¿Que es el prana?

¿Qué es el prana?

Pregunta:

¿Qué es el prana y cómo se manifiesta en cada uno de los siete cuerpos?

Osho:

El prana es energía, la energía vital en nosotros, la vida en nosotros. Esta vida se manifiesta a sí misma, por lo que al cuerpo físico concierne, como el aliento entrante y saliente. Son dos extremos opuestos. Los consideramos como uno solo. Decimos, “respiración”, pero la respiración tiene dos extremos: la inspiración y la expiración. Toda energía tiene dos extremos, toda energía existe entre dos polos opuestos. No puede existir de otra forma. Los polos opuestos con su tensión y su armonía, crean la energía; como los polos magnéticos.

Inhalar es realmente lo contrario de exhalar y la espiración es totalmente contraria a la inspiración. En un único instante, la inhalación es como el nacimiento y la exhalación es como la muerte. En un único instante las dos cosas suceden. Cuando inhalas, naces; cuando exhalas, mueres. En un único instante existen el nacimiento y la muerte. Esta polaridad es la energía vital ascendiendo, descendiendo.

En el cuerpo físico, la energía vital adoptará esta manifestación. La energía vital nace y después de setenta años muere. Esa, también es una manifestación mayor del mismo fenómeno: inhalación y exhalación… El día y la noche.

En los siete cuerpos, el físico, el etérico, el astral, el mental, el espiritual, el cósmico, y el nirvánico, existe un correspondiente fenómeno de entrada-salida. Por lo que respecta al cuerpo mental, el pensamiento que llega y el pensamiento que se va es la misma clase de fenómeno que el aliento que entra y el aliento que sale. A cada instante un pensamiento llega a tu mente y un pensamiento se va.

El pensamiento es en sí mismo energía. En el cuerpo mental la energía se manifiesta como la llegada del pensamiento y la desaparición del pensamiento. En el cuerpo físico se manifiesta como la inhalación y la exhalación. Por eso puedes cambiar tus pensamientos con la respiración. Existe una correspondencia.

Si dejas de inhalar, impedirás entrar al pensamiento. Retén tu respiración en tu cuerpo físico y en el cuerpo mental los pensamientos se detendrán. Y, de la misma forma que el cuerpo físico se siente incómodo, tu cuerpo mental se sentirá incómodo. El cuerpo físico querrá inhalar; el cuerpo mental querrá ponerse a pensar.

De la misma forma que el aliento entra en el interior desde el exterior y el aire existe fuera de ti, también un océano de pensamiento existe alrededor de ti. Un pensamiento entra y un pensamiento sale. Así como el aire que tú respiras puede convertirse en el aire que yo respiro en otro momento, tu pensamiento puede convertirse en mi pensamiento. De la misma forma que exhalas, exhalas tus pensamientos. De la misma forma que existe el aire, existe el pensamiento; de la misma forma que el aire puede ser contaminado, también el pensamiento puede ser contaminado; de la misma forma que el aire puede ser impuro, también el pensamiento puede ser impuro.

El respirar en sí, no es prana. “Prana” significa la energía vital que se manifiesta en sí misma entre esas polaridades de entrada y salida. La energía que hace que el aliento entre, es prana; no es el aliento en sí. La energía que hace que el aliento entre, que lo consolida, esa energía que hace que el aliento entre y salga, es prana.

La energía que hace que un pensamiento entre y que un pensamiento se vaya, esa energía también es prana. Este proceso existe en todos los siete cuerpos. Solamente estoy hablando ahora del físico y del mental porque esos dos son los que conocemos; los podemos comprender fácilmente. Pero en cada nivel de nuestro ser, ocurre lo mismo.

Tu segundo cuerpo, el cuerpo etérico, tiene su propio proceso entrante y saliente. Puedes captar este proceso en cada uno de los siete cuerpos, pero lo percibirás solamente como el aliento que entra y el aliento que sale, porque solamente te relacionas con tu cuerpo físico y su prana. Entonces siempre lo mal interpretarás.

Siempre que llegue a ti cualquier sensación procedente de tus otros cuerpos o de su prana, lo interpretarás siempre como el aliento entrante y saliente, porque ésta es la única experiencia que conoces. Solamente has conocido esta manifestación del prana, de la energía vital. Pero en el plano etérico no hay ni respiración ni pensamiento, sino influjo; simplemente, un influjo, entrando y saliendo.

Entras en contacto con alguien sin haberlo conocido previamente. Ni siquiera ha hablado contigo, pero algo de él te llega. O bien le has dejado entrar o lo has expulsado. Hay una sutil influencia: puedes llamarlo amor o puedes llamarlo odio; la atracción o la repulsión.

Cuando eres repelido o atraído, esto es tu segundo cuerpo. Y a cada instante el proceso continúa, nunca se para. Siempre estás dejando entrar influencias y luego expulsándolas. El otro extremo siempre estará ahí. Si has amado a alguien, luego, en un momento determinado, serás repelido. Si has amado a alguien el aliento ha entrado; ahora será expulsado y serás repelido.

De modo que cada momento de amor será seguido por un momento de repulsión. La energía vital existe en polaridades. Nunca existe como un solo polo. ¡No puede! Y siempre que trates de considerarlo así, te esforzarás en pos de lo imposible.

No puedes amar a alguien sin odiarle en algún momento. El odio estará allí porque la fuerza vital no puede existir como un solo polo. Existe como extremos opuestos, de modo que un amigo será un enemigo; y esto continuará. Este entrar y salir sucederá hasta el séptimo cuerpo. Ningún cuerpo puede existir sin este proceso, este entrar y salir. No puede, de la misma forma que el cuerpo físico no puede existir sin inhalar y exhalar.

Por lo que concierne al cuerpo físico, nunca consideramos esos dos aspectos como opuestos, de modo que nuestra vida no resulta afectada. La vida no distingue entre inhalación y exhalación. No hay una distinción moral. No hay nada que elegir; son lo mismo. El fenómeno es natural.

Pero en lo que respecta al segundo cuerpo, el odio debe desaparecer y el amor debe quedar. Entonces has empezado a elegir. Has empezado a elegir y esta elección te causará problemas. Por eso es que el cuerpo físico es, por lo general, más sano que el segundo, que el cuerpo etérico. El cuerpo etérico siempre está en conflicto porque la elección moral lo ha convertido en un infierno. Cuando surge el amor, te sientes bien, pero cuando aparece el odio, te sientes mal. Pero ha de aparecer, de modo que una persona que sepa, una persona que haya conocido los extremos, no se siente descorazonada cuando aparece. Una persona que ha conocido los extremos está tranquila, equilibrada. Sabe qué sucederá; por esto, ni trata de amar cuando no siente amor ni crea odio alguno. Las cosas vienen y van. El no se siente atraído por lo que entra, ni repelido por lo que sale. Es simplemente un testigo. Dice, “Es como el aliento que entra y el aliento que sale”.

El método de meditación budista del Anapanasati Yoga se ocupa de esto. Dice que seas simplemente un testigo de tu inspiración u de tu exhalación. Sé simplemente un testigo y empieza desde el cuerpo físico. Los otros seis cuerpos no se mencionan en el Anapanasati porque llegarán por sí mismos, poco a poco.

Cuanto más familiar llegues a sentirte con esta polaridad, con este morir y vivir simultáneamente, con este nacimiento y muerte simultáneos, más te iras dando cuenta del segundo cuerpo. Respecto al odio, Buda dice entonces que has de tener upeksha. Has de ser indiferente. Tanto si es odio como si es amor, mantente indiferente. Y no te aferres a ninguno, porque si te aferras, ¿qué sucederá con el otro extremo? Estarás incómodo. Aparecerá la enfermedad; no estás en paz.

Buda dice, “La llegada del amado es bienvenida, pero la partida del amado es llorada. El encuentro con el que te repele, es una desgracia, y la marcha del que te repele, es una dicha. Pero si continúas dividiéndote a ti mismo en esos polos, estarás en el infierno, vivirás en un infierno”.

Si simplemente te conviertes en un testigo de esas polaridades, entonces dirás, “Es un fenómeno natural. Es tan natural en lo que concierne al cuerpo—o sea, uno de los siete cuerpos—que el cuerpo existe debido a esto; si no, no podría existir”. Y cuando te haces consciente de esto, trasciendes el cuerpo. Si trasciendes tu primer cuerpo, entonces te haces consciente del segundo. Si trasciendes tu segundo cuerpo, entonces te haces consciente del tercero…

El ser un testigo siempre está más allá de la vida y de la muerte. Inhalar y exhalar son dos cosas y si te conviertes en testigo, entonces no eres ninguna de las dos. Entonces ha aparecido una tercera fuerza. Ahora no eres la manifestación del prana en el cuerpo físico; ahora tú eres el prana, el testigo. Ahora ves que la vida se manifiesta en el nivel físico debido a esta polaridad y si esta polaridad desaparece, el cuerpo físico desaparece; no puede existir. Necesita esa tensión para existir, esa constante tensión de entrar y salir, esta constante tensión de nacimiento y muerte. Existe debido a esto. A cada instante se mueve entre los dos polos; si no, no existiría.

