mensaje de los hopis

Mensaje de un sabio anciano guerrero de los indios Chéroki

Los indios Hopi se preparan para ir bajo tierra. Los Ojibwa y los Lakota dicen que es el final. Se dice que la estrella azul (Katchina) ha llegado y que sigue el purificador (un gran cuerpo celeste).
Es el momento para que la gente de todas las naciones se prepare a nivel físico y espiritual. Se dice que el Papa está dando sus bendiciones finales y dice que ha llegado el planeta Ajenjo del Apocalipsis. La Luna ha cambiado su órbita, las estrellas giran lentas y la Tierra se tambalea como un borracho. Yo Darrel Whitewolf, anciano de los amables Chéroki, con este mensaje poderoso, desafío por la presente a los ancianos de todas las naciones nativas.
Solicito por este medio la liberación y el lanzamiento inmediato de información sagrada para toda la humanidad que se refiere al futuro inmediato de sus familias y de sus seres queridos. Con el riesgo de que se disparen muchas flechas en m idirección, envío este mensaje.
Soy un viejo guerrero que no es ajeno a las batallas. Se ha traído a mi atención que las ancianos en este tiempo están preparando las últimas ceremonias. Los amerindios Hopi no tiene ninguna palabra en su vocabulario para el futuro y se están preparando para ir bajo tierra.
Los Ojibwa y los Lakota dicen que estamos en el final. Dicen y cito vuelvan y digan a la gente que ya no es la un décima hora. Se dice que la estrella azul (Katchina) ha llegado y que sigue el purificado (un gran cuerpo celeste).
Es hora de la limpieza de la tercera sacudida. Es hora de contar a la gente sobre la llegada de los vigilantes de los cielos que no parecen como nosotros y también de los que viven bajo tierra. He oído que ha vuelto la mujer del becerro del Búfalo Blanco. Me han dicho que enseñe las historias de la creación y cómo debemos llegar a estar juntos como Uno. Esto no es suficiente.
El Jefe Lookinghorse (Caballo que Mira) ha entregado sus mensajes en los sitios sagrados de todo el mundo pero sigue siendo confuso para la gente no india como sucede ahora, este mismo año; puede ser incluso este mismo mes muy próximo. Está perfectamente claro a mí pero ¿quién creerá a una persona? No es bastante citar versos de la Biblia. No es bastante contar las viejas historias. No es bastante hablar de los animales y lo que significa cuando cierto animal se muestra en su vida. Pienso que puedo decir con seguridad que hablo para todos los lectores aquí cuando les desafío con la verdad llana y simple sobre lo que está a punto de suceder. No más versos de la Biblia de la cruz desequilibrada traídos por los que robaron nuestra tierra, violaron a nuestras mujeres y mataron a nuestros niños. Los manipulados por los vigilantes. No más viejas historias. No más códigos. La gente no desea oír este absurdo nunca más porque el tiempo es demasiado corto.
Sé que lo que ustedes saben. También sé que todavía hay prejuicio en el corazón de algunos de ustedes y que no desean que la gente no india conozca estas cosas. Es la hora y el tiempo es ahora para que ustedes hablen claramente y decisivamente para liberar y lanzar la información que se necesita para que la gente de todas las naciones se prepare prácticamente, con seguridad, a nivel físico y espiritual. Se dice que el Papa está dando sus bendiciones finales. Él habla del hecho que “Ajenjo” (el PlanetaX) ha llegado. Se habla que supuestos astrónomos observan que algo grande se apresura hacia la Tierra. Hay una evidencia clara e inequívoca de que los cielos día y noche han cambiado repentinamente y dramáticamente.
La Luna ha cambiado su órbita y ahora aparece en el cielo occidental cuando se eleva. Las estrellas giran alrededor del cielo en la noche y se mueven más lentas. La Madre Tierra se tambalea como un borracho. Con gran respecto al Creador, me inclino a él de modo humilde y pido su guía en estas materias, no para mí, sino para mis hermanos y hermanas, mis amigos y familiares.
Con el gran respecto para los ancianos pido que ustedes presenten este conocimiento y que respalden sus palabras como dijo Mitakoye Oyasin. Todos somos sus hermanos y hermanas.
¿Nos dejarán ustedes detrás, sólo conociendo medias verdades?
El Abuelo me perdona si he ofendido mientras este mensaje viene de mi corazón y del Espíritu de Caballo Loco dentro de mí que habla.
El Abuelo perdona a los que todavía mantienen el desprecio hacia el hombre blanco, el hombre negro, el rojo y el amarillo. Enviamos nuestras oraciones a ustedes con el humo dela pipa sagrada sobre las alas de nuestra hermana Awahili, el Águila.
Les pido que que nos mantengan a todos nosotros aquí en su presencia ahora y para siempre. Dejen las verdades se hagan claras para todos. Wado, Wakan Tanka, Aho.

Firmado: Darrel Whitewolf

no somos chilotes somos mapuches

Entrevista a werken Alex Caicheo, Buta Huapi Chilhue *

Pedro Cayuqueo

En diferentes puntos del Wallmapu, comunidades se organizan para redescubrir su negada identidad y reivindicar aquellos derechos que una historia plagada de abusos y atropellos han intentado inútilmente silenciar a través del tiempo. La isla de Chiloe –hoy amenazada por el avance de las empresas pesqueras nacionales y extranjeras, y el supuesto ecologismo profundo de magnates llegados del “primer mundo”- es uno de estos puntos donde el renacer mapuche se expresa con renovada fuerza. He aquí la voz de uno de sus jóvenes exponentes: Alex Caicheo, werken del Buta Huapi Chilhue.
-¿Qué trabajos desarrollan ustedes, como organización, en dicha zona del Wallmapu?.

Nosotros como mapuche-hulliche somos parte del Consejo General de Caciques del Buta Huapi Chilhue. En estos momentos nos encontramos en un proceso de fortalecimiento de nuestra organización y de cada una de las comunidades que la componen, ya que son comunidades nuevas, la más antigua tiene sólo 10 años. Se trata de comunidades nuevas y por ello nuestra principal labor hoy en día dice relación con el
fortalecimiento de la identidad. Nosotros creemos en la isla que una de las maneras de mantenerse en pie e ir generando conciencia en nuestra gente es primero aceptándose a si mismo como mapuche, reconociendo nuestra identidad, nuestra cultura e ir aprendiendo, para después involucrarnos en proyectos más grandes y relacionados con temas políticos, como sucede hoy en otras zonas del territorio.

-Dificulta el trabajo que ustedes realizan esta especie de doble identificación que existe en Chiloe. Es decir, el hecho de que mucha de nuestra gente se sienta mapuche y chilote a la vez.

Es difícil, porque generalmente todo el mundo tiende a identificar a quienes viven en la isla como chilotes. Y la posición que nosotros tenemos como organización es que no somos chilotes, sino mapuche-huilliche. Creemos que dentro de la isla si existen dos culturas claramente definidas, que son los chilotes y nosotros los huilliche, que estamos organizados tradicionalmente, con una historia antigua, con comunidades de muchos años que nos han transmitido y nos siguen transmitiendo la identidad que nos define como diferentes ante el winka. Lo chilote para nosotros es una cultura muy reciente, que esta en constante cambio, que surgió producto de la colonización española y chilena de la isla y que si bien tiene presencia y es muy rica en algunos aspectos, nos interesa que se entienda que no es la única identidad que allí existe. En este sentido, nosotros estamos dando una lucha muy fuerte porque se nos reconozca en la isla como identidad mapuche-huilliche, ya que por lo demás somos los originales habitantes de este territorio.

Pero además de esto, existen otros factores que dificultan nuestro trabajo. Por ejemplo, el alto grado de industrialización en la isla ha resultado en un fuerte sometimiento de la juventud huilliche a través del dinero. Muchos de nuestros hermanos han abandonado sus labores en el mar, sus propias comunidades, para trabajar hoy como empleados en las propias salmoneras. Ellos no han dejado la comunidad para estudiar y lograr ser profesionales, sino para acceder a puestos de trabajo sin calificación en las empresas, donde son simples obreros y empleados.
Esta situación de sometimiento a que nos vemos enfrentados por la falta de trabajo existente también dificulta nuestro trabajo, pero tenemos la esperanza de lograr avanzar en nuestro trabajo de concientización. Con el paso de los años hemos logrado agrupar a cada vez más comunidades y eso nos hace albergar la esperanza que de aquí a un par de años más tendremos un nivel de organización mucho más fuerte como mapuche-huilliche.

-Peñi, en términos concretos, ¿Cuántas comunidades integran hoy el movimiento huilliche en la isla?.

En este momento el Consejo de Caciques agrupa alrededor de 28 comunidades. En el año 1993 el Consejo de Caciques tenía agrupadas a sólo 15 comunidades, hoy día somos 28 que estamos a lo largo de la isla. Generalmente esas originales 15 comunidades se encontraban al sur de la isla, hoy estamos organizados en todo el territorio de Chiloe. También existe otra organización paralela que se formó hace poco y que se denomina Federación de Comunidades Huilliche, quienes tienen su línea política vinculada principalmente a organismos del Estado. Nosotros hemos optado por un trabajo distinto, por reforzar el aspecto identitario y plantearnos una posición más crítica con el gobierno y sus políticas, debido a que gran parte de los problemas que aquejan a las comunidades mapuche en otras zonas, como Arauko o Temuko, se repiten en la isla. Nosotros acá también tenemos que luchar por el territorio, ya que gran parte de la isla se encuentra en manos de gente no mapuche e incluso inversionistas extranjeros.

Hoy uno de los extranjeros que ha comprado cerca del 20% del territorio huilliche de la isla es Jeremiah Jenderson, un norteamericano que está instalado en la zona y que creemos necesario dar una lucha por el borde costero, el territorio marino, ya que una cantidad impresionante de salmoneras ocupando espacios que históricamente son mapuche, espacios que nuestros mayores ocuparon en el pasado como áreas de trabajo o espacios para desarrollar su religiosidad. Todas esas áreas están siendo ocupadas hoy por empresarios vinculados a la política chilena, tanto de gobierno como de la oposición, por tanto creemos que existe una responsabilidad del Estado en toda esta situación de atropello.

* Periódico Mapuche Azkintuwe – Mayo de 2004

Tradicion conchera:Los danzantes

Los danzantes concheros, herederos de las ancestrales danzas sagradas del pueblo azteca, son la cristalización de una Tradición centenaria que, veladamente durante la conquista española y más abiertamente después, ha sabido mantener su identidad y raíces.

La Tradición Conchera hunde sus raíces en la antigua cultura de los pueblos nahuas (oltecas, chichimecas, zapotecas, aztecas…) que fueron asentándose en el valle de México desde el siglo IV a. de JC. Estos diferentes pueblos, que dominaron la meseta central hasta comienzos del siglo XVI, mantuvieron unos rasgos comunes reflejados en una religiosidad compleja, un gran conocimiento astronómico, un sistema pictográfico de escritura, un sistema de gobierno monárquico autoritario y una estructura social fuertemente jerarquizada y basada en la agricultura.

Con la conquista española, las nuevas enseñanzas evangelizadoras, apoyadas en la expansión militar y la nueva organización social de los vencedores fueron imponiéndose. Pero las tradiciones religiosas de los pueblos no desaparecieron jamás, produciendo un fecundo sincretismo en el que están integrados valores y vivencias de los pueblos nativos.

Eso se manifiesta fuertemente en los rituales de los diferentes Grupos de Danza de Tradición Conchera.

Según la Tradición, el nacimiento de la Danza Conchera fue en la ciudad de Santiago de Querétaro el martes 25 de julio de 1531. Tras largo tiempo de sangre y destrucción, los chichimecas tras la caída de Tenochtitlan deciden abrirse a la posibilidad de un pacto de paz con los españoles y celebrar después una simbólica batalla de honor. El día propuesto fue el 25 de julio, fecha significativa para ambas partes. En ese día los chichimecas, cuando la constelación de Sagitario estaba bien alta en el horizonte, veían aparecer el “árbol de la vida” (Tamoanchan) y los españoles celebraban la fiesta de Santiago, también en la Vía Láctea o camino de las estrellas. Así pues, al amanecer de tal fecha y en el cerro de Sangremal ambos grupos comenzaron una lucha sin armas, cuerpo a cuerpo. Pero los ánimos fueron exaltándose y todo podía suceder, cuando sobre los cielos ocurrió un eclipse de sol y apareció una cruz luminosa acompañada de un personaje que los nativos identificaron como Quetzalcoatl y los españoles como el Apóstol Santiago. Todos cayeron de rodillas a la vez que se oyó una gran voz proclamando “¡Él es Dios!” Los chichimecas levantaron una cruz de piedra en el lugar (la “Cruz de los Milagros”) y ejecutaron sus danzas sagradas para celebrar el acontecimiento. Desde entonces se ha bailado en tal lugar de manera ininterrumpida y la expresión “¡Él es Dios!” ha quedado como saludo obligado de los Concheros.

En la época prehispánica los antiguos mexicanos, como todo pueblo, celebraban una serie de festividades dedicadas a sus dioses. En diferentes Códices y Crónicas se recalca la imprescindible presencia de la música, el canto y la danza en tales celebraciones. Tras la conquista española surgió, en esto como en todo, un sincretismo por el que es posible observar en la actual Danza Conchera la presencia indígena (dioses prehispánicos e instrumentos de percusión) y la europea (elementos cristianos e instrumentos de cuerda). Precisamente la palabra “conchero” hace referencia a la “concha” de armadillo que forma la estructura básica del instrumento musical utilizado en los rituales.

Por muchas décadas, la Danza de Conquista azteca contribuyó a dar un centro a la resistencia espiritual de las culturas del Anahuac para protegerse de las diversas Inquisiciones de antes y después de la Colonia. Para preservarla, sus guardianes le dieron un ropaje cristiano, con sus cantos y alabanzas dedicados a los santos de la Iglesia, con sus estandartes llenos de signos religiosos, con su adoración a la Virgen de Guadalupe-Tonantzin, a Jesús de Nazaret-Tonatiuh. Y en este largo proceso lo antiguo y lo nuevo se fueron fundiendo cada vez más en un mestizaje en el que, en la actualidad, se difuminan los rasgos de una y otra. Así la Danza Azteca se convirtió en uno de los principales sincretismos de las religiones y tradiciones espirituales de ambos continentes.

