Aliados, plantas de poder, mezcalito, etc.

En la época en que se produjeron los hechos que se describen en Las Enseñanzas de don Juan, don Juan hablaba mucho de aliados, de plantas de poder, de Mescalito, del humito, del viento, de los espíritus de los ríos y los montes, del espíritu del chaparral, etcétera. Cuando más adelante le recordé la importancia que había dado a aquellos elementos y le pregunté que por qué no hablaba ya de ellos, admitió sin rubor que me había soltado toda aquella palabrería pseudoindia al principio de mi aprendizaje por mi bien.
Me quedé estupefacto. Me pregunté cómo podía afirmar tal cosa que, obviamente, era falsa. Resultaba evidente que lo decía con sinceridad, y si había alguien capacitado para juzgar la veracidad de sus palabras y de sus estados de ánimo, ése era yo.
-No te lo tomes tan en serio -dijo, riendo-. Disfruté mucho contándote todas esas bobadas, y aún disfruté más porque sabía que lo hacía por tu bien.
-¿Por mi bien, don Juan? ¿Qué aberración es ésta?
-Sí, por tu bien. Te engañé dirigiendo tu atención sobre elementos de tu mundo que te provocaban una profunda fascinación, y tú te tragaste el anzuelo, el sedal y la plomada.
»Lo único que me hacía falta era captar toda tu atención. Pero ¿cómo podría haberlo hecho cuando tenías un espíritu tan poco disciplinado? Tú mismo me repetías una y otra vez que permanecías conmigo porque encontrabas fascinante lo que yo decía sobre el mundo. Lo que no sabías expresar era que la fascinación que sentías se debía a que apenas reconocías vagamente cada elemento del que te hablaba. Por supuesto, pensabas que aquella vaguedad era chamanismo, y te atrajo, lo que quiere decir que te quedaste.
-¿Le hace eso a todos, don Juan?
-No a todos, porque no todos vienen a mí y, sobre todo, porque no me intereso por cualquiera. Estuve y estoy interesado en ti, sólo en ti. Mi maestro, el nagual Julián, me engañó de un modo similar. Me engañó a causa de mi sensualidad y mi avaricia. Me prometió conseguirme todas las mujeres bonitas que lo rodeaban y me prometió cubrirme de oro. Me prometió una fortuna, y caí en la trampa. Todos los chamanes de mi linaje han sido engañados de ese modo desde tiempo inmemorial. Los chamanes de mi linaje no son maestros o gurús. Les importa un comino enseñar su conocimiento. Quieren herederos para su conocimiento, no gente vagamente interesada en su conocimiento por razones intelectuales.
(La rueda del tiempo, C. Castaneda)

¿Crees que tu yo somos iguales?

