leyenda antigua

Las huestes del Imperio azteca regresaban de la guerra.

Pero no sonaban ni los teponaxtles ni las caracolas, ni el huéhuetl hacía rebotar sus percusiones en las calles y en los templos. Tampoco las chirimías esparcían su aflautado tono en el vasto valle del Anáhuac y sobre el verdiazul espejeante de los cinco lagos (Chalco, Xochimilco, Texcoco, Ecatepec y Tzompanco) se reflejaba un menguado ejército en derrota. El caballero águila, el caballero tigre y el que se decía capitán coyote traían sus rodelas rotas y los penachos destrozados y las ropas tremolando al viento en jirones ensangrentados.

Allá en los cúes y en las fortalezas de paso estaban apagados los braseros y vacíos de tlecáxitl que era el sahumerio ceremonial, los enormes pebeteros de barro con la horrible figura de Texcatlipoca el dios cojo de la guerra. Los estandares recogidos y el consejo de los Yopica que eran los viejos y sabios maestros del arte de la estrategia, aguardaban ansiosos la llegada de los guerreros para oír de sus propios labios la explicación de su vergonzosa derrota.

Hacía largo tiempo que un grande y bien armando contingente de guerreros aztecas había salido en son de conquista a las tierras del Sur, allá en donde moraban los Ulmecas, los Xicalanca, los Zapotecas y los Vixtotis a quienes era preciso ungir al ya enorme señorío del Anáhuac. Dos ciclos lunares habían transcurrido y se pensaba ya en un asentamiento de conquista, sin embargo ahora regresaban los guerreros abatidos y llenos de vergüenza.

Durante dos lunas habían luchado con denuedo, sin dar ni pedir tregua alguna, pero a pesar de su valiente lucha y sus conocimientos de guerra aprendidos en el Calmecac, que era así llamada la Academia de la Guerra, volvían diezmados, con las mazas rotas, las macanas desdentadas, maltrechos los escudos aunque ensangrentados con la sangre de sus enemigos.

Venía al frente de esta hueste triste y desencantada, un guerrero azteca que a pesar de las desgarraduras de sus ropas y del revuelto penacho de plumas multicolores, conservaba su gallardía, su altivez y el orgullo de su estirpe.

Ocultaban los hombres sus rostros embijados y las mujeres lloraban y corrían a esconder a sus hijos para que no fueran testigos de aque retorno deshonroso.

Sólo una mujer no lloraba, atónita miraba con asombro al bizarro guerrero azteca que con su talante altivo y ojo sereno quería demostrar que había luchado y perdido en buena lid contra un abrumador número de hombres de las razas del Sur.

La mujer palideció y su rostro se tornó blanco como el lirio de los lagos, al sentir la mirada del guerrero azteca que clavó en ella sus ojos vivaces, oscuros. Y Xochiquétzal, que así se llamaba la mujer y que quiere decir hermosa flor, sintió que se marchitaba de improviso, porque aquel guerrero azteca era su amado y le había jurado amor eterno.

Se revolvió furiosa Xichoquétzal para ver con odio profundo al tlaxcalteca que la había hecho su esposa una semana antes, jurándole y llenándola de engaños diciéndole que el guerrero azteca, su dulce amado, había caído muerto en la guerra contra los zapotecas.

-¡Me has mentido, hombre vil y más ponzoñoso que el mismo Tzompetlácatl, – que así se llama el escorpión-; me has engañado para poder casarte conmigo. Pero yo no te amo porque siempre lo he amado a él y él ha regresado y seguiré amándolo para simpre!

Xochiquétzal lanzó mil denuestos contra el falaz tlaxcalteca y levantando la orla de su huipil echó a correr por la llanura, gimiendo su intensa desventura de amor.

Su grácil figura se reflejaba sobre las irisadas superficies de las aguas del gran lago de Texcoco, cuando el guerrero azteca se volvió para mirarla. Y la vio correr seguida del marido y pudo comprobar que ella huía despavorida. Entonces apretó con furia el puño de la macana y separándose de las filas de guerreros humillados se lanzó en seguimiento de los dos.

Pocos pasos separaban ya a la hermosa Xochiquétzal del marido despreciable cuando les dio alcance el guerrero azteca.

No hubo ningún intercambio de palabras porque toda palabra y razón sobraba allí. El tlaxcalteca extrajo el venablo que ocultaba bajo la tilma y el azteca esgrimió su macana dentada, incrustada de dientes de jaguar y de Coyámetl que así se llamaba al jabalí.

Chocaron el amor y la mentira.

El venablo con erizada punta de pedernal buscaba el pecho del guerrero y el azteca mandaba furioso golpes de macana en dirección del cráneo de quien le había robado a su amada haciendo uso de arteras engañifas.

Y así se fueron yendo, alejándose del valle, cruzando en la más ruda pelea entre lagunas donde saltaban los ajolotes y las xochócatl que son las ranitas verdes de las orillas limosas.

Mucho tiempo duró aquél duelo.

El tlaxcalteca defendiendo a su mujer y a su mentira.

El azteca el amor de la mujer a quien amaba y por quien tuvo arrestros para regresar vivo al Anáhuac.

Al fin, ya casi al atardecer, el azteca pudo herir de muerte al tlaxcalteca quien huyó hacia su país, hacia su tierra tal vez en busca de ayuda para vengarse del azteca.

El vencedor por el amor y la verdad regresó buscando a su amada Xochiquétzal.

Y la encontró tendida para siempre, muerta a la mitad del valle, porque una mujer que amó como ella no podía vivir soportando la pena y la vergüenza de haber sido de otro hombre, cuando en realidad amaba al dueño de su ser y le había jurado fidelidad eterna.

El guerrero azteca se arrodilló a su lado y lloró con los ojos y con el alma. Y cortó maravillas y flores de xoxocotzin con las cuales cubrió el cuerpo inanimado de la hermosa Xochiquétzal. Corono sus sienes con las fragantes flores de Yoloxóchitl que es la flor del corazón y trajo un incensario en donde quemó copal. Llegó el zenzontle también llamado Zenzontletole, porque imita las voces de otros pajarillos y quiere decir 400 trinos, pues cuatrocientos tonos de cantos dulces lanza esta avecilla.

