juan tul y la ardilla

JUAN TUL Y LA ARDILLA

Ilustración por Jorge Luna

Cierta vez el conejo Juan Tul sostenía con las manos el techo de una cueva. Pasó la ardilla, se detuvo y al verlo en tal apuro le dijo:

—¿Qué haces Juan Tul?

—Ya lo ves, sostengo el techo de esta cueva.

—¿Estarás cansado?

—Mucho.

—Si quieres yo te ayudaré.

—Me harás un favor porque te digo que ya no puedo más.

    La ardilla tomó el lugar de Juan Tul y allí se estuvo horas de horas hasta que cayó en la cuenta de que se trataba de una broma. Bajó las manos y salió de la cueva.

    A los pocos día encontró a Juan Tul y le dijo:

—Me engañaste con eso de la cueva.

    Juan Tul, haciéndose el sorprendido, le contestó:

—Jamás he estado en la cueva que dices. Llevo meses en este zacatal. Por cierto, estoy que me muero de cansancio. ¿Por qué no me das una mano?

—Con mucho gusto— respondió la ardilla

    Juan Tul le echó encima los hatos más grandes de zacate y escapó. La ardilla se rindió bajo el peso y como pudo se escurrió y luego pensó: “Otra vez me engañó Juan Tul”.

    En un camino volvió a encontrar a Juan Tul y le dijo:

—Ya no me engañarás más, Juan Tul. Con este bejuco te voy a dar una paliza.

—¡Qué cosas dices! Desde niño vivo junto a este árbol. Jamás me he alejado de él. No sé, la verdad, no sé de qué me hablas.

—De todas maneras te tengo que castigar.

—¿Y por castigarme así, vas a despreciar las piñuelas que están allí?

—¿Dónde?

—¿No las ves, tonta? ¡Allí, a la orilla del camino!

    Y mientras la ardilla buscaba las piñuelas, Juan Tul desapareció.

    Una tarde, la ardilla tropezó con Juan Tul y le dijo:

—Oye, Juan Tul…

—Yo no soy Juan Tul. Yo acabo de salir del bosque que está del otro lado del camino.

—Entonces ¿me darás un poco de agua? ¡Vengo sedienta de tanto correr!

—¡Claro que sí! Aquí tienes mi calabazo lleno de agua. Bebe hasta la última gota, si quieres.

    Sedienta como estaba, la ardilla bebió de golpe todo el contenido del calabazo y cuando tomó aliento cayó de bruces. Lo que había tomado era aguardiente. Entonces Juan Tul, muerto de risa, le dijo:

—Vieja borracha, ahora alcánzame si puedes. Y echó a correr.

Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo Yucatán de Ermilo Abreu Gómez. Editado por el Fondo de Cultura Económica, México.

como la sabiduria se esparcio por el mundo

Cómo la sabiduría se esparció por el mundo
[Cuento Anónimo, tradición oral africana.]

En Taubilandia vivía en tiempos remotos, remotísimos, un hombre que poseía toda la sabiduría del mundo. Se llamaba este hombre Padre Ananzi, y la fama de su sabiduría se había extendido por todo el país, hasta los más apartados rincones, y así sucedía que de todos los ámbitos acudían a visitarlo las gentes para pedirle consejo y aprender de él.

Pero he aquí que aquellas gentes se comportaron indebidamente y Ananzi se enfadó con ellos. Entonces pensó en la manera de castigarlos.

Tras largas y profundas meditaciones decidió privarles de la sabiduría, escondiéndola en un lugar tan hondo e insospechado que nadie pudiera encontrarla.

Pero él ya había prodigado sus consejos y ellos contenían parte de la sabiduría que, ante todo, debía recuperar. Y lo consiguió; al menos así lo pensaba nuestro Ananzi.

Ahora debía buscar un lugarcito donde esconder el cacharro de la sabiduría; y, sí, también él sabía un lugar. Y se dispuso a llevar hasta allí su preciado tesoro.

Pero… Padre Ananzi tenía un hijo que tampoco tenía un pelo de tonto; se llamaba Kweku Tsjin. Y cuando éste vio a su padre andar tan misteriosamente y con tanta cautela de un lado a otro con su pote, pensó para sus adentros:

-¡Cosa de gran importancia debe ser ésa!

Y como listo que era, se puso ojo avizor, para vigilar lo que Padre Ananzi se proponía.

Como suponía, lo oyó muy temprano por la mañana, cuando se levantaba. Kweku prestó mucha atención a todo cuanto su padre hacía, sin que éste lo advirtiera. Y cuando poco después Ananzi se alejaba rápida y sigilosamente, saltó de un brinco de la cama y se dispuso a seguir a su padre por donde quiera que éste fuese, con la precaución de que no se diera cuenta de ello.

Kweku vio pronto que Ananzi llevaba una gran jarra, y le aguijoneaba la curiosidad de saber lo que en ella había.

Ananzi atravesó el poblado; era tan de mañana que todo el mundo dormía aún; luego se internó profundamente en el bosque.

Cuando llegó a un macizo de palmeras altas como el cielo, buscó la más esbelta de todas y empezó a trepar con la jarra o pote de la sabiduría pendiendo de un cordel que llevaba atado por la parte delantera del cuello.

Indudablemente, quería esconder el Jarro de la Sabiduría en lo más alto de la copa del árbol, donde seguramente ningún mortal había de acudir a buscarlo… Pero era difícil y pesada la ascensión; con todo, seguía trepando y mirando hacia abajo. No obstante la altura, no se asustó, sino que seguía sube que te sube.

El jarro que contenía toda la sabiduría del mundo oscilaba de un lado a otro, ya a derecha ya a izquierda, igual que un péndulo, y otras veces entre su pecho y el tronco del árbol. ¡La subida era ardua, pero Ananzi era muy tozudo! No cesó de trepar hasta que Kweku Tsjin, que desde su puesto de observatorio se moría de curiosidad, ya no lo podía distinguir.

-Padre -le gritó- ¿por qué no llevas colgado de la espalda ese jarro preciado? ¡Tal como te lo propones, la ascensión a la más alta copa te será empresa difícil y arriesgada!

Apenas había oído Ananzi estas palabras, se inclinó para mirar a la tierra que tenía a sus pies.

-Escucha -gritó a todo pulmón- yo creía haber metido toda la sabiduría del mundo en este jarro, y ahora descubro, de repente, que mi propio hijo me da lección de sabiduría. Yo no me había percatado de la mejor manera de subir este jarro sin incidente y con relativa comodidad hasta la copa de este árbol. Pero mi hijito ha sabido lo bastante para decírmelo.

Su decepción era tan grande que, con todas sus fuerzas, tiró el Jarro de la Sabiduría todo lo lejos que pudo. El jarro chocó contra una piedra y se rompió en mil pedazos.

Y como es de suponer, toda la sabiduría del mundo que allí dentro estaba encerrada se derramó, esparciéndose por todos los ámbitos de la tierra.

