Sobre indigenismo, Por Federico González

El investigador que se adentra en el estudio de los símbolos precolombinos por medio del arte de esos pueblos (arquitectura, iconografía) y se compenetra con su historia, usos y costumbres, así como con su pensamiento cosmogónico y metafísico, del cual derivan sus ideas sobre lo social, lo económico, sus instituciones, etc., explícitas en las crónicas de los descubridores y conquistadores, en las de los propios indígenas (códices anteriores y posteriores a la colonia), e igualmente en los relatos de viajeros extranjeros, advierte que puede confirmar su trabajo y aun complementarlo, con los datos de la etnología y la antropología, que desde el siglo pasado ofrecen numerosas perspectivas en coincidencia con los principios de las culturas estudiadas, muchas de las cuales siguen practicando los mismos ritos, mantienen idénticos mitos y símbolos (algunas veces adaptados a circunstancias de tiempo y lugar) y conservan iguales usos y costumbres, y casi la misma lengua que sus antepasados precolombinos. Se trata, pues, de culturas que se mantienen vivas, que guardan en alguna –y diferente– medida las antiguas concepciones tradicionales, su cosmovisión, y determinadas prácticas espirituales, religiosas y mágicas, vinculadas con el conocimiento de otras realidades en el orden creacional y metafísico que aquéllas que suelen procurar la programación condicionante del mundo moderno, y el engaño ilusorio de los sentidos, como únicas garantías, materiales, positivas y concretas de percibir una supuesta “realidad”. Lógicamente el interés del investigador al conocer estos hechos es inmediato y al profundizar en esas culturas con los elementos que le brindaron otros colegas que han pasado años de trabajo in situ enriquece su labor, a la vez que se va interesando en esas comunidades, a las que ve como depósitos de una Tradición Original, como fragmentos de culturas arcaicas en pleno funcionamiento, o sea como posibilidades de desarrollo de la naturaleza humana, aún vigentes para numerosos grupos, las cuales, incluso, se han constituido en algunos casos como alternativas para el atormentado hombre moderno y la horrible vida vacía en espantosos trabajos y ciudades.

De más está decir que quien recibe esta luz y advierte la naturaleza extraordinaria de las culturas de los “contemporáneos primitivos” trata de preservarlas a toda costa, en la medida de sus fuerzas, pues se siente comprometido con el punto de vista de estos hombres y mujeres, que han decidido durante cinco siglos –en el caso de los indoamericanos– mantener su identidad, su lengua, sus mitos, ritos y símbolos, sus valores culturales, aunque hayan tenido que enfrentar durante ese lapso de tiempo la pobreza, la marginación y el desprecio del ignorante hombre occidental contemporáneo gracias al cual, por su falta de inteligencia, sentido de justicia, ferocidad y arrogancia, y sobre todo por su espiritualismo material y los espejismos de su ciencia menesterosa y su idea de un poder de tan corto alcance como destructor, estamos situados los habitantes de todo el mundo en una situación límite, que demográfica y ecológicamente (para nombrar sólo dos factores) es imposible de mantener como hasta ahora lo pretenden los “especialistas” de distintas minucias y la “clase política”, pseudónimo actual de sinvergüenzas disfrazados, elementos verdaderamente peligrosos de la disolución final, que lejos de verse como una catástrofe, debería significar el fin de la enfermedad, el dolor y la mentira, y la posibilidad de un orden nuevo y de una vida digna de llamarse de esa manera, posibilidades que los indígenas saben que no son de este mundo, pero que sí pueden obtenerse en este mundo, constituyendo ellas garantías y gérmenes vitales para cualquier tipo de vida futura.

De hecho, si nuestro investigador está interesado en el pasado “arqueológico” de estas culturas, por decirlo de alguna manera, ¿cómo no ha de interesarse por las estructuras y jirones que aún se mantienen vivos, aunque algunos de ellos estén aparentemente alejados de lo tradicional y cercanos a lo folklórico? ¿Cómo no intentaría proteger estas manifestaciones culturales? ¿Cómo no desearía que se revalorizaran en su exacta dimensión, a la que es ajena la mentalidad contemporánea? ¿Acaso no es extraordinario que se mantenga una cultura arcaica, en medio de la ignorancia y la perversidad del hombre actual que no es capaz de advertir siquiera que su propia velocidad está generando un cataclismo? Aquí llegamos al problema del indio actual, a la vertiginosa pérdida de sentido de sus propias tradiciones para los indígenas, muchos de los cuales las desconocen, así como sus raíces, y se contentan con algún signo superficial que los distingue, y que perderán de aquí a muy poco tiempo sin remedio, a menos que comprendan la naturaleza exacta de su propia Tradición y sus medios como camino o vía para la realización de sus posibilidades individuales y comunitarias; las que siempre comienzan por lo espiritual: lo metafísico y cosmológico.

Se debe señalar que el período cíclico en el que los contemporáneos estamos insertos es universal y toca a cada uno de los seres, fenómenos y cosas que existen en este mundo. La caída, especialmente marcada en Occidente por la escisión provocada por el racionalismo cartesiano, preparada previamente por lo que de más denso tuvo el Renacimiento, al punto de desembocar en un “humanismo”, es hoy de una multiplicación vertiginosa y cubre áreas hasta hace un siglo impensadas, como selvas, altas montañas, desiertos y lugares helados, donde toda clase de basura consumista invade los últimos reductos de las culturas “primitivas”. Aunque debe manifestarse que los medios de comunicación, especialmente la televisión, son los verdaderos heraldos de la penetración materialista, caracterizada por sus pasiones y violencia, por la ignorancia y exhibición y culto de lo más elemental, como si fuera algo en sí, para colmo verdadero y novedoso; igualmente por creer en la ilusión de lo “real”, caracterizado por ser concreto, útil y satisfactorio de acuerdo al programa modélico de la clase pequeño-burguesa, llena de tabúes y prejuicios tan falsos como efímeros, y capaces de cambiar inmediatamente a los opuestos por un golpe de la moda, o simples intereses particulares de cualquier tipo, o grupo.

Esta situación, propalada por el Occidente y que alcanza a todos los pueblos del mundo, sin exclusión de color, clases culturales sociales o económicas, profesiones, oficios, sexos, etc. es el medio “natural” del hombre actual y toca también a la totalidad de sus instituciones, comenzando por sus religiones, cuyas perspectivas, en el mejor de los casos alcanzan lo piadoso y ciertas supuestas “buenas acciones” siempre ligadas a lo exterior, ignorando, o negando por ignorancia y mala fe sus orígenes esotéricos, es decir vaciándolas completamente de sentido al grado de constituirse en pantomimas y burlas de lo espiritual, donde los mitos, los símbolos y los ritos han perdido todo sentido para propios y extraños.

Esta profanización total ha tocado a todos los hombres y mujeres del siglo XX, y sólo se salvan de ella los seres y comunidades que se marginan totalmente (por el simple expediente de no creer de modo alguno en esos supuestos que comprueban experimentalmente como falsos), ya que su descripción del mundo y la realidad participan de la verdad de otros espacios y planos –que están igualmente en este mundo y en el hombre mismo– ligados a lo metafísico, en los cuales acreditan sin ninguna hesitación por su propia evidencia, encarnada en ellos mismos y manifestada en el total de la expresión universal, y por lo tanto comprobable en todo tiempo y lugar, gracias a los signos que permanentemente la revelan.

Se ha de destacar, sin ir más lejos, que estos seres y comunidades a que nos referimos en último lugar constituyen pequeñas minorías dentro de la corriente general, hoy identificada con la ilusión del progreso y la superstición científica. Entre ellas siempre se han destacado las culturas indoamericanas, muchas veces atacadas de frente por falsas ideas acerca de la vida, la felicidad, el confort, y la justicia misma, miradas desde las valoraciones profanas del hombre blanco, el que de una manera verdaderamente imperialista trata de imponer ideologías propias de su “raza”, así sean las del consumismo “capitalista”, como las del resentimiento “marxista” disfrazado de justicia social, ambas completamente ajenas a la mentalidad de la tradición amerindia, y sólo esgrimidas para hacer de los indígenas, no hombres dignos pertenecientes a una Tradición, permanentemente ligada a los valores eternos, propios del ser humano y su función como hijo directo de Dios y producto del gesto creacional, sino como meros factores de la producción (al igual que los proletarios industriales), que los hace o ciudadanos de quinta categoría, miserables que pueblan las periferias de las ciudades como autómatas, entre gases tóxicos, con el único auxilio de la televisión como guía de sus pasos, mientras aguardan la posibilidad del auto y la casa propia con los años, a la par que sus hijos son capaces de elevarse hasta obtener un título, hacerse ejecutivos, políticos, o narcotraficantes, o escoger por cualquiera otra de las indefinidas opciones de incorporarse al caos y a la ignorancia general.1

En términos generales, diremos que hay distintas “etnias” dentro de cada país moderno: bastantes de esas etnias se encuentran fragmentadas y aun polarizadas entre sí, a tal punto que, en realidad, la pertenencia a tal o cual grupo la da en última instancia el municipio en el que vive el indígena, y las autoridades civiles –en la mayoría de los casos también religiosas– que lo rigen son las encargadas de velar por los asuntos internos de la comunidad, a la par que sirven de puente con el “exterior”, o sea, con los engranajes del gobierno nacional.

Estas comunidades suelen dividirse en Latinoamérica en dos grandes grupos: a) los tradicionales y  los progresistas. Los primeros a su vez se subdividen en dos grupos; en el primero se encuentran los hombres de conocimiento, chamanes y personas que verdaderamente conocen su Tradición, viven en ella y la practican cotidianamente como forma de vida, y en el segundo, los que bien podrían ser llamados tradicionalistas, pues sin conocer a fondo los misterios últimos de su cosmovisión, sin embargo participan en distintos grados de ella, de lo cual se sienten orgullosos, así como de sus costumbres y su riquísimo acervo cultural (entre ello de su lengua) que respetan y gozan.

En cuanto a los “progresistas”, se les puede dividir a su vez en tres grupos: 1) los “evangélicos”, que han tenido mucho éxito en su prédica estos últimos años debido fundamentalmente a su condena del alcohol, problema que padecen los indígenas, pues la misma sustancia que utilizan en sus ceremonias y ritos, ha transformado a algunos en alcohólicos consuetudinarios con problemas sociales. 2) los catequistas, grupos juveniles de activistas católicos que ponen énfasis en su trato igualitario con los indios y se ocupan de ciertas obras deportivas y sociales, descuidando completamente la vida espiritual, de la que participan a su modo las etnias desde hace cinco siglos, poniendo sólo énfasis en las necesidades materiales de los autóctonos a los que ve como indigentes, ya que su abandono, desde el punto de vista de la sociedad de consumo, es grande. Hoy en día, siguiendo órdenes papales, se empeñan en una “teología” de la “justicia social” que éste acaba de oficializar (pidiendo perdón a los indígenas por los pecados cometidos) destinada a erradicar la “teología de la liberación”, pero que parte de los mismos supuestos materiales de ella. Agregaremos que en muchos templos los mismos indígenas han tenido que salir en defensa de ceremonias y ritos y fiestas netamente católicas que los progresistas han pretendido eliminar. 3) en tercer lugar están los “marxistas”, en muchos casos apoyados por el grupo que acabamos de describir, interesados sólo en la política (en sus intereses políticos), y apoyados por la demagogia de los partidos existentes. Para esta gente el indio es sólo un pobre diablo hambreado e ignorante que no tiene la menor idea de nada, un “objeto” que una vez detectado es fácil de manipular. Demás está decir lo que piensa un auténtico chamán indoamericano sobre estos “progresistas”, salvo que los considera los enemigos más grandes, demonios capaces de dar la última puñalada a estos pueblos, al quitarles de manera directa (o indirecta) su Tradición y convertirlos definitivamente en masa, es decir en nada; situación en la que los indígenas serán los únicos perjudicados, y que anuncia los días de la muerte de su cultura, y por lo tanto de su identidad, en aras de una “civilización” que está abocándonos a todos a un fin inminente, y que sin más pretende disolver las tradiciones precolombinas forjando un signo más de la disolución universal, como lo sabe muy bien ese chamán al que nos estamos refiriendo.

En realidad el problema es claro: se cree que la sociedad moderna, o post-moderna, técnica o electrónica, constituye un avance; si se considera que la humanidad va evolucionando y aun se cree en el “progreso”, como a fines del siglo pasado, es obvio que los indígenas, (que siempre se han apartado de las congregaciones blancas desde la invasión europea), son sumamente atrasados e incomprensibles. ¿Cómo puede perder su tiempo el ama de casa india torteando su maíz cuando puede comprar su tortilla empaquetada en el supermercado, o regodearse con los corn flakes? ¿Cómo van a vivir en ranchos de paja y barro cuando tal vez podrían acceder al monoblock y a las ciudades satélites? ¿Cómo siguen atendiéndose con el chamán e ingiriendo yerbas, cuando para eso están la medicina alopática, la cirugía y los hospitales? ¿Acaso no es ridículo producir artesanías con elementos del entorno cuando pueden fabricar en serie y en forma masiva con máquinas y utilizando el plástico como materia prima? ¿Por qué insisten en trabajar personalmente su milpa, cuando podrían ser proletarios sindicalizados y poseer televisión y otros artefactos del hogar? Y sobre todo: ¿Cómo es que no abandonan sus ridículas creencias y se unen democráticamente a las de la mayoría que desea un civilismo laico, productivo y materialista?

Lamentablemente este tipo de planteos son propios de los gobiernos y los estados subdesarrollados y en vías de desarrollo, que aún acreditan en la masificación cuantitativa. Por el contrario las naciones (e individuos) desarrollados que han sufrido en carne propia las maravillas del “progreso” y para cuyas juventudes “no hay futuro”, consideran al mundo moderno no como evolucionado sino en proceso de total involución y creen en un fin inevitable y no muy lejano, precisamente por esas circunstancias. Por lo que la cuestión resulta clara y sencilla: para los que aún se ilusionan con el progreso indefinido los indígenas han de ser salvados de su barbarie –y dejar de ser indígenas– para incorporarse al mercado de consumo, y a la producción industrial, cuando no se los trata de manipular política y demagógicamente por gobiernos y estados corruptos. A la inversa, para aquéllos que saben que la sociedad moderna está ya viviendo su fin, los indígenas y su forma de vida se presentan como fragmentos de lo que el ser humano aún tiene de tal y por eso como ejemplos de la cosmogonía y la metafísica de una sociedad tradicional, y aun como modelos alternativos.

Pero esto de ninguna manera significa negar a los autóctonos determinados beneficios obvios propios de la sociedad contemporánea como pueden ser el agua corriente, los alcantarillados y desagües, la propia protección ecológica y las conquistas de la medicina en el campo de la inmunología, para nombrar sólo algunos pocos de ellos; también es fundamental la educación bilingüe, es decir, el estudio de la lengua aborigen para quien no la conoce y la del idioma oficial, para quien no la habla, por la necesidad que tienen actualmente los naturales de pertenecer a los países modernos y como forma de adquirir elementos de todo tipo para la valorización y defensa de su propia cultura, al igual que para impedir la explotación ejercida hoy y ayer por aquellos que han pretendido liberarlos y hacer de ellos personas “decentes”, que no se distingan de la mediocre uniformidad del conjunto, razón por la que los propios indígenas deben tomar conciencia de esta situación y evitar ser engañados como hasta ahora con chatarra, así ésta consista tanto en “cuentas de vidrio”, como en ideologías e “ismos” propios del hombre blanco.

Nota

(1) Aunque serían necesarios más arquitectos indígenas para orientar y realizar sus construcciones con un plan arquetípico y sagrado, como antaño hicieron con sus templos y como siguen haciéndolo hoy en la milpa, a cielo descubierto. Además podrían seguir la carrera de medicina de las universidades con el fin de incorporar los elementos de su arte terapéutico como contribución a la salud general. Igualmente sería necesario continuar con la producción de sus artesanías, no perder la calidad y procurar buen precio por ellas, debida cuenta del valor económico de los objetos realizados a mano en los países más desarrollados, los que para muchas cosas los prefieren a la producción industrial. También sería loable que algunos de ellos –incluso chamanes u hombres de conocimiento– estudiaran leyes para poder defender sus derechos, pero que evitaran comprometerse en el peligroso y delicado mundo de la política de los países que habitan. Asimismo otros que pudieran estar capacitados en técnicas administrativo-contables e informática electrónica, para ser voceros de sus comunidades y respetados en el ámbito nacional. Y todos conocedores de su propia Tradición y de los valores cosmogónicos, filosóficos y metafísicos que entraña.

