medicina natural rarámuri

Verónica Bustillos García, premio Nacional de la Juventud Indígena
Piden el reconocimiento como sistema de salud para la medicina natural rarámuri

NOTIMEX

A pesar de su milenaria tradición y probada eficacia, la medicina natural de la Sierra Tarahumara sigue siendo víctima del saqueo de sus técnicas y conocimientos, afirmó Verónica Bustillos García, premio Nacional de la Juventud Indígena en Medicina Tradicional 2003.

Entrevistada luego de ofrecer la conferencia La etnomedicina rarámuri; el vínculo entre el espíritu y la salud, señaló que, además, esta práctica también sufre de la falta de reconocimiento como sistema de salud de los pueblos indígenas a los que beneficia.

La médica de 28 años consideró que esta práctica, heredada por generaciones, sigue sin recibir el valor que le corresponde como elemento de los pueblos raramuri que la siguen utilizando, ante la imposibilidad de consultar médicos de “bata blanca”, como los llamó.

Actualmente, dijo, “requerimos que no trasladen las plantas (medicinales) fuera de la Sierra (Tarahumara) y sólo los habitantes de ésta puedan darles utilidad”, pues este problema acaba con plantas como los arbustos conocidos como yerba del indio y chuchupate.

Estas yerbas, señaló, son utilizadas por los médicos tradicionales en el tratamiento de infecciones, heridas, cáncer y gangrena por medio de infusiones, polvos y jarabes, y comentó que ya ha expresado esta preocupación a legisladores, a quienes ha sugerido castigo a quienes saqueen las plantas.

Además, señaló, “seguimos requiriendo apoyo para la construcción de una clínica albergue”, administrada por ellos mismos, y para la cual se cuenta con un terreno ubicado en el municipio de Guachochi, Chihuahua y el permiso para construir.

Sin embargo, dijo, los trabajos permanecen en el olvido y no “ha habido respuesta para apoyar el término de las obras”.

Según datos de la organización Desarrollo Sustentable de la Mujer, Grandeza Raramuri, que preside Magdalena Fierro, actualmente hay en la Sierra Tarahumara alrededor de 200 médicos tradicionales que aún sufren discriminación y humillación de diversos sectores que les siguen viendo como “charlatanes o brujos”.

Caracterizada por su “fuerza espiritual”, la medicina tradicional raramuri, dijo Fierro, es una opción para muchos indígenas serranos que no tienen acceso a los servicios públicos de salud. Médicos naturales como Verónica Bustillos y su madre Antonia García Díaz, presidente del Grupo de Médicos de la Alta Tarahumara, ofrecen alternativas eficaces de salud a cambio de un pago “casi simbólico”, que puede ser desde una gallina a semillas o unos cuantos pesos.

Al respecto, Antonia García explicó que “nací con el don” y en la actualidad atiende, junto con su hija, de 800 a dos mil pacientes al año, provenientes de distintos estados del país, pero sobre todo de la Sierra Tarahumara.

Enfermedades como bronquitis, sordera, falta de vista, cáncer, problemas digestivos y la caída de pelo son tratados por la médica tradicional por medio de sus técnicas, en las que se mezclan el conocimiento de una técnica milenaria con la cosmogonía indígena.

Así, Antonia García señaló que se puede curar por medio de los sueños, viendo a la persona, con limpias de huevo, el tesgüino o la técnica de las tres cruces, que consiste en un rito en el que se utiliza un preparado con base en maíz molido y cocido que se unta por el cuerpo del paciente.

Integrantes de comunidades rarámuri de la Sierra Tarahumara se reúnen en esta ciudad para participar en la jornada cultural Una mirada al mundo rarámuri, que concluirá el viernes 25 de febrero, en la Cámara de Diputados, donde además ofrecen sus servicios de consulta.

En los próximos meses, informó Magdalena Fierro, Grandeza rarámuri comenzará su quinta caravana de apoyo a la Sierra Tarahumara, a la que se puede apoyar con donaciones en efectivo y especie, a fin de asistir a 23 comunidades del municipio de Morelos, en Chihuahua.

Medicina Folclórica

Medicina Folclórica

Tal como lo destaca José A. Mainetti, la medicina “nativa”…… pertenece a una rama importante de la Antropología Cultural. Por su parte, la excelencia en el crecimiento de la medicina científica excediendo por momentos el límite de lo esperado y alejándola de una ética formal, obliga por cierto a reformular sus objetivos y alcances con el claro fin de propender a la salud humana a expensas de una práctica médica integradora y humanista. Al respecto, es oportuno rescatar el criterioso pensamiento del Dr. H. T. Mahler, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) quien allá por el año 1974, destacó que los graves y crecientes problemas sanitarios que enfrenta la Humanidad obliga al uso de todos los recursos posibles, hasta de los mismos curanderos. De hecho su propuesta alentó sin ambages la necesidad de reducir la distancia entre la medicina científica y cualquier otra práctica terapéutica que tienda a mejorar la enfermedad y sostener el nivel de la salud de la población.

Un hecho que entroniza a la medicina popular noroestina es su accidentado ecosistema geográfico, situación que influyó notablemente en el mantenimiento de rasgos pre científicos de una medicina popular genuina que, en algunas regiones tales como la puna, han permitido sobrevivir a las primitivas prácticas indígenas de la región andina.

El arquetipo nosológico que caracteriza el folclore médico del noroeste argentino reúne, según Mainetti, dos pensamientos místico – patológicos: la intrusión de cuerpo extraño y el robo del alma, donde este último estado ya revela la temerosa actitud ante la imprevisible y sobrenatural, pero que conforman aún la vigencia de una medicina popular arraigada en el “pasado indígena de América” (Homero Palma) pero con el aporte cultural de la civilización hispánica. En otras palabras, así como sucede en otras medicinas populares de América, las influencias culturales desarrolladas en el ámbito noroestino y particularmente en la puna invistieron también a esta región de la práctica de un folclore fuertemente impregnado de una cosmovisión espiritual de la vida.

Muchas de las formas ideológicas son todavía difíciles de precisar en sus orígenes. Así, por ejemplo, la idea de “cálido” y “fresco” tendría su origen en una filosofía templaria cuya práctica se remontaría a períodos anteriores a la conquista española y ya vigentes en antiquísimas culturas africanas (Jelliffe y Bennett [ Read, 1968: 46 ] ). Tal como lo expresa Homero Palma “la idea de cálido y fresco se halla también integrada con los valores esenciales de las formas patológicas y terapéuticas…” “…que hace difícil, sino imposible, admitir su origen hipocrático por conducto de la conquista hispánica”.

Otro tanto puede decirse de la antiquísima idea del “susto” que identificó al folclore egipcio en la denominada “copa del temor”, recipiente de cobre dúctilmente decorado en el cual tomaban agua los campesinos para disipar el citado mal (Read, 1968).

Con respecto a la hipótesis del “cuerpo extraño” se acepta también su origen cultural muy antígeno (paleolítica?) y que a través de su dispersión fue alcanzando remotas regiones de América.

No puede negarse, sin embargo, la influencia colonialista sobre ciertas creencias tales como el “mal de ojo” que, a pesar de sus controversias entorno a su verdadero origen, sigue asociándoselo con la idea de envidia, defecto que ya en el viejo mundo se lo vinculaba al referido mal.

Un interesante y genuino culto folclórico noroestino es el “exvoto” a la Pachamama (diosa ectónica de los Andes meridionales y centrales), que consiste en la actitud de ofrendarle objetos diversos (corazones vivos de animales, placentas humanas, alcohol, hojas de coca, etc.) para restablecer la salud u obtener la gracia del perdón. En este sentido el exvoto representa el voto de gratitud hacia el dios de la tierra (Pachamama).

Resulta atinado destacar que la folk-medicina no solo le aporta a la medicina antropológica sino que mantiene todavía un lugar merecido en el ejercicio de la medicina sanitaria contemporánea.

En otros términos, la etnomedicina garantiza, con su presencia folclórica, el éxito de cualquier emprendimiento de salud de la región. En este sentido puede afirmarse que en el noroeste (sobre todo en la región puneña) la medicina folk mantiene insita la “idea” de cultura folk (Redfiel, 1930, 1947). Es así como en el caso particular del habitante de la puna, este hecho testimonia el persistente arraigo de estas creencias a lo largo de la historia.

Por otra parte, con sentido crítico debe admitirse que el raudal de principios terapéuticos con que cuenta la medicina popular carece de los atributos que ofrece la medicina clásica y, por ende, no alcanza a promover una acción terapéutica eficaz.

Sin embargo, pueden rescatarse ciertas virtudes terapéuticas en la farmacopea herborística, tan difundida en la cultura aborigen prehispánica y, como muy bien apunta Piovesan (1959), ha sabido resistir la prueba del tiempo, “a despecho mismo de los ataques de los médicos y demás profesionales” y termina diciendo este autor: “…e indica que la medicina folk no es un conjunto bizarro de creencias y supersticiones, sino, sobre todo, un cuerpo consistente de conocimientos, de gran vitalidad y bien integrados”. A pesar de esta singular expresión de Piovesan, no debe soslayarse la crucial diferencia del concepto de la enfermedad en la ambiencia folk en relación con la definida por la ciencia médica. Y esta reflexión pesa pues la mayoría de las veces la medicina popular no alcanza a explicación el origen de la enfermedad

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA ENFERMEDAD, EL PACIENTE Y EL SANADOR, EN EL ECOSISTEMA DEL NOROESTE ARGENTINO

Resulta comprensible que en aquellas regiones del NOA poco menos que ignotas y por naturaleza huérfanas de recursos pero impregnadas de importante prosapia indígena, se mantenga una forma de curar en la magia y el empirismo. Es así como en el escenario principal de la medicina mágica se identifica al hechicero (curador actual) como protagonista y figura principal, cuyo poder ilimitado y sobrehumano se trasunta en la grandilocuencia de sus actos y de sus palabras. Personalidad ella que emula una actitud omnipotente y rayana con lo sobrenatural.

Las actitudes compulsivas y reiterativas de los curadores actuales prolongan en el tiempo las antiguas prácticas de los hechiceros indígenas, genuinos hacedores de la medicina popular que hoy todavía remane en el Noroeste Argentino.

Importa señalar la cabal diferencia entre la actitud poco menos que coercitiva empleada por el curador, quien apela a ocultos poderes naturales (negados al hombre común) y aquella empleada por el devoto que reza a su dios pero a expensas de una disposición suplicante y de reverencia.

Cabe señalar que la medicina popular no logra comprender el origen de la enfermedad a través de causas naturales. Entonces opta por explicar su génesis a través de la participación de espíritus, buenos y también malvados, que pueblan los reinos vegetal, animal y mineral. Es así como la narrativa folclórica de la región cuenta con elocuentes ejemplos de procedimientos curadores. He aquí algunos de ellos: …aquel que refiere el paisano de la montaña cuando “se siente agarrado a la tierra”, aludiendo al suelo inerte que corporizado en la silueta de un espíritu malo le arrebata el alma y dejándolo sin fuerzas, desanimado y con su cuerpo dolorido; sintomatología que en algunas circunstancias puede evidenciar un compromiso neurológico de difícil encuadre. Aquí, la tarea del curador (auténtico simulacro hechicero) consiste en influir sobre el espíritu, manipulándolo como si se tratara del propio enfermo para lograr, finalmente, apaciguarlo y someterlo, devolviendo al paisano su estado de salud. Se comprende, así, la actitud mística de ofrecer a la Pachamama (diosa tierra) ofrendas (alimentos, objetos diversos, bebidas, etc.) y plegarias. Estos ofrecimientos a la Pachamama, que equivaldrían al acto de dar de comer a la tierra, se identifican con el término de “corpachar”, del quechua “Korpatjay”, que significa hospedar (Pérez De Nucci); dramatización en la cual participa tanto el curador como el propio habitante de la comunidad. Se configura de esa manera un escenario convincente para sosegar a la deidad ofendida.

Existen casos donde el componente mágico brinda un ponderable beneficio curador. Es en aquellos fuertemente impresionables en los cuales la variada y conocida gama de la farmacopea indígena (sobre todo herborística) es reemplazada por el uso de elementos inertes y sin propiedades farmacológicas reconocidas, pero que poseen alguna semejanza. Se citan así: en los casos de hemorragias el uso de piedras de color rojo; o bien, frente a la ictericia, las flores amarillas.

Otro ejemplo interesante extraído de la medicina popular del Noroeste Argentino se identifica en la llamada magia por contacto donde por ejemplo la actitud de hacer el mal, reservado a individuos con poderes especiales para hacer efectivo el maleficio recurriendo a objetos (prendas íntimas, cabellos, etc.) que pertenecen o han estado en contacto íntimo con el sujeto al cual se lo quiere enfermar.

También el tabú (voz de la polinesia que significa prohibición) ocupa un lugar destacado en la medicina popular noroestina. Entre las prohibiciones que rotulan a este precepto cabe mencionar el “kaikar” o “aicar”, que fija la prohibición por parte de la mujer embarazada de acercarse o contactar con todo aquello vinculado con la figura de la muerte en sus diferentes expresiones (velatorios, cementerios, morada de antepasados, etc.). Su desobedecimiento torna endeble al producto de la concepción, dando lugar al nacimiento de un niño “aicado”, padecimiento que se traduce por un retardo físico y mental, al mismo tiempo. Al respecto, Nestor Homero Palma refiere que el “aicar” representa un tabú arraigado en la región puneña y zonas de valles calchaquíes identificado a menudo con la desnutrición y su principal referente: el retardo psicomotriz de ese niño que habita aquellas yermas soledades.

En consecuencia, la interpretación popular de la verdadera causa de este padecimiento radica en la directa quiebra del tabú por haber observado la madre a un muerto o bien asistido a un velatorio o, también, haber transitado por “antigales”.1

Incumbente como ilustrativo es mencionar que, si bien la palabra tabú es oriunda de la polinesia, existe parentesco de esta acepción con el “Kodausch” hebreo y el “Sacer” de los romanos.

Resulta notable cómo, este precepto ecuménico de prohibición, permanece todavía vigente en el arrinconado y solitario páramo puneño.

En su obra referida al tabú, Northcole Thomas menciona que todo aquello vinculado con él representa una poderosa fuerza mágica emanada de ciertos espíritus y que se expresan en diferentes figuras u objetos inanimados que estuvieron en contacto directo con tales figuras, por ejemplo un difunto y las que fueron sus pertenencias o lugares frecuentados en vida. Cada una de ellos, sea la figura del muerto como la de los objetos inanimados que estuvieron en contacto con él equivaldrían, según este autor, a “objetos que han recibido una carga eléctrica; constituyen la sede de una terrible fuerza que se comunica por el contacto y cuya descarga trae consigo las más desastrosas consecuencias cuando el organismo que lo provoca no es lo suficientemente fuerte para 2resistirla”. Volviendo al ejemplo de la gestante y su hijo, ambos no gozarían de la fuerza necesaria para contrarrestar la avalancha de adversidades devenidas como consecuencia de la ruptura del tabú.

Analizando el tabú desde la óptica del psicoanálisis, Freud marcó sus coincidencias con la neurosis obsesiva, eventualidad que se profundizan aún más cuando este precepto apunta a los difuntos y a la mujer embarazada. Cabe agregar aquí que la práctica de este tabú todavía impera en vastas regiones del noroeste argentino ( los Valles Salteños y Jujeños, el Valle Calchaquí, la Puna, el Valle de Tafí). Freud al compararlo con la prohibición obsesiva del neurótico refiere que “el tabú es una prohibición muy antigua, impuesta desde el exterior y dirigida contra los deseos más intensos del hombre…” . Sigue el autor destacando que la fuerza mágica que genera el tabú induce al hombre a la tentación, y donde el objeto del tabú se comporta como objeto contagioso.

Con genuino criterio el profesor Armando M. Pérez De Nucci se pregunta; “cuánto de neurótico obsesivo tienen en su personalidad el enfermo y el curador de las distintas zonas donde esta patología se halla presente

IDEA GENERAL DE LA ENFERMEDAD

En su cardinal publicación vinculada con la Medicina Tradicional del Noroeste Argentino, Armando M. Pérez De Nucci3 expresa el concepto de la enfermedad de acuerdo a los siguientes hechos:

a) Desde sus albores el hombre común ha enfrentado a la imagen de la enfermedad conforme a dos posturas diferentes: a través del empirismo, apoyado en su experiencia cotidiana o bien, frente a un fenómeno inexplicable, aceptarlo como de origen sobrenatural. En el primer caso la conducta se identifica con el ejercicio de la antigua medicina. No así cuando el padecimiento domina lo sobrenatural. Es aquí donde se impone el relevante quehacer de la medicina popular noroestina.

b) El arquetipo que configura la idea de enfermedad responde al común denominador de sobrenaturalidad. Por lo tanto puede adoptar fisonomías que la identifican con el tabú, a partir del precepto de lo prohibido, o también a través de la intervención de un cuerpo extraño (interferencia mágica); o bien recurriendo a la exaltación mística (sublimación religiosa).

c) Entre aquellas causales más comunes de enfermedad pueden citarse: el “embrujamiento”, es decir hacer un daño o mal a distancia, (una suerte de “magia simpática”); el “mal aire” o “aire de enfermedad”, aludiendo a influencias ocultas que deambulan alrededor de personas o en lugares determinados; “la pérdida del alma o del ánimo”, que se origina como consecuencia de una fuerte impresión, susto o emoción, en cuyo caso la persona queda desanimada y sin aliento vital; el ya citado “aicar”, debido a la ruptura de tabúes y, finalmente, la enfermedad provocada por cuerpos extraños al organismo (trozos de madera, piedras, etc.) Aquí el padecimiento se incorpora desde afuera, ingresando en el individuo que no alcanza a percibirlo. Pero como el mal viene desde afuera y permanece separado del sujeto, es posible que logre disiparse espontáneamente o bien con la ayuda de los remedios del curador.

PERSONALIDAD DEL CURADOR

Carismático y, sin duda, esencial para la vida cotidiana de la comunidad noroestina, es el denominado curandero (sanador o el-que-cura). Personaje que ejerce la medicina popular con su máximo potencial en las regiones montañosas del noroeste, donde apoya la esencia y el vigor de su práctica sanadora gracias a la concepción profunda y unificadora que tiene el habitante de esos lugares de las cosas existentes. Concepción que admite así una íntima relación entre el sujeto, animales, plantas y elementos inanimados que contiene la naturaleza. De forma tal que todo aquello que está en contacto con el cuerpo participa de él. Genuina argamasa psicológica donde “todo es un todo”, como acertadamente lo calificara Pérez De Nucci; y como también lo mencionara algún curandero al decir “Todo tiene vida: las piedras, los árboles, todas las cosas, nosotros a veces no la vemos pero tienen” (J C)4.

En esta identidad entre curandero y sociedad, basada en la animanización de todo lo existente, radica el accionar del sanador. Un ejemplo de tal empatía puede hallarse en la ya referida etiología del “cuerpo extraño”, practicada por el curandero entre los guaraníes y que consistía en succionar, por ejemplo, una zona dolorida del cuerpo del enfermo, práctica que la ejercía en forma prolongada, rayana en el agotamiento para luego, como por arte de magia, extraer de su boca un objeto pequeño y afilado (espina, palillo, etc.) responsable del mal.

El curandero acostumbra a investirse de una aureola de predestinación. En la mayoría de los casos este atributo procede de sus ancestros quienes le transfieren el poder curador. Aunque también este privilegio puede surgir como consecuencia de un episodio (generalmente enfermedad o accidente grave) acaecido durante su vida que lo predestina a cumplir, a partir de entonces, una tarea sanadora.

Al hacer uso el curador de poderes conferidos por designios especiales, el tipo de la medicina que practique estará revestida por la fuerza mágica de un auténtico brujo curador y envuelta en una especie de nebulosa sagrada y misteriosa que le proporcione el escenario por él creado. Pero deberá poseer también un cabal conocimiento de aquellas virtudes ecológicas de su región es decir, el contenido (vegetal, animal y universal) y también las propiedades y los beneficios aplicables en el instante de su práctica sanadora.

Un hecho importante que permite la práctica de esta medicina popular radica en la existencia de una sólida empatía entre sanador y enfermo, la cual queda sellada a partir de un sentimiento de plena fe.

En síntesis, el modelo que permite reconocer al curador del Noroeste Argentino quedaría encuadrado así:

a) Individuo con personalidad dominadora, a pesar que la mayoría de los casos no posea una educación adecuada.

b) Hábil actor para escenificar su taumaturgia curativa.

c) Reúne el privilegio de su paciencia y su innata capacidad de psicólogo para adentrarse plenamente en la tridimensionalidad de su paciente; identifica su mal físico, profundiza en su espíritu e indaga en sus sentimientos. Sin duda esta labor resulta encomiable toda vez que su participación como curador se concreta, la mayoría de las veces, en lugares alejados y carentes de una asistencia médica convencional.

d) Su interpretación cosmovisiva de la enfermedad le permite aceptar que el cuerpo es inseparable del alma y consecuentemente apela a esa concepción para eliminar la enfermedad del cuerpo.

e) Su mochila de sanador contiene tanto palabras y ritos mágicos como yuyos y substancias diversas para aplicar conforme al padecimiento.

f) A través de objetos diversos, excreciones del enfermo (especialmente la orina), la llama de una fogata, etc., analizadas de acuerdo a diferentes horas del día, puede predecir la enfermedad o el porvenir. Atributo que le adjudica una función de adivino.

g) No pocas veces se lo considera un sacerdote que pronuncia oraciones y ritos tanto religiosos como paganos. Esta actitud puede observarse en ciertas comunidades de aborígenes (matacos, guaraníes, etc.).

h) El curador experimentado puede transmitir sus enseñanzas a otro aprendiz que posea cualidades para desarrollar la medicina popular.