FIN

el tlacuache

Memoria y tradición indígenas

La tradición oral es una de las vías a través de las que se conserva viva la memoria de las comunidades humanas. En México la riqueza cultural indígena se preserva en buena medida en los relatos que, transmitidos de generación en generación, exponen asuntos y personajes que hablan de la vida y creencias características de la cosmovisión indígena mesoamericana. Uno de los aspectos importantes de la cultura tradicional indígena es el que trata los mitos de animales. En muchos relatos indígenas los animales juegan un papel fundamental porque asumen actitudes humanas y habilidades sobrenaturales que los emparentan con el mundo de la divinidad.

En varios casos, los animales sirven como intermediarios entre los hombres y los dioses. Entre la diversidad de animales que participan de los mitos y cuentos tradicionales indígenas, el tlacuache tiene un papel protagónico. En la actualidad, este animal es un personaje popular en los cuentos y relatos indígenas y lo ha sido por siglos. Desde los remotos tiempos del pasado prehispánico, el tlacuache ha vivido cerca del ser humano y sus características y costumbres reales o imaginarias lo convirtieron en héroe mitológico de prácticamente todas las culturas mesoamericanas.

¿Qué son los tlacuaches?

Los tlacuaches, también conocidos como churchas, zarigüeyas, cuicas, catitas, zorras mochileras, llacas, coyopollines, comadrejas overas y mucuras, entre otros nombres, son marsupiales americanos cuyos más lejanos antepasados quedaron aislados en América del Sur cuando ésta, separada de África, formó una inmensa isla. Así los tlacuaches se extendieron desde la Pampa argentina hasta Norteamérica. El tlacuache es un animalito de pelo corto color gris que llega a medir hasta 45 centímetros de largo sin considerar la cola. Tiene el hocico puntiagudo, las orejas cortas y redondas, las patas cortas en relación con el cuerpo y una cola larga que le sirve para colgarse y para coger cosas y transportarlas.
Una de las peculiaridades de estos animales es que fingen estar muertos (se quedan inmóviles con los ojos vidriosos y la lengua de fuera) como estrategia de subsistencia frente a los enemigos. Y cuando están asustados emanan un penetrante olor a ajo para ahuyentar a sus perseguidores. Los tlacuaches comen casi de todo: pequeños mamíferos, aves, huevos, anfibios, culebras, frutos, tubérculos. Son hábiles trepadores y burladores de obstáculos, y cuando habitan cerca del ser humano roban a éste los granos que tiene almacenados en sementeras y trojes. También se beben el jugo azucarado del aguamiel de los magueyes abiertos por los campesinos y se comen a las aves domésticas, por lo que es considerado una plaga cuando habita cerca de los gallineros.

El tlacuache, héroe de la mitología indígena antigua

El vestigio más antiguo que se ha encontrado de la representación de un tlacuache es la de una pequeña figurilla de barro encontrada en Tlapacoya, Estado de México, que se calcula que fue hecha hacia el año 1000 a. de N. E. Según se aprecia en las fuentes indígenas del pasado, la figura del tlacuache fue cargándose de símbolos muy variados. Sus imágenes en códices mesoamericanos lo vinculan al juego de pelota, al cruce de caminos, a la decapitación, a las ceremonias de año nuevo, a la Luna y al pulque.
En las imágenes que lo muestran luce mantos multicolores, tocados ricos, bastones de sonajas y se sienta en taburetes cubiertos con la piel del jaguar. Tampoco falta la representación del tlacuache entre las joyas mixtecas de oro encontradas en la Tumba 7 de Monte Albán. En los textos mayas, como el Popol vuh o el Chilam Balam de Tizimín, aparece el tlacuache como señor del crepúsculo matutino o como representación de los dioses que sostienen el cielo. Es un hecho verificable que para el periodo Clásico mesoamericano (600 – 900 d. de N.E.) este animalito había sido divinizado.

Este animalito fue un personaje importante en diversas tradiciones indígenas del pasado. El mito más importante y extendido del tlacuache, es el que relata las proezas del marsupial cuando robó el fuego a los seres celestes o a los habitantes del inframundo para dárselo a la humanidad. Según este relato, el tlacuache se acercó a una hoguera y encendió su cola, que a partir de entonces quedó pelada, o bien escondió la brasa en su bolsa de marsupial. De cualquier modo, en prácticamente todas las mitologías indígenas mexicanas se le presenta como un gran benefactor para los hombres.

El tlacuache, personaje vivo en la tradición indígena contemporánea

Actualmente, el tlacuache como personaje mitológico sigue vigente. Por ejemplo, una de las 18 veintenas o “meses” que dividen el año de los indígenas tzotiles recibe su nombre. Asimismo, los mayas creen que la basura algodonosa de las madrigueras de los tlacuaches puede mezclarse con pólvora para matar un venado fabuloso, que es de “puro aire” y que pertenece a San Jorge. En diversas comunidades puede encontrarse su efigie colgada en templos y hogares.

Además, en muchos cuentos y mitos indígenas tiene un lugar privilegiado. En éstos se le muestra como el jefe del mundo, el resistente a los golpes, el despedazado que resucita, el astuto que enfrenta el poder de los jaguares, el jefe de los ancianos consejeros, el civilizador y benefactor, el abuelo respetable y sabio. En la tradición popular el tlacuache es astuto, ladrón, borracho, fiestero, parrandero y lascivo. El mito de este animal también ha confluido con la tradición cristiana y algunas versiones lo ligan al nacimiento de Jesús: en este caso se dice que la Virgen y el Niño padecían frío, y el tlacuache robó el fuego para calentarlos.

En diversos cuentos populares, el tlacuache y el jaguar son los equivalentes regionales de la famosa pareja del conejo y el coyote. En estas narraciones el personaje débil pero astuto (tlacuache), burla la fuerza de su adversario, poderoso y cruel (jaguar). Uno de estos cuentos, en donde el célebre animal se libra de la amenaza de ser comido por un jaguar, es una de las narraciones tradicionales de la comunidad indígena Chamula, en el estado de Chiapas. A continuación te presentamos este relato, ¿cómo se sale con la suya nuestro pequeño personaje?

Cuento Chamula
El cuento tradicional del tlacuache y el tigre

Por Filoberto Guzmán Arcos

Había una vez en medio de la selva un tlacuache. Estaba encaramado en una mata de coconabe comiendo la fruta, cuando en un momento dado andaba paseando por ahí un tigre.
Al escuchar un ruidito alzó la vista y logró ver al tlacuache, y le hizo una pregunta:
—¿Qué andas haciendo en esa mata de coconabe?

El otro le respondió que estaba comiendo fruta.

El tigre volvió a preguntar:
—¿Qué es esa fruta?

A lo que le respondió:
—Son los coyoles

Entonces el tigre decidió comer uno también para saber si es sabroso el fruto.

Le pidió al tlacuache que aventara uno para que lo probara. Entonces como el tigre llevaba mucha hambre lo quiso tragar entero, pero no pudo, quedó trabado en su garganta, de allí se quedó privado hasta que se sacó la fruta. Cuando se recuperó empezó a perseguir al tlacuache para comérselo. Pero como el tlacuache andaba deteniendo una piedra para construir su casa, cuando llegó el tigre, éste le preguntó qué estaba haciendo. Entonces el tlacuache le pidió ayuda al tigre para que él pudiera ir a buscar unos palos. Pero de allí ya nunca volvió, entonces el tigre decidió soltar la piedra, pero como le había dicho que no fuera a soltarla porque se quedaría aplastado, no lo hizo, pero se había cansado, entonces la soltó y pegó un brinco pero la piedra siguió en su lugar.