Nuestra cultura indígena, Por Fernando Trejos

Creíamos que se iba a aprovechar la conmemoración del quinto centenario de la llegada de los españoles a América para reivindicar la grandeza de nuestros pueblos aborígenes. Pero no. Durante el año hemos tenido que escuchar y leer en la prensa variados comentarios que tienden a rebajar –y hasta a negar– la cultura indígena costarricense, exaltando exclusivamente la influencia española e ignorando lo más significativo de esta celebración: la realidad de que en nuestro país también había –y hay– una elevada tradición que milagrosamente se ha mantenido intacta a través de los siglos y que permanece viva a pesar de los ingentes esfuerzos que blancos y mestizos han realizado por destruirla.

Estos comentarios, que tratan de minimizar la importancia de la cultura indígena, y que en algunos casos hasta han llegado a pretender negarla, desnudan una actitud de muchos costarricenses que pone en evidencia una abismal ignorancia de nuestra historia y un estúpido y mediocre orgullo de “no ser indios”, que se expresa en una especie de vergüenza observada en muchas familias nuestras, que se envanecen si la piel es más blanca y que esconden tontamente los orígenes indígenas que nadie medianamente enterado podría atreverse a negar.

Si bien es cierto que la proporción de sangre india en nuestro país es menor que en muchas tierras latinoamericanas, la inmensa mayoría de los costarricenses descendemos –nos guste o no– de indígenas. Muchos de los alimentos principales que ingerimos, y cantidad de palabras que hemos incorporado a nuestro idioma, tienen origen precolombino. Las más sanas y bellas costumbres y leyendas que tenemos las debemos a los indios. Y si pudiéramos comprender y amar nuestros orígenes estaríamos orgullosos de provenir de tan noble estirpe.

En nuestro país hay hombres de conocimiento (médicos-sacerdotes), depositarios, como tantos venerables ancianos indígenas que se encuentran diseminados aún a lo largo y ancho de toda América, de antiguas tradiciones y secretos que se gestaron y transmitieron en esta bendita tierra que ellos han habitado desde hace miles de años; herederos de profundos conocimientos de la medicina, de la naturaleza y de lo sobrenatural, y, sobre todo, vivos exponentes de una espiritualidad verdadera que siempre han transmitido, con amor desbordante, a quienes les respetan y abren su mente y su corazón permitiendo que esa sabiduría e influjo espiritual penetre.

Al oír y leer esos pobres comentarios, que siempre se afanan en tratar al indio de ignorante, me ha parecido escuchar la voz de los ancestros que gritan, no sin ironía, ni sin tristeza: “Han pretendido negar a nuestro Dios; han llamado demonios a nuestros espíritus intermediarios; han querido borrar nuestra historia; han menospreciado nuestro arte maravilloso; se han burlado de nuestra ejemplar mitología; no han podido comprender la fuerza de nuestros ritos ni la grandeza de nuestro espíritu. Pero ¿podrán además seguir llamándonos impunemente ignorantes, y hasta negar nuestra existencia? Pero la propia presencia de estos sabios me ha dado la respuesta: “No. Aquí estamos; somos los verdaderos habitantes de esta tierra; desde siempre hemos pertenecido a ella; observamos con estupor cómo la han mancillado destruyéndola y contaminándola; somos nosotros quienes nos preocupamos por nuestra Madre: la cuidamos, sufrimos sus sufrimientos, la amamos”.

Los pueblos indígenas tienen mucho que enseñar a los hombres modernos. Quienes hayan tenido el privilegio de conocer poblados aborígenes que se mantengan al margen de la contaminación de los “progresos” de los “blancos”, habrán observado, como lo hicimos nosotros en muchos lugares, que la mayoría de los indígenas son seres que se encuentran en un estado de virginidad envidiable; que se respetan los unos a los otros de una manera que no es posible ver ya en nuestras odiosas ciudades modernas; que son hombres humildes, pero con una dignidad que ya no existe “ni en las mejores familias” de estas sociedades decadentes; y que son seres humanos verdaderos, que comparten con su prójimo sus alegrías, sus tristezas y sus pocos haberes materiales.

Y quienes se tomen la molestia de leer los estudios serios –y abundantísimos– que por casi cinco siglos han realizado acerca de las culturas precolombinas frailes y cronistas conscientes, y antropólogos e investigadores sinceros, podrán comprobar que nuestros antepasados no tienen nada que envidiar a las más altas culturas y tradiciones de la tierra.

En todos los pueblos hay hombres sabios y necios, inteligentes y tontos, buenos y malvados; y no pretendemos que todos los indios sean perfectos. Pero hay verdades históricas que no podemos soslayar. La España que llegó a América no fue la España de San Fernando y Alfonso X el Sabio. No fue tampoco la España tolerante en la que convivieron en armonía hombres de conocimiento de orígenes judío, cristiano e islámico. Si América hubiera sido “descubierta” por aquellos sabios españoles éstos habrían reconocido en las culturas indígenas su elevada espiritualidad, su riqueza artística, arquitectónica e histórica, su profundidad filosófica y su pericia en las distintas ramas del saber. Los “conquistadores” y comentaristas más sensibles, como Sahagún, Las Casas, Durán y tantos otros, dan testimonio de la grandeza de las civilizaciones aborígenes. En Costa Rica, autores preclaros como Doris Stone, Carlos Aguilar, Luis Ferrero, María E. Bozzolli, y muchos otros historiadores, antropólogos y estudiosos del tema, han constatado que también en esta tierra había –y hay– grandes sabios y santos indígenas.

Pero desgraciadamente la inmensa mayoría de los españoles que invadieron estas tierras fue ignorante y ambiciosa, dogmática e inquisidora, cargada de odios y prejuicios que desgraciadamente todavía hoy prevalecen. Para justificar los saqueos y violaciones, robos y esclavizaciones, tildaron a los indios de ignorantes y salvajes y se dedicaron a destruir la cultura y a mal informar.

Hemos celebrado el quinto centenario de la raza mestiza, y este año ha sido declarado “de los pueblos indígenas”, lo que nos da la bella oportunidad de recordar nuestros verdaderos orígenes. Pero vemos también, desgraciadamente, con gran dolor, cómo todavía hay personas que se dicen cultas que mantienen esa mentalidad inquisidora e ignorante, y que como verdaderos fariseos no pueden ocultar el odio que han heredado hacia los antiguos y verdaderos habitantes de esta tierra.

Dichosamente, aquí está, todavía viva, la cultura bribrí y cabécar. Aquí siempre ha vivido Sibú. Aquí están los chorotegas, huetares y borucas. Y aquí estamos nosotros, los mestizos que, sin renegar en modo alguno de nuestros orígenes europeos, sí nos sentimos orgullosos de que corra por nuestras venas sangre indígena, y respetamos y amamos a nuestros antepasados aborígenes y a su cultura, y a los tantos hombres que siguen siendo hoy, a pesar del desprecio y la incomprensión, testimonio vivo de que Costa Rica tiene –aunque la mayoría de los costarricenses no lo sepa– una tradición verdadera, heredera de la Tradición Primordial, profundamente india, cargada de enseñanzas y energías espirituales que permitirán que en esta tierra mágica algún día vuelvan a florecer el espíritu, la auténtica paz y el amor.

Mutilaciones rituales en el mundo maya

Deformación craneana.

Una de las cosas que mas han hecho celebres a los antiguos mayas, aunque no era privativa de ellos, es su deformación craneana, obtenida por medios artificiales, cosa que decían fue inspirada a sus antepasados por los mismos dioses, la que según referían, además de darles un aire noble les proporcionaba una comodidad practica para sujetar la carga a la cabeza.

A los pocos días de nacida la criatura la ponían boca abajo o boca arriba sobre un pequeño lecho y durante varios días le comprimían fuertemente la cabeza entre dos tablillas cóncavas en el medio, una sobre le frente y otra sobre el colodrillo, tablillas que se sujetaban por medio de un fuerte amarre. Resultaba así un cráneo puntiagudo hacia arriba, rehuido hacia atrás, aplastado por adelante, haciendo mas ancha la frente y acentuando sobremanera el perfil.

Estrabismo.

La bizquera era un signo fisiológico particularmente gustado por los mayas. Para satisfacer tan exótico gusto colgaban del cabello de sus hijos una pelotilla de resina que les caía sobre la frente, lo que obligaba al niño a levantar continuamente los ojos para verla, hasta que con tanto forzarlos acababan por adquirir dicha desviación. Es posible que algunos individuos que se dejaban crecer el cabello sobre las cejas, al danzar tenían que mirarlo alzando sus ojos y se ponían bizcos.

Perforación de la nariz.

Consistía en la horadación de la ternilla nasal para incrustar en ella una cuenta de jade o ámbar.

Mutilación dentaría.

Hombres y mujeres se ornamentaban la dentadura con incrustaciones de pequeños discos de jade o de obsidiana y en ocasiones, se limaban los dientes en forma de sierra.

Perforación de las orejas y de otras partes del cuerpo.

Tanto las mujeres como los hombres tenían perforados desde chicos el lóbulo de las orejas para colgar o ensartar en el sus respectivas orejeras. La horadación era agrandada gradualmente, y era capaz por lo tanto de contener grandes piezas. Los guerreros principalmente solían agujerearse el labio inferior para ajustar en la horadación un bezote de oro, plata o ámbar o bien un botón de oro, a modo de distintivo guerrero o, mejor dicho, de valor, lo que a la vez les daba un aspecto fiero e imponente.

Forma de usar el cabello.

Las madres acostumbraban a quemar con paños calientes los rostros de sus hijos a fin de que cuando crezcan no le creciera la barba. Tanto los hombres como las mujeres usaban el cabello largo, aunque diferenciándose generalmente en el tocado. Se dejaban crecer el cabello desde el medio de la cabeza hacia atrás. Los hombres se quemaban dicha parte superior del cráneo de tal manera que creciera menos cabello ahí. A veces lo trenzaban y hacían una guirnalda de ello en torno a al cabeza, dejando la coletilla atrás como borlas. Los guerreros llevaban la trenza alrededor de la cabeza con el final colgando hacia atrás. Usaban un fleco erguido por una banda de algodón o corteza. Era un castigo que se le cortara el cabello a alguien.

Autogestion

Autogestión
De Anarcopedia

La autogestión es la gestión directa (autoorganizada) y la propiedad conjunta de una empresa por parte de sus propios trabajadores. En este régimen económico de participación activa y control democrático rige el principio de que los mismos trabajadores son los propietarios efectivos, siendo todos ellos socios empresariales y compañeros de trabajo a la vez; el concepto está principalmente enfocado al aspecto económico, pudiéndose extender su uso a otros ámbitos relacionados con el autogobierno. Es una práctica promovida principalmente por el anarquismo.

Contenido

    * 1 Principios
          o 1.1 Eficiencia
          o 1.2 Incompatibilidad
    * 2 Ejemplos de cooperativas autogestionarias
    * 3 Enlaces externos

Principios

En la autogestión, siendo los trabajadores socios y compañeros, se enfoca al empoderamiento efectivo de la acción empresarial y de la producción económica por parte de cada uno de sus actores, promoviendo creatividad y cooperación como principios. La administración de este organismo por sus partícipes se dá en un régimen autoorganizado por democracia directa o por decisiones consesuadas y su origen conceptual indica que las tareas que son sencillas de hacer, conviene que las hagan las personas directamente afectadas.

Cada uno de los trabajadores participan asociadamente tanto de la propiedad como de las decisiones administrativas en igualdad de condiciones para generar sus propios recursos: compartiendo riesgos y beneficios, generando sus propios recursos, financiándose por medio de su trabajo propio, elaborando sus propios productos, escogiendo cuánto y cómo producirlos, distribuyéndolos de la forma más directa posible, etc. Las empresas pueden tener diversas escalas aunque tienden a una escala amigable (micronegocios o empresas cooperativas, etc).

En este modelo de empresa, el desarrollo local y sostenible es necesario para una continuidad de los proyectos coherente con sus principios, así mismo este modelo tiene en cuenta que donde el trabajo es colectivo la propiedad debe ser colectiva.

Eficiencia

La economía de autogestión pone al mismo nivel la eficiencia económica y la gratificación humana, siendo ambas esenciales para su manejo, pero por la prioridad que se le da al capital humano y a la razón social, se puede malentender que esta economía no busca la eficiencia, la primera respuesta a esto es que si no se buscara aquello no podría haber continuidad en las operaciones de la empresa.

Los críticos (burócratas, gerentes y capitalistas) argumentan que consultar a todos los trabajadores por cada pequeña cuestión significa un consumo de tiempo, ineficiente y, por lo tanto, inefectivo (además de oponerse a que ellos tengan efectivamente la propiedad); sin embargo esta apreciación es contraria al principio mismo de autogestión ya que el poder de acción lo tiene cada participante en cojunto con sus compañeros, como se ha visto en algunos ejemplos prácticos, sólo las grandes decisiones son hechas por todos los trabajadores durante un consejo. Siguiendo el principio de democracia directa, únicamente deben decidir las personas directamente afectadas por una consulta en particular según el área o departamento de trabajo específico, eliminando así tiempos muertos y control de unos sobre otros.

Entonces la empresa autogestiva, cuando se ha instalado con firmeza, puede ser más eficiente e innovadora que la empresa capitalista o la empresa estatal; esto debido al empoderamiento de la acción por parte de cada trabajador y a la gestión cooperativa que hacen a un lado la centralización, la competencia interna, la alienación por el trabajo, entre otras causas de ineficiencia. Incluso el saberse dueños en conjunto de lo que hacen lo consideran justo, dándoles ánimo y haciendo que gusten de su actividad, rehumanizando así la acción económica.
[editar] Incompatibilidad

Es incompatible con varias funciones tradicionales de las economías (que dentro de la autogestión se consideran tanto injustas como inadecuadas) debido a que no existe ni la figura del patrón, dueño o jefes ni la de empleados subordinados. No debe confundirse con modelos aparentemente similares, ya que no siempre es lo mismo que el control obrero, el cual puede mantener la jerarquía y el control externo del organismo (o fábrica) a algún otro organismo o instancia superior (como un partido político, o un sindicato burócrata por ejemplo); no debe tampoco ser confundida con la cogestión, donde el patrón tiene la mayor parte de la propiedad y le cede un porcentaje a los trabajadores.

