Sesión 23
Ahora, el trabajo que hago contigo..Te estaba contando sobre la relación que sucedió entre un niño de unos nueve años y un hombre mayor, de unos cincuenta. La diferencia de edad era grande, pero el amor puede trascender todas las barreras. Si puede suceder incluso entre un hombre y una mujer, ¿acaso hay alguna barrera mayor? Pero no lo es, y esta relación no puede ser descrita sólo como amor. Él podría haberme querido como a un hijo, o como a su nieto, pero no se trataba de esto.
Lo que sucedió fue amistad, y apúntalo: valoro más la amistad que el amor. No hay nada por encima de la amigabilidad. Sé que te has debido de dar cuenta que no uso la palabra «amistad». La he estado usando hasta ayer, pero ahora es el momento de hablaros de algo más elevado que la amistad, la amigabilidad.
La amistad también puede ser limitadora, a su manera, como el amor. Puede ser también celosa, posesiva, con miedo de que se pueda perder, y debido a ese miedo, hay mucha agonía y mucho esfuerzo. De hecho, la gente está luchando constantemente con aquellos que ama, es extraño, muy extraño…, increíblemente extraño.
La amigabilidad está por encima de todo lo que el hombre conoce y siente. Es como la fragancia del ser o, le podrías llamar, el florecimiento del ser. Algo transpira entre dos almas y de repente hay dos cuerpos, pero un solo ser; eso es lo que llamo florecer. La amigabilidad es la liberación de todo lo pequeño y mediocre, de todo aquello con lo que estamos familiarizados, en realidad, demasiado familiarizados.
Puedo entender por qué mi Nani derramó lágrimas por el hecho de que fuese amigo de Shambhu Babu. Ella estaba en lo cierto cuando me dijo: -No estoy preocupada por Shambhu Babu, es bastante viejo y pronto se lo llevará la muerte.
Es extraño, pero murió antes que mi abuela, exactamente diez años antes, y mi abuela era mayor que él.
Todavía estoy asombrado de la intuición de esa mujer. Ella había dicho: -No durará mucho; ¿qué será de ti después? Mis lágrimas son por ti. Tú tienes que vivir una vida larga. No encontrarás mucha gente de la cualidad de Shambhu Babu. Por favor, no te formes un criterio en base a su amistad; de otro modo, tendrás que vivir una vida muy solitaria.
-Nani -le dije-, incluso Shambhu Babu está por debajo de mi criterio, o sea que no necesitas preocuparte. Voy a vivir mi vida de acuerdo a mi visión, no importa dónde me lleve, quizá a ningún lugar. Pero una cosa es segura -le dije-, estoy totalmente de acuerdo contigo en que no tendré muchos amigos.
Y fue verdad. En mis días de colegial no tenía amigos. En mis días de bachillerato se creían que era un extraño. En la universidad, sí, la gente siempre me respetó, pero eso no es amistad, ni mucho menos amigabilidad. Es un extraño destino el haber sido respetado siempre desde mi juventud. Pero si mi Nani estuviera viva podría haber visto a mis amigos, mis sannyasins. Habría visto miles de personas con las que estoy en sincronicidad. Pero ella ha muerto; Shambhu Babu está muerto. El florecimiento ha llegado en un momento en el que todos los que estaban realmente relacionados conmigo ya no están.
Ella tenía razón al decir que viviría una vida solitaria, pero a la vez se equivocaba, porque como el resto del mundo, pensaba que solitud y soledad son sinónimos; no lo son. No sólo no son sinónimos, son polos opuestos.
Solitud es un estado negativo. Cuando no puedes estar contigo mismo y mendigas la compañía del otro, eso es solitud. No habrá ninguna diferencia si encuentras compañía o no; seguirás sintiéndote solitario. En todos los casos del mundo puedes comprobar lo que te estoy diciendo. No puedo decir en cada hogar, digo en cada casa. Raramente existe un hogar. Un hogar es donde la solitud se ha transformado en soledad, no en algo gregario.
La gente piensa que cuando dos personas están juntas se acaba su solitud. No es tan fácil. Tenlo en cuenta, no es tan fácil; en realidad, se convierte en algo más difícil. Cuando dos personas solitarias se juntan, su solitud se multiplica; no sólo se dobla, recuérdalo, es una multiplicación, y muy fea. Es como un pulpo, una lucha continua con diferentes nombres, por diferentes razones. Pero si levantas todas estas tapaderas debajo no verás más que desnuda solitud. No es soledad. La soledad es el descubrimiento de uno mismo.
Muchas veces le dije a mi abuela que estar solo es el estado más hermoso que uno podría soñar. Ella se reía y decía:
-¡Cállate! Tonterías. Lo conozco. Vivo una vida solitaria. Tu Nana está muerto. Me engañó: murió sin avisarme de que se iba a morir. Murió sin decirme a dónde iba, y a qué. Me traicionó.
Estaba amargada con eso. Entonces me dijo: -Tú también te marchaste. Te fuiste a la universidad, y sólo me visitas una o dos veces al año. Me paso meses esperando a que regreses a casa dos días. Y ese par de días se acaban muy pronto. Tú no sabes lo que es solitud. Yo sí la conozco.
A pesar de que ella estaba llorando, me reí. Quería llorar con ella pero no pude. En vez de llorar, me reí. Ella dijo: ¡Fíjate! No me entiendes en absoluto. -Te entiendo -le dije-, por eso me río. Sigues insistiendo una y otra vez en que solitud y soledad son lo mismo, y yo digo, clara y absolutamente, que no lo son. Y tendrás que entender la soledad si quieres dejar de sentirte solitaria. No puedes librarte de ello si sólo sientes pena de ti misma, y no continúes enfadada con el abuelo…
Ésta fue la única vez que defendí a mi Nana en contra de mi abuela. -¿Qué podía hacer él? Él no te ha traicionado, aunque te puedas sentir traicionada. Ése es otro tema. La muerte y la vida no están en las manos de nadie. Al morir se sintió tan impotente como al nacer. .. y ¿te acuerdas de lo impotente que se sentía? Daba voces una y otra vez: «Para la rueda, Raja, ¿es que no puedes parar la rueda?» En ese constante pedimos que detuviésemos la rueda, ¿qué es lo que estaba pidiendo? Estaba pidiendo su libertad. Estaba diciendo: «No quiero volver a nacer en contra de mi voluntad, y no quiero morir en contra de mi voluntad.» Él quería ser. Quizá no era capaz de decirlo correctamente, pero así es como traduzco lo que dijo. Sólo quería ser, sin ninguna interferencia, sin estar obligado a nacer o a morir. Estaba en contra de esto. Sólo estaba pidiendo su libertad, y sabéis, la palabra india para lo esencial es moksha. Moksha significa «libertad completa». En ninguna otra lengua existe una palabra como moksha, no; sobre todo en inglés, porque el inglés está totalmente dominado por el cristianismo
Precisamente el otro día recibí un álbum de fotos de uno de nuestros centros alemanes. El álbum está confeccionado con todas las fotos de ese hermoso lugar y de la ceremonia de su inauguración. Incluso el sacerdote cristiano de la iglesia cercana participó en la ceremonia. Me gustó lo que dijo: -Éstas son bellas personas. Les he visto trabajar más duro de lo que nadie trabaja hoy en día, y con tanta alegría que da gusto verlos… pero están un poco locos.