Entonces el tigre se enfureció y persiguió al tlacuache hasta encontrarlo. Al fin el tigre encontró una galera en medio de un cañaveral, y allí estaba el tlacuache cruzado de piernas, tocando guitarra porque allí iba a realizarse una fiesta de boda. Entonces el tlacuache dijo al tigre que si quería tocar la guitarra, porque él iba a alcanzar al padre y a los que iban a contraer matrimonio. Pero le dijo que no dejara de tocarla y que no fuera a voltear la vista hasta que escuchara el primer cuetazo, y así lo hizo, cuando escuchó ese ruido volteó la vista, pero estaba rodeado de fuego, entonces dejó tirada la guitarra y se echó a correr saliendo todo chamuscado y muy molesto, iba con mucha decisión de encontrar al tlacuache y comerlo, por lo que se dedicó a perseguirlo.

Por fin llegó a una lagunita y casi en medio de ella se encontraba un árbol, entonces el tigre quiso tomar un poco de agua, cuando de pronto se dio cuenta que el tlacuache estaba allí, debajo del agua, entonces el tigre se puso a beber toda el agua, pero no pudo terminarla, se llenó mucho de tanta agua. Se acostó boca arriba, y se dio cuenta que arriba del árbol estaba trepado el tlacuache. Entonces el tigre le dijo que bajara de allí, pero el tlacuache no quiso. Entonces el tlacuache dijo que sí, pero que el tigre se lo tragara entero, y así lo hizo el tigre, se lo tragó vivo y entero. Al rato el tigre fue a arrojar, y ahí quedó tirado el tlacuache por un momento, y después le dijo al tigre:

—Te gané de nuevo.

Al volver la vista el tigre, vio cómo salió corriendo el tlacuache.

Fuente:
González Casasnova Henríquez, Pablo (compilador): Historias, Leyendas y cuentos de las comunidades de Chiapas.
México, UNAM / Universidad Autónoma de Chiapas, 1998.

López Austin, Alfredo: Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana.
México, Alianza Editorial Mexicana,1990 (Alianza estudios Antropología).

la abuela, el viejo y la educacion

La madre, la abuela, el viejo del pueblo y la educación

El viejo transmite sabiduría y cuentos como el del tío conejo y el coyote grande y tonto. El conejo al verse perseguido por éste, se mete en una cueva oscura. Al llegar el coyote lo toca y el conejo responde con voz fuerte y ronca: “¿ quién me toca la rodilla?” lo que hace que el coyote huya de inmediato. Así entran los viejos a educar. La abuela se pone a hablar de la experiencia de los otros: “el tío se casó y siempre estaba discutiendo. Tienes que hablar con tu hijo, con tu nuera, ya desunció su yunta y se fue al pueblo. El tío tiene un dolor por hacer corajes, por eso no hay que pelear. Si hay buen alimento, carne y buena comida se amargó con el coraje; con amor saben buenos el frijol y la tortilla. Hay que acordarnos del difunto Don Bichel, él se murió por tantos corajes”.

Por eso los niños van a buscar a los viejos, a las abuelas, a oír cuentos no violencia.

El abuelo dice una oración antes de empezar a hacer el surco:

“Que el Creador guíe mis pasos”.

Si hay un trabajo difícil se dice una oración. En las asambleas se empieza por sahumar, es parte del ritual ceremonial de nuestros pueblos. Si algo se hace mal es contra nosotros. Esta educación no la da la escuela. La educación debe ser integral. La primaria debe ser en nuestra lengua. “…ya no hables náhuatl te van a despreciar” decía mi abuela.

Mi madre me enseñó un valor: nadie te debe pegar, me dijo.
Escuelas, caminos, presas…
(Grabado de Alfredo Zalce)

Si hay maltrato en la casa, hay varazos en la escuela. Mi madre se peleaba con la maestra cuando nos trataba mal, decía que no tenía derecho a pegarles a los alumnos y si seguía iba a la Secretaría de Educación Pública para que la corrieran. Si tu mamá te quiere, no acepta que nadie te haga daño. También se daban otros casos distintos, como el del niño que acusó la maestra con el papá y él le pegó a Pedro, delante de los alumnos y de la maestra. Al niño hay que explicarle el valor de no dejarse. A mis hijos los llevo a las fiestas del pueblo, busco enseñarles a tener orgullo por su identidad. El Día de Muertos y de Todos los Santos, cuando vienen las almas mis hijos van allá a convivir con nuestros difuntos; el día 12 de diciembre, fiesta de mi pueblo, ellos también van allá importa que si van lo hagan porque quieren, no obligados por los padres. Los hijos le llevan la comida al papá que trabaja en el campo. La comunidad educa a toda la comunidad. Los niños salen de la escuela y la mamá los espera a comer. De diez a once de la mañana las mamás llevan tortillas y guisadito para que coman sus hijos bajo la sombra de los árboles. Los niños se sienten bien. Eso es fortalecer la autoestima. En Xalitla, Guerrero, los papás también llevan la comida a los niños. Si me pregunta cómo es mi pueblo, respondo: es el más bonito del mundo. Tiene un arroyito pequeño que pasa por la mitad del pueblo, cuenta con 3 mil habitantes, su población es flotante, se dedica a las artesanías y muchos trabajan en Estados Unidos.

El campo está abandonado, es muy pobre. Mi pueblo está en una zona muy árida, por el arroyito que pasa se ve verde.

A diez kilómetros está el Alto Balsas, que es el río grande de la región. Mi pueblo es un sobreviviente del desastre del gobierno. En 1990 se dio la defensa contra la inundación con que amenazaba el proyecto de una presa hidroeléctrica, 22 pueblos se opusieron; es la única lucha ganada en función del acuerdo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Ganamos porque nos movilizamos. Se formó el Consejo de Pueblos Nahoas del Alto Balsas, contra la inundación de la presa, con diez programas, y del cual yo formé parte. Se desarrolló un Plan Alternativo para el Desarrollo Autónomo del Alto Balsas, que incluye: educación, salud, producción agropecuaria, capacitación técnica permanente, y cultura, también se mandó a un muchacho a estudiar medicina a Cuba. Pero se necesita dinero para hacer más. La cultura no puede florecer en la nada, no es sólo espíritu. Hay en Totomixtlahuaca, en la Montaña Alta de Guerrero, una banda de música con niños ellos tocan con instrumentos de viento y tambores rotos; se llama la Banda de los Pelones, tienen una enorme sensibilidad y tocan bien, en seis meses aprenden a tocar un instrumento. Para que la música florezca se buscó apoyo con la Secretaría de Educación Pública, Conaculta, Museo de Culturas Populares. También está el caso de Nicolás de Jesús, pintor de Ameyaltepec, Guerrero, que ha expuesto su obra en Chicago, Italia y París. En Pahuetlán, Puebla, se trabaja la pintura en papel amate. Hay arte, lenguas y derechos indígenas que no se reducen a usos y costumbres. Los derechos se deben elevar a rango constitucional. No se trata de culturas subalternas de bajo calibre, sino alternas.