¿Que es el sufismo? Martin Lings

MARTIN LINGS
¿QUÉ ES EL
SUFISMO?
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
2
NOTA SOBRE LA PRONUNCIACIÓN
DE LAS PALABRAS ÁRABES
Indicamos solamente la pronunciación de aquellas letras cuya lectura podría prestarse
a confusión. Las demás se pronuncian de la misma forma que en castellano.
Letra Pronunciación
ð (ðŒ’) z castellana
ÿ (ÿ´m) j inglesa, como en «John»
Ê (ʌ’) h fuertemente aspirada
¼ (¼Œl) th inglesa suave, como en «this»
z (zŒy) s sonora, como en «desde», o z francesa
ë (ë´n) ch francesa o sh inglesa
î (îŒd) s enfática
¼ (¼Œd) d enfática
ð (ðŒ’) ð enfática
z (zŒ’) entre z y d, enfática
‘ (‘ayn) Parecida a una a gutural, emitida con la laringe comprimida
g (gayn) parecida a la r francesa, articulada en la garganta
q (qŒf) k gutural, articulada en la garganta
h (hŒ’) h aspirada andaluza
’ (hamza) equivalente al espíritu suave griego; semejante al hiato
entre dos vocales
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
3
PRÓLOGO
El título de este libro es una pregunta; y, en los últimos años, se han dado a esta pregunta,
por lo menos en el mundo occidental, respuestas dudosas y sospechosas. Además,
el interés por el sufismo, que se extiende rápidamente, acentúa todavía más la necesidad
de un libro de introducción y digno de confianza —de introducción en el sentido
de que no exija ningún conocimiento especial, y digno de confianza en que no implique
más simplicidad que la que la verdad autoriza.
Sin embargo, aunque un libro como éste pueda no requerir ningún conocimiento especial,
presupone necesariamente un profundo y penetrante interés por las cosas del
espíritu. Más particularmente, presupone al menos un presentimiento de la posibilidad
de una percepción interior directa —presentimiento que podría convertirse en germen de
aspiración—. O, como mínimo, exige que el alma no esté cerrada a tal posibilidad. Hace
cerca de mil años un gran sufí decía del sufismo que era un «sabor», porque su objeto y
su fin podrían definirse como un conocimiento directo de verdades trascendentes, más
comparable, en lo que concierne a su carácter directo, a las experiencias de los sentidos
que al conocimiento que procede de la mente.
La mayor parte de los lectores occidentales de este libro habrán oído en su juventud
que «el reino de los cielos está dentro de vosotros». También habrán oído estas palabras:
«Buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá». Pero de entre ellos, ¿cuántos han recib ido
algún tipo de instrucción sobre la manera de buscar y sobre el arte de llamar? Y al
escribir estas cuatro últimas palabras nos sobreviene la idea de que, en este preciso
contexto, constituyen una respuesta a la pregunta que nuestro título propone.
Hemos dicho ya suficiente al respecto para hacer comprender claramente que, aunque
nuestro tema está tratado sucintamente —una obra tan poco voluminosa sobre una
materia tan amplia es forzosamente un resumen— no lo está de forma superficial, lo que
hubiera supuesto una contradicción en los términos. El sufismo es una piedra de toque,
un criterio implacable que reduce todo lo demás, excepto sus propios equivalentes, a
una superficie plana de dos dimensiones, puesto que constituye en sí la verdadera dimensión
de la elevación y de la profundidad.
MARTIN LINGS
Londres, 1973.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
4
1
ORIGINALIDAD DEL SUFISMO
«Hazme entrar, oh Señor, en las profundidades del Océano de tu unidad infinita»:
tales eran las palabras con las que empezaba una oración que acostumbraba a decir el
gran sufí andaluz Muhyi-l-Din Ibn Arabi1; y en sus tratados, los sufíes han hecho siempre
repetida mención de ese «Océano» que servía también de referencia simbólica al
Término hacia el que su camino les conducía. Sobre la base de este símbolo y como
respuesta a la pregunta: «¿qué es el sufismo?» empezaremos, pues, por decir: de vez en
cuando, una Revelación «fluye» como una marea procedente del Océano de Infinitud
hacia las costas de nuestro mundo finito; y el sufismo es la vocación, la disciplina y la
ciencia que permiten sumergirse en el reflujo de una de esas olas y ser devuelto con ella
a su Fuente eterna e infinita.
«De vez en cuando»: hay aquí una simplificación que requiere un comentario; en
efecto, como no hay una medida común entre el origen y el destino de una ola así, su
temporalidad está obligada a participar, misteriosamente, de lo Eterno, exactamente
como lo finito debe participar de lo Infinito. Siendo de orden temporal, debe alcanzar
este mundo en un determinado momento de la historia; pero, en cierto sentido, ese momento
escapará al tiempo. Mejor que mil meses2: eso es lo que dice la Revelación islámica
de la noche de su propia venida. Debe también haber un final que corresponda al
comienzo; pero ese final estará demasiado alejado para ser humanamente previsible. Las
instituciones divinas están hechas para siempre3. Otra huella que el eterno presente ha
dejado impresa en esta Revelación, es que no cesa de fluir y refluir, en el sentido de que
forma un flujo y un reflujo para todo individuo dentro de su área de influencia.
Sólo hay un agua, pero no hay dos Revelaciones que sean externamente iguales. Cada
ola tiene sus propias características según su destino, es decir, según las necesidades
1 British Library, Ms. Or. 13453 (3).
2 Corán, XCVII, 3.
3 Exodo, XII, 14.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
5
particulares de tiempo y lugar en respuesta a las cuales, providencialmente, surge. Estas
necesidades, que comprenden todos los modos de receptividad étnica y todas las aptitudes
variables de un pueblo a otro, pueden compararse a las concavidades y huecos que
la ola encuentra en su camino. La gran mayoría de los creyentes se preocupan exclusivamente
del agua que la ola deposita en estos receptáculos y que constituye el aspecto
formal de la religión.
En cambio, los místicos —y el sufismo es una clase de mística— se preocupan, por
definición, sobre todo por los «misterios del Reino de los cielos»; y sería, pues, justo
decir, conforme a nuestra imagen, que el místico se preocupa mucho más de la ola en
reflujo que del agua que va dejando a su paso. Sin embargo, como el resto de los miembros
de su comunidad, tiene necesidad de ese residuo, necesidad de las formas exteriores
de su religión que atañen al individuo humano como tal. Porque si se pregunta qué
es lo que, en el místico, puede refluir con la ola que se retira, una respuesta parcial será:
ni su cuerpo ni su alma. El cuerpo no puede refluir antes de la Resurrección, que es el
primer estadio de la reabsorción del cuerpo —y con él de todo el orden material— en
los estados superiores del ser. En cuanto al alma, debe esperar a la muerte del cuerpo.
Hasta ese momento, aunque inmortal, se encuentra prisionera en el mundo mortal. A la
muerte de GazzŒlî, el gran sufí del siglo XI, se encontró bajo su cabeza un poema que
había escrito durante su última enfermedad. En él figuraban estos versos:
Soy un pájaro: este cuerpo era mi jaula,
pero me he ido volando, dejándola como un signo4.
Otros grandes sufíes han hecho declaraciones semejantes; pero también han indicado
claramente en sus escritos, sus palabras o su vida —que es, para nosotros, la medida de
su grandeza— que algo en ellos había ya refluido antes de su muerte y a pesar de su
«jaula», algo más esencial que todo lo que debe esperar a la muerte para alcanzar la libertad.
Eso que, mediante la realización espiritual, es devuelto a la Fuente, puede ser designado
como el centro de conciencia. El Océano está tanto dentro como fuera; y el camino
de los místicos es un despertar progresivo, como si se «reculase» en dirección a la raíz
del propio ser; es un recuerdo del supremo Sí que trasciende infinitamente al ego humano
y que no es otra cosa que las profundidades hacia las que la ola refluye.
4 British Library, Ms. Add. 7561, f. 86. El poema ha sido traducido completo por M. Smith en Al-
GazzŒlî the Mystic, Luzac, 1944, pp. 36-37.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
6
Para recurrir a una imagen muy distinta, pero que puede ayudar a completar la primera,
comparemos este mundo con un jardín —o más exactamente con un vivero de
plantas—, porque nada se encuentra en él que no haya sido plantado con vistas a ser
trasplantado a otro lugar. La parte central del jardín está reservada a unos árboles de
especie particularmente noble, aunque son relativamente pequeños y están colocados en
tiestos de tierra cocida; pero, si los observamos, uno de ellos se apodera de nuestra atención
por superar a todos los demás en belleza, frondosidad y vigor. La causa no aparece
a simple vista, aunque en seguida la comprendamos sin necesidad de indagar: la raíz de
ese árbol ha prendido profundamente en la tierra a través del fondo de su recipiente.
Los árboles son almas y el que se distingue de los demás es uno que, como dicen los
hindúes, se ha «liberado en vida», uno que ha realizado lo que los sufíes llaman la «Estación
suprema»; y el sufismo es un camino y un medio para que la raíz prenda, a través
de la puerta estrecha que se encuentra en las profundidades del alma, en el Espíritu puro
que desemboca en la Divinidad. El sufí realizado es, pues, consciente de estar, como los
demás hombres, prisionero en el mundo de las formas, pero a diferencia de ellos, tiene
también conciencia de ser libre, con una libertad que pesa incomparablemente más que
su cautividad. Por ello puede decirse que tiene dos centros de conciencia, uno humano y
otro divino, y puede expresarse unas veces en función de uno y otras en función del
otro, lo que explica ciertas contradicciones aparentes.
Seguir el camino de los místicos es adquirir algo así como una dimensión suplementaria,
porque este camino no es otra cosa que la dimensión de la profundidad5. En
consecuencia, como se verá más detalladamente a continuación, incluso los ritos en los
que el místico participa con el resto de su comunidad y de los que también tiene necesidad
para el equilibrio de su alma, no los realiza de forma exotérica, como es el caso en
los demás, sino que proceden del mismo punto de vista esotérico profundo que caracteriza
todos sus ritos y que el método le prohibe perder de vista. En otros términos, nunca
debe olvidar esta verdad: el agua que la ola ha dejado tras de sí es la misma que la que
refluye. Analógicamente, tampoco debe olvidar que su alma, a la manera del agua
«aprisionada» en las formas, no es esencialmente diferente del Espíritu trascendente del
que constituye una prolongación de manera comparable a una mano extendida y metida
en un recipiente, que después es, finalmente, retirada.
5 O de elevación, lo que vendría a ser un aspecto complementario de la misma dimensión. Se dice a
veces del Árbol de la Vida, del que el santo es una personificación, que tiene sus raíces en el Cielo, para
que no se olvide que la profundidad y la elevación son espiritualmente idénticas.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
7
Si el significado del título de este capítulo no aparece todavía, se debe en parte a que
la palabra «original» se ha impregnado de sentidos que nada tienen que ver con la esencia
de la originalidad, sino que se limitan a una de sus consecuencias, la diferencia, o la
cualidad de lo que es inhabitual o extraordinario. «Original» es incluso utilizado como
sinónimo de «anormal», lo que constituye una monstruosa perversión, porque la verdadera
originalidad es siempre una norma. Tampoco puede ser realizada por la voluntad
humana, mientras que lo grotesco, al contrario, es doblemente fácil de producir, precisamente
porque no es más que un caos de imitaciones.
Lo original es lo que brota directamente del origen, o de la fuente, como un agua pura
no contaminada que no haya recibido ninguna influencia «lateral». Así, la originalidad
está relacionada con la inspiración y, por encima de todo, con la revelación, porque
se trata de orígenes trascendentes, situados más allá de este mundo, en el ámbito del
Espíritu. El origen, a fin de cuentas, no es otra cosa que lo Absoluto, lo Infinito y lo
Eterno, y de ahí el Nombre divino «El Origen», en el sentido de Creador o causa primera,
en árabe al-Bad´’, que puede también traducirse por «El Maravilloso». Es a partir de
este Océano de posibilidad infinita de donde fluyen las grandes olas de la Revelación,
cada una «maravillosamente» diferente de las otras, porque todas llevan la marca del
Único del que todo proviene, aunque en el fondo son la misma, porque el contenido
esencial de su mensaje es la Verdad una.
A la luz de esta imagen de la ola, vemos que la originalidad es una garantía tanto de
autenticidad como de eficacia. La autenticidad, cuya cara terrestre, por decirlo así, es la
ortodoxia, está constituida por el flujo de la ola, es decir, por la procedencia directa de la
Revelación que emana de su Origen divino; y en cada ola se encuentra la promesa de un
reflujo en el que reside la eficacia, la Gracia del irresistible poder de atracción de la
Verdad.
El sufismo no es otra cosa que la mística islámica, lo que significa que es la corriente
central más potente de esa marea que constituye la Revelación del Islam; tras lo
dicho, quedará de manifiesto que ello no supone ningún descrédito, como algunos parecen
pensar. Al contrario, se trata de la afirmación de que el sufismo es a la vez auténtico
y eficaz.
Por lo que se refiere a los miles de hombres y mujeres que, en el mundo occidental
moderno, pretenden ser «sufíes» sosteniendo que el sufismo es independiente de toda
religión específica y que ha existido desde siempre, sin saberlo lo están reduciendo —si
se nos permite recurrir a la misma imagen elemental— a una red de canales de agua
artificiales tierra adentro. Se les escapa que, despojándole de su particularidad y, por
tanto, de su originalidad, le quitan también su impulso. No hace falta decir que los canales
de agua existen. Por ejemplo, desde el momento en que el Islam se estableció en el
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
8
subcontinente indio, ha habido intercambios intelectuales entre sufíes y brahmanes; y el
sufismo adoptó también ciertos términos y nociones tomados del neoplatonismo. Pero
los fundamentos del sufismo estaban ya establecidos y su curso ulterior irrevocablemente
trazado mucho antes de que les fuera posible a las influencias místicas extranjeras
y paralelas introducir en él elementos no islámicos, y, cuando tales influencias terminaron
por dejarse sentir, en realidad no afectaron sino a la superficie.
Dicho de otro modo, el sufismo, siendo totalmente dependiente de una Revelación
particular, es totalmente independiente de cualquier otra cosa. Aunque, siendo autosuficiente,
puede, si el tiempo y el lugar se prestan a ello, recoger flores en un jardín distinto
al suyo. El Profeta del Islam ha dicho: «Buscad el saber hasta en China».
2
UNIVERSALIDAD DEL SUFISMO
Aquellos que sostienen que el sufismo está «libre de las cadenas de la religión» 1, lo
hacen en parte porque imaginan que su universalidad está en juego. Sin embargo, a pesar
de la simpatía que pueda sentirse por su preocupación relativa a ese indudable aspecto
del sufismo, no hay que olvidar que la particularidad es perfectamente compatible
con la universalidad: esta verdad salta a los ojos cuando se considera el arte sagrado,
que es a la vez completamente particular y completamente universal2. Para escoger el
ejemplo más próximo a nuestro tema, el arte islámico es inmediatamente reconocible
como tal en virtud de su carácter distinto de cualquier otro arte sagrado: «Nadie pondrá
en duda la unidad del arte islámico, sea en el tiempo o en el espacio; es demasiado evidente:
ya se contemple la mezquita de Córdoba o la gran medersa de Samarkanda, se
trate de la tumba de un santo en el Magreb o en el Turkestán chino, es como si una sola
y única luz irradiara de cada una de esas obras de arte»3. Al mismo tiempo, la universalidad
de estos grandes monumentos del Islam es tal que, ante la presencia de no importa
cuál de ellos, se tiene la impresión de encontrarse en el centro del mundo4.
Lejos de ser una digresión, la cuestión del arte sagrado nos devuelve a nuestro tema
central: en respuesta a la pregunta: «¿qué es el sufismo?», una posible contestación sería
simplemente —a condición de que interviniesen además otras respuestas— señalar el
1 Cierto en un sentido, pero no en el que piensan.
2 Lo que se deduce claramente de la obra de T. BURCKHARDT. Principes et Méthodes de l’art sacré,
Lyon. Derain, 1958, que también ilustra la estrecha relación existente entre arte sagrado y mística.
3 T. BURCKHARDT. «Perennial Values in Islamic Art», Studies in Comparative Religion, verano de
1967.
4 Esta idea ha sido tomada de la magistral demostración hecha por Frithof SCHUON sobre la diferencia
entre arte sagrado y arte religioso pero no sagrado. Me he tomado la libertad de transponerla de su contexto
cristiano. He aquí el texto original: «Ante una catedral, uno se siente realmente situado en el centro
del mundo; ante una iglesia de estilo renacentista, barroco o rococó, uno no se siente más que en Europa»
(De l’Unité transcendante des religions, París, Gallimard, 1948. p. 79). [trad. esp., Ed. Heliodoro, Madrid.
1980].
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
10
Taj Mahal o cualquier otra obra maestra de la arquitectura islámica. Y un sufí potencial
no dejaría de comprender esta contestación, porque el objetivo final del sufismo es la
santidad, y todo arte sagrado en el verdadero y pleno sentido del término es como una
cristalización de la santidad, de la misma forma que el santo es como una encarnación
de algún monumento sagrado, siendo tanto uno como otro manifestaciones de la Perfección
divina.
Según la doctrina islámica, la perfección es la síntesis de las cualidades de majestad
y de belleza; y el sufismo, como han expresado numerosos sufíes, es un revestimiento
de estas cualidades divinas: lo que implica que el alma se despoja de las limitaciones del
hombre caído, de los hábitos y de los prejuicios que habían llegado a constituirse en una
«segunda naturaleza» y se cubre con las características de la naturaleza primordial del
hombre hecho a imagen de Dios. Por eso el rito de la iniciación, en algunas Órdenes
sufíes, toma efectivamente la forma de una investidura: el Šayj coloca un manto (jirqa)
sobre las espaldas del iniciado.
El novicio adopta el género de vida del adepto, porque una parte del método de
cualquier mística —y sobre todo de la islámica— consiste en anticiparse al fin; el
adepto continúa viviendo como vivía el novicio que fue. La diferencia es que la vía, es
decir, el sufismo, se ha convertido en algo completamente espontáneo para el adepto,
porque la santidad ha triunfado sobre la «segunda naturaleza». Para el novicio la vía es,
al principio, sobre todo una disciplina. Pero el arte sagrado es como una gracia divina
que puede volver fácil lo difícil. Su función —que es la función suprema del arte— es
precipitar en el alma una victoria de la santidad, de la que la obra maestra en cuestión es
una imagen. Como complemento de la disciplina —podríamos incluso decir: como alivio—
presenta el camino a seguir como si se tratase de una vocación natural en el sent ido
literal, haciendo una llamada a todos los elementos del alma con vistas a un acto de
adhesión unánime a la Perfección que manifiesta.
Si se nos pregunta: ¿no podríamos señalar el templo de Hampi o la catedral de
Chartres, tanto como el Taj Mahal, como una cristalización del sufismo? La respuesta
sería un «sí» sobre el que prevalecerá un «no». Tanto el templo hindú como la catedral
cristiana son manifestaciones supremas de majestad y de belleza, y un pretendido sufí
que no supiera reconocerlo faltaría a su calificación, dado que habría omitido testimoniar
la consideración debida a los signos de Dios. Pero es necesario recordar que el arte
sagrado existe para todos los miembros de la comunidad en la que florece y que representa
no sólo el fin, sino también los medios y la perspectiva o, en otros términos, la
abertura de la vía hacia su objetivo; y ni el templo ni la catedral estaban destinados a
manifestar los ideales del Islam y a revelarlo como medio para el fin como lo fueron las
