8 poemas mayas, Jose Emilio Pacheco

1. Himno solar

I

Vengo ante tu tablado a merecer de ti, Señor, tu alegría.

Porque no es malo lo que das.

Lo bueno esta bajo tu mano.

Es buena y redentora tu palabra.

Veo lo malo y lo bueno aquí en la tierra.

Dame tu luz, mi verdadero padre.

Pon en mi pensar y en mi inteligencia mucho entendimiento

a fin de que pueda reverenciarte cada día.

II

Si no es verdad lo que declaro,

lance su flecha contra mi la amante

del Gran Señor del Inframundo.

Que se muera mi madre,

que se muera mi padre,

que se mueran mis animales

si es falsedad lo que relato.

Padre mío,

de verdad te imploro,

hermoso Padre de los cielos.

Grande eres en tu trono en las alturas.

Por eso te reverencio,

Dios único y hermoso.

Tu repartes el bien y el mal sobre la tierra.

Te llamo…

2. La ponzoña del año: los días negros

Los días del llanto y de las cosas malas.

Abierto se halla el inframundo,

libre su dueño.

Bondad no hay:

Solo maldad, lamento y llanto.

Ha pasado un año completo.

Han venido también los veinte días

sin nombre, los dolorosos,

los días de la maldad, los negros días.

Ya no existe la hermosa luz de los ojos

de Hubnaku para sus hijos terrestres.

A todos, hombres y mujeres,

niños y adultos, pobres y ricos,

ignorantes y sabios,

se les miden sus pecados terrestres

en el transcurso de estos días.

Ahaucanes, Ah Kuleles,

Batabes, Nacomes, Chaques,

Chuntanes, Tupiles:

a todos se les miden sus pecados

en estos días.

Porque ha de llegar el tiempo

en que serán el fin del mundo estos días.

Por eso se lleva la cuenta

de todos los pecados humanos,

aquí en la tierra.

Hubnaku los pone en un vaso grande

con el barro de las termitas y las lagrimas

de quienes lloran las maldades

padecidas aquí en la tierra.

Cuando se colme el gran vaso…

3. Recibimiento de la flor

Alegría, cantemos de alegría porque vamos al recibimiento

de la flor. Ríen las muchachas, ríen sus caras, saltan los

corazones en su pecho, entre los senos. ¿Por que ríen?

Porque saben que darán su virginidad a quienes aman.

Canten a la flor. Las acompañarán el Nacom y el gran

Señor Ah Kulel, presentes en el tablado. Canta Ah Kulel:

“Vayamos, vayamos a poner nuestras voluntades ante la

hermosa Virgen y Señora, Suhuy Kaañ, la Flor de las

Muchachas que esta en su alto tablado. También ante la

bella X’ Kanleox, la bella X’Zoot y la bella Señora

Virgen X’ Toot’Much.

Ellas son las que dan el bien a la vida, aquí en la

región, aquí en la sabana, y aquí en toda la tierra a la

redonda. Vayamos pues, muchachas, a dar perfecto goce

aquí en Pitil Piich, Dzilbache.

5. Las antiguas ciudades

Se ha vuelto necesario medir la cuenta de los años y los

katunes transcurridos desde que los hombres grandes

y poderosos habitaron estas ciudades. Ellos alzaron

los muros de las antiguas ciudades que ahora miramos

aquí en la provincia de la Sabana.

Diremos que significan todas esas ciudades esparcidas

sobre la tierra, todos los edificios que hoy

vemos dondequiera posados sobre los cerros. Porque

todos los días miramos en medio de los cielos la

señal de lo que nos fue dicho por los antiguos de

aquí de nuestros pueblos, de aquí de nuestra tierra.

Nuestra intención es verdadera. Queremos leer lo que

hay en la faz del cielo, al entrar la noche desde el

horizonte hasta el meridiano. Asi pues, se

inclina…

6. Nicte: el canto de la flor

Sobre el bosque se ha alzado la bellísima luna. Se

enciende en medio de los cielos y queda suspendida

para alumbrar sobre la tierra el bosque entero.

Dulcemente el aire trae el perfume.

La luna ha llegado a mitad del cielo. Su luz resplandece

sobre todas las cosas. En toda persona buena hay

alegría. Alcanzamos el interior del bosque. Nadie

vera lo que hemos venido a hacer.

Trajimos la flor de la plumería, la flor del chuchum, la

flor del jazmín canino. Trajimos el copal, la caña

rastrera ziit, la concha de la tortuga terrestre,

el nuevo polvo de calcita dura, el nuevo hilo de

algodón, la nueva jícara y el pedernal grande y

fino: la nueva pesa, la nueva tarea de

hilado, el pavo de regalo, las sandalias nuevas:

todo es nuevo.

También son nuevas las bandas que atan nuestras

cabelleras para adornarnos con el nenúfar.

Nuevos el caracol sonoro y la maestra que nos

adiestrara en la ceremonia.

Ya estamos en el corazón del bosque, a orillas de la poza

en la roca. Vinimos a esperar que surja sobre

los árboles la hermosa estrella humeante.

Muchachas, vírgenes: desnúdense, desaten sus cabellos.

Queden como llegaron a este mundo.

7. Canto doliente del huérfano de madre
(baile de golpe en la madera)

Yo era muy pequeño

cuando murió mi madre

y después mi padre.

Ay, Señor.

Solo quedaron mis amigos.

No tengo a nadie

aquí sobre la tierra.

Ay, Señor.

A los dos días

murieron mis amigos.

Ay, me he quedado solo y sin apoyo.

Al día siguiente de quedarme solo

un extraño

me tomo de la mano

para llevarme.

Ay, Señor: cuanto mal,

muchísimo mal,

paso aquí en la tierra.

Tal vez ya nunca cesara mi llanto.

No existen mis parientes.

Estoy solo y errante aquí en la tierra.

Día y noche mis ojos consumen solo lagrimas.

La dureza del mal me desalienta.

Ten compasión, Señor. Acaba

con mi dolor y sufrimiento.

Dame, Señor, la muerte o bien la fuerza

de resistir el mal que me atormenta.

Pobre y solo en la tierra,

tengo que mendigar

de puerta en puerta.

¿Me dará amor el que me vea?

Desnudo y solo, sin hogar ni hoguera,

ten compasión, Señor.

Dame la fuerza

de resistir el mal que me atormenta.

8. Alabanza

Ponte tu mejor ropa.

El día de la dicha ha llegado.

Peina tu larga cabellera.

Ponte tu mas bello vestido.

Calza tus mejores sandalias.

Cuélgate grandes arracadas.

Cubre tu cabeza con la tela mejor.

Que el collar adorne tu hermoso cuello.

Y se llenen de ajorcas tus brazos.

Es necesario que te vean como eres:

la mas bella de todas,

aquí en el pueblo de Zibalche.

Te amo.

Quiero que luzcas de verdad muy hermosa,

parecida a la estrella humeante,

deseada hasta por la luna y las flores del campo.

Blancos y puros son tus vestidos, doncella.

Ven a dar la alegría de tu risa.

Llena tu corazón de bondad.

Alegra a todos los hombres que te aman.

* De El libro de las danzas de los antiguos
** Sobre la traducción de Alfredo Barrera Vázquez

La divinidad y la mentalidad religiosa maya

Por José Vila Selma

Siempre el hombre ha comulgado con la Vida, aún antes de su nacimiento, y esta es la primera convicción que se tiene de sí y la forma como se concibe el orden, el comienzo del orden, es decir, el origen, que para la mente amerindia es la conciencia humana sabiendo que el caos existe, y en ese mismo instante comienza el orden, porque orden no es estratificación, ni nivelación, ni clasificación, si no conciencia clara de que todo puede ser destruido…

1. Comienzo exponiendo no sólo una convicción personal, sino una verdad
de la que con excesiva frecuencia se prescinde llegada la hora de la interpretación de textos, procedentes o creados, elaborados, no según un proceso acumulativo, sino originales, pero transmitidos de linaje en linaje, de generación en generación hasta nuestros días, documentos o textos que nos proporcionan la posibilidad de adentrarnos por las mismas entrañas de las culturas mal llamadas primitivas, y que, cuando se trata concretamente de las que constituyen el cuerpo de lo amerindio precolombino y hasta en sus formas de expresión actuales, deben considerarse como formas de expresión que denuncian una disposición de la inteligencia que el racionalismo occidental en modo alguno puede jamás comprender.

Para acercarnos con fruto, discernimiento y clarividencia hasta la entraña de lo amerindio, debemos despojarnos de todo lastre occidental, porque aquellas culturas sólo ahora comienzan a interesar a los estudiosos europeos y jamás pudieron ser homologadas, bajo ningún aspecto, con las otras culturas primitivas, que han sido el pasto de los etnógrafos de la escuela americana y de los que siguieron las pautas estructuralistas como Levi Strauss y Marcel Mauss. Ahí está el libro de Leach dando fe de lo deteriorado que era el estado de los esquemas mentales opuestos por estos dos etnógrafos, cuando han tenido cierta validez y preeminencia con sus libros entre nosotros. Lo que no ha sido obstáculo para que muchos estudiosos hispanoamericanos, como el mismo Miguel León?Portilla,
hayan caído en el vicio de analizar lo amerindio precolombino con pautas procedentes de sistemas filosóficos europeos, que en modo alguno se forjaron teniendo conocimiento alguno del pensamiento amerindio, y que hasta, como es el caso de Hegel y de muchos más, negaron la validez del indígena precolombino como criatura humana de pleno derecho y de cierta humanidad.

La gran cuestión, como ya apuntara el padre Mendieta —¡quién lo dijere!, pero lo dijo— es saber cómo resolvieron el problema de dar encarnadura a las fuerzas naturales en las que los amerindios veían manifestaciones de la divinidad única.

2. Estoy consciente de que equivale a salirse de los márgenes prescritos
por la lineal crítica literaria, romper las reglas del juego, afirmar que sin la hermenéutica que nos proporciona la psicología religiosa y, sobre todo, la fenomenología de la religión no hay manera de penetrar o de conseguir un mínimo de comprensión de la mentalidad amerindia.

Ya es hora de que dejemos de considerar los datos que proporcionan todos los niveles en los que se manifiesta la entraña medular de la forma cultural amerindia, y concretamente maya, como aquellos otros que proceden de las literaturas o de las historias de las artes otras, de las formas culturales que han alcanzado su plena personalidad bajo el influjo de sus conciertos —en el sentido musical de la palabra—, de su armonización, de su concendo y de los procesos de selección con otras literaturas, formas y sistemas de pensamiento extrañas.

Sin esos procesos hubiera sido imposible el boom —por seguir designado el hecho de manera inexacta. Pero lo más importante, y es lo que hasta ahora se ha ignorado, es que esos procesos son la justificación misma de la diversidad matizadísima de formas de cultura amerindias, mosaico de expresiones mentales que no sólo era como un entramado —pensemos en la transculturización entre los toltecas y los chichimecas de Xálotl, en el siglo XI— que sostenía la variedad posible, sino que precisamente en la medida en que los intercambios y los cambios sustanciales profundos y consiguientes se producían, se puede hablar de una unidad sustantiva de todas las culturas amerindias precolombinas, como de sus manifestaciones, realidades y forma de estar presente en la red de modalidades de culturas de nuestro momento y hora.

Todo ello, o con otras palabras: se ha llegado al estado actual de los estudios hispanoamericanos —porque dentro de esta denominación hay que integrarlos— que merecen las formas amerindias o mal llamadas primitivas, insertas en un contexto de lo más cambiante, como es la realidad hispanoamericana hoy, porque por un lado tiende al estatismo, mientras que dada esa realidad compleja no puede hurtarse a la dinámica irreversible que le imponen las tensiones de nuestro mundo moderno, moderno y actual, aunque agonizante.

Se ha llegado a este estado en los estudios americanos —no incluyo en modo alguno los Estados Unidos— porque no se ha prestado interés ni atención suficiente a aquellos datos que nos deben de conducir a la comprensión de los tiempos cosmogónicos, precisamente a través sólo de textos literarios, en los que el hombre amerindio nos deja testimonio de haber poseído una clara conciencia de estar en el mundo para realizar una misión; esto ha determinado a que se haya prestado más atención a lo diferenciador entre las formas mentales y de expresión de culturas que a lo que de común existe en todas ellas: el positivismo, pese a sus grandes aportaciones en el nivel de la indagación de datos, se ha cebado hasta la saciedad en establecer compartimentos estancos en la realidad de la americanía.

Y, de manera esencial, todavía no se ha reconocido que el mestizaje debe ser no sólo una realidad etnográfica, sino la denominación de la dinámica sin fin de la americanía. Y teniendo en cuenta este alcance universal en el tiempo y en espacio del mestizaje, se hacen más verdaderas aquellas palabras de Icaza, que en 1898 nos proponía el siguiente método de trabajo para lo amerindio y para la americanía: “Débense emplear todos los medios posibles para ensanchar los límites de lo cierto a expensas de lo dudoso.”

Si no fuera ridículo, sería triste el espectáculo de los lingüistas que
se vuelcan en esfuerzos inhumanos y deshumanizantes sobre las múltiples lenguas amerindias, creyendo ver en el acerbo de sus conocimientos los límites únicos del conocimiento que sobre lo americano puede poseerse,
sin tener en cuenta la opinión de aquellos otros, sus antecesores, en tal disciplina o simple método de trabajo, que más enriquecida su inteligencia
de conocimientos históricos y de análisis de textos, se hicieron profetas de la escuela de Dumézil y de Calame?Griaute, y como Brinton, en 1883, no se avergonzaron en afirmar que las lenguas en sí mismas y por sí mismas “no sólo eran expresiones de ideas, sino hasta de relaciones metafísicas”, lo cual, en verdad, no puede ser ni siquiera considerado ni tenido en cuenta por los americanistas al uso, pero no por ello deja de ser un axioma previo para conseguir la plena comprensión de los barruntos de conocimiento certísimo por parte de los estudiosos de una profundidad insospechada y única —y lo digo sin apasionamiento alguno— de las formas mentales, religiosas y de cultura de la realidad amerindia que no tiene límites en su validez dentro de la cronología a la que el positivismo resume todo.

Ya Clavígero nos decía:

“Afirmo que no hay lengua más apta que la mexicana (lo que puede extenderse a cualquier otro sistema semántico) para tratar materias metafísicas, es difícil encontrar otra con más nombres abstractos.”

De aquí que estas consideraciones viejas, pero nuevas por desconsideradas por parte de los que debieron prestarles atención, nos llevan a una relación metodológica entre la palabra, en los sistemas prelógicos amerindios, y el concepto mismo de la divinidad, si bien,
debo reconocerlo, no sin dolor, es materia que desborda los límites y las limitaciones de este prólogo; pero no por ello soy lo suficientemente fuerte como desechar o perder la oportunidad de citar aquí un texto casi ignorado por los americanistas, debido a la preclara intuición de otro americanista del XIX, Alice d’Obigny:

“Los quechuas y los aymarás civilizados cuentan con una amplísima lengua, llena de figuras elegantes, de comparaciones ingenuas, de poesía, sobre todo cuando se trata de amor; no hay que pensar que anclados en el seno de bosques salvajes o desolados en medio de llanuras ilimitadas, los pueblos cazadores, agricultores y guerreros, estén privados de formas elegantes, de figuras ricas y variadas”, es decir, que la Palabra sigue siendo el punto de partida, el núcleo central de la estructura mental de la americanía y, por tanto, de la primerísima noción que alcanzaron, y demostrado está que alcanzaron aquellos pueblos: la noción de la divinidad única.

