra y por
tanto, hay que festejar y agasajar a tan ilustre huésped. En ocasiones
se riegan flores y hojas para que el difunto no se extravíe. Son los
muertos quienes inician el convite y que nadie puede tocar sus manjares
mientras ellos no se hayan servido libremente. Cada difunto tiene su
puesto señalado en la mesa y está representado por una vela encendida. (La
llama simboliza el espíritu del muerto y de los dioses). Después de
aceptar el difunto la ofrenda y haberse llevado el olor de los platillos,
los vivos se regalan con las buenas cosas.

¿A dónde iré?
¿A dónde iré?
El camino del Dios Dual.
¿Por ventura es tu casa en el lugar de los descarnados?,
¿Acaso en el interior del cielo?
¿O solamente aquí en la tierra es el lugar de los descarnados?
Ms. Cantares Mexicanos, Fol. 35 v.

Para hablar del Mictlán (lugar de los muertos) y de Mictlantecuhtli y
Mictlancihuatl (señor y señora de la muerte) tenemos que desprendernos
de la concepción occidental de la muerte. En efecto, para nuestros
viejos abuelos la relación de la vida está indisolublemente unida a la
muerte, binomio dialéctico vida-muerte, muerte-vida. No podemos tener
conciencia plena de la vida, sino existe conciencia plena de la muerte.
Esta enseñanza que todos los días nos lo hace vivir el propio
Sol-Tonatiuh, naciendo incansablemente por oriente y muriendo indefectiblemente
por el poniente; lo mismo que Tonantzin “nuestra querida madre” o
Xochiquetzal “la señora de las flores” que permanentemente siguen este ciclo
cósmico del nacer y el morir – morir y nacer. “Ni la naturaleza ni el
hombre están condenados a la muerte eterna. Las fuerzas de la
resurrección actúan: el sol reaparece cada mañana después de haber pasado la
noche “bajo la llanura divina”, Teotlallitic. Venus – Quetzalcoatl muere y
renace; el maíz – centli muere y renace; del mismo modo que la luna
desaparece del cielo y reaparece al ritmo de sus fases. La muerte y la
vida son dos aspectos de una misma realidad. La vida brota de la muerte,
como la pequeña planta, del grano que se descompone en el seno de la
tierra. El guerrero muerto en el campo de batalla o en la piedra de los
sacrificios se convertía en un “compañero del águila”, cuauhtecatl, es
decir, en un compañero del sol”.

“cuando morimos,
no en verdad morimos,
porque vivimos, resucitamos,
seguimos viviendo, despertamos,
Esto nos hace felices

¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
Aunque sea oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí”.

La vida, en el México antiguo, tenía como principal objetivo llegar
purificado a la muerte, que no era otra cosa, que LA VIDA LUMINOSA DE LA
CONCIENCIA. Vivir para morir, sufrir para vivir eternamente. De esta
manera la vida era un desafío y al mismo tiempo una maravillosa
oportunidad, un pasillo que conducía a la puerta de la inmortalidad.
El Mictlán era un lugar místico dentro de la concepción filosófica del
mundo mesoamericano, punto de contacto entre la tierra y el inframundo,
puerta de entrada al pavoroso mundo de la nada. En Oaxaca tenemos a
Mitla población situada a 40 Km., al oriente de la ciudad. En Zapoteco se
conoce como Lyobaá que significa “lugar de descanso”. La planta
arquitectónica (un patio central y cuatro habitaciones en su costado), la
observamos en casi toda la arquitectura mesoamericana. En su conjunto,
forma la llamada cruz de Quetzalcóatl o Quincunce, los cinco puntos
integrados por el patio y las cuatro habitaciones; esta cruz tiene el punto
central que simboliza el encuentro del cielo y la tierra. En el caso del
grupo “del Norte” y de “las columnas”, hacia la parte Norte, que es el
rumbo de la muerte se encuentra una entrada secreta a un espacio
“hermético”.

LOS AZTECAS Y EL CULTO A LA MUERTE
La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola
prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la
recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la
temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta
con los muertos. El rey-poeta Netzahualcóyotl (1391-1472) dice:

Somos mortales, todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra…
Como una pintura, nos iremos borrando.
Como una flor, nos iremos secando aquí sobre la tierra…
Meditadlo, señores águilas y tigres,
aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro,
también allá iréis al lugar de los descansos.
Tendremos que despertar, nadie habrá de quedar.

Se considera que morir es sólo el alejamiento material de este mundo y
el paso hacia un más allá que nadie conoce. Se tiene la seguridad de
que en realidad no se muere: “Cuando morimos la carne se va a dejar al
camposanto, pero el espíritu no sabemos, el espíritu no muere porque es
fuerte”. Esta idea se refleja en la costumbre de surtir a los difuntos
con todo lo que necesitan durante su viaje al otro mundo, que durará
siete años, después de los cuales se irán en definitiva. En la caja se
ponen siete granos de maíz, siete granos de fríjol, siete tortillas, siete
cruces de palma bendita, cera bendecida, agua bendita en un guaje y
espinas para que no los molesten los malos espíritus.
Las ceras alumbran el camino de quienes tendrán que llegar; un caminito
hecho de pétalos de flor de cempazúchil ó flor de muerto, que va de la
entrada principal al altar, guía el peregrinaje anual de los muertos,
cuyo retorno permitirá que la familia entera se reencuentre, beba, coma
y conviva junta. El humo del copal purifica y aleja a los malos
espíritus.