Lo que dijo era correcto, pero cuando dijo «están un poco locos» no tenía razón. Sí, están un poco locos; mucho más de lo que él pueda imaginarse. Pero la razón por la que lo dijo era fea: el «porqué» no el «qué». Les llamaba locos porque creen que hay muchas vidas después de esta vida. Por eso les llama locos.
De hecho, si hay alguien que está loco, no es mi gente sino aquellos que piensan que mi gente está loca. Me reservo ese derecho para mí mismo. Les puedo llamar locos porque cuando lo digo, lo digo desde el amor y la comprensión. Para mí no es una palabra condenatoria; para mí es un elogio. Todos los poetas están locos, todos los pintores están locos, todos los músicos y bailarines están locos; de lo contrario, no habría poetas, músicos ni pintores, y si esto es así con los pintores, los músicos y los bailarines, entonces ¿qué se puede decir de los místicos? Deben de ser los más locos. Y mis sannyasins llevan camino de ser los más locos, porque no conozco otra manera de permanecer cuerdo en un mundo tan loco.
Mi abuela tenía razón cuando me decía que no iba a tener amigos, y también tenía razón al decir que Shambhu Babu no tendría amigos. Respecto a Shambhu Babu estuvo totalmente en lo cierto; sobre mí, sólo hasta el momento en que comencé a iniciar a gente a sannyas. Ella sólo vivió unos días más después de que iniciara el primer grupo de sannyasins en los Himalayas. Había escogido especialmente la parte más bonita de los Himalayas, Kulu Manali, «El valle de los dioses», como es llamado, y sin duda es el valle de los dioses. Es tan hermoso que uno no se lo puede creer, incluso cuando te encuentras en el mismo valle. Es increíblemente cierto. Escogí Kulu Manali para la primera iniciación de veintiún sannyasins.
Eso fue sólo unos días antes de que mi madre…, mi abuela muriera. Perdonadme otra vez, porque sigo llamándole «madre» una y otra vez, y luego me corrijo. ¿Qué puedo hacer? La he conocido como mi madre. Toda mi vida he tratado de corregirlo y no he sido capaz. Todavía sigo sin llamar a mi madre, «madre»; todavía le llamo bhabhi, no madre y bhabhi sólo significa «esposa del primogénito». Todos mis hermanos se ríen de mí. Me dicen:
-¿Por qué sigues llamando a tu madre bhabhi? Porque bhabhi significa esposa del hermano mayor. Con toda seguridad, tu padre no es tu hermano mayor.
¿Pero qué puedo hacer? Conocí a mi abuela como mi madre desde mis primeros años, y esos primeros años son los más importantes de la vida. Es lo que los científicos llaman «huella».
Cuando un pájaro sale del huevo y mira a su madre, esa primera mirada queda grabada en su memoria. Pero si el pájaro sale, y has quitado a su madre de en medio y la has reemplazado con algo diferente, se produce una huella diferente.
Es así, en realidad, como se empezó a usar la palabra «huella». Un científico estaba trabajando en lo que sucede cuando un pájaro rompe el cascarón. Apartó todo lo que había alrededor, pero se olvidó completamente de que él mismo estaba allí. El pájaro salió, miró alrededor y sólo pudo ver las botas del científico que estaba de pie mirando.
El pájaro se dirigió hacia las botas y muy amorosamente empezó a jugar con ellas. El científico se quedó maravillado pero más tarde tuvo un problema, porque el pájaro estaba continuamente llamando a su puerta, no por él, sino por sus botas. Tuvo que guardar las botas cerca de la casa del pájaro. Y sucedió lo más extraño que te puedas imaginar: cuando el pájaro maduró, lo primero que hizo fue hacerle el amor a las botas. No pudo enamorarse de un pájaro hembra, y había muchas disponibles, pero él tenía un cierto tipo de «huella» de cómo debía ser su objeto de amor. Sólo podía amar a un hermoso par de botas.
Viví con mi abuela durante años y pensaba que era mi madre. Y no fue una pérdida. Me habría gustado que fuese mi madre. Si mi ser tuviese alguna posibilidad de nacer de nuevo, aunque sé que no hay ninguna, la escogería a ella para ser mi madre. Estoy simplemente enfatizando este punto. No existe ninguna posibilidad de que vuelva a nacer; la rueda se ha detenido hace mucho tiempo. Pero ella tenía razón cuando decía que no iba a tener amigos. No tuve amigos en el colegio ni en la escuela superior ni en el colegio universitario ni en la universidad. A pesar de que muchos se creyeron que eran mis amigos, eran solamente admiradores, como mucho conocidos, o como máximo seguidores, pero nunca amigos.
El día que comencé a iniciar, mi único miedo era: -¿Seré capaz de convertir algún día a mis seguidores en mis amigos?
La noche anterior no pude dormir. No hacía más que pensar: -¿Cómo voy a conseguirlo? Un seguidor no tiene que ser un amigo.
Esa noche, en Kulu Manali, en los Himalayas, me dije a mí mismo: -No seas tan serio. Puedes conseguir cualquier cosa, aunque no conozcas el ABC de la ciencia de dirigir. Me estoy acordando de un libro de Bern, La revolución empresarial Lo leí, no porque el título contuviera la palabra «revolución», sino porque contenía la palabra «empresarial». A pesar de que me gustaba el libro, estaba naturalmente decepcionado, porque no era lo que había estado buscando. Nunca fui capaz de dirigir nada. Por eso, esa noche me reí.
Un hombre, no diré su nombre porque me traicionó y es mejor no mencionar a alguien que me ha traicionado y todavía vive, estaba durmiendo en mi habitación. Se despertó con mi risa y le dije:
-No te preocupes. No puedo estar más loco de lo que ya estoy. Vete a dormir.
-Pero -dijo él-, sólo una pregunta; si no, no podré dormirme: ¿de qué te reías?
-Me estaba contando un chiste -le dije.
Se rió y se fue a dormir, sin preguntar siquiera cuál había sido el chiste.
En ese mismo momento supe qué tipo de buscador era. De hecho vi, como un rayo de luz, que ese hombre no iba a estar conmigo mucho más tiempo. Por eso no le inicié a sannyas, a pesar de que insistió. Todo el mundo se extrañó, porque a otros les estaba insistiendo que «dieran el salto», y, sin embargo, me resistía a toda la persuasión de este hombre. Él quería dar el salto y yo le decía: «Por favor, espera.»
Al cabo de dos meses, a todo el mundo le quedó claro por qué no le había dado sannyas. A los dos meses se había ido. El que se fuera no fue un problema, pero se convirtió en mi enemigo. Ser mi enemigo es inconcebible para mí, sí, incluso para mí. No puedo entender cómo alguien puede ser mi enemigo. No le hecho daño a nadie en toda mi vida. No puedes encontrar una criatura más inofensiva. ¿Por qué querría alguien ser mi enemigo? Debe de tener algo que ver con la persona misma. Me debe estar usando como una pantalla.