Es más; todo esto nos lleva a una conclusión, que no sólo es hipótesis posible de trabajo, sino verdad verificada por el análisis contextual comparado: el mito, en la mente amerindia, no es una forma de llenar los tiempos desconocidos, obedeciendo a la necesidad de saciar toda laguna que pueda existir en el conocimiento de su linaje que los hombres individuales y los pueblos tienen —como ocurre en las grandes culturas antiguas mediterráneas o de oriente próximo y medio—, sino que es la expresión del yo?mismo, es decir, la aceptación y la conciencia de que la Vida que se posee, que se comenzó a poseer en un instante del tiempo ido, estaba desde siempre integrada en el movimiento del ritmo del cosmos; se ha formado siempre parte de la Vida, siempre el hombre ha comulgado con la Vida aún antes de su nacimiento y esta es la primera convicción que se tiene de sí y la forma como se concibe el orden, el comienzo del orden, es decir, el origen, que para la mente amerindia es la conciencia humana sabiendo que el caos existe, y en ese mismo instante comienza el orden, porque orden no es estratificación, ni nivelación, ni clasificación, si no conciencia clara de que todo puede ser destruido en el momento que se introduzca en aquello que al hombre afecta una mínima partícula de desorden; el caos se impondría de nuevo, porque el caos no es una etapa previa al orden, sino aquello que envuelve a la divinidad y desde cuyo seno misterioso lo santo pone en movimiento el dinamismo de la ordenación de la vida en sus múltiples expresiones.

Y esto, en verdad, es una novísima concepción del mito que es lo que de la mente amerindia puede derivarse y en realidad y en verdad de ella se deriva.

Por eso, y por ello, y de aquí, y de ahí, ese inequívoco monoteísmo: la divinidad que se comporta de tal manera no puede ser un Ser superior y magnánimo, sino el Ello; el antropocentrismo, es lo que quiero significar, como la idolatría, nada tienen que ver con la mentalidad amerindia. Y es así cómo la novísima concepción del mito como el monoteísmo dinámico, no panteísta, pero sí vital, por estar presente en toda forma de Vida mínima, se adecuan entre sí y de tal modo se conciertan que en verdad es enriquecedor estudiarlos desde esa perspectiva, no sólo por el ensanchamiento de horizontes que para la fenomenología de la religión puede derivarse, sino, sobre todo, por la renovación de muchas ortodoxias que sólo han seguido un proceso de cristalización en el Occidente.

Y no deja de ser maravilloso que el camino seguido hasta estas concepciones básicas no ha sido otro que la experiencia reflexionada de aquellas realidades recogidas y verificadas por el sentido de la vista. El amerindio es tan contemplativo como el budista, pero mientras éste cierra los ojos y dirige su mirada hacia dentro, el amerindio la dirige hacia fuera y su corazón se llena de gozo al contemplar una naturaleza diversa, múltiple, rica, pero toda ella epifánica. Es decir, antes que Fénelon, los amerindios son los fundadores de la teodicea —y Fénelon acabó en el destierro por tal atrevimiento, pues venció como siempre el espíritu de ortodoxia y de dogmatismo de Bossuet.

Y de esta teoría amerindia se deducen dos consecuencias de primera importancia.

1. La unidad sustantiva de las formas de cultura.

2. La visión unitaria y unificante de la diversa realidad,

y la demostración la tenemos en las cualidades externas con que se adorna o reviste al hombre civilizador, de existencia histórica comprobada, si bien su vida se consumó en el área del golfo de México, Ce Acatl, Quetzacoatl, Kukulkán para los mayas, Bochica para los chibchas, Viracocha para los aymarás: este personaje llega hasta nosotros ataviado con las plumas del águila que domina el aire y con las escamas de la serpiente, el animal cuya vida es más terrestre hasta en un sentido físico y dinámico; es como una unidad matrimonial entre la Tierra y el Cielo: la serpiente emplumada.

La cultura sólo lo es, para la metafísica amerindia, cuando une, cuando unifica, cuando tiende a salvar la diferencia y la distancia entre opuestos; entre aquello que sólo es opuesto a la simple visión sensorial, pero que está unificado por la obra del hombre, y de lo Santo. Este es el sentido del Humanismo quetzalcotiano, que es universal, que no tiene fronteras sino matices en toda la Amerindia, no sólo precolombina, sino actual.

Cultura para el amerindio es la búsqueda de la concordancia entre todos los elementos dispares y mil1tiples de la realidad creada. Como escribió Alexander, “no posee el ideal de una armonía racional (afortunadamente, porque entonces aquellas formas mentales hubieran sido invalidadas con la mayor cantidad de racionalismo aportado por la cultura trídentina), pero su inteligencia tiene el don de la concordancia.”

Y el mito viene a ser la inmensa fábula de esta concordancia que la intuición afirma como verdad primera, como el Origen mismo de todo en el Todo y en lo Uno.

Por esto, por todo esto, creo que la Teología de la Liberación no es sino el intento de que la actitud y la aptitud religiosas connaturales al alma del amerindio no caigan bajo el peso censorio, admonitorio, de un racionalismo que en modo alguno sería compatible con aquella realidad que nos entrega el conocimiento directo de los testimonios actuales y del pasado de esa actitud y de esa aptitud.

En la trama de los procesos mentales del amerindio no hay conversión posible, porque connaturalmente su espíritu se siente dirigido versus = hacia la adoración de la divinidad en una Naturaleza Viva y Epifánica. Y el grado de cristianización sólo es posible que crezca, como las espigas y como los tallos del maíz, en la medida en que se admita o se vuelva a admitir que la Naturaleza es obra de Dios y no sólo un dominium sobre el que la mente humana puede ejercer su poder esclavizante. No sólo es el dominio colonial económico lo que la masa de indígenas y de intelectuales rechazan cuando proceden de los Estados Unidos, sino la forma de vida civilizada dominada por el ídolo del confort y del bienestar, por la idolatría del self made man. El amerindio se sabe obra de lo santo, y siente las caricias de las manos de lo divino en su quehacer y en su aliento vital. Fumar en pipa es participar, para él, en el ritmo del mundo lubricado por el espíritu, el humo, de la divinidad.

He aquí este texto actual de los indios Pawni —para que no se diga o se crea que mis afirmaciones sólo son válidas para el área hispano?amerindia:

“La Noche es la madre del día; es el poder del Padre?cielo quien camina por encima de las tinieblas y así la Noche da nacimiento a la Aurora. La Aurora es el Hijo del Padre?cielo (Aurora es uno de los nombres de Cristo, en los renacentistas); la Aurora aporta el bienestar porque es comenzar a vivir de nuevo; despierta al hombre y a la Madre?Tierra y a todos los seres vivos para que reciban la Vida, y reciben el aliento de la Aurora, que nacida de la Noche, hijo de la Noche y del Padre?cielo, inserto en todos los poderes y en todas las cosas, en lo alto y en lo bajo, es el aliento lo que les da nueva vida para el día nuevo que comienza. Esto es un misterio profundo. Hablo de algo muy santo, aunque sea cotidiano” , y este sentido, esta realidad cotidiana de lo santo es lo que Occidente vivió en su historia perdiéndolo progresiva y aceleradamente.

Una cierta idea de origen

En el principio, en lo amerindio, no fueron las instituciones, sino el hombre explicándose a sí mismo a través del mito. En lo amerindio, las instituciones no están ni existen para el hombre, sino que éste crea las instituciones y les otorga su sentido. Y la idea de origen es la primera de las instituciones porque de ella depende la buena orientación o intencionalidad de la vida y de la participación en la Vida del indígena americano —incluidos los puestos en reservas por la filantropía norteamericana, tan puritana, precisa y ejemplar.

Ya hice referencia al Nombre y a la Palabra; éstos son como las dos primeras instituciones sobre las que se funda la personalidad concreta y el cosmos. Por el Nombre, la criatura inteligente adquiere conciencia de su destino; por la Palabra, la persona humana se sitúa en el cosmos y explica el sentido y su visión de éste.

Veamos, por ejemplo, la palabra “lacandón”, que está formada por fonemas, luego deformados con el uso y el tiempo y su empleo por otras fonéticas extrañas por los fonemas siguientes: akan y tun; akan significa elevar, levantar, instituir: tun, piedra significativa o portadora de un significado concreto; así, lacandón, serían aquellos mayas idólatras —ya hemos hablado de su voluntario aislamiento para los mayas cristianizados o quizá simplemente para las otras etnias mayas, de las que siempre se mantuvieron alejados, aislados. En ciertas áreas yucatecas, lacandón es un término despectivo.

Este significado despectivo hacia el lacandón o depositado en el nombre gentilicio, se comprende mucho mejor cuando los mayas no periféricos, como lo son lacandones, se llaman a sí mismos: hach winik, verdaderos, auténticos, originales, gentes que no han perdido su pureza de linaje.

Quizá sea el maya, aquel idioma que tiene para los pueblos que no pertenecen a una élite o que le son limítrofes, un término concreto para designarlos, Precisamente haciendo hincapié en la semántica de ese semantema de la diferenciación con lo mayence: lo’k’in, putum: hombres
de madera, salvajes, extraños, incultos, bárbaros.

No puedo dejar inadvertido o silenciar el hecho que los mayas llamen a los extranjeros y a los extraños, precisamente “hombres de madera”, porque como se ve en los textos sobre la creación del mundo, tomados del Popol Vuh, de madera fueron creados los hombres que no sabían pronunciar palabras y por eso mismo fueron destruidos por el Gran Formador. Luego la semántica de extrañeza, de extranjería llega a la conciencia maya a través de la incomprensión de las palabras, el no comulgar en un mismo sentido en la comprensión de la realidad, de la imposibilidad de hablar, de decir palabras de opción ante lo Santo.

Todo esto quizá nos lleve de la mano a barruntar que la mentalidad maya adolece de un cierto sentido de la suficiencia. Y es cierto, pero es suficiente respecto de los demás hombres, no respecto de la divinidad, pues sabiendo que el origen de todo, incluso del mismo hombre es divino, el idioma maya, y concretamente la forma pipil, acentúa la opción de la semántica de sus palabras; todas ellas están impregnadas de petición de ayuda como favor gratuito recibido de la magnanimidad de lo santo; en los textos pipiles que conozco abundan las jaculatorias, al modo de las Chilam Balam, en las que el indio siente hasta qué punto la borrachera, por ejemplo, destruye su despierta conciencia o la plenitud de su conciencia, y en aquellas fórmulas imprecatorias sabe pedir perdón no por conciencia de falta o de pecado, sino, simplemente, porque reconoce sabia y prudentemente su labilidad de criatura; y tan arraigado está en su mentalidad su sentido de unión con lo santo, que formulan las plegarias tantas veces como “cuantas sienten necesidad de hacerlo”, afirma Armas Molina. Paradójicamente, los pipiles son aquella etnia maya a la que aisladamente se podría acusar de una cierta y plena idolatría. Y ello es así, por ser tan intenso su sentido, de la dependencia respecto de la divinidad, que cualquier forma de adoración, aun aquella idólatra que no les es tradicional, se convierte en buen camino para desarrollar su sentido religioso del destino, del vivir.

Volviendo nuestra consideración a la perspectiva amplia de lo mayence, podemos advertir y así debemos hacerlo, que hasta lo más cotidiano queda impregnado del sentido del origen a través de su parentesco semántico con cualquiera de los cuatro elementos fundamentales del cosmos.

Para el maya, su casa, su propia casa, y agua, tienen raíces comunes; allí es donde se vive, en ésta es donde está depositado o de donde mana uno de los elementos vitales. Resulta curioso, pero cuando en la bibliografía pertinente encontramos la discusión sobre origen, este es siempre tomado como origen geográfico; sin embargo, cuando en los textos, innumerables, los propios mayas, en este caso concreto, hablan de su origen geográfico mítico, envuelven ese lugar indeterminado con tal aura de fábula, que conociendo un poco su mentalidad profunda, no se puede menos que pensar que la neblina fabulosa con que envuelven el lugar físico de su origen se corresponde y está pidiendo la siguiente interpretación: lo fabuloso dice hasta qué punto siente el maya que es inseguro y nada racional no su origen geográfico —que así se transforma en una metáfora del origen, es decir, del momento en que salieron de las manos de la divinidad las criaturas—, sino su manera de llegar a existir sobre esta ladera del tiempo.

Geográficamente considerada la cuestión del origen, tanto los mayas como los aztecas, se refieren a un legendario Tamoanchan, que alguien ha localizado en la Lake City actual, la ciudad de los mormones. Pero lo cierto es que descomponiendo los fonemas de Ta?moan?chan, nos encontramos con una clara alusión, a un origen cosmogónico, a una explicación telúrica de la presencia de la criatura humana sobre la tierra; en cierto sentido (v. supra), ya lo he dicho, pero lo repito de manera más explícita:

Ta = lugar

Moan = ave, águila

Chan = serpiente,

así resulta que la criatura humana procede de la unión de los dos principios básicos de la Vida: el aire y el agua, tomando de la serpiente, implícitamente, la imagen del vivir o la metáfora de la vida.

Pero la Vida se hace realidad concreta a través de la naturaleza generadora de la mujer. La generosidad de la mujer, la capacidad sólo femenina de engendrar, tiene una raíz común tanto en maya, como en tolteca, como aptitud sensitiva natural:

Ich = mirar,

lo que se aviene con aquella fuente de conocimientos sensoriales por medio de la cual el maya alcanzaba el reconocimiento de la condición epifánica de la Naturaleza, de toda la Creación. Mirando y contemplando o trascendiendo la realidad de lo que la mirada capta, el maya construye su cosmovisión. Pero ICH en maya también significa “dentro” y dentro de la mujer, recibiendo la fuerza viril, se concibe. Una misma e idéntica raíz para engendrar la cosmovisión y para designar al ser que es portador de la capacidad de engendrar nuevas vidas, que participarán de y en la Vida que la épifánica naturaleza manifiesta. Y en maya también, vivir mirando lo que se hace, se dice: Ichtacan; y en nahuatl, aquel que acecha la realidad y la trasciende en su contemplación y así engendra dentro de sí una nueva realidad, como la mujer al recibir la fuerza vital del hombre, se dice, ichtacatlachialitltli; y estas raíces idénticas las encontramos por igual en la tolteca.

Luego origen no es principio del tiempo ni procedencia, sino engendramiento, fecundación; con otras palabras: todas las maneras de fecundación y de engendramiento y nuevas formas de vida, no sólo de nuevos hombres, sino de todo aquello que viene a enriquecer lo que ya se conoce y se suma a ello, no por acumulación, sino por abundamiento.

Y si el maíz es la parte tomada a la naturaleza para el sustento, es porque esta planta y su grano engendra nuevas fuerzas, que permiten proseguir el ritmo de vida. Y la diosa nahua, que protegía el maíz, recibía el nombre semántico, o formado por fonemas de semántica funcional, de Cinteotl; en primer lugar, Ometeotl es la divinidad suprema y única para toda el área nahua, y en el nombre de la diosa encontramos claramente la presencia de fonemas iguales.

Maíz, en maya es xiim; y se decía xiimte para designar el tributo de las primicias de las cosechas a los sacerdotes. En nahua, Cinteotl también se puede escribir, Xiimteotl. La presencia en ambas lenguas y en ambas mentalidades del fonema Ol para designar una funcionalidad divina protectora de algo tan vital para el hombre como su alimento principal, nos permite afirmar que Ol u Olt, como en Ometeotl, es la Fuente única de la Vida. Y esa raíz la encontramos en el cuadro arbóreo de las formas mentales mayences.

* Publicado en La mentalidad maya, textos literarios, edición de José Vila Selma, Editora Nacional, 1982.