grandes mezquitas y, en otro plano, los grandes sufíes. Desde luego no sería imposible
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
11
resaltar la afinidad que existe entre esos dos modos particulares de majestad y belleza
manifestados en ambos modelos islámicos, es decir, en las perfecciones estáticas de
piedra y en sus equivalentes dinámicos vivientes. Pero tal análisis de lo que podría llamarse
el perfume de la espiritualidad islámica se saldría del marco de un libro como
éste. Será suficiente decir que la unidad de la Verdad se refleja en todas sus revelaciones,
no sólo por la cualidad de unicidad, sino también por la de homogeneidad. Así,
cada una de las grandes civilizaciones teocráticas es un todo único y homogéneo que
difiere de todas las demás, como un fruto se diferencia de otro aunque tenga siempre el
mismo sabor en todos sus diferentes aspectos. El místico musulmán puede, pues, entregarse
enteramente, sin ninguna reserva 5, a una gran obra de arte islámico; y si se trata de
un santuario puede, al entrar en él, revestirlo como un traje de santidad y llevarlo como
una prolongación casi orgánica del sufismo que él ha ayudado a triunfar en su alma. El
templo o la catedral podrían ayudar al mismo triunfo, pero este místico no podría «llevarlos
», al menos mientras no haya trascendido efectivamente todas las formas mediante
la realización espiritual, lo que es muy diferente de una comprensión meramente
teórica.
Si nos referimos al arte sagrado es porque suministra un ejemplo inmediatamente
manifiesto de la compatibilidad entre lo universal y lo particular. La misma compatibilidad
aparece en el simbolismo del círculo con su centro, sus radios y su circunferencia.
La palabra «simbolismo» se utiliza aquí para indicar que el círculo es considerado no
como una imagen arbitraria, sino como una forma enraizada en la realidad que tal imagen
ilustro, en el sentido de que debe su existencia a esa realidad, de la que, de hecho, es
una prolongación existencial. Si la Verdad no irradiara, no podría existir nada comparable
a un radio, incluso en el sentido geométrico, sin hablar del camino espiritual del que
constituye el ejemplo más elevado; todos los radios desaparecerían de la existencia, y
con ellos el mismo universo, porque la forma radial es uno de los más grandes símbolos:
simboliza aquello de lo que todo depende, es decir, la conexión entre el Principio divino
y sus manifestaciones o creaciones.
Todo el mundo es consciente de «estar en un punto» o de «haber alcanzado un punto
», aunque no se trate más que de la conciencia de haber llegado a una edad determina-
5 Es decir, sin temor a recibir una vibración extraña, porque dos perspectivas espirituales pueden, por
razones de doctrina o de método, excluirse mutuamente en algunos de sus aspectos, aunque, sin embargo
converjan hacia el mismo objetivo. Pero el arte sagrado es un auxiliar y no constituye normalmente un
medio central de realización espiritual. Cualquier peligro que pudiese provenir del arte sagrado de una
línea tradicional distinta a la propia es, pues, mucho menor que los peligros inherentes a la práctica de
ritos de otra religión. Una violación tal de la homogeneidad espiritual puede provocar un choque suficientemente
violento como para desequilibrar al alma.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
12
da. La mística empieza con la conciencia de que ese punto se encuentra en un radio. A
continuación procede por lo que podría ser definido como una explotación de ese hecho,
al ser el radio un fulgor de la Misericordia divina que emana del Centro supremo y que
hace volver a Él. Desde entonces, el punto debe convertirse en un punto de misericordia.
En otros términos, debe haber una realización, o actualización, consciente de la Misericordia
inherente al punto, que constituye la única parte del radio que se tiene a disposición
en esta fase. Lo que quiere decir que se debe sacar provecho de esas posibilidades
de Misericordia inmediatamente disponibles que son los aspectos formales exteriores de
la religión: aunque están siempre al alcance, pueden haber sido completamente descuidados
o puestos en práctica sólo de modo exotérico, es decir, considerando al punto
como si estuviera aislado y sin referencia al radio en su totalidad.
El radio mismo es la dimensión mística de la religión; así, en el caso del Islam, es el
sufismo lo que, a la luz de este símbolo, aparece a la vez como particular y universal;
particular en lo que le distingue de los demás radios que representan otras místicas, y
universal porque, como ellas, conduce al Centro único. Nuestra imagen en su conjunto
revela claramente esta verdad: cuando un camino místico se acerca a su Fin, está más
próximo a los demás que en los comienzos6. Pero existe una verdad complementaria y
casi paradójica que esta imagen no puede revelar7, aunque se sobreentiende por la idea
de concentración que evoca: más proximidad no significa que sea menos distinto, porque
cuanto más cerca se está del centro, más fuerte es la concentración; y cuanto más
aumenta la concentración más se condensa la «dosis». La esencia concentrada del Islam
no se encuentra más que en el santo sufí que, desembocando en el término del camino,
ha llevado los ideales específicos de su religión a su más elevado y más completo desarrollo,
exactamente como la esencia concentrada del cristianismo no puede encontrarse
sino en un san Francisco, un san Bernardo o un santo Domingo. Dicho de otra forma, no
es sólo la universalidad lo que gana en intensidad al acercarse a la Meta, sino también la
6 También revela, incidentalmente, la ineficacia del diletantismo correspondiente a una línea sinuosa
que, a veces, se dirige hacia el centro y, a veces, se aleja, cruzando y volviendo a cruzar diferentes radios
pero sin seguir ninguno con constancia, a la vez que pretende abarcar la síntesis de todos. Los que se
engañan a sí mismos de esta manera son, por citar a un sufí del siglo pasado (el šayj al-DarqŒw´), «como
el que busca agua cavando un poco por allí y un poco por allá; no encontrará agua y morirá de sed, mientras
que el que cava en un solo lugar, confiando en Dios y dejándolo en Sus Manos, encontrará agua;
beberá y hará beber de ella a otros» (Letters of a Sufi Master, Londres, Perennial Books, 1968, p. 29). [De
próxima publicación en esta colección. Nota del T].
7 Un símbolo es por definición fragmentario, porque no puede captar todos los aspectos de su arquetipo.
Lo que se le escapa es, en este caso, la verdad de que el Centro es infinitamente más grande que la
circunferencia. Por eso debemos completarlo en nuestro fuero interno con otro círculo cuyo centro represente
este mundo y cuya circunferencia simbolice el infinito que lo contiene todo.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
13
originalidad de cada mística particular. Por lo demás, no podría ser de otro modo, puesto
que la originalidad es inseparable de la unidad y ésta, como la universalidad, aumenta
necesariamente con la proximidad de la Unidad de la que procede.
Todas las místicas son igualmente universales en el sentido amplio de la palabra, en
la medida en que todas conducen a la Verdad una. Pero un rasgo que determina la originalidad
del Islam, y del sufismo por tanto, es lo que podría llamarse una universalidad
secundaria, lo que se explica ante todo porque, siendo la última Revelación del presente
ciclo temporal, es necesariamente un poco como su recapitulación. El credo islámico se
anuncia en el Corán como una creencia en Dios, Sus Angeles, Sus Libros y sus Mensajeros8.
El siguiente pasaje es también revelador a este respecto; ni en el judaísmo ni en el
cristianismo se podría encontrar nada comparable a, por ejemplo, esto: Hemos dado a
cada cual una ley y una norma. Si Dios9 hubiese querido habría hecho de vosotros una
sola comunidad. Pero ha querido probaros con el don que os ha hecho. Intentad superaros
unos a otros en buenas acciones. Para todos el retorno será hacia Dios; Él os
aclarará entonces la causa de vuestras divergencias10. Por otra parte —y por eso puede
hablarse de un «ciclo» temporal— hay una cierta coincidencia entre lo último y lo primero.
Con el Islam la rueda ha dado una vuelta completa, o casi; por eso afirma ser un
retorno a la religión primordial, lo que le confiere también un aspecto de universalidad.
Una de las características del Corán como última Revelación, es que a veces es, en
cierta manera, diáfano, con el fin de que la primera Revelación pueda transparentarse a
través de sus versículos; y esta primera Revelación, que es el Libro de la Naturaleza,
pertenece a todos. Por respeto hacia ese Libro, los milagros de Muhammad, a diferencia
de los de Moisés o los de Jesús, nunca están autorizados a ocupar el centro de la escena.
Este se reserva, en la perspectiva islámica, al gran milagro de la creación, que a medida
que los tiempos transcurren, es considerado cada vez más como algo obvio pero que
debe ser restablecido en su sentido original. A este respecto no está de más mencionar
que uno de los dichos del Profeta más frecuentemente citado por los sufíes es la siguiente
«Tradición santa» (úad´ð qudus´)11, así designada porque Dios habla directamente:
«Yo era un Tesoro escondido y quise ser conocido, entonces creé el mundo.»
8 II, 285.
9 El Corán hace hablar a la voz de la Divinidad no sólo en primera persona (en singular o en plural),
sino también en tercera persona, pasando a veces de una a otra en dos frases consecutivas, como en este
caso.
10 V. 48.
11 La palabra «Tradición» será siempre utilizada con mayúscula cuando se trate de la traducción de un
úad´ð, literalmente «dicho transmitido» (por el Profeta o por uno de sus compañeros refiriéndose a él).
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
14
Sin duda es en virtud de estos y otros aspectos de universalidad por lo que el Corán
declara, dirigiéndose al conjunto de la comunidad de musulmanes: Hemos hecho de
vosotros un pueblo del justo medio12; y se verá quizá en otros capítulos, incluso sin la
intención expresa de demostrarlo, que el sufismo es, de hecho, una forma de puente entre
Oriente y Occidente.
12 II, 143.
3
EL LIBRO
Si refiriéndose a nuestro simbolismo básico se nos preguntase sobre la forma que
adquiere el oleaje de la marea, contestaríamos que, sobre todo, toma la forma de un libro,
el Corán. Los sufíes hablan de «tratar de ahogarse» (istigrŒq) en los versículos del
Corán que, según una de las más fundamentales doctrinas del Islam, son la Palabra increada
de Dios1.
Lo que buscan es, por emplear otro término sufí, la extinción (fanŒ’) de lo creado en
lo Increado, de lo temporal en lo Eterno, de lo finito en lo Infinito; y, para algunos sufíes,
la recitación del Corán ha constituido, durante toda su vida, el principal medio de
concentración en Dios, lo que es la esencia misma de todo camino espiritual.
Hay sufíes que lo están recitando continuamente —por ejemplo, en la India y en
Africa Occidental—, incluso sabiendo muy poco árabe; y si a ello se objetase que una
recitación así no puede tener sobre el alma más que un efecto fragmentario, dado que la
inteligencia de los recitadores no puede participar, contestaríamos que su inteligencia se
halla penetrada por la conciencia de participar en la Palabra divina. Saben, por lo demás,
que el Corán es un flujo y un reflujo, que fluye de Dios hacia ellos y que sus versículos
son signos milagrosos (ŒyŒt) que les reconducirán hacia Dios, y esa es la razón precisamente
por la que lo leen.
El mismo texto justifica esa actitud porque, si el tema del Corán es ante todo AllŒh,
su tema secundario es que viene directamente de Él por medio de la Revelación y que
devuelve a Él por Su guía a lo largo del camino recto. Inmediatamente después de los
1 A semejanza del hinduismo y del judaísmo, el Islam establece una clara distinción entre Revelación
e inspiración. Una Revelación es consubstancial a la Divinidad, de la que es una proyección o una prolongación,
mientras que un texto inspirado está compuesto por el hombre bajo la influencia del espíritu divino.
En el cristianismo, la Revelación es el propio Jesús, situándose los Evangelios en el grado de la inspiración.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
16
siete versículos de apertura, el cuerpo principal del texto coránico empieza por una
afirmación de su autenticidad y de su eficacia: Alif–LŒm–M´m, He aquí el Libro, no encierra
ninguna duda; es una guía para los piadosos. La primera inicial representa a
AllŒh, la segunda a Rasèl2 «Mensajero», es decir, la naturaleza celestial del Profeta, y la
tercera a Muhammad, nombre de su naturaleza humana. En virtud de la continuidad que
representan, estas letras son la figura del flujo de la ola, siendo la guía el reflujo. La
misma autenticidad y la misma eficacia son afirmadas por los dos nombres de Misericordia,
al-RaúmŒn y al-Raú´m, con los que comienzan los capítulos del Corán. El primero
designa sobre todo al Océano en su aspecto de Bondad y de Belleza infinitas que,
debido a su naturaleza, desborda; al-RaúmŒn puede así, por extensión, significar también
el flujo de la ola, la Misericordia que crea, revela y envía Mensajeros angélicos y
humanos. Frases como Hemos revelado esto o Te hemos (a ti, Muhammad) enviado
como Mensajero, son como un estribillo repetido constantemente a lo largo del texto
coránico. Con no menos insistencia se repiten los versículos que afirman la atracción del
Infinito, la Misericordia de al-Raú´m que impulsa al hombre a retornar a su origen, vo lviéndole
capaz de trascender sus limitaciones humanas y terrestres, versículos como: En
verdad Dios es El que lo perdona todo, el Todomisericordioso3, o Dios invita a quienes
Él quiere a la morada de la Paz, o Tras Él es la última consumación, o el exhorto Responded
a la llamada de Dios, o también la pregunta ¿No vuelven todas las cosas a
Dios? El Corán está impregnado de finalidad; y, en particular, como última escritura del
ciclo, está «obsesionado» por la Hora, el súbito término que gravita sobre los cielos y la
tierra4, cita que llega a formar un estribillo que completa al de la creación y la revelación.
La Revelación islámica abarca todos los aspectos de la vida humana, no dejando absolutamente
nada al «César»; y, por la ley de las acciones y reacciones concordantes, la
plenitud de su flujo en este mundo produce sus efectos en la extensión de su reflujo y en
la profundidad con la que éste vuelve al ámbito de la verdad metafísica. Algunos pasajes
2 En árabe, tanto la final como la inicial de las letras radicales puede representar una palabra entera. A
veces en este contexto se dice que la letra LŒm designa a ibr´l, el arcángel Gabriel, que transmitió la
Revelación a Muhammad.
3 El nombre al-Raú´m las más de las veces es precedido en el Corán por al-Gafèr, El que lo perdona
todo.
4 VII, 187.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
17
alcanzan un nivel que trasciende infinitamente la dualidad del Creador y lo creado, del
Señor y el esclavo, y que es nada menos que el grado de la Esencia divina Misma 5.
El Corán es el libro de la comunidad entera y no obstante es al mismo tiempo, y sobre
todo, el libro de una minoría, el libro de los elegidos espirituales. Presenta este doble
aspecto según modos diferentes, De entrada, abunda en versículos abiertos que todo
creyente puede y debe aplicarse a sí mismo, pero de los que, sin embargo, puede decirse
que se aplican de una manera preeminente a los sufíes. Por ejemplo, la FŒtiúa, el capítulo
de apertura, contiene una súplica que dice: Guíanos por el camino recto. Esto se
repite varias veces en la oración ritual y constituye, por tanto, la súplica más frecuentemente
repetida en el Islam. Sin embargo, «pertenece» especialmente a los sufíes, porque,
siendo los miembros de la comunidad más «conscientes del camino», pueden entregarse
a este versículo como nadie más podría hacerlo, entrando en él como en su propio
elemento. Además son los únicos que pueden valorizar el superlativo sobreentend ido
en el versículo. En general, el místico podría ser definido como aquél que se pregunta
a sí mismo: «¿cuál es el camino más recto?». El sufismo existe como respuesta a
esta pregunta y por ninguna otra razón, porque es, por definición, la vía más directa de
acercarse a Dios, y tanto es así que la palabra  ar´qa (vía)6, designa por extensión una
Orden sufí o una cofradía.
Otro versículo muy querido tanto por su notable belleza como por su significado, y
que todos recitan, especialmente en las épocas de prueba, es el versículo de la «búsqueda
del retorno» (istirÿŒ‘): En verdad, somos de Dios y a Él regresamos7. Los sufíes estiman
que el sufismo entero está resumido en este versículo; a menudo lo cantan en sus
reuniones y a veces lo repiten un cierto número de veces con el rosario; y de hecho,
aunque todo creyente sea necesariamente «de Dios» en un grado u otro, puede decirse
que el místico es «de Dios» de una manera que no es la del resto de la comunidad, porque
mística quiere decir consagración total. Además es necesario recordar, a propósito
de estos versículos, que el sufismo no es sino un movimiento de retorno, un reflujo y
que, desde este punto de vista, los demás miembros de la comunidad, aunque dirigidos
hacia la buena dirección, están estacionarios. Incluso dentro de sus propios rangos, los
sufíes establecen una distinción entre los miembros más centrales de una Orden, que
5 No hace falta añadir que ninguna Revelación puede dejar de alcanzar este nivel. El cristianismo, por
ejemplo, lo alcanza implícitamente, como abarca implícitamente el conjunto de la vida. Pero el Corán
hace ambas cosas explícitamente.
6 Es, en parte, sinónimo de ·irat (camino), pero en un sentido más amplio, podría traducirse como
«vía y medio».
7 ’InnŒ li-LlŒhi wa’innŒ ilayhi rŒÿi‘un. II, 156.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
18
denominan «viajeros» (sŒlikèn) y los miembros más periféricos, que están relativamente
inmóviles.
Se puede decir de estos versículos que son «abiertos», porque se aplican a toda la jerarquía
de la aspiración espiritual en sus diversos grados. Sin embargo, la distancia entre
los más bajos y el más elevado de los grados es suficiente para constituir una diferencia
de significado: y de hecho, el Profeta ha dicho que cada versículo del Corán tiene «un
exterior y un interior». Acabamos de ver dos ejemplos de significados interiores. Por lo
que se refiere al «exterior» de los versículos en cuestión, el «camino recto» exotérico es
el que consiste en no desviarse de la ley del Islam, mientras que el movimiento de retorno
designa, en su sentido más externo, el paso por una vida piadosa hasta la muerte. Los
dos significados, el exterior y el interior, conciernen a los sufíes: pero para los miembros
de la mayoría, independientemente del hecho de no estar en general dispuestos
mentalmente a aceptar más de un significado para una sola expresión verbal, sería difícil
de comprender lo que los sufíes entienden por «viaje» (sulèk), es decir, el ahondamiento
interior o el reflujo del sí finito en dirección de su Principio divino.
En numerosos versículos los sentidos exterior e interior se aplican a terrenos muy diferentes.
Un día, al volver de una batalla contra los infieles, el Profeta dijo: «Volvemos
de la pequeña Guerra santa a la gran Guerra santa.» Sus compañeros preguntaron:
«¿Qué es la gran Guerra santa?», y respondió: «La guerra contra el alma». Aquí se encuentra
la clave del sentido interior de todos los versículos del Corán que se refieren a
la Guerra santa y a los infieles. Admitamos que este dicho del Profeta aporta algo a todos,
y la mayoría de los musulmanes podría pretender tener la experiencia de la lucha
contra los infieles del interior, es decir, contra los elementos rebeldes y no musulmanes
del alma. Pero resistir de vez en cuando a la tentación es una cosa y hacer la guerra es
otra. La gran Guerra santa en su sentido pleno, es el sufismo, o, más precisamente, es
uno de sus aspectos y no compete más que a los sufíes. El Corán declara: Combatid
totalmente a los idólatras8, y en otra parte: combatidles hasta sofocar la sedición y que
la religión sea toda para Dios9. Sólo el místico es capaz de realizar esto interiormente, y
sólo él sabe que ello quiere decir mantener una oposición metódica contra sus propias
