Ven y sigueme (parte cuatro) Osho
De: The_dark_crow_v301 (Mensaje original)
Enviado: 19/03/2005 10:38
CAPÍTULO 8
DIOS: LA SINTESIS SUPREMA
¿Cómo puede alguien establecer un puente entre la duda y la confianza si ha sido entrenado toda su vida para analizar, cuestionar y dudar?
La duda es hermosa en sí misma. El problema surge cuando te quedas estancado en ella. Entonces, la duda se convierte en muerte. El análisis es perfecto si te mantienes separado y apartado de él. El problema surge si te identificas con él. Entonces, el análisis se convierte en parálisis.
No te sientas desgraciado si sientes que has sido entrenado para analizar, cuestionar y dudar. Duda, analiza, cuestiona, pero permanece separado. Tú no eres la duda, Usala como una metodología, como un método.
Si el análisis es un método, entonces la síntesis también es un método. El análisis, en sí, es la mitad. A menos que se complemente con la síntesis, nunca será la totalidad. Y tú no eres ni análisis ni síntesis eres sólo una consciencia trascendental.
Preguntar es bueno; pero una pregunta es, obviamente, sólo la mitad: la respuesta será la otra mitad. La duda es buena, pero es sólo una parte; la confianza es la otra parte.
Permanece separado. Cuando digo “permanece separado”, quiero decir: permanece separado, no sólo de la duda, sino también de la confianza. Esta también es un método; uno tiene que usarla. No deberías permitir que ella te use es así que surge una tiranía.
Puede haber tiranía de la duda o de la confianza. La tiranía de la duda te dejará inválido; nunca te será posible dar un solo paso, porque la duda estará en todas partes. ¿Cómo puedes hacer algo mientras la duda esté ahí? Te dejará paralizado. Y si la confianza se transforma en una tiranía …
Y puede llegar a eso: para millones se ha transformado en una tiranía. Las iglesias, los templos, las mezquitas, están llenas de aquellos para los cuales la confianza se ha transformado en una tirana. Entonces no te da ojos: te ciega. Es así que la religión se convierte en una superstición.
Si la confianza no es un método y estás identificado con ella, la religión se convierte en superstición y la ciencia en tecnología. Entonces la pureza de la ciencia se pierde y la pureza de la religión también se pierde. Recuerda esto: la duda y la confianza son como dos alas. Usa ambas. Sin embargo, tú no eres ninguna de las dos.
Un hombre con discernimiento, un hombre sabio, usará la duda si su búsqueda guarda relación con la materia. Si su búsqueda guarda relación con lo exterior, con el otro, usará la duda como un método.. Si su búsqueda se dirige hacia lo interno, hacia sí mismo, entonces usará la confianza. La ciencia y la religión son dos alas.
En la India hemos cometido una tontería. Ahora el Occidente está cometiendo otra. En la India, hemos tratado de vivir sólo con la confianza: de ahí la pobreza, el hambre, la miseria. El país entero es como una herida, sufriendo continuamente. Y el sufrimiento se ha prolongado tanto que la gente hasta se ha acostumbrado a él, lo han aceptado tan profundamente que han llegado a no sentirlo. Están casi muertos; van a la deriva, no están vivos.
Esto ha sucedido debido a la tiranía de la confianza. ¿Cómo puede un pájaro volar sólo con un ala?
En Occidente, está ahora ocurriendo otra tiranía: la tiranía de la duda. Funciona perfectamente bien en lo que concierne a la investigación objetiva; piensas acerca de la materia, la duda es necesaria: es un método científico. Pero cuando empiezas a entrar hacia lo interno, simplemente no funciona; no encaja. Ahí, la confianza es necesaria.
El hombre perfecto es un hombre que mantiene profunda armonía entre la duda y la confianza. Un hombre perfecto te parecerá inconsistente, pero no es inconsistente. Es simplemente armonioso las contradicciones se disuelven en él. Usa todo.
Si tienes dudas, úsalas para la investigación científica. Y observa a los grandes científicos: cuando llega el momento en que alcanzan la edad de la comprensión y la sabiduría, cuando llega el momento en que el entusiasmo juvenil ya no existe y la sabiduría se instala, siempre tienen una profunda confianza. Eddington, Einstein, Lodge no estoy hablando de científicos mediocres, éstos no son científicos en absoluto pero todos los grandes pináculos de la ciencia son muy religiosos. Ellos confían porque han conocido la duda, han usado la duda, y han llegado a comprender que ésta tiene sus limitaciones.
