Experiencias con san pedro

EXPERIENCIA CON SAN PEDRO
Trichocereus pachanoi
por Erik
Relato de una experiencia con el cactus San Pedro, narrada al poco de acontecer la misma, con un cactus recolectado de la tierra misma en su hábitat natal.

Para narrarles esta experiencia que tuve con el San Pedro me gustaría remontarme a unos días antes de la toma de la poción.

Era un miércoles en vísperas de una luna llena. Ese día ya casi nos habíamos puesto de acuerdo con unos amigos para realizar una excursión a un lugar llamado los bosques de Zarate. También ese mismo día, en la mañana, estuve preparando una poción de maca. La maca, como ya les he comentado en alguna oportunidad, es el hipocólito de una planta que crece en las punas peruanas, es decir a unos 3,800 m.s.n.m. De acuerdo a estudios realizados por distintos investigadores y laboratorios, esta planta tiene propiedades vigorizantes, antistres, fertilizantes (en el hombre y animales) y es un potenciador de la libido. Además hay escritos de antiguos cronistas, de los inicios del virreinato del Perú, que indican que en algunas ocasiones el uso de la Maca estaba ligado al uso del San Pedro, el cual se realizaba durante el Pagapu, lo cual es una costumbre tradicional que viene desde la época pre-inca, y es una ofrenda a la Pachamama o madre tierra, la que, como todos sabemos, es la que nos prodiga la materia para existir y el alimento para vivir día a día. Hice hervir la Maca durante 2 horas, la dejé remojando todo un día y después la licué y con ello resultó un jugo de Maca, el cual guardé para el viaje que realizaría el día viernes.

El jueves me puse a preparar el San Pedro. Usé un cactus que había recolectado hace un mes, más o menos, con una longitud de 1.20 mt aproximadamente de Trichocereus Pachanoi. Ya hace varios días lo había pelado y le había extraído la superficie verde para ponerla a secar y luego pulverizarla. Me quedó San Pedro pulverizado y lo puse a hervir durante dos horas y media aproximadamente, en 3 litros de agua más el jugo de medio kilo de limones (el limón peruano tiene la característica de ser muy ácido). Después lo llevé todo a la licuadora y lo resultante lo guardé en un envase. La cocción la realicé en una olla de barro y me salió 1 litro y medio de poción.

El día viernes por la mañana acordé por teléfono encontrarme al medio día con dos amigos en un lugar llamado Chosica, que es el lugar de donde salen los microbuses que te llevan hasta un pueblo llamado San Bartolomé, el cual está ubicado en la sierra de Lima a una hora de Chosica. Llegamos al pueblo a eso de las dos de la tarde y de ahí se tiene que realizar una caminata por las montañas, la cual en total dura unas 6 horas a nuestro paso. La ascensión a la montaña la realizamos en dos partes. Avanzamos hasta las 6 de la tarde y decidimos acampar a mitad de camino y ahí nos repartimos una comida ligera. No sé por qué motivo precisamente yo me encontraba ese día con las vías nasales totalmente congestionadas; creo que fui víctima de un resfrío de orígenes psicosomáticos, ya que, por lo que sé, no me encontraba con los síntomas del virus de la gripe, y no creo que yo tuviera una alergia, porque aquella molestia me duró durante todo el viaje. Ese día no pude apreciar la belleza de la noche ni la majestuosidad de la luna llena. Permanecí en la carpa abrigado toda la noche.

Al día siguiente retomamos la ascensión hasta los bosques, me imagino que habremos llegado a eso de las once de la mañana. Ni bien llegamos, escogimos un lugar en donde armar la carpa y nos pusimos a descansar unos momentos para luego prepararnos una sopa ligera con verduras; comimos unos panes, conseguimos agua, dimos una caminata por el lugar, conseguimos algo de leña y luego nos dispusimos a descansar.

A eso de las 6 de la tarde nos servimos una parte del San Pedro en tres vasos distintos, primero hicimos un brindis con la Pachamama, luego otro entre nosotros y bebimos poco a poco la poción y luego nos pusimos a encender la fogata. Los primeros efectos empezaron a percibirse más o menos a una hora de la toma. En los momentos siguientes nos dio ganas de comer un poco de higos secos y unas pecanas que habíamos comprado en Chosica; estuvieron muy sabrosos y nos quedaron chicos; quedamos con la sensación de querer comer más de ellos. También tomamos un poco del jugo de Maca, al cual le habíamos agregado, el día anterior, algo de miel de abeja.

Habíamos llevado un pequeño radio cassette en donde escuchamos algunas cintas que también habíamos llevado. La música que nos acompañó sólo las dos primeras horas de la experiencia; algo de Pink Floyd, King Crimson, Jaivas y Wara.

