Reflexiones-283

“La soledad la puedes llenar siempre con Amor
Ama a Dios sobre todas las cosas, ámate a ti misma, ama a los demás y nunca te sentirás…. nunca estarás solo”
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“Nada suscede por casualidad. No te pongas tenso y triste por no estar de acuerdo con aquello que tus días te traen . Aprende a extraer conocimiento de cada situación, y agradece…Todo está en su momento correcto, El momento en que deberás aprender lo que necesitas aprender. Acuérdate siempre: No hay casualidad. Tienes capacidad para atravesar las aguas turbulentas de tu propia creación cuando no temer tu propio ser. Sepas que todo depende de ti y que tienes poder para transformar lo que quieras, en el momento que desees…Usa tu luz y no estarás solo para realizar tu paz de espíritu.”
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“Todo el amor que se haya transmitido
de generación a generación por medio
de los corazones humanos, todos los
manantiales de ternura que se
hayan abierto en las almas de los hombres,
son tan solo como una gota  del ilimitado
océano, cuando se comparan con el amor
infinito e inagotable de Dios.”
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” Dentro de tí está el secreto.Dentro de ti tienes la más sólida de las herramientas,la luz misteriosa de todos los secretos. Antes de coger el hacha más afilada, el pico más duro, la pala más resistentete, refúgiate en tu interior y pregunta. Busca dentro de ti la solucón de todos los problemas. Hasta aquellos que creas más exteriores, materiales. Aún para abrirte camino en la selva virgen, aún para levantar un muro, aún para tender un puente, busca en tí el secreto.”

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“No Empieces.
¡No empieces el día de hoy con las espinas de ayer!
El día de ayer y todos los días y años anteriores
han pasado ya, están enterrados en el Tiempo.
Y no puedes cambiar ya nada en ellos.
¿Te han quedado espinas?
¡No las traigas arrastrando!
Porque seguirán pinchándote cada día hasta no dejarte vivir.
Hay espinas que puedes sacudirte
echándoselas en las manos a Dios.
Hay heridas de espinas que puedes curar
si sabes perdonar de veras.
Pero hay heridas que no podrás ya curar
con todo el amor de este mundo.
¡Olvídate de que existen!
¡Quita el cristal de aumento de encima de tus calamidades!”

dale vida a los sueños

NUNCA ROMPAS TUS SUEÑOS,
PORQUE MATAS EL ALMA.

DALE VIDA A TUS SUEÑOS AUNQUE TE LLAMEN LOCO,
NO LOS DEJES QUE MUERAN DE HASTÍO, POCO A POCO,
NO LES ROMPAS LAS ALAS, QUE SON DE FANTASÍA,

Y DÉJALOS QUE VUELEN CONTIGO EN COMPAÑÍA

DALE VIDA A LOS SUEÑOS QUE TIENES ESCONDIDOS,
DESCUBRIRÁS QUE PUEDES VIVIR ESTOS MOMENTOS

CON LOS OJOS ABIERTOS Y LOS MIEDOS DORMIDOS,

CON LOS OJOS CERRADOS Y LOS SUEÑOS DESPIERTOS.

Juzgas comparas o discriminas

¿Juzgas, comparas o discriminas? Juicio es la accion de comparacion mas discriminacion; esto, todo, es el plano mundano. La discriminacion entre la realidad y la ilusion es una funcion de conciencia superior que se manifiesta cuando una persona alcanza el SAMADHI (el estado mas alto del ASHTANGA YOGA, Supraconciencia). Entonces ya no hay que o por que juzgar

En relacion a la discriminacion, siempre me siento culpable por no haber hecho todo correctamente

Estas hablando de la discriminacion mundana. Para esto una persona necesita de mente clara; y aun asi cada persona ve todas las cosas de manera diferente de acuerdo al propio punto de vista

¿Al hacer eleccion del plano mundano, debemos tomar en cuenta nuestros sentimientos?

Lo que elijas dependera de cómo ves las cosas, tu forma de comprender y lo que sientes. Todos vemos de acuerdo a nuestro propio deseo. Por ejemplo: un hombre le cantaba canciones devocionales a Dios como su amado; otro hombre paso cerca y penso que cantaba para atraer mujeres

Pero, ¿qué se puede hacer acerca de la discrepancia entre lo que uno siente y lo que uno comprende?

Si realmente comprendes, tus sentimientos estaran de acuerdo con su conocimiento. Si hay discrepancia, quiere decir que no sabes. El sentimiento viene despues del saber.