En el segundo cuerpo, amor-odio es la polaridad básica. Se manifiesta de muchas formas. La polaridad fundamental es este gustar-no gustar, y a cada instante lo que te gusta se convierte en lo que te disgusta y lo que te disgusta te convierte que en lo que te gusta. ¡A cada instante! Pero nunca lo ves. Cuando lo que te gusta se convierte en lo que te disgusta, si reprimes tu desagrado y continúas engañándote, diciéndote que siempre te gustan las mismas cosas, tan sólo te estás engañando a ti mismo por partida doble. Y si algo te desagrada, sigue desagradándote, nunca te permites a ti mismo observar los momentos en que te ha gustado. Reprimimos nuestro amor hacia nuestros enemigos y reprimimos nuestro odio hacia nuestros amigos. ¡Lo reprimimos! Solamente permitimos un solo movimiento, solamente un extremo, pero debido a que éste regresa otra vez, estamos en paz. Vuelve de nuevo, por eso estamos tranquilos. Pero es algo discontinuo; nunca es continuo. No puede serlo.

La fuerza vital se manifiesta en sí misma en el segundo cuerpo como gusto y disgusto. Pero es simplemente como el respirar; no hay diferencia. La influencia es aquí el medio; el aire es el medio en el cuerpo físico. El segundo cuerpo vive en una atmósfera de influencias. No es simplemente que alguien entre en contacto contigo y tú empieces a sentir simpatía hacia él. Incluso si nadie entra y tú estás solo en la habitación, tú estarás con el gustar-disgustar, gustar-disgustar. No habrá diferencia. El gustar-disgustar se irán alternando continuamente.

Es a través de esta polaridad que existe el cuerpo etérico; ésta es su respiración. Si te conviertes en su testigo, entonces simplemente reirás. Entonces no habrá amigo ni enemigo. Entonces sabrás que es sencillamente un fenómeno natural.

Si te vuelves consciente y te conviertes en un testigo del segundo cuerpo, del gustar y disgustar, entonces podrás conocer el tercer cuerpo. El tercero es el cuerpo astral. Así como las “influencias” existen en el cuerpo etérico, el cuerpo astral tiene “fuerzas magnéticas”. Su magnetismo es su respiración. En un momento dado te sientes poderoso y al siguiente instante te sientes impotente; en un instante dado eres optimista y al siguiente instante eres pesimista; en un instante dado te sientes confiado y al instante siguiente pierdes toda tu confianza. Es un magnetismo que penetra en ti y un magnetismo que se va de ti. Hay momentos en que puedes desafiar incluso a Dios, y hay momentos en que temes incluso a las sombras.

Cuando la fuerza magnética está en ti, cuando está llegando a ti, te sientes grande. Cuando se ha ido, eres simplemente un don nadie. Y esto cambia hacia atrás y hacia adelante, como el día y la noche; el círculo da vueltas, la rueda da vueltas. Así, incluso una persona como Napoleón tiene sus momentos de impotencia e incluso una persona muy cobarde tiene sus momentos de bravura.

En el judo existe una técnica para determinar cuándo una persona carece de fuerza. Ese es el momento de atacar. Cuando es poderoso, te derrotará, de modo que has de saber el momento en que su poder magnético se le va y entonces atacar, y tú has de incitar a que te ataque cuando tu fuerza magnética está entrando. Este entrar y salir de la fuerza magnética corresponde a tu aliento. Por eso, cuando has de hacer algo complicado, retienes tu respiración. Por ejemplo, si has de levantar una pesada piedra, no puedes alzarla cuando el aliento está siendo expulsado. ¡No puedes hacerlo! Pero cuando el aliento está entrando, o cuando es retenido, puedes hacerlo. Tu respiración se corresponde con lo que está sucediendo en el tercer cuerpo. De modo que cuando el aliento está saliendo, a menos que la persona en cuestión haya sido entrenada para engañarte, es el instante en que su fuerza magnética se le está yendo, éste es el instante de atacar. Y éste es el secreto del judo. Incluso una persona más fuerte que tú puede ser derrotada si conoces el secreto de cuándo se siente él temeroso e inerme. Cuando la fuerza magnética no está en su interior, se sentirá inerme.

El tercer cuerpo vive en una esfera magnética, como el aire. A nuestro alrededor hay fuerzas magnéticas; las inspiras y las exhalas. Pero si te das cuenta de esta fuerza magnética que está entrando y saliendo, entonces ni serás poderoso ni impotente. Trascenderás ambos.

Entonces existe el cuarto cuerpo, el cuerpo mental: pensamientos que entran y pensamientos que salen. Pero esta entrada-salida de pensamientos tiene también su paralelismo. Cuando un pensamiento viene a ti al inspirar, solamente en esos momentos nace un pensamiento original. Cuando exhalas, esos son momentos de impotencia; ningún pensamiento original puede nacer de esos momentos. En los momentos en que algún pensamiento original aparece, la respiración incluso se para. Cuando algún pensamiento original nace, entonces la respiración se detiene. Es simplemente un fenómeno de correspondencia.

Con los pensamientos que se van, no nace nada. Simplemente están muertos. Pero si tú te haces consciente de tus pensamientos entrantes y salientes, entonces puedes conocer el quinto cuerpo.

Hasta el cuarto cuerpo las cosas no son difíciles de entender, porque tenemos alguna experiencia sobre la que basarnos para comprenderlas. Más allá del cuarto las cosas se vuelven muy extrañas, pero aún así, algo puede ser comprendido. Y cuando tú trasciendes el cuarto cuerpo lo comprendes más.

En el quinto cuerpo… ¿cómo decirlo? La atmósfera del quinto cuerpo es la vida, del mismo modo que el pensamiento, el aliento, la fuerza magnética, el amor-odio, son las atmósferas de los cuerpos inferiores.

Para el quinto cuerpo, la vida misma es la atmósfera. Así que en el quinto, la entrada es un momento de vida, y la salida es un momento de muerte. Con el quinto, te vuelves consciente de que la vida no es algo que esté en ti. Entra en ti y se va de ti. La vida misma no está en ti. Simplemente entra y sale como la respiración.

Por eso es que “respiración” y “prana” se han convertido en sinónimos; debido al quinto cuerpo. En el quinto cuerpo, la palabra prana es muy importante. Es la vida la que está entrando y la vida la que está saliendo. Y de ahí el miedo a la muerte que constantemente nos persigue. Eres consciente siempre de que la muerte está cerca, esperando en la esquina. Siempre está ahí, esperando. Este sentimiento de que la muerte siempre que está esperando, este sentimiento de inseguridad, de muerte, de oscuridad, se relaciona con el quinto cuerpo. Es un sentimiento muy oscuro, muy vago, porque no eres completamente consciente de él.

Cuando llegas al quinto cuerpo y te vuelves consciente de él, entonces sabes que la vida y la muerte son, ambos, la respiración del quinto cuerpo; entrando y saliendo. Y cuando te das cuenta de esto, entonces sabes que no puedes morir, porque la muerte no es un fenómeno inherente, como tampoco lo es la vida. Ambos, vida y muerte, son fenómenos exteriores que te ocurren a ti. Tú nunca has estado vivo, nunca has estado muerto; tú eres algo que trasciende por completo a ambos. Pero este sentimiento de trascendencia solamente puede llegar cuando te vuelves consciente de la fuerza vital y de la fuerza mortal en el quinto cuerpo.

Freud ha dicho en alguna parte que él tuvo, en cierta medida, un vislumbre de esto. El no era un adepto al Yoga, sino, lo habría comprendido. El lo llamó “la voluntad de morir”, y dijo que cada hombre, a veces ansia la vida y a veces ansía la muerte. Hay dos voluntades opuestas en los hombres. Una voluntad de vivir y una voluntad de morir. Para la mente occidental esto resultaba completamente absurdo, ¿cómo podían esas voluntades contradictorias existir en una persona? Pero Freud dijo que, debido a que es posible el suicidio, debe de existir una voluntad de morir.

Ningún animal se suicida, porque ningún animal puede llegar a darse cuenta del quinto cuerpo. Los animales no pueden suicidarse porque no pueden volverse conscientes, no pueden saber que están vivos. Para cometer suicidio, es necesaria una cosa: ser conscientes de la vida; y ellos no son conscientes de la vida. Pero también hay otra cosa que es necesaria: para cometer suicidio debes también ser inconsciente de la muerte.

Los animales no pueden suicidarse porque los animales no son conscientes de la vida, pero nosotros podemos suicidarnos porque nosotros somos conscientes de la vida, pero no somos conscientes de la muerte. Si uno se vuelve consciente de la muerte, entonces uno no puede suicidarse. Un Buda no puede suicidarse porque eso es algo innecesario, es una estupidez. El sabe que no puedes realmente matarte a ti mismo; sólo puedes simular que lo haces. El suicidio es simplemente una pose, porque en realidad ni estás vivo ni muerto.

La muerte pertenece al quinto plano, al quinto cuerpo. Es la salida de una determinada energía y la entrada de una determinada energía. Tú eres aquél en el que esto sucede. Si te identificas con lo primero, puedes hacer lo segundo. Si te identificas con el vivir y la vida se vuelve algo imposible, puedes decir, “Me suicidaré”. Esto es el otro aspecto de tu quinto cuerpo afirmándose a sí mismo. No hay ni un solo ser humano que no haya pensado alguna vez en suicidarse… porque la muerte es la otra cara de la vida. Esta otra cara puede convertirse en suicidio o asesinato; puede ser cualquiera de los dos.

Si estás obsesionado con la vida, si estás tan aferrado a ella que suspiras por negar la muerte por completo, entonces eres capaz de matar a otro. Al matar a otro satisfaces tu deseo de muerte: “la voluntad de morir”. Con este truco, la satisfaces, y piensas que ahora no tendrás que morir porque alguien ya ha muerto.

