LOS CUATRO MUNDOS DEL CHAMÁN

LOS CUATRO MUNDOS DEL CHAMÁN
VER ES CREER: LOS CUATRO MUNDOS DEL CHAMÁN (Serge Kahili King)

Una de las cosas más confusas que enfrentan los estudiantes del chamanismo es la forma en que los chamanes miran mundo. Confunde a mis alumnos en la actualidad y ciertamente me confundió a mí cuando me iniciaba en esta tradición. En mi época de adolescente, en el campo, a veces mi padre, al igual que los demás agricultores, hablaba de los cultivos y animales que había a nuestro alrededor, y en algunas ocasiones se dirigía a ellos como si los cultivos y los animal fueran seres inteligentes, capaces de comprenderle y responderle. A pesar de que yo también aprendí a hacerlo, tuvo que transcurrir bastante tiempo para llegar a comprender el proceso. En una época determinada, todas las conversaciones con los árboles, flores, insectos, rocas y edificios que tenía lugar a mi alrededor, me impedían concentrarme en mi trabajo. Entonces, de algún modo, aprendí a abrirme y cerrarme aquel tipo de concienciamiento, sin saber cómo lo hacía.
De M’Bala, mi maestro chamán en África, aprendí a fusionarme con los animales de la jungla, después de entrar en un trance profundo. Creía que el estado de trance era el me dio de conseguir el cambio, hasta que me di cuenta de que él lo lograba en un abrir y cerrar de ojos, sin entrar en trance. Evidentemente el trance no era más que un instrumento y no la causa del cambio experiencial.
Mi tío kahuana hawaiiano, Wana Kahili, me enseñó a emprender viajes interiores repletos de asombro y terror, y a discernir augurios en las nubes, hojas y muebles. Sin embargo, también me enseñó a ser muy consciente de mi estado al despertar y a cómo no ver augurios, ya que en ciertos momentos esto puede ser igualmente importante.
Mi padre, M’Bala y Wana Kahili dedicaron muy poco tiempo a explicarme los fenómenos que me enseñaban a experimentar. Eran todos del parecer de que la experiencia es el mejor modo de aprender y de que las explicaciones intelectuales supondrían una traba. Este fue un buen método para salir de mi obstinación mental e introducirme en mi cuerpo, pero el hecho de tener que afrontar las dudas y temores generados por la cultura no chamánica en la que también vivía demoró considerablemente mi aprendizaje. En mis propias vivencias como alumno y como maestro, he descubierto que satisfacer el intelecto suele reducir las barreras analíticas y emocionales que dificultan el aprendizaje, permitiendo una asimilación mucho más rápida de la experiencia. Por ello, he pasado muchos años analizando, sin juzgarlas, mis experiencias personales, así como las de otros chamanes, a fin de adquirir una mayor comprensión de lo que hacemos cuando lo hacemos, para poderlo compartir más fácilmente.
El auténtico punto de partida fueron las enseñanzas de Wana Kahili sobre los cuatro mundos (niveles o clases de experiencia) entre los que todo el mundo fluctúa espontánea y, por regla general, inconscientemente, pero que los chamanes cultivan a conciencia. Se trata del ike papakahi (literalmente: primer nivel de experiencia), el ike papalua (segundo nivel de experiencia), el ike papakolu (tercer nivel de experiencia) y el ike papaha (cuarto nivel de experiencia). En términos generales, me explicó que éstos representaban respectivamente el mundo ordinario, el mundo psíquico, el mundo de los sueños y el mundo existencial. Por razones didácticas he optado por definirlos como mundos objetivo, subjetivo, simbólico y holístico. También me dijo que dichos mundos eran comunes a todas las personas, no sólo a los chamanes, y que la única diferencia consistía en que los chamanes los utilizaban con conocimiento y propósito. También agregó que gran parte de la con fusión en la vida de la gente emana de una mezcla de dichos mundos en la mente y en el habla.
Mi objetivo era el de instruir a mucha gente en poco tiempo sobre la experiencia chamánica, por lo que a pesar de un punto de partida tan favorable, me quedaba mucho por aprender. Lo que figura a continuación es un breve resumen de dicha búsqueda e investigación.
¿Qué hacemos cuando realizamos un trabajo chamánico? Hablamos con la naturaleza y con los espíritus; cambiamos el tiempo y creamos acontecimientos; curamos mentes y cuerpos, y canalizamos extraños seres; volamos fuera del cuerpo, nos trasladamos a otras dimensiones y vemos lo que otros no pueden ver; además, pagamos nuestros impuestos, lavamos el coche y hacemos la compra. ¿Hay algo que sirva de conexión entre actividades tan diversas, o se trata simplemente de una serie de conocimientos independientes?
Existe una pista importantísima en el primero y fundamental principio de Huna, término genérico de la filosofía polinesia de la vida en la que yo me formé. Dicho principio afirma que «el mundo es lo que crees que es». Otra forma más popular de decir lo mismo es: «nosotros creamos nuestra propia realidad». Sin embargo, la mayoría de la gente que lo dice no lo acepta plenamente, porque creen que lo único que eso significa es que todo lo malo que les ocurre es culpa suya. Incluso los que lo aceptan con una comprensión más profunda siguen limitando su significado a la idea de que son responsables de sus sentimientos y de su experiencia, y de que si convierten sus pensamientos negativos en positivos, comenzarán a atraer una experiencia positiva, en lugar de negativa.
Los chamanes, sin embargo, van mucho más lejos. Para nosotros, no sólo significa atraer la experiencia con nuestro pensamiento, sino verdaderamente crear realidades. Con nuestros supuestos, actitudes y expectativas, hacemos que las cosas sean posibles o imposibles, reales o irreales. En otras palabras, cambiando el marco de la mente podemos hacer cosas ordinarias y no ordinarias en la misma dimensión física que compartimos con todos los demás. Repito que esto no es privativo de los chamanes. Lo único distinto es la forma en que aplicamos el principio.
La forma de cambiar la experiencia y poder usar facultades no normales en una realidad determinada consiste en cambiar un conjunto de creencias (o suposiciones, actitudes y expectativas) acerca de dicha realidad, por otro conjunto. Parece muy sencillo y lo es. Lo más difícil -y puede serlo en grado sumo para algunos- es aceptar su simplicidad, porque esto significa cambiar la idea que uno tiene de la realidad.
El modelo que presento a continuación ha sido específicamente diseñado para que los chamanes modernos puedan distinguir clara y conscientemente entre distintos niveles de realidad o conjuntos mentales. Esto no sería necesario en una sociedad más familiarizada con el chamanismo y con una mejor disposición hacia la aceptación del mismo. Se realizarían los mismos cambios, pero de un modo más intuitivo, porque habría menos conjuntos mentales contradictorios con otras filosofías, tanto religiosas como seglares. Imaginemos, por ejemplo, a un antropólogo moderno estudiando una cultura indígena en una isla del Pacífico meridional. Un buen día aparece el chamán del pueblo y les comunica a sus conciudadanos que, mientras estaba en el campo quitando las malas hierbas, la diosa Hina ha descendido por un arco iris y le ha advertido que se acercaba un huracán, antes de convertirse en pájaro y salir volando.
El chamán alterna fácilmente el trabajo del campo con el de hablar con la diosa y sus conciudadanos lo aceptan sin dificultad alguna, porque esperan que el chamán sea capaz de realizar ambas tareas. Sin embargo, es probable que la mente del antropólogo se rija por un conjunto de ideas en las que sólo haya cabida para la alucinación inducida por las drogas, la aberración mental, la farsa, o la dramatización de una percepción ordinaria. La posibilidad de que el chamán se comunique realmente con un espíritu la elude por completo, así como su propia capacidad para hacer otro tanto.
Al hablar a continuación de los distintos mundos, es conveniente tener en cuenta que se pueden penetrar someramente, como quien se moja los dedos de los pies en un estanque, o con la plenitud de quien se zambulle en las profundidades del océano.

Ike papakahi: el mundo objetivo
El mundo del primer nivel es lo que la mayoría de la gente en la sociedad moderna llamaría realidad ordinaria. Tomando como ejemplo un prado en pleno bosque, la mera experiencia sensorial del mismo (los colores de las plantas, la tierra y el firmamento, el olor de las flores, el canto de los pájaros, la sensación de la brisa en la piel, la percepción del movimiento de una gama con sus cervatillos) tendría lugar en un marco objetivo. Desde esta perspectiva también parecería evidente e incuestionable que el prado tiene unas dimensiones determinadas, un número concreto de árboles de ciertas especies, que unos son de madera dura y hoja caduca y otros coníferas, que una cantidad específica de animales de distintos géneros puebla la zona, que alguien es propietario de la misma, etc. Todo esto sería evidentemente cierto, pero sólo a dicho nivel de percepción. Este primer nivel, por evidente que parezca, sólo es perceptible de ese modo gracias a una creencia o supuesto fundamental que sirve de marco de referencia al mundo objetivo: el supuesto de que todo es independiente. Éste es el supuesto que da cabida a la experiencia sensorial directa, la física clásica y las diversas filosofías de causa y efecto.
Suele ser bastante difícil que la gente formada en dicha creencia sea capaz de verla como un simple supuesto. Es evidente que aparenta ser la única verdad posible. Pero ésta es la naturaleza de los supuestos fundamentales. Toda experiencia tiende a ser consecuente con los supuestos acerca de la experiencia. Es como ponerse unas gafas de color rosa y olvidar que se llevan puestas. Si uno jamás recuerda que se las puede quitar, siempre pensará que el color rosa es el único y natural del mundo. La falta de consonancia se manifiesta cuando uno descubre, consciente o inconscientemente, otros supuestos, como por ejemplo cuando se le caen las gafas, o cuando recuerda que algún día se las puso, o cuando sueña con un mundo verde. Entonces uno puede abrirse a la experiencia de otros niveles. El chamán aprende lo antes posible que el mundo objetivo no es más que una forma de ver.
La idea de que todo es independiente es muy útil y poderosa. Ha estimulado los viajes, la exploración, la ciencia, la industria y todos los milagros de la tecnología moderna, incluidos los que han permitido que esta obra se publique. Sin embargo, también ha servido para justificar la esclavitud, el racismo, las guerras, la vivisección, la contaminación y la explotación abusiva de los recursos del planeta. Debemos comprender que el supuesto en sí no es bueno ni malo. Los seres humanos debemos crear otros supuestos relacionados con los sistemas de valores antes de poder introducir el concepto: de bueno o malo, y éstos pueden operar en cualquier otra nivel de la realidad. Por ejemplo, observando objetivamente el mencionado prado, puede considerarse como bueno porque constituye una fuente de nutrición para diversos animales. O puede considerarse como malo porque ocupa un valioso espacio, que sería mejor utilizar para construir casas o alimentar seres humanos. El caso es que el uso o abuso del medio ambiente o de sus habitantes se basa en la idea de que las cosas son independientes, vistas desde un sistema de valores personal.
Dos supuestos secundarios del mundo objetivo son el de que todo tiene un principio y un fin, y el de que todo efecto es producto de una causa. Algún acto u otro constituye la causa del nacimiento o principio de la existencia de las cosas, que un día mueren o dejan de existir. Esto es de vital interés en el pensamiento objetivo y despierta grandes polémicas en cuanto a las causas físicas de las enfermedades y al momento exacto en que un grupo de células se convierte en un ser humano. Se gastan enormes sumas de dinero para determinar las causas sociales y ambientales de la delincuencia, y en la conservación de edificios históricos, porque su desaparición supondría una pérdida cultural. Y la gente sufraga toda clase de cargas emocionales y económicas, a fin de descubrir el trauma específico de su infancia responsable de su desdicha actual, y para prolongar la existencia del cuerpo físico. Todo ello tiene perfecto sentido visto desde el supuesto antes mencionado, pero desde otras perspectivas no tiene sentido alguno.
Algunas personas evalúan el mundo objetivo como nocivo y procuran huir del mismo, menospreciarlo o negarlo. Sin embargo, en el pensamiento chamánico, el mundo objetivo es simplemente otro lugar donde operar, y el proyecto chamánico es hacerlo con eficacia en cualquiera de los mundos. Por consiguiente, en su función esencialmente curativa, el chamán podrá utilizar supuestos del mundo objetivo, a fin de adquirir pericia en métodos de curación como el masaje, la quiropráctica, las hierbas y medicinas, la cirugía y el ejercicio, o la nutrición y la cromoterapia, sin limitarse a los supuestos de dichos métodos.