-¿Por qué hace usted todo esto por mí, don Juan? -pregunté.
Se quitó el sombrero y se rasgó las sienes en fingido desconcierto.
-Tengo un gesto contigo -dijo suavemente-. Otras personas han tenido contigo un gesto similar; algún día tú mismo tendrás el mismo gesto con otros: Digamos que esta vez me toca a mí. Un día descubrí que, si quería ser un cazador digno de respetarme a mí mismo, tenía que cambiar mi forma de vivir. Me gustaba lamentarme y llorar mucho. Tenía buenas razones para sentirme víctima. Soy indio y a los indios los tratan como a perros. Nada podía yo hacer para remediarlo, de modo que sólo me quedaba mi dolor. Pero entonces mi buena suerte me salvó y alguien me enseñó a cazar. Y me di cuenta de que la forma como vivía no valía la pena de vivirse… así que la cambié.
-Pero yo estoy contento con mi vida, don Juan. ¿Por qué tendría que cambiarla?
Empezó a cantar una canción ranchera, muy suavemente, y luego tarareó la tonada. Su cabeza oscilaba hacia arriba y hacia abajo, siguiendo el ritmo.
-¿Crees que tú y yo somos iguales? -preguntó con voz nítida.
La pregunta me agarró desprevenido. Experimenté en los oídos un zumbido peculiar, como si don Juan hubiera gritado, cosa que no hizo; sin embargo, su voz tenía un sonido metálico que reverberó en mis oídos.
Me rasqué, con el meñique izquierdo, el interior de la oreja del mismo lado. Desde hacía algún tiempo tenía comezón en las orejas, y había desarrollado una forma rítmica y nerviosa de frotarlas por dentro con el meñique de cualquier mano. El movimiento era, más exactamente, una sacudida de todo el brazo.
Don Juan observó mis movimientos con fascinación aparente.
-Bueno… ¿somos iguales? -preguntó.
-Por supuesto que somos iguales -dije.
Naturalmente, condescendía. Le tenía mucho afecto al anciano, aunque a veces no supiera qué hacer con él; sin embargo conservaba aún en el trasfondo de mi mente -sin que jamás fuera a darle voz- la creencia de que, siendo un estudiante universitario, un hombre del refinado mundo occidental, yo era superior a un indio.
-No -dijo él calmadamente-, no lo somos.
-Por supuesto que lo somos -protesté.
-No -dijo él con voz suave. No somos iguales. Yo soy un cazador y un guerrero, y tú eres un cabrón.
Quedé boquiabierto. No podía creer que don Juan hubiera dicho eso. Dejé caer mi cuaderno y lo miré atónito y luego, por supuesto, me enfurecí.
Él me miró con ojos serenos y apacibles. Esquivé su mirada. Y entonces empezó a hablar. Pronunciaba claramente las palabras. Fluían sin interrupción ni misericordia. Dijo que yo alcahueteaba para otros. Que no planeaba mis propias batallas, sino las batallas de unos desconocidos. Que no me interesaba aprender de plantas ni de cacería ni de nada. Y que su mundo de actos, sentimientos, y decisiones precisas era infinitamente más efectivo que la torpe idiotez que yo llamaba “mi vida”.
Cuando terminó, quedé mudo. Había hablado sin agresividad ni presunción, pero con tal fuerza, y a la vez tal sosiego, que yo ni siquiera estaba ya enojado.
Permanecimos en silencio. Me sentía apenado y no se me ocurría nada apropiado que decir. Esperé que él tomara la palabra. Transcurrieron las horas. Don Juan se inmovilizó gradualmente hasta que su cuerpo adquirió una rigidez extraña, casi atemorizante; su silueta se hizo difícil de discernir conforme la luz menguaba y finalmente, cuando todo estuvo negro a nuestro alrededor, pareció haberse disuelto en la negrura de las piedras. Su estado de inmovilidad era tan total que él parecía ya no existir.
Era medianoche cuando al fin me di cuenta de que don Juan podía quedarse inmóvil tal vez para siempre en ese desierto, en esas rocas, y que lo haría en caso necesario. Su mundo de actos, decisiones y sentimientos precisos era en verdad superior.
Toqué calladamente su brazo, y el llanto me inundó.
(Viaje a Ixtlán, C. Castaneda)

Ser inaccesible

Ser inaccesible significa tocar lo menos posible el mundo que te rodea. No comes cinco perdices; comes una. No dañas las plantas sólo por hacer una fosa para barbacoa. No te expones al poder del viento a menos que sea obligatorio. No usas ni exprimes a la gente hasta dejarla en nada, y menos a la gente que amas.
Jamás he usado a nadie -dije sinceramente.
Pero don Juan mantuvo que sí, y quizá por eso pude declarar sin tapujos que la gente me cansaba y me aburría.
-Ponerse fuera del alcance significa que evitas, a propósito, agotarte a ti mismo y a los otros. -prosiguió él-. Significa que no estás hambriento y desesperado, como el pobre hijo de puta que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede, ¡todas las cinco perdices!
Definitivamente, don Juan golpeaba debajo del cinturón. Reí y eso pareció complacerlo. Tocó levemente mi espalda.
-Un cazador sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado.
Le dije que en mi vida cotidiana la inaccesibilidad era inconcebible. Me refería a que, para funcionar, yo tenía que estar al alcance de todo el que tuviera algo que ver conmigo.
-Ya te dije que ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos -dijo él calmadamente-. Tampoco significa que no puedas tratar con la gente.
Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo.
-Eso es una contradicción -dije-. No puede ser inaccesible si está allí en su mundo, hora tras hora, día tras día.
-No entendiste -dijo don Juan con paciencia-. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna.
(Viaje a Ixtlan, C. Castaneda)