Me hubiera gustado iniciar a mi abuela, pero ella estaba en el pueblo de Gadarwara. Incluso intenté contactarla, pero Kulu Manali está a tres mil kilómetros de Gadarwara.
«Gadarwara» es un nombre curioso. Quería evitarlo, pero de todos modos tenía que llegar, de una forma u otra, de modo que es mejor terminar con ello. Quiere decir «la aldea del pastor»; es incluso más curioso, porque el lugar donde está enterrado Jesús en Cachemira se llama Pahalgam, que también quiere decir la aldea del pastor. En el caso de Pahalgam se puede entender, pero, ¿en el de mi aldea? Nunca he visto allí ninguna oveja, ni tampoco ningún pastor. Ni siquiera hay demasiados cristianos; de hecho, sólo hay uno. Te sorprenderás: es el sacerdote de una pequeña iglesia, y yo solía ser su único oyente. Una vez me preguntó: -Es extraño: tú no eres cristiano, entonces, ¿por qué vienes puntualmente, todos los domingo sin falta? Haya lluvia o tormenta -continuó-, tengo que venir porque creo que estarás esperando, y siempre estás aquí. ¿Por qué?
-No me conoces -le contesté-. Me gusta torturar a la gente, y disfruto mucho escuchando cómo te torturas durante una hora, cuando dices cosas que, en realidad, no piensas, y no dices cosas que, en realidad, piensas. Vendría aunque se estuviese quemando toda la aldea. Puedes contar conmigo: seguiría estando aquí a la hora.
Por eso, seguramente los cristianos no tienen nada que ver con este pueblo. Aquí sólo vivía un cristiano, y su iglesia tampoco se podía decir que fuese una iglesia; sólo era una casita. Por supuesto, encima habían colocado una cruz y debajo habían escrito: «Ésta es un iglesia cristiana.»Siempre me he preguntado por qué llamaban a ese pueblo la aldea de los pastores y cuando fui a la tumba de Jesús en Pahalgam, en Cachemira, la pregunta se hizo incluso más pertinente.
Casualmente, Pahalgam tiene casi la misma estructura que mi pueblo. Tal vez sea sólo una coincidencia. Cuando no puedes explicar algo dices:
-Quizá sólo sea una coincidencia. Pero yo no soy el tipo de persona que abandona algo tan fácilmente. En aquel momento, examiné el asunto tan profundamente como pude, pero ahora puedo examinado hasta donde quiera.
Gadarwara también fue visitado por Jesús, y a las afueras de la aldea está el lugar donde se quedó. Sus ruinas todavía son veneradas. Nadie recuerda el porqué. Hay una lápida conmemorativa en la que se dice que una vez un hombre llamado Isu visitó ese lugar y residió allí. Convirtió a la gente de aquella aldea y de los alrededores y después regresó a Pahalgam. El Instituto de Arqueología de la India ha colocado esa lápida por eso, no es muy antigua.
Tuve que trabajar mucho sólo para poder limpiar la piedra. Fue muy difícil porque nadie se había ocupado de ella. La piedra estaba dentro de un pequeño palacio. El palacio ya no era habitable, e incluso entrar era peligroso. Mi abuela solía intentar impedirme que entrara porque podía derrumbarse en cualquier momento. Tenía razón. Bastaba un poco de viento para que las paredes empezaran a moverse. La última vez que lo vi se había derrumbado. Eso sucedió cuando fui a Gadarwara al funeral de mi abuela. También fui a presentar mis respetos a ese lugar en donde una vez había vivido un hombre llamado Isu.
Isu, con certeza, no es otra cosa que otra versión del arameo Yeshu, que viene del hebreo Joshua. En hindi Jesús es llamado Isa, y amorosamente, Isu. Quizá uno de los hombres a quien más amo estuvo allí, en esa aldea. Sólo la idea de que Jesús también ha caminado a través de esas calles era muy estimulante era un éxtasis enorme. Esto sólo lo digo de paso. No puedo demostrar históricamente si es o no es así. Pero si me lo preguntas en secreto, te puedo susurrar al oído: -Sí, es verdad. Pero por favor no me preguntes más…
Sesión 24
Os estaba diciendo que la amistad es un valor superior al amor. Nadie lo ha dicho con anterioridad. Y también dije que la amigabilidad está incluso por encima de la amistad. Nadie lo había mencionado. Con mucho gusto lo explicaré.
El amor, por muy hermoso que sea, permanece apegado a la tierra. Es algo parecido a las raíces de un árbol. El amor trata de alzarse por encima de la tierra, y todo lo que esto implica -el cuerpo- pero fracasa una y otra vez. No es una sorpresa que la gente diga que alguien ha «caído enamorado». Esta frase existe en todas los idiomas, según tengo entendido.
He tratado de indagar en este asunto preguntando a mucha gente de diferentes países. He escrito a todas las embajadas preguntando si tienen una frase en su idioma que sea exactamente el equivalente a «caer enamorado». Todos respondieron: -Por supuesto, y cuando pregunté: -¿Tenéis una frase o algo similar a lo que yo llamo «ascender en amor»? -o bien se rieron, o sonrieron, o se pusieron a hablar de otra cosa. Si les había preguntado por carta, nunca me contestaron. Con seguridad, nadie contesta a un loco que pregunta:-¿Existe una expresión en su idioma para «ascender en amor»?
Ningún idioma tiene ese tipo de expresión, y no puede ser sólo una coincidencia. En un idioma vale, incluso en dos, pero no puede ser una coincidencia en tres mil idiomas. No es una casualidad que todos los idiomas hayan conspirado juntos para hacer una frase de tres mil modos distintos, significando siempre «caer enamorado». No, la razón es que el amor es básicamente de la tierra. Puede brincar un poco, o mejor, lo puedes llamar ftoting…
He escuchado que está de moda el ftoting, especialmente en América, y hasta tal punto, que precisamente la otra noche recibí un regalo de una señora a la que le gustan mucho mis libros. Me envió un chándal. ¡Qué gran idea! Me encantó. Le dije a Chetana: -Lávalo, y lo usaré. -¿Vas a hacer ftotting? -me preguntó. -¡Mientras duermo! -le dije-. Lo usaré como pijama, y dicho sea de paso, probablemente debes saber que todos mis pijamas ya son ropa de ftoting. Me gustan, porque puedo hacer ftotting y ejercicio mientras duermo, o luchar como Mohamed Ali el grande, y hacer todo tipo de cosas; pero sólo en sueños, bajo la manta, completamente en privado.
Te estaba diciendo que el amor, de vez en cuando, salta y se siente como si estuviera libre de esta tierra; pero la tierra lo conoce mejor: pronto vuelve de golpe a su sentido común, si no es con los huesos rotos. El amor no puede volar. Es un pavo real, con hermosas plumas, pero no lo olvides, no pueden volar. Sí, un pavo sí puede hacer ftoting. . .