Hoy aprendo

Hoy aprendo

  a no entregar mi poder

derogando la ira de mi vida,

ya que permitirme la ira

es entregar mi poder

a cualquiera

Mi poder es mío

y yo lo domino

Yo Soy mi autocontrol

completo para siempre

sostenido y doy gracias

la perseverancia-279

Un muchacho vivía solo con su padre, ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial. El joven pertenecía al equipo de fútbol de su colegio, usualmente no tenia la oportunidad de jugar, bueno casi nunca, sin embargo su padre permanecía siempre en la gradas haciéndole compañía.
El joven era el mas bajo de la clase cuando comenzó la secundaria e insistía en participar en el equipo de fútbol del colegio, su padre siempre le daba orientación y le explicaba claramente que “el no tenia que jugar fútbol si no lo deseaba en realidad”…
Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba a una practica ni a un juego!, estaba decidido en dar lo mejor de si, se sentía felizmente comprometido!!!!
Durante su vida en secundaria, lo recordaron como el “calentador de banco”, debido a que siempre permanecía sentado…. Su padre con su espíritu de luchador, siempre estaba en las gradas, dándole compañía, palabras de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar!!!
Cuando comenzó la Universidad, intento entrar al equipo de fútbol, todos estaban seguros que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo.
El entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado además por como el demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de las practicas y al mismo tiempo le daba a los demás miembros del equipo el entusiasmo perfecto. La noticia lleno por completo su corazón, corrió al teléfono mas cercano y llamo a su padre, quien compartió con el la emoción.
Le enviaba en todas las temporadas todas las entradas para que asistiera a los juegos de la Universidad. El joven atleta era muy persistente, nunca faltó a una practica ni a un juego durante los 4 años de la universidad, y nunca tuvo el chance de participar en algún juego!.
Era el final de la temporada y justo unos minutos antes que comenzara el primer juego de las eliminatorias, el entrenador le entrego un telegrama.
El joven lo tomó y luego de leerlo quedo en el silencio…. con los ojos llorosos y temblando le dijo al entrenador: “Mi padre murió esta mañana, no hay problema de que falte al juego hoy?”.
El entrenador lo abrazo y le dijo: “Toma el resto de la semana libre, hijo. Y no se te ocurra venir el sábado”.
Llego el sábado, y el juego no estaba muy bien, en el tercer cuarto, cuando el equipo tenia 10 puntos de desventaja, el joven entro al vestuario y calladamente se colocó el uniforme y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes estaban impresionados de ver a su luchador compañero de regreso!!…
“Entrenador por favor, permítame jugar… Yo tengo que jugar hoy” imploro el joven.
El entrenador pretendió no escucharle, de ninguna manera el podía permitir que su peor jugador entrara en el cierre de las eliminatorias. Pero el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador sintiendo lastima lo acepto: “Okey hijo, puedes entrar, el campo es todo tuyo”.
Minutos después el entrenador, el equipo y el publico, no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, que nunca había participado en un juego, estaba haciendo todo perfectamente brillante, nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente como toda una estrella.
Su equipo comenzó a ganar, hasta que empato el juego. En los segundos de cierre el muchacho intercepto un pase y corrió todo el campo hasta meter el gol de la victoria. La gente que estaba en las gradas gritaban emocionadas, y su equipo lo llevó cargado por todo el campo.
Finalmente cuando todo terminó, el entrenador notó que el joven estaba sentado calladamente y solo en una esquina, se acerco y le dijo:
“Muchacho no puedo creerlo, estuviste fantástico!!!” Dime como lo lograste?
El joven miro al entrenador y le dijo: “Usted sabe que mi padre murió… pero sabia que mi padre era ciego?”

El joven hizo una pausa y trato de sonreír… “Mi padre asistió a todos mis juegos, pero hoy era la primera vez que el podía verme jugar… y yo quise mostrarle que si podía hacerlo”..

Pensamientos-278

ILUMINA TU VIDA

Encontrando nuevos territorios.

Hay una nueva tierra justo a la vuelta de la esquina. Quizá sea un lugar que nunca osaste entrar. O un vecino con quien no haz hablado por un tiempo.
Puede ser un libro que leíste hace muchos años. No importa: ilumina tu vida con nuevas tierras, sin tener que viajar mucho.

Esos errores que crees perdidos, son los aciertos, de lo que puedes vivir.

El proceso de calidad verdadero empieza en tu corazón y cabeza.