posibilidades inferiores y llevar la guerra al territorio del enemigo, de manera que el
alma sea completamente «para Dios». A causa de los peligros de esta guerra, ningún
exoterismo tiene fácil acceso. De hecho, aunque no deliberadamente, el exoterismo es
un estado de tregua con escaramuzas ocasionales libradas de forma inconexa; y es mejor
8 IX, 36.
9 VIII, 39.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
19
permanecer exoterista que suscitar todo el furor del enemigo y después abandonar la
lucha dejando que las posibilidades inferiores invadan el alma.
Sería posible dar multitud de otros ejemplos de significados interiores que conciernen
sólo a los sufíes. Pero como se citarán varios en los siguientes capítulos, bastará por
ahora insistir en la afinidad que los sufíes tienen generalmente con el Corán en virtud de
lo que les distingue más especialmente de otros musulmanes, a saber, el hecho de que su
elección deliberada e irrevocable de lo Eterno con preferencia sobre lo efímero no es
simplemente teórica y mental, sino que es tan totalmente sincera que les ha sacudido
hasta lo más profundo de su ser y les ha movido a ponerse en camino. El Corán mismo
es una cristalización de esta elección, porque insiste sin descanso en la inmensa disparidad
que existe entre este bajo mundo y el mundo trascendente del Espíritu, mientras
que, por otro lado, censura continuamente la locura de quienes eligen lo más bajo en
lugar de lo más alto, lo peor en lugar de lo mejor. Como opuesto a esta locura, el sufismo
puede definirse como un sentido de los valores o un sentido de las proporciones. La
definición no sería inadecuada porque ¿quién en el mundo, aparte de sus equivalentes de
otras religiones, podría compararse a los sufíes en lo que respecta a poner lo primero en
primer lugar y lo segundo en segundo? De forma análoga, el Corán se define como al-
FurqŒn, lo que puede traducirse como «Criterio de valores», «Instrumento de discriminación
» o, simplemente, «Discernimiento».
Una cualidad esencial del mensaje coránico es el establecimiento de una jerarquía de
valores que ofrece criterios para poner cada cosa en su lugar, así como una base general
de evaluación. No sólo distingue entre justo y falso, ortodoxia y herejía, verdad y error,
religión y paganismo. Establece también una distinción, en el campo de la ortodoxia,
entre los que observan una cierta reserva en su culto y, paralelamente, si se trata de la
gran Guerra santa, entre los que salen adelante para luchar y los que se quedan atrás.
Unos y otros recibirán su retribución. Dios ha prometido a todos cosas excelentes. Pero
Dios prefiere los combatientes a los no combatientes y les reserva una recompensa sin
límites10. Otra distinción, paralela pero no forzosamente idéntica, es la que se hace entre
los avanzados, de los que se dice que están cerca de Dios (muqarrabèn, palabra que
sirve para distinguir a los Arcángeles de los Angeles), y la gente de la derecha [siendo
los infieles la gente de la izquierda11]. En otro lugar, y en dos ocasiones, los que forman
la categoría más elevada y que son también llamados los esclavos de Dios para subrayar
su extinción en Él, son puestos en contraste con los justos12. Estos parecen ocupar una
10 IV, 95.
11 LVI, 8-40.
12 LXXVI, 5-6; LXXXIII, 18- 28.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
20
posición intermedia entre los avanzados y la gente de la derecha. Es significativo, en
todo caso, comprobar que los avanzados se representan en el Paraíso bebiendo directamente
de las dos Fuentes supremas, mientras que los justos beben de ellas indirectamente,
es decir, que sacian su sed en una corriente que toma su sabor de una o de otra de
las fuentes, y la gente de la derecha bebe agua. Este simbolismo tan rico en significados
excusa de comentarios puesto que, para comprenderlo, nos basta considerar a la comunidad
islámica tal como siempre ha sido y aún hoy es. Cualesquiera que sean sus subdivisiones,
las tres categorías principales de la jerarquía espiritual permanecen, con los
sufíes «viajeros» en primer lugar, los relativamente «estacionarios» en segundo y la
mayoría «exotérica» en tercero.
Es cierto que las distinciones «furqánicas» existen para información de todos. Pero
una jerarquía no puede ser captada más que por aquellos que se encuentran en la cúspide.
El Corán establece esta jerarquía desde arriba; y el sufí, por el hecho de que se «lanza
» en dirección a la cima, es el que llega más cerca del punto de vista coránico, más
cerca de la personificación de al-FurqŒn.
El tema de este capítulo desbordará necesariamente sobre los demás, ya que tanto la
doctrina como el método del sufismo tienen sus raíces en el Corán. Pero el presente
contexto exige al menos esta mención: algunas formulaciones del Corán parecen destinadas,
incluso ciñéndonos a su mensaje literal, exclusivamente a los sufíes. Ahora sólo
citaremos un ejemplo, ya que se presentarán otros después: Estamos (Dios) más cerca
de él (el hombre) que su vena yugular13. Este no podría designarse como un versículo
«abierto» como Guíanos por el camino recto, que cada uno es libre de interpretar según
su concepción del camino y de lo que es la dirección recta. Tampoco es comparable con
esos versículos en los que el sentido literal es un velo sobre una verdad que no es para
todos. Aquí, excepcionalmente, el «interior» es el significado literal. El exterior «protector
» es simplemente el deslumbramiento causado por el súbito descubrimiento de lo
que es, para el hombre, la verdad de las verdades. La mayoría, cegada, dirige su atención
hacia otros versículos; pero al menos para algunos de los que lo captaron literalmente,
este versículo no deja otra opción que la de salir en búsqueda de un Šayj sufí, de
un maestro espiritual capaz de mostrar el camino que permite conformarse a esa proximidad.
13 L, 16.
4
EL MENSAJERO
Tras la muerte de Muhammad, un día que se le preguntó a ‘A’iëa, su esposa preferida,
a qué se le podría comparar, respondió: «Su naturaleza era como el Corán.» Esto
debe entenderse en el sentido de que, de su experiencia intensa e íntima del Profeta,
guardaba la impresión de que él era una encarnación del Libro revelado. Lo cual no es
sorprendente vista la analogía que existe entre el Mensaje y el Mensajero, porque el
Mensajero (rasèl) no es sólo el que recibe el Mensaje revalado, sino que es también,
como la Revelación, «enviado» —que es lo que significa rasèl— a este mundo desde el
Más Allá. La doctrina islámica del Rasèl es, en el fondo, la misma que la doctrina hindú
del AvatŒra, siendo una diferencia inmediata el hecho de que el término AvatŒra quiere
decir «descenso», esto es, el de la Divinidad, mientras que el Rasèl es definido bien
como un Arcángel, bien como una encarnación humana del Espíritu. Pero se trata de
una diferencia de perspectiva más que de hecho, porque el Espíritu posee un aspecto
increado abierto a la Divinidad, tanto como un aspecto creado. La Divinidad del Rasèl
está velada por la jerarquía de los grados espirituales que marcan la línea de su descenso,
y la razón de ese velo es preservar la doctrina de la Unidad divina, mientras que en
el caso del AvatŒra, se «repliega» de buen grado la misma jerarquía para no empañar la
identidad del yo con el Sí, que constituye la esencia de la doctrina hindú del Advaita
(no-dualidad). Esta identidad es también la esencia del sufismo, aunque los sufíes tienen
tendencia a expresarla de manera elíptica, salvo, como veremos, en sus «jaculatorias
inspiradas».
El aspecto más sorprendente del paralelismo entre el Corán y Muhammad se observa
sin duda en la extensión de su penetración, pudiéndose comparar uno y otro a la impetuosa
ola que se introduce tierra adentro hasta extremos excepcionalmente alejados.
Lo mismo que el Corán abarca todos los aspectos de la vida humana, así el destino de
Muhammad fue el de penetrar con excepcional envergadura en el dominio de la expeMARTIN
LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
22
riencia humana, tanto pública como privada1. El reflujo corresponde al flujo: la plenitud
terrenal del Profeta se combina con una sensibilidad extrema por el magnetismo del Más
Allá; y esta combinación ha dejado una huella indeleble en el conjunto del Islam y en el
sufismo en particular. Se encuentra una expresión de ello en este dicho muy conocido
del Profeta: «Actuad respecto a este mundo como si fuerais a vivir mil años y respecto
al otro como si fuerais a morir mañana.» Hay aquí, por una parte, una exigencia de perfección
—de paciente exactitud podríamos decir— que incumbe al hombre en su cualidad
de representante de Dios en la tierra; y es, por otra parte, una exhortación a estar
listo para dejar este mundo en todo momento. Ambos preceptos tienen en vista únicamente
la voluntad del Cielo y, a la luz de la segunda, es evidente que la primera debe
aplicarse con espíritu de desapego, porque estar listo para partir impide atarse. Así, el
Profeta ha podido decir sin ninguna inconsecuencia: «Sed en este mundo como un extranjero
o como un pasajero.» Conviene subrayar su desinterés por el mundo, hecho que
Occidente ha pasado ampliamente por alto, en gran parte porque su aspecto, históricamente
asombroso, de plenitud terrenal —a veces interpretada de manera completamente
errónea como «mundanalidad»— ha sido juzgado como algo que contradecía tal desapego,
mientras que estos dos aspectos son, como hemos visto, complementarios e interdependientes.
Es significativo que al ofrecer al Profeta como ejemplo a seguir, el Corán
insiste, en primer lugar, en el «reflujo de la ola»: «Tenéis en el Mensajero de Dios un
buen ejemplo para quien espera en Dios y en el último día, e invoca a menudo el nombre
de Dios»2. Esta mención del último Día recuerda que, como el Corán, el Profeta
está «obsesionado» por la Hora; y esta «obsesión» no puede disociarse de uno de los
acontecimientos fundamentales de su misión, el Viaje nocturno, también llamado, según
su principal episodio, la Ascensión3. Fue como si su «capacidad de estar listo para partir
» se hubiese súbitamente desbordado del plano más elevado para derramarse sobre los
demás, de forma que, para él, se produjo una breve anticipación de la Hora, y tuvo un
goce anticipado de la Resurrección: sobre la Roca de Jerusalén, a donde había sido milagrosamente
transportado desde La Meca, fue «descreado», es decir, reabsorbido, el
cuerpo en el alma, el alma en el Espíritu y el Espíritu en la Presencia divina. Esta «reab-
1 Muhammad no fue solamente pastor, comerciante, ermitaño, exiliado, soldado, legislador y profetasacerdote-
rey; fue también huérfano (pero con un abuelo y un tío particularmente amantes), durante largos
años esposo de una sola mujer mucho mayor que él, frecuentemente padre despojado de sus hijos, viudo
y, finalmente, esposo de varias mujeres, algunas mucho más jóvenes que él.
2 XXXIII, 21.
3 Las dos grandes noches del año islámico son Laylat al-Qadr (la Noche del Poder) y Laylat al-
Mi‘ray (la Noche de la Ascensión). Son, respectivamente, la noche del Descenso del Corán y la de la
Ascensión del Profeta.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
23
sorción» marca el camino de los sufíes4, y su aspecto de «anticipación» es igualmente
significativo, porque es uno de los sentidos fundamentales de la palabra sŒb´qèn, que en
el capítulo anterior fue traducida como «los avanzados», y que es, como hemos visto,
uno de los términos coránicos que designa a los místicos del Islam. Recordemos a tal
propósito este dicho del Profeta: «Morid antes de morir.» Es cierto que tales formulaciones
son comunes a toda mística y que todas las místicas son anticipaciones; pero,
aunque se trate de una distinción relativa, el sufismo, como última mística del presente
ciclo temporal, debe obligatoriamente caracterizarse por una particular sensibilidad hacia
esa «atracción» de la Hora, impulso suplementario que ofrece sin duda una compensación
parcial por las condiciones exteriores desfavorables de nuestro tiempo.
Bien saben los sufíes que esta sensibilidad debe combinarse con esfuerzos activos en
el mismo sentido; y en esto, como en todo lo demás, son, para utilizar su propia fórmula,
los «herederos del Mensajero». Si Muhammad es el Profeta de la Hora, hay aquí un
complemento pasivo a su función, más activa, de Profeta de la Orientación y de la Peregrinación.
El Corán subraya que se preocupa por la orientación5; y podemos evaluar el
peso de esta preocupación por el impacto que este hecho ha producido sobre su pueblo.
Hasta el momento actual, uno de los rasgos más inmediatamente impresionantes de la
comunidad islámica es lo que podría llamarse «conciencia de la dirección». Esta disposición
espiritual, inextricablemente ligada a la conciencia de ser «de Dios», ofrece sin
duda, también, una compensación providencial; y se aplica particularmente al sufí que,
además de estar más consagrado y ser más consciente del camino que los demás miembros
de su comunidad, no debe solamente decir como ellos la oración ritual en dirección
a La Meca, sino realizar muchos otros ritos durante los cuales prefiere dirigirse hacia el
mismo lado, de manera que esta «concentración» exterior y simbólica pueda servir de
soporte a la concentración interior.
Si el Profeta y sus compañeros más próximos emigraron de La Meca a Medina, fue
por una necesidad cósmica, a fin de que la orientación pudiese adquirir desde la época
apostólica, y como precedente apostólico por tanto, la acrecentada intensidad de que
está cargado el gesto de un exiliado que se vuelve hacia su patria. Mucha de esa nostalgia
permanece aún hoy, en el sentido de que un musulmán —sea o no árabe— es consciente
de tener sus raíces espirituales en La Meca6, conciencia agudizada una vez al año
4 No hace falta decir que esto no concierne al cuerpo y al alma, a diferencia del caso del Profeta, sino
a lo esencial, y que se trata de la reabsorción del centro de consciencia.
5 II, 144.
6 Este sentimiento está inextricablemente unido a la nostalgia por el Profeta; y el hecho de volverse
hacia La Meca, lugar de su nacimiento y de los inicios del Islam, viene a ser en la práctica (salvo para la
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
24
en cada comunidad islámica por la partida y la vuelta de los peregrinos; y, en las cinco
oraciones rituales cotidianas, cada ciclo de movimientos culmina en una prosternación
que puede describirse como una expansión del alma en dirección a La Meca. Sin embargo,
no hay que olvidar que el recuerdo de Dios es más grande que la oración ritual7,
y uno de los significados de este pasaje clave es que es «más grande» volverse hacia el
Centro interior que hacia el centro exterior. Lo ideal es dirigirse hacia uno y otro simultáneamente,
dado que la orientación exterior ha sido instituida ante todo con vistas a la
orientación interior. «Nuestro cumplimiento de los ritos es considerado como ardiente o
tibio según la intensidad de nuestro recuerdo de Dios durante su ejecución» 8. Se tratará
con mayor detalle más adelante esta cuestión del cumplimiento esotérico de los ritos
exotéricos. Lo que se trata de resaltar aquí es que, para los sufíes, el camino espiritual
no es sólo la gran Guerra santa, sino también, y aún más, la «gran Oración» y la «gran
Peregrinación».
La Kaaba (literalmente el «cubo», pues ésta es su forma), «Casa de Dios» en el centro
de La Meca, es un símbolo del Centro de nuestro ser. Cuando el exiliado dirige su
rostro en dirección a La Meca, aspira por encima de todo, si es sufí, al retorno interior, a
la reintegración del sí individual finito y fragmentario en la Infinitud del Sí divino.
Al ser el hombre un exiliado, un centro espiritual simbolizará más eficazmente la
patria si no le resulta inmediatamente accesible. Esta es, sin duda, una de las razones por
las que, en La Meca, en los albores del Islam, la oración se realizaba en dirección a Jerusalén.
Pero si el hombre es un exiliado en primer lugar en razón de su existencia separada
de Dios, en segundo lugar lo es por su caída del Paraíso. Deben, pues, efectuarse
dos retornos al hogar, y sin duda es en razón del segundo exilio del hombre por lo que,
en el Viaje nocturno, el Profeta fue primero transportado «horizontalmente» de La Meca
a Jerusalén antes de su Ascensión «vertical», de manera que su viaje pudiese ser el prototipo
perfecto del camino que deberían seguir los avanzados de entre su pueblo. Sólo a
partir del centro del estado terrenal, es decir, del grado de perfección humana, es posible
tener acceso a los estados superiores del ser. La primera parte del Viaje nocturno es como
una demostración de esta verdad según el simbolismo espacial, aunque sin tener en
cuenta el hecho de que el Profeta es en sí una personificación del centro, se le llame
«Jerusalén» o «La Meca».
pequeña minoría que vive en esas regiones) volverse también hacia Medina, donde triunfó, murió y está
enterrado.
7 XXIX, 45.
8 Enseñanza del šayj al-‘AlŒwî. Ver nuestra obra Un saint musulman du XX siècle, París, Ed. Traditionnelles.
1967, p. 114. [De próxima publicación en esta colección. N. del T.]
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?
25
En él la perfección perdida se manifiesta de nuevo. Corresponde al punto culminante
del impulso de la ola, a partir del cual empieza el reflujo. Ya hemos visto que lo ideal es
haber alcanzado la «plenitud terrenal» y estar «listo para partir», y es hacia esa perfección
en equilibrio entre el flujo y el reflujo hacia donde la aspiración del místico debe
dirigirse. El Mensajero divino entra y sale de este mundo por la puerta celeste hacia la
que toda mística está orientada. Pero el místico, como los demás humanos, ha entrado
en este mundo por una puerta simplemente cósmica; y para evitar refluir por la misma
salida, su pequeña ola individual debe alcanzar el punto culminante de la gran ola, para
que su propio impulso, relativamente débil, se sumerja en la gran corriente y sea arrastrado
por ella9. No es que el místico sea capaz de alcanzar ese punto central con sus
propios esfuerzos. Pero el Profeta está siempre presente en ese centro y tiene el poder de
lanzar a los que no están en él un «cable de salvación», que es una cadena (silsila) que
traza un linaje espiritual que se remonta hasta él. De esta forma, toda Orden sufí desciende
del Profeta, y la iniciación en una  ar´qa significa la adhesión a su cadena particular.
Ello implica una centralidad virtual, es decir, una reintegración virtual en el estado
primordial, reintegración que debe entonces hacerse efectiva.
El gran prototipo del rito sufí de iniciación es un acontecimiento que se produjo en
un momento crucial de la historia del Islam, unos cuatro años antes de la muerte del
Profeta: sentado al pie de un árbol, pidió a sus compañeros presentes que le juraran fidelidad
por encima del compromiso aceptado al entrar en el Islam. En algunas Órdenes
este rito del apretón de manos comprende elementos suplementarios10, y en otras, es
reemplazado por diferentes formas de iniciación, una de las cuales sugiere particularmente
la idea de cadena comparada a una cuerda de salvación: el Šayj tiende su rosario
al novicio; éste toma el otro extremo, reteniéndolo durante la pronunciación de la fórmula
de iniciación.
La unión a la cadena espiritual da al iniciado no sólo el medio de impedir que su
propio reflujo se retire en la misma dirección en que ha venido, sino también el de progresar
a lo largo del camino espiritual si está cualificado para el «viaje». La atracción de
la cadena trasciende infinitamente los esfuerzos del viajero que, sin embargo, son necesarios
para volverla operante. Una «Tradición santa» declara: «Si (Mi esclavo) se acerca
un palmo a Mí, Yo me acerco a él un codo, y si se acerca a Mí un codo, Me acerco a él
un cuerpo; y si viene hacia Mí con lentitud, Yo voy hacia él con rapidez.»
9 Esta «inmersión» no es otra cosa que la santificación. En cuanto a la salvación, las formas exteriores
de la religión son, siguiendo nuestra comparación inicial, parecidas a concavidades consagradas en las
que la ola individual debe vaciarse para «salvarse» de refluir en la misma dirección de la que ha venido.
10 Como, por ejemplo, en el ya mencionado rito de investidura.
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES EL SUFISMO?