El amor es muy terrenal. La amistad es un poquito más elevada; tiene alas, no sólo plumas, sino que tiene alas como las de un loro. ¿Sabes cómo vuelan los loros? Van de un árbol a otro, o quizá de un jardín a otro, de un bosquecillo a otro, pero no vuelan hacia las estrellas. No son grandes voladores. La amigabilidad es el valor más elevado, porque la amigabilidad no está sujeta a la fuerza de la gravedad. Sólo es levitación, si me dejas que use esta palabra. No sé si los eruditos del inglés me permitirán usar el término «levitación»; sólo quiere decir «en contra de la gravedad». La gravitación tira hacia abajo, la levitación tira hacia arriba. Y, ¿a quién le importan los eruditos? Son muy graves, ya están en sus tumbas.
La amigabilidad es una gaviota. Sí, como Juan Sebastián, asciende por encima de las nubes. Esto es sólo para conectar con lo que os estaba diciendo…
Mi abuela lloró porque pensó que no tendría amigos. En cierto sentido tenía razón y en cierto sentido estaba equivocada. Tenía razón en lo que se refiere a mis días en la escuela, el colegio y la universidad; pero se equivocaba en lo que se refiere a mí, porque incluso en mis días de colegio, aunque no tuve amigos en el sentido ordinario, tuve amigos en un sentido extraordinario. Ya te he hablado de Shambhu Babu. Te he hablado de Nani. De hecho, esas dos personas me echaron a perder, y me echaron a perder de tal forma que ahora ya no tengo remedio. ¿Cuál fue su estrategia?
Mi Nani va primero, también en el tiempo; era muy atenta conmigo. Escuchaba todas mis tonterías, mis cotilleos, con una atención tan arrebatada, que incluso yo me creí que debía de estar diciendo la verdad.
El segundo fue Shambhu Babu. Él tambien me escuchaba sin parpadear. Nunca he visto a nadie escucharme sin mover los párpados; en realidad sólo conozco a otra persona, y ésa soy yo. No puedo ver una película por la sencilla razón que se me olvida parpadear. No puedo hacer dos cosas a la vez, especialmente si son tan divergentes como mirar una película y parpadear. Incluso ahora, me es imposible. No veo películas porque dos horas sin parpadear me producen dolor de cabeza y me cansan los ojos, se me cansan tanto que no pueden ni dormir. Sí, el cansancio puede ser tan grande que hasta dormir parece ser demasiado esfuerzo. Pero Shambhu Babu solía escucharme sin parpadear. De vez en cuando le decía: -Shambhu Babu, por favor, parpadea. Si no parpadeas dejaré de hablar. En seguida parpadeaba rápidamente dos o tres veces y decía: -De acuerdo, ahora continúa y no me molestes.
Bertrand Russell escribió una vez que llegaría un momento en el que el psicoanálisis se convertiría en una gran profesión. ¿Por qué? Porque son las únicas personas que escuchan atentamente, y todo el mundo necesita a alguien que le escuche, al menos de vez en cuando. Pero pagar a un psicoanalista para que te escuche…, sólo piensa lo absurdo que es, ¡pagar a alguien para que te escuche! Por supuesto, realmente no te está escuchando, está fingiendo. Por eso fui la primera persona en India que pidió a la gente que pagase por escucharme. Es justo lo opuesto del psicoanálisis, y tiene sentido. Si quieres entenderme tendrás que pagar. Y en Occidente, la gente está pagando simplemente para que le escuchen.
Sigmund Freud, siendo un perfecto judío, creó uno de los inventos más grandes del mundo, el diván del psicoanálisis. Es realmente una gran invención. El pobre paciente se tumba en el diván, como yo aquí; pero el problema es que yo no soy el paciente.
El paciente está tomando apuntes: se llama doctor Devageet. Le llaman doctor, pero no es como Sigmund Freud. No está aquí ejerciendo de médico. Extrañamente -conmigo todo es diferente-, el médico está tumbado en el diván, y el paciente está sentado en el asiento del médico. Mi propio médico está sentado aquí, a mis pies. ¿Has visto alguna vez un médico sentado a los pies de su paciente?
Éste es un mundo totalmente diferente. Conmigo todo está cabeza arriba. No puedo decir cabeza abajo.
No soy el paciente, aunque soy muy paciente; y mis médicos no son médicos, a pesar de que están perfectamente cualificados como médicos. Son mis sannyasins, mis amigos. Os estoy hablando de esto, de lo que puede hacer la amigabilidad; un milagro. Es una alquimia. El paciente se convierte en médico, e! médico se convierte en paciente; esto es alquimia.
El amor no puede hacerla. El amor, aunque bueno, no es suficiente. Comer mucho, incluso de algo bueno, es malo para ti; te producirá diarrea, o espasmos en el estómago, o cualquier otra cosa. El amor puede hacer de todo, excepto ir más allá de sí mismo. Cada vez desciende más. Se hace quisquilloso, quejumbroso, peleón. Todo amor, llevado hasta su lógico final, acaba, sin remedio, en divorcio. Si no lo llevas con lógica, eso es otro asunto; entonces te quedas atascado. Ver a una persona atascada es muy desagradable; deberías hacer algo al respecto. Pero si intentas hacer algo por los que están atascados, ambos lucharán encarnizadamente en tu contra.
Recuerdo que sólo hace dos semanas vino un amigo de Antonio desde Inglaterra para tomar sannyas, y ya sabéis cómo son los caballeros ingleses, estaba atascado, como decís vosotros, hasta el cuello. No se veía nada de él, estaba completamente hundido en el barro. Sólo se le veían algunos pelos, unos pocos, porque era calvo como yo. Si hubiera sido completamente calvo habría sido mucho mejor; por lo menos nadie lo habría notado. Traté de rescatarle, pero ¿cómo puedes tirar de un hombre al que sólo le asoman unos pocos pelos fuera de! barro? Tengo mis propios métodos.
Le pedí a Antonio y a Uttama que le ayudaran.
-Se quiere separar de su mujer -me dijeron. También conocía a su mujer, porque ella había insistido que tenía que estar presente cuando él tomara sannyas. Quería ver cómo le hipnotizaba. Le permití que estuviera presente porque aquí no se practica la hipnosis. De hecho ella misma se interesó. También le invité, diciendo:
-¿Por qué no te haces sannyasin?
-Me lo pensaré -me dijo.
-Mi principio es «salta antes de pensar» -le dije yo-, pero no te puedo ayudar, así que piénsatelo. Si todavía estoy por aquí cuando te hayas decidido, estaré dispuesto a ayudarte.
Pero le dije a Antonio y a Uttama -ambos son sannyasins, y son de los pocos que realmente están muy cerca de mí- que ayudaran a su amigo. Les dije que hicieran todos los preparativos para que la esposa y el niño no se sintieran perplejos sin saber qué hacer, pero que espiritualmente su marido no debería sufrir más. Aunque tenga que dejarle todo a su mujer, que así sea. Yo sólo soy suficiente para él.
