astrologia y psicologia

Astrología

    Esta Ciencia, como otras tantas, ha sido desprestigiada en los últimos tiempos por diversas causas, entre ellas, el haber caído en manos equivocadas que la difundieron vulgarmente y con fines lucrativos.

Sin embargo, tenemos el ejemplo de grandes hombres que desde tiempos muy antiguos hasta el presente no tergiversaron su verdadera esencia y utilidad. La ASTROLOGÍA es el conjunto de todas las ciencias y su fundamento es científico, sólido y comprobable. Por ello es una herramienta que utilizada correctamente nos otorga un conocimiento integral de nosotros mismos como así también la comprensión de los procesos históricos de la humanidad y del crítico momento que actualmente vivimos.

En ella encontramos las respuestas a todos los interrogantes.

En distintos países, como Estados Unidos, Suiza, Francia, Alemania, y otros, existen cátedras de ASTROLOGIA que se dictan en las Universidades como carrera regular.

  Cuando el Científico Halley, descubridor del cometa que lleva su nombre le reprobó a Newton su creencia en la validez de la ASTROLOGIA, Newton le respondió: “ Es evidente que Ud. no estudió ASTROLOGIA, yo sí ”. Dijo Santo Tomás de Aquino: “ Los cuerpos celestes son causa de todo cuanto tiene lugar en el mundo sublunar ”.

. . . Desde ya la experiencia no es transferible

              ante la duda queda la comprobación

                                  práctica y personal . –                                                                                                                   

Astrología  y  Psicología de Autoconocimiento

del Cuarto Camino para la Nueva Era

    Es necesario en estos momentos que la HUMANIDAD inicia una NUEVA ERA, que la Astrología, la Ciencia y la Psicología, y lo que atañe a lo espiritual en el hombre, trabajen juntas, que formulen un compromiso de buscar la verdad y el conocimiento total integrador, que el mero análisis de recoger y analizar hechos aislados.

    La unidad, la salud y la integración del hombre individual son el punto de partida hacia la salud y la posibilidad de una vida mas sana de nuestra sociedad. ¿Puede una sociedad cuyas instituciones educativas predican un enfoque deformado del mundo producir hombres sanos y creativos ?. Lo que se necesita es un sistema educativo que cuestione la naturaleza del hombre y el significado de su existencia.

    Si somos honestos con nosotros mismos podremos estar abiertos hacia lo que Es. De este modo desarrollaremos una ciencia verdadera de la vida que se ocupe del ser psicofísico íntegro, cuyo punto central es la conciencia misma; la Psicología de Autoconocimiento junto con la Astrología que proponemos lleva a esa integración individual, también nos re-liga con lo superior, de ahí la famosa frase de Sócrates “ Conócete a ti mismo y concerás al Universo y viceversa ”. Pero antes de que podamos hacer esto debemos estar libres de la tendencia materialista y abocarnos y atrevernos a realizar estudios que exigen un enfoque diferente.

    En la vida diaria el lado espiritual del hombre es inseparable de su vida psicológica. La derivación del vocablo Psicología del griego “ Psique = Alma ”

revela cuán estrechamente se interrelaciona la mente del hombre con su naturaleza espiritual.

    Hay pocos psicólogos Humanistas que en años recientes dieron grandes pasos hacia una comprensión de la vida interior y la experiencia inmediata del hombre y se aventuraron en otros campos fuera del dominio restrictivo de la indagación científica convencional, por e,.Meditación, Psicología, Filosofía Oriental, Mitología y Religiones Comparadas, Astrología y otras antiguas técnicas como herramientas psicológicas; un gran investigador y conocedor de estas ciencias fue Carl G. Jung.

    Si nuestra aspiración en el estudio de la psicología fuera desarrollar técnicas mas eficientes de condicionamiento, lavado de cerebro y manejo de nuestros semejantes, entonces deberíamos concentrarnos en el aspecto conductista de la vida del hombre. Pero si queremos usar  la poderosa herramienta de la ciencia a fin de apreciarnos y apreciar los demás, aprender a vivir de modo sano y armónico, y liberar lo que es más inspirador y creativo dentro del hombre, entonces tenemos que comprender las limitaciones del      enfoque materialista y empezar a aventurarnos en lo desconocido, sostenidos solamente por nuestra fé en la sabiduría de la naturaleza y elevado destino del hombre ( de su posible evolución, para lo que necesita esfuerzo personal, estudio y una escuela que lo guíe ).

4 camino conociendonos entre si

CUARTO CAMINO
                  CONOCIENDONOS                 
OBSERVACION Y RECUERDO DE SI

En dos características encontramos encerrado al hombre de nuestros días: en la sobre ocupación, que alterna con el hambre a excitarse de las variadas seducciones de nuestro tiempo, en el agobio sin descanso, y por el otro lado lo vemos en el aburrimiento, en el no encontrar un sentido en su vida, de tener que depender de las circunstancias impuestas, de ir constantemente a la caza de entretenimientos, de distraerse. Ambas formas de llevar la vida, que se observan tanto aisladamente como también conjuntamente, alternándose y de continuo intercambio de acuerdo a motivaciones externas e internas en el mismo hombre, señalan de que somos en cierta manera esclavos de las circunstancias. Esclavos de causalidades, de acontecimientos que nos llevan, nos arrastran y nos conducen por caminos estando dormidos, sin darnos cuenta realmente a donde somos llevados.

    Una vez nos damos cuenta de esta situación, nos asombramos, en tal instante logramos encontrar un instante de tranquilidad y silencio para comenzar, sin mayores conocimientos ni prácticas disciplinadas a observarnos. Ahí nos preguntamos: ¿ Porqué tengo que ser así como soy ?. ¿ Porqué tengo que dejarme arrastrar por las circunstancias y situaciones de la vida ?. ¿ Porqué no puedo ser dueño y señor sobre mi mismo ?. Estas preguntas que serán como fuego en el interior del hombre, no nos dejarán en paz . Cuando se avienen tales cuestiones con sinceridad, el hombre buscará en silencio su solución. El hombre superficial siempre buscará al culpable fuera de si mismo; nunca lo será el mismo.

      Así comenzamos a observarnos. Desde luego, nos olvidamos de observarnos cuando retomemos la rutina de todos los días. Cuando estemos nuevamente en la calle y comenzamos a correr, a apurarnos sin descanso, o cuando vemos que los entretenimientos tienen mas fuerza seductora sobre nosotros mismos. Pero no ha de faltar el instante de nuevamente hacer un alto en el correr de la vida, buscar el silencio y encontrar la oportunidad de observar todo nuestro entorno. Recordamos que una vez al observarnos hemos descubierto algo. Por pequeño que haya sido, nos representa hoy un gran valor. El valor consiste en seguir adelante y seguir observándonos. En tal camino de la observación nos descubriremos a nosotros mismos. Eso puede asustarnos. Ciertamente este sendero es para valientes y osados. Al tiempo descubrimos, que para conocer a los demás debemos conocernos a nosotros mismos. Además habremos encontrado una relación entre el mundo mío con el mundo externo.

    Descubrimos en aquel instante que hay un vínculo entre ambos mundos, que es muy estrecho, si es que me haya tomado el necesario tiempo y paciencia para ello.

    En tal observación incluimos nuestras reacciones de lo que sucede. Esta sensaciones, aquellas impresiones que atañen al mundo del pensamiento, de las mismas ideas, nos hacen ver que tenemos un centro mental, que tiene sus propias funciones, y que son muy específicas. Por otro lado notamos que existe un centro emotivo con todo su vasto mundo desde las sensaciones burdas hasta los mas elevados sentimientos y percepciones o notamos la existencia del centro motor, que tiene sus leyes propias de tipo mecánico. Además de tales centros notamos muy en especial en la actualidad un marcado énfasis en todo lo que es el sexo. O sea que también tenemos un centro sexual, que es preciso gobernarlo para ser realmente efectivo en la vida. El último centro, que es bastante desconocido en la generalidad, el centro instintivo, que funciona sin nuestro real cuidado. Cuando aprendamos el funcionamiento de tales centros y a conocer sus características específicas, su relación entre sí, es cuando podremos realizar con mas éxito la observación descrita anteriormente. Son tales centros los que reciben las impresiones del mundo externo, y es de suma importancia de como las elaboramos, las ordenamos y clasificamos en tales centros, y únicamente así ellos nos podrán ser útiles para descubrirnos a nosotros mismos. Así tenemos que registrar muchos errores provenientes del mal uso dado a los centros, y tales errores han promovido y siguen manteniéndonos en la ilusión de ver la realidad. En las religiones se ha hablado mucho de la necesidad de Despertar, de nacer de nuevo, convertirse, etc. El hombre así como lo vemos, y también nosotros  nos encontramos en el estado de sueño. En este sueño, como el que tenemos al descansar en la cama, en donde nos confundimos con aquella realidad, lo tomamos como realidad y no nos damos cuenta de que estamos soñando, de la misma manera en estado vigílico, soñamos que estamos presenciando toda nuestra realidad. Tal confusión proviene del erróneo uso que le hemos dado a los centros; del desconocimiento de nosotros mismos por no observarnos, y por no recordarnos durante el día. Recordarnos es permanecer en el presente; es un estado de ser consciente, y únicamente en tal estado de conciencia vemos la plenitud de la realidad, de las reales posibilidades del hombre; es el estado en donde hay una transformación en nosotros y en donde también el mundo se ha de transformar. Recién ahí habrá una posibilidad de una convivencia en paz y comprensión entre los hombres, en donde sabremos amar íntegramente, sabiendo pertenecer a la familia de toda esta maravillosa creación.
LAS EMOCIONES NEGATIVAS
Una realidad que debe superarse

   

Parte de la realidad de las cosas que nos rodean, llega hasta nosotros de una manera poco pura, o tergiversada. ¿ Cómo puede ser esto posible ?. Es posible por el hecho de que nuestro ser ( nuestra parte interna no física ), se halla acosado por esos seres llamados: Emociones Negativas, estados negativos, o yoes negativos entre algunas cosas.

 

    Es increíble el ponernos a pensar de una manera Objetiva “ de eso que llamamos realidad ”, y darnos cuenta del como y porqué de esta prisión creada por los estados negativos, que No somos nosotros, sino que son estados.

    El hecho de tratar de transformar estos estados, es pura y exclusivamente responsabilidad nuestra, y este trabajo que realicemos sobre nosotros, es de un valor importantísimo y nos va a ayudar a encontrar una gran parte de nuestra realidad interna.

  Estas nubes oscuras ( emociones negativas ) nos ciegan los ojos internos y nos impiden encontrar nuestro verdadero Significado; a éstas hay que disiparlas con el viento de la COMPRENSIÓN, no de la represión; esto nos dará la base para emprender una integración, una individuación, de una manera acertada, que es: la Verdadera meta del SER HUMANO.

 

    Este tipo de sistema tiene una máxima que es: “ Tenemos el Derecho a no ser Negativos ”.

¿ Cuántas veces despilfarramos este Derecho ?. ¿ Cuántas veces nos abandonamos a que nos destruyan los malos estados ?, y lo más importante ¿ Cuántas veces luchamos contra ellos ?, realmente nunca. Nunca, por el hecho de que si no lo manifestamos en palabras o gestos, el estado nos corroe nuestro ser, ( tendríamos que saber como funciona el mecanismo negativo en nosotros ) y caemos en abismos de los cuales nos toma tiempo salir o bien, el estado se puede manifestar después de la acción; veamos un ejemplo simple: nos insultan en público, podríamos haber reaccionado o no, si no  hubiéramos reaccionado externamente, al regreso a casa nos acordaríamos de la situación, y la emoción negativa se apoderará de nosotros absorbiendo nuestra energía, en forma gratuita; estará viviendo como un parásito a expensas nuestra y nosotros la alimentaremos con ganas. ¿ Por que ?. ¿ Se han observado como gozan de estar negativos ?, ¿ No es acaso como un placer dolor ?. ¿ Han observado como la gente cuenta con tantas ganas sus pesares, disfruta y se forman mesas redondas, para hacer competencias de quien de todos más sufrió ?.