Viaje de mircea eliade por el mundo maya, fragmento de diario

(Mérida, Uxmal, Chichén Itzá, Isla Mujeres)

Mircea Eliade ha indagado sobre el simbolismo religioso desde un espectro que abarca la casi totalidad de las expresiones religiosas humanas, desde los monumentos teológicos de la India védica y la Grecia clásica hasta las formas chamánicas de los yakuts y kamtchadales. En la certeza de que ser humano es por excelencia un homo simbolicus. Eliade analiza, desde la perspectiva de la ciencia de las religiones, los infinitos meandros del símbolo y sus significados. ¿Qué revela, qué muestra el símbolo como símbolo religioso?
Ante todo, muestra que los símbolos religiosos que señalan la estructura de la vida revelan una existencia más profunda y misteriosa que la conocida a través de la experiencia diaria. Muestran el lado milagroso e inexplicable de la vida y, al mismo tiempo, las dimensiones sacramentales de la existencia humana. “Descifrada” a la luz de los símbolos religiosos, la vida humana revela un lado oculto; proviene de “otra parte”, de lejos; es “divina” en el sentido de ser obra de dioses, de seres sobrenaturales.
La asombrosa capacidad de interpretación de Eliade, su profunda erudición y vasta cultura, parecieran indicar también que existe una especie de instinto de hermeneuta en todos los grandes historiadores. Ese instinto lo lleva a concluir, a través de indagaciones que son un monumento a la investigación, en la fundamental multivalencia del simbolismo religioso; en su capacidad para expresar simultáneamente un número de significados cuya relación no es evidente en el plano de lo inmediato. Pero él conduce su análisis —su lectura del mundo ‘trascendente— más allá, y llega a subrayar el valor existencial del simbolismo religioso, es decir, el hecho de que un símbolo señala siempre una realidad o situación en la que se encuentra comprometida la existencia humana.
Mircea Eliade nació en 1907 en Bucarest y vivió en la India de 1928 a 1932. Preparó sus tesis de doctorado sobre el yoga y enseñó filosofía en la Universidad de Bucarest. Conoce profundamente el sánscrito, además de griego, latín, francés, alemán, inglés, italiano, hebreo y persa. Agregado cultural en Londres, posteriormente en Lisboa, fue profesor de L’’Ecole des Hautes Etudes y comenzó a escribir directamente en francés. Enseñó en la Sorbona y en diferentes universidades europeas y es profesor titular de la cátedra de Historia de las religiones, filósofo, ensayista, catedrático, Eliade es también un gran novelista tanto en lengua rumana como francesa. Su obra narrativa, inscrita en el dominio de lo mágico, participa de un elemento fantástico. Ésta fue de hecho la primera de sus pasiones y ciertamente no la última, ya que en sus Diarios se encuentra un gran número de anotaciones realizadas en diferentes tiempos sobre la labor literaria y sobre su deseo de ser, sobre todas las cosas, un hombre de letras. Sus temas relevantes en la ficción son, entre otros, la intemporalidad del alma y del cuerpo, la irrelevancia del espacio físico, la sobrenaturaleza. Entre sus obras novelísticas se destacan La noche bengalí, El bosque prohibido, El secreto del doctor Honigberger, Medianoche en Serampor, Naitreyi. Pero sería un error sostener que el novelista vive en conflicto con el sabio. No se debe pretender encontrar en sus novelas una ilustración de sus teorías como filósofo o historiador. Los temas propios del pensador persisten en el novelista, pero no están presentes en su obra sino para nutrir su substancia épica. Sus libros de investigación más importantes son Yoga, inmortalidad y libertad, El mito del eterno retorno, Mito y realidad, Mitos, sueños y misterios. Imágenes y símbolos, La nostalgia de los orígenes, El chamanismo, De los primitivos al Zen, Tratado de historia de las religiones, que culminan en la monumental Historia de las creencias y las ideas religiosas en cuatro tomos, empezada en 1976.
En 1965 Eliade vino por vez primera a México a impartir un curso de hinduismo; el registro de esa estancia se publicó en la Revista de la Universidad de México con el título de Diario mexicano; las siguientes páginas describen el segundo viaje al país, hecho trece años después con el exclusivo propósito de recorrer la zona maya.

– DIARIO –

16 de diciembre de 1978

Desde hace algunos días no hago otra cosa que leer pruebas de examen y escribir cartas. He escrito unas veinte y dictado otras tantas a Katherine Bell. Por otra parte, no hubiera podido hacer otra cosa, tanto pienso en mi próxima partida a Yucatán y Guatemala en compañía de Paul Ricoeur y su mujer. Como la partida está prevista para pasado mañana, no puedo emprender ningún trabajo serio, ya se trate de la revisión de la tercera parte de la Autobiografía o de mi Diario, o incluso de mi novela Las diecinueve rosas.
Este mediodía, larga conversación con J. P., que ha llegado de Montreal hace dos días. Prepara una tesis sobre mí y ha leído todo lo que ha podido encontrar, incluidas mis novelas cortas traducidas por Mary Stevenson y que aún no han sido publicadas. Sus preguntas son muy pertinentes, pero yo me pregunto si mis respuestas le serán de alguna utilidad. Por una parte, la “inspiración” me abandona cuando tengo la impresión de repetirme, sobre todo si estoy a solas con mi interlocutor. Ante toda una clase, la relación se da de otra manera, pues yo no sabría exigir de los alumnos que conozcan mis ideas sobre la materia de los cursos. Por otra lado, a medida que J. P. Me hablaba de aquello que le interesaba de manera particular (la semiótica, el psicoanálisis, etcétera), me sentía cada vez menos atañido por nuestro diálogo. He perdido demasiado tiempo, cuando era joven, y aun mucho después, en semejantes “diálogos de sordos”.

Mérida (Yucatán), 18 de diciembre

Para estar seguros de no perder nuestro avión hacia Memphis, que debía partir esta mañana a las siete cuarenta, hemos preferido pasar la noche en el Hotel Hilton, en el recinto mismo del aeropuerto. Mala sorpresa: una recámara con baño nos cuesta cuarenta dólares, con el ruido sobre nosotros de todos los despegues y aterrizajes que se efectúan durante la noche.
Desayuno en Memphis, donde esperamos durante una hora para hacer conexión con el vuelo a Nueva Orleáns. Un tercer aparato nos deposita al fin en Mérida a las dos de la tarde. Desde el instante de descender del avión el calor nos sorprende como un fuetazo: más de 32°C, mientras que esta mañana en Chicago la temperatura se avecinaba a los 0°C. Nuestras recámaras son discretas en el hotel María del Carmen. Jardín tropical, con su piscina ritual rodeada de mesas redondas sobre las cuales multicolores parasoles arrojan un poco de sombra. En el vestíbulo, un árbol de Navidad con sus lámparas eléctricas, muy como en los Estados Unidos, y valijas por docenas: un grupo de turistas norteamericanos se prepara para salir.
Hemos ido a pasear al centro de la ciudad. Magnífico jardín público, en la Plaza Mayor, donde se sitúan la catedral y el palacio de gobierno. Bajo las arcadas de estilo hispano-morisco, las tiendas, los cafés, los restaurantes, se estrechan entre sí. Paul Ricoeur, guía en mano, nos da algunos datos elementales: Mérida, capital de Yucatán, fue fundada en 1542 en el emplazamiento de Tiho, antigua metrópoli maya. Tiho fue destruida, pero los bloques de piedra, algunos de los cuales estaban adornados con finas esculturas mayas, fueron recuperados para edificar la catedral (siglo XVI, la Casa Montejo y otras mansiones aristocráticas españolas. El ejército que tomó posesión de Yucatán estaba comandado por don Francisco de Montejo y León. La Casa Montejo, nos dice Paul Ricoeur citando su guía, es hoy la más antigua casa privada en toda América ocupada por los descendientes directos de quienes la construyeron.
Regresamos a nuestro hotel en una pequeña calesa tirada por un solo caballo y cenamos allí mismo. El restaurante, vetusto, melancólico, me hizo pensar en los descritos por Eca de Queiroz a fin de siglo. Pero ¿dónde?, ¿en qué novela?

Uxmal, 19 de diciembre

Esperando conciliar el sueño, leí buena parte de mi documentación sobre las civilizaciones mesoamericanas.

Hacia el mediodía, un coche de alquiler nos llevó a Uxmal en menos de una hora. El chofer estaciona su auto a la sombra y nosotros nos dirigimos hacia las ruinas. El primer monumento que visitamos es la pirámide llamada “del Adivino”, que fue restaurada bajo la dirección de César Sáenz. Se la llama también la Casa encantada. De hecho, estamos en presencia de un conjunto de cinco templos, edificados cada uno en épocas diferentes. Trepamos penosamente los escalones de piedra y hacemos alto al cabo de una cincuentena para contemplar los edificios vecinos después de haberlos señalado en el plano. Algunos esperan aún ser explorados a fondo. De entre nosotros, sólo Paul se impuso subir los escalones hasta el fin, con el objeto de asegurarse una vez más de que los vértigos y el mal de pecho, que le hicieron pasar diez días el último mes en la clínica de la Universidad, no eran de origen cardiaco.
Vimos en seguida, justo al lado, el cuadrilátero de Las Monjas, donde deberemos asistir esta noche a un espectáculo de Luz y Sonido. Me contento con anotar al margen de la guía —pero sus márgenes son muy estrechos— algunas indicaciones que desarrollaré más tarde, cuando tenga calma. Precisamos una media hora para trepar al Palacio del Gobernador; después descendemos hasta la explanada del Juego de Pelota. Se trata de un rito que me apasiona desde hace mucho tiempo y que espero tratar con más detalle a lo largo del capítulo de Historia III consagrado a las religiones mesoamericanas. La Casa de las Palomas merece también ser vista. Está en vías de desaparición. Aunque pasamos una buena media hora contemplándola, no logré descifrar el escenario.
En el fondo, son las decoraciones en estuco de los muros exteriores las que hacen toda la belleza y el valor del sitio de Uxmal y le dan todo su sentido. No se puede sino quedar fascinado a la vista de ese bajorrelieve, por ejemplo, que ornamenta uno de los muros de la pirámide del Adivino, y que representa una cabeza de hombre emergiendo del hocico de una serpiente emplumada de quetzal (según César Sáenz, la serpiente simboliza al sol). Y por doquier imágenes de reptiles de todas dimensiones. Habría mucho qué decir sobre ese simbolismo obsesivo de la serpiente. El sentido cosmológico me parece evidente: la noche antes de la creación, la fertilidad, el nacimiento y el renacer… Escribo estas líneas a toda prisa, en el patio del restaurante Villas Arqueológicas, junto a su piscina de muros amarillos. Los niños juegan bajo los parasoles, entre inmensos floreros. Esperamos la hora de la cena. Me siento desabrido, melancólico, tanto lamento que no nos podamos quedar aquí dos o tres días más. Cada quien podría, así, a su hora preferida, amanecer o crepúsculo, volver a sus “ruinas preferidas”.

Chichén Itzá, 20 de diciembre

Ayer por la noche, bajo los haces luminosos diversamente coloreados del espectáculo de Luz y Sonido, vi la trama iconográfica del Cuadrángulo de las Monjas. Por fortuna, el comentario que acompañaba al espectáculo era claro y desprovisto de pretensión. Comprendía algunos aspectos del ritual en honor del dios Chaac, sobre un fondo de melodías extrañas y desconocidas, puntuadas de golpes de gong y aires de flauta. Después del espectáculo, volvemos por el bosque a los poderosos senderos de la selva.
Partimos esta mañana con el mismo chofer que nos llevó ayer a Uxmal. Atravesamos algunas localidades más o menos importantes. Algunas se amontonan sobre una plaza bien conservada, con árboles centenarios frente a una iglesia. Otras congregan toda suerte de casitas, cabañas perdidas entre la vegetación, las trepadoras y las buganbilias. Después de tres horas de camino llegamos a Chichén Itzá y nos instalamos en el Hotel Mayaland, situado en medio de un jardín tropical. Paul consigue un bungalow al fondo del parque; dos recámaras con terraza, a la sombra de grandes árboles en flor. Ningún vecino inmediato —el bungalow más próximo está a unos veinte metros—. De tiempo en tiempo los pájaros dejan oír su grito metálico. Ocultos entre las ramas, permanecen invisibles. Experimento una alegría intensa al pasear a lo largo de senderos que serpentean entre la vegetación y al intentar identificar las flores tropicales que brotan entre las piedras.

Hacia el mediodía, primera visita a las ruinas. El conjunto comienza a unos cientos de metros del hotel, a ambos lados de la carretera. Progresamos con lentitud, pues la circulación es densa. En las cercanías de la entrada, vendedores de souvenirs, de limonada y de coca-cola ofrecen sus mercancías a los turistas de toda edad.
A través de los libros yo me había hecho una idea de Chichén Itzá, y además me había procurado un álbum con reproducciones. Pero sólo un fotógrafo con genio podría captar el secreto de los vestigios arqueológicos, sobre todo los de la América Central. Por ejemplo esta inmensa, extraordinaria pirámide que domina el paisaje y se sitúa en medio de un plano desnudo, con excepción de un solo árbol justo al lado del monumento. La pirámide consta de nueve plataformas superpuestas. Sobre cada una de las caras, mirando los cuatro puntos cardinales, una escalera de piedra de acceso a la cima donde se encuentra el santuario del dios Kukulkán. Mientras escuchaba las explicaciones del guía, ojeaba mi libro para asegurarme y tomaba notas en mi cuaderno. Me parece inútil retranscribirlas aquí.
No olvidaré esa plataforma donde son conservados, como morrillos en un muro, los cráneos de las víctimas ofrecidas en sacrificio; ni ese esqueleto con una serpiente alrededor de las piernas, ni esa gran área rectangular para celebrar el juego de pelota, de noventa metros de largo por treinta de ancho, rodeada de muros de doce metros de altura, sobre los cuales se instalaban los espectadores. Es la más grande área ceremonial de este tipo. Son numerosas: yo he visto la de Uxmal y, en 1969, las de Monte Albán y Xochicalco. Se han encontrado en muchos centros ceremoniales y figuran en diversos manuscritos que se han podido conservar. Es muy probable que la lucha entre los dos equipos que disputaban la partida simbolizara la confrontación de fuerza antagónicas, o dicho de otro modo, la dialéctica creadora apta para asegurar la continuidad de la vida cíclica. Pero habría tanto qué decir —el simbolismo de este juego me parece tan inexpresable…
Es de señalar también la acústica excepcional: un simple murmullo en uno de los extremos del recinto se escucha a setenta metros…
El nombre dada a otra gran construcción testimonia la ingenuidad y el “provincianismo” de sus descubridores. Cuando ellos se apercibieron de este caserón de setenta metros por treinta y cinco de ancho, sus innumerables recámaras, escaleras esculpidas y puertas decoradas de jeroglíficos, los soldados de Francisco Montejo creyeron que se trataba de un monasterio de mujeres, y de allí el nombre de “Las Monjas” que le dieron y que conserva.
Recorremos algunos cientos de metros entre los árboles ralos para ir ver el pequeño lago de extraña belleza que se extiende a unos veinte metros al pie de las rocas.
Al regresar atravesamos la carretera y penetramos en otra parte del sitio arqueológico. Antes de llegar a los primeros monumentos descubiertos, es preciso atravesar el bosque durante un gran tramo. Yo continúo tomando notas en mi cuaderno, pero tengo miedo de no poder releerme, tanto he abreviado las palabras escritas a lápiz.
Desde lo alto de la plataforma de uno de los templos, vemos nuestro hotel. Nos parece muy próximo: pareciera estar a menos de un kilómetro, y decidimos regresar a través de la selva. Esperamos encontrar un sendero que nos lleve a la carretera. Pero al cabo de media hora de camino nos damos cuenta de que nos extraviamos. Después de reposar bajo un cedro gigante, desandamos el camino.
No olvidaré el fin de ese día en el patio del hotel. El silencio del parque no es turbado sino por el murmullo de la fuente. Permanecemos largo tiempo conversando en la terraza de nuestro bungalow.