Hacerse responsable

-Te sientes como una hoja a merced del viento, ¿no? -dijo don Juan, mirándome.
Así me sentía exactamente. Don Juan parecía compenetrado de mis sentimientos. Dijo que mi estado de ánimo le recordaba una canción y empezó a cantarla en tono bajo; su voz cantante era muy agradable y la letra me arrebató: “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido. Inmensa nostalgia invade mi pensamiento. Al verme tan solo y triste cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento.”
Callamos largo rato. Finalmente, él rompió el silencio.
-Desde el día en que naciste, de una forma u otra, alguien te ha estado haciendo algo -dijo.
-Eso es correcto -dije.
-Y te han estado haciendo algo en contra de tu voluntad.
-Cierto.
-Y ahora estás desamparado, cual hoja al viento.
-Correcto. Así es.
Dije que las circunstancias de mi vida habían sido, a veces, devastadoras. Él escuchó con atención, pero no pude saber si sólo lo hacía por amabilidad, o si estaba genuinamente preocupado, hasta que lo sorprendí tratando de esconder una sonrisa.
-Por mucho que te guste compadecerte a ti mismo, tienes que cambiar eso -dijo con voz suave-. No encaja con la vida de un guerrero.
Rió y cantó nuevamente la canción, pero contorsionando la entonación de ciertas palabras; el resultado fue un lamento risible. Señaló que el motivo de que me gustara la canción era que en mi propia vida yo no había hecho sino lamentarme y hallar defectos en todo. No pude discutir con él. Estaba en lo cierto. Sin embargo, yo creía tener motivos suficientes para justificar mi sentimiento de ser como una hoja al viento.
-Lo más difícil en este mundo es adoptar el ánimo de un guerrero -dijo él. De nada sirve estar triste y quejarse y sentirse justificado de hacerlo, creyendo que alguien nos está siempre haciendo algo. Nadie le está haciendo nada a nadie, mucho menos a un guerrero.
“Tú estás aquí, conmigo, porque quieres estar aquí. Ya deberías haber asumido la responsabilidad completa, y la idea de que estás a merced del viento debería ser inadmisible.”
(Viaje a Ixtlan, C. Castaneda)

¿De qué sirve el poder?

Tomado de http://rojointenso.net/foros/index.php?showtopic=1043

¿De qué sirve el poder?

Cada cierto tiempo se repite algo que sin excepción me pone algo melancólico y me hace preguntarme cosas. Una persona quiere vivir su propia vida y desarrollarse, deja de ver a alguien que le hace daño, o que no quiere superarse, y duele.

Sería muy hermoso poder ayudar a otros. NO ES POSIBLE.

Cuando aprendí a leer las cartas como método para usar mi intuición, se me explicó que jamás se debe cobrar por una sencilla razón. No podemos ayudar a nadie con cartas o no. Podemos crear situaciones para que las personas se ayuden pero no ayudarlas.

Por lo mismo, los que cobran por ayudar a otros, sea a través de las cartas o por operar enfermos, no están ayudando. Si acaso, están realizando un intercambio de esperanzas por dinero, el doctor que hace una cirugía no lo hace gratis. ¿Ayuda él? Trata de ayudar al cuerpo a que se ayude a través de medicamentos o cortar partes del cuerpo, pero ayudar No.

Vivir de ayudar a otros, o enfocar la vida en “ayudar” o “entrenar” a otros tiene un gran riesgo. Se corre el riesgo de interesarse en la vida de los demás porque la propia vida esta vacía. Es necesario ayudarse para poder ayudar, siendo árbol de frutos y no de leña.