FIESTA DE MUERTOS ENTRE LOS MEXICAS
En Tepepan ponen un ayate nuevo y una mazorca para el que le gustó
pizcar. En San Luis ofrecen morrales a quienes fueron buenos sembradores.
En Santa Cruz Acapixtla agregan ropa e instrumentos de labranza. “La
alumbrada” consiste en encender ceras sobre las tumbas de los niños (la
noche del 1o. de noviembre) y sobre los sepulcros de los grandes (todo el
día 2 de noviembre). “Dar la calavera” es una costumbre que se observa
el día 3 de noviembre, cuando se intercambian las ofrendas entre las
familias. En Santa Cruz Acapixtla se acude al panteón el 29 de septiembre
a invitar a los difuntos a visitar sus casas los días 1o. y 2 de
noviembre.
De México a Ecuador, la gente indígena tiene celebraciones en
conmemoración de los muertos en varias formas. Las ofrendas consisten en
alimento, flores y objetos que ayudan al muerto a pasar las nueve pruebas del
inframundo.
Mictlantecuhtli, el dios de la muerte, no castigaba al muerto por los
pecados de su vida en la tierra. Todo lo contrario, lo liberaba de sus
penas, y los muertos iban al lugar que era determinado, no por su manera
de vivir, sino por su manera de morir. Después de la muerte, los
guerreros alzaban vuelo alrededor del sol convertidos en colibríes y
mariposas. Con ellos, alzaban vuelo las mujeres que habían muerto de parto,
dadoras de vida, ellas mismas guerreras. Aquellos que habían muerto en
circunstancias relacionadas con el agua-como ahogados, fulminados por un
rayo o de gota o hidropesía-jugaban dichosos en el paraíso de la eterna
primavera. Los niños iban al Árbol Ceiba Nodriza, que goteaba leche
para ellos. Todos los demás iban a Mictlán, con sus nueve mundos
subterráneos y fríos, donde se desvanecían paulatinamente hasta la quietud
total.
Con la conquista se implantó en México un nuevo protocolo de rituales
funerarios. Los cientos de frailes católicos trajeron una cosmología
paralela en ciertos aspectos a la de los aztecas, y sus ideas llegaron a
impregnarse con las creencias indígenas. Los santos se unieron a la
jerarquía de los dioses aztecas; el cielo y el infierno añadieron nuevas
dimensiones a Mictlán; los Días de los Muertos se fundieron con los ritos
de cosecha de Mictlantecuhtli.

DÍA DE MUERTOS
Para los antiguos mexicanos morir era necesario para nacer, porque la
muerte era la gran engendradora de la vida. Su representación era la
Diosa Coatlicue, que era a su vez diosa de la tierra y de la vida. En la
cultura mexicana no había ni bien ni mal. No había cielo ni infierno y
no había miedo a la muerte. Al morir, sin importar su edad o condición
social, todos iban al “Tzontémoc” donde los acompañaban las mujeres que
habían fallecido en parto, quienes eran diosas y portadoras de la buena
suerte. En cambio, quienes morían en la guerra iban al reino del sol y
4 años después se convertían en aves de colorido plumaje. Aquellos que
morían por alguna causa relacionada con el agua (un rayo, ahogamiento)
iban al reino del dios de la lluvia, donde era siempre verano y había
lluvias, por eso a esos muertos se les enterraba acompañados de semillas
y herramientas para sembrar.
Con la imposición de la religión cristiana por parte de los
colonizadores españoles, las imágenes de los dioses cristianos fueron superpuestas
sobre las imágenes de los dioses antiguos. Así la diosa Coatlicue pasa
a ser la virgen Guadalupe-Coatlicue. Y los ritos del día de muertos se
combinan con la festividad cristiana de todos los santos.
En la época actual hay pueblos del centro y sur de México donde al
morir alguien, se le coloca en el ataúd, agua, cerillos, sal y monedas. El
agua es para que el difunto beba, los cerillos son para que se ilumine
en el oscuro camino que va a recorrer, la sal es para que el cuerpo no
se corrompa antes que llegue a la otra vida y las monedas son para
pagar a un “Escuintle” o perro sagrado, quien le ayudará a cruzar a nado un
río que el difunto encontrará en su camino. Después de ese río se
abrirán dos caminos: uno que conduce al cielo y otro que conduce al
infierno. Por eso la fiesta de los muertos es la afirmación de que existe el
alma. Y en esta celebración se recuerda al alma.
La ofrenda debe contener agua para saciar la sed del difunto, sahumerio
de incienso o copal para purificar el ambiente, flores de
“Cempasúchitl” o flor de muerto para hacer un camino que guíe al difunto hacia su
ofrenda, monedas y un perro negro para ayudarlo a cruzar “el río de las
siete Brazas”, velas, para que ilumine su camino de regreso y una vara
de rosal para que espante al demonio. También debe tener hojas de palma
y papel picado de colores para adornar la ofrenda. Y no deben faltar el
Pan de Muerto y las calaveras de azúcar.