Los que han cometido grandes asesinatos,—Hitler, Mussolini—sienten mucho temor hacia la muerte. Siempre tienen miedo de la muerte, de forma que proyectan esta muerte sobre los demás. La persona que es capaz de matar a alguien siente también que ella es más poderosa que la muerte. El puede matar a otros. De un modo mágico, con una fórmula mágica, él piensa que, debido a que él puede matar, él trasciende la muerte; que una cosa que él puede hacer a los demás, no puede ocurrirle a él. Esto es una proyección de la muerte, pero puede volver de regreso a ti. Si acabas con tantas personas que al final te suicidas, es la proyección que regresa a ti.

En el quinto cuerpo, con la vida y la muerte llegando a ti, con la vida entrando y saliendo, uno no puede estar apegado a nadie. Si estás apegado, no estás aceptando la polaridad totalmente y enfermarás.

Hasta el cuarto cuerpo no era tan difícil, pero concebir la muerte y aceptarla como otro aspecto de la vida, es la acción más difícil. Sentir la vida y la muerte como paralelos, siendo simplemente lo mismo, dos aspectos de una cosa, es lo más difícil. Pero en el quinto, ésta es la polaridad. Esta es la existencia pránica del quinto.

Con el sexto cuerpo, las cosas se vuelven incluso más difíciles, porque el sexto ya no es la vida. Para el sexto cuerpo… ¿qué decir? Después del quinto, el “yo” desaparece, el ego desaparece. Entonces deja de haber ego; te vuelves uno con el Todo. Ahora no hay ninguna “cosa” tuya que entre y salga, porque no existe el ego. Todo se convierte en cósmico, y debido a que se convierte en cósmico, la polaridad adopta la forma de Creación y Destrucción; srishtri y pralaya. Por eso es que se vuelve más difícil con el sexto; la atmósfera es la “fuerza creativa y la fuerza destructiva”. En la mitología hindú se denominan esas fuerzas como Brahma y Shiva.

Brahma es la deidad de la Creación, Vishnú es la deidad del la Conservación, y Shiva es la deidad de la Gran Muerte, de la Destrucción o Disolución, donde todo regresa a su fuente original. El sexto cuerpo existe en esta inmensa esfera de creatividad y destrucción; la fuerza de Brahma y la fuerza de Shiva.

A cada instante la creación llega hasta ti y a cada instante todo se sumerge en la disolución. Por esto cuando un yogui dice, “He contemplado la Creación y he contemplado el Pralaya, el Final; he visto la aparición del mundo y he visto el regreso del mundo al vacío”, está hablando del sexto cuerpo. El ego no está allí; todo aquello que entra y sale eres tú. Tú te vuelves uno con ello.

Una estrella nace; ése es tu nacimiento. Y la estrella está desaareciendo; ésa es tu muerte. Por eso se dice en la mitología hindú que una Creación es una respiración de Brahma, ¡Solamente una respiración! Es la respiración de la fuerza cósmica. Cuando Brahma inhala, la creación aparece; nace una estrella, las estrellas nacen del caos, todo empieza a existir. Y cuando su aliento es exhalado, todo desaparece, todo se extingue: una estrella muere… La Existencia entra en la no-Existencia.

Por eso digo que en el sexto cuerpo es muy difícil. El sexto no es egocéntrico; se convierte en cósmico. Y en el sexto cuerpo se conoce todo sobre la Creación, todo lo que las religiones del mundo nos cuentan. Cuando uno habla de la Creación, está hablando del sexto cuerpo y del conocimiento asociado a él. Y cuando uno habla del gran Diluvio, del final, uno habla del sexto cuerpo.

Con el Diluvio Universal de la mitología judeo-cristiana o babilónica o de la mitología siria, o con el pralaya de los hindúes, aparece la exhalación, ésa del sexto cuerpo. Es una experiencia cósmica, no una individual. Es una experiencia cósmica, ¡Tú no estás allí!

La persona que está en el sexto cuerpo, que ha alcanzado el sexto cuerpo, contemplará todo aquello que está muriendo como si fuera su propia muerte. Un Mahavira no puede matar una hormiga, debido no a algún principio de no-violencia, sino a su propia muerte. Todo aquello que muere es su muerte.

Cuando te vuelves consciente de esto, de la creación y la destrucción, de las cosas entrando en la Existencia a cada instante y de las cosas desapareciendo de la Existencia a cada instante, esa consciencia es el sexto cuerpo. Siempre que algo desaparece de la Existencia, otra cosa está entrando. Un sol está muriendo; otro está naciendo en alguna otra parte. Esta Tierra morirá; otra Tierra vendrá. Nos aferramos incluso en el sexto cuerpo. “La Humanidad no ha de morir”, pero todo aquello que ha nacido ha de morir, incluso la Humanidad ha de morir. Las bombas de hidrógeno se crearán para destruirla. Y en el instante en que creemos bombas de hidrógeno, al instante siguiente crearemos un deseo de ir a otro planeta, porque la bomba implica que la Tierra se acerca a su muerte. Antes de que esta Tierra muera, la vida empezará a evolucionar en algún otro lugar.

El sexto cuerpo es el sentimiento de la Creación y la Destrucción cósmicas. Creación-destrucción… el aliento entrante-el aliento saliente. Por eso se utiliza “La respiración de Brahma”. Brahma es una personalidad del sexto cuerpo; te conviertes en Brahma en el sexto cuerpo. En realidad te vuelves consciente de ambos, de Brahma y de Shiva, de los dos polos. Y Vishnú está más allá de la polaridad. Ellos forman el trimurti, la Trinidad: Brahma, Vishnú, y Mahesh, o Shiva.

Esta Trinidad es la trinidad del “ser testigo”. Si te haces consciente de Brahma y de Shiva, del creador y del destructor, si te vuelves consciente de esos dos, entonces conoces el tercero, Vishnú. Vishnú es tu realidad en el sexto cuerpo. Por eso Vishnú se convierte en el más importante de los tres. Brahma es recordado, pero aunque él es el dios de la creación, es adorado solamente en uno o dos templos. Él debería ser adorado, pero no es realmente adorado.

Shiva es más adorado incluso que Vishnú, porque tememos la muerte. Su adoración nace de nuestro miedo a la muerte. Pero muy pocos adoran a Brahma, al dios de la creación, porque no hay nada que temer; tú ya has sido creado, de modo que Brahma no te preocupa. Por eso no hay un solo gran templo que se le haya dedicado. El es el creador, de modo que todos los templos deberían estar dedicados a él, pero no lo están.

Shiva tiene el mayor número de devotos. Está en todas partes porque muchos templos fueron construidos en honor a él. Simplemente una piedra es suficiente para simbolizarlo; si no, hubiera sido imposible crear tantos ídolos de él. De modo que una simple piedra es suficiente… Pones una piedra en cualquier lugar y Shiva está allí. Debido a que la mente teme tanto a la muerte, no puedes escapar de Shiva; ha de ser adorado, y ha sido adorado.

Pero Vishnú es la divinidad más sustancial. Por eso Rama es una encarnación de Vishnú, Krishna es una encarnación de Vishnú, todos los avataras, las encarnaciones divinas, son una encarnación de Vishnú. E incluso Brahma y Shiva reverencian a Vishnú. Brahma puede ser el Creador, pero él crea para Vishnú; Shiva puede ser el Destructor, pero el destruye para Vishnú. Esos son los dos alientos de Vishnú: el que entra y el que sale. Brahma es el aliento entrante y Shiva es el aliento saliente. Y Vishnú es la realidad en el sexto cuerpo.

En el séptimo cuerpo las cosas son incluso más difíciles. Buda llamó al séptimo cuerpo el nirvana kaya, el cuerpo de la Iluminación, porque la Mente, el Absoluto, reside en el séptimo cuerpo. El séptimo cuerpo es el cuerpo supremo, así que allí no hay ni creación ni destrucción, sino, más bien, ser y no-ser. En el séptimo, la creación siempre es de algo, no es la tuya. La creación será de algo que no eres tú y la destrucción será de algo que no eres tú, mientras que el ser eres tú y el no-ser eres tú. El séptimo cuerpo, ser y no-ser, existencia y no existencia, son los dos alientos. Uno no debería identificarse con ninguno. Todas las religiones han empezado a través de aquellos que han alcanzado el séptimo cuerpo. Y, a lo sumo, el lenguaje puede ser reducido a dos palabras: ser y no ser. Buda habla el lenguaje del no-ser, del aliento saliente, de modo que dice, “La nada es la realidad”, mientras que Shankara habla el lenguaje del ser y dice que el “Brahman es la Realidad Suprema”. Shankara emplea términos positivos porque él elige el aliento entrante y Buda emplea términos negativos porque él elige el aliento saliente. Pero son sólo elecciones en lo que se refiere al lenguaje.

La tercera elección es la realidad, lo que no puede ser expresado. Como máximo podemos decir: el “ser absoluto”, o el “no-ser absoluto”. Es lo más que puede decirse porque el séptimo cuerpo está más allá de esto. El trascenderlo es aún posible. Puedo decir algo sobre esta habitación si salgo afuera. Si trasciendo esta habitación y voy a otra habitación, puedo recordar ésta, puedo decir algo sobre ésta. Pero si yo salgo de esta habitación y caigo en un abismo, entonces no puedo decir nada de esta habitación. Con cada cuerpo, podía expresarse un tercer punto mediante palabras, símbolos, porque el cuerpo que lo trascendía estaba ahí. Podías ir allí y mirar hacia atrás. Pero solamente hasta el séptimo es esto posible. Más allá del séptimo no se puede decir nada, porque el séptimo es el último cuerpo; más allá está la “ausencia de cuerpo”.

