Chamanismo-1477

Chamanismo

El chamanismo no es, propiamente hablando, una religión, sino un conjunto de métodos extáticos y terapéuticos ordenados para obtener el contacto con el universo paralelo, aunque invisible, de los espíritus y el apoyo de estos últimos en la gestación de los asuntos humanos. Aunque se manifiesta prácticamente en las religiones de todos los continentes y en todos los niveles culturales, el chamanismo ha hecho de Asia central y septentrional su patria adoptiva. Después de constatar que el chamanismo auténtico floreció en Asia central y septentrional (pueblos turco-mongoles, himalayos, ugrofineses y árticos), la mayor parte de los especialistas están de acuerdo en incluir en el área del chamanismo a Corea y Japón, a Indochina y a América del norte y del sur. El termino chaman es de origen tunguso, y significa , .

Entre los pueblos de cazadores y pescadores de la Siberia septentrional, por ejemplo, el chaman tiene una función clánica, local o sin base local. En el sur agrícola, la institución del chamanismo es más compleja y el estatuto del chamán varía de acuerdo con sus poderes personales. El chamanismo siberiano, incluso cuando hereda su función del padre, debe someterse a una iniciación individual, con componentes en parte tradicionales (transmisión de conocimientos) y en parte sobrenaturales (obtención de auxiliares entre los espíritus). Visitado por los espíritus, el chamán contrae en un primer momento la enfermedad psíquica, que no desaparece hasta que, atravesado el territorio desértico de la muerte y volviendo a la vida, aprende a manipular a sus visitantes para efectuar viajes extáticos, la mayor parte de las veces con fines curativos. En las sesiones, el chamán utiliza una serie de objetos que simboliza sus facultades particulares y le ayudan a ponerse en camino hacia el país de los espíritus: el tambor fabricado de la madera de un árbol que simboliza el árbol cósmico, la cofia, el vestido que asocia a su dueño con los espíritus y que al mismo tiempo evoca un esqueleto, simbolizando de ese modo la muerte y la resurrección iniciática. Durante la sesión, el chamán invoca a sus auxiliares, después, en estado de trance (que no va asociado necesariamente al consumo de alucinógenos o productos tóxicos), viaja al país de los espíritus. En Siberia central y oriental, el chamán es poseído a menudo por los espíritus, que hablan a través de él.

Bibliografía, Eliade M. y Couliano I.P., Diccionario de las religiones, Ed. Paidós Orientalia.

Filosofía indianista

Filosofía indianista

Manchado.

Introducción

Los pueblos indios tienen su propia filosofía, su propio modo de vida, su propia ideología, en fin,su propia concepción del mundo, características que conservan a pesar de que a través de siglos desde la invasión europea, se ha querido distorsionar y mutilar toda su herencia ancestral. Sus valores culturales se han mantenido en el transcurso del tiempo debido a esa visión cósmica y natural que los mueve.

La indianidad como ideología de las naciones pre-americanas, cuando se presenta como tal, causa indignación a quienes sostienen que Cristo los salvará, o que la izquierda les dará la libertad revolucionaria.

Desde el punto de vista de los sectores indios sin embargo, las afirmaciones tanto del lado del sector cristiano, como del sector progresista de la izquierda, carecen de validez empírica y además son incompatibles con la cosmovisión de las naciones que tienen un sistema cultural diferente, diferente a la estructura de matriz occidental prevaleciente.

Hoy, los Pueblos Indios sobre la base de la propia cosmovisión y tomando la experiencia histórica de vida que desde tiempos inmemorables se proyectan hasta la actualidad en las más diversas comunidades, insisten en plantear alternativas concretas a las sociedades contemporáneas ya que están siendo afectadas por crisis de muy diferente índole ( económica, política, cultural, eco-humana, etc.), las cuales hacen urgente y necesario repensar las concepciones de mundo vigentes en las sociedades dominantes y ensayar las posibles alternativas que permitan encarar las relaciones entre el ser humano y la naturaleza.

Evidentemente la realidad actual nos plantea desafíos absolutamente inéditos, brutales en su violencia y en su globalidad, que exige por lo menos en una primera instancia, generar el debate público n torno al problema.

Aclaración de conceptos

Los siguientes han sido definidos por el Consejo Indio de Sud-américa y compartidas por muchas otras organizaciones. Indio: denota identidad y bandera de liberación de todos los hombres y mujeres herederos de las naciones precolombinas y de todos aquellos que asumen esta identidad.

El indio tiene personalidad histórica, una particular manera de vivir y especificidad en su pensamiento. Su sabiduría proviene de la ley cósmica.

Indianidad: expresa un conjunto de afinidades, identidad, leyes y preceptos que caracterizan al indio y su existencia en el marco de una categoría universal de civilización.

Indianismo: es la práctica de la indianidad y un proyecto político que aspira a restablecer sus propios tipos de sociedades en el presente y en el futuro en base a su legado ancestral.
Por ello, es y será una alternativa válida por cuanto su política proviene de la práctica y la experiencia concreta, y no de modelos teóricos y dogmáticos ajenos a su realidad. Es una filosofía,una ideología y una política de proyección histórica.

Indígena: (indigente) se aplica a sociedades carentes de recursos múltiples, tales como: político, culturales, económicps, etc. Que deben ser protegidas, educadas y desarrolladas en base al modelo prevaleciente.

Filosofía en el Mundo Indio

En términos de aproximación, se puede decir que filosofía no es ni una creencia, ni un proceso de intelectualización de la realidad, sino una práctica vital.

Es la actividad del sabio de la comunidad y la práctica cotidiana comunitaria e individual de los sujetos, la fuente de sabiduría para comprender y darle sentido a un modo particular de ser y de vivir.

Principios fundamentales de la filosofía de la indianidad

1. Ngnemapum (dialéctica) como ley general del universo en su característica única de contradicciones no antagónicas.
2. Fill Mapu ( materialismo armónico) como pilar del pensamiento científico y filosófico del hombre.
3. Norh Mapu (orden cósmico, ( como modelo de organización social.
4. Lofche (colectivismo y comunitarismo), como prácticas y normas de vida de núcleos interfamiliares.

Todos los ejemplos corresponderán al mundo mapuche, así como también algunos vocablos utilizados.

Como se ha dicho el concepto filosofía, es para los indios, un modo de vida, un modo de vida en el que operan de manera inseparable un conjunto de saberes y enseñanzas para la convivencia, basado en la verdad y rectitud de acuerdo a una moral específica.

Filosofía es también sabiduría, es saber quién es el “ser”, quién lo ha engendrado y para qué.

El cosmos ha engendrado al “ser”, para ser pensamiento hecho conciencia, es decir conciencia del cosmos. Por eso la conciencia humana jamás puede ser otra cosa que la existencia hecho conciencia, y la existencia de los hombres (el “ser”, materia altamente organizada)es un procesos real de su vida.

La filosofía como teoría del conocimiento y metodología, permite a los indios desarrollar concepciones que están en relación directa con la vida.

Autor: Manuel Painiqueo Tramolao ( mapuche).

ÚLTIMO MENSAJE DE CUAHTÉMOC

Nota: recorde que existia esto en referencia a una persona que comenzo a decir que era apoyado por los guardianes aun cuando lucra con la espiritualidad.

ÚLTIMO MENSAJE DE CUAHTÉMOC Ó
CONSIGNA DE ANÁHUAC
.
Desde hace ya un buen tiempo un buen número de años se han empezado a conocer diferentes versiones de lo que se conoce como “consigna, mensaje, mandato o último decreto de Cuahtémoc”, también como “Consigna de Anáhuac”. Éstas se dice que proceden de los depositarios de la tradición oral a pesar de quienes niegan su autenticidad, cada dia aparecen nuevas variantes de este esperanzador mensaje.

Las diferentes versiones tienen mucho en común. En todas se habla del ocultamiento del sol que alumbraba al antiguo Anáhuac. En todas se pide a los antiguos anahuacas que conserven secretamente nuestra cultura autóctona, que la transmitan oralmente a sus descendientes hasta que nuestro Sexto Sol tenga a bien iluminar el resurgir de la civilización ancestral de Anáhuac: hecho que ya empezó a manifestarse en nuestra patria.

Según se dice, un matlactlihuan yei cuestzpallin ilhuitl, ipan tlaxochimaco metztli, ipan yei calli xihuitl, ipan ic macuiltetl Tonalli (“dia trece lagartija, en el mes se ofrendan flores, en el año tres casa, en el Quinto Sol”), lunes 12 de agosto de 1521, se reunió el Consejo de Gobierno de la Confederación Anáhuac, presidido por el huey tlahtohuani Cuauhtemoctzintli y decidió enviar este mensaje a los cuatro rumbos del antiguo Anáhuac.

El comunicado habría sido enviado al sistema mnemotécnico oral de conservar los hechos que era fundamental en el Calmecac del antiguo Anáhuac. Hasta el presente, en muchas localidades de habla autóctona siguen existiendo depositarios de la tradición oral anáhuaca. En Ichcateopan se guardó la memoria del entierro de Cuahtémoc a través de once “cartas vivas”, la primera de ellas habría nacido en 1519.

La Consigna de Anáhuac que se representa aqui trata de ser completa. Es una integración de siete versiones diferentes. La ortografía de esta versión es la llamada tradicional, aunque fonemizada, la sintaxis es la que se considera haber sido usada en el Calmecac, los verbos usados para referirse a nuestras fuerzas generadoras, a nuestros difuntos, a nuestros padres y a Anáhuac están en su forma honorante, como corresponde al diario hablar de un ciudadano del antiguo Anáhuac que se había educado en el Calmecac: éste era el caso de Cuahtémoc.

.
TLATZACCAN CAUHTEMOCTZINTLI ITENAHUATIL
(ÚLTIMO VENERABLE CUAHTÉMOC SU MANDATO)
.
..
Totonaltzin ye omotlatihzinoh,
totonaltzin ye omixpoliuhtzinoh,
ihuan centlayohuayan otechcahuilih.
..
Mach tictomachiliah occeppa mohualhuiliz,
ma occeppa moquizaltiz
ihuan yancuican techmotlahuililiquiuh.
.
In oquic ompa mictlanzinco momanilticaz
.
ma zan iciuhca titocentlalihtzinocan,
ma titonechicohtzinocan
ihuan toyolnepantlahtzinco ma tictotlatilican
mochi in toyollotzin quimotlazohtilia
ihuan ticmachiliah totlaqui:
topan yuhquin huei chalchihuitzintli.
.
Ma tiquinpohpolhuican in toteocalhuan,
in tocalmecahuan, in totlachcohuan,
in totelpochcalhuan, in tocuicacalhuan;
ma mocelcahuican in toohuihuan
ihuan tochantzitzinhuan ma techpielican
.
Quin ihcuac moquizaltiz in yancuic totonaltzin,
in tetahzitzintin ihuan in tenantzitzintin
ma aic xicmilcahuilican
quimilhuitizqueh in intelpochtzitzinhuan
ihuan ma quinmachtilican inpilhuantzitzinhuan
in oquic nemitizqueh,
huel quenin cualli moyetzinoticatca
quin axcan Totlazohanahuac
in campa techmocuitlahuiqueh toteotzitzinhuan,
intlanequiliz ihuan intlaelehuiliz,
ihuan zan ye no ipampa toquinmahuiliz
ihuan toquinpololiz
oquinceliliqueh in tiachcatzitzihuan,
ihuan tlen in totahtzitzihuan,
ahhuic yolecayopan,
oquinximachtiliqueh toyelizpan.
.
Axcan tehhuantzitzin tiquintotequimaquiliah
in topilhuan:
¡Macamo quicalhuilican, ma quinnonotzacan
inpilhuan huel quenin moyetzinotiyez
in imahcoquizaliz,
quenin occeppa moehualtiz in totohaltzin;
ihuan huel quenin mochicahuilihtzinoz
huel quenin moquitzontiliz hueyica
inehtotiliztzin inin
totlazohtlalnantzin Anáhuac¡