CARACTERÍSTICAS DE ALGUNAS ENFERMEDADES PROPIAS DEL NOROESTE ARGENTINO

Mal de la Puna:

Entre sus sinónimos figuran: mal de altura, mal de montaña, soroche puna, enfermedad de los Andes, eritremia de altura, etcétera.

Este padecimiento se desencadena como consecuencia de la disminución de la presión barométrica (atmosférica) y de la tensión parcial de oxígeno atmosférico a medida que el sujeto asciende sobre el nivel del mar. El organismo debe apelar, entonces, a mecanismos de compensación para superar tales deficiencias. Básicamente, se produce la elevación de las cifras de hematíes sanguíneos a partir de la movilización de sus reservorios. Ello produce un aumento de la masa total circulante, con cambios hemodinámicos (aumento del volumen sistólico y de la frecuencia cardíaca).

El mal de altura o de montaña se caracteriza por presentar los síntomas siguientes: cefalea, palpitaciones, vértigo, taquipnea, pérdida de fuerzas, irritabilidad o somnolencia, indiferencia, actitudes torpes. Con frecuencia pueden aparecer signos hemorrágicos (epístaxis, hemóptisis, gingivorragias), insomnio, disnea con cianosis, enfisema. En los casos fatales el óbito sucede como consecuencia de la insuficiencia respiratoria.

En el contexto de la medicina popular de la Puna Argentina, N. Homero Palma reconoce como enfermedades aquellas de etiología “mística” y otras de etiología “no místicas”, llamadas también naturales. Entre las primeras se mencionan: mal del aire (brujería), mal deseo (mala boca, mala palabra), susto, enfermedad de la tierra, agarrar la tierra, violación de tabúes. Por su parte, las enfermedades no místicas o naturales reconocen estos padecimientos: mal de ojo, empacho, golpe de aire, neumonía o costado, dolor de muelas, mala fuerza, tabardillo, enfermedad de la matriz.

El “Mal Aire”:

Padecimiento de origen prehispánico, bastante difundido en las regiones del noroeste andino.

La palabra “aire” involucra el concepto de iniciación brusca del proceso de la enfermedad e independiente de su causa originaria. Pero además (el aire) como elemento respirable y abarcativo de todas las cosas, pudiendo asumir características “benéficas” o “maléficas” .

Cuando la palabra “mal”, precede a la palabra “aire”, la enfermedad es consecuencia de una brujería. Por otra parte el uso del sahumerio como tratamiento de las enfermedades producidas por el mal aire, tiene por finalidad “quitarle el aire que le entró al sujeto”(N. D. Palma).

El concepto de mal aire se sostiene a través de profundas raíces en el tiempo. Así, en el idioma italiano, la mala aria (aire nocivo) cuya síntesis gramatical originó la palabra “malaria”, que identifica al paludismo, enfermedad imputable al aire nocivo proveniente de los pantanos. Sin embargo ya era creencia antigua que en el aire moraban “elfos” perversos. De ahí que el mal aire se lo asocia con la brujería.

Según Homero Palma, en la Puna Argentina los días martes y viernes se identifican como aciagos ya que permiten a los brujos concretar sus hechicerías. En tales circunstancias, el brujo utiliza diferentes artilugios para maleficiar a determinada persona. Entre ellos figura la pócima por él mismo preparada y vertida en un determinado alimento. Otra práctica hechicera, acaso más popular, consiste en fabricar un muñeco con prendas de la persona hacia la cual se dirige el maleficio. Sobre el fantoche así creado se descargan una andanada de suplicios supuestamente terebrantes Se suelen clavar entonces alfileres y espinas que, en el hombre, se distribuyen en lugares anatómicos vitales.

Entre las enfermedades vinculadas con el mal aire se menciona el “aire del pescuezo” identificada con la tortícolis. También cuando existe humedad en el ambiente, el aire húmedo pone triste y endurece el cuerpo de la persona. Además se cita la presencia del mal aire donde existen antigales (reservorios arqueológicos habitados por los ancestros) aludiendo a un “viento maligno” por haber estado en contacto con cadáveres o cuerpos momificados (que emiten emanaciones). Este particular viento de los antigales es el responsable de severos dolores de oídos, parálisis nerviosa y accesos convulsivos.

La sintomatología habitual encontrada en sujetos afectados por el “mal aire” se caracteriza por la ya mencionada tortícolis y nerviosismo. En los niños la aparición de ronchas, el cuerpo se pone morado, el niño se asusta, etc. Pueden agregarse a este padecimiento otros síntomas tales como: cefalea, náuseas, vómitos, mareos y decaimiento general.

Para neutralizar los efectos del “mal aire” se utilizan rituales tales como brebajes, sahumerios, invocaciones y las plegarias. El rito de la “corpachada’’ también es utilizado con el propósito de que la ofrenda a la Madre Tierra sea propiciatoria para la curación de la enfermedad. Pérez de Nucci refiere que es útil contar, además, con un perro de color negro pues este color es “atraedor” del mal aire librando al dueño de los efectos nocivos.

Susto:

En la región montañosa puneña existe una creencia popular, muy arraigada, que sostiene que si una impresión fuerte domina a un organismo débil (más aún si se trata de un niño) ocasionándole gran temor o miedo, se producirá entonces una pérdida del alma. Es decir, el espíritu se separará del cuerpo. No obstante, ello no significa que la persona deba morir. Queda sí con un estado que la jerga popular llama “desanimado”, o “se le va el ánimo”.

Varios desencadenantes se han invocado como responsables del estado temeroso: un determinado e imprevisto fenómeno natural, un fuerte ruido, una vertiente de agua, algún objeto que se mueve en la noche, etcétera.

Como consecuencia de esta aparente separación del alma con el cuerpo suelen producirse variados signos y síntomas tales como: cefalea, que puede ser intensa, insomnio, sonambulismo, decaimiento, sed intensa, trastornos digestivos como anorexia, vómitos; adelgazamiento; fiebre. Nestor Homero Palma refiere que el susto proveniente de una fuerte impresión, desencadenada por una vertiente de agua (pukio o puquio [ L. B. Mas, 1969), hace que el individuo se torne tartamudo (tartancho).

Con mayor frecuencia en los niños (varones pequeños) el susto se manifiesta por llanto nocturno, sobresaltos mientras duerme, náuseas, vómitos, diarrea. Interesa destacar que estos trastornos digestivos5 se los suele vincular con la “caída de la paletilla”, padecimiento originado por el hundimiento del apéndice xifoide (hecho que simula su caída) en el hueco epigástrico ( boca del estómago). Esta localización aberrante sería la responsable del cuadro diarreico, a veces severo, que experimenta el niño.

Variados tratamientos han sido aplicados contra la patología del susto. Esta labor, que por lo general corre por cuenta del curandero, se basa esencialmente en trasladarse al lugar donde se produjo la “pérdida del alma”, con el propósito de llamar al espíritu y rescatarlo, apelando a ciertos artificios tales como adherirlo a una prenda o bien ingiriendo una pequeña cantidad de tierra (previo trazado de una cruz en el suelo con la mano del lugar donde se produjo el susto. (N. H. Palma).

El tratamiento de la caída de la paletilla (al paciente se lo identifica también como “despaletillado”) consiste en “sacar la paletilla”, porque el. “hueso estaría en el estómago”. Para ello se utiliza una “cuchara nueva de metal blanco; y se completa la terapéutica dándole de tomar al enfermo agua bendita” (N. H. Palma). Luego se procede a persignarlo en la frente y en el pecho y, si se halla muy postrado, se lo traslada al lugar donde se produjo el susto, con el fin de llamar y rescatar el espíritu furtivo.

Existen otros procedimientos terapéuticos para la caída de la paletilla tales como el “rastro” (se marca la pisada del enfermo sobre la hoja de ciertas plantas). La finalidad es transferir la enfermedad. Complementa a este tratamiento rezar tres padrenuestros y tres avemarías.

Ciertos curanderos levantan al enfermo varias veces para reacomodarles la columna, (a modo kinésico) además de agregarle el parche poroso y la colocación de ventosas. Tanto el uso del parche como de las ventosas tiene el sentido de succión permanente (para reacomodar el hueso xifoides), hecho que no se halla al alcance del curador.

Si el susto es determinado por un animal se apela al sahumerio. Se procede entonces a sahumar al enfermo utilizando como ingredientes, por ejemplo, pelos del animal.

Mal de Ojo:

También se lo suele denominar “ojeadura”. En el NOA este padecimiento resulta tan frecuente como la enfermedad del “susto”.

Este padecimiento no debe confundirse con el denominado “mal de ojos” ( mal de los ojos), frecuente en la región puneña y que representa una genuina enfermedad ocular, específicamente una conjuntivitis, adquirida como consecuencia del riguroso clima estival (aire caliente y extremadamente seco, exposición directa al calor fuerte, falta de higiene, etc.).

Volviendo a la “ojeadura”, esta enfermedad es atribuida a la mirada de una persona, cuyo destinatario es casi siempre un niño (al cual se lo supone débil) y cuya finalidad es transmitir con la mirada un deseo que puede ser maléfico, de animosidad, o bien de encanto o fascinación. En otros términos, a través de la mirada existe una expresión consciente del mal o, por el contrario, hacia un bien, pero aún así desencadena la enfermedad u “ojeadura”.

Variados son los signos y síntomas que caracterizan a este padecimiento: generalmente el niño se halla intranquilo, no duerme bien, llora fácilmente, presenta vómitos repetidos que suelen asociarse con dolores de cabeza y por ello no pocas veces diagnosticados como casos de meningitis.

En razón de que este mal incide, al igual que el susto, más en los niños pequeños, el tratamiento suele ser manejado por el curador quien suele utilizar como maniobras rituales el agua y el aceite procediendo de la manera siguiente: el curador toma aceite de comer y un poco de agua, a la vez que solicita el nombre del pequeño y procede a ejecutar un ritual secreto (católico o de otro tipo) pronunciando una oración (algunos curadores utilizan el credo mientras curan). Algunos curadores pronuncian su rezo secreto con el fin de no ser escuchado pues de lo contrario pierde su poder tarapéutico.

Con el propósito de curar otra forma consiste en masajear varias veces una región del cuerpo.

En la mayoría de estos ritos curativos suelen utilizarse objetos de color rojo. Este color se halla asociado, desde la antigüedad, con la curación y la prevención de enfermedades. Al respecto cabe mencionar que en la cultura oriental el rojo era utilizado para curar la viruela. En la actualidad, en Italia, es frecuente el uso de dijes de color rojo para prevenir la ojeadura o, también, se ha visto utilizar en Francia hilos de lana, de igual tonalidad, alrededor del cuello para prevenirlos de las enfermedades de la garganta.

En nuestro folclore indígena existe también la costumbre de utilizar el rojo para variados fines: ahuyentar malos espíritus, el dolor de cabeza, contra el hipo, como preventivo para evitar recaídas o recidivas de enfermedades. Y, obviamente, en la curación del “mal de ojo.” Todo lo mencionado bajo diferentes formas de expresarse el mágico y purpúreo matiz: ponchos, vinchas, pulseras o lazos, cerámica (asociada al color negro), un punto rojo de lana en la frente (para reforzar la curación), gorro, etcétera.

Cabe destacar la referencia obtenida por parte de la población de muchas regiones del noroeste en el sentido de que las personas que tienen la virtud de curar lo hacen en forma gratuita pues tal atributo representa un poder especial otorgado “por Dios, la Virgen, Santos o bien otros seres sobrenaturales, los que no permitirían cobrar aranceles por curar” (A.M. Pérez De Nucci).

Enfermedad de la tierra o mal de la tierra:

Este padecimiento se halla vinculado con ciertas posturas o actitudes adoptadas por la persona para con la Pachamama: acostarse por ejemplo en lugares “no buenos” o bien gestos ofensivos hacia ella. La enfermedad se caracteriza por gran decaimiento y la aparición de dolores en el cuerpo y en los miembros, asociados con la erupción de pústulas en la piel. Una forma de tratamiento es frotar el cuerpo con ruda fresca, práctica que suele realizarse en Bolivia (Cochabamba).

En este mal la persona no pierde el alma como en el mal “agarrar la tierra” o el “susto”.

En el mal “agarrar la tierra” cuyo término quechua es” Pachan’piron’’ que significa “agarró la tierra”, su acepción real es “agarrarle el alma”. En esta enfermedad el sujeto que está “agarrado del alma por la tierra” se encuentra decaído, sin deseos de trabajar, lo vence a menudo el sueño; verdaderamente “pierde el ánimo” para expresar que ha perdido su alma. En otros términos, su espíritu quedó apresado por la tierra.

La diferencia hallada con el susto radica en que este caso de pérdida del alma se produce como consecuencia de un mal sueño que sobresalta al sujeto obligándolo a levantarse rápidamente perdiendo así el espíritu que despegado del cuerpo queda así a la deriva.

En razón de que las etiologías místicas provocadoras de la pérdida del alma en el denominado mal “agarrar la tierra” y en el “susto” son diferentes, las propuestas terapéuticas se orientan a recuperar en el primer mal al espíritu agarrado (adherido) por la tierra; en tanto que en el segundo padecimiento es necesario recuperar convocando el alma que se halla a la deriva a ciertas horas del día (preferentemente a la hora del crepúsculo) donde el espíritu deja de vagar y se acerca a la vivienda del enfermo o al lugar donde quedó desprendido del cuerpo. En cambio en la enfermedad donde el alma quedó “agarrada por la tierra”, el espíritu debe ser rescatado procediendo a su llamado en el lugar donde se produjo el “agarre”.En este caso el curandero procede a bendecir la ropa del enfermo con agua bendita. Luego se dirige al lugar donde se produjo la pérdida del alma y se cumple con el rito de la “corpachada”, es decir de “dar de comer a la tierra”, depositando variados objetos del paciente y rogándole a continuación a la “Santa Tierra” que entregue el espíritu atrapado. Si éste puede concurrir al lugar donde lo “agarró la tierra”, entonces culmina la ceremonia tomando allí agua bendita. De lo contrario si la enfermedad es suficientemente importante que impide su traslado, el curandero arroja agua bendita en el sitio aludido efectuando luego el ritual con su ropa. Finalmente, en el domicilio del paciente; procede a colocarle la ropa “corpachada” y repitiendo tres veces: “aquí te traigo tu espíritu”, mientras pronuncia su nombre suele completarse la curación haciendo ingerir infusión de raíz de iru, flor de la puna, tupi saire y flor de la peña. (Homero Palma).

ENFERMEDADES DE NATURALEZA NO MÍSTICA. (denominadas también naturales)

Dolor de muelas:

Involucra aquellos procesos inflamatorios de las piezas dentarias. Además de este sufrimiento genuino se agrega la denominada “Postemilla” o Apostema, palabra derivada del griego “apostasis” (materia morbosa depositada en cualquier lugar del organismo), para identificar el absceso de la encía consecutivo a una carie. (Di Lullo, O.)

La patología odontológica es atribuida sobre todo al efecto abrasivo del agua utilizada para el consumo, proveniente de ríos con elevado contenido de substancias desgastantes del esmalte dentario. Si bien las carencias nutritivas juegan un rol destacado en la incidencia de estos padecimientos.

Varios son los procedimientos terapéuticos utilizados, pero aquí tampoco queda excluida la terapia mística a través de la “palabra ritual” que, sin duda, identifica la tendencia mística prevalente en la cultura noroestina. Por supuesto que a la par son utilizadas medicaciones locales tendientes a calmar el dolor y disminuir la inflamación. Para ello se utilizan variadas substancias. que se aplican sobre las caries tales como ajo con pimienta molida.

Para ocluir el orificio de la carie, además de calmar el dolor, se aplica sebo de vela mezclado con azúcar y pimienta. Suelen agregarse buches a base de jarilla (larrea divaricata cav.) que además tiene propiedades sedativas contra los dolores reumáticos.

En la Puna es muy utilizada la mezcla de tramontana (efedra) con tola (Lepidophillum) mocaroca y sal de cocina (N. O. Palma), la cual se hierve y luego es utilizada como buche caliente.

El complemento terapéutico que no falta es el apoyo místico, a través de “palabras secretas” cuya finalidad es ahuyentar el “mal aire” que proveniente de malos espíritus han contribuido para desencadenar el mal. Para tal fin se utiliza el ajo (también el incienzo) cuyo olor penetrante contribuye a ahuyentar las fuerzas maléficas.

Empacho:

Palabra derivada de la acepción francesa “empêcher” (entorpecer), para representar en el lenguaje popular un atascamiento de la comida en el estómago o en el intestino.

Existen diversas versiones utilizadas sobre todo por los curanderos regionales para explicar este padecimiento. Así, en la región de Antofagasta de la Sierra (Catamarca) el empacho se produce cuando la comida “se seca en el intestino”. Es interesante destacar que el mismo curador hace referencia como causa del mal al deficiente lavado de los alimentos y los recipientes utilizados para su cocción. Como consecuencia de esta práctica deficitaria si el sujeto se acuesta a dormir “la comida no circula y se hace una pelota” (sic). El individuo empachado se queja de dolor de estómago, le brotan granos y se siente muy decaído y con deseos de dormir.

En otras regiones del NOA el empacho se debe a un exceso de alimento y a una dificultad evacuatoria del intestino. Al empacho se lo identifica más con el niño que “no ha madurado todavía” (citado por A. M. Pérez De Nucci). A los síntomas ya referidos pueden agregarse la presencia del vientre hinchado, el cual se pone duro “como una pelota” (sic), y la presencia frecuente de fiebre.

Este padecimiento que en la medicina clásica es reconocida como genuina gastroenteritis seca (en presencia de constipación) puede evolucionar desfavorablemente y complicarse, adoptando un cuadro severo caracterizado por fiebre elevada, sed intensa, deshidratación, gran decaimiento, anorexia. Este padecimiento es reconocido como “tabardillo” porque “dentro del enfermo se van cocinando cada vez más los intestinos y el enfermo se va a empeorar” (sic) (citado por A.M. Pérez De Nucci). A los síntomas ya relatados se agregan vómitos y diarrea. El sujeto no puede defecar (“no puede hacer aguas mayores” y “las aguas menores” son escasas y amarillas. El enfermo cuando se agrava presenta los labios morados. El cuadro descrito se asemeja casi en un todo con una gastroenteritis con grave deshidratación y tendencia al colapso circulatorio.

El empacho se combate en general con infusiones, las cuales pueden variar conforme a las regiones. Algunas infusiones contienen: boldo de la puna, altamisa, paico, nencia y rica rica, ingredientes que se hierven en un litro de agua, a la cual se le agrega una cucharada sopera de sal de cocina. El volumen debe ser ingerido en un lapso aproximado de media hora. A continuación el sujeto debe caminar hasta que se produzca el efecto.

Otra modalidad de curación del empacho es utilizando la panza de suri (ñandú), o también de perdiz. Se la tuesta sobre la brasa, se muele y con el preparado se prepara una infusión en agua hervida

Es interesante señalar que este producto animal se expende en la farmacia (San Antonio de los Cobres) conjuntamente con otros medicamentos que responden a la farmacopea clásica. Ello representa una actitud cultural donde se concilia un genuino y pragmático sincretismo terapéutico regional.

Frente a un caso de “tabardillo”, si bien la actitud terapéutica folclórica ofrece su alternativa sanadora a través de una infusión cargada de ingredientes (chocolate rallado, cáscara de naranja molida y tostada, almidón de trigo tostado, azúcar tostado y cáscara de granada (Punica granata) tostada, existe el criterio uniforme de una inmediata participación del médico pues “si se pasa lo deben curar los doctores porque ya viene el cancer” (sic) (N. Homero Palma). También en esta actitud terapéutica queda a la vista la práctica de un conveniente sincretismo curativo.

PRÁCTICAS OBSTÉTRICAS EN LA REGIÓN DE LA PUNA

En al región puneña se mencionan prácticas rituales vinculadas con el embarazo y el parto que merecen ubrayarse. Así, en relación con el embarazo existe prohibición por parte de la embarazada de concurrir a velatorios; acercarse a un difunto o concurrir al cementerio. La violación de estas reglas repercutirán sobre la criatura quien nacerá “aicada”6. La criatura se desarrollará con bajo peso, presentará escasa masa muscular y “no caminará en el término adecuado en que lo hacen otros niños” (N. Homero Palma).

Este retardo ha sido interpretado por los médicos regionales como consecuencia de un retardo psicomotriz debido a una extrema desnutrición proteino calórica. En otros términos se trataría de un genuino estado de Kwashiorkor.

Este modelo de interpretación, que asocia el tabú con un padecimiento orgánico, posee rasgos de similitudes con el comportamiento observado en la tribu “digo” de Africa, cuyos nativos consideran que un niño con síndrome de Kwashiorkor sobreviene como consecuencia de la violación de tabúes sexuales por parte de los padres. La toma de conciencia de esta violación (“Chirwa”), los impulsa a ocultar la existencia de este padecimiento en sus hijos, y en consecuencia a resistirse a conducirlos a centros médicos de procedencia occidental.

El retraso del parto promueve a ejecutar diversos artilugios de factura mágica. Por ejemplo enredar y desenredar un ovillo de lloque (lloq’e)7 sobre el abdomen de la parturienta, para que bajo este influjo se produzca el parto.

Finalizado el parto y cortado el cordón umbilical se procede al alumbramiento. Un cabo de hilo lloq’e se liga al extremo del cordón unido a la placenta y el otro al dedo del pie izquierdo con el cual se traccione la placenta para lograr su desprendimiento. Extraída ella se procede a cubrirla con sal y como ofrenda a la Pachamama enterrarla en un lugar de la vivienda.

Es interesante el destino que se le da al cordón umbilical que ha sufrido la desecación. El mismo es guardado para ser usado en caso de grave enfermedad, ocasión en que luego es triturado un trozo del mismo y se prepara una infusión. Esta conducta se hallaría vinculada con el hecho de que el cordón umbilical liga al individuo con la vida, de forma tal que al ingerir sus componentes permitirá atarse nuevamente a ella.