Hace aproximadamente un siglo adoptaron el nombre de Mesas de Danza, buscando preservar y transmitir, en parte al menos, el propósito de las danzas prehispánicas de las naciones del Anahuac.

Hacia finales de los años cincuenta y, sobre todo, a principios de los sesenta, rompieron su hermetismo y ciertas Mesas comenzaron a desvelar sus secretos e iniciar en ellos a compadres provinientes de la clase media y alta, de los medios intelectuales y artísticos mexicanos. Con esta apertura, la danza azteca dejó de ser un fenómeno más o menos marginal para convertirse en un tema de preocupación cultural y espiritual para cada vez más sectores de la sociedad mexicana.

A partir de entonces las obligaciones dejaron de realizarse exclusivamente en los atrios de las iglesias, para comenzar la Conquista de los antiguos centros ceremoniales como Teotihuacán, Xochicalco, Tula, Palenque Malinalco…o el Zócalo de la propia capital de México.

Don Faustino y Don Ernesto Ortiz fueron quienes dieron los primeros pasos para abrir la Tradición sagrada, proceso al que se opusieron algunos otros de los jefes de Mesa. Tiempo después, otra Mesa, creada a principios de siglo por el jefe Don Toribio Jiménez, llamada la Mesa de las Insignias Aztecas, dio un paso histórico fundamental al iniciar la apertura hacia la misma Hispania de la mano de Guadalupe Jiménez Sanabria (“Nanita”).

Consideraron un deber de quienes habían sabido mantener el conocimiento sagrado durante milenios, abrirse hacia los que un día intentaron dominarles y ayudarles en su despertar a la energía de los Nuevos Tiempos, conscientes de que el Ceremonial de la Tradición Conchera permite una unificación de energía que en Occidente se había perdido.

Daban así la vuelta a la mal llamada “conquista de América” iniciándose un proceso en el que el respeto mutuo sea la base de una nueva relación entre los pueblos y sus culturas a fin de que las próximas generaciones y todos los pueblos del mundo puedan aprender a dar los primeros pasos para la conquista de ese Quinto Mundo anunciado por los sabios de antaño, ese Centro en el que todas las naciones converjan y se reconozcan como hijas de la misma madre, Tonantzin, Pachamama, Gaia,… y del mismo padre, Tonatiuh, Inti, Helios, el Sol.

El proceso de convergencia de todos los pueblos en una Huma-unidad consciente que entone una sola canción de amor con la Tierra y el Cielo.

No es volver a lo antiguo, sino hundir nuestras raíces en ello para poder lanzarnos libremente, y sin condicionamientos, a los mundos del mañana.

De nuevo las visiones y profecías de los viejos calendarios mexicas, que insinuaban el cruce de culturas y tradiciones, se cumple con inigualable precisión.

El camino “conchero” no es un camino para el beneficio personal, ni para volverse más fuertes o superiores. Es una ofrenda, un sacrificio, una manera de vivir que nace desde dentro del ser, un camino con corazón. El “conchero” vive entregado a una misión; es (entre otras cosas) un místico que aspira a recorrer la senda del Sol, a cuidar su Fuego, recibir su Luz y sentir su calor.

Todo su propósito está realmente basado en un profundo amor a la Tierra y a todos los seres que la pueblan

RECIBIMIENTO EN LA TRADICIÓN

Quienes se acercan a la Tradición conchera participan con total libertad en las danzas y restantes rituales que se celebran a lo largo del año. Van así conociéndola y dejándose empapar por ella en una lenta y tranquila fecundación espiritual.

En un momento dado, si lo desean, pueden solicitar ser “recibidos” en la Tradición.

El Recibimiento se realiza en mitad de una Ceremonia de Velación.

Quien se va a recibir, vestido de blanco y acompañado de los padrinos que elige, se adelanta con los ojos vendados y una vela en la mano representando gráficamente la disponibilidad y apertura al Espíritu, cualquiera que sea el nombre que a Éste queramos adjudicarle.

La “limpia” con el humo del copal libera del pasado y potencia la apertura a una nueva dimensión.

El Estandarte de su Mesa cubre al nuevo conchero mientras es recibido y expresa su compromiso espiritual: trabajar por el bien de la Tierra y la Humanidad utilizando cuantos medios están a su alcance y la Tradición conchera pone a su disposición.

LA DANZA

Desde el principio de los tiempos el ser humano ha danzado. Como danzan las ramas de los árboles, los delfines, las llamas de la hoguera, las nubes o las olas del mar. Sea para armonizarse con la madre naturaleza, para manifestar su alegría, para invocar el Misterio, para sanar o para reunificar sus fuerzas antes de la batalla.

Así todas las tradiciones primigenias han conocido y practicado la Danza como instrumento de su vinculación a la Magia Ceremonial y al Gran Espíritu.

A través de ella han provocado modificaciones en la conciencia, librando a los danzantes de las ataduras y rutinas cotidianas y transportándolos a otros planos desconocidos de la realidad.

El hombre primitivo no predica su religión: la baila.

Para el hombre primitivo el baile y el rezo se compenetran. Nosotros bailamos para nuestro propio placer, o para el placer de otros, por arte. En cambio, para el hombre primitivo la danza es un conjuro mágico que tiene una función claramente social: el bien de la comunidad.

Todo esto se hace más palpable cuando tomamos contacto con las Danzas sagradas que actúan sobre las cuatro esferas de lo humano: la fuerza genésica de la sexualidad que cicatriza y fortalece el cuerpo luminoso; el vientre, liberando los bloqueos y elevando la energía de vida hacia lo alto; el pecho, desarrollando la fraternidad y la armonía creativa en el Círculo de danza; la cabeza, traspasando el egoísmo personalista y abriéndonos a lo divino.

Sentado esto, las Danzas Concheras no son un baile folklórico sino una Ceremonia Solar que abre puertas dimensionales con los planos invisibles.

Se bailan en círculo, reproduciendo el movimiento cósmico, el armonioso giro de la Creación en torno al Absoluto representado por el altar central. (El círculo es la perfección, la homogeneidad, la ausencia de distinción o división. También el símbolo del tiempo, la rueda que gira.)

Debe mantenerse siempre cerrado para evitar que las energías se dispersen y pierdan.

En un primer momento se invoca a los guardianes del lugar donde se va a danzar y se pide por el pueblo y la tierra que estamos pisando. Y se canta alguna “alabancita” para pedir permiso al Creador y dador de la Vida y a la Madre Universal que es su Energía en acción.

El tambor principal o huehuetl mantiene el ritmo esencial de cada danza mientras que el humo del copal y la armonía de las conchas, sonajas y las semillas de ayoyote se elevan en espiral celebrando a su modo el gozo de la diversidad de caminos que conducen a la Unidad.

Las Malinches o sacerdotisas sacralizan el centro del altar. Los Sargentos defienden las energías del círculo de danza. Las Palabras dirigen la ceremonia y conducen la columnas en el Nahui-Ollin o saludo a los Cuatro Vientos.

Las armas espirituales son las sonajas, las plumas, el escudo, los bastones de poder … y sobre todo las conchas o guitarras de armadillo.

Existen un sin fin de danzas tradicionales relacionadas con el Espíritu, los Elementos, el Sol, Quetzalcoatl, los Animales de Poder, la Madre Tierra…

Cada danza tiene un espíritu propio. Evocar e invocar al espíritu de la danza significa abrirnos al sonido, al movimiento, a las enseñanzas y la sabiduría de los antepasados.

La Danza de Conquista azteca es una danza para las cuatro direcciones, los cuatro vientos, los cuatro colores de las razas-madre, la roja, la negra, la blanca y la amarilla. Pero al mismo tiempo es la danza de la Conquista del Cinco, del punto de unión de los dos brazos equidistantes de una cruz.

Quien danza hacia las cuatro direcciones conquista y unifica cuatro caminos, templa su espíritu y llega hasta su propio centro. Y, al centrarse, centra todo el Universo.

Cada danza se inicia pidiendo permiso a las cuatro direcciones para emprender la Conquista. El danzante invoca a los Cuatro Poderes del Mundo para que tomen cuerpo en el Círculo sagrado y les pide permiso para comenzar su ofrenda. Así va reuniendo su lado derecho con el izquierdo hasta disolver toda dualidad y manifestarse como la unidad del instante sin tiempo y, por tanto, sin mente. Delante y detrás, derecha e izquierda, arriba y abajo, el danzante une lo masculino y lo femenino, el cielo con la tierra, la acción con la relajación, el futuro con el pasado…

El movimiento integra nuestro ser con el Cosmos, retornando al tiempo en que fuimos unidad, danza sagrada de nuestros abuelos siguiendo el ritmo del amanecer, siguiendo el paso del Sol que asciende… Cada uno danzando como una llama ardiente que calcina los propios problemas, como una avanzadilla de los que han ofrecido su vida para purificar el monstruo de mil cabezas llamado civilización, como una espiral que gira en círculos cada vez más amplios invocando los poderes del fuego y del agua, del viento y la tierra.

El huehuetl, las conchas, los ayoyotes y sonajas marcan su ritmo poderoso y sostenido hasta crear como una especie de hipnosis de grupo capaz de conducir a estados alterados de conciencia y de poner en marcha procesos de actualización del inconsciente que están fuera de la comprensión racional.

A partir de ahí, la primera lección tiene que ver con la libertad. Cada uno realiza el trabajo que le corresponde. No hay más ofrenda que la que uno mismo quiera hacer, no hay normas que determinen los límites de la entrega, no hay danza que dos grupos o dos personas dancen exactamente igual. Lo que importa es seguir al que dirige la dancita, sea cual sea su modo de llevarla, o sea cual sea la equivocación que pueda cometer. El conocimiento y el dominio personal de esa misma danza no sirven para nada. El que baila en el centro tiene el mando y no hay cabida para personalismos.

Acabado el tiempo dedicado a las danzas, vuelve a saludarse a las cuatro direcciones, tierra y cielo, dando después la “palabrita” a cada uno de los participantes para que manifiesten sus votos y sus deseos y para que encaucen la energía que el propio trabajo ha puesto en movimiento.

Se trata de un instante sagrado dentro del ceremonial, que permite la expresión del sentimiento íntimo desde lo profundo del ser.

No debe ser usado para plantear exigencias ajenas al ritual ni para emitir juicios o críticas sino tan solo para servir a la Luz.

Poco a poco, “con grande amor y paciencia” como dice una de las alabancitas, la Danza va revelando sus maravillas y secretos, su significado y mensaje.

Cuando se entra de verdad en el espíritu de la Danza, se atraviesan varios estados de conciencia:

1. Mitotiliztli. Es decir, la fiesta entre amigos, el gozo de la propia sensación y la admiración ante la armonía de movimientos. Es la expresión de la alegría compartida

2. Macehualiztli. Este paso nos hace saltar de la algarabía general al autosacrificio de la renuncia a lo externo. Sentimos ya que la danza no es un espectáculo sino una ofrenda de oración a través del cuerpo. Se trata del ofrecimiento consciente, de una ofrenda al dador de la Vida a través del cuerpo (sudor, cansancio…)

3. Chitontequiza. Es el nivel de la integración cósmica consciente con los poderes del cielo y de la tierra

4. Teochintequiza. La fusión impersonal y comunicación espiritual con el Gran Espíritu. Éste es el más alto objetivo que un danzante puede alcanzar con su dedicación, esmero, disciplina y autosacrificio. El verdadero y siempre oculto Tesoro de Moctezuma.

Acabaremos recordando que el conchero no danza para dar espectáculo ni para darse placer sino para ofrecer un poco de su sustancia vital activa. La danza es una inyección de energía en el movimiento cósmico que asegura el flujo de la vida. (Los ancianos hopi afirman que hay desastres en la tierra porque ya nadie danza sobre las colinas, invocando el poder y el amor del Gran Espíritu).

Cuando el conchero ejecuta su danza lo hace con totalidad, con el cuerpo y el espíritu, convirtiéndose en canal y mensajero.

LA VELACIÓN

El principal ceremonial conchero se presenta en dos fases, tomando como referencia el principio de dualidad llamado Ometeotl. Una ceremonia de danza viene siempre precedida de otra de Velación, constituyendo el eje central del ritual conchero.

La Velación representa la energía de la noche, la madre tierra, el principio femenino… En esta parte el Conchero se prepara y purifica para renacer al nuevo día y llevar a cabo la segunda parte, la de la danza que representa el día, la energía solar, el principio masculino…

La Velación es, pues, una ceremonia lunar que se complementa al día siguiente con la Danza, que es la ceremonia solar.

En ella, a lo largo de toda una noche en vela, por medio de cánticos, “entre músicas y flores” como dice una de las alabancitas, se invoca el espíritu de las Almas Liberadas o Maestros del Espíritu de los Cuatro Rumbos y de los antepasados sabios, para revivir la comunión espiritual que limpia, vivifica y renueva.

Tras la invocación y simultáneo encendido de la vela correspondiente a cada uno de ellos, comienza un trabajo con flores: el “tendido”.

Con las flores ofrecidas se va trazando en el suelo, sobre una sabanita blanca, dos formas sagradas como manifestación simbólica de las dos fuerzas esenciales que mueven el mundo:

– el Nahui-Ollin o forma sagrada femenina

– y el Santo Xuchitl o forma sagrada masculina

El trabajo es minucioso y meditativo. Cada flor es ofrecida pasándola por encima del sahumador, mientras se canta ininterrumpidamente.

Con posterioridad se “levantan” ambas formas.

El Santo Xuchitl, en forma de cruz de brazos iguales, será presentado después como ofrenda en el lugar sagrado donde se haya celebrado la Velación.