Ike papalua: el mundo subjetivo
Ahora supongámonos de nuevo en el prado. En esta ocasión somos conscientes de la interdependencia del mundo natural, de las funciones de apoyo mutuo desempeñadas por los elementos de luz y sombra, viento y agua, tierra y piedra, árboles, pájaros, flores e insectos. Más que meros observadores, nos sentimos parte de dicha interdependencia. Puede que sintamos la emoción de la paz, la felicidad, el amor, o el asombro. O puede que seamos conscientes de la estación y acudan a nuestro recuerdo las estaciones pasadas y venideras. Si uno es chamán, o psíquicamente sensible, es probable que pueda realizar un cambio interno más profundo y percibir las auras, o campos de energía, de todo lo presente, así como la interrelación de dichas fuerzas. Puede que logre conversar con las plantas, los animales y las piedras, o con el viento, el sol y el agua, compartiendo sus historias y sus secretos. Según la formación, experiencia y pericia de cada uno, podrá ser incluso consciente de los espíritus de la naturaleza y comunicarse con los mismos, o con la sobrealma o aumakua del propio prado. Sin moverse del lugar, puede que de pronto presencie una escena de hace cien años, de indios acampados después de una buena cacería, fumando sus pipas alrededor de la hoguera y dándole gracias al gran espíritu. Es incluso posible que se sienta como uno de ellos.
Los ejemplos precedentes de experiencias en el mundo subjetivo son posibles gracias al supuesto básico de dicho nivel, que sostiene que todo está interrelacionado, con el apoyo de los supuestos secundarios de que todo forma parte de un ciclo y de una transición, y de que todos los acontecimientos son sincrónicos. En el marco de referencias de este mundo, la telepatía y la clarividencia son hechos naturales, tan incuestionables como la acción de una palanca en el mundo objetivo. La comunicación mental, independientemente de la distancia y con todo cuanto existe, es posible gracias a que el mundo está interrelacionado. Se pueden experimentar emociones gracias a la conexión empática. Las auras son visibles y tangibles porque la energía es el vínculo que las enlaza. Se pueden conocer vidas pasadas y futuras porque la vida es cíclica y el tiempo sincrónico. La muerte, a este nivel, no es más que una transición, parte de un ciclo, mientras que en el mundo objetivo es un fin. Todo acerca de este nivel es cierto, pero, una vez más, sólo desde la perspectiva del mismo.
Ésta es la razón por la que a la gente orientada primordialmente hacia el mundo objetivo le resulta tan difícil aceptar la veracidad de los fenómenos psíquicos y las ciencias subjetivas como la astrología, y a aquéllos orientados primordialmente hacia el mundo subjetivo les es sumamente difícil explicar sus experiencias a sus amigos anclados en la objetividad.
Ninguno de dichos mundos tiene sentido visto desde la perspectiva del otro. Si uno se limita a nacer y a morir, las vidas anteriores son patrañas. Si las estrellas están a tantísimos millones de kilómetros de la tierra, cualquier influencia es absurda. Por otra parte, si todo está interdependientemente conectado, la tala indiscriminada de árboles para construir ciudades es un acto suicida, y si uno ha pertenecido a otra raza en una vida anterior, odiar dicha raza en la actualidad es pura hipocresía. La solución chamánica a dicho dilema se halla en el séptimo principio de Huna: «la eficacia es la medida de la verdad». En lugar de intentar decidir cuál de estos puntos de vista es el correcto, el chamán adopta indistintamente el más eficaz y apropiado a cada objetivo curativo.
Los métodos curativos chamánicos a este nivel utilizan la sugestión telepática y las formas mentales, la acupuntura o la acupresión, así como el equilibrio, transferencia y movimiento de energía, ya sea manual o con la ayuda de instrumentos tales como cristales, y formas y pautas especiales de energía.

Ike papakolu: el mundo simbólico
Nos encontramos una vez más en el prado, sólo que en esta ocasión dejamos volar la imaginación y en su claridad vemos nuestra propia loa al amor y a la vida, los árboles se convierten en representaciones de nuestra fuerza interna y máximas aspiraciones, los pájaros cantan promesas de alegría y los rayos del sol son la caricia de Dios en nuestro rostro. Uno se siente impregnado por la belleza del lugar y tan conmovido que, según la inclinación de cada uno, escribe inmediatamente un poema o pinta un cuadro para capturar aquella sensación. Ahora nos habremos trasladado a un conjunto mental dotado de su propio supuesto básico: todo es simbólico. Con una formación chamánica uno puede ir más allá y procurar discernir augurios orientadores en la formación de las nubes, de las hojas o de los pájaros en vuelo. O llevar a cabo un ritual que consagre el prado, convirtiéndolo en el mejor lugar de curación para futuros visitantes. Una progresión de ideas típicamente chamánica a este nivel es la de que, si todo es simbólico y los sueños son símbolos, esta realidad es también un sueño.
Así pues, un aspecto de la pericia chamánica consiste en saber penetrar en los sueños y transformarlos.
Puede que a estas alturas alguien se pregunte ¿de qué es todo simbólico? y ¿a quién pertenece el sueño? En este nivel sería correcto afirmar que todo es simbólico de todo lo demás, pero esencialmente de quien lo percibe, y que el sueño es el sueño de todo cuanto existe, pero especialmente del sujeto. O, alternativamente, podríamos afirmar que en el nivel simbólico la totalidad de la experiencia personal del sujeto es un reflejo de sí mismo, incluida toda la gente y objetos que le rodean. Cambiar la experiencia de este nivel, supone que uno puede cambiar los símbolos, la interpretación de los mismos o cambiarse a sí mismo, para que así cambie el reflejo.
Los supuestos secundarios son los de que todo forma parte de un orden y existe en relación a otra cosa, y que todo significa lo que uno decide que signifique. Muchos investigadores científicos y teóricos matemáticos se aferran a este nivel, intentando descubrir pautas y relaciones significativas en la estructura aparente del universo, e ignorando con frecuencia el efecto que sobre su investigación provocan sus propias decisiones en cuanto a lo que es significativo, así como ignorando toda aplicación objetiva de su investigación. Para los chamanes, u otras personas simbólicamente sensibles, es útil darse cuenta de que las creencias se reflejan en el cuerpo y en las experiencias de la vida, y percibir la facilidad con que cambian las condiciones y las relaciones, cuando también cambian los conjuntos de creencias.
Los métodos de curación chamánicos -en este nivel- incluyen todos aquellos principios basados en la fe, las terapias verbales y de visualización (incluido el hipnotismo), las afirmaciones de programación neurolingüística, la orientación de imágenes, los placebos, los sueños, y el uso de amuletos y talismanes.

Ike papaba: el mundo holístico
En esta ocasión uno no está en el prado, sino que es el prado. Siente como la clorofila de las hojas convierte la luz en energía utilizable, al tiempo que sus propias raíces absorben elementos nutritivos de la tierra y ofrece encantado su néctar a la abeja que recoge el polen para compartirlo con otras flores. Como la abeja, disfruta libando el néctar y, sin pensarlo, sabe que parte del polen será compartido con otras abejas y que una buena cantidad será transportado a las extensiones de sí mismo en la colmena. Siente un cosquilleo en la garganta al emitir su canto de apareamiento y mueve las plumas de la cola para conservar el equilibrio sobre la rama de un pino al borde del prado, y como pino sabe que está al margen del prado, pero forma parte de lo que hace que el lugar sea lo que es.
Esto no es más que una pequeñísima muestra de la experiencia a nivel holístico. En este caso el supuesto básico es que todo es uno. En términos prácticos, es el sentido de identidad de uno con uno mismo. La experiencia más profunda acostumbra a llamarlo «conciencia cósmica», lo que supone un intento sumamente lamentable de describir una sensación de unicidad con el universo, esencialmente indefinible porque las palabras y el lenguaje son simplemente incapaces de contener dicha experiencia. Su rasgo más común y superficial consiste en la sensación de saber que uno existe. Descartes utilizó un enfoque simbólico muy de tercer nivel, para justificar dicha sensación de ser, cuando dijo: «Pienso, luego existo». El enfoque objetivo podría ser «siento, luego existo». Sin embargo, en el cuarto nivel holístico es probable que no logremos mejorar la definición de Popeye, que dijo: «Soy lo que soy y eso es todo lo que soy».
En el mundo holístico no existe sensación alguna de distinción entre uno mismo y lo que sea con lo que uno se identifique como sí mismo. En la medida que uno es consciente de dicha identificación, uno opera en el reino holístico, y en la medida que uno sea consciente de «lo demás» estará operando en otros reinos. Habremos podido comprobar que, en nuestra progresión de un mundo a otro, la sensación de separación -atributo bastante primordial y característico del mundo objetivo- decrece en el mundo subjetivo (una mayor sensación de conexión indica menor separación) y es todavía menor en el mundo simbólico (a pesar de que el nivel del reflejo todavía denota que se refleja algo ajeno). Una persona también puede ser holísticamente consciente de lo que se considera como «sí mismo», al mismo tiempo que lo es no holísticamente de lo que aparece como «no sí mismo». Así pues, el miembro de una tribu en África occidental puede identificarse holísticamente con su propia tribu (es decir, puede no tener un sentido de identidad personal, aparte de como componente de su tribu) y una visión completamente objetiva, separatista y hostil de otra tribu.
A pesar de que la identificación holística es algo natural en la experiencia humana (mucha gente extiende normalmente su sentido de identidad a sus posesiones personales, a la familia, a la ciudad o a su país), se precisa una destreza considerable para poder penetrar y operar conscientemente en dicho mundo. Los actores y las actrices, cuya profesión emana de una antiquísima tradición chamánica, son los mejores practicantes conocidos de dicho arte en la actualidad. En la antigüedad, y hasta cierto punto hoy en día, los chamanes eran y son capaces de adoptar la identidad de animales, espíritus de la naturaleza y de ciertos arquetipos que aparecen bajo capa de dioses y diosas. En dicho estado de identificación, adquieren las cualidades y los poderes de los entes en cuestión. Al igual que un buen actor, normalmente tímido, puede interpretar convincentemente el papel de un héroe seguro de sí mismo con una mentalización adecuada, el chamán logra tener la fuerza de un oso o la sabiduría de un dios gracias a la contemplación y a una interpretación tan perfecta del papel, que el papel le interpreta a él. Esto se desprende del supuesto secundario de este nivel, que sostiene que el saber engendra el ser.
«Realiza la obra y gozarás del poder», ha dicho Emerson. A este nivel, existen esencialmente dos modos de curación chamánicos. En primer lugar, existe la «canalización», por medio de la cual se adopta, en mayor o menor grado, la identidad de alguien con mayores poderes de curación, o uno se identifica con un poder curativo superior, para actuar sobre alguien con fines curativos. En segundo lugar, existe un proceso que yo denomino «grokking and guiding», por el que uno se identifica con la persona que debe ser curada, o se convierte en la misma, y entonces se cura a sí mismo. Ni que decir tiene que, para practicar con éxito este segundo método, hay que estar muy seguro de sí mismo. De lo contrario, uno puede sentirse tan perturbado por el estado del otro que se vea obligado a abandonar el nivel holístico sin poder operar con eficacia en el mismo, o bien olvida su auténtica identidad, adquiriendo los síntomas del otro sin llegar a ser capaz de curarse. Puede que las personas que sean fuertemente empáticas experimenten esto con frecuencia. Muchos terapeutas, por ejemplo, se identifican hasta tal punto con los problemas de sus pacientes o clientes que pasan a padecer las dolencias que intentan ayudar a curar. Por consiguiente, cuando les enseño a mis alumnos a curar en el nivel holístico, les recomiendo que limiten todo proceso de identificación a un máximo de un noventa y nueve por ciento, de modo que el «uno por ciento de chamán» siempre pueda volver a la identidad de partida.