He visto al hombre, y he visto su belleza. Él tenía una cualidad muy simple, como un niño, la misma fragancia que te encuentras cuando llueve por vez primera y la tierra se alegra; la fragancia y la alegría. Estaba feliz de ser sannyasin.
Precisamente el otro día recibí un mensaje suyo diciéndome que está durmiendo todo el día, sólo por miedo a su esposa. No quiere despertar. En el momento que se despierta de nuevo toma píldoras para dormir. Le dije a Antonio que le dijera que dormir no le va a ayudar nada. Podría incluso matarle, pero no le va a ayudar a él, ni tampoco a su esposa. Tiene que enfrentar la verdad.
Muy poca gente encara el hecho de que lo que llaman amor sólo es biológico, y que el noventa y nueve por ciento del amor es biológico. La amistad es psicológica en un noventa y nueve por ciento; la amigabilidad es espiritual en un noventa y nueve por ciento. El uno por ciento que queda en el amor es para la amistad; el uno por ciento que queda en la amistad es para la amigabilidad. Y ese uno por ciento que queda en la amigabilidad es sólo para aquello que no tiene nombre. De hecho, los Upanishads lo han llamado exactamente: «Tattvamasi, eres eso.» Tat…, ¿cómo lo voy a llamar? No, no le voy a dar ningún nombre. Todos los nombres han traicionado al hombre. Todos los nombres, sin excepción, han demostrado ser enemigos del hombre, por eso no quiero darle un nombre.
Solamente lo señalo con el dedo. Y le dé un nombre o no se lo dé, no tiene nombre. Es anónimo. Todos los nombres son invenciones nuestras. ¿Cuándo vamos a entender una cosa tan sencilla? Una rosa es una rosa es una rosa; la llames como la llames, no hay ninguna diferencia porque incluso la palabra «rosa» no es su nombre. Simplemente está allí. Cuando dejas de usar el idioma entre tú y la existencia, de repente sucede la explosión…, ¡el éxtasis!
El amor te puede ayudar, por eso no estoy en contra del amor. Eso sería como estar en contra de usar una escalera. No, una escalera es útil, pero camina con cuidado, especialmente en una escalera vieja. Y recuerda: el amor es lo más viejo. Adán y Eva se cayeron de él; pero no había necesidad de caer, ninguna necesidad, en serio. Si hubiesen escogido, y de vez en cuando, uno también quiere caerse, entonces es tu elección. Pero caer libremente es una cosa, y caer como un castigo es completamente diferente.
Si fuera a escribir de nuevo la Biblia…, no haría una cosa tan estúpida, creedme. Estoy diciendo si fuera a escribirla, entonces haría caer a Adán y Eva, no como un castigo sino como una elección, una elección libre.
¿Qué hora es?
-Las ocho y cinco, Osho.
Qué bien, porque ni siquiera he empezado.
Empezar lleva mucho tiempo.
El amor está bien, sólo está bien, pero eso no es suficiente, no es suficiente para darte alas. Para eso se necesita la amistad, y el amor no lo permite. El llamado amor, quiero decir, le tiene mucho miedo a la amistad. Le tiene mucho miedo a la amistad porque cualquier cosa más elevada representa un peligro, y la amistad es más elevada.
Cuando puedes disfrutar por primera vez de la amistad de un hombre o de una mujer, entonces te das cuenta de que el amor es un engaño, una superchería. ¡Ay!, entonces te das cuenta del tiempo que has perdido. Pero la amistad sólo es un puente. Uno debería pasar por encima; uno no debería de empezar a vivir en él. Un puente no está hecho para vivir en él. Este puente te lleva a la amigabilidad.
La amigabilidad es pura fragancia. Si el amor es la raíz, y la amistad es la flor, entonces la amigabilidad es la fragancia, invisible a la vista. Ni siquiera puedes tocarla; no puedes sujetarla con la mano, especialmente si quieres guardártela en un puño. Sí, puedes tenerla en la mano abierta, pero no en la mano cerrada.
La amigabilidad es casi lo que los místicos, en el pasado, han llamado oración. No lo quiero llamar oración por la sencilla razón de que esta palabra está asociada con la gente equivocada. Es una palabra hermosa, pero el estar en mala compañía contamina; comienzas a pensar en tu compañía. En el momento que dices «oración», todo el mundo se pone en estado de alerta, se asusta, presta atención, como si un general llamara a sus soldados al orden, y todos de repente se hubieran convertido en estatuas.
¿Qué sucede cuando alguien menciona una palabra como «oración», «dios» o «cielo»? ¿Por qué te cierras? No te estoy censurando, simplemente te estoy diciendo, o mejor dicho estoy llamando tu atención, de cómo esas hermosas palabras han sido ensuciadas inmensamente por los llamados «santos». Ellos han realizado un trabajo tan poco sagrado, que no puedo perdonarlos.
Jesús dijo «Perdona a tus enemigos» -eso puedo hacerlo- pero no dice: «Perdona a tus sacerdotes.» Y aunque lo dijese, yo le diría: ¡Cállate! No puedo perdonar a tus sacerdotes. No puedo ni perdonarlos ni olvidarlos, porque si los olvido, entonces, ¿quién los va a demoler? y si les perdono, entonces, ¿quién va a deshacer lo que han hecho a la humanidad? ¡No, Jesús, no! A los enemigos los puedo entender. Sí, deben ser perdonados, no entienden lo que están haciendo. ¿Pero a los sacerdotes? Por favor, no me digas que no saben lo que están haciendo. Saben exactamente qué están haciendo. Eso es lo que no puedo perdonar ni olvidar. Tengo que combatirlo hasta mi último aliento.»
El amor te posee; es un paso, pero sólo es amor si te lleva hacia la amistad. Si no te lleva hacia la amistad, entonces es deseo, no amor. Si te lleva a la amistad, agradéceselo, pero no le permitas que traspase los límites de tu libertad. Sí, te ha ayudado; eso no significa que ahora además te tenga que limitar. No cargues con la barca a tus espaldas únicamente porque te ha llevado hasta la otra orilla.
¡No seas tonto! Quiero decir -perdóname, Devageet, esa palabra la tengo reservada para ti-, quiero decir, no seas idiota. Pero me sigo olvidando. Una y otra vez. Una y otra vez uso la palabra equivocada «tonto» para otros, cuando esa palabra es especial para Devageet. Particularmente en esta Arca de Noé. Es el nombre que le he puesto a esta sala.
El amor es bueno. Trasciéndelo, porque te puede llevar a algo mejor: la amistad. Y cuando dos amantes se hacen amigos, es un fenómeno inusual. Uno quiere llorar de alegría, o celebrar, o si uno es músico, tocar la guitarra, o si uno es un poeta, entonces escribir un haiku, un rubaiyat. Pero si uno no es ni músico ni poeta todavía puede bailar, pintar, sentarse en silencio y mirar al cielo. ¿Qué más se puede hacer? La existencia ya lo ha hecho.