El Nahui-Ollin dará lugar a dos bastones floridos que, cargados durante toda la noche con la energía movilizada por los presentes, servirán para limpiar el aura de los asistentes mientras una lluvia de pétalos, a modo de bendición, cae sobre la cabeza de la persona limpiada

Durante toda la noche suenan sin cesar las “alabancitas”, cuya letra sencilla y música repetitiva limpia el corazón de inquietudes y lo hace latir al ritmo de Dios. Es como un mantra largo capaz de detener el proceso mental para fijar la intención: morar en la presencia de lo divino.

La Velación, como viaje chamánico o iniciático, sigue procesos similares en su desarrollo interno: Permiso – Evocación – Invocación – Ofrenda – Encuentro con la Sombra y Crucifixión – Limpia y Ascensión.

La fuerza está en el Intento firmemente sostenido del Amor y, por tanto, de la sinceridad del propósito y de la atención puesta en el no-hacer.

Bien entrado el día, y tras una pequeña pausa, comenzará el Ritual de Danza correspondiente.

LA PARAPSICOLOGÍA ANTE LA PSICOSIS SENIL

LA PARAPSICOLOGÍA ANTE LA PSICOSIS SENIL
escribe JOSÉ H. GRASSO

(publicado en “LA CONCIENCIA – revista espiritista”; Nº 163, setiembre-octubre de 1958)

    Debemos reconocer que ante los trastornos del anciano, la llamada psicosis senil ocupa el más elevado porcentaje; no obstante, en Clínica Psiquiátrica, según afirmaba Kraepelin, ella constituye el campo más oscuro. Generalmente esas alteraciones psíquicas comienzan a manifestarse marcadamente después de los cincuenta años y caracteriza a los individuos afectados por un estado melancólico delirante con intervalos esporádicos de accesos hipomaníacos.

    Dentro de la psicosis del anciano, impropiamente llamada por algunos geriatras “de involución” (como si la involución fisiológica coexistente fuera el sine qua non de aquélla), debemos involucrar ciertos delirios con atrofia e hipertrofia del yo, alteraciones de la memoria anterógrada y a la misma demencia senil (no confundir con la demencia orgánica, asociada ésta a lesiones de los vasos cerebrales: “hialinosis de Scholz”).

    Para indagar en la patogenia de este trastorno psiquiátrico, debemos analizar los tres siguientes factores etiológicos; según la opinión de destacados especialistas:

1) La psicosis senil es consecuencia o signo acompañante de procesos somáticos de involución.

2) Es ella una reacción psíquica general ante trastornos psicofísicos ocasionados por la misma involución, y

3) Es una reacción psicógena y psicológicamente justificada en el anciano, ante la vida social y particular.

    Entre los sostenedores del primer factor citaremos a E. Blueuler que veía en la involución senil del cerebro la etiopatogenia de la decadencia psíquica, pero la práctica nos ha demostrado que la causa de la psicosis senil se evade de la primera hipótesis. Citaremos, entre miles, estudiados por eminentes investigadores, el caso referido por Metchnikoff. Se trata de una mujer de 106 años: la señora Robineau; grave era su decrepitud, todos sus dientes habían caído, salvo uno, la piel seca y transparente dejaba entrever las venas, los tendones y hasta los huesos. ciega de un ojo, el sentido del olfato y el gusto, atrofiados; la sordera era total para los sonidos agudos y ligera para los graves. Su andar era penoso, la centenaria no podía hacer más que unos pocos pasos consecutivos. En compensación, el espíritu y la afectividad se conservaban inalterables.

    Presentamos también el caso del señor Lincoln, nonagenario, examinado por Benedict y Root. El hecho de presentar un ojo velado por una catarata; anemia y leucopenia, hemoglobina (70 %), espesamiento de las arteriolas de la retina y con la función renal considerablemente alterada, no le impedía poseer una inteligencia lúcida.

    Agreguemos los casos referidos por el doctor Gustave Geley (en su obra “Del Inconsciente al Conciente”): personas sorprendidas por la muerte en pleno goce de sus facultades mentales, en quienes la autopsia reveló la presencia de cerebros completamente atrofiados, reducidos a una papilla de pus.

    En el análisis del segundo factor, en que los signos de involución psíquicos se presentan como consecuencia de vicisitudes emotivas o acompañantes de mutaciones corporales, Walthard, Wiesel y Mathes lo refieren in extenso al climaterio femenino, no mencionando qué peso ejerce aquél en el individuo endropáusico.

    No cabe duda que en la menopausia de la mujer hay síntomas de reacción psíquica ante la involución fisiológica del ovario. Observamos entonces, ciertas apariciones paranoicas y psicosis depresivas, siendo el objeto de ellas, por lo general, el marido o los hijos, menoscabando la fidelidad del primero y la buena conducta de los segundos respectivamente.

    Los tratamientos hormonoterápicos y psicoterápicos consuetudinarios nos ofrecen sólo un escaso número que responde positivamente. Luego, digamos que la andropausia (masculina) se produce más lenta y solapadamente que la desaparición de los ciclos en la mujer, esto en lo que respecta a la reacción motivada por la involución física; en cuanto a las paranoias del anciano el medio familiar no es el que más gravita como factor predisponente de esas alteraciones psíquicas.

    Por último, nos resta tratar el tercer factor, que quiere explicar los signos psíquicos del anciano como reacciones determinadas por las experiencias vividas.

    Se encuentra aquél con su profesión llegada a un máximo, ha ofrecido a las necesidades familiares el summun de su trabajo, las exigencias de sus hijos son mayores, comprende que no ha alcanzado lo que anhelaba desde joven. Entonces la sed de honores lo impulsa a cambiar de profesión o iniciarse en otras actividades.

    Estas manifestaciones comienzan a aparecer hacia los 50 años, instante en que la conciencia egocéntrica se destaca con precocidad. Mas, en las postrimerías de los 60 años ese egocentrismo desaparece ocupando su lugar una conciencia altruística y religiosa, como así lo afirmaba Gesse.

    La mujer se encuentra en la cincuentena aislada del contacto de sus hijos, que ya no necesitan esa atención maternal como sucedía en la infancia, observa al hijo menor y no puede comprender que sea el último.

    Podríamos enumerar muchas otras circunstancias presentes en la vida del anciano y que obrarían como estímulos que harían reaccionar su psiquismo. Para refutar el terfcer factor digamos que a diario observamos casos de longevos que, no obstante haber pasado choques emocionales intensos, que han vivido circunstancias más depresivas que las citadas; los estados de angustia, depresión psíquica, nerviosismo, amnesia, etc., no se presentan.

    Un último interrogante de la psiquiatría, el más nefasto, lo ofrece la ya citada demencia senil, en que el anciano se vuelve pueril, pierde su pudor, su memoria para los recuerdos recientes (amnesia parcial), profiere gritos en todo momento, desea contraer enlace con personas de mucha menor edad, comete atentados sexuales y cae en gatismo. Pensar que al lado de estas graves expresiones de las psicopatología de la vejez podemos colocar como antítesis, a grandes personalidades que en una edad muy avanzada produjeron obras intelectuales imperecederas: Miguel Ángel, escribiendo sonetos a los 79 años; Goethe, concluyendo el “Fausto” a los 82; Stradivarius y Amati, fabricando violines en plena vejez, tenían 93 y 98 años respectivamente al morir; Galileo, realizando importantes descubrimientos después de los 70 años, Tolstoi, escribiendo novelas en su ancianidad, que prolongóse hasta los 84 años. ¡Cuántos problemas, cuántas conjeturas y cuántos interrogantes reverberan en las mentes de los psiquiatras, geriatras y gerontólogos al emprender la investigación del psiquismo senil!.

    Vemos ahora, a continuación, el aporte que ofrece la parapsicología en la interpretación y terapia preventiva o curativa de esos aberrantes estados de conciencia.

    La metapsicología, en su faz experimental puede provocar el mismo cuadro psíquico que suele observarse en psicología anormal. Estos fenómenos nos ponen frente a subpersonalidades, fruto del psiquismo inferior o cerebral, con sus acostumbrados accesos paranoicos, sus ordinarios delirios melancólicos, hipomanía, angustia, nerviosismo, etc.

    Contrastando con ello y ya en el ejercicio del psiquismo superior o subconciente, observamos la aparición de relámpagos de lucidez, inspiración genial y fenómenos supranormales que ponen en evidencia la inmensa diferencia existente entre ambas psiquis.

    El automatismo del inferior, con su sugestibilidad exaltada, nos presenta personalidades que mucho tienen de común con estados anormales ordinarios (mímica, lenguaje, postura, etc.), mientras, en la experimentación del subconciente o superior la genialidad manifiesta, nos permite identificarlo con las mentalidades de los anormales superiores.

    Para resumir, digamos que se entiende por conciencia normal, el producto de la colaboración de ambos psiquismos siendo el subconciente el que desempeña el papel de director y centralizador. Precisamente es en el anciano, con un subconciente saturado de recuerdos actuales y palingenésicos donde un trauma que hiera su exquisita excitabilidad psíquica, producirá la descentralización de ambos.

    Las experiencias parapsicológicas de A. de Rochas, Q. López Gómez, Melchor y Farré, Wieckland, Ignacio Ferreira y otros, corroboran lo expresado anteriormente y nos demuestran además cientos de casos radicalmente curados de psicosis senil, neurosis, esquizofrenia, paranoia, manía depresiva, casos inexplicables de psicología normal y anormal en que la parapsicología enseña que las mal denominadas “curas no ortodoxas” por aquellos que las ignoran, son tan científicas y dignas de estudio como las otras terapéuticas, porque se inician en los más altos principios de la fisiología humana.

    Es deber de los gerontólogos entonces, incluir en la terapia preventiva de la psicosis senil, el empleo de las armas que nos dona la ciencia parapsicológica: hipnosis por agnetismo y conocimiento racional del ser subconciente, llave maestra que guarda los secretos más insondables de la mente humana.

    La terapéutica curativa, en manos de geriatras y psiquiatras formados en los cánones de esta ciencia, realizará verdaderas incursiones explorativas en el sombrío psiquismo del demente senil.

    Admitamos entonces, con Richet, que la humanidad doliente espera el día en que la ciencia parapsicológica se dirija en el sentido de mitigar sus males, el día de: “La Grande Esperanza”.

LAS PROPIEDADES DE LAS PIEDRAS

LAS PROPIEDADES DE LAS PIEDRAS

    Nos dedicaremos ahora a detallar las distintas formas que el Esoterismo y la Parapsicología modernas instrumentan la Gemoterapia; las mismas, van desde métodos tan disímiles como colocar gemas sobre las fotos de las personas que queremos ayudar hasta la ingesta de aquéllas. He seguido personalmente un caso de un caballero con un tumor estomacal, por principios filosóficos reticente a los abordajes traumáticos como la cirugía, quien para combatirlo, a lo largo de tres meses, diariamente ingería un pequeño rubí, lo defecaba, lo recuperaba de entre las heces, lo esterilizaba y lo volvía a tragar, así tantas veces hasta que, reduciéndose de tamaño, ya le fue imposible recuperarlo. Pero no importaba: para ese momento, el tumor había desaparecido.

    Lo que en cambio nos ocupará aquí será la descripción pormenorizada de los efectos de las distintas piedras. Las he seleccionado (pues son miles de clases distintas) en orden a los siguientes criterios: que sus efectos hayan sido comprobados, que sean fácilmente obtenibles en el mercado y que su uso no requiera complejos conocimientos técnicos ni preparaciones espirituales superiores.

CRISTAL DE ROCA: Se corresponde con cualquier chakra. Potencia las respuestas energéticas en cualquier situación. Combate la agitación y la tensión. Vence ansiedades y capta energías positivas. Ayuda a las personas que padecen vértigos, diarreas y hemorragias.

DIAMANTE: Refuerza el aura protegiendo contra energías negativas. Actúa eficazmente contra los envenenamientos. Ayuda a transformarnos interiormente y lograr la unidad dentro de nosotros mismos. Energetiza cualquier chakra.

RUBÍ: Se corresponde con el chakra sacro-coccígeo. Estimula e intensifica las fuerzas vitales del cuerpo gracias a un mejor fluir de la bio-energía. Protege de los falsos alumbramientos. Emite radiaciones que eliminan las causas espirituales de las enfermedades que degeneran los tejidos celulares.

CORAL ROJO: Corresponde al mismo chakra. Actúa con eficacia en los casos de desnutrición, hipotermia, anemia y letargo. Alivia durante las menstruaciones y los cólicos. Influye en el carácter haciéndolo más adaptable y flexible.

CORAL BLANCO: Vibra en la frecuencia del chakra esplénico. Favorece la relación con los demás, influye en disipar la agresividad del entorno y facilita las actividades energéticas del plano económico.

CUARZO BLANCO: Es un acumulador –igual a todo color de cuarzo– de las más altas vibraciones del  “chi” o energía vital universal. Nos introduce en los planos más elevados de la meditación. Corrección al chakra coronario.

CUARZO ROSA: Activa y enlaza las emanaciones del chakra cardíaco teniendo por consiguiente y en el plano de lo físico, efectos benéficos en el sistema circulatorio sanguíneo y el corazón, y en lo emocional, adecuadamente programado, favorece las relaciones de pareja.

CUARZO VERDE: Absorbe y elimina las energías negativas del ambiente, de forma que al usarlo de manera personal se transforma en una eficaz “esponja” de las malas vibraciones del entorno, y contando con un trozo de regulares dimensiones depura los ambientes de la vivienda de esas mismas irradiaciones. Por consiguiente, hay que descargarlo con más frecuencia que la habitual en otras gemas. Se corresponde al chakra laríngeo.

CUARZO AHUMADO: El más difícil de conseguir, debe su particular tono “fumée” al precipitado de sulfito de hierro durante su cristalización. Vibra en la frecuencia del chakra del entrecejo, desarrollando el pensamiento analítico profundo, la capacidad de comprensión y de expresión. En lo orgánico, previene de cefaleas, migrañas, jaquecas, meningitis, aneurismas cerebrales y apoplejía.