En primer lugar, es importante que los sentimientos sean de buena calidad, es decir, que estén conectados con la paz interior, con el amor incondicional y todas estas virtudes tan profundas en todos los seres.
Después, todos los pensamientos que surjan deben ser puestos en la práctica. Si un pensamiento no se vuelve realidad, entonces no lo tengas: transfórmalo en algo positivo, por ejemplo, en esperanza, en alguna virtud no tangible. Cuando corazón y cabeza estén funcionando con calidad, la calidad en la vida estará lista.

VIDA

Es tan preciosa e invaluable. No tiene precio. La vida de un solo ser puede influir de tantas maneras infinitas en las vidas de los demás seres, que no se puede descartar ningún aliento siquiera.
Es importante no equivocarse en la vida. Es fundamental reconocer el rol que se desempeña en la humanidad y desarrollarse lo máximo posible dentro de esto. En la medida que hagas tu vida algo importante, los demás también la respetarán.

Como un reloj, vive la vida.

Las personas esperan de ti ciertas cosas. La comunidad espera de ti ciertos comportamientos. ¿No es hora de refinar tu actuación en el escenario del mundo?
La precisión es posible y es fácil. Simplemente se requiere un poco de organización, muchas ganas y dedicación a la causa. Junto con esto, humildad para cambiar lo que se hay que cambiar. En la medida que eres preciso, verás que la vida no se te escapará de las manos.

El mullah Nasrudin (personaje central de casi todas las historias de la tradición sufi) ya se había transformado en una especie de atracción de la feria principal de la ciudad. Cuando se dirigía hasta allí para pedir limosna, las personas acostumbraban a mostrarle una moneda grande y una pequeña. Nasrudin siempre escogía la pequeña.
Un señor generoso, cansado de ver que la gente se reía de Nasrudin, le explicó:
– Siempre que te ofrezcan dos monedas, elige la mayor. Así tendrás más dinero, y no serás considerado idiota por los otros.
– Usted debe tener razón – respondió Nasrudin – Pero si yo siempre escojo la moneda mayor, las personas dejarán de ofrecerme dinero, para probar que soy más idiota que ellas. Y de esta manera, no podré ganar mi sustento. No hay nada malo en pasar por tonto si en realidad lo que uno está haciendo es inteligente.

Estamos criados para siempre buscar lo “mejor”, sin percibir que al aceptar algo “menor”, podremos estar ganando el corazón de otros y su generosidad.
¿Qué moneda prefieres?

Infeccion

Andrés Caicedo era colombiano, de una ciudad caliente que apenas conozco que se llama Cali. Se suicidó hace tiempo, a los 25 años. Y este cuento lo escribió a los 15. Me acuerda de mi niñéz, de cuando era chiquita, o mejor dicho de cuando era más chiquita, porque la primera vez que lo leí tenía creo que 14. Les recomiendo que lo lean.
Att. Sonia. Pérez

INFECCION
Andrés Caicedo

                               
                               

            Bienaventurados los imbéciles,
            porque de ellos es el reino de la tierra.
            Yo.

           

            El sol. Cómo estar sentado en un parque y no decir nada. La una y media de la tarde. Camino caminas. Caminar con un amigo y mirar a todo el mundo. Cali a estas horas es una ciudad extraña. Por eso es que digo esto. Por ser Cali y por se extraña, y por ser a pesar de todo una ciudad ramera.

              -Mira, allá viene la negra esa.

            Francisco es así, como esas palabras, mientras se organiza el pelo con la mano y espera a que pase ella. ¡Ja! Ser igual a todo el mundo.

            Pasa la negra-modelo. Mira y no mira. Ridiculez. Sus 1,80 pasan y repsan. Sonríe con satisfacción. Camina más allá y ondula todo,  toditico su cuerpo. Se pierde por fin entre la gente, ¿y queda pasando algo? No, nada. Como siempre.

            (Odiar es querer sin amar. Querer es luchar por aquello que se desea y odiar es no poder alcanzar por lo que se luchar. Amar es desear todo, luchar por todo, y aún así, seguir con el heroísmo de continuar amando. Odio mi calle, porque nunca se rebela a la vacuidad de los seres que pasan en ella. Odio los buses que  cargan esperanzas con la muchacha de al lado, esperanzas como aquellas  que se frustran a toda hora y en todas partes, buses que hacen pecar con los absurdos pensamientos, por eso, también detesto esos pensamientos: los míos, los de ella, pensamientos que recorren todo lo que saben vulnerable y no se cansan. Odio mis pasos, con su acostumbrada misión de ir siempre con rumbo fijo, pero maldiciendo tal obligación. Odio a Cali, una ciudad que espera, pero no le abre las puertas a los desesperados.)