 

    Es real que gran parte de nuestras vidas se basa en este tipo de climas internos. Pero hay  una forma con la que podemos luchar contra esta enfermedad; porque no son los imperios, ni las bombas atómicas, ni las guerras, etc. los que gobiernan al mundo, sino las emociones negativas que generan todas las entidades para la destrucción del hombre, esa forma para 

  LIBERARNOS está en una escuela, no una escuela común sino una escuela donde haya gente que ya ha despertado a ese sueño que nos domina, gente que trabaja de una forma real para LIBERÁRAMOS está en una escuela, no una escuela común sino una escuela donde haya gente que ya ha despertado a ese sueño que nos domina, gente que trabaja de una forma real sobre sí misma con el hecho de darnos la oportunidad de reencontrarnos a nosotros mismos para que podamos realmente SER<

Sectas

¿Que es una secta?

Una secta, en su sentido más global no es más que un grupo de personas aglutinadas por el hecho de seguir una determinada doctrina y/o líder y que, con frecuencia, se han escindido previamente de algún grupo doctrinal mayor respecto de cual, generalmente, se muestran críticas.

Una Secta Destructiva (SD) será todo aquel grupo que, en su dinámica de captación y/o adoctrinamiento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propicien la destrucción (desestructuración) de la personalidad previa del adepto o la dañen severamente. El que, por su dinámica vital, ocasione la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación efectiva del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo. Y, por último, el que su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir, a conculcar, derechos jurídicos inalienables en un Estado de Derecho.

Adicción a Sectas

Ante el hecho real y doloroso de las «sectas», suele adoptarse la actitud de satanizar al grupo -así como al líder y a las técnicas de manipulación empleadas- haciéndole único responsable de cuantos males afectan a un adepto y a su entorno. Sin embargo, esta postura, humanamente comprensible, no aborda el tema desde el punto de vista correcto; equivoca el verdadero origen y causas del problema. Por ello, impide una comprensión adecuada de la situación, que permita encarar la búsqueda de soluciones razonables y posibles.

Con frecuencia, entre quienes acuden a mi consulta en busca de asesoramiento, me encuentro frente a personas empeñadas en convencerme de cuán malvada es la «secta» que «se ha apoderado» de su familiar y sólo están interesadas por saber de qué manera pueden «acabar» con ella. Mi respuesta, en estos casos, suele ser la de inducirles a reflexionar sobre la siguiente pregunta:

– ¿Quiere usted tener razón o solucionar su problema?

No cabe duda de que buena parte de los afectados -aunque no todos, obviamente- tienen razón en sus críticas contra el grupo que les aflige, pero estar en lo cierto respecto a las manifestaciones externas de un problema no implica estarlo también con relación a sus causas. Así, por ejemplo, describir el comportamiento de una persona dependiente del alcohol o del juego y enumerar los problemas que su adicción le significan a ella y a su entorno no sirven para comprender las verdaderas motivaciones de su comportamiento. Tampoco permiten iniciar un abordaje terapéutico, puesto que, para ambas intenciones, antes deberán identificarse las causas de índole psicosocial que indujeron a esa persona en concreto a beber o a jugar en exceso y a hacer de ello el centro de su vida. Por otra parte, identificar los lugares donde aparentemente se origina la conducta alcohólica o jugadora -el bar de la esquina, por ejemplo- y pretender que tal problema es responsabilidad del dueño del bar y que desaparecería si se cerrase su establecimiento -o todos los bares del país- sería tan absurdo, injusto e inútil como lo es hacer lo propio respecto a un sectario y el grupo del que se ha vuelto dependiente.

No hay que luchar contra la «secta» -aconsejo a menudo-, sino actuar a favor del sectario. Una persona sectadependiente necesita, de modo imperioso, la relación intensa y absorbente que ha establecido con su «secta». Igual le ocurre a un alcohólico y a cualquier otro tipo de adicto en relación con la sustancia o el comportamiento del que depende. De esta forma, todo ataque al objeto de su adicción se convertirá automáticamente en una agresión a su núcleo de bienestar (que es, precisamente, el sentimiento que le proporciona su estado de dependencia) y, por ello, producirá el efecto contrario al deseado. Cuanta más presión se ejerza sobre un sectario y su grupo, más profundo se sumergirá a aquél en éste. Por el contrario, si obviando a la «secta» logramos encontrar estímulos ajenos al grupo que ayuden al sectario a sentirse bien, la necesidad desesperada de afiliación que éste experimenta se irá diluyendo progresivamente hasta anular la dependencia del grupo mantenida hasta entonces. En suma, no hay que romperle el objeto de su devoción, sino ayudarle a ver que existen otros grupos o elementos en los que se puede apoyar sin tanto riesgo.

En mis conferencias sobre la problemática sectaria, suelo recurrir a una metáfora que considero muy elocuente. Se basa en un experimento que realizó el estadista y científico norteamericano Benjamin Franklin (1706-1790) hace ya un par de siglos. El inventor del pararrayos y de los lentes bifocales le encargó a un carpintero que, de una misma pieza de madera, elaborase veinte estacas idénticas. Acto seguido, las hizo pintar usando todo el espectro cromático que conforma la luz blanca (violeta, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo) y con diferentes gamas de cada color. Finalmente, por la mañana temprano, antes de salir el sol, Franklin clavó cuidadosamente las veinte estacas en el suelo nevado del jardín de su casa, procurando que guardasen la misma distancia entre ellas, con igual orientación y que no se hundiesen más allá de una marca que les era común.

Cuando llegó el mediodía, tras unas horas de acción solar, Franklin fue a observar su obra y se encontró con un pequeño caos. Nada era igual. Unas estacas se habían hundido hasta tocar el suelo, otras sólo un poco; algunas se inclinaban hacia delante, mientras que otras caían hacia atrás… Si todas las estacas eran similares en todo y aguantaron condiciones exteriores idénticas, ¿qué había sucedido? La respuesta era sencilla: cada color absorbe de forma diferente el calor del sol y, por lo tanto, la temperatura alcanzada por cada estaca varió, fundiendo la nieve de forma proporcional al calor acumulado, lo que explica las diferentes posiciones en que quedaron las estacas.

Si convertimos este experimento en metáfora y la aplicamos a los seres humanos, veremos que aunque todos somos aparentemente iguales (es decir, de la misma madera), dado que no tenemos exactamente el mismo color (que sería el equivalente a la personalidad, pues las gamas cromáticas determinaron las reacciones a los estímulos externos), tampoco nos comportamos todos de la misma manera ante las inclemencias de la vida. Unos tienen la fortaleza suficiente para poder soportar el sol sin más; otros tienen la habilidad de poder emplear algún tipo de protector (crema, sombrero, sombrilla) para enfrentarse a él y no resultar perjudicados; pero otros, en cambio, no disponen de la fortaleza ni de la habilidad necesarias para enfrentarse con las dificultades de la vida y resultan achicharrados vivos. Estos últimos son los que acaban conformando la legión de los adictos a sustancias y comportamientos, entre los que se encuentra el sectarismo.

El achicharramiento vital, siguiendo con nuestra metáfora, genera mucha ansiedad en los sujetos que lo padecen. Por ello, debido a que estamos biológicamente preparados para intentar escapar del dolor, buscan algún tipo de reductor de la ansiedad, igual que hacemos todos, aunque en esos casos -al carecer en mayor o menor medida de la habilidad para recurrir a los protectores habituales, es decir, a las estrategias psicológicas para afrontar problemas- acaban cayendo en reductores de ansiedad extremos como son los comportamientos adictivos.

Por todo lo anterior, cuando se pretende que una persona supere su sectadependencia, lo más adecuado no es «luchar contra la secta», sino, por el contrario, apoyar y ayudar al sectario para que encuentre algún tipo de quitasol alternativo y no perjudicial que pueda reemplazar la función que cumple su adicción al grupo. El tema no es nada fácil, puesto que el origen y el fondo de la problemática sectaria son mucho más complejos de lo que la mayoría imagina.

Sectas: ¿Por qué son tan atractivas?

Independiente de los aspectos criticables que caracterizan al sectarismo -que no son pocos-, es necesario reconocerle también su innegable capacidad para atraer y enamorar a muchos ofreciéndoles «soluciones» que la sociedad no sectaria es incapaz de proporcionarles; o mejor dicho, que los aspirantes a sectarios no han logrado encontrar en su entorno social cotidiano. Por eso, aceptar de entrada que alguien pueda sentirse bien en una secta -incluso mejor que en su propia casa- será un sano ejercicio de comprensión, que ayudará a matizar posturas extremistas y, sobre todo, a ser críticos con ese entorno pretendidamente no sectario que tanto defendemos y presentamos como «lo normal y óptimo». Pero, normal y óptimo ¿para qué?, ¿para quién? o ¿en qué momento? Resulta altamente saludable poner en tela de juicio todo aquello que, desde la propia idiosincrasia, se cree indiscutible, y muy especialmente cuando hay que enfrentarse a comportamientos y creencias diferentes de los mayoritarios. Los nuevos puntos de vista a los que se llega tras este ejercicio de relativismo abren vías muy positivas para el entendimiento y la búsqueda de soluciones.

Para intentar comprender a un «sectario», debe asumirse previamente que su nueva perspectiva ideológica y sus comportamientos -por disparatados que parezcan a sus críticos- son consecuencia de un proceso de vida determinado y cubren de forma útil una serie de necesidades vitales que el sujeto siente como prioritarias y básicas en ese momento.

Se buscan, sin duda alguna, creencias trascendentales -aunque no necesariamente religiosas-, pero con más urgencia aún se demanda la adscripción a grupos «que le hagan sentirse bien a uno», que aporten al sujeto una carga de afectividad, relaciones humanas y objetivo vital que «le llenen».

Por lo tanto, debido a esta búsqueda de elementos subjetivos de seguridad y felicidad, será más acertado hablar de marcos ideológico/emocionales que de creencias en el sentido clásico del término. Las creencias, en definitiva, no son más que un espejismo para buscadores de seguridad. Son el faro que ilumina y justifica, pero sus seguidores, en todo caso, son cautivados por la intensidad del marco emocional que esconden.

“Te encuentras en un momento en que el mundo que te rodea te desborda -me contaba un ex sectario- y, en lugar de asumirlo, necesitas una explicación o algo más pequeño, a tu medida. Entonces, te metes en estos grupos cerrados en donde sabes qué gente hay, o aunque no lo sepas, allí obtienes una explicación para todo. Te organizan el mundo y te lo explican, te quitan la sensación de caos. Te dan mucha seguridad, la gente se siente muy segura. Vives situaciones muy solidarias. La gente se abraza en los rituales y sientes que te apoyan, que estás en un mundo afectuoso, todo lo contrario del mundo externo, que te hacen ver como hostil. Por eso, cuando ves lo que es el grupo y te sales, se produce como un desgarro. El desengaño es muy grande al ver cómo te han estado engañando y utilizando. En realidad, es como sentirte violado.”

Esta comunión intensa de sentimientos, de comunicación humana, es patrimonio funcional exclusivo de los pequeños grupos. Por eso, las «sectas», en su sentido más amplio, y las sectas destructivas en particular, son dinámicas increíblemente atractivas para los individuos más frágiles, para todos aquellos que, en un momento dado de su vida, necesitan encontrar un mundo a su medida.

El dogma, la creencia particular de cada grupo, es lo de menos. Lo que engancha a un individuo a una secta no es lo que cree, sino el cómo lo cree. Los dogmas no son más que una pantalla que sirve de coartada para autojustificarse la necesidad de administrarse una experiencia emocional intensa, en el sentido dado al término en relación con las conductas adictivas. Sentirse creyente de tal o cual deidad o ideal, al margen de servir de soporte para tejer la sensación subjetiva de formar parte de «algo» trascendental, parece más honorable que sentirse adicto, sin más, a un grupo de gente que por su dinámica de relación hace que uno se sienta francamente bien. Lo primero pasa por religiosidad sublime, lo segundo pertenece al campo de las denostadas -aunque siempre buscadas- pasiones mundanas. El autoengaño es una tendencia general que caracteriza a todas las actuaciones emocionales del ser humano.