Es tal como: mis ojos pueden ver y mis oídos pueden oír. Si trato de oír con mis ojos, va a resultar imposible, y si trato de ver por mis oídos, resultará imposible. El ojo tiene sus propias limitaciones, el oído tiene sus propias limitaciones. Son expertos, y todo experto tiene sus limitaciones.
El ojo puede ver y es bueno que sólo pueda ver, porque si el ojo pudiera hacer muchas cosas, no seria tan eficiente para ver. En el ojo, toda la energía se convierte en vista, y toda la energía del oído se vuelca en la audición.
La duda es un experto. Funciona si estás investigando respecto al mundo. Pero si empiezas a preguntarte acerca de Dios a través del mismo método estarás usando un método equivocado. El método es perfectamente adecuado para el mundo, para el mundo de la ley; pero no es adecuado para el mundo del amor. Para el mundo del amor, la confianza es necesaria.
No hay nada malo en la duda: no te preocupes por eso. Usala bien, úsala de manera correcta. Si la usas correctamente y bien, llegarás a comprender algo: llegarás a dudar de la duda misma. Verás: llegarás a dudar de la duda. Verás dónde funciona y dónde no funciona. Cuando alcanzas esa comprensión, se abre la puerta de la confianza.
Si estás entrenado para el análisis bien. Pero no te quedes preso de él, no permitas que esto se convierta en una esclavitud. Permanece libre para poder sintetizar también, porque si sigues y sigues analizando y nunca sintetizas, llegarás a lo más minúsculo, pero nunca alcanzarás lo absoluto.
Dios es la síntesis suprema; el átomo, el análisis supremo. La ciencia llega al átomo; sigue analizando, dividiendo, hasta que finalmente llega a la parte más minúscula, que ya no puede ser dividida. Y la religión llega a Dios: va añadiendo, sintetizando. Dios es la síntesis suprema; no se le puede añadir nada más. Es ya lo absoluto. Nada existe más allá. La ciencia es atómica; la religión es absoluta. Usa ambas.
Siempre estoy a favor de que uses todo lo que tienes. Incluso si tienes algún veneno, diré: “Guárdalo, no lo tires”. En alguna circunstancia puede servir de medicina depende de ti. Puedes suicidarte con el mismo veneno, y con el mismo veneno puedes ser salvado de la muerte. El veneno es el mismo; el uso adecuado produce la diferencia.
Todo depende del uso adecuado. Por lo tanto, cuando vayas al laboratorio, utiliza la duda; cuando vengas al templo, utiliza la confianza. Permanece flexible y libre, de modo que cuando vayas del laboratorio al templo, no te lleves el laboratorio contigo. Entonces, podrás entrar en el templo totalmente libre del laboratorio: puedes orar, danzar, cantar. Y cuando vuelvas al laboratorio, deja atrás el templo, porque bailar en el laboratorio será muy absurdo: puedes destruir cosas.
No será apropiado que lleves al templo la cara seria que usas en el laboratorio. Un templo es una celebración ; un laboratorio es una investigación. La investigación tiene que ser seria; la celebración es un juego. Te deleitas en ella, te conviertes nuevamente en un niño. Un templo es un sitio para convertirse en niño nuevamente, una y otra vez, de modo que nunca pierdas contacto con tu fuente original. En el laboratorio, eres un adulto; en el templo, eres un niño. Y Jesús dice: “El reino de Dios es para aquellos que son como niños”.
Recuerda siempre no negar nada de lo que Dios te ha dado ni siquiera la duda. Debe ser El quien te la ha dado, y debe haber una razón detrás, porque nada se da sin motivo. Debe haber un uso destinado para ella.
No deseches ninguna piedra, porque muchas veces ha sucedido que la piedra que fue desechada por los constructores llegó a ser, finalmente, la piedra angular del edificio.
La Biblia emplea la palabra “arrepentíos”. A veces, tú la traduces como retorno”, otras como “responde” y otras veces la dejas como “arrepiéntete”. ¿Cambias el significado según tu necesidad?
No estoy hablando de la Biblia, en absoluto. Estoy hablando acerca de mí. No estoy limitado por la Biblia; no soy esclavo de ninguna escritura. Soy totalmente libre, y me conduzco como un hombre libre.