Como las otras veces que he tomado San Pedro, inicialmente sentí una agradable sensación de calor interno, mucha soltura y acercamiento a mis amigos. Unas horas después, cuando ya habíamos logrado encender bien nuestra fogata, calentamos un poco más de la poción y tomamos una segunda dosis, la cual dio la sensación de intensificar rápidamente los efectos de la primera. Después de tomar el San Pedro un amigo y yo sentimos ligeras náuseas, pero luego desapareció dicha sensación.
Esta vez el Pedro actuó en mí de manera diferente a las anteriores veces que lo había experimentado; podría decir que sentí con más intensidad sus efectos psicodélicos. La experiencia duró unas 10 horas aproximadamente. Cuando ya estábamos bien chumados, nos olvidamos de nuestra fogata, nos abrigamos un poco más y nos tumbamos en el suelo a conversar y contemplar la belleza nocturna del bosque, y también nos pusimos a contemplar las siluetas que se proyectaban gracias a la luz plateada proyectada por la luna a través de las ramas de los árboles.

Nunca he probado mezcalina pura y no sé si algún día lo haré; pero personalmente considero que los efectos del San Pedro son muy particulares, al menos diferentes a los de los hongos psiloscíbicos y a los de la ayahuasca. Con el Pedro las ideas son muy claras, uno se olvida de las preocupaciones y se experimenta una sensación de regocijo interior extremo. Aunque, como todo enteógeno, creo que los efectos interiores que produce el San Pedro, van a variar de acuerdo a cada persona y al contexto en el que se toman y a la dosis ingerida.

Mirábamos cómo la luna se movía poco a poco a través del firmamento. Yo sentía que mis sentidos estaban sumamente amplificados, mi visión era sumamente clara y nítida y, en mi mente, las luces de las estrellas producían efectos de destellos y cuando cerraba mis ojos me sumergía en un mundo de maravillosas visones y figuras.

Recordábamos con alegría tiempos pasados y a los amigos que en ese momento no estaban con nosotros y también nos sentíamos algo afectados por la muerte de George Harrison. Las emociones internas eran muy fuertes y muy vivaces; pero me sentía bien conmigo mismo.

Estuvimos recostados casi toda la noche hasta momentos cercanos al amanecer, en que decidimos entrar a la carpa. Los efectos del Pedro continuaron hasta que me dormí acompañado por el cantar de las aves más madrugadoras.

Al día siguiente nos despertamos y en realidad la pasamos muy bien los tres: dimos una breve caminata, recogimos agua, preparamos la comida y nos pusimos a descansar hasta el atardecer en que decidimos emprender nuestro viaje de retorno a casa.

Aún ayer lunes me sentía muy sensible y aturdido por lo grotesco y caótico de la ciudad limeña y la mayoría de sus habitantes. En la tarde prendí un tronchito, y me puse a realizar un autoanalisis de mi actual situación y de lo que en breve tendré que enfrentar.

Creo que poco a poco el San Pedro está enseñando a mi mente a usar los efectos que él produce y la verdad es que estos me gustan mucho y me gustaría compartirlos con más personas a las que yo conozca, por ejemplo con ustedes.

Eso es más o menos lo que puedo contarles acerca de mi experiencia con esta planta maestra que durante mucho tiempo viene siendo usada, como medicina tradicional, por los pobladores de estas partes del mundo. Termino esta narración pidiendo, a todos los interesados en consumir esta planta, que cuando lo hagan, le tengan respeto y que la consuman en el momento en que realmente sientan que es el momento de hacerlo. Hasta pronto amig@s.

Erik

Plantas shamanismo y estados de conciencia

Presentamos un fragmento de ‘El Arte de Ver’, artículo de Alexander Shulgin incluído en el libro ‘Plantas, Chamanismo y estados de Conciencia’. En esta exposición, el Dr. Shulgin presenta de un modo muy directo lo que para él son y pueden ser las sustancias enteógenas dentro de un uso ‘apropiado’.

[…]

Donde sea que me dirija a un público que no esté familiarizado con estos ámbitos de interés, me enfrento siempre a preguntas predecibles:

‘¿Qué hacen estas cosas?’

No es lo que HACEN. Es lo que PUEDEN hacer. Pueden mejorar la memoria. Pueden hacer más brillantes los colores. Pueden hacer que oigas con más agudeza. Y pueden hacer que experimentes una extraordinaria empatía, una forma de comunicación, con la naturaleza.

‘¿Cómo funcionan estas cosas?’