Con el séptimo uno ha de elegir “ser” o “no-ser”, o el lenguaje de la negación o el lenguaje de la positividad. Y solamente hay dos elecciones. Una es la elección de Buda; el dice, “Nada queda”. Y la otra es la elección de Shankara; él dice, “Todo es”.

En las siete dimensiones, en los siete cuerpos, por lo que respecta al hombre y por lo que respecta al mundo, la energía vital se manifiesta en esferas multidimensionales. En todas partes, siempre que haya vida, el proceso entrante y saliente estará allí. Siempre que exista vida, el proceso existirá. La vida no puede existir sin esa polaridad.

De modo que prana es energía, energía cósmica, y nuestro primer encuentro con ella es en el cuerpo físico. Se manifiesta primero como respiración, y luego va manifestándose como otras formas de respiración: influencias, magnetismo, pensamientos, vida, creación, ser. Continúa y si uno se vuelve consciente de ello, uno siempre lo trasciende y llega a un tercer punto. En el momento en que alcanzas este tercer punto, trasciendes ese cuerpo y entras en el siguiente cuerpo. Entras en el siguiente cuerpo desde el primero, y así prosigues.

Si sigues trascendiéndolos todos, hasta el séptimo habrá todavía un cuerpo, pero más allá del séptimo está la “ausencia de cuerpo”. Entonces tú te vuelves puro. Entonces no estás dividido; entonces deja de haber polaridades. Entonces se es advaita, no-dos. Entonces hay unidad.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 17

¿Dependen las meditaciones de Osho de su presencia o pueden ser hechas en cualqu

¿Dependen las meditaciones de Osho de su presencia o pueden ser hechas en cualquier parte?

Osho:

He tratado por todos los medios de que te des cuenta de tu individualidad, de tu libertad, de tu absoluta capacidad de crecer sin ayuda de nadie. Tu crecimiento es algo intrínseco de tu ser. No proviene del exterior, no es una imposición, es tu expresión.

Todas las técnicas de meditación que te he dado no de dependen de mí. Mi presencia o mi ausencia no cambiará nada. Dependen de ti. No es mi presencia sino tu presencia la que es necesaria para que funcionen. No es mi estar aquí sino tu estar aquí, tu estar en el presente, tu estar alerta y consciente el que te va a ayudar.

Osho: Beyond Enlightenment, cap. 11

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Osho:

La muerte es más importante que la vida. La vida representa lo trivial, lo superficial. La muerte, lo más profundo. Por medio de ella uno crece hacia la vida auténtica… mientras que mediante la vida solamente llegas a la muerte, y nada más.

Sea lo que sea lo que digamos o signifiquemos con “vida”, “vida” es solamente un viaje hacia la muerte. Si entiendes la vida como un mero tránsito sin más significado, entonces estás menos interesado en la vida y más en la muerte. Y cuando uno se interesa más por la muerte, es entonces cuando puede ahondar en la vida hasta sus más íntimas profundidades. De otro modo, sólo permanecerá en la superficie.

Pero no estamos interesados en absoluto en la muerte, sino que, más bien, escapamos de los hechos, huimos constantemente de los hechos. La muerte está ahí, y a cada instante estamos muriendo. La muerte no es algo lejano, está aquí y ahora; estamos muriéndonos. Pero mientras morimos sigue nuestro interés por la vida. Este interés por la vida, este exceso de preocupación por la vida, es simplemente un escape; sólo miedo. La muerte está ahí, crece dentro de nosotros, incesantemente.

Alteremos los términos, volvamos nuestra atención a nuestro alrededor. Si nos interesamos en la muerte, la vida empieza entonces a tomar un nuevo significado por primera vez, porque cuando te sientes en paz con la muerte has ganado una vida que no puede morir. Cuando has conocido la muerte, has conocido esa vida que es eterna.

La muerte es la puerta de la vida superficial, la mal llamada vida, la vida trivial. Hay una puerta. Al traspasarla se alcanza otra vida más profunda, eterna, sin muerte. Así, desde esta mal llamada vida, que no es otra cosa que morir, uno debe traspasar la puerta de la muerte. Sólo entonces podrá uno conseguir una vida realmente existencial y activa, sin muerte.

Pero uno debería pasar esa puerta muy conscientemente. Hemos estado muriendo muchas veces y siempre que alguien muere se vuelve inconsciente. Es una actitud defensiva. Temes tanto a la muerte que cuando la muerte te llega, te vuelves inconsciente. Pasas por la puerta estando la mente inconsciente. Entonces naces otra vez y la misma estupidez empieza de nuevo, y otra vez deja de preocuparte la muerte.

El que se interesa más por la muerte que por la vida empieza a atravesar la puerta conscientemente. Eso es lo que quiere decir meditación:atravesar la puerta de la muerte conscientemente. Morir conscientemente es meditación. Pero a la muerte no hay que esperarla. No es necesario, porque siempre está ahí. Se trata de algo, una puerta, que existe dentro de uno; no sucederá en el futuro, no es algo exterior que hayas de alcanzar.

Desde el instante en que aceptas el hecho de morir y empiezas a sentirlo, a vivirlo, a ser consciente de ello, empiezas a abando-narte a través de esa puerta interior. La puerta se abre y a través de la puerta de la muerte empiezas a vislumbrar una vida eterna. Sólo a través de la muerte puede uno vislumbrar la vida eterna, no hay otra puerta. Todo este proceso que es conocido como meditación es simplemente una muerte voluntaria, un dejarse caer hacia el interior, profundamente, hundirse uno en sí mismo, alejarse de la superficie y precipitarse a las profundidades. Naturalmente que las profundidades son oscuras. En el momento en que abandonas la superficie empiezas a sentir que te estás muriendo, porque te has identificado con la superficie de la vida. No es que las olas superficiales sean solamente olas superficiales; te has identifi-cado con ellas; tú eres la superficie. De modo que cuando dejas la superficie, no es solamente que dejes la superficie; te dejas a ti mismo, dejas tu identidad, el pasado, la mente, la memoria. Todo lo que tú eras, has de dejarlo. Por eso la meditación se asemeja a una muerte. Te estás muriendo y solamente si estás dispuesto a morir voluntariamente, a trascenderte a ti mismo, a dejar tu “yo” y trascender la superficie, llegarás a la Realidad, que es eterna.

Así pues, cuando uno está dispuesto a morir, esta misma disposición se convierte en la trascendencia, esta misma disposición es la religiosidad. Cuando decimos que alguien es mundano, nos referimos a que está más interesado en la vida que en la muerte, o más bien, que todo su interés reside en la vida ignorando a la muerte por completo. El hombre mundano es aquél para el cual la muerte llega al final de sus días. Y cuando ésta llega, le halla inconsciente.

El hombre religioso es el que muere a cada instante. Para él la muerte no es el final, sino que es el proceso mismo de la vida. Un hombre religioso es aquél que se preocupa más por la muerte que por la vida porque siente que todo aquello que es conocido como “vida” será arrebatado por la muerte. Está siéndote arrebatado, a cada instante lo estás perdiendo. La vida es simplemente como la arena de un reloj de arena; a cada instante la arena se va escu-rriendo. Y no puedes hacer nada por impedirlo. El proceso es natural. No puedes hacer nada; es irreversible.

El tiempo no puede ser detenido, no puede ser invertido, no puede ser retenido. Es unidimensional. No hay retroceso posible. Yen última instancia, el mismo proceso del tiempo es muerte, porque estás perdiendo ese tiempo, te estás muriendo. Un día toda la arena se habrá escurrido y te encontrarás vacío; simplemente serás una concha vacía sin tiempo disponible. Entonces mueres.

Preocúpate más de la muerte y del tiempo. Está aquí ahora mismo, junto a la esquina; presente a cada momento. Una vez empiezas a buscarlo, te vuelves consciente de él. Está aquí, tan sólo estabas pasándolo por alto. Ni tan sólo pasándolo por alto; te estabas escapando de él. Entra pues en la muerte, salta hacia ella. Esta es la dificultad de la meditación, está es su austeridad: uno ha de saltar dentro de la muerte.

Seguir amando a la vida es algo profundamente enraizado, y estar dispuesto a morir parece, en cierto modo, no natural. Desde luego que la muerte es la cosa más natural, pero parece innatural estar dispuesto a morir.

Así es como la lógica, la dialéctica de la vida, trabaja: si estás dispuesto a morir, está misma disponibilidad te hace no morir. Pero si no estás dispuesto a morir, esta misma indisponibilidad, este excesivo apego y deseo por vivir, te convierte en un ser moribundo.

Cuando nos aferramos a algo, obtenemos su opuesto. Esta es la profunda dialéctica de la Existencia. Lo esperado nunca llega. Lo deseado, nunca es alcanzado. El deseo nunca es satisfecho. Cuanto más deseas, más lejos te vas. En cualquier dimensión, da lo mismo; la ley es la misma. Si pides demasido de algo, simplemente con pedirlo, lo pierdes.

Si alguien pide amor, no tendrá amor, porque el pedir mismo hace de él alguien repugnante, poco digno de amor. El mismo acto de pedir se convierte en la barrera. Nadie podrá amarte si estás pidiendo que te amen. Nadie podrá amarte. Solamente podrás ser amado cuando no lo pidas. El acto mismo de no pedirlo te vuelve bello, te relaja.

Es como cuando cierras el puño y el aire que contenía la mano abierta se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire, pero cuando cierras el puño, con el mismo cerrar, dejas escapar el aire. Puede que pienses que cuando cierras el puño tienes en tu poder el aire, pero en el instante en que tratas de poseerlo, se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire y tú eres el amo. Con el puño cerrado, tú eres el que pierde; lo has perdido todo. No hay aire en tu mano.