Isla de las Mujeres, 20 de diciembre

Tres horas de carretera. Pasamos Valladolid, primera capital de Yucatán. Parque magnifico, y, naturalmente, una iglesia de un bellísimo estilo colonial.
Llegamos frente al océano y a tiempo apenas para tomar el barco hacia esa famosa “Isla de las mujeres”. Al frente se perciben aún las palmeras de la orilla que acabamos de dejar. Será preciso que me informe sobre esta isla para saber a qué debe su nombre. A nuestro descenso nos ofrecen diferentes paseos en canoa de motor, pero nuestro único deseo es encontrar un lugar para desayunar. Se nos indica un pequeño restaurante cercano, que da sobre el puerto. Hacemos nuestra mejor comida desde que estamos en Yucatán: las langostas son la especialidad de la isla. Rara vez hemos comido mejores y cuestan mucho menos que una comida mediocre en Mérida.
Enseguida, damos un paseo a pie por las calle vecinas al puerto. Muchos restaurantes pintorescos, infinidad de casas pintadas de colores claros, y por todas partes flores o árboles en flor. Los “artistas” abundan: talleres improvisados y tenduchos ofrecen multitud de cuadros. Aquí, la luz me parece más bella que en el continente, sobre todo más dorada, como en una Provenza legendaria…
Paseo en una lancha de motor equipada con cristal que permite ver el fondo del mar. Los peces que se ven son de todas clases y tamaños. Cuando se arrojan trozos de pan al mar. Se acercan en masa sobre el casco, los más grandes cazan a los más pequeños en un tropel irrefrenable.
Vemos, bordeado la costa, villas de estilo colonial. La carretera fue hábilmente trazada, entre la playa y la selva. Atravesamos enseguida una suerte de estrecho entre grandes rocas y el jardín de una suntuosa villa con playa privada y desembarcadero. Es para preguntarse quién podrá vivir allí.
Con frecuencia, nuestro piloto para el motor de la embarcación. Estamos sobre un banco de peces. Se presentan por miles, los unos contra los otros, y permanecen casi inmóviles. No comprendemos qué ha podido provocar tal aglomeración de peces adultos, pero se nos dice que la pesca está prohibida por los alrededores. Una vez más llegamos justo a tiempo para tomar el barco. Está repleto y debemos hacer la travesía de pie. Numerosos grupos de sudamericanos jóvenes, ruidosos, desbordantes de alegría. Las palmeras de la orilla se ven desde lejos, bañadas por la luz del atardecer.
Regresamos con delicia a nuestro hotel Mayaland. Por la noche releo mis notas y las transcribo.

Juego de Pelota prehispánico:

Juego de Pelota prehispánico:
características del juego de dioses
Pre-hispanic ball game: characteristic of the game of gods

Ldo. en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Colegiado nº 9248
Director Instalación deportiva Paidesport Center (Petrer – Alicante)
Doctorando Dpto. Educación Física y Deportes, Universidad de Valencia.
Profesor Ayudante Programa de Cooperación Interuniversitaria 2002,
Querétaro, México

Pedro Martínez Moya
pmartinezmoya@iespana.es
(España)

Resumen
La investigación histórica es una herramienta que nos ayuda a conocer mejor el origen de la actividad física en el ser humano. Sin embargo, desde el campo de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, el Juego de Pelota Prehispánico, con más de 3.000 años de historia, ha sido una práctica tan llamativa como, por desgracia, olvidada. El presente trabajo tiene la intención de rescatar del olvido este Juego de Dioses y aportar así ideas que ayuden a futuras investigaciones que clarifiquen esta práctica ancestral. Se presentan las culturas prehispánicas que han estado y, en algunos casos, siguen vinculadas al Juego de Pelota, las características del juego, sus reglas, tipos de canchas y el sentido astral y guerrero como hipótesis en relación a su simbolismo asociado.
Palabras clave: Juego de pelota. Prehispánico. Características del juego. Simbología asociada.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital – Buenos Aires – Año 10 – N° 73 – Junio de 2004

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1. Introducción

Ante la globalización, el mundo vuelve su mirada al pasado, al origen que identifica y define las culturas. Frente a las desigualdades e injusticias económicas y sociales que vienen asociadas a este movimiento de globalización, surgen nuevas formas de ver el mundo y entenderlo. En el campo de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte también afectan esta serie de cambios, y es aquí donde debemos preguntarnos cómo podemos progresar en nuestra área. La investigación histórica puede ayudarnos a conservar nuestras señas de identidad, a rescatar las tradiciones de los pueblos para que perduren en el tiempo como legado de la civilización.

El juego de pelota aparece como una actividad que mantiene vivas las tradiciones asociadas a este deporte-ritual y, su estudio, puede ayudarnos a comprender mejor una práctica llevada a cabo desde hace 3.000 años. Se ha hablado mucho de las prácticas deportivas griegas o romanas, y no queremos aquí quitarles importancia, sin embargo, ¿cómo no se ha estudiado apenas desde nuestro área una práctica que actualmente cuenta con más de 1.500 canchas de juego registradas? No es pretensión de este trabajo clarificar todos los aspectos que atañen al juego de pelota, esto nos llevaría la creación de un libro (o varios), sino más bien la de aportar ideas para que puedan realizarse futuros estudios históricos o contemporáneos sobre esta importante práctica ancestral.

El trabajo trata de aproximar al lector al juego de pelota visto desde las diferentes culturas que se asentaron en mesoamérica antes de la llegada de los españoles y su colonización. Desde los Olmecas, que son los primeros pobladores de los que se tiene conocimiento de su práctica de juego de pelota, hasta los aztecas, analizamos la relación que tuvieron con esta actividad, basándonos en fuentes y estudios documentados. Nos acercaremos, de manera básica, a su reglamento, a sus jugadores y a las canchas, como legado visual y arquitectónico más importante. Por último, el juego de pelota, como práctica sagrada asociada a una simbología determinada: el sostenimiento del cosmos, la fertilidad o la guerra. Dos direcciones encontramos finalmente, el juego de pelota, como juego de dioses o como juego de hombres. Siendo el sentido sagrado el más trascendente y por tanto motivo de análisis en el trabajo que presentamos.

2. Culturas Prehispánicas relacionadas con el Juego de Pelota

En el continente americano y especialmente en México desde la llegada de los primeros pobladores (hace más de 30.000 años) hubo importantes progresos, aprendieron a cultivar la tierra, a trabajar el barro y la piedra así como a domesticar animales. Con el paso del tiempo las aldeas se convirtieron en ciudades. Se crearon las religiones, las leyes y formas propias de arte, se avanzó en ciencias e inventaron sistemas de escritura y numeración. La zona mas importante de este desarrollo cultural en México fue la llamada Mesoamérica, su evolución fue larga y complicada y se conoce la presencia del hombre en estos territorios con fecha de hace 21.000 a 14.000 años (Piña y Laurencich, 1990).

Por la influencia del medio geográfico, las culturas que surgieron fueron de muy diversos tipos: grupos recolectores, cazadores, sociedades tribunales y complejas civilizaciones de gran esplendor, como la Olmeca, Teotihuacana, Mayas, Zapotecas, Mixtecas, Toltecas, Tarascos y Aztecas. Sin embargo, para los propósitos de este trabajo ofreceremos las características básicas de las culturas que más importancia tuvieron para el desarrollo del juego de pelota.

La cultura más antigua de la que se conocen sus manifestaciones es la Olmeca (1500-200 a.C.). El nombre olmeca deriva de las palabras náhuatl olli, goma, y mecatl, estirpe (Piña y Laurencich, 1990). Indudablemente, los olmecas no se llamaban a sí mismos “el pueblo de la goma”, pero el nombre sirve para designar el área metropolitana olmeca: Tabasco septentrional y Veracruz meridional, región mexicana de la goma, material utilizado para la fabricación de la pelota. Los centros ceremoniales más importantes de esta cultura fueron San Lorenzo, que fue abandonado hacia el 900 a.C.; Las Ventas, último gran centro supremo de la cultura Olmeca (800-400 a.C.) y Tres Zapotes (desde 400 a.C.) en el que los arqueólogos ya no hablan de una unidad cultural entre los olmecas. En las dos primeras se encuentran canchas de tierra para la práctica del juego de pelota, aunque sin construcciones especiales (Castro, 1973). El nacimiento del juego de pelota se sitúa en el desarrollo de estas civilizaciones, aunque es en 1995 cuando, en el sitio de Paso de la Amada, Chiapas, donde se localizó la que, hasta el momento, es la cancha más antigua con fecha entre 1400 y 1250 a.C. (Taladoire, 2000). No está claro que en la época Olmeca el juego terminara con un sacrificio humano, sin embargo es posible que las cabezas colosales, maravillosos ejemplos de la escultura olmeca, representen a jugadores de pelota decapitados (Castro, 1973; Ortíz, 1992; Uriarte, 2000) (fig. 1).

Fig. 1. Cabeza Olmeca
Esta cultura fue asimilada por otros grupos y fue perdiendo sus señas de identidad hasta la aparición de la cultura Teotihuacana (100 a.C.-600 d.C.). Por el esplendor de su forma urbana, así como por su influencia reconocible en todo el territorio de Mesoamérica, puede suponerse que su gran desarrollo no sólo fue agrícola, sino también de producción e intercambio, en el que destacan las relaciones con la cultura vecina de los Maya (Matos, 1990). Esta cultura está relacionada con un periodo de disminución en la práctica y construcciones de juego de pelota en toda Mesoamérica, influidos por la gran urbe de Teotihuacán (Taladoire, 2000). En esta ciudad no encontramos ninguna cancha, lo que significa que probablemente que no se practicaba el juego, aunque en los frescos de Tepantitla (fig. 2), que nos pinta el paraíso del Dios Tlaloc (que representa la fertilidad), vemos a varios jugadores jugando a la pelota. El tipo de juego es distinto al de otras regiones; dentro de un campo delimitado por dos marcadores de piedra, la pelota es empujada con bastones (Castro, 1973). No puede ser coincidencia, tal y como señala Eric Taladoire (2000, p. 27), que la caída de Teotihuacán ocurriera casi al mismo tiempo que el renacimiento y el apogeo del juego, aunque no están claras las razones de este suceso.

Fig. 2. Mural de Tepantitla (Teotihuacán, Edo. de México)
Sobre las causas del desplome de esta gran cultura se barajan varias hipótesis, aunque parece ser que el incendio político-religioso sufrido a mediados del siglo VI d.C. por la ciudad, junto con las presiones de ciudades en expansión como Tula, Xochicalco y el Tajín, son las versiones más plausibles de esta descomposición de Teotihuacán que provocó el éxodo de los teotihuacanos hacia regiones cercanas (León, 1983; Matos, 1990).

Contemporáneos a los teotihuacanos, pero con mayor proyección en el tiempo, apareció la cultura Maya (200 a.C.-1200 d.C.). Éstos mantuvieron vínculos de diversa índole con sociedades que habitaron Mesoamérica; lo mismo se encuentran elementos teotihuacanos en grandes metrópolis mayas como Tikal, y rasgos toltecas en lugares como Chichén Itzá, que aspectos mayas en importantes ciudades mesoamericanas como Xochicalco, Cacaxtla o Monte Albán (Bourbon y Poljak, 1999). Precisamente, Chichen Itzá recoge uno de las canchas de juego de pelota (el pok’ta’pok, como era conocido por los mayas) más famosas y mejor conservadas, en la que destacan sus altos muros verticales (fig. 3) y su panel en relieve en el que se representa a jugadores de pelota durante un sacrificio.

Fig. 3. Cancha de juego de pelota de Chichen Itzá (Edo. de Yucatán)
Diversos autores (Ruz, 1983; León, 1983 y Scott, 1996; entre otros) señalan alrededor de la fecha 800 d.C. el comienzo de un fenómeno generalizado de deterioro de la civilización maya, que representa una ruptura total con los patrones sociales y culturales que habían prevalecido, llegando las Tierras Bajas del Sur a ser abandonadas paulatinamente y quedar prácticamente deshabitadas. Las causas que tratan de explicar este fenómeno, aún no han sido resueltas satisfactoriamente, pero la sobreexplotación del medio y la intrusión de grupos extranjeros con un bagaje cultural diferente, parecen ser las responsables (Bello y Picardo, 1998). Esto provocó una serie de migraciones hacia la península de Yucatán, en la que habitarían lugares como Uxmal, Kabáh, Labná o Chichén Itzá, hasta que el arribo de grupos de filiación tolteca, provenientes del Altiplano central de México, provocaron nuevas transformaciones en las pautas culturales de la región (Bourbon y Poljak, 1999). Esta presencia tolteca es más evidente en Chichén Itzá; en este sitio tiene lugar, entre los años 1000 a 1200 d.C., la fusión de dos de las grandes tradiciones culturales mesoamericanas, la maya y la tolteca (Ruz, 1963; Bello y Picardo, 1998).

La cultura Tolteca (950-1250 d.C.), tras la caída de teotihuacanos, y la pérdida progresiva de poder de los mayas, trasladó los centros de organización política y religiosa a Tula y Chichen Itzá (León, 1983). Florescano (1995) recoge en su obra el personaje de Ce Acatl Topolitzin Quetzalcóatl, sacerdote, héroe cultural y rey de Tula, que encarnaría la imagen del dios mítico Serpiente Emplumada, cargado de gran simbolismo en el juego de pelota (fig. 4 y 5). Esta tradición tolteca fue transmitida por los aztecas, que la propagaron en diversos textos y cantos que se comenzaron a publicar en los años siguientes a la conquista española (Bello y Picardo, 1998).

Fig. 4. Representación del dios Quetzalcoátl, Serpiente Emplumada
(Templo de Quetzalcoátl, Teotihuacán, Edo. de México)
Existen diversas opiniones sobre el abandono de Tula, entre ellas la que asocia la salida del rey Quetzalcóatl hacia otras tierras, provocando así una ola de migraciones hacia el sur que disolvieron el reino de Tula pero que sirvieron para que se extendiera la cultura Tolteca (Bello y Picardo, 1998). Estas migraciones abrieron la puerta a invasores del norte desde el sur de Texas hasta entrar al Valle de México. Entre estos pueblos encontramos a los mexicas que procedían, según parece, de un lugar llamado Aztatlan o Aztlán, “lugar de garzas”, por lo cual, se les conoce mejor bajo el nombre de aztatecas o aztecas, aún cuando ellos preferían denominarse culhuas-mexicas (León, 1983; Yánez, 1996). Esta cultura tardó años en establecerse definitivamente debido a que las tierras que pretendían siempre estaban ocupadas y tenían que ir a la guerra. Fue en 1345 cuando, tras arduas luchas contra pueblos vecinos, vieron la señal del águila devorando una serpiente sobre un nopal (imagen del l escudo de la República Mexicana) y fundaron Tenochtitlán. Se dice que esta cultura practicaba el juego de pelota (o tlachtli, como ellos lo llamaban) con una pasión exacerbada (Yánez, 1996). Heredado de los tolteca también se fundamentan en una conciencia cósmica del juego, se realizaba exactamente igual que el Pok’ta’pok maya, con algunas ligeras diferencias, sobre todo en lo que concierne a las medidas de los espacios y a su panteón divino (Avila, 2001). Para ejemplificar la importancia de esta actividad entre el pueblo méxica, hemos de señalar que la cancha de juego de pelota se hallaba ubicada en el terreno sagrado, frente a los astilleros de cráneos de los que habían sido sacrificados en el templo principal; al lado, limitaba con el templo dedicado a los Caballeros Águila. A la llegada de los españoles, éstos quedaron fascinados, lo cuál se demuestra en las múltiples referencias que se han encontrado en escritos de misioneros como Fray Bartolomé de las Casas o Fray Bernardino de Sahagún. Incluso Cortés, en 1528, llevó a España algunos jugadores para hacer una demostración frente al Rey Carlos V, momento que fue plasmado por el artista alemán Cristoph Weiditz en 1529, como podemos observar en la figura 5.

Fig. 5. Dibujo de Weiditz, 1529.
El juego de pelota prehispánico, como hemos podido ver en este primer acercamiento desde las diferentes culturas mesoamericanas, además de ser una práctica ancestral milenaria, tuvo un papel ritual, político y posiblemente económico que lo ubica dentro de la esfera del poder y de la historia de las culturas mesoamericanas. Esta actividad demuestra sus profundas raíces ya que logró sobrevivir a la Inquisición y a Torquemada, quién vio al diablo en cada cancha donde se jugaba, proclamó su prohibición y propugnó su destrucción, que se realizó durante la Colonia.

3. Características del juego de pelota mesoamericano

En este apartado esbozaremos las reglas básicas que regían este juego, con especial atención al tanteo y a los jugadores, y analizaremos también algunos de los diferentes tipos de canchas que se dieron en las culturas mesoamericanas.