Amo la Biblia, su poesía, pero no soy un Cristiano. Ni tampoco soy un Hindú, ni un Jain. Soy simplemente yo. Amo la poesía, pero la canto a mi manera. Yo y no la Biblia soy quien finalmente decide dónde debo enfatizar qué cosa.
Amo su espíritu, no su letra. Y la palabra que traduzco a veces como “arrepiéntete”, otras como “retorna”, y otras como “responde”, significa las tres cosas. Esa es la belleza que tienen las viejas lenguas. Sánscrito, Hebreo, Árabe: todas las viejas lenguas son poéticas. Cuando utilizas una lengua poética, ésta significará muchas cosas. Dice más de lo que las palabras contienen, y puede ser interpretada de muchas maneras. Tiene muchos niveles de significado.
A veces la palabra significa “arrepentirse”. Cuando estoy hablando acerca del pecado y uso la palabra “arrepentirse”, quiere decir “arrepentirse”. Cuando digo que Dios te está llamando, la palabra “arrepentirse” significa “responde”, significa “responsabilidad”. Dios ha preguntado tú respondes. Y cuando digo que el reino está a tu alcance, la palabra significa “retorna”.
Los tres significados están ahí. La palabra no tiene una dimensión: tiene tres dimensiones. Todas las viejas lenguas son tridimensionales. Las lenguas modernas son unidimensionales, porque nuestro énfasis no está en la poesía, sino en la prosa.
Nuestro énfasis no está en los significados múltiples, sino en la exactitud. La palabra debe ser exacta: debiera significar sólo una cosa, para que no haya confusión. Y eso es bueno. Si estás escribiendo respecto a la ciencia, el lenguaje tiene que ser exacto; de lo contrario, la confusión es posible.
Sucedió en la Segunda Guerra Mundial: el general americano escribió una carta al Emperador del Japón antes de Hiroshima y Nagasaki. La carta estaba en inglés; fue entonces traducida al japonés, que es más poético, más florido y una palabra quiere decir muchas cosas.
Cierta palabra fue traducida de cierta manera. También podía haberse traducido de otra manera; dependía del traductor. Ahora han estado investigando el asunto, y han llegado a la conclusión de que si hubiesen optado por traducirla mediante la otra alternativa posible, no habría habido Hiroshima ni Nagasaki.
El general americano quiso decir otra cosa; pero, tal como fue traducido, parecía un insulto. El Emperador del Japón simplemente se negó a responder; era demasiado insultante. Y así sucedieron Nagasaki e Hiroshima: la bomba atómica tuvo que ser arrojada.
Si el Emperador hubiera respondido la carta, Hiroshima y Nagasaki no habrían sido necesarias. Sólo una palabra traducida de manera diferente y cien mil personas murieron en unos minutos, en unos segundos. Muy costoso: sólo por una palabra. Las palabras pueden ser peligrosas.
En política, en ciencia, en economía, en historia, las palabras debieran ser lineales, unidimensionales. Pero si todo el lenguaje se vuelve unidimensional, la religión se resentirá mucho, la poesía se resentirá mucho, el romance se resentirá mucho. En poesía, la palabra debiera ser multidimensional, debiera significar muchas cosas, de modo que la poesía tenga profundidad y puedas seguir y seguir y seguir.
Esa es la belleza de los viejos libros. Puedes leer el Gita todos los días, puedes leer los evangelios todos los días, y cada vez puedes encontrarte con un significado nuevo y fresco. Puede que hayas leído el mismo párrafo mil veces, y nunca antes se te había ocurrido que éste podía ser el significado. Pero esta mañana ocurrió, estabas en un estado de ánimo diferente. Estabas contento, fluido: surgió un nuevo significado. En otra ocasión, no estás tan contento ni tan fluido, y el significado cambia. El sentido cambia dependiendo de ti, según tu estado de ánimo y clima.
Llevas un clima interno que varía constantemente, tal como el clima externo. ¿Lo has observado? A veces estás triste y miras a la luna y la luna parece triste, muy triste. Estás triste, y una fragancia te llega desde el jardín, y parece muy triste. Miras las flores: más que hacerte feliz, te ponen melancólico.
Y entonces, en otro momento, estás feliz, vivo, fluido, sonriente: la misma fragancia llega y te rodea, baila a tu alrededor y te hace tremendamente feliz. La misma flor… y cuando la ves abrirse, algo también se abre en ti. La misma luna, y no puedes creer cuánto silencio y cuánta belleza desciende sobre ti.
