En ti está la fuente de vida

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 06/08/2006 10:15

  EN TI ESTÁ LA FUENTE DE LA VIDA.

Cuentan que un día, un hombre heredó un vasto territorio,

yermo y seco, formado por interminables dunas de arena.

Con el fin de sacar algún rendimiento de aquel terreno,

decidió buscar agua y así, comenzó a cavar un pozo.

Tras unos días de intensa labor bajo un ardiente sol no manaba

ni una sola gota. Contrariado, decidió probar en otro lugar,

unos cuantos metros más allá; pero el nuevo pozo también estaba seco.

Como era un hombre tenaz siguió intentándolo cavando

un pozo tras otro sin obtener ningún resultado.

Un día, abatido, volvía a su casa tras otra jornada de

infructuoso trabajo cuando, en un cruce de caminos, halló a un

anciano con una gran barba blanca y un cayado con el que se

ayudaba a caminar.

El anciano, al ver el rostro apesadumbrado de nuestro

hombre, se detuvo a su paso y le preguntó:

– ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás tan abatido?

El hombre respondió: – Soy dueño de todo este territorio pero

no me sirve de nada pues no tiene agua.

– ¿Por qué no cavas un pozo?, contestó el anciano.

– ¡Un pozo!…!Pero si llevo ya cuarenta y nueve y no he hallado

ni una gota de agua!, replicó.

El anciano se sentó sobre una roca, apoyado sobre su cayado

y respondió:

– ¡Quizá no has cavado lo suficiente! Elige uno de tus pozos y olvida el resto. Cava en él sin descanso, a todas horas,

todos los días. No  importa que no brote el agua. No desfallezcas.

Sigue cavando y, cuando creas que ya no te quedan fuerzas,

entonces… ¡continúa cavando!.

Tras estas palabras, el anciano prosiguió su camino y se alejó.

Nuestro hombre quedó pensativo y se marchó a su casa

con el firme propósito de hacer lo que le había dicho el anciano.

Así que, al día siguiente, eligió uno de los pozos y comenzó

a cavar donde antes lo había dejado.

Un día, otro día, una semana, otra semana,

– ¡Esto es inútil!, decía. – Estoy trabajando para nada.

Sin embargo seguía cavando. Así pasaron los meses y de

aquel pozo seguía sin brotar una sola gota de agua.

–        ¡Dios mío!; exclamó, – ¡me estoy dejando

las manos en este pozo!.

El hombre se detuvo y lloró amargamente. El anciano volvió

a pasar por allí y encontró de nuevo a nuestro hombre,abatido y sin esperanza.

– ¿Qué te ocurre? ¿Has encontrado ya el agua?, le dijo el anciano.

– No, respondió aquél. – Llevo casi un año ahondando en ese

pozo pero todo mi esfuerzo ha sido en vano.

Este es un terreno árido y seco.

Tras escucharle con atención, el anciano apoyó su mano en el

hombro derecho de aquel hombre mientras le decía:

Si de verdad quieres encontrar agua, sigue cavando ese pozo.

El anciano prosiguió su andadura hasta que se alejó

definitivamente.

Al día siguiente, nuestro hombre volvió de nuevo al pozo y siguió cavando.

El pozo era ya muy profundo. Al poco rato, el agua

comenzó a manar abundantemente del suelo ante los ojos

atónitos del hombre.

Así es la vida. Así somos los seres humanos. Buscamos agua  porque tenemos sed; nuestra alma está sedienta de vida, pero  nos cansamos muy pronto de ahondar en nuestro pozo.

Picoteamos aquí y allá pero no profundizamos lo suficiente.

Perdemos la fe y la esperanza sin saber que, un poco más abajo, está la fuente de la vida.

Se halla en nuestro interior.

Somos nosotros mismos. Tan solo hace falta persistir en la búsqueda y levantarse de nuevo tras una caída. El agua  puede estar muy cerca pero si abandonamos el pozo y comenzamos a buscar el agua en otro lado, quizá nunca la encontremos

Historia de una vida soñada

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 05/08/2006 9:19
Historia de una vida soñada

                    En un país lejano, vivía una niña pequeña llena de fantasías y sueños esperando que un día se hiciesen realidad. La niña crecía en edad y estatura y con ella también sus sueños. Había escuchado tantas veces a los mayores cuál era su papel en el gran teatro de la vida, que ella presto lo quería desempeñar.