GRANATE: Corresponde al chakra sacro-coccígeo. Estimula la función sexual, ayuda a superar las enfermedades de los órganos genitales, actúa con eficacia en los casos de depresión, reumatismo y artritis. Eleva el espíritu por encima de la pasión para alcanzar la pureza de corazón. Estimula la creatividad y facilita establecer nuevas relaciones amorosas.

JASPE ROJO: También vinculado al chakra sacro-coccígeo, favorece la recepción de las energías telúricas positivas, eficaz para enfermedades gástricas, hepáticas e infecciosas, fortalece la vesícula biliar y la vejiga.

PIEDRA DE SANGRE: Mismo chakra, estimula en el hombre la irrigación sanguínea a los vasos cavernosos.

CORNALINA: Se compadece con el chakra umbilical, otorga estabilidad, facilita al individuo centrarse psicológicamente, influye en la ingestión y asimilación de los alimentos, depura la sangre y facilita la coagulación. Brinda una sensación de bienestar espiritual.

ÓPALO DE FUEGO: Empatiza con todos los chakras. Disuelve toda forma de cristalización astral en el organismo. Permite acceder más fácilmente a nuestro yo interior, redescubrimiento nuestras emociones.

TOPACIO AMARILLO: Vibra en la frecuencia del chakra esplénico. Equilibra el sistema nervioso, actúa de manera benefactora sobre la columna vertebral, desintoxica en general el organismo, favorece el flujo del dinero hacia nosotros (entendido como energía).

TOPACIO ROJO: Corresponde al chakra cardíaco. Protege el plexo solar, fortifica el corazón.

TOPACIO AZUL: Se corresponde al chakra esplénico. Regenera los tejidos, proporciona pensamientos claros.

TOPACIO VERDE: Chakra cardíaco. Favorece el funcionamiento de los pulmones y el ingreso de energía al organismo a través de la respiración (pranayama).

ÁMBAR: También chakra cardíaco. Limpia y purifica todo el organismo, estimula el funcionamiento del sistema digestivo y endócrino. Actúa eficazmente en caso de asma y en general en enfermedades psicosomáticas. Otorga fuerza espiritual, sabiduría y paz.

CITRINO: Se corresponde también con el plexo solar. Los tonos pálidos contribuyen a la purificación de las glándulas de secreción endócrina, los oscuros suprimen las energías negativas que, en forma de miedos, temores o fobias, bloquean el plexo solar. Ayuda en caso de diabetes. Purifica la piel. Combate enérgicamente la depresión. Ayuda psicológicamente en los negocios.

RUBELITA: Mismo chakra, equilibra el organismo en todos los niveles.

TURMALINA: Ídem plexo solar, aleja las malas ondas, atrae inspiración, amistades sinceras y buena voluntad, estimula la auto-confianza, ayuda a soportar el dolor espiritual. Ayuda a modificar favorablemente la estructura celular y a prevenir el cáncer en todas sus manifestaciones, en virtud de sus vibraciones armónicas cuya influencia impide el crecimiento de células anárquicas.

RODOCROSITA: También llamada “rosa del lnca”, se relaciona con el chakra cardíaco, favorece la integración de los aspectos físico, emocional e intelectual, es un excelente conductor de energía cósmica.

ESMERALDA: Fortalece la glándula tiroides en particular y la garganta en general, por lo que se corresponde con el chakra laríngeo. Protector durante los viajes, incrementa el intelecto y la memoria, ayuda al desarrollo de un cuerpo armonioso, regenera y renueva las células, permite acceder a logros materiales por estimular la comprensión de los mecanismos ocultos de la realidad que nos rodea.

PIEDRA LUNAR: Se corresponde con el chakra del entrecejo, calma las reacciones emotivas excesivas, armoniza el crecimiento y la fuerza interiores.

ÓPALO: Si bien armoniza con todos los chakras y su efecto es armonizar en general, en especial el de color negro estimula la clarividencia en particular y los distintos fenómenos de percepción extra-sensorial en general.

PERLA: Corresponde al chakra del entrecejo. Favorece a los organismos carentes de calcio, invita al sacrificio permitiéndonos a través de él acceder al amor infinito. Favorece la transmutación alquímica de nuestro espíritu.

TURMALINA NEGRA: Afín a todos los chakras. Excelente escudo contra todas las energías negativas, ayuda a esclarecer e interpretar los sueños.

ÓNIX NEGRO: Corresponde al chakra del entrecejo, favorece la fenomenología paranormal, estimula el sentido de responsabilidad ante la vida y la estabilidad emocional.

 

ÓNIX VERDE: Protege ojos, dentadura y cabellos, así como de la envidia.

ÓNIX MARRÓN: Buena para la concentración y los pensamientos positivos. Se emplea para el chakra del entrecejo.

AMATISTA: Protege contra la embriaguez, estimula el raciocinio. Pertenece al chakra del entrecejo, da coraje, en la casa estimula el crecimiento de plantas y protege al dinero que entra a través del trabajo.

HEMATITE: Trabaja con todos los chakras. Combate la anemia, da valor, aumenta la resistencia al estrés, favorece la circulación del oxígeno por el organismo. Combate el desánimo y el insomnio.

ZAFIRO AZUL: Corresponde al chakra umbilical. Protege contra intoxicaciones, incrementa la profundidad del intelecto, ordena el funcionamiento de los intestinos.

BERILO ROSA: Se adecua a todos los chakras. Protege de infecciones y otorga perseverancia.

JADE: Se aplica al chakra coronario. Estimula el contacto mental y espiritual con seres y planos superiores.

AGUAMARINA: Compatible con todos los chakras. Además de estimular la percepción extrasensorial, es ideal para aplicar sobre contusiones y hematomas, también de suavizar problemas emocionales, armonizar ambientes intranquilos y clarificar los propios pensamientos.

ÁGATA MARRÓN: Se corresponde al chakra coronario, da elevación mental y refuerza los mecanismos de protección espiritual. En la vivienda, impide las condensaciones astrales de baja vibración.

ÁGATA VERDE: Corresponde al chakra cardíaco. Fortalece el corazón, da coraje y vitalidad, ilumina la mente, disminuye la fiebre y alivia el estrés.

ÁGATA AZUL: Incentiva el amor, llama la riqueza, transmite serenidad, combate el insomnio, estimula la sexualidad del sexo opuesto a quien lo lleva. Compatible con todos los chakras.

MALAQUITA: Corresponde al chakra sacro-coccígeo, da alegría de vivir, incrementa el placer sexual, además de estimular el pensamiento práctico y concreto.

LAPIZLÁZULI:  Perteneciente al chakra umbilical, equilibra el funcionamiento glandular, favorece la reflexión y la capacidad de análisis, otorga resistencia mental.

TURQUESA: Chakra del entrecejo, es increíblemente efectiva para eliminar residuos psíquicos y proteger a quien la usa del vampirismo energético.

SODALITA: Compatible con todos los chakras, induce a la autocrítica y da capacidad de auto-observación; benéfica para el sistema inmunológico y protege de radiaciones telúricas negativas.

OJO DE TIGRE: También armónica con todos los chakras, da equilibrio emocional y protege el aparato digestivo.

PIRITA: También útil en todos los chakras, es buena para el sistema circulatorio y respiratorio, mejora la capacidad mental, reduce la ansiedad.

HIERRO METEORÍTICO: Mismos efectos y usos que la pirita.

MADERA PETRIFICADA: Útil más para viviendas que compatible con algún chakra en particular, protege a sus moradores de ataques psíquicos, favorece la consecución de logros materiales y, usada en permanente proximidad, favorece a personas con arteriosclerosis, reumatismo y artritis.

    De este listado se infiere que aunque muchas piedras comentadas no son estrictamente “gemas” (es decir, con alto valor comercial) un tratado de esta naturaleza no estaría completo sin su mención; lo mismo ocurre con aquellas que no son estrictamente de origen mineral no biológico; tal el caso del coral (que es en realidad el exoesqueleto de un molusco), el ámbar (la savia resinosa de ciertas coníferas prehistóricas), la perla  (la protección calcárea que la ostra hace sobre las impurezas que penetran en su caparazón) y la madera petrificada (que es la calcificación progresiva y destructiva de árboles con millares de años de antigüedad).

    Un largo detalle de otras piedras con efectos gemoterapéuticos no la facilitamos aquí, en función de ser curiosidades de geólogos difícilmente obtenibles, como el olivino, el rutilo, la verdelita, la wulfenita, la esfalerita, el diópsido, el alabastro, la estaurolita, la vesubiana, la garnierita, la lumaquela, el cuarzo azul, la aragonita, el copal (incienso sagrado de los mayas), la hemimorfita, la crisoprasa, la cerusita, etc.

    Pero sí es interesante hacer un detalle de las gemas más armónicas con cada signo zodiacal, entendiendo que su empleo frecuente potenciará de ese signo lo positivo y minimizará lo negativo. También es muy útil portar encima la piedra correspondiente al Ascendente astrológico de cada uno:

ARIES: amatista, diamante, rubí, aguamarina, cornalina, cristal de roca.

TAURO: coral, zafiro, jade, esmeralda, diamante, aguamarina, cristal de roca.

GÉMINIS: topacio amarillo, turmalina, aguamarina, esmeralda, ópalo, jade, ámbar.

CANCER: ópalo, esmeralda, perla, piedra lunar, ágata, ónix negro, cristal de roca, amatista.

LEO: brillante, granate, feldespato, cuarzo rosal, rubelita, diamante, cornalina.

VIRGO: esmeralda, topacio, ópalo, turmalina, coral blanco, berilo rosa, rodocrosita, cornalina, ámbar, amatista.

LIBRA: ágata, zafiro, jade, coral, ópalo, berilo rosa, ónix rosa, rodocrosita.

ESCORPIO: rubí, aguamarina, coral rojo, granate, topacio rojo, jade, ópalo, cornalina, ónix verde.

SAGITARIO: brillante, lapizlázuli, zafiro, topacio azul, turquesa, amatista, ámbar.

CAPRICORNIO: ónix blanco, ámbar, zafiro, perla negra, turquesa.

ACUARIO: circón, turmalina, amatista, granate, zafiro, turquesa, cornalina, ámbar.

PISCIS: amatista, ópalo, aguamarina, piedra lunar, zafiro, cristal de roca.

    Como se observará, esta tabla dispersa el viejo mito de que a cada signo zodiacal le corresponde sólo una piedra, siendo entonces varias las que para usted le serán útiles por tener afinidades vibratorias.

EXTRATERRESTRES EN MISIONES

EXTRATERRESTRES EN MISIONES

escribe GUSTAVO FERNÁNDEZ
gustavofernandez@email.com

    Este es el resultado de algunas investigaciones que llevé a cabo hace algunos años en esa provincia del norte argentino, siempre a la búsqueda de nuevos enigmas propuestos por el pasado. Un pasado que, en demasiadas ocasiones, se empeña en mostrarnos que la Historia no es tan clara ni tan simple como en el colegio, la escuela o la universidad quisieron hacérnoslo creer. Un pasado –el nuestro–  tan conectado con el mundo y el Universo que, por momentos, uno siente mareos ante el abismo de misterios que parece abrirse a nuestros pies. Para que resulte claro el hallazgo, debo primero hacer una introducción, trasladándome a miles de kilómetros: más precisamente, a China.

    Allí, en una región llamada Baian-Kara-Oula (que en algún tiempo perteneció a Mongolia) existen unas profundas cavernas donde, hace ya tiempo, los arqueólogos encontraron exactamente 716 discos de piedra, grandes, grabados y perforados en el medio. Nunca se supo para qué servían (lo cual no tendría nada de extraño, pues la arqueología está llena de lagunas como esa) y permanecieron muchos años olvidados del interés general, hasta que un nuevo descubrimiento sacudió a los científicos: al estudiarse los discos con magnetómetros (aparatos que registran campos magnéticos) se descubrió que los mismos, hace miles de años, presentaban lo que en Física se conoce como “paleomagnetismo”: estuvieron sometidos a intensísimos campos electromagnéticos artificiales. Además, si bien no puede aún descifrarse completamente, la disposición de las perforaciones en su superficie hace pensar en alguna clase de información transmitida por un método análogo al “sistema binario”. Codificación y exposición energética que no pudo haber sido producto de la precaria cultura china de su ignoto pasado. Surge, entonces, la pregunta: ¿quién?.

    Y ahora regresamos a la Argentina. En las famosas ruinas jesuíticas de San Ignacio, Misiones, existe un museo con algunos de los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones. Junto a una pared observé, en una reciente visita, lo que muestra la fotografía, identificada por los estudiosos como una “rueda de molino” pues, según ellos, esta piedra, girando en posición horizontal sobre otra fija y lisa, trituraba los granos, convirtiéndolos en harina. Las muescas, según esa versión, eran para facilitar la molienda.

    Ante mi cara de escepticismo en cuanto a la forma de trabajar de la piedra, el encargado del museo, titubeando, me dijo entonces que “era posible” que la piedra rotara en posición vertical dentro de una cuba del mismo material, con un largo palo atravesado al que se ungían caballos que rotaban durante horas. Pero, en este caso –concluyó encogiéndose de hombros– las muescas de la superficie no servirían para nada. Y se alejó, un tanto molesto por mis aburridas preguntas, y yo me quedé, un tanto sorprendido por la ignorancia supina de los arqueólogos que saben “con toda seguridad” qué es un objeto… aun cuando no tienen la menor idea de cómo se emplea.

    Algo me intrigaba. Sin saber mucho de agricultura, el sentido común dice que si deseo moler granos y efectúo, a ese efecto, muescas sobre una rueda, las mismas deberían ser en sobrerrelieve y nunca excavadas, como ilustra la placa, pues esto último no sólo no contribuiría a la molienda sino que además la complicaría, pues una buena parte de esos granos se alojaría en esos huecos, escapando a la finalidad. Pero, además, el conjunto me recordaba algo. ¿Qué?. Pues, Baian-Kara-Oula.

    Obsérvese que el tamaño, la conformación y el grabado (en líneas y punteados dispuestos según un patrón) es el mismo. En cuanto al magnetismo, aún no se han realizado los estudios correspondientes, pero sugestivamente ya en esa ocasión advertí que mi reloj digital alternaba las cifras y mi máquina fotográfica electrónica sufría problemas cuando permanecí un largo rato junto al objeto.