            Todo era igual a las otras veces. Una fiesta. Algo en la cual uno trata desesperadamente de cambiar la tediosa rutina, pero nunca puede. Una fiesta igual a todas, con algunos seductores que hacen estragos en las virginidades femeninas… después, por alla… por Yumbo o Jamundí, donde usted quiera. Una fiesta con tres o cuatro muchachas que nos miran con lujuria mal disimulada. Una fiesta con numeritos que están mirando al que acaba de entrar, el tipo que se bajó de un carro último modelo. Una fiesta con uno que otro marica bien camuflado, y lo más chistoso de todo es  que la que tiene al lado trata inútilmente de excitarlo con el codo o con la punta de los dedos. Una fiesta con muchachas que nunca se han dejado besar del novio, y que por equivocación sn lindas. Y también con F. Upegui que entra pomposamente, viste una chaqueta roja, hace sus poses de ocasión y mira  todos lados para mirar-miradas. Una fiesta con la mamá de la dueña de casa, que admira el baile de su hijita, pero la muy estúpida no sabe, no se imagina siquiera lo que hace su distinguida hija cuando está sola con un muchacho, y le gusta de veras. Una fiesta donde los más hipócritas  creen estar con Dios, maldita sea, y lo que están es defecándose por poder amacizar a la novia de su amigo… piensan  en Dios y se defecan con toda calma mientras piensan en poder quitársela.

            (Si, odio a Cali, una ciudad con unos habitantes que caminan y caminan… y piensan en todo, y no saben si son felices, no pueden asegurarlo. Odio mi cuerpo y mi alma, dos cosas importantes, rebeldes a los cuidados y normas de la maldita sociedad. Odio mi pelo, un pelo cansado de atenciones estúpidas; un pelo que puede originar las mil y una importancias en las fuentes de soda. Odio la fachada de mi casa, por estar mirando siempre con envidia a la casa del frente. Odio  a los muchachitos que juegan fútbol en las calles, y que con sus crueldades y su balón mal inflado  tratan de olvidar que tienen que luchar con todas sus fuerzas para defender su inocencia. Si, odio a los culicagados que cierran los ojos a la angustia de más tarde, la que nunca se cansa de atormentar todo lo que encuentra… para seguir otra vez así: con todo nuevamente, agarrando todo ¡todo! Odio a mis vecinos quienes creen  encontrar en un cansado saludo mío el futuro de la patria. Odio todo lo que tengo de cielo para mirar; si, todo lo que alcanzo, porque nunca he podido encontrar en él la parte exacta donde habita Dios.)

            Conozco un amigo  que le da miedo pensar en él, porque sabe que todo lo de él es mentira, que el mismo es una mentira, pero nunca ha podido -puede- podrá aceptarlo. Sí, es un amigo que trata de ser fiel, pero no puede,  no, lo imposibilita su cobardía.

            (Odio a mis amigos… uno por uno. Unas personas que nunca han tratado de imitar mi angustia. Personas que creen vivir felices, y lo peor de todo es que yo nunca puedo pensar así. Odio a mis amigas, por tener entre ellas tanta mayoría de indiferencia. Las odio cuando acaban de bailar y se burlan de su pareja, las odio cuando tratan de aparentar el sentimiento inverso al que realmente sienten. Las odio cuando no tratan de pensar en estar mañan conmigo, en la misma hora y en la misma cama. Odio a mis amigas porque su pelo es casi tan artificial como sus pensamientos. Las odio porque ninguna sabe bailar mejor go-go que yo, o porque todavía no he conocida a ninguna de  15 años que valga la pena  para algo inmaterial. Las odio porque creen encontrar en mí el tónico ideal para quitar complejos, pero no saben que yo los tengo en cantiades mayores  que los de ellas… por montones. Las odio, y por eso no se los dejo de hacer, porque las quiero, y aún no he aprendido a amarlas.)