Hay una profunda participación: se transforman en compañeros en un profundo misterio. Pero depende de ti. La luna es la misma, la flor es la misma: depende de ti.
Las viejas lenguas son muy fluidas. En Sánscrito hay palabras… una palabra puede tener doce significados. Puedes jugar con ella., y te revelará muchas cosas. Cambiará junto contigo, siempre se ajustará a ti. Es por ese motivo que las grandes obras de la literatura clásica son eternas. Nunca se agotan.
Pero el periódico de hoy no tendrá valor mañana, porque su significado no tiene vitalidad. Simplemente, dice lo que dice; no hay nada más en él. Parecerás un tonto si lo lees mañana. Es prosa común; te da información, pero no tiene profundidad, es plana.
Dos mil años han pasado desde que habló Jesús, y sus palabras están tan vivas y frescas como nunca. Nunca van a envejecer. No envejecen, permanecen frescas y jóvenes. ¿Cuál es su secreto?
El secreto consiste en que significan tantas cosas que siempre puedes encontrar una nueva puerta en ellas. No es un departamento de un solo cuarto. Jesús dice: “La casa de mi Dios tiene muchas mansiones”. Hay muchas puertas, y siempre hay nuevos tesoros por ser revelados, por ser descubiertos. Nunca te encuentras de nuevo con el mismo paisaje. Tiene una cierta infinidad.
Por eso, siempre estoy cambiando. Sí, cambio el significado cuando quiero. Pero ésa es la forma en que el mismo Jesús lo ha hecho.
Es mucho lo que se ha perdido al traducir la Biblia del Hebreo al inglés. Al traducir el Gita a las lenguas modernas, es mucho lo que se ha perdido. Al traducir el Corán, toda la belleza se ha perdido, porque el Corán es poesía. Es algo que deberías cantar, es algo con lo cual deberías bailar. No es prosa. La prosa no es el estilo de la religión; la poesía lo es.
Recuerda esto siempre, y no te limites. Jesús es vasto, y la Biblia inglesa es muy pequeña. Puedo entender lo reacios que son algunos viejos autores respecto a que sus libros se traduzcan. Esto tiene una profunda significación.
Puedes traducir prosa; no hay problema. Puede que resulte difícil traducir a cualquier lengua un libro sobre la teoría de la relatividad, pero la dificultad no es la misma que existe con la Biblia, el Gita o el Corán. Puede ser traducido, nada se perderá; no tiene poesía.
Pero cuando traduces poesía, es mucho lo que se pierde, porque cada lengua tiene su propio ritmo, cada lengua tiene sus propias formas de expresión. Cada lengua tiene su propio compás y música; no puede ser traducida a otra lengua. Se perderá esa música, se perderá ese ritmo. Tendrás que reemplazarlas por otro ritmo y otra música.
Por lo tanto, es posible: la poesía corriente se puede traducir. Pero cuando la poesía es realmente extraordinaria, de otro mundo… cuanto más grande y profunda es, más difícil resulta casi imposible.
Yo trato a Jesús como a un poeta. Y lo es. Van Gogh ha dicho respecto a él que es el artista más grandioso que haya pisado la tierra. Y lo es. Habla con parábolas y con poesía, y quiere decir muchas más cosas de lo que sus palabras pueden expresar. Permíteme que te transmita la sensación de esa infinidad de significados.
La poesía no es tan clara no puede serlo. Es un misterio. Es muy temprano por la mañana; por todas partes ves una bruma fresca, acaba de nacer. Pero hay nubes, no puedes ver muy lejos. No hay necesidad; la poesía no es para lo lejano. Te da una percepción para mirar lo cercano, lo próximo y lo íntimo.
La ciencia investiga e investiga lo lejano; la poesía sigue revelando, de una nueva manera, lo íntimo, lo cercano, aquello que siempre has conocido, aquello que es familiar: el mismo sendero que has estado pisando toda tu vida. La poesía revela el mismo sendero pero con un nuevo matiz, un nuevo color, una nueva luz. Eres repentinamente transportado a un nuevo plano.
Trato a Jesús como a un poeta. Y esto ha sido muy malinterpretado. La gente le sigue tratando como a un científico. Están locos si le tratan como a un científico. Entonces parecerá absurdo; todo el asunto parecerá milagroso. Si en esas condiciones quieres creer en él, tienes que ser muy supersticioso. O tienes que deshacerte de él completamente: el bebé junto con el agua del baño.