    Si su naturaleza es la misma que la de los discos de piedra chinos, entonces, ¿porqué se los identifica con los jesuitas, constructores en la zona y en el siglo XVII de extensas misiones?. Simplemente, porque corresponden al mismo lugar geográfico y, para muchos arqueólogos, eso basta para fechar un hallazgo. Como es sabido, los restos arqueológicos de piedra no se pueden fechar con el conocido sistema del carbono 14 por lo que decir de cuándo son exige recurrir a otros medios, todos falibles. En la historia de esta ciencia hay confusiones de este tipo realmente cómicas, por ejemplo, cuando se pretendió que las famosas líneas de Nazca (Perú) correspondían a la misma cultura nazca alfarera cuyos objetos son desenterrados habitualmente en el lugar. Debieron pasar años para saber que las líneas son anteriores en siglos. Nada impide pensar que el disco misionero de piedra es, entonces, contemporáneo de los chinos. Lo que queda, por el momento, sin respuesta, es el enigma de quiénes y para qué los construyeron. Ciertamente, es posible que seres extraterrestres (de cuyas visitas remotas aún quedan recuerdos en la zona) hubieran instruído a indígenas especialmente inteligentes para fabricar esos elementos, quizás rústicas imitaciones de una tecnología mucho más avanzada para fines que, una vez cumplidos, hizo dejarlos en el lugar. Y si ustedes piensan que seres tan inteligentes como los extraterrestres no se valdrían de piedras para fabricar sus aparatos, piensen qué haría un hombre cosmopolita de este siglo perdido en la selva y sólo ayudado por indígenas: aplicaría sus modernos conocimientos (de construcción, medicina, mecánica, etc.) pero valiéndose de los escasos, primitivos y no manufacturados recursos del medio.

    Quién sabe. Quizás, cuando podamos traducir el código binario inscripto en su superficie, la historia de algún Robinson Crusoe interplanetario se devele definitivamente.

EL PARADIGMA DE HAMELIN

EL PARADIGMA DE HAMELIN

escribe GUSTAVO FERNÁNDEZ

gustavofernandez@email.com

“La ciencia estricta –es decir, la ciencia matematizable– es ajena a todo lo que es más valioso para un ser humano: sus emociones, sus sentimientos de arte o de justicia, su angustia frente a la muerte. Si el mundo matematizable fuera el único mundo verdadero, no sólo sería ilusorio un palacio soñado, con sus damas, juglares y palafreneros; también lo serían los paisajes de la vigilia, la belleza de una fuga de Bach o por lo menos sería ilusorio lo que en ellos nos emociona”.

                                                                                              Ernesto Sábato

        Aun cuando entiendo y acepto que seguramente no seré comprendido por algunos de mis lectores (o, lo que es peor, seré mal comprendido) he decidido encarar con entusiasmo la redacción de estas líneas,  convencido de que, cuanto menos, estas reflexiones, si bien no tienen la soberbia de aspirar a codificar la “verdad revelada” en torno al enigma de los OVNIs, sí constituirán en su defecto, un enfoque renovador para muchos, proponiendo –proponiéndoles– rever sus propias concepciones en torno a la temática. Si luego de esa revisión tales concepciones permanecen incólumes, esto también será un rédito positivo de este trabajo, pues por lo pronto habrá servido para poner a prueba –y en ese hipotético caso– reforzar las creencias preexistentes. De no ser así, su carácter revulsivo motivará a replantear enfoques que, por ende y hasta ese momento, habrán tenido más de anquilosadas que de razonadas.

        Sé también que proponer este extraño maridaje entre Ocultismo y Ovnilogía escandalizará a muchos, aunque tal vez sea sólo una expresión de deseos de mi pedantería suponer que mis opiniones puedan escocer a más de uno; entonces, auguro para ellas el silencio de los indiferentes y el olvido de los frívolos. No importa; en el resbaladizo terreno que nos ocupa, la imperturbabilidad de una creencia a través del tiempo no es señal de la fortaleza de la misma sino, en todo caso, de la inseguridad psicológica de quien la sostiene, más afín a encerrarse entre los muros de la doctrina aceptada que a enfrentar el desolado valle de los cuestionamientos.

        Porque va de suyo que en una época donde el paradigma dominante es el científico, donde, como escribí alguna vez, un individuo es creíble más por los oropeles académicos que presente que por la certeza, equilibrio o justicia de su pensamiento; donde el referente de lo cierto y creíble pasa por la exhibición cuantitativa de títulos –olvidando de manera demasiado sencilla que detrás del diploma y del guardapolvo yace una naturaleza humana con los viejos miedos y las pasiones de siempre de cualquier otro ser humano– y perdiendo la perspectiva histórica de que cada época tuvo su propio referente: (eclesiásticos en la Edad Media, políticos y militares hasta la segunda mitad del siglo XX, medios periodísticos con ínfulas de ángeles guardianes en la segunda mitad del mismo) en esta época, decía, el Ocultismo –palabra que muchos critican pero pocos estudian– retrotrae el pensamiento colectivo a épocas oscuras de ancianas espantosas revolviendo malolientes calderos. Tanto es así, que en una época como la nuestra, donde la información circula tan libremente que se supone que tenemos una visión panorámica bastante acertada de todas las cosas, al Ocultismo se lo asocia con supersticiones dignas de espíritus débiles, malignidades disfrazadas de hipocresías u oscuras manipulaciones de las vertientes más sangrientas del poder político.

        Y bien sí. Es cierto que lo que los medios llaman “ocultismo”, a través de revistas planeadas inteligentemente para vender recetas mágicas a las masas (pero hechas por periodistas profesionales, no por ocultistas), personajes deleznables a la sombra de gobiernos autoritarios o sensacionalistas programas de televisión donde draculianas damiselas exóticamente sedientas de sangre dicen practicar las artes ocultas, todo esto, en fin, abona la perversa (en el sentido psicológico de la expresión: “desviado de lo correcto”) sensación de que lo brujeril, ocultista y necromántico es el residuo vergonzoso de la ignorancia de la humanidad. Y, con la misma certeza, sé que tratar de explicar que existe un ocultismo serio, responsable, filosófico, fundamentado, racional y que puede aportar interesantes concepciones para abordar el fenómeno OVNI, será mirado con sorna por los mismos espíritus críticamente racionalistas y echado al cesto de residuos. O la papelera de reciclaje de su PC. Y, como veremos en los párrafos siguientes, tal actitud no responde a la “fundamentación científica” de esa execración del Ocultismo, aunque se le disfrace de tal, sino a motivaciones más profundas, oscuras e incontrolables.

        Porque si nos proponemos estudiar alguna relación entre Ocultismo y Ovnilogía, primero debemos entender a aquél. Y con ello comenzaremos.

        Dije líneas atrás que la imagen popular que el vulgo reserva para el 0cultismo se encuentra más cercana a la lechuza en el hombro que a la del filósofo. Pero ello deviene sólo de una pauperización de lo que se filtró al público, a través de las épocas, sobre estas ciencias. Alguien diría que si así ocurrió, después de todo, es responsabilidad de los propios ocultistas. Y quizás no le falte razón: sólo puedo decir en  descargo de aquellos que creían, históricamente, tener sus buenas razones para hacer del Ocultismo algo –perdón por la perogrullada– oculto, es que estaban alentados por la buena intención de evitar más dolores que alegrías a su prójimo. Como escribiera un viejo sabio chino: “Ten cuidado de que el conocimiento no caiga en manos de príncipes ni soldados. ¡Atención!. Que no haya una mosca en tu laboratorio mientras trabajas”.

        Si alguien supone que el Ocultismo proponía una forma de aristocracia del conocimiento, estaría en lo correcto. Pero en el sentido etimológico de la palabra aristocracia: “gobierno de los mejores”. No en un sentido político, económico, de sangre o de poder; sino en una acepción intelectual y espiritual.

        No es éste el lugar idóneo –aunque me gustaría hacerlo– para discutir si la “democratización del conocimiento”, más allá de sus evidentes beneficios, es necesariamente el camino hacia la perfección de la especie humana. Pero convengamos en que el conocimiento que en unas manos solidariza y apoya la vida humana, en otras la destruye. No debe deducirse, sin embargo, que el Ocultismo propugnaba una “elitización” de la ciencia, como algo sólo para unos pocos. El eterno dilema de “quién le pone el cascabel al gato” sobreviviría sin esfuerzos. Simplemente, los antiguos ocultistas proponían al sabio como un hombre universal; universal en sus conocimientos, un científico que emocionara al escribir poesía o música en sus ratos libres o viviera de acuerdo a la presencia divina en la naturaleza. Un Leonardo da Vinci, por caso: arquitecto, matemático, pintor, músico, astrólogo. Porque a poco que buceen ustedes en los textos –los serios, se entiende– de Ocultismo, descubrirán su Gran Secreto: lo que llevó a la humanidad a épocas de barbarie y desazón, de hambrunas y guerras, del mal imperando sobre la Tierra, ha sido la separación, el divorcio entre lo material y lo espiritual, entre lo científico y lo místico (evito decir ecleciástico: lo espiritual no es patrimonio exclusivo de alguna Iglesia), entre la mente y, a fin de cuentas, una especulación como el alma. Así que olvidando calderos y escobas, pentáculos y patas de conejo, podemos definir al Ocultismo como una forma de conocer la Realidad, aunando lo racional (ciencia), lo místico (espiritualidad) y lo estético (arte).

        Porque tres, y estas tres son precisamente, las formas de aprehender la naturaleza que tiene el hombre: a través del análisis de las cosas, de descomponerla en sus partes menores, sean éstas materiales o tan eidéticas como puras matemáticas: a la rosa la puedo comprender como la suma de pistilo, tallo, pétalos y corola, pero también puedo emocionarme con ella, aceptarla como obra de un dios creador (espiritualidad) y entonces colijo que a la naturaleza puedo percibirla por vías iluministas, o bien describirlas en un lienzo, un poema o una melodía, transmitiendo las sensaciones que aquélla me inspira, y entonces podré escribir de cómo describo la naturaleza mediante el arte. Si la Realidad se parece más a lo que enseña el científico, el religioso o el artista, es sólo cuestión de paradigmas.

        Pero, en todo caso, es un hecho que privilegiar una y sólo una de esas concepciones es una forma mutilada de conocer. En consecuencia, tan limitado era el sacerdote medieval que creía que la Iglesia enseñaba todo lo que valía la pena y lo que estaba fuera de ella o era inútil o era demoníaco, como el médico, físico, astrónomo o psiquiatra que de manera enciclopédica –y en ocasiones con un tinte de soberbia– pontifica que el conocimiento exotérico (esto es, el que se transmite de un dador a un receptor que acumula pasivamente información) es el único válido. Y mientras tanto, seguramente, el músico o el poeta mirará con suficiencia a ambos porque, después de todo, él es el único que transmite el “verdadero” conocimiento.

        Cada época ha estado marcada por el paradigma dominante de una forma de conocer la Realidad. Lo escrito: lo religioso en el medioevo, lo científico positivista y materialista en el siglo XIX y buena parte del XX, el arte en los ’60. Pero como siempre el Todo es más que la suma de las partes, el verdadero conocimiento debe aunar todas esas vertientes. Y eso es lo que busca el Ocultismo.

        Si lo hace con velas u oraciones, o en esos depósitos pétreos de sabiduría que han sido las catedrales, donde la ciencia de su construcción se suma a sus propósitos religiosos y al arte que conmueve aun a los ateos, es cosa de anecdotario. Lo científico no pasa por la computadora o el diploma y lo supersticioso por los sahumerios o talismanes: lo serio o ridículo de un tema nunca será el tema en sí, sino el método –o la falta de él– con que abordemos su estudio. Es más supersticioso, en el sentido de depender de una mentalidad “mágica” el estudiante universitario que repite como un sonsonete y doctoralmente las conclusiones dictadas por su académico profesor (conclusiones que difícilmente cuestionará durante su carrera, sino que se limitará a tratar de repetir y aplicar) que el shamán de la tribu empeñado en recoger ciertas hierbas en la jungla bajo determinadas aspectaciones astrológicas para ver si era cierto lo que el hechicero de la tribu de las montañas le prometió como resultados. Así que comprender qué es verdaderamente el Ocultismo –sin ceder a los estereotipos que naturalmente proponen ciertos medios– implica aceptar cambiar nuestros paradigmas mentales. Aceptar que tal vez la Ciencia detente el poder de la Verdad hoy en día pero, así como no tuvo su exclusividad en el pasado, nada asegura que la tenga en el futuro. Aceptar que “hacer ciencia” no es refutar casi por deporte, ni demandar “pruebas” cuando aun muchos de sus postulados podrían refutarse, usando esas mismas pruebas en sentido contrario. “Hacer ciencia” no es, como algunos periodistas metidos a divulgadores científicos repiten de memoria, “explicar lo desconocido en términos de lo conocido” sino precisamente lo contrario: explicar lo conocido en términos de lo desconocido. Porque se trata de explicar un hecho, que constatamos (lo conocido) pero cuyas causas ignoramos, buceando en originales e inéditas hipótesis (lo desconocido) que nos ayuden a avanzar un paso más en las tinieblas.