Por el cielo en nubarrones cruzó Tlahuelpoch, que es el mensajero de la muerte.

Y cuenta la leyenda que en un momento dado se estremeció la tierra y el relámpago atronó el espacio y ocurrió un cataclismo del que no hablaban las tradiciones orales de los Tlachiques que son los viejos sabios y adivinos, ni los tlacuilos habían inscrito en sus pasmosos códices. Todo tembló y se anubló la tierra y cayeron piedras de fuego sobre los cinco lagos, el cielo se hizo tenebroso y las gentes del Anáhuac se llenaron de pavura.

Al amanecer estaban allí, donde antes era valle, dos montañas nevadas, una que tenía la forma inconfundible de una mujer recostada sobre un túmulo de flores blancas y otra alta y elevada adoptando la figura de un guerrero azteca arrodillado junto a los pies nevados de una impresionante escultura de hielo.

Las flores de las alturas que llamaban Tepexóchitl por crecer en las montañas y entre los pinares, junto con el aljófar mañanero, cubrieron de blanco sudario las faldas de la muerta y pusieron alba blancura de nieve hermosa en sus senos y en sus muslos y la cubrieron toda de armiño.

Desde entonces, esos dos volcanes que hoy vigilan el hermoso valle del Anáhuac, tuvieron por nombres Iztaccihuatl que quiere decir mujer dormida y Popocatepetl, que se traduce por montaña que humea, ya que a veces suele escapar humo del inmenso pebetero.

En cuanto al cobarde engañador tlaxcalteca, según dice también esta leyenda, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra y también se hizo montaña y se cubrió de nieve y le pusieron por nombre Poyauteclat, que quiere decir Señor Crepuscular y posteriormente Citlaltepetl o cerro de la estrella y que desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes a quienes nunca podrá ya separar.

Eran los tiempos en que se adoraba al dios Coyote y al Dios Colibrí y en el panteón azteca las montañas eran dioses y recibían tributos de flores y de cantos, porque de sus faldas escurre el agua que vivifica y fertiliza los campos.

Durante muchos años y poco antes de la conquista, las doncellas muertas en amores desdichados o por mal de amor, eran sepultadas en las faldas de Iztaccihuatl, de Xochiquétzal, la mujer que murió de pena y de amor y que hoy yace convertida en nívea montaña de perenne armiño.

la doncella de los acantilados

LA DONCELLA DE LOS ACANTILADOS
De entre el fragor de las cascadas, sobre el bullir espantoso de espumarajos ruidosos que se precipitan al vacío y que caen formando nubes de estrellas y brillantes, suele escucharse el doliente gemir de una doncella. Sus lloros llegan al alma y el corazón se contrita de dolor, porque ese llanto es la más triste queja de amor que alguna mujer haya emitido nunca.
Viajeros, caminantes, excursionistas que la han oído, creen que se trata del batir de las furiosas aguas contra las grandes hojas acuáticas y las raíces que sobresalen por entre los peñascos del horrendo precipicio; otros, que se trata del alma errabunda de una mujer en pena y otros, que los malos espíritus de las aguas aún rondan por el serpentear de las cascadas.
Nadie o muy pocos se han detenido a desentrañar el gran misterio, porque sobrecogidos de temor y sobresaltos, huyen mejor ante los gemidos lastimeros de una mujer que se encuentra en agonía.
Y esos pocos que han contado más tarde esto que recuerda una leyenda, han comprobado que quien emite tan lastimeros ayes es una pequeña florecita que crece a la orilla misma del abismo, bañada por las agitadas aguas que se precipitan allá abajo. Los antiguos, los hombres del tiempo en el cual se originó esta triste leyenda, la llamaron Atempanxochichocani, que en lengua castellana quiere decir “Flor que llora junto a las aguas”.
Y quienes han tenido la osadía, el valor de inclinarse al precipicio y han cortado una de estas florecillas de sublime hermosura, descubrieron que entre sus pistilos se haya una mujer, una doncella de bien proporcionado cuerpo, diminuto y admirable, cuyas manos parecen cubrir su rostro cubierto de rocío que son sus lagrimas. Es el cuerpo diminuto de una doncella, de una virgen que llora eternamente a la orilla de las aguas su mal de amor, su pena amorosa.
¡Atempanxochichocani, la flor que llora!
A simple vista puede verse el cuerpo de la doncella en actitud de llorar, recostada en la corola de la florecilla que solo crece junto a las cascadas, a las orillas del abismo al que se precipitan las aguas. Su llanto es audible a corta distancia y a veces más lejos, cuando el fragor de la precipitación del agua baja de tono.
La leyenda, los motivos por los que se formó esta florecilla y las penas que llora esta doncella de diminutas proporciones se pierden en las noches de los tiempos, entre las leyendas de más vigor, de mayor representación de una raza dada a la superstición y a los temores de los dioses; Se dice, sin embargo, que esta doncella y su amado, un vigoroso y apuesto mancebo, paseaban sus amores antes de desposarse con el regocijo y aceptación de sus padres. Mas cierta vez corriendo él por el bosque en persecución de un Mazatl, -venado-. Perdió el paso y fue a caer al abismo. Su cuerpo se fue rebotando contra los peñascos y cayó al fondo de la sima, en donde fue arrastrado por las fuertes aguas.
La doncella, cansada de esperar el regreso en un paraje en donde se entretenía tejiendo guirnaldas de florecitas, se fue en su busca y no lo halló, no lo halló nunca y desde entonces convertida en flor, en la flor de Atempanxochichocani, vive en las orillas de las cascadas y los abismos, llorando por la desaparición del mancebo que ya no pudo ser su esposo.
Perdida la crónica escrita de esta leyenda, los viejos solían contar que lo que ocurrió fue que el Shantil, el genio malo y fantástico que vivió en los acantilados, al ver el grande y puro amor que paseaban por el bosque la Doncella y el Mancebo, se puso celoso y atrayendo hasta sus dominios al galán, lo precipitó a sus dominios y después de hacerse pedazos contra los riscos, lo arrastró hasta las profundidades oscuras en donde mora, por lo cual, la llorosa y desesperada doncella no encontró su cuerpo, como jamás lo hallaron quienes lo buscaron tan afanosamente.
La doncella murió enloquecida llorando a la orilla del abismo y de su cuerpo brotaron esas florecillas, las florecitas que lloran eternamente junto a las aguas y en cuya corola el incrédulo acucioso puede ver el diminuto cuerpo de una mujer cubriéndose el rostro con las manos y ese bello rostro cubierto de rocío, que son sus lágrimas.