                Desde pequeñita jugaba su personaje, jugaba a la cocinita, con los muñecos a los que iba a bautizar, a la compra, también a lavar. Ese era el papel que le habían designado,

¿Para qué quería aprender más?

Siempre le decían que sola no lo podría realizar, tenía que salir al bosque y cazar, y esperar. La niña aumentaba sus sueños, quince años tendría ya. Soñaba cada noche con un príncipe azul, que le ayudara mágicamente a que sus sueños fueran algún día realidad.

            Cuando menos esperaba, escuchó una voz dulce que pronunció su nombre, se volvió y miró. ¡Ay, madre!, gritó, éste es mi hombre, el príncipe de mis sueños. La niña quedó desde ese instante cautivada de la hermosura de su “príncipe real”. Por fin realizaré mis sueños, se decía la inocente niña, voy hacer realidad el papel del teatro de la vida, el que me han designado para mí.

            Los juegos dejaron de serlo, pronto se vio en una gran cocina toda para ella; ahora guisaba de verdad. Los muñecos tomaron vida y les puso nombre cuando los llevó a bautizar. Lavaba y planchaba, limpiaba y volvía a limpiar. Parecía que era el cuento de nunca acabar.

            Un buen día se cayó cuesta abajo y salió sin querer del castillo de sus fantasías, desde el suelo miró hacía lo alto y vio qué diferente era su papel fuera. Y cuan diferente sus personajes, había creído tanto en sus sueños, que había vivido realmente en ellos. Ahora estaba perdida, como fracasada, también desorientada sin saber cuál era su rol, su papel.

          ¿Dónde está mi príncipe azul? Una vocecita le susurraba, “nunca ha existido tu príncipe, solo en tu imaginación. ¿Qué voy a hacer ahora?. “Intentar vivir con lo que tienes realmente”. ¿Qué es lo que tengo yo?. Muchas ganas de realizarte y llegar a ser la persona en su totalidad que debía haber sido. No sé por dónde empezar. Sí lo sabes, seguía susurrando la vocecita. Estudia y ponte una meta, vive, pues cada día que pasas lamentándote sigues atrapada en el castillo de tus fantasías y es tiempo muerto.

          La misma vida es sabia y te ha empujado fuera de él, para que empieces de nuevo viviendo tu realidad, quizás no te guste tanto como la otra, ésa se te dio hecha, ahora, la tuya propia la has de construir tú. Cada persona es responsable de su vida y de ti depende escribir la historia de una vida soñada, que es la  tuya realmente, no la que esta sociedad o tú misma te impongas, porque ése era el papel que debías desempeñar.  Sé tú misma y elige qué vida es la que quieres de verdad realizar.

¡¡¡  Bendiciones    !!!

Paciencia y esperanza

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 04/08/2006 7:43
Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos habían parido y tenían unos hermosos y juguetones cordoritos.

Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa. Así se aseguraba que lobos y zorros no los mataran.

En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros. Y aquel día los soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral. Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.

Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras. Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial. Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.

El pastor salió hasta la orilla porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vió que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.

Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: “Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos”. La compañera trató de calmarlas: “No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos”.

De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua. El pastor la miraba impotente desde la orilla opuesta. La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo, el pastor y la compañera vieron como el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.

Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante, pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.

Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.

“Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes. La impaciencia, con la que quiere alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana”.

La Serpiente de Cascabel

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 03/08/2006 12:24

La Serpiente de Cascabel

Nuestra Enseñanza y todas las otras disciplinas serias como así también todas las religiones, hablan de los estragos que causa la violencia en la psiquis del hombre. De la pérdida de energía que sufrimos cuando nos dejamos arrastrar por la violencia, sea ésta proveniente de nuestra propia naturaleza o por los miedos producidos por el exceso de valorización de nosotros mismos.