Desplazándose entre mundos
Cambiar de conjunto mental o desplazarse entre los diversos mundos plenamente consciente es un proceso sutil y delicado. Una aproximación a lo que entonces ocurre lo constituye la experiencia de observar esta página escrita. Uno puede leer las palabras y absorber la información, a continuación verificar los posibles errores tipográficos y ortográficos, luego fijarse en el cuerpo y estilo de impresión y en la calidad del papel, y por fin ser consciente de que esta página forma parte de un libro, en un lugar y un momento determinados. Lo único que habrá cambiado habrá sido la percepción, modificada a voluntad para variar la experiencia. En el desplazamiento entre los distintos mundos chamánicos el proceso es muy parecido. Lo único necesario para cambiar lo que uno se propone consiste en modificar los supuestos relacionados con dicho objetivo.
El mayor obstáculo, tanto para esto como para otras prácticas chamánicas, es la intromisión de análisis críticos procedentes de otros niveles. Es muy difícil practicar la telepatía, por ejemplo, si uno no deja de decirse a sí mismo que el tema psíquico es una tontería. Asimismo, la visualización no servirá de gran cosa si uno persiste en preguntarse: «¿me lo estoy inventando?». De igual modo, es muy difícil ganarse honradamente la vida si uno se identifica a sí mismo como ser espiritual, e identifica el dinero como algo no espiritual. Para lograr desplazarse con facilidad y eficacia entre estos mundos es necesario poder practicar el abandono de los supuestos de cada mundo en particular, así como el análisis crítico que se desprende de los mismos, antes de entrar en el próximo. Con (muchísima) práctica, esto llega a convertirse en algo automático. Lo que sí ayuda enormemente es quererse a sí mismo sin reservas y confiar en el Dios que nos habita. Claro que esto sólo son buenos consejos, tanto para un chamán como para quien no lo es.

Diferencia entre mito y leyendas

El MITO es una narración que, desde un lenguaje simbólico, recupera los orígenes, el mundo en su inicial creación divina. Así, el mito alude generalmente al nacimiento del universo o al tema de cómo fueron creados los seres humanos y animales, o cómo se originaron las creencias, los ritos y las formas de vida de un pueblo. Para las culturas arcaicas donde el mito emerge éste siempre es vivido como verdadero. El mito es vera narratio, narración verdadera de lo real.
Por otro lado, la LEYENDA es una narración tradicional o una colección de narraciones relacionadas entre sí que parte de situaciones históricamente verídicas, pero que luego puede incorporar elementos ficcionales. En el mito todo es estimado como verdadero. En la leyenda se combinan verdad y ficción. La palabra procede del latín medieval legenda y significa ‘lo que ha de ser leído’. Denominación que procede del hecho de que algunos oficios religiosos de la primitiva Iglesia cristiana se leían en voz alta legendas o vidas de santos. Una famosa colección en la edad media fue La leyenda dorada (Legendi di sancti vulgari storiado), escrita en latín en 1264 por el dominico genovés Santiago de la Vorágine, tratado hagiográfico donde los hechos de la vida de los santos se acerca en muchas oportunidades a lo fantástico.
Otra diferencia entre mito y leyenda es que la leyenda se relaciona con un lugar y una época determinadas. El mito alude a los orígenes, que suelen estar fuera del tiempo. Por otra parte, el mito se ocupa principalmente de los dioses, mientras que la leyenda retrata en general a un héroe humano, como ocurre en el caso de la Ilíada y la Odisea o la Eneida. Son legendarias también las historias que florecieron en numerosas novelas de caballería durante la edad media y que fueron fuente de inspiración para escritores posteriores: este es el caso de la leyenda del rey Arturo, con Carlomagno y con el alquimista alemán Fausto.
A pesar de estas diferencia entre mito y leyenda, en ambos tipos de narraciones hay un fulgor común: el de la imaginación y la veneración por los orígenes, y por lo mágico y extraordinario de la existencia.

el chaman

El Chamán

Por José Luis Giménez

Desde que el espíritu del hombre fue revelado a este, en todas las culturas surgidas en la Tierra, han existido determinados personajes cuya existencia ha estado más cercana al mundo esotérico y extrasensorial, que al físico.

Se trata del Chamán o Shamán, una expresión derivada del vocablo inglés ” Shah – man ” y que tiene su origen en la tribu de los Tungus de la Estepa Siberiana.

El Chamán ha sido sistematicamente encasillado en facetas que se corresponde con los hechiceros, brujos, magos, videntes, mediums, curanderos, etc. y hasta pertenecientes a la casta sacerdotal. Y si bien a veces han realizado tales facetas, lo cierto es que la identidad del chamán va más allá.

El Chamán puede poseer algunas o todas las facetas mencionadas, pero lo que realmente caracterizará al Chamán o Shamán será su capacidad de “caminar” entre dos mundos, el físico o cotidiano y el mundo espiritual, a través de su “estado alterado de consciencia”.

El Chamán, ya sea masculino o femenino, y a través de su preparación iniciatica, será quien posea mayor capacidad de contactar con el mundo de los espiritus, ya sea un mundo superior o el mundo del ser interior, donde sabrá actuar como maestro o guia del inconsciente, llevando a cabo las mayores experiencias extaticas, a la vez que será capaz de guiar a los espiritus desencarnados, hacia la “Luz Eterna”.

El Chamán accede al estado alterado de consciencia, a través de diferentes medios, proporcionado por la madre Naturaleza, a través del consumo de Yerbas y hongos, (ayahuasca, peyote, etc.) , o también a través de la aplicación de sonidos, música o toda una serie de rituales y danzas. Pero además el Chamán utiliza otros aspectos de carácter esoterico – conocimiento de lo interior -, que será lo que le pondrá en contacto permanente con su guia interno, o espíritu protector.

Esta faceta será la más trascendente, pues todo aprendiz de Chamán precisará no solo de la guia y a probación del maestro Chamán, sinó que será la aprobación transpersonal de su guia interno o espíritu protector, quien realmente lo capacitará como tal.

El Chamán a través de su facultad de adentrarse en el mundo espiritual o sutil, conseguirá transformar todo el poder o conocimiento aquirido en el plano sutil, en las acciones o terapias apropiadas para el mundo físico.

Así dichas acciones o terapias podrán consistir en diversas actividades tales como : realización de música, percusión de tambores, talismanes, y desarrollo de determinadas creaciones artisticas.

El Chamán es llamado a serlo, tiene que sufrir una ruptura o muerte con el yo anterior, para que después de su “autocuración”, pueda percibir la llamada e iniciarse en los ritos o adquirir los conocimientos esotericos, que le llevarán a su nuevo estado. No es una tarea fácil, ni debe de confundirse con las modas de la New Age, aunque la iniciación y el aprendizaje actual haya evolucionado con respecto a otros ritos e iniciaciones antiguas.

El Chamán existe en diversas culturas, antiguas y actuales, pero no por ello se muestran diferentes. Lo que los chamanes antiguos identificaban como simbolos de poder, a través de animales “afines” a sus culturas, también llamados “Nagual”, hoy dia se consigue mediante la visión de la naturaleza como un ecosistema donde lo espiritual y la fuerza o energia vital mantienen un equilibrio y mutua interdependencia. No obstante, la sociedad occidental actual, suele aplicar literalmente las descripciones que escuchan al respecto de los animales de poder o ” Nagual” , así como las descripciones sobre los viajes del espiritu, o las facultades del chamán, lo que puede provocar un menoscabo o desprecio, al considerarlo un remanente de otra época.

Así. el Chamán, poseerá un conjunto de facultades y de conocimientos adquiridos pacientemente a través de las experiencias, tanto físicas, como de tipo extrasensorial o esotérico.

No hay que confundir el chamanismo con ningún tipo de credo o práctica religiosa, ya que el modo en que el Chamán plantea su espiritualidad, deja patente la diferencia existente con la doctrina religiosa, lo que posibilita que pueda servir de apoyo a la propia religión.

Esto tampoco quiere decir que el ser Chamán comporte el misticimo o la santidad, sino que deberá de entenderse como un canal, o un intermediario, especializado en la canalización de energias, tanto sutiles como internas, las cuales potenciaran las facultades innatas en él. No obstante a todo lo mencionado anteriormente, El Chamán puede definirse como “El médico del Alma “.

” El Chamán conoce el pensamiento de Dios, pues lo ha mirado a los ojos y siente el latir de la Consciencia Cósmica “.

El chaman para las gestalt

El chamanismo es otro aspecto esencial de la espiritualidad gestáltica:

Más que a un maestro zen, Fritz se parecía al terapeuta transpersonal más temprano: el chamán, que también es el precedente del rol del terapeuta gestáltico: el rol de un guía experimentado, un conductor consciente. Lo que le hace particularmente chamanístico es su versatilidad, su movimiento orgánico entre los dominios sensorial, afectivo, cognitivo, interactivo e imaginativo (Naranjo, 1989, p. 203).

Mircea Eliade, reconocido estudioso del fenómeno chamánico ,define al chamán como el gran especialista del alma humana, el maestro del éxtasis en culturas donde la experiencia extática se considera la experiencia relígiosa por excelencia. Cada chamán utiliza un método de su exclusiva pertenencia, aunque todos hayan recibido una doble instrucción: de orden extático (sueños, trances, etc.) y de orden tradicional (técnicas, nombre y funciones de los espíritus, mitología del clan, lenguaje secreto…) que equivale a una iniciación. Si el chamán puede ser un guía es porque ha sufrido y atravesado su propia patología. Joseph Campell lo diferencia del sacerdote:

que es un miembro iniciado socialmente, instalado ceremonialmente, que ocupa un rango y actúa como usufructuario de un cargo que otros ostentaron antes que él, mientras que el chamán es alguien que, como consecuencia de una crisis psicológica personal, ha obtenido ciertos poderes propios. Los visitantes espirituales que se le presentaron en la visión nunca antes habían sido vistos por ningún otro, eran sus familiares personales y protectores.

Eliade insiste en este punto:

El chamán es un enfermo que se ha conseguido curar y que se ha curado a sí mismo. Su instrucción es demasiado complicada para ser accesible a un neurótico, no pueden ser considerados como simples enfermos porque su experiencia psicopática tiene un contenido teórico. Si se curan a sí mismos y saben curar a los demás es, entre otras cosas, porque conocen el mecanismo, o mejor dicho aún, la «teoría» de la enfermedad.

Fritz Perls era un chamán «en su confianza en la intuición, en su orientación científico- artística, en su combinación de fuerza y ordinariez, en su anticonvencionalismo y desafío a la tradición, su familiaridad con los cielos y los infiernos y, tal vez lo más importante, su mente dionisíaca y apreciación de la rendición» (Naranjo, 1989, p. 204). Mucho de esto está en la terapia gestalt donde se alienta el estilo propio del terapeuta, el uso de sí, su experiencia en atravesar la neurosis para poder acompañar a otros, su heterodoxia, etc. Pero el aspecto chamánico más reseñable de la espiritualidad gestáltica es su carácter no santurrón: Fritz decía de sí que era 50% hijo de Dios y 50% hijo de puta, lo cual escandalizaba a las personas de creencias religiosas rígidas y contribuyó a considerar a la gestalt «antiespiritual».