ceremonia del peyote

CEREMONIA DE PEYOTE
HOMENAJE AL ABUELO
Lophophora williamsii
por Amapolo
Extenso relato de una experiencia con el cactus mexicano Peyote, también llamado el abuelo entre sus conocedores

ANTES DE LA CEREMONIA

Llegamos al lugar un amigo y yo. El sitio era una casa en medio del monte con algunas otras casas bastante separadas unas de otras. Era una zona de ladera, dentro del valle, poco inclinada y con terrazas agrícolas con almendros y olivos, todo rodeado de un bonito pinar de pino carrasco. Arriba había unas montañas pertenecientes a una sierra bajita próxima a la costa. Típico paraje mediterráneo.

El día era frío y muy ventoso, era el fin de semana que sufrió un enorme temporal todo el litoral levantino y gran parte de la Península, pero aquí, como había montañas que protegían, el tiempo resultaba más apacible.

Contando con el chaman éramos 9 personas las que íbamos a participar en la ceremonia. Tomamos una cena ligera con frutos secos, fruta, puré, ensalada, etc.. Durante estos momentos previos estuve un poco nervioso: no conocía a la gente, ni sabía de qué iban y sobre todo tenía mucha intriga de cómo iba a ser la ceremonia y el efecto en mí del peyote, al que llamaban medicina. Hubo una cosa que me tranquilizó bastante: el chamán nos dio una hoja con una serie de preguntas, a contestar, sobre lo que esperábamos de esta experiencia, en que momento de nuestra vida estábamos, etc..

La preparación de la ceremonia consistió en colocar en el centro del salón, de la casa, una especie de altar o centro hecho con una tabla de madera, encima de la cual el chamán puso un montón de tierra traída de un hoyo que previamente habíamos cavado en el campo de almendros de al lado.

Digamos que este altar iba a ser el centro de atención durante toda la velada. Al lado del altar el chamán colocó una serie de objetos como bolsas de tela, botellas, unas alas de ave rapaz, una maceta con un enorme ejemplar de peyote vivo con 12 costillas, una especie de maraca, un tambor con un palo para tocarlo, un tarro lleno de polvo de peyote, tres botellas con un líquido hecho a partir de una infusión de polvo de peyote y más cosas.

En el altar de tierra, el chamán, echó unas pocas paladas de ascuas sacadas de la chimenea que había en un extremo del salón con abundante lumbre. Después todos nos colocamos, sentados en unos colchones, alrededor del altar.

LA CEREMONIA

Antes de comenzar con la ingesta del líquido de peyote, el cual nos lo presentaron como “la medicina”, el chamán realizó una serie de acciones con el significado de bendecir la ceremonia, echando semillas sobre las ascuas del altar y esparciendo el humo por todos lados con un ala de rapaz. Luego se lió un enorme cigarro, de un tabaco extraño, con una hoja de mazorca de maíz. Estos cigarros cumplían un importante papel en la estructura de toda la ceremonia. El gran cigarro, llamado
tabaquito, se utiliza para que cualquier participante, en el transcurso de la ceremonia, tome la palabra mientras está fumando, entonces cualquiera que quiera decir algo coge el tabaquito y se pone a hablar mientras fuma. Este tabaco tiene un sabor muy suave, con un aroma a anís y es tan grande que da para fumar todos durante mucho rato. Durante la ceremonia hay 4 tabaquitos:

El primero, es el de “el propósito”, es en el que se dice para que se ha ido a esa ceremonia y con que fin.
El segundo y el tercero no me acuerdo de su significado tradicional, a si que yo le di mi propio significado.
El cuarto, es el de la toma de tierra, es para bajar a la consciencia cotidiana y también es el que representa el lado femenino.

Bien, pues el chamán encendió el primer tabaquito, esparció el humo por el altar y por todos los objetos que había por el centro del salón, convocó al “Gran espíritu” y a otros espíritus del lugar y explicó un propósito general como línea de la ceremonia. Luego el tabaquito fue rulando de mano en mano para que todos los participantes fumaran y dijeran sus propósitos.

Cuando todo el mundo hubo fumado empezó la toma del líquido (medicina). Primero empezó el chamán que se bebió un vaso a tragos grandes y despacio, luego pasó la botella y el vaso al resto de
participantes, que uno a uno fuimos bebiendo, eso sí, con gran dificultad porque el mejunje estaba malísimo; era amargo con un toque dulzón tal que a muchos les provocó arcadas. Todos (as) bebimos un vaso.

La subida empezó muy suave, con un efecto parecido al del “Extasis o MDMA”; me provocó un enorme sentimiento de empatía con la gente y con todo lo que me rodeaba. Los primeros sentimientos que me venían eran de amor por todos los que estaban allí junto con un enorme gozo que fue aumentando durante toda la ceremonia. Si tuviera que resumir mi experiencia en una palabra esta sería “GOZAR”, y la verdad es que gocé como un perro.

La gente empezó a vomitar pues la subida provoca fuertes náuseas; vomitaban en una bolsita, mirando al altar. El simbolismo de este acto, dentro de la ceremonia, es el de purificación, el de echar lo que quieras fuera de ti, toda la mierda y todos los malos rollos que se tienen dentro. Es una limpieza. Yo no vomité en toda la noche, sólo tuve alguna que otra náusea, pero que no me llegó a hacer vomitar. Debe de ser que o tenía poco malo que echar de dentro o que no era el momento
de sacar la mierda para fuera. La verdad es que sólo sentía buen rollo y placer en este viaje. Hubo alguna persona que no paró de vomitar durante toda la noche; tendría mucho mal rollo que echar para afuera, o un estómago muy sensible.