Las ideas de nuestro Trabajo penetran lentamente y nos llevan por el camino hacia el Hombre Equilibrado. El hombre equilibrado no está liberado de la violencia pero, por una extensión de su consciencia, ya no derivará más sus sentimientos según lo que es falso o imaginario. Y viendo en sí mismo muchas de las culpas que achaca a demás, como también algunas peculiaridades propias, sus sentimientos hacia los otros cambiarán por completo. Mientras todo esto tiene lugar, gradualmente, a veces sentiremos que estamos perdiendo algo valioso. Pero si cambiamos es imposible que la vida tenga el mismo sabor.

El cambio de ser significa el cambio en todo. No se puede cambiar y seguir siendo el mismo. El hombre que alcanza el nivel del Hombre Equilibrado no puede seguir siendo lo que era.

El equilibrio mental, emocional y físico transforma al hombre. Lo hace más fuerte, más criterioso, más valiente y por lo tanto no necesita para nada usar la violencia. Pero esto no quiere decir que se convierta en un “manso” al que cualquiera le pueda pasar por encima. No, al contrario, nadie se animará a atacarlo, justamente debido a su seguridad en sí mismo.

Hay un cuento anónimo que circula por los grupos y seminarios que habla de una serpiente de cascabel que no supo utilizar algo natural, que inspiraba misterio y respeto.

El cuento decía así:

En un pequeño poblado de la India, los habitantes estaban muy asustados por los daños que causaba una serpiente de cascabel, muy agresiva y violenta, que mataba a los animales domésticos, al ganado e incluso había mordido a varios niños, muriendo algunos y quedando con daños irreparables otros.

Un día pasó por el lugar “un hombre sabio”, muy querido y respetado por esa humilde gente. Le contaron lo que pasaba y le pidieron:

    * ¡Maestro!…por favor, habla con la serpiente y aconséjala que no siga haciendo daño.

Así lo hizo el Maestro y pasó horas explicando a la serpiente sobre la inconveniencia de la agresividad y la violencia. Le habló del amor, el respeto a todos los seres vivientes y todas esas cosas. La serpiente comprendió y no volvió a atacar a los habitantes del pueblo ni a sus animales.

Pasó algún tiempo y cuando el “hombre sabio” volvió por esos parajes se encontró con la serpiente, lastimada, golpeada y herida, que se quejaba amargamente:

    * Mira lo que me pasado, Maestro, por seguir tus consejos – se lamentó la serpiente, casi llorando – me han perseguido, golpeado y humillado por no utilizar la violencia.

– ¡Hija mía… yo te hablé de que no atacaras a nadie pero en ningún momento te dije que no utilizaras tu cascabel!

El comienzo de una nueva vida

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 02/08/2006 8:51

Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de su comunidad y de casarse con una mujer muy hermosa.

Este hombre se pasó la vida esperando a que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo, vio al ángel que le había visitado años atrás y protestó: «Me prometiste riquezas, una buena posición social y una bella esposa, ¡ me he pasado la vida esperando en balde !»

«Yo no hice esa promesa», replicó el ángel, «te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa». El hombre estaba realmente intrigado. «No entiendo lo que quieres decir», confesó.

«¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica?». El hombre asintió con un gesto. «Al no decidirte, unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en práctica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino».

«También recordarás», prosiguió el ángel, «aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar solo por miedo a que los muchos saqueadores que había te robasen tus pertenencias, así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa».

El hombre asintió con vergüenza. «Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos», continuó el ángel.

«Por último, ¿recuerdas a aquella hermosa mujer pelirroja que te había atraído tanto? la creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y, para evitar el rechazo, nunca llegaste a pedírselo».

El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas. «Sí, amigo, ella podría haber sido tu esposa», dijo el ángel. «Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y de multiplicar la felicidad en tu vida».

A todos se nos ofrecen a diario muchas oportunidades, pero muy a menudo, las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades……

Adaptado de un cuento de la antigua China

El maestro impasible

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 01/08/2006 18:17

El maestro impasible

En un monasterio del Japón medieval había un monje anciano ante el cual los jóvenes novicios se sentían especialmente intimidados; no porque fuera severo con ellos sino porque nada parecía perturbarlo o afectarlo nunca. Por ello veían en él algo inquietante y le tenían miedo. Al fin, sintiendo que no podían soportar más esa situación, un día decidieron ponerlo a prueba.