La verdad es que en realidad no lo sé. Es fácil hablar de receptores. Uno de los agentes psiquedélicos más potentes, el 2,5-dimetoxi-4iodoanfetamina [DOI], se ha utilizado como ayuda para definir las zonas del cerebro humano en las que se ha comprobado que se concentran las drogas psiquedélicas. El dominio del uso de técnicas de tomografía por emisión de positrones puede seguir las rutas tomadas por una droga psiquedélica adecuadamente etiquetada. Pero en el mejor de los casos estos instrumentos responden a la pregunta: ‘¿A dónde van estas cosas?’. Porque con respecto a la pregunta ‘¿Cómo funcionan estas cosas?’ no lo sé, y lo cierto es que tampoco nadie lo sabe.

‘¿Producen alucinaciones?’

En gran medida, no. Para mí, una alucinación es la yustaposición de una realidad personal sobre la realidad consensual normal, y la pérdida de consciencia que nos hace distinguir la diferencia. Sí, alguna de estas drogas pueden provocar este estado ilusorio, similar al sueño, pero la mayoría de ellas no.

‘Entonces, ¿qué es lo que HACEN realmente estas drogas?’

Paulatinamente estoy llegando a la conclusión de que la acción principal de cualquier droga psiquedélica es la de permitirnos ver dentro de nosotros mismos. En realidad no HACEN nada. Los psiquedélicos permiten que las cosas pasen. Te permiten comunicarte contigo mismo.

Sencillamente, es absurdo imaginar que las visiones del mundo interno, las intrincadas pautas, los viajes en el tiempo y el espacio, los recuerdos reales del nacimiento o anteriores, todo ello esté contenido en una planta. O que estén contenidos en una pequeña cantidad de droga.

Sólo hay un lugar en el que pueda existir toda esta magia. Dentro de ti. Dentro de tu alma. Dentro de tu psique. Las drogas psiquedélicas sencillamente te permiten expresarte.

Hace un par de años se me pidió que hablara a una pequeña familia de aplicados exploradores en Río. Me preguntaron cómo era posible que una droga como el MDMA, por ejemplo, pudiera contener este conocimiento, esta sabiduría. Intente explicarles que dicho conocimiento y dicha sabiduría estaban ya en ellos. Y que darle poder a un compuesto químico era eliminar sus propios poderes.

En una comida, aquí en San Luís de Potosí hace un par de días, se me consultó lo mismo. Se me preguntó qué pensaba sobre el modo en que la ayahuasca permitía ver con más hondura en el reino vegetal, haciendo que cada experiencia nos abriera más al conocimiento sobre otras plantas.

Di de nuevo la misma respuesta: No está en la ayahuasca. Está en ti.

La próxima vez que alguien te diga que tal droga hace esto o tal droga hace aquello, sugiérele que quizás tal droga o tal otra LE PERMITA hacer esto o aquello. Creo que dichas substancias en realidad nos permiten ver.

Eres quien emprende la búsqueda; eres la persona que puede ver. Eres la persona que finalmente define la realidad que constituye tu mundo.

Y cuando puedas lograr acceder a la parte de ti que puede ver las fuerzas, los impulsos que hay detrás de tus propios actos y emociones, serás capaz de dirigir el curso de tu vida con mayor claridad y consciencia.

Como decían los antiguos: la sabiduría es comprender a los demás, pero comprenderse a sí mismo es la iluminación.

[…]

Fragmento de ‘El Arte de Ver’, por Alexander Shulgin
charla introductoria al seminario realizado en San Luís de Potosí en 1992 recogida, junto con las principales conferencias pronunciadas, en el libro:
‘Plantas, Chamanismo y Estados de Conciencia’

Editado y prologado por Josep Maria Fericglá
Publicado por ‘Los Libros de la Liebre de Marzo’, Colección Cogniciones
Barcelona, 1994

Viaje chamanico sin alucinogenos

El Viaje chamánico sin alucinógenos

Entre los antropólogos existe una larga y antigua polémica sobre los métodos empleados por los chamanes para propiciar sus estados de trance.

Ya desde los primeros estudios antropológicos se conoce el método rítmico percusivo para propiciar estos viajes del alma. Los chamanes se han descrito siempre como músicos y bailarines, entregados a cantos y danzas frenéticas que culminan con estados de éxtasis que facilitan la salida de su alma y el viaje a las regiones espirituales.

Pero el uso de plantas psicoactivas como método para desplegar la rica imaginería que habita en la mente humana, sólo ha sido conocido y estudiado seriamente en las últimas décadas. Quizás porque se han conocido más recientemente, hay una mayoría de estudiosos que creen que los métodos químicos de alcanzar el éxtasis representan una degeneración de métodos rítmicos más antiguos.

Seguramente tenemos muy grabado en nuestro subconsciente la imagen del “buen salvaje” tocando su tambor y bailando en contraposición al indígena drogadicto y degenerado.

