Indígena chiapaneco salva su vida al operarse él mismo

Indígena chiapaneco salva su vida al operarse él mismo
Enviado por MEDICO el 17/1/2005 18:11:46 (1125 Lecturas)

(MEXICO.TK) .- Un hecho excepcional protagonizó un indígena de Chiapas al practicarse el solo una operación sin conocimientos médicos, sin anestesia ni instrumental, utilizando solamente una jeringuilla, la que le permitió sacar de su cuerpo el líquido acumulado que le impedía respirar y amenazaba con causarle la muerte.

Pedro López de la Cruz, de 39 años, originario de la comunidad Majomut en el municipio de Chenalhó, en Chiapas, quien padece desde hace un año cirrosis hepática crónica, sintió una extraordinaria presión por acumulación de agua en el corazón y los pulmones, lo que le impedía respirar.

El enfermo, al sentirse desfallecer, tomó la decisión de realizarse él solo una punción en su casa sin más ayuda que una jeringuilla y un pequeño tubo…………

….tubo con los que drenó tres litros de agua. al sentirse mejor, logró pedir ayuda para ser trasladado al hospital de San Cristóbal de las Casas, donde permanece en observación atendido por especialistas.

La operación fue considerada por un grupo de médicos del hospital de San Cristóbal de las Casas como un caso único del cual no se tiene registro en México hasta la fecha, destacan sobre todo la circunstancia de que un indígena sin conocimientos de medicina hiciera una incisión casi perfecta sin que dañara sus órganos vitales.

El indígena denunció desde el hospital donde se encuentra que en Majomut, como en otras muchas comunidades del estado de Chiapas, los enfermos se mueren porque no hay clínicas, médicos, ni medicinas.

MEDICINA TRADICIONAL DE LA COMUNIDAD DE SANTA MARIA TLAHUITOLTEPEC

MEDICINA TRADICIONAL DE LA COMUNIDAD DE SANTA MARIA TLAHUITOLTEPEC
ANTECEDENTES
La medicina tuvo su esplendor, es decir se practicaba y se sabia mucho antes de la llegada de los españoles a América que trajeron el inicio que ahora llamamos medicina moderna. Por el proceso propio de la conquista dominación se consideró la Medicina Indígena como una medicina de brujos. Se quemaron códices con conocimientos acumulados durante siglos. Muchos médicos indígenas fueron muertos por la inquisición al seguir curando, pero a pesar de todo siguieron con su trabajo. De la independencia ala reforma y de la revolución hasta mediados de nuestro siglo, las boticas, farmacias y pequeños laboratorios fueron ganando caminos nutridas por la medicina que tradicionalmente practicaban en el campo ,sin dar reconocimiento a los indígenas, verdaderos descubridores y practicantes de ella. A pesar de esto, los médicos indígenas continuaban ofreciendo sus conocimientos y servicios a su pueblo de acuerdo con sus costumbres.
TIPOS DE MEDICOS TRADICIONALES
El curador espiritista es un ejemplo clásico de la combinación de facultades terapéuticas. Para el prácticamente no hay imposibles: hace limpias, administra medicamentos de la farmacopea química, “chupa” enfermedades, adivina, hechiza, Deshace conjuros, según sea el caso a tratar. Entre los especialistas del curanderismo popular, quienes tienen un campo bien definido son los hueseros, culebreros, y comadronas; estos, aun conociendo otras técnicas terapéuticas sólo utilizan los conocimientos relativos a su especialidad. Cabe aclarar que difícilmente, por no decir nunca, se confiesan hechiceros; si admiten la existencia de estos profesionales, siempre son del pueblo vecino “Argumentando que ellos trabajan limpio”.
LOS LIMPIADORES(IXPË PUXUJPË)
Eliminan el desequilibrio emocional del cuerpo y lo colman de venturas, sus servicios son utilizados para reintegrar al cuerpo y alma perdida en sustos, prevenir y curar el mal de ojo y dirigir diversas ceremonias religiosas como, por ejemplo, el sacrificio del corte de la lengua para ofrendar sangre humana a la tierra. Para las ceremonias utilizan un lenguaje especializado en un mixe clásico, que solo ellos manejan y conocen; idioma reverencial, muy poético y metafórico, de difícil traducción al castellano e incomprensible para las generaciones jóvenes, pues es un lenguaje de respeto, dedicado alas deidades. El limpiador presta ademas sus servicios para sanar el ambiente antes y después de que se realice una construcción importante, como casas, caminos u otras obras. Su funcion es, en cierto sentido, profiláctica.
LOS HIERBEROS (UJTS NËË TSËYPË)
Conocen las propiedades curativas no solo de las plantas, sino tambien de animales y minerales. Algunas veces preparan ellos mismos sus medicamentos. Sus servicios son requeridos para sanar transtornos provocados por ingerir alimentos demasiado 2frios” o “calientes” , que induzcan apadecimientos, como “empacho”, diarreas, dolores estomacales, “aventazon” y otras enfermedades del aparato digestivo. Las curaciones son celebradas con cantos, rezos pasesy otros ritos auxiliares propios de cada ceremonia curativa; desde luego, las plantas se utilizan deacuerdo con el padecimiento a tratar.
LOS SOBADORES ( JA´XPË)
Atienden divesos malestares corporales,principalmente musculares,con ayuda de pomadas elaboradas po ellos mismos, con los sebos ( grasas ) de divesos animales o bien, con productos comerciales; atienden casos como reuma, ( pojo ) calambres ( tsuko ), luxaciones ( kajo ), dolores del cuello ( yo´ok pä´äm), hernias(puy gixpo),varices (emy gyomb), “caida de matriz” (ajood) y otros , como el acomodamiento del feto en el vientre materno.
LOS HUESEROS (PÄJK OYËPË)
Se dedican al cuidado de huesos rotos, asi como de diversas luxaciones. Generalmente tiene un amplio conocimiento sobre las hierbas medicinales, recurso importante para este tipo de tratamientos.
< LOS CHUPADORES (MU´KPË) Se dedican a quitar del organismo humano cuerpos extraños introducidos mediante acciones maléficas. La técnica que utilizan para la extraccion del agente interno que causa el mal es la succion, la que se hace en el lugar de la dolencia; po este medio, extraen gusanos, astillas, huesos, cabellos y demas guijarros. Vale la pena anotar que el chupador, cada vez que la practica de succion, se lava la boca con mezcal; en el transcurso de la ceremonia curativa, ademas, ingiere siempre grandes cantidades de alcohol. LAS COMADRONAS (U´UN IXPO) Es el campo mejor delimitado y quizás el mas complejo dentro del curanderismo popular,por la cantidad de ritos que sellevan acabo antes y despues del parto. Es ejercido tanto por hombres (parteros) , como por mujeres (parteras o comadronas) en piedra blanca, guichicovi, una comunidad mixe-zapoteca se registro el caso de un señor que ha ejercido esta especialidad por mas de cincuenta años; sin embargo, son las mujeres quienes las mayorias de las veces, ejercen esta labor. Las comadronas asisten ala madre desde los primeros meses de embarazo, durante el nacimiento, el alumbramiento y en el transcurso de diversas ceremonias despúes de nacido el niño. Su fama está regida por el numero de alumbramientos atendidos; lo cual equivale a una amplia experiencia. LOS CULEBREROS (TSÄNY TSOYPË) Son los dedicados a curar picaduras y mordeduras de animales ponzoñosos; guardan secretos curativos muy celosamente. Los culebreros, aunque tambien llegan a aplicar la tecnica de succion,no dben confundirse con los “chupadores”, ya que tienen campos de accion bien definidos y diferenciados: los primeros extraen la ponzoña o el veneno por picaduira de un animal; los segundos curan las consecuencias de maleficios originados por brujeria. Una vez terminado el tratamiento, el culebrero ejecuta algunas ceremonias para evitar que el paciente vuelva aser atacado por un animal ponzoñoso. La base magica en la que actua parte de tres principios declarativos que pacta con la vibora: 1.-yo no te temo 2.-tu no me muerdes 3.-yo no te mato ADIVINOS Y PROFETAS (XE YAJPË) El profeta o adivinoes con quien los mixes consultan no solo problema sde salud, si no tambien de la vida futura o pasada. Es el quien diagnostica la causa de una enfermedad grave y la forma de remediarla. Muchas veces se cocreta a diagnosticar y envia al paciente con el especialista que corresponda. Este especialista mantiene el maximo lugar en la jerarquia terapeutica,asi como es la escala social de los pueblos mixes. Susu servicios tambien son utilizados frecuentemente para adivinar el paradero de los objetos perdidos o el autor de una maldad originando con esto un proceso de lucha que se da algunas veces, en el campo de brujeria. LOS HECHICEROS( AXOK TUMBO) LOS ESPIRITISTAS (O ‘ KPO KAPXPO) Tienen la propiedad de comunicarse con los espíritus directamente o con la ayuda de un médium. En el segundo caso, el médium “presta” su cuerpo para que se posesione de él el espíritu de una persona ya difunta, principalmente de alguien que se dedicaba a curar, tanto en el curanderismo Popular, como en la medicina moderna. Se trata de alguien que, en calidad de espíritu, le “ayuda” a realizar todo tipo de curación, desde hacer una limpia y adivinar, hasta recetar y administrar medicamentos de patente. Esta categoría en el curanderismo popular mixe es relativamente nueva: quienes la practican son muy tímidos y respetados, pues tienen la particularidad de hacer tanto el bien, como el mal. El respeto y temor de que son objeto se originan por la creencia de que los espiritistas tienen la propiedad de comunicarse con los espíritus de individuos ya muertos, situación fuera de lo normal y que los coloca en ventaja sobre los demás especialistas, con la excepción del profeta o adivino.

LA MEDICINA TRADICIONAL, PARTE DE LA IDENTIDAD CULTURAL DE MÉXICO

Fundamental el uso y cuidado del ecosistema
LA MEDICINA TRADICIONAL, PARTE DE LA IDENTIDAD CULTURAL DE MÉXICO

Susana Camacho

Tuxtla Gutiérrez, Chis., 13 de abril.- En Chiapas, cuya población es mayoritariamente indígena, las prácticas curativas populares constituyen con frecuencia la única opción de atención a la salud. Los médicos tradicionales han logrado conformar organizaciones propias que generan nuevas formas de relación con la práctica médica alópata, de igual manera este recurso tradicional milenario sirve como alternativa y apoyo a la atención primaria extendiendo la cobertura del sistema estatal de salud. Rescatar, revalorizar y promover la conservación de sus costumbres y tradiciones en el aspecto de salud a través de la medicina tradicional son acciones fundamentales que darán la pauta para determinar proyectos para el uso y cuidado del ecosistema en lo futuro.

En la región económica Fronteriza de la entidad, en la localidad de Tziscao —municipio de La Trinitaria— se formó hace 8 años el grupo Médicos Tradicionales Indígenas de Chiapas, el cual se encuentra integrado por 20 personas entre las que se encuentran curanderos, parteras, hierberos y hueseros. Tziscao está ubicado dentro de la reserva ecológica de los Lagos de Montebello por lo que en este ecosistema se puede apreciar una gran variedad de plantas y árboles los cuales son utilizados para la medicina tradicional.

En 1999, el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) benefició a estos médicos tradicionales con el proyecto Conservación de la Medicina Natural. En entrevista, Serapio Rivera Hernández, hierbero y responsable del proyecto, señaló que “hace unos años los médicos tradicionales nos dimos cuenta que era muy importante reunirnos periódicamente con la finalidad de fortalecer nuestros conocimientos, ya que en estas reuniones cada médico, con su especialidad, participaba con el objeto de intercambiar experiencias. Como consecuencia de estas reuniones surgió la idea de unirnos para formar un grupo y de invitar a otras personas que tienen conocimientos ancestrales de la medicina.

