Entrevista sobre misticismo

Entrevista sobre misticismo

(La Vanguardia, 5-7-2003)

ALOIS M. HAAS, MÁXIMO EXPERTO MUNDIAL EN LITERATURA MÍSTICA
“La ciencia habla ya el lenguaje de la mística”

Tengo 69 años, nací en Zurich (Suiza) y ahí vivo. Soy profesor
emérito de Literatura Alemana en la Universidad de Zurich. Me he
casado dos veces y no tengo hijos. Soy un liberal social en tanto que
cristiano católico. Mi pasión es la literatura mística y las
experiencias de los místicos. En la mística está el futuro del
catolicismo

VÍCTOR–M. AMELA -Qué es un místico?

Alguien que, más allá de los dogmas de una religión reglada, se sume
en el entendimiento del todo, en la unión con Dios, pero sin por ello
abandonar la vida activa.

–¿Contemplación y acción a la vez?

Sí. Así ha sido en los místicos cristianos europeos a partir del
siglo XIV: Nicolás de Cusa, Benito de Nursia, santa Teresa de Ávila,
san Juan de la Cruz, fray Luis de León, maestro Eckhart, san
Francisco de Asís, Catalina de Siena, Raimon Llull…

–¿Y Bush? ¿Es un místico?

¡No! Qué barbaridad. ¡Nada más alejado de un místico que Bush!

–¿Por qué? Diríase iluminado…

No: está encadenado a la letra de los textos bíblicos. Es
literalista, es un fundamentalista. El místico jamás es
fundamentalista. El místico tiene un inmenso corazón. Bush, en
cambio, está poseído por el profetismo y por el maniqueísmo, es
decir, por una creencia tajante en el bien y el mal.

–¿No ve el bien y el mal, el místico?

Para el místico, bien y mal se entrelazan. Tiene un pensamiento
relativista: si un grupo de ciegos palpa un elefante, a uno le
parecerá una columna (palpa una pata), a otro una cuerda (palpa la
cola), a otro el hocico de un perro (palpa la trompa)…

–Conozco ese bello cuento…

Es un cuento de la tradición mística.

–Somos como esos ciegos, ¿no?

Esa es la enseñanza: hay más de lo que podemos palpar, de lo que
vemos. Y el ser humano es su parte visible, sí, pero también la
invisible. Hay un abismo dentro… Y Dios es un abismo. Son abismos
que confluyen.

–¿De qué me sirve eso en pleno siglo XXI?

Es la base de toda paz: si cada hombre es un abismo y ese abismo es
Dios mismo… el otro es también Dios. El otro estaba antes que yo y
después de mí: el otro es prioritario.

–¿Se puede ser místico en el siglo XXI?

Claro. El porvenir del catolicismo está en la experiencia mística o
no tendrá porvenir.

–Y si quiero acudir a los maestros clásicos de la mística, ¿a quiénes
debo acudir?

La literatura mística viene de muy lejos: de Clemente de Alejandría
(siglo I), Orígenes (siglo II), Dionisio Areopagita (siglo I)…
Dionisio fue un monje sirio que escribía en griego: sus escritos
legaron al cristianismo la tradición mistérica griega. “Mística” es
palabra griega: significa “misterio”, “secreto”.

–¿Qué me enseña Dionisio Areopagita?

Que Dios es inefable, que no puede ser definido, que es a la vez una
cosa y su contraria, que supera las contradicciones…

–Suena a misterioso, desde luego…

Verá: la mística rehúye describir a Dios. Habla de la unidad del
hombre con Dios, pero sin saber decir exactamente qué es Dios,

–Eso se me antoja muy contemporáneo…

Vea lo que ya en el siglo V dijo san Agustín acerca de Dios: “Si lo
comprendes… es que estás equivocándote”.

–¡Todo un antídoto contra mesianismos!

Hay una vía positiva de acercamiento a Dios (lo que Dios “es”) y una
negativa (lo que “no es”): Dionisio Areopagita funde ambas vías (la
llama vía enfática) y entiende que en Dios se funden las
contradicciones.

–Explíquemelo mejor, por favor.

Los griegos hablaban de sus dioses casi como de semejantes, de algo
muy cercano, tanto… que no se entiende bien, no hay distancia. Por
ello Dionisio decide buscar lo contrario: distancia. Así, si Dios es
luz, él se lo representa como un gusano: “Dios es un gusano”, clama
Dionisio. ¡A mayor distancia entre Dios y su imagen, mejor se
comprende!

–¿Dios es luz y gusano a un tiempo?

O sea: está más allá del juego dual de la contradicción. ¡Por eso la
ciencia más avanzada –la física cuántica– roza ya la mística!

–¿Por qué razón?

¡Concibe energía y materia como lo mismo! La luz es también materia.
Se integra finitud e infinitud, lo máximo y lo mínimo: ¡ese es
exactamente el lenguaje de la mística!

–Un lenguaje de paradojas, veo…

Sí: el discurso místico, su retórica, está basado en las paradojas.
Paradojas aparentes: lo son para la razón, pero no para el intelecto
más allá de la lógica racional.

–A ver, por ejemplo.

“Dios es tiniebla” (Dionisio). “Todo es uno”. “Todo es nada”. “Yo y
Dios somos uno” (Eckart)…

–Parece una especie de budismo.

Sí, pero la meta del budismo es el no ser, la inacción. El místico
cristiano, en cambio, es “cristoforme”: se busca en Cristo y actúa.

–¿Y hay un misticismo islámico o hebreo?

Sí: el sufismo (en el islam) y la cábala (en el judaísmo). Pero la
mística está en tensión siempre con la religión. Está dentro de su
contexto…, pero desbordando sus dogmas.

–¿El caso de Teresa de Ávila, por ejemplo?

Exacto: ella enviaba sus textos al gran inquisidor, dudosa de su
ortodoxia… Porque ella no quería estar fuera de la Iglesia, así
que… ¡o triunfaba o perdía! Y triunfó.

–¿Hay una mística femenina?

De algún modo, sí: la mística masculina tiende a la ascensión, a la
desencarnación; la femenina, a la introspección, a la encarnación, a
lo más físico, corporal. Y solía darse el fenómeno de embarazos
psicológicos…

–¿Ah, sí? Teresa de Ávila sólo levitaba.

Y bien que a ella le fastidiaba eso, pero… ¡se elevaba hasta tres
metros sobre el suelo!

–¿Cree usted en ese fenómeno físico?

No sé explicarlo, ¡pero sucede!

–¿En serio? ¿Le ha pasado a usted?

¡En serio! Pero yo no estoy dotado para tan altas experiencias. ¡Yo
gozo ya lo mío leyendo las bellas experiencias de los místicos!