LA OFRENDA TOTONACA – NINÍN: “CULTO A LOS MUERTOS”
Ninín se refiere a los muertos entre los totonacos y lo constituye una
serie de ceremonias rituales. Desde el 31 de octubre da comienzo la
festividad de los Fieles Difuntos, los que murieron en forma natural. De
esta fecha hasta el 1 de noviembre llegan las ánimas de los niños
(Laqsq’at’án), y del 1 al 2 de noviembre llegan las ánimas de los adultos; se
cree que llegan en forma de insectos a comer la ofrenda, porque su olor
les despierta el apetito. Por eso se prefiere alimento recién hecho y
caliente. Como se tiene la creencia de la presencia “etérea” de los
muertos, estos sólo pueden apropiarse de la esencia u olores de las comidas
que ahí se ofrecen, de ahí que a su llegada al medio día del 2 de
noviembre, que es la cita para ellos, los alimentos deben estar calientes,
con el fin de que despidan sus vapores aromáticos. Para que los
difuntos se sientan en su ambiente es que se adorna el altar con estrellas de
palma que simbolizan el cielo.

LOS DIAS DE LOS MUERTOS SE DESARROLLAN EN TRES MOMENTOS:
Día de San Lucas, el 18 de octubre. En este día prácticamente da
comienzo la celebración de los muertos; San Lucas es patrón de los difuntos
que murieron en forma violenta, los asesinados, los ahogados, o los que
murieron por alguna enfermedad extraña, pues son guiados por el mal o
por la deidad del agua o de los ríos (Áktsin) y se les identifica como
los “malos aires” que traen enfermedades. En cambio el destino es
diferente para los que murieron en forma natural. El altar se instala en el
interior de la casa, junto al de los santos católicos, y se venera a San
Lucas.
La primera ofrenda se hace el 18 de octubre día de Sn. Lucas,
ofrendando café y aguardiente. El día de la flor es el 30 de octubre. El 31 es
el día de los niños. El día de los muertos grandes es el 1º de
noviembre. El 2 de noviembre es el día de la bendición. (A mediodía). En estos
días se ofrendan los alimentos a las ánimas, y se dice que también
vuelven las ánimas solas: aquellos difuntos que no tuvieron familia o
pariente alguno en la vida; se les pone su ofrenda en un pequeño altar que va
colocado en el exterior de la casa, o en el patio o el camino. Se dice
que estas ánimas solas no pueden entrar a la casa grande, y su pequeña
ofrenda consiste en una taza de chocolate, pan y tamales con una
veladora encendida.

AKTUMAJAT, OCTAVA O FIN DE LA FESTIVIDAD: Las ánimas aún no se han
retirado por completo, por eso se les vuelve a colocar su ofrenda a los
ocho días, que es la octava, y de nuevo se adornan los altares que se han
reservado para ese día. Se cree que en ese día se van definitivamente
al mundo de los muertos y ello se vuelve ocasión para visitar el
cementerio, a fin de llevar ofrenda, último momento para “encaminarlos” y ya
no volverán hasta el año siguiente.