        Veamos un simple (supongo que escandaloso) ejemplo de “inversión de la prueba”:  el “efecto Doppler” (el corrimiento al rojo en las bandas espectrográficas) que observó Friedmann ya  en  1922  alentó –hoy universalmente aceptada por la astronomía– la teoría de la expansión del Universo; una superburbuja cósmica en permanente dilatación. Estos son hechos; repetidamente constatables por la astronomía y la astrofísica. Después de todo, ¿quién no oyó hablar de la expansión del Universo?. Y yo no puedo negar los hechos. Sólo que, confieso que más con intención de bufón que de anarquista de la cultura, se me ocurre que si podemos decir que el Universo se expande con relación a nuestro planeta y nuestros cuerpos, también podemos afirmar que el Universo tiene un tamaño constante y es nuestro planeta y son nuestros cuerpos los que se están empequeñeciendo rápidamente. Y manejando sólo los fríos datos, si vemos aceptable lo primero y delirante lo segundo, no es como consecuencia de un conocimiento real sino porque en nuestro paradigma lo primero está incorporado y lo segundo no. Lado a lado, la expansión del Universo es, para la chiquita mente humana, tan absurda como la contracción de nuestros organismos. Y que un lector vea coherente lo primero y como locura lo segundo, no es un acto de pensamiento, sino de emoción. Lo que me lleva a la enunciación de la Segunda Ley de Fernández (para la Primera, más datos en mi trabajo “Reencarnación y clonación: un túnel del tiempo egipcio” [AFR Nº15] afr-get.26@elistas.net): “La gente llama pensar a buscar desesperadamente argumentos para justificar sus creencias previas”.

        “Si hay algo seguro en nuestros conocimientos es la verdad de que todos los conocimientos actuales son parcial o totalmente equivocados. Dentro de cien años parecerán monstruosas las operaciones cometidas por los médicos del siglo XX en los ulcerosos. En general, les parecerá bastante cómico el afán de las curaciones locales, tendencia del hombre ingenuo a dividir la realidad. La experiencia realizada hasta el presente ha mostrado que viejas teorías que constituían Dogmas apenas han resultado ser Equivocaciones. Este hecho melancólico debería hacer meditar a los médicos y en general a los científicos que dogmatizan. A menos que piensen, valerosamente, que ese proceso de transmutación de Dogma en Equivocación ya terminó y que ahora todo lo que dicen es inmutable. No veo, sin embargo, por qué ha de poder establecerse un límite entre el Dogma y la Equivocación que pase, justamente, por nuestro tiempo”.

                              Ernesto Sábato

        Muchos ovnílogos están afectados de una forma extraña de solipsismo: creen que su disciplina merece un crédito científico injustamente ignorado por el academicismo, pero les repugna que desde esa académica óptica se les englobe en la difusa categoría de “pseudociencias”, sospechosamente vinculable a un amplio espectro de disciplinas consideradas como residuos supersticiosos, tales como la Astrología, el Tarot o la Parapsicología.

        Cada uno de estos temas los suponemos independientes entre sí. Y digo “los suponemos” porque por economía de hipótesis sólo sabemos que es una presunción; con el mismo encadenamiento de escepticismo (no sé si escribir “lógica”) que me llevaría a afirmar que, por caso, el Tarot nada tiene que ver con los OVNIs, pero partiendo de premisas distintas puedo sostener exactamente lo contrario. Si pertenezco al “pelotón de tuercas y tornillos” deduzco lógicamente que es absurdo establecer cualquier relación entre naves extraterrestres que visitan nuestro planeta y la manifestación de fenómenos extrasensoriales a partir de la estimulación inconsciente con símbolos que aparezcan en combinaciones varias (que no otra cosa es el Tarot). Pero si mi preconcepto es que las manifestaciones OVNI pertenecen más al mundo espiritual que al de lo material (ambas teorías, a partir de la casuística de los últimos cincuenta años, son igualmente defendibles), entonces es muy sencillo, mediante un común denominador parapsicológico, establecer una conexión. Para los primeros, sonaría muy poco fiable abordar la investigación (sino del OVNI, cuanto menos la del testigo) echando los naipes sobre el asunto; para los segundos, en cambio, sólo con ese método creerían aportar algo más que con un análisis computarizado.

        Creo que la Parapsicología y el Ocultismo, con sus herramientas carentes de “marketing institucional” mucho pueden aportar a la Ovnilogía. Porque después de cincuenta años, poco es lo que sabemos a conciencia, y mucho lo que elegimos fantasear. Pero mientras permanezcamos abroquelados en el corset cientificista como única vía para “aprehender la Realidad”, mientras algunos de nosotros no apostemos a la alternativa de indagar otras formas, astrales si se quiere, de adquirir información sobre lo que nos interesa, nuestra ignorancia seguirá viciada por el paradigma dominante. Aunque los científicos en general y los escépticos en particular miren con sorna nuestras enseñanzas milenarias. Aunque se nos trate de ridiculizar hablando del poco “cientificismo” (aunque siempre confundan “cientificismo” con “especialización”) del que hacemos gala porque, según ellos, poco profundos podemos ser en nuestros estudios si nos dedicamos a “todo”: OVNIs, parapsicología, astrología… Olvidando demasiado fácilmente que, en cambio, ellos sí se consideran preparados para negar todo; si ellos reúnen condiciones para expedirse negativamente sobre OVNIs, telepatía, homeopatía, tarot, runas, el yeti o la energía de las piedras… ¿porqué otros no podemos hacer exactamente lo contrario?.

        Esta es una de las evidencias que me convencen de concluir que la argumentación en pro o en contra no depende tanto de las “pruebas” o la “investigación”, sino de la preexistencia de un determinado paradigma al que se pertenece.

        Eso podría llevarme a cuestionar la existencia de un “libre albedrío” en la elección de la opinión personal. ¿Hasta dónde soy dueño de lo que elijo pensar y creer, no estando ese pensamiento predeterminado y condicionado por el marco cultural, la influencia mediática o las necesidades, angustias y carencias emocionales?. ¿Puede el joven nacido y criado en un ambiente de honestidad, donde desde pequeño observa los beneficios del correcto y justo proceder, realmente “elegir” entre el bien y el mal?. Seguro que sí, pero tanto a nivel consciente como inconsciente, existirán ya ciertas tendencias dominantes, y se requerirán vivencias traumáticas o personalidades desequilibradas para inclinarse hacia el mal. ¿Puede elegir un joven nacido y criado en un ambiente delictivo, amoral e inhumano, donde desde pequeño sólo observa que el “peor” (desde el punto de vista del honesto) o el “mejor” (desde el punto de vista criminal) es el que obtiene las mayores ventajas?. También seguro que sí, pero se requerirá una personalidad consolidada para ejecutar esa opción, una personalidad que sólo puede nacer de una voluntad puesta al servicio de la reflexión desapasionada. Porque detrás de “escépticos” y “creyentes” existe un sustrato común a su esencia aunque distinto en apariencia: las pasiones, la emocionalidad. Lo que enseña que, aunque se cubra de una pátina de intelectualidad, la gente es básicamente emocional, y su intelectualidad está “monitoreada” por el alter ego de las emociones. Por lo tanto, el paradigma cientificista de esta época no es la conclusión de un proceso de análisis colectivo: es apenas un estado de ánimo.

        Por eso necesitamos otra forma de conocimiento: y esa forma es el Ocultismo.
“…Independientemente de cuáles sean sus resultados finales, puede que nunca lleguemos a aclarar por completo el misterio de los OVNIs, ya que siempre existirán unas mentes humanas sobre las cuales pueda actuar creativamente. Podría resultar ser una constante que se sucede a lo largo de los siglos, modificándose al nivel de cada época, localidad y habitante de este planeta. Si mantiene su actual estructura global, lo tendremos siempre corriendo delante de nosotros, tentando al hombre e incitándole a contemplar a su mundo con otros ojos, haciendo saltar nuevas ideas y estados de conciencia y llenando a la gente de sentimientos de asombro y respetuoso temor cada vez que observen a esos mensajeros de la luz atravesar los cielos de la Tierra…”

                                                                        David  Tansley

        Finalmente, además de comprender que lo ocultista o esotérico es un método para conocer, debemos admitir que lo cognoscible, el OVNI, también requiere un abordaje más espiritualista sin negar su realidad física. En efecto, el tema OVNI gira hacia lo místico (¿quién podría negarlo?) y esto puede deberse sólo a dos razones:

a)    porque el tema es de naturaleza mística.

b)    Porque refleja el inconsciente de la gente. Pero la gente tiende al consumismo. Entonces refleja las represiones y las necesidades de esa misma gente. Mas entonces estamos atrapados en y por la oración (¿una tautología?). Si no útil para otra cosa, por lo menos esto demuestra la falacia de los argumentos psicologistas porque se puede construir una aparente explicación lógica que no implique necesariamente que eso sea así. Lo posible no es lo probable.

        Como corolario, entre las risas de los escépticos que escucho a la distancia sobresale esta oposición: “Pero, ¿porqué siempre hay que buscar lo espiritual, lo divino, lo metafísico?”. Y levantando la voz (para que mi contendiente me escuche entre las risas de sus compañeros), repito aquello que hace años me convenció, en un orden más trascendente, de la existencia de una Divinidad: lo divino, lo místico y lo espiritual existen porque si para la mente hay una necesidad de ello es porque en algún lugar, de alguna forma, hay algo que la satisface.

Lo que enseñaron los antiguos

LO QUE ENSEÑABAN LOS ANTIGUOS

    Puede decirse que es prácticamente inmemorial el conocimiento que la Humanidad atesora respecto del uso de las gemas en particular, y de los minerales en general, para fines prácticos como la protección espiritual, la curación de enfermedades, o el ascender en la escala social o política así como la conquista del ser amado. Y si bien sus aplicaciones no han variado  significativamente con los siglos, sí lo ha hecho la forma de emplearlas; esto en parte porque las Ciencias Ocultas, al contrario de lo que piensan sus detractores, no han permanecido estáticas a través del tiempo, sino han continuado investigando, desarrollando alternativas y evolucionando, y en parte porque cada época hace más accesibles para el común de la gente ciertos elementos e inaccesibles otros.

    Como ejemplo del primer punto, tenemos el hecho de que si bien en Occidente se sospechaba ya desde el apogeo de los griegos sobre la existencia de un campo de energía imanente al ser humano, se debe a la tradición mística orientar el descubrimiento y desarrollo del concepto de los centros energéticos conocidos como “chakras”, así como la enorme variedad de interacciones energéticas que cada uno de nosotros tiene con su entorno. Por consiguiente, no fue sino hasta tiempos históricamente recientes que se difundió entre los sabios de todo el orbe tales conceptos y se encontró la manera de vincularlos a la Gemoterapia. En cuanto al segundo punto, esto es, las modificaciones que con el paso del tiempo la gente común ha adoptado respecto al uso de las gemas, tiene que ver, por ejemplo, con el paso de una cultura campestre a una cosmopolita. En efecto, trescientos o cuatrocientos años atrás nadie se asombraba de que una receta cualquiera –como veremos en algunos interesantes ejemplos a continuación– recomendara colocar una gema dentro de una bolsita de piel de ciervo junto al hueso craneal de un lobo, sencillamente porque sólo era cuestión de tomar un mosquetón o el arco y las flechas que todo jefe de familia guardaba detrás de la puerta junto a la escoba, y hacerse una escapada al bosque más cercano para dolor de cabeza del primer ciervo y el primer lobo que se cruzarían, comúnmente, en su camino. En cambio, en esta era de plástico, uno no puede menos que enarcar una ceja, desorientado cuando, más allá de la urgencia que le corra, se pregunte dónde diablos encontrar tales animales fuera del zoológico más cercano.

    Esto me lleva a una recomendación que creo de gran importancia cuando, en este u otros libros, nos propongamos revisar secretos esotéricos medievales para su uso cotidiano: los elementos empleados en general no tienen “poder” por sí mismos, sino tomados en conjunto por sus connotaciones simbólicas. Para citar un ejemplo: cuando en una “receta” medieval se nos indica dibujar ciertos signos sobre un trozo de pergamino virgen, no lo es debido a que el pergamino (un cuero de animal curtido y sobado numerosas veces) tenga alguna propiedad especial, sino debido a que, en esa época, era el elemento más común y duradero para escribir, y casi no se conocía otra cosa. El papel sólo llegó a Europa a mediados de la Edad Media y, aun así, era insólitamente escaso y caro.

    Por eso, a usted le dará el mismo resultado escribir esos signos sobre una hoja virgen que extraiga de su block.

    Pero también es cierto que, debido a lo criptográfico de la literatura ocultista del pasado (a causa de las persecuciones de la plebe o el clero se hacía muchas veces imperativo escribir “en clave”, para que el conocimiento –por el peligro de herejía que implicaba para su autor, o por el poder latente que tal saber encerraba– sólo fuera accesible para los iniciados), en ocasiones la mención de partes de animales se referían en realidad a momentos astrológicos. Así, por ejemplo, cuando se dice de emplear “el ojo de un carnero”, en realidad se indica realizar la operación cuando sea visible (“e-vidente”) el ingreso del Sol en Aries. Como este es un tratado de Gemoterapia y no de Ocultismo medieval ni de Alquimia (sobre lo que otros textos de esta Editorial brindarán mayor ilustración) no abundara aquí sobre la explicación de estas claves y correspondencias, que de todas formas el lector hallará en otros de mis trabajos.

    Para las “recetas” que brindo a continuación, he empleado una pequeña colección de “grimorios” medievales; a saber, las Clavículas de Salomón, el Pequeño Alberto y el Dragón Rojo, así como una versión tardía de los Sueños de Escipión.

    Las “Clavículas de Salomón” (por pequeñas claves” y no por el hueso homónimo) se atribuyen al rey judío hijo de David y fundador del primer templo, aunque lógicamente no se conservan testimonios históricos que atestigüen tal paternidad.

    El “Pequeño Alberto” se supone escrito por el mago, cabalista y sacerdote cristiano Alberto el Grande, a mediados del siglo V de nuestra era, si bien las ediciones modernas muestran que, aunque es muy posible que una pequeña parte –precisamente la que nos interesa– sí haya sido contemporánea de ese hombre de vastísima cultura, le han sido adosados otros capítulos muy posteriores y de dudosa autoría, evidente por los bruscos cambios de estilos literarios y lo renacentista de ciertos conceptos.

    El “Dragón Rojo” es un texto de Alquimia (precisamente, “dragón rojo” era como los alquimistas llamaban al azufre ardiente durante el proceso de la Gran Obra, u obtención de la Piedra Filosofal) del siglo XV.

    Finalmente, los “sueños de Escipión”, si bien se refieren a consejos morales y lecturas propicias para un renacer espiritual, también encierran secretos de Gemoterapia. Es un conjunto de alegorías que con la excusa de representar los sueños del general Escipión “el Africano”, transmite las enseñanzas de Aristóteles, Macrobius (año 400 de nuestra era) y Hierocles (hacia el 485).