En la última década, algunos grandes etnobotánicos, como Ott, Mckenna, etc.. han aportado su opinión contraria a la corriente principal del pensamiento. Para ellos, el chamanismo químico es el original, y los métodos rítmicos, una mala copia posterior.

¿ Cuál es el método original y cuál no ?. No hay una respuesta segura en estos momentos, pero sí hay algo importante en esta polémica, y es saber que existen muchos métodos para alcanzar los estados extáticos. En este artículo vamos a describir y analizar el método chamánico a través del sonido rítmico percusivo. 

Haciéndolo

Para propiciar un estado mental que ayude a realizar el viaje chamánico, es necesario escuchar un sonido rítmico de 205 a 220 golpes por minuto. Este ritmo induce al cerebro a producir ondas cerebrales lentas, de entre 7 a 4 ciclos por segundo, o menos (algo similar a lo que ocurre con las máquinas “megabrain”.

En las sociedades tradicionales, el sonido rítmico percusivo se logra con un tambor que, no en vano, es uno de los elementos más preciados del chamán. Los tambores chamánicos suelen ser anchos y profundos para propiciar un sonido grave y prolongado. Son de formas y materiales diversos a lo largo del mundo. Algunos se realizan a base de coteza de árboles, con un parche de piel de animal. Otros son simples calabazas ahuecadas. En algunas zonas tienen un parche, en otras, dos. Algunos son rústicos, y otros están bellamente adornados con símbolos que recuerdan los viajes que el chamán realiza con ellos. En cada lugar, los elementos naturales y culturales hacen que el tambor tenga unas u otras características.

En la práctica, es necesario que alguien toque el tambor a fin de que el psiconauta pueda estar libre para realizar su viaje interior. Las sesiones deben realizarse en un lugar tranquilo o al aire libre. Se buscará la noche y una iluminación escasa, mediante velas o la luz lunar. Debe evitarse la toma de alcohol, medicamentos, estimulantes etc..

A una señal del viajero, el auxiliar comenzará a tocar a un ritmo de 205 a 220 golpes por minuto (3 o 4 por segundo). Evidentemente el auxiliar debe haber practicado antes el toque del tambor, ya que no es facil hacerlo bien a la primera. El toque de tambor debe prolongarse hasta unos 10 minutos.

El viajero se tumbará en el suelo, cubriéndose los ojos con el brazo. Respirará de forma calmada y profunda para relajar su cuerpo y su mente. Una vez logrado un estado de calma interior, deberá visualizar una entrada en la tierra. Debe ser un agujero que haya visto con anterioridad, a fin de que sea una imagen bien definida. La entrada puede ser un simple hoyo, una madriguera, una cueva o cualquier oquedad sin importar su tamaño.

El viajero pronto se encontrará desplazándose por una cueva larga e interminable que se introduce en la tierra. Al principio será un movimiento horizontal, o levemente descendente, pero en un momento determinado tendrá la sensación de caer. Será una sensación agradable y libre de temor, que puede prolongarse unos minutos.

De repente la imagen del túnel dará paso a una abertura por donde entra luz : es la salida al mundo subterráneo. El psiconauta saldrá a ese mundo, que es muy similar al mundo cotidiano. Podrá desplazarse volando a través de él, o descender a tierra. El aspecto de este mundo interior es diferente para cada persona, pero suele presentar cadenas montañosas, bosques y lagos. A veces el mundo presentado es acuático, otras tiene la apariencia de estar compuesto por ciudades de luz. Depende de cada persona.

En los primeros viajes el viajero debe abstenerse de tocar ningún elemento. Se limitará a observar los paisajes y animales que se le presenten, pero jamás debe tocarlos hasta que los conozca bien. El mundo interior tiene leyes que deben ser respetadas. 

Cambios de Ondas cerebrales

A los 10 minutos el auxiliar dejará de tocar y dará 4 golpes secos en el tambor. Es la señal para regresar. La abertura de salida estará siempre al alcance del viajero con sólo pensar en ella. El auxiliar habrá empezado a tocar con gran rapidez, y este sonido acompañará al alma de regreso al cuerpo físico.

En Estados Unidos existen grabaciones de tambores chamánicos que pueden ayudar a quienes deseen realizar estas experiencias. Dichas grabaciones también pueden ser realizadas por uno mismo, dependiendo de su habilidad en la percusión.

Para comprender cómo se produce el viaje chamánico, o cualquier experiencia de potente visualización debemos entender, aunque sea levemente, el funcionamiento de la mente humana.