También su forma confrontativa de trabajar,

su insistencia en la frustración para desarticular las manipulaciones del paciente… contribuyó a dar una visión de la gestalt como una terapia dura, a veces cruel y afianzada en lo real, y permitió que algunos discípulos de Perls siguieran un modelo limitado y estrecho donde frustrar era más importante que la autorrealización… la separación entre Yo-Tú (recuérdese la oración gestáltica) se convirtió en una finalidad en lugar de ser un medio hacia el encuentro con otros seres humanos y con todas las manifestaciones de la vida y de la energía

Enfoques chamanicos en nu hospital

TEXTO DE FRANK LAWLIS

“ENFOQUES CHAMANICOS EN UNA CLÍNICA
HOSPITALARIA DEL DOLOR”

El dolor es un requisito imprescindible para el crecimiento y el aprendizaje. En el caso sumamente improbable de que un niño nazca sin la capacidad de sentir dolor, la probabilidad de que llegue a adulto es muy reducida. Un niño en tales condiciones no podría aprender de los errores, no comprendería el peligro, no sería capaz de adquirir habilidades interpersonales, convirtiéndose en un peligro para sí mismo y para los demás. No obstante, a pesar de que la forma más rápida de aprender es a través de la incomodidad física o mental y de que nuestras transiciones más memorables van típicamente acompañadas de procesos dolorosos, el dolor es, por definición, una experiencia a la que toda persona normal se resiste y procura eludir.

Como codirector de las cuatro clínicas del dolor de Texas, he tenido oportunidad de observar el ciclo del dolor de primera mano. He visto cómo dicho ciclo, a través de su persistente tensión, elimina muchas posibilidades de satisfacción y acostumbra a acrecentar cualquier psicopatología latente en un individuo. La frustración propia de dichos casos se ve además agravada por la confusión mental característica de los efectos secundarios de los medicamentos para el dolor. En consecuencia, la depresión y un bajo concepto de sí mismo son facetas omnipresentes en el historial de los pacientes que acuden a nuestras clínicas.

Pero también he visto a pacientes muy valerosos enfrentarse al dolor y trascenderlo a nuevos planos de la conciencia y de renovación personal. Dado que la respuesta típica al dolor prolongado es la amargura y la depresión, el reto estriba en ayudar a encontrar significado en dicha experiencia. En esta labor hemos descubierto que las técnicas chamánicas son extremadamente valiosas y necesarias, tanto para la transición física como para la mental.

El concepto chamánico fundamental que hemos adoptado es el de la transformación espiritual. En lugar de ajustarnos a un modelo mecanicista que considere que la función del terapeuta es la de reparar el cuerpo para que funcione como antes, o incluso para que desarrolle su potencial máximo, los esfuerzos del equipo de nuestra clínica van encaminados a que la persona sea mejor que antes. Esto se basa en el supuesto de que el valor relativo de la parte física, e incluso el de la psicológica, es menos importante que el de la espiritual.

Lo que se entiende por transformación espiritual es un cambio en la perspectiva del mundo, un modo distinto de entender el papel personal en la naturaleza y la relación con la misma. Por ejemplo, muchos de nuestros pacientes han realizado trabajos muy duros a lo largo de toda su vida. Para este tipo de personas, el significado de la existencia se define frecuentemente en base a su capacidad de producción. La naturaleza, en este caso, especialmente en lo que hace referencia al cuerpo del individuo, sólo representa el poder necesario para que la persona desempeñe el papel asignado. Este concepto de la naturaleza implica que no es necesario ningún cuidado especial. El cuerpo funcionará, la tierra colmará las expectativas personales y es innecesario prestarle atención a cualquier otra cosa.

Sin embargo, el dolor crónico obliga a cambiar de perspectiva. Significa que las cosas no han funcionado de acuerdo con lo esperado, cuestionando los supuestos en los que se basaban dichas expectativas. Entonces se descubre que el cuidado y el respeto a la naturaleza eran necesarios, como también lo era el cuidado del cuerpo y de la mente. Entonces, la misión y la relación del individuo con la comunidad da un salto gigantesco hacia una consideración completa del concepto global de la vida y la muerte, y se siente la necesidad imperante de transformar las viejas pautas del pensamiento, de las emociones y de la conducta.

La transformación puede tener lugar de muchos modos distintos. En nuestra búsqueda de enfoques innovadores, hemos acudido a prácticas chamánicas en diversos marcos. En este capítulo se describen algunos de estos enfoques, como parte de nuestro protocolo con los pacientes internos. Estas técnicas de imaginería, tambores, tacto, aislamientos, música y cantos, están lejos de ser nuevas en la literatura chamánica. Sin embargo, que yo sepa, no existe ningún otro hospital que las incorpore en un programa médico integrado.

Debido a la naturaleza del establecimiento médico, tenemos que utilizar dichos procedimientos con cierto tacto, a fin de no ofender al profesional tradicional o sus creencias. Las descripciones siguientes son ejemplos de las técnicas utilizadas con mayor frecuencia. Hemos racionalizado cada una de ellas desde el punto de vista de la medicina occidental, particularmente en lo referente al control del dolor. Respetamos el poder de transformación de estos métodos y recomendamos su consideración a quienes traten de temas semejantes.

Imaginería

En la realidad ordinaria vivimos entre fronteras. Por ejemplo, estamos capacitados para ver las ondas del espectro luminoso dentro de cierta gama. A pesar de que dicha gama varía de una persona a otra, lo hace en un margen muy reducido del espectro global y sigue siendo muy limitado, incluso al compararlo con la gama de percepción posible en otras especies. Pero cuando utilizamos el poder de la imaginación, desaparecen las fronteras. Ningún reino es insuperable, a no ser por las limitaciones que nosotros mismos le impongamos.

El uso de la imaginería es probablemente el método de transformación más antiguo de la historia, descubierto y utilizado por los antiguos chamanes hace muchos milenios.’ Gracias a la imaginería, no sólo podemos adquirir una mejor comprensión de nuestras necesidades y del control de nuestra fisiología, sino que podemos alcanzar una sabiduría más profunda y posiblemente llegar a planos más allá de nosotros mismos.

No es difícil hallar formas de imaginería que creen un impacto en nuestros cuerpos. Los pacientes suelen empezar por descubrir que las imágenes aumentan o disminuyen los latidos del corazón. A algunos, el hecho de imaginarse a sí mismos en un acto sexual les aumenta las pulsaciones, a otros les resulta más eficaz una escena de horror, como la de una caída o la de ser perseguidos por una poderosa figura. A un elevado tanto por ciento les afecta imaginar que son víctimas de un accidente. Por otra parte, la reducción de los latidos del corazón tiende a ser menos variable. Tumbarse sobre la cama, pescar o navegar por un lago, descansar en la playa, contemplar el paisaje desde la cima de una montaña, o simplemente flotar en el espacio, suelen producir los efectos deseados. El hecho de que sea la imagen de un recuerdo o de una fantasía carece de importancia.

Desde un punto de vista físico, es natural que los pacientes empiecen a explorar imágenes que afecten el dolor. En la mayoría de los casos, durante esta fase aprenden a incrementar el flujo de sangre a las áreas dolorosas y músculos tensos. El resultado es una disminución del dolor y un mayor control de las zonas de tensión.

Por ejemplo, Alice tenía un dolor intenso en la nuca y en la cabeza, como consecuencia de un accidente de coche. Las radiografías revelaron un fragmento óseo, parte de la columna vertebral, que sobresalía por encima de la médula. No había peligro de que afectara directamente sus conductos nerviosos, pero el hueso servía de punto de apoyo al soporte muscular de la cabeza. A pesar de que hacía un año que se hallaba en aquella condición, no había querido someterse a una intervención quirúrgica debido al bajo porcentaje de reducción significativa del dolor y a la esperanza del cirujano de que el hueso acabara por reconstituirse por cuenta propia. También cabía considerar el hecho de que su matrimonio era calamitoso y se creía que su dolor podía ser funcional en algún nivel de aquella situación.

Durante la segunda semana de tratamiento, mientras Alice exploraba su propia imaginería, descubrió la imagen de su – marido separándole los huesos del cuello y causándole dolor. También tuvo muchos sueños en los que su confusión y perturbación se centraban en la zona de la nuca («quebraderos de cabeza»). Imaginando la reducción de la tensión en dicha área y trasladándola a sus cuerdas vocales, comenzó a «expulsar el dolor con la voz» y a substituirlo por amor y ternura hacia sí misma. El resto de la historia es quizá previsible en términos -finalmente- de su divorcio y de un nuevo matrimonio, pero el hueso se reconstituyó en un plazo de dos semanas (verificado por radiografías) y se incorporó al trabajo seis semanas después de abandonar la clínica.

Todos tenemos nuestros éxitos predilectos, pero en mi caso es el de un paciente llamado Bill, que padecía un dolor muy específico en el costado derecho del centro de la espalda. No había nada en su historial médico que justificara aquel terrible dolor, que le afectaba todos los días, aparte de una voluminosa protuberancia en la espalda. Durante la primera semana, imaginaba lo primero que le venía a la mente, cuando le palpaba la espalda en distintos lugares.

Lo que me proponía era comprender un poco mejor el mecanismo muscular. Gracias a las imágenes que me narraba el paciente, podía ir detectando los conductos de transmisión del dolor. En este caso, cada vez que tocaba su dolorosa protuberancia, comenzaba a hablarme inmediatamente de un accidente automovilístico que había presenciado. Echó a llorar; no de dolor, sino de la sensación de culpabilidad que le producía el hecho de no haber ayudado a las víctimas que gemían en el coche en llamas. Conforme iba asimilando la experiencia, la protuberancia comenzó a decrecer, como si alguien dejara escapar el aire de un neumático. Transcurridos treinta minutos el dolor había desaparecido y logró dejar de pensar en aquella situación sin connotaciones emotivas. Debo añadir que el dolor no reapareció.

Existe una lista interminable de ejemplos semejantes del poder de la imaginación y su conexión con causas traumáticas de dolor. La imaginería forma parte de toda la actividad en nuestra clínica, desde la terapia física hasta la verbal. Sólo después de que el poder de la imaginería haya conducido al paciente a descubrir personalmente una perspectiva más amplia, más allá de los límites actuales de su experiencia, p cambiar su percepción de las pautas vitales. Puede que entonces adquiera una nueva percepción de los papeles familiares, o de la relación mecánica de las reacciones de la conducta en el cuerpo, o del papel de la propia experiencia del dolor.

Tambores

Algunas de mis experiencias más valiosas han tenido lugar mientras escuchaba, hora tras hora, el son de los tambores chamánicos y sentía una armonía que crecía en mi interior. Desde un punto de vista fisiológico, sabemos que el estímulo auditivo o visual constante a ciertas frecuencias dirige las funciones de las ondas cerebrales hacia una armonía.’ También sabemos que la mayoría de los chamanes utilizan el son del tambor para sus ritos y desplazamientos a nuevas realidades. Por consiguiente, la experiencia de los tambores es útil para nuestros pacientes, que necesitan nuevas plataformas perceptivas.

Hemos utilizado experimentalmente una grabación del son de tambores chamánicos midiendo su acción relajadora con instrumentos de biorretroacción. Ahora se da prácticamente por sentado que, en la mayoría de los pacientes, el son regular del tambor facilita e incrementa la circulación vascular periférica, según las mediciones de una sonda térmica, y reduce la tensión muscular, como lo indica el correspondiente electromiograma. También hay quien utiliza la grabación del son de los tambores para dominar las jaquecas y reducir la presión sanguínea.