.
CUAHTEMOCTZIN
Anáhuac Huei Tlahtohuani
.
Tenochtitlán-México
mahtlactlihuan yei cuetzpalin, tlaxochimaco, yei calli

(EN ESPAÑOL):
.
ÚLTIMO MANDATO DEL VENERABLE CUAHTÉMOC
.
Nuestra sagrada energía ya tuvo a bién ocultarse,
nuestro venerable sol ya dignamente desapareció su rostro,
y en total obscuridad se dignó dejarnos.
.
Ciertamente sabemos (que) otra vez se dignará volver,
que otra vez tendrá a bien salir
y nuevamente vendrá dignamente a alumbrarnos.
.
En tanto que allá entre los muertos tenga a bien permancer
.
Muy rápido reunámonos,
congreguémonos
y en medio de nuestro corazón escondamos
todo el nuestro corazón se honra amando
y sabemos nuestra riqueza
en nosotros como gran esmeralda.
.
Hagamos desaparecer los nuestros lugares sagrados,
los nuestros calmecac los nuestros juegos de pelota,
los nuestros telpochcalis, las nuestras casas de canto;
que solos se queden los nuestros caminos
y nuestros hogares que nos preserven
.
Hasta cuando se digne salir el nuevo nuestro sol,
los venerados padres y las veneradas madres
que nunca se olviden de
decirles a los sus jóvenes
y que les enseñen (a) sus hijos
mientras se dignen vivir,
precisamente cuán buena ha sido
hasta ahora nuestra amada ANÁHUAC
donde nos cuidan nuestros venerados difuntos,
su voluntad y sus deseo,
y solo también por causa de nuestro respeto por ellos
y nuestra humildad ante ellos
que recibieron nuestros venerados antecesores
y que los nuestros venerados padres,
a un lado y otro en las venas de nuestro corazón,
los hicieron conocer en nuestro ser.
.
Ahora nosotros entregamos la tarea (a)
los nuestros hijos
¡Que no olviden, que les informen
(a) sus hijos intensamente como será
la su elevación,
como nuevamente se levantará el nuestro venerable sol
y precisamente como mostrará dignamente su fuerza
precisamente como tendrá a bien completar grandiosamente
su digna promesa esta
nuestra venerada y amada tierra madre ANÁHUAC!
.
CUAHTÉMOC
Anáhuac Huei Tlahtohuani
.
Tenochtitlán-México
mahtlactlihuan yei cuetzpalin, tlaxochimaco, yei calli
( trece lagartija, se ofrendan flores, tres casa)
(Lunes 12 de agost de 1521 del calendario europeo juliano)
(jueves 22 de agosto de 1521 del calendario europeo gregoriano)

Ésta Consigna fue tomada del libro de Tlacatzin Stívalet ANÁHUAC 2000, lo pasado y lo presente proyectados hacía el porvenir. Ediciones Águila y Sol, México 1990.

ANAHUACA:
El tiempo se ha cumplido, así como nuestros abuelos tuvieron que esconder nuestra civilización ante los invasores, sabemos que ya es hora de despertar. A nosotros nos corresponde esforzarnos, trabajar para que florezca nuevamente la magnificencia y la gloria de nuestra amada madre Anáhuac. Como nos dejó dicho Cuahtemoczintli, en el corazón de cada uno de nosotros se encuentra la sabiduría de nuestros abuelos. Es ya el momentode empezara construir con nuestros corazones, armoniosamente, piedra por piedra, desde sus cimientos, lo que será la Confederación de Anáhuac, cuyo edificio debera concluirse el día 22 de agosto del año 2000, dia chicoyei cuetzpalin, mes tlaxochimaco, del año ce tecpatl, del Sexto Sol de Anáhuac.
.
¡¡¡INTÉGRATE YA A LA TRANSFORMACIÓN DE NUESTRA PATRIA!!!
¡¡¡DIÁLOGA CON TU CORAZÓN Y TRABAJA ARMONIOSAMENTE POR ANÁHUAC!!!.

Guatemala: La herida abierta

Guatemala: La herida abierta

Marco Vinicio Mejía

Se ha tratado de evitar la clasificación de racista para la sociedad guatemalteca al definirse las categorías de “indígena” y “ladino” por sus rasgos culturales (individuales e “integrados”), excluyéndose las relaciones entre los distintos niveles de la realidad social e ignorándose la coexistencia de minorías étnicas como los garífunas de la Costa Atlántica, los chinos y los culíes. Popularmente, se han empleado en forma indistinta los conceptos de raza y etnia. La raza se refiere a las características somáticas, mientras la etnia tiene que ver con la cultura.

Se ha puesto de moda un antirracismo sentimental y dogmático, con el cual se niega que las razas existen, mediante lucubraciones ideológicas sin base biológica. Es evidente que los factores biológicos definen las razas. Si bien los rasgos escogidos para caracterizar las razas tienen cierto grado de “selección ideológica”, esos factores existen.

Con ese antirracismo que niega la existencia de las razas, se cae en una especie de racismo, aún no discutido. No hay diferentes racismos, sino diversas formas en que éste se manifiesta. Negar la existencia de las diferencias físicas externas entre los seres humanos es evadir el problema, cayendo en una nueva y sutil trampa de la cultura occidental, asediada por la culpa. Esa culpa ha adquirido en este siglo la forma de un discurso bifurcado en lo antropológico y en la histeria ecológica, y se exalta la primitividad y el naturalismo. De ahí que, como advierte el venezolano Gustavo Martín, la antropología representa una especie de “mala conciencia” del Occidente ante los horrores de la ocupación original, mientras la ecología es la otra “mala conciencia” del mundo industrializado, que se sintió viejo por la destrucción de lo recursos naturales.

Se ha dicho, equivocadamente, que en Guatemala no existe discriminación racial, sino cultural. En realidad, se dan las dos.

La discriminación racial contra los indígenas, se manifiesta en actitudes como la incomprensión, el paternalismo, los prejuicios desfavorables, la repugnancia física, el miedo y la desconfianza, el desprecio, la hostilidad, el odio y la discriminación en el empleo y la vivienda, la segregación física de ciertos lugares o tiempos, los obstáculos al casamiento mixto, las provocaciones, las burlas, la explotación, la violencia. Todo se puede resumir en las palabras que empleamos en el lenguaje diario. “Indio” es sinónimo de necio, bruto, tonto, animal (idea de inferioridad) y, en su caso extremo, da una idea de insulto soez. Cuando el no indígena atribuye al indio las acciones violentas o irracionales que él mismo realiza, recurre a la expresión “salírsele el indio” (“se le salió lo indio” o “se me salió lo indio”) como una aparente justificación de que todos sus defectos se encuentran en sus raíces indias, por lo que califica como “indio” todo lo “malo” que hace y dice. Por otro lado, se acostumbra calificar de “indio” a la persona considerada débil, incapaz, pobre.

Con la segregación cultural racista se busca mantener la cultura de los pueblos indígenas, no porque ese sea el deseo de los propios indígenas, sino por los dictados de una sutil explotación. Se pretende conservar lo que Darcy Ribeiro llama los “pueblos testimonio” y así proveer de información a ciertos antropólogos. También para constituirlos en lugares de atracción turística o bien, como zona de mercado cautivo para aprovechar determinados productos (textiles, artesanías) para el comercio. A veces, por motivos religiosos o humanitarismo, se decide en forma paternalista lo que mejor le conviene a un pueblo indígena, sin dar la oportunidad para que los pobladores sean los verdaderos artífices de su desarrollo.

La discriminación cultural se expresa en el folklorismo, en la idealización. Si bien se estimulan manifestaciones culturales, no se lucha con igual ahínco por crear sistemas locales de autogestión y exigir que el Estado cumpla con dotar a las distintas comunidades de los servicios esenciales. Luis Cardoza y Aragón lo visualiza de la siguiente manera:

Nos maravillan los trajes indígenas y se olvida a quien visten. El traje, lo exterior colorido. Si nos lo ponemos somos una falsificación, un ente supletorio. Sospecho que nos engañamos al no percibir que mucho de lo tradicional, de usos y costumbres, es una cultura de la desdicha y la explotación; carencias y miserias seculares que impiden una cultura popular que no emerja del arrinconamiento, de la discriminación, de la esclavitud. (El río, novelas de caballería, página 754)

Son muy pocos los estudios realizados sobre la condición jurídica del indígena guatemalteco. Rolando López Godínez (1972) aportó evidencias importantes acerca de la situación de los indígenas condenados a penas de cárcel, presentándose el siguiente panorama:

-Casi ninguno de los prisioneros podía explicar o explicarse cuál era el delito o los delitos que habían cometido.

-La mayoría no consideraba malo el hecho por el cual se les enjuició o condenó.

-La minoría que reconoció su culpabilidad, no aceptó como justa la pena impuesta.

-La gran mayoría se consideraba inocente y rechazaba por injusta, la pena aplicada.

-En ningún caso, se preocuparon los jueces por conocer las circunstancias específicas en que los hechos ocurrieron. Los juzgadores y empleados menores de los juzgados vieron con manifiesto menosprecio a los acusados “indios”.

-Casi ninguno de los encausados hablaba español, lo que no bastó para que se siguieran los juicios en el idioma oficial y sin el auxilio de intérpretes.

Desde la irrupción de los españoles en lo que ahora es Guatemala, transcurrieron 461 años para traducir la ley a los idiomas mayas. En 1985 se impulsó la divulgación de la Constitución en las cuatro lenguas mayoritarias, lo que tuvo vigor durante el primer año de vigencia de ese cuerpo legal. La actual Ley de Educación Nacional (1991) sí dispone ese tipo de traducción y la de su Reglamento.

Además de la inexistencia casi absoluta de versiones legales en los idiomas vernáculos, durante mucho tiempo se aplicó rigurosamente el principio que reza: “contra la observancia de la ley no puede alegarse uso, costumbre o práctica en contrario” que, si bien ya no se encuentra expresamente en la actual Ley del Organismo Judicial, bien podría permitir el reconocimiento del derecho consuetudinario maya, al admitir la costumbre como fuente de derecho. También, la falta de escolaridad entre los pueblos indígenas, ha contribuido a que éstos no tengan acceso a las informaciones legales procedentes de las autoridades no indígenas.

La frontera legal es la más infranqueable para el indígena guatemalteco, después del lindero económico. No se trata de algo premeditado por parte de las autoridades judiciales, aunque el que fuera presidente del Organismo Judicial, Edmundo Vásquez Martínez, haya intentado establecer juzgados en zonas indígenas pero con recursos de traducción, acción aislada, insuficiente y descontinuada.

La realidad jurídica de los pueblos indígenas ha sido obviada por las universidades, de cuyas facultades de Derecho proviene la totalidad de jueces y magistrados que han jurado velar por “el mantenimiento de la justicia y la recta aplicación de la ley”.

En Guatemala, los indígenas han visto amenazadas sus culturas de diferentes formas. Una de ellas ha sido el etnocidio estadístico, otra de las formas del racismo. El etnocidio es una política deliberada, generalmente por parte del Estado, para impedir que un grupo étnico pueda disfrutar, desarrollar y transmitir su propia cultura y su propia lengua, o sea se trata de destruir su identidad cultural.

Los indígenas han estado sujetos a una subenumeración sistemática en los censos, que no ha sido una negligencia de los responsables de realizarlos sino política intencional para desintegrar la población indígena. El Estado en Guatemala ha buscado durante siglos asimilar –en forma violenta– o integrar –en forma pacífica–, a los pueblos indígenas. La idea de que en Guatemala todos somos guatemaltecos porque sólo hay una cultura nacional, ha permitido afirmar que no hay diferencias importantes de tipo cultural y las únicas que pudieran darse, como la lengua o la indumentaria, fueron utilizadas como indicadores en los censos. La importancia de los censos no estriba sólo en conocer cuántos somos sino en establecer quiénes somos.