Reglas

Fray Bernardino de Sahagún (1999), en el Capítulo X, De los pasatiempos y recreaciones de los señores, de la obra escrita en el siglo XVI, Historia General de las cosas de la Nueva España, describía así el juego de pelota o tlachtli:

‘… y el que metía la pelota por allí ganaba el juego; no jugaban con las manos sino con las nalgas herían a la pelota; traían para jugar unos guantes en las manos, y una cincha de cuero en las nalgas, para herir a la pelota’ (p. 459-460).

Una descripción más completa es ofrecida por diversos autores basándose en amplios estudios. Estas reglas además variaban según la región y la cultura que jugaba, pero básicamente, con prudencia como señala Taladoire (2000), podemos afirmar que estaba formado por dos equipos de uno a siete jugadores, con un juez, que se enfrentan en una cancha larga, dividida en dos, lanzándose directamente, o haciendo pases, una pelota de hule no vulcanizado de unos tres kilos. Ésta debe ser tocada por alguna parte del cuerpo o implemento que estuviera permitido (mazo, guante, cadera, mano, antebrazo,…), lo que tal vez correspondía a variantes locales y/o cronológicas. Los tantos se obtenían cuando la pelota se recogía o golpeaba con una parte del cuerpo no autorizada; cuando la pelota era muerta o perdida. Cuando se comete una falta (patear la pelota) con el pie, el equipo contrario lograba obtener de 1 a 4 rayas (tantos que eran convenidos previamente) y la posesión de la pelota (M.C.D. Guatemala, 2001). Como era excepcional pasar la pelota por el aro, cuando esto se lograba se ganaba el juego y el jugador que lo conseguía era agasajado con premios y honores (Bello y Picardo, 1998; De La Garza, 2000).

En palabras de Taladoire (2000), en la actualidad este aspecto tan complejo del tanteo en el juego prehispánico queda todavía muy poco claro.

Sahagún describe también algunas características de los jugadores (fig. 8) en cuanto a su vestimenta, pero datos recientes indican que los jugadores utilizaban para protegerse de los golpes de la pelota una faldilla hecha de cuero de venado, algodón, cestería o madera, que era sujetada por un fajado que servia para dar macicez a las caderas, sobre el fajado se amarra un cincho de cuero, los codos y las rodillas se protegían con rodilleras, los pies general mente iban desnudos o con tobilleras para evitar alguna desgarre o luxación (Castro, 1973; M.C.D. Guatemala, 2001). Según relatos de cronistas y de diversas figurillas de barro, estelas y relieves, en algunas regiones como en Tula se utilizaban, además de todo lo anterior, penachos de bellas plumas y sus mejores vestidos para la ocasión (Benítez, 1994).

Fig. 6. Diferentes representaciones del jugador de pelota (Museo Nacional Antropología, México D.F.).
La pelota, elemento clave del juego, era fabricada de la siguiente manera (Tarkanian y Hosler, 2000): el látex recogido del árbol Castilla elástica era mezclado con la planta del guamol, y esta mezcla se transformaba en hule para formar las pesadas bolas que tanto impresionaron a los españoles como se recoge en esta cita de Fray Bartolomé de las Casas, escrita en el siglo XVI:

‘…y con una goma que llaman ulli, que sale de un árbol que se cría en tierra callente, al cual punzándolo salen unas gotas blancas, y después se torna como pez negra, de que hacen las pelotas con que juegan, que saltan seis veces más que las nuestras de viento y no paran de bullir saltando como si estuviesen llenas de azogue…’ (1992, p. 98).

La pelota reviste una gran importancia debido no solo a su necesario uso, sino a que los pueblos mesoamericanos se adelantaron 3.500 años al descubrimiento del uso del hule con látex para la fabricación de la goma que tan utilizadas es actualmente.

Canchas para la práctica del juego de pelota

Actualmente se han encontrado más de 1500 canchas, y es esta instalación la que más lugares registra si se compara con las griegas y romanas. El número, que continuamente es aumentado con los recientes descubrimientos, es bastante significativo de la importancia que tuvo este lugar tanto para la práctica deportiva como religiosa o ritual, en el contexto mesoamericano

Retomando la descripción realizada por Sahagún, éste describía así la cancha de juego de pelota de la capital mexica:

‘…el juego de la pelota se llamaba tlaxtli o tlachtli que eran dos paredes, que había entre la una y la otra veinte o treinta pies, y serían de largo hasta cuarenta o cincuenta pies; estaban muy encaladas las paredes y el suelo, y tendrían de alto como estado y medio, y en medio del juego estaba una raya que hacía al propósito del juego; y en el medio de las paredes, en la mitad del trecho del juego, estaban dos piedras como muelas de molino agujereadas por medio, frontera la una de la otra y tenían sendos agujeros tan anchos que podía caber la pelota por cada uno de ellos’ (p. 459, cursiva en el original).

Como observó Taladoire (2000), el juego no tiene por qué estar siempre ligado al marco arquitectónico, el ejemplo más claro lo podemos observar actualmente en la vida diaria, ¿cuántos niños y jóvenes juegan al fútbol -por poner un ejemplo- todos los días sin un campo de fútbol, sin césped, sin equipamiento y sin porterías? En numerosas inscripciones, relieves de paneles y escritos se identifica el juego de pelota aún cuando en algunas de esas ciudades mesoamericanas no existía cancha para la práctica. En algunos casos sólo se han encontrado restos de marcadores (generalmente con aspecto zoomórfico), que servían para delimitar las diferentes zonas del campo de juego (fig. 7). Los anillos, que aparecen mucho después (900 d.C. según Castro, 1973), constituyen un nuevo tipo de marcadores, empotrados en las paredes del patio central del juego de pelota y representando en sus relieves águilas, serpientes o personajes decapitados. Éstos revisten una mayor importancia, ya que, como hemos comentado antes, el punto más valioso del juego se lograba al hacer pasar la pelota a través del anillo.

Fig. 7. Marcador cabeza de guacamayo de Xochicalco y anillo de Tula.
(Museo Nacional de Antropología, México D.F.)
Siguiendo a Taladoire (2000), éste nos define la cancha como ‘…constituida por dos edificios paralelos, relativamente estrechos, separados por un espacio plano, largo y también estrecho, que forma la cancha propiamente dicha. Cada estructura lateral está compuesta por un talud de inclinación variada, que culmina en su parte posterior en una cornisa que puede alcanzar unos metros de alto. En su parte inferior, el talud cae directamente sobre el piso de la cancha, o desemboca en una banqueta baja con reborde vertical o fuertemente inclinado. En muchos casos los extremos de la cancha están abiertos… otros dan al juego su forma conocida de I o de doble T, …’ (p. 24). Este mismo autor recoge la evolución de la planta y el perfil de las canchas del juego de pelota en mesoamérica, que como se puede observar son diferentes según la zona y la cronología.

Fig. 8, 9, 10 y 11. Imágenes (arriba) de las canchas de Chichén-Itzá y Tula,
(abajo) Uxmal y Xochicalco.
Tomando como referencia el trabajo de Taladoire (2000), en el que recoge hasta 13 tipos diferentes de cancha y sus variantes, podemos apreciar en la figura 8, correspondiente a la cancha de Chichén-Itzá, como se representa la cancha Tipo III, con altos muros verticales sobre pequeñas banquetas. Tula correspondería a un Tipo VI, VII u VIII, caracterizado por su planta cerrada, al igual que la figura 11, Xochicalco. En la figura 10, Uxmal representa el Tipo I, muy común en las Tierras Bajas Mayas, con estructuras laterales en talud y cancha semicerrada.

A pesar de las diferencias encontradas en las diferentes canchas, se puede decir que todas siguen un modelo básico homogéneo. Hemos de tener en cuenta que mesoamérica estuvo poblada por multitud de culturas a lo largo de muchos siglos, en las que los conocimientos en algunos casos se pasaron de una a otra y en otras fueron destruidos. Todo esto hizo que se desarrollaran varios focos independientes con sus diferentes canchas y reglas, pero todas estaban dedicadas al mismo tipo de juego.

4. El sentido astral y guerrero del juego de pelota

A pesar de esa unidad que podemos observar en cuanto a la configuración de las canchas y los reglamentos para la práctica, la diversidad que observamos en el actual juego de pelota también nos da datos para pensar que antes de la llegada de los españoles también existía esta diversidad y que además, ésta, se extendía a la simbología asociada al juego.

Varias hipótesis son las que se manejan en relación con el simbolismo del juego, entre ellas, rito para la fertilidad de la tierra, ceremonial guerrero y significado astral. Éste último parece ser el que más se repite en los diferentes legados que dejaron los precolombinos y es el más comentado por los autores que han estudiado la simbología del juego de pelota (Scott, 1996; Bourbon y Poljak, 1999; Taladoire, 2000; Uriarte, 2000; De La Garza, 2000; Avila, 2001).

Como todo juego deportivo, es indudable que existe una lucha de contrarios, que, en el vínculo entre el juego y astronomía es claro. La relación astronómica más clara es con Venus (Uriarte, 2000) en el que aparecen opuestos su representación matutina, en la figura de Tlahuizcalpantecuhtli-Quetzalcóatl, y su representación vespertina, en la figura de Xólotz. Esta lucha de opuestos, entre la luz y la oscuridad, entre el Sol, símbolo de la racionalidad y lo masculino, contra la Luna y las estrellas, lo irracional y femenino, es representada en el mito mexica (De La Garza, 2000). La cancha es, por tanto, el cielo nocturno donde se desarrolla esta pugna en la que el Sol siempre vencía para que se pudiera mantener el orden cósmico (Uriarte, 2000). En última instancia, el sacrificio humano era el que permitía este orden asociado a su vez con la fertilidad de la tierra, ya que la sangre, derramada sobre la cancha propiciaba la germinación de las plantas y la prosperidad en los cultivos para alimentar a la población. Es de suponer, después de lo dicho, que el juego de pelota con las ofrendas de sangre, así como las guerras, se practicaría durante la época seca para propiciar las lluvias y la fertilidad de la tierra. Esta idea, fundamental en la cosmovisión de los pueblos prehispánicos, refleja la importancia del juego de pelota dentro de su vida cotidiana.

Por el contrario, De La Garza (2000), nos señala como en el mito maya, esta lucha de opuestos no es entre el Sol y la Luna, sino que se da entre los seres luminosos y vitales, contra los seres del inframundo que simbolizan la oscuridad y la muerte. Esta oposición quedó grabada en el Popol Vuh, en el que, según Gerard W. van Bussel (1991, en Uriarte, 2000), la cancha del juego de pelota es una alegoría del acceso al inframundo. Por otra parte, los anillos o marcadores de piedra, representarían los sitios de salida y puesta de los astros en el horizonte; la pelota el astro mismo, y el acto de juego, su movimiento (Krickeberg, 1988). Según el mito maya de Hunahpú e Ixbalanqué, estos personajes, después de bajar al inframundo a jugar a pelota con los dioses de la muerte y derrotarlos, se transforman en el Sol y la Luna de la época actual. Por lo tanto este episodio representa la aparición del Sol y la Luna del Popol Vuh, vinculado al juego de pelota (Uriarte, 2000, p. 51).

En ambos mitos encontramos una pugna, una lucha, existe por tanto, una relación simbólica con la guerra, ya que se da una confrontación antagónica entre fuerzas, motivo de que podamos ver con frecuencia en los relieves a los jugadores de pelota con atavíos guerreros practicando sacrificios humanos por decapitación. Desde tiempos muy remotos el cráneo fue considerado reliquia o trofeo; todas las culturas lo integran a su arte y ritos y el cortar cabeza fue una pena de muerte bastante común hasta épocas relativamente recientes. Entre los olmecas, la decapitación o representación de la cabeza fue tema de esculturas o bajorrelieves que reproducían ceremonias asociadas a la fertilidad. Las colosales cabezas olmecas, fechadas alrededor del año 1000 a.C., han sido interpretadas como cabezas decapitadas asociadas al ritual del juego como hemos podido ver anteriormente. Continuando con los mayas, éstos vincularon el rito del sacrificio astral con el juego de pelota, que se convirtió en el escenario del sacrificio ritual. La muerte del sacrificio era necesaria en el inframundo nocturno y permitía la regeneración de la vida terrestre y cósmica, formando una cadena en la cual muerte y regeneración se sucedían insalvablemente y nutrían el flujo continuo de la vida. También hay indicios de que era una manera muy peculiar, entre los mayas, de retar a los reyes cautivos en la cancha donde eran sacrificados. Por tanto, el juego de pelota en esta época no era un deporte, era algo muy serio en el que se involucraba la perpetuación del Estado y la comunicación con el otro mundo (Velázquez, 2000).

Sin embargo, prevalece la discusión de si se sacrificaba a algún jugador de pelota, e incluso si era el que ganaba o el que perdía, o si la cancha se utilizaba para ceremonias asociadas a la guerra, como la muerte de prisioneros (De La Garza, 2000). Lo que sí está claro es la relación del juego con ese orden cósmico, el sentido astral, que comentábamos anteriormente, en el que el sacrificio es determinante para poder permitir la victoria del Sol sobre las tinieblas y con ella las lluvias, la vegetación y la fertilidad.

5. Conclusiones

El estudiar la práctica del juego de pelota entre las diferentes culturas prehispánicas nos ha ayudado a comprender la importancia de esta práctica a lo largo de siglos. Es tal la importancia que tuvo que, ni la llegada de los españoles (recordemos que fue prohibido por Torquemada en la época colonial) ni las continuas guerras y correspondientes independencias de otros países, han logrado hacer desaparecer una actividad tan arraigada que es practicada actualmente a lo largo de toda la República de México y su zona de influencia en Sudamérica.

Las características del juego de pelota aquí presentadas son sólo un esbozo de toda la riqueza que posee. Sus reglas, las características de las canchas repartidas por todo el territorio y la peculiaridad de la vestimenta y costumbres de sus jugadores son sólo una parte de todo lo que nos puede aportar el conocimiento de esta práctica ancestral.

Nos hemos acercado al juego de pelota desde el punto de vista más sagrado para los antiguos habitantes de mesoamérica, en él, hemos podido comprobar el rico simbolismo asociado a sus deidades, la cosmología y la guerra. Todas las culturas mesoamericanas reflejan la importancia que atribuían al conocimiento astronómico, el juego de pelota, parece haber sido clave como rito para propiciar el movimiento de los astros en el cielo y, por tanto, la continuación de la existencia del cosmos y de la vida. Sin embargo, aparte de este profundo carácter sagrado que tenía el juego, las fuentes históricas mencionan la incorporación de nuevos elementos como la desacralización mediante las apuestas, la profesionalización de los jugadores,… en definitiva, la transformación que sufrió esta práctica poco antes de la colonización española entre el pueblo azteca de los méxica, la transformación del juego de dioses al juego de hombres. Esta peculiaridad en su evolución no ha sido tratada en este trabajo, pero, podemos decir que, existe un terreno fértil para la investigación histórica que arroje nuevas aportaciones al estudio del juego de pelota en toda su globalidad.

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Índice de imágenes

Figuras 1, 2 y 5: tomados de Marcia Castro Leal, El Juego de Pelota, Ediciones Lara, México, 1973, pp. 4, 8 y 30 (respectivamente).

Figura 4: tomado de Pedro Martínez Moya (foto del autor). Zona Arqueológica de Teotihuacán, Templo de Quetzalcoatl (Teotihuacán, Edo. de México, Agosto 2002).

Figuras 6 y 7: Museo Nacional de Antropología. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), S.E.P. (México, D.F., 2002).

Figuras 3, 8, 9, 10 y 11: tomados de Philip Baird. URL disponible en: http://www.anthroarcheart.org [fecha de acceso 4 de noviembre de 2002].