“Por tal razón ahora trabajamos unidos y contamos con un huerto de 40 x 50 mts con 300 diferentes plantas medicinales, todas de la región, no estamos legalmente constituidos ya que no contamos con recursos económicos para realizar los trámites correspondientes, pero nuestra comunidad tiene conocimiento de ello y nos han donado el terreno para la creación del huerto.

“Los conocimientos de estos médicos tradicionales son herencia de ancianos y sabios de la propia comunidad. Para poder curar a un enfermo el médico tiene que encomendarse a Dios para que su trabajo salga bien sin importar la fe del enfermo; de cualquier manera la medicina es buena y tiene que curar. Además de atender a las personas de la región también brinda sus servicios a extranjeros provenientes del país vecino, Guatemala”, explicó Rivera Hernández.

Estos médicos están seguros de curar el cáncer con la planta que en lengua indígena chuj y kanjobal se le conoce como “ocht ‘e” o “hierba del cáncer”, y el ataque epiléptico con la infusión de 32 hojas de piña tomadas durante un mes.

Con los apoyos proporcionados por el PACMyC el grupo pretende incrementar el número de plantas con las que cuenta actualmente el huerto (algunas de ellas serán recolectadas en Guatemala), impartir cursos de capacitación con el propósito de conservar esta antigua sabiduría y elevar el nivel de vida de la comunidad, así como transformar las plantas en jabón, crema, jarabe y pomada ya que de esta manera tendrá mejor aceptación en el mercado.

En la ciudad de San Cristóbal de las Casas —perteneciente a la región económica Altos— se formó en 1985 la Organización de Médicos Indígenas del Estado de Chiapas (OMIECH), la cual se fundamenta en la decisión de los médicos indígenas de tener una organización que pugne por la conservación, desarrollo y reconocimiento de su medicina y su cultura en general. Más que un programa de medicina tradicional, la OMIECH pretende ser un espacio creado y dirigido por los indígenas en donde se puedan discutir y buscar soluciones a los problemas que actualmente vive la medicina tradicional y, en general, la salud de los pobladores de la región. Esta asociación civil está compuesta por médicos indígenas provenientes de tres grupos étnicos: tzotzil, tzeltal y tojolabal, y cubre tres regiones del estado: Altos, Norte y Selva. Dentro del trabajo cultural que han desarrollado encontramos: talleres y capacitación en herbolaria, preparados medicinales, cuidados del recién nacido y mujeres embarazadas, la creación de un Museo de la Medicina Maya, un herbario fotográfico ambulante, así como la publicación de libros, trípticos, folletos y videos sobre los aspectos fundamentales de la medicina tradicional maya.

El Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) brindó apoyos a esta organización a través del proyecto presentado en 1999 denominado Intercambio y Rescate en Medicina Tradicional, el cual tiene como objetivo fundamental intercambiar conocimientos sobre herbolaria médica entre médicos indígenas de la OMIECH y lacandones de la comunidad de Najá. Como responsable del proyecto, Antonio Pérez Méndez explicó que “debido a que los médicos tradicionales socios de la OMIECh que habitan en zonas de tierra caliente son nativos de tierra fría y poseen conocimientos de plantas medicinales de esta zona, su dependencia hacia la vegetación medicinal de tierra fría los ha limitado en su atención a pacientes de su zona al emplear nuevas plantas medicinales propias de la selva; entonces viendo que los lacandones poseen un extenso conocimiento de herbolaria medicinal del bosque tropical (selva) y están dispuestos a compartirlo con organizaciones como la nuestra, decidimos elaborar este proyecto”.

Finalmente la región económica Selva no es la excepción en cuanto al trabajo de medicina tradicional, ahí un grupo de médicos tzeltales del paraje Iwiltic —municipio de San Juan Cancuc— reconoció que esta medicina forma parte de su identidad cultural por lo que decidió unirse hace seis años; está integrado por 18 personas que tienen diversas especialidades como: hierberos, rezanderos, pulsadores, hueseros y parteros, los cuales participan directamente para velar la salud no sólo de los habitantes de la comunidad sino que también los visitan enfermos de otros municipios como Pantelhó y Chilón.

La finalidad principal de la propuesta presentada al PACMyC en 1999, a través del proyecto Establecimiento de Huerto para Plantas Medicinales, es la creación de un huerto con plantas medicinales en la comunidad Iwiltic, ya que cada vez que los médicos atienden a los pacientes tienen que desplazarse largas distancias para buscar las plantas que utilizan, y muchas veces no es fácil encontrarlas, lo cual tiene como consecuencia que no se atienda a tiempo a los pacientes.

Con los apoyos del PACMyC se planea contar con un huerto de 400 metros en donde se encontraran 120 variedades de plantas como: panayet wamal (paludismo y fiebre), chij wamal (picaduras de víboras), may (dolor de estómago, cabeza y muela), ch’ oliw nich wamal (heridas, granos).

Finalmente, Mariano Guzmán Hernández, responsable del proyecto, dijo que “esta propuesta obedece a una necesidad de la comunidad y otros municipios circunvecinos ya que no existe un centro médico cercano y cuando la gente se enferma se tiene que desplazar hasta San Cristóbal de las Casas lo que genera gastos que no podemos sufragar. Nuestra medicina tradicional paulatinamente se deja de practicar por las influencias culturales ajenas a nuestra realidad; ante esta situación, consideramos importante mejorar nuestras prácticas curativas ya que juegan un papel muy importante para el bienestar de los habitantes de la comunidad”.

medicina natural rarámuri

Verónica Bustillos García, premio Nacional de la Juventud Indígena
Piden el reconocimiento como sistema de salud para la medicina natural rarámuri

NOTIMEX

A pesar de su milenaria tradición y probada eficacia, la medicina natural de la Sierra Tarahumara sigue siendo víctima del saqueo de sus técnicas y conocimientos, afirmó Verónica Bustillos García, premio Nacional de la Juventud Indígena en Medicina Tradicional 2003.

Entrevistada luego de ofrecer la conferencia La etnomedicina rarámuri; el vínculo entre el espíritu y la salud, señaló que, además, esta práctica también sufre de la falta de reconocimiento como sistema de salud de los pueblos indígenas a los que beneficia.

La médica de 28 años consideró que esta práctica, heredada por generaciones, sigue sin recibir el valor que le corresponde como elemento de los pueblos raramuri que la siguen utilizando, ante la imposibilidad de consultar médicos de “bata blanca”, como los llamó.

Actualmente, dijo, “requerimos que no trasladen las plantas (medicinales) fuera de la Sierra (Tarahumara) y sólo los habitantes de ésta puedan darles utilidad”, pues este problema acaba con plantas como los arbustos conocidos como yerba del indio y chuchupate.

Estas yerbas, señaló, son utilizadas por los médicos tradicionales en el tratamiento de infecciones, heridas, cáncer y gangrena por medio de infusiones, polvos y jarabes, y comentó que ya ha expresado esta preocupación a legisladores, a quienes ha sugerido castigo a quienes saqueen las plantas.

Además, señaló, “seguimos requiriendo apoyo para la construcción de una clínica albergue”, administrada por ellos mismos, y para la cual se cuenta con un terreno ubicado en el municipio de Guachochi, Chihuahua y el permiso para construir.

Sin embargo, dijo, los trabajos permanecen en el olvido y no “ha habido respuesta para apoyar el término de las obras”.

Según datos de la organización Desarrollo Sustentable de la Mujer, Grandeza Raramuri, que preside Magdalena Fierro, actualmente hay en la Sierra Tarahumara alrededor de 200 médicos tradicionales que aún sufren discriminación y humillación de diversos sectores que les siguen viendo como “charlatanes o brujos”.

Caracterizada por su “fuerza espiritual”, la medicina tradicional raramuri, dijo Fierro, es una opción para muchos indígenas serranos que no tienen acceso a los servicios públicos de salud. Médicos naturales como Verónica Bustillos y su madre Antonia García Díaz, presidente del Grupo de Médicos de la Alta Tarahumara, ofrecen alternativas eficaces de salud a cambio de un pago “casi simbólico”, que puede ser desde una gallina a semillas o unos cuantos pesos.

Al respecto, Antonia García explicó que “nací con el don” y en la actualidad atiende, junto con su hija, de 800 a dos mil pacientes al año, provenientes de distintos estados del país, pero sobre todo de la Sierra Tarahumara.

Enfermedades como bronquitis, sordera, falta de vista, cáncer, problemas digestivos y la caída de pelo son tratados por la médica tradicional por medio de sus técnicas, en las que se mezclan el conocimiento de una técnica milenaria con la cosmogonía indígena.

Así, Antonia García señaló que se puede curar por medio de los sueños, viendo a la persona, con limpias de huevo, el tesgüino o la técnica de las tres cruces, que consiste en un rito en el que se utiliza un preparado con base en maíz molido y cocido que se unta por el cuerpo del paciente.

Integrantes de comunidades rarámuri de la Sierra Tarahumara se reúnen en esta ciudad para participar en la jornada cultural Una mirada al mundo rarámuri, que concluirá el viernes 25 de febrero, en la Cámara de Diputados, donde además ofrecen sus servicios de consulta.

En los próximos meses, informó Magdalena Fierro, Grandeza rarámuri comenzará su quinta caravana de apoyo a la Sierra Tarahumara, a la que se puede apoyar con donaciones en efectivo y especie, a fin de asistir a 23 comunidades del municipio de Morelos, en Chihuahua.

Medicina Folclórica

Medicina Folclórica

Tal como lo destaca José A. Mainetti, la medicina “nativa”…… pertenece a una rama importante de la Antropología Cultural. Por su parte, la excelencia en el crecimiento de la medicina científica excediendo por momentos el límite de lo esperado y alejándola de una ética formal, obliga por cierto a reformular sus objetivos y alcances con el claro fin de propender a la salud humana a expensas de una práctica médica integradora y humanista. Al respecto, es oportuno rescatar el criterioso pensamiento del Dr. H. T. Mahler, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) quien allá por el año 1974, destacó que los graves y crecientes problemas sanitarios que enfrenta la Humanidad obliga al uso de todos los recursos posibles, hasta de los mismos curanderos. De hecho su propuesta alentó sin ambages la necesidad de reducir la distancia entre la medicina científica y cualquier otra práctica terapéutica que tienda a mejorar la enfermedad y sostener el nivel de la salud de la población.

Un hecho que entroniza a la medicina popular noroestina es su accidentado ecosistema geográfico, situación que influyó notablemente en el mantenimiento de rasgos pre científicos de una medicina popular genuina que, en algunas regiones tales como la puna, han permitido sobrevivir a las primitivas prácticas indígenas de la región andina.

El arquetipo nosológico que caracteriza el folclore médico del noroeste argentino reúne, según Mainetti, dos pensamientos místico – patológicos: la intrusión de cuerpo extraño y el robo del alma, donde este último estado ya revela la temerosa actitud ante la imprevisible y sobrenatural, pero que conforman aún la vigencia de una medicina popular arraigada en el “pasado indígena de América” (Homero Palma) pero con el aporte cultural de la civilización hispánica. En otras palabras, así como sucede en otras medicinas populares de América, las influencias culturales desarrolladas en el ámbito noroestino y particularmente en la puna invistieron también a esta región de la práctica de un folclore fuertemente impregnado de una cosmovisión espiritual de la vida.

Muchas de las formas ideológicas son todavía difíciles de precisar en sus orígenes. Así, por ejemplo, la idea de “cálido” y “fresco” tendría su origen en una filosofía templaria cuya práctica se remontaría a períodos anteriores a la conquista española y ya vigentes en antiquísimas culturas africanas (Jelliffe y Bennett [ Read, 1968: 46 ] ). Tal como lo expresa Homero Palma “la idea de cálido y fresco se halla también integrada con los valores esenciales de las formas patológicas y terapéuticas…” “…que hace difícil, sino imposible, admitir su origen hipocrático por conducto de la conquista hispánica”.

Otro tanto puede decirse de la antiquísima idea del “susto” que identificó al folclore egipcio en la denominada “copa del temor”, recipiente de cobre dúctilmente decorado en el cual tomaban agua los campesinos para disipar el citado mal (Read, 1968).