Algo que se hablaba mucho cuando estaban presentes al mismo tiempo el Nagual Andrés y el Nagual Rafael, es que no sólo no se puede ayudar, sino que en el caso de un sacerdote, sólo podría absolver de los pecados si no tuviera antes que hacerse perdonar los propios.

El modo y los conocimientos están disponibles para el que quiera tomarlos. Un médico puede publicar sus investigaciones en Internet por varios motivos, pueden ser nobles ( tener sus datos a la mano, ayudar a otros, etc ), o pueden ser egoístas ( reconocimiento profesional, dinero etc), pero ese conocimiento es independiente de quien lo escribe, y no es conocimiento sino hasta que alguien lo aplica.

Podemos entrar en discusiones interminables sobre que si la mamá de un niño con una enfermedad terrible puede o no ayudarlo. Hay batallas que deben pelearse aunque no dependa de nosotros el resultado. Ser un guerrero es ser alguien que no se rinde, si el guerrero no consigue su objetivo, lo intenta repetidamente hasta la muerte. Si no lo consigue no es un guerrero, sino palabras vacías de un hombre vacío.

Un guerrero es práctico. No sirve de nada intentar curar a un alcohólico o tratar de llegar a la luna nadando. Si se cura el alcohólico lo hace por sus propios medios ( que quizá le proporcionó el guerrero ), y si se es un guerrero, no se pierde el tiempo en metas imprácticas, estúpidas o de autocompasión, o como diría Gurdjieff, de verter la nada en el vacío.

Un guerrero tiene su objetivo, y a través de su poder personal trata de salir del camino del burro haya o no conseguido la zanahoria. Al conseguir su meta o darse cuenta que esta realmente es inalcanzable, sale del círculo, y ese es el punto donde se da la evolución, donde se crea una revolución, y donde se puede hacer la diferencia.

Es importante recordar que no podemos ayudar a nadie, y mucho menos a aquellos que amamos, pero podemos protegerlos.

Así mismo, debemos considerar que no podemos pagar porque alguien aprenda por nosotros, un maestro particular puede enseñarnos pero no hacernos aprender, al igual que podemos contratar a un guardaespaladas pero no pagar a alguien para que haga ejercicio por nosotros.

Cualquier lucha por lograr esto es una estupidez. No se obtiene algo de nada. Los magos negros, los obsesionados y los tontos creen que sí.

¿De qué sirve el poder si eres incapaz de ayudar a los que amas?

DE NADA.

Y sin embargo, puede usarse en proteger y nutrir a aquellos que lo necesitan. El poder siempre puede usarse para cumplir con nuestro deber, o ayudarnos a aumentar nuestras habilidades para lo mismo. Cualquier intento de usar el poder para otra cosa, es tirarlo.
Alfonso Orozco – Noviembre 1999
ICQ 41907900

Hablar o no hablar

Tomado de www.nahual.org/hablar.html

Hablar o no hablar

Hace unos días recibí una pregunta por ICQ muy interesante:

“¿Pueden los naguales y los guerreros hacerse conocer? yo tengo un amigo guerrero que un día me confesó todo llorando, que no podía decirle a nadie , por que las personas focalizan en ellos y pierden energía, esto se lo dijo un Nagual, y que eso no lo podía soportar, que hacia un año que no lo decía a nadie, y te aseguro que es absolutamente verdad, por que de ser una persona normal de pronto comenzó a hablar de Castaneda con los términos exactos sin haber leído un libro”

Aquí hay varias consideraciones, primero, un Nagual o guerrero se da a conocer sólo con sus actos visibles. Tener que decirle a alguien que se es un Nagual o guerrero, hace que se deje de serlo. Es cierto que hablar llama sobre uno influencias negativas, pero al respecto, hay que ver cual es el objetivo final del guerrero al hablar. Si puedes tratar de ayudar a otros puedes hablar. Si puedes aclarar las dudas, puedes hablar, pero no puedes hablar para obtener un beneficio personal, o para no estar solo. El silencio es necesario por lo mismo que Cristo menciona que se debe rezar en secreto. Creo que lo que esta detrás de esto es una situación desgraciadamente poco común. Primero, la persona de la que se habla en la pregunta obviamente no tenía una vida equilibrada, sino que buscaba respuestas y encontró solo mas preguntas.