Quetzalcóatl-4041

Quetzalcóatl

Introducción

Cuando oyes hablar por primera vez de las culturas de Mesoamérica y Sudamérica, siempre te llaman la atención y te sorprenden. Están rodeadas de cierto halo de misterio, con todos esos componentes – los sacrificios humanos, las controvertidas teorías en relación con los ovnis, las pirámides … – tan atrayentes, que uno no puede evitar el interesarse.
Uno de los aspectos más interesantes, en mi opinión, de las culturas precolombinas es el simbolismo, los ritos, la religión: la mitología. Además, impresiona la gran diversidad de civilizaciones que se dieron, sobretodo al caer en una inevitable comparación con el viejo continente. Es difícil elegir, pero me he decantado por los Aztecas, porque es una de las civilizaciones de las que más información hay y, porque no, porque está entre mis favoritas.
Así, escogí uno de los nombres que más me sonaba al tratar este tema: Quetzalcóatl. A lo largo de los años he podido leer un número de libros acerca de mitología, y en algunas alusiones a este dios siempre había algo en su significación que me pareció muy atractivo…

Quetzalcóatl

Quetzalcóatl proviene etimológicamente de quetzal, una especie de ave autóctona de Mesoamérica y muy apreciada por su plumaje de vivos colores, rojo escarlata y verde, ya desde la antigüedad, y de -cóatl, serpiente . Así, su significado es “serpiente emplumada” ( aunque también se ha atribuido otra traducción: gemelo precioso ) .
Su origen es muy antiguo; aunque los máximos difusores de esta deidad fueron los aztecas, no fueron ellos los que lo ” crearon “. La idea de la serpiente emplumada procede al menos de la civilización de Teotihuacán ( siglos III-VIII ), la gran ciudad de la meseta central de México. En aquella época primitiva, probablemente se consideraba a Quetzalcóatl dios de la vegetación, estrechamente vinculado a Tlaloc, dios de la lluvia. Los toltecas ( siglos IX-XII ) lo concebían como dios de las Estrellas Matutina y Vespertina, y bajo esta forma le rendían culto en su principal ciudad, Tula.
Los aztecas asimilaron a Quetzalcóatl y lo veneraban como patrón de los sacerdotes, inventor del calendario y protector de los artesanos .

Este pluralismo en las representaciones de un mismo dios es muy típico de la cultura azteca, y ya se observa en su dios creador Ometecuhtli .

El nacimiento de Quetzalcóatl

Para la historia del nacimiento de Quetzalcóatl hay tres versiones diferentes , unas de tipo más mítico y otras más humano. Como se puede ver, hay elementos en común en las diferentes historias, lo que muestra la dificultad de discernir los orígenes de este dios.
En la primera versión, se dice que Quetzalcóatl nació en el año ” 1 ácatl ” ( uno-caña), a quien se llamó Topiltzin (nuestro príncipe) y sacerdote Quetzalcóatl Ce-ácatl. Se dice que su madre tenía por nombre Chimalman ( escudo recostado ). También se dice de la madre de Quetzalcóatl que lo concibió porque se tragó un chalchíhuitl ( piedra verde ). Esta es la versión más breve de las tres.
En la segunda versión, se dice que hubo un dios llamado Camaxtli que tomó por mujer una diosa llamada Chimalman.
Ésta tuvo de él hijos entre los cuales había uno llamado Quetzalcóatl, el cual nació en la ” barranca del pescado ” y que fue llevado a su abuelo y abuela que le criaron.

Esto fue así porque su madre murió al parir. Después que creció fue llevado a su padre; pero como éste le quería mucho le odiaban los otros hermanos tanto, que decidieron matarlo.
Para hacerlo lo llevaron con engaño a una gran roca, llamada ” roca donde se hace quemar “. Lo dejaron allá y ellos descendieron y prendieron fuego alrededor de la roca. Pero Quetzalcóatl se metió en un agujero que había en la roca, y sus hermanos se fueron pensando que lo habían matado. Habiéndose ido ellos, salió de la roca con arco y flechas, tiró sobre una cierva y la mató; la tomó en sus hombros, y la llevó hacia su padre, y llegó antes que sus hermanos. Llegando éstos, estuvieron asombrados de verlo y pensaron matarlo de otro modo.
Tras varios atentados más y el asesinato de su propio padre, quisieron hacer creer a Quetzalcóatl que su padre se estaba transformando en roca y todos lo persuadieron para que sacrificara y ofreciera alguna cosa a esa roca, como leones, tigres, águilas, venados o mariposas, para tener ocasión de matarle, puesto que él no podría conseguir estas bestias.
Puesto que Quetzalcóatl no quería obedecer, le querían matar, pero él se escapó de sus manos y se subió a un árbol, o lo que es más probable subió a la misma roca y los mató a todos con sus flechas.

Cuando esto pasaba, sus vasallos, que le amaban mucho, le vinieron a traer con muchos honores, tomaron las cabezas de sus hermanos y les sacaron el cerebro haciendo de ellas copas para beber.

Más tarde se fueron a la tierra de México, mientras tardo Quetzalcóatl se quedó algunos días más en un pueblo llamado Tollantzinco, y de allá se fue a Tollan.

En la tercera versión, se cuenta que el padre de Quetzacóatl se llamaba Mixcóatl ( Serpiente de nubes ). Mixcóatl era un gran guerrero; cuando fue a conquistar Huitznáhuac, salió a su encuentro la mujer Chimalman, que puso en el suelo su rodela, tiró sus flechas y su lanzadardos, y quedó en pie desnuda, sin enaguas ni camisa. Mixcóatl le disparó cuatro flechas, pero no le acertó con ninguna. Habiendo fallado los cuatro tiros, se marchó. Mixcóatl volvió más tarde y buscó a la mujer. Cuando la encontró cerca de una caverna, volvió ella a mostrarle sus vergüenzas y él a dispararle, con idéntico resultado. Visto esto, Mixcóatl tomó a Chimalman, se echó con ella y la preñó.

Cuando nació ” Uno-Caña ” ( Quetzalcóatl ), afligió mucho a su madre durante cuatro días; inmediatamente después de nacer, murió su madre. Con posterioridad, la diosa Cihuacóatl-Quilaztli crió a Quetzalcóatl y lo convirtió en un gran guerrero.
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca

Con frecuencia vemos en las historias la relación entre Quetzalcóalt y Tezcatlipoca. Tezcatlipoca, el ” Señor del Espejo Humeante ” , fue llevado por los toltecas al centro de México a finales del siglo X, y en los mitos aparece como gran adversario, además de corruptor, del virtuoso dios de este pueblo, Quetzalcóatl, y como su iniciador en la embriaguez y los placeres carnales.

Tezcatlipoca poseía más formas y nombres que ninguna otra deidad: por ejemplo, su identificación con Yaotl ( el Guerrero ) y Yoalli Ehecatl ( Viento Nocturno ) muestra su vínculo con la muerte, la guerra y el reino de la oscuridad.

Su posición destacada se reflejaba en la asociación simbólica con la imaginería del jaguar y sobretodo en su manifestación como Tepeyollotli, el “corazón de la montaña”.
Según la leyenda , cuando Tezcatlipoca quiso provocar la marcha de Quetzalcóatl, lo persuadió mediante engaños de que bebiera el pulque, la bebida sagrada.
Cuando Quetzalcóatl estuvo totalmente ebrio, el malvado Tezcatlipoca lo convenció para que yaciera incestuosamente con su hermana.

Cuando Quetzalcóatl se despertó y vio lo que había hecho, la vergüenza y el disgusto le obligaron a marcharse de la ciudad.

Otra perspectiva explica que, mientras que Quetzalcóatl exigía a sus súbditos sacrificios pacíficos (ofrendas de aves, jade, serpientes, mariposas), Tezcatlipoca impuso rituales más sangrientos y se produjo un enfrentamiento entre ambos, a consecuencia del cual Quetzalcóatl fue expulsado de Tula en el año 987. Se marchó con su séquito al golfo de México, se autoinmoló en una pira y renació como el planeta Venus.
En este mito , el de la serpiente emplumada, se explica que Quetzalcóatl bajó, tras su salida de Tula, al ” agua divina ” ( el Golfo de México ), ayunó durante cuatro días y se engalanó con sus mejores ropas. Después se autoinmoló en la pira funeraria, y mientras lo hacía surgían aves de las llamas.

Cuando el proceso acabó su corazón ascendió al cielo y se convirtió en Venus, la estrella Matutina. Así, el dios simboliza la muerte y la resurrección.
En otra versión, Quetzalcóatl embarcó en una balsa de serpientes y desapareció por el horizonte oriental.

Según una profecía, regresaría algún día, y esta creencia fue explotada por Hernán Cortés, a quien el rey azteca Moctezuma creyó Quetzalcóatl, que había vuelto para tomar posesión de su reino, cuando el conquistador desembarcó en México en 1519.

Los mitos de los soles

La cosmología mesoamericana divide el universo en cinco partes: cuatro puntos cardinales y el centro . Las cuatro direcciones del mundo correspondían a los cuatro hijos de Ometecuhtli, cada una de las cuales encierra importantes valores simbólicos.
El concepto de dualidad es omnipresente en el pensamiento azteca y se personifica en Ometecuhtli, ser cósmico primordial de carácter dual que mantiene la vida desde su posición en el ” ombligo de la tierra “.
Posee aspectos masculino y femenino ( Ometeotl y Omecihuatl ), lo que le permite parir a los cuatro Tezcatlipocas como padre y como madre.

Así, al principio existía Ometecuhtli, Señor de la Dualidad autocreado, que también se presentaba en sus aspectos masculino y femenino como Ometeotl y Omecihuatl.
Los hijos de esta pareja cósmica fueron los cuatro Tezcatlipocas. El Tezcatlipoca Rojo, también llamado Xipe Topec ( el dios desollado ), se asociaba con el este; el Azul o Huitzilopochtli con el sur; el Blanco o Quetzalcóatl con el oeste y el Negro, el Señor del Cielo Nocturno, con el norte. A estos cuatro se añadían Tlaloc, dios de la lluvia, y su consorte, la diosa del agua Chalchiuhtlicue.
Los enfrentamientos entre estas deidades, enzarzadas en una lucha cósmica por la supremacía, desembocaron en la creación y destrucción de cinco eras o ” soles ” mundiales sucesivos, cada uno de ellos identificado por la forma concreta de cataclismo que lo sumergía .
El primer sol estaba regido por Tezcatlipoca y se conocía como ” Cuatro-Jaguar “.
Al cabo de 676 años, Quetzalcóatl arrojó al agua a Tezcatlipoca y la tierra fue consumida por los jaguares.
Después, Quetzalcóatl presidió el segundo sol, conocido como ” Cuatro-Viento “.

Esta era acabó cuando Tezcatlipoca se vengó y destronó a Quetzalcóatl, quien fue arrastrado por un gran huracán.
El tercer sol, llamado ” Cuatro-Lluvia “, estaba dominado por el fuego y regido por el dios de la lluvia, Tlaloc. Acabó cuando el dios Quetzalcóatl envió una gran lluvia que consumió la tierra.
A continuación vino el cuarto sol, ” Cuatro-Agua “,que se suele identificar con Chalchiuhtlicue, diosa del agua, y tocó a su fin cuando el mundo quedo sumergido por un diluvio y las personas se transformaron en peces.
A la zaga de estos mundos imperfectos vino la creación más portentosa, el quinto sol.

El quinto sol

Los cataclismos que destruyeron los cuatro soles anteriores dejaron un vacío en el orden cósmico. Los dioses ofrecieron a las gentes de Mesoamérica una última y efímera oportunidad de vivir al crear y sustentar el quinto sol, la era actual.
El quinto sol fue creado en Teotihuacán cuando el dios Nanahuatzin se arrojó a una hoguera y se transformó místicamente en el sol naciente.

Pero al principio estaba inmóvil, y los demás dioses sacrificaron su sangre para proporcionarle energía para el movimiento celeste. Por eso se conoce la quinta era del mundo como ” Cuatro-Movimiento “.

Su génesis única sentó un precedente mítico para la idea azteca de que la vida del universo sólo puede prolongarse mediante el sacrificio. Sin embargo, se trata de una concesión temporal de los dioses, pues los terremotos también destruirán el quinto sol.
El signo ” Cuatro-Movimiento” encarnaba el concepto del sacrificio humano que impregnaba la religión azteca, que encontró expresión física en el gran calendario de piedra, disco tallado de este material de unos cuatro metros de ancho con la imagen central del rostro de Tonatiuh, dios del sol, rodeada por el signo ” Cuatro-Movimiento “.
Hallado en 1790 cerca del Templo Mayor de Ciudad de México , este objeto de complicada factura representa los principales elementos de la quinta creación. Los aztecas concebían a Tonatiuh como manifestación de su deidad guerrera tribal, Huizilopochtli.

En el complejo simbolismo se aprecia la manipulación de la mitología para justificar la guerra y el sacrificio y expresar estos aspectos de la vida en términos cosmológicos.
La cara de Tonatiuh está flanqueada a ambos lados por dos garras enormes aferradas a su alimento: corazones humanos, tema en el que se profundiza aún más con la lengua, imagen del cuchillo sacrificial de sílex u obsidiana con el que los sacerdotes arrancaban el corazón a sus víctimas.

Según las creencias aztecas, la sangre humana contiene una esencia líquida preciosa denominada chalchihuatl, único alimento adecuado para los dioses. En torno a la imagen del dios del sol hay cuatro figuras encerradas que representan los cuatro soles anteriores, los dedicados al jaguar, el viento, el fuego y el agua. Y alrededor de ellos están los glifos ( emblemas ) de los signos de los veinte días del calendario sagrado o tonalpohualli, y representaciones simbólicas de Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Tlaloc.

El mito del origen del hombre
La leyenda explica que, después de la creación del quinto sol, hubo que volver a crear a la raza humana, que había sido destruida en las confrontaciones anteriores .
Así pues, se consultaron los dioses y se dijeron: ¿El cielo ha sido construido, pero quienes, oh dioses, habitarán la tierra?. Dicho esto, Quetzacóatl bajo al inframundo, llamado Mictlan; llegó al señor y a la señora del reino de los muertos y dijo: ” He venido por los huesos preciosos que tú guardas”. Aquel contestó: “¿Qué harás tú con ellos, Quetzalcóatl?” Otra vez dijo este: ” Los dioses tratan de hacer con ellos quien habite sobre la tierra”. De nuevo dijo el dios de los muertos: ” Sea en buena hora. Toca mi caracol y llévalo cuatro veces alrededor de mi asiento de piedras preciosas”. Pero él no usó el caracol del dios de la muerte: Quetzalcóatl llamó a los gusanos, que le hicieron agujeros, e inmediatamente entraron allí las abejas grandes y las montesas, que lo tocaron, y lo oyó el dios de los muertos. Otra vez dijo este: ” Está bien, tómalos “. Después el dios de los muertos se arrepintió y dijo a sus mensajeros, los moradores del inframundo: ” Id a decirle, dioses, que ha de venir a dejarlos “.

Pero Quetzalcóatl respondió: ” No, me los llevo para siempre “. Pronto subió Quetzalcóatl a la tierra. Luego que cogió los huesos preciosos, estaban juntos en un lado los huesos de varón, y también juntos, de otro lado, los huesos de mujer. Tan pronto como los tomó, Quetzalcóatl hizo de ellos un lío, que se trajo. Otra vez les dijo el dios de los muertos a sus mensajeros: “¡Dioses! De veras se llevó Quetzalcóatl los huesos preciosos. ¡Dioses! Id a hacer un hoyo en su camino”.
Ellos fueron a hacerlo, y por caerse en el hoyo, se golpeó y le espantaron las codornices; cayó desmayado y esparció por el suelo los huesos preciosos, que luego mordieron y royeron las codornices. A poco volvió en sí Quetzalcóatl, y lloró y dijo a su nagual: “¿Cómo será esto, nagual mío?” El cual dijo: “¡Cómo ha de ser! Que se echó a perder la empresa”. Luego los recogió, los juntó e hizo un lío, que inmediatamente llevó a Tamoanchan.
Después que los hizo llegar, los molió la diosa Cihuacóatl – Quilaztli, que a continuación los echó a una vasija preciosa. Sobre él se sangró Quetzalcóatl su miembro; y en seguida hicieron penitencia todos los dioses. Se dice, que después nacieron los hombres, puesto que los dioses habían hecho el sacrificio de su sangre sobre ellos.