Las condiciones de marginación social y económica en que se encuentran los indígenas y sus rasgos culturales distintivos, ha provocado que su conducta demográfica sea muy diferente a la del resto de la población. No se puede cuantificar con precisión el tamaño de la población indígena y se desconocen variables básicas de ésta, como las tasas de natalidad, mortalidad y migración.

Los criterios objetivos y subjetivos para definir a la población indígena son un derecho vedado a los propios indígenas, quienes son los únicos que podrían definirse a sí mismos. Se trata entonces, de establecer tres dimensiones: cuáles son los criterios definitorios, quiénes habrán de utilizarlos y con qué derecho.

Marco Vinicio Mejía: colaborador frecuente de Ojarasca desde su natal Guatemala. Esta es una versión abreviada de su ensayo “El racismo en Guatemala”.

12 DE OCTUBRE UN DÍA MÁS DE LA RESISTENCIA

12 DE OCTUBRE UN DÍA MÁS DE LA RESISTENCIA
INDÍGENA, NEGRA Y POPULAR
¡¡¡¡¡¡507 AÑOS DE RESISTENCIA Y MEXICO PERVIVE!!!!!!

El indígena fruto y promesa de la revolución
El proceso colonial modificó nuestra cultura, pero NO desapareció
Los modelos importados no funcionan

.
..”Que todos se levanten que se llame a todos, que no haya un grupo,
ni dos grupos que se queden atrás de los demás”…

Popol Vuh

POR GUSTAVO VARGAS ALARCÓN

.
Antes de encontrar estas tierras de Ixachilan hoy América (1492), la palabra “indio” solo definia a la población de la India. Cristóbal Colón designó “indios” a los pobladores de las primeras estribaciones del “subcontinente asiático” a donde tenía la certeza de haber llegado. Ese error pronto se convirtió en hábito y calificó de manera uniforme a toda la población del Continente, enmarcando así su especie histórica.

En la naciente sociedad colonial y su subsecuente estratificación social, se establecieron las primeras relaciones de clase, basadas en la simple división de invasores y sometidos.

Así el término “indio” pasó a designar una categoria social por la función ecónomica, política e ideológica que desempeñaban los autoctónos, de acuerdo a los intereses de los invasores.

El vocablo indio pasa a designar una categoría que tiene poco a nada que ver con el espacio geográfico que ocupa, y si mucha relación con la función política económica que desempeñan los naturales.

Entonces, podemos decir que los dueños de estas tierras (autóctonos) no “entran en la historia del pensamiento ideológico” español desde el momento mismo de la invasión que produce la colonización y se inicia el establecimiento de los primeros sistemas de producción económica y a la vez los sitemas políticos e ideólogicos que habrán de regir las relaciones entre españos e “indios”

A medida que se consolida la colonización, la palabra “indio” va perdiendo su exclusividad en la estratificación social que en los inicios de la colonia lo caracterizaba.

El término se mantiene, pero el “indio” ya no es el único que cumple una función de explotado en el mosaico de las “castas” que comienza a dibujarse en las colonias.

Entonces otras categorias étnicas-los negros- entrarán a compartir su suerte con el “indio”, aunque cada uno conservará cierta especificidad que los diferencia. Ello radica en los criteros que sobre la libertad del ser humano existen durante las diversas épocas que atraviesa la colonia española: desde que la cultura negra comienza a llegar a las tierras de Ixachillan (Ámerica), lo haran en calidad de esclavos traidos desde el Africa.

Así México llega a la vida independiente en 1810; y una de las tareas es crear y fomentar entre todos los ciudadanos la nueva igualdad, “son abolidas las castas” se procla la libertad, y la igualdad entre todos.
Al triunfar la Independencia, la burguesía que asume el poder esta formada principalmente por criollos y mestizos. Estos necesitan el destruir la tradición de las tierras comunales índigenas, para de esta manera poder extender sus propiedades o venderlas al capital extranjero dispuesto a introducir el capitalismo en el campo mexicano.

Las reformas a la tenencia de la tierra no tuvo otro fin que dejarla libre para que pudiera ser vendida o enajenada por la creciente burguesía nacional que se constituía en el poder.

Más adelante, inclusive en la historia, podemos observar como atravéz de la ley sobre los terrenos baldíos, la manipulación en torno a las propiedades índigenas irá en el aumento hasta que, en la época del porfiriato, llegará a sus niveles más altos de acaparamiento de tierras, hehco que entre otros propiciará el estallido de la Revolución en la primer a década del siglo XX.

El papel desempeñado por los índigenas, en la lucha armada de la Revolución, es bastante notorio al lado de los jefes militares que dirigen. Terminada la contienda armada y ante el país devastado por los año de lucha, es labor obligatoria encontrar un ideal que a su vez cumpliera las funciones de aglutinar a las masas alrededor de un caudillo que se propusiera levantar al país de todos los apectos de la económia y la política.

Se necesitaba contar con una imagen de la Nación que surgía victoriosa de después de una contienda de muchos años, se recurrió´entonces a la imagén de un pasado índigena glorioso que pasaria a formar parte fundamental de la tradición del pueblo que iniciaba el camino de su recontrucción. El índigena del pasado sería el estandarte de la imagen del pueblo mexicano rescataría como identidad surgida, como fruto de promesas de la Revolución. Esta glorificación del índigena no signífica en ningún modo que el indio del presente vería resueltos todos los problemas que lo aquejaban, ya que hacían que se comenzara a hablar del “problema índigena”

La política indigenista tiene en México sus diferentes defensores y sus criticos que presenta altibajos a lo largo de su trayectoria; altibajos que responden a muy diferentes causas (políticas, sociales y ecónomicas)

Politícas, porque cambios como la Independencia de México, provocarán formas nuevas de sensibilidad “problema indígena”. Sociales porque revoluciones como la mexicana producirán cambios radicales en las relaciones establecidas entre los diferentes grupos indígenas. Económicas, por que lo anterior hace conflictos en el orden económicos que en muchos casos manifiestan en la simple asignación presupuestaria de la institución que tiene a su cargo la ejecución de la politíca indigenista.

Ahora bien, si los indígenas se encuentran en situación precaria o francamente miserable, se debe a que han padecido, en primer lugar tres siglos de la ignominiosa y cruel esclavitud, y en segundo lugar, casi dos siglos, de un trato dado por los gobernantes de ignominia y abandono. Con todo eso ¡que vigorosa del alma y cuerpo y qué gloriosa han de ser esas naciones que a pesar de muchas desgracias, no solamente no se han extinguido, como le hubera sucedido a cualquier otra cultura, sino que han aumentado en número y aún mantiene vigoroza su presencia en la historia de México! pero esa situación actual de las naciones indígenas se debe sobre todo a que ellos no tienen en sus manos el poder público que perdieron durante la invasión; si ellas lo detentaran, otras serían sus condiciones y pudera ser que los mestizos y criollos fueran postergados.
El indígena, por ser el dueño natural de l estas tierras de Ixachilan (América) y por ser el tronco de nuestra nacionalidad (México) y además por ser humano, tiene derecho de gozar de todas las garantías que el país otorga según lo específica nuestra constitución política.

Es además afrenta, pero sobre todo absurdo que los extranjeros en nuestra patria disfruten de más privilegios y tengan más facilidades a los bienes de Méxicoque estos mexicanos puros como son los indígenas.

Es el nican- axan (aqui y éste tiempo) de que termine esta situación; es tiempo ya de que las naciones indígenas ocupen el lugar de dignidad y bienestar que históricamente le correspondee en la patria mexicana.

En 1942 comenzó la destrucción de nuestros pueblos y de nuestras tradiciones, por eso el 12 de octubre es un dia triste para el indígena y realmente deberíamos oponernos a que ese día sea celebrado en Ixachilan.

Con la llegada de Colón empezó la destrucción y la discriminación y después, comenzaron a llegar los misioneros con su soberbia de ser poseedores de la “verdadera” religión. Al mismo tiempo vinieron de Europa todo tipo de gentes: soldados, aventureros, mineros, expresidiaros, y con ello sus enfermedades, etc. Actuando como les diera la gan en estas tierras y reprimiendo la protestas con la violencia, donde a los indígenas los llamaron “flojos”, irracionales y “salvajes”, sin escritura, sin ideas y sin creencias. Por todo esto, y por esta historia de la invasión, debemos de dar a conocer a todos nuestros hermanos que no hay que confiar en promesas de invasores y/o colonizadores. Mucho se ha escrito sobre nuestro pasado indígena, pero poco se ha llevado a la práctica las politícas de apoyo a las 56 etnias de nuestra patria, para ello retomaremos algunas ideas que nos dejo en herencia el maestro Guillermo Bonfil Batalla, que te daremos a conocer amigo lector, y despiertes tu conciencia que se encuentraen tu memoria genética, para que asi mismo tengas conciencia de Nación:

“El pueblo colonizado posee la sociedad colonizadora. El proceso colonial la habrá mutilado, constreñido, modificado, pero no le habrá hecho desaparecer”

El invasor trabaja imponiendo modelos de vida ajenos a la cultura sometida, pero a la mismo tiempo marcando límites de tal suerte que no sea totalmente participante de esa otra cultura supuestamente superior, “la afirmación de la cutrua es (…) un componente central, no sólo de cualquier proyecto democrático, sino de toda acción que descanse en la convicción que los hombres lo son por su potencialidad creadora”

El esfuerzo gigantesco y elementalmente absurdo que ha significado para el país el haber sido arrojado por sus capas dirigentes a la empresa monstruosa de negarsea a si mismo durante sus 187 años de vida independiente, construye sin lugar a dudas la causa fundamental de los fracasos, los errores, las desviaciones, los contrastes, las incongruencias y, en fin, la esquizofrenia que manifiesta la vida del país en todos sus órdenes y escalas: desde el debate y la acción política nacional hasta mínimos detalles de la vida cotidiana en cualquier rincón de la patria.

Si, definitivamente los modelos hasta ahora impuestos van en sentido contrario a la realidad de todos los mexicanos; contrarios a los que contiene su propia cultura, y son modelos de los mismos modelos de los mismos gobiernos nacionales, que al fina y al cabo forman parte del sistema occidental.

…El error es negar al México profundo, al real, e intentar construir un México imaginario, tal es al esquizofrenia que circula por las venas abiertas de nuestro país…
BONFIL BATALLA

El maestro Bonfil pone el dedo en la llaga al reconocer que como en los inicios de la colonia, amplios segmentos de cultura de muchos millones de mexicanos quedan constreñidos a prácticas clandestinas, se convierte en convicciones que no se expresan, palabras que no se dicen, y rostros que se ocultan. Mucho se pierde en el camino, tal vez para siempre.

En otras palabras, hay verguenza de ser, verguenza de nuestras creencias ancestrales, veguenza de las prácticas culturales heredadas, hay miedo a ser nosotros mismos.

Estos son los problemas y en un día como hoy, 12 de octubre, es importante considerar y reflexionar en que somos culturas diferentes, no desiguales, y en el orgullo de ser y dejar de lado las ideas colonizadoras sobre la supuesta superioridad del modo de vida y demás características del hombre europeo o del hombre anglosajón, está la salvación de nuestra patria.

En conclusión: el sistema moderno en el que se enmarcan las culturas indígenas (56), en este caso, las de México, con la llegada de los hombres blancos y barbáros, se instaló ele colonialismo, sistema en que el colonizador marca las pautas en la vida del dominado.
Entender que las culturas populares son diferentes no inferiores y tener presente que somos proclives a la impotación discriminada y acrítica de todo modelo de interpretación que esté más o menos de moda en los centros intelectuales del europeo, occidental, judeo-cristiano y que el problema de la colonización cultural se manifiesta en el nivel de vida que se sufran en estos tiempos, por la copia de modelos económicos neoliberales, y por las cartas de intención firmadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, (BM), y las políticas desmográficas de las Naciones Unidas (ONU)

Me despido con un pensamiento, que escuche en la glorieta de Colón, del paseo de la Reforma, de la ciudad de Mexico-Tenochtitlan

“Si indio ha sido el nombre con el que fuimos sometidos, indio será el nombre con el que nos sublevaremos”

© Copyright 1999
Xiuhcóatl (J.S.B)
FUNAAZ
All Rights Reserved.