Otra práctica ritual consiste en evitar lo que el folclore puneño denomina “recaída” del posparto, y que se halla relacionada con el estado del puerperio. Para contrarestar los posibles efectos adversos de este estado se procede a cortar las uñas de ambas manos y hebras del cabello, se tuestan en el fuego y luego se prepara una infusión con agua caliente. Esta actitud soslaya una peculiar actitud autoantropofágica de la medicina tradicional puneña.

Enfermedades Ginecoobstétricas:

Son las que reúnen mayores padecimientos como así también mayores testimonios folclóricos.

Uno de ellos se halla vinculado con la sangre menstrual, también denominado “mal de la sangre”.

En la creencia popular este periódico estado fisiológico es considerado un padecimiento de forma tal que, en su presencia, la mujer no debe lavarse la cabeza ni bañarse por el peligro de que la sangre “se va de la matriz a la cabeza y una puede volverse loca” (sic, opinión popular). También al violar esta prohibición la mujer se expone a un hechizo “porque la sangre no sale y se va pa’ dentro” (sic, frase popular).

Para provocar la menstruación se aconseja la ingestión de “un vaso de limón en ayunas” durante tres días continuados, o bien la infusión o ingestión de perejil durante las comidas. A esta planta herbácea hortícola (Petroselinum crispum) se la utiliza también con frecuencia como anticonceptivo, en infusión durante siete días antes de la menstruación, con la condición de que el vegetal sea “lindo nuevito” (sic, frase popular).

Para que sea muy efectivo suele utilizárselo en abundancia y bien picado en las comidas ”perejil nuevito… así como un plato de guiso y le pico mucho perejil, y eso actúa como anticonceptivo… “ (sic, frase popular).

Otras substancias tales como el ajenjo y la jarilla son utilizados con fines anticonceptivos.

Dentro de las actitudes folclóricas empíricas cabe mencionar la práctica de los “tres brincos”, que consiste en saltar tres veces ni bien finalice el acto sexual, o también ingiriendo en posición de cuclillas tres sorbos de agua helada. Si bien estas prácticas son consideradas mágicas por algunos, lo cierto es que tanto el brinco como la posición agachada o en cuclillas favorecen la salida del esperma de la vagina comportándose así, como un método anticonceptivo.

Variadas prácticas se hallan ligadas a la situación del embarazo y el parto. Por ejemplo es costumbre asociar la presentación transversa en el curso de la gestación a varias situaciones: el haber tejido la madre durante la última etapa de su embarazo, hecho que provoca el “enriedo” del cordón umbilical del niño. En esta situación se procede al “desenriedo” del cordón umbilical recurriendo al “manteo”, maniobra utilizada en la embarazada a término consistente en someter a la mujer a movimientos de rolido sobre una manta, operación desarrollada por dos personas que toman la manta por sus extremos mientras la levantan y bajan alternativamente.

Otro método para reacomodar a la “criatura cruzada” es sacudir enérgicamente a la embarazada mientras se la sostiene por las axilas o, también, invirtiendo a la mujer cabeza abajo.

Pérez de Nucci describe una relación entre el embarazo y la enfermedad del susto. Como ya fue mencionado, este padecimiento sobreviene como consecuencia de una fuerte impresión, que en la persona que la padece ocasiona una “separación del cuerpo del alma” (sic). Esta situación particular provoca en la embarazada trastornos digestivos tales como malestar epigástrico, y dificultad para alimentarse; mientras que el feto experimenta en el vientre movimientos frecuentes que lo pueden cruzar, es decir colocarlo en una posición transversa; anomalía que requiere una oportuna maniobra de versión para ubicar a la criatura en posición cefálica normal.

En la asistencia del parto resulta frecuente el uso, por parte de las curadoras, de la estimulación dinámica del mismo a través del “sobamiento” del abdomen; primero en el sentido laterolateral y luego desde arriba hacia abajo. Esta maniobra facilita el descenso fetal y que se conoce científicamente como maniobra de Kristeller.

El flujo vaginal es otra patología vigente en el NOA. En ciertas regiones como el Valle Calchaquí y el Valle de Tafí se le atribuye un significado mágico ocasionando a la mujer variadas perturbaciones de orden general: decaimiento, mareos, sensación imprecisa en la cabeza como “quemazón” (sic., testimonio de una paciente).

Es costumbre tratar esta afección ginecológica con lavajes vaginales y con baños de asiento utilizando una infusión con hojas de malva, varias veces en el día.

Otros padecimientos:

Cabe mencionar la interesante cura de la hernia umbilical en la mujer embarazada a través de la técnica del “rastro”. La curadora solicita a la embarazada colocar el pie derecho sobre la hoja de una penca (hoja de tuna). Marca el rastro y pregunta el nombre de la paciente. Se trazan luego dos rayas sobre la hoja, una vertical y la otra horizontal, dejando libre el centro del pie (sin rayar) a la altura aproximada donde se localiza la hernia. A partir de entonces la embarazada lleva la “penca” a su casa suspendiéndola de un árbol para que se seque. De esta manera, al consumarse la desecación de la hoja, se logra la curación de la hernia.

Hemorroides:

Conocida popularmente como “almorranas” (del griego: flujo de sangre). Su tratamiento exige la participación hechicera del curador eficiente quien pronuncia palabras tales como: “Juana, puerca, cochina, sin vergüenza, salí de esta casa (en esta última frase subyace el concepto mágico de cuerpo extraño) que no es tuya” (Pérez de Nucci). Estas palabras deben pronunciarse tres veces, durante nueve días, y acompañadas de la aplicación local de una pomada en forma de cruz, con la misma frecuencia y lapso, debido a la creencia mágica hacia estos números. Interesa señalar, con fines ilustrativos que la pomada contiene escasa cantidad de sal fina, cebo y trozos de ceniza, ingredientes que se amasan bien antes de efectuar las sucesivas aplicaciones.

Según Pérez de Nucci la sal, por su contenido de sodio, mantendría el tenor fisiológico de la zona afectada mientras que el cebo actuaría de protector de la piel lesionada y la ceniza complementaría la acción de la pomada por sus propiedades de antiséptico y descongestivo.

Costado:

Nombre que suele darse a la neumonía y a la pleuresía donde el síntoma orientador, la puntada de costado, constituye el referente para la identificación popular del padecimiento: si bien es probable que tal denominación tenga raíces españolas.

El tratamiento se apoya básicamente en el uso de infusiones, cuyo rol curativo radica en la sudación del enfermo. Una de la prácticas utilizadas en Tafí del Valle es la combinación de fricciones con alcohol y espinillo, o bien grasa de guanaco y alcohol, elaborando luego té con los mismos ingredientes. Con el sujeto bien tapado se logra una transpiración .

Otro tratamiento mencionado por Di Lullo, utilizado en el Valle Calchaquí consiste en una infusión de agua de borrajas con sal y un ladrillo caliente en los pies. También la aplicación de hojas calientes de penca colocadas en el pecho para calmar el dolor del costado. Para combatir la fiebre se apela a la infusión de hojas de jarilla, chachacoma (Senesio gravealens), salvia y sal de la tierra, y para la tos el té de quimpe edulcorado con azúcar morena o miel de abejas. Esta tisana tiene las propiedades de mitigar la tos y fluidificar las secreciones.

Cabe agregar que la aplicación de ventosas también es práctica corriente en el NOA.

NOTAS

1 Nombre que se le da a los reservorios arqueológicos donde moraban los antecesores (Pérez De Nucci)

2 Freud, S.: Obras completas. Vol. II, Pag. 1769.

3 Armando M. Pérez De Nucci. Historia de la Medicina del área cultural andina de la República Argentina. Congreso Hispano-Americano de Historia de la Medicina, Quito, Ecuador, 1984.

4 Acotación de Armando M. Pérez De Nucci.

5 El niño suele negarse a ingerir leche.

6 Si bien no existen precisiones en torno a esta palabra, su contenido expresaría la violación de un tabú (N. Homero Palma).

7 Voz quechua que significa izquierda; es decir hilar al revés para que el niño se desenrede en el útero de la madre.

Cuando los indigenas mostraron que su medicina curaba

“…Este concepto sobre el torrente sanguíneo fue expresado siglos antes de que un conocimiento similar llevara a
Miguel Servet 1511-1553 a la hoguera, en pleno Renacimiento. Sucesos con fondo similar, hace aproximadamente
quinientos años indujeron a Hernán Cortés a recomendar a Carlos V que no enviase más médicos, pues los curanderos
indígenas eran excelentes y suficientes. En la época prehispánica existían personas y lugares para curar a los enfermos por
medio de la medicina herbolaria. En el año de 1527 se inician las funciones del Tribunal del Protomedicato en la Nueva
España por medio de Pedro López; dicho tribunal se basaba en la Ley Pragmática que habían establecido los reyes
católicos en 1477. Este tenía como función principal el dar licencias para ejercer la profesión de médico y, ante este hecho,
los curanderos indígenas tenían problemas para obtener la licencia que los posibilitara para atender a sus pacientes. Es
importante mencionar el Códice Badiano, escrito en náhuatl, español y latín, el cual es un compendio de la medicina
herbolaria prehispánica que en la década de los ochenta del siglo pasado retornó a México.
Artemio De Valle-Arizpe (888-1961 describe los problemas que pasó un médico indígena de nombre Martín de
Iricio para obtener la mencionada licencia. “El médico indio fue examinado por los doctores del Real Tribunal del
Protomedicato sobre los conocimientos de medicina a los cuales no pudo contestar por desconocimiento de causa, al
sentir que iba a ser rechazado por el tribunal, proporciona al jurado una hierba cenizosa de hoja rizada para que la huelan,
produciéndoles una hemorragia nasal profusa, algunos de ellos se desvanecieron. El médico indígena afirmó -quítense
ahora sus mercedes esa hemorragia con la escogida ciencia que tienen entre sus cuerpos. Yo me voy a mi campo a arar-.
¡Como no tengo licencia para seguir curando!… Posteriormente, Martín de Iricio dijo que él tenía la cura, procediendo a
darles una raíz para que la masticaran y así parando la hemorragia nasal. El indio sonreía ladino. Los doctores,
refunfuñando, le expidieron en el acto las respectivas licencias para que continuara curando, y no hubo un solo médico en
1 todo México que opusiera ninguna objeción, ni la más mínima, a aquel permiso” . Este pasaje de la historia médica sirve
para comprender a carta cabal la imbricación de la medicina herbolaria y la medicina novohispana.

La narración en el párrafo anterior, realizada por
quien fuera cronista de la Ciudad de México, nos remonta
hacia la cultura de los pueblos ancestrales de la geografía
mesoamericana; época de dioses, indómitos reyes
guerreros y sobre todo de hospitales, en donde se aplicaba
el agua curativa, el copal y la medicina herbolaria que dejó
perplejos a los médicos europeos. Adolfo Benito Narváez
Tijerina afirma que “…hablar de la Colonia y de sus
hospitales es sumergirse en una novela de García Márquez,
donde Sierva María de Todos los Ángeles palidecía de los
sangrados y las purgas para expulsar a los demonios de su
cuerpo virgen. Es a veces oscuridad y peste, pero también
es tesoro rescatado por viejos y tozudos frailes
mendicantes, eremitas, y piadosas hermanas que
solamente querían aliviar el sufrimiento. Un hospital del
siglo XVI, como el de la Santa Cruz en Oaxtepec, Morelos, es
concebir un desarrollo especial no muy diferente de un
convento, con la oración resbalando por los pisos fregados
con alumbre, y los enfermos tratados en una suerte de
sincretismo entre las sangrías medievales y el copal
indígena…”
Este mismo fenómeno de salud y social se
implementó en plena época Colonial (siglo XVII) en Saltillo,
en el Convento de San Esteban, donde existieron
instalaciones hospitalarias que estaban ubicadas en las
actuales calles de Allende (De la Acequia) y Melchor
Ocampo (De la Cárcel). En ellas se aplicaban los
conocimientos de la medicina del renacimiento y de la
edad media. Dicho hospital fue administrado por los frailes
franciscanos. Posteriormente, al instalarse los tlaxcaltecas
en la región, crearon el Hospital del Pueblo ubicado en las
nuevas tierras de San Esteban de la Nueva Tlaxcala (donde
se ejercía la medicina herbolaria aplicada por los
chamanes, por medio del conocimiento de plantas
naturales, hechizos y magia simpatética, producto de su
cultura milenaria). El inmueble estaba localizado junto a las
Casas Consistoriales, en las actuales calles de Pérez Treviño
(Del Hospital) entre Allende y Padre Flores. Las
construcciones fueron producto de la arquitectura
vernácula, la cual era una masa uniforme y espontánea, sin
la pretensión de ser original, ya que sólo tenía como
objetivo defenderse y sobrevivir, acoplándose a los medios
existentes de vida y de lo que se tiene al alcance para
solucionar sus necesidades. Es decir, en esta materialidad
convivían, simultánea y permanentemente, tres
dimensiones: la física, la histórica y la psicológica.
Tiempo después, por la presencia de una
epidemia, el nosocomio fue trasladado a los límites de
Saltillo, en un lugar conocido como Los Cerritos, el cual se
ubica en el actual Barrio del Calvario.
Las políticas hospitalarias..”

Medicina Primitiva

Medicina Primitiva

El estudio de tribus actuales que se hallan culturalmente en la Edad de Piedra da una idea de lo que fue la primera medicina, aquella de los tiempos prehistóricos. Por supuesto que estos pueblos, aun hallándose en condiciones prehistóricas, han cambiado con respecto a los propiamente prehistóricos, y ya por eso los investigadores deben ser cautelosos en sus conclusiones.

Lo que parece esencial en estos pueblos en cuanto a la medicina, es la idea de la enfermedad como fenómeno sobrenatural por acción de demonios o por encantamiento debido a una falta cometida por el enfermo. La enfermedad tiene, por lo tanto, un valor moral. Pero a esto hay que agregar que en esta medicina primitiva el diagnóstico y tratamiento eran, en mayor o menor grado, consecuentes a esa idea de enfermedad como fenómeno sobrenatural. El diagnóstico y el tratamiento también se hacían con elementos mágico-religiosos. De ahí la observación de cristales, el lanzar huesos al aire y los estados de trance del curandero para hacer el diagnóstico y de ahí también las ceremonias, plegarias, fórmulas mágicas, el golpear al paciente y tocarlo con ciertos objetos como medios terapéuticos. Pero no siempre los medios usados por estos pueblos son tan ineficaces como nos parecen éstos. Al respecto, un pasaje de Les secrets de la Mer Rouge de Monfroid citado por Löbel. Se trata de una hombre que había recibido una herida profunda de lanza en la región del estómago. Dice así:

Dos hombres levantan al herido y, teniéndolo extendido, lo llevan al patio. Le atan los brazos y piernas. El curandero mete la mano en un líquido para probar su temperatura: es manteca en estado de fusión, a la que mantienen tan caliente que luego le desuella la mano; una mujer quema hierbas bajo las parihuelas del paciente para alejar los espíritus (y acaso los microbios) que pueden penetrar en el cuerpo del herido. Nosotros le llamaríamos la antisepsia. El curandero descubre la herida, a tiempo que pronuncia las primeras palabras del conjuro. El paciente cierra los ojos, podríamos decir: se recoge en sí a fin de exponer su cuerpo, al que hace insensible. Con un simple movimiento el operador saca su brillante djembia, daga grande y plana, ancha como la mano, de unos 30 centímetros de largo, ligeramente curva. La sumerge, tal como lo ha hecho con su mano, en la manteca en fusión. Luego desinfecta a su vez la herida virtiendo manteca hirviendo sobre ella. El paciente exhala un estertor espasmódico, medio ahogado, y luego se pone rígido. Entonces el curandero, con habilidad maravillosa, abre con su gran cuchillo el vientre en una longitud de 15 centímetros; la sangre chorrea, vierte manteca hirviente sobre la herida para contener la hemorragia. Sujetando su djembia entre los dientes, introduce profundamente su mano que chorrea manteca en el hueco ventral. Coge un tejido blancuzco y lo trae hasta el nivel de la incisión. Un ayudante lo sujeta con los dedos. Es el estómago cortado por la punta de lanza. El ayudante mantiene unidos los labios de la herida. Con toda calma, el operador hace una señal a otro ayudante, el cual, de una botella de largo cuello, saca termitas por medio de una pajuela hueca. Son hormigas grandes de la especie guerrera, gruesas como un grano de trigo, con mandíbulas que se abren amenazadoras como tenazas, ante cualquier resistencia que se les presente. Delicadamente, con las puntas de los dedos, el curandero toma las termitas que el ayudante le pasa una a una. En sus dedos empapados de sangre veo la mandíbula inferior del insecto, curvada, abierta, presta a morder. A estas pinzas naturales acerca los bordes de la herida que se trata de cerrar. El insecto las clava y en el mismo instante, el operador le arranca su tronco. La cabeza con los dientes queda fijada. Esta es la primera puntada de la sutura; coloca unas veinte de ellas a lo largo de la pared del estómago. Durante esta operación el rostro del herido se había vuelto del color de la ceniza. Respira con breves y violentos estertores.

Pero ahora no se queja; es de suponer que el infortunado yace en estado de hipnosis. El curandero cierra también la herida exterior con espinas de mimosa, que introduce a través de la piel…Las cabezas de termita, que han servido para la sutura interna serán absorbidas, exactamente como hoy día es absorbido el catgut.

Este relato muestra, de manera muy notoria, el elemento empírico que puede tener la medicina primitiva junto al mágico-religioso. Entre los medios terapéuticos eficaces que abarca este elemento empírico de la medicina primitiva, destacan las plantas medicinales. De éstas pertenecen a la farmacopea moderna, entre otras, las siguientes: ácido salicílico, quinina, opio, cocaína, efedrina, colchicina, digital, ergotamina. La digital se incorporó a nuestra farmacopea después del redescubrimiento de Whitering publicado en1785 después de 10 años de experiencia.

En la próxima lección se verá qué pasa con los elementos religioso, mágico y empírico en la medicina del Antiguo Egipto, que tomaremos como modelo de la medicina arcaica.

Medicina Araucana

Medicina Araucana

De la medicina indígena, la mapuche es la de mayor importancia en el encuentro de las culturas hispánica y aborígenes. De hecho, el araucano se hablaba en el territorio extendido desde Copiapó y a la isla de Chiloé y en la actual pampa argentina, desde San Juan a Neuquén.

El grado de evolución del pueblo mapuche, a la llegada de los españoles, no alcanzaba la Edad del Bronce, esto significa que había una brecha de cerca de cuatro milenios entre ambas culturas.

La medicina araucana es una medicina primitiva, de carácter mágico-religioso, con importantes elementos empíricos. Su ejercicio estaba a cargo principalmente de los machis, y el acto médico central, mágico-religioso, era el machitún.

Los elementos terapéuticos empíricos eran tres: cirugía, principalmente curación de heridas y fracturas y vaciamiento de abscesos; hierbas y aguas termales. Especial interés tienen las hierbas medicinales primero, por la riqueza de flora chilena con más de mil plantas medicinales; segundo, por los efectos benéficos de muchas de ellas y, por último, por la difusión que tuvo su uso en el pueblo chileno. Precisamente el canelo, Drymis chilensis y Drymis winteri, el árbol sagrado del pueblo mapuche, se hizo famoso a raíz de la expedición de Drake en 1557, después que el capitán Winter usó su corteza para tratar el escorbuto. Hoy está comprobado su alto contenido en vitamina C. Durante toda la Colonia la medicina oficial de atención domiciliaria llegaba sólo a las capas altas de la sociedad chilena, el resto del pueblo hacía uso principalmente de las hierbas medicinales. Es probable que de esta costumbre derive la automedicación tan frecuente aun hoy en el pueblo chileno.

CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU

CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU
Nada a cambio de un esforzado trabajo
Jim Cason y David Brooks, enviados, Tilden, Nebraska n John Dittrich, un granjero de tercera generación, maneja por las pequeñas carreteras de terracería que vinculan campo tras campo de siembra en esta zona rural. Cada terreno y casa que pasa, cuenta una triste historia: éstos abandonaron su granja hace cinco años, aquéllos rentaron todos sus campos después de 50 años de trabajarlos, estos otros se declararon en bancarrota el año pasado.
“Miren, tengo 3 mil 500 acres, cada acre tiene 24 mil plantas de maíz, tengo tractores, camiones y equipo agrario de último modelo –señala Dittrich, sentado en su oficina equipada con computadoras y servicios electrónicos de punta que monitorean cualquier cambio climático, económico y político que pueda afectar a un granjero–. Cualquier pequeño productor o campesino mexicano vería esto que tengo como lo más rico y próspero, pero enfrentamos el mismo problema que sufren ellos: no ganamos lo suficiente para pagar los costos de producción”.
Dittrich trabaja ahora más horas y produce más maíz que nunca en sus 17 años de cultivar estas tierras, pero también gana menos que nunca.
“Cuando empecé a trabajar la tierra, en 1982, mis 250 acres producían utilidades. Hoy, 17 años después, yo y mi hermano tenemos 3 mil 500 acres y no generamos ingreso, más bien pérdidas”, dice.
“A la gente que produce los alimentos que todos comemos no se les está pagando”, afirma Dittrich, que trabaja las mismas tierras de sus abuelos. Ejemplifica: un granjero podría trabajar en sus mil acres 60 a 70 horas a la semana, más otras 40 horas en otro empleo, y generaría una producción de 350 mil dólares, pero su ingreso sería cero después de pagar gastos.
El problema clave, señala Dittrich, es que un número muy reducido de agroempresas controlan hoy todo el sector maicero y de granos básicos en este país, y comenta: “Desearía que el público estadunidense y el Departamento de Justicia estuvieran tan interesados en investigar la concentración empresarial en el sector alimenticio como lo están en la capacidad de Microsoft de controlar un software de 30 dólares”.
Cuatro empresas controlan ahora casi tres cuartas partes de todo el mercado de maíz en este país de la abundancia, y concentraciones similares se están realizando en los otros sectores agrarios, según la Unión Nacional de Granjeros.
Entre estas cuatro está la ADM, la que tiene un convenio conjunto con Maseca de México, recuerda Dittrich. También, una fusión empresarial aprobada recientemente permitirá que otra agroempresa, Cargill, asuma el control de 50 por ciento del mercado de granos básicos a nivel mundial.
“Estas empresas son las que se encuentran entre nosotros los productores y los consumidores”, comenta Dittrich.
Como resultado, dice, los precios que se pagan a los granjeros se reducen mientras los precios al consumidor se elevan y los únicos que salen ganando son esas enormes empresas, por eso no hay ninguna relación entre el precio del maíz al comprarse del granjero y el precio de ese producto en el mercado.
Explica que el precio por bushell de maíz hace 17 años era de 3.17 dólares, pero hoy se vende a sólo 1.80 a pesar de una tasa de inflación acumulada en el periodo de 64 por ciento. Los 3.17 dólares de 1982 serían ahora 4.70.
Señala que hasta el propio Departamento de Agricultura calcula que le cuesta hoy a un granjero aproximadamente 2.40 dólares producir un bushell de maíz, y, con el precio en el mercado de sólo 1.80, los agricultores están perdiendo 60 centavos de dólar por bushell.
Los granjeros y sus tierras son básicamente colonias dentro de Estados Unidos que producen materias primas baratas para la nación madre: “Tenemos una economía en auge mientras que el sector que produce todo el alimento no recibe nada por ello”.
El granjero de 40 años dice que los esfuerzos anteriores para investigar los mecanismos utilizados por las empresas transnacionales para controlar los precios de los productos básicos, han fracasado por la enorme influencia política que han obtenido las empresas a través de sus contribuciones políticas en Washington, y que “nunca vamos a lograr cambiar todo esto hasta que se cambie todo el sistema del financiamiento de los políticos electos”.
Advierte que habrá consecuencias dramáticas en el carácter nacional de la economía si no se cambia este sistema.
“Lo que temo es que si no cambia nada, la situación agraria seguirá deteriorándose y la estructura pasará de una de granjas familiares a una donde las transnacionales tomaron un control total del sector”, y “entonces tendremos una estructura agraria que ya no responderá a las necesidades del pueblo, ni de su gobierno electo”, advierte John Dittrich.