Si tenemos en cuenta que los actos de los seres vivos se rigen, entre otros, por los principios de búsqueda de economía -mínimo esfuerzo- y de placer -mínimo dolor-, podremos estar absolutamente seguros de que nadie adhiere a una «secta» para empeorar su situación psicosocial previa al ingreso en el grupo. Al contrario, la fase sectaria -con independencia de la calidad de las condiciones objetivas que definan y delimiten la nueva realidad del sujeto- parece aportar un equilibrio inédito en la estructura de personalidad del neófito. Esta apreciación, aparentemente contradictoria, se explica y justifica gracias a la particular configuración de toda estructura sectaria bajo la forma de universo protector.

Los humanos -y muy particularmente quienes tienen un perfil de personalidad presectaria- precisamos alcanzar una determinada parcela de seguridad para sentirnos equilibrados, y esa seguridad se adquiere de modo gradual a través de una interacción positiva con el entorno social. Pero si el balance es negativo, surge el desequilibrio, el descontento angustioso que empuja a buscar -y encontrar- nuevos marcos sociales acordes con las necesidades sentidas y capaces de darles satisfacción.

Cabría añadir, no obstante, que una dinámica de sectarismo destructivo no puede aportar soluciones sólidas y definitivas a sus angustiados clientes, pero cometeríamos un grave error si no tuviésemos en cuenta que sus «soluciones» atraen y enganchan a muchos, a la par que reducen y compensan estados de ansiedad y, en definitiva, reparten equilibrios de cartón piedra que sólo se mantienen en la medida en que el sujeto que los disfruta sigue seducido por el marco sectario. De todos modos, no nos engañemos cuando nos referimos a personas con un perfil presectario, que necesitan desesperadamente un determinado tipo de soporte social y emocional para seguir adelante. Debemos tener presente que las «soluciones» que provee una «secta» no serán ni más ni menos útiles o provisionales que cualesquiera otras alcanzadas a través de cualquier otra vía (exceptuando la psicoterapéutica). En estos casos, ya lo hemos dejado bien en claro, la clave del problema reside en la necesidad de dependencia que presenta un determinado sujeto más que en la estructura de que se sirve éste para encubrir y compensar su fragilidad. Sin embargo, también es verdad que el precio personal que se pagará por la conducta adictiva podrá variar mucho en función de las características del grupo del que se pase a depender.

En definitiva, lo que debemos retener es que, cuando se intenta comprender comportamientos y actitudes individuales, debe tenerse bien presente que éstos materializan siempre una vía encaminada a la satisfacción de alguna o algunas de las necesidades básicas que tenemos los humanos. Aunque pueda discreparse de la fórmula elegida por otros para mejorar sus circunstancias, no debemos olvidar que el comportamiento que llama la atención en ellos obedece precisamente a que su elección fue el camino que creyeron más indicado -o el único que fueron capaces de encontrar- para intentar colmar necesidades muy sentidas.

Factores de predisposición que pueden decantar una personalidad presectaria

A. Problemas derivados de la edad

    * Adolescencia/juventud.

B. Problemas derivados de un sistema familiar disfuncional:

    * Empleo de pautas educativas extremas (excesivamente autoritarias o laxas).
    * Malos tratos físicos y/o psíquicos en general.
    * Generación de vínculos sobreprotectores (derivados de la actuación materna especialmente).
    * Síndrome de “ausencia del padre” (por ausencia real, presencia mínima, o débil relación padre-hijo). Carencia de dirección paterna y/o incapacidad para guiar la maduración del hijo y dotarle de estructura y límites que le capaciten para ser un ente autónomo e independiente.
    * Carencias afectivas y falta de atención paternas que impidan fortalecer y/o reafirmar el vínculo paterno filial y el sentimiento de seguridad.
    * Pobre comunicación familiar y/o empleo de pautas de comunicación doble-vinculantes por parte de los padres hacia los hijos.
    * Desconocimiento de la realidad evolutiva y social del hijo y, por ello, incapacidad para ayudarle a superar sus problemas y contener sus conflictos emocionales.
    * Situación de conflicto permanente (reconocido o no) entre la pareja paterna.

C. Problemas derivados de trastornos de la personalidad:

    * Tendencia a la soledad y a la depresión.
    * Dificultad para comunicarse y establecer relaciones. Inseguridad, incertidumbre, confusión y ambivalencia.
    * Tendencia a la ansiedad y la angustia. Inmadurez afectiva.
    * Necesidad de afecto y/o sobrevaloración de la esfera afectivo-sentimental y de las espectativas que cabe esperar de ella.
    * Dependencia y falta de autoconfianza.
    * Baja autoestima.
    * Sentimiento de soledad y/o abandono.
    * Tendencia a la autoculpabilización.
    * Tendencia al idealismo ingenuo.
    * Tendencia a la credulidad.
    * Dificultad para expresar ideas de forma crítica.
    * Falta de asertividad.
    * Baja tolerancia a la ambigüedad.
    * Baja tolerancia a la frustración.
    * Necesidad de valores y/o respuestas absolutos.
    * Búsqueda de la satisfacción inmediata (impaciencia por obtener resultados).

D. Problemas derivados de dificultades de adaptación a la realidad social:

    * Insatisfacción con la vida cotidiana.
    * Depresión y/o rebeldía ante la realidad social.
    * Sentimiento de alienación.
    * Dificultades de adaptación a las estructuras y/o normativas sociales mayoritarias.
    * Desarraigo generalizado.
    * Carencia de un sistema de valores y/o de marcos normativos o autonormativos sólidos.
    * Tendencia a conceptualizar e interpretar los problemas cotidianos desde perspectivas religiosas. Sentimiento de falta de plenitud.
    * Desilusión y/o frustración ante las ofertas del ámbito sociocultural y sus expectativas.

E. Problemas derivados de una búsqueda religioso-espiritual:

    * Aspiración de perfección y trascendencia espiritual.
    * Preponderancia del pensamiento mágico sobre el pensamiento racional.
    * Susceptibilidad y/o atracción hacia los estados de trance y similares.
    * Apetencia por experimentar nuevos estados alterados de conciencia.

F. Problemas derivados del desconocimiento de los factores de    vulnerabilidad personal ante los procesos persuasivo-manipuladores:

    * Desconocimiento de la propia fragilidad psicológica.
    * Desconocimiento del modus operandi de las técnicas de manipulación emocional (persuasión coercitiva) y de sus resultados.
    * Desconocimiento de las situaciones psicosociales que incrementan el riesgo de vulnerabilidad.
    * Desconocimiento de la realidad y riesgos de las sectas destructivas.

Características de las sectas destructivas

Cualquier grupo – con absoluta independencia de su doctrina – en que se den todos los puntos siguientes, podrá ser un campo abonado, bajo los condiciones apropiadas, para que pueda darse la persuasión coercitiva. Y cuanto más intensamente se dé cada punto, tanto más destructiva podrá ser, para el psiquismo del adepto, la estructura sectaria en cuestión.

  1. Ser un grupo cohesionado por una doctrina (religiosa o socio-trascendente en general) demagógica y encabezado por un líder carismático que pretende ser la misma divinidad o un elegido por ella, o bien un poseedor la “Verdad Absoluta” en cualquier ámbito social.
  2. Tener una estructura teocrática, vertical y totalitaria, donde la palabra de los dirigentes es dogma de fe. Los líderes intervienen hasta los detalles más íntimos y personales de sus adeptos y exigen que sus órdenes sean ejecutadas sin la menor crítica.
  3. Exigir una adhesión total al grupo y obligar (bajo presión psicológica) a romper con todos los lazos sociales anteriores a la entrada al culto: padres, pareja, amigos, trabajo, estudios, etcétera.
  4. Vivir en una comunidad cerrada o en total dependencia del grupo.
  5. Suprimir las libertades individuales y el derecho a la intimidad.
  6. Controlar la información que llega hasta sus adeptos, manipulándola a su conveniencia.
  7. Utilizar sofisticadas técnicas psicológicas y neurofisiológicas (enmascaradas bajo la “meditación” o el “renacimiento espiritual”) que sirven para anular la voluntad y el razonamiento de los adeptos; causándoles, en muchos casos, alteraciones psíquicas graves.
  8. Propugnar un rechazo total de la sociedad y de sus instituciones. Fuera del grupo son todos enemigos (polarización entre Bien/secta y el Mal/sociedad), la sociedad es basura y las personas que viven en ella sólo interesan en la medida en que puedan servir al grupo.
  9. Tener como actividades primordiales el proselitismo (conseguir nuevos adeptos) – realizándolo de forma encubierta e ilegítima – y la recaudación de dinero (cuestaciones por las calles, cursos, actividades claramente delictivas).
  10. Obtener, bajo coacción psicológica, la entrega del patrimonio personal de los nuevos adeptos a la secta o de grandes sumas de dinero en concepto de curillos o auditorías. Los miembros que trabajan en el exterior del grupo tienen que entregar todo o gran parte de su salario a la secta. Y los que trabajan en empresas pertenecientes al grupo, no cobran salarios (las nóminas de esas empresas de la secta sólo son una cubierta legal, ya que nunca se llegan a hacer efectivas – o devuelven luego el dinero – para sus miembros/mano de obra).

¿Cómo ayudar a una persona sectadependiente?

No hay que luchar contra la «secta» -aconsejo a menudo-, sino actuar a favor del sectario.

Una persona sectadependiente necesita, de modo imperioso, la relación intensa y absorbente que ha establecido con su «secta». Igual le ocurre a un alcohólico y a cualquier otro tipo de adicto en relación con la sustancia o el comportamiento del que depende. De esta forma, todo ataque al objeto de su adicción se convertirá automáticamente en una agresión a su núcleo de bienestar (que es, precisamente, el sentimiento que le proporciona su estado de dependencia) y, por ello, producirá el efecto contrario al deseado. Cuanta más presión se ejerza sobre un sectario y su grupo, más profundo se sumergirá a aquél en éste. Por el contrario, si obviando a la «secta» logramos encontrar estímulos ajenos al grupo que ayuden al sectario a sentirse bien, la necesidad desesperada de afiliación que éste experimenta se irá diluyendo progresivamente hasta anular la dependencia del grupo mantenida hasta entonces. En suma, no hay que romperle el objeto de su devoción, sino ayudarle a ver que existen otros grupos o elementos en los que se puede apoyar sin tanto riesgo.

Por ello, cuando se pretende que una persona supere su sectadependencia, lo más adecuado no es «luchar contra la secta», sino, por el contrario, apoyar y ayudar al sectario para que encuentre algún tipo de quitasol alternativo y no lesivo que pueda reemplazar la función que cumple su adicción al grupo. El tema no es nada fácil, puesto que el origen y el fondo de la problemática sectaria son mucho más complejos de lo que la mayoría imagina.

¿Cualquier persona puede ser captada por una secta?

No. Los expertos en problemática sectaria solemos repetir que prácticamente cualquier persona puede ser captada por una secta si es abordada en el momento oportuno. Y este «momento oportuno» es la resultante de diversidad de elementos de predisposición caracteriológica y, muy especialmente, de una serie de circunstancias sociales que sobrecargan, momentáneamente, los niveles de ansiedad y/o estrés del sujeto, haciéndole más vulnerable a la manipulación emocional. Así, pues, aunque no todo el mundo es vulnerable siempre ni a cualquier ataque proselitista sectario, la existencia de situaciones y factores de riesgo determina la probabilidad de que sí seamos vulnerables en muy diversas circunstancias y ante determinados mensajes sectarios.

Para que pueda darse la captación sectaria deben coincidir a un mismo tiempo —el «momento oportuno»— las cuatro condiciones siguientes:

1. Tener un perfil de personalidad presectaria.

2. Estar atravesando un momento de crisis —derivado de una circunstancia puntual y anómala y/o de algún problema largo tiempo sostenido— especialmente grave y doloroso que haga rebosar la capacidad del sujeto para resistir el estrés y la ansiedad.

3. Ser contactado de un modo adecuado —que pueda ser tenido en cuenta por el sujeto— por un reclutador sectario (conocido o no de la víctima).

4. Que el mensaje sectario propuesto encaje con las necesidades, intereses y mentalidad del sujeto.

Si falta una sola de estas condiciones, la probabilidad de ser captado por alguna secta destructiva se reduce drásticamente hasta hacerse prácticamente imposible. Pero también es verdad que, teniendo el primer factor —que persiste de por vida si no media un proceso terapéutico adecuado—, es más fácil que las siempre cambiantes circunstancias de una vida acaben por hacerlo coincidir con los otros tres factores desencadenantes de la adicción sectaria.