Bueno, el caso es que la cosa empezó a subir mucho más, todo iba tomando un tono más extraño y psiquedélico. Empezaron a aparecerme, al cerrar los ojos, imágenes de colores muy vivos y brillantes. Por mi experiencia con otras drogas psiquedélicas, tengo que decir que esta es especialmente visual, las visiones son de un colorido abrumador y la transparencia es total. Total, que en un momento dado, el chamán cogió la maraca y su compañera el tambor, y empezaron a tocar un ritmo y entonar un canto, un tanto monótono que poco a poco me iba sumergiendo en un estado de trance. Los instrumentos fueron pasando de mano en mano y los intérpretes fueron cambiando. Cada uno cantó su canción, algunas eran verdaderos mantras, así que en esos momentos lo mejor era cerrar
los ojos y dejar volar la mente entre imágenes centelleantes. Cuando yo cogí la maraca y me puse a cantar el trance en el que entré fue abrumador, prácticamente me desconecte del mundo conocido y me instalé en un vacío, oscuro, tranquilo, donde la sensación era de ingravidez y en donde resonaba mi voz, la maraca y el tambor y en el que ya no era consciente de que tocaba y cantaba.

Los momentos siguientes fueron de gran intensidad; paramos de tocar y cantar, y solo se oía el vómito que de vez en cuando echaba alguien. Yo me encontraba en un estado totalmente ido, con momentos en los que me daba la impresión de volar, separarme del cuerpo e irme no sé adonde. No me llegué a ir del todo porque el chamán captó mi atención cuando empezó a echar nopal en las brasas del altar, que previamente había engordado con alguna que otra palada de ascuas sacadas de la hoguera.

Encendió el segundo tabaquito; no me acuerdo de su significado ceremonial, pero era el tabaquito de comentar la experiencia ya en pleno vuelo, en pleno mogollón. El peyote ya nos había subido considerablemente a todos, y yo seguía sumido en un profundo estado alterado de consciencia, empático, gozando a más no poder. Una cosa que me llamó mucho la atención fue la transformación de sentimientos y sensaciones en imágenes. Por ejemplo: la compañera que tenía a mi lado me puso una mano en el corazón y con la otra me acariciaba suavemente; mientras hacía esto yo notaba una corriente, pero una corriente muy física muy palpable que pasaba de su mano a mi pecho y de mi pecho a su mano; esta situación me provocaba un enorme placer, me transmitía sensualidad, tranquilidad, gozo y un sentimiento de cariño por la persona que me estaba tocando; todo esto se me transformaba en visiones dulces, blandas, placenteras, de nubes que viajaban por el cielo pausadas, de espacios y paisajes abiertos, calmos; estando en estos plácidos lugares noté la mano de mi amigo, que estaba a mi derecha, en mi brazo; entonces mi visión cambió, empecé a ver una figura cilíndrica con un pico en cada extremo, suspendida en una atmósfera ardiente y roja, y todo bañado de lava o hierro fundiéndose, como en unos altos hornos o una fundición de metal; inmediatamente miré a Quique, mi amigo, que tenía la cara llena de sufrimiento, de estarlo pasando realmente mal. Estaba sufriendo consigo mismo y a mi me transmitía fuego -supongo que el fuego que estaba viviendo dentro de si mismo. A todo esto el tabaquito que estaba pululando de mano en mano se terminó y el chamán lo dejó en el altar como ofrenda, y yo ni me enteré. Me hubiera gustado haber fumado, pero
se me pasó la oportunidad. Y yo, puto yonki del tabaco, con unas ganas de fumar enormes. Durante estas ceremonias lo único que se fuma es el tabaquito, y yo que soy un fumador empedernido no tuve ninguna ansiedad durante la ceremonia, aunque se me escapara este tabaquito.

Otra curiosidad que me ocurrió fue que al mirar a la cara de las personas que participaban, esta se transformaba, primero en caras de viejos y luego se volvían a rejuvenecer. La cara de la compañera que tenía al lado, al quedarme observándola, se transformaba en una cara de anciana, luego cambiaba a una cara felina y por último recuperaba su aspecto normal.

Hubo momentos en que la seriedad de la ceremonia se rompía en arranques de sarcasmo y risa entre todos los que estabamos allí -excepto mi colega, que lo estaba pasando realmente mal. A ratos la gente se moría de la risa, incluso el chamán se quedó un poco sorprendido, pero al poco se unió también al cachondeo, se tumbó y empezó a frivolizar un poco con nosotros. Insisto, además de las risas seguía gozando y más todavía de ver gozar a los demás. En determinados momentos me congratulaba con el gran peyote que crecía en la maceta que tenía delante de mi, que según el chaman, se llamaba “El abuelo” por ser un ser muy antiguo ( a la ayahuasca se la llama “Abuela” en el gremio de los chamanes ). Casi que se había establecido una comunicación entre él y yo, me despertaba ternura y una corriente muy agradable, así que me puse a acariciarle. En definitiva era el momento del buen rollo entre todos los que estabamos allí, incluido el Abuelo. La atmósfera estaba
llena, por decirlo de alguna forma, de buena energía, excepto mi amigo que estaba con su jalaura de cabeza. A él se le trató muy bien, en ningún momento se le dejo abandonado en su infierno. Mucha gente se volcó en darle cariño y buen rollo, de manera que pasara su mal de la mejor forma posible. La verdad es que me sorprendió la capacidad de recogimiento y protección de todo el grupo y del chamán; no me esperaba esto de una gente desconocida y en un ambiente ritual como este. El chamán inauguró el cuarto tabaquito; tampoco me acuerdo de su significado ritual, pero en vista del grado de locura que había en el grupo, el chamán lo definió como “el tabaquito de la hora en que puede pasar cualquier cosa”. Claro está, antes de encenderlo, bendijo el altar y la multitud de objetos que había en el centro de la sala, esparciendo semillas y nopal por las brasas con invocaciones a los espíritus. Increíbles visiones seguían entrando por mis ojos. Mirando el fuego y las brasas, estas se empezaban a hacer plásticas y se contorneaban como si fueran un plástico caliente que pierde dureza y comienza a perder su forma sólida. En fin que con este tabaquito seguía habiendo gozo. Esta
vez sí que cogí el cigarro y me puse a fumar, hablando del placer, del gozo ¡ Soy un puto hedonista !