Sin embargo, el descubrimiento más importante relacionado con el son de los tambores es su utilidad para facilitar la imaginería y eliminar la depresión. Como he aclarado anteriormente, la depresión es uno de los temas más importantes con los pacientes que padecen dolor, y una de las facetas centrales de la depresión es la reflexión obsesiva que experimentan los pacientes, al preocuparse de sus problemas. Quedan «atrapados» en un resentimiento (dirigido especialmente contra sus jefes, o hijos y consortes) del que no logran liberarse. Con frecuencia la terapia verbal empeora la situación, debido a la tendencia de la mayoría de los terapeutas a «resolver» el elemento depresivo con enfoques lógicos o catárticos, cuya consecuencia es la de aumentar la depresión y disminuir la energía de los pacientes. Los períodos prolongados al son del tambor parecen ayudar a dichos pacientes a superar sus pensamientos cíclicos y repetitivos.

Por ejemplo, un paciente llamado Carl acudió a nosotros con un intenso dolor de espalda, que le había obligado a abandonar un buen empleo en una empresa petrolífera y a no moverse de su casa en los últimos tres años. Estaba resentido con su antiguo jefe y con su esposa, y se negaba a participar plenamente en las actividades de la clínica. Por otra parte, se dedicaba a repetir una y otra vez lo malo que era el mundo. Se le introdujo al son de los tambores en una sesión de grupo, en la que yo me ocupé personalmente de tocar el tambor. Les dije a los participantes que se abandonaran al son del tambor, permitiendo al mismo tiempo el ir y venir de pensamientos e imágenes, sin preocuparse de su significado. También les comenté que en el caso de que aparecieran seres en sus imágenes, éstos podrían tener un significado simbólico y presentarse de un modo interesante.

Carl experimentó la imagen de un halcón, que voló siete veces alrededor de su cabeza antes de volar describiendo círculos y cruces. El halcón se posó en su hombro y le dijo que había llegado el momento de seguir con su vida y dejar atrás su pasado. Cuando todo el mundo comentó sus reacciones, Carl estaba confundido. Les hablé de los animales de poder, sin entrar en la cuestión de interpretaciones. Ya fuera por el halcón o por la transmisión de ondas cerebrales, Carl comenzó efectivamente a ver el mundo en otros términos. Utilizó la grabación de los tambores todos los días, tanto con fines biorretroactivos como para sus meditaciones vespertinas.

Palpación

Hace unos tres años, mientras dirigía un grupo de trabajo en Esalen, conocí a Richard Pavek, que estaba muy emocionado por lo que estaba aprendiendo sobre una técnica de palpación llamada SHEN.3 Me ofrecí voluntario como objeto de experimentación. Después de la sesión, tuve que admitir que lo único que sentía era cierta relajación. No obstante, accedí a que viniera a Texas y pusiera a prueba su enfoque con nuestros pacientes. Estaba convencido de que no podía perjudicarles, pero por otra parte no estaba seguro de volver a ver a Richard.

La mañana en que apareció, estábamos agobiados por un montón de difíciles problemas. Resueltos los aspectos administrativos, Richard estaba listo para trabajar con los pacientes, algunos de los cuales parecían tener problemas muy graves. Uno de ellos se llamaba David y había sido golpeado por una enorme grúa, que le había aplastado seis vértebras. Según toda lógica, debía haber quedado parapléjico, pero su médula seguía intacta. Después de varias intervenciones quirúrgicas su dolor había empeorado y como último recurso lo habían mandado a la clínica del dolor.

El dolor de David se concentraba en la espalda y en la pierna derecha, y no estaba dispuesto a soportar la agonía de levantarse de la cama sin provocación. Cuando por fin se aventuró a salir al vestíbulo, caminaba con gran dificultad y usaba una muleta. Media hora después de que mandara a Richard a trabajar con él, David estaba literalmente bailando en el vestíbulo, sin cojera ni dolor. Sin ánimo de exagerar, quedé sumamente impresionado. Mandé a Richard a tratar otra paciente, Edith, que en aquel momento padecía una fuerte jaqueca. Una vez más, a los treinta minutos, el dolor había desaparecido. Lo mismo ocurrió con otros dos pacientes. A pesar de que los síndromes dolorosos de dichos pacientes no desaparecieron permanentemente con una sola sesión, cuando la técnica de Richard se utilizaba juntamente con otras terapias producía buenos resultado, que atribuí principalmente a los efectos de la terapia SHEN.

Le pedí a Richard que nos enseñara la aplicación de dicha terapia, a fin de separar la técnica de la persona que la practicara. Los resultados que hemos obtenido han sido semejantes a los de Richard y hemos integrado su uso con el de otros enfoques. Una explicación muy simple de la terapia SHEN se basa en un flujo de energía o modelo «flex». Como saben los chamanes desde hace muchos siglos, en el cuerpo hay distintas corrientes de energía que influyen en nuestra salud. Los sucesos físicos y emocionales pueden interrumpir y perturbar dichos flujos, y son las perturbaciones crónicas las que conducen finalmente a la enfermedad. El método de Richard consistía en palpar el cuerpo de un modo determinado, a fin de dirigir los flujos de energía hacia sus canales apropiados.

Tal como nos lo describió Richard, los flujos más evidentes circulan por los brazos y dan la vuelta al cuerpo, describiendo círculos que cruzan la médula espinal. Un flujo suele ir de la palma izquierda a la derecha. Otro empieza en el pie derecho, asciende por el costado derecho del cuerpo, pasa por encima de la cabeza y desciende por el costado izquierdo hasta el pie izquierdo. Otro flujo común es el que sube por la médula espinal hasta la parte superior de la cabeza y posiblemente desciende describiendo círculos. Los chakras descritos en el yoga son también centros de flujo de energía, pero para mayor información es aconsejable leer el libro de Richard.

Otro ejemplo de la eficacia de la terapia SHEN es el caso de Frank y María. Frank ingresó en la sala ortopédica del hospital debido a su intenso dolor de espalda y se me pidió que le visitara. En el momento de entrar en su habitación, supe que Frank estaba gravemente enfermo. En realidad, hacía un año que se le había diagnosticado un cáncer y los síntomas de su dolor de espalda tenían características confusas. Recluté a su esposa, María, como coterapeuta y le enseñé algunos flujos SHEN por la espalda y piernas. El diagnóstico médico indicaba que el cáncer se había extendido a la columna vertebral y que parte de sus vértebras se habían deteriorado, lo que explicaba el dolor de su espalda. Se le comunicó a la familia que con toda probabilidad no regresaría a su casa y que era conveniente que se prepararan para el fin.

Yo le visitaba todos los días. María me formulaba algunas preguntas y me contaba sus mejoras al facilitarle una reducción de su dolor. Se contrató una enfermera particular y María le enseñó lo que sabía. María no se mostró jamás excesivamente optimista, ni se engañó en cuanto al estado de su esposo, pero su amor por él y la dedicación con que procuraba disminuir su dolor eran evidentes. Al cabo de tres semanas, a Frank se le dio de alta en el hospital. El tumor de la columna vertebral se había disuelto y las vértebras habían comenzado a rehacerse. Sería poco afirmar que el personal de la sala quedó sumamente impresionado.

La cámara de aislamiento

Uno de los ritos más comunes en muchas culturas incluye un período durante el cual se aísla al individuo de la comunidad, a fin de que se enfrente a su propia esencia. Por ejemplo, el aislamiento puede tener lugar en una cámara termal o en un viaje, pero la experiencia clásica chamánica consiste en enfrentarse a lo desconocido solo en la selva, totalmente aislado. La versión moderna del aislamiento completo sería la cámara de privación sensorial, conocida como tanque de flotación.

La mayoría de nuestros pacientes encuentra que la cámara de aislamiento es un ambiente que facilita la liberación y el cambio emocional. También hay pacientes que tienen miedo de la oscuridad, de estar encerrados y de perder el control.

Estos miedos deben ser respetados. Durante la mayor parte del tiempo de aislamiento, se usa un sensor de biorretroacción para tener constancia de los cambios fisiológicos, pero su valor primordial es el de facilitar viajes de imaginería y autoexpansión.

Por ejemplo, cuando trabajaba en una oficina, a una paciente llamada Virginia se le cayó un armario sobre el pecho, causándole fractura de varias costillas y separación del esternón. Después de un año, tenía todavía un fuerte dolor en el pecho y, como alternativa a otras intervenciones quirúrgicas y medicación, se la mandó a la clínica del dolor. Describió su primera experiencia en la cámara de aislamiento como relajante e introspectiva, con respecto a la imaginería para el control del dolor. En una ocasión Virginia pasó la noche entera en la cámara de aislamiento y al día siguiente había experimentado una transformación. Dijo que había juntado las manos como para rezar y que había sentido un calor que le había comenzado a llenar todó el cuerpo. Había tenido visiones de toda su vida y, de pronto, había comenzado un nuevo día. Su dolor no había desaparecido, pero comentó que ya no tenía ninguna importancia en la misión de su vida. El dolor era simplemente insignificante, en su amplia relación con el mundo.

El tiempo es un elemento subjetivo que divide dos acontecimientos. En la cámara de aislamiento, donde no es fácil distinguir un suceso de otro, el tiempo no tiene la misma realidad que antes y parece detenerse. Sin el marco habitual en el que juzgar la intrusión de dolor mental o físico, las relaciones pueden disociarse del orden subjetivo en que las emplazamos. Desprovistas del pegamento emocional que las sujeta, puede emerger claramente un orden más natural y universal, que facilite una percepción más global.

Al formar parte de un hospital general, con frecuencia consultamos y tratamos a pacientes de otras unidades. Una de nuestras fuentes regulares es la unidad de psiquiatría, y una de las modalidades de tratamiento predilectas para pacientes depresivos y esquizofrénicos es la cámara de aislamiento, debido, probablemente, a razones diversas. El aislamiento le permite al depresivo resolver conflictos en otra esfera de la realidad, sin tener que esforzarse por verbalizar y racionalizar. El esquizofrénico puede reducir el flujo abrumador de estímulos y relajarse en un lugar seguro. Nadie ha tenido jamás una experiencia negativa. Así pues, he aprendido que en muchos sentidos la sabiduría de los ritos chamánicos es apropiada en todas las épocas.

La música y el canto

La música ha sido terapéutica para la humanidad desde el principio de la historia. Todas las culturas parecen reconocer el impacto de su mensaje, ya sea en forma de marcha victoriosa, de nana para tranquilizar a un niño, o de himno en un servicio religioso. Una posible teoría de reacción psicofisiológica podría describirse en términos de un conducto entre el lado derecho y el izquierdo del cerebro, que detona un mecanismo de liberación de serotonina. Otra teoría podría basarse en las asociaciones tempranas con configuraciones musicales, lo que produciría un aprendizaje conductista desde una edad temprana.

En asociación con el programa de terapia musical de la Southern Methodist University, hemos investigado los componentes musicales que afectan los parámetros dolorosos y he llegado a ciertas conclusiones. Primordialmente, el efecto de ciertos tipos de música depende de las preferencias, expectativas, humor y cultura del individuo. Por ejemplo, en pruebas con diferentes tipos de música para niños, como técnica para el control del dolor, en la unidad pediátrica de oncología, mientras se practicaban aspiraciones medulares y punciones lumbares descubrimos que la música preferida era la de Michael Jackson, incluso comparada con la música meditativa que utilizamos en biorretroacción. En la clínica del dolor nos encontramos con otras variaciones de preferencias y evaluamos sistemáticamente el tipo de música que mejor se presta a la actividad deseada para cada paciente determinado. Les compramos magnetófonos portátiles a los pacientes para que puedan utilizarlos mientras hacen ejercicio, se relajan, o duermen. Las selecciones son eminentemente individualistas.