Nuestra mente es capaz de producir cuatro tipos de ondas cerebrales :

BETA : (22 a 14 ciclos por segundo). Corresponden al nivel de vigilia, al estado consciente. Bajo los efectos de estas ondas, el cerebro vive en el marco de Tiempo y Espacio habituales. Los sentidos físicos están despiertos y la mente actúa con lógica y razonamiento.

ALFA : (14 a 7 cps). Las ondas alfas se inician en los estados de relajación o sueño ligero. El cuerpo se calma y la mente entra en un estado de bienestar. El diálogo interno mental se reduce y es posible realizar visualizaciones. En alfa, el sentido del tiempo se diluye.

THETA : (7 a 4 cps). En este estado la mente entra en relajación profunda. La imaginería mental se despliega con fuerza al tiempo que el cuerpo se vuelve insensible al dolor. Se pierde el sentido de la corporeidad, del espacio, ya que el cuerpo pierde conciencia de sí. El sentido del tiempo desaparece por completo.

DELTA : (4 a 2 cps). Es el sueño profundo y el nivel en que la mente conecta con la supraconsciencia y el mundo espiritual.

Tanto la toma de sustancias visionarias, como el método de viaje chamánico aquí descrito, provocan en la mente los mismos efectos. Reduciendo el número de ondas cerebrales, se entra en un estado de consciencia más elevado, que generalmente va acompañado de una rica imaginería mental.

Pero ¿ Cuál es el origen de los símbolos o imágenes que se observan en estos estados?. Seguramente provienen de fuentes diversas, algunas de las cuales pueden ser :

Contenidos subconscientes de nuestra mente. Es decir, elementos relacionados con nuestra infancia, educación, deseos insatisfechos, etc..

Imágenes del inconsciente colectivo. Los mitos, creencias, arquetipos o imágenes que conforman la vida espiritual de la humanidad.

Conexión con otros planos de existencia. Según los chamanes, a través de los viajes psíquicos, el alma humana es capaz de contactar con un mundo tan real como el nuestro, el mundo de los dioses o los espíritus. Estas realidades espirituales estarían situadas en planos paralelos al nuestro, aunque invisibles a la mente racional, planos que sólo pueden ser accesibles en estados de conciencia alterada.

APLICACIONES MÉDICAS Y PSICOLÓGICAS DEL YAGE O AYAHUASCA (VISIÓN OCCIDENTAL)

APLICACIONES MÉDICAS Y PSICOLÓGICAS DEL YAGE O AYAHUASCA (VISIÓN OCCIDENTAL)

Por: Ralph Metzner.

En el contexto de la Amazonía tomar Yage o Ayahuasca es algo así como el remedio maestro para todas las enfermedades. Esto no significa que la planta en sí misma y el tipo de medicina que conlleva funcionen como una panacea, pero sí lo hacen como guías o maestros para los curadores humanos, indicando cuales son las plantas quizás necesarias en cada caso, permitiéndole al curador un éxito relativo en su trabajo. Este tipo de prácticas presuponen una manera de comprender la enfermedad y la medicina completamente diferente a la occidental. A pesar de esto, incluso desde nuestro punto de vista hemos podido constatar en los últimos tiempos, que existe un campo de curaciones físicas y psicológicas que pueden tener lugar a partir de esta medicina que no necesariamente surge de nuestros laboratorios urbanos. Hay muchas anécdotas de cómo el ayahuasca ha tenido éxito en curaciones de cáncer, parkinson y otras enfermedades de este tipo, pero al mismo tiempo hay que tener en claro que han sido prácticas realizadas en un contexto psicosocial de elementos chamánicos del cual es imposible separarlas. De todas maneras en los niveles psicológicos existe una evidencia de los cambios terapéuticos positivos que han sido inducidos por la ingestión ritual de ayahuasca. Ciertamente muchas de las historias recogidas últimamente sostienen la noción de que bajo la influencia del ayahuasca la gente está capacitada para comprenderse mejor a ellos mismos, para pensar más claramente sobre sus relaciones, sobre la naturaleza del cosmos y sobre su propio lugar en el universo. La purga provocada por el ayahuasca les otorga a los “usuarios” un sentimiento y una experiencia corporal vinculada a la fuerza llamada “mariri” por algunos ayahuasqueros; y esto no es una cuestión muscular, sino más una especie de fuerza intestinal, una relajación, una especie de sentimiento cálido como de estar en la profundidad instintiva de las raíces de la propia naturaleza física. Muchas de las personas que beben por primer vez ayahuasca tienen que superar la inhibición primaria de vomitar, por su usual asociación de esta acción con los síntomas de una enfermedad. Una vez que la superan encuentran que la purga es sencilla y no requiere demasiado esfuerzo y no va necesariamente acompañada de nauseas y desagradables sensaciones.