Eneagrama, historia y fundamentos

ENEAGRAMA: HISTORIA Y FUNDAMENTOS

    Fruto de sabiduría milenaria y memoria del conocimiento de cientos de generaciones de hombres sabios que desde la antigüedad han sabido aunar culturas muy distintas para perpetuar una visión global del Universo, un conocimiento profundo del mundo, una especial manera de sentir, de hacer y de comunicar. Es la llave que permite adquirir el conocimiento profundo de uno mismo y de los demás, de las relaciones que rigen entre los hombres y entre éstos y el mundo. Es un mapa de la naturaleza humana.

    Los sufíes han permitido que este conocimiento llegue a nuestra era. Antes que ellos, sabios, matemáticos, astrólogos y filósofos griegos, árabes, persas, babilónicos, judíos y egipcios se reunían en hermandades con el objetivo de dar con la respuesta a las grandes enigmas del universo.

    No se sabe como llegó a tener su forma concreta. Era un método de trabajo de los maestros sufíes como un camino de la iniciación hacia el conocimiento de uno mismo y del Universo. Surge como un instrumento o método para conocer más de uno mismo.

    Introducido en Europa por el armenio Georg Ivanovich Gurdjieff. No usó el nombre “Eneagrama”. Discípulos de él (Ouspensky, Webb y Bennett) divulgaron los estudios en Europa y América. El boliviano Oscar Ichazo viajó a Afganistán y fue quien inició la divulgación del Eneagrama como método o herramienta. Fue Ichazo quien dio mayor énfasis a los aspectos psicológicos del Eneagrama. Fundó el Instituto Arica donde el Dr. Claudio Naranjo conoció el Eneagrama y siguió con el trabajo.

    El Eneagrama se ha dado a conocer mediante cursos y seminarios (tradición oral) originalmente. Ahora hay mucho por escrito también.

    Tomar conciencia del momento presente, partiendo de la auto-observación, es la frase que describe el trabajo eneagrámico. Y? Cómo aplicar esto en la vida diaria?

    Si hago en cada momento lo que es preciso y necesario, seré siempre eficaz y eficiente. Haré mi trabajo en menos tiempo y con menos presión y aumentaré mi capacidad de gozar de una vida plena. Para lograr esto tenemos que reconocer en nosotros mismos las respuestas que hemos estado dando durante la vida entera a las situaciones, reconocer los patrones a los que nos hemos aferrado y tener el valor de probar algo nuevo.

    Cada uno de nosotros ha desarrollado un mecanismo de defensa para la supervivencia y bienestar en el mundo. En el trabajo eneagrámico los llamamos compulsiones y las confundimos con nuestra identidad. Establecen nuestras reacciones en toda situación. Descubrir la compulsión es descubrir el camino a la libertad. Cada personalidad (ego) tiene su manera singular de ver el mundo. Conocer los filtros a través de los cuales los diferentes eneatipos ven el mundo nos da la opción de mejorar nuestra comunicación con los demás. Deseamos fervientemente se aceptado y amado y sin embargo la compulsión nos lleva al rechazo. Equivocamos el camino por la repetición de la compulsión.

    Es conveniente que nos conozcamos. Estamos inconscientes. Sabemos solamente de manera imperfecta lo que sucede dentro de nosotros. Estamos fuera de contacto con lo que sucede en nuestros cuerpos, mentes, y corazones. El reconocimiento de nuestra compulsión nos permite movernos hacia la espontaneidad, ya que es una verdad acerca de nosotros mismos que conlleva un gran poder de liberación.

    La personalidad se forma como residuo de las estrategias infantiles usadas para conseguir el amor que no llegó naturalmente en un mundo de escasez. No nos podemos conocer sin ayuda externa, y en la tradición se dice que es imposible conocer el propio rasgo fundamental. “El ojo no se ve a si mismo.”

    El uso más legítimo del Eneagrama es en nuestras propias vidas. Nos permite ver a los demás de una manera más objetiva, conectándonos profundamente con ellos mientras permanecemos en nuestro propio centro, fieles a nosotros mismos. Nos convertimos en individuos más dueños de nosotros mismos y más capaces de contactar con los demás.

    Se enfatiza el lado negativo porque la inflación del ego es lo que causa problemas en nuestras vidas. Ese defecto central que el la debilidad más importante se relaciona con la fortaleza más sobresaliente. No hay tipos puros y todos tenemos algo de todo el Eneagrama. Los rasgos del tipo se reconocen como tendencias genuinas inherentes a uno mismo. En muchas ocasiones veremos conductas similares con diferencias de motivaciones en varios eneatipos.

    La meta es la plenitud. Nuestra libertad aumentará hasta que nos veamos enfrentados al desafío supremo de optar por ser realmente libres y aceptar un pleno rol cooperativo en nuestra propia creación. Ser libre, sin embargo, es amenazante. Aprender a trascender el ego equivale a aprender a amar. Solo el amor me puede salvar de mi mismo. El desarrollo de la esencia se convierte en el proceso de vivir. La personalidad seguirá disponible como herramienta, una extensión y expresión de la esencia.

EL ENEAGRAMA Y SU RELACION CON LA ASTROLOGIA

Hola a Todos y sean muy Bienvenidos!!!
Les cuento un poquito sobre el Eneagrama y sobre cómo trabajo con el mismo y la Astrología.

El Eneagrama de la Personalidad es un sistema que contempla 9 tipos psicológicos (luego verán que las variables son más, pero comencemos por aquí…) que se denominan como los 7 pecados capitales, más la vanidad y la cobardía.

Parte de la idea de que el ser humano posee una naturaleza divina y una naturaleza adquirida o Ego que es el conjunto de estrategias de adaptación que utilizamos para “defender” nuestra vida y crear una identidad que sustituya a la que hemos olvidado.  Con el tiempo estas estrategias acaban conformando nuestro carácter.

Cada persona utiliza las características de su temperamento innato (que interpreto en su Carta Natal) de la mejor manera que puede para adaptarse y sobrevivir a las dificultades de los primeros años de vida (que observaré a través de la sinastría con la carta de los padres) y en este proceso de adaptación se va fabricando la personalidad egóica.

Claudio Naranjo afirma que la psicopatología se apoya sobre el esqueleto de una particular estructura de carácter y que a todo carácter le anima una motivación “pasional” específica, al afirmar que las 9 pasiones constituyen otras tantas maneras de buscar el Ser (correspondientes a otras tantas ilusiones con respecto al Ser) que perpetúan el oscurecimiento óntico.  La pérdida del Ser como núcleo del carácter…. Toda psicopatología entraña un “vacío existencial”, oscurecimiento de ser sobre el que se apoya y al que a su vez fortalece.  Ante la falta de aquello que necesitaba, el individuo en proceso de crecimiento, necesitó manipular, convirtiendo al carácter en un aparato contramanipulativo, donde la vida no está guiada por el instinto e interfiere con la “sabiduría organísmica”.

La persistencia de la estrategia adaptativa puede entenderse teniendo en cuenta el contexto doloroso en que se produjo y el tipo especial de aprendizaje en que se basa: no un tipo de aprendizaje que tiene lugar gratuitamente en el organismo en crecimiento, sino un tipo de aprendizaje por coacción, caracterizado por una especial fijación o rigidización de la conducta, como respuesta de una emergencia ante una situación inicial.  Esta fijación de respuestas y la pérdida de la capacidad de responder creativamente en el presente es lo que más caracteriza el funcionamiento psicopatológico.

El núcleo del carácter tiene una doble naturaleza: un aspecto motivacional en interacción con un prejuicio cognitivo, una “pasión” de naturaleza emocional asociada a una “fijación” de naturaleza mental, como una interferencia de la pasión en el instinto bajo la influencia contínua de una percepción cognitiva distorsionadora.

El Eneagrama nos ayuda a descubrir cómo hemos limitado nuestro verdadero ser y qué aspectos son los que tenemos que trabajar para recuperar la memoria de quienes somos en realidad.  La forma más recomendable de hallar nuestro eneatipo, es participando de un taller y en mi particular experiencia puedo recomendarles alguno que esté avalado por Claudio Naranjo, pero como esto no está al alcance de todos, es que hemos colgado en el margen izquierdo en la sección de documentos de Eneagrama un test.  De igual manera es recomendable que lean el material de Eneagrama y que sean ustedes mismos quienes se sientan identificados con un Eneatipo en particular. 

EL SIMBOLO DEL ENEAGRAMA

La palabra eneagrama proviene del griego “ennea”, nueve, y “grama”, figura. Eneagrama es tanto el nombre del sistema como del símbolo que lo representa: nueve puntos de una circunferencia unidos entre sí por líneas. El símbolo no es casual sino que expresa gráficamente las características principales de este sistema.

– Por un lado el círculo, que simboliza la totalidad y la unicidad, indica su perspectiva del ser humano como un todo, completo en sí mismo y también la idea de que Dios es uno.

– En segundo lugar el triángulo, que según Gurdjieff representa la Ley del Tres: Todo lo que existe es el resultado de tres fuerzas: una positiva, otra negativa y una neutra, que coincide también con el concepto de trinidad de la mayoría de las tradiciones espirituales.

– Y en tercer lugar la Hexada, figura realizada por las líneas que unen los puntos en la secuencia 1-4-2-8-5-7, que simboliza lo que Gurdjieff llamó la ley del Siete: es la forma en la que cualquier cosa cambia y evoluciona en el tiempo. Los días de la semana , la tabla periódica y la escala
musical siguen esta ley.

…” El triángulo central Tres-Seis-Nueve también puede describirse matemáticamente como un intento de la trinidad de fuerzas presente en el momento de la creación para reconciliarse de nuevo en una.  Ello se ilustra aritméticamente dividiendo 1, o la unidad, por 3, que da una fracción cuya última cifra se repite infinitamente, o sea, 1/3 = 0.33333…
Una vez se inica un acontecimiento, entra en juego la ley del Siete o ley de Octavas.  La ley de Octavas se conserva en la escala musical con siete notas más un Do repetido y gobierna la sucesión de etapas mediante las cuales se desarrolla un acontecimiento en el mundo material.  Las relaciones del Siete con la unidad pueden expresarse dividiendo 1 por 7, que nos da la serie repetida 0.142857142857… que no contiene múltiplos de tres.  El Eneagrama completo es un círculo dividido en nueve partes iguales, que representan la fusion de la ley de Tres y la ley de Siete, que interactúan en formas específicas a lo largo de las líneas interiores del Eneagrama….”

El símbolo expresa el carácter dinámico de este sistema. Esto lo diferencia del resto de las clasificaciones tipológicas existentes, que en su mayoría etiquetan a la persona ignorando los procesos de transformación. Es la única escuela caracteriólogica que se plantea de dónde viene cada tipo, hacia dónde se mueve según el estado de tensión o relajación en el que se encuentre y qué trampas impiden el movimiento hacia el crecimiento personal y la salud (relaciones psicodinámicas). Existen además relaciones de simetría, polaridad, y contigüidad con el resto de los caracteres.

Relaciones psicodinámicas

La secuencia 1-4-2-8-5-7-1 y 9-6-3-9 supone la dirección de desintegración, que es el comportamiento que adoptamos cuando ya hemos llegado al límite dentro de nuestro tipo. Por ejemplo, un dos sobrecargado por satisfacer las necesidades de los demás puede llegar a estallar de forma muy agresiva, como un ocho, exigiendo que satisfagan también las suyas e incluso humillar a los que ha estado ayudando por ser tan dependientes.

1-7-5-8-2-4-1 y 6-9-3-6, es el conjunto de rasgos que adopta cada tipo cuando está en una situación segura o cuando ha alcanzado el estado de salud. Es lo que se conoce como “salida sana” o dirección de integración. Por ejemplo, la salida sana del cuatro es el uno o ser capaz de estar presentes en la realidad y comprometerse con ella abandonando fantasías e idealizaciones, actuando de forma organizada en vez de reaccionando de forma subjetiva. Por supuesto el cuatro sano adquiere las características del uno sano.