Lo que parece ser consistente es el efecto positivo del tarareo y los sonsonetes en grupo. A los adultos les produce mucha angustia el cantar, pero en la «terapia» de grupo se les alienta a tararear una nota o una melodía, mientras se concentran ya sea en una imagen o en una parte del cuerpo. La energía y coherencia del grupo son increíbles. A menudo algún paciente echa a cantar y en otras ocasiones hay quien llora de emoción. Con frecuencia se expresan inesperadamente confesiones verbales de amor y filosóficas.

Un caso concreto fue el de Steve, que estaba tarareando con el resto del grupo, cuando de pronto comenzó a cantar una antigua canción espiritual. Otros se unieron a él y durante el resto de la sesión, Steve llevó la voz cantante. Después de la reunión, Steve confesó que no había sido consciente de su conducta, sino que vivía su propia realidad, en otro lugar y momento. Lejos de sentir miedo, expresó su gratitud al grupo por aquella experiencia, que le había permitido trasladarse a un reino espiritual y más cerca de Dios.

En lugar de intentar encontrar una canción que todo el mundo conozca para poderla cantar juntos, intento que jamás ha tenido mucho éxito, solemos empezar tarareando distintas notas y relajándonos. Resulta muy productivo pasar una hora entera simplemente tarareando. Todo el mundo se siente vivificado y, con frecuencia, se da una experiencia sumamente positiva, como la mencionada anteriormente. Sin embargo, cantando se agrega una dimensión adicional: la de concentrarse en un tema contextual común. He aquí algunos ejemplos de cantos:

«Cada día me siento mejor.» «Soy un todo.» «Soy uno con el universo.»

Cantar y tararear ayudan en los casos de depresión, probablemente en mayor grado que cualquier otro enfoque. Existen muchas razones para estos provechosos resultados. En primer lugar, el hecho de cantar le ayuda al individuo a aumentar y distribuir el contenido de oxígeno por todo el cuerpo. La investigación ha demostrado que el ejercicio es uno de los mejores remedios contra la depresión, debido a los cambios que provoca en los neurotransmisores, y cantar es una forma de hacer ejercicio.

A un nivel más subjetivo, he descubierto que los pacientes reconocen dentro de sí mismos sentimientos de afecto y trascendencia, estimulados por recuerdos. Ocasionalmente, dichos «recuerdos» parecen pertenecer a otra época. Su naturaleza es sin excepción positiva y se generaliza fácilmente entre el resto del grupo. Se forman vínculos de amistad que perduran muchos años. Recibo un promedio de dos llamadas mensuales de pacientes que abandonaron el tratamiento hace más de diez años y todavía recuerdan los cantos en grupo como las experiencias más significativas de su vida.

La pertinencia del enfoque chamánico

El problema con la utilización de palabras para describir los resultados de nuestros enfoques chamánicos en el control del dolor, como acabo de intentarlo, es que las palabras son limitadas. Si dos personas no tienen experiencias semejantes, puede que las palabras que utilicen para describir ciertos sucesos tengan significados diferentes. Parece sumamente improbable que existan dos personas con las mismas experiencias y, por consiguiente, toda descripción verbal tiene el peligro potencial de transmitir información errónea.

Además, el cuerpo no comprende las palabras. La capacidad lingüística se adquiere muy tarde en la vida, cuando todas las demás habilidades, como el comer y el caminar, están ya firmemente establecidas.

Dolor, ya sea físico o psicológico, no es una palabra que tenga el mismo significado para todo el mundo. Es una experiencia. Las palabras pueden ser útiles para aclarar las experiencias, pero el tratamiento propiamente dicho debe operar en un nivel no verbal. Hemos aprendido de nuestros maestros, los chamanes, y hemos hallado la sabiduría del silencio y ejercitado el don de escuchar.

Evidentemente, no todos los pacientes están dispuestos a escuchar. Tampoco están todos dispuestos a sanar, puesto que la transformación supone un coste. Puede también haber costes para los terapeutas, en forma de denuncias y reclamaciones judiciales. A menudo existen costes en términos de papeles inapropiados en el seno de la familia, que hay que abandonar en pro de la transformación. Y, sobre todo, está el coste de abandonar y someter una relación contraproducente con la naturaleza, que se puede haber poseído y valorado desde la infancia. Todos estos costes están impregnados del miedo a perder. Lo asombroso es que la mayoría de nuestros pacientes acaben por elegir la transformación, incluso teniendo en cuenta que, por definición, todos ellos están condenados potencialmente al fracaso.

Estoy convencido de que muchos medicamentos actúan contra la transformación. La medicación, en mi experiencia, confunde al paciente sobre su dolor, especialmente en cuanto a su significado, o adormece la capacidad de percepción espiritual, dejando al paciente sin energía para la transformación. Creo que esto también es cierto para las «drogas recreativas». Los pacientes adictos al alcohol o a otras substancias químicas parecen tener mayor dificultad con estos conceptos. Tal vez ciertas drogas puedan ser útiles en un contexto espiritual, pero dados sus peligros potenciales y sus efectos secundarios, así como el hecho de que carezco de experiencia o de recursos para explorar dicho camino, he enfocado la transformación espiritual en el contexto de la clínica del dolor a través de los métodos chamánicos mencionados.

Estas prácticas chamánicas nos han ayudado consistentemente a nosotros y a nuestros pacientes. Hemos contribuido al chamanismo en el sentido de que le estamos demostrando a la medicina moderna la eficacia de estos enfoques. Sí, la magia puede tener lugar incluso en la ciencia moderna, en la esterilidad controlada de un hospital. Sin embargo, más importante es que la espiritualidad puede considerarse una vez más como variable fundamental en el proceso de curación.

Etica huna

La ética de huna

Ó SERGE KAHILI KING

Traducción: Eugenia Lerner

De vez en cuando se me pregunta por el lado ético de Huna porque a primera vista los Principios parecen ser amorales. Esto es, algunas personas se inquietan porque en ellos no parece haber ninguna pauta clara de conducta, ningún debería o tendría.

Sin embargo, como es propio del “conocimiento oculto,” la ética está implícita en los Principios. Si los sigues lógicamente, no puedes evitar ser ético. Examinémoslos uno a uno bajo esa luz.

Si aceptas que el mundo es lo que piensas que es, consciente y subconscientemente, entonces sólo tiene sentido trabajar para cambiar tus creencias para mejor, en orden de tener una vida mejor. Después de todo, en realidad estamos hablando de tu experiencia subjetiva del mundo y no de un mundo objetivo imaginado. Te agrade o no, la realidad subjetiva es todo lo que vas a tener. Una fascinante implicancia de esto es que tu misma experiencia subjetiva te dirá, claramente, cuán bien lo estás haciendo en el campo del pensamiento. La vida será buena al grado de que tu pensar sea bueno. No puedes esconderte de tus creencias.

Si no hay límites, entonces el universo es infinito. A algunos científicos les gusta especular acerca de universos múltiples e incluso infinitos múltiples, pero están simplemente jugando con las palabras. “Universo” significa toda la cosa, e “infinito” quiere decir, bueno, infinito. La idea de un universo infinito implica que todo está en todas partes y en todo momento, lo que implica que cada parte de él es infinita. Y eso implica que tu lo eres, también. Lo que finalmente implica que tu estás siempre encontrándote a ti mismo, de una forma u otra. De manera que tiene sentido ser amable con tu vecino, porque tu vecino eres tu.

Decir que la energía fluye donde va la atención implica que el efecto de sostener la atención, consciente o subconsciente, es el de dar poder al objeto de atención. Mora en la enfermedad y la enfermedad aumentará en tu vida; mora en la felicidad y serás más feliz; enfoca en la carencia y la carencia será más evidente; enfoca en la abundancia y la abundancia abundará. Por supuesto, si tu foco es mixto, obtendrás resultados mixtos. No se necesita mucha sagacidad para deducir que se gana al prestar atención a tu atención.

Si ahora es realmente el momento de poder, entonces cada momento es una oportunidad para cambiar tu vida para mejor, que es lo que todo el mundo está tratando de hacer de todos modos. En cualquier momento, desligado de consideraciones acerca del pasado o del futuro, el cambio puede ocurrir instantáneamente. La cosa más interesante en relación a esto es que cuando la mente o el cuerpo tienen semejante oportunidad, automáticamente se mueven hacia la paz y la felicidad, como si la ética ya estuviera construida en ellos.

Si defines el amor como la conducta de ser feliz con algo o con alguien, entonces si quieres ser feliz, hay algo práctico para hacer: aumentar tu amor. Los sabios antiguos que desarrollaron estas ideas notaron el hecho curioso de que la felicidad aumenta al aumentar la felicidad, lo que quiere decir que tienes que continuar extendiéndola a tu alrededor para que continúe existiendo. Este tipo de felicidad no implica un tipo de felicidad frívola, descuidada o de ‘bandita’ positiva. La palabra “aloha” amor, de la que el principio deriva, también incluye los conceptos de misericordia, compasión, gracia, caridad, y todas las otras cosas buenas que vienen bajo el nombre de amor (no incluye ninguna de las cosas malas). Mientras practicas el amor, aumentas el amor y la felicidad en todos los involucrados.

Si todo el poder viene de nuestro interior, una idea que se desprende lógicamente del segundo principio, entonces todo tiene la misma fuente de poder. La diferencia radica en el modo y la habilidad con las que se lo emplea. Sin embargo, hay un aspecto del poder que es frecuentemente pasado por alto. El poder es la habilidad de usar poder para dar poder. El poder hidroeléctrico viene del poder del agua que cae, este poder da poder a máquinas que generan electricidad. El poder político viene del poder de una sociedad que da poder a individuos para dar órdenes o legislar. El poder no tiene un único comienzo o final o fuente. Constantemente está cambiando de foco. A medida que más gente tome conciencia de su poder para dar poder, más gente le dará a esto naturalmente una consideración más cuidadosa.

Si la efectividad es utilizada como medida de la verdad, cosa que es usual en nuestra vida diaria en algunas áreas pero no en otras, entonces la retroalimentación que nos brinda nuestra experiencia nos guiará fácilmente hacia un comportamiento más efectivo. Esta idea está basada en una palabra hawaiiana, “pono,” un concepto que se refiere a la bondad, la rectitud, o la adecuación. Tal como se usó en la cultura antigua significa el mayor bien para el mayor número, no en base a definiciones dadas por reglas arbitrarias, sino tomando en consideración la experiencia real de éxito, prosperidad, salud y felicidad. En este sentido, entonces, la verdad de tus acciones será demostrada por sus resultados, tal como ellos son experimentados por todos los involucrados.

En la historia de la ética, según la  Enciclopedia de Funk y Wagnalls, “existen tres criterios principales de conducta, cada uno de los cuales ha sido propuesto como el mayor bien: felicidad o placer; deber, virtud, u obligación; y perfección, el desarrollo más completo y armonioso del potencial humano”. La ética Huna incluye a los tres.

* Huna es la filosofía “secreta” de la Polinesia. La misma se basa, entre otras cosas, en 7 Principios.

chamanismo curativo

Al chamanismo se le identifica con lo que es la curación, porque normalmente se ha orientado y se ha explicado de esa manera. Chamán es el que cura problemas, normalmente de tipo físico, con hierbas, con rezos, con cantos. En la selva hay muchos chamanes que a través de sus rezos y de sus cantos ayudan a sanar la enfermedad física de las personas que ante él acuden. Sin embargo eso no es el chamanismo esencial.