            No sé, pero a mí lo peor de este mundo es el sentimiento de impotencia. Darse cuenta uno que todo lo que hace no sirve para nada. Estar cuno convencido de que hace algo importante, mientras hay cosas mucho más importantes por hacer, para darse cuenta que se sigue en el mismo estado, que no se gana nada, que no se avanza terreno, que se estanca, que se patina. Rrrrrrrrrrrrrrrrrr-rrrrrrrrrrrr-rrrrrrrr-rrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.No poder uno multiplicar los talentos, estar uno convencido  que está en este mundo haciendo un papel de estúpido, para mirar a Dios todos los días sin hacerle caso. ¿Y qué? ¿Busca algo positivo uno? ¿Lo encuentra? Ah, no. Lo únoc que hace usted es comer mierda. ¡Vamos, hombre! No importa en qué forma se encuentre su estómago, piense en su salvación, en su destino, ¡Por Dios, en su destino! Pero está bien, eso no importa. ¿Qué no? Vea, convénzase: por más que uno haga maromas en esta vida, por más que se contorsione entre las apariencias y haga volteretas en medio de los ideales, desemboca uno a la misma parte, siempre lo mismo… lo mismo de siempre. Pero eso no importa, no lo tome tan en serio, porque lo más chistoso, lo más triste de todo, es que usted se puede quedar tranquilamente, suavemente, defecándose, pudriéndose, poco a poco, tómelo con calma… ¡Calma!¡Por Dios, tómelo con calma!

            (Odio a la Avenida Sexta por creer encontrar en ella la bienhechora importancia de la verdadera personalidad. Odio al Club Campestre por ser a la vez un lugar tan estúpido, artificial e hipócrita. Odio al teatro Calima por estar siempre los sábado lleno de gente conocida. Odio al muchacho contento que pasa al lado, perdió  al fin  del año cinco materias, pero eso no le importa, porque su amiga se dejó besar en su propia cama. Odio a todos los maricas por estúpidos en toda la extensión de la palabra. Odio a mis maestros y sus intachables hipocresías. Odio las malditas horas de estudios por conseguir una buena nota. Odio a todos aquellos que se cagan la juventuds todos los días.)

            (¿Es que sabes una cosa? Yo me siento que no pertenezco a este ambiente, a esta falsedad, a esta hipocresía. Y ¿qué hago? No he nacido en esta clase social por eso es que te digo que no es fácil salirme de ella. Mi familia está integrada en esa clase social que yo combato ¿qué hago? Si, yo he tragado, he cagado este ambiente durante quince años, y, por Dios, ahora casi no puedo salirme de él.  Dices que ¿por qué vivo yo todo angustiado y pesimista?¿Te parece poco estar toda la vida rodeado de amistades, pero no encontrar siquiera una que se parezca a mí? No sé que voy a poder hacer. Pero apesar de todo, la gloria está al final del camino, si no importa.)

            (La odio a ella por no haber podido vencer a su conciencia y a sus falsas libertades. La odio porque me demsotró demasiado rápido que me quería y me deseaba, pero después no supo responder a estas demostraciones. La odio porque no las supo demostrar, pero ese día se fue cargando con ellas para su cama. Yo la quiero, muchacha estúpida, ¿no se da cuenta? Pero  apartándonos de eso, la odio porque me originó un problema el berraco y porque siempre se iba con mis palabras, mis gestos  y mis caricias, con todo… otra vez para su cama. Pero, tal vez,  para nosotros exista otra gloria al final del camino, si es que todavía nos queda un camino… quién sabe…

            Odio a todas las putas por andar vendiendo  añoraciones falsas en todas sus casa y sus calles. Odio las mismas mal oídas… odio todas las mías. Me odio, por  no saber encontrar mi misión verdadera. Por eso me odio… y a ustedes ¿les importa?

            Si, odio todo esto, todo eso, todo. Y  lo odio porque lucho por conseguirlo, unas veces puedo vencer, otras no. Por eso lo odio, porque lucho por su compañía. Lo odio porque odiar es querer y aprende  a amar. ¿Me entienden? Lo odio, porque no he aprendido a amar, y necesito de eso. Por eso, odio a todo el mundo, no dejo de odiar a nadie, a nada

            a nada
            a nadie
            ¡sin excepción!)

Los tres consejos

Una pareja de recién casados, era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior.  Un día, el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:
–    “Querida yo voy a salir de la casa.  Voy a viajar bien lejos, buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna.  No sé cuanto tiempo voy a estar lejos; sólo te pido una cosa: que me esperes y mientras yo esté lejos, seas fiel a mí, pues yo te seré fiel a ti”.

Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda.  El joven llegó y se ofreció para trabajar y fue aceptado.  Pidió hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también.  El pacto fue el siguiente:
–    “Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones.  Yo no quiero recibir mi salario.  Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorros hasta el día en que me vaya.  El día que yo salga, usted me dará el dinero que yo haya ganado”.

Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso.  Después de veinte años, se acercó a su patrón y le dijo:
–    “Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa”.
El patrón le respondió:
–    “Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo.  Sólo que antes quiero hacerte una propuesta: Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos y no te doy el dinero y te vas.  Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa.  Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta”.

Él hombre pensó durante dos días, buscó al patrón y le dijo:
–    “Quiero los tres consejos”
El patrón le recordó:
–    “Si te doy los consejos, no te doy el dinero”.
Y el empleado respondió:
–    “Quiero los consejos”.

El patrón entonces le aconsejó:
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Después de darle los consejos, el patrón le dijo al hombre:
–    “Aquí tienes tres panes; dos para comer durante en viaje y el tercero es para comer con tu esposa, cuando llegues a tu casa”.

El hombre, tomó su camino de vuelta a su casa, a la que había dejado hacía veinte años y donde estaba su esposa a la que él tanto amaba.  Después del primer día de viaje,  encontró una persona que lo saludó y le preguntó:
–    “¿Para dónde vas?”
Él le respondió:
–    “Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera”.
La persona le dijo:
–    “Este camino es muy largo.  Yo conozco un atajo con el cual llegarás en pocos días”.
El hombre contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo.  Entonces se devolvió y continuó por el camino normal.  Días después, supo que el atajo llevaba a una emboscada.

Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera, donde poder hospedarse. Pagó la tarifa por día y, después de tomar un baño, se acostó a dormir.  De madrugada se levantó asustado con un grito aterrador.  Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escuchó el grito.  Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.  Regresó y se acostó a dormir.  Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le preguntó si había escuchado el grito y él le contestó que sí lo había escuchado.
El dueño de la posada le preguntó:
–    ¿Y no sintió curiosidad?
Él le contestó:
–    No.
A lo que el dueño le respondió:
–    Usted es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi único hijo tiene crisis de locura; grita durante la noche y cuando el huésped sale, lo mata y lo entierra en el matorral.

El hombre siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.  Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles salir humo de la chimenea de su pequeña casa.  Caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa.  Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola.  Anduvo un poco más y vio que ella tenía sobre su regazo, un hombre al que estaba acariciando los cabellos.  Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad.  Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo.  Entonces se paró, reflexionó y decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión.
Al amanecer, ya con la cabeza fría, él dijo:
–    No voy a matar a mi esposa. Voy a volver con mi patrón y le pediré que me acepte de vuelta, sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel”.

Se dirigió a la puerta de la casa y tocó.  Cuando la esposa le abrió la puerta y lo reconoció, se colgó de su cuello y lo abrazó afectuosamente.  Él trató de quitársela de encima, pero no lo consiguió.  Entonces, con lágrimas en los ojos le dijo:
–    “Yo te fui fiel y tú me traicionaste”.
Ella espantada le respondió:
–    “¿Cómo? Yo nunca te he traicionado.  Te he esperado durante veinte años”
Él entonces le preguntó:
–    “¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?”
Y ella le contestó:
–    “Aquel hombre es nuestro hijo.  Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada.  Hoy él tiene veinte años de edad”

Entonces, el marido entró, conoció, abrazó a su hijo y les contó toda su historia, mientras su esposa preparaba la cena.  Luego se sentaron a comer el último pan juntos.  Después de la oración de agradecimiento, con lágrimas de emoción, el hombre partió el pan, y al abrirlo, y al abrirlo, encontró el dinero de sus veinte años de trabajo.

El caminar del ser

Cuando nos dejamos atrapar por la ley de la materia y trabajamos para servirnos nosotros mismos, el mundo material es nuestro mundo y no podemos desprendernos del espejismo de poseer : bienes, personas, creencias, convicciones, etc. , y nos separamos cada vez más de Dios.

Nos podemos percatar de que estamos atrapados en este espejismo por la repetición;  pasamos una y otra vez por las mismas circunstancias, repetimos los mismos patrones, nos vuelven a pasar cosas similares, creemos que estamos marchando pero en realidad estamos dando círculos sobre el mismo centro, sin avanzar para ningún lado, vivimos en la ignorancia y el dolor.

Cuando despertamos nos damos cuenta de periódicos ascensos,y empezamos a buscar la luz, pero aún nos atrapan los espejismos y avanzamos lentamente. El camino se transforma en una escalera de caracol, caracterizada por el estudio y la búsqueda de fusión con el Alma y con la Mónada Espiritual hasta que descubrimos la Puerta del Corazón.

la rana que queria ser rana

La rana que quería ser una rana auténtica

Augusto Monterroso

Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo

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