La región lakota, tierra de heridas
Wounded Knee, Reservación Indígena Pine Ridge, Dakota del Sur n Aquí está el famoso sitio conocido como Wounded Knee (Rodilla Herida), y la escuela primaria se llama Little Wound (Pequeña Herida). Es tierra de heridas, de conquistadores, de rebeldes, de sangre que corre por este lugar tan antiguo, poblado por un pueblo que bajó de las estrellas y que enfrentó a otro cuya bandera de estrellas intentó domarlo.
Pero los antiguos guerreros de estas partes –Crazy Horse (Caballo Loco), Sitting Bull (Toro Sentado), y otros– siguen llamando a algunos a mantener viva la resistencia de un pueblo que nunca se rindió.
El sitio de la batalla de Wounded Knee de 1890 se encuentra en un cruce de caminos en la reservación Pine Ridge, marcada con un simple anuncio. Aquí unos 300 indígenas fueron masacrados hace un siglo, y un cementerio ubicado en una colina incluye las tumbas colectivas de los abuelos y bisabuelos de algunos artesanos que tratan de vender algo a los turistas que aparecen.
Este sitio marca el corazón de la resistencia indígena contra los ataques de los invasores, no sólo los de hace cien años, sino también los de hoy.
En el año 1890, 300 hombres, mujeres y niños indígenas fueron masacrados por fuerzas del gobierno estadunidense en Wounded Knee, que se volvió símbolo nacional de la resistencia india y una memoria viva de la historia brutal de la relación entre Washington y los pueblos indígenas.
Aquí los líderes Crazy Horse y Red Cloud (Nube Roja) lucharon contra los blancos que llegaron a robarse estas tierras.
En Wounded Knee, un siglo más tarde, en 1973, miembros del Movimiento del Indio Americano lucharon contra fuerzas del gobierno estadunidense en un sitio de 71 días y revivieron demandas por una soberanía real de los indígenas. Encabezados por Russell Means, Dennis Banks y Clyde Bellecourt, los activistas ocuparon un centro de comercio y durante más de dos meses sostuvieron un enfrentamiento armado con más de 300 agentes del FBI, del Servicio Federal de Alguaciles y de la policía del Buró de Asuntos Indígenas.
Este hecho inspiró un renacimiento del movimiento nacional de resistencia indígena por la dignidad y por la demanda nacional de respeto a los violados tratados de soberanía de las etnias.
La tierra aquí es de pastoreo, creada para el búfalo, con pequeñas colinas interrumpidas por arqueología volcánica. Vacas bien nutridas adornan casi todo espacio abierto y, de vez en cuando, puede verse un búfalo.
Las casas son frágiles, algunas son móviles, y hay esqueletos de carros usados por dondequiera, pero se ve muy poca gente en esta reservación que ocupa casi 5 mil millas cuadradas en la esquina sudoeste del estado de Dakota del Sur. Es la segunda reservación indígena más grande de las 314 que existen en este país.
Pero la belleza natural de esta tierra esconde otra realidad. La reservación indígena Pine Ridge, técnicamente una “nación indígena” separada establecida por el gobierno estadunidense, es considerada la zona más pobre de Estados Unidos.
El desempleo oficial supera 80 por ciento, los ingresos son un tercio del promedio nacional y dos de cada tres de los cerca de 20 mil habitantes viven en la pobreza. Tomando en cuenta las estadísticas del gobierno federal, el ingreso per cápita es inferior al de México.
De las más de 500 tribus reconocidas oficialmente dentro del territorio estadunidense, la de Pine Ridge registra los niveles más altos de alcoholismo, tuberculosis y diabetes. Rodeada por el país más rico del mundo, casi 20 por ciento de la población no tiene electricidad ni agua potable.
Esto es todo lo que queda de una nación indígena llamada Oglala Lakota o Sioux, que en 1830 contaba con entre 800 mil y un millón de miembros, pero que para fines del siglo pasado había sido reducida a menos de 10 mil; unos, muertos por balas del gobierno estadunidense, pero miles más a causa de las enfermedades del hombre blanco.
Pero los indígenas de estas partes, los abuelos y bisabuelos de los habitantes de Pine Ridge, fueron los que ofrecieron la mayor y más feroz resistencia al gobierno estadunidense invasor. Guerreros como Red Cloud y Crazy Horse fueron responsables de dos de las tres derrotas más graves que sufrió él ejercito estadunidense en las guerras contra los indígenas.
Red Cloud con su breve guerra contra Estados Unidos llevó a la negociación del tratado del Fuerte Laramie en 1868, donde se reconoce un territorio de los lakotas, que se extiende a lo largo y ancho de los que hoy son cinco estados de esta zona. Menos de seis años después, el gobierno estaduni-dense deseaba violar ese tratado –en parte por el descubrimiento de oro en este territorio– y se reinició el conflicto armado.
En la defensa del acuerdo violado, Crazy Horse derrotó y mató al general George Armstrong Custer y 200 de sus soldados en la famosa batalla de Little Big Horn.
El sitio donde está enterrado el gran guerrero indígena Crazy Horse se mantiene en secreto para que nunca lo descubran los blancos, y cuentan los lugareños, igual como se hace en México con Emiliano Zapata, que algunas noches se puede ver cabalgando a Crazy Horse llamando a su pueblo a la resistencia.
El baile comienza de nuevo…
Pine Ridge, Dakota del Sur n El pueblo indígena de Lakota Sioux empieza a bailar otra vez. Hace más de cien años, el 29 de diciembre de 1890, cientos de indígenas fueron masacrados por tropas federales estadunidenses, por bailar.
Rick Two Dogs (Dos Perros), un curandero, prepara a un grupo de su pueblo para el Baile del Sol (Sundance). “Es una tradición de miles de años, es un rito que fortalece, que recupera el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, que da gracias al creador”, informa Two Dogs en entrevista con La Jornada.
Two Dogs fue instruido desde los ocho años por su abuelo para ser líder espiritual. Sentado bajo una foto del abuelo –un hombre con una cara de feroz dignidad– Two Dogs cuenta que en 1889 el gobierno estadunidense promulgó una ley –el Acta de Ofensas Indígenas– que prohibió las ceremonias indígenas, lo que perduró hasta los años 50. Sólo se permitían los bailes y los ritos como parte de exhibiciones para turistas, o en actos de carnaval. Los indígenas lakota o sioux tendrían que mantener sus tradiciones en la clandestinidad, “mi familia tuvo que hacer todo en secreto”.
Su abuelo, testigo a los 10 años de la derrota del ejército de Custer en Little Big Horn y vivió para ver la primera aventura astronáutica de John Glenn, pasó su sabiduría al nieto. “Tuve la fortuna de crecer sin electricidad, sin televisión”, dice.
“Mi abuelo fue mi guía, a través de los cuentos, los cuentos que contienen el conocimiento tradicional de las generaciones –cuenta–. Nuestro cuento de creación dice que antes que nada existía la roca, que nuestra gente llegó aquí de siete estrellas”.
Informa que el número siete es sagrado porque hay siete fuegos que sostienen este pueblo compuesto por siete familias extendidas, las cuales son parte de siete bandas del pueblo lakota.
“Nuestra soberanía surge de estos cuentos y cuando se olvidan es cuando perdemos nuestra soberanía –dice–. La esperanza para el futuro es recuperar estas historias, nuestro idioma, nuestras formas tradicionales; cuando los jóvenes las rescaten. Nosotros no medimos la riqueza por el tamaño de nuestras casas o coches. Seremos ricos cuando más de mi gente hable nuestro idioma, conozcan sus cuentos y tradiciones”.
Este pueblo, dice, “sólo podrá rescatarse si regresa a sus formas de vida, de conocimiento de su propia identidad. Aquí no había jefes, había líderes del pueblo, pero cada uno era líder por el respeto que merecía, por lo que lograba, por su integridad. Un líder no duraba mucho si no era honesto. Cuando los blancos llegaron y demandaron ver a nuestros jefes, pues no había… entre nosotros empujábamos a cualquiera, diciendo, hazla de jefe para éstos”.
Continúa: “Aquí ni Crazy Horse podía mandar a nadie. Uno como él podía tomar la decisión de irse a la guerra, pero cada individuo tomaba su propia decisión de seguirlo o no, y si no, se iba solo. Los blancos impusieron una forma de gobierno donde elegimos a nuestros líderes en elecciones cada dos años, pero eso no tiene nada que ver con nuestra forma de vivir. Los líderes verdaderos son los tradicionales, los naturales y no los electos.”

Carta del Jefe indio Seatle

Carta del Jefe indio Seatle
al presidente de los Estados Unidos

En 1854, el presidente de los Estados Unidos
(Franklin Pierce, entonces)
hizo la propuesta de comprar gran parte de sus tierras a una tribu india, ofreciéndoles en contrapartida,
la concesión de otra “reserva”.
La carta de respuesta del Jefe Seatle, distribuida por la ONU,
y más adelante publicada íntegramente,
ha sido considerada, a través del tiempo,
como uno de los más bellos y profundos pronunciamientos hechos
sobre la defensa del medio ambiente.
Ésta es una de las versiones más en uso.

“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.

Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿cómo podrían Uds. comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y, asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor de! cuerpo del caballo y e! hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra deben recordar que es sagrada y deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, Uds. deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos, y, por tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos.

Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el firmamento como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de Uds. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.

No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque?

Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor, pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida también recibe sus últimos respiros. Y si les vendemos nuestras tierras, Uds. deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello, consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.

Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.

Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común Después de todo quizás seamos hermanos. Ya veremos Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Uds. pueden pensar ahora que Él les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan, pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del Creador.

También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.

Pero Uds. caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que, por algún designio especial, les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia”.

Seatle.

El tema de la muerte en la literatura oral kawésqar (alacalufe)

El tema de la muerte en la literatura oral kawésqar (alacalufe)

Óscar Aguilera Faúndez

Resumen

De la literatura oral de los pueblos fueguinos la más desconocida es la de los kawésqar, etnia que habita el extremo sur de Chile, y que se cuenta entre las más antiguas de las que poblaron el confin austral del continente. Este artículo presenta algunos textos míticos sobre la muerte, transmitidos oralmente y rescatados por el autor en trabajos de terreno. En estos textos se examina el tema de la muerte en relación con el sueño, y de las relaciones entre los mundos mítico y real. Se establece, asimismo, una clasificación de los relatos, sobre la base de una tipología de la muerte.

Introducción

Los kawésqar actualmente se encuentran divididos en dos grupos que habitan el extremo sur de Chile: el grupo residente en Puerto Edén, en la isla Wellington, situada en la zona de los canales de la Patagonia Occidental, compuesto por 12 personas, y el grupo de kawésqar urbanos, que reside en Puerto Natales y Punta Arenas. Estos últimos, de acuerdo al criterio de CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena), que incluye en los grupos étnicos a todos los individuos que se auto-reconozcan con ascendencia indígena, sumaría más de 300. No obstante, casi todos los miembros del grupo de Puerto Edén consideran como étnicamente “legítimos” sólo a aquellos que han emigrado de este lugar hacia la ciudad, son hablantes de la lengua y de padre y madre kawésqar. El número de estos individuos no supera las 15 personas.

De la literatura oral de los pueblos fueguinos, la más desconocida es la kawésqar, pues se posee una rica documentación de los selk’nam y yámanas (o yaganes), gracias a la labor de investigación de Martin Gusinde. Sin embargo, el material que se puede encontrar en el tercer tomo de su monumental obra “Die Feuerland-Indianer”, dedicado a los alacalufes (que él denomina “halkwulup”), es extremadamente reducido. Tal vez esto se deba al poco tiempo que pasó con el grupo meridional alacalufe y su desconocimiento de la lengua.

Tampoco en la obra de Joseph Emperaire, “Los Nómades del mar”, más conocida que la de Gusinde, encontramos información sobre la tradición oral, a pesar del largo tiempo que cubrió la investigación en terreno de este autor.

El hecho de que en las dos obras más importantes y detalladas sobre esta etnia no se encuentren datos sobre mitos y leyendas, hizo pensar que tal acervo cultural había desaparecido hacía mucho tiempo ya. No obstante, en nuestros trabajos de campo hemos comprobado lo contrario: la literatura oral se siguió transmitiendo y se ha conservado hasta el presente, aunque en la actualidad se encuentra en forma fragmentaria, y muchas veces sólo a partir de varios fragmentos se puede reconstruir un mito. Esto se debe principalmente a que los narradores expertos ya han desaparecido, y los informantes que recuerdan los relatos se consideran menos hábiles e incapaces de alcanzar la destreza oratoria y el estilo de sus fallecidos congéneres.

El último de los grandes narradores fue Juan Zambrano (Cerksáu), cuya muerte ocurrida en 1983 lamentan mucho los actuales miembros del grupo de Puerto Edén. Su lugar habitual de residencia era la isla Guarello, donde vivía como solitario, ocupado en faenas de pesca y recolección, cuyo producto comerciaba con el personal de la mina de caliza de la Compañía de Acero del Pacífico, que funciona en Guarello. De vez en cuando hacía algunas visitas a Puerto Edén, donde sus historias eran escuchadas ávidamente. Uno de nuestros informantes narra así como aprendió de él y se lamenta de su desaparición:

Jaláu kawésqar arhána jetæl-hóraras. Kuosá kuos jehánar-k’ejéqas, jehánar-hóro-afqát kuos k’iót kepás ak’uás. Kuosá asætal ak’uás jaláu eik’óse kuteké kius jektá-qei-so-hójok kuos asesekcés cecáu-jetáqtæs kuteké seplaktæs asætal-er-k’éna jewá hójok-s as. Kuos as jehánar-k’ecé-s-jenák. Seplalái-s kuk ka kuos asætal ka kuos asáqas-keséktal-er-as-er-k’éna as kuo. Kuosá kuos jehána-afqát kuo kep ak’uás ka kuos asætal-ker kuos kepásna-k’ejéqas-atál as keráu; æs qólok táu háute æs-c’éwe-terrék jenák-atál-s kuosá kuo kepás ak’uás atál-as sa. Kuosá eik’óse qólok kuosá kuos jetáktas kóka kuos asætal-jowá-er-k’éna as kuo. Kuos ceá kiut askét kuos eik’óse-k eikuakuálok-ker-hóraras jenák. Atqásap eik’óse ak’uá kuteké kajésqa qárwes eik’óse kuosá jetáqtæs kuos asetálap-hóraras kuo. Kiúk cejá kuos asakuálok-ker-hóraras kuos jenák as, kuos seplás kuos asenák-k’enák as.

“Antiguamente andaba el anciano. Y todos se han muerto, se han ido muriendo [los ancianos] y los últimos (= la gente de ahora) ya no saben nada más. Y contaba cuentos antiguos y sus vivencias, y al contarlo se entusiasmaba, y cuando le preguntaban solía contar. ¡Y se fue a morir! Cuando le preguntaban contaba todo. Y al morirse no hay nadie que cuente [como él], pues todos han olvidado todo; yo sé que todos los que están al otro lado (= al otro lado de la bahía) no saben nada. Y yo sé contar cuentos, y cuando me dicen que lo haga, lo empiezo a contar. Y yo aprendí de él. El cuento del ratón y el cuento del pájaro, del pato quetro, a animarlo lo contaba. Ahí yo aprendí y aquí estoy, y cuando me preguntan, yo hablo”.

Características generales de los relatos míticos

Los textos míticos que hemos podido rescatar en diversos trabajos en terreno presentan una versión resumida y fragmentaria, distinta a la manera tradicional de narrar. No obstante, conservan rasgos formales de la que debió ser su estructura normal. Al comparar los diversos tipos de textos narrativos se observa, por ejemplo, que los textos no míticos no contienen formas canónicas como los míticos y son más libres en su forma, a pesar de la imposición de tópicos por parte del investigador, puesto que no son textos espontáneos, sino predeterminados por el lingüista. La fijación de tópico, en todo caso, no influye en el estilo individual del narrador y encontramos distintas modalidades de narración, como por ejemplo, en las que predomina el diálogo en forma de citas directas, o en oraciones que forman períodos asindéticos largos donde la paráfrasis ocupa un lugar importante.

Los mitos generalmente aparecen introducidos por formas canónicas, comúnmente compuestas de dos oraciones coordinadas asindéticas: una oración simple en donde el tiempo va marcado por un sufijo de pasado mítico o narrativo (-hójok), seguida de una oración “pseudo pasiva reflexiva”, formada por un solo verbo con un sufijo genitivo:
(1) fcakiáns sa jenák-hójok, eikúksta-s
Había una vez un zorzal, se cuenta.

(2) kenakéna-s wa cemnák-hójok, eikúksta-s
El pájaro carpintero mataba a golpes, se cuenta.

La segunda oración que forma el período asindético narrativo puede estar constituida por una oración simple de un verbo con sufijos aspectuales y también el sufijo narrativo acompañado de genitivo y, ocasionalmente por alguna partícula temporal que hace las veces de reforzativo (como jat en (3) y asós en (5)):
(3) arkaksélas kawésqar hójok, asesekcéjer-hójok-s jat
Los astros eran personas, se dice.

(4) atqásap wa atqásap k’oának cepaqás-k’enák-hójok, eik’osekcéjer sa
A los ratones, a todos los ratones aniquilaron, cuenta el cuento.

(5) atqásap sa jéjes árka kar kekétka-k’enák-hójok, eik’osek céjer asós
El ratón corría a lo alto del cerro a mirar, contaba el cuento.

En ocasiones en que el relato propiamente tal comienza tras una respuesta o comentario del narrador, el elemento marcador temporal es elíptico:
(6) talqájes sa kuosk’ák kep
El cometocinos tampoco [tiene cuento]

(7) fcakiáns sa cafalái kskué arlái
El zorzal [tenía] agua muy secreta.

(8) as, árkap asátap as
Se fueron hacia arriba, las mujeres se fueron

En los casos en que el narrador comete un error al comenzar, tiene una “mala partida” o una vacilación, introduce la partícula askét “este que…”, y estructura una nueva oración u oraciones coordinadas hasta llegar a la estructura canónica:
(9) c’elasáwe sa askét taksóktek-sélas ak’uás asesek céjer-s kok asesekcéjer-hójok
Las estrellas este que… sus hermanas que, se dice, [eran] se dice.

(10) jálau kawesqár arksá-s wa kius cacár askét laálte kuteké kajésqa léjes ksepcé-s asós kuos laálte æjámas qar-ker-hójok eikúksta
Un joven del pasado su padre este que… en el momento en que [su padre] andaba cazando nutrias y pájaros, salió y una nutria tabú mató, se cuenta.

Las oraciones introductorias de relato cumplen diversos roles asignados por el narrador en su interrelación con los oyentes :

(i) Proporcionar un resumen del cuento, con el fin de dar los detalles a continuación, mostrando la pericia del narrador. El cuento se conoce, pero el narrador le otorga su toque personal distintivo:
(11) eik’óse táwon hójok asesekcéjer wa kenakéna kius kucelákso aksarrúna-k’éjes cæpásap ak’uás kuteké kencákso-k’éjes awákso-k’éjes asesektæl-jeké eik’osektálær-hójok
se dice que tiene cuento el pájaro carpintero engañaba a su amigo para luego matarlo y también lo quemaba, lo quemaba en el fuego se cuenta

(ii) Resumir el cuento, pero requiriendo información de background por parte de los oyentes, aunque la diferencia con el ejemplo de arriba sólo radica en que no se hace el resumen completo:
(12) C’elaqájo sa kástap-hójok asesekcé
El chancharro (cierto pez, Sebastodes darwini ) fue arrojado al agua se dice

(13) Atqásap wa atqásap k’oának cepaqás-hójok eik’osekcéjer-hójok sa
A los ratones, a todos los ratones aniquilaron, se cuenta

(iii) Establecer la ambientación:
(14) Jála kawesqár ak’uás eik’óse eik’osekcéjer-hójok Asé-arlái-asé kawésqar, eik’olájer-s kok
La gente del pasado que narra el cuento era gente del Brazo Norte, cuenta el cuento

En el ejemplo de arriba, la narración comienza con la ambientación, el lugar donde ocurrirán los eventos, y termina la sucesión de oraciones con la forma canónica seguida de una partícula suspensiva ( kok ) que anuncia que seguirá un evento o algún comentario del narrador. En (14) es el primer caso: kstal pe arrakstáwar ak’uás asós kuos cekéja jefejáqas-hójok eikúksta = era un grupo grande, el cual fue devorado por un animal, cuenta el cuento.