Con respecto a la hipótesis del “cuerpo extraño” se acepta también su origen cultural muy antígeno (paleolítica?) y que a través de su dispersión fue alcanzando remotas regiones de América.

No puede negarse, sin embargo, la influencia colonialista sobre ciertas creencias tales como el “mal de ojo” que, a pesar de sus controversias entorno a su verdadero origen, sigue asociándoselo con la idea de envidia, defecto que ya en el viejo mundo se lo vinculaba al referido mal.

Un interesante y genuino culto folclórico noroestino es el “exvoto” a la Pachamama (diosa ectónica de los Andes meridionales y centrales), que consiste en la actitud de ofrendarle objetos diversos (corazones vivos de animales, placentas humanas, alcohol, hojas de coca, etc.) para restablecer la salud u obtener la gracia del perdón. En este sentido el exvoto representa el voto de gratitud hacia el dios de la tierra (Pachamama).

Resulta atinado destacar que la folk-medicina no solo le aporta a la medicina antropológica sino que mantiene todavía un lugar merecido en el ejercicio de la medicina sanitaria contemporánea.

En otros términos, la etnomedicina garantiza, con su presencia folclórica, el éxito de cualquier emprendimiento de salud de la región. En este sentido puede afirmarse que en el noroeste (sobre todo en la región puneña) la medicina folk mantiene insita la “idea” de cultura folk (Redfiel, 1930, 1947). Es así como en el caso particular del habitante de la puna, este hecho testimonia el persistente arraigo de estas creencias a lo largo de la historia.

Por otra parte, con sentido crítico debe admitirse que el raudal de principios terapéuticos con que cuenta la medicina popular carece de los atributos que ofrece la medicina clásica y, por ende, no alcanza a promover una acción terapéutica eficaz.

Sin embargo, pueden rescatarse ciertas virtudes terapéuticas en la farmacopea herborística, tan difundida en la cultura aborigen prehispánica y, como muy bien apunta Piovesan (1959), ha sabido resistir la prueba del tiempo, “a despecho mismo de los ataques de los médicos y demás profesionales” y termina diciendo este autor: “…e indica que la medicina folk no es un conjunto bizarro de creencias y supersticiones, sino, sobre todo, un cuerpo consistente de conocimientos, de gran vitalidad y bien integrados”. A pesar de esta singular expresión de Piovesan, no debe soslayarse la crucial diferencia del concepto de la enfermedad en la ambiencia folk en relación con la definida por la ciencia médica. Y esta reflexión pesa pues la mayoría de las veces la medicina popular no alcanza a explicación el origen de la enfermedad

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA ENFERMEDAD, EL PACIENTE Y EL SANADOR, EN EL ECOSISTEMA DEL NOROESTE ARGENTINO

Resulta comprensible que en aquellas regiones del NOA poco menos que ignotas y por naturaleza huérfanas de recursos pero impregnadas de importante prosapia indígena, se mantenga una forma de curar en la magia y el empirismo. Es así como en el escenario principal de la medicina mágica se identifica al hechicero (curador actual) como protagonista y figura principal, cuyo poder ilimitado y sobrehumano se trasunta en la grandilocuencia de sus actos y de sus palabras. Personalidad ella que emula una actitud omnipotente y rayana con lo sobrenatural.

Las actitudes compulsivas y reiterativas de los curadores actuales prolongan en el tiempo las antiguas prácticas de los hechiceros indígenas, genuinos hacedores de la medicina popular que hoy todavía remane en el Noroeste Argentino.

Importa señalar la cabal diferencia entre la actitud poco menos que coercitiva empleada por el curador, quien apela a ocultos poderes naturales (negados al hombre común) y aquella empleada por el devoto que reza a su dios pero a expensas de una disposición suplicante y de reverencia.

Cabe señalar que la medicina popular no logra comprender el origen de la enfermedad a través de causas naturales. Entonces opta por explicar su génesis a través de la participación de espíritus, buenos y también malvados, que pueblan los reinos vegetal, animal y mineral. Es así como la narrativa folclórica de la región cuenta con elocuentes ejemplos de procedimientos curadores. He aquí algunos de ellos: …aquel que refiere el paisano de la montaña cuando “se siente agarrado a la tierra”, aludiendo al suelo inerte que corporizado en la silueta de un espíritu malo le arrebata el alma y dejándolo sin fuerzas, desanimado y con su cuerpo dolorido; sintomatología que en algunas circunstancias puede evidenciar un compromiso neurológico de difícil encuadre. Aquí, la tarea del curador (auténtico simulacro hechicero) consiste en influir sobre el espíritu, manipulándolo como si se tratara del propio enfermo para lograr, finalmente, apaciguarlo y someterlo, devolviendo al paisano su estado de salud. Se comprende, así, la actitud mística de ofrecer a la Pachamama (diosa tierra) ofrendas (alimentos, objetos diversos, bebidas, etc.) y plegarias. Estos ofrecimientos a la Pachamama, que equivaldrían al acto de dar de comer a la tierra, se identifican con el término de “corpachar”, del quechua “Korpatjay”, que significa hospedar (Pérez De Nucci); dramatización en la cual participa tanto el curador como el propio habitante de la comunidad. Se configura de esa manera un escenario convincente para sosegar a la deidad ofendida.

Existen casos donde el componente mágico brinda un ponderable beneficio curador. Es en aquellos fuertemente impresionables en los cuales la variada y conocida gama de la farmacopea indígena (sobre todo herborística) es reemplazada por el uso de elementos inertes y sin propiedades farmacológicas reconocidas, pero que poseen alguna semejanza. Se citan así: en los casos de hemorragias el uso de piedras de color rojo; o bien, frente a la ictericia, las flores amarillas.

Otro ejemplo interesante extraído de la medicina popular del Noroeste Argentino se identifica en la llamada magia por contacto donde por ejemplo la actitud de hacer el mal, reservado a individuos con poderes especiales para hacer efectivo el maleficio recurriendo a objetos (prendas íntimas, cabellos, etc.) que pertenecen o han estado en contacto íntimo con el sujeto al cual se lo quiere enfermar.

También el tabú (voz de la polinesia que significa prohibición) ocupa un lugar destacado en la medicina popular noroestina. Entre las prohibiciones que rotulan a este precepto cabe mencionar el “kaikar” o “aicar”, que fija la prohibición por parte de la mujer embarazada de acercarse o contactar con todo aquello vinculado con la figura de la muerte en sus diferentes expresiones (velatorios, cementerios, morada de antepasados, etc.). Su desobedecimiento torna endeble al producto de la concepción, dando lugar al nacimiento de un niño “aicado”, padecimiento que se traduce por un retardo físico y mental, al mismo tiempo. Al respecto, Nestor Homero Palma refiere que el “aicar” representa un tabú arraigado en la región puneña y zonas de valles calchaquíes identificado a menudo con la desnutrición y su principal referente: el retardo psicomotriz de ese niño que habita aquellas yermas soledades.

En consecuencia, la interpretación popular de la verdadera causa de este padecimiento radica en la directa quiebra del tabú por haber observado la madre a un muerto o bien asistido a un velatorio o, también, haber transitado por “antigales”.1

Incumbente como ilustrativo es mencionar que, si bien la palabra tabú es oriunda de la polinesia, existe parentesco de esta acepción con el “Kodausch” hebreo y el “Sacer” de los romanos.

Resulta notable cómo, este precepto ecuménico de prohibición, permanece todavía vigente en el arrinconado y solitario páramo puneño.

En su obra referida al tabú, Northcole Thomas menciona que todo aquello vinculado con él representa una poderosa fuerza mágica emanada de ciertos espíritus y que se expresan en diferentes figuras u objetos inanimados que estuvieron en contacto directo con tales figuras, por ejemplo un difunto y las que fueron sus pertenencias o lugares frecuentados en vida. Cada una de ellos, sea la figura del muerto como la de los objetos inanimados que estuvieron en contacto con él equivaldrían, según este autor, a “objetos que han recibido una carga eléctrica; constituyen la sede de una terrible fuerza que se comunica por el contacto y cuya descarga trae consigo las más desastrosas consecuencias cuando el organismo que lo provoca no es lo suficientemente fuerte para 2resistirla”. Volviendo al ejemplo de la gestante y su hijo, ambos no gozarían de la fuerza necesaria para contrarrestar la avalancha de adversidades devenidas como consecuencia de la ruptura del tabú.

Analizando el tabú desde la óptica del psicoanálisis, Freud marcó sus coincidencias con la neurosis obsesiva, eventualidad que se profundizan aún más cuando este precepto apunta a los difuntos y a la mujer embarazada. Cabe agregar aquí que la práctica de este tabú todavía impera en vastas regiones del noroeste argentino ( los Valles Salteños y Jujeños, el Valle Calchaquí, la Puna, el Valle de Tafí). Freud al compararlo con la prohibición obsesiva del neurótico refiere que “el tabú es una prohibición muy antigua, impuesta desde el exterior y dirigida contra los deseos más intensos del hombre…” . Sigue el autor destacando que la fuerza mágica que genera el tabú induce al hombre a la tentación, y donde el objeto del tabú se comporta como objeto contagioso.

Con genuino criterio el profesor Armando M. Pérez De Nucci se pregunta; “cuánto de neurótico obsesivo tienen en su personalidad el enfermo y el curador de las distintas zonas donde esta patología se halla presente

IDEA GENERAL DE LA ENFERMEDAD

En su cardinal publicación vinculada con la Medicina Tradicional del Noroeste Argentino, Armando M. Pérez De Nucci3 expresa el concepto de la enfermedad de acuerdo a los siguientes hechos:

a) Desde sus albores el hombre común ha enfrentado a la imagen de la enfermedad conforme a dos posturas diferentes: a través del empirismo, apoyado en su experiencia cotidiana o bien, frente a un fenómeno inexplicable, aceptarlo como de origen sobrenatural. En el primer caso la conducta se identifica con el ejercicio de la antigua medicina. No así cuando el padecimiento domina lo sobrenatural. Es aquí donde se impone el relevante quehacer de la medicina popular noroestina.

b) El arquetipo que configura la idea de enfermedad responde al común denominador de sobrenaturalidad. Por lo tanto puede adoptar fisonomías que la identifican con el tabú, a partir del precepto de lo prohibido, o también a través de la intervención de un cuerpo extraño (interferencia mágica); o bien recurriendo a la exaltación mística (sublimación religiosa).

c) Entre aquellas causales más comunes de enfermedad pueden citarse: el “embrujamiento”, es decir hacer un daño o mal a distancia, (una suerte de “magia simpática”); el “mal aire” o “aire de enfermedad”, aludiendo a influencias ocultas que deambulan alrededor de personas o en lugares determinados; “la pérdida del alma o del ánimo”, que se origina como consecuencia de una fuerte impresión, susto o emoción, en cuyo caso la persona queda desanimada y sin aliento vital; el ya citado “aicar”, debido a la ruptura de tabúes y, finalmente, la enfermedad provocada por cuerpos extraños al organismo (trozos de madera, piedras, etc.) Aquí el padecimiento se incorpora desde afuera, ingresando en el individuo que no alcanza a percibirlo. Pero como el mal viene desde afuera y permanece separado del sujeto, es posible que logre disiparse espontáneamente o bien con la ayuda de los remedios del curador.

PERSONALIDAD DEL CURADOR

Carismático y, sin duda, esencial para la vida cotidiana de la comunidad noroestina, es el denominado curandero (sanador o el-que-cura). Personaje que ejerce la medicina popular con su máximo potencial en las regiones montañosas del noroeste, donde apoya la esencia y el vigor de su práctica sanadora gracias a la concepción profunda y unificadora que tiene el habitante de esos lugares de las cosas existentes. Concepción que admite así una íntima relación entre el sujeto, animales, plantas y elementos inanimados que contiene la naturaleza. De forma tal que todo aquello que está en contacto con el cuerpo participa de él. Genuina argamasa psicológica donde “todo es un todo”, como acertadamente lo calificara Pérez De Nucci; y como también lo mencionara algún curandero al decir “Todo tiene vida: las piedras, los árboles, todas las cosas, nosotros a veces no la vemos pero tienen” (J C)4.