El chamanismo antiguamente fue practicado por una élite sacerdotal y lo que conocemos como chamanismo, sobre todo en Perú, después de quinientos años, no es el chamanismo auténtico, porque este chamanismo está desprovisto, de lo que es el trabajo de autodescubrimiento. Podríamos decir que el chamanismo que se practica ahora es como la medicina oficial, donde el paciente va al médico para que le solucione el problema y el doctor intenta solucionarle su afección a través de unas sustancias químicas sin llegar a la esencia de la enfermedad.

Nosotros nos hemos desarrollado, sobre todo en el área de la tecnología, sin embargo, habiendo médicos ocupados en la sanación del cuerpo físico, no existe hasta estos momentos lo que podríamos llamar una panacea. Unas fórmulas que nos ayuden realmente a sanar. Y parece curioso que mientras más pasa el tiempo y más pasan los años en nuestra vida, más deteriorados estamos y se deteriora rápidamente nuestro organismo por la calidad de vida, nuestra alimentación, nuestros hábitos. Algunos beben mucho alcohol, otros fuman, otros tienen un mal uso de la sexualidad, otros respiran un aire contaminado, otros contaminan su mente, sus emociones, sus palabras. Todas estas acciones o consecuencias que están en el ambiente aceleran obviamente nuestro proceso hacia la enfermedad.

En el trabajo del autodescubrimiento debemos saber que el hombre, de acuerdo a la concepción Andina, tiene tres niveles, para poder tener la oportunidad de descubrirse: el primer nivel que se llama Hanan Pacha o un mundo espiritual; el segundo nivel o Cay Pacha, el mundo del aquí y ahora, de los pensamientos y los actos volitivos de la vida diaria; y un tercer nivel, el Ucu Pacha, que es el nivel denso, el nivel del Ego.

Entender y conocer esto es muy importante en la visión chamánica. El chamán sabe que existen esos tres mundos, externamente y también internamente.

El chamán moderno, se quedo en el mundo del Cay Pacha, es decir, el mundo del aquí y del ahora, de los problemas cotidianos y de los problemas físicos, pero no aborda el tema de fondo. Se quedó en el Cay Pacha. Tampoco tiene un gran conocimiento de lo que es el mundo del Hanan Pacha o mundo espiritual .

Cuando uno entra a estudiar y a trabajar con el chamanismo, nos da una visión que nos permite el conocimiento de otro tipo de energía. Percibir el aura, por ejemplo, ya no es una cuestión extraordinaria sino más bien ordinaria cuando se está trabajando con el chamanismo. Ocurre como con la sociedad tibetana donde se habla tranquila y alegremente sobre cuestiones de reencarnación. Es algo cultural. Y en chamanismo también es algo cultural hablar de las energías. Las energías que curan, las energías que enferman. Pero otra cosa distinta dentro de lo que es el contexto chamánico es el Espíritu y los diferentes niveles espirituales. Otra cosa también es el abordaje que se hace a los diferentes elementos o departamentos de nuestro subconsciente para descubrir al Ego. Entonces esto es lo que ya no existe en el chamanismo moderno, ya no existe la parte superior de la espiritualidad.

El chamanismo esencial va mucho mas allá de lo que es una acción de sanar, de curar el cuerpo físico. Podría decir sin temor a equivocarme, por ejemplo, que el príncipe Gautama Sakyamuni, el Buda, era un chamán. Su labor la enfocó realmente a lo que es el autodescubrimiento. El propio Jesús, el Cristo, su actitud, su trabajo, era eminentemente chamánico. El trabajo, la obra que le enseña Krishna a Arjuna es chamánico también. El trabajo del propio Krishnamurti, también es un trabajo chamánico en el sentido de que es un camino que nos permite lo que es el autodescubrimiento.

La espiritualidad no solo está ligada a la idea del Espíritu, a la propia palabra del Espíritu, ni tampoco a la adquisición de ciertas facultades para percibir la energía o tener cierta intuición ante ciertos eventos. Podríamos decir que eso son los rudimentos de lo que podría ser una espiritualidad exitosa en la vida del hombre. Entonces, es en el chamanismo esencial donde nosotros podemos encontrarnos a nosotros mismos.

Ante el Dalai Lama, una vez denunciamos y ante la comunidad internacional, que en el budismo se presentan muchos monjes budistas con altos grados como los Tulkus o los Rimpoches y no todos son Tulkus o Rimpoches, o en todo caso hay muchos niveles. Los más importantes Rimpoches y Tulkus -maestros de la tradición tibetana-, son muy pocos. Y contados con los dedos de la mano todavía sobrarían dedos.

El propio Dalai Lama ha dicho: Bueno está bien la liturgia, está bien el ritual, pero no olvides el trabajo interno que está pendiente por realizar . El trabajo interno en el budismo está orientado a lo que es el conocimiento de Mara (Mara es el Ego) y el desarrollo del Bodhichitta (el desarrollo de un conocimiento compasivo). Esa es la esencia del Budismo y también es la esencia del chamanismo. Esto me parece una audaz aclaración de lo que es en verdad el trabajo interno.

Los chamanes y los maestros trabajan en realidad mucho por el tema psicológico, por el tema de la meditación y también existe el tema ritual y litúrgico.
El tema del ser humano es un tema de energía y la energía se la come el Ego. Cuando el Ego no es estudiado de una manera analítica desde el Espíritu, entonces nuestro anhelo espiritual, como dice Herman Hesse, será simplemente un ideal antropológico y no un ideal posible de ser cristalizado y materializado en nuestra vida diaria.

Entonces, el trabajo del chamanismo esencial no es simplemente para tener la anécdota de haber estado allí. No, la orientación que personalmente tengo y que los maestros con los que trabajo me dan, es precisamente que nosotros tengamos una percepción acerca de nuestro trabajo espiritual y acerca de aquello que nos resta energía y que nos corta las fuerzas necesarias en la investigación y el conocimiento de esa otra parte de nuestro universo que no hemos conocido; para que de manera conciente y sistemática hagamos de nuestro trabajo espiritual, nuestro propósito fundamental.

Creo que todos estamos viviendo una época fantástica, en la que la sicología está uniéndose con el aspecto espiritual. Actualmente estoy trabajando con Stanislav Grof en una certificación en Sicología Transpersonal y en Respiración Holotrópica y realmente hay un equipo interesante de trabajo que hace que sea muy positivo asistir a un curso de está naturaleza, en el que se incluye la meditación, por ejemplo. Claro que es un poco difícil para los profesionales, sicólogos o siquiatras que van a una certificación y de pronto se encuentran con una práctica de relajación o de meditación o con que se haga un altar colectivo. Todas estas cosas chocan y yo lo entiendo, porque está parte espiritual ha sido cercenada y al ser cercenado todo esto, se relaciona con la religión, y como de alguna forma nuestra mente está divorciada de la religión, no quiere saber nada de altares, ni meditaciones, ni campanas, ni historias de estas. Sin embargo, he visto entre los profesionales y terapeutas que ya entran a ese nivel y que ya meditan, que su comprensión de la meditación y del trabajo sicológico, unido a la espiritualidad, obviamente es muy amplia y es diferente.

En lo personal me alegro mucho que así esté sucediendo, porque es la única forma de ir abriéndose paso dentro de lo que es el mal del hombre que origina el Ego.

Nuestro trabajo es un trabajo espiritual, y desde el Espíritu vamos al alma y desde el alma vamos a la psiquis. No desde nuestra psiquis vamos yendo al alma. Definimos con claridad, y está definición viene precisamente, no sólo de los estudios que yo puedo haber cursado, sino del maestro que me guía y que es El Águila Dorada. Y me dice que el hombre es cuerpo, es alma y es Espíritu.
Hay un cuarto elemento más que no debemos olvidar y que normalmente se ha olvidado en las tradiciones y consiste precisamente en que ese Espíritu, que aún no tiene poder para expresarse en su totalidad necesita volver a las fuentes es decir al Gran Espíritu, al Gran Océano de la Vida, al Gran Fuego Cósmico, al Fuego Mayor porque nuestro Espíritu es una chispa ígnea del Fuego Mayor.

Pero está chispa ígnea al estar tanto tiempo, tantos siglos, tantos milenios apartada del Fuego Mayor, ha perdido fuerza y cuando yo hablo de la enfermedad del Espíritu, hablo precisamente de que nuestro Espíritu ya no tiene la destreza ni la capacidad de volver a la fuente, a la planta de energía y desde esa planta de energía regresar renovado para que nosotros continuemos aquí realizando un trabajo más fecundo en la labor del Espíritu, en el alma y en este vaso de alabastro o vaso de expresión, que es el cuerpo.

Este es otro punto que están notando los maestros y que seguirán notando con más vehemencia cada vez, porque no es suficiente decir que en nuestro interior está el Espíritu de Dios, si no que nuestro Espíritu, hoy por hoy, necesita fundirse con el Gran Espíritu; porque en esa unión del Espíritu con El Gran Espíritu es como nosotros vamos a adquirir otro tipo de fuerza, otro tipo de liberación de Energía para nuestro trabajo interior.

Esto, sin duda, es una técnica antiquísima, es una enseñanza antigua y está íntimamente ligada a lo que es la unión y la fusión de nuestro Espíritu Individual con el Espíritu Cósmico. Nuestro Espíritu individual se renueva, se actualiza, cobra fuerza y entonces tiene más poder para actuar y poder ganar más terreno en el alma, en nuestra mente, en nuestras emociones, en nuestras palabras y acciones; y por tanto, genera también una sana vibración en nuestro cuerpo físico, por tanto, si bien es cierto que hoy ya muchos estamos aceptando que Dios está en nuestro interior, necesitamos ahora una segunda etapa, necesitamos experimentar ese Dios Interior; y después viene la tercera etapa, unir nuestro Dios Interior con ese Gran Dios Cósmico, para poder volver a experimentar esa sana y agradable sensación que es gozar de una tranquilidad y de un amor y de una paz constantes para renovar nuestros propósitos en el trabajo Espiritual.

La Imaginación y el Uso de los Símbolos

Libro: Verdades Secretas expuestas a la evidencia
Autor: Elémire Zolla
Capitulo: Los Usos de la Imaginación

La Imaginación y el Uso de los Símbolos
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En ciertas tribus casi extinguidas, sobre todo de la América
septentrional, todos estaban ocupados primordialmente por los
sueños. Fin esencial de la vida era el ensueño iniciático, en el
cual se llegaba a ver al guardián, el arquetipo de la propia
existencia. Ninguna otra cosa contaba. Después de la suma
experiencia onírica, obtenida a veces a costa de ascesis,
sufrimientos, invocaciones, la imaginación permanecía centrada en la
figura revelada de lo alto. El hombre se convertía en el animal, la
nube o el trueno de su revelación privada. Era su arma, que debía
tallar en la madera, clavar en la proa de la barca o sobre el
fastigio de su casa, tatuar sobre el cuerpo, grabar sobre el
prendedor o sobre el anillo, hacer descollar sobre el casco; se
elevaba su himno marchando hacia la batalla, esperando la muerte.
Fantasear habría sido inimaginable. Dúctil y fuerte era la
imaginación, que se flexionaba, como la muñeca del espadachín, y se
convertía en un instrumento de conocimiento, como la yema de los
dedos del médico.

Colmo de la aflicción era una vida sin visiones; entonces no quedaba
más que impetrar a los más afortunados la participación en sus
sueños. Los sabios soñaban para el pueblo entero y disponían sus
sueños en forma de espectáculos; de este acto de caridad tomó su
origen el teatro.