Y cuanto más cierras el puño, menos aire puede contener. Pero así es como trabaja la mente, éste es el absurdo de la mente: si sientes que no tienes aire, cierras aún más el puño. La lógica dice, “Es mejor que lo cierres. Has perdido ya todo el aire. Lo has perdido porque no lo tenías bien cerrado. No cerraste el puño como debías. Fue un fallo tuyo en cierta manera. Has cerrado mal el puño; por eso el aire se escapó. De modo que ciérralo más, ciérralo más, y con el acto mismo de cerrarlo, lo estás dejando escapar. Pero así es como ocurre.

Si amo a alguien, me vuelvo posesivo. Empiezo a cerrarme. Cuanto más me cierro, más amor se pierde. La mente dice, “Ciérrate aún más” y trata de hacerlo, pero de alguna forma sigue habiendo un escape. Por eso se pierde el amor. Cuanto más me cierro, más lo pierdo. Solamente con una mano abierta se puede poseer el amor; solamente con una mano abierta, sólo con una mente abierta, puede convertirse el amor en un florecimiento. Y así sucede con todo.

Si amas la vida en exceso, te cierras, te conviertes en un cadáver aun estando vivo. De modo que una persona que está llena de apego por la vida, es un cadáver, está ya muerto, es sólo un cuerpo sin vida. Cuanto más siente que es un cadáver, más anhela estar vivo, pero desconoce esa dialéctica. El deseo mismo es venenoso. Una persona que no anhela en absoluto la vida, una persona como Buda—sin deseo por la vida—vive apasionada-mente. Florece en una vitalidad perfecta, total.

El día en que Buda se moría, alguien le dijo, “Te estás muriendo. Te echaremos mucho de menos, durante años y años, durante vidas y vidas”.

Buda le dijo, “Pero hace ya tiempo que morí. Durante cuarenta años no he sido consciente de que estuviera vivo. El día que alcancé el Conocimiento, la Iluminación, morí”.

¡Y estaba tan vivo! Y solamente estuvo vivo tras su “muerte”. El día en que alcanzó la Iluminación interior murió para lo exterior, pero entonces alcanzó la auténtica vida. Entonces se encontró verdaderámente relajado y espontáneo. Entonces dejó de tener miedo; miedo a la muerte.

El miedo a la muerte es el único miedo. Puede tomar cualquier forma, pero ese es el miedo básico. Una vez que estás preparado, una vez que has muerto, deja de haber miedo. Y solamente en una existencia sin miedo puede llegar la vida a su florecimiento total.

Aun entonces la muerte llega. Buda muere. Pero la muerte sólo nos sucede a nosotros, no a él, porque aquél que ha pasado por la puerta de la muerte tiene una continuidad eterna, una continuidad atemporal.

Así pues, no te preocupes en absoluto por la vida; ni incluso por la tuya. Y cuando dejes de interesarte por la vida, entonces ni siquiera serás capaz de desear la muerte, porque desear es vida. Si te interesas por la muerte y la anhelas, estás de nuevo deseando la vida, porque en realidad no puedes desear la muerte. Desear la muerte es imposible: ¿Cómo puede alguien desear la muerte? El desear en sí, significa vida.

De manera que cuando digo “No estés demasiado interesado en la vida”, no quiero decir, “Interésate por la muerte”. Cuando digo, “No has de estar interesado en la vida”, entonces te vuelves consciente de un hecho… de la muerte. Pero no puedes desearla; en realidad, no es un deseo.

Cuando hablo de un puño abierto deberías entender que tienes que tener el puño cerrado, pero no has de abrirlo. Abrirlo no entraña esfuerzo alguno. Con no cerrarlo, se abre. Abrirlo no es un esfuerzo, no es algo positivo que hayas de hacer. De hecho, esforzarse por abrirlo es lo mismo que cerrarlo, pero a la inversa. Probablemente parecerá que lo abres, pero simplemente es la inversa de cerrarlo.

Abrir el puño de verdad, es dejar de cerrarlo, simplemente no cerrarlo. Es un fenómeno negativo. Si no cierras tu puño, entonces está abierto. Ahora, aunque esté cerrado, está abierto. El mantenerlo cerrado interiormente ha desaparecido, de forma que aunque ahora esté cerrado —medio cerrado o lo que sea—, está abierto, porque ha dejado de estar cerrado en tu interior.

De igual modo, una vida sin deseos no equivale a desear lo opuesto. El no-desear no es lo opuesto del desear. Si fuera lo opuesto, entonces tendrías que empezar a desear de nuevo. Más bien, no-desear es la ausencia de todo deseo.

Debes percibir la diferencia. Cuando digo “no-desear”, literal-mente se convierte en lo opuesto. Pero no-desear no es lo opuesto de desear. Es simplemente la ausencia de deseos, no su opuesto. Si lo conviertes en su opuesto, empiezas de nuevo a desear; deseas el no-desear. Y cuando esto ocurre, estás otra vez en el mismo círculo.

Pero esto es lo que sucede. Una persona que se ha sentido frustrada en la vida, empieza a desear la muerte. Esto se convierte de nuevo en un deseo. No está deseando la muerte; está deseando otra cosa que no sea su vida. De modo que incluso una persona que esté llena de apegos por la vida puede suicidarse, pero este suicidio no es un no-desear; realmente es desear otra cosa. Esto es algo muy interesante, uno de los puntos capitales de toda búsqueda. Si te vuelves hacia lo opuesto, entonces, de nuevo, estás en la rueda; otra vez en el círculo vicioso. Y nunca saldrás de él. Pero esto sucede.

Una persona renuncia a la vida, se va al bosque, o busca lo Divino, o va en busca de la Liberación o de lo que sea. Pero, de nuevo, el deseo está ahí. Simplemente ha cambiado de objeto de deseo, no el desear mismo. Ahora el objeto de deseo no es la riqueza; ahora es Dios. El objeto no es este mundo, es el otro mundo. Pero el objeto permanece, el deseo es el mismo, la sed es la misma, y la tensión y la angustia serán las mismas. Todo el proceso será simplemente repetido una y otra vez con un nuevo objeto. Puedes continuar cambiando los objetos de tu deseo durante vidas y vidas, pero continuarás siendo el mismo porque el desear seguirá igual.

Por esto, cuando digo “no-desear”, quiero decir ausencia de deseo; no la futilidad del objeto, sino la futilidad del desear mismo. No es darse cuenta de que este mundo carece de sentido, porque entonces desearás el otro mundo. No es que esta vida sea ahora inútil, de modo que has de desear la muerte, la aniquilación, la extinción, el Nirvana. No; me refiero a la futilidad del desear. El desear mismo desaparece. Ningún objeto es reemplazado, sustituido; el deseo está simplemente ausente. Y esta ausencia, esta misma ausencia, se convierte en la vida eterna.

Pero esto surge; no es debido a tu deseo. Es un producto espontáneo del no-desear; no es una consecuencia. Sucede, pero no puedes convertir esto en tu deseo. Si lo haces, yerrarás.

Cuando la mano está abierta, cuando el puño está abierto, todo el aire está disponible y tú eres su amo. Pero si quieres abrir tu puño para ser el amo del aire, no podrás abrirlo porque el esfuerzo mismo, en un sentido interno, equivaldrá a cerrarlo. Ser el amo del aire no es realmente el resultado de tu esfuerzo, sino más bien, una consecuencia natural del no haber esfuerzo.

Si trato simplemente de no poseerte para que el amor pueda florecer, este “tratar de no poseer” se convertirá en un esfuerzo. Y con esfuerzo solamente se puede poseer; incluso si es un esfuerzo para no poseer, se convertirá en una posesión. Estaré constantemente consciente de que no te poseo. Esencialmente estoy diciendo, “Amame, porque no trato de poseerte”. Entonces me pregunto porqué el amor no llega.

Alguien estuvo aquí. Había estado tratando por todos los medios de meditar durante al menos diez años, pero no había llegado a ninguna parte. Le dije, “Ya te has esforzado lo suficiente de forma sincera, seria. Ahora no hagas ningún esfuerzo. Simplemente siéntate, sin ningún esfuerzo”.

Entonces él me preguntó, “¿Puedo llegar a meditar con este método, sin esforzarme?”

Le dije, “Si aún deseas resultados, entonces seguirá habiendo, en todo momento, un sutil esfuerzo. No estarás simplemente sentado, no podrás estar simplemente sentado si existe algún deseo. El deseo será un sutil movimiento en ti, y el movimiento continuará. Podrás estar sentado como una piedra o como un Buda, pero todavía, en tu interior, la piedra se estará moviendo. El deseo es movimiento”.

No puedes permanecer simplemente sentado si existe un deseo. Puede que parezca, que todo el mundo diga, que estás simplemente sentado, pero no podrás estár simplemente sentado. Solamente puedes sentarte cuando el desear está ausente. “Simplemente sentarse”, no es un nuevo deseo; es sólo una ausencia. Todo desear ha desaparecido.

No te sientes frustrado con la vida debido a los objetos. La gente religiosa sigue diciendo a los demás que las mujeres no son nada, que el mundo no es nada, que el sexo no es nada, que el poder no es nada. Pero todo eso son objetos. Están diciendo aún que en esos objetos no hay nada; no están diciendo que no hay nada en el mismo desear.

Cambias de objetos y entonces puedes crear nuevos objetos de deseo. Incluso la vida eterna puede convertirse en un objetivo; de nuevo se establece el círculo: el hecho de desear. Lo has deseado todo, has deseado demasiado.