En esta identidad entre curandero y sociedad, basada en la animanización de todo lo existente, radica el accionar del sanador. Un ejemplo de tal empatía puede hallarse en la ya referida etiología del “cuerpo extraño”, practicada por el curandero entre los guaraníes y que consistía en succionar, por ejemplo, una zona dolorida del cuerpo del enfermo, práctica que la ejercía en forma prolongada, rayana en el agotamiento para luego, como por arte de magia, extraer de su boca un objeto pequeño y afilado (espina, palillo, etc.) responsable del mal.

El curandero acostumbra a investirse de una aureola de predestinación. En la mayoría de los casos este atributo procede de sus ancestros quienes le transfieren el poder curador. Aunque también este privilegio puede surgir como consecuencia de un episodio (generalmente enfermedad o accidente grave) acaecido durante su vida que lo predestina a cumplir, a partir de entonces, una tarea sanadora.

Al hacer uso el curador de poderes conferidos por designios especiales, el tipo de la medicina que practique estará revestida por la fuerza mágica de un auténtico brujo curador y envuelta en una especie de nebulosa sagrada y misteriosa que le proporcione el escenario por él creado. Pero deberá poseer también un cabal conocimiento de aquellas virtudes ecológicas de su región es decir, el contenido (vegetal, animal y universal) y también las propiedades y los beneficios aplicables en el instante de su práctica sanadora.

Un hecho importante que permite la práctica de esta medicina popular radica en la existencia de una sólida empatía entre sanador y enfermo, la cual queda sellada a partir de un sentimiento de plena fe.

En síntesis, el modelo que permite reconocer al curador del Noroeste Argentino quedaría encuadrado así:

a) Individuo con personalidad dominadora, a pesar que la mayoría de los casos no posea una educación adecuada.

b) Hábil actor para escenificar su taumaturgia curativa.

c) Reúne el privilegio de su paciencia y su innata capacidad de psicólogo para adentrarse plenamente en la tridimensionalidad de su paciente; identifica su mal físico, profundiza en su espíritu e indaga en sus sentimientos. Sin duda esta labor resulta encomiable toda vez que su participación como curador se concreta, la mayoría de las veces, en lugares alejados y carentes de una asistencia médica convencional.

d) Su interpretación cosmovisiva de la enfermedad le permite aceptar que el cuerpo es inseparable del alma y consecuentemente apela a esa concepción para eliminar la enfermedad del cuerpo.

e) Su mochila de sanador contiene tanto palabras y ritos mágicos como yuyos y substancias diversas para aplicar conforme al padecimiento.

f) A través de objetos diversos, excreciones del enfermo (especialmente la orina), la llama de una fogata, etc., analizadas de acuerdo a diferentes horas del día, puede predecir la enfermedad o el porvenir. Atributo que le adjudica una función de adivino.

g) No pocas veces se lo considera un sacerdote que pronuncia oraciones y ritos tanto religiosos como paganos. Esta actitud puede observarse en ciertas comunidades de aborígenes (matacos, guaraníes, etc.).

h) El curador experimentado puede transmitir sus enseñanzas a otro aprendiz que posea cualidades para desarrollar la medicina popular.

CARACTERÍSTICAS DE ALGUNAS ENFERMEDADES PROPIAS DEL NOROESTE ARGENTINO

Mal de la Puna:

Entre sus sinónimos figuran: mal de altura, mal de montaña, soroche puna, enfermedad de los Andes, eritremia de altura, etcétera.

Este padecimiento se desencadena como consecuencia de la disminución de la presión barométrica (atmosférica) y de la tensión parcial de oxígeno atmosférico a medida que el sujeto asciende sobre el nivel del mar. El organismo debe apelar, entonces, a mecanismos de compensación para superar tales deficiencias. Básicamente, se produce la elevación de las cifras de hematíes sanguíneos a partir de la movilización de sus reservorios. Ello produce un aumento de la masa total circulante, con cambios hemodinámicos (aumento del volumen sistólico y de la frecuencia cardíaca).

El mal de altura o de montaña se caracteriza por presentar los síntomas siguientes: cefalea, palpitaciones, vértigo, taquipnea, pérdida de fuerzas, irritabilidad o somnolencia, indiferencia, actitudes torpes. Con frecuencia pueden aparecer signos hemorrágicos (epístaxis, hemóptisis, gingivorragias), insomnio, disnea con cianosis, enfisema. En los casos fatales el óbito sucede como consecuencia de la insuficiencia respiratoria.

En el contexto de la medicina popular de la Puna Argentina, N. Homero Palma reconoce como enfermedades aquellas de etiología “mística” y otras de etiología “no místicas”, llamadas también naturales. Entre las primeras se mencionan: mal del aire (brujería), mal deseo (mala boca, mala palabra), susto, enfermedad de la tierra, agarrar la tierra, violación de tabúes. Por su parte, las enfermedades no místicas o naturales reconocen estos padecimientos: mal de ojo, empacho, golpe de aire, neumonía o costado, dolor de muelas, mala fuerza, tabardillo, enfermedad de la matriz.

El “Mal Aire”:

Padecimiento de origen prehispánico, bastante difundido en las regiones del noroeste andino.

La palabra “aire” involucra el concepto de iniciación brusca del proceso de la enfermedad e independiente de su causa originaria. Pero además (el aire) como elemento respirable y abarcativo de todas las cosas, pudiendo asumir características “benéficas” o “maléficas” .

Cuando la palabra “mal”, precede a la palabra “aire”, la enfermedad es consecuencia de una brujería. Por otra parte el uso del sahumerio como tratamiento de las enfermedades producidas por el mal aire, tiene por finalidad “quitarle el aire que le entró al sujeto”(N. D. Palma).

El concepto de mal aire se sostiene a través de profundas raíces en el tiempo. Así, en el idioma italiano, la mala aria (aire nocivo) cuya síntesis gramatical originó la palabra “malaria”, que identifica al paludismo, enfermedad imputable al aire nocivo proveniente de los pantanos. Sin embargo ya era creencia antigua que en el aire moraban “elfos” perversos. De ahí que el mal aire se lo asocia con la brujería.

Según Homero Palma, en la Puna Argentina los días martes y viernes se identifican como aciagos ya que permiten a los brujos concretar sus hechicerías. En tales circunstancias, el brujo utiliza diferentes artilugios para maleficiar a determinada persona. Entre ellos figura la pócima por él mismo preparada y vertida en un determinado alimento. Otra práctica hechicera, acaso más popular, consiste en fabricar un muñeco con prendas de la persona hacia la cual se dirige el maleficio. Sobre el fantoche así creado se descargan una andanada de suplicios supuestamente terebrantes Se suelen clavar entonces alfileres y espinas que, en el hombre, se distribuyen en lugares anatómicos vitales.

Entre las enfermedades vinculadas con el mal aire se menciona el “aire del pescuezo” identificada con la tortícolis. También cuando existe humedad en el ambiente, el aire húmedo pone triste y endurece el cuerpo de la persona. Además se cita la presencia del mal aire donde existen antigales (reservorios arqueológicos habitados por los ancestros) aludiendo a un “viento maligno” por haber estado en contacto con cadáveres o cuerpos momificados (que emiten emanaciones). Este particular viento de los antigales es el responsable de severos dolores de oídos, parálisis nerviosa y accesos convulsivos.

La sintomatología habitual encontrada en sujetos afectados por el “mal aire” se caracteriza por la ya mencionada tortícolis y nerviosismo. En los niños la aparición de ronchas, el cuerpo se pone morado, el niño se asusta, etc. Pueden agregarse a este padecimiento otros síntomas tales como: cefalea, náuseas, vómitos, mareos y decaimiento general.

Para neutralizar los efectos del “mal aire” se utilizan rituales tales como brebajes, sahumerios, invocaciones y las plegarias. El rito de la “corpachada’’ también es utilizado con el propósito de que la ofrenda a la Madre Tierra sea propiciatoria para la curación de la enfermedad. Pérez de Nucci refiere que es útil contar, además, con un perro de color negro pues este color es “atraedor” del mal aire librando al dueño de los efectos nocivos.

Susto:

En la región montañosa puneña existe una creencia popular, muy arraigada, que sostiene que si una impresión fuerte domina a un organismo débil (más aún si se trata de un niño) ocasionándole gran temor o miedo, se producirá entonces una pérdida del alma. Es decir, el espíritu se separará del cuerpo. No obstante, ello no significa que la persona deba morir. Queda sí con un estado que la jerga popular llama “desanimado”, o “se le va el ánimo”.

Varios desencadenantes se han invocado como responsables del estado temeroso: un determinado e imprevisto fenómeno natural, un fuerte ruido, una vertiente de agua, algún objeto que se mueve en la noche, etcétera.

Como consecuencia de esta aparente separación del alma con el cuerpo suelen producirse variados signos y síntomas tales como: cefalea, que puede ser intensa, insomnio, sonambulismo, decaimiento, sed intensa, trastornos digestivos como anorexia, vómitos; adelgazamiento; fiebre. Nestor Homero Palma refiere que el susto proveniente de una fuerte impresión, desencadenada por una vertiente de agua (pukio o puquio [ L. B. Mas, 1969), hace que el individuo se torne tartamudo (tartancho).

Con mayor frecuencia en los niños (varones pequeños) el susto se manifiesta por llanto nocturno, sobresaltos mientras duerme, náuseas, vómitos, diarrea. Interesa destacar que estos trastornos digestivos5 se los suele vincular con la “caída de la paletilla”, padecimiento originado por el hundimiento del apéndice xifoide (hecho que simula su caída) en el hueco epigástrico ( boca del estómago). Esta localización aberrante sería la responsable del cuadro diarreico, a veces severo, que experimenta el niño.

Variados tratamientos han sido aplicados contra la patología del susto. Esta labor, que por lo general corre por cuenta del curandero, se basa esencialmente en trasladarse al lugar donde se produjo la “pérdida del alma”, con el propósito de llamar al espíritu y rescatarlo, apelando a ciertos artificios tales como adherirlo a una prenda o bien ingiriendo una pequeña cantidad de tierra (previo trazado de una cruz en el suelo con la mano del lugar donde se produjo el susto. (N. H. Palma).

El tratamiento de la caída de la paletilla (al paciente se lo identifica también como “despaletillado”) consiste en “sacar la paletilla”, porque el. “hueso estaría en el estómago”. Para ello se utiliza una “cuchara nueva de metal blanco; y se completa la terapéutica dándole de tomar al enfermo agua bendita” (N. H. Palma). Luego se procede a persignarlo en la frente y en el pecho y, si se halla muy postrado, se lo traslada al lugar donde se produjo el susto, con el fin de llamar y rescatar el espíritu furtivo.

Existen otros procedimientos terapéuticos para la caída de la paletilla tales como el “rastro” (se marca la pisada del enfermo sobre la hoja de ciertas plantas). La finalidad es transferir la enfermedad. Complementa a este tratamiento rezar tres padrenuestros y tres avemarías.

Ciertos curanderos levantan al enfermo varias veces para reacomodarles la columna, (a modo kinésico) además de agregarle el parche poroso y la colocación de ventosas. Tanto el uso del parche como de las ventosas tiene el sentido de succión permanente (para reacomodar el hueso xifoides), hecho que no se halla al alcance del curador.

Si el susto es determinado por un animal se apela al sahumerio. Se procede entonces a sahumar al enfermo utilizando como ingredientes, por ejemplo, pelos del animal.

Mal de Ojo:

También se lo suele denominar “ojeadura”. En el NOA este padecimiento resulta tan frecuente como la enfermedad del “susto”.