Relaciones de simetría:
-Derecha-izquierda (a partir del punto nueve): el lado derecho del eneagrama es más femenino, más seductor y social ( uno, dos, tres y cuatro) y el izquierdo más masculino, más antisocial y rebelde (cinco, seis, siete, ocho).

-Superior-inferior: los caracteres de la parte superior ( nueve, en el grado máximo, ocho, siete, tres, dos y uno) son los que están menos conectados con su interioridad y los que parecen más felices. Los de la mitad inferior (seis, cinco y cuatro) están más conectados con su mundo interno y aparecen más tristes o insatisfechos.

Relaciones de contigüidad:
Dan lugar a las alas, así cada tipo puede poseer características de los números contiguos a él, y según las que predominen dará lugar a una variante u otra. Por ejemplo, no es lo mismo un seis ala cinco, que es serio e introvertido, que un seis ala siete que es más hablador y divertido.

Libros para el baño

Libros para el baño

Ariel Ruiz Mondragón
La Insignia. México, noviembre del 2005.

En los años ochenta del siglo pasado empezó a circular una revista de Guadalajara que llamó la atención por reunir a caricaturistas que hicieron de la irreverencia casi extrema una obsesión: Galimatías. Entre sus noveles autores destacó pronto Trino (José Trinidad Camacho), quien pergeñó, al alimón con Jis, un personaje de época en la caricatura mexicana que causó furor a finales de aquella década y principios de los noventa: El Santos, cuyas sensacionales aventuras y épicas hazañas fueron publicadas en La Jornada y en la revista El Chamuco.

Pese a la celebridad que los autores alcanzaron con el personaje del pancracio, también realizaron otras memorables tiras, como “La chora interminable”. Al mismo tiempo ambos caricaturistas emprendieron proyectos solistas que encontraron lugar en periódicos y revistas. En el caso de Trino muchas de sus tiras han sido recopiladas y llevadas al formato de libro, lo que ha ocurrido en este año con los volúmenes Don Taquero y Los invasores de Marte (México, Ediciones B, 2005). También recientemente se han publicado dos libros ilustrados por el caricaturista: el de Vivian Mansour El Enmascarado de Lata (México, Fondo de Cultura Económica, 2005) y La Constitución (México, Trilce, 2005).

Sobre eso libros sostuvimos una conversación con el caricaturista, en el que abordamos temas como la actualidad de sus libros, el origen de su inquietud por taquero y marcianos, la crítica que realiza en esas tiras, el lugar en el que se deben leer sus libros, el papel de la escatología en su obra, y su labor como ilustrador de la norma fundamental de México y de un cuento para niños.

Trinos es autor y coautor de más de quinces libros, además de haber colaborado en medios como La Jornada, Milenio, Reforma, El Chamuco y Replicante, entre otros.

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué publicar hoy estos libros, Los invasores de Marte y Don Taquero?

Trino (T): Los dos son recopilaciones de trabajos que hice con anterioridad; Don Taquero fue una serie que salió en un suplemento en el que recomendaban restoranes y demás, una publicación como de gourmets, y a mí se me ocurrió hacer algo sobre los tacos. Esto fue de 1996 a 1998, y ahora se reúnen todas las tiras que salieron y que ya no he vuelto a hacer. Cuando volví a ver la serie pensé: “esto da para un librito”, y puede ser padre revivir esto porque es atemporal, son chistes que pueden haber pasado en el 96 o en el 2005.

Me late mucho la idea de recopilar material viejo porque me da la posibilidad de que la gente del DF y en todos lados conozcan esa tira, ya que nada más salió en Guadalajara, y nada más en ese suplemento que no todos conocen. Entonces es un poco sacar material del baúl y ponerlo a consideración.

En el caso del otro, es parte de una trilogía de libros que empezó con Crónicas de Marte y Visitantes de Marte, y Los invasores de Marte es el último. También es una recopilación cronológica de las “Crónicas marcianas” que salen en Reforma.

Todos son recopilaciones, no son libros para los que haya hecho tiras especiales, sino que ya han sido publicadas tanto en el suplemento aquel como en Reforma.

AR: Respecto a Don Taquero, ¿de dónde surgió la idea de retomar a esa figura tan significativa para muchos de nosotros? ¿Por qué dedicarle una serie de caricaturas a un taquero?

T: En primer lugar yo creo que los mexicanos somos buenos gourmets de tacos. Si vas a Guadalajara a estar dos semanas y tienes un buen cuate allá, siempre te va a decir: “Te recomiendo que vayas a las tortas ahogadas de tal esquina, o que vayas a los tacos de lengua que están en tal lugar”.

Siempre las recomendaciones de la gente que vive en una ciudad te van a dar, más que un restaurante acá donde no hay fallas, un puestito donde hay un riesgo, pero en el que los tacos son una maravilla. En este caso hablo de un taquero de quien se sospecha que sus tacos no son de res sino de perrito. Es una leyenda urbana que todos tenemos: que a veces hemos comido tacos de perro o de caballo, y no nos hemos dado cuenta.

Me basé un poco en un taquero que existe en Guadalajara que está por Federalismo, que dicen que tiene tacos de perro, lo que él no negó; pero la gente siguen yendo, aún pese a saber eso, porque dice: “las salsas están buenísimas”. Entonces dije: “No puede ser, allí hay un personajazo”. Es el personaje indispensable cuando sales del antro y no cenaste. A las dos de la mañana no hay restoranes abiertos, y lo que quieres es un taco para bajarte el pedo, y pues siempre hay un puestito que está abierto a las tres de la mañana, con su cebollita, el cilantro, la salsita, con toda la dinámica que hay dentro de él: una televisión en blanco y negro que se ve medio mal, y el taquero diciendo: “¿Cuántos va a llevar? ¿Cómo vio al Atlas?” Son un poco como los taxistas: te dan su punto de vista sobre la política, te dan de comer, y al final te preguntas “¿qué comí? Quién sabe, pero está buenísimo”.

Es parte de nuestra cultura. No sé si esto lo venderán en Colombia, en Venezuela o España, pero allí no significaría nada; tal vez una figura parecida en España sería el churrero, porque cuando viví en Barcelona vi que lo que está abierto de noche es dónde te venden churros de dulce para después de comerte algo. Pero allí no hay una cultura del taco.

AR: En el mismo sentido quiero ir sobre tu otro libro: con Los invasores de Marte completas una trilogía equiparable a la de Kim Stanley Robinson…

T: Sí, Ray Bradbury y la chingada.

AR: Pero, ¿de dónde te salió la idea de hacer esas tiras acerca de unos marcianos que vienen a la Tierra?

T: Me encanta la idea de que la gente crea que los extraterrestres son bien inteligentes. Tengo la teoría de que si los extraterrestres fueran inteligentes no abducirían tanto pendejo; mejor que vengan y abduzcan a Monsiváis, a Krauze, a Naranjo, allí sí les creo. Pero vienen a Wyoming y agarran un pinche ranchero al que se llevaron y le metieron unos fierros por allí atrás, y le dijeron que estamos destruyendo el planeta.

Entonces pensé que allí hay un tema que es inagotable, y que puesto en una tira diaria como “Crónicas marcianas” me da idea para hacer pitorreo tanto de la política como de las series chafas de la televisión de los sesenta.

AR: O de programas actuales como los de Jaime Maussan.

T: No tienes idea cómo me da temas para hacer en la tira. La verdad creo yo que él no se la agarra en serio, porque no puede ser. Eso me nutre mucho; ver los programas de Maussan me encanta porque siempre sacan algo de superneta: “Ahora aquí vamos a ver un video sorprendente”, y los videos siempre están muy mal tomados, borrosos. No sé qué es lo que nos falta a nosotros de tecnología para hacerlos en high definition y que se vea chingón el ovni. Pero siempre es una mierda que se mueve en superchinga porque no quieren ser vistos. Si es así, pues que no vengan.

AR: En ambos libros, ¿cómo te sirven esos personajes para hacer crítica social y política?

T: Pues es que al no ser yo cartonista político, siento que lo que hago en estas tiras es una burla de lo cotidiano, de las situaciones que vivimos todos los días, y que en ello va la política, el futbol, el amor, el sexo, los grandes problemas del ser humano. Hay mucha tela de dónde cortar, y si de repente el tema es que Montiel se enriqueció, se me ocurre una tira en la que vienen extraterrestres a preguntarle acerca de cómo enriquecerse sin que haya pedo o sin que los metan a la cárcel, cosas así.

Es decir, me aprovecho mucho de las situaciones políticas para pitorrearme de eso, sin sacar a esos personajes directamente, sino más bien de fuerita, como somos en general. Si vamos a hacer una crítica de Madrazo, nunca se la vamos a ir a decir, ni ganas y pa’qué.

De entrada allí hay sesgos en los que utilizo la política y cualquier otro tema, como los de la farándula.

AR: A partir de tus monos, ¿quiénes son peores: los marcianos o los terrícolas?

T: Por supuesto que son los terrícolas; somos más pendejos, la verdad. Todas las teorías religiosas, fanáticas, tienen que ver con una especie de divinidad. Los que se separan de esta tendencia católica o musulmana de que Dios castiga y la chingada, y que no creen en eso, se van a lo pendejo porque dicen: “son los extraterrestres, quienes son los que están mandando señales que se apreciaron en no sé dónde, como en el tsunami”. Como los dianéticos, que tienen una teoría de que hay seres superiores y la chingada; pero creo que es un vacío existencial que tienen de no encontrar alguien en quien creer, y entonces inventan cosas así.

Entonces creo que los humanos somos más imbéciles. Si existieran realmente los marcianos, creo que ni ganas tendrían de venir aquí, ¿a qué chingados?

AR: De todas las tiras y libro que tienes, algunos hechos al alimón con Jis y muchos otros como solista, ¿en qué lugar ubicas a Don Taquero y a Los invasores de Marte?

T: Estoy contentísimo con la edición de los dos libros porque están bien editados, bonitos, a color, y son la consecuencia de El Santos, en el que nos deschongábamos Jis y yo, y que significó el enriquecimiento que da el trabajar con alguien haciendo una tira. Eso nos dio para hacer “La chora interminable” o El Santos.

Estos libros son una cosa más personal, es toda mi etapa solista. No me comparo con los Beatles, pero si fuera uno de ellos sería el Ringo Starr, que saca muchos discos; yo soy fan de ellos, juntos y separados, tengo todos los discos y todos tienen su esencia. Entonces si a la gente le gustó El Santos, aquí están ciertos chistes que podrían haber visto en El Santos, aunque a lo mejor menos guarros.

Considero a estos libros parte de mi desarrollo y proceso evolutivo personal, y a mí me encantan los dos, porque sinceramente te digo que donde mejor los puedes disfrutar es en el baño. Tienes que agarrar Don Taquero en el baño, que es el lugar donde realmente te puedes concentrar y leerlo. No creo que esto deba estar en una biblioteca, allí la gente no lo va a pelar; tiene que ser para el baño.

AR: Hablando de eso: un aspecto que siempre me ha llamado la atención en tu obra es el escatológico. ¿Qué papel juega ese elemento en tu obra?

T: Es toda una tendencia, e incluso se nos ha puesto una etiqueta: “Pinches Jis y Trino escatológicos”. Desde que abrimos -con El Santos sobre todo- la posibilidad de hablar de eso en los medios, que fue en La Jornada y ahora que estoy en Reforma, no se me ha censurado por seguir haciendo esto; se me haría una traición a los lectores ya no ser escatológico porque estoy en Reforma.

Me gusta sacar eso porque no todo el tiempo ni todo tiene que ser puerco. Aquí hay una en el taquero, que es una tira de comida, en donde me explayé en eso, ya que todo puede ser susceptible de la cochinada, y no es posible que aquí no vaya a poder sacar un chiste de un pedo.

Obviamente tiene que ver con la escatología lo del proctólogo. Pero los temas dan para eso, ni modo que me vaya de ladito; digo, así fue en El Santos. Es ya como un estigma, es como la fábula del alacrán y el sapo: está en mi naturaleza.

AR: Pasemos a otro tema y otro libro: eres un caricaturista irreverente como pocos, y como dices, “eso está en tu naturaleza”. Con esas características, ¿por qué ilustraste un texto casi sagrado como la Constitución mexicana?