Jan de Vos

Jan de Vos

Los mayas en los tiempos modernos

Los manuales de historia mencionan generalmente 1821 como el inicio de la época moderna para México y Centroamérica, ya que es el año de su independencia del imperio español. Tal periodización únicamente vale para las reducidas élites criollas que vivían en las ciudades y haciendas de aquel entonces. La guerra de 1821 fue un proceso de emancipación en el cual las grandes masas mestizas e indígenas empobrecidas no estaban incluidas, ni como sujetos, ni como objetos. En realidad, los pocos insurgentes de Yucatán, Chiapas y Guatemala soñaron con desplazar a los peninsulares en los puestos de mando y provecho. Decidieron sacudir el yugo español, después de asegurarse de que el nuevo proyecto imperial de Iturbide garantizara sus privilegios. Y el orden republicano que poco tiempo después se les impuso no significó en los tres nuevos estados federados cambio alguno en cuanto a reformas sociales se refiere. Los de arriba -liberales y conservadores, por igual- estaban muy a gusto viviendo a cuestas de los de abajo y no pensaban renunciar a su bienestar ganado por medio de la despiadada explotación de la “indiada”.

Esta estaba formada, en su inmensa mayoría, por campesinos mayas que vivían agrupados en poco menos de medio millar de pueblos de factura colonial: unos 110 en Chiapas, unos 130 en Yucatán y alrededor de 220 en Guatemala. Sus más de 800 mil habitantes constituían aproximadamente 80 por ciento de la población total. Para todos ellos la tan mentada Independencia era una palabra hueca que encubría el verdadero destino que les preparaba el tiempo a venir: la prolongación de su condición de explotados, ahora por autoridades directamente identificadas con el poder local. Comenzó así para los mayas una época que bien podemos llamar neocolonial y que ya lleva casi dos siglos de existencia, puesto que el tiempo no ha logrado eliminar totalmente su centenaria marginación.

Sin embargo, no fue el año de 1821 el momento en que los mayas empezaron a sufrir un cambio profundo en su modo de vivir. Este había arrancado medio siglo antes con la llegada de las reformas borbónicas. La modernización administrativa entonces introducida trastornó seriamente el sistema sociocultural defensivo que habían logrado construir, con mucha paciencia e imaginación, sobre las ruinas causadas por la invasión española en la década de los años 1520-1530. Fue esa segunda conquista, 200 años después de la primera, la que realmente marcó para los mayas de Yucatán, Chiapas y Guatemala la entrada al mundo moderno, más que la Independencia de 1821. Según esta otra manera de medir el tiempo, la dominación para los mayas se extendería entonces sobre un periodo de casi cinco siglos, ya que arrancó en alrededor de 1520 y aún no termina. Al contrario, en la medida en que nos acercamos al tercer milenio se están multiplicando las señales de una tercera conquista, igual de devastadora: la irrupción del sistema neoliberal, que ha declarado una guerra de exterminio en contra de todo lo que pudiera estorbar la implantación de su capitalismo salvaje.

En este breve texto daré constancia de la vida de los mayas bajo el régimen neocolonial, introducido por la corona española alrededor de 1770 e intensificado notablemente por los gobiernos republicanos a partir de 1821. Destacan tres experiencias particularmente dolorosas: el despojo de sus tierras, la proletarización de su fuerza de trabajo y la fracturación de su mundo sociocultural. También daré cuenta de las diversas maneras en que los mayas trataron de sobrevivir como colectividades frente a las agresiones de los “ladinos”, fueran éstos civiles o eclesiásticos, ricos o pobres, bien o mal intencionados. Las estrategias defensivas que aplicaron fueron las mismas que ya ha- bían demostrado su eficiencia en los siglos anteriores: la resistencia pasiva de todos los días, la negociación siempre y cuando era posible, la retirada en casos de emergencia, y el enfrentamiento armado al agotarse las otras alternativas.

Durante los dos primeros siglos de la época colonial, los pueblos de indios de la región maya habían disfrutado de un no despreciable nivel de autonomía real. Las autoridades españolas que residían en las contadas ciudades y villas habían acostumbrado dejar buena parte de la administración de las comunidades en manos de los gobernadores indígenas. Estos se habían convertido en los verdaderos depositarios de la unidad comunitaria gracias al respeto incondicional que sus súbditos les brindaban. Centralizaban en sus personas los privilegios de hacer justicia, supervisar la recolección de tributos y obvenciones, controlar la economía de las cofradías y cajas de comunidad, cuidar del buen desarrollo de las fiestas. Las “repúblicas de indios”, como se solía llamar jurídicamente a los pueblos, no tenían nada de republicano en el sentido moderno de la palabra. Eran sociedades socialmente estratificadas, en donde todo se hacía en común, pero bajo el mando de una aristocracia nativa que monopolizaba el poder en sus manos.

Ese sistema corporativo, basado en una relación recíproca de privilegio y obediencia, había funcionado de maravilla en los tiempos de los Habsburgos pero a los ojos de los Borbones era un obstáculo inaceptable frente a la tan necesitada reforma fiscal y administrativa. Para los gobiernos independientes del siglo XIX era, además, una ofensa a los principios de libertad individual e igualdad política. Las comunidades tradicionales recibieron el primer aviso de los cambios a venir con la introducción, en 1786, de las intendencias. Esta medida no sólo significó un nuevo ordenamiento territorial de las antiguas provincias -la subdivisión en intendencias y partidos- sino también la instalación en las cabeceras de oficiales no indígenas que quitaron a los líderes nativos la responsabilidad de la administración local, excepto los cargos directamente relacionados con las fiestas religiosas de la comunidad. Pero aun estas funciones sagradas les eran cada vez más difíciles de cumplir, al ya no contar con la riqueza personal de antes ni poder disponer libremente de los ingresos colectivos.

La drástica reducción de la autoridad de los líderes nativos no fue la única agresión a la comunidad indígena en vísperas de la Independencia. Otro atropello fue el despojo de las tierras comunales a favor de las haciendas, que en el mismo periodo se transformaron, de las modestas estancias ganaderas que habían sido hasta entonces, en pujantes empresas agropecuarias productoras para el comercio exterior. El cultivo a gran escala de algodón, henequén, tabaco, caña y otros productos, exigía no sólo un cambio tecnológico sino también un aumento en superficie de tierra laborable. Y los nuevos empresarios no titubearon en quitársela a los pueblos de indios vecinos y no tan vecinos. El primer paso fue la apropiación o compra de las fincas de las cofradías, el segundo el acaparamiento de las tierras de la comunidad misma.

Cuando en 1821 Yucatán, Chiapas y Guatemala se independizaron de España, los mayas cambiaron de dueño pero no de condición. Peor aún, las Leyes de Indias, que de alguna manera los habían protegido en sus personas y bienes, dejaron de tener vigencia. De ahí en adelante, los gobiernos liberales y conservadores que se alternaron en el poder continuaron el despojo, utilizando una legislación hecha de acuerdo con los intereses de los hacendados. El mecanismo consistía en reducir drásticamente la extensión del fundo legal de las comunidades y declarar a los terrenos excedentes como “baldíos”, aptos para ser enajenados por las autoridades a favor de particulares que disponían del capital necesario y de las conexiones políticas adecuadas para comprarlos. Los candidatos estaban interesados en las tierras indias porque éstas ya habían pasado por varios ciclos de desmonte y, en consecuencia, eran aprovechables inmediatamente. En el caso de Chiapas las Memorias que los gobernadores presentaron a lo largo del siglo XIX sobre su gestión son muy ilustrativas al respecto. Si en 1837 sólo existían 853 haciendas y ranchos, en 1889 ya había 3 mil 159, en 1896 llegaban a 4 mil 546, en 1903 a 4 mil 794, y en 1909 a 6 mil 862.

Los nuevos propietarios no tardaron en apropiarse también de la fuerza de trabajo de los despojados. Estos cayeron en una de dos categorías: la de “baldíos” y la de “mozos”. Los primeros eran los habitantes de los parajes quienes fueron despojados de su ranchito y milpa al quedar éstos dentro del terreno acaparado por algún poderoso hacendado. No tenían más remedio que convertirse en siervos de su nuevo amo. Podían permanecer en su lugar de origen y cultivar su parcela, a cambio de trabajar de tres a cinco días por semana para el patrón sin recibir remuneración alguna. Los segundos eran los que abandonaron sus comunidades apremiados por la falta de tierra y demás oportunidades. Estos fueron a vender su fuerza de trabajo en las haciendas que siempre habían existido o se habían formado, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, en tierras enajenadas a la Iglesia o a la nación.

Los mozos, igual que los baldíos, terminaron atados de por vida a la hacienda adonde habían ido a buscar trabajo en calidad de jornaleros libres. La táctica utilizada por el hacendado y sus capataces era el endeudamiento gradual del trabajador: lo obligaban a comprar en la tienda de raya y lo multaban por bajo rendimiento. Las deudas, en vez de extinguirse, aumentaban constantemente, y al morir quien las había contraído, caían sobre sus hijos y, a falta de éstos, sobre los parientes más cercanos. De esta manera la hacienda se aseguraba la presencia continua de mano de obra abundante y barata. Todos estos peones mayas, desarraigados de su comunidad y amarrados a la cadena infernal de la deuda, corrieron el riesgo de perder, junto con su dignidad de hombres y mujeres libres, su identidad étnica.

A diferencia de los baldíos y mozos, los indios que lograron preservar la tenencia de su parcelas gozaron de mayor libertad. Sin embargo, su condición de pequeños productores independientes pronto se vio amenazada por la competencia de las empresas agrícolas y ganaderas ladinas en el mercado regional. Los humildes ranchitos indios, situados en terrenos poco fértiles y cada vez más reducidos, por lo general no alcanzaban ni siquiera para sostener a las familias que los habitaban. Los hombres terminaron recurriendo al trabajo temporal en las haciendas cercanas o yendo a las plantaciones y monterías de tierra caliente, en el caso de los mayas que vivían en los altiplanos de Chiapas y Guatemala. De esta manera conseguían completar los magros ingresos que les daban la milpa y la venta esporádica de animales domésticos y artesanías caseras.

A finales del siglo XIX, los pueblos mayas habían perdido la mayor parte de sus tierras y personas en beneficio de las haciendas. En ellas había surgido un nuevo tipo de poblado indígena, de alguna manera duplicado de la comunidad tradicional pero ya no con la iglesia como núcleo físico y sociocultural. La nueva aglomeración se concentraba en torno de la casa del señor hacendado, edificio mucho más imponente que la modesta ermita. En ella no faltaba la imagen del santo patrono escogido por el amo, quien se encargaba personalmente de los pagos necesarios para las fiestas en su honor. La sociedad formada por estos “indios de hacienda” era una triste copia de la comunidad de origen, ya que carecía de la elaborada estructura corporativa que proporcionaba a los “indios de pueblo” la fuerza de seguir sobreviviendo en medio de las agresiones.

De estas agresiones falta una última por mencionar: la gradual invasión de las comunidades por mestizos de escasos recursos. Estos se establecieron como rancheros en las inmediaciones del pueblo o como tenderos y artesanos en el casco del poblado. El fenómeno había empezado ya durante el siglo XVIII pero aumentó de manera considerable durante el siglo XIX. Muchos “pueblos de indios” se convirtieron así en “villas” en donde una minoría de “vecinos” ocupaba el centro, y la mayoría de los “naturales” vivía desplazada hacia la orilla. Entre esos invasores mestizos destacaba, por su perniciosidad, el fabricante y vendedor de aguardiente. El consumo de licor era una costumbre antigua entre los indios, ya que su libación acompañaba necesariamente todo rezo de petición o curación. Sin embargo, al deteriorarse las condiciones de vida en las comunidades, muchos hombres empezaron a buscar refugio en el alcohol. Lo que al principio fue una costumbre religiosa y festiva, se volvió así un vicio social, introducido y fomentado por el cantinero local.