Este padecimiento no debe confundirse con el denominado “mal de ojos” ( mal de los ojos), frecuente en la región puneña y que representa una genuina enfermedad ocular, específicamente una conjuntivitis, adquirida como consecuencia del riguroso clima estival (aire caliente y extremadamente seco, exposición directa al calor fuerte, falta de higiene, etc.).

Volviendo a la “ojeadura”, esta enfermedad es atribuida a la mirada de una persona, cuyo destinatario es casi siempre un niño (al cual se lo supone débil) y cuya finalidad es transmitir con la mirada un deseo que puede ser maléfico, de animosidad, o bien de encanto o fascinación. En otros términos, a través de la mirada existe una expresión consciente del mal o, por el contrario, hacia un bien, pero aún así desencadena la enfermedad u “ojeadura”.

Variados son los signos y síntomas que caracterizan a este padecimiento: generalmente el niño se halla intranquilo, no duerme bien, llora fácilmente, presenta vómitos repetidos que suelen asociarse con dolores de cabeza y por ello no pocas veces diagnosticados como casos de meningitis.

En razón de que este mal incide, al igual que el susto, más en los niños pequeños, el tratamiento suele ser manejado por el curador quien suele utilizar como maniobras rituales el agua y el aceite procediendo de la manera siguiente: el curador toma aceite de comer y un poco de agua, a la vez que solicita el nombre del pequeño y procede a ejecutar un ritual secreto (católico o de otro tipo) pronunciando una oración (algunos curadores utilizan el credo mientras curan). Algunos curadores pronuncian su rezo secreto con el fin de no ser escuchado pues de lo contrario pierde su poder tarapéutico.

Con el propósito de curar otra forma consiste en masajear varias veces una región del cuerpo.

En la mayoría de estos ritos curativos suelen utilizarse objetos de color rojo. Este color se halla asociado, desde la antigüedad, con la curación y la prevención de enfermedades. Al respecto cabe mencionar que en la cultura oriental el rojo era utilizado para curar la viruela. En la actualidad, en Italia, es frecuente el uso de dijes de color rojo para prevenir la ojeadura o, también, se ha visto utilizar en Francia hilos de lana, de igual tonalidad, alrededor del cuello para prevenirlos de las enfermedades de la garganta.

En nuestro folclore indígena existe también la costumbre de utilizar el rojo para variados fines: ahuyentar malos espíritus, el dolor de cabeza, contra el hipo, como preventivo para evitar recaídas o recidivas de enfermedades. Y, obviamente, en la curación del “mal de ojo.” Todo lo mencionado bajo diferentes formas de expresarse el mágico y purpúreo matiz: ponchos, vinchas, pulseras o lazos, cerámica (asociada al color negro), un punto rojo de lana en la frente (para reforzar la curación), gorro, etcétera.

Cabe destacar la referencia obtenida por parte de la población de muchas regiones del noroeste en el sentido de que las personas que tienen la virtud de curar lo hacen en forma gratuita pues tal atributo representa un poder especial otorgado “por Dios, la Virgen, Santos o bien otros seres sobrenaturales, los que no permitirían cobrar aranceles por curar” (A.M. Pérez De Nucci).

Enfermedad de la tierra o mal de la tierra:

Este padecimiento se halla vinculado con ciertas posturas o actitudes adoptadas por la persona para con la Pachamama: acostarse por ejemplo en lugares “no buenos” o bien gestos ofensivos hacia ella. La enfermedad se caracteriza por gran decaimiento y la aparición de dolores en el cuerpo y en los miembros, asociados con la erupción de pústulas en la piel. Una forma de tratamiento es frotar el cuerpo con ruda fresca, práctica que suele realizarse en Bolivia (Cochabamba).

En este mal la persona no pierde el alma como en el mal “agarrar la tierra” o el “susto”.

En el mal “agarrar la tierra” cuyo término quechua es” Pachan’piron’’ que significa “agarró la tierra”, su acepción real es “agarrarle el alma”. En esta enfermedad el sujeto que está “agarrado del alma por la tierra” se encuentra decaído, sin deseos de trabajar, lo vence a menudo el sueño; verdaderamente “pierde el ánimo” para expresar que ha perdido su alma. En otros términos, su espíritu quedó apresado por la tierra.

La diferencia hallada con el susto radica en que este caso de pérdida del alma se produce como consecuencia de un mal sueño que sobresalta al sujeto obligándolo a levantarse rápidamente perdiendo así el espíritu que despegado del cuerpo queda así a la deriva.

En razón de que las etiologías místicas provocadoras de la pérdida del alma en el denominado mal “agarrar la tierra” y en el “susto” son diferentes, las propuestas terapéuticas se orientan a recuperar en el primer mal al espíritu agarrado (adherido) por la tierra; en tanto que en el segundo padecimiento es necesario recuperar convocando el alma que se halla a la deriva a ciertas horas del día (preferentemente a la hora del crepúsculo) donde el espíritu deja de vagar y se acerca a la vivienda del enfermo o al lugar donde quedó desprendido del cuerpo. En cambio en la enfermedad donde el alma quedó “agarrada por la tierra”, el espíritu debe ser rescatado procediendo a su llamado en el lugar donde se produjo el “agarre”.En este caso el curandero procede a bendecir la ropa del enfermo con agua bendita. Luego se dirige al lugar donde se produjo la pérdida del alma y se cumple con el rito de la “corpachada”, es decir de “dar de comer a la tierra”, depositando variados objetos del paciente y rogándole a continuación a la “Santa Tierra” que entregue el espíritu atrapado. Si éste puede concurrir al lugar donde lo “agarró la tierra”, entonces culmina la ceremonia tomando allí agua bendita. De lo contrario si la enfermedad es suficientemente importante que impide su traslado, el curandero arroja agua bendita en el sitio aludido efectuando luego el ritual con su ropa. Finalmente, en el domicilio del paciente; procede a colocarle la ropa “corpachada” y repitiendo tres veces: “aquí te traigo tu espíritu”, mientras pronuncia su nombre suele completarse la curación haciendo ingerir infusión de raíz de iru, flor de la puna, tupi saire y flor de la peña. (Homero Palma).

ENFERMEDADES DE NATURALEZA NO MÍSTICA. (denominadas también naturales)

Dolor de muelas:

Involucra aquellos procesos inflamatorios de las piezas dentarias. Además de este sufrimiento genuino se agrega la denominada “Postemilla” o Apostema, palabra derivada del griego “apostasis” (materia morbosa depositada en cualquier lugar del organismo), para identificar el absceso de la encía consecutivo a una carie. (Di Lullo, O.)

La patología odontológica es atribuida sobre todo al efecto abrasivo del agua utilizada para el consumo, proveniente de ríos con elevado contenido de substancias desgastantes del esmalte dentario. Si bien las carencias nutritivas juegan un rol destacado en la incidencia de estos padecimientos.

Varios son los procedimientos terapéuticos utilizados, pero aquí tampoco queda excluida la terapia mística a través de la “palabra ritual” que, sin duda, identifica la tendencia mística prevalente en la cultura noroestina. Por supuesto que a la par son utilizadas medicaciones locales tendientes a calmar el dolor y disminuir la inflamación. Para ello se utilizan variadas substancias. que se aplican sobre las caries tales como ajo con pimienta molida.

Para ocluir el orificio de la carie, además de calmar el dolor, se aplica sebo de vela mezclado con azúcar y pimienta. Suelen agregarse buches a base de jarilla (larrea divaricata cav.) que además tiene propiedades sedativas contra los dolores reumáticos.

En la Puna es muy utilizada la mezcla de tramontana (efedra) con tola (Lepidophillum) mocaroca y sal de cocina (N. O. Palma), la cual se hierve y luego es utilizada como buche caliente.

El complemento terapéutico que no falta es el apoyo místico, a través de “palabras secretas” cuya finalidad es ahuyentar el “mal aire” que proveniente de malos espíritus han contribuido para desencadenar el mal. Para tal fin se utiliza el ajo (también el incienzo) cuyo olor penetrante contribuye a ahuyentar las fuerzas maléficas.

Empacho:

Palabra derivada de la acepción francesa “empêcher” (entorpecer), para representar en el lenguaje popular un atascamiento de la comida en el estómago o en el intestino.

Existen diversas versiones utilizadas sobre todo por los curanderos regionales para explicar este padecimiento. Así, en la región de Antofagasta de la Sierra (Catamarca) el empacho se produce cuando la comida “se seca en el intestino”. Es interesante destacar que el mismo curador hace referencia como causa del mal al deficiente lavado de los alimentos y los recipientes utilizados para su cocción. Como consecuencia de esta práctica deficitaria si el sujeto se acuesta a dormir “la comida no circula y se hace una pelota” (sic). El individuo empachado se queja de dolor de estómago, le brotan granos y se siente muy decaído y con deseos de dormir.

En otras regiones del NOA el empacho se debe a un exceso de alimento y a una dificultad evacuatoria del intestino. Al empacho se lo identifica más con el niño que “no ha madurado todavía” (citado por A. M. Pérez De Nucci). A los síntomas ya referidos pueden agregarse la presencia del vientre hinchado, el cual se pone duro “como una pelota” (sic), y la presencia frecuente de fiebre.

Este padecimiento que en la medicina clásica es reconocida como genuina gastroenteritis seca (en presencia de constipación) puede evolucionar desfavorablemente y complicarse, adoptando un cuadro severo caracterizado por fiebre elevada, sed intensa, deshidratación, gran decaimiento, anorexia. Este padecimiento es reconocido como “tabardillo” porque “dentro del enfermo se van cocinando cada vez más los intestinos y el enfermo se va a empeorar” (sic) (citado por A.M. Pérez De Nucci). A los síntomas ya relatados se agregan vómitos y diarrea. El sujeto no puede defecar (“no puede hacer aguas mayores” y “las aguas menores” son escasas y amarillas. El enfermo cuando se agrava presenta los labios morados. El cuadro descrito se asemeja casi en un todo con una gastroenteritis con grave deshidratación y tendencia al colapso circulatorio.

El empacho se combate en general con infusiones, las cuales pueden variar conforme a las regiones. Algunas infusiones contienen: boldo de la puna, altamisa, paico, nencia y rica rica, ingredientes que se hierven en un litro de agua, a la cual se le agrega una cucharada sopera de sal de cocina. El volumen debe ser ingerido en un lapso aproximado de media hora. A continuación el sujeto debe caminar hasta que se produzca el efecto.

Otra modalidad de curación del empacho es utilizando la panza de suri (ñandú), o también de perdiz. Se la tuesta sobre la brasa, se muele y con el preparado se prepara una infusión en agua hervida

Es interesante señalar que este producto animal se expende en la farmacia (San Antonio de los Cobres) conjuntamente con otros medicamentos que responden a la farmacopea clásica. Ello representa una actitud cultural donde se concilia un genuino y pragmático sincretismo terapéutico regional.

Frente a un caso de “tabardillo”, si bien la actitud terapéutica folclórica ofrece su alternativa sanadora a través de una infusión cargada de ingredientes (chocolate rallado, cáscara de naranja molida y tostada, almidón de trigo tostado, azúcar tostado y cáscara de granada (Punica granata) tostada, existe el criterio uniforme de una inmediata participación del médico pues “si se pasa lo deben curar los doctores porque ya viene el cancer” (sic) (N. Homero Palma). También en esta actitud terapéutica queda a la vista la práctica de un conveniente sincretismo curativo.

PRÁCTICAS OBSTÉTRICAS EN LA REGIÓN DE LA PUNA

En al región puneña se mencionan prácticas rituales vinculadas con el embarazo y el parto que merecen ubrayarse. Así, en relación con el embarazo existe prohibición por parte de la embarazada de concurrir a velatorios; acercarse a un difunto o concurrir al cementerio. La violación de estas reglas repercutirán sobre la criatura quien nacerá “aicada”6. La criatura se desarrollará con bajo peso, presentará escasa masa muscular y “no caminará en el término adecuado en que lo hacen otros niños” (N. Homero Palma).