El es tan absurdo. Puedes creer en él, pero tienes que creer muy ciegamente. Esa creencia no puede ser natural, espontánea. Tienes que forzarla. Tienes que creer por creer, y tienes que forzarte a ti mismo. O bien, tienes que alejarte completamente. Ambas actitudes son erróneas. Debieras amar a Jesús, no creer en él. No hay necesidad de pensar en pro o en contra de él.
¿Has observado? nunca piensas en pro o en contra de Shakespeare. ¿Por qué? Nunca piensas en pro o en contra de Kalidas. ¿Por qué? Nunca piensas en pro o en contra de Rabindranath. ¿Por qué? Porque sabes que son poetas. Disfrutas con ellos, no estás ni en pro ni en contra.
Pero con Jesús, Krishna, Buda, piensas en pro o en contra, porque crees que están polemizando. Déjame decirte esto: no están argumentando. No tienen tesis que probar, no tienen dogma. Son grandes poetas: más grandes que Rabindranath, más grandes que Shakespeare, más grandes que Kalidas, porque lo que les ha ocurrido a Rabindranath, Kalidas y Shakespeare es sólo un vislumbre. Lo que les ha pasado a Jesús, a Krishna, a Buda, es una comprensión.
Lo que para un poeta es un vislumbre, para un místico es una realidad. Ellos han visto. No sólo visto -han tocado. No sólo tocado han vivido. Es una experiencia vivida.
Siempre considéralos como grandes artistas. Un pintor simplemente pinta un cuadro; un poeta simplemente escribe un poema… un Jesús crea un ser humano. Un poeta cambia un lienzo: era llano, corriente, pero su toque lo hace precioso. Pero, ¿no puedes acaso ver que Jesús toca a gente muy corriente un pescador, Simón llamado Pedro él le toca, y por su mero contacto este hombre es transformado en un gran apóstol, un gran ser humano? Surge una cima, se abre una profundidad. Este hombre ya no es corriente. Era sólo un pescador que arrojaba su red al mar; y hubiera hecho esto toda su vida quizás por muchas vidas y nunca hubiera pensado, imaginado, soñado, lo que Jesús transformó en realidad.
En la India, tenemos un mito acerca de una piedra llamada paras. La piedra paras es alquímica. Tocas hierro con la paras y se convierte en oro. Jesús es un paras. Toca metal corriente, e inmediatamente el metal es transformado: se convierte en oro. Transforma seres humanos corrientes en deidades, y no ves el arte en ello. No es posible concebir arte más grande.
Para mí, los evangelios son poéticos. Si hablo de nuevo acerca del mismo evangelio, no diré lo mismo, recuerda. No sé en qué estado de ánimo, en qué clima, estaré entonces. No sé por qué puerta entraré entonces. Y la casa de mi Dios tiene muchas mansiones. No es finita.
Ayer, después del discurso, me acerqué al pequeño Siddhartha en la fuente. Habiendo leído lo que habías dicho acerca de él que es uno de los antiguos me incliné, le miré a los ojos y le dije: “Bhagawn me dijo quién eres ” El sonrió, me miró profundamente a los ojos, y dos veces me tiró agua sobre la cabeza. Entonces me golpeó suavemente en la cabeza y me dijo en voz baja: “Cállate. Hubo un silencio. Fue algo muy hermoso.
Debió serlo. Te bautizó con el agua. Fue un bautismo. Y é! es muy inocente; más que Juan el Bautista. Su inocencia es muy espontánea.
Deberías inclinarte ante él con más frecuencia. Y deberías permitirle que te tirara agua y te golpeara más.
Y cuando él diga: “Cállate”, cállate y permanece en silencio.
Es un niño tremendamente hermoso.
Cuando reflexiono acerca de la persecución de Cristo hace dos mil años, siento que en el intertanto no ha cambiado mucho la actitud de la gente hacia un Mesías vivo que se encuentre entre ellos. La sospecha, el cinismo y la desconfianza parecen predominar, al igual que entonces. ¿Puede acaso ocurrir que algún día tú también seas perseguido por el sistema? Mirando al auditorio, me imagino que puedo señalar a Tomás el dubitativo, a Simón, Pedro, a María Magdalena, incluso a Judas y al resto de la pandilla. ¿Podría ser ésta una representación en vivo?