Ehecatl, dios del viento

Se asociaba a Ehecatl con los cuatro puntos cardinales, porque el viento sopla en todas direcciones. Sus templos tenían forma cilíndrica, con el fin de ofrecer menos resistencia al viento. En algunos casos se le representa con dos máscaras por las que penetra el viento.
Según el mito azteca, tras la destrucción del cuarto sol los dioses se reunieron en Teotihuacán, y Nanahuatzin y Tecciztecatl se arrojaron al fuego sacrificial y se convirtieron en el sol y la luna. Quedaron inmóviles hasta que Ehecatl sopló con fuerza sobre ellos: al principio, sólo se movió el sol pero cuando el astro se puso en el ocaso, también se movió la luna.
En realidad, Ehecatl es una personificación del dios Quetzalcóatl. Se le representaba como Ehecatl con los símbolos de la concha, la máscara de la trompeta de viento y el quetzal, con las plumas de la cola de color verde iridiscente.

Los mayas (compilatorio 2)

En un territorio y zona geográfica muy variada, pero bien delimitada, se desarrolló una civilización y cultura formidables, cuyos vestigios siguen causando gran admiración y asombro.

Esta extraordinaria civilización, en la cual se dieron lugar las más diversas manifestaciones culturales como arquitectura, escultura, pintura, astronomía e importantes conocimientos matemáticos, se desenvolvió en selvas tropicales, en escarpadas montañas, así como en planicies inmensas, y ha llegado hasta nuestros días a través de sus ciudades, templos, palacios, estelas, altares, murales y códices, entre otros objetos. Dicha civilización es la que ahora conocemos como Maya.
Esta grandiosa cultura tuvo avances impresionantes aún para nuestra época particularmente en matemáticas, astrología y el calendario.
La civilización Maya se desarrolló en un territorio de aproximadamente 400,000 kilometros cuadrados, situado en la región denominada Mesoamérica, la cual abarca a la Peninsula de Yucatán, el estado de Quintana Roo, la Mayor parte de Tabasco y Chiapas y el itsmo de Tehuantepec en México, toda Guatemala, Belice, la parte occidental de El Salvador y Honduras, y una pequeña parte de Nicaragua
Este territorio presenta una gran rica variedad geográfica: montañas, pantanos, planicies, selvas tropicales, bosques de altura, etc., por lo que climas, suelos, lluvias y vegetaciones diferentes, albergaron diversos grupos étnicos, lenguas y estilos de vida que integran la gran familia Maya, agrupada comunmente bajo el nombre de Mayense.
Los Mayas y sus descendientes han ocupado este territorio desde hace aproximadamente 5000 años; sin embargo, la Civilización Maya probablemente se remonta a tiempos mucho más antiguos.

Division del area maya

Considerando los indicadores geologicos y climaticos, existen dos ambientes en el area maya, el de las tierras altas y el de las tierras bajas. Aunados a estos indicadores, factores culturales y desarrollo historico diferenciado, el territorio maya se divide en tres zonas, a las que por su ubicación se les denomina: sur ( meridional ), central y norte ( septentrional )

Zona Sur.- La zona sur incluye las tierras altas de Chiapas y Guatemala y una zona contigua de El Salvador, mas de una faja adyacente de litoral del oceano Pacifico de 40 a 50 km, con caracteristicas geograficas que contrastan con el resto del area. Las tierras altas estan formadas por sierras montañosas de origen volcanico de mas de 3 000 metros de altura, en las que nacen los rios Usumacinta y Motagua y se encuentran los lagos Atitlan y Amatitlan.

Zona central.- La zona central, llamada tambien de las tierras bajas, se extiende desde la vertiente norte de las serranias de Chiapas, Guatemala y Honduras, y tiene como centro la meseta de El Peten en Guatemala, donde las aguas que bajan de las tierras altas forman dos sistemas fluviales, al poniente el del rio Usumacinta y al oriente el del rio Motagua; al norte comprende la zona de Belice, Tabasco, y la parte sur de los estado de Campeche y Quintana Roo.

Zona Norte.- La zona norte abarca la mitad norte de la peninsula de Yucatan, o sea, el estado de Yucatán y la mayor parte de los estados de Campeche y Quintana Roo. Esta zona es una extensa planilla interrumpida por ligeras elevaciones (100 m) de la cordillera Puuc que corre paralela a la costa de Champotón y Campeche, de donde se prolonga hacia el noroeste de Maxcanú y de ese punto al sureste de Tzucacab. Los dos ultimos en el estado de Yucatán. En ella desaparecen los rios y el agua superficial es sumamente escasa, carencia que aumenta a medida que se avanza hacia el norte. La ausencia de agua en la superficie es compensada, en cierta medida, por las aguadas, sartenejas y cenotes, junto a las cuales se asentaron numerosas poblaciones, asi como depositos artificiales de agua llamados CHULTUNES.

Los cenotes son uno de los hechos geograficos de origen hidrologico mas sobresalientes de Yucatan. Son mantos acuiferos naturales subterraneos. Las aguadas son cenotes abiertos.

Desarrollo Historico-cultural del pueblo maya

El estudio de la civilizacion maya se divide en 3 etapas:

El Periodo preclasico

(1600 a.C. al 300 d.C.)

Dio inicio con el primer asentamiento en las montañas del oeste de Guatemala por el año del 2 500 a.C. Los primeros mayas que se establecieron en la peninsula de Yucatán lo hicieron en el año 1 600 a.C y los primeros que se establecieron en Tabasco lo hicieron para el año de 900 a.C.

En el preclasico inferior vivian en casas que tenian por paredes, palos unidos entre si por barro y estaban provistas de techo de paja. Estas casas siempre estaban alrededor de los cenotes. Sus actividades economicas mas importantes en la recoleccion de frutos, practicaban la caza y la pesca; tenian una agricultura de temporal. En el preclasico medio, sus actividades economicas mas importantes eran la agricultura, el comercio y la ceramica. Mejoraron la agricultura, por lo cual se volvieron autosuficientes. En el preclasico superior, los mayas tienen contacto con los olmecas, lo cual trae como consecuencia la introduccion del calendario, la cuenta larga y la escritura incipiente.

En este periodo destacaron las ciudades de Mani, Dzibilchaltún, Komchen, Izamal, Tikal, Copan, Chichen Itza, Kabah, Loltun, entre otras.

Periodo Clasico

( 300 al 900 d.C.)

En este periodo, el proceso cultural de los mayas alcanzo su maximo desarrollo, tanto en el campo tecnologico, como en el social, economico, politico, religioso y artistico. Fue la denominada EPOCA DE ORO de los mayas. La poblacion habia crecido y la agricultura se habia desarrollado bastante. Se levantaron terrazas en las zonas montañosas; en territorios con rios, lagos o lagunas se construyeron canales de riego y aumentaron de esta manera la superficie cultibable tanto para la produccion de produstos basicos como para el consumo y el comercio. Los centros crecieron de manera esplendorosa. Con los nuevos adelantos se diversifico mucho mas y surgieron los artesanos especializados en distintas manifestaciones culturales; igualmente se incremento el comercio que, poco a poco, habia facilitado el desarrollo economico y que ahora, en el periodo clasico, permitia el intercambio no solo con pueblos del area maya, sino tambien con otros pueblos de mesoamerica, consolidandose entre el peten y el valle de Mexico un activo comercio.

La entrada de algunos pueblos de mesoamerica a poblaciones mayas llegaron durante un tiempo a desastabilizar a la sociedad y paralizar la construccion de centros ceremoniales. Sin embargo, la elite gobernante supero la crisis y el desarrollo continuo.

En los mejores tiempos de la actividad arquitectonica tuvo relevancia, pues se construyeron sitios con centenares de edificios, algunos con numerosas habitaciones; piramides monumentales de hasta 70 metros de altura, numerosas estelas y monumentos con fechas de cuenta larga e inscripciones jeloglificas en las que se dan referencias a hechos historicos. Todas estas actividades se realizaron bajo la direccion y supervision de la clase dirigente que habia establecido un gobierno teocratico ( Gobierno ejercido directamente por dios o por los sacerdotes como sus representantes ) en el que recidian los poderes civiles y religiosos, los cuales estaban intimamente ligados. La clase dirigente, una minoria, se sostenia de los tributos que le entregaban los campesinos y los artesanos. Su poder se extendia por toda una region, y lo ejercian a traves de de un sistema burocratico bien organizado que llegaba hasta los lugares mas alejados. Los funcionarios controlaban las actividades productivas, la vida material y espiritual de las poblaciones, alcanzando las obras publicas y santuarios ya referidos. En este periodo se da una decadencia, la cual tiene varias teorias, entre las que se incluyen una posible guerra civil, alguna epidemia o conquista de pueblos barbaros.

En este periodo, algunas de las ciudades que florecieron fueron: Coba, Uxmal, Izamal, Kabah, Loltun y Acanceh entre otras.

Periodo Posclasico

(900 al 1542)

Se desarrollo en la Zona Norte, ya que los mayas que vivieron ahí, sobrevivieron a la catastrofe que provoco el abandono de las ciudades de la zona Central y continuaron su desarrollo durante el periodo posclasico afectados por las influencias culturales de grupos extrangeros que irrumpieron en la region; uno de ellos, acaso el principal, fue el de los mayas chontales o putunes que procedian del sur de Campeche y del delta de los rios Usumacinta y Grijalva. Por su ubicación en esta region del Golfo de Mexico, los mayas chontales o putunes estaban influenciados por sus vecinos de habla mexicana por lo que constituian una cultura hibrida maya-nahua.

Una rama de estos, los Itzaes, navegaron desde su lugar de origen hasta la isla de Cozumel, en la costa oriental de la peninsula, de donde se establecieron por algun tiempo, pocos años despues cruzaron a tierra firme y ocuparon Pole, y de ese sitio caminaron hasta Chichen Itza, que en aquel tiempo se llamaba Uucil Abnal ( siete matorrales ) lugar que conquistaron posiblemente en el año 918.

Una vez posesionados de Chichen Itza se extendieron por diversos rumbos de la costa oriental y de tierra adentro, unos avanzaron al interior de Yucatan conquistando y sujetando a tributo a numerosos pueblos; otros se establecieron en sitios como Bacalar, Chetumal, Coba ( Centro que estaba abandonado desde fines del periodo clasico ), o se instalaron en la costa norte.

Poco antes de los acontecimientos referidos, o al mismo tiempo que ellos, penetró a Yucatán otro grupo de linaje mexicano, los xiu, y ocuparon Uxmal durante algún tiempo; desde este lugar desempeñaron el poder sobre la extensa región del suroeste de Yucatán. Estos inmigrantes trajeron a la región nuevos elementos ideológicos que se encuentran representados en algunas edificaciones de la región.

Hacia el año 987 ocupó Chichén ltzá el caudillo tolteca Quetzalcóatl-Kukulkán. La historia sintetiza la larga travesía de este personaje desde su lugar de origen hasta Yucatán, y refiere que, fugitivo de sus enemigos de Tula en el Antiplano de México, se dirigió, en unión de un grupo de sacerdotes, guerreros y servidores, a la parte del Golfo de México que era la región natural de los chontales putunes, grupo bastante influido ya por la cultura náhuatl; poco tiempo después, los putunes itzaes lo acompanaron en la última parte de su recorrido, puesto que ya conocían bien la región y dominaban gran parte de ella desde el año 918; por eso se menciona en las crónicas que hubo dos entradas de los itzaes a Chichén Itzá. Quetzalcóatl, que aparece en los relatos nahuas como un personaje mítico, casi como un dios, es conocido en las crónicas mayas como un personaje histórico con el nombre de Kukulkán, que significa: serpiente emplumada.

Una razón decisiva del asentamiento de los itzaes en el sitio que denominaron Chichén ltzá fue la existencia de dos cenotes, uno de ellos, el Xtoloc, sirvió para el aprovisionamiento de agua; el otro, el Sagrado o de los Sacrificios, fue utilizado para el culto al dios de la lluvia, Chaac. Un sacbé conduce al Cenote de los Sacrificios desde la plaza principal.

El pueblo maya de Chichén ltzá y el que habitaba en el área de influencia de este centro, quedó sujeto a jefes no autóctonos, es decir, a los invasores extranjeros que aportaron elementos culturales nahuas, entre los que predominaban los de Tula. El campesino siguió trabajando la tierra como en tiempos anteriores, pero el tribu- to se canalizó hacia los gobernantes itzaes y la esclavitud se recrudeció, se incrementaron los sacrificios humanos y se les impusieron cambios en las creencias así como la veneración de nuevas deidades.

En Chichén ftzá se concentró el poderío itzá, razón por la que este centro militar, político, comercial y religioso experimentó una transformación grandiosa que lo llevó a su florecimiento; las ideas que introdujeron los grupos toltecas se reflejaron en el arte y en la arquitectura, como ejemplos se pueden señalar, la construcción del imponente edificio de El Castillo, el grupo de las Mil Columnas y el Gran Juego de Pelota; las representaciones de tigres caminando y almenas en forma de caracol como en Tula; columnas con serpientes erguidas, bajorrelieves que representan guerreros toltecas, murales con escenas de guerreros navegando frente a pobla- dos costeros; tableros con figuras humanas enmascaradas y animales en actitud de comer corazones humanos.

Se cree que el auge de Chichén ltzá se logró gracias al periodo de relativa paz que vivió por espacio de 200 años, hecho que fue posible por la organización hacia el año 1000 de la llamada “Liga de Mayapán”, alianza política que hicieron los gobernantes de Uxmal (Xiu), Chichén ltzá y Mayapán.

Dos siglos más tarde las discordias políticas, las rivalidades por intereses comerciales y la rebeldía del pueblo cansado de tanta opresión, llevaron a la disolución de la ‘Liga”, a la caída de Uxmal y al término de la preponderancia de Chichén ltzá, hechos contemporáneos ocurridos hacia el año 1200.

El final repentino de Chichén ltzá se debió, según algunos relatos históricos, a la guerra que le hizo Mayapán, en la que un jefe importante de este lugar llamado Hunac Ceel Cahuic venció a los itzaes y los expulsó. Este hecho se conoce en los textos mayas como la “Traición de Unac Cell”. La salida de los itzaes no provocó el total abandono del sitio, diversos grupos mayas continuaron durante más de tres siglos, haciendo peregrinaciones al Cenote Sagrado para llevar ofrendas al dios de la lluvia, Chaac. El sitio había quedado en poder de los Cupul Itzá. Después de la rebelión el poder quedó en manos de los vencedores, los Cocom, de linaje itzá, señores de Mayapán.

Desde entonces, este sitio se convirtió en el centro político y comercial más importante de toda la parte norte de la península. La ciudad se transformó, se construyeron la muralla que la rodea y dentro del recinto más de 2 000 casas para uso habitacional, así como algunos edificios monumentales semejantes a los de Chichén ltzá. La autoridad que ejercieron los Cocom desde sus inicios fue absoluta y su política para evitar una nueva rebelión fue la de llevar a Mayapán como cautivos a los señores na- turales de la tierra, a los principales jefes mayas, y retenerlos como rehenes. Se les construyeron casas especiales dentro del recinto amurallado para que vivieran en unión de un reducido séquito de sus parciales; desde allí, atendían los asuntos de sus gobernados y recibían el tributo que éstos les enviaban desde sus pueblos, los cuales eran transferidos a los señores de Mayapán. Gran parte de los intereses comerciales de los Cocom estaban ligados a la costa oriental y a otras playas de la península, uno de los principales era el de la sal, que estuvo controlada por ellos durante mucho tiempo. Al parecer, rnan- tuvieron importantes relaciones con los navegantes putunes con los que realizaron valiosos intercambios. Como conse- cuencia de este comercio florecieron en ese territorio importantes centros como Tulúm, Xelhá y Muyil. Conforme pasaron los años la tiranía de la casa Cocom se recrudeció, el tributo exigido fue cada vez mayor y más frecuente, la esclavitud se extendió y los esclavos mayas adquirieron un valor comercial en los florecientes mercados de la costa noroeste y oriental de la península, práctica que permaneció aún después de que los Cocom perdieron el poder.