La desnutrición afecta la capacidad de aprendizaje; no obstante se da un aprendizaje excepcional en condiciones de miseria. No se trata de la educación para un grupo de retrasados mentales; hay padres de familia trilingües, los hijos aprenden en la escuela sólo el español. En Estados Unidos a diferencia de lo que pasa en México, sí se cultiva la enseñanza de la lengua materna como defensa de los migrantes indígenas. Aquí nos quieren ver a pie, con huaraches y taparrabos, hablando sólo nuestra lengua materna. Muchos viajamos por diferentes partes del mundo a través de las organizaciones internacionales. Cada año se reúnen en la ONU, en Ginebra, cerca de mil indígenas en el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas, que es un foro internacional permanente. No planteamos cerrarnos a otras culturas, ni al teléfono y a la Internet. La comunidad se va moldeando, queremos ser indios tecnologizados, quisiéramos usar las altas tecnologías en las montañas altas de Guerrero.

Marcelino, el ex diputado, la voz de los indígenas en foros internacionales, autor de libros y artículos publicados en diferentes revistas sobre la realidad de un mundo en el que habitan diez millones de mexicanos, los que piden condiciones para vivir dignamente, y se niegan, además, a que desaparezcan de nuestro planeta la riqueza de su pensamiento, de sus lenguas, de su arte, así como la de sus bosques, ríos y tierras, tradiciones, motivo por el cual, él y otros muchos dirigentes indígenas trabajan por el reconocimiento de sus derechos y una educación de calidad para sus pueblos.

Por eso viajaron los zapatistas de Chiapas hasta la ciudad de México, en marzo del 2001, para poner sobre la mesa del Congreso de la Unión sus sueños y demandas.

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Se dice que es un niño que murió sin ser bautizado o un niño malo que golpeó a su madre. Es muy pequeño, lleva un sombrero grande y llora como una criatura. Tiene una mano de hierro y otra de lana, cuando se acerca a alguien le pregunta si con cuál mano desea ser golpeado. Algunos dicen que, sin importar la elección, el duende golpeará siempre con la de hierro.
Otros, en cambio, aseguran que los desprevenidos eligen la de lana y que es ésta la que en realidad más duele.
Posee unos ojos muy malignos y dientes muy agudos. Suele aparecer a la hora de la siesta o en la noche en los cañadones o quebradas. Tiene predilección para con los niños de corta edad, aunque también golpea sin piedad a los mayores.
En la zona de los Valles Calchaquíes existen dos historias muy curiosas con respecto al duende:
Una cuenta que un arqueólogo, internándose en el cerro a horas de la siesta escuchó el llanto de un niño. Al acercarse vio un párvulo en cuclillas y con la cabeza gacha. Cuando le preguntó si qué le sucedía, el niño alzó su maligno rostro y mostrando sus agudísimos dientes al tiempo que sonreía, le dijo:

– Tatita, mírame los dientes…

El “gringo” salió corriendo tan veloz como las piernas le daban y nunca regresó.
La otra historia, narrada por Lucindo Mamaní, de Tafí del Valle, cuenta que se vió al duende conversando en un zanjón con un niño que estaba a su cuidado (actualmente un prominente médico). Al acercarse don Lucindo, el duende -llamado “enano del zanjón” por los lugareños salió huyendo.

cuentos sudamericanos

“Erase una vez en un lejano pueblo donde vivían tres señoritas que siempre en la noche esperaban a tres jóvenes para bailar y cenar, eso era lo que siempre hacían en las noches.

Los tres jóvenes que venían todas las noches no eran seres humanos, sino que eran tres animales de la zona: un puma, un zorro y un alcamire”.

El puma, el zorro y el alcamire.

Cecilia Churata Choque.

“Un día caminando por la madre tierra, extensa, fértil, bondadosa para con su pueblo, se le aparece una visión de un hombre indescriptible que lo dice: ¡Tú serás la mano que conduzca a este pueblo a su nuevo sendero, será transitorio. Luego volverán aquí, sembrarán la tierra, construirán sus hogares y esperarán plácidamente que la luz brillante de este moreno pueblo, palidezca con la llegada de la ambición blanca”.

El Nguillatün: Su inicio.

Alvaro Vargas Caripan

Presentación

En las culturas indígenas los relatos orales constituyen un elemento fundamental de transmisión de saberes, historias y un principio educativo, en el cual los niños y niñas se van integrando paulatinamente a las tradiciones de sus comunidades.

Estos relatos al ser transmitidos por la palabra adquieren connotaciones personales que caracterizan a cada narrador. En el caso de los niños y niñas que recrean los relatos, ellos siempre se remiten a un miembro de la comunidad o de su familia que ha contado el relato, que para ellos adquiere la forma de un cuento, algo que le sucedió a alguien o algún animal o una cosa en un lugar cercano, que es parte de su experiencia y que siempre les entrega una enseñanza que tiene sentido a medida que se interiorizan en las pautas culturales de su comunidad.

De esta forma, se inicia un proceso educativo comunitario, en el cual los niños comprenden su entorno, logran distinguir aspectos naturales y culturales de lo que se entiende por femenino y masculino e internalizan las pautas y roles asociados al ser hombre y ser mujer en ese contexto.

Los relatos – cuentos en palabras de los niños-, que se presentan a continuación, constituyen una parte del material recopilado a través del Concurso Me lo Contó mi Abuelito, realizado por la Fundación FUCOA del Ministerio de Agricultura con la colaboración del Programa Básica Rural y Programa de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación, a través de los años 1998 al 2000.

Este material ha sido recopilado por niños que estudian en escuelas rurales, muchas de ellas ubicadas en zonas con población indígena, en el año 2000 y en el 2001 la participación de estos niños se ha incrementado, entregando un valioso aporte a la transmisión de sus culturas, ya no sólo a través de la tradición oral, sino que dejando un precedente escrito. Con el propósito de preservar este material y de difundir su contenido, estos cuentos han pasado a formar parte del Archivo Oral de la Biblioteca Nacional.

Algunas consideraciones respecto a los cuentos

El tratamiento de estos relatos orales llevados a la escritura en un proceso de interpretación y de mediación que realizan los niños entre dos culturas, constituye un punto de partida para analizar los contenidos y los significados que éstos tienen en el contexto comunitario e indígena.

Desde el punto de vista del análisis literario, muchos de estos relatos no constituirían la categoría de cuento. Sin embargo, en las concepciones de los niños que los cuentan adoptan claramente esta característica. Algunos de ellos forman parte de la tradición oral de sus comunidades o de un contexto cultural y geográfico como puede ser el andino o el mapuche. También se transmiten sus experiencias en prácticas culturales como el Floramiento de animales, el carnaval, la celebración del patrono del pueblo, la limpia de canales, la recolección del pehuen, el Nguillatun, entre otros. En estos casos, los niños relatan sus experiencias en esos contextos y en ese proceso elaboran y recrean el cuento.