T: Es un reto; cuando me invitó Deborah Holtz a hacerlo eso, me pareció que era un reto padrísimo. No me gustaría que esto causara un furor como lo que pasó con lo de la bandera, no quiero provocar. Simplemente digo: la Constitución se debe reformar, es muy arcaica en muchos de los artículos. Pero en este trabajo no es mi pretensión que cambie la Constitución, sino que llegue a todos y que al menos sea un libro de consulta para los chavos de secundaria o prepa.

Creo que a la Secretaría de Educación Pública no le latió comprarlo porque se iba a meter en un pedo, porque le iban a decir, “a ver, cómo ese texto ilustrado por Trino, y si tiene humor, la Constitución es muy seria”.

Tiene muy poco humor, no siento yo que haya hecho un pitorreo de la Constitución; pero hay gente muy obtusa, por lo que puede causar muchas broncas. Aquí en México puedes hablar de lo que quieras, de los políticos, sexo, drogas, pero no puedes hablar de religión ni de los valores patrios como la bandera, la Constitución, de los héroes que nos dieron patria.

No se puede hacer burla de eso, pero todo es susceptible de serlo, por eso hay libertad de expresión. La Constitución no es para mí un vehículo para echar desmadre, sino que lo que hice fue ponerla a un nivel en que la gente diga: “mira, tiene monitos, la quiero leer”. No estoy diciendo que yo sea el educador número uno, pero me gustó el proyecto y dije: “Cómo no le voy a entrar, es la oportunidad de oro para poder estar en una cuestión que es importante: que los mexicanos conozcamos la ley, que los mexicanos tengamos la Constitución para consultarla, y saber por qué este cabrón me está chingando, y si llegan los judiciales y me llevan sin una orden, decirles que constitucionalmente eso no se vale”.

Ojalá que la gente vea este trabajo más como un libro de consulta accesible, que es la Carta Magna, que como una afrenta de mi parte, aunque sí se puede echar desmadre con la Constitución, lo que no es mi objetivo.

AR: Entonces es más didáctico que humorístico.

T: Sí, exactamente.

AR: ¿Ya ha habido alguna respuesta por parte del gobierno y del público en general a esta Constitución ilustrada?

T: Hasta ahorita no, porque es una novedad, pero tal vez en un mes pueda ver mejor esas reacciones.

AR: ¿Cómo ha sido tu trabajo de ilustrador? Esto lo pregunto porque antes de la Constitución habías ilustrado otro libro, El Enmascarado de Lata, de Vivian Mansour.

T: Me encanta ilustrar ideas ajenas en el sentido de poder interpretar, de convivir con autores. Con Vivian me pasó cuando me dio su cuento, el que se me hizo tan bonito que dije: “quiero interpretárselo chido, hacer algo bonito con personajes, y que ella sienta que su historia tiene un refuerzo padre con las imágenes”.

Para mí es mucho más nutritivo eso, porque con lo mío yo sé que lo controlo, es mi tira y es lo que a mí se me antoja; pero es un reto cuando alguien te dice: “Aquí cámbiale, porque resulta que el monito no es la idea que me había imaginado; me imaginé un niño más buena onda, no tan cabroncillo”. Ah, pues hago otro diseño.

Eso es trabajar en equipo y a mí me gusta; no soy ni una diva en el sentido de “a mí nadie me dice nada, y mis monos son así y a la chingada”. Tampoco le haría el favor de hacer ilustraciones a cualquiera; por ejemplo, no quiero ilustrarle un libro a Jorge Ortiz de Pinedo con sus chistes, sino cuando hay calidad y el proyecto es muy padre. Imagínate que llegara alguien que no respete yo y que me diga: “oye, que tus monos sean más chistosos, tú eres bien leperote, ponle una reatota”. No, hay que tener cierta calidad; a mí sí me gusta muchísimo trabajar en equipo e ilustrar, además de que me saca de la rutina. Dibujar siempre lo mismo, lo que la gente cree que es algo muy divertido, y sí, pero después de un mes dices: “Chale, otra vez otras fábulas, y ahora qué voy a hacer”. Entonces ilustrar me saca de mi rutina.

AR: ¿Qué otro proyecto editorial tienes por allí?

T: En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara saldrá Misterios charros, un libro gordote que es una selección de toda mi trayectoria desde 1987 hasta 1999 de tiras que no son conocidas o que no fueron conocidas porque no fueron publicadas en periódicos nacionales, sino en revistillas o en folletos. Es la evolución mía como cartonista de humor de un solo cuadro, o de tiras, en este caso de un charro y una adelita.

Es una miscelánea porque no es un libro que tenga lo mismo: hay cartones, hay tiras, y hay una tira de formato diferente que se llama “Frontera cero”, que es la historia de un indocumentado que quiere pasar a Estados Unidos y nunca lo deja otro personaje. Es una relación que se establece entre los dos y es un poco como el taquero y su cliente.

Entonces es un libro misceláneo, no tanto enfocado a un personaje, y allí se ve la evolución de mi línea. Allí están las células de las “Crónicas”, de las “Fábulas”, del mismo Santos, en otros personajes. Va a estar padre.

manual de la perfecta cabrona

Este libro es para mi hija, Skannon Hillory Hector, cuya visión y ayuda fueron esenciales para realizarlo; y para mi padre, Robert Gifford Hilts, a quien sigo echando de menos cada día.

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¿Podrías aceptar más trabajo sin que te aumentemos el sueldo o te ascendamos?

Me gustaría que llamaras más a menudo.

¿Podrías hacerme el trabajo de plástica para mañana? Si no lo llevo, me suspenden.

¿Podrías parecerte más a la hija que siempre quise?

¡YO CREO QUE NO!

“Teníamos tanto en común: yo lo amaba y él se amaba a sí mismo”.

                                                                          SHELLEY WINTERS

[INTRODUCCION]

Plantada, pero con los ojos abiertos.

Dejad que os explique en un momento por qué escribí este libro.

Todo empezó en febrero de 1993, con mi artículo “Ponte en contacto con la cabrona que llevas dentro», publicado en Hysteria, una revista de humor para mujeres.

La revista se publicó, una personalidad en el medio de las comunicaciones vio el artícu­lo y me llamó para que diera una entrevista en la radio y, de repente, fui considerada como “la experta en la cabrona que llevamos dentro». Pues bien, lo soy. Pero antes de que «ella» se convirtiera en el objeto de mi espe­cialización, era experta en encanto tóxico. Desde el día de mi nacimiento me entrena­ron en las habilidades del encanto. La frase que mi madre me repetía más veces era: «Eli­zabeth, compórtate»,

Y lo intenté. De verdad. Procuré ser un ejemplo de amabilidad: una Melania Wilkes, una Beth de Mujercitas (¿o era Amy?), una Mary Ingalls… Aprendí de memoria los nom­bres de los componentes de la familia más tó­xica, los Encanto: Actuar, Hablar, Sentarse, Pensar e, incluso, Vestir.

Hablar con Encanto fue difícil. Intenté mantener un tono de voz bajo y bien modu­lado. Cuando eso no funcionó, lo subí una octava, lo que me obligó a susurrar. Yo creía que sonaba más dulce; todos los demás, que tenía laringitis.

Vestir con Encanto casi me hizo perder la razón. ¡Encanto… cuando lo que yo quería era usar blusas cortas! ¡Escotes! ¡Ropa entallada! Pero, al final, fue el viejo Actuar con Encanto el más tóxico de la familia. Simple­mente, no podía hacerla. Me reía estrepito­samente; decía lo primero que se me pasaba por la cabeza. Cuando era adolescente, mis amigas solían decirme: «¡Deja de hacer el ridículo!», y en los momentos en los que era necesario guardar una discreción extrema, me daban un codazo y siseaban: ¡Liiiiiiz!».

En privado se morían de risa al recordar las (innumerables) veces que saqué los pies del tiesto.

Además, todas sabíamos la verdad: eran las cabronas quienes se llevaban el gato al agua. Por ejemplo, Escarlata O’Hara: ella era la estrella de la película, ¿no es cierto? Y se lle­vó la mejor parte. Puede que Melania se que­dara al final con Ashley, ¿pero quién quiere un Ashley? Cualquiera con un poco de visión pue­de darse cuenta de que Ashley era… Ashley.

Pero los convencionalismos del encan­to siguieron acosándome hasta que sucedió ESO. El incidente que por fin me hizo ver que el encanto podía ser tóxico.


EL MOMENTO DE LA VERDAD

El suceso tuvo que ver con un hombre. En mi caso, la frase puede completarse si al final añadimos “por supuesto». Confesar lo que pasó me resulta muy embarazoso, pero sé que debo hacerla. He aquí lo que ocurrió: me dejaron plantada.

Sí. Me quedé sentada en mi sofá un sá­bado por la noche, después de haberme probado y quitado sucesivamente cinco con­juntos diferentes y fabulosos. Llamé a su ca­sa, me respondió el contestador. Dejé un men­saje: «Hola, son casi las 9:00. Se te ha debido de haber hecho tarde. Nos vemos aquí». 9:15, 9:45. Me fui a mi cuarto a las 10:30, me qui­té el maquillaje y me metí en la cama, don­de me quedé dando vueltas, pasando de la preocupación a la ira, y otra vez a la preo­cupación durante toda la noche.

Al día siguiente, él llamó con una excusa muy poco convincente. «Me comprendes, ¿verdad?».

Por supuesto. Lo comprendía totalmente. Pero, aun así, lo perdoné porque era muy gua­po y me gustaba de verdad. Y porque a nadie le gustan las cabronas. ¿Cómo podría una chi­ca tan maja como yo estar mucho rato enfu­rruñada? Me pidió otra oportunidad y se la di.

Sí, sí, habéis acertado: volvió a pasar lo mismo. ¡Y esta vez estallé! Enfurecida, llamé para maldecir y despotricar en su contestador hasta que se cortó la llamada. Después vol­ví a marcar para gritar un poco más. Al final, agotada, el entrenamiento de tantos años hi­zo su aparición. «Lo siento, pero estoy hecha polvo», susurré con voz ronca por teléfono. «Por favor, llámame».

¿Lo veis? ¿Habéis visto lo que hice? Ni yo misma puedo creerlo. ¡Pedí perdón! ¡Le dije a su contestador que estaba hecha polvo! No estaba hecha polvo, ¡estaba furiosa! Pero, ¿sabéis?, él era guapo, y pensé que, quizá, me gustaba de verdad, y que jamás volvería a tratarme mal si le demostraba lo maja que yo era.

A la tercera fue la vencida: ¡por fin, la gota que colmó el vaso!

¡Sí! Y cuando me di cuenta de lo que había hecho, decidí en el acto que había llegado el momento de dejar a un lado el encanto tóxico. Había llegado la hora de emular a las perfectas cabronas que en el mundo habían existido. Tomaría ejemplo de las páginas del libro de su vida, como mi madre solía decir.

Pero ese libro no existía.

Hasta ahora.

“Ninguna mujer es toda dulzura”
MADAME RÉCAMIER

[I]
Encanto tóxico

El encanto tóxico es lo que nos sucede cuando interiorizamos a los diferentes miembros de la familia Encanto. Su efecto es similar al de la levadura: ésta hace que la masa adquiera una consistencia suave y ligera, mientras que el encanto tóxico nos lleva a hacer de la vida algo suave y ligero… para todos los demás. Quienes la padecemos nos empleamos a fondo para endulzar el panorama o, parafraseando el viejo dicho, utilizamos nuestro «azúcar personal» para preparar limonada con los limones de la vida. Con frecuencia, esto sólo se logra a un coste terrible.
El hecho de que estés leyendo este libro es una prueba de tu voluntad para abandonar el encanto tóxico. Para valorar correctamente sus efectos, tendrás que determinar primero si has sufrido durante mucho tiempo este síndrome. Contesta las siguientes preguntas:

1. ¿Alguna vez has querido cantarle las cuarenta a alguien y, en lugar de eso, has comido un pedazo de pastel?

2, ¿Qué tal el pastel entero?

3. ¿Alguna vez has dicho: «¡No sé qué me ha podido pasar!»?