¿Cómo los mayas lograron sobrevivir a tantas calamidades? En primer lugar por medio de una paciente labor de reconstrucción de la comunidad, a nivel de la convivencia social y a nivel de sus expresiones simbólicas. En la mayoría de los casos, esta recreación reveló ser la única respuesta viable frente al desmembramiento sufrido por el baldiaje en las haciendas cercanas y el trabajo migratorio en las plantaciones lejanas. Gracias a este esfuerzo, muchas etnias llegaron con vida al tercer milenio; mutiladas, sí, pero con su identidad salvaguardada a pesar de las alteraciones que inevitablemente sufrieron durante el proceso.

Uno de los cambios más notables fue el que transformó el tradicional sistema de cofradías, heredado de la Colonia, en el de mayordomías o cargos sociorreligiosos. Debido a la ausencia crónica y la muerte prematura de muchos hombres adultos, provocadas por el trabajo forzado y malsano en las plantaciones y monterías, las cofradías perdieron cada vez más miembros y dejaron, finalmente, de funcionar. En su lugar fueron introducidas una serie de nuevas prácticas, fiestas dedicadas a santos inusitados, cuya celebración fue encargada a un par de mayordomos nombrados a propósito. Y para que estos cargos estuvieran bien atendidos, los alcaldes y regidores acostumbraron designar a los candidatos con base en un orden jerárquico de funciones ascendentes. Nació así un elaborado sistema en donde el cura doctrinero participaba de alguna manera pero ya no figuraba como la persona central, si en algún momento había gozado de ese privilegio. Aún más que antes, los mayas llegaron a controlar la celebración de sus fiestas, cada vez más adaptadas a sus propios gustos y necesidades. Muchos ritos que ahora son la fascinación de los antropólogos culturalistas fueron elaborados entonces. Aún está por estudiarse, a fondo y en detalle, el proceso de recreación de estas innumerables y complejas costumbres a lo largo y ancho de la región maya. En este sentido, el siglo XIX bien podría revelarse como igual de inventivo que el siglo XVI. Los sujetos de está nueva creatividad se vieron restringidos por los límites impuestos por la opresión neocolonial, pero siempre encontraron el espacio suficiente para construir y reconstruir, a partir de elementos autóctonos y extranjeros, su propio universo.

Es importante subrayar que se trata de un mundo netamente campesino, en donde la preocupación por la posesión y el cultivo de la tierra nunca deja de ocupar el lugar central. Por esta razón persistieron tantas devociones y celebraciones en torno de deidades prehispánicas, mucho más identificadas éstas con las fuerzas de la naturaleza que el Dios cristiano y su corte celestial de santos y ángeles. Podemos postular, para la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, una gradual liberación de muchas costumbres antes inhibidas. Los ojos de agua, las cuevas, los cerros, las milpas, siempre habían sido sitios privilegiados para ofrecer plegarias y realizar ofrendas, pero en ese periodo conocieron un bienvenido renacimiento.

Al lado de la proliferación de costumbres rituales, la tradición oral tuvo un papel más modesto, aunque no menos esencial en la recreación comunitaria. Los mayas parecen ser más imaginativos para celebrar que para contar. Sin embargo, la escasez puede estar relacionada más con nuestra falta de conocimiento que con su supuesta parquedad. Muchos mitos, relatos y leyendas aún circulan exclusivamente entre ellos, a pesar del trabajo acucioso de varios antropólogos que han empezado a recopilarlos. La tradición oral nativa, encerrada en una lengua determinada y a menudo restringida a una sola comunidad, a través de su rescate adecuado y su divulgación impresa o grabada podría así llegar a ser patrimonio de todos.

El interés de antropólogos e historiadores por los mayas coloniales y modernos comenzó con el siglo XX y pronto rivalizó con el de los estudiosos de la cultura prehispánica. Estos últimos habían sido precedidos por los exploradores decimonónicos de las ruinas escondidas en la selva tropical compartida por Yucatán, Chiapas y Guatemala. A lo largo de los últimos cien años, miles de libros y artículos han introducido a los mayas a un público lector cada vez más numeroso y exigente. Sus autores, llamados “mayistas”, son los responsables de la clasificación lingüística que divide a la familia mayense en hablantes de 25 idiomas, muchos de ellos a su vez subdivididos en varios dialectos.

Esta caracterización, introducida por los académicos, ha cobrado tanta importancia que hasta los indígenas mismos han adoptado la costumbre de identificarse étnicamente con base en la lengua que les es propia y ya no tanto según la pertenencia a tal o cual comunidad.

El mosaico lingüístico que llama tanto la atención en Guatemala y Chiapas contrasta vivamente con la situación en la península de Yucatán, donde prevalece un solo idioma, el maya-yucateco. Es tal su predominio que hasta un buen número de mestizos lo habla, sin mencionar la marcada influencia que ejerce sobre la manera de pronunciar e intonar el español. Pero la presencia de lo maya en Yucatán no se reduce al terreno lingüístico: permea casi todos los niveles de la vida social, a diferencia de Chiapas y Guatemala, en donde la polarización cultural es mucho más evidente. Es esto un fenómeno curioso, si sabemos que durante más de medio siglo, de 1847 a 1901, indígenas y blancos se habían enfrentado en una conflagración sangrienta, conocida como la Guerra de Castas, que cobró más de 250 mil muertos, es decir más de 30 por ciento de la población total.

La Guerra de Castas fue, sin duda, la rebelión más importante de los mayas en los últimos cinco siglos. Fue una combinación de dos estrategias diferentes pero estrechamente relacionadas entre sí: un enfrentamiento armado de gran violencia y relativamente corta duración (1847-1855), seguido por una retirada al noreste selvático de la península y la transformación de esa región en territorio libre durante casi cincuenta años (1854-1901). La sublevación nació en las comunidades indígenas de la región central que habían logrado resistir mejor al embate del régimen neocolonial. Fue un intento de preservar la autonomía tradicional contra la hacienda, que buscaba invadir nuevos espacios, al haber concluido su expansión en el noroeste. La reacción sólo pudo haber provenido de aquellos pueblos irreductos en donde la estructura corporativa no había sido alterada aún. Los líderes originales del movimiento eran gobernadores nativos con capacidad de movilizar y armar a la gente gracias a una autoridad legitimada por la costumbre.

“Costumbre”: así llaman los mayas aún al conjunto de tradiciones sociorreligiosas considerado por muchos de ellos como la herencia más valiosa que recibieron de sus antepasados y que por esta razón les toca salvaguardar a toda costa. En el último medio siglo este patrimonio ha sido seriamente agredido por varios agentes extraños a las comunidades pero deseosos de convertirlas a su respectivo credo de redención. Indigenistas oficiales, misioneros protestantes, religiosos católicos, activistas de izquierda y guerrilleros de diversas tendencias: todos llegan con el afán de prometer a los mayas una vida más justa y digna, siempre según su muy particular punto de vista. Como son antagónicos entre sí, han convertido el mundo maya en el teatro de una feroz contienda ideológica con la causa indígena como bandera.

El enfrentamiento ha sido particularmente trágico en Guatemala, puesto que las comunidades se dividieron primero entre costumbristas y miembros pertenecientes a la llamada Acción Católica o alguna de las múltiples denominaciones evangélicas. Sobrevino después la fascinación por la opción armada como posible salida a una situación económica y política sin perspectivas. Pronto, los mayas se vieron atrapados en una guerra civil que no era suya y en donde cayeron víctimas de una terrible espiral de violencia que duró casi 30 años y causó más de 30 mil muertos y casi un millón de desplazados. Entre estos últimos se encuentran alrededor de 50 mil personas que cruzaron la frontera mexicana y obtuvieron en el otro lado protección en calidad de refugiados internacionalmente reconocidos. Desde hace algunos años han emprendido el dificultoso regreso bajo los auspicios del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Algo semejante sucedió en Chiapas, en donde la población indígena también fue desgarrada por divisiones religiosas y políticas. Esta efervescencia coincidió con la colonización de la selva Lacandona por campesinos hambrientos de tierra que provenían de las comunidades tradicionales de los Altos y de las haciendas más cercanas. Las colonias recién fundadas tenían especial necesidad de construirse una nueva identidad frente a la inseguridad que significaba la emigración. La ofreció al principio el personal de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas por medio de una evangelización que no se limitaba a la predicación de la Palabra de Dios sino incluía la concientización y organización comunitaria a nivel social, económico y político. Sin embargo, pronto tuvo que compartir el espacio con asesores pertenecientes a movimientos de izquierda surgidos a raíz del 68 y, a partir de 1983, también con un pequeño grupo guerrillero de las Fuerzas de Liberación Nacional que vino a ofrecer a los mayas, una vez más, la vía armada como única solución para sus problemas.

El desenlace de la contienda chiapaneca es de todos conocido. Durante diez años, guerrilleros y campesinos se tomaron el tiempo para conocerse y aceptarse mutuamente en la clandestinidad de la montaña. En este largo aprendizaje, los primeros abandonaron parte de su rigidez dogmática y los segundos se transformaron de campesinos rebeldes en insurgentes con un programa de cambio político para toda la nación. Resultado de esta simbiosis fue la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que irrumpió en la escena nacional e internacional el primero de enero de 1994. Cabe decir que no todos optaron por las armas. La tragedia guatemalteca, la propaganda disuasiva de los agentes de gobierno y la falta de apoyo por parte de la diócesis de San Cristóbal llevaron a muchos a abandonar la causa zapatista. Sin embargo, las demandas de los rebeldes son compartidas por muchas comunidades indígenas dentro y fuera de Chiapas a pesar de su oposición a la solución militar. Nunca en la historia de México los pueblos indios habían logrado sentarse en una misma mesa con el gobierno federal para explicarle sus necesidades y exigirle justicia.

Desde antes de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y mucho más allá de su área de influencia, el mundo maya acaba de entrar en un movimiento que anuncia una nueva época a venir. Los mayas, en su gran mayoría, siguen siendo campesinos pobres y ciudadanos de segunda, en México igual que en Guatemala. Pero en las últimas décadas tuvieron varias experiencias que les enseñaron a cuestionar su situación y reconocer la necesidad de unir fuerzas. Aprendieron que para ellos no habrá futuro si no miran más allá del limitado horizonte de su comunidad tradicional. Saben que sólo bien organizados podrán reclamar el lugar que, por elemental justicia, les corresponde dentro de los países en los cuales les tocó vivir. Reconocidos como “comunidades” desde hace siglos y como “etnias” desde hace algunas décadas, ahora empiezan a revalorar también su pertenencia a un mismo “pueblo”, el “Pueblo Maya”. Sin embargo, esta nueva realidad poco tiene que ver con el “Mundo Maya” de los estudiosos o la “Ruta Maya” del turismo internacional. Se trata de una red de relaciones que los mayas están a punto de integrar como parte fundamental de una identidad en proceso de construcción. Saben que la van a necesitar en el futuro si quieren conseguir una autonomía digna y justa, más allá de las divisiones sociales introducidas en el siglo XVI y las fronteras políticas impuestas en el siglo XIX.

El “Pueblo Maya” lo constituyen actualmente algo menos de 6 millones de hablantes de 25 idiomas. La abrumadora mayoría vive en Guatemala, donde forma más de la mitad de la población nacional, y en Chiapas y Yucatán, donde son minoría importante. El resto está repartido sobre Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Veracruz, Honduras, Belice, El Salvador… y Estados Unidos, país a donde fueron a buscar trabajo, igual que muchos otros mexicanos y guatemaltecos. Salvo excepciones, pertenecen al sector social calificado en los censos de México y Guatemala como “pobres” y “pobres extremos”. Además sufren el desprecio de buena parte de la población mestiza, que no entiende por qué los mayas siguen pugnando por su sobrevivencia cultural, social y política.