(iv) El rol es inverso al anterior, aquí se narra un evento, seguido por la ambientación:
(15) Atqásap askét talaktáf kástap-kténa kuktép kekéhoi [ ] eik’osekcéjer asós kekehójer Eiwaitáuher-kar kius léjes-ho kar hójok eikuaksenák-er-hójok-s
El ratón botaba chamiza al mar y ahí pasaba corriendo, se contaba cruzaba corriendo al cerro Eiwaitáu, la isla era su puesto de observación, se contaba.

(v) Entregar información explicativa, en los términos que describe Grimes (1975 : 56 ss.) como background. Existen diversas variantes:

(v.1) Información explicativa pura para terminar en una estructura de silogismo:
(16) Kajéco táu eik’óse táwon hos asékta sa : kajéco sa kius asáqe asesekcéjer-hójok kuos akcáwe-jeké táusa afcár-kstái ka kius kutæl jefétæl-hójok asesekcéjer-hójok kuos ku-aksék kuos kejéro-ketæl hos sa kius takés
El martín pescador tiene cuento se dice: el martín su comida se dice eran cholguitas solamente, frente a la fogata las calentaba para cocinar se dice y por eso son rojas sus plumas.

(v.2) Información explicativa seguida de ambientación y luego más información explicativa en forma de canción:
(17) Jekcál sa eik’óse táwon; afcár jektál-k’ejésap jekcál jektál hójok sa kejá-japána :
kejá-japána, kejá-japána atektegrá, atektegrá,
kejá-japána, kejá-japána t’aqás-kecéjer jektál-kesekcál
El ciervo tiene cuento; le canta al fuego, la canción del ciervo es del cervatillo gordo :
[sigue la canción].

(v.3) Información explicativa seguida de un evento:
(18) K’iúncar sa tákso, æs tælksta qólok-s, æs afcók asahák-er-fqat sa, æs tælksta qólok-afqát sa, k’iúncar ksekená-ker-hójok æs… eik’olájer kuos
El zorro una vez, yo lo sé de oídas, mi esposa lo contaba, yo lo sé de oídas, el zorro huyó/huía mi… se cuenta.

(v.4) Información explicativa seguida de ambientación y evento:
(19) K’iúncar sa jáu æs-asék ak’uás æs-kas eik’óse jenák hójok eikúksta, kius… kius tarkéjep sa c’afalájep jenák eikos… ak’uás jeqapc’éwe álæs sa kejétal, kejétal-hójok eikúksta-s
El cuento del zorro es de por estos lados, su… su … suegro era la lechuza cuent… que volaba de noche, se cuenta

Los componentes post-introductorios están formados por oraciones enunciativas aclaratorias, a veces va una canción alusiva al texto y oraciones secuenciales que forman la sección media del relato. Se agregan además oraciones de cita, directas o indirectas. Las primeras tienen como función dar viveza al relato al asumir el narrador la posición del o los personajes. Estas apariciones de cita directa eran mucho más frecuentes en el pasado, especialmente por parte de los narradores expertos, quienes agregaban un colorido especial al relato con cambios de voz o entonación. Tanto la cita directa como la indirecta generalmente se dan hacia el final del relato o en una parte intermedia que señala clímax:
(20) “Ak’iápær kuos as kep aká?”
Kuosá kuos kius aihiól-sélas :
“Kuos kskená kekiájeks-qei-sekóna-ar akcélo teselónar”.
“¿Adónde se fue que no está?”
Y su hija [dijo]:
“Creo que huyó corriendo a pesar de que se le pidió que no huyera”.

Las citas indirectas son mucho más frecuentes, en especial porque ya no existen narradores expertos que “actúen” el papel de los personajes, de allí que se haga frecuentemente mención a “como contaban/decían los difuntos”:
(21) Atqásap akc’éwe-s wa táwon eik’óse táwon sos. Kius akc’éwe akcólai-s atqásap akc’éwe-s táu æs-c’éwe aksér táwon æskuosk’ák ka eik’osekcéjer asós. Sæltal-asé-tqal kas ka talaktáf kástap kekiól-k’enák-qei-so-hójok eikuahák-er sos; cecél ac ál eik’uahák tawaisélok-er-hójok.
El ratón tenía un pozo, contaba el cuento. El ratón bebía de su pozo solamente, así, como se contaba por aquí. Allá en la bahía del seno Sæltal arrojaba su chamiza, ponía un palito tras otro, según contaban; los dejaba, como contaban los difuntos.

(22) Kiúka kuos jekcál aselájer-s kok awók’iot tæsqar awók’iot táwon kuos lói.
Después dijo que el ciervo que iba a entrar traía un tizón en la cabeza.

En el desenlace casi la totalidad de las narraciones terminan con un evento de carácter decisivo en la resolución final del relato; el conflicto termina positiva o negativamente y es cerrado por una oración (o dos o más oraciones que forman un período asindético) generalmente introducida por kuos u otra partícula derivada de la anterior, más una oración pseudo-pasiva canónica. Rara vez el desenlace se da mediante una cita directa (v. ejemplos 25 y 26), seguida de una conclusión o bien la repetición de una canción ya introducida en el cuerpo del relato:
(23) kuósos sa aswákiar, eit’áksta aswálai-k’enák-hójok, eikúksta.
después amaneció, amaneció con tiempo bueno, se cuenta.

(24) kuos k’oának jétqa-k’ejéqas, asesekcéjer-hójok jat.
y todos subieron [i.e. la luna y las estrellas], se dice, en ese entonces.

(25) “Tæs c’erraqás, [h]annó ce tæs c’erraqás weejáu aaa, kar-s tæs kstái kc érksta-ker”.
“Mi ojo está roto, mira, yo tengo mi ojo roto, ¡weeejáu aaa!, el palo penetró en mi ojo”.

(26) kuos hánno : “Páu askét kujæktar kújes pap-ker-pas jetékta-kóna-ar, aswálak ko-aswálak ka kuos cekék-sekué”.
y he aquí que [decía]: “Afuera (= en los canales) este que… estará disfrutando de una fogata allá, mañana o pasado mañana volverá”.

* Publicado en Anales de la Universidad de Chile. Sexta Serie N° 6, diciembre de 1997, pp. 13-40

El tema de la muerte en la literatura oral kawésqar (alacalufe)

Óscar Aguilera Faúndez

El tema de la muerte en los relatos

1. La muerte y los sueños

La muerte es un tema muy recurrente en la literatura oral kawésqar. En la mayoría de los relatos se produce en forma violenta como consecuencia de conflictos, engaños, venganzas, rompimiento de tabúes o por agentes naturales, aunque este último tipo es menos frecuente. Ni hay muertes “apacibles” en las narraciones, a excepción del caso de la muerte por frío en el cuento del cisne.

Las muertes por enfermedad se dan en el mundo real y no forman parte del mundo mítico. No encontramos en los relatos descripciones de las prácticas mortuorias, profusamente descritas por Gusinde (III: 453 ss.) Y Emperaire (1966: 249 ss.). Lo único que comparten el mundo mítico y el real en el conjunto de creencias del grupo kawésqar es la conexión entre el sueño y el mundo de la muerte. Los espíritus de los muertos, que se convierten en auxiliares de los vivos en situaciones extremas, se comunican con estos últimos a través del sueño. Este es el único vehículo, la única vía de comunicación con el mundo de los vivos, ya que la persona al perder la corporalidad con la muerte, sólo puede comunicarse por una vía que excluye el contacto físico. Al respecto, hay que señalar que los kawésqar hacen la distinción entre lo que correspondería al alma (os) y una fuerza vital que mueve al cuerpo (aksæmhar).

La muerte ocasiona que la fuerza vital abandone el cuerpo, con lo cual el alma también se separa de la “envoltura física”. Para el vivo, la fuerza vital muere, pero en la muerte sigue funcionando en conexión con el alma. La fuerza vital que movía al cuerpo en vida hace que el alma “viva”, se mueva y actúe en el mundo de la muerte:
(27) K.: kuosá kuos aksæmhar táwon asesekcéjer-hójok ak’uá kius jehánar sos
K.: ¿se dice que tiene espíritu la persona muerta?
T.: kep sa, aksæmhar jehánar-k’ejéqas asó sa
T.: no, el espíritu ha muerto
kuos ku-k’ot kucelásk’ak jehánar-k’éja asesekcéjer-hójok
y al rato muere la persona, se contaba
kiáu ka kskiál aksæmhar jehánar-k’ecé jetæl k’élok sa
mientras está vivo el espíritu también, uno muere, no anda
k’oának ka aksæmhar jehánar-k’ejéqas asós kuceláksk’ak jexás (= k’exás)
todos los espíritus mueren al mismo tiempo, por último

Lo que el vivo ve a través del sueño es el “alma” del difunto, con rasgos aprecidos a los que tenía cuando estaba vivo. Esta manifestación del alma es posible a través de la fuerza vital que ahora acompaña al alma, tal como acompañaba al cuerpo en vida, haciendo que éste funcionara:
(28) K.: ak’uásk’ak táu kuos kawésqar jehánar-s kok kuos jeséktal
K.: ¿y cómo cuando una persona muere se ve después?
ak’uá kius aksæmhar séwel asó táu-s kuos jeséktal-s ko-sektæl-s?
¿o no será su espíritu que se ve también se ve en el sueño?
T.: akuó ka kuosó qolókna kuteké cecáu-jerrákso sa kuos tqáme álowe jeksór
T.: cuando en él se aparece también penetra en uno y se ve en el sueño
K.: ak’uák’ak kuos aksæmhar karsektálær-hójok sa askét
K.: cómo al que llaman espíritu este que…
aséksor jéksor-s kok
lo veía en el sueño
ka kawésqar jehánar-afqát kius aksæmhar asó co jeksór-pas æsk’ák
cuando una persona moría, su espíritu yo lo veía, así
askét kius os asó táu qolókna kuos ko-séktal hos kua
este que… su alma/espíritu es acaso su alma que aparece en el sueño?
T.: kuosá jehánar-s asó sa kuos ko so ak’uá aséksor jéksor asesektálær-k’enák
T.: después de haber muerto después se ve en el sueño dicen
jehánar so kuosá kuos sekárk’ap-er-k’éna hos
el muerto después es distinto/cambiado/transformado
kolái-s kok kuos hánno lafk co jejehák asahák
en el sueño y también actualmente yo lo veo y cuento
Sampráo-s wa qólok as kuos kuos kónar jelái-s kok
Zambrano se aparece cuando sueño y lo veo
tæs pe æs tæs pe k’enák-atál as
todo se ve en mi mente
K.: kius os táu ka kius aksæmhar sos?
K.: ¿era su alma o su espíritu?
T.: kius os ka kuteké aksæmhar so ak’uás kepás ak’uás
T.: su alma y también su espíritu eso creo, ignoro qué
K.: kawésqar jaláu jehánar kuos jehánar asó kuos asesekcéjer-hójok
K.: cuando moría la gente antiguamente se contaba
kuosá kawésqar ja… ja… qaqár-fqat kius os asó co jeksór-pas
después la gente dejaba su alma, yo lo vi
kuosá aksæmhar táwon ak’uás aselájer
y se cuenta que tiene espíritu
kuosá ke (= que?) jehánar ke kius jehánar os asó k’ua aselájer-s kuos cekék-ketæl hos as kawesqár
después el muerto el alma del muerto se dice que viene como persona
ceppacéwel ka jetætal kúka kuteké kséptal hos ka kawesqá k’etæl hos as
como sano/normal está y también camina
kuos tqáme álowe jelái-s kok
y se ve en el sueño.

El espíritu (alma) de una persona se puede comunicar también con los vivos cuando se produce la muerte en la distancia. El espíritu del familiar o amigo puede “avisar” de esta manera su tránsito al mundo de los muertos. Esta comunicación se puede realizar a través del sueño o por intervención del ambiente físico, en forma de ruidos que manifiestan distintos tipos de actividad, como por ejemplo, remar, cortar leña o lanzar palos o ramitas a la choza en los campamentos temporales, o animales que realizan acciones no comunes: el lobo marino sube a tierra y brama; una orca o un delfín se acerca a tierra:
(29) (…) ka kuteké kawésqar ak’uás kojóterrek jehánar ka jajá
(…) también cuando una persona se ha muerto en otro lugar
kuos os asó sa hout’éksta-ar sa æsk’ák
y su espíritu es el que está tirando algo [un palo] así
ka k’eicesektálær sa
nos avisa
[jehánar] ka kuos askét jetéksta káuker qálksta
[cuando muere] también este que… se presenta, se siente caminar
ka kuteké kencéktas ka ketæl hos as asár
y también se siente hachear en un lugar inaccesible (o malo)
árka káskuk jetæl ceá kuos asós askét
cuando anduve para arriba este que…
hout’afténarær-horo-qei-er-afqát
me asusté cuando cayó súbitamente un palo
ce sa kawésqar … æs aihiól ka kuteké os asó qei so ker sa kuos askét
yo una persona … era el espíritu de mi hijo este que…
hout’éja-qei-fqat
estaba tirando palos
kuterrék ceá jepás tæl so
cuando estuve esperando
kuos árka æs-pe-terrék cekék ak’uás sórksta-æská-ker
por el monte llegó alguien que hacía sonar palos al caminar
kuos ceá tariépskak æstæs kúkstai jenák
y yo estaba tranquilo mirando hacia arriba (al monte)
kawésqar-s sas asó kuos kas cekék-akstá-ar
la persona que salió se sintió llegar
kuos kájef asép asér kuos arwéksta-ar
y después se embarcó en la chalupa e hizo ruido
jemókar-s ko-ásep kuos eihén
el remo que estaba ahí
akiár céksta-kecéjer
lo tiró y se sintió golpear
kuosá kájef arwérksta jemókar jetákar arwérksta æsk’á ker
y la chalupa hizo un ruido al golpear el remo hizo un ruido así
kúkstai asér jelái-s kóka kep
cuando bajé a mirar no había nadie.

(30) at háuterrek jehánar-k’er aseksórnark
cuando una persona se ha muerto en otro campamento se sueña
ka kuteké páqtæs k’e aseksórnær
y si se ha ahogado [alguien] se sueña
kuos aksæmhar asó tqáme pek aksér cekék qolókna
y su espíritu llega al sueño, aparece
ksep k’uijéfna ksep aqtæl-tálnærk, aqtálnak
nos da pesadilla y hace despertar llorando, llorando
atqanák jen… askét aséksor álowe aqtálnak-atál kot (?) atæl aqtál-tálnær
llorando este que… en el sueño se ven llorar [las personas] y con su llanto me despierto
ka kuos tælamás altqátqal
por último me levanto llorando
kuos askét aqtália jektál-k’éja-atál-hójok
y este que… lloran y cantan.

Un ejemplo de esta comunicación con los muertos por medio del sueño lo encontramos en el relato que hemos llamado “La gran inundación” (Aguilera-Brito 19:). En este realto, un joven mata a una nutria tabú, a pesar de la advertencia hecha por sus padres. Se produce una gran marejada que extermina a personas y animales. Sólo sobrevive el joven y la muchacha de quien está enamorado. Ambos logran escapar de la furia del mar subiendo a un cerro alto. Al encontrarse desamparados, sin alimentos ni abrigo, el joven sueña con el espíritu de su madre, quien lo guía para salir de la situación:
(31) Bueno, pensaba hacer su casita, puh
Había pasto; tejieron con pasto, ramas, qué sé yo
No ve que con qué taparse, puh, no hay cuero.
La capa llevaron mar (= el mar se llevó la capa).
Entonces obligao a tener que estar con puesto no más y lo…
lo manecieron (= amanecieron) los dos ella con él.
Entonces ya tenía . . ese muchacho lo pone triste (= se pone triste),
qué sé yo, va a soñar con
su mamá puh, l’espíritu su mamá.

2. El mundo mítico

El mundo mítico está poblado por animales-hombres y hombres que interactúan con aquéllos. En un texto recogido por el investigador argentino Fernando Pagés Larraya incluso se menciona la existencia de plantas-hombres.

En este mundo mítico, la muerte aparece como agente de transformación y origen, conectando el mundo mítico con el real. Los animales-hombres al morir, se transformarán en los animales que poblarán el mundo real:
(32) fcakiáns sa eik’óse táwon hójok asékta
el zorzal tiene cuento se dice
kius asáqe hójok asékta kuos kajésqa,
su alimento se dice eran pájaros
kajésqa atáwe asá-ap
pájaros gordos comía
kajésqa kejá sa hakuás wa
pájaros gordos cazaba de noche
kuos ak’éwe wa kuos kajésqa álæs
y en la noche salía a coger pájaros
kuósos sa jenák asó qar-hójok asékta kius kucelákso
y después fue asesinado se dice por su amigo
akcólai ft’ói jenák ak’uás kuteké akcólai askét
mezquino de agua era y el agua este que…
kue jenák asó
era secreta
cecáu-jefé-akcawésna asó
le dio sed después de haber comido cholgas
akcólai as asó
fue al agua
kuos akcólai kt’áip at’æl-atáuk qar-hójok asékta
y en el pozo lo hundieron, lo mataron se dice
kuosá kajesqána-hójok kuos ália
después se transformó en pájaro y vuela.

(33) waláman tawesána-qei so hójok eikúksta kelæl
el cisne pasó un mal momento, se cuenta, …..
eitérja jecérlap asó sa tawesána-hójok eikúksta
con viento sur salió a vela y casi naufragó
waláman aselái karlájer-s kuos eik’olájer-s kok
se dice que era un cisne de cuello negro cuenta el cuento
kesá-kanána-k’ejéqas ka kuteké kuosó kajesqána-k’ejéqas-hójok eikúksta-s
y todos murieron de frío y se transformaron en aves se cuenta
kas ka kuteké áperk páqtas kuteké kesetónar
allá, también con la lluvia se ahogaron y se congelaron.

El mundo mítico también albergaba seres que siempre tuvieron carácter de animales, como algunos mamíferos terrestres y marinos que eran fuente de alimento, aunque algunos eran animales tabú, como por ejemplo el ciervo (huemul), portador del fuego, cuyas crías sí podían ser alimento; la nutria hembra con crías, que asegura la existencia de la especie; el chancharro (cierto pez, Sebastodes darwini), que da origen a los canales; el lobo marino, cuya primera muerte lo convierte en alimento principal hasta hoy día. Otras criaturas eran parecidas a los animales actuales, pero se diferenciaban por su monstruosidad, criaturas gigantescas, de gran ferocidad, devoradoras de hombres.

El tema de la muerte en la literatura oral kawésqar (alacalufe)

Bibliografía

AGUILERA F., Oscar y María Eugenia Brito. 1980-81. “Análisis de un texto Kawésqar”, en BFUCH XXXI (1980-1981):pp. 303-329.

AGUILERA F. OSCAR. 1988. El Hijo del Canelo. Un mito alacalufe. En Comunicación y Medios No. 6. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Departamento de Ciencias y Técnicas de la Comunicación: 115-134.

AGUILERA F., OSCAR. 1989. Análisis lingüístico de un mito alacalufe: Seis versiones de la “Historia del Ratón”. En Trilogía, 9 (16/17): 55-83. Instituto Profesional de Santiago

EMPERAIRE, JOSEPH. 1963. Los Nómades del Mar (Traducción de Luis Oyarzún). Ediciones de la Universidad de Chile.

GRIMES, Joshep E. (ed.). 1978. Papers on Discourse. Arlington, Texas: Summer Institute of Linguistics. University of Texas at Arlington Publication No. 51.

GUSINDE, MARTIN. 1991. Los Indios de la Tierra del Fuego. Tomo III: Los Halakwulup. (Traducción de Oscar Aguilera F.). Centro Argentino de Etnología Americana. Buenos Aires.

kawésqar

Características generales de la cultura

En 1936, se instaló en Puerto Edén una base de la Fuerza Aérea (FACH) destinada a apoyar una línea de hidroaviones que uniría Puerto Montt con Punta Arenas. Los kawésqar que antes habían establecido campamentos temporales junto al faro San Pedro en busca de alimentos y ropa, encontraron en Puerto Edén un nuevo sitio donde podían satisfacer tales necesidades. Poco a poco fueron instalándose alrededor de la base, logrando la protección del personal de la FACH, la cual se consolidó posteriormente en forma de decreto del Gobierno de la época.

En un comienzo construyeron sus típicas viviendas de tipo oval, con una estructura de varas curvadas, amarradas con junquillo o lazos de cuero de lobo, cubiertas de ramas y pieles o materiales de desechos de barcos varados o conseguidos por trueque. Con posterioridad este tipo de vivienda fue siendo reemplazado por chozas de madera, latas, cueros y lonas, y el material que les proporcionaba el personal de la base, a fin de mejorar sus condiciones de vida. Así, varias familias de indígenas y sus perros se hacinaban en estas chozas en la playa, delante del establecimiento militar.

El manejo de estas novedosas habitaciones, donde se habían modificado todas las condiciones funcionales acostumbradas, condujo a que se produjeran repetidos incendios, pero los kawésqar, en su deseo de cambiar o por consejo de sus protectores, volvieron a reconstruir de la misma manera, con iguales consecuencias

Tiempo después fueron llegando colonos desde el norte y el sur, permitiéndose su establecimiento en diversos puntos de la bahía, constituyéndose los núcleos principales hacia el sur y este de la Caleta Malacca, ocupando toda la línea costera que ya mencionamos.