    Tomadas en conjunto, veamos las enseñanzas que estos antiguos nos legaron para el uso de las piedras, siendo necesario resaltar que en todo momento los autores insistían en un proceder “científico”, o sea, no simplemente creer, sino experimentar y aplicar.

“Para hacerse amar siempre por su mujer, es necesario llevar siempre en el bolsillo un pedazo de piedra imán, que tiene el color del hierro y se halla en el mar de las Indias. Para hacerse invisible, no se necesita otro que tener una piedra de oftalme, que no se determina por el color, porque tiene muchos. Esta piedra tiene tal virtud, que ofusca y priva por completo de la vista a los que la tienen delante.”

“Si uno quiere desazonar, meter miedo y espeluznar, o bien sembrar disensiones, tomará la piedra ónix, cuyo color es negro; la mejor es la que está llena de vetas, y se la encuentra en Arabia. Si se la cuelga del cuello a alguien, o bien engarzada en una sortija se le regala a alguno, éste no tardará en ponerse triste y en ser medroso hasta la exageración”.

“Si se quiere quemar la mano de alguno sin fuego o curar la tísis, tómese la piedra ferípendanus, que es de color pálido. Colgada del cuello de la persona tísica, la cura; y teniéndola apretada en la mano, quema. Por esto es necesario tocarla con mucha suavidad.

“Para alegrar una persona y desvelarla, se echa mano de la piedra silonita, que se forma en el cuerpo de las tortugas de la India, y es blanca, encarnada o purpúrea; otros dicen que es verde y se halla en Persia, y aseguran que aumenta en tamaño con la luna en cuarto creciente y disminuye en cuarto menguante. Ciertos filósofos aseguran que quien la lleva consigo ve y sabe lo que ha de acontecer; además, si se la coloca debajo de la lengua, sobre todo en luna nueva, se sabrá si una cosa debe acontecer o no; si ha de acontecer, se adherirá a la lengua tan fuertemente, que costará trabajo desprenderla de ella; y por el contrario, si no ha de acontecer, caerá por sí misma”.

“El topacio es muy bueno para curar las hemorroides, reduciéndolo a polvo impalpable y mezclándolo con grasa de jabalí joven”.

“Los que quieran colocarse por encima de sus enemigos, tomarán la piedra que se llama diamante, tallada a facetas, que es tan dura que sólo puede romperse con sangre de macho cabrío. Se la encuentra en Arabia y en Chipre. Llevándola en el lado izquierdo produce efectos admirables contra los enemigos, conserva el juicio, ahuyenta las bestias feroces y venenosas, impide las malas intenciones de los que tratan de hacer daño al que la lleva y remata todas las diferencias y procesos. El diamante, además, es muy bueno contra los venenos y contra los espíritus burlones, según el uso que de él se haga”.

“Si alguno desea evitar toda clase de daño y no tener nada que temer en el mundo, o ser generoso, tomará ágata, que es negra, blanca, verde, marrón o azul y está surcada de vetas. Evita los peligros, infunde valor, hace al que la posee poderoso, simpático y jovial, y es muy buena contra las adversidades”.

“El que desee obtener alguna cosa de otro, que se sirva de la piedra que se llama “alectorioe”, que es blanca y debe extraerse de un gallo de cuatro años o más; algunos dicen que también de un capón viejo. Esta piedra es del tamaño de un haba, y hace al hombre simpático y constante; puesta bajo la lengua quita la sed”.

“Si se quiere dominar a todas las bestias, interpretar todos los sueños y saber lo que está por venir, tome la piedra asmundos, que es de diferentes colores. Esta piedra es un gran contra-veneno; humilla a todos los enemigos e impide sus malas intenciones. Su virtud elimina borracheras y prepara la inteligencia para todas las ciencias. Para adquirir arrojo y no embriagarse jamás, se tomará una amatista, que es de color violeta; la mejor se encuentra en la India; además aumenta la inteligencia”.

“Quien quiera burlarse de sus enemigos y rematar sus litigios y diferencias, se hará con una berilla, que tiene el color pálido y transparente como el agua. Llevándola encima, no hay que temer a los enemigos y se ganarán cuantos litigios se tengan entablados. Tiene también una virtud admirable para los niños, porque les hace capaces para adquirir grandes progresos científicos”.

“El que desee saber los que intentan robarle, hágase con la piedra llamada celonita, que tiene el color de la púrpura y otros varios, y se encuentra en el cuerpo de las tortugas. Quien se ponga esta piedra bajo la lengua, descubrirá lo futuro”.

“El que quiera hacerse sabio sin tener nada de loco, hágase con la piedra llamada crísolita, que tiene un color verde muy brillante. Es preciso engarzarla en oro y llevarla siempre encima”.

“Esta piedra (el autor está refiriéndose al heliótropo) es, según he aprendido, de la que se servían en otros tiempos los sacerdotes en los templos, para adivinar e interpretar los oráculos y las respuestas de los ídolos. Quien lleve sobre sí esa piedra obtendrá gran reputación, adquirirá fortuna y vivirá mucho tiempo. Para desvanecer toda clase de ilusiones e imaginaciones, tómese la piedra calcedonia, que es pálida y oscura. Si se la agujerea por la mitad y se cuelga del cuello con otra piedra llamada serenibus, no se temerá ninguna ilusión fantástica. Por su virtud se ven humillados todos los enemigos y conserva el vigor y fuerza del cuerpo”.

“Si alguno persigue el placer de ser simpático a todo el mundo, tome la piedra chetidonía, que es pálida y se halla en el vientre de las golondrinas. Molida esta piedra y cosida entre dos telas o en una bolsita de piel de cordero y colgada del sobaco izquierdo, cura el frenesí y todas las enfermedades crónicas. Es también muy buena contra la letargía y la epidemia. Evax asegura que esta piedra hace al hombre sabio, de buen humor y simpático”.

“La chelidoina negra preserva de todas las bestias feroces, apacigua las querellas y conduce a término todo lo que uno se propone, y debe adquirirse en el mes de agosto. Si se quiere conseguir el favor y el honor, no hace falta más que llevar encima la piedra labrices, porque los antiguos, Evax y Aarón, dicen que da sabiduría, proporciona amores y otorga mercedes.”

“Para desterrar los fantasmas y librarse de la locura, tómese la piedra crisolita, que engarzándola en oro y llevándola continuamente encima, destierra a los espíritus y preserva del delirio. Algunos dicen que devuelve la salud perdida y es admirable contra el miedo. Si se quiere saber el pensamiento y deseos ajenos, tómese la piedra beratide, que es negra, y póngasela en la boca. Llevándola encima estará siempre jovial y será bien recibido donde quiera”.

“La piedra quirím es maravillosa para sorprender el pensamiento ajeno, porque le hace decir todo lo que siente mientras duerme, si se le coloca sobre la cabeza. Se encuentra esta piedra en los nidos de las abulillas, y se la llama vulgarmente “piedra de los traidores”. Cuando quiera obtenerse cualquier cosa de otro, llévese encima la piedra rajane, que es negra y luciente, y se halla en la cabeza de un gallo, algún tiempo después de haber sido comido por las hormigas”.

“Quien quiera curar a otro de melancolía o cuartanas, tome la piedra lazule (lapislázuli) que es de color celeste o azul con pequeños corpúsculos dorados. Este secreto es infalible y ha sido experimentado recientemente, si se lleva encima la piedra citada”.

“El que quiera hacerse sabio, acaparar riquezas y conocer el porvenir, tome la piedra que llamamos esmeralda, que es muy transparente y brillante, la verde bronceada es la mejor, y se la encuentra en los nidos de los grifos. Tiene la propiedad tonificante y conservadora. Al que la lleva encima le da inteligencia y memoria, le proporciona riquezas y le comunica el don de la profecía si se la coloca bajo la lengua”.

“Para vencer a un enemigo debe tomarse la piedra draconita, que se extrae de la cabeza del dragón. Es maravillosa contra los filtros y venenos, y llevándola colgada del brazo izquierdo, se sale victorioso de los adversarios”.

“Si se quiere dar amor, tómese la piedra echites, llamada también aquilaria, porque se encuentra de ordinario en el nido de las águilas. Tiene el color de púrpura y se encuentra a orillas del océano y en Persia. Los antiguos dicen que esta piedra, llevándola colgada del brazo izquierdo, da el amor, que es bueno contra el mal caduco. Además, los caldeos aseguran que si se tocan las viandas o cualquier otra cosa emponzoñada con esta piedra, se quita la ponzoña. Hace poco he visto hacer esta prueba a uno de mis hermanos. El que quiera emprender un viaje sin peligro, tome la piedra llamada jacinto; el acuático y el zafirino, el acuático es amarillo pálido, el zafirino, que es el más apreciado, es luciente y sin oqueras. Los antiguos dicen que los viajeros que lleven en los dedos o pendiendo del cuello esta piedra, pueden ir por todas partes sin el menor temor, seguros de que serán bien recibidos donde quiera que lleguen”.

“Quien quiera evitarse diversos accidentes y garantizarse contra toda mordedura venenosa, lleve sobre sí la piedra vrites, de la que se conocen tres clases: verdes, negras y parduscas; la verde con manchas blancas es la mejor. Llevándola encima cura los males y accidentes antes señalados”.

“Para poner la paz entre dos o más que riñan, se tomará la piedra zafiro que se halla en las Indias Orientales, procurando elegir la amarillo mate, que es la mejor.

Esta piedra, llevada encima, da paz y concordia, convierte a devoción y piedad, inspira el bien y modera el fuego ardoroso de las pasiones internas”.

    Es muy posible que, antes de finalizar la lectura de este capítulo, el lector se cuestione, seriamente, el grado de eficacia y verosimilitud de estas antiguas afirmaciones, tal vez sólo remotas supersticiones. Ciertamente, sin duda se trata de una “superstición”, en el sentido etimológico de la palabra que, en efecto, proviene del latín “supérstite” que significa “lo que sobrevive”. Exactamente, lo que sobrevive de un saber perdido.

    Sospecho que mi propia afirmación de haber experimentado varias de ellas –y así haber obtenido los resultados esperados– será también, para el paciente lector que no me conoce personalmente, tal vez sólo una afirmación gratuita. Entonces permítame darle una evidencia de la seriedad de estas arcaicas enseñanzas, que se basa en el razonamiento de que si es fácil comprobar la exactitud de otras “recetas” de los mismos grimorios (“grimorio” es todo texto manuscrito de magia) es lógico suponer que todas lo serán. Menciono un par de recetas de los mismos: “Para hacer aparecer el arco iris no hay más que tomar la piedra llamada iris, que es blanca como el cristal, cuadrada o cónica. Si se expone esta piedra a los rayos solares, se verá en el inmediato muro un arco iris “. Mucho antes del nacimiento de Newton y sus estudios de óptica, el fenómeno de refracción de un prisma ya había sido experimentado y anotado, y, aunque no entendían claramente porqué se producía (creyendo que era una propiedad mágica de la piedra) sí relataban seria y fielmente lo que podía suceder. Algo parecido a esta otra recomendación: “Para conseguir que el fuego sea perpetuo y no se extinga jamás, tómese la piedra abaston, que tiene el color de fuego y no se apaga fácilmente, porque tiene como una pelusa que es llamada “la piel de la salamandra”  (“salamandras” son los “elementales del Fuego”) y se encuentra en Arabia. Cuando esta piedra es inflamada una vez no se apaga con lo cual conserva por mucho tiempo el fuego”. En realidad no se trata aquí de magia elemental ninguna, sino del hecho que el abaston, proveniente de los (más aún entonces) riquísimos yacimientos petrolíferos del Cercano Oriente, era en realidad un trozo de brea.

EL PODER ENERGÉTICO DE LAS PIEDRAS

GEMOTERAPIA:

EL PODER ENERGÉTICO DE LAS PIEDRAS

Escribe GUSTAVO FERNÁNDEZ

INTRODUCCIÓN

    Una fría y húmeda noche de noviembre de 1949, tres hombres se inclinaban en misterioso conciliábulo alrededor de una mesa pobremente iluminada por tres velas en un amplio despacho algo barroco en su decoración. Si un visitante casual hubiera observado la escena desde el vano de la puerta, seguramente hubiera tenido la impresión de hallarse frente a tres ortodoxos científicos hurgando en las miasmas del pasado. Estantes repletos de libros desde el piso al techo, algunos leídos sólo por unas docenas de hombres en el mundo, otros seguramente escritos por los que ceñudos, ocupaban el centro de la estancia en ese momento, el crepitar de los leños en la chimenea y planos técnicos, instrumentos de laboratorio amontonados sin orden ni concierto en un par de mesas secundarias, más vitrinas con fósiles prehistóricos y recipientes de cristal con dudoso contenido, completaban una buena descripción del lugar, que no era otro que los claustros, generalmente vedados al público, del venerable Instituto Smithsoniano, en Estados Unidos. Pero cuando el suspicaz visitante se acercara más al trío, extraños detalles llamarían poderosamente su atención: junto a las velas crepitaba en una vasija una fragante mezcla resinosa, mientras una extraña salmodia, a veces en latín, a veces en hebreo, era canturreada por los presentes, y todos miraban fijamente un pequeño objeto envuelto en terciopelo violeta que dominaba el centro de la mesa, ubicado a su vez dentro de un extraño pantáculo dibujado en tiza sobre la madera.

    Tal vez seria la imaginación del visitante –tal vez no– lo cierto es que en un determinado momento, cuando la letanía monocorde aumentaba de volumen alcanzando su clímax, una ominosa presencia pareció cernirse sobre los tres hombres de cabeza calva y hombros cargados por la edad y los años doblados sobre los escritorios. Rechinaron con estrépito las maderas de algunos muebles –la humedad, seguramente– y el viento nocturno pareció arreciar por instantes.