Siete formas de ser como el tío Lolo, que se hacía tonto solo

Siete formas de ser como el tío Lolo, que se hacía tonto solo

Primero: tratar de trasladar el peso de la prueba a los escépticos. Esto es falaz, porque quien presenta una hipótesis es quien debe demostrarla, no al revés. Si alguien dice que Fulanito Descerebradito puede hacer algo maravilloso (doblar metales con la mente, predecir el futuro, conversar con extraterrestres, teletransportarse) debe demostrarlo satisfactoriamente. El que afirma, debe probar, el que afirma cosas maravillosas (fantasmas, extraterrestres, visión del futuro) debe dar pruebas igualmente maravillosas, no fotos y grabaciones dudosas, relatos lisérgicos y “predicciones” simplotas que cualquiera puede hacer.

Segundo: acudir a que los fenómenos “no los pueden reproducir los escépticos”. Este argumento es especialmente bobo. Yo no sé cómo hace el mago Yunke su ilusión de cortarle la cabeza a la nena que lo ayuda, pero no porque yo no pueda reproducirlo voy a creer que “hace magia de verdad”.

Tercero: saltarse a la torera la demostración de los hechos para tratar de discutir su “explicación” de manera delirante. Basta echar un ojo a cualquier manual de los especialistas en dar gato por liebre para encontrar docenas de explicaciones de cada taradez suya, haciendo que el lector (víctima) olvide que nadie ha podido demostrar la existencia del fenómeno en cuestión. Es como debatir el tipo sanguíneo de las hadas o el nombre del sastre de Astérix.

Cuarto: hacer el blanco móvil. Si alguien ofrece un misterio y se pone en duda, se apresura a ofrecer otro y otro, y otro, complicando el escenario para que nadie se dé cuenta de que todavía sigue sin demostrarse que el primer “misterio” no fuera un embuste. Así, un sacaplata superprofesional como el supuesto “contactado” Billy Meier empezó diciendo que tomaba fotos de platos volantes (se encontraron los modelos en su garaje), luego de extraterrestres (lástima que una “extraterrestre” fotografiada era una cantante conocida, por mucho que la desafocó), luego los filmaba (colgados de un palito), luego resultó que además viajaba en los platillos volantes y, lo último, ahora viaja en el tiempo (como prueba ofrece una foto de San Francisco después de un ataque nuclear, lástima que es la foto de un dibujo de un artista para ilustrar un artículo sobre el tema en la revista Geo años antes de la “foto” de Meier). Y entonces, en vez de centrarnos en que sus fotos no son pruebas de nada, se nos cuenta algo tan oriental como que le ha tomado una foto a Cristo cuando viajó en el tiempo.

Quinto: diversificarse (variación del 4). Habiendo dinero y “prestigio” (por fraudulento que fuere) en tantas áreas, los charlatanes surgen de una especialidad y al cabo de pocos años están metidos en muchas de las demás formas de desplumamiento de incautos. Con esto, además, pueden mover el blanco con más eficacia, por ejemplo, al ser cuestionados sobre sus fantasmas salir con un rollete sobre ovnis que hace todo diálogo imposible.

Sexto: desprestigiar al crítico. Quienes han tenido la mínima formación en lógica saben que ésta es una falacia de argumentación llamada argumento ad hominem, y que demuestra una mente poco ducha en la discusión racional (descubrimiento asombroso).

Séptimo: el insulto, la ofensa y acusaciones más o menos veladas. Cuando pierden los estribos y asumen su personalidad real (la de fanáticos babeantes, acefálicos y desprovistos de toda ética) resultan sumamente divertidos. Quedan totalmente desnudos en su ruin bajeza, la que antes de ese momento ocultaban bajo un manto de “espiritualidad”, “iluminación”, “sabiduría ancestral (o extraterrestre, o astral)” , “desarrollo mental”, “relación con energías preternaturales maravillosas” y demás inventos engañabobos. (Por cierto, es cuando llegan a esto cuando los irracionales vendedores de abono disfrazado de alimento kármico acaban ante un juez explicando sus acciones y afirmaciones difamatorias.)

Contracultura.

Contracultura.

Articulo escrito por Francisco Palma
y publicado con su autorización.

INTRODUCCION.

El primer problema al hablar de la contracultura en México es el echo de si esta realmente existe. Si se da por echo de que esta realmente existe ¿qué tan fuerte es en México? ¿Cuantas existen en México? ¿Qué tan reales son?

En México la contracultura se ha visto como una bola de jóvenes revoltosos y sin apariencia intelectual. Realmente nunca se le ha dado el valor que merece, nunca se le ha visto como una opción, claro por su puesto que esto ha sido visto así solo por los adultos henchidos del sistema en el que vivimos desde hace mas de 75 años, ya que los jóvenes ven en la contracultura, en sus muy variadas manifestaciones, el escape y desahogo de todo el peso que se tiene por el solo echo de ser joven y pensar como tal. En México la primera manifestación contracultural que se dio y se vio realmente fuerte fue el concierto de avándaro, el cual marcó una diferenciación entre los jóvenes y los adultos, pero también marco una era de zatanisación de la juventud y sus expresiones. Y así fue que desde finales de los 60 no se dio otra manifestación contracultural tan fuerte como esa. Fue hasta que llego el punk a finales de los 70´s que se volvió a ver la expresión de los jóvenes que no estaban de acuerdo con el sistema y querrían expresar esa inconformidad, querían expresar sus ideas, sus sentimientos, en sí su juventud.

El término contracultura es la denominación que se le dio al echo de manifestarse culturalmente contra un sistema opresor en algún sentido ya sea en general o en particular.

Pero el concepto mas apropiado, real y con el que se trabajara en este caso es el de José Agustín que dice: es toda una serie de movimientos y expresiones culturales, regularmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional. Y por cultura institucional se da a entender a la cultura dominante, dirigida, heredada y con cambios para que nada cambie, muchas veces irracional, generalmente enajenante, deshumanizante, que consolida al status quo y obstruye, si no es que destruye, las posibilidades de una expresión autentica entre jóvenes, además de que aceita la opresión, la represión y la explotación por parte de los que ejercen el poder, naciones, centros financieros o individuos.3

En la contracultura el rechazo a la cultura institucional no se da a través de militancia política, ni de doctrinas ideológicas, sino que, muchas veces de una manera inconsciente, se muestra una profunda insatisfacción. Hay algo que no permite la realización plena. Algo que esta mal y que no deja ser. Ante tal situación la contracultura genera sus propios medios y se convierte en un cuerpo de ideas y señas de identidad que contiene actitudes, conductas, lenguajes propios, modos de ser y de vestir y en general una mentalidad y una sensibilidad alternativas a las del sistema; de esa manera surgen opciones para una vida menos limitada. Y por eso la contracultura también se conoce como culturas alternativas o de resistencia. De ninguna manera se trata de una subcultura, pues ni remotamente esta por debajo de la cultura; podría no conformarse con ella pero siempre se trata de fenómenos culturales.4

Por lo general a la cultura institucional (el sistema) le repele profundamente todo lo que sea contracultura, porque esta le muestra carencias evidentes y denuncia, a pesar de que aveces no se lo proponga, la enfermedad cada ves mas grave de las sociedades manipuladas y sojuzgadas por centros de poder económico, político y cultural en todo el mundo. Y por ello la contracultura es un fenómeno político e historico.

Así la contracultura no es ese desprecio a la vida y ni ese tratar de destruirla o de obstaculizar el crecimiento de la humanidad, ya que aunque tal ves haya movimientos que se identifiquen con la muerte, que digan que no hay futuro, que la vida no vale, esto no quiere decir que desprecien la vida y que intenten destruirla, ya que todo movimiento contracultural es propositivo y busca una realización, tal ves dentro de su muy particular filosofía y forma, pero en todo caso es una realización y una estabilización de lo humano, de lo interno con lo externo y no destrucción de la vida. Al igual que es obvio que la contracultura surge cuando aumenta la rigidez de la sociedad y las autoridades pregonan que todo esta bien e inmejorable para ellos. Sin embargo el discurso entre la realidad y el decir es muy grande y desfasado y tan es así que mucha gente, en su gran mayoría jóvenes lo perciben y por tanto desconfían de las supuestas bondades del mundo que han heredado.

Como diría José Agustín la de la contracultura es una historia de incomprensiones y represiones.5

Un movimiento contracultural o cultural no se refiere a un grupo de gente idealizando que hacer para cambiar al país o al gobierno o simplemente a ellos mismos, no, un movimiento contracultural puede serlo aun sin que la gente del movimiento lo sepa. Un movimiento cultural es todo aquel que ofrece algo que enriquece la cultura popular o social. Un movimiento contracultural es todo aquel que muestra de una manera consciente o inconsciente lo que esta mal en un sistema, en un gobierno, en una sociedad que cree que todo esta bien cuando en realidad solo se sostienen de ideas carcomidas por el tiempo, muestra el cansancio, la necesidad, el ansia de un cambio. Una manifestación contracultural puede ser una película que muestra la “real realidad” de una situación. Un movimiento contracultural, a grosso modo, es un grupo de gente que hace música, teatro, literatura, etc. Para manifestar ese malestar en la cultura, ese “creo que debemos de cambiar algo por aquí”.

Un movimiento contracultural comienza como una oposición a lo establecido, por que las personas que lo apoyan creen que algo esta mal y deben de cambiarlo, y sigue así hasta que se cambio lo que esta mal, según ellos, o se reprime como siempre y se sataniza y se repudia y se le aleja y se le esconde, por que según la mayoría y la manipulación “todo esta bien”.

¿QUE PIENSAN LOS PUNKS?

PALABRAS DICHAS POR UN PUNK.

Yo personalmente pienso que ser punk es estar en contra de la moda, en contra de lo comercial, del racismo, del abuso, de la ley, de la patria imunda.

Ser punk es ser anarquista. ¿Que es anarquía? (

“No quiero estar cerca de los que tratan de verse lindos, de lucir tan hermosos, de ser tan “personas correctas”, esos que hablan de todo y no saben nada, que discriminan a los diferentes, que se burlan de toda la gente que ven y se mueren de risa de todo…”

La moda pasajera inútil, sin ideales, sin ningún fin, sin una tendencia política, la moda de los estúpidos, la moda fácil, para la clase alta, la moda del físico perfecto, de la niña flaca enfermiza, del tipo musculoso drogado… es estúpido!