Al acercarse el tercer milenio, es de esperar que los mayas lleguen por fin a ser de nuevo sujetos de su propia historia. Ellos guardan la esperanza de que eso será posible en la medida en que seguirán abriéndose espacios de participación democrática en los países a los que pertenecen. Sólo piden ocupar, dentro de la casa mexicana y guatemalteca, la morada que merecen.

Para leer más…

Bracamonte, Pedro, La memoria enclaustrada. Historia indígena de Yucatán, 1750-1915, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social -Instituto Nacional Indigenista, México, 1995

Breton, Alain y Arnauld, Jacques, Mayas. La passion des anctres, le désir de durer, Editions Autrement, París, 1991

De Vos, Jan, Vivir en frontera. La experiencia de los indios de Chiapas, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Instituto Nacional Indigenista, México, 1994

Farriss, Nancy, La sociedad maya bajo el dominio colonial. La empresa colectiva de supervivencia, Alianza Editorial, Madrid, 1992

Favre, Henri, Changement et continuité chez les mayas du Mexique. Contribution ˆ l’étude de la situation coloniale en Amérique Latine, Anthropos, París, 1971

Le Bot, Yvon, La guerre en terre maya. Communauté, violence et modernité au Guatemala, Karthala, París, 1992

La Jornada domingo 6 de septiembre de 1998

Historias de resistencia de los Lakota

Libertad para Leonard Peltier
“¡Eso no pasará en mi mundo!”:
Historias de resistencia de los lakota

Debbie Lang

Obrero Revolucionario #1031, 21 de noviembre, 1999

Este mes un contingente de amerindios de la reserva de Pine Ridge en Dakota del Sur fue a Washington, D.C., para reclamar libertad para el preso político Leonard Peltier. Los lakota de Pine Ridge han ido a defenderlo, igual que él los defendió a ellos.

Después de un mitin frente a la Casa Blanca, platiqué muchas horas con ellos acerca del maltrato y represión que les ha dado este sistema. Me contaron historias de sus antepasados: de las masacres de los amerindios y el exterminio de los búfalos; de la derrota del general George Armstrong Custer en la guerra para defender He Sapa, los Cerros Negros; y de la dura lucha para defender su cultura, sus creencias espirituales y su experiencia histórica, y transmitirlas a sus descendientes. Entre sí hablan el idioma lakota con mucho orgullo, a pesar de los muchos esfuerzos de borrarlo del gobierno, los misioneros y las escuelas.

A continuación, algunas de las historias que oí:

Castigados por ser lakota

Russell Loud Hawk, del pueblo de Oglala en la reserva Pine Ridge, habló de la historia de los lakota (también conocidos como los siux): “Vivían a su manera…. Eran una nación en los días de Crazy Horse y Sitting Bull. Pero Estados Unidos vino y lo trastornó todo; nos acorraló en las siete reservas donde nos encontramos hoy. A mi juicio son campos de concentración. Luché en la II Guerra Mundial así conozco los campos de concentración”.

Ellen Moves Camp, de 69 años, ha vivido toda la vida en la reserva: “Mi abuelita oraba con la pipa de la paz todas las mañanas y nos enseñó nuestras costumbres. Pero no sabía nada de la ceremonia del sudor hasta que me casé. Mis abuelitas hablaban lakota y no aprendieron inglés. Estudiamos en Holy Rosary y otras escuelas de misioneros donde nos obligaban a hablar inglés. Como era bilingüe, yo ayudaba a los niños que no sabían inglés. A veces me castigaban por explicarles cosas en lakota. En el noveno grado me fui y nunca regresé”.

Rosaline Jumping Bull, de 67 años, también ha pasado toda la vida en Pine Ridge. Me habló de los ataques a la cultura lakota: “Mi papá siempre decía: `Si te portas mal, te van a apresar mucho tiempo. Por eso, haz lo que te mande la maestra’. A veces los maestros nos golpeaban o nos castigaban. Nunca me resistí y aprendí a aguantarlo todo. Al comienzo casi no sabía wasichu [el idioma de los blancos] y por eso me castigaban todos los días. Bueno, cuando regresaba a casa mi papá me prohibía hablar wasichu. Me mandaba que hablara lakota. A mis padres no les gustaba lo que nos enseñaban. Por otro lado son cristianos; se convirtieron a la iglesia episcopal y siempre íbamos a la iglesia. Así que en mi niñez todos esos elementos chocaban”.

Edgar Poor Bear me dijo: “Crecí en la reserva Pine Ridge y vi muchos conflictos étnicos en nuestra propia sociedad, de lakota contra lakota, especialmente de los hublas [de piel oscura] contra los mestizos [de piel clara]. Hay miembros de nuestra tribu que se avergüenzan de lo que el Gran Espíritu los ha hecho, que se avergüenzan de su piel oscura…. Eso se debe al proceso de adoctrinamiento y asimilación colonial, son las consecuencias negativas de la aculturación al pensamiento occidental. Por esa opresión muchos indígenas han abandonado la vida de los lakota, no porque quieran sino por necesidad”.

Nos mataban

Rosaline Jumping Bull me contó lo que le pasó a su abuelo: “Fue con su familia a un pueblo llamado Hot Springs. En ese entonces había muy pocos automóviles o carreteras. Cuando regresaban, un ganadero los acusó de cruzar sus tierras, pero sabían que estaban en la reserva. Bueno, mi abuelo sabía muy poco inglés así que no contestó nada. El ganadero abrió fuego contra ellos, y mi abuelo agarró su fusil, le disparó y lo mató. Los blancos vinieron, lo agarraron y lo llevaron a Deadwood, donde le mocharon la cabeza. Esa es la clase de castigo que nos daban. Sencillamente nos mataban.

“Siempre me acordaba de eso. Cuando veía a un blanco me escondía porque temía que si le hablaba se iba a molestar y me meterían a la cárcel. A nosotros, incluso las abuelas, nos decían: `No peleen con un blanco. No golpeen a un blanco o van a parar a la cárcel’. Nos castigaban y así crecimos, y por eso nunca opusimos resistencia. Luego vinieron los mestizos a quitarnos nuestro trabajo y a dejarnos sin nada. Se burlaban de nosotros, de nuestra ropa, de nuestra pobreza. Los blancos los defendían y si nos metíamos con ellos nos castigaban”.

Arlette Loud Hawk es de Oglala. Su abuela sobrevivió la masacre de Wounded Knee de 1890 y su tía era curandera. Como los demás lakota que conocí, se siente muy orgullosa de su pueblo. Me habló de su juventud en los años 60 y 70: “Mis padres vivieron en una época de mucha discriminación y prejuicios. En muchos restaurantes no atendían a los indios. Pero mis padres eran muy pasivos, no querían problemas. Si una mesera no nos atendía, nos íbamos a otro restaurante. Recuerdo que de niña siempre pensaba: ‘¡Eso no pasará en mi mundo!’. En mi mundo si me tratan mal no voy a irme humildemente. Estaba harta de que mi familia tuviera que vivir así. En esos días no había resistencia organizada, no había grupos para reclamar nuestros derechos humanos y derechos civiles. Para mí el espíritu de los lakota se estaba desvaneciendo”.

Arlette me habló de unos primos a quienes mataron unos blancos fuera de la reserva: “Crecí rodeada de racismo, discriminación y prejuicio. Mataron a mis primos y, como mi mamá solía decir, `no hay justicia para los indios’. Uno podía matar a un indio con plena impunidad, pero era todo lo contrario si un indio mataba a un blanco. Recuerdo que un indio-creo que se llamaba White Hawk-mató a un hombre de negocios blanco y lo ejecutaron. Si un indio mataba a un blanco, iba a morir a manos del sistema judicial”.

La defensa de la tierra

En los años 60 y 70, surgió un gran movimiento de resistencia de indígenas en Estados Unidos. El Movimiento Indígena Americano (AIM) buscaba el fin al asesinato de indígenas y el cumplimiento de los tratados que firmó el gobierno. AIM ganó influencia en la reserva de Pine Ridge y eso puso en peligro el plan del gobierno de robarles a los lakota los ricos yacimientos de carbón y uranio. Washington despachó agentes federales a la reserva y ayudó al odiado presidente tribal, Dick Wilson, a formar escuadrones de reaccionarios, llamados GOONs. Los GOONs y el FBI lanzaron un reino de terror.

Ellen Moves Camp describió lo que pasó en 1972: “Dick Wilson y los GOONs eran de lo peor. Pero antes de la llegada de los GOONs y del Movimiento Indígena Americano, ya había mariscales federales armados de fusiles. Cuando vimos a los mariscales, fuimos a donde el director del Departamento de Asuntos Indígenas (BIA) a preguntar por qué estaban en la reserva. Este nos dijo: `Tienen que hablar con Dick Wilson’. Llamó a Wilson y este le dijo: `A usted le toca explicar esto. Usted los pidió'”.

Arlette Loud Hawk recuerda: “Dick Wilson hasta prohibió los powwows, o sea, cualquier forma de reunión o ceremonia indígena. No cabe duda de que era títere del gobierno. Creó un escuadrón antimotín que llamaban los GOONs. En Pine Ridge había francotiradores en el techo del edificio del BIA y uno tenía que ir junto con un grupo si quería regresar vivo. No debía ir solo. Si encontraban a un tipo solo lo mataban. En esos días desapareció mucha gente y nunca se encontraron los cadáveres. Eso no es cuento, es la pura verdad. En la reserva mataban gente cada semana y a nadie le importaba. No se podía llamar a la policía porque eran parte del grupo que mataba. Cuánta violencia y tristeza había en esos días.

“Quieren apoderarse de nuestras tierras. Antes querían nuestro oro, así que nos robaron los Cerros Negros. Ahora quieren quitarnos la reserva, esta vez por el agua. Debajo de la reserva de Pine Ridge hay mucha agua, está el acuífero Oglala o río Madison. Por eso el gobierno quiere quitarnos el derecho a controlar el agua de la reserva y robarnos la tierra. Pero la tierra unifica a nuestro pueblo. Para la sociedad estadounidense la tierra existe para ganar dinero, pero para nosotros es cuestión de respetar a nuestras abuelas y a la abuela de todos: la Tierra”.

El 27 de febrero de 1973, miembros y partidarios de AIM ocuparon Wounded Knee, en el centro de la reserva de Pine Ridge. Centenares de personas participaron en el sitio de dos meses contra los soldados y la policía.

En Washington, D.C., conocí a Carter Camp, quien dirigió el destacamento armado que se apoderó de Wounded Knee. Habló de la ocupación: “Wounded Knee ocupa un lugar especial en el corazón de los indígenas de todas las tribus. Se dice que la masacre de Wounded Knee de 1890 fue el último capítulo en las guerras contra los indígenas. Masacraron al jefe Bigfoot, a Yellow Bird y a todos los indígenas que estaban ahí aquel día. La gente de Turtle Island vio lo que les pasó a esos guerreros, a las mujeres y a los niños. Le partió el corazón a nuestro pueblo…. Pero en 1973, Wounded Knee pasó a ser un potente símbolo para los pueblos indígenas y lo cambió todo. Prendió un incendio que se propagó como pólvora en las comunidades indígenas. Durante los 73 días del sitio de Wounded Knee, los indígenas se pusieron de pie”.

Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:

Garcinia Cambogia Is The Easiest Weight Loss Solution


Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)

Declaración de Guerra contra los Explotadores de la Espiritualidad Lakota

Declaración de Guerra contra los Explotadores de la Espiritualidad Lakota
_____________________________________________________________________________________

Documento original presentado y adoptado el 10 de junio de 1993 en la V Cumbre Lakota,
reunión internacional de las Naciones Lakota, Dakota y Nakota de EUA y Canadá.
(Traducción de Cheryl Harleston)

Puesto que nosotros convocamos a una serie de foros sobre el abuso y la explotación de la espiritualidad Lakota; y

Puesto que nosotros representamos a los líderes espirituales tradicionales, a los ancianos tradicionales y a los defensores populares reconocidos por la Nación Lakota; y

Puesto que desde hace demasiado tiempo hemos sufrido la incalificable atrocidad de ver nuestras más preciadas ceremonias y prácticas espirituales Lakota profanadas, convertidas en burla y abusadas por “indios” no indios, buhoneros, practicantes de cultos, acaparadores comerciales y shamanes autodesignados de la “Nueva Era” y sus seguidores; y

Puesto que vemos con horror e indignación que esta vergonzosa expropiación de nuestras tradiciones sagradas Lakota ha alcanzado proporciones epidémicas; y

Puesto que nuestra preciada Pipa Sagrada está siendo profanada por la venta de pipas de catlinita en bazares, powwows y tiendas de la “Nueva Era”; y

Puesto que se han formado asociaciones pseudo-religiosas con el fin de cobrar dinero a la gente por entrar a falsos “inipis” y talleres de “búsqueda de visión”; y

Puesto que se están practicando “danzas del sol” sacrílegas para personas no indias, conducidas por charlatanes y líderes de cultos que promueven las imitaciones abominables y obscenas de nuestros sagrados ritos de la Danza del Sol Lakota; y

Puesto que personas no indias se han organizado dentro de “tribus” de imitación, asignándose nombres indios inventados para facilitar la expropiación y comercialización al mayoreo de nuestra tradición Lakota; y

Puesto que han surgido discípulos académicos en las universidades que institucionalizan la imitación sacrílega de nuestras prácticas espirituales por parte de estudiantes e instructores, bajo el disfraz de “programas educativos de shamanismo”; y

Puesto que charlatanes no indios están vendiendo libros que promueven la colonización sistemática de nuestra espiritualidad Lakota; y

Puesto que las industrias de la televisión y del cine continúan saturando los medios de entretenimiento con representaciones vulgares, sensacionalistas y totalmente distorsionadas de la espiritualidad y la cultura Lakota, reforzando que el público se forme estereotipos negativos de la gente india, dañando la autoestima de nuestros hijos; y

Puesto que individuos y grupos involucrados en el “Movimiento de la Nueva Era”, en el “Movimiento Masculino”, en cultos de “neopaganismo” y en talleres de “shamanismo” han explotado las tradiciones espirituales de nuestra gente Lakota, imitando nuestras costumbres ceremoniales y combinando dichos rituales de imitación con prácticas ocultas no indias, en una mezcolanza pseudo-religiosa ofensiva y dañina; y

Puesto que las absurdas poses públicas de este escandaloso surtido de charlatanes pseudo-indios, seguidores de cultos, acaparadores comerciales y shamanes de la “Nueva Era” representa un obstáculo grave en la lucha de la gente tradicional Lakota por una adecuada apreciación pública de las necesidades políticas, legales y espirituales legítimas de los verdaderos Lakota; y

Puesto que esta explotación exponencial de nuestras tradiciones espirituales Lakota requiere que tomemos acción inmediata a fin de defender nuestra muy preciada espiritualidad Lakota en contra de más contaminación, profanación y abuso;

Por lo tanto, hemos resuelto lo siguiente:

1. Mediante este acto y en lo sucesivo declaramos la guerra contra toda persona que persista en explotar, abusar y representar fraudulentamente las sagradas tradiciones y prácticas espirituales de nuestra gente Lakota, Dakota y Nakota.

2. Hacemos un llamado a todos nuestros hermanos Lakota, Dakota y Nakota a oponerse activa y verbalmente a esta alarmante toma y destrucción sistemática de nuestras tradiciones sagradas.

3. Exhortamos a nuestra gente a coordinarse con los miembros de las tribus en todas partes a fin de identificar casos en los que nuestras tradiciones sagradas estén siendo abusadas, para luego resistirse a tal abuso, utilizando para ello cualquier táctica específica que sea necesaria —manifestaciones, boicots, conferencias de prensa y actos de intervención directa.

4. Exhortamos particularmente a toda nuestra gente Lakota, Dakota y Nakota a tomar acciones para impedir que nuestra propia gente facilite y contribuya al abuso de nuestras ceremonias sagradas y prácticas espirituales a manos de personas ajenas. Como todos sabemos, existen algunos entre nuestra propia gente que están prostituyendo nuestras costumbres espirituales para provecho propio, sin respetar el bienestar espiritual de la gente en su conjunto.

5. Sostenemos la postura de cero tolerancia hacia cualquier “shaman del hombre blanco” que surja de nuestras comunidades para “autorizar” la expropiación de nuestras costumbres ceremoniales a manos de personas no indias. Todos estos “shamanes plásticos” son enemigos de la gente Lakota, Dakota y Nakota.

6. Exhortamos a la gente tradicional, a los líderes tribales y a los consejos gobernantes de todas las otras naciones indias a unirse a nosotros para exigir el fin inmediato de esta explotación desenfrenada de nuestras respectivas tradiciones sagradas indias mediante la denuncia de tales abusos, pues no sólo las prácticas espirituales del pueblo Lakota, Dakota y Nakota están siendo violadas sistemáticamente por personas no-indias.

7. Exhortamos a todos nuestros hermanos indios a actuar con decisión y osadía en nuestra actual campaña para terminar con la destrucción de nuestras tradiciones sagradas, manteniendo en mente nuestro más alto deber como pueblo indio: preservar la pureza de nuestras preciadas tradiciones para las generaciones futuras, a fin de que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos sobrevivan y prosperen en la manera sagrada concebida por nuestro Creador para cada uno de nuestros respectivos pueblos.

Wilmer Stampede Mesteth, Oglala Lakota. Líder Espiritual Tradicional e Instructor de Cultura Lakota; Universidad Oglala Lakota, Pine Ridge, Dakota del Sur.

Darrell Standing Elk, Sicangu Lakota. Presidente del Centro para el Espíritu, San Francisco, California y Pine Ridge, Dakota del Sur.

Phyllis Swift Hawk, Kul Wicasa Lakota. Tiospaye Wounspe Waokiye, Wanblee, Dakota del Sur.

Buhoneros del espiritualismo

Buhoneros del espiritualismo
La ascensión del hechicero de plástico
Ward Churchill