Este retardo ha sido interpretado por los médicos regionales como consecuencia de un retardo psicomotriz debido a una extrema desnutrición proteino calórica. En otros términos se trataría de un genuino estado de Kwashiorkor.

Este modelo de interpretación, que asocia el tabú con un padecimiento orgánico, posee rasgos de similitudes con el comportamiento observado en la tribu “digo” de Africa, cuyos nativos consideran que un niño con síndrome de Kwashiorkor sobreviene como consecuencia de la violación de tabúes sexuales por parte de los padres. La toma de conciencia de esta violación (“Chirwa”), los impulsa a ocultar la existencia de este padecimiento en sus hijos, y en consecuencia a resistirse a conducirlos a centros médicos de procedencia occidental.

El retraso del parto promueve a ejecutar diversos artilugios de factura mágica. Por ejemplo enredar y desenredar un ovillo de lloque (lloq’e)7 sobre el abdomen de la parturienta, para que bajo este influjo se produzca el parto.

Finalizado el parto y cortado el cordón umbilical se procede al alumbramiento. Un cabo de hilo lloq’e se liga al extremo del cordón unido a la placenta y el otro al dedo del pie izquierdo con el cual se traccione la placenta para lograr su desprendimiento. Extraída ella se procede a cubrirla con sal y como ofrenda a la Pachamama enterrarla en un lugar de la vivienda.

Es interesante el destino que se le da al cordón umbilical que ha sufrido la desecación. El mismo es guardado para ser usado en caso de grave enfermedad, ocasión en que luego es triturado un trozo del mismo y se prepara una infusión. Esta conducta se hallaría vinculada con el hecho de que el cordón umbilical liga al individuo con la vida, de forma tal que al ingerir sus componentes permitirá atarse nuevamente a ella.

Otra práctica ritual consiste en evitar lo que el folclore puneño denomina “recaída” del posparto, y que se halla relacionada con el estado del puerperio. Para contrarestar los posibles efectos adversos de este estado se procede a cortar las uñas de ambas manos y hebras del cabello, se tuestan en el fuego y luego se prepara una infusión con agua caliente. Esta actitud soslaya una peculiar actitud autoantropofágica de la medicina tradicional puneña.

Enfermedades Ginecoobstétricas:

Son las que reúnen mayores padecimientos como así también mayores testimonios folclóricos.

Uno de ellos se halla vinculado con la sangre menstrual, también denominado “mal de la sangre”.

En la creencia popular este periódico estado fisiológico es considerado un padecimiento de forma tal que, en su presencia, la mujer no debe lavarse la cabeza ni bañarse por el peligro de que la sangre “se va de la matriz a la cabeza y una puede volverse loca” (sic, opinión popular). También al violar esta prohibición la mujer se expone a un hechizo “porque la sangre no sale y se va pa’ dentro” (sic, frase popular).

Para provocar la menstruación se aconseja la ingestión de “un vaso de limón en ayunas” durante tres días continuados, o bien la infusión o ingestión de perejil durante las comidas. A esta planta herbácea hortícola (Petroselinum crispum) se la utiliza también con frecuencia como anticonceptivo, en infusión durante siete días antes de la menstruación, con la condición de que el vegetal sea “lindo nuevito” (sic, frase popular).

Para que sea muy efectivo suele utilizárselo en abundancia y bien picado en las comidas ”perejil nuevito… así como un plato de guiso y le pico mucho perejil, y eso actúa como anticonceptivo… “ (sic, frase popular).

Otras substancias tales como el ajenjo y la jarilla son utilizados con fines anticonceptivos.

Dentro de las actitudes folclóricas empíricas cabe mencionar la práctica de los “tres brincos”, que consiste en saltar tres veces ni bien finalice el acto sexual, o también ingiriendo en posición de cuclillas tres sorbos de agua helada. Si bien estas prácticas son consideradas mágicas por algunos, lo cierto es que tanto el brinco como la posición agachada o en cuclillas favorecen la salida del esperma de la vagina comportándose así, como un método anticonceptivo.

Variadas prácticas se hallan ligadas a la situación del embarazo y el parto. Por ejemplo es costumbre asociar la presentación transversa en el curso de la gestación a varias situaciones: el haber tejido la madre durante la última etapa de su embarazo, hecho que provoca el “enriedo” del cordón umbilical del niño. En esta situación se procede al “desenriedo” del cordón umbilical recurriendo al “manteo”, maniobra utilizada en la embarazada a término consistente en someter a la mujer a movimientos de rolido sobre una manta, operación desarrollada por dos personas que toman la manta por sus extremos mientras la levantan y bajan alternativamente.

Otro método para reacomodar a la “criatura cruzada” es sacudir enérgicamente a la embarazada mientras se la sostiene por las axilas o, también, invirtiendo a la mujer cabeza abajo.

Pérez de Nucci describe una relación entre el embarazo y la enfermedad del susto. Como ya fue mencionado, este padecimiento sobreviene como consecuencia de una fuerte impresión, que en la persona que la padece ocasiona una “separación del cuerpo del alma” (sic). Esta situación particular provoca en la embarazada trastornos digestivos tales como malestar epigástrico, y dificultad para alimentarse; mientras que el feto experimenta en el vientre movimientos frecuentes que lo pueden cruzar, es decir colocarlo en una posición transversa; anomalía que requiere una oportuna maniobra de versión para ubicar a la criatura en posición cefálica normal.

En la asistencia del parto resulta frecuente el uso, por parte de las curadoras, de la estimulación dinámica del mismo a través del “sobamiento” del abdomen; primero en el sentido laterolateral y luego desde arriba hacia abajo. Esta maniobra facilita el descenso fetal y que se conoce científicamente como maniobra de Kristeller.

El flujo vaginal es otra patología vigente en el NOA. En ciertas regiones como el Valle Calchaquí y el Valle de Tafí se le atribuye un significado mágico ocasionando a la mujer variadas perturbaciones de orden general: decaimiento, mareos, sensación imprecisa en la cabeza como “quemazón” (sic., testimonio de una paciente).

Es costumbre tratar esta afección ginecológica con lavajes vaginales y con baños de asiento utilizando una infusión con hojas de malva, varias veces en el día.

Otros padecimientos:

Cabe mencionar la interesante cura de la hernia umbilical en la mujer embarazada a través de la técnica del “rastro”. La curadora solicita a la embarazada colocar el pie derecho sobre la hoja de una penca (hoja de tuna). Marca el rastro y pregunta el nombre de la paciente. Se trazan luego dos rayas sobre la hoja, una vertical y la otra horizontal, dejando libre el centro del pie (sin rayar) a la altura aproximada donde se localiza la hernia. A partir de entonces la embarazada lleva la “penca” a su casa suspendiéndola de un árbol para que se seque. De esta manera, al consumarse la desecación de la hoja, se logra la curación de la hernia.

Hemorroides:

Conocida popularmente como “almorranas” (del griego: flujo de sangre). Su tratamiento exige la participación hechicera del curador eficiente quien pronuncia palabras tales como: “Juana, puerca, cochina, sin vergüenza, salí de esta casa (en esta última frase subyace el concepto mágico de cuerpo extraño) que no es tuya” (Pérez de Nucci). Estas palabras deben pronunciarse tres veces, durante nueve días, y acompañadas de la aplicación local de una pomada en forma de cruz, con la misma frecuencia y lapso, debido a la creencia mágica hacia estos números. Interesa señalar, con fines ilustrativos que la pomada contiene escasa cantidad de sal fina, cebo y trozos de ceniza, ingredientes que se amasan bien antes de efectuar las sucesivas aplicaciones.

Según Pérez de Nucci la sal, por su contenido de sodio, mantendría el tenor fisiológico de la zona afectada mientras que el cebo actuaría de protector de la piel lesionada y la ceniza complementaría la acción de la pomada por sus propiedades de antiséptico y descongestivo.

Costado:

Nombre que suele darse a la neumonía y a la pleuresía donde el síntoma orientador, la puntada de costado, constituye el referente para la identificación popular del padecimiento: si bien es probable que tal denominación tenga raíces españolas.

El tratamiento se apoya básicamente en el uso de infusiones, cuyo rol curativo radica en la sudación del enfermo. Una de la prácticas utilizadas en Tafí del Valle es la combinación de fricciones con alcohol y espinillo, o bien grasa de guanaco y alcohol, elaborando luego té con los mismos ingredientes. Con el sujeto bien tapado se logra una transpiración .

Otro tratamiento mencionado por Di Lullo, utilizado en el Valle Calchaquí consiste en una infusión de agua de borrajas con sal y un ladrillo caliente en los pies. También la aplicación de hojas calientes de penca colocadas en el pecho para calmar el dolor del costado. Para combatir la fiebre se apela a la infusión de hojas de jarilla, chachacoma (Senesio gravealens), salvia y sal de la tierra, y para la tos el té de quimpe edulcorado con azúcar morena o miel de abejas. Esta tisana tiene las propiedades de mitigar la tos y fluidificar las secreciones.

Cabe agregar que la aplicación de ventosas también es práctica corriente en el NOA.

NOTAS

1 Nombre que se le da a los reservorios arqueológicos donde moraban los antecesores (Pérez De Nucci)

2 Freud, S.: Obras completas. Vol. II, Pag. 1769.

3 Armando M. Pérez De Nucci. Historia de la Medicina del área cultural andina de la República Argentina. Congreso Hispano-Americano de Historia de la Medicina, Quito, Ecuador, 1984.

4 Acotación de Armando M. Pérez De Nucci.

5 El niño suele negarse a ingerir leche.

6 Si bien no existen precisiones en torno a esta palabra, su contenido expresaría la violación de un tabú (N. Homero Palma).

7 Voz quechua que significa izquierda; es decir hilar al revés para que el niño se desenrede en el útero de la madre.

Cuando los indigenas mostraron que su medicina curaba

“…Este concepto sobre el torrente sanguíneo fue expresado siglos antes de que un conocimiento similar llevara a
Miguel Servet 1511-1553 a la hoguera, en pleno Renacimiento. Sucesos con fondo similar, hace aproximadamente
quinientos años indujeron a Hernán Cortés a recomendar a Carlos V que no enviase más médicos, pues los curanderos
indígenas eran excelentes y suficientes. En la época prehispánica existían personas y lugares para curar a los enfermos por
medio de la medicina herbolaria. En el año de 1527 se inician las funciones del Tribunal del Protomedicato en la Nueva
España por medio de Pedro López; dicho tribunal se basaba en la Ley Pragmática que habían establecido los reyes
católicos en 1477. Este tenía como función principal el dar licencias para ejercer la profesión de médico y, ante este hecho,
los curanderos indígenas tenían problemas para obtener la licencia que los posibilitara para atender a sus pacientes. Es
importante mencionar el Códice Badiano, escrito en náhuatl, español y latín, el cual es un compendio de la medicina
herbolaria prehispánica que en la década de los ochenta del siglo pasado retornó a México.
Artemio De Valle-Arizpe (888-1961 describe los problemas que pasó un médico indígena de nombre Martín de
Iricio para obtener la mencionada licencia. “El médico indio fue examinado por los doctores del Real Tribunal del
Protomedicato sobre los conocimientos de medicina a los cuales no pudo contestar por desconocimiento de causa, al
sentir que iba a ser rechazado por el tribunal, proporciona al jurado una hierba cenizosa de hoja rizada para que la huelan,
produciéndoles una hemorragia nasal profusa, algunos de ellos se desvanecieron. El médico indígena afirmó -quítense
ahora sus mercedes esa hemorragia con la escogida ciencia que tienen entre sus cuerpos. Yo me voy a mi campo a arar-.
¡Como no tengo licencia para seguir curando!… Posteriormente, Martín de Iricio dijo que él tenía la cura, procediendo a
darles una raíz para que la masticaran y así parando la hemorragia nasal. El indio sonreía ladino. Los doctores,
refunfuñando, le expidieron en el acto las respectivas licencias para que continuara curando, y no hubo un solo médico en
1 todo México que opusiera ninguna objeción, ni la más mínima, a aquel permiso” . Este pasaje de la historia médica sirve
para comprender a carta cabal la imbricación de la medicina herbolaria y la medicina novohispana.