Durante la década de 1960 se construyó la escuela, y Puerto Edén quedó bajo la jurisdicción de Carabineros de Chile. El Gobierno de ese período hizo entrega de casas al grupo alacalufe, siendo instaladas éstas en el lugar que señalamos antes, abandonando el sitio contiguo al puesto de la FAch. Con posterioridad este edificio fue traspasado a la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), que instaló un almacén de expendio de comestibles. Hoy el sitio ha recuperado su carácter de recinto militar, al instalarse allí la Capitanía de Puerto, dependiente de la Armada de Chile.

Las casas otorgadas a los kawésqar se situaron en una aparente ordenación lineal paralela a la costa, sostenidas sobre postes de madera para obtener nivelación de piso y aislación de la superficie húmeda del terreno. Algunas de estas viviendas se quemaron, dado el material altamente combustible de que estaban fabricadas y por la falta de hábito de residir en ellas por parte de los usuarios, a lo que hay que agregar, además, la utilización de cocinas a leña e iluminación de velas. Ante esta emergencia los ocupantes solían instalarse temporalmente con otras familias, o bien construían chozas en el mismo emplazamiento, semejantes a las de los antiguos tiempos, pero sin contar ahora con los materiales ni las condiciones del terreno adecuadas.

La institución social básica del grupo es la familia. No se reconocen clanes ni jefes, sino familias que se caracterizan como relativamente extensas y de tipo paternal en términos no absolutos.

Cuando el grupo era relativamente numeroso, durante las temporadas de caza, se formaban cuadrillas integradas por los miembros masculinos del grupo, permaneciendo las mujeres y los niños de corta edad, así como los escolares -a diferencia delos tiempos más remotos-, en casa, recayendo en este caso toda la autoridad en la madre. Se observaba también una cierta predominancia femenina en materias comerciales de venta o trueque. Hoy en día, rara vez sale una familia completa a una partida de caza.

Por otro lado, es la mujer la encargada de la organización doméstica del quehacer cotidiano: preparación y distribución de alimentos, cuidado de los niños y atención a visitantes. Es por esto último que la primera impresión que recibía el extraño al entrar en contacto con estos indígenas en su vivienda, era encontrarse con un cierto grado de subordinación del varón, pues era la mujer quien respondía y mantenía el diálogo, mientras que el hombre se limitaba a escuchar o a responder con monosílabos.

A diferencia de las costumbres ancestrales, la mujer comenzó a unirse en matrimonio con individuos muy distantes de su raza, prefiriendo a los blancos o a los huilliches mestizos de Chiloé en estos enlaces.

Lo mismo no ocurre para con los individuos de sexo masculino, los cuales si pueden se unirán, aunque con ciertas restricciones, a la mujer kawésqar que los acepte. Además, se registraban casos de poliginia y poliandria.

La poliginia cesaba cuando el varón era considerado inútil por vejez, enfermedad o molicie, siendo éste abandonado por una o sus dos mujeres.

La poliandria se registraba en una continuidad temporal muy duradera, en la cual uno de sus hombres podía hallarse ausente por largos períodos o transitoriamente, debido a razones de trabajo o partidas de caza en lugares lejanos.

Dentro del grupo solía darse algunos individuos aislados, senescentes o de mediana edad, abandonados por su mujer. Son los llamados botados. Se podía dar el caso también de algún individuo que era parcialmente aceptado dentro de la comunidad, pero que frecuentemente no participaba en las actividades comunes, o sólo ocasionalmente. Se marginaba o era marginado de las partidas de caza, recolección de mariscos u obtención de leña y madera. Este fenómeno ocurría generalmente dentro de los miembros varones del grupo y ocasionalmente dentro del círculo de mujeres, las cuales formaban un conglomerado altamente solidario. Si existía un individuo de la categoría abotado” y éste era casado, sólo se marginaba él y no su mujer, la cual formaba parte activa de la vida social de su circulo.

Existen algunas formas de normas sociales implícitas dentro de la comunidad las que se hallan representadas por la consideración especial que se tiene ante la opinión de un individuo más experimentado o los mayores. Respecto a este último punto, presentamos el siguiente ejemplo: Hay derechos perfectamente delimitados en cuanto a la propiedad habitacional y los terrenos colindantes. En la línea divisoria de la propiedad de dos hermanos había un pozo de agua que era utilizado por ambos. Con posterioridad, uno de los hermanos, el mayor, demarcó manifiestamente con una cerca, el deslinde del predio, apropiándose del pozo. Este hecho no suscitó ninguna protesta por parte de su hermano, pues el otro estaba ejerciendo su derecho de mayoría de edad.

Los derechos de propiedad individual no son enteramente estrictos, fuera del derecho habitacional que hemos señalado Los utensilios, instrumentos de caza y pesca, herramientas y embarcación son compartidos por la comunidad, hecho que se hace más notorio en las faenas de recolección y caza.

Esta institución recibe el nombre de c’as, que consiste en un intercambio de estos objetos o alimentos entre el grupo de cazadores. Emperaire denomina esta institución tchas colectivo, diciendo: “Se ofrece, se da (tal es la traducción de la palabra tchas, ofrenda dádiva, intercambio), aunque no haya nada que esperar en trueque por el momento. Se trata, ante todo, de un acto gratuito, un acto de correspondencia, de participación entre los individuos o la familia del grupo del momento. Por ejemplo, el alimento es repartido entre todas las familias del grupo sin que el que lo proporciona sea objeto de un reconocimiento especial por el esfuerzo o trabajo que le ha costado… Cada uno, según las circunstancias, se somete libremente y… admite por beneficiarios a todos los miembros del grupo provisional” (Emperaire, 1963: 229).

Existe otro tipo de c’as que Emperaire denomina individual, que consiste en un regalo de individuo a individuo, sin que se espere retribución inmediata ni equivalente (cf. Emperaire, ibíd.).

El patrón de vida diaria, que antaño implicaba una rutina cotidiana de recolección de alimento, ha sufrido modificaciones considerables Las costumbres relacionadas con la alimentación se han transformado por influencia del sistema de vida chilota, consecuencia del aumento del número de colonos, el paso frecuente de barcos y la instalación del almacén de la ECA en un comienzo y hoy por la proliferación de almacenes que venden diversos productos. Esto último posibilitó la obtención de otras fuentes de alimentos y cambios en su sistema económico.

No obstante, persisten las prácticas de recolección y caza acostumbradas que se conocen.

La dieta principal aún consiste en moluscos y carne de lobo marino. La recolección de cholgas, choros, almejas y locos está sujeta a las variaciones que experimentan las mareas. Los erizos se obtienen mediante la utilización de fisgas. A veces extraen centollas o pescan, utilizando redes, robalos, chancharros o pejerreyes.

La incorporación de nuevos alimentos ha redundado en el léxico con la creación de neologismos o adopción de vocablos que han sufrido un desplazamiento de su significado primitivo, para utilizarlo como denominación de los nuevos productos. Tal es el caso de la palabra con que en un comienzo designaba al plátano: kejérwa-sakujéska, que era el nombre de un fruto silvestre con cierta similitud al plátano, o bien el nombre que utilizan para denominar la naranja: ánate-lájek; ánate es el nombre que designa un hongo de color anaranjado intenso (Cyttaria Darwini), y lájek” tiene la connotación de “bueno” o “sabroso”. Estos términos, sin embargo son de corta vida y casi han sido reemplazados por las palabras españolas.

Pocos son los préstamos de vocablos españoles, modificados de acuerdo a la fonética kawésqar, como, por ejemplo, parróta = porotos.

Antes de la llegada de exploradores blancos los indígenas canoeros de la Patagonia Occidental desconocían las bebidas alcohólicas. En un comienzo estas bebidas fueron rechazadas, siendo adoptadas paulatinamente con las incursiones de los loberos y la incorporación de colonos en los territorios indígenas.

El grupo tiene una gran tendencia a la imitación y adopción de modos y algunas costumbres del blanco, al cual considera superior, o por lo menos bajo su dependencia. Con el consumo de bebidas alcohólicas por parte del blanco, comenzó a generalizarse dentro del grupo el uso habitual.

Actualmente el indígena hace todo lo posible por obtener alcohol, el cual obtiene mediante su compra o trueque. Incluso vende utensilios que le son absolutamente indispensabes -como hachas- para comprarlo.

Según mis informantes, y en observación directa, una vez obtenido el licor, se reúnen en una casa, generalmente la más grande, y comienzan a beber. En esas reuniones escuchan música, conversan, y frecuentemente se registran disputas que finalizan con la retirada de uno de los contrincantes. Estas disputas siempre tienen un carácter verbal. El indígena kawésqar no es muy adicto a la lucha, y aunque adquiera cierta corpulencia con el ejercicio del remo, siempre es dado a la molicie

Esta molicie es tan persistente, a veces, que aunque esté efectuando labores que le significarán mayor ingreso económico, prefiere abandonarlas por sumirse en ella.

El consumo de bebidas alcohólicas trastrueca completamente la conducta de los individuos, tanto dentro de la comunidad como e n contacto con el blanco. Dentro de la comunidad, como lo he mencionado, se vuelve locuaz y pendenciero. En un medio diferente i. e., entre los blancos, la locuacidad también es muy evidente. Incluso se atreve a hablar sobre temas que no hubiera aceptado abordar estando sobrio. Desaparece en cierto grado el sentimiento de inferioridad experimentado ante el blanco, y llega a sentir dependiendo de las circunstancias, antagonismo o un mayor sentimiento de amistad. El estado anímico alterna entre euforia y melancolía. Fuera de su hábitat se acentúa el estado melancólico, que lo lleva, incluso al llanto, al recordar a sus parientes y amigos.

Ilustraré a continuación, en forma sucinta, las prácticas de caza de este grupo étnico.

Constituyen piezas de caza principales el lobo marino en sus variedades de lobo común o de un pelo y lobo fino o de dos pelos, nutrias, coipos y huemules.

Los lobos son arponeados o bien cogidos con una red grande especial (feitcétqal), que se coloca a la entrada de grutas que están a nivel del agua y luego son muertos con garrote (eikuák).

A este instrumental de caza se sumaba hasta hace algún tiempo, armas de fuego. La utilización de estas armas convirtió a los kawésqar en excelentes tiradores.

La carne es aprovechada como alimento, consumiéndose asada o cocida, acompañada de papas y apio silvestre, en los campamentos temporales. La piel se pone a secar en un bastidor semirrectangular, confeccionado de varillas de madera (cejénesxar). Posteriormente, ésta es utilizada para la confección de pequeñas canoas a semejanza de la antigua canoa de piel, que estos indígenas venden o truecan en los barcos que pasan por Puerto Edén

La nutria y el coipo se cazan con perros, los cuales ubican las piezas en sus madrigueras -tratándose de las nutrias-, arrinconándolas en el mismo lugar o entre las rocas, donde son muertas con garrote. El coipo es cazado ocasionalmente por los indígenas, ya que su piel no presta mayor utilidad, su precio es inferior al de la nutria, y sólo se aprovecha su carne.

Hoy día la nutria no es cazada debido, principalmente, a las prohibiciones existentes y a la carencia de perros entrenados, ya que el perro fueguino se ha extinguido completamente y ha sido reemplazado por otros que no poseen las cualidades muy especializadas de la especie autóctona.

Para atrapar el huemul también se utilizan perros, los que, cercando al animal, lo obligan a desplazarse hasta un barranco, donde terminan por despeñarlo, o bien son acosados hacia el mar, donde los arponean los cazadores que esperan en sus embarcaciones.

Las aves, parte importante en la dieta de los kawésqar, hoy no son frecuentemente cazadas. Se apetece más las variedades de palmípedos que se encuentran en los canales, y en forma especial el pato quetro no volador o pato vapor. La técnica empleada es la caza al acecho con lazo: El cazador se oculta en un emplazamiento hecho de ramas, donde éste imita el llamado del ave para que se acerque, y con el lazo preparado la atrapa. Otra técnica utilizada es la del lazo múltiple (arkás), que se coloca en el paso de las aves hacia los nidos.

El empleo de instrumental de caza autóctono experimentó cambios, producto de las incursiones de los loberos en la zona; el fusil de caza pasó a reemplazar parcialmente al arpón, ya que la adquisición de estas armas modernas era fácil para los indígenas. Principalmente las armas de fuego eran entregadas o cambiadas por los loberos para que los nativos les proporcionaran pieles.

Con el transcurso del tiempo este armamento comenzó a deteriorarse hasta su completa inutilización, no siendo renovado debido a la prohibición de la caza de mamíferos marinos. Esto implicó una reactualización de los instrumentos antiguos autóctonos que anteriormente tenían un uso paralelo.

Esta prohibición, que terminó con el comercio de los loberos, sigue en vigencia, sin embargo, los kawésqar están autorizados para cazarlos y utilizar su carne de alimento y la piel para artesanía.

Origen del nombre de la etnia

Diversas han sido las denominaciones que ha tenido esta etnia debido a la amplitud del territorio en que se desarrolló su existencia, y a la dificultad de obtener datos de esta naturaleza por navegantes y viajeros de otras épocas, así como también por la influencia que ejerció lo que anotaron sobre el particular algunos investigadores.

Otro factor que debemos señalar se relaciona con la falta de entrenamiento auditivo de quienes recogían los testimonios lingüísticos; de allí la variedad de grafías que se encuentran en todos los escritos. Fitz-Roy fue el primero que designó a un grupo de indígenas que habitaban hacia el oeste del canal Beagle y el estrecho de Magallanes con el nombre alikhoolip, indicando, además, la existencia de otros dos grupos: sitúa al primero en la parte central del estrecho de Magallanes, denominándolos pecheray, siguiendo a Bougainville (“Nous les avions alors nommé Pécherais, parce que ce fut le premier mot qu’ils prononcerent en nous abordant, et que sans cesse ils nous le répetaient”; Bougainville 1772, I: 276.), y debido a que estos indígenas lo recibieron con esta exclamación. El otro grupo que menciona lo ubica cerca de las aguas de Otway y Skyring, cuyo nombre no pudo averiguar, designándolos como huemules:

“To the westward, between the western part of the Beagle Channel and the Strait of Magalhaens, is a tribe now called alikhoolip (which may be the poy-yus), whose number amount perhaps to four hundred.
About the central parts of Magalhaens Strait is a small and very miserable horde, whose name I do not know. Their usual exclamation is ‘pecheray, pecheray!’, whence Bougainville and others called them Pecherais. For want of a more correct term I shall here use the same word The number of adults among them is about two hundred. Near Otway and Skyring waters is a tribe, or fraction of a tribe, whose name I could not learn; for the present I shall call them ‘huemul’ -because they have many skins of roebuck, which is said to be the animal described by Molina as the ‘huemul’. Their number may be one hundred, or thereabouts.
“I am inclined to think that these Huemul Indians are a branch of the Yacana people, whom Falkner describes as living on both sides of the Strait” (Fitz-Roy, 1839, II: 132). (traducción)

Emperaire postula que el nombre alacalufe, alakulof, alikkolif, alakwulup, etc., podría ser una deformación de la palabra española regalar: “Un término cuya consonancia es extrañamente vecina a la palabra alakaluf fue escuchada dos veces en 1946. Estábamos en una choza colocando anzuelos en una lienza, cuando una mujer preguntó si podíamos alakala takso (darle uno) y que, a cambio de eso, ella “alakala” un canasto Después de varias explicaciones, nos dimos cuenta de que la palabra “alakala” era una deformación de la palabra española regalar. Acaso sea preciso ver en ello la explicación de este término extraño de alacalufe, que recordaría el tiempo, no tan remoto, en que los kawéskar de los archipiélagos subían a bordo de los barcos a pedir hierro y trajes” (Emperaire, 1963: 213).

Emperaire también indica que el nombre kawéskar significaría “hombres que llevan piel”. de kawes=piel, y kar= hueso, palo, todo lo que indique materia dura (Emperaire, ibíd.).
Hammerly Dupuy utiliza esta misma denominación para los indígenas de la isla Wellington, dándole el significado de “piel dura” (Hammerly, 1947 b: 500).

Respecto a la denominación pecheré o pecherais, Gusinde ofrece una interpretación que nos parece la más plausible. Según él, se trataría de un préstamo Selk’nam, siendo la palabra Peshére el nombre de una ceremonia de los shamanes selk’nam, que finaliza con un intercambio general de objetos, acompañado de continuos gritos de peshére o pesheréé:

“Juni 1923 hatte ich die seltsame, für mich auch als einzigem Europäer sich bietende Gelegenheit, der Veranstaltung des Peshére der Selk’nam auf der Isla Grande beizuwohnen (I,797). Erstmalig habe ich sie ausfürlich beschrieben (1) als eine Festversammlung der Selk’nam-Schmanen. Nicht allein deshalb, weil diese letzteren jene Zusammenkunft veranlassen und leiten; sondern auch mit Rücksicht auf das spezielle Ziel, dem die Veranstaltung gilt und das kein geringeres ist als die Weckung neuer Berufe oder Werbung neuer Kandidaten fur das Amt, in dem sie selbst tätig sind.
“Durch ihre langanhaltenden Gesänge von sehr einförmiger, monotoner Melodie, die gewöhnlich mit lebhaften Tanzen um das Feuer in einer besonders geräumigen Hütte enden, sucht die kleine Gruppe der Schamanen auf die Anwesenden einzuwirken. Es bleibt meistens nicht aus, dass schon inerhalb weniger Abende aus der grossen Anzahl der Anwesenden der eine oder andere junge Mann, wie geistesabwesend und mehr unbewusst, leise in den Gesang der Schamanen hineingezogen wird und die Melodie begleitet. Damit gibt er sich zu erkennen als ein fur dieses Amt Prädestinierten. Alle übrigen Teilnehmer konnten diese Entwicklung genau beobachten und sagen nun: ‘Das Peshére ist zu diesem Manne gekommen! -Jetzt hat das Peshére den dort gefasst!’.
“Wohl grösstenteils die Genugtuung iiber den von der Schamanenvereinigung errungenen Erfolg, durch neue Kandidaten ihre Reihe vermehrt zu haben, dann aber auch die Anteilnahme der Anwesenden mit Konzentrierung ihrer Geisteskräfte auf den Entwicklungsgang der Veranstaltung, welche nach einer Entspannung der lange gezollten intensiven Aufmerksamkeit hindrängt, begründen die weitgehende Ausgelassenheit in den zum Schluss erfolgenden äusserungen der Freude, Anteilnahme und Zufriedenheit. Es erweitert sich die Mitteilsamkeit der eigenen frohen Gemütsverfassung an andere zur uneingeschränken übergabe von Wertobjekten und Gebrauchsgegenständen aller an alle; also schliesst das Peshére mit einer allgemeinen gegenseitigen Beschenkung. Bei den spontanen Freudenäusserungen geht es meist etwas stürmisch her, und es kommt zu einem gewissen übereifrigen Durcheinander, das psychologisch sehr gut begründet ist. Es halt der einzelne einen Gegenstand mit beiden Händen, streckt die arme nach oben, dass sein Gesicht teilweise verdeckt wird, geht oder läuft dem andern entgegen und wirft ihm das Geschenk über den Kopf, wobei er laut ruft: ‘Peshére’! oder auch das lang gezogene ‘Pesheréé’. Den ganzen Tag hört man das sich ständig wiederholende ‘Peshére’, begleitet von Lachen, Jauchzen und Kichern.
“Erschöpft vom Erguss ihrer ganzen Freude und Lebhaftigkeit, drangen sich alle, wenn im tiefen Nachtdunkel das letzte ‘Peshére’ verklingt, wieder in die grosse Hütte hinein; und hier, um das Feuer bundt dureheinander hockend, löst die erzählende Wiedergabe von seltsamen überraschungen und komischen Szenen neue Freudenausbrüche und Lachsalven aus. Erst wenn starke Ermattung die Geistesfrische abgeschwächt hat, nimmt das lebhafte Reden und Schwatzen ein Ende. Ermüdet sucht einer nach dem andern die eigene Wohnhütte auf und sagt beim Weggehen noch: ‘Das war ein schönes P&eacuteshére, welches wir jetzt gefeiert haben!’ Mit dieser allgemeinen Beschenkung also ist der Schlussakt dieser Festveranstaltung der Schamanen erreicht” (Gusinde, 1974: 115-116). (traducción)

Gusinde señala que existe la posibilidad de que algunos alacalufes hayan participado en una de esas “Fiestas Peshére”, y de este modo pueden haber aprendido a responder a un selk’nam ante esta “invitación al trueque”, incorporando la expresión peshére o pesheréé a su lengua, utilizándola posteriormente frente a extranjeros cuya lengua desconocían:

“Wenn auch kein positives Moment zur Annahme zwingt, ein Halakwulup hätte Gelegenheit gehabt, dem oben erwähnten Peshére-Fest beizuwohnen, so liegt es sicherlich im Bereiche des Wahrscheinlichen, dass solch gerauschvolle, stets mit grösserer Teilnehmerzahl vorgenommene, freudige Veranstaltung eben deshalb, weil sie in einer allgemeinen Belustigung und Ausgelassenheit ihren Abschluss fand, gelegentlich doch einmal einige Halakwulup anziehen müsste, die erst als neugierige Zuschauer geduldet wurden, allmählich aber von der allgemeinen heiteren Erregung erfasst, schliesslich als aktive, wenn auch noch als sehr zurückhaltende Teilnehmer das Beispiel der Selk’nam nachahmten.
Aber wenn die Möglichkeiten der persönlichen Teilnahme eines Halakwulup an jener freudigen Bewegung innerhalb der Selk’nam-Hütte selbst sich nicht verwirklicht haben sollten, so ist nichts gegen die Voraussetzung einzuwenden, dass ein von jener Versammlung herkommender Selk’nam bei seinem Zusammentreffen mit einem Halakwulup noch aus seiner Feststimmung heraus ihm irgendwelche Gegenstände zugeworfen oder angeboten hat, unter oft wiederholten Peshére-Rufen, welche dieser als eine Art von Aufforderung zum Tauschhandel auffassen musste; so gab er für das ihm Gebotene etwas anderes her, und beide trennten sich voller Befriedigung” (Gusinde, l974: 116). (traducción)

Gusinde no pudo encontrar un significado específico de la palabra Peshére entre los selk’nam. Tampoco le fue posible hallarlo entre los alacalufes, quienes no identificaron esta expresión como perteneciente a su lengua. Antonio de Córdova, en la expedición de la fragata “Santa María de la Cabeza” (1785-86), recoge la expresión pissiri, traduciéndola como “hijo. niño, muchacho”; y algunas veces “hombre”. Es muy poco probable que éste sea el significado de tal palabra, como lo atestiguan los vocabularios recopilados.