Si puedes sentir este hecho de desear, que él desear es fútil, que no tiene sentido, entonces no crearás otros objetos de deseo. Entonces el desear desaparece. Te vuelves consciente de él y desa-parece. Entonces hay una ausencia, y esta ausencia es el silencio porque no existe un desear.

Con el deseo no puedes estar en silencio; el deseo es el auténtico ruido. Incluso aunque no tengas pensamientos—si tienes una mente controlada y puedes dejar de pensar—, un deseo más profundo continuará, porque estás dejando de pensar para lograr algo. Seguirá existiendo un sutil ruido. En algún lugar de tu interior alguien está observando y preguntando si lo que deseas ha sido o no alcanzado. “Los pensamientos se han detenido. ¿Dónde está la divina Realización, donde está Dios, donde está la Iluminación?” Pero si te vuelves consciente de esto, el mismo desear se convertirá en algo fútil.

Todo el truco de la mente consiste en que siempre te vuelves consciente de que algún objeto se ha convertido en algo fútil. Entonces cambias el objeto, y al cambiar el objeto del deseo continúas controlando tu consciencia. Siempre sucede que cuando esta casa no es suficiente, entonces otra casa te atrae; cuando este hombre deja de atraerte, entonces otro hombre te atrae. Esto continúa, y en el instante en que te vuelves consciente de la futilidad de lo que estás deseando, la mente se vuelca en otros objetos. Cuando esto sucede, pierdes esa distancia. Cuando algo se vuelve fútil, inútil, cuando déja de atraerte, permanece distante… Sé consciente de si es el objeto el que se ha vuelto fútil o de si es el desear el que se ha vuelto fútil.

Y si puedes entender la futilidad del desear, de repente, algo desaparece en tu interior. De repente eres transformado a un nuevo nivel de consciencia. Esto es un vacío, una ausencia, algo negativo; ningún nuevo círculo comienza.

En este momento, estás fuera de la rueda del samsara, del mundo. Pero no puedes hacer del estar fuera de la rueda, un objeto de tu deseo. ¿Percibes la diferencia? No puedes hacer del no-desear un objetivo.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 10

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Osho:

La muerte es más importante que la vida. La vida representa lo trivial, lo superficial. La muerte, lo más profundo. Por medio de ella uno crece hacia la vida auténtica… mientras que mediante la vida solamente llegas a la muerte, y nada más.

Sea lo que sea lo que digamos o signifiquemos con “vida”, “vida” es solamente un viaje hacia la muerte. Si entiendes la vida como un mero tránsito sin más significado, entonces estás menos interesado en la vida y más en la muerte. Y cuando uno se interesa más por la muerte, es entonces cuando puede ahondar en la vida hasta sus más íntimas profundidades. De otro modo, sólo permanecerá en la superficie.

Pero no estamos interesados en absoluto en la muerte, sino que, más bien, escapamos de los hechos, huimos constantemente de los hechos. La muerte está ahí, y a cada instante estamos muriendo. La muerte no es algo lejano, está aquí y ahora; estamos muriéndonos. Pero mientras morimos sigue nuestro interés por la vida. Este interés por la vida, este exceso de preocupación por la vida, es simplemente un escape; sólo miedo. La muerte está ahí, crece dentro de nosotros, incesantemente.

Alteremos los términos, volvamos nuestra atención a nuestro alrededor. Si nos interesamos en la muerte, la vida empieza entonces a tomar un nuevo significado por primera vez, porque cuando te sientes en paz con la muerte has ganado una vida que no puede morir. Cuando has conocido la muerte, has conocido esa vida que es eterna.

La muerte es la puerta de la vida superficial, la mal llamada vida, la vida trivial. Hay una puerta. Al traspasarla se alcanza otra vida más profunda, eterna, sin muerte. Así, desde esta mal llamada vida, que no es otra cosa que morir, uno debe traspasar la puerta de la muerte. Sólo entonces podrá uno conseguir una vida realmente existencial y activa, sin muerte.

Pero uno debería pasar esa puerta muy conscientemente. Hemos estado muriendo muchas veces y siempre que alguien muere se vuelve inconsciente. Es una actitud defensiva. Temes tanto a la muerte que cuando la muerte te llega, te vuelves inconsciente. Pasas por la puerta estando la mente inconsciente. Entonces naces otra vez y la misma estupidez empieza de nuevo, y otra vez deja de preocuparte la muerte.

El que se interesa más por la muerte que por la vida empieza a atravesar la puerta conscientemente. Eso es lo que quiere decir meditación:atravesar la puerta de la muerte conscientemente. Morir conscientemente es meditación. Pero a la muerte no hay que esperarla. No es necesario, porque siempre está ahí. Se trata de algo, una puerta, que existe dentro de uno; no sucederá en el futuro, no es algo exterior que hayas de alcanzar.

Desde el instante en que aceptas el hecho de morir y empiezas a sentirlo, a vivirlo, a ser consciente de ello, empiezas a abando-narte a través de esa puerta interior. La puerta se abre y a través de la puerta de la muerte empiezas a vislumbrar una vida eterna. Sólo a través de la muerte puede uno vislumbrar la vida eterna, no hay otra puerta. Todo este proceso que es conocido como meditación es simplemente una muerte voluntaria, un dejarse caer hacia el interior, profundamente, hundirse uno en sí mismo, alejarse de la superficie y precipitarse a las profundidades. Naturalmente que las profundidades son oscuras. En el momento en que abandonas la superficie empiezas a sentir que te estás muriendo, porque te has identificado con la superficie de la vida. No es que las olas superficiales sean solamente olas superficiales; te has identifi-cado con ellas; tú eres la superficie. De modo que cuando dejas la superficie, no es solamente que dejes la superficie; te dejas a ti mismo, dejas tu identidad, el pasado, la mente, la memoria. Todo lo que tú eras, has de dejarlo. Por eso la meditación se asemeja a una muerte. Te estás muriendo y solamente si estás dispuesto a morir voluntariamente, a trascenderte a ti mismo, a dejar tu “yo” y trascender la superficie, llegarás a la Realidad, que es eterna.

Así pues, cuando uno está dispuesto a morir, esta misma disposición se convierte en la trascendencia, esta misma disposición es la religiosidad. Cuando decimos que alguien es mundano, nos referimos a que está más interesado en la vida que en la muerte, o más bien, que todo su interés reside en la vida ignorando a la muerte por completo. El hombre mundano es aquél para el cual la muerte llega al final de sus días. Y cuando ésta llega, le halla inconsciente.

El hombre religioso es el que muere a cada instante. Para él la muerte no es el final, sino que es el proceso mismo de la vida. Un hombre religioso es aquél que se preocupa más por la muerte que por la vida porque siente que todo aquello que es conocido como “vida” será arrebatado por la muerte. Está siéndote arrebatado, a cada instante lo estás perdiendo. La vida es simplemente como la arena de un reloj de arena; a cada instante la arena se va escu-rriendo. Y no puedes hacer nada por impedirlo. El proceso es natural. No puedes hacer nada; es irreversible.

El tiempo no puede ser detenido, no puede ser invertido, no puede ser retenido. Es unidimensional. No hay retroceso posible. Yen última instancia, el mismo proceso del tiempo es muerte, porque estás perdiendo ese tiempo, te estás muriendo. Un día toda la arena se habrá escurrido y te encontrarás vacío; simplemente serás una concha vacía sin tiempo disponible. Entonces mueres.

Preocúpate más de la muerte y del tiempo. Está aquí ahora mismo, junto a la esquina; presente a cada momento. Una vez empiezas a buscarlo, te vuelves consciente de él. Está aquí, tan sólo estabas pasándolo por alto. Ni tan sólo pasándolo por alto; te estabas escapando de él. Entra pues en la muerte, salta hacia ella. Esta es la dificultad de la meditación, está es su austeridad: uno ha de saltar dentro de la muerte.

Seguir amando a la vida es algo profundamente enraizado, y estar dispuesto a morir parece, en cierto modo, no natural. Desde luego que la muerte es la cosa más natural, pero parece innatural estar dispuesto a morir.

Así es como la lógica, la dialéctica de la vida, trabaja: si estás dispuesto a morir, está misma disponibilidad te hace no morir. Pero si no estás dispuesto a morir, esta misma indisponibilidad, este excesivo apego y deseo por vivir, te convierte en un ser moribundo.

Cuando nos aferramos a algo, obtenemos su opuesto. Esta es la profunda dialéctica de la Existencia. Lo esperado nunca llega. Lo deseado, nunca es alcanzado. El deseo nunca es satisfecho. Cuanto más deseas, más lejos te vas. En cualquier dimensión, da lo mismo; la ley es la misma. Si pides demasido de algo, simplemente con pedirlo, lo pierdes.

Si alguien pide amor, no tendrá amor, porque el pedir mismo hace de él alguien repugnante, poco digno de amor. El mismo acto de pedir se convierte en la barrera. Nadie podrá amarte si estás pidiendo que te amen. Nadie podrá amarte. Solamente podrás ser amado cuando no lo pidas. El acto mismo de no pedirlo te vuelve bello, te relaja.

Es como cuando cierras el puño y el aire que contenía la mano abierta se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire, pero cuando cierras el puño, con el mismo cerrar, dejas escapar el aire. Puede que pienses que cuando cierras el puño tienes en tu poder el aire, pero en el instante en que tratas de poseerlo, se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire y tú eres el amo. Con el puño cerrado, tú eres el que pierde; lo has perdido todo. No hay aire en tu mano.