La juventud ya no puede ser una bola de tipos lindos que se hacen los mensos… estamos en contra de la moda porque la moda es vacía, es inútil, es pasajera y racista. . . .si no estas a la moda eres un “negro”…como si ser de piel oscura fuera un pecado, me cago en los blanquitos!!!

El racismo se da en todos los lugares a la moda. . . .si no pegas con el estereotipo ¨fashion¨ no entrás al lugar…sea un boliche, un antro, un kiosko, lo que sea. Aunque realmente, no tengo ganas de entrar a un nosocomio de estúpidos sin ninguna idea personal.

Yo no elegí ser punk. . . .no busqué ser punk…no fue de un día para el otro… es como que piensas de una forma y cuando te das cuenta hay unos tipos que también piensan igual que tu, que escuchan la misma música, que tienen las mismas ideologías, los mismos fines, problemas y esperanzas…es algo que se da con el tiempo… algo interior.

Por eso las modas son tan repudiadas por los punks… -ojo- las modas vacías.

¿Acaso es bueno que las chicas no se alimenten por verse bien?

Es ridículo! es estúpido! es vacío! es…una moda.

Los VERDADEROS PUNKS…los únicos, están en contra del racismo. Ni religión, ni procedencia, ni color, ninguna tonteria te impide ser Punk o pensar como punk…absolutamente NINGUNA. Excepto ser un nazi de porquería.

¿Porque tantos punks están en contra de las religiones? Esto es algo muy personal por lo que yo pienso…porque yo soy ateo, pero hay muchos punks que no…por eso, pienso que las religiones son una tontería, someten a la gente, le dan sus valores, la privan de ser libres con estupideces reglas arcaicas…y aparte le mienten.

La televisión es una cosa que el punk standard detesta. . . . aunque la miro a veces, creo que es una estupidez…la televisión es vacía, es inútil, es mas estupida que mil modas juntas… canales de música inmundos corporativos y programas totalmente estúpidos y fascistas.

La radio. . . .esta muy pobre de contenido apto para escuchar…Internet…esta al alcance de muy poca gente… es muy limitado. El periódico o diario…apesta.

Yo como punk prefiero leer fanzines en vez de un diario de porquería…

La música es lo único que realmente me agrada… creo que influencio en mi forma de pensar y me ayudo a ser mejor

– hay nazi-punks… sobre este tema quería decir que los punks nazis NO SON PUNKS. . . .Son NAZIS! Así que a la fregada con esa palabra compuesta.

Bueno, creo que es todo lo que pienso en este momento.

¿Cómo evitamos la moda?

La moda es una estupidez. Esta todo planeado. Las empresas planean lo que la gente va a usar. ¿Hoy te parece inmundo ver un tipo con jeans rotos? Tal vez mañana esta de moda y, tu vas a estar usándolos, sin ningún prejuicio. Entonces… ¿no es estúpido esto?

Punk

ANARQUISMO. Base fundamental del punk.
El termino anarquía deriva del griego y significa falta de gobierno o la negación del gobierno. El anarquismo es la doctrina política que sostiene la Conveniencia de prescindir de gobierno. Los anarquistas sostienen que los gobernantes tienden, inevitablemente, a abusar del poder para su beneficio. Lo que lleva a la formación de grupos y clases que,

al amparo del gobierno opresor y por medio de el, explotan a los demás, creando un complejo sistema de privilegios excluyentes. Pierre-Joseph Proudhon dio consistencias a estas teorías a principios del siglo XIX. Pensaba que el gobierno es un mecanismo de dominio que no debería existir y que tampoco debería existir la propiedad privada, siendo partidario del anarquismo ajeno a la violencia. Consideraba que la resistencia pasiva individual bastaría para derrocar al sistema estatal capitalista, oponiéndose al marxismo porque

consideraba que la clase trabajadora, cuando llegara al poder seria, en función de la clase, tan opresora como otras.

Miguel Bakunin dio forma a la teoría del anarquismo comunista en los comienzos de la primera internacional, época en la que compartió con Marx las contingencias de la lucha social, apartándose luego de el tanto por discrepancias respecto a la función del estado en el esquema del futuro como porque consideraba que sus planes revolucionarios no

eran lo suficientemente radicales. Bakunin decía en su libro “Catecismo del revolucionario” quiero no solo la propiedad colectiva de la tierra sino la liquidación social universal. Pido la destrucción de todos los estados. Partiendo del presupuesto de que la clase trabajadora monopoliza el ejercicio de la autoridad a expensas de los desposeídos, el autor llegaba a la conclusión de que no seria posible restablecer el equilibrio y la justicia en las relaciones humanas sin haber despojado antes del gobierno a los poseedores. Como estos disponen de la fuerza para defenderse, solo por la fuerza se lograría desprender de sus manos los instrumentos de la opresión económica y política,

poniendo en juego para ello el único recurso decisivo: la violencia organizada. Las corrientes anarquistas se polarizan en dos extremos ideológicos: el individualista y el colectivista.

El primero aboga por la LIBERTAD individual por encima de toda atadura y limitación autoritaria. Mientras que el segundo se aparta un poco de la simple proposición teórica de la LIBERTAD individual absoluta, para reconocer la necesidad practica pero limitada de la coexistencia social.

Aspectos psicológicos del punk.

El movimiento punk siempre ha reflejado agresión y hostilidad, ya sea hacia la sociedad o hacia el gobierno. El punk es un movimiento de inconformidad en general, inconformidad con el gobierno, con la sociedad, con la condición laboral, económica y hasta la personal, inconformidad con esas limitantes que pone la vida, las sociedad, la iglesia, la familia y de algún modo hay que sacar todo lo que se nos reprime, todo lo que se nos imponen, de algún modo hay que ser y hacer lo que se quiere.

Y los jóvenes encontraron la salida de sus inquietudes y frustraciones en el punk, en la anarquía la cual habla de hacer lo que se quiera sin responsabilidades, sin consecuencias una libertad total y el punk basa sus fundamentos filosóficos en la anarquía, en esa libertad que llega a ser una irresponsabilidad social completa, pues no hay que olvidar que en la anarquía alguien puede matar a otra persona sin recibir castigo o comentario alguno.

Esa nececidad de hacer lo que se quiere llevo a los obreros a la gente de escasos recursos a la gente que mas sufría las indiferencias del gobierno, a la gente olvidada de la sociedad a encontrar en una música agresiva y unas letras que decían que la vida es una porquería a reflejar su frustración y su odio hacia su situación social y económica.

La gente que estuvo metida en el movimiento punk de los años ochenta era gente de clases socioeconómicas bajas. Los llamados lumpenproletarios eran gentes que vivían en las zonas marginales de las ciudades. No hay que olvidar que en esa época las tocadas se hacían en los llamados hoyos funkies, que eran bodegas abandonadas y que por lo regular se encontraban en las afueras de la ciudad, los entonces llamados cinturones de pobreza.

Los punks, son gente en si con una frustración existencial al no poder realizar lo que quieren debido a la situación sociopolítica y económica que viven, y es por eso que esa frustración se convierte en agresión al verse olvidados y muertos en un mundo que esta echo para la gente que tiene posibilidades económicas y sociales de vivir de una forma mas relajada.

Los punks se juntaban en esquinas a fumar y tomar a compartir su soledad y su coraje, a reflejar en su apariencia, una antiestética total, una moda solo de ellos y no lo que impone la sociedad, su inconformidad y sus ganas de deshacerse del mundo.

En general se puede decir que el punk saca en su música y en su apariencia toda la frustración que le da el vivir en una sociedad que no los deja ser y hacer lo que quisieran, lo que sienten, que no los deja expresar por ser jóvenes por no tener una economía que les de voz, por vivir en un gobierno burgués y elitista.

Así la mayoría de los punks eran gente sin muchos estudios, gente con muchas limitantes que el único medio que tenían para ser tomados en cuanta era aparentar ser malos con su aspecto de punk, con su música que reflejaba realidades sociales desconocidas por mucha gente.

Actualmente el punk como musica a perdido ya demasiado su significado antisocial y de denuncia para caer en letras graciosas e ironicas, han perdido ese coraje. Tal ves por que los mismos punks han cambiado y han llegado ser unos curioso tipos de peinados raros sin una ideologia tan real como antes. Mas no todos.

Pero sin embargo hay punks ke a nivel mundial siguen teniendo su mitika esencia y su mitika ideología de desprecio social, de anti-moda, anti-religión, anti-todo, y sobre todo anti-gobierno. Esos punks conservan la frustración socioekonómica y el koraje social de estar en donde están y ser lo ke son y siguen haciendo música de denuncia social y escriben así con “k” de punk.

Punk en México.

Aunque de por sí la palabra punk ya significa algo despectivo

(persona que se comporta como marrano, un ojete y gandalla, bueno para nada, desconfiable y agresivo; O algo que no sirve, de pésima calidad, algo chafa) en México todavía se les menosprecio mas al llamarlos despectivamente “punketos”.

La época en que el punk entro a México fue a finales de los 70´s. Desde el año 74 se proclamaba que el rock había muerto, esto no era mas que propaganda para minimizar a las expresiones juveniles; Lo que sí era claro es que los días de amor y paz ya habían quedado atrás esa contracultura del romanticismo estaba siendo cubierta por una oleada que venia oscura y cruda. Algunos hijos de la onda aun quedaban dando sus roles y no dejaron sus ideales pero la mayoría se integro al sistema, claro que sin dejar el gusto por el rock, pero el sistema los hizo suyos.

En aquellos años todo indicaba que la contracultura de años atrás había sido sólo superficial, pero sin embargo el desencanto, la desconfianza y el disgusto con el sistema era presente, pues aunque todos estaban dentro de él ya nadie se creía el cuento.

Entonces se vivió una época de desencanto en la que se decía que las utopías habían muerto. La revolución psicodélica de los 70´s era una utopía mas y despues de los sucesos del 68 ya nadie creía que se pudiera hacer algo; Aunque había quienes decían que lo importante era el mito en que convergían todos porque le daba un sentido trascendente a la vida; lo importante eran los ideales, la exploración de la mente y el señalamiento de una realidad cultural que requería corregirse.7

En aquellos años el sistema seguía atacando a las expresiones juveniles y contraculturales, pues los grupos políticos y financieros más fuertes programaron una contrarrevolución cultural a través de la satanizacion de las drogas, la mitificación del narcotrafico como super villano internacional, el amarillismo contra el SIDA, y la identificación del socialismo como terrorismo8 .

Todo estaba consumado, no había para que rebelarse era mejor entrar al neoliberalismo y al sistema con todo y sus limitantes reglas y aceptar la manipulación de los derechos, la disminución de las libertades el aumento de al represión y la intimidación y el avance incontenible de la miseria moral y material y entender que el delito mayor era ser joven.

En esos años el rock progresivo y el heavy metal tuvieron sus muy buenos días al sacar lo más visceral de la juventud.

Despues de la explosión del punk en Inglaterra y otros piases el punk llego a un México ya descrito, pero llego con algunas variaciones del punk original, pues no era tan agresivo como en otros piases.

Así a finales de los 70´s y principios de los 80´s muchos jóvenes de clases bajas adoptaron el punk y orgullosos gritaban “nuestro rey Cuahutemoc fue el primer punk mexicano”. Como en otros piases los punks mexicanos no eran sedentarios de su barrio ni lo defendían a muerte de gente de otros barrios. Mas bien les gustaba salir a dar el roll y mostrar sus ropas y cabellos. Usaban por lo regular pantalones llenos de parches y con muchos cierres, botas pesadas, pulseras, muñequeras, chamarras y chalecos de piel adornados con estoperoles, cadenas y picos de metal. Con el tiempo se usaron también playeras con el logotipo o leyendas de grupos de punk.

Con esas ropas y el cabello erizado o en puntas y de colores llamaron la tensión de los medios de comunicación y fueron objeto de reportajes en los cuales regularmente se burlaban de ellos, como hasta la fecha. La gente por lo regular los rechazaba pues tenía un aspecto generalmente agresivo que causaba temor en la gente.

Su filosofía no iba mas allá de que nada valía la pena pues el apocalipsis había llegado, estabamos muertos y viviendo en el infierno, regularmente no hacían desmanes o escándalos, pues mas bien su forma de manifestarse y mandar todo a la fregada era su aspecto y las tocadas en las cuales tenían una catarsis física, pero de cualquier modo la policía siempre los hostigaba y los detenía tan solo por su aspecto. Pero cabe mencionar que a principios de los ochenta los punk hacían fiestas muy pesadas y pasadas en departamentos llenos de basura, donde la gente fumaba marihuana, consumía alcohol, inhalaba cemento, ingerían pastas y bailaba en medio de vómitos, meadas y parejas en pleno coito.

Los punks en México fueron pocos pero vivieron su mito con intensidad y con el tiempo tomaron actitudes más anárquicas pero organizadas en el sentido de que los punks están en contra de todo y proclaman el libre comportamiento y pensamiento, pero tienen festivales en los que se juntan y se organizan y conviven solo y todos punks; pero como sea los punks, como dice José Agustín, pasaron con el tiempo a ser personajes míticos del chopo.

Punk y sus manifestaciones artísticas.

Realmente el punk no tiene mucha relación con el arte porque el punk es en si antiestético, y aunque se puede encontrar poesía punk, es realmente difícil de conseguir. Y de pintura con influencia punk realmente no sé si haya algo.

Por el lado del cine se han hecho películas de ciberpunk, pero han sido más comerciales que reales. En México a mediados de los años ochenta se hizo una película llamada “la banda de los panchitos” en esa película se puede ver algo , mas no muy especifico y claro de cómo fue el punk en México, esta película se puede conseguir en el chopo.

La relación más cercana del punk con el arte es su música, ya que la música se considera un arte y la música punk refleja todo lo punk que es el punk, realmente sin la música el punk no seria lo que es. Es complicado explicar en palabras como es la música punk, por lo mismo a continuación se nombraran algunos grupos representativos y algunos de los nuevos grupos de punk, que son más comerciales. También se presentaran fragmentos de letras de grupos de punk.

Grupos representativos del punk primigenio:

The ramones, Sex pistols, The clash, The new york dolls, Nina hagen, Explorer, Damn, Blondie, Siuxie and the banshies (en sus inicios), entre otros.

Grupos representativos del punk de los noventa.

Nirvana, Rancid, ONFX; Bad religion, Green day, The offspring, No use for a name, Bif Naked, H2O, entre otros.

Grupos de punk en México.

Atoxico, Riesgo de contagio, Rebel d´punk, Vomito nuclear, Fallas del sistema, entre otros.

Un tipo de manifestación artística muy intrínseca al punk son los tatuajes.

Fragmentos de canciones punk.

Canción de Atoxico.

Es pecado ser pobre / es delito ser punk

Me miran como apestado / por no aceptar la corrupción

Maldita sea mi conciencia / me vuelven un enajenado

Yo lo que quiero es trabajo / o estar desocupado.

Cuando voy a la tocada /me atrapa siempre la tira

Por que es delito ser punk / ya nos tiene en la mira

Si me llevan a prisión /no se resuelve el problema

Ni tampoco se soluciona / el problema de educación.

Canción de Fallas del sistema.

Pacificando, clasificando, domesticando

Y muy bien manipulando;

Marcando con una x y listo para ser usado,

Eres un producto se todos sus engaños.

Si te adaptas a: la mentira, al dolor y al sufrimiento,

Si te adaptas a: la injusticia tu ¡ya estas muerto!

Otra canción punk.

Ese chavo marginado sin presente ni futuro

Su grupo es la banda su clase darse las 3

Ese chavo marginado que aun sigue sus juegos

Con caguama y activos.

Ese chavo marginado graduado en la escuela del vicio

Abandonado por todos inclusive hasta por dios

Pero el no tiene la culpa, ¡¡la tiene la sociedad!!.