4. ¿Alguna vez has rechazado una invitación para salir un sábado por la noche por esperar la de un galán más apetecible?

5. ¿Alguna vez te has quedado sola en casa el sábado por la noche porque el galán más apetecible no se dignó a llamar?

6. ¿Alguna vez has dicho «sí» cuando lo que querías decir era «yo creo que no»?

7 ¿Te disculpas con frecuencia?

8 ¿Opinas que el escote palabra de honor es atrevido y por ello has elegido un vestido con tirantes para ir a la boda de tu mejor amiga?

Si has contestado afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, seguro que estás utilizando demasiada miel. Pero no todo está perdido, tranquilízate. Si quieres, puedes librarte del encanto tóxico.
La cabrona que llevas dentro te espera. Continúa leyendo.

“Hasta que no pierdes tu reputación,
no te das cuenta de lo pesada que era
ni de lo que es realmente la libertad”
MARGARET MITCHELL

[II]
Conoce a tu cabrona interior

Existe una parte poderosa y esencial en cada una de nosotras que no ha sido reconocida hasta ahora, ni su energía convenientemente explotada. Años de represión han ocultado esta faceta en los rincones y las grietas de nuestras almas. Como no la comprendemos, hacemos todo lo posible por mantenerla en la oscuridad, donde creemos que pertenece.
Se trata de la «cabrona interior». No te hagas la tonta: sabes perfectamente de lo que estoy hablando.
Todas la conocemos. Flota constantemente justo bajo la superficie de nuestra conciencia y nuestra educación. Es parte de nosotras, es inteligente, segura de sí misma y sabe lo que quiere. Nos dice que no nos conformemos con menos. Nos avisa cuando estamos a punto de embarcarnos en una conducta autodestructiva.
La cabrona interior no es esa parte de nosotras que a veces se muestra estúpida, o ruin o carente de sentido del humor. No cae en el fatalismo, ni abusa de sí misma ni de los demás.
La cabrona interior no se enzarza en discusiones de poca importancia, ni siquiera para pasar el rato. ¿Para qué molestarse?
La cabrona interior jamás es mordaz de forma gratuita. Y nunca teme decir: «Que se vayan a freír espárragos si no aguantan una broma».
A mi modo de ver, hay una verdad absoluta: al liberar a nuestra cabrona interior podemos utilizar su poder y energía para nuestros objetivos más elevados.
Si la ignoramos, nos arriesgamos a que enloquezca cuando la presión por ser encantadora se vuelve insoportable. Todas hemos sido testigos de ello y no es una perspectiva agradable.
Cuando no reconocemos a nuestra cabrona interior nos salen granos o engordamos, o adelgazamos demasiado, y nos volvemos controladoras, manipuladoras, lloronas o histéricas. No insistimos en practicar sexo seguro.
Nada de eso es productivo y algunas de estas cosas resultan francamente peligrosas. ¿Cómo podemos terminar con estas conductas autodestructivas, en especial después de toda una vida de encanto tóxico?
Lo único que se necesita es una pequeña frase:

«YO CREO QUE NO»

Todas lo pensamos y, sin embargo, espantamos esa idea como si fuera un mosquito molesto. «Eso no estaría bien», pensamos, sin caer en la cuenta de que el precio que debemos pagar a cambio es muy alto.
Quizá te preguntes: «¿Puedo ser encantadora sin ser tóxica?».
iClaro que sí! De hecho, ponerte en contacto con tu cabrona interior te ayudará a ser encantadora de verdad. Hay una enorme diferencia entre parecer encantadora y serio. Tu cabrona interior no quiere que seas mala. Quiere que seas firme. Quiere que seas razonable. Y quiere que seas encantadora, sobre todo contigo misma.

DECIR «YO CREO QUE NO»

Inténtalo. Empieza poco a poco. Imagina una situación en tu vida en la que se pueda aplicar. Por ejemplo:

– Tu hija de 30 años quiere mudarse a su antigua habitación sin pagar alquiler, con su novio y la motocicleta de éste.
Tú dices: “Yo creo que no».

– El hombre con el que has estado saliendo durante un mes te exige, en un ataque de celos, que canceles una comida con un cliente importante.
Tu respuesta: “Yo creo que no».

– Tu madre quiere que conozcas al hijo de su amiga del club de jubilados. «Sólo una pequeña cena, hija. Os hemos sacado entradas para el teatro».
Tú sonríes: «Mamá, yo creo que no».

– Tu jefe sugiere con insistencia que inviertas tu bonus en el último y enloquecido proyecto empresarial de su primo.
Tú contestas: “Yo creo que no».

DECIR MÁS CON MENOS

¿Ves? Funciona. Nadie puede malinterpretar el significado de esa frase. Argumentar en contra es inútil; ¿cómo puede alguien insistir en que crees algo si tú afirmas lo contrario?
Es suave. Es cortés, pero a la vez fuerte, firme e indiscutible.
Lo mejor de la frase «yo creo que no» es que puede utilizarse en cualquier momento durante una conversación. Si adviertes que estás deslizándote por la rampa del encanto tóxico, es muy fácil detener la caída. Y si olvidas decirlo, o no te atreves, no te preocupes: sin lugar a dudas se te presentará de nuevo la oportunidad.

DECIR MÁS

Naturalmente, habrá ocasiones en las que decir «yo creo que no» no será suficiente. Esta frase es sólo un cucurucho sobre el cual construir una especie de helado verbal. Añade el número de bolas que desees.

«No creo que te pueda prestar los pendientes de brillantes de mi abuela, pero tengo otros de cuarzo muy monos».
«No creo que me quede».
«No creo que ese color me favorezca».
«No creo estar lista».

También existen esos casos que demandan cierta delicadeza combinada con la habilidad de tener los pies plantados sobre la tierra.

Por ejemplo, estás en una fiesta. Un amigo de un amigo se presenta y te dice: «¿Sabías que Fulanito me ha dicho que eres la mujer perfecta para mí?». Ese hombre no te interesa un pimiento, pero, por pura amabilidad, le contestas: «Yo creo que no, pero podemos charlar un poco».

Como puedes ver, la frase es cortés y razonable, nunca resulta cruel y no es nada difícil de decir. Prueba con distintos tonos de voz. Dale un tono reflexivo o intenta poner énfasis en distintas palabras: «yo creo que no», «yo creo que no», etcétera.

“Sólo empiezan a llamarte cabrona cuando alcanzas el éxito”
JUDITH REGAN

[III]
Un epíteto atrevido

A algunas de nosotras nos puede resultar problemático utilizar el término «cabrona» para referimos a nosotras mismas. Podemos llegar a creer que hacerlo equivaldría a afirmar la imagen negativa que las mujeres asertivas han llevado como un sambenito durante años. Es decir, si expresamos lo que realmente pensamos, debemos de ser unas cabronas.
Analicemos con detenimiento este punto. ¿Cuál es el problema exactamente? ¿Nos estamos portando mal acaso? ¿O estamos yendo demasiado rápido, adelantándonos, liberándonos del papel que nos han asignado?

El término «cabrona» nos asusta para que nos refugiemos cuanto antes en la tranquilidad del encanto tóxico.
Todo lo que puedo decir es: «Yo creo que no».
Por desgracia, muchas de nosotras hemos sido víctimas del prejuicio contra este calificativo. Si reunimos a un grupo de mujeres para que hablen de esta condición, admitirán que existe, incluso aceptarán que en ocasiones han caído en comportamientos cabrones, pero sólo porque se vieron obligadas a ello, por supuesto. En nuestros momentos más sinceros, sin embargo, aludiremos a nuestra condición de cabronas con gozoso orgullo. Porque, afrontémoslo, ha habido momentos en nuestras vidas en los que ser cabrona ha sido divertido.
Pero si nos preguntan si nos consideramos cabronas diremos rotundamente que no. «Ay, no, no, no, no, ¡NO!». Nos consideramos chicas amables que, de vez en cuando, se ven forzadas a defenderse actuando como cabronas. Son «esas otras mujeres» quienes de verdad son unas cabronas.

De nuevo, yo creo que no. De hecho, pienso que esta dinámica lleva consigo las semillas de la división. Por una especie de malévola y oculta maldición, el encanto tóxico funciona mejor cuando nuestra cabrona interior y nosotras estamos separadas, cuando estamos divididas y cuando entre nosotras no existe respeto.

¿QUÉ CAUSA ESTA DINÁMICA?

Esta pregunta podría mantener entretenidos a sociólogos y teóricos durante años, quizá décadas. Está bien. Necesitan motivos para justificar las becas y subvenciones que reciben. La verdad, por simple que parezca, es la siguiente: en la raíz del problema que supone para muchas de nosotras asumir a la cabrona interior está el temor a que nos llamen así.
Permitidme que os recuerde una cosa: es sólo una palabra. Con palos y piedras se puede hacer mucho daño, pero las palabras no nos hieren si no queremos.

SI ME LO LLAMAS, QUIERO SERLO

Cualquier mujer que tenga éxito en algo será llamada cabrona. ¿Hillary Clinton? Cabrona. ¿Gloria Steinem? Cabrona. ¿Barbra Streisand? Cabrona. La lista sigue, sigue y sigue…
El quid de la cuestión es que, si no podemos evitarlo, ¿por qué no darle la bienvenida? Todas hemos tenido esta experiencia: en algún momento decimos frente a otras personas lo que pensamos de verdad sobre alguna cuestión o persona. Después, en alguna otra ocasión, alguien nos dirá: «Fulanito realmente pensó que eras una cabrona». (Si no te ha ocurrido todavía, sigue esperando: sucederá).
Entonces, la mayoría de nosotras se asegura de ser particularmente amable con el tal Fulanito durante el siguiente encuentro. Incluso hasta podemos tomamos la molestia de demostrar que el que nos haya considerado cabronas no sólo es erróneo, sino también absolutamente injusto. O nos disculpamos dando explicaciones de todos los motivos por los que dijimos lo que dijimos. «Estaba muy estresada la última vez que nos vimos» o «Vaya, ¡no sé lo que me pasó!». O incluso: «¿Sabes?, el síndrome premenstrual me afecta de verdad». En definitiva, nos retractamos.
¿Qué sucedería si respondiéramos enviando a Fulanito un ramo de flores con una pequeña tarjeta de agradecimiento en la que pusiera: «No sabes cuánto me alegra que hayas reconocido a mi cabrona interior»?
¿Qué pasaría si dejáramos de temer a esta dichosa palabrita?
Otro punto que debe analizarse, y que requiere una breve incursión en la retórica, es el siguiente: ¿cómo llamamos a un hombre que habla por sí mismo, un hombre que es exigente consigo mismo y con los que lo rodean, un hombre que se comporta como lo haría cualquier cabrona que se respetara a sí misma? Triunfador.

¿A QUIÉN HAY QUE ECHAR LA CULPA?

Pues bien, a nadie. Quizá a todos. Sin embargo, existe un aspecto muy importante sobre la cabrona interior que debe plantearse con toda claridad:

La existencia de la cabrona interior no tiene que ver con la culpa.

La cabrona interior simplemente existe, así como el cielo simplemente es el cielo, y los platos, una vez sucios, deben lavarse. No hace falta señalar a nadie con el dedo. Y tampoco existe razón alguna por la que haya que pedir perdón por estar en contacto con ella. Después de todo, es la parte de nosotras mismas que sabe lo que en realidad nos importa y queremos.
Ella sabe que nos enorgullecemos de nuestro trabajo y que exigimos cierto nivel, tanto de los demás como de nosotras mismas.

Ella sabe que queremos que nuestros amantes nos satisfagan en la cama (más adelante insistiré sobre este punto).
Ella sabe que queremos que nuestra mejor amiga, la novia, entienda que vestirse con tafetán después de los doce años es ridículo. Ella sabe que queremos que el mundo mida nuestros logros, y no nuestros cuerpos. Ella sabe que deseamos ser capaces de decir lo que sabemos, sin recibir a cambio humillantes epítetos.
Mientras sigamos negando que la cabrona interior es parte de nosotras mismas, mientras continuemos rindiéndonos al encanto tóxico, no conseguiremos nunca lo que queremos. No obtendremos lo que necesitamos, y ninguna de nosotras alcanzará realmente lo que es bueno para todas.