Al mismo tiempo existe una convergencia interesante que ocurre entre la purga física y la psíquica. La gente que llega con una carga tóxica considerable en el cuerpo, como pueden ser semanas de antibióticos, tabaco en exceso, etc, suele vomitar en relación a estos aspectos; pero aquellos que no tienen una toxicidad apreciable en su organismo antes de la toma, transforman el vómito que los purga en algo más bien psíquico y “sueltan” cuestiones más emocionalmente intensas. Esta combinación de purga física y psíquica que ocurre generalmente con el ayahuasca me alienta a pensar que potencialmente una de las posibilidades más útiles de aplicación de esta medicina en la sociedad occidental estaría vinculada a los tratamientos de adicción y alcoholismo. Hay proyectos realizados en América que confirman este tema. El descenso de alcoholismo en los participantes de la “Iglesia Hoasca Brasileña”, y entre los miembros usuarios de peyote en la Iglesia Nativa Americana de los Estados Unidos apoyan en cierta manera esta tesis primera. Si bien somos conscientes de que aquí es tan importante la planta como el contexto y la vuelta al entorno ritual por parte de los individuos, no podemos negar los resultados prácticos de la cuestión. Y si miramos hacia atrás en la historia de las investigaciones con sustancias “psicotrópicas” en occidente, veremos que los más alentadores resultados terapéuticos del LSD se han dado en casos de alcoholismo. Sin embargo hay evidencia para afirmar que la purga provocada por el peyote y la ayahuasca es inclusive más efectiva que el LSD a la hora de tratar esas aflicciones de adicción. El adicto necesita purgar no sólo los residuos tóxicos del alcohol u otras drogas en su organismo, sino también los patrones de sus reacciones y los hábitos mentales, emocionales y perceptuales. El programa “Takiwasi” iniciado por el Dr. Jacques Mabit en Perú trata a los adictos a la cocaína en un entorno que envuelve sesiones de ayahuasca y trabajos físicos en jardines y contextos ceremoniales. Yo creo particularmente que hay una fuerte probabilidad de que los programas de tratamientos que utilizan ayahuasca en un ambiente que incluya labores físicas, dietas, ejercicio y prácticas psicoespirituales contra el alcoholismo y las adicciones, pueden establecerse en los próximos años como efectivos y llevarse a cabo allí en donde la política antidrogas y su histeria sean menos intensas.

Cosmología chamánica enteogénica

Si nos preguntamos por la realidad cosmológica que es revelada a través de las visiones y experiencias de personas occidentales con ayahuasca, encontramos que son relativamente similares a aquellas compartidas por las culturas chamánicas. Específicamente en aquellas que han continuado con un uso del ayahuasca más o menos sistemático frente a las maneras de curarse, explorar la propia conciencia e intentar búsquedas espirituales. Y son esas personas las que al mismo tiempo han desarrollado una visión del mundo que difiere bastante de los paradigmas occidentales del cientificismo moderno. Para aquellos que ideológicamente aún comparten perspectivas cartesianas–newtonianas, las descripciones de los ayahuasqueros no serán más que alucinaciones imposibles de ser evaluadas científicamente. Pero desde una perspectiva fenomenológica es posible entender el fenómeno en todos sus aspectos. Contrariamente a las presunciones de la ciencia materialista, podemos ser objetivos ante las propias experiencias subjetivas. En realidad, la meditación Budista por ejemplo es una práctica diseñada para ayudar a aprender justamente eso. Al mismo tiempo, me gustaría puntualizar también que muchos de los elementos de la visión del mundo que surge del chamanismo tradicional revisado en la actualidad, parecen ser muy compatibles con las más recientes teorías postmodernas de la ciencia. Al respecto solo me gustaría mencionar la teoría de morfogénesis de Rupert Sheldrake, y la interpretación de David Bohm de la teoría del caos y la dinámica no lineal, entre otros.

