Chamanes que curan
1 – La tredición ignorada de la ciencia alopata
Los chamanes no han sido tomados en serio por la mayoría de los médicos alópatas, a pesar de que muchas tradiciones chamánicas han desarrollado sofisticados modelos de curación a lo largo de los siglos. Además, dichos modelos han sido lo suficientemente flexibles como para sobrevivir en contacto con la medicina alopática, e incluso para incorporar la práctica de la misma. Pocos son, en cambio, los facultativos alopáticos que hayan incorporado la sabiduría chamánica en la práctica de su medicina, lo que pone en cuestión no sólo sus prejuicios sino su flexibilidad.
A excepción de sus conocimientos de herboristería, en general el chamanismo ha sido ignorado o ridiculizado por el mundo médico y académico. No obstante, los chamanes han sido los primeros curadores del mundo, los primeros diagnosticadores, los primeros psicoterapeutas, los primeros funcionarios religiosos. Los chamanes pueden ser definidos como curanderos indígenas que alteran deliberadamente su conciencia a fin de obtener conocimiento y poder proveniente del «mundo de los espíritus», para ayudar y curar a los miembros de su tribu.
Hay métodos chamanicos de curación que guardan un estrecho paralelismo con la terapia conductista contemporánea, la quimioterapia, la interpretación de los sueños, la terapia familiar, la hipnoterapia, la terapia ambiental y el psicodrama. Es evidente que los chamanes, los psicoterapeutas y los médicos tienen más en común de lo que generalmente se supone. Sin embargo, para el chamán, la dimensión espiritual de la curación es de extrema importancia, mientras que los médicos y los psicoterapeutas suelen ignorarla por completo. A menudo los chamanes rescatan almas perdidas, se comunican con los espíritus, hacen hincapié en la interconexión de sus pacientes con la comunidad y con la tierra, facilitan la purificación espiritual a quienes hayan violado tabúes sociales, interpretan sueños y visiones, y subrayan la importancia del crecimiento espiritual como objetivo personal en la vida, y la de ser útil a la humanidad y a la naturaleza. Estas funciones raramente adquieren importancia, ni tan sólo respetabilidad, en el mundo ideológico de los médicos alopáticos occidentales y otros especialistas de la salud.
2 – María Sabina
En 1980 visité Oaxaca, México, y tuve la gran suerte de poderme entrevistar con María Sabina, legendaria practicante del chamanismo que en 1955 había compartido con el mundo exterior sus conocimientos de las ceremonias curativas mazatecas con hongos sagrados.’ Nacida en 1894, María Sabina había llevado una vida muy dura y dolorosa. De niña perdió a su padre, y al principio comenzó a comer hongos psicotrópicos para combatir el hambre. En una ocasión, cuando su hermana estaba enferma y María Sabina había consumido hongos alucinógenos, se le apareció la figura de la muerte. Tras esa visión, aseguró haber recibido orientación de «seres espirituales superiores» en cuanto a cómo curar a su hermana, y ésta se recuperó de su dolencia. A partir de aquel momento, María Sabina se convirtió en una conocida curandera, o herbolaria, y la gente comenzó a acudir a ella desde muchos kilómetros a la redonda.
Doña María, como se la conocía respetuosamente, estaba convencida de que los hongos aportaban sabiduría, curaban las enfermedades, y representaban la carne y la sangre de Jesucristo. Después de la defunción de su segundo esposo, cuando doña María tenía poco más de cuarenta años, comenzó a trabajar exclusivamente con los hongos sagrados y pasó a ser conocida como sabia. Me contó que los hongos aparecían por voluntad de Dios. En el modelo de curación de doña María se realizan varias operaciones, tales como el diagnóstico, la identificación de la causa de la enfermedad y el tratamiento de la misma, después de que la sabia y sus clientes hayan consumido hongos sagrados. Doña María afirmó que Jesucristo o algún otro «ser espiritual superior» operaba a través de los hongos, para revelar el origen de la dolencia y el remedio correspondiente.
Doña María había observado que su bisabuelo, su abuelo, su tía abuela y su tío abuelo eran sabios que consumían hongos sagrados durante las veladas nocturnas. Para evitar problemas con la Iglesia, asistía a misa y contribuyó a la fundación de una asociación femenina llamada Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús. En realidad, el párroco del pueblo salió en su defensa cuando las autoridades federales intentaron prohibir sus veladas con hongos.
La imaginería de la liturgia ceremonial de doña María era claramente católica, pero con un fondo de odas y salmos provenientes de los sumos sacerdotes de Moctezuma, soberano azteca derrocado por los invasores españoles en 1521. Aunque la Inquisición española había declarado las veladas ilegales, éstas se habían seguido practicando en secreto durante más de cuatro siglos. Cuando se descubrió que todavía se celebraban, multitud de jóvenes de Norteamérica y de Europa occidental acudieron a Oaxaca para probar personalmente los hongos psicotrópicos. Doña María simpatizaba con su deseo de ilustración espiritual, pero criticaba el hecho de que aquellos jóvenes no respetaran las tradiciones mazatecas y consumieran los hongos sin una preparación adecuada ni la orientación de un «sabio».2
Cuando le pedí permiso para tomar fotografías, doña María se disculpó y regresó al cabo de unos minutos con su túnica ritual bordada a mano, llamada huipil. Una de mis amigas, claramente conmovida por el impacto del gran carisma de doña María, comenzó a llorar desconsoladamente. Inmediatamente, doña María se separó con ella del grupo, rezó por ella, y le frotó el cuerpo con flores frescas. A los pocos minutos cesaron las lágrimas, y la mujer en cuestión dijo que sentía una paz y una felicidad que perduraron varios días.’