LOS MAYAS
Los mayas concebían el tiempo en forma cíclica, concepto fundamentado
en el eterno movimiento del sol, la luna y los cuerpos celestes. Esta
concepción estaba ligada a un espacio universal en el que tenía lugar el
fluir infinito del tiempo. Estaba constituido por la tierra, que era un
plano rectangular, con trece planos celestes por arriba y nueve mundos
inferiores por abajo. En el centro había una ceiba (Ceiba Pentandral),
el Ya’axche’, sagrado y primigenio árbol verde de la vida, que
atravesaba todos los espacios, uniéndolos entre sí.
Creían en un solo dios llamado Hunab K’u, creador de los cielos, la
tierra y de todo lo existente en esta vida. En las esquinas del mundo
estaban los Bacabes sosteniéndolo, cada uno con sus características
propias: al norte estaba Xaman y su color era el blanco; al sur, Nojol, de
color amarillo; al este, Lak’in, con su color rojo; y al oeste Chik’in, al
que le correspondía el color negro. Los trece espacios celestiales eran
llamados Óoxlajuntik’uj, y correspondían a las ramas superiores más
frondosas de la ceiba, a cuya sombra se gozaba de frescura y descanso
eterno. Cada uno estaba regido por una deidad. Las raíces gruesas y
profundas del Ya’axche’ conducían a los nueve mundos inferiores o Bolontik’uj,
cada uno vigilado por su guardián protector.
Éste era el lugar en el que los ciclos de los humanos se enlazaban a
las secuencias divinas que regían sus destinos. El recorrido del sol,
principio de vida y movimiento: asciende del oriente iluminando los cielos
hasta ocultarse por el poniente y penetra en el inframundo convertido
en jaguar para luchar contra las fuerzas de la oscuridad durante la
noche, y renacer triunfante una vez más, y otra, y otra, y otra. Esta
cosmovisión estuvo y está presente en la cultura maya; normó la economía de
la vida cotidiana, los saberes, las fiestas y sus rituales, el culto a
los dioses, la simbología del arte y la arquitectura.
Para los mayas, la vida humana estaba constituida por el Pixan, regalo
que los dioses entregaban al hombre desde el momento en que era
engendrado; este fluido vital determinaba el vigor y la energía del individuo,
era una fuerza que condicionaba la conducta de cada hombre y las
características de su vida futura. El elemento que viajaría al inframundo al
sobrevenir la muerte física.
Creían que el mundo de los vivos, el de los muertos y el de los dioses,
estaban unidos por caminos en forma de serpientes fantásticas por donde
transitaban las ánimas. Estos lazos eran fervorosamente mantenidos
mediante ritos propiciatorios, rezos y plegarias. Conducían a los difuntos
hasta el cielo correspondiente, y eran también el camino de retorno
desde su lugar junto a los dioses hasta su resurrección en el vientre de
las mujeres embarazadas.
Los mayas recibían la muerte como un evento natural. Apenas fallecía un
individuo se le amortajaba y para evitar la falta de alimento en su
otra vida, se le ponía en la boca masa de maíz molido. En su tumba, se
colocaban junto a él ofrendas que mostraran su rango social, oficio y
sexo, así como sus pertenencias. Si era guerrero se le ponían sus armas; si
era sacerdote, sus libros sagrados, sus cuentas para predecir el
futuro; si era mujer, las piedras para moler maíz y sus herramientas para
tejer. Además se enterraba a un perro que guiaría al Pixan de su amo en el
azaroso viaje a la eternidad. De día, los deudos lloraban al difunto en
silencio, y de noche, lo hacían con gritos y lamentos.
El paso de la vida a la muerte era difícil y delicado. Se creía que las
almas de los muertos no abandonaban la tierra inmediatamente después
del deceso. Permanecían entre sus familiares llevando la vida de
costumbre sin darse cuenta de su cambio de estado. La revelación de lo ocurrido
tenía lugar días después y hasta entonces el alma emprendía el viaje al
lugar que le correspondiera. Este trance se prolongaba con las almas de
los adultos, las cuales se resistían a dejar el cuerpo por temor a los
Okol Pixan o ladrones de almas, que rondaban en los momentos de agonía;
este peligro era sorteado mediante la presencia de un Aj K’iin para
auxiliar al moribundo poniéndolo bajo la protección de Junab K’uj. Cuando
la agonía se prolongaba demasiado, un familiar le daba al difunto doce
azotes suaves con una soga para aligerar la partida del alma que al
desprenderse del cuerpo salía de la casa por las pequeñas aberturas de los
extremos del jo’olnaj che’ o viga mayor.
A los muertos comunes y sin rango se les sepultaba bajo el piso de sus
casas o en la parte trasera de éstas, que posteriormente eran
abandonadas por los familiares. Por el contrario, los señores y gobernantes eran
enterrados en hermosas tumbas -algunas de ellas de la más exquisita
arquitectura en cuyas paredes, la pintura y la escultura contaban las
historias de las dinastías y los linajes sagrados. Sus rostros eran
cubiertos con máscaras de mosaico de jade, símbolo de abundancia y vida. Los
nobles, los guerreros y los sacerdotes prestigiados socialmente, eran
incinerados y sus cenizas se depositaban en urnas de barro en forma de
ollas o figurillas. O bien se les cercenaba la cabeza para reverenciarla.
Ésta se cocía, se descoronaba y se partía en dos, aserrándola de lado a
lado. La parte frontal se pintaba con betún o era modelada con los
rasgos del difunto en los espacios vacíos, decorándola con piedras
preciosas. Estos cráneos se custodiaban en los altares familiares cuyo diseño
reproducía la forma del Universo.
La mesas de los altares era el plano rectangular que representaba a la
tierra; sus soportes -los bacabes- eran cuatro horquetas que se
prolongaban por encima de este plano y se amarraban con corteza de árboles,
haciéndolas convergir en el centro de la mesa. En ella se depositaba
copal, agua, sal, fuego, miel, maíz, cacao, baálche’, pozole, semillas,
frutas, plumas, piedras preciosas, algodón y cera, ofrendas benditas para
propiciar el feliz encuentro de los Pixanes con la Madre Tierra.

La muerte en Yucatán
En Yucatán, la muerte es vista como continuidad, permanencia y
renovación. Todos la cargamos, es nuestra compañera de viaje, nos alerta contra
el peligro recordándonos a cada momento nuestra naturaleza mortal y
limitada. El antropólogo José Tec Poot (1949-1985), rescató de la
tradición oral este hermoso poema.

Tucul in cah u yahal cab
Tukul in cah u yocol kin
Tech tun in tuculé
Tech can a bis in pool chikin

Pensando estoy cuando amanece,
Pensando estoy cuando cae el sol,
Entonces tú, pensamiento mío,
Has de llevarme hasta la muerte.

Estas palabras ilustran claramente, porqué nos relacionamos con la
muerte con naturalidad.