En un momento de la noche oí a mi amigo, fuera, en el campo, que estaba vomitando hasta la primera papilla, y salí a hacerle un poco de compañía, por eso de que estaba, él, bastante perjudicado y también para tomar yo un poco el aire. Afuera la noche era acogedora, el viento tan sugerente que parecía que hablaba y aunque hacía mucho frío, tenía tanto calor por dentro que casi no lo notaba. Y allí me encontré a mi amigo y nos quedamos un rato abrazados, respirando un aire limpio, limpio. De paso aprovechamos y nos fumamos un cigarrito de los normales que me supo a gloria, y allí fumando estuvimos un rato. Luego salió otro compañero de ceremonia y el chamán un momento después, que nos trajo una manta para abrigarnos y echó unas ascuas encendidas encima del vómito de mi amigo. La verdad es que me pareció increíble que el chamán, estado colocado de peyote como nosotros, estuvo pendiente de todo y todos y casi no paró en toda la noche de prestar atención y ayuda a quién lo necesitaba. Recogía las bolsas de vómito de todo el mundo y los llevaba al hoyo que habíamos excabado anteriormente para luego, por la mañana, enterrarlos y así enterrar las malas cosas que echó cada uno durante toda la noche.

Total que ahí, debajo del cielo estrellado, nos dejó el chamán a los tres abrigaditos con la manta; entonces nos fijamos en el árbol que teníamos justo enfrente, el cual parecía llamarnos e intentar comunicarnos algo. Nos acercamos a ese árbol y los tres lo abrazamos a la vez, y así nos quedamos un largo rato sintiendo su buena energía. La verdad es que cualquier planta o bicho que se cruzara por mi camino me producía una empatía enorme. Al final volvimos dentro de la sala a conectarnos otra vez con la ceremonia, pero antes de entrar me empecé a sentir un poco cuervo, total, que entré dando graznidos como un grajo y volando en mi mente como tal. Claro, que el cachondeo de la gente fue total.

La noche transcurrió tan curiosa y placentera como había sido y después de un tiempo empezó a amanecer. Parecía que con el Alba el efecto bajaba, así que decidí darme una vuelta por el monte… cogí mi abrigo y salí a darme una vuelta. Al salir y ver todo el campo iluminado por la luz de la mañana me quedé fascinado, sobrecogido: los colores eran deslumbrantes, brillantes, muchísimo más de lo que normalmente se ven. Bueno, esto siempre me ha pasado cuando he tomado un enteógeno, pero esta vez me parecía todo mucho más deslumbrante que otras veces. Sentí que el peyote empezaba a subir otra vez. La tierra, concretamente, me sobrecogía mucho, el rojo que tenía era tan intenso que daba la sensación de estar encendida, de caminar sobre ascuas. El fuego, que durante la noche había absorbido buena parte de mi atención como uno de los elementos predominantes de la experiencia, volvía a aparecer. Toda la tierra parecería fuego, fuego con flores, porque todo estaba tapizado
de unas florecillas rosas, refulgentes: era increíble. Así que con cuidado de no quemarme me fui andando entre los almendros hacia una zona de vegetación más frondosa y allí me quede un buen rato, fumando otro cigarrito, hablando de vez en cuando con los seres vegetales que me rodeaban, y de vez en cuando haciendo recuento de lo que había vivido en tan impresionante velada. Me sentía muy cuidado, muy acogido, no se si por mi mismo, por las plantas que me rodeaban, por el peyote o por todo junto; de nuevo me sentía gozar. Me empecé a plantear cuando iba a bajar esto, pues tenía la pinta de durar muchas horas más y en vez de bajar cada vez subía más. Totalmente abrumado volví con mis compañeros(as) y, como yo, ellos también volvían con los ojos abiertos como platos y resoplando de ver lo que estabamos viendo.

Cuando todos estuvimos juntos comenzamos con la ceremonia del 4º y último tabaquito. De este tabaquito sí que me acuerdo de su significado, tanto del ritual como del real en esta ceremonia. Fue el tabaquito de tomar tierra, de agradecer y recoger todo lo que habíamos vivido en la ceremonia. También fue el tabaquito del lado femenino, tanto de hombres como de mujeres, de las madres, de las compañeras de pareja sentimental, de las hijas y los hijos, de los niños y las niñas y del que pudiera
congratularse con el Mundo, con el Universo. Fue el momento más emotivo de toda la ceremonia. Todas las personas que allí estaban se abrieron de par en par a soltar todos sus sentimientos, todo lo bueno, todo lo malo, a un nivel de abertura que me sorprendió, me sorprendió tanto porque me daba la sensación de no ser capaz de abrirme tanto frente a esa gente, que aunque poco conocida, se lo merecían. Entonces me sentí egoísta, me sentí egoísta por no abrirme de aquella manera yo también,
me sentí egoísta por empezar a acordarme de la gente que quiero, de mi madre, de mi compañera, de mi hermano, de mis amigos y de mucha más gente más que quiero. Y no haberme acordado de todos ellos durante la experiencia, porque, durante este viaje de peyote, lo que más tenía en la mente era el aquí y ahora, la gente que me rodeaba, el verles gozar y el gozar como un perro. En fin los hedonistas pecamos un poco de egoístas, aunque de una cosa sí que estoy seguro: di una parte muy buena de mi a toda esa gente con la que viví la experiencia, a todos los seres que me encontré y en definitiva a ese lugar.