Para fines de análisis de los relatos, éstos se consideran como cuentos en la medida que “lo que le da unidad, es en primer lugar, como indica su nombre, el carácter de ser contado o de poder ser contado, leído o escuchado en una sesión” (Kayser, 1965). Además, de presentar unidades que aparecen en distintas combinaciones como es el caso de los motivos que remiten a una situación típica que se repite.

Por otra parte, estos cuentos pueden ser relatos de ficción, pueden estar destinados a la entretención y la diversión, pueden remitir a una historia real de un antepasado o incluso la experiencia personal de los niños. Sin embargo, sea cualquiera de estas las características del cuento, todos conllevan una enseñanza, un mensaje y un significado que los sitúa en su contexto y en pautas culturales de la comunidad.

Las representaciones sociales presentes en los cuentos

Los contenidos que forman estos cuentos corresponden a representaciones sociales, que son entendidas como construcciones cognitivas socialmente compartidas, que incluyen procesos tales como la percepción social, la significación y comunicación, entre otros.

En sentido específico, la representación social es una construcción cognitiva almacenada en la memoria social, configurada como una red jerárquica organizada por un conjunto limitado de categorías nodales relevantes que organizan los contenidos proposicionales del conocimiento socialmente compartido (Van Dijk, 1989).

Estas representaciones se conectan con los discursos concretos, en este caso con los relatos y cuentos recopilados por los niños, en los que se manifiestan modelos de evento, de situación, personales, o episódicos, que son representaciones personales de la realidad. Estos modelos se hallan almacenados en la memoria episódica y, a diferencia de las representaciones sociales, “constituyen representaciones cognitivas jerárquicamente estructuradas de las experiencias personales tanto directa como indirectamente vividas, con respecto a las cuales las expresiones adquieren sentido” (Van Dijk, 1989).

A través de procesos de generalización, los conjuntos de modelos de evento se pueden transformar en “guiones” o actitudes generales y, en esas condiciones, pasar a formar parte de las representaciones compartidas socialmente, así como éstas también pueden guiar la interpretación de situaciones particulares mediante el aporte de categorías o actitudes básicas que permiten procesar la información situacional representada en los modelos de evento.

En este sentido, los cuentos recopilados por los niños nos presentan las representaciones sociales de sus comunidades y los significados que adquieren en ese contexto, así como la configuración de lo masculino y femenino en su cultura.

Los niños como interpretes de sus tradiciones

Los niños y niñas que escriben los cuentos de su comunidad, se transforman en interpretes de una situación comunicativa, que pasa de un canal oral a uno escrito. Esto supone la intervención de un adulto que puede ser su abuelo o abuela u otro miembro de la familia y la comunidad que es el transmisor primario de este proceso comunicativo.

También se presenta el caso de que el relato surja de la propia experiencia infantil, motivado por las tradiciones que se practican en los pueblos o por la idea de haber vivido la experiencia. En este sentido, el relato o cuento para los niños se constituye en una experiencia tangible y concreta, que se asume como parte de la realidad.

En la reconstrucción del relato aparecen dos influencias que manifiestan la intersección de dos culturas, la de origen o comunitaria y la escuela. En este punto es importante destacar que la forma de contar la historia, se remite al contexto de los cuentos occidentales, la mayoría de ellos se inicia con “Era un día…; Eráse una vez…; Había una vez…” o también haciendo referencia al logo del concurso “Me lo contó mi abuelito…; Mi abuelo me contó…”. A esto se agrega la influencia de los docentes que tratan de limpiar y cambiar en cierto sentido la forma y el estilo que los niños le dan a su relato a través de la escritura. En este punto se presentan claras diferencias entre los textos manuscritos y los formateados que son analizados.

Los cuentos Andinos

En estos cuentos aparecen personajes diferenciados, ya sean masculinos y/o femeninos, los primeros corresponden a animales como el Cóndor, el zorro y el alcamire y en el segundo caso son mujeres que están en el mundo de adentro o la casa o ejercen una actividad como es el cuidado de los animales.

En estas relaciones de personajes se presentan asociaciones entre cultura y naturaleza, entre femenino y masculino en una relación de complementariedad. Estas relaciones adquieren significados simbólicos en la medida que los personajes ocupan un lugar en la cosmovisión andina. Siguiendo los supuestos de Arnold y Jiménez (citado en Tabilo, 1999), el Cóndor está asociado al mundo simbólico masculino, son “los tomadores de esposas”, “los jefes de familia” y procrean sus crias con mujeres jóvenes que son raptadas de la comunidad y llevadas a vivir a sus cuevas, las que están muy alejadas y a grandes alturas, haciendo casi imposible su partida.

Con respecto a la actuación, el cóndor es un animal que no se viste de humano, sino que actúa en su morfología animal a diferencia del zorro que se transforma en humano para entrar al mundo doméstico de las mujeres. Sólo cuando actúa en el afuera permanece en el mundo natural y se presenta como mensajero o salvador de los personajes femeninos, se transforma en un aliado frente a los peligros del afuera, que en este caso es la naturaleza, entendida como lo que no se puede regular.

Otra relación de oposición es el arriba y el abajo que relaciona la naturaleza y la cultura y se ejemplifica con el Cóndor y la pastora. En este plano se experimenta claramente la jerarquía social de los espacios.

La Niña y El Cóndor

Era un día en el campo, cuando una niña que se llamaba Juanita estaba pasteando corderos. Sola en el pasto, de pronto se acerca un Cóndor y le dice.

-Hola, ¿te llevo a tu casa?

Y Juanita le dice que no, y además le pregunta: ¿qué haces aquí?

Así venía molestarla todos los días. El Cóndor se había enamorado de Juanita.

Un día el Cóndor la convenció para poder llevarla a su casa, pero él tenía malas intenciones, quería llevarla lejos. El Cóndor le dijo a Juanita: ¡Ven súbete a mis espaldas!, y Juanita aceptó, contenta se subió encima del Cóndor. El Cóndor voló y voló y llego hasta unas rocas muy altas. Juanita se puso a llorar porque no quería estar ahí y tampoco podía bajarse.

El Cóndor le traía carne cruda para comer y ella no comía carne cruda, entonces el Cóndor le preguntó: ¿quieres carne cocida? Y Juanita llorando le dijo que sí.

Así pasaron varios años, Juanita tuvo dos hijos, tenían apariencia humana, pero sus brazos y piernas estaban cubiertas de lumas.

Un día la niña vio pasar a un picaflor cerca de esas rocas y le dijo ¡Picaflor, picaflor, ayúdame, tú me puedes salvar. El picaflor de pena la escuchó y fue volando donde ella y le dijo: Te voy a salvar, pero si me das tu medalla. Juanita contenta le dijo que sí. Le entrega la medalla al picaflor, el picaflor se la coloca y ella se sube encima del picaflor. Deja a sus hijos con el Cóndor, porque sabe que con él van a poder vivir sin problemas.

Al llegar a su casa no encuentra a su madre ni a nadie y ella se encierra en una bodega de la casa.