    El clandestino visitante debió levantarse el cuello del abrigo, meter las manos en los bolsillos y contener el irrefrenable impulso de mirar, por sobre su hombro, a la penumbra circundante, pues podría ser que no le gustara lo que se agitaba en la oscuridad.

    Uno de los hombres, el más anciano, desplegó el paño violeta, dejando brillar, a la luz de las velas, una exquisita pieza de orfebrería, un gigantesco diamante cuyo multífacético refulgir tenía un algo de luciferino. Una vez más resonó con mil ecos la llamada a “Aquél Que Es” (¡Jehovah Adonai, Ha’ Aretz, Eheieh, Eloah Va Daath, Acla, Acla, Jehovah Adonai!) y el silencio y la paz regresaron al salón, mientras –cosas de la imaginación, diría para animarse el comedido visitante– la incómoda sensación de sentirse vigilado por algo tenebroso se desvanecía rápidamente.

    El anciano, con cuidado, casi con exquisita delicadeza, arropó nuevamente al diamante en su edredón de terciopelo y se encaminó rápidamente con él hacia una monolítica caja fuerte que permanecía, abierta y expectante, a un costado. Con gestos decididos, lo introdujo en una pequeña y acerada caja que cerró con una críptica combinación, colocó la misma en una gaveta del gigantesco cofre capaz de resistir el impacto directo de una granada antitanque y, con un retumbar que inundó todos los recovecos del gigantesco edificio washingtoniano, la puerta de la caja fuerte se cerró, por muchos años.

    Respirando pesadamente, con un extraño brillo en los ojos, los hombres se miraron y sonrieron. Ahora sí, por fin, el maldito, el trágico diamante Hope (irónicamente, “hope” significa “esperanza” en inglés) había sido exorcizado. Los tres conocidos, respetados, acreditados hombres de ciencia frente a la opinión pública, rosacruces del grado más elevado en la intimidad, habían neutralizado, por fin, el historial de sangre y llanto de más de cuatrocientos años.

    Con 44 quilates y medio y un espectacular color azul acero, el diamante Hope es una de las más bellas joyas del mundo. Desde el año 1958, detenida su fama sangrienta, está expuesto en la Sala de Joyas del citado instituto. Allí despierta la admiración de cuantos le visitan por su extraña belleza, y el terror de los que conocen su historia.

    A principios del siglo XVIII tres ladrones violaron la paz sagrada de un templo de Shiva cerca de Srinagar, en Kashmir, al norte de la India, arrebatando el “´tilka”, el “Tercer Ojo”, un diamante de la frente del dios. Logran, días después, vendérselo a un traficante francés, Tavernier, pero cuando trataban de escapar con el dinero obtenido rumbo al Nepal son capturados por los montes brhamanes del templo robado que les matan sin piedad.

    Tavernier, empeñado en huir hacia Europa con su botín, decide después de un fatigoso viaje por Media Asia, dirigirse a Moscú a través de la estepas siberianas, en un ardid para despistar a los agentes del emirato hindú, decididos a recuperar la joya sagrada a sangre y fuego. No tiene mucha suerte; a mitad de recorrido, su caravana es atacada por una manada de lobos hambrientos y todos –quince personas más el propio Taverníer– son devorados por esas bestias salvajes. Por un extraño sino del destino, cuando la policía imperial tiene conocimiento del suceso y rescata los cuerpos congelados un año después –o lo que quedaba de ellos– para darles cristiana sepultura, reintegran a los deudos de las víctimas sus pertenencias, sin saber que en los pliegues de piel de un pesado tapado iba oculto tal obra maestra de la naturaleza. Pero sí lo sabía el socio de Tavernier en París, quien reclama ese tapado ya que en numerosas ocasiones habían contrabandeado pequeños objetos de gran valor de esa manera. Tras arduas negociaciones, vende el diamante al tesoro del rey de Francia, Luis XIV, el Rey Sol, como gustaba que le llamaran, apenas una semana antes que tres delincuentes entraran por la fuerza una noche en su joyería de Montparnasse y, al despertar su dueño, le mataran a puñaladas.

    Luis XIV se vanagloria poco tiempo de su feliz posesión, ya que poco después falleció su nieto y ese mismo año contrajo un nuevo matrimonio con una dama que le hizo terriblemente infeliz. El Rey Sol comenzó a eclipsarse, y con él la estrella de su hijo Luis XV y un nuevo nieto, quien subiría al trono como Luis XVI. Éste heredó, lógicamente, el diamante Hope, pero también la Revolución Francesa y la guillotina.

    El Hope vuelve a aparecer en Londres, años después, de la mano de Hendrik Fals, quien se lo había robado a su padre, un tallador que le dio su forma actual. Hendrik se suicidó poco tiempo después de llevarlo a Gran Bretaña. La piedra fue vendida entonces a Henry Phillip Hope, del que tomó el nombre. A principios de siglo, luego de la bancarrota de la sucesión Hope, la colección fue adquirida por el francés J. Celot, que enloqueció y se quitó la vida al poco tiempo.

    El siguiente propietario fue Sergei Katinovski, un ruso que murió apuñalado. De él pasó a Habib Bey, que murió ahogado con su familia en el Mediterráneo. Simón Montharides fue quien lo tuvo a continuación y se lo vendió al sultán de Turquía, que perdió el trono por la revolución. Simón había muerto con toda su familia en un desgraciado accidente poco tiempo antes.

    Por mediación del joyero Cartier, el Hope llegó a la familia Mc Lean de Washington y con él un buen número de infortunios: el hijo pequeño de la familia murió atropellado, el jefe de familia murió loco y alcoholizado y otra hija murió a consecuencia de una sobredosis de somníferos, al igual que le pasaría, años después, a una nieta. Fue entonces cuando la familia lo dona al Simthsoniano.

    El ritual de protección contra las nefastas influencias del diamante se mantuvo obviamente en secreto, y sólo trascendió en los cenáculos ocultistas. Pero su aura de maldad aún le sobrevive, y el público sigue preguntándose: ¿cómo pudo acumularse tanta desgracia alrededor de una simple piedra?.

    Este y otros misterios estudia, desde tiempo inmemorial,  una rama de las ciencias ocultas ayer, hoy de la moderna parapsicología, que es la Gemodinamia: el análisis de las vibraciones, ora positivas, ora negativas, de minerales de todo tipo, desde fósiles prehistóricos y granito común hasta las piedras preciosas y semipreciosas. Y hoy nos reunimos para profundizar en uno de los capítulos más apasionantes: la Gemoterapia: el empleo de esas piedras y sus energías con fines de energetización, protección contra influencias maléficas, apertura de caminos en lo económico y lo afectivo, armonizador en lo psíquico y lo físico… Usted aprenderá en este trabajo a activar y equilibrar sus centros energéticos, a preparar sus amuletos y talismanes, a descubrir las vibraciones astrológicas de cada piedra, a preparar filtros y pócimas de alto poder espiritual para tratar todos los males y vencer todos los obstáculos. En fin, dejándose seducir por la belleza hipnótica de las piedras preciosas y semipreciosas, a alcanzar una mejor calidad de vida y  aprender a emplear estas herramientas de la Nueva Era para construirnos un futuro mejor.

    Y a reconocer cualquier ”diamante Hope” que se cruce en su vida.

                                                                                                                                                                               

                                                                                    El Autor

                                                                                    Paraná, noviembre de 1999

SOBRE PSICÓLOGOS, ASTRÓNOMOS Y OTROS ESCÉPTICOS Y DOGMÁTICOS CIENTIFICOIDES

SOBRE PSICÓLOGOS, ASTRÓNOMOS Y OTROS ESCÉPTICOS Y DOGMÁTICOS CIENTIFICOIDES

Escribe: Comandante Clomro

ANALISTA ANALIZADO

    Tratar con psicólogos es para mí una experiencia que, por repetida e improductiva, sólo me sirve para constatar que el sujeto a quien pretenden estudiar, bien podría y debería estudiarlos a ellos. Cuando se topan con casos como el mío, no saben otra cosa que decirle a uno que las experiencias metafísicas o cósmicas que uno les comenta, sólo son “fenómenos intramentales”.

    Y mientras los señores profesionales de la psiquis tratan de establecer en qué cuadro puede ser ubicado uno, entre la esquizofrenia, la psicosis o alguna otra patología, uno no puede menos que colocar al “analista” en posición de analizado, ubicándolo en el cuadro mental que le corresponde, dentro del esquema psicopatológico de las áreas enfermas de la estructura cultural de la sociedad.

    Porque, para no decir que la sociedad en general es enferma, digamos que hay una mentalidad enferma que ha tomado posesión de ciertos ámbitos sociales. Esta mentalidad es insana, por su disfuncionalidad en el circuito del conocimiento legítimo de la realidad. Es decir, que no funciona a favor de la fluidez de información correcta sobre ciertas realidades, a las cuales niega. En el caso de los psicólogos afectados por esta mentalidad insana, tal negación se produce poniendo argumentos falsos como pseudoverdades de repuesto para explicar lo que no es explicable psicológicamente.

    El psicólogo cae permanentemente en el error de querer interpretar como procesos mentales, a fenómenos extramentales. Salvo que posea, a la vez, conocimientos metafísicos, y deje de lado sus academicismos freudianos o junguianos, para dar lugar a su visión de las cosas que no pasan por lo mental, sino por la otra realidad, la que nos rodea y que trasciende el campo físico.

    Pero si bien esta clase de psicólogos y psiquiatras existe, son muy pocos los que han comprendido que no todo lo que le sucede a la gente, le surge de adentro de la mente. Que si alguien dice recibir mensajes telepáticos de extraterrestres, en vez de tomarlo como un “paciente” al cual estudiarle su falla mental, se lo tome como un simple receptor de transmisiones, perfectamente posibles de ser efectuadas por parte de entidades cósmicas con aptitud de emisión telepática.

    He conocido varios psicólogos que formaron parte de grupos de contactados con extraterrestres, y que supieron dejar la Psicología de lado, toda vez que las circunstancias les exigían amplitud mental para acceder a ciertas realidades trascendentes, y no esa visión cerrada de un profesionalismo que allí no tiene competencia y, por lo tanto, deja de ser profesionalismo, por improcedente, cuando invade campos.

    Ésta es la realidad de la mayor parte de los “profesionales” de la ciencia de la mente. Creen que un diploma y un par de argumentos “científicos”, los faculta para mirar toda realidad posible por el visor de la ciencia que estudiaron; no sea cosa que haya una “explicación” psicológica para un fenómeno, y justo estén usando un enfoque religioso, parapsicológico, o del campo que sea. Es como en esas empresas de venta directa, donde se adoctrina al vendedor para que toda persona que se le cruce, sea visto como un comprador en potencia. Entonces el vendedor, donde ve un ser humano, lo que ve es un cliente. Y el psicólogo, ve un paciente. Él parte del principio de que toda mente humana sufre algún inconveniente, y ahí está el psicólogo para detectarlo. No sea cosa que al vendedor se le escape una venta, por ver al prójimo sólo como eso: otro humano, y no un potencial proveedor de algún billete. Y no sea cosa que al psicólogo se le escape la oportunidad de encasillar al prójimo en la categoría de “paciente circunstancial”, esto es, no en el consultorio, sino en el transporte público o en la esquina.

    Esta forma de proceder con la gente, es enfermiza. No es sana la actitud de una persona que ofende la inteligencia ajena, negándole las realidades objetivas que relata, y contraponiéndole argumentos que las explican como realidades subjetivas o procesos de la mente. No es sano para una sociedad, que haya profesionales funcionando así, a contramarcha de la evolución que la sociedad necesita, en cuanto al conocimiento de la otra realidad, la que no está ni en la mente, ni en el mundo físico que nos rodea.

ASTRÓNOMOS, ARQUEÓLOGOS Y TEÓLOGOS

    Esta conspiratoria patología académica, que tiene por objeto mantener a la humanidad en ignorancia de la verdad, también es observable en la carrera de Astronomía, donde el adoctrinamiento consiste en que el estudiante niegue la posibilidad de que vengan seres extraterrestres, para que, en el futuro, sea un profesional capacitado para desmentir los argumentos de los perturbadores ufólogos y contactados. No sea cosa que, si los extraterrestres existen y vienen hasta aquí, los telescopios, con los que los astrónomos creen haber llegado tan lejos, tengan que usarlos como supositorios o consoladores.

    También los arqueólogos se niegan a admitir que ciertas construcciones de la antigüedad, evidencian el uso de una tecnología que no podía existir por entonces. Tampoco admiten hipótesis extraterrestres para ciertos dibujos y esculturas que reproducen seres y vehículos que no podrían ser de aquí. Así como los teólogos que todavía niegan las naves espaciales en la Biblia.

    La ciencia es parte de la vida, no la vida. No se pueden reducir al limitado terreno científico, las ilimitadas realidades que lo trascienden. Vivir como científico ante la religión, ante la poesía, ante la música, es no vivir; porque la vida es para experimentarla en su multiplicidad de facetas, y no con una visión parcializada de lo que es el mundo.

    Y mientras tanto, los que usando la Psicología donde no corresponde, se meten en la mente del prójimo para comprender la realidad, sólo se salen de esa realidad. Crean una fantasía explicativa de lo que creen que pasa por la mente del sujeto. Creen que el sujeto ha creado mentalmente las cosas que dice haber vivido. Que yo no soy un extraterrestre, que no vine a tomar ningún cuerpo humano, que no vine de ningún lado. Que todo es obra de mi mente. De mi “maravillosamente misteriosa” mente, misteriosa y maravillosa como cualquier mente. Porque “así es la mente humana”.

    Ésa es la conclusión final de cinco o seis años de universidad, y de cinco o seis quilos de libros sobre temas tales como alucinaciones o el inconsciente colectivo. Yo diría que hay una colectividad de inconcientes de que hay una realidad que excede lo que la ciencia puede estudiar, y que está integrada por psicólogos, astrónomos, arqueólogos obsoletos y teólogos enceguecidos en sus dogmas. Ante ellos, sólo cabe mi diagnóstico de analista: ellos son parte de la enfermedad del mundo, no los que vinimos al mundo a librarlo de las falsedades con que lo enferman.

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