La caballería de Occidente, el ciclo del Grial, muestran ya un mundo
en el cual sólo los ermitaños tienen acceso al mundo de las
revelaciones oníricas. Quien deseaba participar en sus santos sueños
se convertía en caballero andante. Partía en un viaje sin meta
alguna, pero dedicándose en el camino a reparar los entuertos.
Cuando sentía que la búsqueda había completado un ciclo, confiaba su
relato a un ermitaño, quien la interpretaba, lo mismo que un adivino
un sueño: la trataba como un sueño. Cada episodio se convertía en
símbolo.

Sir Thomas Malory ofrece numerosos ejemplos de la transfiguración
simbólica con la cual los ermitaños transformaban las contrariedades
del caballero en sueños teofánicos. Si el caballero se había topado
con un castillo de malvados y liberado a sus pobres prisioneras, el
ermitaño lo interpretaba como símbolo del descenso a los infiernos o
de la bajada de Cristo al limbo para liberar a los patriarcas del
lazo de la muerte. Recordando, imaginando de nuevo sus gestas a esta
luz, el caballero sentía, se volvía, divino.

Ha desaparecido la idea de una vida simbólica, semejante a un tapiz
tejido por fuerzas invisibles, en la cual uno se mueve olfateando
significados en las coincidencias, percibiendo premoniciones y
enseñanzas en los acontecimientos cotidianos. Sin embargo, de cuando
en cuando, la gran poesía atiza de nuevo la llama, redescubre el
pathos de una vida inspirada, de ensueño.

El ápice de una experiencia así se alcanza cuando un hombre se
libera de sí mismo hasta el punto de convertir cuerpo y alma en
puros materiales de una representación simbólica. ¿Cómo explicar hoy
que algunos, de vuelta de una experiencia de total extinción,
pudieran incluso decidir usar su vida, con la cual no estaban ya
identificados, para poner en escena un espectáculo caritativo, para
ofrecer un mito de salvación?

El Salvador es aquel que hace de su vida una representación sacra,
cuyo fin no es dispensar riquezas, prosperidad o alivio del
sufrimiento, sino enseñar el arte de la liberación. Pero un hombre
que esté muerto en vida puede usar el cuerpo y el alma incluso para
una meta menor. Un ejemplo impresionante de esta concepción, en las
Escrituras que fueron de Occidente, es el profeta Oseas. “Cuando el
Señór comenzó a hablar a Oseas, el Señor dijo: ‘Ve y tómate una
mujer dada a la prostitución y engendra prole de prostitución, pues
la tierra se prostituye traicionado al Señor'”. Oseas se consagra a
personificar la alegoría, desposa a una prostituta y la charada
llega al ápice sarcástico y deliberado del horror cuando Oseas
recibe de Dios otra instrucción: ‘Ve y ama a la mujer que, aunque
amada por su marido, es adúltera, como Dios ama a los hijos de
Israel y ellos se vuelven a dioses extranjeros’. Todo se realiza
como en sueños, sólo “para que las profecías se cumplan”.

Empresa pedagógica casi imposible sería explicar a mentes
occidentales u occidentalizadas cómo, desde una altura espiritual,
la vida se convierte de cualquier modo en un sueño dentro de un
sueño. Sabiendo que todo, incluida la percepción, es fruto de
sueños, se deja de buscar la verdad en sus formulaciones o en sus
símbolos.

Las cosmogonías, las vidas de salvadores y profetas, las tradiciones
sagradas que atraviesan los siglos, las guerras santas, los cultivos
rituales del suelo, las cazas sagradas, los amores simbólicos, los
comercios y las artes transfiguradas se convierten, no en verdad,
sino en instrumentos para comprender la verdad. Son historias en las
cuales conviene invertir imaginación, poner de nuevo fe en el fin de
la liberación.

La verdad es el fin de la historia sagrada, lo mismo que la victoria
es el fin de la espada. La historia sagrada en sí misma es un
ensueño, pero un ensueño más próximo a la verdad que el de la vida
cotidiana, aunque esté certificada en los anales públicos, visada
por el sello de tres o más testigos, que cualquier buen abogado
sabría poner en duda con los viejos trucos de su oficio.

No sólo los santos, sino también los sabios según el mundo lanzan
historias no para contar lo que de hecho ocurrió, sino en vista de
lo que le puede acontecer al alma una vez que se vea enredada en las
implicaciones, en las sugerencias ocultas de la historia.

El sentido de una historia, para hombres prácticos como los santos o
los expertos en arrojar encantamientos sobre la sociedad, no estriba
en su conformidad con los hechos, sino en las evocaciones que
suscita dentro del cuerpo sutil, soñante, de los hombres.

Hoy en día, las historias sagradas y anagógicas son rechazadas como
inverificables por la misma gente que cotidianamente se deja burlar
por los fabricantes de imágenes políticas, por los productores de
publicidad. Quien desdeña la historia sagrada está subyugado por las
quimeras predigeridas que las pantallas le escupen continuamente en
la mente inerte, y llama realidad concreta a las quimeras que
inconscientemente absorbe y proyecta a su vez sobre el mundo
exterior. Respecto a la verdad, alguien así tampoco podrá desear
nunca saber algo, puesto que ignora el mundo de la imaginación
verdadera.

La imaginación anagógica es hoy ignota; sin embargo, todo está
enraizado en la imaginación. Quien no sepa usar las imágenes según
anagogía estará a merced de quien se las fabrica, será un fantoche
en manos del titiritero.

Entrevista sobre misticismo

Entrevista sobre misticismo

(La Vanguardia, 5-7-2003)

ALOIS M. HAAS, MÁXIMO EXPERTO MUNDIAL EN LITERATURA MÍSTICA
“La ciencia habla ya el lenguaje de la mística”

Tengo 69 años, nací en Zurich (Suiza) y ahí vivo. Soy profesor
emérito de Literatura Alemana en la Universidad de Zurich. Me he
casado dos veces y no tengo hijos. Soy un liberal social en tanto que
cristiano católico. Mi pasión es la literatura mística y las
experiencias de los místicos. En la mística está el futuro del
catolicismo

VÍCTOR–M. AMELA -Qué es un místico?

Alguien que, más allá de los dogmas de una religión reglada, se sume
en el entendimiento del todo, en la unión con Dios, pero sin por ello
abandonar la vida activa.

–¿Contemplación y acción a la vez?

Sí. Así ha sido en los místicos cristianos europeos a partir del
siglo XIV: Nicolás de Cusa, Benito de Nursia, santa Teresa de Ávila,
san Juan de la Cruz, fray Luis de León, maestro Eckhart, san
Francisco de Asís, Catalina de Siena, Raimon Llull…

–¿Y Bush? ¿Es un místico?

¡No! Qué barbaridad. ¡Nada más alejado de un místico que Bush!

–¿Por qué? Diríase iluminado…

No: está encadenado a la letra de los textos bíblicos. Es
literalista, es un fundamentalista. El místico jamás es
fundamentalista. El místico tiene un inmenso corazón. Bush, en
cambio, está poseído por el profetismo y por el maniqueísmo, es
decir, por una creencia tajante en el bien y el mal.

–¿No ve el bien y el mal, el místico?

Para el místico, bien y mal se entrelazan. Tiene un pensamiento
relativista: si un grupo de ciegos palpa un elefante, a uno le
parecerá una columna (palpa una pata), a otro una cuerda (palpa la
cola), a otro el hocico de un perro (palpa la trompa)…

–Conozco ese bello cuento…

Es un cuento de la tradición mística.

–Somos como esos ciegos, ¿no?

Esa es la enseñanza: hay más de lo que podemos palpar, de lo que
vemos. Y el ser humano es su parte visible, sí, pero también la
invisible. Hay un abismo dentro… Y Dios es un abismo. Son abismos
que confluyen.

–¿De qué me sirve eso en pleno siglo XXI?

Es la base de toda paz: si cada hombre es un abismo y ese abismo es
Dios mismo… el otro es también Dios. El otro estaba antes que yo y
después de mí: el otro es prioritario.

–¿Se puede ser místico en el siglo XXI?

Claro. El porvenir del catolicismo está en la experiencia mística o
no tendrá porvenir.

–Y si quiero acudir a los maestros clásicos de la mística, ¿a quiénes
debo acudir?

La literatura mística viene de muy lejos: de Clemente de Alejandría
(siglo I), Orígenes (siglo II), Dionisio Areopagita (siglo I)…
Dionisio fue un monje sirio que escribía en griego: sus escritos
legaron al cristianismo la tradición mistérica griega. “Mística” es
palabra griega: significa “misterio”, “secreto”.

–¿Qué me enseña Dionisio Areopagita?

Que Dios es inefable, que no puede ser definido, que es a la vez una
cosa y su contraria, que supera las contradicciones…

–Suena a misterioso, desde luego…

Verá: la mística rehúye describir a Dios. Habla de la unidad del
hombre con Dios, pero sin saber decir exactamente qué es Dios,

–Eso se me antoja muy contemporáneo…

Vea lo que ya en el siglo V dijo san Agustín acerca de Dios: “Si lo
comprendes… es que estás equivocándote”.

–¡Todo un antídoto contra mesianismos!

Hay una vía positiva de acercamiento a Dios (lo que Dios “es”) y una
negativa (lo que “no es”): Dionisio Areopagita funde ambas vías (la
llama vía enfática) y entiende que en Dios se funden las
contradicciones.

–Explíquemelo mejor, por favor.

Los griegos hablaban de sus dioses casi como de semejantes, de algo
muy cercano, tanto… que no se entiende bien, no hay distancia. Por
ello Dionisio decide buscar lo contrario: distancia. Así, si Dios es
luz, él se lo representa como un gusano: “Dios es un gusano”, clama
Dionisio. ¡A mayor distancia entre Dios y su imagen, mejor se
comprende!

–¿Dios es luz y gusano a un tiempo?

O sea: está más allá del juego dual de la contradicción. ¡Por eso la
ciencia más avanzada –la física cuántica– roza ya la mística!

–¿Por qué razón?

¡Concibe energía y materia como lo mismo! La luz es también materia.
Se integra finitud e infinitud, lo máximo y lo mínimo: ¡ese es
exactamente el lenguaje de la mística!

–Un lenguaje de paradojas, veo…

Sí: el discurso místico, su retórica, está basado en las paradojas.
Paradojas aparentes: lo son para la razón, pero no para el intelecto
más allá de la lógica racional.

–A ver, por ejemplo.

“Dios es tiniebla” (Dionisio). “Todo es uno”. “Todo es nada”. “Yo y
Dios somos uno” (Eckart)…

–Parece una especie de budismo.

Sí, pero la meta del budismo es el no ser, la inacción. El místico
cristiano, en cambio, es “cristoforme”: se busca en Cristo y actúa.

–¿Y hay un misticismo islámico o hebreo?

Sí: el sufismo (en el islam) y la cábala (en el judaísmo). Pero la
mística está en tensión siempre con la religión. Está dentro de su
contexto…, pero desbordando sus dogmas.

–¿El caso de Teresa de Ávila, por ejemplo?

Exacto: ella enviaba sus textos al gran inquisidor, dudosa de su
ortodoxia… Porque ella no quería estar fuera de la Iglesia, así
que… ¡o triunfaba o perdía! Y triunfó.

–¿Hay una mística femenina?

De algún modo, sí: la mística masculina tiende a la ascensión, a la
desencarnación; la femenina, a la introspección, a la encarnación, a
lo más físico, corporal. Y solía darse el fenómeno de embarazos
psicológicos…

–¿Ah, sí? Teresa de Ávila sólo levitaba.

Y bien que a ella le fastidiaba eso, pero… ¡se elevaba hasta tres
metros sobre el suelo!

–¿Cree usted en ese fenómeno físico?

No sé explicarlo, ¡pero sucede!

–¿En serio? ¿Le ha pasado a usted?

¡En serio! Pero yo no estoy dotado para tan altas experiencias. ¡Yo
gozo ya lo mío leyendo las bellas experiencias de los místicos!

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