El Cóndor después de unos días fue a la casa de Juanita a buscarla. Se posó sobre la bodega y se puso a llorar, le caían muchas lágrimas de colores rojo, negro, verde, azul y la niña lo escuchaba con mucha pena, pero sabía que el amor que el Cóndor le tenía a ella no podía ser.

A través de esta leyenda yo sé por qué el Picaflor tiene el pecho brillante, es la medalla que le dio Juanita por salvarla del Cóndor.

Cristina Gutiérrez. Ticnamar. Putre. Prov. Parinacota.

El Puma, el Zorro y el Alcamire

Érase una vez en un lejano pueblo donde vívian tres señoritas que siempre en las noches esperaban a tres jóvenes para bailar y cenar, eso era lo que siempre hacían en las noches.

Los tres jóvenes que venían todas las noches no eran seres humanos, sino que eran tres animales de la zona: un puma, un zorro y un alcamire.

Estos animales todas las noches se convertían en seres humanos para ir a la casa de las trres señoritas a bailar y a comer. Era como un don el que habían recibido el que les permitía transformarse en personas, pero esto sólo ocurría durante la noche, porque a la amanecida, al rayar el sol por la cordillera, este don se desvanecía y los tres jóvenes volvían a su forma original, la de animales.

Todos los días el puma llevaba carne buena y muy limpia, el zorro carne no tan limpia pero ponía empeño en llevar su cooperación, el alcamire está demás decirlo – siempre llevaba carne sucia. Esta carne era que las señoritas después cocinaban y cenaban los seis en la mesa.

Resulta que un día las señoritas se preguntaron

¿Por qué los jóvenes todos los días se van antes que amanezaca, nos estarán ocultando algo?

Para salir de esa duda, un día al llegar la noche y llegar los jóvenes, ellas dismuladamente empezaron a cerrar bien las puertas y ventanas con llave.

Empezó la fiesta, como siempre conversaban, comían y bailaban, así pasaron las horas, hasta que la noche se fue acabando, pronto llegaría el amanecer y un nuevo día.

Los jóvenes empezaron a preparase para poderse ir, se despidieron de las señoritas, pero ellas no querían que ellos se fueran. Por más que trataban de convencer a las señoritas no los dejaron salir de la casa.

Hasta que finalmente el sol comenzó a asomarse en la cordillera, al rayar el amanecer los tres jóvenes se transformaron en animales. Las señoritas se asustaron mucho al verlos convertidos en animales y como no sabían que hacer, les empezaron a pegar con cordeles y trozos de madera.

Después de tantos golpes que recibieron los animales quedaron muy mal heridos, pero finalmente lograron escapar al cerro y nunca más regresaron a visitar a las señoritas.

Las señoritas por su parte, ahora no reciben a extraños en su casa porque pueden volver a vivir una experiencia desagradable.

Cecilia Churata. Ticnamar. Putre. Prov. Parinacota.

Los dos hermanos que se convirtieron en viento

Un día sentada en la cocina de mi casa, en el pueblo de Pisiga Choque de la comuna de Colchane, mi abuelito me contó que…

Hace muchísimos, pero muchísimos años atrás, había una mujer que era viuda, su esposo muy trabajador falleció cuando sus hijos eran grandes. La madre quedó viuda con dos hijos: el mayor se llamaba Mariano y el menor Acencio. Iban a jugar todos los días al campo, mientras su madre cocinaba, quinua, chuño y papas.

Hasta que un día, no hubo nada para cocinar, mientras sus hijos jugaban y jugaban, venían solamente a comer y después se devolvían a jugar porque estaban muy entusiasmados.

Un día su madre, como no había nada que cocinar para alimentar a sus hijos, tuvo que cortar un pedazo de carne de su pierna, con un cuchillo de lata, sufrió mucho y luego la cocinó en una olla como cazuela. Al rato llegan sus hijos bien hambreados diciendo: -¡Tengo hambre!

La mamá aguantando el dolor de su pierna, sirvió la comida con un pedazo de carne. Cuando terminaron de comer sus hijos, llorando les dijo: -¡Hijos, me comieron!

Los dos hermanos respondieron: -¡No puede ser mamá!

La madre lloraba y lloraba y les dijo:

-¡Tienen que ir a trabajar!

Pero sus hijos estaban asustados y se fueron al campo, se sentaron en una sunkiña (una parte donde los llamos se rascan), el mayor dijo:

-Acencio, tú te vas para abajo, al Oeste y yo voy hacia arriba, al Este.

El menor partió jugando hacia el Este, el mayor también fue jugando hacia el Oeste y al mismo tiempo se convirtieron en remolinos de viento: fuerte del Oeste, que es el hermano mayor, y al Este apareción el viento suave, que es el hermano menor. Esta es la historia que me contó mi abuelito.

Nilda Choque. Pisiga Choque. Iquique.

Los cuentos mapuches

En estos relatos se pueden distinguir los epew, que se refieren a episodios de ficción ya sea de animales o de aves, que en algunos casos interactúan con los humanos, poseen un carácter didáctico y moralizador.

Otro tipo de relato es el nütram, que es una narración, una historia sobre hechos vívidos o experimentados por miembros de la comunidad.

En cualquiera de los casos, los relatos remiten a la entrega de enseñanzas que le permitirán a los niños formar parte de la cultura. En este sentido, lo femenino tensiona la cultura, porque actúa entre el bien y el mal, aparece la sanción del matrimonio con el huinca , se trata de la responsabilidad cósmica de lo masculino que se expresa en las relaciones de reciprocidad “pensada bajo las reglas del intercambio matrimonial” (Foerster citado en Tabilo, 1999). Esto se manifiesta en el cuento El pehuén que se enamoró de la luna.

El Pehuén que se enamoró de la luna

Dice mi abuelo que hace muchos años vivía en la zona de Cautín cerca del Llaima una joven mujer mapuche alta de cabellera negra, que vivía de la agricultura era una especie de jefa de la reducción. Ella solucionaba muchos problemas de su gente, su nombre era Araucaria. Ella cuidaba con mucho esmero los copihues en especial los rojos que ella decía que eran el corazón dejado por los araucanos en el campo de batalla.

Araucanía tuvo un hijo que le puso “Pehuén”.

Este a medida que crecía admiraba muchoa a la luna por su cara blanca y redonda. Para él la luna era una joven hermosa que volaba sobre los montes.

Cada noche que aparecía en la cordillera frente al volcán Llaima, salía el joven a mirarla, pasaba horas y horas mirándola. Se enamoró de ella y la llamaba con sus manos a que bajara a conversar con él.

La luna bajaba y se posaba sobre la laguna Quepe y también se posaba sobre los robustos brazos del joven. Ambos reían al servirse muday (bebida mapuche hecha de trigo).

La luna recibía de mano del joven ramos de copihues rojos que significaba el amor del esbelto y soberbio joven mapuche.