Y cuanto más cierras el puño, menos aire puede contener. Pero así es como trabaja la mente, éste es el absurdo de la mente: si sientes que no tienes aire, cierras aún más el puño. La lógica dice, “Es mejor que lo cierres. Has perdido ya todo el aire. Lo has perdido porque no lo tenías bien cerrado. No cerraste el puño como debías. Fue un fallo tuyo en cierta manera. Has cerrado mal el puño; por eso el aire se escapó. De modo que ciérralo más, ciérralo más, y con el acto mismo de cerrarlo, lo estás dejando escapar. Pero así es como ocurre.

Si amo a alguien, me vuelvo posesivo. Empiezo a cerrarme. Cuanto más me cierro, más amor se pierde. La mente dice, “Ciérrate aún más” y trata de hacerlo, pero de alguna forma sigue habiendo un escape. Por eso se pierde el amor. Cuanto más me cierro, más lo pierdo. Solamente con una mano abierta se puede poseer el amor; solamente con una mano abierta, sólo con una mente abierta, puede convertirse el amor en un florecimiento. Y así sucede con todo.

Si amas la vida en exceso, te cierras, te conviertes en un cadáver aun estando vivo. De modo que una persona que está llena de apego por la vida, es un cadáver, está ya muerto, es sólo un cuerpo sin vida. Cuanto más siente que es un cadáver, más anhela estar vivo, pero desconoce esa dialéctica. El deseo mismo es venenoso. Una persona que no anhela en absoluto la vida, una persona como Buda—sin deseo por la vida—vive apasionada-mente. Florece en una vitalidad perfecta, total.

El día en que Buda se moría, alguien le dijo, “Te estás muriendo. Te echaremos mucho de menos, durante años y años, durante vidas y vidas”.

Buda le dijo, “Pero hace ya tiempo que morí. Durante cuarenta años no he sido consciente de que estuviera vivo. El día que alcancé el Conocimiento, la Iluminación, morí”.

¡Y estaba tan vivo! Y solamente estuvo vivo tras su “muerte”. El día en que alcanzó la Iluminación interior murió para lo exterior, pero entonces alcanzó la auténtica vida. Entonces se encontró verdaderámente relajado y espontáneo. Entonces dejó de tener miedo; miedo a la muerte.

El miedo a la muerte es el único miedo. Puede tomar cualquier forma, pero ese es el miedo básico. Una vez que estás preparado, una vez que has muerto, deja de haber miedo. Y solamente en una existencia sin miedo puede llegar la vida a su florecimiento total.

Aun entonces la muerte llega. Buda muere. Pero la muerte sólo nos sucede a nosotros, no a él, porque aquél que ha pasado por la puerta de la muerte tiene una continuidad eterna, una continuidad atemporal.

Así pues, no te preocupes en absoluto por la vida; ni incluso por la tuya. Y cuando dejes de interesarte por la vida, entonces ni siquiera serás capaz de desear la muerte, porque desear es vida. Si te interesas por la muerte y la anhelas, estás de nuevo deseando la vida, porque en realidad no puedes desear la muerte. Desear la muerte es imposible: ¿Cómo puede alguien desear la muerte? El desear en sí, significa vida.

De manera que cuando digo “No estés demasiado interesado en la vida”, no quiero decir, “Interésate por la muerte”. Cuando digo, “No has de estar interesado en la vida”, entonces te vuelves consciente de un hecho… de la muerte. Pero no puedes desearla; en realidad, no es un deseo.

Cuando hablo de un puño abierto deberías entender que tienes que tener el puño cerrado, pero no has de abrirlo. Abrirlo no entraña esfuerzo alguno. Con no cerrarlo, se abre. Abrirlo no es un esfuerzo, no es algo positivo que hayas de hacer. De hecho, esforzarse por abrirlo es lo mismo que cerrarlo, pero a la inversa. Probablemente parecerá que lo abres, pero simplemente es la inversa de cerrarlo.

Abrir el puño de verdad, es dejar de cerrarlo, simplemente no cerrarlo. Es un fenómeno negativo. Si no cierras tu puño, entonces está abierto. Ahora, aunque esté cerrado, está abierto. El mantenerlo cerrado interiormente ha desaparecido, de forma que aunque ahora esté cerrado —medio cerrado o lo que sea—, está abierto, porque ha dejado de estar cerrado en tu interior.

De igual modo, una vida sin deseos no equivale a desear lo opuesto. El no-desear no es lo opuesto del desear. Si fuera lo opuesto, entonces tendrías que empezar a desear de nuevo. Más bien, no-desear es la ausencia de todo deseo.

Debes percibir la diferencia. Cuando digo “no-desear”, literal-mente se convierte en lo opuesto. Pero no-desear no es lo opuesto de desear. Es simplemente la ausencia de deseos, no su opuesto. Si lo conviertes en su opuesto, empiezas de nuevo a desear; deseas el no-desear. Y cuando esto ocurre, estás otra vez en el mismo círculo.

Pero esto es lo que sucede. Una persona que se ha sentido frustrada en la vida, empieza a desear la muerte. Esto se convierte de nuevo en un deseo. No está deseando la muerte; está deseando otra cosa que no sea su vida. De modo que incluso una persona que esté llena de apegos por la vida puede suicidarse, pero este suicidio no es un no-desear; realmente es desear otra cosa. Esto es algo muy interesante, uno de los puntos capitales de toda búsqueda. Si te vuelves hacia lo opuesto, entonces, de nuevo, estás en la rueda; otra vez en el círculo vicioso. Y nunca saldrás de él. Pero esto sucede.

Una persona renuncia a la vida, se va al bosque, o busca lo Divino, o va en busca de la Liberación o de lo que sea. Pero, de nuevo, el deseo está ahí. Simplemente ha cambiado de objeto de deseo, no el desear mismo. Ahora el objeto de deseo no es la riqueza; ahora es Dios. El objeto no es este mundo, es el otro mundo. Pero el objeto permanece, el deseo es el mismo, la sed es la misma, y la tensión y la angustia serán las mismas. Todo el proceso será simplemente repetido una y otra vez con un nuevo objeto. Puedes continuar cambiando los objetos de tu deseo durante vidas y vidas, pero continuarás siendo el mismo porque el desear seguirá igual.

Por esto, cuando digo “no-desear”, quiero decir ausencia de deseo; no la futilidad del objeto, sino la futilidad del desear mismo. No es darse cuenta de que este mundo carece de sentido, porque entonces desearás el otro mundo. No es que esta vida sea ahora inútil, de modo que has de desear la muerte, la aniquilación, la extinción, el Nirvana. No; me refiero a la futilidad del desear. El desear mismo desaparece. Ningún objeto es reemplazado, sustituido; el deseo está simplemente ausente. Y esta ausencia, esta misma ausencia, se convierte en la vida eterna.

Pero esto surge; no es debido a tu deseo. Es un producto espontáneo del no-desear; no es una consecuencia. Sucede, pero no puedes convertir esto en tu deseo. Si lo haces, yerrarás.

Cuando la mano está abierta, cuando el puño está abierto, todo el aire está disponible y tú eres su amo. Pero si quieres abrir tu puño para ser el amo del aire, no podrás abrirlo porque el esfuerzo mismo, en un sentido interno, equivaldrá a cerrarlo. Ser el amo del aire no es realmente el resultado de tu esfuerzo, sino más bien, una consecuencia natural del no haber esfuerzo.

Si trato simplemente de no poseerte para que el amor pueda florecer, este “tratar de no poseer” se convertirá en un esfuerzo. Y con esfuerzo solamente se puede poseer; incluso si es un esfuerzo para no poseer, se convertirá en una posesión. Estaré constantemente consciente de que no te poseo. Esencialmente estoy diciendo, “Amame, porque no trato de poseerte”. Entonces me pregunto porqué el amor no llega.

Alguien estuvo aquí. Había estado tratando por todos los medios de meditar durante al menos diez años, pero no había llegado a ninguna parte. Le dije, “Ya te has esforzado lo suficiente de forma sincera, seria. Ahora no hagas ningún esfuerzo. Simplemente siéntate, sin ningún esfuerzo”.

Entonces él me preguntó, “¿Puedo llegar a meditar con este método, sin esforzarme?”

Le dije, “Si aún deseas resultados, entonces seguirá habiendo, en todo momento, un sutil esfuerzo. No estarás simplemente sentado, no podrás estar simplemente sentado si existe algún deseo. El deseo será un sutil movimiento en ti, y el movimiento continuará. Podrás estar sentado como una piedra o como un Buda, pero todavía, en tu interior, la piedra se estará moviendo. El deseo es movimiento”.

No puedes permanecer simplemente sentado si existe un deseo. Puede que parezca, que todo el mundo diga, que estás simplemente sentado, pero no podrás estár simplemente sentado. Solamente puedes sentarte cuando el desear está ausente. “Simplemente sentarse”, no es un nuevo deseo; es sólo una ausencia. Todo desear ha desaparecido.

No te sientes frustrado con la vida debido a los objetos. La gente religiosa sigue diciendo a los demás que las mujeres no son nada, que el mundo no es nada, que el sexo no es nada, que el poder no es nada. Pero todo eso son objetos. Están diciendo aún que en esos objetos no hay nada; no están diciendo que no hay nada en el mismo desear.

Cambias de objetos y entonces puedes crear nuevos objetos de deseo. Incluso la vida eterna puede convertirse en un objetivo; de nuevo se establece el círculo: el hecho de desear. Lo has deseado todo, has deseado demasiado.

Si puedes sentir este hecho de desear, que él desear es fútil, que no tiene sentido, entonces no crearás otros objetos de deseo. Entonces el desear desaparece. Te vuelves consciente de él y desa-parece. Entonces hay una ausencia, y esta ausencia es el silencio porque no existe un desear.