La narración en el párrafo anterior, realizada por
quien fuera cronista de la Ciudad de México, nos remonta
hacia la cultura de los pueblos ancestrales de la geografía
mesoamericana; época de dioses, indómitos reyes
guerreros y sobre todo de hospitales, en donde se aplicaba
el agua curativa, el copal y la medicina herbolaria que dejó
perplejos a los médicos europeos. Adolfo Benito Narváez
Tijerina afirma que “…hablar de la Colonia y de sus
hospitales es sumergirse en una novela de García Márquez,
donde Sierva María de Todos los Ángeles palidecía de los
sangrados y las purgas para expulsar a los demonios de su
cuerpo virgen. Es a veces oscuridad y peste, pero también
es tesoro rescatado por viejos y tozudos frailes
mendicantes, eremitas, y piadosas hermanas que
solamente querían aliviar el sufrimiento. Un hospital del
siglo XVI, como el de la Santa Cruz en Oaxtepec, Morelos, es
concebir un desarrollo especial no muy diferente de un
convento, con la oración resbalando por los pisos fregados
con alumbre, y los enfermos tratados en una suerte de
sincretismo entre las sangrías medievales y el copal
indígena…”
Este mismo fenómeno de salud y social se
implementó en plena época Colonial (siglo XVII) en Saltillo,
en el Convento de San Esteban, donde existieron
instalaciones hospitalarias que estaban ubicadas en las
actuales calles de Allende (De la Acequia) y Melchor
Ocampo (De la Cárcel). En ellas se aplicaban los
conocimientos de la medicina del renacimiento y de la
edad media. Dicho hospital fue administrado por los frailes
franciscanos. Posteriormente, al instalarse los tlaxcaltecas
en la región, crearon el Hospital del Pueblo ubicado en las
nuevas tierras de San Esteban de la Nueva Tlaxcala (donde
se ejercía la medicina herbolaria aplicada por los
chamanes, por medio del conocimiento de plantas
naturales, hechizos y magia simpatética, producto de su
cultura milenaria). El inmueble estaba localizado junto a las
Casas Consistoriales, en las actuales calles de Pérez Treviño
(Del Hospital) entre Allende y Padre Flores. Las
construcciones fueron producto de la arquitectura
vernácula, la cual era una masa uniforme y espontánea, sin
la pretensión de ser original, ya que sólo tenía como
objetivo defenderse y sobrevivir, acoplándose a los medios
existentes de vida y de lo que se tiene al alcance para
solucionar sus necesidades. Es decir, en esta materialidad
convivían, simultánea y permanentemente, tres
dimensiones: la física, la histórica y la psicológica.
Tiempo después, por la presencia de una
epidemia, el nosocomio fue trasladado a los límites de
Saltillo, en un lugar conocido como Los Cerritos, el cual se
ubica en el actual Barrio del Calvario.
Las políticas hospitalarias..”

Medicina Primitiva

Medicina Primitiva

El estudio de tribus actuales que se hallan culturalmente en la Edad de Piedra da una idea de lo que fue la primera medicina, aquella de los tiempos prehistóricos. Por supuesto que estos pueblos, aun hallándose en condiciones prehistóricas, han cambiado con respecto a los propiamente prehistóricos, y ya por eso los investigadores deben ser cautelosos en sus conclusiones.

Lo que parece esencial en estos pueblos en cuanto a la medicina, es la idea de la enfermedad como fenómeno sobrenatural por acción de demonios o por encantamiento debido a una falta cometida por el enfermo. La enfermedad tiene, por lo tanto, un valor moral. Pero a esto hay que agregar que en esta medicina primitiva el diagnóstico y tratamiento eran, en mayor o menor grado, consecuentes a esa idea de enfermedad como fenómeno sobrenatural. El diagnóstico y el tratamiento también se hacían con elementos mágico-religiosos. De ahí la observación de cristales, el lanzar huesos al aire y los estados de trance del curandero para hacer el diagnóstico y de ahí también las ceremonias, plegarias, fórmulas mágicas, el golpear al paciente y tocarlo con ciertos objetos como medios terapéuticos. Pero no siempre los medios usados por estos pueblos son tan ineficaces como nos parecen éstos. Al respecto, un pasaje de Les secrets de la Mer Rouge de Monfroid citado por Löbel. Se trata de una hombre que había recibido una herida profunda de lanza en la región del estómago. Dice así:

Dos hombres levantan al herido y, teniéndolo extendido, lo llevan al patio. Le atan los brazos y piernas. El curandero mete la mano en un líquido para probar su temperatura: es manteca en estado de fusión, a la que mantienen tan caliente que luego le desuella la mano; una mujer quema hierbas bajo las parihuelas del paciente para alejar los espíritus (y acaso los microbios) que pueden penetrar en el cuerpo del herido. Nosotros le llamaríamos la antisepsia. El curandero descubre la herida, a tiempo que pronuncia las primeras palabras del conjuro. El paciente cierra los ojos, podríamos decir: se recoge en sí a fin de exponer su cuerpo, al que hace insensible. Con un simple movimiento el operador saca su brillante djembia, daga grande y plana, ancha como la mano, de unos 30 centímetros de largo, ligeramente curva. La sumerge, tal como lo ha hecho con su mano, en la manteca en fusión. Luego desinfecta a su vez la herida virtiendo manteca hirviendo sobre ella. El paciente exhala un estertor espasmódico, medio ahogado, y luego se pone rígido. Entonces el curandero, con habilidad maravillosa, abre con su gran cuchillo el vientre en una longitud de 15 centímetros; la sangre chorrea, vierte manteca hirviente sobre la herida para contener la hemorragia. Sujetando su djembia entre los dientes, introduce profundamente su mano que chorrea manteca en el hueco ventral. Coge un tejido blancuzco y lo trae hasta el nivel de la incisión. Un ayudante lo sujeta con los dedos. Es el estómago cortado por la punta de lanza. El ayudante mantiene unidos los labios de la herida. Con toda calma, el operador hace una señal a otro ayudante, el cual, de una botella de largo cuello, saca termitas por medio de una pajuela hueca. Son hormigas grandes de la especie guerrera, gruesas como un grano de trigo, con mandíbulas que se abren amenazadoras como tenazas, ante cualquier resistencia que se les presente. Delicadamente, con las puntas de los dedos, el curandero toma las termitas que el ayudante le pasa una a una. En sus dedos empapados de sangre veo la mandíbula inferior del insecto, curvada, abierta, presta a morder. A estas pinzas naturales acerca los bordes de la herida que se trata de cerrar. El insecto las clava y en el mismo instante, el operador le arranca su tronco. La cabeza con los dientes queda fijada. Esta es la primera puntada de la sutura; coloca unas veinte de ellas a lo largo de la pared del estómago. Durante esta operación el rostro del herido se había vuelto del color de la ceniza. Respira con breves y violentos estertores.

Pero ahora no se queja; es de suponer que el infortunado yace en estado de hipnosis. El curandero cierra también la herida exterior con espinas de mimosa, que introduce a través de la piel…Las cabezas de termita, que han servido para la sutura interna serán absorbidas, exactamente como hoy día es absorbido el catgut.

Este relato muestra, de manera muy notoria, el elemento empírico que puede tener la medicina primitiva junto al mágico-religioso. Entre los medios terapéuticos eficaces que abarca este elemento empírico de la medicina primitiva, destacan las plantas medicinales. De éstas pertenecen a la farmacopea moderna, entre otras, las siguientes: ácido salicílico, quinina, opio, cocaína, efedrina, colchicina, digital, ergotamina. La digital se incorporó a nuestra farmacopea después del redescubrimiento de Whitering publicado en1785 después de 10 años de experiencia.

En la próxima lección se verá qué pasa con los elementos religioso, mágico y empírico en la medicina del Antiguo Egipto, que tomaremos como modelo de la medicina arcaica.

Medicina Araucana

Medicina Araucana

De la medicina indígena, la mapuche es la de mayor importancia en el encuentro de las culturas hispánica y aborígenes. De hecho, el araucano se hablaba en el territorio extendido desde Copiapó y a la isla de Chiloé y en la actual pampa argentina, desde San Juan a Neuquén.

El grado de evolución del pueblo mapuche, a la llegada de los españoles, no alcanzaba la Edad del Bronce, esto significa que había una brecha de cerca de cuatro milenios entre ambas culturas.

La medicina araucana es una medicina primitiva, de carácter mágico-religioso, con importantes elementos empíricos. Su ejercicio estaba a cargo principalmente de los machis, y el acto médico central, mágico-religioso, era el machitún.

Los elementos terapéuticos empíricos eran tres: cirugía, principalmente curación de heridas y fracturas y vaciamiento de abscesos; hierbas y aguas termales. Especial interés tienen las hierbas medicinales primero, por la riqueza de flora chilena con más de mil plantas medicinales; segundo, por los efectos benéficos de muchas de ellas y, por último, por la difusión que tuvo su uso en el pueblo chileno. Precisamente el canelo, Drymis chilensis y Drymis winteri, el árbol sagrado del pueblo mapuche, se hizo famoso a raíz de la expedición de Drake en 1557, después que el capitán Winter usó su corteza para tratar el escorbuto. Hoy está comprobado su alto contenido en vitamina C. Durante toda la Colonia la medicina oficial de atención domiciliaria llegaba sólo a las capas altas de la sociedad chilena, el resto del pueblo hacía uso principalmente de las hierbas medicinales. Es probable que de esta costumbre derive la automedicación tan frecuente aun hoy en el pueblo chileno.

CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU

CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU
Nada a cambio de un esforzado trabajo
Jim Cason y David Brooks, enviados, Tilden, Nebraska n John Dittrich, un granjero de tercera generación, maneja por las pequeñas carreteras de terracería que vinculan campo tras campo de siembra en esta zona rural. Cada terreno y casa que pasa, cuenta una triste historia: éstos abandonaron su granja hace cinco años, aquéllos rentaron todos sus campos después de 50 años de trabajarlos, estos otros se declararon en bancarrota el año pasado.
“Miren, tengo 3 mil 500 acres, cada acre tiene 24 mil plantas de maíz, tengo tractores, camiones y equipo agrario de último modelo –señala Dittrich, sentado en su oficina equipada con computadoras y servicios electrónicos de punta que monitorean cualquier cambio climático, económico y político que pueda afectar a un granjero–. Cualquier pequeño productor o campesino mexicano vería esto que tengo como lo más rico y próspero, pero enfrentamos el mismo problema que sufren ellos: no ganamos lo suficiente para pagar los costos de producción”.
Dittrich trabaja ahora más horas y produce más maíz que nunca en sus 17 años de cultivar estas tierras, pero también gana menos que nunca.
“Cuando empecé a trabajar la tierra, en 1982, mis 250 acres producían utilidades. Hoy, 17 años después, yo y mi hermano tenemos 3 mil 500 acres y no generamos ingreso, más bien pérdidas”, dice.
“A la gente que produce los alimentos que todos comemos no se les está pagando”, afirma Dittrich, que trabaja las mismas tierras de sus abuelos. Ejemplifica: un granjero podría trabajar en sus mil acres 60 a 70 horas a la semana, más otras 40 horas en otro empleo, y generaría una producción de 350 mil dólares, pero su ingreso sería cero después de pagar gastos.
El problema clave, señala Dittrich, es que un número muy reducido de agroempresas controlan hoy todo el sector maicero y de granos básicos en este país, y comenta: “Desearía que el público estadunidense y el Departamento de Justicia estuvieran tan interesados en investigar la concentración empresarial en el sector alimenticio como lo están en la capacidad de Microsoft de controlar un software de 30 dólares”.
Cuatro empresas controlan ahora casi tres cuartas partes de todo el mercado de maíz en este país de la abundancia, y concentraciones similares se están realizando en los otros sectores agrarios, según la Unión Nacional de Granjeros.
Entre estas cuatro está la ADM, la que tiene un convenio conjunto con Maseca de México, recuerda Dittrich. También, una fusión empresarial aprobada recientemente permitirá que otra agroempresa, Cargill, asuma el control de 50 por ciento del mercado de granos básicos a nivel mundial.
“Estas empresas son las que se encuentran entre nosotros los productores y los consumidores”, comenta Dittrich.
Como resultado, dice, los precios que se pagan a los granjeros se reducen mientras los precios al consumidor se elevan y los únicos que salen ganando son esas enormes empresas, por eso no hay ninguna relación entre el precio del maíz al comprarse del granjero y el precio de ese producto en el mercado.
Explica que el precio por bushell de maíz hace 17 años era de 3.17 dólares, pero hoy se vende a sólo 1.80 a pesar de una tasa de inflación acumulada en el periodo de 64 por ciento. Los 3.17 dólares de 1982 serían ahora 4.70.
Señala que hasta el propio Departamento de Agricultura calcula que le cuesta hoy a un granjero aproximadamente 2.40 dólares producir un bushell de maíz, y, con el precio en el mercado de sólo 1.80, los agricultores están perdiendo 60 centavos de dólar por bushell.
Los granjeros y sus tierras son básicamente colonias dentro de Estados Unidos que producen materias primas baratas para la nación madre: “Tenemos una economía en auge mientras que el sector que produce todo el alimento no recibe nada por ello”.
El granjero de 40 años dice que los esfuerzos anteriores para investigar los mecanismos utilizados por las empresas transnacionales para controlar los precios de los productos básicos, han fracasado por la enorme influencia política que han obtenido las empresas a través de sus contribuciones políticas en Washington, y que “nunca vamos a lograr cambiar todo esto hasta que se cambie todo el sistema del financiamiento de los políticos electos”.
Advierte que habrá consecuencias dramáticas en el carácter nacional de la economía si no se cambia este sistema.
“Lo que temo es que si no cambia nada, la situación agraria seguirá deteriorándose y la estructura pasará de una de granjas familiares a una donde las transnacionales tomaron un control total del sector”, y “entonces tendremos una estructura agraria que ya no responderá a las necesidades del pueblo, ni de su gobierno electo”, advierte John Dittrich.

La región lakota, tierra de heridas
Wounded Knee, Reservación Indígena Pine Ridge, Dakota del Sur n Aquí está el famoso sitio conocido como Wounded Knee (Rodilla Herida), y la escuela primaria se llama Little Wound (Pequeña Herida). Es tierra de heridas, de conquistadores, de rebeldes, de sangre que corre por este lugar tan antiguo, poblado por un pueblo que bajó de las estrellas y que enfrentó a otro cuya bandera de estrellas intentó domarlo.
Pero los antiguos guerreros de estas partes –Crazy Horse (Caballo Loco), Sitting Bull (Toro Sentado), y otros– siguen llamando a algunos a mantener viva la resistencia de un pueblo que nunca se rindió.
El sitio de la batalla de Wounded Knee de 1890 se encuentra en un cruce de caminos en la reservación Pine Ridge, marcada con un simple anuncio. Aquí unos 300 indígenas fueron masacrados hace un siglo, y un cementerio ubicado en una colina incluye las tumbas colectivas de los abuelos y bisabuelos de algunos artesanos que tratan de vender algo a los turistas que aparecen.
Este sitio marca el corazón de la resistencia indígena contra los ataques de los invasores, no sólo los de hace cien años, sino también los de hoy.
En el año 1890, 300 hombres, mujeres y niños indígenas fueron masacrados por fuerzas del gobierno estadunidense en Wounded Knee, que se volvió símbolo nacional de la resistencia india y una memoria viva de la historia brutal de la relación entre Washington y los pueblos indígenas.
Aquí los líderes Crazy Horse y Red Cloud (Nube Roja) lucharon contra los blancos que llegaron a robarse estas tierras.
En Wounded Knee, un siglo más tarde, en 1973, miembros del Movimiento del Indio Americano lucharon contra fuerzas del gobierno estadunidense en un sitio de 71 días y revivieron demandas por una soberanía real de los indígenas. Encabezados por Russell Means, Dennis Banks y Clyde Bellecourt, los activistas ocuparon un centro de comercio y durante más de dos meses sostuvieron un enfrentamiento armado con más de 300 agentes del FBI, del Servicio Federal de Alguaciles y de la policía del Buró de Asuntos Indígenas.
Este hecho inspiró un renacimiento del movimiento nacional de resistencia indígena por la dignidad y por la demanda nacional de respeto a los violados tratados de soberanía de las etnias.
La tierra aquí es de pastoreo, creada para el búfalo, con pequeñas colinas interrumpidas por arqueología volcánica. Vacas bien nutridas adornan casi todo espacio abierto y, de vez en cuando, puede verse un búfalo.
Las casas son frágiles, algunas son móviles, y hay esqueletos de carros usados por dondequiera, pero se ve muy poca gente en esta reservación que ocupa casi 5 mil millas cuadradas en la esquina sudoeste del estado de Dakota del Sur. Es la segunda reservación indígena más grande de las 314 que existen en este país.
Pero la belleza natural de esta tierra esconde otra realidad. La reservación indígena Pine Ridge, técnicamente una “nación indígena” separada establecida por el gobierno estadunidense, es considerada la zona más pobre de Estados Unidos.
El desempleo oficial supera 80 por ciento, los ingresos son un tercio del promedio nacional y dos de cada tres de los cerca de 20 mil habitantes viven en la pobreza. Tomando en cuenta las estadísticas del gobierno federal, el ingreso per cápita es inferior al de México.
De las más de 500 tribus reconocidas oficialmente dentro del territorio estadunidense, la de Pine Ridge registra los niveles más altos de alcoholismo, tuberculosis y diabetes. Rodeada por el país más rico del mundo, casi 20 por ciento de la población no tiene electricidad ni agua potable.
Esto es todo lo que queda de una nación indígena llamada Oglala Lakota o Sioux, que en 1830 contaba con entre 800 mil y un millón de miembros, pero que para fines del siglo pasado había sido reducida a menos de 10 mil; unos, muertos por balas del gobierno estadunidense, pero miles más a causa de las enfermedades del hombre blanco.
Pero los indígenas de estas partes, los abuelos y bisabuelos de los habitantes de Pine Ridge, fueron los que ofrecieron la mayor y más feroz resistencia al gobierno estadunidense invasor. Guerreros como Red Cloud y Crazy Horse fueron responsables de dos de las tres derrotas más graves que sufrió él ejercito estadunidense en las guerras contra los indígenas.
Red Cloud con su breve guerra contra Estados Unidos llevó a la negociación del tratado del Fuerte Laramie en 1868, donde se reconoce un territorio de los lakotas, que se extiende a lo largo y ancho de los que hoy son cinco estados de esta zona. Menos de seis años después, el gobierno estaduni-dense deseaba violar ese tratado –en parte por el descubrimiento de oro en este territorio– y se reinició el conflicto armado.
En la defensa del acuerdo violado, Crazy Horse derrotó y mató al general George Armstrong Custer y 200 de sus soldados en la famosa batalla de Little Big Horn.
El sitio donde está enterrado el gran guerrero indígena Crazy Horse se mantiene en secreto para que nunca lo descubran los blancos, y cuentan los lugareños, igual como se hace en México con Emiliano Zapata, que algunas noches se puede ver cabalgando a Crazy Horse llamando a su pueblo a la resistencia.
El baile comienza de nuevo…
Pine Ridge, Dakota del Sur n El pueblo indígena de Lakota Sioux empieza a bailar otra vez. Hace más de cien años, el 29 de diciembre de 1890, cientos de indígenas fueron masacrados por tropas federales estadunidenses, por bailar.
Rick Two Dogs (Dos Perros), un curandero, prepara a un grupo de su pueblo para el Baile del Sol (Sundance). “Es una tradición de miles de años, es un rito que fortalece, que recupera el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, que da gracias al creador”, informa Two Dogs en entrevista con La Jornada.
Two Dogs fue instruido desde los ocho años por su abuelo para ser líder espiritual. Sentado bajo una foto del abuelo –un hombre con una cara de feroz dignidad– Two Dogs cuenta que en 1889 el gobierno estadunidense promulgó una ley –el Acta de Ofensas Indígenas– que prohibió las ceremonias indígenas, lo que perduró hasta los años 50. Sólo se permitían los bailes y los ritos como parte de exhibiciones para turistas, o en actos de carnaval. Los indígenas lakota o sioux tendrían que mantener sus tradiciones en la clandestinidad, “mi familia tuvo que hacer todo en secreto”.
Su abuelo, testigo a los 10 años de la derrota del ejército de Custer en Little Big Horn y vivió para ver la primera aventura astronáutica de John Glenn, pasó su sabiduría al nieto. “Tuve la fortuna de crecer sin electricidad, sin televisión”, dice.
“Mi abuelo fue mi guía, a través de los cuentos, los cuentos que contienen el conocimiento tradicional de las generaciones –cuenta–. Nuestro cuento de creación dice que antes que nada existía la roca, que nuestra gente llegó aquí de siete estrellas”.
Informa que el número siete es sagrado porque hay siete fuegos que sostienen este pueblo compuesto por siete familias extendidas, las cuales son parte de siete bandas del pueblo lakota.
“Nuestra soberanía surge de estos cuentos y cuando se olvidan es cuando perdemos nuestra soberanía –dice–. La esperanza para el futuro es recuperar estas historias, nuestro idioma, nuestras formas tradicionales; cuando los jóvenes las rescaten. Nosotros no medimos la riqueza por el tamaño de nuestras casas o coches. Seremos ricos cuando más de mi gente hable nuestro idioma, conozcan sus cuentos y tradiciones”.
Este pueblo, dice, “sólo podrá rescatarse si regresa a sus formas de vida, de conocimiento de su propia identidad. Aquí no había jefes, había líderes del pueblo, pero cada uno era líder por el respeto que merecía, por lo que lograba, por su integridad. Un líder no duraba mucho si no era honesto. Cuando los blancos llegaron y demandaron ver a nuestros jefes, pues no había… entre nosotros empujábamos a cualquiera, diciendo, hazla de jefe para éstos”.
Continúa: “Aquí ni Crazy Horse podía mandar a nadie. Uno como él podía tomar la decisión de irse a la guerra, pero cada individuo tomaba su propia decisión de seguirlo o no, y si no, se iba solo. Los blancos impusieron una forma de gobierno donde elegimos a nuestros líderes en elecciones cada dos años, pero eso no tiene nada que ver con nuestra forma de vivir. Los líderes verdaderos son los tradicionales, los naturales y no los electos.”

Carta del Jefe indio Seatle

Carta del Jefe indio Seatle
al presidente de los Estados Unidos

En 1854, el presidente de los Estados Unidos
(Franklin Pierce, entonces)
hizo la propuesta de comprar gran parte de sus tierras a una tribu india, ofreciéndoles en contrapartida,
la concesión de otra “reserva”.
La carta de respuesta del Jefe Seatle, distribuida por la ONU,
y más adelante publicada íntegramente,
ha sido considerada, a través del tiempo,
como uno de los más bellos y profundos pronunciamientos hechos
sobre la defensa del medio ambiente.
Ésta es una de las versiones más en uso.

“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.

Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿cómo podrían Uds. comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y, asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor de! cuerpo del caballo y e! hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra deben recordar que es sagrada y deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, Uds. deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos, y, por tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos.

Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el firmamento como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de Uds. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.

No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque?

Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor, pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida también recibe sus últimos respiros. Y si les vendemos nuestras tierras, Uds. deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello, consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.

Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.

Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común Después de todo quizás seamos hermanos. Ya veremos Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Uds. pueden pensar ahora que Él les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan, pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del Creador.

También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.

Pero Uds. caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que, por algún designio especial, les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia”.

Seatle.

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