La luna con su poder quería que el joven Pehuén llegara al cielo cuando ya tenía bastante altura porque crecía. Los dioses mapuches se dieron cuenta de ese amor, se enojaron pues un mapuche no debía casarse con una huinca, es decir, extranjero. Convirtieron al joven en un árbol deteniendo su crecimiento, quedando con la altura que hoy tienen. Su madre nada pudo hacer por él. Desde esa fecha, es el árbol araucano más alto y de más esbelta figura que existe. Cada vez que la luna aparece la abraza.

Dicen los indígenas que la luna aún sigue enamorada del Pehuén.

Manuel Caniuqueo. Muco Bajo Reducción Caniuqueo. Lautaro

A modo de conclusión

Los relatos que recopilan los niños entregan elementos propios de la cultura que son adecuados a la enseñanza a nivel comunitario y también en el espacio de la cultura. Estos relatos que coexisten entre culturas se transforman en herramientas de aprendizaje que se sitúan al interior de la familia y la comunidad y también permiten el desarrollo de la enseñanza aprendizaje al interior de la escuela.

Al recrear los cuentos y contrastarlos con la información que reciben de la sociedad chilena, los niños pueden conocer, diferenciar y oponer las posiciones presentes en las dos culturas, -chilena e indígena-, esto facilita un aprendizaje activo e intercultural donde se salvaguardan el respeto y los valores de distintas culturas.

Las formas de constitución simbólica que la cultura entrega para comprender lo masculino y femenino, puede facilitar y mejorar las relaciones entre hombres y mujeres que transitan entre dos mundos y pueden aportar al desarrollo de nuevas perspectivas en la sociedad chilena. Esto se manifiesta claramente en los espacios educativos donde se desarrollan propuestas de interculturalidad, que permiten un diálogo transversal de las concepciones de género a través de la dinámicas internas de los relatos y de las interpretaciones que realizan los niños y niñas.

Bibliografía

Caniuqueo, M. (1999): El pehuén que se enamoró de la luna. Lautaro. En Archivo oral Biblioteca Nacional. Chile.

Choque, N. (2000): “Los dos hermanos que se convirtieron en viento”. En me lo contó mi abuelito. MINEDUC. Santiago. Chile.

Churata, C. (1998): El puma, el zorro y el alcamire. Ticnamar. En Archivo oral Biblioteca Nacional. Chile.

Gavilan, V. (1993): “Relaciones de género en la cultura aymara: complementariedad y subordinación”. En Huellas: Seminario Mujer y Antropología, problematización y perspectivas. CEDEM. Santiago. Chile.

Gutiérrez, C. (1998): La niña y el cóndor. Ticnamar. En Archivo oral Biblioteca Nacional. Chile.

Kayser, W. (1965): Interpretación y análisis de la obra literaria. Ed. Gredos S.A. Madrid. España.

MINEDUC (2001): Llaqtaypa Yachaynin, El Saber de mi Pueblo. NB1. Antofagasta. Chile.

Tabilo, K. (1999): El Cóndor, el Zorro y la Pastora: alegorías de lo femenino y lo masculino en relatos de la tradición oral aymara. Tesis de Antropología. U. De Chile.

Van Dijk, T. (1989): La ciencia del Texto. Ed. Paidos Comunicación. Barcelona. España.

El enano de uxmal

EL ENANO DE UXMAL

Ilustración por Jorge Luna

En la aldea de Kabán vivía una vieja con fama de bruja. Cierta vez encontró un huevo pequeñito y llena de alegría lo guardó en un sitio tibio y oscuro. Todos los días lo sacaba para contemplarlo y acariciarlo. Y sucedió que después de varias semanas, el huevo se abrió y nació un niño. La bruja lo arrulló, pero como no podía alimentarlo buscó una mujer recién parida. Vino la mujer y amamantó al niño como si fuera su propio hijo. Al ver tanta ternura la bruja le dijo:

—De hoy en adelante tú serás la madre y yo seré la abuela.

    El niño creció un palmo y no más y, en poco tiempo, cambió de aspecto; tuvo barba y se le hizo grande la nariz. Era, pues, un enano.

    Cuando la bruja se dio cuenta de esto, quiso más a la criatura.

    Como la mayor parte del tiempo la bruja permanecía junto al fogón, el enano sospechó que algún misterio guardaba aquel sitio y así se propuso averiguarlo. En un descuido de la bruja, hurgó en la cenizas y tropezó con un tunkul [instrumento de percusión hecho con un tronco hueco]. En cuanto lo tuvo en sus manos, lo golpeó y su sonido se oyó a mucha distancia. Al oír tal ruido, la bruja vino, se acercó a su nieto y le dijo:

—Lo que has hecho ya no tiene remedio. Pero te digo que no pasará mucho tiempo sin que sucedan cosas que llenarán de espanto a la gente y tú mismo te verás envuelto en sus consecuencias.

    El enano contestó:

—Yo no soy viejo y las veré.

    La bruja replicó:

—Yo soy vieja y las veré también.

    El rey de Uxmal y sus consejeros sabían que el ruido de aquel tunkul anunciaba el fin del reinado; pero éstos, por no afligir a su señor, le dijeron:

—Lucha contra tu destino

—¿Cómo?—preguntó el rey.

—Busca al que tocó el tunkul; acaso de sus labios oigas la verdad que necesitas.

    El rey ordenó que sus guardias salieran en busca del que tocó el tunkul; y después de mucho andar, lo hallaron y lo trajeron al palacio. Al ver al enano el rey le dijo:

—¿Qué anuncia el ruido de ese tunkul?

—Tú lo sabes mejor que yo—contestó el enano.

—¿Me puedo librar de que se cumpla la profecía?—pregunto el rey.

—Manda hacer un camino que vaya de Uxmal a Kabán y cuando esté listo volveré y entonces te daré mi respuesta—dijo el enano.

    El camino quedó hecho en poco tiempo y por él vinieron el enano y la bruja. Entonces el rey preguntó al enano:

—¿Cuál es tu respuesta?

—La sabrás si resistes la prueba que te pondré.

—¿Cuál es?

—Que en tu cabeza y la mía se rompa un cocoyol [fruto de hueso muy duro].

—Está bien, pero tú sufrirás la primera prueba—dijo el rey

—Acepto, si así lo deseas.

    Se acercó el verdugo y colocó sobre la cabeza del enano un cocoyol y descargó un golpe . El enano sacudió la melena y se levantó sonriendo. Entonces el rey, en el silencio, se quitó el manto y subió al cadalso y el verdugo le colocó un cocoyol en la cabeza. Al primer golpe el rey quedó muerto.

    En el acto el enano fue proclamado rey de Uxmal y ese mismo día la bruja lo llamó y le dijo:

—Ya eres rey. Sólo esto esperaba para morir. No me llores porque mi muerte no es cosa de dolor. Cumple con la justicia que aprendiste de mí. Oye el consejo de todos y sigue el mejor. No le tengas miedo a la verdad aunque sea amarga. Sé antes benigno que justo. Destierra de tu corazón la venganza. Acata la voz de los dioses pero no seas sordo a la de los hombres. No desdeñes a los humildes y no te confíes, ciego, en los poderosos.

