el tlacuache

Memoria y tradición indígenas

La tradición oral es una de las vías a través de las que se conserva viva la memoria de las comunidades humanas. En México la riqueza cultural indígena se preserva en buena medida en los relatos que, transmitidos de generación en generación, exponen asuntos y personajes que hablan de la vida y creencias características de la cosmovisión indígena mesoamericana. Uno de los aspectos importantes de la cultura tradicional indígena es el que trata los mitos de animales. En muchos relatos indígenas los animales juegan un papel fundamental porque asumen actitudes humanas y habilidades sobrenaturales que los emparentan con el mundo de la divinidad.

En varios casos, los animales sirven como intermediarios entre los hombres y los dioses. Entre la diversidad de animales que participan de los mitos y cuentos tradicionales indígenas, el tlacuache tiene un papel protagónico. En la actualidad, este animal es un personaje popular en los cuentos y relatos indígenas y lo ha sido por siglos. Desde los remotos tiempos del pasado prehispánico, el tlacuache ha vivido cerca del ser humano y sus características y costumbres reales o imaginarias lo convirtieron en héroe mitológico de prácticamente todas las culturas mesoamericanas.

¿Qué son los tlacuaches?

Los tlacuaches, también conocidos como churchas, zarigüeyas, cuicas, catitas, zorras mochileras, llacas, coyopollines, comadrejas overas y mucuras, entre otros nombres, son marsupiales americanos cuyos más lejanos antepasados quedaron aislados en América del Sur cuando ésta, separada de África, formó una inmensa isla. Así los tlacuaches se extendieron desde la Pampa argentina hasta Norteamérica. El tlacuache es un animalito de pelo corto color gris que llega a medir hasta 45 centímetros de largo sin considerar la cola. Tiene el hocico puntiagudo, las orejas cortas y redondas, las patas cortas en relación con el cuerpo y una cola larga que le sirve para colgarse y para coger cosas y transportarlas.
Una de las peculiaridades de estos animales es que fingen estar muertos (se quedan inmóviles con los ojos vidriosos y la lengua de fuera) como estrategia de subsistencia frente a los enemigos. Y cuando están asustados emanan un penetrante olor a ajo para ahuyentar a sus perseguidores. Los tlacuaches comen casi de todo: pequeños mamíferos, aves, huevos, anfibios, culebras, frutos, tubérculos. Son hábiles trepadores y burladores de obstáculos, y cuando habitan cerca del ser humano roban a éste los granos que tiene almacenados en sementeras y trojes. También se beben el jugo azucarado del aguamiel de los magueyes abiertos por los campesinos y se comen a las aves domésticas, por lo que es considerado una plaga cuando habita cerca de los gallineros.

El tlacuache, héroe de la mitología indígena antigua

El vestigio más antiguo que se ha encontrado de la representación de un tlacuache es la de una pequeña figurilla de barro encontrada en Tlapacoya, Estado de México, que se calcula que fue hecha hacia el año 1000 a. de N. E. Según se aprecia en las fuentes indígenas del pasado, la figura del tlacuache fue cargándose de símbolos muy variados. Sus imágenes en códices mesoamericanos lo vinculan al juego de pelota, al cruce de caminos, a la decapitación, a las ceremonias de año nuevo, a la Luna y al pulque.
En las imágenes que lo muestran luce mantos multicolores, tocados ricos, bastones de sonajas y se sienta en taburetes cubiertos con la piel del jaguar. Tampoco falta la representación del tlacuache entre las joyas mixtecas de oro encontradas en la Tumba 7 de Monte Albán. En los textos mayas, como el Popol vuh o el Chilam Balam de Tizimín, aparece el tlacuache como señor del crepúsculo matutino o como representación de los dioses que sostienen el cielo. Es un hecho verificable que para el periodo Clásico mesoamericano (600 – 900 d. de N.E.) este animalito había sido divinizado.

Este animalito fue un personaje importante en diversas tradiciones indígenas del pasado. El mito más importante y extendido del tlacuache, es el que relata las proezas del marsupial cuando robó el fuego a los seres celestes o a los habitantes del inframundo para dárselo a la humanidad. Según este relato, el tlacuache se acercó a una hoguera y encendió su cola, que a partir de entonces quedó pelada, o bien escondió la brasa en su bolsa de marsupial. De cualquier modo, en prácticamente todas las mitologías indígenas mexicanas se le presenta como un gran benefactor para los hombres.

El tlacuache, personaje vivo en la tradición indígena contemporánea

Actualmente, el tlacuache como personaje mitológico sigue vigente. Por ejemplo, una de las 18 veintenas o “meses” que dividen el año de los indígenas tzotiles recibe su nombre. Asimismo, los mayas creen que la basura algodonosa de las madrigueras de los tlacuaches puede mezclarse con pólvora para matar un venado fabuloso, que es de “puro aire” y que pertenece a San Jorge. En diversas comunidades puede encontrarse su efigie colgada en templos y hogares.