Otro intento de interpretación es el de Spegazzini: “En huéman o alakalluf tenemos el verbo peshéio, el cual puede traducirse por: tener piedad, tener compasión; el imperativo presente, segunda persona de dicho verbo es: peshére, que podrá responder al español: seas bueno, caritativo, generoso o compasivo; no es un nombre de tribus o pueblo, sino el grito de la miseria…” (Spegazzini, 1923: 111). La derivación verbal que pretende Spegazzini podría ser una buena interpretación; sin embargo, (Gusinde 1931: 801) señala que tal verbo no existe en alacalufe ni en la lengua yámana; por nuestra parte, tampoco pudimos identificarlo entre los kawésqar. Las formas de imperativo en alacalufe septentrional son muy diferentes a la supuesta forma verbal de Spegazzini. Gusinde advierte, además, que Spegazzini incurre en un grave error al denominar Huéman a los alacalufes, ya que Wéman es el grupo occidental de los yámana (Gusinde, l931: 801).

En cuanto a los taijatafes, mencionados por García Martí, ubicándolos entre los 48° y 49°, según las cartas de aquella época, corresponde a un topónirno kawésqar que hemos registrado: Taixatáfkstai, nombre de un pequeño canal que se encuentra en las cercanías de la isla Guarello. Es probable que los indígenas que menciona García Martí pertenecieran a un grupo que frecuentaba esos lugares o residía en las cercanías. De todos modos, y a nuestro juicio, se trata de la parcialidad alacalufe septentrional.

El nombre kawésqar con que se designan los indígenas de Puerto Edén, tienen literalmente la connotación de “ser racional de piel y hueso” (cf. esp. “de carne y hueso”), es similar a la denominación yámana: “Esta palabra yámana aplicada especialmente a la humanidad, es altamente significativa, pues sugiere la idea de que el hombre es la forma más elevada de la vida. Esta palabra, en efecto, significa vivo; como sustantivo quiere decir vida, y como verbo vivir, recobrar la vida o la salud” (Bridges, 1886: 207). Yámana es, según diversos autores, “ser vivo, hombre, individuo, gente” (cf. Gusinde, l937: I97, nota).

Kawésqar significa, además, gente, no se limita, como dice Emperaire, exclusivamente a “todo lo que se refiere al indio de los archipiélagos; por ejemplo, kawéskar asaré (2), el alimento indio” (Emperaire, 1963: 213). Kawésqar asáqe es el “alimento de la gente”, en general, como kawésqar awélqe es “la ropa de la gente” No quiere decir tampoco que se aplique a todo lo que es indígena; Emperaire fundamenta su aserción sobre la base de que existe la denominación jemmá, que designa al hombre blanco, y kstaporái o kstapón al chilote, no obstante existe la expresión jemmá kawésqar, “la gente blanca”.

Casi todos los nombres gentilicios corresponden a apodos que da un pueblo a sus vecinos o bien a nombres toponímicos, dependiendo de la distribución geográfica de las tribus o grupos étnicos. Así los taijatafes de García Martí son los que habitaban en las proximidades de Taixatáfkstai; los cálenes, aquellos que habitaban en el territorio del estero Cálen, en el Baker. Los actuales kawésqar designan a sus vecinos más próximos como tawóksers, “gente del sur”, denominación que hemos adoptado para los alacalufes centrales.
El nombre alacalufe o alakaluf no es reconocido por los kawésqar, y es factible que haya sido el nombre que tenía la parcialidad meridional, como lo atestiguan todos los escritos.

Bibliografía

BRIDGES, Thomas, 1886: El confín sur de la República: La Tierra del Fuego y sus habitantes. Boletín del Instituto Geográfico Argentino , vol. VII: 200-212. Buenos Aires.
EMPERAIRE, Joseph, 1963: Los nómades del mar. Versión española. Santiago de Chile: Ediciones de la Universidad de Chile.
FITZ-ROY, Robert, 1839: Narrative of the surveying voyages of H.M.S. Adventure and Beagle. Vol. II: Proceeding of the second expedition 1831-1836. London
GARCÍA MARTÍ, José, 1889: Diario de vida y navegación hechos por el padre José García de la Compañía de Jesus desde su mision de Cailin, en Chiloe, hacia el sur en los años 1776 y 1767. Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, XIV: 3-47. Santiago de Chile.
GUSINDE, Martin, 1931: Die Feuerland-Indianer, Band I: Die Selk’nam. Mödling bei Wien: Verlag der Internationalen Zeitschrift “Anthropos”.
GUSINDE, Martin, 1937: Die Feuerland-Indianer, Band II: Die Yamana. Mödling bei Wien: Verlag der Internationalen Zeitschrift “Anthropos”.
GUSINDE, MARTIN, 1974: Die Feuerland-Indianer, Band III/I: Die Halakwulup. Mödling bei Wien: Verlag St. Gabriel.
HAMMERLY DUPUY, Daniel, 1947: Clasificación del nuevo grupo lingüístico Aksánas de la Patagonia occidental. Ciencia e Investigación, III, N° 12° 429-501, Buenos Aires.
SPEGAZZINI, Carlos, 1886-97: Plantae per Fuegiam a Carlo Spegazzini anno 1882 collectae. Anales del Museo Nacional, V: 39-104. Buenos Aires.

Notas

Der Ausdruck “Pescheräh”. Ein Erklärungsversuch. Petermanns Geograph. Mitteilungen; Jahrg. 72, S. 59-64. Gotha 1926.

La palabra “asaré” transcrita por Emperaire corresponde realmente a “asáqe”. El error de transeripción lo atribuimos a la dificultad que presenta en un comienzo la identificación de la consonante uvular oclusiva sorda [ql que a veces, en una pronunciación relajada, puede confundirse, al no poseer un entrenamiento auditivo adecuado, con la consonante francesa [R].

Traducciones

“Hacia el oeste, entre la parte occidental del canal Beagle y el Estreeho de Magallanes, hay una tribu llamada ahora Alikhoolip (que pueden ser los poy-yus), cuyo número alcanza tal vez a cuatrocientos individuos.
En las partes centrales del Estrecho de Magallanes hay una horda pequeña y miserable, cuyo nombre no lo s&eacute. Su exclamación habitual es ‘¡pecheray, pecheray!’, razón por la cual Bougainville y otros los denominaron Pecherais. Por carecer de un término más corrceto usaré aquí la misma palabra. El número de adultos entre ellos es alrededor de 200.
Cerca de las aguas de Otway y Skyring hay una tribu, o sección de una tribu, cuyo nombre no pude averiguar; por ahora los llamaré ‘huemul’ -porque tienen muchas pieles de esta especie de ciervo, que parece ser el animal descrito por Molina como “huemul”. Su número puede estimarse aproximadamente en cien individuos.
Me inclino a pensar que estos indios ‘huemul’ son una rama del pueblo Yacana, que Falkner describe viviendo en ambos lados del Estrecho”.

“En 1923 se me presentó la rara oportunidad de ser el único europeo que presenciara la fiesta del “Peshére” de los Selk’nam en la Isla Grande (T. I, pág. 797). Por primera vez la describí detalladamente como una reunión festiva de los shamanes selk’nam, no só1o porque estos últimos organizaron y dirigieron aquella reunión, sino también en consideración al objetivo especifico que posee la fiesta, que es nada menos que estimular nuevas vocaciones o alistamiento de nuevos candidatos para el ministerio que ellos ejercían.
A través de sus incesantes cantos de melodía uniforme y monótona que usualmente terminan con una animada danza alrededor del fuego, en una choza especialmente amplia, el pequeño grupo de shamanes intenta influir sobre los presentes. A menudo sucede que al cabo de algunas noches, de entre los numerosos asistentes, uno u otro joven, como transportado e inconsciente, se incorpora en voz baja al canto de los shamanes y acompaña la melodía. Con esto se da a conocer como predestinado para este ministerio. Todo el resto de los participantes ha observado detenidamente este proceso y exclaman ahora: “­El Peshére ha venido a este hombre!; ­Ahora el Peshére ha cogido a ese otro!”.
Sin duda, en gran parte la satisfacción por el éxito alcanzado por la comunión de shamanes al haber incrementado su número por medio de nuevos candidatos, y también el interés de los presentes manifestado en la concentración de su poder espiritual en el proceso de desarrollo de la fiesta, que necesita una relajación de la larga atención prestada, justifican el amplio alborozo de los asistentes vertido en las expresiones de alegría, interés y satisfacción logrados a su término.
Interacción social en Puerto Edén

La literatura existente muestra el significado que ha tenido el contacto del blanco con la población autóctona, pero muchas veces considera al “blanco” como si se tratara de una entidad homogénea. (1)

Con el transcurso del tiempo, Puerto Edén ha llegado a ser punto intermedio entre los dos grandes núcleos preponderantes de poblamiento del sur de Chile, a saber, Puerto Montt y Punta Arenas, favorecido por el tráfico marítimo, el cual ha contribuido al desarrollo de las actividades comerciales de la población en el campo de la pesca, recolección y preparación de mariscos.

La heterogeneidad del grupo humano no-autóctono de Puerto Edén ha dado lugar a que éste experimente influencias recíprocas que interactúan sobre la población indígena. Los kawésqar hacen claramente la distinción entre chilotes y pobladores procedentes de otros puntos del país. Esto se ve reflejado tanto en las interacciones sociales como en el léxico: el chilote es denominado kstapón o, despectivamente, kstaporái; el resto de la gente es jemmá (blanco), o bien pascéwe (extranjero, no chileno), si se da el caso.

Los contactos de los kawésqar con los chilotes, antes de que Puerto Edén se constituyera como punto de colonización, se remontan a la época en que proliferaba libremente y sin control el comercio de pieles de mamíferos marinos. Los lugares de parición eran frecuentados tanto por indígenas como por cazadores chilotes y loberos de Punta Arenas, favoreciendo el contacto. Como resultado de éste los indígenas obtenían alimentos, algo de vestuario, y los cazadores, por su parte, pieles y mano de obra para su preparación. Instrumentos tales como cuchillos y hachas, así como también las chalupas y armas de fuego atraían a los indígenas, produciéndose frecuentes robos, que terminaban posteriormente en matanzas de hasta familias completas de alacalufes; también los raptos de mujeres y muchachas eran frecuentes por parte de los loberos.

A pesar de que estos contactos eran relativamente frecuentes, los indígenas nunca tuvieron oportunidad de permanecer por períodos prolongados junto a grupos no-autóctonos. Esto se produjo tiempo después con la instalación de los dos puestos militares ya mencionados: el faro San Pedro y la estación meteorológica de la FACH en Puerto Edén.

Aparte de los cambios en la vivienda, la alimentación diferente que lograban produjo un abandono parcial de las prácticas de caza, y su asentamiento junto a grupos no-autóctonos condujo al cese de las antiguas ceremonias tradicionales, aunque se ignora si las seguían practicando secretamente durante sus incursiones por los canales. (2)

La presencia de los funcionarios de la FACH permitió el desarrollo paulatino del bilingüismo. Los indígenas adoptaron el español de la zona central, favorecido además por el cumplimiento del Servicio Militar por parte de algunas individuos.

Con la incorporación de colonos de Chiloé los indígenas adoptaron el sistema de vida chilota, así como la alimentación y vestuario. Lo mismo sucedió con las escasas minorías no-autóctonas de la zona de Puerto Montt y del norte, las cuales abandonaron su sistema de vida agrícola, adoptando algunos un sistema mixto agrícola-marítimo, mientras que otros combinaron el comercio terrestre o actividades madereras a menor escala con el comercio marítimo.

La instalación del almacén de la ECA alteró el sistema económico de los indígenas, pues no podían emplear el trueque y se vieron obligados a utilizar el dinero. Poco a poco comenzaron a aprender el valor de la moneda, haciendo fluctuar los precios de sus productos artesanales. No obstante, el sistema de trueque persiste, y es utilizado ocasionalmente tanto por los indígenas como por la comunidad no-autóctona.

La presencia de grupos no-autóctonos en contacto permanente con los indígenas impuso el uso del español, contribuyendo al desarrollo del bilingüismo, con una restricción notoria de la lengua materna, ya que los indígenas utilizan su lengua exclusivamente cuando no están en presencia de miembros de la comunidad no-autóctona, aun ante aquéllos que se han integrado al grupo por matrimonio.

Como la comunidad no-autóctona no es homogénea, el español alacalufe varía según el contacto con cada grupo; al mismo tiempo es posible advertir variedades de uso dentro de la comunidad no autóctona. Así, por ejemplo, y dada la preponderancia de colonos procedentes de Chiloé, las minorías de la zona del interior de Puerto Montt, zona central y otros puntos, adoptaron la terminología marítima chilota.

Otros factores que han contribuido al desarrollo del bilingüismo por parte de los indígenas son el cumplimiento del Servicio Militar, la instrucción recibida en la escuela, el desempeño de trabajos en ciudades o centros laborales, y el uso de receptores de radio a baterías. El aprendizaje del español escrito, ya sea en la escuela o durante el Servicio Militar, ha servido como medio de comunicación con parientes u otros miembros de la comunidad indígena que se hallan en los centros de población más grandes al sur de Puerto Edén ( Punta Arenas, Puerto Natales ) . Esta comunicación epistolar ocasionó la asunción de roles dentro del grupo, desempeñados preferentemente por los jóvenes y niños que recibían instrucción escolar, los cuales comenzaron a desempeñar el papel de escribas.

Siendo el español la lengua dominante -en un sentido extenso- por razones socioculturales, ésta opera como código impuesto en las interrelaciones del grupo indígena y el no-autóctono; sin embargo, existen ciertos factores que han traído como consecuencia interferencias en la competencia comunicativa (3) del grupo indígena.

Estas interferencias se manifiestan tanto en lo que denominamos comunicación interna como externa. Entendemos por comunicación interna aquella que se realiza exclusivamente entre los miembros de la comunidad indígena, y externa aquella que se efectúa con la comunidad no-autóctona.

El desarrollo de la competencia lingüística en este código impuesto, sufre limitaciones debido a factores psicosociales que actúan como interferencia en la competencia comunicativa: el indígena evita en parte la comunicación con los miembros no-autóctonos de la comunidad, tratando en cierto modo de permanecer desapercibido.

Esto se explica por los poco afortunados contactos que tuvieron con los antiguos loberos, lo cual ha contribuido a que se desarrolle una desconfianza natural hacia los grupos no-autóctonos. Por otro lado, las enfermedades que han diezmado en parte a los indígenas (4) son atribuidas a su contacto con tales grupos; además, existe un sentido de antagonismo frente a la competencia comercial que se registra con el tráfico de barcos. Según los indígenas, si la población no-autóctona no estuviera en Puerto Edén, habría más oportunidad de efectuar operaciones comerciales, no limitadas sólo al producto de su escasa artesanía, sino también a la venta de mariscos y crustáceos.

Sin embargo, la internación de colonos en los territorios indígenas no es considerada como una apropiación de ellos, en términos de conquistadores y sometidos. El antagonismo sólo se refleja en razón de la competencia comercial.

Frente a este antagonismo y reticencia a la comunicación, el indígena se ve obligado a entrar en relaciones con los otros grupos en pro de la adquisición de bienes materiales y alimentos, que sólo el blanco puede proporcionarle. Hay que tomar en cuenta, además, que el indígena depende enteramente del blanco en materias de salud, trabajo esporádico, servicios especializados (por ejemplo, aserraje de maderas para la construcción de embarcaciones), préstamo de bienes materiales fuera de su alcance (como embarcaciones mayores, herramientas, redes), etc.

A mi juicio, los factores psicosociales impiden que la competencia lingüística del español alcance un desarrollo mayor; no obstante, este fenómeno se registra preferentemente en las generaciones más viejas. Las nuevas generaciones que han tenido mayor contacto con grupos no-autóctonos -como consecuencia de su asistencia a la escuela, actividades laborales en centros de trabajo relativamente cercanos (por ejemplo, en la mina de caliza de la Compañía de Acero del Pacífico, o actividades madereras en la zona del Canal Baker), a lo que se suma el cumplimiento del Servicio Militar y trabajo en ciudades-, han desarrollado una competencia lingüística mayor del español, pero al mismo tiempo se ha producido un desmejoramiento en la competencia lingüística de su lengua materna, ya que ésta alcanza un desarrollo a través de un lapso más extendido, produciéndose, a su vez, interferencias en la competencia comunicativa dentro de su propio grupo.

De este modo, nos encontramos con una competencia diferencial en el grupo indígena, tanto en lo que concierne a la lengua autóctona como al español.

En cuanto a interferencias en las interrelaciones sociales de los grupos no-autóctonos y la comunidad indígena, podemos señalar los siguientes factores:

a) Competencia comercial: Hasta hace unos pocos años la única artesanía que se podía encontrar en Puerto Edén era producida por los kawésqar. Hoy, debido a un desafortunado proyecto implementado por una institución de Punta Arenas, una de las mujeres kawésqar enseñó a mujeres chilotas la confección de canastos de junquillo y botecitos de piel de lobo y corteza. Como consecuencia, actualmente son los pobladores chilotes quienes comercian con tal artesanía con turistas de los barcos que pasan por el lugar. Antes se producía una especie de equilibrio en el comercio: los kawésqar vendían su artesanía y el resto de la población productos del mar, incluso se había prohibido la confección de esta artesanía por parte de la comunidad no-autóctona. En la actualidad los kawésqar casi no confeccionan esta artesanía y la poca que fabrican la remiten a Punta Arenas, donde parientes las venden en kioscos artesanales o en ferias artesanales.

b) Desconfianza hacia el indígena: Motivada por el desconocimiento de su modo de actuar, con la preconcepción de que todo indígena no es confiable.

c) Mayor atención por parte de las autoridades hacia el indígena: Parte de la comunidad no-autóctona se ha sentido desplazada ante la preocupación que existe en materias sanitarias, vestuario y alimentación de la comunidad indígena. Además, hay que considerar que ésta ha sido el centro de atención en las investigaciones, lo que los excluye de todo posible beneficio por parte de las expediciones científicas.

Como factores puramente lingüísticos pueden señalarse diversos grados de gramaticalidad, lo que necesariamente implica grados de aceptabilidad. El bilingüismo alcanzado por el grupo indígena, naturalmente, registra distintos niveles con las interferencias propias que son susceptibles de encontrar en el plano de dos lenguas en contacto. Por otra parte, al considerar el grado de bilingüismo, hay que tomar en cuenta la perspectiva sociopsicológica en el proceso de aprendizaje de la segunda lengua. En el presente caso, la motivación es tanto instrumental como integrativa (Lambert, 1967, en Pride, J. B. y Janet Holmes: 345).

El carácter instrumental es claramente manifiesto si consideramos la dependencia del indígena respecto de la comunidad no-autóctona de Puerto Edén y del blanco en general, factor que señalamos anteriormente. El carácter integrativo se advierte preponderantemente en los miembros más jóvenes del grupo, manifestado por el deseo de ser aceptado en el seno de la comunidad blanca por insatisfacción de su propia cultura, en términos de alcanzar un status más elevado, tanto socioeconómico como cultural. Sin embargo, el deseo de llegar a ser miembro de la otra comunidad cultural no es posible realizarlo en la localidad en que habita. El indígena puede integrarse parcial mente a la comunidad no-autóctona de Puerto Edén, pero no apartarse de su propio grupo y desconocer su pertenencia a él. Tratándose, además, de una comunidad tan pequeña, la integración nunca llegaría a ser completa, de manera que la motivación integrativa implica la emigración del sujeto hacia la ciudad. Allí, tal motivación se acentúa hasta el punto de rechazar completamente la lengua materna y desplazarla por el español, aun frente a individuos de su propio grupo étnico, sin la presencia del blanco.

Notas

(1) Algunos autores hacen la distinción entre blancos y chilotes (cf. Emperaire 1963: 70-73; Gusinde 1974: 107-113), siendo estos últimos descendientes mestizos de los huilliches de Chiloé, los cuales forman el porcentaje más alto de la población de la Isla Grande y archipiélagos de Chiloé; para nuestro propósito consideraremos a los chilotes dentro de la categoría “no-autóctona”, dado que el número de colonos procedentes de Chiloé establecidos en Puerto Edén no está compuesto exclusivamente de “chilotes puros”.
(2) Al parecer sucedía esto y es posible que hasta hacemás de veinte años tuvieran lugar tales ceremonias secretas. En nuestro primer trabajo de campo (1975) pudimos constatar la presencia de tonsuras en algunos niños. Su reticencia a hablar sobre estos temas no nos permitió penetrar en el asunto. Los sujetos observados con tonsura todos masculinos, eran entre las edades de 8 a 12 años.
(3) D. H. Hymes (Hymes, D.H. 1971: “On Communicative Competence”, en Pride, T. B. y Janet Holmes Sociolinguistics 1972: 269-293. Penguin) ha observado que en el proceso de aprendizaje de una lengua, un niño normal no sólo adquiere el conocimiento de oraciones gramaticales, sino también las apropiadas. Adquiere, en otras palabras, una competencia que le permite saber cuándo hablar, cuándo no hablar, sobre qué hablar y con quién, cuándo, dónde y de qué manera hablar. La adquisición de tal competencia es, por supuesto, proporcionada por la experiencia social.
(4) V, Emperaire (1963: 86); Laming, Anette En la Patagonia, Confin del Mundo, 1957: 264. Santiago de Chile, Editorial del Pacífico: “…las enfermedades venéreas, probablemente desconocidas de esta gente -al menos en su forma europea-, adquieren espantosas proporciones. Epidemias de diversas enfermedades, hasta entonces desconocidas, causan estragos”.