Ashu, vuelve a mirar la hora…
-Las ocho y veinticinco, Osho.
Mira tu reloj.
-Las ocho y veintisiete, Osho.
¿Las ocho y veintisiete? Fíjate, soy un judío.
Aún ahorré algunos minutos. Me fío de tu reloj, pero hablaré unos minutos más.
Del amor a la amistad y de la amistad a la amigabilidad; se puede decir que en eso consiste toda mi religión. La amistad es de nuevo un «navío», un navío de relaciones, una cierta atadura. . ., muy sutil, más sutil que el amor, pero está allí; y además con todos los celos y enfermedades del amor. Han aparecido de una forma muy sutil. Pero la amigabilidad es estar libre del otro; por eso no se trata de una relación.
El amor es hacia el otro, como la amistad. La amigabilidad es únicamente una expansión de tu corazón hacia la existencia. De repente, en un momento determinado, podrías estar abriéndote a un hombre, a una mujer, a un árbol, a una estrella…, al principio no puedes abrirte a toda la existencia. Por supuesto, al final, tienes que abrir tu corazón a la totalidad, simultáneamente, sin dirigirlo a nadie en particular. Ése es el momento…, vamos a llamado el momento.
Olvidemos las palabras iluminación, budeidad, conciencia crística, llamémoslo simplemente:
EL MOMENTO.
Escríbelo en mayúsculas.
Ha estado muy bien. Sé que nos queda tiempo, pero ha sido tan hermoso, y con las cosas hermosas nunca hay que pedir más. Ese «más» es destructivo.
Sesión 25
De acuerdo. Estaba citando a Bertrand Russell; esta cita nos viene como anillo al dedo. Dice: «Más pronto o más tarde, todo el mundo necesitará del psicoanálisis, por la dificultad que hay para encontrar a alguien que te escuche, que te preste atención.»
La atención es una necesidad tal que en el peor de los casos, uno puede llegar a pagar por ello, y así al menos tener el placer de que alguien le escuche atentamente. El oyente podría haberse tapado los oídos con lana, pero ése es otro asunto. Ningún psicoanalista puede escuchar todas esas tonterías día tras día. Además, él mismo necesita que alguien le escuche.
Te sorprenderá saber que los psicoanalistas acuden unos a otros. Por supuesto, no se cobran entre ellos por cortesía profesional, pero surge una gran necesidad de deshacer, descargar, simplemente decir todo lo que les viene a la mente y no seguir acumulándolo, porque esos montones les torturan.
Cito a Bertrand Russell como un eslabón. Lo he llamado anillo sólo para poder continuar mi historia. El mismo Bertrand Russell, aunque vivió una larga vida, nunca llegó a saber qué era la vida. Pero a veces, las palabras de aquellos que no han conocido pueden ser usadas significativamente por aquellos que pueden ver. Ellos pueden colocar esas palabras en un contexto apropiado.
Podrías no haberte encontrado con esta cita porque aparece en un libro que no lee nadie. Ni siquiera te creerías que lo escribió Bertrand Russell. Es un libro de relatos cortos. Ha escrito cientos de libros, muchos muy conocidos, muy leídos y reconocidos, pero este libro se sale de lo común en el sentido de que es sólo una colección de historias cortas, y él era muy reacio a publicarlo. No era un autor de relatos cortos, y sus historias lo son, por supuesto de tercera clase, pero de vez en cuando en esas historias de tercera categoría uno se encuentra con una frase que sólo Bertrand Russell podría haber escrito. Esta cita es de ese libro.
Me gustan los cuentos, y todo esto empezó con mi Nani. A ella también le gustaban los cuentos. No es que saliera contarme cuentos; todo lo contrario, ella solía provocarme para que se los contara yo, todo tipo de historias y cotilleos. Me escuchaba tan atentamente que me convirtió en un narrador de cuentos. Sólo por ella encontraba algo interesante, porque se pasaba todo el día esperando para escuchar mi historia. Si no había podido encontrar nada, entonces me lo inventaba. Ella es responsable: todo el mérito o la culpa, como quieras llamarlo, le corresponde a ella. He inventado historias para contárselas para que no se sintiera contrariada, y te puedo asegurar que me convertí en un narrador de historias de éxito sólo debido a ella.
Comencé a ganar competiciones cuando sólo era un niño en la escuela primaria, y eso continuó así hasta el final, cuando dejé la universidad. Gané tantos premios, medallas, copas, escudos y qué se yo, que mi abuela se convirtió en una jovencita de nuevo. Siempre que traía a alguien para enseñarle mis premios y trofeos dejaba de ser una mujer mayor y se convertía en una joven otra vez. Su casa se convirtió casi en un museo porque le fui mandando mis premios. Hasta la escuela superior, por supuesto, vivía casi siempre en su casa. Solamente por cortesía solía visitar la casa de mis padres durante el día; pero la noche era para ella, porque era el momento de contar cuentos.
Todavía puedo verme junto a su cama, con ella escuchando muy atentamente lo que estaba diciendo. Ella absorbía cada palabra que yo pronunciaba como si fuera de un inmenso valor. Y se convertían en valiosas sólo porque ella las tomó en su interior con ese amor y respeto. Cuando llamaba a mi puerta sólo era un mendigo, pero cuando entraba en su casa ya no era la misma persona. En el momento que me llamaba, diciendo:
-¡Raja! Ahora cuéntame qué te ha pasado hoy; todo. Prométeme que no te vas a guardar nada en absoluto -el mendigo dejaba caer todo lo que le hacía parecer un mendigo; ahora era el rey. Cada día tenía que prometérselo, a pesar de que le contaba todo lo que había sucedido, ella insistía:
-Cuéntame algo más -o-: cuéntamelo otra vez.
Le dije muchas veces:
-Me vas a malcriar; ambos, tú y Shambhu Babu me estáis malcriando para siempre.
Y realmente hicieron bien su trabajo. Junté cientos de trofeos. No había ni una sola escuela superior en todo el estado en donde no hubiera hablado y ganado, excepto una. Sólo en una no había sido el ganador, y el motivo era simple. Todo el mundo estaba asombrado, incluso la chica que ganó, porque -me dijo- es imposible pensar que te pueda ganar.
Todo el hall -y debía de haber por lo menos dos mil estudiantes- se llenó con un gran murmullo, y todo el mundo estuvo diciendo que era injusto, incluso el director que estaba presidiendo la contienda. Perder esa copa se convirtió en algo muy significan te para mí; de hecho, si no la hubiera perdido, habría tenido un gran problema. De eso os hablaré cuando llegue el momento.
El director me llamó y me dijo:
-Lo siento, sin ninguna duda eres el ganador -y me dio su propio reloj diciendo-: esto es mucho más valioso que la copa que se le ha dado a esa joven.
Y realmente lo era. Era un reloj de oro. He recibido miles de relojes, pero nunca he recibido uno tan bonito; era realmente una obra maestra. Ese director estaba muy interesado en cosas raras, y su reloj era una pieza rara. Todavía lo estoy viendo.