En la hoja El prisionero de las estrellas mencioné como pasos para que algo sea valor, el poder publicarlo libremente. Salvo raras excepciones, el conocimiento puede usarse libremente siempre que no perjudique a otros. Enseñar a otros técnicas de parar el mundo es válido, pero aunque suene extraño, hay personas que me han escrito preguntándose como hacer que un pariente viva menos. En lo personal, lo único que no puedo revelar son fragmentos específicos. Para el que busca las respuestas están en muchos lugares, los libros de Castaneda contienen un camino para buscar la verdad, al igual que la Magia Ritual , los rosacruces y demás.

Hay momentos en que el camino exige un juramento de silencio, pero lo que se pide callar es poco. Puedo explicar esto de manera muy sencilla. Si yo digo “Busca y encontrarás” algunos verán un fragmento de la Biblia, otros una burla, y otros entenderán. Todo lenguaje o acto que vemos está condicionado con la energía que tiene a su alcance el receptor. Puedo usar frases como “evolución espiritual”, pero realmente lo que está escrito en unas palabras pasa desapercibido a las personas. La comprensión depende del receptor. Podemos aprender verdades grandes de personas que saben menos que nosotros simplemente porque tenemos una mayor energía que ellos. Este tema lo discuto con detalle en Las escuelas iniciáticas.

La afinidad y el buen juicio son también una guía para saber a quien podemos y no podemos decir ciertas cosas. Durante años me ha tocado ver que dos mundos aislados, uno de personas que me conocen como experto en programación, y otros que me conocen como Nagual, se llevan una gran sorpresa de repente al descubrir la existencia del otro mundo.

Sin embargo, creo que esta persona estaba en medio de un ambiente que no le correspondía y guiado por las circunstancias, tenía necesidad de alguien que le oyera y se preocupara por él. Un guerrero pelea sin esperar recompensa, porque pelear ciertas batallas es suficiente recompensa. Las personas con que estamos en contacto pertenecen a un mundo intermedio; yo puedo dar la iniciación, por poner un ejemplo, pero sólo al que quiere y merece ser iniciado. IMPORTAN LAS PERSONAS. Aquí va un ejemplo que puede parecer exagerado, pero es absolutamente verídico.

Hace un tiempo hablé de matrimonio con una dama, y de repente nos dimos cuenta de un incidente. Siempre le hablaba yo por teléfono, nos poníamos de acuerdo para vernos por Chat, Email, o el mismo teléfono. Ella me mandaba beeper cuando mi beeper funcionaba. Y de repente.. oh sorpresa…. nos dimos cuenta que a pesar de estar casi comprometidos… ella no tenía mi teléfono personal ni el del trabajo.

Uno puede ser reservado con las cosas que no importan, pero las importantes, deben decirse, y demostrarse con actos. El guerrero respalda sus palabras con la conducta. Hay cosas que de repente si hay que decir aunque no sean importantes, por ejemplo, he mencionado en varias ocasiones que puedo ser muy violento físicamente, y que sé artes marciales. Esto lo comento a las personas que me interesan, porque de repente podría parecerles raro que alguien calmado pare un asalto, por ejemplo. Creo que la coherencia es sumamente importante. Un guerrero que se deje llevar por su dolor, su pena o su soledad, no lo es. Las lágrimas pueden indicar corazón, pero el corazón no cuenta si no tiene a que adherirse.

El Nagual Rafael decía a sus discípulos que un estudiante pasa por etapas en las que llega a tener miedo de su sombra, pero realmente, creo que esto no era lo que pasaba al joven del que me comentan. Simplemente, no podía entender que los demás no eran como él. Estaba en la etapa de buscar una vida “normal” … pero una vez que se entró en ciertas cosas no hay marcha atrás, sobre todo cuando uno es sincero.