Una oscura mañana de invierno, cuando el anciano cumplía su tarea de llevar la ofrenda de té a la sala del Fundador, la pandilla de novicios se ocultó en un recodo del sinuoso y oscuro corredor que llevaba a aquel recinto. Al pasar el anciano, salieron de su escondite dando alaridos como una horda de demonios. Sin que su andar se alterara en lo mínimo, el anciano siguió andando con calma, llevando cuidadosamente el té. En la próxima vuelta del corredor se hallaba una mesita. Se dirigió hacia ella en la oscuridad, depositó la taza, la cubrió para protegerla del polvo y entonces, apoyándose contra la pared, prorrumpió en exclamaciones de susto.

-¡Oh, oh, oh!-.

Un maestro zen, al relatar esta anécdota, comentaba:

-Se ve, pues, que nada tienen de malo las emociones; sólo que no debemos dejar que nos arrastren o que perturben lo que estamos haciendo.

El ladrillo boomerang

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 31/07/2006 7:31
EL LADRILLO BOOMERANG
He aquí un tipo que andaba por el mundo con un ladrillo en la mano. Había decidido que a cada persona que lo molestara hasta hacerlo rabiar, le tiraría un ladrillazo.

Método un poco troglodita pero que parecía efectivo, ¿no?

Sucedió que se cruzó con un prepotente amigo que le contestó mal. Fiel a su designio, el tipo agarró el ladrillo y se lo tiró.

No recuerdo si le pegó o no. Pero el caso es que después, al ir a buscar el ladrillo, esto le pareció incómodo.

Decidió mejorar el “sistema de autopreservación a ladrillo”, como él lo llamaba:

Le ató al ladrillo un cordel de un metro y salió a la calle.

Esto permitiría que el ladrillo no se alejara demasiado. Pronto comprobó que el nuevo método también tenía sus problemas.

Por un lado, la persona destinataria de su hostilidad debía estar a menos de un metro. Y por otro, que después de arrojarlo, de todas maneras tenía que tomarse el trabajo de recoger el hilo que además, muchas veces se ovillaba y anudaba.

El tipo inventó así el “Sistema Ladrillo III”:

El protagonista era siempre el mismo ladrillo, pero ahora en lugar de un cordel, le ató un resorte..Ahora sí, pensó, el ladrillo podría ser lanzado una y otra vez pero solo, solito regresaría.

Al salir a la calle y recibir la primera agresión, tiró el ladrillo.

Le erró… pero le erró al otro; porque al actuar el resorte, el ladrillo regresó y fue a dar justo en su propia cabeza.

El segundo ladrillazo se lo pegó por medir mal la distancia.

El tercero, por arrojar el ladrillo fuera de tiempo.

El cuarto fue muy particular. En realidad, él mismo había decidido pegarle un ladrillazo a su víctima y a la vez también había decidido protegerla de su agresión.

Ese chichón fue enorme…

Nunca se supo si a raíz de los golpes o por alguna deformación de su ánimo, nunca llegó a pegarle un ladrillazo a nadie.

Todos sus golpes fueron siempre para él.

—Este mecanismo se llama retroflexión y consiste básicamente en proteger al otro de mi agresividad. Cada vez que lo hago, mi energía agresiva y hostil es detenida antes de que le llegue al otro, por medio de una barrera que yo mismo pongo. Esta barrera no absorbe el impacto, simplemente lo refleja; y toda esa bronca, ese fastidio, esa agresión me vuelve a mí mismo. A veces con conductas reales de autoagresión (daños físicos, comida en exceso, drogas, riesgos inútiles) otras veces con emociones o manifestaciones disimuladas (depresión, culpa, somatización).

Es muy probable que un utópico ser humano “iluminado”, lúcido y sólido jamás se enojara. Sería útil para nosotros no enojarnos. Sin embargo una vez que sentimos la bronca, la ira o el fastidio, el único camino que los resuelve es sacarlos hacia fuera transformados en acción. De lo contrario lo único que conseguimos, antes o después, es enojarnos con nosotros

Jorge Bucay

La Rosa más bella

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 30/07/2006 12:14
Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa mas bella del jardín.  Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Vío que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que quizás por eso nadie se acercaba a verla de cerca.

Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa:
y se sorprendió al ver que esta estaba totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.

– Le dijo entonces:
Vaya que  mal te ves . ¿Qué te pasó?
La rosa contestó:
Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.
El sapo solo contestó:
Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la mas bella del jardín.