Los últimos descendientes

El grupo actual (1996) kawésqar de Puerto Edén está compuesto por doce personas, dos de las cuales son estudiantes y sólo se encuentran en el lugar en el período de vacaciones. El grupo ha tenido aquí su residencia más o menos permanente desde el establecimiento de la base de la Fuerza Aérea en la década del 40.

Otro de los sitios de permanencia temporal en aquel tiempo -como se dijo anteriormente- era el faro san Pedro, situado en la isla del mismo nombre y, en las últimas décadas, la isla Guarello (más bien las cercanía de la isla), donde se encuentran las instalaciones de la Compañía de Acero del Pacífico (CAP).

Estos puntos de asentamiento parcial se han debido a que se hallaban junto a instalaciones militares y civiles que proporcionaban alimento y vestuario al grupo.

La reducción de la población en Puerto Edén se ha debido a las pobres condiciones de subsistencia en la zona, habiéndose producido una migración hacia Punta Arenas y Puerto Natales, formándose un grupo de kawésqar urbanos, quienes comercian en artesanía, trabajan como integrantes de cuadrillas de pescadores-recolectores de mariscos o gozan de pensiones por parte del gobierno.

Las viviendas que fueron entregadas a los kawésqar después de haberse constituido la villa Edén, al otro lado de la bahía, frente a la antigua base de la FACH, fueron reemplazadas en años recientes por nuevas construcciones, donadas por una O.N.G. belga. Estas nuevas casas fueron instaladas en los mismos terrenos de las anteriores y son las que actualmente ocupan, a excepción de una casa perteneciente a la Municipalidad, habitada por Gabriela Paterito y Raúl Edén, quienes quedaron fuera del otorgamiento de las viviendas “belgas” por encontrarse en aquel entonces en Guarello, al igual que Francisco Arroyo.

Esta misma O.N.G. donó una lancha para la comunidad kawésqar de Puerto Edén, la que fue construida en la zona. El propósito de esta donación era que los kawésqar pudieran contar con una embarcación mayor, bien equipada, para trabajar en la extracción de mariscos y su comercialización. Sin embargo, no se tomó en cuenta la estructura social del grupo. Como siempre estuvo formado por familias individuales, sin un jefe reconocido, la utilización de la lancha y su equipamiento trajo conflictos en el seno de la comunidad. Se instauró, entonces, artificialmente un “jefe” del grupo, nombrándose a Carlos Renchi (C’akuol) (en la foto), por ser el más antiguo. La calidad de “jefe” fue asumida livianamente por el grupo y nunca reconocieron su liderazgo. Por otro lado, la lancha comenzó a ser utilizada indiscriminadamente por pobladores no kawésqar para servicios a la población de Puerto Edén (corte y acarreo de leña, por ejemplo), sin mantenimiento, con lo cual, en poco tiempo la embarcación quedó inutilizada.

Durante el gobierno de Patricio Aylwin se constituyó la Comisión Especial para los Pueblos Indígenas (CEPI), destinada a estudiar, planificar e implementar planes de desarrollo y preservación de las culturas indígenas de Chile.

Desde esa época comenzaron a desarrollarse diferentes proyectos para las comunidades indígenas, de los cuales no quedaron exentos los kawésqar. Estos proyectos, no todos de la institución mencionada y su sucesora (v. Infra), han tenido diversos impactos sobre el grupo, algunos han sido verdaderamente desafortunados, como el que mencionamos anteriormente y que afectó la producción artesanal.

En 1993, la CEPI, que más tarde se transformaría en CONADI (Comisión Nacional de Desarrollo Indígena), encargó al abogado José Aylwin Oyarzún un estudio sobre los indígenas del extremo sur de Chile, quien elaboró el documento titulado ” Comunidades Indígenas de los canales Australes: Antecedentes Históricos, Situación Actual y Demandas Fundamentales”.

Este documento ha sido punto de partida de un polémico traslado de la población kawésqar de Puerto Edén al antiguo asentamiento junto a la Capitanía de Puerto (ex base de la FACH), sitio denominado Jetárkte (Yetarkte en los documentos oficiales, con la grafía española).

La idea del traslado se origina en dos instancias: (a) la reivindicación de antiguos territorios indígenas, (b) protección del grupo ante maltrato, discriminación, etc., de la población no-autóctona y, solución (ilusoria) del problema del alcoholismo.

La idea de la reivindicación es ajena al modo de vida ancestral y a la mentalidad kawésqar, quienes han tenido como característica fundamental el nomadismo, por lo cual difícilmente existe una noción de posesión de territorios. Por ello resultaba de escaso sentido la demanda y petición de reivindicación de los territorios de nomadismo, puesto que, según nos expresaron en una oportunidad (casi textualmente) “¿De qué nos serviría, por ejemplo, ser dueños del Canal Grappler?” Sin embargo, como se verá más adelante, la compra de terrenos por parte de CONADI, tras las dificultades de un primer período, ha resultado beneficiosa a largo plazo.

La noción de la posesión territorial aparecía como impuesta desde el exterior, al igual que la de organización tipo tribal. El grupo kawésqar desde tiempos remotos ha tenido como organización social básica a la familia. Como dijimos más arriba, no se reconocen clanes ni jefes, sino familias que se caracterizan como relativamente extensas y de tipo paternal en términos no absolutos.

Dado que la CEPI necesitaba representantes de los pueblos indígenas, se hizo una intervención en el grupo, que tuvo como resultado la designación de Carlos Renchi como dirigente o representante de la comunidad de Puerto Edén. Aylwin apunta lo siguiente (pp. 54-55): “El conocimiento que han tenido algunos dirigentes de la comunidad de la experiencias de organización, rescate cultural y desarrollo de otros pueblos indígenas del país a través de su participación en encuentros indígenas nacionales, así como de la valorización que existe en el resto de la sociedad sobre su historia y cultura, son también hechos que han influido en el cambio de actitud de muchos kawéskar con respecto a su comunidad, contribuyendo también al proceso de autoidentificación (…) Ello se ha traducido durante los últimos años en un proceso de organización de la comunidad kawéskar en los lugares en que ésta actualmente reside. Es así como durante los últimos años se han constituido dos organizaciones que los agrupan en defensa de sus intereses: el “Consejo Kawashkar”, entidad de hecho creada a fines de la década de los ochenta que agrupa a los kawéskar de Puerto Edén, que es dirigida por Carlos Renchi, y la “Comunidad Kawashkar”, organización comunitaria funcional (ley N§ 18.893) creada en febrero de 1993 que agrupa a 26 personas mayores de edad integrantes de la comunidad kawéskar de Punta Arenas, cuya dirección fuera entregada a Carlos Messier”.

Más adelante, Aylwin alude a la demanda de tierras: “Otros hechos demostrativos del proceso de rescate cultural que hoy está viviendo la comunidad kawéskar son la demanda que durante los últimos años ha planteado la comunidad de Edén para recuperar los terrenos de Yetarkte donde vivieran hasta fines de los sesenta”.

Esta demanda de tierras parece originarse en la aplicación del artículo 12 No. 2 de la Ley Indígena para todos los pueblos indígenas de Chile. Se habría adoptado un criterio de no exclusión en esta ley, aunque los factores culturales son diferentes. El pueblo kawésqar jamás tuvo conflictos territoriales, a diferencia de otros grupos étnicos de Chile.

A grandes rasgos, las razones del traslado serían (1) problemas con el resto de la población de Puerto Edén; (2) medio de contrarrestar el alcoholismo.

Problemas con los pobladores no kawésqar de Puerto Edén siempre han existido a nivel individual, como en toda comunidad, nunca llegando a conflictos extremadamente serios. En entrevista sostenida por mí con el poblador Hugo Zúñiga, quien reside en los terrenos adquiridos por CONADI, me manifestó que el traslado contribuiría a crear conflicto con quienes se han establecido en ese punto de la bahía, incluyéndose él mismo y agregaba: “¿Por qué, si hemos vivido tranquilamente con ellos, ahora nos quieren echar? ¿Para qué quieren todo ese lado de la bahía?”

Por otro lado, los problemas de alcoholismo no se resolverían con el traslado, pues cualquiera puede obtener bebidas alcohólicas, viva donde viva dentro de la bahía.

El verano de 1995 mientras realizaba mi trabajo de campo, llegó un equipo consultor de CONADI, el cual tenía como misión averiguar las demandas del grupo kawésqar de Puerto Edén.

Uno de los puntos tratados por el consultor en una reunión con los kawésqar a la cual asistí acompañado de José Segundo Tonko Paterito, de la Universidad de Ciencias y Artes Sociales, quien se encontraba conmigo en Pto. Edén, fue el traslado. Debido a que no había concenso y muchas cosas no eran comprendidas por algunos miembros (si no la totalidad) del grupo, propusimos una reunión en la cual se hablaría en lengua kawésqar. Esta reunión lamentablemente se llevó a cabo sin la presencia del consultor de CONADI.

Los kawésqar manifestaron que se trasladarían con algunas condiciones. Verónica Achacaz señaló que no le gustaría irse, pero si todos los demás se iban, ella no querría quedarse sola. Julio Tonko (Chamalo) manifestó su rechazo, al igual que Ester Edén Wellington (Atáp). Gabriela Paterito (Paáksa) (en la foto) rechaza terminantemente el traslado, aunque de producirse éste, pone algunas codiciones.

Texto en kawésqar de Gabriela Paterito (con sonido)

Sin embargo, la realidad es que las proposiciones de una autoridad (en este caso CONADI y cualquier representante), son concebidas por los kawésqar como órdenes que deben acatarse. Carlos Renchi decía: “Ellos son los jefes y tenemos que obedecer. Ellos tienen el poder.”

Debido a que el representante de CONADI tenía que llevar una respuesta de las demandas de la comunidad, el grupo kawésqar de Puerto Edén elaboró un documento, que contó con nuestra asesoría, donde se establecen ciertas condiciones al traslado, como por ejemplo, conservación de los actuales terrenos ocupados, instalación de electricidad, etc., es decir, si se efectúa el traslado, éste no debería dejar a los kawésqar en condiciones inferiores a las que actualmente tienen.

Da la impresión de que los kawésqar temen represalias de la autoridad en términos de cese de ayuda de cualquier naturaleza (económica, etc.), si se rechaza alguna proposición..

En 1996, en mis entrevistas con los kawésqar, éstos expresaron su rechazo al traslado, aduciendo las siguientes razones:
1. Aislamiento
2. Deterioro de viviendas y enceres (ante posible traslado de actuales casas)
3. Falta de energía eléctrica
4. Pérdida del muelle
5. Terreno poco apropiado

En la actualidad, 1999, el traslado no se presenta como un problema principal de la comunidad kawésqar de Puerto Edén. Los terrenos adquiridos son valorizados por ellos para diferentes usos, aparte de residencia. Los nuevos proyectos impulsados y ejecutados por CONADI regional o en vías de ejecución, muestran una acertada visión del grupo étnico.

Camino de lagrimas

Los cherokees pertenecen a la familia iroquesa. Se llaman a sí mismo yun´wiyá que significa “gente verdadera”. La palabra cherokee no tiene ningún significado y parece ser que es una palabra extranjera.
Una palabra parecida aparece por primera vez en un documento francés con fecha de 1.699, esta palabra es “cheraqui”.

Esta tribu vivía especialmente en los estados actuales de Virginia, Carolina del Norte y del Sur, Georgia, Tennessee y Alabama y estaban divididos en siete clanes. La alimentación se basaba en el maíz, habichuelas y calabacín que se complementaba con la caza de animales. Eran principalmente agricultores y el único animal domestico que tenían era el perro. Los cargos jerárquicos estaban muy bien definidos. Había el jefe blanco que representaba el dialogo, y el jefe rojo que representaba la guerra. El jefe blanco tenia más poder que el rojo. Después estaban los ayudantes de éstos y una especie de portavoz que tenia capacidad para hablar en publico. Después estaban los representantes de los diversos clanes. En tiempos de guerra todo el poder caía en manos del jefe rojo.

La máxima de la nación cherokee era el mantenimiento de la paz bajo toda costa, fomentaban la relación comercial y política a la toma de las armas

Al inicio de los conflictos entre las colonias inglesas y el gobierno británico los cherokees apoyaron al gobierno ingles. Esta situación es fácil de entenderla por que los cherokees habían visto que durante años los colonos se habían apoderado de sus tierras. Aparte de pensar que con este apoyo el gobierno ingles les premiaría con la devolución de algunos territorios ahora en manos de los colonos.
Como ya todos sabemos los colonos ganaron la guerra a los británicos y esto fue la semilla del nacimiento de los EE.UU.
El 4 de Julio de 1.776 las 13 colonias declararon formalmente su independencia sobre la Corona. Durante este periodo de tiempo el Congreso norteamericano deja que cada estado asumiera los asuntos referentes a los indios. Así que cada estado se queda lo que le dio la gana de los territorios indios incluido, claro esta, los de la nación cherokee.

El 20 de mayo de 1.777 se firma el tratado de Dewitts Cornes, el primer tratado firmado entre la nación cherokee y el gobierno americano. En este tratado los indios cedieron Carolina del Sur y gran parte de los territorios vecinos. El gobierno nombro como representarte del gobierno al capitán James Robertson. Que su cometido mas que ser de puente entre la nación cherokee y el gobierno era el de recuperar material robado y evitar el contacto entre naciones indias.

Con estos tratados no hay que decir que los indios cherokees se quedaron con una porción minúscula de su antiguo territorio, minúscula y con apenas caza. La hambruna pronto llega a las tribus y la población refugiada en las montañas malvivía comiendo raíces y bellotas.

En 1.786 una epidemia de viruela mata a mas de 2.000 indios. Esto puso a esta etnia al borde de su extinción. Dragging Canoe
Una parte importante de las tribus se negaron a aceptar estos tratados y declararon la guerra al gobierno norteam El jefe cherokee Dragging Canoe opto por conducir a sus guerreros hasta el río Chickamauga en el estado de Tennessee.
Entre los años 1.782 y 1.794 los enfrentamientos fueron continuos pero al final fueron derrotados. En algún momento llegaron a contar con mas de 1.500 guerreros, no todos eran cherokees también habían creeks, shawnees y hasta blancos leales aun a la Corona británica. Las demás tribus cherokees continuaron su resistencia y a la vez perdiendo mas terreno, hasta la firma del tratado de Holston el 2 de Julio de 1.791.

A pesar de las perdidas sufridas esta tribu seguía manteniéndose unida como nación. Los principales jefes cherokees al ver que era inútil seguir luchando optaron por convencer a su gente para cambiar sus costumbres y crear un gobierno parecido al gobierno de los EE.UU. Uno de estos jefes era John Ross, de padre escocés y madre cherokee y para demostrar buena voluntad de dialogo con el gobierno americano la nación cherokee puso a disposición del ejercito yankee unos 800 guerreros para ayudar a sofocar una revuelta creek.. Entre los años 1.804 al 1.818 la relación entre los dos gobiernos fue buena sin ningún conflicto importante.

Sequoyah
Dentro de la tribu cherokee hay que destacar un nombre, el de Sequoyah, hijo de un alemán y una mujer cherokee. Este hombre hizo lo que ningún otro indio había hecho nunca, crear un alfabeto de la lengua cherokee. Este alfabeto provoca una revolución cultural entre esta tribu. En 1.828 apareció el primer periódico indio el Cherokee Phoenix. Este hecho provoco el recelo al gobierno de los EE.UU por que veían que esta tribu estaba cogiendo demasiado poder y muy especialmente fue la reacción del estado de Georgia que por aquel tiempo estaba intentado robar los terrenos que tenían los cherokees en ese estado. En 1.843 Sequoyah murió, y el 1.847 recibió reconocimiento perpetuo cuando el botánico S. Endlicher dio nombre a una clase de arboles de California.

Hay que entender que la nación cherokee consiguió formar un estado dentro de los EE.UU con gobierno propio y medios de comunicación propios y en 1.828 se creo la República Cherokee. El gobierno americano se dio cuenta de que esta república poseía unas 4.100.000 de hectáreas para una población de 10.000 personas, demasiado terreno para tan poca gente y decidió que con 519.000 hectáreas era mas que suficiente, esto dejaba libre unas 3.240.000 hectáreas “libres”, a cambio de estas tierras el gobierno federal les daría maquinaria y enseres para cultivar la tierra y el derecho de ser considerados ciudadanos de los EE.UU de pleno derecho. Esto no gusto a las dos partes más conservadoras.

Aparte de estas buenas intenciones el gobierno americano proseguido la política de expropiación y traslado de tribus o otros terrenos. Tribus como las Miami, Potawatonis, Fox o Delawares, fueron expulsadas de sus tierras hacia las Llanuras provocando conflictos entre tribus. En Cambio los cherokees se consideraba una Nación dentro de los EE.UU y se negaban a abandonar sus tierras. Esto provoco que el estado de Georgia se negara a reconocer la República Cherokee y expropio sus tierras incluida la capital de esta nueva Nación, New Echota. Esta situación empeora a partir de la elección como presidente de los EE.UU de Andrew Jackson partidario del derecho de los colonos sobre las tierras indias. Su idea era de que los indios eran un estorbo para el progreso de la nación americana, y temía que el hecho que una etnia india pudiese formar un nuevo estado de la Unión, obviamente esto era impensable

La Nación Cherokee en vez de defender por las armas sus tierras llevaron a los tribunales a todo el mundo que quería quedarse con sus tierras, pero en 1.831 el juez supremo John Marshall sentencio de que los cherokees no eran una nación independiente si no una ” nación domestica dependiente” del gobierno de Washington, además el gobierno cherokee y su prensa fue clausurada.
La Nación cherokee se divido en dos bandos los que buscaban defender sus tierras lideradas por John Ross y los partidarios de firmar un acuerdo digno y irse al Oeste mandados por John Ridge. Estos dos hombres se entrevistaron con un representante del gobierno americano, el reverendo Shermerhorn. Este reverendo ofreció 3.250.000 de dólares por ceder todos los terrenos al gobierno, John Ross hizo una contra oferta de 20.000.000 de dólares que no fueron aceptados. Washington cansada de tanto dialogo con los indios ordeno una reunión con todos los jefes cherokees que se celebro en Diciembre de 1.835 en New Echota.

Al mismo tiempo se les advertía que aquellos que no fuesen serian considerados a favor de las cesiones de tierra al gobierno federal. A pesar de estas amenazas únicamente fueron algunos hombres y mujeres sin la presencia de ningún líder. Esto no impidió que sé firmara un tratado de venta de todo el territorio cherokee por 5.000.000 de dólares y la expulsión de estos a una zona al norte de Kansas. El presidente Jackson veto que ciertos lideres indios educados por colegios de lengua inglesa pudiesen quedarse y adquirir la ciudadanía americana. Jackson ordeno que todos los cherokees fuesen deportados.

A pesar de los esfuerzos del Consejo Nacional Cherokee de retrasar esta deportación, esta se produjo en el verano de 1.838. Unicamente una pequeña parte acepto irse. El general Scott fue designado para desarmar y expulsar lo más rápido posible a esta tribu. Unos 8.000 soldados fueron mandados a esas tierras. La mayoría de los indios no creían que se llevaría a cabo esta orden de deportación y no estaban preparados para lo que les venia encima, tuvieron que abandonar sus casas, granjas y sus cultivos a golpe de bayoneta. Entre el 26 de Mayo y el 20 de Junio todos los cherokees se hallaban presos en centros de detención.

A principios de Julio unas 5.000 personas fueron embarcadas en barcas remolcadas por barcos de vapor en varias zonas del río Tennessee, la ruta eran bajar hasta el río Ohio y después navegar por el río Mississippi donde desembarcarían y seguirían a pie hasta llegar a las reservas que el gobierno había decidido. Viendo que las altas temperaturas de esa época estaban matando a muchos indios en especial niños y ancianos, los jefes cherokees pidieron aplazar el traslado a otras fechas menos calidades. El general Scott al mando de esta misión accedió y mando reanudar la marcha el 20 de Octubre. Esta demora ayudo a prepararse mejor para la larga travesía que les esperaba, los cherokees pudieron reunir unos 700 carros, un numero muy corto y muchos tuvieron que hacer la travesía a pie.

El 20 de Octubre comenzó de nuevo el éxodo estaba vez por completo a pie. Se formaron grupos de unos 1.000 individuos vigilados por soldados a los flacos. La larga travesía empezó a dejar su huella matando a mucho niños y ancianos. Cada día morían unos 20 cherokees por cansancio, y las tumbas a lo largo del camino quedaron como testigos del paso de la poderosa nación cherokee ahora caída en total desgracia. Al llegar al río Ohio lo encontraron casi helado, y tuvieron que llegar a Illinois para poderlo cruzar con seguridad.
Después de cruzar el río Ohio tuvieron que cruzar el inmenso Mississippi y después el río Missouri. Tardaron 5 meses para llegar a su destino, se calcula de por motivos de este éxodo forzado murieron mas de 4.500 cherokees.

Este hecho constituye una de las paginas más penosas entre el enfrentamiento de los indios y el gobierno norteamericano. Los cherokees llamaron a esta travesía ” El Camino de las Lagrimas”

En 1.839 el nuevo presidente de los EE.UU Martin Van Buren informo al senado que tenia el placer de informales que el traslado de la Nación Cherokee a tierras al oeste del Mississippi se había realizado en perfecto estado y sin ninguna renuncia a los derechos Cherokees. Irónico.

1 284 285 286 287 288 421