He recibido muchos relojes, pero los he olvidado. Uno de eso relojes está comportándose de una manera extraña. Cuando lo necesito, se para. Todo el tiempo funciona perfectamente; sólo se para por la noche entre las tres y las cinco. ¿No es eso un comportamiento extraño? Porque es el único momento en el que a veces me despierto; es sólo una vieja costumbre. Lo he hecho durante tantos años que incluso si no me levanto tengo que dar una vuelta en la cama antes de volverme a dormir. Ése es el momento en el que tengo que mirar si realmente tengo que levantarme o puedo dormir un poco más, extrañamente, entonces es cuando se detiene el reloj.
Hoy se ha parado exactamente a las cuatro. Lo miré y me volví a dormir; las cuatro es demasiado pronto. Después de dormir durante por lo menos una hora, miré de nuevo el reloj: eran todavía las cuatro. Me dije a mí mismo:
-Genial, esta noche no se va a acabar nunca.
Me volví a dormir otra vez, sin pensar; ya me conocéis, no soy un pensador; sin pensar que se podría haber parado el reloj. Pensé:
-Esta noche parece ser la última. Puedo dormir para siempre. ¡Genial! ¡Fantástico! y me sentí tan bien porque nunca se iba a acabar, que otra vez me quedé dormido. Después de dos horas miré de nuevo el reloj, ¡y todavía eran las cuatro!
-¡Genial! -me dije-. No sólo la noche es larga, ¡sino que incluso el tiempo se ha parado!
El director me dio su reloj y me dijo: -Perdóname, porque sin duda eres el ganador, y debo decirte que el hombre que era el juez está enamorado de la joven que ganó el premio. Es tonto. Lo digo aunque sea uno de mis profesores y un colega. Ésta es la última gota. Lo voy a expulsar ahora mismo. Éste es el final de su trabajo en este colegio. Esto es demasiado. Yo estaba en la silla presidencial y se ha reído todo el auditorio. Parece que todo el mundo sabía que la joven ni siquiera era capaz de hablar, y creo que nadie excepto su amante, el profesor, ha podido entender lo que estaba diciendo. Pero tú sabes, el amor es ciego.
-Absolutamente correcto -le dije-, el amor es ciego. Pero ¿por qué has escogido a una persona ciega para ser el juez, especialmente cuando competía su amiga? Voy a exponer toda la situación.
Y la expuse en los periódicos, contándoles toda la historia, y creó realmente un gran problema para el pobre profesor, tanto que su historia de amor terminó. Perdió todo, su puesto, su reputación y la chica por cuyo amor había arriesgado todo, lo perdió todo. Todavía está vivo. Una vez, ya de viejo, me vino a ver y me confesó:
-Lo siento, realmente hice algo equivocado, pero nunca pensé que iba a pasar todo esto.
-Nadie sabe lo que una acción corriente va a traer al mundo -le dije-. Y no lo sientas por mí. Perdiste tu trabajo y a tu amada. ¿Qué es lo que perdí yo? Nada de nada, sólo un trofeo más, y tengo tantos que no me importa.
De hecho la casa de mi abuela se había convertido, poco a poco, en un museo para mis trofeos, copas y medallas. Pero ella estaba muy feliz, inmensamente feliz. Era una casa pequeña para estar repleta de toda esta basura, pero ella estaba feliz de que le siguiera mandando todos mis premios, desde el colegio y desde la universidad. Seguí mandándoselos sin parar, y cada año ganaba una docena de copas, bien por un debate en elocuencia o una competición contando cuentos.
Pero te diré una cosa: ambos, ella y Shambhu Babu me malcriaron por estar tan atentos. Me enseñaron, sin enseñarme, el arte de hablar. Cuando alguien te escucha tan atentamente, tú inmediatamente empiezas a decir algo que no habías planeado ni siquiera imaginado; simplemente fluye. Es como si la atención se volviera magnética y atrajera aquello que está oculto en ti.
Mi propia experiencia es que este mundo no se volverá un lugar hermoso para vivir a menos que todo el mundo aprenda a estar atento. En este momento nadie está atento. Incluso cuando la gente está mostrando que está escuchando; no está escuchando, está haciendo mil y una cosas. Son hipócritas, sólo aparentan…, pero no de la manera que un oyente atento debería hacerla, totalmente atento, únicamente atención y nada más, abierto. La atención es una cualidad femenina, y todo el mundo que conoce el arte de la atención, de estar atento, se vuelve de alguna manera muy femenino, muy frágil, suave; tan suave que lo podrías rascar sólo con tus uñas.
Mi Nani estaba todo el día esperando el momento en que regresaba a casa para contarle historias. Y te sorprenderá cómo, sin saberlo, me preparó para el trabajo que iba a hacer. Fue ella la primera que escuchó muchas de las historias que os he contado, Fue ella a quien le pude contar cualquier tontería sin ningún miedo.
La otra persona, Shambhu Babu, era totalmente diferente a mi Nani. Mi Nani era muy intuitiva, pero no intelectual. Shambhu Babu era también muy intuitivo, pero además era un intelectual. Era un intelectual de primera categoría. Me he encontrado con muchos intelectuales, algunos famosos y otros más famosos, pero ninguno de ellos se acercaba a Shambhu Babu. Él era realmente una gran síntesis, Assagioli hubiera amado a este hombre. Tenía intuición e intelecto, y no en pequeñas cantidades, sino a gran escala. Él también solía escucharme y esperaba todo el día a que terminara la escuela. Todos los días después del colegio era suyo.
En el momento que me dejaban salir de mi prisión, la escuela, iba primero a Shambhu Babu. Él tenía preparado té y algunos dulces que sabía me gustaban. Lo menciono, porque la gente rara vez piensa en el otro. Siempre hacía sus preparativos pensando en la otra persona. Nunca he visto a nadie preocuparse por los demás como lo hacía él. La mayoría de la gente, a pesar de que hacen preparativos para otros, en realidad, lo hacen de acuerdo a ellos mismos, forzando sus propios gustos sobre la otra persona.
Ése no era el estilo de Shambhu Babu. Su forma de pensar en el otro era una de las cosas que me gustaba y respetaba en él. Sólo compraba cosas después de preguntar a los tenderos qué solía comprar mi Nani. Me enteré de esto sólo después de que muriera. Entonces los tenderos y los fabricantes de dulces me dijeron:
-Shambhu Babu siempre solía hacer esta extraña pregunta: «¿Qué es lo que te compra esa anciana mujer, que vive sola junto al río?» Nunca supimos por qué lo preguntaba, pero ahora lo sabemos: estaba preguntando sobre tus gustos.
Me maravillaba que siempre tuviese listas las cosas que más me gustaban. Era un hombre de leyes; por eso, naturalmente, siempre encontró la manera. Iba corriendo desde la escuela hasta su casa, me tomaba el té Y los dulces que él había comprado; entonces, ya me estaba esperando. Incluso antes de que hubiera acabado, él ya estaba preparado para escuchar lo que tuviera que contarle. Me decía:
-Cuéntame lo que te guste. No me importa lo que digas, sino que seas tú el que lo diga.