Moraleja:

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos, más bellos o simplemente que no nos “sirven” para nada. Dios no hace a nadie para que esté sobrando en este mundo, todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.

El castillo de arena

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 29/07/2006 8:46
El castillo de arena

En cierta ocasión, un gran y famoso profesor se dirigía andando hacia su casa después de haber impartido diversas clases. Andar le relajaba y le ayudaba a desconectar después de la concentración y el derroche de energía que implicaba todo un día dedicado a la docencia.

De las distintas rutas que podía elegir, ese día había optado por regresar a su hogar por la playa. El paisaje no conseguía distraer su atención, puesto que estaba demasiado absorto en sus engreídos pensamientos. Meditaba sobre los elogios que había recibido de los estudiantes. Rememoraba la gloria que para él había significado firmar los ejemplares de su último libro. El recuerdo de las diversas clases impartidas durante el día hacía que se sintiera orgulloso. Se felicitaba a sí mismo por lo que había hecho bien. SÍ, ciertamente lo había hecho bien. Estaba orgulloso de ser bueno y de tener conciencia de ello.

Entonces hubo algo que llamó su atención. En la playa había un niño que estaba construyendo un castillo de arena- El hecho, en sí mismo, no era inusual; sin embargo, se trataba del mayor y más elaborado castillo de arena que el profesor había visto nunca. EI niño, de forma esmerada, recogía la arena con las manos y a continuación la apisonaba firmemente, aunque con delicadeza, en el lugar apropiado- Con sumo cuidado había construido torres y torretas, e incluso había colocado banderas en los parapetos. Su creación era un acto de amor.

El profesor se sentó en un banco del paseo y se puso a observar al niño. Cuando el chiquillo hubo completado su impresionante obra de arte, se tumbó a descansar en la arena y aparentemente admiró el castillo durante unos instantes. El profesor conocía la emoción que se experimentaba en un momento así. Era exactamente el mismo sentimiento que había tenido un poco antes mientras caminaba por el paseo marítimo recordando sus logros del día.

De repente, el niño se levantó y tiró abajo el castillo, esparciendo por los alrededores toda la arena mientras observaba cómo las olas borraban cualquier vestigio de su existencia. La playa volvió a ofrecer su imagen habitual. Toda la arena quedó plana y uniforme. Era como si el castillo nunca hubiera existido.

El profesor hubiera querido gritar al niño pidiéndole que se detuviera, pero su decoro se lo impidió. ¡Qué pérdida! ¿Por qué tenía que destruir un logro así? ¿Por qué motivo un creador destrozaba su propia obra?

Deseaba preguntarle al niño por qué había actuado así, pero dudaba. «¿Debo dirigirme a ese pequeño?», se preguntaba a sí mismo el profesor. «Se trata sólo de un niño y yo soy un gran maestro. ¿Acaso he de permitir que me vean hablando con él?»
Sin embargo, finalmente su curiosidad fue más fuerte que sus prejuicios. El profesor comenzó a andar por la arena y se dirigió al niño. «Dime», le interpeló, mientras permanecía de pie frente al niño, que continuaba tumbado, al tiempo que lo miraba con autoridad, ¿por qué estás jugando con la arena?»

«¿No es lo que los niños hacen?», contestó el jovencito. «Los adultos me dicen que jugar es una forma de aprender, como si ello tuviera algún sentido distinto al de simplemente pasárselo bien. Hago lo que hacen los niños. Estoy jugando.»
«Me intriga una cosa», dijo el profesor: «¿Por qué motivo has empleado tanto tiempo y esfuerzo en construir un castillo tan grande y tan bien elaborado para luego, sencillamente, derribarlo? Habías creado un castillo casi perfecto y después lo has destruido, mientras contemplabas cómo las olas borraban cualquier señal de su existencia. No queda ninguna prueba de tu obra.»