Me parece raro que se le pidiera no decir nada a nadie desde hacía hace un año.. en un año de entrenamiento no se aprende nada que no deba decirse, y como he dicho antes, las mismas palabras hacen que haya una barrera natural. Solo escucha quien tiene oídos y ve quien tiene ojos.

Que se pueden llamar a influencias negativas, si.. el principal problema de tener dinero y salir a una calle oscura, es que uno está donde no debe estar. Si se focaliza sobre uno y uno pierde energía o es asaltado, no es por decir o ponerse un reloj bueno, sino por el lugar en que se está. Por otra parte hay un momento en que dar explicaciones no está moralmente mal pero puede ser desastroso. Como dice el refrán, quien anda de redentor, termina crucificado.

Algo que me resulta aparente es que la persona de la que se habla no estaba emprendiendo una búsqueda del guerrero como se describe en el ciclo del héroe, porque no se nota la influencia de la fuerza equilibradora en su vida.

Y hay un momento que las influencias negativas son mínimas, porque operan en un nivel diferente… como dice un poema mexicano :” Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan”, o como dicen varias filosofías orientales, aquel que no tiene herida puede tocar el veneno con la mano.

Por otra parte, lo de no conocer el lenguaje de Castaneda y de repente después de tratar a un Nagual ( el que le dijo que no dijera nada a nadie ).. pues obviamente esa persona lo familiarizó con textos de Castaneda ya digeridos. Además, siempre es posible que ese maestro haya querido prevenirlo contra el hecho de que los demás no son como uno, y que a veces querer hacer las cosas es sumamente desagradable para otros. Vale la pena ver otros aspectos que he citado en otras partes:

* El pararrayos ( porqué hablo )

* La máscara ( porqué se necesita la no compasión )

* Dos mundos ( renunciar al mundo no está permitido )

* El retiro del mundo

* El prisionero de las estrellas (Pasos para ser valor)

* La llamada

Al hablar de esto recuerdo fragmentos de Castaneda que hablan del Nagual o guerrero(cosas diferentes!!!) como un baluarte de cordura y razón, no de dudas ni penas, ni de soledad. Por detalles que menciono en La llamada, y lo que otros llaman señales o designios, es obvio en mi línea que los nuevos grupos de guerreros no se forman entre los desesperados. Ser Guerrero es ser sobrio. EL Nagual es un faro de cordura, en palabras de Castaneda… hay gentes que no se aceptan en el Nagualismo y el verdadero Nagualismo, NO RECLUTA, como le pasó a Carlos. Mas adelante hablaremos de eso, pero sería interesante ver como llego la persona en cuestión bajo la tutela de ese Nagual.
Alfonso Orozco – Octubre 1999
ICQ 41907900

Comandos cuerdos

Comandos cuerdos

Son las tres de la tarde. Otra vez estoy sentado en mi coche esperando a una persona. Falta una hora.

He mencionado que la mayor parte de los que me buscan, y que son serios/equilibrados, lo primero que me preguntan se refiere a parar el diálogo interno. Parar el diálogo interno es sumamente fácil, como han descubierto aquellos a quienes he enseñado el método, pero parar el diálogo interno puede ser muy peligroso.

Todos sabemos que la naturaleza odia el vacío, como es obvio el poder del hombre reside en decidir que va a alimentar de sí mismo. Si un hombre es incapaz de acercar a su vida las cosas valiosas y/o alimentarse de ellas, terminará en una situación mucho peor de en la que estaba originalmente.

Por lo tanto, no enseño el método que detiene el diálogo interno, excepto a aquellos que de una manera u otra demuestran en sus acciones o palabras la cordura necesaria. Es importante considerar que aunque detener el diálogo interno de la manera correcta es sumamente benéfico, algo debe sustituirlo. Lo más indicado es lo que en México llamamos “comandos cuerdos” Castaneda habla de ellos en “el fuego interno”. Cito a continuación lo más importante.