20 Consejos de un Indígena Norteamericano

[Artículo publicado en el Blog Dinámicas Vivenciales]

1. Levántate con el sol para orar. Ora sola(o). Ora frecuentemente. El Gran Espíritu oirá, ciertamente, si le hablas.
2. Sé tolerante con aquellos que han perdido el camino. La ignorancia, la presunción, la ira, los celos y la avaricia (codicia), provienen de un alma perdida. Ora para que ellos encuentren guía.
3. Búscate a ti mismo, por tus propios medios. No permitas que otros hagan tu camino por ti. Es tu senda, y sólo tuya. Otros pueden caminar contigo, pero nadie puede hacer tu camino (o caminar tu senda) por ti.
4. Trata a los huéspedes en tu casa con mucha consideración. Sírveles la mejor comida, dales la mejor cama y trátalos con respeto y honor. 
5. No tomes lo que no es tuyo, sea de una persona, una comunidad, de la selva o de una cultura. No fue dado ni ganado. No es tuyo.
6. Respeta todas las cosas que están sobre esta tierra, sean personas o plantas.
7. Honra los pensamientos, deseos y palabras de todas las personas. Nunca los irrumpas, ni te burles de ellos, ni los imites de manera grosera. Permite a cada persona el derecho a su expresión personal.
8. Nunca hables de los demás de mala manera. La energía negativa que pones en el universo se multiplicará cuando retorne a ti.
9. Todas las personas comenten errores. Y todos los errores pueden ser perdonados.
10. Malos pensamientos causan enfermedad a la mente, al cuerpo y al espíritu. Practica el optimismo.
11. La naturaleza no es PARA nosotros. Es PARTE de nosotros. Ella es parte de tu familia del mundo.
12. Los niños son las semillas de nuestro futuro. Siembra amor en sus corazones y riégalos con sabiduría y lecciones de vida. Cuando crezcan, dales espacio para crecer.
13. Evita herir los corazones de los demás. El veneno de tu sufrimiento retornará a ti.
14. Sé verdadero (veraz) todo el tiempo. La honestidad es la prueba de la voluntad de uno en este universo.
15. Consérvate balanceado. Tu persona Mental, tu persona Espiritual, tu persona Emocional, y tu persona Física: todas tienen la necesidad de ser fuerte, puras y saludables. Ejercita al cuerpo para fortalecer la mente. Crece mucho espiritualmente para curar enfermedades emocionales.
16. Haz decisiones conscientes acerca de quién serás y acerca de cómo reaccionarás. Sé responsable por tus propios actos.
17. Respeta la privacidad y el espacio personal de los demás. No toques la propiedad personal de los demás, especialmente los objetos sagrados y los objetos religiosos. Esto está prohibido.
18. Sé verdadero ante ti mismo primero que todo. No puedes nutrir y ayudar a otros si no puedes nutrirte y ayudarte a ti mismo primero.
19. Respeta las creencias religiosas de los demás. No impongas en los demás tus propias creencias.
20. Comparte tu buena fortuna con los demás. Participa en la caridad.

UN ACERCAMIENTO A LA SALUD, ENFERMEDAD Y MEDICINA EN EL MUNDO INDIGENA

UN ACERCAMIENTO A LA SALUD, ENFERMEDAD Y MEDICINA EN EL MUNDO INDIGENA

Introducción

Es interesante notar que en la mayoría de las culturas indígenas no existe una palabra para “salud”. Lo que sí existe es una serie de conceptos y prácticas, que a su vez conducen a un tratamiento preventivo y curativo de la enfermedad. (…) En el mundo indígena, la enfermedad  es vista como la consecuencia de una ruptura de las relaciones entre el individuo y su medio social o natural. Por tanto, la enfermedad puede expresarse como un malestar orgánico o psicosocial, incluyendo la mala suerte, la falta de caza, o la escasa producción agrícola. En este sentido, los conceptos indígenas de enfermedad están basados en una visión global que entiende a la “salud”, o la falta de enfermedades, como la expresión de un equilibrio social y ecológico.
(…)Las concepciones de la enfermedad y salud siempre mantienen una estrecha relación al  concepto de articulación espiritual y material entre la sociedad y la naturaleza.

Salud

El ser humano comparte la vida con todas las otras formas de vida existentes en este mundo. En el universo indígena, esta fuerza, que hace posible la vida, existe tanto en el hombre como en los animales, en las plantas, en el agua, en la tierra, en el aire, en fin, en toda la naturaleza y en todo el universo. Su origen es común a todo lo que existe en este mundo.
Vivir, en el mundo indígena, es compartir esta fuerza de vida con todas las demás criaturas y formas de vida, sean físicas o espirituales, visibles o invisibles, que se cree existen en éste. Por eso, cuando se caza, cuando se pesca, o cuando se recolecta productos del bosque, del río o de la chacra es como hacer un intercambio con el mundo de la naturaleza. Los espíritus del bosque, del río o de la chacra entregan una porción de esta fuerza a la gente en la caza, en la pesca o en el cultivo. Los espíritus hacen como un préstamo a la gente. Decimos préstamo porque la gente tiene que devolver algo… para que siempre haya animales en el monte, peces en los ríos y buenas cosechas en las chacras. Esta práctica se llama reciprocidad. La gente, los animales, las plantas… todos dependen de todos y deben compartir entre sí. (…) La forma de pagar está en el comportamiento de la persona, en el respeto de ciertas normas, en el cumplimiento de ciertas reglas ancestrales que garantizan relaciones de intercambio estables.
Por eso, existe la preocupación por mantener siempre buenas relaciones con las “Madres” o “Dueños” de las plantas o animales. Pues, si por algún motivo se rompe la estabilidad, es decir, las buenas relaciones, porque se ha sobrecazado o sobrepescado, por ejemplo, la Madre o el Dueño se pueden amargar; y esto puede significar la disminución o desaparición momentánea de aquella especie. También se entiende como si la Madre o el Dueño se debilitasen, como si se enfermasen. Por eso, para recuperarse, la Madre o el Dueño hacen que la gente se enferme. Al enfermarse, la gente pierde su fuerza, y ésta la recupera la Madre o el Dueño para reponerse. A través de la enfermedad la especie recupera su fuerza y así se restablece el equilibrio, la estabilidad, la normalidad. Es así como la propia Naturaleza hace recordar el mensaje ancestral de sus enseñanzas y las normas de comportamiento que garantizan un buen entendimiento entre todos los seres que pueblan el mundo. (…)

Enfermedad

La vida  compartida con la naturaleza requiere la práctica de una disciplina y el respeto de los conocimientos y enseñanzas dejados por los “antiguos”. Esto es la base de lo que podemos llamar el sistema de prevención indígena.
El relajo de esta disciplina, la falta de respeto por estos conocimientos, o el incumplimiento de las reglas de comportamiento pueden ocasionar una ruptura de las relaciones de intercambio entre el Hombre y la Naturaleza. Y esto traerá como consecuencia la pérdida del equilibrio, de la estabilidad, de la normalidad, la pérdida de la salud, o sea la enfermedad.
Para el indígena, la enfermedad tiene, ante todo, una dimensión espiritual: es un “choque” con el mundo de los espíritus que, entre otras cosas, regulan la extracción de los recursos naturales. Es fundamental comprender que para el indígena la enfermedad abarca, más allá del problema físico, otros aspectos individuales o colectivos que atañen a las actividades sociales, rituales o de subsistencia de la comunidad.

Medicina

Si la enfermedad es generalmente entendida como un resultado de la pérdida de equilibrio o de la estabilidad en las relaciones entre el Hombre y la Naturaleza, la práctica de la medicina indígena, fundamentalmente está dirigida a restablecer este equilibrio o estabilidad o normalidad.
Esta ciencia se basa en el conocimiento y la reafirmación de estos principios, antes enunciados, que gobiernan el destino y la salud de todas las especies. La percepción de los médicos indígenas –su visión- y la movilización de esta fuerza vital –su poder- es lo que les permite prevenir y tratar los males y las enfermedades. (…)
Es muy lamentable y muy triste que por falta de comprensión y respeto, muchos médicos indígenas hayan desaparecido sin haber podido retransmitir estos conocimientos ancestrales; que a otros se les niegue el derecho y la libertad de practicar su arte; y que en general, haya muy pocos jóvenes interesados en aprender y recoger de sus padres y abuelos quizá lo más profundo y valioso de su propia cultura.

¿Cómo prevenir?

“Más vale prevenir que curar”. Los médicos indígenas también saben que esto es cierto, y para ellos es una verdad muy antigua. Las medicinas indígenas son esencialmente preventivas. Se cura para prevenir.
Prevenir, en el mundo de la medicina indígena, significa velar por la estabilidad de las relaciones entre los miembros del grupo y la “gente de afuera”, con los espíritus del monte, del río y de la chacra, con los espíritus de los antepasados que “viven en el otro mundo”, etc.
La salud depende de la calidad de estas relaciones. Por ejemplo, si no hay buenas relaciones con los espíritus de los animales, no habrá qué comer. En caso de que no haya buenas relaciones con la “gente de afuera”, esto traerá toda clase de problemas, que afectarán la salud de distintas maneras.
Los cambios rápidos que ha ocurrido y siguen ocurriendo, en la vida de los pueblos indígenas, no siempre consiguen mantener la calidad de estas relaciones. Es difícil mantener la estabilidad o el equilibrio en las condiciones actuales de vida. Prevenir, con criterios puramente occidentales, no siempre es posible o deseable.
(…) La sabiduría indígena enseña muchos valores que, tradicionalmente, han contribuido a preservar la salud de la gente. El conocimiento y el uso de las plantas medicinales es uno de estos valores, que aún no se ha perdido del todo.
Las plantas no sólo se usan para curar, sino también para prevenir. Las plantas se usan para tener suerte en la caza o en la pesca. También, hay plantas que promueven y protegen el crecimiento y el cultivo de otras plantas. Se baña a las criaturas y a los niños con plantas para que no se enfermen. Las plantas ayudan a los hombres a ser buenos amigos, a evitar las peleas… las plantas enseñan a controlar la fertilidad. Sí, hay plantas que enseñan también; son las “plantas maestras”, las que permiten a los médicos indígenas “ver”, “saber” y “poder”.

El gobierno mexicano prohíbe el uso de 85 plantas medicinales

Carlos González García, María de Jesús Patricio

y Mario Flores Juárez

Por tiempos inmemoriales los pueblos indígenas de nuestro país han utilizado formas propias de curación. Apoyadas en un conocimiento profundo de la madre tierra y sus frutos, que nace del respeto y convivencia con la naturaleza a partir de una cosmovisión propia, las comunidades indígenas han construido saberes rigurosos que, combinando el uso de plantas, hongos, minerales y partes de animales, pueden curar las enfermedades del cuerpo y del espíritu.

El saber indígena tradicional en la materia también ha de nombrarse medicina, tan respetable como la occidental. Los médicos indígenas no son hechiceros, no son simples curanderos (en el uso peyorativo y restrictivo de la palabra), no son brujos. Los médicos indígenas resguardan el saber tradicional de cientos de generaciones, resguardan un conocimiento invaluable para la humanidad entera.

La medicina indígena tradicional que se practica en México ha logrado un enorme saber acumulado de las plantas y su poder curativo. A diferencia de la occidental, ha construido un concepto más profundo del enfermo y de la enfermedad, pues entiende al paciente de manera integral con la naturaleza y con su comunidad, como cuerpo y como espíritu. Reconoce que la enfermedad tiene un origen físico, pero también espiritual, que muchas veces tiene que ver con el rompimiento de la comunalidad y con la violación de los deberes que la persona tiene para con su familia y la comunidad.

El médico indígena tradicional vive una experiencia de trabajo y de vida distinta a la del médico occidental, pues es el encargado de resguardar los antiguos saberes de la comunidad: la medicina tradicional no es patrimonio de unos cuantos, sino de toda la comunidad y no ha de servir para el enriquecimiento y lucro personal de quienes la practican.

Debido al valor de la medicina practicada por nuestros pueblos y, sobre todo, al gran saber acumulado sobre las propiedades curativas de las plantas que la madre tierra nace, los grandes laboratorios internacionales y las universidades se han ocupado, desde hace años, en registrar y saquear los conocimientos de las comunidades indígenas como si fueran de ellos. Con la complicidad del gobierno han expropiado los saberes tradicionales y los utilizan para alcanzar prestigio y grandes ganancias, patentando incluso variedades biológicas y principios activos con potencial para la industria moderna. Los casos de bioprospección y biopiratería en nuestro país van mucho más allá de los ya documentados, pues prácticamente todas las comunidades indígenas de nuestro país son visitadas de un modo u otro por “interesados” en la plantas curativas. La creación, en los últimos años, de reservas ecológicas en tierras ejidales y comunales, las más de las veces han ido acompañadas de acciones sistemáticas de bioprospección tal y como ocurre en la Sierra de Manantlán, Jalisco, donde el despojo hacia las empobrecidas comunidades indígenas se arropa un disfraz ecológico y de supuesto desarrollo sustentable.

La lógica del neoliberalismo pretende que los conocimientos de las comunidades se conviertan en simples mercancías que proporcionan ganancias fabulosas a las grandes empresas trasnacionales a costa de la pobreza de nuestros pueblos originarios que se niegan a patentar o a presentarse como propietarios de conocimientos curativos que pertenecen a la comunidad. Como dice un viejo sabio wixárika: “las plantas no son de nosotros, las plantas son de la madre tierra”.

Por ello cuando diversas comunidades y organizaciones de médicos indígenas tradicionales hablan de biopiratería hablan en primer lugar de piratería intelectual, de robo de conocimientos que a lo largo de siglos han generado los pueblos más antiguos de este país. La expropiación de los saberes tradicionales, la biopiratería o la contaminación del maíz con transgénicos son asuntos de trascendencia estratégica dentro de la guerra de exterminio que el gran capital ha desatado contra los pueblos indígenas del mundo. Hoy nuestros pueblos están siendo destruidos en su raíz misma, por lo que la existencia de contaminación en nuestras variedades nativas de maíz o la apropiación de los saberes tradicionales resultan de toda gravedad. No hay duda que el movimiento indígena habrá de resistir.

Resulta pertinente denunciar la publicación, en el Diario Oficial de la Federación (15 de diciembre de 1999), de un acuerdo fechado el 7 de diciembre del mismo año, por el que el gobierno federal prohíbe o condiciona la utilización de 85 plantas medicinales en la elaboración de té, infusiones y suplementos alimenticios. Muchas de estas plantas se encuentran entre las más utilizadas por los pueblos indígenas de acuerdo a información proporcionada por el propio Instituto Nacional Indigenista, siendo algunas de ellas: el árnica, usada para la curación de inflamaciones internas y traumatismos externos; el alcanfor, utilizado para tratar enfermedades respiratorias; el epazote, que cura la parasitosis y se utiliza como suplemento alimenticio; el estramonio, indicado para calmar dolores agudos; el anís estrella, usado para complicaciones de los bronquios; la gobernadora, uno de los antibióticos más fuertes que existen en la naturaleza; el perejil, la ruda y la salvia, cuyas propiedades curativas son múltiples.

El gobierno federal señala, sin ningún fundamento, que dichas plantas pueden contener sustancias activas que dañan la salud. Con lo anterior se exhibe el desprecio que el poder siente por el saber tradicional, pues nuestros médicos conocen con precisión el uso y manejo adecuados de las plantas medicinales.

Lo anterior significa un golpe a la práctica de la medicina tradicional y detrás pudieran encontrarse los intereses de los grandes laboratorios trasnacionales, que, poco a poco, se han ido apropiando de nuestros saberes y de nuestros recursos naturales. Consideramos que dicho acuerdo tiene como fin proteger la biopiratería que realizan universidades y empresas trasnacionales en las comunidades indígenas y rurales de todo el país, favoreciendo el uso monopólico de las plantas medicinales por parte de las grandes empresas internacionales.

En consecuencia se vuelve indispensable que comunidades indígenas, campesinos y organizaciones sociales unamos esfuerzos para frenar la expropiación de los saberes tradicionales indígenas y la biopiratería, la contaminación de nuestro maíz, y la destrucción intencional de las comunidades indígenas de México.

Actualmente diversas comunidades y organizaciones de médicos tradicionales que luchan por la defensa de la medicina tradicional han propuesto la realización de la XXVIII Fiesta Nacional de la Planta Medicinal, para mediados de septiembre, en la comunidad indígena de San Pedro Atlapulco, donde gran número de médicos tradicionales indígenas y no indígenas esperan generar una posición de contundente rechazo a las políticas oficiales y de irrestricta defensa de los recursos naturales y saberes tradicionales de nuestras comunidades.

Antecediendo a dicho evento comunidades y organizaciones de médicos promoverán acciones de rechazo a las políticas de gobierno en materia de medicina tradicional y acciones de autonomía en defensa del territorio y de los recursos naturales que hoy les son arrebatados. Un paso importante es la realización del Encuentro de Médicos Tradicionales en el municipio de Cherán, Michoacán, los días 19, 20 y 21 de abril de este año.

Finalmente y pese a los peores augurios la lucha indígena sigue viva, exige el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés y construye condiciones para la larga resistencia que hoy como ayer nuestras comunidades han de continuar.
 

Los tres autores son integrantes del Congreso Nacional Indígena: Carlos González es asesor de la Alianza de Pueblos Indígenas, Ejidos y Comunidades del Anáhuac. María de Jesús Patricio es médica tradicional de la comunidad nahua de Tuxpan, promotora de la medicina tradicional en Jalisco. Mario Flores es presidente del Comisariado de Bienes Comunales del poblado ñahñu de San Pedro Atlapulco, Estado de México.

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