La ceremonia acabó con un desayuno ritual a base de carne, maíz, tortas de arroz y fruta. Y aunque todos bajamos un poco más a la tierra el efecto siguió y siguió hasta la noche. Me acuerdo que conduciendo hacia Madrid tenía que parar el coche, porque las distancias me cambiaban y pequeñas subidas me llevaban otra vez a lugares nada que ver con la carretera donde estaba. Aun así no vi peligro en ningún momento; alguna estrellita había por ahí que nos protegía. Al día siguiente, ya en el curro, trabajando, tenía una enorme sensación de satisfacción y una gran claridad. “Claridad” fue el propósito que yo buscaba antes de ingerir el peyote. También tenía mucho cansancio físico y psicológico, cansancio que no desapareció hasta el día siguiente.

Bueno, me quedan muchas cosas aquí dentro, que no he contado, que me las quedo para mi; también algunas cosas que no me acuerdo que se me han ido olvidando, pero creo que la esencia de mi experiencia con el peyote (“Abuelo”) queda aquí plasmada. No tengo ni idea de la dosis que ingerí. Lo que sí se es que fue la suficiente como para que la experiencia fuera muy intensa y duradera, más duradera que con cualquier otro en enteógeno que hubiera probado hasta ahora.

En resumen, fue una experiencia muy positiva y placentera para mí. El Abuelo me trató muy bien, supongo que me lo merecía o que lo tomé en un buen momento. Desde luego que volveré a repetirlo, en su momento, claro.

Amapolo

Poemas nahuas y otomies

canto triste de los Hñañhü (Otomies) denominado tlaocolcuicaotomitl:

Danthe togui togui
hin hambi tegue
Ndahi togui togui
hin hambi tegue
Nbui togui…
hin hambi pengui.

El río pasa, pasa,
nunca cesa.
El viento pasa, pasa,
nunca cesa.
La vida pasa…
nunca regresa.

Poema nahua
Emergen, emergen las flores

Emergen, emergen las flores:
floreciendo están las flores en presencia del sol.
A tu canto corresponde el ave del dios.
Tú la buscas: todas ellas son tu canto y son tu dicha:
tú deleitas a los hombres con movedizas flores.
Donde quiera ando, por doquiera canto, yo cantor:
las flores olientes a maíz tostado se remecen
entre las mariposas en el patio florido.

Todas vienen donde el Árbol está enhiesto:

flores que al hombre trastornan,
que pervierten corazones, vienen a derramar,
vienen a dejar caer carga de flores, fragancia de flores.

De flores es la alfombra: muchas hay en tu casa
y entre el musgo acuático canta y trina Xayacamachan:
embriaga su corazón la flor de cacao.
Hermoso canto repercute allí;
alza su canto Tlapaltecutzin, muy perfumadas son sus flores:
se estremece la flor: es la flor del cacao…
la madre de los dioses.

Y uno de Netzahualcoyotl

“No por siempre en la tierra,
sólo breve tiempo aquí.
Aunque sea oro se rompe,
aunque sea jade se quiebra,
aunque sea pluma de quetzal se desgarra…
¡No por siempre en la tierra,
sólo breve tiempo aquí!”

…”Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos: con esta lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados.

En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas estan las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y eran nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín (eritrina),
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas, ratones,
tierra en polvo, gusanos…

(La visión de los vencidos. Miguel LeonPortilla)

Poemas de Netzahualcoyotl

POEMAS DE NETZAHUALCÓYOTL

Estos poemas se encuentran entre Entrada y salida de la mina el primero; a la derecha de Capataz, el segundo; a la derecha de la Entrada a la mina , el tercero y el último a la derecha de Alfareros.

Nezahualcoyotl Acolmiztli (1402 -1472 ), monarca o señor de Texcoco como poeta náhuatl, el más celebrado y conocido, hijo de Ixtlixóchitl, señor de los chichimecas.

En el Códice en Cruz, su muerte se fija en 1470 o 1472, según nos informa Angel María Garibay K. en Historia de la literatura náhuatl (Editorial Porrúa, S.A., México, 1953).

Su biógrafo, cronista y lejano descendiente, Fernando de Alva Ixtlixochitl, hace de él un ser legendario y real.

Fue también legislador, sabio, guerrero. En 1466 se encargó de la construcción del acueducto de Chapultepec a Tenochtitlan.
  TODA LA REDONDEZ DE LA TIERRA
ES UN SEPULCRO: NO HAY COSA QUE
SUSTENTE CON TÍTULO DE PIEDAD
NO LA ESCONDA Y LA ENTIERRE.

NI CON UN MONTÓN DE TESOROS
PODRÁS AVIVAR TU VASALLAJE, PORQUE
LOS TESOROS HUMO SON; ENSALZA SÓLO
A LOS CANTARES Y A LAS FLORES QUE
CUBREN LA TIERRA PORQUE ELLOS
EMBRIAGARÁN TU ALMA.

NOS INFAMAN Y NOS MENOSCABAN,
PORQUE SOMOS PLEBEYOS. SÓLO NOSOTROS
QUE LOS HEMOS SENTIDO, SABEMOS LO QUE
SON PENAS, LO QUE SON CONGOJAS COMO
ES NOTORIO
HEXOTZIQUENSE.

¡OH! ELLA ES NUESTRA MADRE, DIOSA
DE LA TIERRA, QUE PROVEE DE ALIMENTO EN
EL DESIERTO A LAS BESTIAS SALVAJES Y LAS
HACE VIVIR.