    Por un tiempo el enano siguió los consejos de la bruja y la felicidad se extendió por el reino. Pero con los años cambió de espíritu, cometió injusticias, se volvió tirano y tanto creció su orgullo que un día dijo a sus consejeros:

—Haré un dios más poderoso que todos los dioses que nos rigen.

    Y en seguida mandó hacer una estatua de barro y la puso sobre una hoguera y con el fuego se endureció y vibró como si fuera campana. Entonces el pueblo creyó que la estatua hablaba y la adoró. Por esta herejía, los dioses destruyeron Uxmal.

Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo Yucatán de Ermilo Abreu Gómez. Editado por el Fondo de Cultura Económica, México.

la caja de sorpresas

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301 (Mensaje original) Enviado: 08/09/2005 7:02
La caja de sorpresas

Narraciones de niñas y niños indígenas

Los alumnos de 1o. “C” de la escuela Lic. Miguel Alemán de Mazatlán, Sinaloa, votaron para que el espacio de los cuentos lleve el nombre de: “La Caja de Sorpresas”.

Aquí publicamos algunos cuentos premiados en el Concurso Nacional de narraciones de niños y niñas indígenas de 1999*
El señor y el duende

Había una vez un señor que se fue en su milpa solito en la noche a cuidar su maíz y de ahí escuchó un ruido feo. El señor se escondió debajo de una piedra, pero empezó a temblar mucho.

El señor pensó que era un hombre de espina y luego se dio cuenta que era un duende con los pies al revés.

Como no tenía foco, solamente llevaba machete y su rifle.

El señor que se llamaba Don Lucas, dejó su machete sobre una piedra, cuando en eso pasó un tlacuache y el machete se cayó sobre otra piedra y sonó tililín.

El duende escuchó lo que sonó, pero pensó que era una moneda.

Se fue caminando donde había sonado el machete, cuando llegó empezó a buscarlo.

-¿De quié es este machete? -preguntó.

-¿Será que hay un hombre escondido?

Entonces se dio cuenta que había un hombre acostado.

Pero el hombre disparó su rifle. El duende muy espantado corrió y se metió en la cueva donde tenía mucho oro. El señor dijo:

-Ahorita voy a llevar todo este oro para que yo sea rico.

-Llévalo si puedes -dijo el duende.

Entonces empezó a juntar todo el oro y luego lo metió en su morral, pero cuando estaba por salir, el duende cerró la puerta de la cueva con una piedra grande. El pobre señor jamás volvió a salir.

Diego Hernández Pérez
12 años
Chol
Chiapas

Yo soy de aquí de este pueblo
Yo soy de aquí de este pueblo
no me lo pueden quitar
pues ya tengo mi tierrita
ahora voy a trabajar.

Estos terrenos son buenos
producen varios cereales
maíz, papa, frijol
y también calabazales.

A mí dime que sí
al otro dile que no
florecita tarahumara
muy hermosa y bella flor.

Sabina Cruz Aguirre
6 años
Rarámuri
Guachochi, Chihuahua

La flor roja

La flor blanca parece leche de mi vaca, la roja parece sangre de mi corazón que en el pecho llevamos a cada uno de nosotros, que bonito las flores que conozco, las flores del campo que luces como Dios, la flor blanca como la nube del cielo, piedra blanca del campo, corazón del bolillo que cada mañana lo conozco, la roja parece sangre de mi corazón, que bonito que linda las flores de mi tierra y que linda se ve las casas como una huerta de flores, las casas es linda con las florecitas que tiene colgados en las casas y en las escuelas, que bonito donde se ve una flor roja que linda se ve cada una flor y en las casas cualquiera tiene flores colgados en la puerta de su casa y se ven muy bonitas con el patio limpiecito y todos se enamoran de mi flor roja y en el cerro hay una flores rojas y rosas de las rosas le dicen que bonita flor rosa como una ropa, se parecen a la roja como sangre y como una tela roja de mi corazón bonito.

Guillermina Hernández Hernández
12 años
Hñahñu
Cardonal, Hidalgo

El origen de la luna

Cuando todavía no existía la luna, se piensa que era como una especie de ceniza como la nube. Después se pensó que la hicieron de una piedra brillosa tres personas, un hombre, una mujer y un niño. La hicieron redonda como una teja para jugar al cuatro. En donde la hicieron, barrieron muy bien en forma de círculo.

Cuando terminaron de hacerla la aventaron al espacio y desde entonces la podemos ver algunas noches, una vez hecha y aventada al espacio, un señor dijo que debía tener su propia luz como el sol, pero la luna no cuidó bien su luz y se le apagó.

Un día el sol pasó cerca de ella y le brindó su luz y desde entonces recibió los rayos del sol.

Se piensa que la luna es la madre de todos los seres vivientes de la tierra. Con sólo observar la luna, la personas predicen qué cambios va a haber en la naturaleza.

Cuando es luna nueva y se encuentra en forma vertical, dicen que no va a llover, sólo habrá viento y hará mucho frío. Cuando se encuentra en forma inclinada se piensa que va a haber mucha lluvia.

Cuando hay eclipse de luna y de sol, a las mujeres embarazadas se les recomienda cuidar que no les lleguen los rayos del sol y de la luna y no observar directamente al sol, ya que si no se tienen estos cuidados el feto al nacer saldrá con algún defecto físico. También ciertas plantas y animales se ven afectados con estos fenómenos naturales.

Cuando se siembra habiendo la luna nueva, crece la milpa muy alta pero no da frutos.

Cuando se siembra habiendo luna más o menos llena resulta muy positivo. También cuando se pizca habiendo la luna nueva se piensa que se pudre, se apolilla y no rinde la cosecha.

Ignacio Serrano García
16 años
Rarámuri
Siquirichi, Chihuahua

Leyenda de los indios araucos

Leyenda de los indios araucos.

A orillas del río orinoco, vivian hace mucho tiempo siete hermosas mariposas bailarinas, que bailaban y bailaban en los pétalos de los lirios y de las amapolas de la selva.
    Cada una de ellas tenía su color: Blanco, Azul, Rojo, Verde, Amarillo, Violeta y Añil.
    Por las tardes se suspendían en una flor o en una hoja y se entregaban al sueño.
      Un día en que las siete hermosas mariposas bailaban y bailaban. La Amarilla al saltar a una rama, se hirió una de sus alas y comenzó a agonizar. Sus amigas la rodearon y al ver que iba a morir se preguntaron. ¿Qué sacrificio podríamos hacer nosotras paraa estar siempre con nuestra amiga?
    Al momento se escuchó una voz que les dijo: ¿Están dispuestas a hacer un sacrificio, aún el de la muerte, por estar siempre con su amiga?  SI respondieron todas.
    Automáticamente se oscureció el cielo. Un rayo penetró en el corazón de la selva. La selva se estremeció y lanzó un grito que fue a perderse en la inmensidad del universo.
   
    Vino la lluvia y un remolino de viento arrastró a las siete mariposas.
      Una hora después brilló el sol y en el cielo apareció el Arco Iris con sus siete colores y en ellos las almas de las siete hermosas mariposas.

      Y ASÍ FUE COMO DIOS HIZO ETERNA LA AMISTAD EN TODA SU BELLEZA.

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