HANAL PIXAN o Comida de Ánimas
Es una tradición de Yucatán que tiene muchos años, y sirve para
recordar a los familiares que han fallecido, se llama en maya: Hanal Pixan,
que quiere decir: comida para las animas. Hanal comida (la h en maya
tiene sonido de j) y pixán = ánima. Es la ceremonia de ceremonias realizada
para honrar a nuestros ancestros, para establecer y mantener el vínculo
entre vivos y muertos. La heredamos de nuestros padres y abuelos,
quienes nos enseñaron la costumbre de respetar y recordar a los que se nos
han adelantado en el camino. El Hanal Pixan tiene lugar los días 31 de
octubre para las almas infantiles; 1o. de noviembre para las adultas; el
2 para los fieles difuntos y se prolonga por ocho días en algunas
comunidades. En mesas de uso cotidiano cubiertas con manteles limpios y
bordados se pone la tradicional Cruz Verde, los retratos de los difuntos y
la comida y bebidas que más apetecían en vida, acompañándolas con
frutas, flores, velas, panes, cigarrillos, sal y un vaso con agua. Esto
último es indispensable, pues el ánima viene sedienta de tan largo viaje y
deberá ser alimentada para resistir tan duro esfuerzo. Por ello la
ofrenda es generosa.
En algunas comunidades del -sur, centro y oriente del Estado, es
costumbre colocar velas para iluminar el trayecto de las ánimas, e impedir
que sean molestadas por los demonios. En la víspera de la celebración se
cree que cae una ligera llovizna porque los muertos lavan sus ropas
para venir a la Tierra. Asimismo, se considera que los cazadores de venado
no deben ir a la cacería, pues corren el peligro de dispararle al alma
de algún ‘tirador’ difunto; y las bordadoras de huipiles no deben
trabajar en esos días, pues pueden coser la piel de algún muerto. A los
niños recién nacidos se les anudan hilos de color negro en las muñecas para
protegerlos de los malos espíritus que rondan en esos días.
Las personas dicen que desde el 31 de octubre hasta el 30 de noviembre,
las ánimas de las personas que han muerto, tienen permiso para venir a
la tierra y estar con nosotros todo el mes de noviembre, y como son
visitas hay que darles comida, bebidas y mostrarles que se les quiere. Por
eso se hace una comida especial para ellas, las ánimas, que son los
mucbil pollos o pibes, son tamales horneados grandes, redondos, con carne
de pollo y de cerdo.
Hay una leyenda que algunas personas cuentan en estos días de hanal
pixan y te la vamos a contar: El último día de octubre, o sea el 31, no se
debe salir a la medianoche porque a esa hora todas las ánimas están
caminando por las calles como en una procesión y llevan velas encendidas.
Dicen que son las ánimas que están llegando. Esa procesión no se debe
ver, porque puede ser que una de esas ánimas, que parecen personas de
carne y hueso, se acerque a uno y le de una vela encendida que tampoco se
debe agarrar, ya que si uno la acepta, al día siguiente esa vela se
habrá convertido en un hueso humano y la persona que la recibió se puede
enfermar muchísimo e inclusive se puede morir.
Historiadores y cronistas, como Fray Diego de Landa y Cogolludo,
aseguran que entre los mayas no existían cementerios en sus ciudades. El
maya sepulta sus muertos en su propia morada. El entierro lo hacían a
espaldas de su casa, en un patio libre de malezas y bien barrido, donde era
abierta una fosa y en la misma tierra, sin ataúd, colocaban el cadáver
introduciéndole en la boca cierta cantidad de masa de maíz bien cocida,
llamada “keyem” para que pudiera alimentarse mientras reposaba. Hecho
el entierro, colocaban una señal para identificar la tumba. Generalmente
consistía ésta en un corralejo de dos metros en cuadro, hecho de
varillas o palos: “coloc-ch”. Y en tiempos de la colonia marcaban aquellos
sitios con una tosca Cruz de madera que colocaban dentro del cuadro.
Debido a esta práctica indígena de sepultar los muertos en casa para
tenerlos cerca, a fin de poderles ofrendar presentes que consistían en
alimentos, frutas y ceras, nació la costumbre de hacer en los días de
difuntos los “pibil-uahes” o “mucbipollos. De ahí el “Hanal-Pixan”, que
quiere decir: “banquete de las ánimas”. En las casas y campos, colocan
jícaras de atole y cajetes de comida dedicados a los difuntos; y creen
firmemente que, invisibles, descienden las almas a tomar una parte de
ella, que es lo que llaman “tomar la gracia”. Las comidas se acompañan de
un delicado licor de anís llamado xtabentún o de atoles y también de
dulces y frutos regionales. Cada familia elabora su propio altar de tres
niveles que instala en un lugar especial de la casa. En el primer nivel
se pone la ropa, en el segundo los alimentos, flores, frutas y juguetes
(ofrenda para las almas de los niños) y en el nivel superior se coloca
una cruz fabricada con ramas. Para las animas solas (las almas sin
parientes), se cuelgan jícaras con porciones de comida y bebida en el árbol
de la entrada o en el marco de la puerta de la casa. Se alumbran el
camino con cirios para que las flamas orienten a las ánimas hasta su
ofrenda iluminada con velas de colores. Si en la ofrenda en la ofrenda
encontramos una vela negra, esta representando a una mujer que fue viuda,
una vela blanca a una virgen difunta y una azul, a un infante.