«Mis padres me han hecho la misma pregunta», confesó el niño. «Mi madre ve en ello un gesto muy simbólico, pero mi madre es así. Ella opina que los distintos granos de arena se pueden equiparar a cada uno de los aspectos de la humanidad. Si se utilizan conjuntamente para construir una obra y luego se los moldea y se les da con delicadeza una determinada forma, pasan a constituir un conjunto que deviene más importante que cada una de las partes que lo componen. Ella dice que nuestra creatividad no tiene límites cuando trabajamos en equipo. Cuando nos olvidamos de nuestras relaciones con los demás y tratamos de existir como un grano de arena aislado y solitario, nuestra creatividad se destruye, de la misma forma que yo he destruido el castillo, o como el océano, al irrumpir en la playa, arrastra y esparce los millones de partículas de arena.

»Mi padre dice que es una forma de aprender aspectos de la vida. Dice que nada es imperecedero. Los castillos de arena son un ejemplo. Se crean y se destruyen. Existen y se desvanecen. Estos castillos, como todo en la vida, son efímeros. Representan nuestro viaje por la vida. Tanto los castillos como la vida son breves y temporales. Cuando nos damos cuenta de esto podemos empezar a disfrutar del tiempo del que disponemos. Mi padre dice que construir castillos de arena es un método que tienen los niños para aprender y entender de forma intuitiva estas importantes lecciones de nuestra existencia.

»¿Y para mí?», prosiguió diciendo el niño. «Pues para mí se trata simplemente de un juego. Tal vez ello tenga algún significado, o tal vez no. Me limito a disfrutar con lo que hago. Me gusta notar la calidez del sol sobre mi cuerpo, percibir el sonido de las olas y sentir el tacto de la arena. Sencillamente me lo paso bien.»

El profesor se dio cuenta de lo mucho que podía aprender de ese pequeño. Se desabrochó sus zapatos y se los quitó. A continuación se deshizo de sus calcetines y se subió las perneras de los pantalones. Se desprendió de la corbata y se sentó junto al niño. «¿Me puedo quedar aquí?», preguntó. “También me gustaría jugar”

GAUTAMA

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 28/07/2006 10:32

GAUTAMA

Por Rabindranat Tagore

Ya el sol se había puesto entre el enredo del bosque sobre los ríos.

Los niños de la ermita habían vuelto con el ganado y estaban sentados al fuego, oyendo a su maestro Gautama, cuando llegó un niño desconocido y lo saludó con flores y frutos. Luego, tras una profunda reverencia, le dijo con voz de pájaro:
“Señor Gautama, vengo a que me guíes por el Sendero de la Verdad. Me llamo Satyakama”

“Bendito seas -dijo el Maestro- ¿Y de qué casta eres, hijo mío? Porque sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría”.

Contestó el niño:

“No sé de qué casta soy, Maestro; pero voy a preguntárselo a mi madre”.

Se despidió Satyakama, cruzó el río por lo más estrecho, y volvió a la choza de su madre, que estaba al fin de un arenal, fuera de la aldea ya dormida.

La lámpara iluminaba débilmente la puerta, y la madre estaba fuera, de pie en la sombra, esperando la vuelta de su hijo.

Lo cogió contra su pecho, lo besó en la cabeza y le preguntó qué le había dicho el Maestro.

“¿Cómo se llama mi padre? -dijo el niño- Porque me ha dicho el Señor Gautama que sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría”.

La mujer bajó los ojos y le habló dulcemente: “Cuando joven yo era pobre y conocí muchos amos. Sólo puedo decirte que tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido”.

Los primeros rayos del sol ardían en la copa de los árboles de la ermita del bosque. Los niños, aún mojado el revuelto pelo del baño de la mañana, estaban sentados ante su Maestro, bajo un árbol viejo.

Llegó Satyakan, le hizo una profunda reverencia al Maestro y se quedó de pie en silencio.

“Dime -le preguntó el Maestro- ¿Sabes ya de qué casta eres?”

“Señor -contestó Satyakama-, no sé. Mi madre me dijo: Yo conocí muchos amos cuando joven, y tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido”.

Entonces se levantó un rumor como el zumbido iracundo de las abejas hostigadas en su colmena. Y los estudiantes murmuraban entre dientes de la desvergonzada insolencia del niño sin padre.

Pero el Maestro Gautama se levantó, trajo al niño con sus brazos hasta su pecho, y le dijo:

“Tú eres el mejor de todos los brahmines, hijo mío; porque tienes la herencia más noble, que es de la verdad”.

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