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Chamanismo

El chamanismo no es, propiamente hablando, una religión, sino un conjunto de métodos extáticos y terapéuticos ordenados para obtener el contacto con el universo paralelo, aunque invisible, de los espíritus y el apoyo de estos últimos en la gestación de los asuntos humanos. Aunque se manifiesta prácticamente en las religiones de todos los continentes y en todos los niveles culturales, el chamanismo ha hecho de Asia central y septentrional su patria adoptiva. Después de constatar que el chamanismo auténtico floreció en Asia central y septentrional (pueblos turco-mongoles, himalayos, ugrofineses y árticos), la mayor parte de los especialistas están de acuerdo en incluir en el área del chamanismo a Corea y Japón, a Indochina y a América del norte y del sur. El termino chaman es de origen tunguso, y significa , .

Entre los pueblos de cazadores y pescadores de la Siberia septentrional, por ejemplo, el chaman tiene una función clánica, local o sin base local. En el sur agrícola, la institución del chamanismo es más compleja y el estatuto del chamán varía de acuerdo con sus poderes personales. El chamanismo siberiano, incluso cuando hereda su función del padre, debe someterse a una iniciación individual, con componentes en parte tradicionales (transmisión de conocimientos) y en parte sobrenaturales (obtención de auxiliares entre los espíritus). Visitado por los espíritus, el chamán contrae en un primer momento la enfermedad psíquica, que no desaparece hasta que, atravesado el territorio desértico de la muerte y volviendo a la vida, aprende a manipular a sus visitantes para efectuar viajes extáticos, la mayor parte de las veces con fines curativos. En las sesiones, el chamán utiliza una serie de objetos que simboliza sus facultades particulares y le ayudan a ponerse en camino hacia el país de los espíritus: el tambor fabricado de la madera de un árbol que simboliza el árbol cósmico, la cofia, el vestido que asocia a su dueño con los espíritus y que al mismo tiempo evoca un esqueleto, simbolizando de ese modo la muerte y la resurrección iniciática. Durante la sesión, el chamán invoca a sus auxiliares, después, en estado de trance (que no va asociado necesariamente al consumo de alucinógenos o productos tóxicos), viaja al país de los espíritus. En Siberia central y oriental, el chamán es poseído a menudo por los espíritus, que hablan a través de él.

Bibliografía, Eliade M. y Couliano I.P., Diccionario de las religiones, Ed. Paidós Orientalia.