ASÍ, ASÍ LAS VÉIS SER UN MODELO
FRESCO SIEMPRE DE LA LIBERALIDAD
HACIA TODA CRANE.
HIMNO A LA MADRE DE LOS DIOSES

NETZAHUALCOYOTL

Consejos que los padres nahoas hacían a sus hijos

Consejos que los padres nahoas hacían a sus hijos

Huehuetlatolli

    *
      Hijo mío, joya mía, mi rico plumaje de quetzal:
    * 
      Has llegado a la vida, has nacido, te ha hecho venir al mundo el creador y dueño.
    * 
      Te creó, te forjó, te hizo nacer aquel por quien todo vive.
    * 
      Y vieron tu rostro y tu cabeza tus madres, tus padres, tus tíos y tus tías y tus parientes.
    * 
      Fijaron su mirada en tu semblante y en tu cerviz. Y lloraron y se emocionaron por causa tuya, por que has llegado a la vida, por que has nacido en la tierra.
    * 
      Ahora bien: por breve tiempo has venido a contemplar las cosas, has venido a ir evolucionando, has venido a hacer medro en tu persona, has venido a crecer.
    * 
      Cual un pajarito al fin abres el cascarón. Como si fueras a salir ahora de tu encierro; como que ahora echas plumas y de ellas te vistes;
    * 
      como que ahora salen cola y alas.
    * 
      Es que ahora empiezas a mover tus manos y tus pies y tu cabeza.
    * 
      Y como que haces tentativa de irte a volar.
    * 
      ¿Cuál será el designio de aquel por quien todo vive?
    * 
      ¿Un día, o acaso dos, te tendremos en préstamo: cual si fueras una joya o un penacho de ricas plumas prestado por bondad del Amo?
    * 
      ¿Vas a lograrte a caso? ¿Vas a vivir en la tierra? ¡Ojalá que pacíficamente crezcas y en dulce calma te acrecientes!
    * 
      ¡Que no resultes vano, que no seas un ser frustrado!
    * 
      ¡Ojalá por breve tiempo entres al lado y te metas bajo el amparo de nuestro Amo, y que él te sea clemente!
    * 
      ¡Él lo haga ver: él te eleve, te mida!
    * 
      ¡Es dios, es rey: tiene grandes los brazos; es de grandes espaldas!
    * 
      ¡El dios es tu madre y tu padre, y no hay comparación de cómo te cuida, cuando te ama: ni yo tu padre, ni tu madre te amamos como él!
    * 
      ¡Claro: él te determinó y decretó tu existencia, él tuvo a bien concederte la vida, hacer que tú nacieras!
       

Poemas Mexicanos (Nahoas)

Poemas Mexicanos (Nahoas)

: Ejemplos de la poesia Mexica

Emergen, emergen las flores

Emergen, emergen las flores:
floreciendo están las flores en presencia del sol.
A tu canto corresponde el ave del dios.
Tú la buscas: todas ellas son tu canto y son tu dicha:
tú deleitas a los hombres con movedizas flores.
Donde quiera ando, por doquiera canto, yo cantor:
las flores olientes a maíz tostado se remecen
entre las mariposas en el patio florido.

Todas vienen donde el Árbol está enhiesto:

flores que al hombre trastornan,
que pervierten corazones, vienen a derramar,
vienen a dejar caer carga de flores, fragancia de flores.

De flores es la alfombra: muchas hay en tu casa
y entre el musgo acuático canta y trina Xayacamachan:
embriaga su corazón la flor de cacao.
Hermoso canto repercute allí;
alza su canto Tlapaltecutzin, muy perfumadas son sus flores:
se estremece la flor: es la flor del cacao…
la madre de los dioses.

La madre de los dioses

Id a la región de los magueyes salvajes,
para que erijáis una casa de cactus y magueyes,
y para que coloquéis esteras de cactus y magueyes.

Iréis hacia el rumbo de donde la luz procede

y allí lanzaréis los
dardos:

amarilla águila, amarillo tigre, amarilla serpiente
amarillo conejo y amarillo ciervo.
Iréis hacia el rumbo de donde la muerte viene.
También en tierra de estepa habréis de lanzar los dardos:
azul águila, azul tigre, azul serpiente,
azul conejo y azul ciervo.

Y luego iréis hacia la región de sementeras
regadas.

También en tierra de flores habréis de lanzar los dardos
blanca águila, blanco tigre,
blanca serpiente,
blanco conejo y blanco ciervo.

Y luego iréis hacia la región de espinas.
También en tierra de espinas habréis de lanzar los dardos:
roja águila, rojo tigre, roja serpiente,
rojo conejo y rojo ciervo.

Y así que arrojéis los dardos y alcancéis los dioses,
al amarillo, al azul, al blanco, al rojo:
águila, tigre, serpiente, conejo, ciervo,
luego poned en la mano del dios del tiempo,
del dios antiguo, a tres que habrán de cuidarlo:
Mixcoatl, Tozpan, Ihuitl.

¿Qué estáis pensando, príncipes de Huexotzinco?

¿Qué estáis pensando, príncipes de Huexotzinco?
Fijad la vista en Acolhuacan,
la tierra arrasada, como sementera de Huexotla,
de Itztapalocan.
¡Reina la noche en la ciudad!
Allí está erguido el sabino, la ceiba,
la acacia y la cueva:
Tetlacuahuac, que conoce al dios que da vida

¡Oh príncipe mío, Tlacateotl chichimeca!

¿Por qué motivo nos aborrece Tezozomoctzin?
¡Acaso muerte nos prepara y guerra quiere!
¡Ya está tendida la batalla en Acolhuacan!
Aunque afligidos, damos placer
al dador de vida,
el Colhua Mexicano Tlacateotl.
¿Acaso muerte nos prepara y guerra quiere?
¡Ya está tendida la batalla en Acolhuacan!

Lloro, me pongo triste…

Lloro, me pongo triste, sólo soy un cantor:
¡Si alguna vez pudiera llevar flores,
si con ellas pudiera adornarme en el Lugar de los sin cuerpo!
Me entristezco.
Únicamante como flor es estimado el hombre en la tierra:

un instante muy breve goza de las flores primaverales.

Gozad con ellas, yo me entristezco.
Vengo de la casa de las finas mariposas.
Abre su corola mi canto: he aquí múltiples flores.
Una variada pintura es mi corazón:
¡Yo soy cantor y despliego mi canto!

para el cuervom (contestando sobre necronautas??)

El comentario hace referencia a que el chaman se conecta mas a traves del sueño
obtener informacion o poderle hacer al “necronauta” como  yo a veces digo por
traer mensajes del mas alla. Como el objetivo es mas la sanacion, busca mas  los
aspectos internos del ser y para ello es mejor el ensueño que el acecho.Algo que
he visto esque para el ensueño se necesita desarrollar mas el aspecto espiritual
o una especie de “ojos” del corazon. En caso del nagualismo mas conocido (CC) el
acecho es mas hacia uno  mismo o en conflictos con otros.En el caso de los
Coyotes el acecho es mas para combate.