ORIGEN DE LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
Se celebra en la iglesia Católica el 1 de noviembre y tiene por
finalidad honrar a todos los santos canonizados y a los que no lo han sido
todavía. Fue creada por el papa Gregorio IV en el siglo IX y desde
entonces se celebra. En su etapa primitiva, esta fiesta nació en las
catacumbas de Roma, al honrar en una ceremonia general a los mártires cristianos
que fueron sacrificados en tiempos del emperador Diocleciano.
FUSIÓN DE DOS CULTURAS: En el siglo XVI tuvo efecto un encuentro de
culturas, la española y la indígena, en el cual los vencedores trataron de
imponer su idioma, sus costumbres y religión, la católica, y en cambio
los vencidos lucharon por preservar sus propios valores culturales. Con
la introducción de una nueva concepción religiosa, tres fueron las
órdenes que se establecieron durante la primera mitad de este siglo en
nuestro territorio: los Franciscanos en el año 1524 los Dominicos en 1526 y
los Agustinos –que desembarcaron en Veracruz- en 1533. Ellos trajeron
el miedo a la muerte, que es a la vez el temor al juicio final y por lo
tanto al infierno. También introdujeron al esqueleto acompañado de una
guadaña, todo lo cual significa el preludio de nuevas catástrofes o
desgracias.
Los españoles hallaron ideas parecidas a las del cristianismo entre los
mexicas, como la creencia de la inmortalidad del alma -pues al
desprenderse del cuerpo ésta podía ir a morar, según hubiera sido la muerte, al
Tlalocan o paraíso de Tláloc, o al lugar donde residía Mictlantecuhtli,
señor de los muertos-, así como el culto a los muertos, que presenta
hondas raíces prehispánicas.
La celebración de Todos Santos es una costumbre que se han transmitido
de generación a generación. Es consecuencia de la creencia de que,
según la edad, les era permitido a los muertos “salir” de sus tumbas en una
manifestación de fuerza llamada ánima, algo abstracto, es decir, el
espíritu de ellos, que venía a estar entre los suyos. Tal situación
acontecía del 1 al 3 de noviembre de cada año y sucedía así: DIA 1: “Día de
los chiquitos” o niños. DIA 2: “Día de los grandes” o adultos. DIA 3:
“Día del retorno” y de la entrega de ofrendas o comestibles a las
amistades.
La presencia de los franciscanos en el siglo XVI fue determinante en la
fusión de elementos indígenas y españoles que aparecen constantemente
en el Altar de Muertos. Los colores (negro, morado, amarillo y rojo)
llenos de significado dentro de las dos religiones dan la peculiaridad al
altar. El papel picado en diseños geométricos es negro y morado; el
negro hace referencia, en la religión prehispánica al Tlilan, el lugar de
la negrura, y al Mictlán, es decir el sitio de los muertos; y el
morado, es una influencia de la religión católica, que significa luto. En
esta profusión de colores sombríos, resplandece la flor de cempoalxuchitl,
símbolo de la luz, del sol y de la vida. El rojo de la “mano de león” o
“moco de pavo”, significa específicamente la expresión de la sangre de
Cristo y la Resurrección, así como la vida humana y animal.

Las almas van llegando por días (al mediodía). Y solo tienen estos días
permiso para poder visitar a sus familiares y amigos vivos.
28 de Octubre: Llegan las almas de las personas que hayan muerto
ahogadas.
29 de Octubre: llegan las almas de los muertos por accidentes,
asesinatos, desgracias o en forma violenta.
30 de Octubre: Llegan las almas de los niños del Limbo. En algunos
lugares se dice que en este día se regresan las almas de los muertos del 29
de Octubre.
31 de Octubre: Llegan las almas de los niños y adultos no bautizados.
1 de Noviembre: Llegan las almas de los adultos.
2 de Noviembre: regreso de todas las almas al lugar de los Muertos.