Elementos esenciales

La realidad fundamental del universo es un continuum, un campo unificado de energía y conciencia que está más allá de el tiempo, el espacio y todas las formas. Simultáneamente la realidad está de alguna manera dentro de esas formas, y es al mismo tiempo trascendente e inmanente. En las religiones tradicionales asiáticas, este campo unificador es nombrado como Tao, o Atman-Brahman, o Tantra, etc,. Algunos nativos de Norte América lo llaman Wakan–Tanka mientras que en los sistemas de lenguaje de la ciencia postmoderna es visto como un infinito sistema complejo de interrelaciones, o una web de vida.
El cosmos es multidimensional, es un espectro de muchos mundos. En la mayoría de las tradiciones chamánicas existen mundos altos, medios y bajos. En algunas otras tenemos más de 9 o 10 mundos siempre girando alrededor de uno central. Durante la experimentación con o sin sustancias de las prácticas chamánicas es normal visitar esos “otros mundos”. Desde el momento que esos mundos son nomateriales, transtemporales y transespaciales no son considerados accesibles para la investigación científica. Y a partir de esto, muchas veces se los considera no realmente existentes. El término psiquiátrico para la percepción de otras realidades es “desrealización”. De cualquier manera, los exploradores de conciencia, reportan que estos otros mundos existen verdaderamente y son tan reales como el mundo material familiar al cual nosotros estamos mas acostumbrados por vivirlo en la mayoría del tiempo. El acercamiento del conocimiento de la realidad sobre otros mundos que la ciencia postmoderna nos da, se materializa a partir de los sistemas de teorías holísticas que hablan de los múltiples niveles de agujeros y partes que existen en todos los compuestos del universo. Por ejemplo, si en verdad en el nivel planetario existe la biosfera, el ecosistema, la población, las especies; si en el nivel humano y social, existen sociedades, subculturas, organizaciones, tribus y familias, etc.; si en el nivel del organismo existen órganos, partículas, moléculas, etc.; ¿cómo es posible que en el nivel de la conciencia pretendamos que existe sólo un elemento unificado, sin partes e inmutable? Allí reside la cuestión.
Reconociendo y capitalizando como conocimiento la existencia de realidad de esos otros mundos, los exploradores chamánicos enteogénicos también reconocen la realidad no material de esos seres con quienes es posible comunicarse.

EL YAGÉ: UNA PLANTA DE PODER…

“En el tiempo primigenio toda la tierra estuvo a oscuras. Ya estaba poblada de todos los seres incluyendo el hombre. Pero éste carecía de inteligencia y erraba a tientas buscando los alimentos. Realizando una tarea, los hombres tropezaron con el bejuco del Yagé; lo partieron justo a la mitad y le dieron a probar a las mujeres y ellas tuvieron la menstruación Cuando los hombres probaron se quedaron extasiados viendo cómo el pedazo que les sobró empezó a crecer y a trepar hacia el cielo. Poco a poco, las sombras tomaron contorno y las siluetas empezaron a dar pequeños destellos y vieron que en el cielo el Yagé penetraba una flor inmensa que, al ser fecundada, se transformó en un color distinto. Cuando llegaron a la tierra se dispersaron y cada uno depositó la luz y el color en dada ser. Y cuando el mundo estuvo iluminado, toda esa sinfonía de colores y música hizo brotar el entendimiento en todos los hombres, creándose así la inteligencia y el lenguaje. Desde entonces, los Sinchis usan el yagé porque así se ve el mundo como es, y la inteligencia se expande haciéndose todo claro y armónico en el espíritu del Sinchi o Yacha.”

(Mitología Ingana. Benjamín Jacanamijoy;10:1993)

En términos generales puede afirmarse que el universo simbólico y material de los originarios del Abya Yala es explicable a partir del conocimiento reciproco con las plantas. Este es el caso de los runas del Piedemonte Amazónico, donde por diversas causas históricas, culturales y geográficas, pudieron conservar sus tradiciones ancestrales de espiritualidad basadas en muchas vivencias colectivas, tal es el de la planta sagrada liana de la selva conocida como el yagé, ayahuasca, natema o ambiwasca. De todos estos grupos, se reconocen actualmente los Kamsá, los Siona, los Kofanes, los Coreguaje, los muinane o uitotos y los inganos en el Chinchaysuyu – Tawa Inti Suyu – Colombia.

Mediante su uso es posible convivir con las fuerzas sobrenaturales que influyen en la vida de los seres humanos runas en los que las enfermedades del alma se reflejan en el cuerpo, de tal manera que el Tayta Sinchi- chamán debe iniciar un largo recorrido de conocimiento y apropiación del lenguaje propio de las fuerzas sobrenaturales que interactuan con su vida y la de su Pueblo.

De las plantas sagradas, el Yagé es pilar fundamental dentro de la cosmovisión de los originarios del amazonas, y es el chamán quien maneja esta fuerza. El conocimiento que el Tayta Sinchi – chamán tenga de los mundos, es el que ha adquirido a través del uso del Yagé, pero no es la simple ingestión lo que conduce a la experiencia trascendental de percibir la esencia del mundo; junto con las tomas frecuentes de la preparación basada en esta planta de poder, hay un largo proceso de entrenamiento en los distintos aspectos a tener en cuenta en el momento de manejar con propiedad la práctica de este ritual que constituye toda una disciplina.

El uso del yagé produce en quien lo manipula la percepción de varias realidades simultáneamente, aprender a manejar esta situación, además de las emociones reprimidas, los afectos experimentados, las compenetraciones cosmicas y las emociones de todo tipo, exige un gran equilibrio mental.