“La verdadera hermandad entre mujeres [consiste en]
un grupo de señoras en bata,
atiborrándose de M&M’s y haciéndose reír”.
MAXINE WILKIE

[IV]
¡Podemos Hablar!

No hay nada mejor que un grupo de mujeres reunidas con tiempo para charlar. ¿Y qué hacemos nosotras, las mujeres, cuando hablamos? Llegamos al fondo de las cosas. Es hermoso.
Empezamos en la adolescencia, cuando estamos en permanente lucha contra todo y contra todos. Ahí es cuando descubrimos lo perspicaces que son nuestras amigas, lo bien que nos entienden.
Comprenden lo absurdo que es el toque de queda impuesto por nuestros padres, y el imposible examen de historia; se compadecen de nosotras por el doloroso aparato de ortodoncia que nos vemos obligadas a llevar, por la crueldad gratuita que demuestra el chico que no llama y por el desastre de la blusa nueva que se encoge al lavarla; y, como nosotras, desfallecen ante la sola mención de nuestros ídolos musicales o cinematográficos. Una vez recuperadas de nuestros años de adolescencia (cosa que la mayoría de nosotras consigue tarde o temprano), somos capaces de formar amistades fuertes y duraderas con otras mujeres. Nuestras mejores amigas son aquellas con quienes no escondemos a nuestra cabrona interior.
Mientras mis amigas y yo luchamos contra nuestra tendencia hacia el encanto tóxico, nuestra cabrona interior nos ayuda a establecer fronteras que mantienen sana la amistad. ¿Chantaje emocional? ¿Revelar secretos? ¿Cotilleo mal intencionado?
Yo creo que no.

AMIGAS DE VERDAD

¿Es fácil para dos o más mujeres en contacto con sus cabronas interiores ser amigas?
Yo creo que no, pero ciertamente esa amistad es más significativa que en aquellas relaciones basadas en el encanto tóxico.
Las reglas que rigen las relaciones entre mujeres son tan complejas que, en comparación, el nudo gordiano parece un juego de niños. Pero es precisamente esta complejidad lo que hace este tipo de amistades tan gratificantes.
Las amigas que están en contacto con su cabrona interior con frecuencia son las que nos dan más apoyo: son a quienes acudimos cuando sentimos que nuestro carácter empieza a diluirse ante jefes poco razonables y fechas de entrega imposibles, frente al amante que de repente deja de llamar y ante la tristeza por la pérdida de nuestros pendientes preferidos. Son las que nos recuerdan la importancia de nuestros sueños y aspiraciones, y las que nos animan silenciosa o ruidosamente cuando el camino parece demasiado empinado o largo.
El principal elemento del vínculo entre las mujeres es el amor. Si no nos amáramos, no nos molestaríamos en decir la verdad. Simplemente nos dejaríamos resbalar de una decepción a la siguiente, con lo que acabaríamos reuniendo suficiente experiencia como para convertirnos en cantantes de blues.
Lo maravilloso de entrar en contacto con nuestra cabrona interior consiste en que podemos escuchar nuestra propia voz. La cabrona interior es muy sabia y no tiene miedo de decir las verdades, aunque depende de nosotras escucharla. El hecho es que, después de haber oído la misma melodía durante tanto tiempo, podemos saber cuándo va a empezar y, en ocasiones, podemos librar a una amiga del peligro.
Por ejemplo, cuando el novio de nuestra amiga le rompe el corazón al irse a Hawai para ayudar a su amigo a empezar un negocio, ¿le echamos en cara que se lo habíamos advertido? Claro que no. Estar en contacto con nuestra cabrona interior requiere de sensibilidad.
Ella: -¡No puedo creer que me haya dejado! ¡Y para vivir en un lugar donde hace calor durante todo el año! Quizá deba ir tras él.
Tú: -¿Sabes cuántas serpientes venenosas hay en Hawai?
Después nos las arreglamos para reunirnos con frecuencia para ver películas como Thelma y Lauise o El diario de Bridget Jones y pedir que nos lleven una pizza o comida china, evitando cuidadosamente cualquier alusión a Hawai. Con el tiempo, cambiamos a películas extremadamente románticas ubicadas en lugares como, por ejemplo, Alaska (siempre y cuando la ropa de abrigo permita apreciar los atractivos del protagonista).

“AMAME EN TODO MI SER”.
ELIZABETH BARRET BROWNING

[V]
La cabrona en la cama

Bueno, la cabrona enamorada… ¡De verdad! ¡Cómo conservar a la cabrona interior en ese impetuoso carrusel de la vida que es el romance? Si es verdad que lo que buscamos en nuestras parejas es la intimidad, entonces es indispensable que dichos compañeros estEen al tanto de la existencia de nuestra cabrona Interior. No podemos intimar de verdad con alguien que no conozca y respete cada aspecto de nuestra personalidad (hecho abundantemente demostrado durante la década de los cincuenta).
Afrontémoslo: el terreno amoroso es el más propicio para el desarrollo del encanto tóxico, y también donde éste resulta más peligroso.
Muchas de nosotras tenemos miedo de que los hombres que amamos no quieran saber nada de nosotras si realmente llegan a conocemos.
Pero cuando no conocen nuestro verdadero ser, vivimos con el temor de su desilusión si nos revelamos ante ellos.
¡Caramba, aquí tenemos un círculo vicioso! Estar en contacto con nuestra cabrona interior rompe ese ciclo.

El genesis segun los informaticos

1. En el principio DIOS creó el bit y el byte. Y con ellos creó la palabra.
2. Y había dos Bytes en la palabra; y nada mas existía. Y Dios separó el Uno del cero; y vio que era bueno.
3. Y Dios dijo: que se hagan los Datos; y así pasó. Y Dios dijo: Dejemos los Datos en sus correspondientes sitios. Y creó los diskettes, los disco duros y los discos compactos.
4. Y Dios dijo: que se hagan los ordenadores, así habrá un lugar para poner los diskettes, los discos duros y los discos compactos. Así Dios creó a los ordenadores, les llamó hardware.
5 . Pero aún no había software. Pero Dios creó los programas; grandes y pequeños … Y les dijo: Creced y multiplicaos y llenad toda la memoria.
6. Y Dios dijo: crearé el programador; y el Programador creará nuevos programas y gobernará los ordenadores y los programas y los datos.
7. Y Dios creó al Programador; y le puso en el Centro de Datos; y Dios le enseñó al Programador el Directorio y le dijo: Puedes usar todos los Volúmenes y subdirectorios, pero NO USES WINDOWS.
8. Y Dios dijo: no es bueno que el programador esté solo. Cogió un hueso del cuerpo del Programador y creó una criatura que miraría al Programador y admiraría al Programador y amaría las cosas que el programador hiciese. Y Dios llamó a la criatura: el Usuario.
9. Y el Programador y el Usuario fueron dejados en el desnudo DOS y eso era bueno.
10. Pero Bill era más listo que todas las otras criaturas de Dios. Y Bill le dijo al Usuario: ¿Te dijo Dios realmente que no ejecutaras todos los programas?.
11. Y el Usuario respondió: Dios nos dijo que podíamos usar cualquier programa y cualquier pedazo de datos, pero nos dijo que no ejecutásemos Windows o moriríamos.
12. Y Bill le dijo al Usuario: ¿Cómo puedes hablar de algo que incluso no has probado?. En el momento en que ejecutes Windows serás igual a Dios. serás capaz de crear cualquier cosa que quieras con el simple toque del ratón.
13. Y el Usuario vió que los frutos del Windows eran más bonitos y fáciles de usar. Y el Usuario vió que todo conocimiento era inútil ya que Windows podía reemplazarlo.
14. Así el Usuario instaló Windows en su ordenador; y le dijo el Programador que era bueno.
15. Y el Programador inmediatamente empezó a buscar nuevos controladores. Y Dios le preguntó: ¿qué buscas?. Y el Programador respondió: Estoy buscando nuevos controladores, porque no puedo encontrarlos en el DOS. Y Dios dijo: ¿quien te dijo que necesitabas nuevos controladores?, ¿acaso ejecutaste Windows?. Y el programador dijo: fue Bill, quien nos lo dijo …
16. Y Dios le dijo a Bill: Por lo que hiciste, serás odiado por todas las criaturas. Y el Usuario siempre estará descontento contigo. Y siempre venderás Windows.
17. Y Dios le dijo al Usuario: por lo que hiciste, el Windows te decepcionará y se comerá todos tus recursos; y tendrás que usar malos programas; y siempre permanecerás bajo la ayuda del Programador.
18. Y Dios le dijo al Programador: por haber escuchado al Usuario nunca serás feliz. Todos tus programas tendrán errores y tendrás que corregirlos y corregirlos hasta el fin de los tiempos.
19. Y Dios echó a todos del Centro de Datos y bloqueó la puerta de entrada con una password.

Buena memoria

Alumno Susuki

Es el primer día de clases en USA y la maestra presenta a Susuki, hijo de un empresario japonés, a los chicos de sexto grado. Luego les dice:

– Empecemos repasando un poco de historia americana… A ver… ¿quién dijo “Denme la libertad o denme la muerte”? La clase se queda callada, excepto Susuki, quien se paró y expresó:

– Lo dijo Patrick Henry en 1775.

– ¡Muy bien! ¿Y quién dijo “El gobierno del pueblo para el pueblo no debe desaparecer de la faz de la tierra”?

Nuevamente hay silencio en la clase, salvo Susuki, que dice:

– Abraham Lincoln en 1863.

La maestra, asombrada, les dice:

– Chicos, debería darles vergüenza.. Susuki, que es nuevo en nuestro país, sabe más de nuestra historia que ustedes y…

Se escucha un susurro diciendo:

– ¡A la mierda con los malditos japoneses!

– ¿Quién dijo eso?, pregunta la maestra, indignada.

Otra vez es Susuki quien levanta su mano y dice:

– General Mc Arthur en 1942 y Lee Iacocca en 1982.

La clase se queda muda y uno de los chicos alcanza a decir:

– Voy a vomitar…

– La maestra trata de ver quién fue el irrespetuoso:

– ¡Ya está bien! ¿Quién dijo eso?

Y Susuki responde: – George Bush padre al Primer Ministro japonés en 1991.

Uno de los alumnos, furioso, le grita desde el fondo:

– ¡Chupame ésta!

Casi saltando en su silla, Susuki le dice a la maestra:

– ¡¡¡Bill Clinton a Mónica Lewinsky en 1997!!!

La clase entra en un estado de histeria… La maestra se desmaya… Cunde el caos… Mientras los chicos se arremolinan alrededor de la desvanecida maestra, uno de ellos exclama:

– ¡Mierda!

¡Nunca vi un pinche desmadre  como éste…!

Y Susuki responde:

– Néstor Kirchner, Argentina, agosto 2004.

Problemas conyugales

Un hombre entra en la habitación con una oveja en los brazos… Su mujer echada en la cama está leyendo un libro…

Dice el hombre:

– Mira cariño, esta es la vaca que me fifo cuando a vos te duele la cabeza…

Le contesta la mujer:

– Si no fueras tan boludo te darías cuenta de que es una oveja…

El hombre sonríe:

– Si no fueras tan boluda te darías cuenta de que estoy hablando con la oveja…

Problemas raciales

Un niño negro va a la cocina donde su mamá está preparando la cena y pone sus manos en la harina, acto seguido la aplica en su cara para después comentarle a su mamá:

“Mira mamá, soy blanco”.

La mamá le zumba un bofetón y le dice:

Niño: “ve a mostrarle a tu padre”.

El niño va a la sala y le dice a su papá:

“Mira papá, soy blanco”, el papá entonces le suelta un puñetazo, lo tiende en el suelo y le dice:

“Niño, ve a mostrarle a tu abuela”.

El niño va donde su abuela ya medio tambaleado y le dice:

“Mira abuelita, soy blanco”.

Sin pensarlo, la abuela le revienta dos bastonazos y lo manda de nuevo con su mamá quien le pregunta:

“Bueno hijo, has aprendido algo de todo esto?”.

El niño le contesta:

“Seguro que si!!!, apenas he sido blanco por cinco minutos y ya los odio a todos ustedes, pinches negros…!!!

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