Las creencias varían de región en región
El 27 de octubre, los espíritus de aquellas almas sin sobrevivientes y
sin hogar para visitar, son recibidas en algunos pueblos con pan y
jarras de agua colgadas afuera de las casas. Las ofrendas son pobres, pero
por lo menos las almas huérfanas encuentran algo. El 29 de octubre, a
aquellos que murieron por accidente, asesinato o de otras formas de
muerte violenta, se les ofrece alimentos y bebidas afuera de la casa o en
el patio para evitar que entren los espíritus malignos de almas sin
perdonar. En la noche del 31 de octubre, los niños muertos vienen a visitar
el hogar; para el mediodía del primero de noviembre ya tendrían que
haberse ido. Las campanas tocan toda la tarde para saludar a los ‘fieles
difuntos.’ La familia da la bienvenida formal al difunto más reciente y,
a través de él, se saluda a los otros antepasados. A la puesta del sol,
la familia se traslada al panteón para una vigilia de comunión con
todos sus fieles difuntos. Se prenden las velas sobre las tumbas, una por
cada alma ida. En algunos lugares se colocan alimentos en las tumbas.
Para la noche del 2 de noviembre la fiesta ha terminado. Las almas
regresan al mundo de los muertos, estimuladas a partir por enmascarados del
pueblo cuya misión es asustar a las almas más renuentes a salir.
Según la tradición la forma de colocar el altar, es haciendo 3 niveles,
la parte alta representa el cielo, la segunda el Limbo y la tercera la
Tierra. Hay mucha significancia en los elementos del altar de los
muertos. La imagen de las Ánimas del purgatorio sirve para obtener la salida
del purgatorio del alma de nuestro difunto por si acaso se encontrara
ahí. La cruz pequeña de ceniza se pone por si el ánima se encontraba en
el purgatorio, ayudándolo a salir de ahí para continuar su viaje hasta
la presencia del Creador. La cruz grande de ceniza sirve para que al
llegar el ánima hasta el altar, pueda expiar sus culpas pendientes. Los
cirios morados o si el candelero lleva ornato morado, son señal de
duelo. 4 cirios en cruz, representan los 4 puntos cardinales, de manera que
el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa. 3
calaveras chicas en nivel bajo, son dedicadas a la Santísima Trinidad, y una
grande en el mismo nivel, al Padre Eterno. El agua es para que se moje
los labios resecos por el largo viaje desde el más allá. El licor,
tequila preferentemente, es para que recuerde los acontecimientos
agradables durante su vida. El copal sirve para que su humo limpie el lugar de
malos espíritus y así pueda entrar el ánima a su casa sin ningún
peligro. En muchos lugares se acostumbra a poner en la ofrenda los objetos de
trabajo u objetos que usó en vida el muerto.

Requerimientos de un altar de muertos: Retrato del difunto. Pintura de
las Ánimas del Purgatorio. Cirios morados en pares. Calaveras grandes
de azúcar. Calaveras de azúcar medianas. Candeleros. Incensarios. Jarra
y vaso de vidrio transparente con agua natural. Cazuelas con comida.
Chiquihuite tortillero. Botella de licor, vaso ‘caballito’ (para tequila)
salero, platito con limón partido. Pan de muerto. Papel de china morado
o rosa oscuro, tantos pliegos como superficie se pretenda cubrir.
Flores de zempoalxochitl. Copal. Ocote en rajas. Carbón de madera. Ceniza de
leña.

Elementos esenciales de una ofrenda familiar y su significado
EL ALTAR: se levanta sobre una mesa cubierta con un mantel bordado o
deshilado, dos arcos de carrizo adornados con flores de papel de china
abombado; a este conjunto se le llama portada o retablo. En el altar de
muertos se enciende una vela a cada persona, llamándole por su nombre al
encenderla.
EL RETABLO: Empotradas en la pared, junto al altar, figuran imágenes de
santos y una cruz, que representa la resurrección y la vida.
EL AGUA: Representa el principio de la vida, purifica y lava.
EL INCIENSO: Se utiliza como medio de unirse a Dios con la oración.
LA SAL: Representa que nosotros algún día nos convertiremos en sal.
LOS CIRIOS: Sirven para guiar los pasos de las ánimas en su viaje a la
eternidad. Las fijadas en los sepulcros son símbolo de inmortalidad.
LA FLOR: Representa la fugacidad de la vida. En muchas partes la gente
forma un sendero con pétalos de zempoaxochitl, desde el altar hasta la
calle, para que las almas encuentren el camino. El color amarillo del
zempaxochitl, es para que puedan verlo con su mínima vista, y es el
camino de flores la guía primera que conduce al convite en la casa, donde
el altar espera su llegada. Se cree que los muertos ven el color
anaranjado de esta flor como partes luminosas.

Se dice que el olfato es el único de los sentidos que se utilizan en el
más allá, y se desarrolla para facilitar el regreso guiado por el aroma
de la propia vivienda. Hay que servir los alimentos calientes, para que
despidan más olor y puedan así disfrutar del banquete.
Se requiere la presencia de los cuatro elementos con los que todo está
formado: Agua, tierra, viento y fuego. Ninguna ofrenda puede estar
completa si falta alguno de estos elementos y su representación simbólica
es parte fundamental de la ofrenda. El agua, fuente de vida, en un vaso
para que al llegar puedan saciar su sed, después del largo camino
recorrido. El pan, elaborado con los productos que da la tierra, para que
puedan saciar su hambre. El viento, que mueve el papel picado y de
colores que adorna y da alegría a la mesa. El fuego, que todo lo purifica, y
es en forma de veladora como invocamos a nuestros difuntos al
encenderla y decir su nombre.

Manifestaciones culturales asociadas a la Muerte
Desde los tiempos coloniales, las costumbres de los grupos étnicos
sujetos al dominio de los españoles fueron consideradas como transgresoras
de las creencias cristianas. Las danzas, mitotes, jácaras, mojigangas
de indios, negros, chinos y mestizos de todos los colores fueron
perseguidas por la Inquisición. “… En un corrincho de hombres y mujeres, se
cantó a dos voces y con risas de los concurrentes el verso siguiente:

A San Miguel te pareces en el ombligo
porque tienes debajo al enemigo

En todo el folklore mexicano están presentes las danzas acompañadas de
coplas, de humorísticos duelos verbales hombres, entre dos hombres,
entre un hombre y una mujer, un anciano y un joven o entre grupos
musicales. De esta tradición popular salieron también las llamadas Calaveras,
versos rimados que se escriben para el Día de los Difuntos jugando con
las palabras y los aconteceres haciendo pasar a los vivos por muertos.