Además, en muchos cuentos y mitos indígenas tiene un lugar privilegiado. En éstos se le muestra como el jefe del mundo, el resistente a los golpes, el despedazado que resucita, el astuto que enfrenta el poder de los jaguares, el jefe de los ancianos consejeros, el civilizador y benefactor, el abuelo respetable y sabio. En la tradición popular el tlacuache es astuto, ladrón, borracho, fiestero, parrandero y lascivo. El mito de este animal también ha confluido con la tradición cristiana y algunas versiones lo ligan al nacimiento de Jesús: en este caso se dice que la Virgen y el Niño padecían frío, y el tlacuache robó el fuego para calentarlos.

En diversos cuentos populares, el tlacuache y el jaguar son los equivalentes regionales de la famosa pareja del conejo y el coyote. En estas narraciones el personaje débil pero astuto (tlacuache), burla la fuerza de su adversario, poderoso y cruel (jaguar). Uno de estos cuentos, en donde el célebre animal se libra de la amenaza de ser comido por un jaguar, es una de las narraciones tradicionales de la comunidad indígena Chamula, en el estado de Chiapas. A continuación te presentamos este relato, ¿cómo se sale con la suya nuestro pequeño personaje?

Cuento Chamula
El cuento tradicional del tlacuache y el tigre

Por Filoberto Guzmán Arcos

Había una vez en medio de la selva un tlacuache. Estaba encaramado en una mata de coconabe comiendo la fruta, cuando en un momento dado andaba paseando por ahí un tigre.
Al escuchar un ruidito alzó la vista y logró ver al tlacuache, y le hizo una pregunta:
—¿Qué andas haciendo en esa mata de coconabe?

El otro le respondió que estaba comiendo fruta.

El tigre volvió a preguntar:
—¿Qué es esa fruta?

A lo que le respondió:
—Son los coyoles

Entonces el tigre decidió comer uno también para saber si es sabroso el fruto.

Le pidió al tlacuache que aventara uno para que lo probara. Entonces como el tigre llevaba mucha hambre lo quiso tragar entero, pero no pudo, quedó trabado en su garganta, de allí se quedó privado hasta que se sacó la fruta. Cuando se recuperó empezó a perseguir al tlacuache para comérselo. Pero como el tlacuache andaba deteniendo una piedra para construir su casa, cuando llegó el tigre, éste le preguntó qué estaba haciendo. Entonces el tlacuache le pidió ayuda al tigre para que él pudiera ir a buscar unos palos. Pero de allí ya nunca volvió, entonces el tigre decidió soltar la piedra, pero como le había dicho que no fuera a soltarla porque se quedaría aplastado, no lo hizo, pero se había cansado, entonces la soltó y pegó un brinco pero la piedra siguió en su lugar.

Entonces el tigre se enfureció y persiguió al tlacuache hasta encontrarlo. Al fin el tigre encontró una galera en medio de un cañaveral, y allí estaba el tlacuache cruzado de piernas, tocando guitarra porque allí iba a realizarse una fiesta de boda. Entonces el tlacuache dijo al tigre que si quería tocar la guitarra, porque él iba a alcanzar al padre y a los que iban a contraer matrimonio. Pero le dijo que no dejara de tocarla y que no fuera a voltear la vista hasta que escuchara el primer cuetazo, y así lo hizo, cuando escuchó ese ruido volteó la vista, pero estaba rodeado de fuego, entonces dejó tirada la guitarra y se echó a correr saliendo todo chamuscado y muy molesto, iba con mucha decisión de encontrar al tlacuache y comerlo, por lo que se dedicó a perseguirlo.

Por fin llegó a una lagunita y casi en medio de ella se encontraba un árbol, entonces el tigre quiso tomar un poco de agua, cuando de pronto se dio cuenta que el tlacuache estaba allí, debajo del agua, entonces el tigre se puso a beber toda el agua, pero no pudo terminarla, se llenó mucho de tanta agua. Se acostó boca arriba, y se dio cuenta que arriba del árbol estaba trepado el tlacuache. Entonces el tigre le dijo que bajara de allí, pero el tlacuache no quiso. Entonces el tlacuache dijo que sí, pero que el tigre se lo tragara entero, y así lo hizo el tigre, se lo tragó vivo y entero. Al rato el tigre fue a arrojar, y ahí quedó tirado el tlacuache por un momento, y después le dijo al tigre:

—Te gané de nuevo.

Al volver la vista el tigre, vio cómo salió corriendo el tlacuache.

Fuente:
González Casasnova Henríquez, Pablo (compilador): Historias, Leyendas y cuentos de las comunidades de Chiapas.
México, UNAM / Universidad Autónoma de Chiapas, 1998.

López Austin, Alfredo: Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana.
México, Alianza Editorial Mexicana,1990 (Alianza estudios Antropología).