Convertirse en un chamán requiere de un entrenamiento arduo que no dura menos de 15 años y se perfecciona durante toda la vida.

Actualmente las tomas de Yagé, se convocan esencialmente con intenciones curativas y la frecuencia con que se practica es relativa.

Para preparar el Yagé, el Tayta Sinchi – chamán se interna en la selva durante todo el día con uno o dos de sus aprendices y regresa al atardecer a la casa en la que se va a desarrollar el ritual –en algunas comunidades todavía hay casas destinadas únicamente para este fin.

Antes de comenzar, el médico tradicional dispone sobre una mesa los implementos que usará durante la ceremonia: una copa, cerámica o una olla donde reposa el Yagé; un matecito de totumo en el que se reparte la bebida a los asistentes; agua, caña de azúcar usada para pasar su sabor amargo; una escoba hecha de hojas con las que se ventea a los enfermos; tabacos para la curación de enfermos y hojas de ortiga para estabilizar la borrachera. Algunos Tayta Sinchi chamán todavía usan una corona de plumas, collares de chaquira y colmillos de tigre, aretes y pulseras de hierbas aromáticas.

Las sesiones tardan toda la noche y una vez se inician, el chamán sopla el Yagé para alejar los malos espíritus, toma su primer trago y luego procede a llamar a los asistentes a quienes les suministra un poco de la bebida.

El chamán canta durante toda la toma con el fin de invocar a los espíritus amigos. Solo luego de varias horas llama a los enfermos a quienes coloca de espaldas a el con el torso desnudo y los ventea con la escoba de hojas mientras canta, hace gestos que simulan atrapar la enfermedad, para luego expulsarla mediante una exhalación fuerte de aire.

Esta posibilidad que tiene el chamán de viajar al terreno de los espíritus, es definida por la ciencia occidental como el “trance”.

Sin embargo desde el punto de vista histórico resulta innegable que desde hace miles de años en todas la culturas, el ser humano ha hecho ingentes esfuerzos por hallar mecanismos que produzcan cambios en su conciencia en búsqueda de una comunicación con la realidad espiritual que permita una percepción distinta y una explicación de la realidad material. Es así que en muchas tradiciones religiosas se induce el trance a través de mecanismos como la oración, los mantras, la meditación, y el ayuno entre otros.

Las investigaciones sobre el uso de plantas sagradas, establecen que constituyen una de las variadas formas para lograr el trance o estados similares que conducen a tener la sensación de ver y contactar con lo sobrenatural, es pues, este fenómeno de vital importancia dentro de la lógica mágico religiosa de los pueblos inmersos dentro de la cultura que se construye alrededor del yagé.

La civilización occidental, produjo un progresivo distanciamiento con el uso de las plantas sagradas.

El interés creciente por los poderes del Yagé ha suscitado en los últimos cien años, nuevas formas de concebir y de manipular la planta, personas de manera particular y otras organizadas en colectividades religiosas o científicas la han irrespetado como planta sagrada, hacen un uso distinto en su esencia del que se hace por los originarios que milenariamente se ha venido guardando la tradición ancestral.

El uso del yagé en prácticas de sincretismo religioso, es otro ejemplo de esta nueva forma de asumir el uso de esta planta de uso tradicinal. En Brasil han surgido religiones que si bien es cierto conservan el contexto sagrado de la planta, dejan de lado la cosmovisión original de uso y el ritual asociado a él. Es así como el yagé, abandona su esencia chamánica para convertirse en una forma de neo – religión, representada en iglesias conocidas como del Santo Daime, ente otras tantas.

Un nuevo humanismo filosófico, abanderado por investigadores y académicos que después de adquirir un profundo conocimiento del chamanismo, mediante el contacto permanente con culturas que lo practican ha surgido conocido como neochamanismo. Carlos Castaneda y Michael Harner son dos representantes de esta nueva tendencia.

Estas nuevas formas de uso del yagé, representan una AMENAZA para la permanencia de la esencia de la cultura chamánica. La sociedad mayoritaria se apropia de los recursos y los conocimientos milenarios, sin entender que el conocimiento y aprendizaje del universo simbólico que se construye alrededor del yagé, requiere de un largo proceso en el que el requisito fundamental es despojarse de toda clase de prejuicios morales, científicos o culturales, en un esfuerzo que permita comprender con cierta precisión el significado y el valor del yagé y de la sabiduría que lo rodea.

Sólo si se logra una aproximación real y respetuosa al Yagé en su contexto espiritual, es posible aprovechar en su verdadera dimensión este hermoso regalo de Dios en la Madre Naturaleza en sus múltiples dimensiones de poder y conocimiento.

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