Los relatos de aparecidos y almas en pena que narran los mayores en
estos días, es otra vieja tradición oral que viene transmitiéndose para
mantener vivo en la memoria el retorno de los muertos a este mundo. “Esto
sucedió hace pocos años en una ciudad del interior del Estado. En la
víspera del Día de muertos, María pidió permiso a sus padres para asistir
con sus amigas a un baile de Acogen. Le concedieron el permiso pero le
dijeron que, antiguamente, la gente no acostumbraba salir por las
noches y menos asistir a los bailes en esos días, pues estas fiestas son una
falta de respeto a las ánimas, que según se cree rondan la comunidad.
María no tomó en serio estos comentarios y se fue al Halloween muy
contenta. Allí conoció a un joven bien parecido, atento y caballeroso, pero
con un aire de misterio que por la luz tenue y el sonido estridente de
la música no logró descifrar. Los jóvenes bailaron y bailaron hasta el
cansancio. Pasada la medianoche, el muchacho le comentó que venía de un
largo viaje e iba a partir, invitándola a acompañarlo. María se olvidó
de todo y de todos, y aceptó la invitación. Pidieron un taxi y se
dirigieron con rumbo al poniente de la ciudad, hasta llegar a una casona con
muros y rejas grandes, donde el ruido y las risas indicaban que también
había fiesta. Se bajaron y el misterioso joven le pagó al chofer… Fue
la última vez que se vio a aquella feliz pareja. Al día siguiente el
taxista cayó en la cuenta de dos cosas: el dinero con que le pagaron eran
billetes sin valor desde hacía mucho tiempo y aquella casona era el
Cementerio.

Otra Leyenda
Se cuenta que hace muchos años una persona que vivía en un pueblo,
cercano al Popocatépetl, en el Estado de Puebla; no creía en esta
tradición. Sus vecinos, amigos y familiares le decían que pusiera una ofrenda
para su esposa que se le había muerto hacia un año. El no la puso, e
incluso se burlaba de esta tradición, y dijo: !Qué voy a estar poniendo
ofrendas!, yo no voy a poner nada, e incluso, sí pongo algo, será solo un
vaso de agua y ramas de ocote. Y así fue, es lo que puso en su ofrenda.
En la noche del 2 de Noviembre, el regresaba muy de noche de trabajar
en el campo. Caminaba por las calles oscuras del pueblo hacia su casa,
cuando al llegar a una esquina, vio a lo lejos mucha gente, que iba en
procesión. Todos iban muy contentos, desde adultos hasta niños. Todos
llevaban comida en sus manos, flores y bebidas. Se acerco más para poder
ver que ocurría. Veía muy asombrado a toda aquella gente. Cuando de
repente vio a una persona que le era conocida. Era su esposa y vio que iba
muy triste y solo llevaba en sus manos ramas de ocote. Aquella persona
se puso muy triste y regreso llorando a su casa, arrepentido de no
haber puesto algo de valor en su ofrenda. Se dice, que desde entonces, cada
año, esa persona ponía ofrendas de lo más hermosas y le ponía
muchísimas cosas.

Saludos fraternales

De: hermestrismejitro Enviado: 04/11/2005 03:09 p.m.
Seria interesante ver tambien el sentido practico de esta tradiccion pues aunque es verdad que es muy bella me niego a creer que nuestros ancestros solo la crearan por estetica y recuerdo a sus seres que ya se fueron.

No se donde ni cuando alguien me decia que cuando uno muere el cuerpo vuelve a la tierra, el cuerpo astral sube a revevir sus actos y ser reprendido por el remordimiento y sentido de culpa ( pues al morir supuestamente despertamos de el letargo en que nos encontramos vivos y volvemos a ser concientes y el cuerpo astral al ser el vehiculo de las emociones es donde mas se siente el haber actuado mal ) y el espiritu al ser la parte pura sube ( no se a donde todavia no llego a ese punto )
ok la cuestion es que supuestamente lo que nosotros vemos como fantasmas no son mas que la personalidad y los agregados psicologicos del difunto
y ahora pensando si los agregados psicologicos no son mas que aspectos del pensamiento es lo mismo que energia ( no se porque pero quiero pensar que es aqui a donde dice don juan que huyeron los brujos antiguos esteseria el mundo de los inorganicos …pero es otro asunto ) esta energia a estar atrapada aqui y ser nuestra pues nosotros la creamos espera a que encarnemos de nuevo y vuelve nuestros cuerpo

1.- si esto es cierto quiero pensar que la ofrenda es un medio para asegurarse que esta este contenta y sobreviva en el tiempo que no tiene anfrition
2.- esta ofrenda a ser del gusto especifico de difunto y estos agragados que no son otra cosa que nuestros gustos o mejor dicho nuestra personalidad es como deseo que al ser solo olfativo no vamos apoder satisfaser asi que ahi se va drenado la energia que conforma este ser o fantasma a fin de que ya no sea un lastre a nuestra nueva encarnacio………………………….
no se es mi opinion a ver que comentan ustedes?

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