Su énfasis era muy claro. Me dejaba totalmente libre sin, ni siquiera, marcar un tema sobre el que hablar, libre para decir todo lo que quisiera. Siempre añadía:
-Si quieres permanecer en silencio, puedes hacerla. Escucharé tu silencio, y de vez en cuando podría suceder que no dijera ni una sola palabra. No había nada que decir. Y cuando cerraba los ojos, él también cerraba los suyos, y nos sentábamos como los cuáqueros, en silencio. Sucedió muchas veces, día tras día, en los que bien hablaba o nos quedábamos en silencio. Una vez le dije:
-Shambhu Babu, parece un poco extraño que estés escuchando a un niño. Sería más apropiado que hablarás tú y que yo escuchara.
Él se rió y dijo:
-Es imposible. Yo a ti no te puedo decir nada, y no diré nunca nada, por la sencilla razón de que no sé. Y te estoy agradecido por hacerme consciente de mi ignorancia.
Esas dos personas me dieron tanta atención, que en mi primera infancia me hice consciente del hecho -sobre el que los psicólogos sólo han empezado a hablar ahora- que la atención es una tipo de comida, de alimento. Un niño puede estar perfectamente cuidado, pero si no se le presta ninguna atención puede ser que no sobreviva. Parece ser que la atención es uno de los ingredientes más importantes en nuestra alimentación.
He sido afortunado en ese aspecto. Mi Nani y Shambhu Babu comenzaron a hacer rodar la bola, ha estado rodando y ha ido reuniendo cada vez más volumen. Sin haber aprendido nunca a hablar, me convertí en un orador. Todavía no sé hablar y me han escuchado miles de personas, sin saber siquiera cómo empezar. ¿Puedes ver la parte divertida de esto? He debido hablar más que cualquier otro hombre en toda la historia, a pesar de que sólo tengo cincuenta y un años.
Empecé a hablar muy temprano; de todos modos, no era en absoluto lo que vosotros llamáis, en el mundo occidental, un orador. No era un orador de los que dicen «Señoras y señores» y toda esa tontería, cosas prestadas y no experimentadas. No era un orador en ese sentido, pero hablé con mi corazón inflamado, encendido. No hablaba como si fuese un arte sino como mi verdadera vida. Y desde los primeros días de escuela reconocieron, no sólo uno sino muchos, que mi charla parecía salir del corazón, que no estaba tratando de repetir algo que había preparado como un loro. Ahí mismo y en ese momento estaba haciendo algo espontáneo.
El nombre del director que me dio su reloj e hizo salir todo este problema a colación para vosotros era B. S. Audholia. Espero que todavía esté vivo. Por lo que yo sé, todavía lo está, y sé lo suficiente. No espero cuando no existen esperanzas; cuando espero algo, significa que es de ese modo.
-Lo siento -me dijo esa noche, y realmente lo sentía; expulsó al profesor de su puesto. B. S. Audholia también me dijo que siempre que necesitara cualquier cosa sólo tenía que decírselo, y si estaba de algún modo dentro de sus capacidades, él lo haría. Más adelante, siempre que necesité algo solamente le tenía que mandar una nota y él lo conseguía. Nunca me preguntó el porqué.
Una vez se lo pregunté yo mismo: ¿Por qué nunca me preguntas para qué lo necesito? -Te conozco -me dijo-: si lo has pedido, mi pregunta sería una tontería. Podrías dar muchas razones, incluso, aunque no lo necesitaras. Una, cosa más -me dijo-; si lo has pedido es casi imposible pensar que lo hayas pedido, a menos que realmente lo necesitaras. Te conozco, y conocerte es suficiente para darme todas las razones que necesito.
Le miré. No me esperaba que el director de un colegio tan famoso pudiera ser tan comprensivo. Él se rió y dijo:
-Sólo es una coincidencia que sea el director; de hecho, no debería serlo. Fue una equivocación por parte de los gobernantes.
No había pedido tanto, pero él había debido de leerlo en mi cara. A partir de ese día comencé a dejarme crecer la barba. Detrás de una barba no se puede leer tanto. Es peligroso cuando se pueden leer las cosas con tanta facilidad. Hace falta inventar algo para no ser igual que un periódico.
Seis meses más tarde, cuando nos vimos de nuevo, me dijo:
-¿Por qué te has dejado crecer la barba?
Él se rió y dijo:
-No puedes ocultarte, está en tus ojos. Si de verdad quieres ocultarte, ¿por qué no empiezas a llevar gafas de sol?
-No puedo llevar gafas de sol -le dije-, por la sencilla razón de que no puedo crear una barrera entre mis ojos y la existencia. Ése es el único puente donde nos encontramos, no hay otro.
Por eso, todo el mundo y en todas partes le tiene simpatía a un ciego. Es un hombre que no tiene un puente; ha perdido el contacto. Ahora, los investigadores dicen que el ochenta por ciento de nuestro contacto con la existencia es a través de los ojos. Quizá están en lo cierto, quizá es más de lo que piensan, pero un ochenta por ciento por lo menos. En última instancia, se podría probar que es mucho más, quizá el noventa por ciento o incluso el noventa y nueve. El ojo es el hombre.
El Buda no puede tener los mismos ojos que Adolf Hitler…, ¿o crees que si puede? Olvídate de los dos; no son contemporáneos. Jesús y Judas eran contemporáneos, y no sólo contemporáneos, sino maestro y discípulo. De todos modos, no puedo decir que tengan los mismos ojos, la misma cualidad. Judas debe de haber tenido unos ojos muy astutos, judíos de verdad. Jesús debe de haber tenido los ojos de un niño; a pesar de que físicamente ya no era un niño, pero psicológicamente lo era. Murió en la cruz como si estuviera en un útero, todavía en el vientre, tan nuevo como si la flor nunca se hubiese abierto sino permanecido como un capullo. Nunca conoció la fealdad que existe en todos lados. Jesús y Judas vivieron juntos, caminaron juntos, pero creo que Judas nunca miró a Jesús a los ojos; si no, las cosas habrían sido diferentes.
Si Judas hubiese reunido el coraje suficiente para mirar a Jesús a los ojos no habría habido crucifixión ni cruztianismo, quiero decir cristianismo. Ése es mi nombre para cristiandad. Judas era astuto.
Jesús era tan simple que le podrías llamar «el loco». Eso es lo que Fedor Dostoievski dijo en una de sus novelas más creativas, El idiota.
A pesar de que no fue escrita para o acerca de Jesús, Dostoevski estaba tan lleno del espíritu de Jesús que de alguna manera aparece. El personaje más importante de la novela, El idiota, no es otro que Jesús. No se le menciona, no puedes hallar ninguna referencia a él, ni ningún parecido, pero si lo lees, algo comenzará a resonar en tu corazón y estarás de acuerdo conmigo. Será un acuerdo no a través de la cabeza; será un acuerdo más profundo de lo que la imaginación puede calar, en el mismo latir de tu corazón, un acuerdo verdadero.