Ante tal sistema de explotación comenzó una serie de levantamientos de los pueblos afectados contra el grupo dominante, pero ellos eran aplacados por los partidarios de los Cocom, que contaban con la ayuda que le prestaban los guerreros mexicanos, llamados por los mayas Ah Canul. A medida que los levantamientos se hacían más frecuentes, un número mayor de guerreros llegaba a Mayapán, ya que los Cocom habían establecido una alianza militar y comercial con los grupos mexicanos establecidos en Tabasco y Xicalango, en la que se contemplaba el envío de los guerreros mercenarios. Se atribuye a éstos la introducción del arco y la flecha en Yucatán.

Los Xiu, basados en que antes habían sido los señores de Uxmal, se sentían con los mismos derechos que los Cocom por ser tan antiguos como ellos, y apoyados en el prestigio que como gobernantes les reconocían los mayas de algunos pueblos de la región, se convirtieron en los principales conspiradores contra los Cocom. Fueron en este tiempo los que mantuvieron viva la lucha contra la opresión y los abusos de los señores de Mayapán.

La rebelión fructificó el año de 1441 cuando los Xiu llegaron a contar con el apoyo de la mayor parte de los pueblos de la región; entonces, el pueblo maya atacó la ciudad amurallada de Mayapán, símbolo de los privilegios y del dominio. El lugar fue completamente destruido, incendiado y abandonado para siempre, sólo escombros quedaron de la antes poderosa Mayapán. Los vencedores concluyeron la guerra matando al Cocom gobernante y a sus familiares; sólo un Cocom sobrevivió gracias a que se encontraba en Ulúa, en la costa caribe de Honduras, realizando gestiones comerciales.

Pasada la revolución, el poder político y comercial, que durante más de doscientos años se ejerció de manera centralizada desde Mayapán, se fragmentó en diecisiete cacicazgos (cuchcabal) o provincias independientes y rivales, aunque con alianzas entre algunas de ellas. Los señores mayas que permanecían cautivos fueron liberados y retornaron a sus lugares de origen. El Cocom que sobrevivió a su retorno se estableció en Tibolón, sitio principal de la provincia de Sotuta.

Arquitectura

Una de las manifestaciones Mayas más espectaculares fueron sus construcciones, muchas de las cuales han llegado hasta nuestros días en forma más o menos completas, y de muchos otros que aun permanecen sepultados; y podemos observar que sus características muy propiamente son aportaciones universales.

Como ejemplos tenemos el arco falso; el aprovechamiento mediante terrazas de los niveles naturales de los terrenos, incorporando la edificación al entorno propiamente dicho.

La integración dentro de la construcción al entorno propiamente dicho. La integración dentro de la construcción de esctructuras, murales y ornamentales con fines determinados.

Además, se han encontrado por todo el territorio en todos los estilos y tamaños, impresionantes altares, estelas, dinteles, etc. en los cuales han quedado esculpidos para la posterdad los grandes sucesos históricos de éste pueblo.

Pero la contribución más importante es el hecho de que toda construcción esta minuciosamente fechada. El palacio de Uxmal: una enorme construcción de tres niveles, el primero de los cuales está conformado por un colosal basamento de casi 180 metros de largo, por 154 metros de ancho y más de 12 metros de alto, sobre el cual se asienta una terraza de 120 metros de largo por 25 de ancho y 4 metros de altura, qua a su vez soporta el edificio que alcanza casi 100 metros de largo, 12 metros de fondo y 9 metros de alto.

Como ejemplo de construcciones elevadas esta la Piramide Jaguar (El Templo 1 de Tikal para los antropologos; La Torre Mágica del Tiempo Oculto para los esoteristas), con más de 70 metros de altura, con una base de 40 metros. Otro ejemplo es la Acropolis de Copán, que abarca 5 hectáreas.

Los Mayas también lograron formidables adelantos en las construcciones de acueductos, cisternas, drenajes, obras hidráulicas, fortalezas, murallas y calzadas.

Escultura y Cerámica

El pueblo Maya logró dominar prácticamnete todas las técnicas de la escultura, ya que existen grabado en alto y bajo relieve y en bulto redondo; estulturas adosadas y especialmente injertadas en grandes monumentos, que forman parte integrante de los mismo.

Hasta hoy sobreviven extraodinarias piezas en madera con tallados excelentes, como los dinteles de Tikal y Yaxchilán, algunos de ellos incompletos, pero preservados milagrosamente.

En la alfarería se distinguieron por la difución y gran variedad de estilos, en los cuales usaron: pastillaje, grabado, en alto y bajo relieve, polícromos, además de adornos especiales.

Escritura

Existen pocos testimonio escritos, generalemente son transcripciones de libros antiguos de tradiciones. Estos fueron grabados sobre papel Amate hecho de corteza de árbol. Se estima que existían 13 escritos principales de la historía Maya, en nuestros días solo sobreviven 3 en museos europeos:

El Códice Dresde

El Códice de Madrid

El Códice de Paris

En forma de libros escritos en maya pero con albafeto castellano, se encuentran el Popol Vuh de Chichicastenango, los anales de Cakchiqueles; y el Chilam Balam.

Mutilaciones rituales en el mundo maya

Deformación craneana.

Una de las cosas que mas han hecho celebres a los antiguos mayas, aunque no era privativa de ellos, es su deformación craneana, obtenida por medios artificiales, cosa que decían fue inspirada a sus antepasados por los mismos dioses, la que según referían, además de darles un aire noble les proporcionaba una comodidad practica para sujetar la carga a la cabeza.

A los pocos días de nacida la criatura la ponían boca abajo o boca arriba sobre un pequeño lecho y durante varios días le comprimían fuertemente la cabeza entre dos tablillas cóncavas en el medio, una sobre le frente y otra sobre el colodrillo, tablillas que se sujetaban por medio de un fuerte amarre. Resultaba así un cráneo puntiagudo hacia arriba, rehuido hacia atrás, aplastado por adelante, haciendo mas ancha la frente y acentuando sobremanera el perfil.

Estrabismo.

La bizquera era un signo fisiológico particularmente gustado por los mayas. Para satisfacer tan exótico gusto colgaban del cabello de sus hijos una pelotilla de resina que les caía sobre la frente, lo que obligaba al niño a levantar continuamente los ojos para verla, hasta que con tanto forzarlos acababan por adquirir dicha desviación. Es posible que algunos individuos que se dejaban crecer el cabello sobre las cejas, al danzar tenían que mirarlo alzando sus ojos y se ponían bizcos.

Perforación de la nariz.

Consistía en la horadación de la ternilla nasal para incrustar en ella una cuenta de jade o ámbar.

Mutilación dentaría.

Hombres y mujeres se ornamentaban la dentadura con incrustaciones de pequeños discos de jade o de obsidiana y en ocasiones, se limaban los dientes en forma de sierra.

Perforación de las orejas y de otras partes del cuerpo.

Tanto las mujeres como los hombres tenían perforados desde chicos el lóbulo de las orejas para colgar o ensartar en el sus respectivas orejeras. La horadación era agrandada gradualmente, y era capaz por lo tanto de contener grandes piezas. Los guerreros principalmente solían agujerearse el labio inferior para ajustar en la horadación un bezote de oro, plata o ámbar o bien un botón de oro, a modo de distintivo guerrero o, mejor dicho, de valor, lo que a la vez les daba un aspecto fiero e imponente.

Forma de usar el cabello.

Las madres acostumbraban a quemar con paños calientes los rostros de sus hijos a fin de que cuando crezcan no le creciera la barba. Tanto los hombres como las mujeres usaban el cabello largo, aunque diferenciándose generalmente en el tocado. Se dejaban crecer el cabello desde el medio de la cabeza hacia atrás. Los hombres se quemaban dicha parte superior del cráneo de tal manera que creciera menos cabello ahí. A veces lo trenzaban y hacían una guirnalda de ello en torno a al cabeza, dejando la coletilla atrás como borlas. Los guerreros llevaban la trenza alrededor de la cabeza con el final colgando hacia atrás. Usaban un fleco erguido por una banda de algodón o corteza. Era un castigo que se le cortara el cabello a alguien.

Cantares mayas de Dzitbalché (fragmento)

Cantar 4

Vamos al recibimiento de la flor

Alegría

cantamos

porque vamos

al Recibimiento de la Flor.

Todas las mujeres

mozas,

[tienen en] pura risa

y risa

sus rostros, en tanto que saltan

sus corazones

en el seno de sus pechos.

¿Por qué causa?

Porque saben

que es porque darán

su virginidad femenil

a quienes ellas aman.

¡Cantad La Flor!

Os ayudarán (acompañarán)

el Nacom y el

gran Señor Ah Kulel

presentes en el cadalso.

El Ah Kulel canta:

“Vámonos, vámonos

a poner nuestras voluntades

ante la Virgen

la Bella Virgen

y Señora

la Flor de las Mozas

que está en su alto cadalso,

la señora . . .

Suhuy Kaak.

Asimismo [ante] la Bella

X Kanleox

y [ante] la Bella X Z

oot y la Bella

Señora Virgen

X T’oot’ much.

Ellas son las que dan el Bien

a la Vida aquí sobre

la Región, aquí sobre

la Sabana y a la redonda

aquí en la Sierra.

Vamos, vamos, vámonos

jóvenes; así

daremos perfecto regocijo

aquí en Dzitil

Piich, Dzitil Balche.

Cantar 5

Hva-Paach-’oob

Se ha hecho muy necesario

que sea medida la cuen-

ta de cuántos

años o katunes

de tiempo han pasado

del tiempo desde cuando [existieron] aquí

en estos poblados, los

grandes y poderosos

hombres, aquéllos

que alzaron los muros

de los antiguos poblados,

que ahora miramos aquí

en la Provincia de la Sabana;

todos esos poblados

esparcidos sobre

la tierra que ahora

miramos posados [sus edificios]

aquí y allá, sobre

altos cerros.

Lo que signifique

aquí en los poblados, damos;

el significado,

el cual vemos hoy,

y lo que sabemos

porque día

a día vemos

en medio de los cielos

la señal de lo que

nos fue dicho por

los hombres antiguos

hombres de aquí

de nuestros pueblos,

de aquí de nuestra tierra. Damos

lo cierto de nuestra intención

para que se pueda

leer lo que

hay en la faz del

cielo al entrar la

noche, así desde

el horizonte hasta el meridiano.

Así pues se in-

clina. . .

Cantar 7

Kay Nicté
Canto de la flor

La bellísima luna

se ha alzado sobre el bosque;

va encendiéndose

en medio de los cielos

donde queda en suspenso

para alumbrar sobre

la tierra, todo el bosque.

Dulcemente viene el aire y su perfume

y su perfume

Ha llegado en medio

del cielo; resplandece

su luz sobre

todas las cosas. Hay

alegría en todo

buen hombre.

Hemos llegado adentro

del interior del bosque donde

nadie

mirará

lo que hemos venido a hacer.

Hemos traído la flor de la Plumería

la flor del chucum, la flor

del jazmín canino, la flor de. . .

Trajimos el copal, la rastrera cañita ziit,

así como la concha de la tortuga terrestre.

Asimismo el nuevo polvo de calcita

dura y el nuevo

hilo de algodón para hilar; la nueva jícara

y el grande y fino pedernal;

la nueva pesa;

la nueva tarea de hilado;

el presente del pavo;

nuevo calzado,

todo nuevo,

inclusive las bandas que atan

nuestras cabelleras para

tocarnos con el nenúfar;

igualmente el zumbador

caracol y la ancia-

na [maestra]. Ya, ya

estamos en el corazón del bosque,

a orillas de la poza en la roca,

a esperar

que surja la bella

estrella que humea sobre

el bosque. Quitaos

vuestras ropas, desatad

vuestras cabelleras;

quedaos como

llegasteis aquí

sobre el mundo,

vírgenes, mu-

jeres mozas. .

Cantar 12

El apagamiento del anciano sobre el monte

Declina el sol en las faldas del cielo al po-

niente; [suenan] el tunkul, el caracol y

el zacatán y se sopla la cantadora

jícara. Se seleccionan todos. . .

Han venido. Después, saltando

van para llegarse ante

el popolna [donde está] el Ahau Can.

Allí también están el Holpoop y

los Chaques, así como el Señor Ah Ku-

lel y sus ayudantes.

Han llegado los músicos-cantantes,

los farsantes, bailarines

contorsionistas, saltarines

y los corcovados y los espectadores.

Todas las personas han venido en

pos del Señor Ahau Can a la di-

versión que se hará en medio

de la plaza de nuestro pueblo.

Al comenzar a penetrar el sol

en las faldas de la superficie del cielo, es el momento conveniente

para comenzar. . .

. . . . . . copal . . . . . .

El Señor del Cielo recibirá el humo

del fuego para escocer el rostro

del Señor Sol. Vámonos, vamos al tronco de la Ceiba;

vamos a poner el trueque-ofrenda

para el nuevo año. Ya,

ya han pasado los dolorosos días.

Vamos a reunirnos

en el pueblo; vamos al oriente del pueblo a colocar

la columna de madera del Viejo Recibidor del Fuego

sobre el cerro. Traed

todas las cosas nuevas;

tirad todas las cosas

viejas. El Señor Dios ha

concedido que pasemos los malos

días aquí en el pueblo, porque

van a venir otros días

otros uinales, otros años

otro katún, para

que venga a completarse una

42. veintena de años para el ka-

tún. Vamos a poner

nueva piedra de término (de año) a la puerta

del pueblo. Busquemos una blanca

piedra para indicar

que otro año ha pasado. . .

Cantar 15
Cantar sin titulo II

Poneos vuestras bellas ropas;

ha llegado el día de la alegría;

peinad la maraña de vuestra cabellera;

poneos la más bella

de vuestras ropas; poneos vuestro bello calzado;

colgad vuestros grandes

pendientes en los pendientes de vuestras orejas; poneos

buena toca; poned los galardones

de vuestra bella garganta; poned lo que enroscáis y

reluce en la parte rolliza de vuestros brazos.

Preciso es que seáis vista

cómo sois bella cual

ninguna, aquí en el asiento

de Dzitbalché, pueblo. Os amo

bella Señora. Por esto

quiero que seais vista en verdad

muy bella, porque

habréis de pareceros a la humeante

estrella; porque os deseen hasta

la luna y las flores de los campos.

21. Pura y blanca blanca es vuestra ropa, doncella.

Id a dar la alegría de vuestra risa;

poned bondad en vuestro corazón, porque hoy

es el momento de la alegría de todos los hombres

que ponen su bondad en vos.

Barad-dur

En las Montañas de la Sombra que constituyen el muro occidental y frontera de Mordor, existía un estrecho paso poco frecuentado llamado Cirith Ungol, el desfiladero de la araña. Este paso secreto fue utilizado por el rey brujo de los Nazgûl en el año 2000 de la Tercera Edad cuando sus fuerzas salieron de Mordor y pusieron sitio a Minas Ithil de los hombres de Gondor. En el 2002, Minas Ithil cayó y fue rebautizada como Minas Morgul, la torre de los espectros. Durante los siguientes mil años, el paso permaneció cerrado, porque era aquí donde hizo su cubil la gigantesca araña maligna Ella-Laraña. Cualquiera que intentara pasar era devorado por el monstruo. Sauron pensaba que nadie podría entrar en su reino por este paso, pero, en el año 3019, los hobbits Frodo Bolsón y Sam Gamyi, acompañados por Sméagol Gollum,llegaron a la fortaleza, la cruzaron y Sam venció a la araña. Luego derrotaron a los poderes de las estatuas guardianes de tres cabezas, conocidas como los Centinelas, y sobrevivieron a las penalidades de la Torre de los orcos, en lo alto del desfiladero. Aquél era el último obstáculo de Cirith Ungol y los hobbits consiguieron por fin abrirse camino hasta la tierra infernal de Mordor y destruir el Anillo que acabó con el poder de Sauron.

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