María Sabina dejó de practicar poco antes de cumplir los noventa años. Volvió a casarse y vivió apaciblemente en su pequeño pueblo hasta su muerte en 1985. Entretanto, permitió que se grabaran y transcribieran las canciones y cánticos con los que acompañaba sus veladas. En uno de ellos, se describía a sí misma y su función:
Soy mujer de esfuerzos,
Soy mujer de llanto,
Soy mujer de palabras,
Soy mujer creadora,
Soy mujer curadora,
Soy poseedora de la sabiduría de las plantas.
En otro, relataba la experiencia de una visión:
Así es como se ve cuando voy al cielo.
Dicen que allí es como la suavidad.
Dicen que es como la tierra.
Dicen que es como el día.
Dicen que es como el rocío.
3 – Fernando Fernandez
En las islas de San Blas, en la costa atlántica de Panamá, los indios cunas han conservado muchas de sus formas tradicionales de curación. R. L. Van de Castle, psicólogo, realizó investigaciones de campo entre los cunas y descubrió que creían en poder anticipar las enfermedades o desastres inminentes a través de los sueños.’ Los chamanes cunas utilizan diversos procedimientos para garantizar un sueño tranquilo, incluido el de tallar madera aromática para colocarla en las cuerdas de la hamaca.
En 1985 di un ciclo de conferencias sobre la psicología de los sueños en la ciudad de Panamá. Entre los participantes se encontraba Fernando Fernández, chamán cuna de poco más de treinta años. Don Fernando explicó el modelo de curación de los cunas, aclarando que él era un abisua o «cantante». Entre otros tipos de chamanes cunas se encuentran los inaduledi, especializados en curas herbolarias, y los nele, especializados en diagnósticos, que según se dice viajan por dentro de la tierra hasta el mundo inferior. Todos ellos trabajan en íntima colaboración con los espíritus de curación y con los animales de poder, venerados por los cunas a lo largo de los siglos. También disponen de curanderos no chamánicos, tales como las «abuelas» que ayudan en los partos.
Don Fernando afirmó que había varios tipos de abisuas. El kantule, por ejemplo, es un cantante ceremonial que oficia – en los acontecimientos especiales, tales como los ritos de pubertad y las ceremonias celebradas cuando se corta el cabello por primera vez. A don Fernando, por otra parte, se le pide que cante cuando alguien está física o mentalmente enfermo, cuando una mujer tiene dificultad con el parto, o cuando algún animal está excesivamente excitado y es preciso tranquilizarlo. Los abisuas también pueden cantar por otras diversas razones, como por ejemplo para ayudar a un obrero a sostener metal caliente en la construcción, o a una persona que desea atraer a alguien con fines amorosos. A todos los abisuas les está permitido cantar para divertirse, cuando no están ocupados curando a alguien.
Al igual que la mayoría de los chamanes cunas, don Fernando no practica permanentemente el chamanismo. Vive en Ustopo, la más poblada y más tradicional de las islas de San Blas. Mientras cursaba sus estudios en la Universidad de Panamá, uno de los profesores le formuló a don Fernando algunas preguntas sobre la cultura de los cunas. Se avergonzó al no poder responderle y darse cuenta de que su profesor esta ba mejor informado que él sobre las tradiciones de su pueblo. Esta experiencia le motivó para convertirse en abisua y, con algunos de sus amigos, fundó la Sociedad para la Conservación de la Cultura Cuna. Uno de sus intereses consiste en grabar y conservar los centenares de canciones curativas utilizadas por los abisuas.
Las canciones cunas de curación son complejas y difíciles de aprender. Don Fernando confesó que sólo había aprendido quince de ellas. La más corta dura aproximadamente una hora y la más larga, que es la canción de los muertos, dura unas catorce horas y tardó un año en aprenderla. Don Fernando me permitió que grabara la akuanusa, canción utilizada para combatir la fiebre. También conoce canciones para tratar jaquecas, superar el miedo, facilitar el parto, curar el alcoholismo y desalojar los fantasmas de una casa. Las canciones varían en estilo y contenido, pero todas piden ayuda al mundo de los espíritus.
Según el modelo de curación cuna, la mayoría de las enfermedades las causan los gérmenes y otros microorganismos. Sin embargo, incluso los gérmenes tienen espíritu y consideran que las epidemias son un castigo de la naturaleza, cuando los seres humanos han ofendido el mundo espiritual. Las medicinas, tanto las plantas como las mismas piedras, tienen también su propio espíritu. Nushu, importante espíritu curativo, puede ser contactado por los chamanes en sus sueños y pedirle consejo.
Según el modelo de los cunas, la sociedad está obligada a facilitar servicios curativos a la comunidad, así como lugares tranquilos donde recuperarse. Las familias deben apoyar el consejo de los chamanes a los pacientes. El pronóstico es favorable siempre y cuando la comunidad y la familia brinden su apoyo, y el paciente siga los consejos del chamán. Creen que las personas están compuestas de ocho espíritus, que residen en distintas partes del cuerpo, como por ejemplo las manos, el corazón y la cabeza. El curandero espiritual debe tratar a los distintos espíritus de un modo diferente, ya que cada uno tiene su propio temperamento. Si el paciente fallece, por lo menos uno de sus espíritus va al cielo, a no ser que en vida haya cometido actos malvados.
Se presta mucha atención a la prevención de la enfermedad y la desgracia. Si un nele cree que cierto sueño representa la premonición de una enfermedad, puede aconsejarle a su cliente que tome baños médicos a diario. Para este ritual se colocan cincuenta lanzas talladas en madera de palmera negra en una canoa llena de agua. Además, se espolvorea el agua con serrín para limpiar los ojos del soñador. Si a lo largo del mes durante el que se realiza esta operación no ocurre ningún percance, se concluye que se ha eludido la desgracia.