Los últimos veinte años han visto en Estados Unidos el nacimiento de una nueva industria de rápido crecimiento. Conocida como espiritualismo del indio americano, esta lucrativa empresa comenzó aparentemente con unas cuantas mistificaciones literarias perpetradas por no-indígenas tales como Carlos Castaneda, Jay Marks (por otro nombre “Jamake Highwater”, autor de The Primal Mind, etcétera), Ruth Beebe Hill (quien alcanzó notoriedad con Hanta Yo) y Lynn Andrews (Medicine Woman, Jaguar Woman, Chrystal Woman, Spirit Woma,). Unos pocos indios como Alonzo Blacksmith (alias “Chunksa Yuha”, el “legitimador indígena” de Hanta Yo), jefe Zorro Rojo (Memoirs of Chief Red Fox) y Hyemeyosths Storm (Seven Arrows), también se han apuntado al negocio escribiendo sobre la espiritualidad indígena groseras distorsiones y mentiras a secas para el consumo del gran mercado. Semejantes escribidores se enriquecen menudeando sus bazofias mientras que los indios auténticos se mueren de hambre, olvidados por todo el mundo.
Esta situación ha sido larga y duramente combatida por académicos indígenas tan legitimados como Vine Deloria Jr. y Bea Medicine y por activistas como Russell Means (líder del American Indian Movement, AIM), Hank Adams (director de Survival of American Indians Inc., SAIL) y el finado Gerald Wilkenson (jefe del National Indian Youth Council, NIYC). A pesar de ello, la lista de libros postizos alardeando alternativamente de “desenmascarar” o de “enseñar los significados profundos de la espiritualidad india”, continúa creciendo pues las casas editoras ven en ellos una mina de oro inagotable. Últimamente, inclusive, editoras académicas como la University of Chicago Press se han apuntado a la farsa generando travestismos como Mother Earth: An American Story, de Sam Gill, profesor de la Universidad de Colorado.
La perseverancia del americano medio en comprar tales disparates, ha hecho que Deloria afirme que “los blancos de este país están tan alienados en sus propias vidas y tan hambrientos por cualquier suerte de vida real que se agarran a un clavo ardiendo para salvarse. Sin embargo, la sociedad altamente tecnificada les ha vuelto adictos al chute instantáneo (“quick fix”). Prefieren una espiritualidad empaquetada de tal forma que les proporcione una iluminación inmediata, mejor cuanto más sensacional y absurda. Pagarán sus buenos dólares a todo aquel lo suficientemente deshonesto como para ofrecerles la salvación espiritual tras la lectura del libro correcto o tras la devota feligresía a la correcta ceremonia de cuarto de hora. Por ello, están a merced de cualquier buscón. Patético”.
Oren Lyons, líder tradicional de la nación Onondaga, concuerda con Deloria pero sostiene que el problema es mucho más profundo: “los no-indígenas, están tan malacostumbrados a todo este bululú de mentirosos e impostores que, cuando un indio de verdad les ofrece sus útiles consejos, lo rechazan. A estos alienígenas expertos en religión india, no les parece lo bastante ‘indio’. Por tanto, no es sólo degradante para el pueblo indio sino una mistificación absoluta de estos expertos instantáneos que creen haber encontrado todas las respuestas antes incluso de escuchar las preguntas”.
“La cuestión de fondo –continúa Lyons– es que hoy necesitamos más respeto intercultural que en cualquier otro momento de la historia humana. Contra la comunicación y el respeto, no hay obstáculo más rápido y efectivo que la frustración y la desilusión de una parte hacia la otra. Hoy tenemos problemas muy reales, problemas tremendos, problemas que amenazan la supervivencia del planeta. Indios y no-indios tienen que afrontar juntos estos problemas; esto significa que debemos tener un diálogo transparente. Pero un diálogo así es imposible mientras los no-indios sigan engañados en cosas tan elementales como la espiritualidad india”.
Ya sería bastante desastre si las realidades del indio norteamericano estuvieran distorsionadas sólo por libros y películas. Desde 1970, ha habido también un rápido incremento en el número de individuos que intentan vender “sabiduría india” de la manera más utilitaria posible. Siguiendo el ejemplo de personas como Yogi Ramacharaka y de Maharaji Ji –quienes han levantado lucrativos imperios comercializando sucedáneos del misticismo de Asia Oriental–, estos nuevos empresarios comenzaron vendiendo “ceremonias indígenas” por un plato de lentejas.
Janet McCloud, veterana activista por los derechos de pesca y sabia de la nación Nisqually, añade: “al principio, llegaron para apoderarse de nuestras tierras y de nuestras aguas; después, de nuestros peces y de nuestra cacería. Luego, quisieron nuestros recursos minerales y, para conseguirlos, intentaron hacerse con nuestros gobiernos. Ahora, también quieren nuestras religiones. De repente, nos encontramos con un montón de idiotas sin escrúpulos zascandileando y proclamando que son brujos y sacerdotes. Por 50 dólares, mercachiflean a cualquiera una ceremonia de temascal (sweat lodge, sauna amerindia). No es sólo erróneo: es obsceno. Los indios no venden su espiritualidad a cualquiera y a cualquier precio. Estamos ante la continuación de una muy larga serie de latrocinios a los pueblos indios y, en algunos aspectos, éste es el peor de los ya conocidos”.
McCloud se muestra desdeñosa para con los innumerables individuos no-indios que se dedican profesionalmente a estas prácticas: “Estas gentes corren a las Reservas como si estuvieran perdidas y desesperadas, algo realmente patético. Entonces, algún sabio se apiada de ellos y, ¿cómo gratifican su generosidad?. Después de pasar un cuarto de hora con un líder espiritual, ya se consideran a sí mismos como sacerdotes ‘certificados’ y corren enloquecidos a ‘sembrar la Palabra’ –honorarios mediante. Incluso, algunos de ellos se autoproclaman ‘representantes espirituales oficiales’ de varios pueblos indios. Estoy hablando de gentes como Dyhani Ywahoo y Lynn Andrews. Resulta absolutamente repugnante”.
Pero su íntimo y último desprecio lo reserva para aquellos indios que se han acostumbrado a malbaratar su herencia al mejor postor: “También hay indios que hacen estas cosas; tenemos nuestros Sun Bears y nuestros Wallace Black Elks y otros que venderían a su propia madre por un dinero rápido. Lo que conchabean no es suyo y ellos lo saben. Son ladrones y manirrotos y también lo saben. Por ello, jamás les verás entre indios. Cuando nos reunimos en las asambleas tradicionales, jamás verás aparecer a los Sun Bears y tipos semejantes”.
Thomas Banyacya, líder espiritual de los Hopi, opina que “estas gentes no saben nada de aquello en lo que se dicen expertos. De cara a los Blancos, se proclaman ‘mensajeros’. Pero, ¿de quiénes? No son mensajeros del pueblo indio. Yo sí lo soy y no cobro por mis ceremonias”.
Algunos de los feriantes más sofisticados, tales como Sun Bear, han argumentado que las críticas de McCloud y Banyacya están equivocadas. Sun Bear sostiene que las ceremonias y la “sabiduría” que él vende de puerta en puerta no son verdaderamente indias sino que están “basadas en” tradiciones indias. Sin embargo, su literatura promocional se refiere a la “sabiduría espiritual indígeno-americana” y ofrece ceremonias como la del temascal a 50 dólares la sesión y “búsquedas de la visión” por 150 dólares.
“¿Desde cuándo no es ceremonia india la del temascal? –se pregunta Russell Means, un decidido crítico de Sun Bear y de sus colegas. No es que esté basada en una ceremonia india: es una ceremonia india. Al igual que su llamada búsqueda de la visión, la pipa, su uso de la pipa, de la Salvia y todo lo demás. Sun Bear es un farsante, lo mismo que quienes hacen lo mismo que él. Todos ellos saben de sobra que les compran sus productos por la imagen de ‘indianidad’ que proyectan. Y lo menos indio de sus ceremonias es que están personalmente prostituyéndolo todo al convertirlo en una chalanería para hacer dinero”.
Quéjase también Sun Bear de que las críticas a sus actividades están infundadas y vanagloriase de haber cocinado un estofado espiritual a partir de variopintas tradiciones; en efecto, su rueda medicinal es Shosoni mientras que sus hierbas y otros remedios terapéuticos proceden de numerosos pueblos, a la vez que muchas de sus otras ceremonias son Lakota –en su origen. No menos presume de haber construido su propia tribu de la cual se ha autoexaltado como medicine chief. Huelga añadir que la membresía de esta curiosa nueva entidad (compuesta casi exclusivamente por euroamericanos) va acompañada por una ostentosa etiqueta con el precio incorporado. La idea ha prendido entre los buhoneros de lo espiritual como puede comprobarse en Florida con la formación de similares grupos con tarifa incluida, encabezados por un no-indio que se hace llamar Chief Piercing Eyes (jefe Ojos Penetrantes).
“Este es exactamente el problema –dice Nilak Butler, un activista Inuit que trabaja en San Francisco–; cuando hay indios cerca, Sun Bear dice que no está revelando ningún secreto indio. El resto del tiempo, si hemos de creerle, se convierte en “el más indio de la banda”. En cualquier caso, siempre está echando su discurso. Pero, veamos, si tuviera alguna razón en su cantinela, no hubiera tenido que inventarse “nuevas tribus” ni autonombrarse cacique de la indiada y recaudador de tributos: hubiera sido líder de su propio pueblo”.
Según Rick Williams, un Cheyenne/Lakota que trabaja en la Universidad de Colorado, “Sun Bear no es reconocido por su propio pueblo, los Chippewa, como Jefe (espiritual ó lo que sea). No está cualificado. El aprendizaje para convertirse en la clase de líder espiritual que Sun Bear pretende ser lleva toda una vida y él nunca lo comenzó siquiera. Es simplemente un hombre que, durante 25 años, no ha estado en la Reserva White Earth; que pretende ser lo que no es, que vive para su ego y que se gana la vida enredando a un montón de gente sincera pero bastante estúpida. En muchas facetas, te recuerda a individuos tipo Jimmy Swaggart ó Pat Robertson, –pero con menor aliento”.
“Y otra cosa –añade Williams–, Sun Bear no ha formado una nueva tribu. Nadie puede formar una nueva tribu. Lo que ha hecho es comenzar un culto. Y ese culto que ha comenzado está jugando con cosas muy poderosas, como la pipa. Eso es no sólo estúpido y maligno: es peligroso”.
El peligro al que se refiere Williams tiene que ver con el mismísimo poder que hace a la espiritualidad india tan atractiva para los no-indios. Según Matthew King, anciano líder espiritual entre los Oglala Lakota, “cada parte de nuestra religión tiene su poder y su cometido. Cada pueblo tiene su propio camino. No puedes mezclarlos porque cada camino tiene su propio equilibrio. Destruir este equilibrio es grosero y muy peligroso. Por ello, está prohibido”.
“Existen muchas prohibiciones en nuestra religión –continúa King–; están prohibidas las muestras de irrespeto, los actos que desequilibran el poder. Todo ello debe ser aprendido y aprender es muy difícil. Por eso hay muy pocos auténticos medicine men entre nosotros, porque sólo unos pocos son los escogidos. Para alguien que no haya aprendido como se mantiene nuestro equilibrio, pretender erigirse en sacerdote es muy, muy peligroso. Es un zafio irrespeto hacia los poderes y puede dañar gravemente a quien lo intente, a sus pretendidos alumnos, a la naturaleza, a todo. Es extremadamente pernicioso…”
Por las razones antes citadas, el Circle of Elders of the Indigenous Nations of North America, órgano representativo del liderazgo indígena tradicional de este continente, solicitó al American Indian Movement (AIM) que se aplicara a detener las actividades de aquellos descritos como “brujos de plástico” (plastic medicine men). Este término –posiblemente sexista–, describe a aquellos individuos de ambos sexos empeñados en la comercialización de la espiritualidad indígena. En su National Leadership Conference de 1984, el AIM aprobó una resolución según la cual se comprometía a llevar a cabo la voluntad de los ancianos. En esta resolución se mencionaba expresamente a “Sun Bear y su llamada Bear Tribe Medicine Society” y también a “Wallace Black Elk y [la ya fallecida] Grace Spotted Eagle, de Denver, Colorado” así como a Cyfus McDonald, Brooke Medicine Eagle (citado como “Ego” en la resolución), Osheana Fast Wolf y una corporación titulada Vision Quest. Después, se han añadido a la lista nombres como los de Dyani Ywahoo, Rolling Thunder y Beautiful Painted Arrow.
Como Russell Means señaló en su ocasión: “esta gente ha insistido en convertirse en parias dentro de sus propias comunidades y tienen que pechar con las consecuencias. Por lo que se refiere a los blancos que piensan que es guay, chupi, chachi, chévere o diver engancharse a los brujos de plástico, subsidiarles y promocionarles, y encima regañarte y creer que tienen alguna especie de ‘derecho’ fundamental para profanar nuestras tradiciones espirituales, tengo que darles una noticia: ustedes no tienen ese derecho. Nuestras religiones son nuestras. Así de fácil. Nos asisten muy serias razones para guardar como íntimas ciertas cosas, tanto si las entienden como si no. Nos asisten todos los derechos humanos para denegárselas, les guste ó no”.
“Usted puede respetar nuestros derechos elementales ó no respetarlos –prosigue Means– si los respeta, usted es un aliado y estamos encantados de estrecharle la mano, en ésta y en cualquier otra ocasión. Si no los respeta, en el mejor de los casos usted es un ladrón. Más aún, usted es un ladrón de la clase de los que conscientemente y por su propio interés se arriesgan a minar nuestro sentido de la integridad de nuestras culturas. Ello significa que usted es cómplice del proceso de genocidio cultural –del intento de genocidio cultural– orquestado contra el pueblo indio americano. Ello hace de usted, por lo menos, un enemigo. Créame: estamos preparados para tratar con usted en esa calidad”.
Casi enseguida, el capítulo de Colorado del AIM, se enfrentó a Sun Bear en medio de unos ejercicios espirituales –a 500 dólares per capita– que tuvieron lugar cerca del montañoso pueblo de Granby. Aquella acción provocó en el habitualmente pausado NIYC el siguiente comunicado: “el National Indian Youth Council respalda totalmente sus esfuerzos para denunciar, impedir y expulsar de Colorado al Medicine Wheel Gathering… Desde hace tiempo, nos hemos cansado de considerar a la Bear Tribe Medicine Society como repugnante pero inocua para el pueblo indio. Ahora estamos seguros de que no sólo llenan sus bolsillos, sino que nos causan un gravísimo perjuicio. Nada de lo que hagan en su contra será suficiente”.
La contestación del AIM de Colorado y el rotundo apoyo indígena que suscitó, consiguieron que Sun Bear perdiera buena parte de sus ingresos en aquél estado.
Desde entonces, el AIM ha tomado sólida y consistentemente partido por el tradicionalismo indígena, atacando en público a Sun Bear y otros de su calaña e incluso impidiendo por la fuerza sus actividades en lugares tan diversos como Denver y Atlanta. Todos aquellos que quieran ayudarles en su empeño deben hacerlo denunciando a los hechiceros de plástico allá dónde éstos aparezcan, organizando sabotajes activos de sus convocatorias y exigiendo a las librerías locales que cesen de exhibir las obras no sólo de Sun Bear y su compinche no-indio Wabun, sino también las de charlatanes como Castaneda, Jamake Highwater, Lynn Andrews y Hyemeyohsts Storm. Use su imaginación para hacer un buen trabajo y hágalo firme y seguro. Recuerde que Sun Bear y compañía se apoyan cada vez más en grupos de apoyo no-indios tales como las policías locales buscando en ellas protección contra esas interferencias indias que atentan contra sus desautorizados saldos de la espiritualidad india.

El autor es indígena keetoowah cherokee; profesor de American Indian Studies en la Universidad de Colorado/Boulder, EU. Desde 1980, ha sido miembro del American Indian Movement y fue portavoz nacional del Comité de Defensa de Leonard Peltier. Entre sus 17 libros publicados hasta la fecha (1999), destacan: Fantasies of the Master Race: Literature, Cinema and the Colonization of American Indians (2a. ed., 1998) y Struggle for the Land: Native North American Resistance to Genocide, Ecocide and Colonization (2a. ed., 1999)

Traducción de “Spiritual Huksterism. Not For Sale. The Rise of the Plastic Medicine Men”, en Z Magazine, diciembre 1990; reeditado en Indigenous Tought, s.n., junio de 1991, páginas 37A-38A y en Churchill, W., Fantasies of the Master Race: Literature, Cinema and Colonization of American Indians, Common Courage Press, Monroe, EU, 1992.
Traducción de Antonio Pérez. Traducción y publicación permitida expresamente por el autor, Ward Churchill.

DIEZ MANDAMIENTOS INDÍGENA (para wanabbes)

DIEZ MANDAMIENTOS INDÍGENA

1. Mantente siempre en comunión con el Gran Espíritu.

2. Manifiesta un profundo respeto por tus semejantes.

3. Trata con respeto a la Madre Tierra y a todo lo que forma parte de ella.

4. Trabaja unido a otros en beneficio de la humanidad.

5. Brinda ayuda y amabilidad donde quiera que ésta se necesite.

6. Haz aquello que sepas es lo debido.

7. Cuida de tu bienestar físico y espiritual.

8. Dedica parte de tus esfuerzos al bien común.

9. Se siempre veraz y honesto.

10. Asume completa responsabilidad por tus actos.

1 285 286 287 288 289 421