El diálogo interno apropiado para los nuevos videntes no significa diálogo, sino el manejo desinteresado del intento a través de comandos cuerdos. El manejo del intento empieza con un comando dado a uno mismo; el comando se repite hasta que se convierte en el comando del águila y se mueve el punto de encaje.

Tu comando es el comando del águila, y esa es la esencia de la maestría del intento. Mientras tanto, da ahora mismo el comando de no impacientarte ni siquiera en los peores momentos de duda. Transcurrirá un lento proceso antes de que ese comando sea escuchado y obedecido como si fuera el comando del águila.

Lo anterior es sumamente claro, pero debemos tener cuidado de no caer en los extremos. Ir a bailar no puede ser un comando cuerdo, porque implica diversión, al igual que ir al cine. NO HAY INTENTO EN HACER LO QUE QUEREMOS HACER, y una diversión es eso, di-vertirse, enfocarse a dos actividades separadas al mismo tiempo. Si un guerrero pelea a cada momento su ultima batalla sobre la tierra no puede pelear a la vez dos batallas, y por lo mismo al divertirse uno no está intentando, sino usando “tiempo fuera” que por otra parte es indispensable por razones obvias.

Hace unos meses una persona me comentaba que le preocupaba su paranoia eventual, y me pedía consejo sobre como controlarla. Le contesté que un guerrero hace del lugar donde está su campo de batalla, y que por las razones expuestas en El guerrero de la sombra / la sombra del guerrero, no podía desperdiciar nada.

Si consideramos a la paranoia atentamente, veremos que es un mecanismo defensivo sumamente sano si se mantiene dentro de ciertos límites. La paranoia nos dice “no compres eso porque es demasiado bueno para ser cierto”, pero también nos puede llevar a celos absurdos. Esto me recuerda lo que se dice en artes marciales dentro de las reglas de la espada (si no recuerdo mal es en el libro de los cinco anillos de Miyamoto Musashi), y que se dice también en las leyes de la espada de la magia ritual. Una espada que se usa demasiado pierde su filo, al igual que una espada que está siempre en su funda.

Es responsabilidad del guerrero usar con cordura los recursos a su alcance, y por lo tanto el diálogo interno debe ser sustituido por comandos cuerdos cuando no hay pensamiento consciente, aunque el objetivo final es semejante al zen, estar en calma.

En la página que habla sobre los yoes menciono un desorden frecuente en los individuos, pero, ¿ cual es la causa? La mayoría de las personas confunden coherencia con terquedad. Terquedad es querer forzar las cosas mas allá de sus límites normales y naturales de manera brusca, el Iching menciona al respecto “la acción sin preparación de campo solo espanta y repele”

Las intenciones detrás de la terquedad, NO SON INTENTO. Conozco personas que usan múltiples alias por ser incapaces de ser coherentes consigo mismos. Algunas personas tratando de lograr la coherencia y no oírse simplemente estúpidos, llegan a los extremos de mandarse mensajes públicos o privados de uno a otro alias, tratando de simular una relación NORMAL con las personas, que está fuera de su alcance. Esto no es otra cosa que lamentable, y produce una obsesión.

Cualquier obsesión no es otra cosa que pensar en lo mismo sin necesidad.

Para fines prácticos, un comando cuerdo es aquél que nos ordena a nosotros mismos algo constructivo que no queremos hacer. Un comando cuerdo jamás nos hará obsesionarnos, ser arrogantes, pródigos, ni mentir, ni soñar. Los comandos cuerdos no son para demostrar el valor ante nadie, ni para mejorar algo en nosotros. Los comandos cuerdos solamente sirven para no empequeñecerse.

Alguien me comentaba hace un tiempo que esa era la importancia del “fuego interno”, no la metáfora de consumirnos por dentro, sino no demostrar nada, ser inasible pero conservar prendido el fuego interno, lo que Confucio llama “él oculta su luz y sin embargo brilla”

Es curioso que se hable de los comandos cuerdos en el fuego interno, ¿no?

Alfonso Orozco – Noviembre 1999

ICQ 41907900

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