Si  se trata de una especialidad de sanacion lo mejor segun yo es el ensueño.
Sobre referencias sobre nagualismo real puedes tratar de localizar a Alfonso
Orozco que viene de los Coyotes.
http://ojosabiertos.org/    o en:
http://groups.msn.com/LoboGuardian
Con Orozco mismo he visto que su especialidad es mas similar al acecho y al
rastreo de energia, en su pagina de licantropo (linkeada en ojos
abiertos)menciona que hay 4 especialidades de usar el capullo luminoso (que no
son las unicas aclaro):sanar, recibir informacion, destruir o bloquear.
En el caso de dos cuates mios que estan en su grupo dos de ellos son ensoñadores
y acechadores a la vez y untercero todavia no se define.
Anexo al final del mensaje una parte de la reseña que se escribio cuando se hizo
una reunion aqui en Queretaro.

El ensueño y acecho son especialidades, todostienen elementos de uno y otro pero
se les suele dar mejor al nagual el acecho ya que es mas de contacto  fisico lo
suyo. En el caso del ensueño es mas propio como  especialidad del chaman.

No descarto el uso de sincretismo en el chamanismo,la propia Sabina usaba
oraciones catolicas ocasionalmente, y conozco a varios que usan como figura en el
altar un  cristo virgenes. En el caso del chaman con elque ando depata de perro
trae una virgen de Guadalupe en un  altar,yno por ello pierde identidad. Tambien
tiene  junto un  Cristo. En el caso de los danzantes del sol ahi si se veria raro
la mezcla de simbolos.Tambien es comun el uso de la cruz en varioslugares de
mexico  aun antes de los españoles.En el caso de los concheros para poder
sobrevivir tuvieron que hacer la mezcla de simbolos y no por eso han dejado sus
raices atras.
Un saludote.

Nota yo soy el tal Fabricio / Cuervo que agarro a uno  de conejillos de indias.
=)

Fragmento de reseña de Alfonso Orozco en Qro.

“Llegamos a Queretaro a eso de las 16.40. Lo mas interesante de la llegada al
lugar de la cita con el infinito fue en un mercado donde compre las hierbas de
costumbre para la fogata, y algunas extras para un preparado que era posible
necesitar con los de infinito, ya que habian manifestado interes en uno de los
preparados que les comente en reuniones previas.

Ya se acababa el tiempo para llegar al lugar de reunion, asi que Rodrigo nos
llevo. De entrada no estaban los de infinito , pero si otros mas. Cuando aparecio
Omarsote, venia sumamente cansado porque se le ocurrio ir con Fabricio al cerro,
y le toco ser conejIllo de indias de Fabricio, se ve que no conocio a Escarlata,
aunque Fabricio es mas decente. Tuve que transferirle a Omarsote un porcentaje de
energia, pero no completa, ya que Omarsote se crece ante la batalla, y en ese
caso podria usar sus propias reservas.

Fuimos por los alambres de costumbre y despues de una recarga rapida yo quede en
ceros porque como Alestat perdio su cartera tuve que pagar lo de los tres. Fuimos
a casa de Demetrio con los de infinito, pero la lluvia no era natural, por lo
menos eso pensabamos Demetrio, yo y otros cuantos. Presente a Fabricio con los de
infinito para que se pusieran de acuerdo del lugar y me meti en la casa de
Demetrio, no tenia caso esperar bajo la lluvia y luchar contra ella. Unos minutos
despues se habia decidido ir a un lugar llamado la puerta, asi que decidi que
Omarsote y yo fueramos al ultimo, todos menos yo agarraron su respectivo monton
de lena o costal de carbon y Alestat Me dio la bolsa de las hierbas.

Para mi en estas alturas del partido empiezan las cosas interesantes, ya que
como no me conecto ni me transformo antes de tiempo, me toca siempre una media
hora o mas de espectador, pero sin el miedo o la ansiedad que le dan a la
mayoria.

Asi que como lo que menos queriamos Ver era a Omarsote resbalar en la subida,
decidi que lo mas seguro para todos era ir al ultimo el y yo, porque creo que un
servidor era el unico con capacidad de levantarlo si se resbalaba ademas de no
resbalarme yo en el proceso.

Mientras le daban la madera a Omarsote los demas se adelantaron un kilometro o
mas. Ya en pleno cerro me llamo la atencion que lo que a simple vista era una
montana rojiza, en realidad era de color rosa marron. Esteticamente hablando la
combinacion de rosa y verde siempre me ha parecido desagradable, asi que empece a
seguir el camino que guiaba Omarsote, que habia subido el unas horas antes. En
una vuelta del camino vi una planta de 20 cms en medio del camino, lo primero que
pense fue en destruirla, y empezaron a aullar unos perros al mismo tiempo.

Decidi que lo mejor era simplemente drenar la planta y lo hice, mientras lo
hacia, Omarsote dijo que Fabricio habia puesto algo alrededor de la planta. Unos
metros desspues el ambiente se puso muy cargado alrededor dando la impresion de
que no estabamos solos. Como yo no veia nada cerca, me di cuenta que las reglas
habian cambiado.

Resumiendo, ya que teniamos visitas energeticas, podiamos perfectamente hacer lo
mismo, asi que mientras Omar se preparaba para pelear, hice una llamada; los
aliados sirvieron de escolta pero por alguna razon estaban tercos en cercar el
cerro. A estas alturas las visitas se habian hecho atras, yo no me habia
conectado y Omarsote me enseno un camino que estaba cerrado por la caida de un
cactus. Mas adelante confirmamos que los demas pasaron por ahi.

Asi que estabamos en medio de ninguna parte con un cerro que nos iba a hacer
sudar cada metro de terreno. Ese era territorio del camino verde y no del camino
rojo, asi que era necesario esperar. Quité una parte de las defensas, y empezamos
a oir a los demas que nos buscaban. Unos minutos despues personas del camino
verde [Rodrigo y otros] nos ayudaron a subir encontrando otra subida. Omarsote me
comentó cuando pudimos subir que una parte del camino no estaba protegida por lo
que llamé. Claro. Si no hubiera dejado esa abertura, no podríamos subir. ”

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