CONCIENCIA CHAMÁNICA

CONCIENCIA CHAMÁNICA
             

                                                                    Por Ralph Metzner

  Como psicólogo, me he dedicado a los estudios sobre la conciencia, entre ellos los de estados alterados provocados por drogas, plantas y otros medios, durante más de treinta y cinco años.

  Mi interés se dirigió más bien a las plantas alucinógenas* o “psicoactivas”, que tienen una larga historia en las sociedades chamánicas y no tanto a las poderosas drogas descubiertas recientemente, las que a menudo entrañan riesgos desconocidos.

  En los últimos tiempos, he visto renacer el interés por el chamanismo y las plantas sagradas como parte de una búsqueda, que hoy tiene lugar en todo el planeta, que apunta a renovar la relación espiritual con el mundo de la naturaleza.

  En las sociedades chamánicas – o sea, aquellas en las que se admite la realidad de otros mundos, inmateriales – se ha prestado siempre considerable atención al cultivo de una relación perceptual y espiritual directa con los animales, las plantas y la tierra misma en toda su magnífica variedad. Nuestra moderna concepción materialista, con su énfasis obsesivo en el progreso tecnológico y el control y explotación de lo que denomina “recursos naturales”, se ha disociado casi por completo de esa conciencia espiritual de la naturaleza.

  Esta escisión entre la espiritualidad humana y la naturaleza hunde sus raíces en la antigüedad, pero una de sus fuentes esenciales fue el surgimiento de la ciencia mecanicista en los siglos XVI y XVII.

  La resurrección de las creencias animistas, los movimientos de la ecología profunda y la eco psicología, así como el renovado interés por las prácticas chamánicas, como el uso de plantas alucinógenas o “enteógenas” (del griego enthéo, inspiradas por la divinidad)* representa una reunión de la ciencia y la espiritualidad, que habían estado divorciadas desde el siglo XVII.

  Muchos de los elementos que pueden hallarse en la literatura antropológica sobre el chamanismo y el uso de plantas alucinógenas, también aparecen en las experiencias de las personas que ingieren tales medicamentos dentro de un marco religioso o terapéutico.

Procederé a enumerar dichos elementos:

1.    El lugar y el marco, el contexto y la intención con la cual se lleva a cabo la experiencia son determinantes. Esto ya había sido comprobado en las investigaciones psicodélicas de la década del sesenta.

2.    La experiencia puede ser sanadora tanto en el planto físico como en el psíquico y el espiritual. Esta sanación incluye ser en primer lugar desmembrado, destruido o “matado” y luego reconstituido con un cuerpo más sano y fuerte. El desmembramiento es un rasgo clásico en las curaciones chamánicas de todo el mundo. Por otra parte, los tres “planos” a que me refiero son conceptos derivados de un análisis: en la experiencia real, esos planos no están separados sino que son coexistentes y simultáneos.

3.    La experiencia puede dar acceso a un conocimiento oculto: es su aspecto de diagnóstico, adivinación o visión. De ahí que la gente llame a estas plantas “maestras”.

4.    Se siente y percibe que uno tiene acceso a otros mundos no materiales, a los que se designa de diversas maneras: mundos internos, mundos espirituales, “el más allá”, la realidad aparte, la otra realidad. Dicho acceso puede lograrse mediante un viaje hacia ese mundo, o bien los seres espirituales de éste aparecen en nuestro mundo, o las fronteras habituales entre éste y el otro se diluyen y se vuelven permeables.

5.    La experiencia puede incluir la percepción de seres espirituales no materiales, normalmente invisibles. Se reconoce su asociación con determinados animales, plantas, árboles u hongos, o con ciertos lugares. Puede implicar también que uno se identifique con dicho espíritu o se transforme en él. Se percibe que la visión y la sanación son producidas por dichos espíritus o con su ayuda.

6.    Un elemento esencial para provocar experiencias alucinógenas es escuchar música o cantos, o cantar uno mismo, lo que brinda apoyo para atravesar el flujo de las visiones e impide que uno se quede “estancado” o que sea detenido por fenómenos ya sea seductores o aterradores.

7.    Las ceremonias tradicionales se llevan a cabo siempre en la oscuridad o con muy poca luz; aparentemente, esto facilita que surjan las visiones.

Qué significa que gran cantidad de personas vuelva a estas antiguas tradiciones espirituales y de sanación en un mundo como el actual, donde predominan las corporaciones financieras multinacionales, las computadoras y las redes electrónicas ?

  Es bien sabido que el sistema industrial capitalista que hoy domina económica y políticamente el mundo está devastando los sistemas de sustento de la vida en la biosfera y desgarrando el tejido mismo de la vida en el planeta.

  Por la experiencia de millones de individuos del mundo occidental con los sacramentos alucinógenos, así como con otras prácticas chamánicas, estamos asistiendo al resurgimiento de la antigua cosmovisión integradora que ve en toda manifestación de vida una red interdependiente de relaciones que debe ser cuidadosamente protegida y preservada.

  El uso respetuoso de la medicina de las plantas enteógenas en contextos espirituales o terapéuticos puede cumplir un papel enormemente significativo en esta dirección.

* utilizo los adjetivos “psicodélico”, alucinógeno y “enteógeno” como sinónimos. Hay quienes rechazan el término “alucinógeno” argumentando que una alucinación es una percepción ilusoria y que, en rigor, estas plantas no provocan alucinaciones. No obstante, el significado original del término latino “alucinare” es “vagar por la propia mente” y a mi juicio la metáfora del “viaje” o “recorrido” por el espacio interior es muy apropiada para describir la experiencia que inducen estas substancias. Por lo tanto, creo que el término “alucinógeno” debe ser rehabilitado.

Basado en una exposición del autor en la conferencia de la Asociación Transpersonal Internacional llevada a cabo en Manaos, Brasil, en mayo de l996.