Con el deseo no puedes estar en silencio; el deseo es el auténtico ruido. Incluso aunque no tengas pensamientos—si tienes una mente controlada y puedes dejar de pensar—, un deseo más profundo continuará, porque estás dejando de pensar para lograr algo. Seguirá existiendo un sutil ruido. En algún lugar de tu interior alguien está observando y preguntando si lo que deseas ha sido o no alcanzado. “Los pensamientos se han detenido. ¿Dónde está la divina Realización, donde está Dios, donde está la Iluminación?” Pero si te vuelves consciente de esto, el mismo desear se convertirá en algo fútil.

Todo el truco de la mente consiste en que siempre te vuelves consciente de que algún objeto se ha convertido en algo fútil. Entonces cambias el objeto, y al cambiar el objeto del deseo continúas controlando tu consciencia. Siempre sucede que cuando esta casa no es suficiente, entonces otra casa te atrae; cuando este hombre deja de atraerte, entonces otro hombre te atrae. Esto continúa, y en el instante en que te vuelves consciente de la futilidad de lo que estás deseando, la mente se vuelca en otros objetos. Cuando esto sucede, pierdes esa distancia. Cuando algo se vuelve fútil, inútil, cuando déja de atraerte, permanece distante… Sé consciente de si es el objeto el que se ha vuelto fútil o de si es el desear el que se ha vuelto fútil.

Y si puedes entender la futilidad del desear, de repente, algo desaparece en tu interior. De repente eres transformado a un nuevo nivel de consciencia. Esto es un vacío, una ausencia, algo negativo; ningún nuevo círculo comienza.

En este momento, estás fuera de la rueda del samsara, del mundo. Pero no puedes hacer del estar fuera de la rueda, un objeto de tu deseo. ¿Percibes la diferencia? No puedes hacer del no-desear un objetivo.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 10

me ayudara la meditacion a ser mas feliz??

¿Me ayudará la meditación a ser feliz?

    Osho:
    Mucha gente acude a mí y me confesa que es infeliz y desean que les indicque alguna meditación para ellos. En primer lugar, lo que es más importante es descubrir por qué uno es infeliz. Y si no acabas con esas causas de tu infelicidad , puedo darte una meditación, pero eso no te ayudará porque la causa fundamental seguirán ahí.
    El hombre podría haber sido un buen, hermoso bailarín , y ahora está sentado en una oficina, apilando archivos. No hay ninguna posibilidad para la danza. El hombre podría haber disfrutado bailando bajo las estrellas, pero simplemente sigue aumentando la cuenta bancaria. Y él dice que es infeliz: “Dame alguna meditación.” ¡Yo puedo dársela! –¿pero qué es lo que esa meditación va a hacer? ¿qué se supone que hará? Él seguirá siendo el mismo hombre: acumulando más dinero, compitiendo en el mercado. La meditación puede ayudar de esta manera: puede relajarle un poco más, aun para hacer mejor estas cosas sin sentido.

    Eso es lo que MT está haciendo a muchas personas en el Occidente –y ésa es lel atractivo de la meditación transcendental, porque Maharishi Mahesh Yogui sigue diciendo, “Te hará más eficaz en tu trabajo, te hará más exitoso. Si eres un vendedor, serás un vendedor mejor. Te hará eficaz.” Y los americanos están casi locos por la eficacia. Tú puedes perder todo sólo por ser eficaz. De ahí su atractivo.

    Sí, puede ayudarte. Puede relajarte un poco –es un tranquiizante. Constantemente repitiendo un mantra, repitiendo una cierta palabra continuamente, cambia la química de tu cerebro. ¡Es un tranquiizante! un legítimo tranquiizante. Ayuda a que disminuya tu stress, así por la mañana, en el mercado puedes ser más eficaz, más capaz para competir –pero no te cambia. No te transforma.

    Puedes repetir un mantra, puedes hacer una cierta meditación; puede ayudarte una pequeña migaja aquí y allá — pero puede ayudar a que sólo sigas siendo tú mismo como eres.

    Por eso, mi llamada sólo es para aquéllos que realmente son atrevidos, osados -diablos que están listos para cambiar su modelo de vida, que están listos a arriesgar todo –porque, de hecho, no tienes nada que arriesgar : sólo tu infelicidad, tu miseria. Pero las personas incluso se aferran a eso.

    Yo he oído:
    En cierto campo de entrenamiento remoto , un batallón de novatos había vuelto a su base después de marchar todo un día bajo el sol calcinante.
    “¡Qué vida!” dijo un soldado nuevo. “A kilómetros de distancia de cualquier  parte, un sargento que piensa él es Atila el Huno, ninguna mujer, ninguna borrachera, ninguna licencia –y además mis botas son dos números más pequeños.”
    “Tú no quieres aguantar eso, colega” dijo su vecino. “¿Por qué no te pones otros?”
    “No sería apropiado.” respondió. “¡Quitármelas es el único placer que tengo!”

    ¿Qué te queda por arriesgar? Simplemente la miseria. El único placer que tienes es hablar sobre eso. Mira a las personas que hablan sobre su miseria: ¡Mira que felices se vuelven! Ellas pagan por ello: ¡Van a psicoanalistas a hablar sobre su miseria– pagan por ello! Alguien los escucha atentamente; están muy contentos.

    Las personas siguen hablando una y otra vez  sobre su miseria. Incluso exageran, la decoran, la hacen parecer más grande. La hacen parecer más grande que el tamaño de la vida.¿Por qué?

    Nada tienes para arriesgar. Pero las personas se aferran a lo conocido, a lo familiar. La miseria es todo lo que  han conocido –ésa es su vida. Nada para perder, pero tan asustados de perderlo.

    Conmigo,la felicidad es lo primero, la alegría es lo primero. Una actitud de celebración es lo primero. Una filosofía que afirma la vida es lo primero.

    ¡Disfruta! Si no puedes disfrutar con tu trabajo, cambia. ¡No esperes! porque todo el tiempo que estás esperando, estás esperando por Godot. Godot nunca va a venir. Uno simplemente espera –y así desperdicia su  vida.

    ¿Para qué, por qué estás esperando ? Si ves el punto, que eres un miserable siguiendo un cierto modelo de vida, entonces todas las viejas tradiciones dicen: tú estás equivocado. A mí me gustaría decir: El modelo está equivocado. Intenta entender la diferencia de énfasis.

    ¡Tú no estás equivocado! Simplemente tu modelo, la manera en que tú has aprendido a vivir está equivocada. Las motivaciones que has aprendido y has aceptado como tuyas no son suyas — no satisfacen tu destino. Van contra ti, ellas van contra tu elemento….

    Recuérdalo: nadie más puede decidir por tí. Todos sus mandamientos, todas sus órdenes, todas sus moralidades, son simplemente para matarte. Tú tienes que decidir por tí. Tienes que tomar tu vida en tus propias manos. Por otra parte, la vida sigue golpeando a tu puerta y nunca estás allí — siempre estás en alguna otra parte.

    Si tuvieras que ser un bailarín, la vida llegará por esa puerta porque la vida piensa que actualmente debes de ser  un bailarín. Llama allí, pero tú no estás –tú eres un banquero. ¿Y cómo va a saber  la vida que te harías banquero?

    Dios viene a tí de la manera él quería que tú fueras; él sabe sólo esa dirección –pero nunca te encuentras allí, estás en alguna otra parte, escondido detrás de la máscara de otro, en el vestido de  otro, bajo el nombre de otro. ¿Cómo esperas que Dios te encuentre? Él sigue buscándote. Él sabe tu nombre, pero tú te has olvidado de ese nombre. Él sabe tú dirección, pero tú nunca viviste en esa dirección. Tú permitiste que el mundo te distrajera.

    Dios sólo puede encontrarte de una manera, sólo de una manera puede él hallarte, y ése es tu florecimiento interno: como él quería que tú fueras. A menos que encuentres tu espontaneidad, a menos que encuentres tu elemento, tú no puedes estar contento. Y si no puedes estar contento, no puedes meditar.

    ¿Por qué se originó la idea de que la meditación aporta felicidad, en las mentes de las personas? En realidad, siempre que se encontraron con una persona feliz, siempre se encontraron a una mente meditativa — asociaron ambas cosas. Siempre que encontraron el entorno bonito, meditativo que rodea a un hombre, siempre encontraron que él estaba tremendamente contento –vibrante con beatitud, radiante. Asociaron. Ellos pensaron: la felicidad llega cuando eres meditativo.

    Es justo a la inversa : la meditación llega cuando estás contento. Pero estar contento es difícil y aprender meditación es fácil. Puedes ser feliz mediante un drástico cambio en tu estilo de vida, un cambio abrupto–porque no hay tiempo para perder. Un cambio súbito — un súbito fragor de trueno — una discontinuidad.

    Eso es lo que yo quiero decir con sannyas: una discontinuidad con el pasado. Un súbito fragor de trueno, y te mueres para lo viejo y empiezas de nuevo, desde A, B, C. Naces de nuevo.Comienzas de nuevo tu vida como lo habrías hecho si no hubiese habido ningún modelo enseñado por tus padres, ni por tu sociedad, ni por el estado; como tú lo habrías hecho, como debería haber sido, si no hubiese habido nadie para distraerte. Pero estabas distraído. Tú tienes que dejar caer todos esos modelos que se han sido forzados en tí, y tienes que encontrar tu propia llama interna.

    A Sudden Clash of Thunder 

Que es el alma

¿Qué es el alma?

Pregunta:

¿Qué es eso a lo que llamas atman, alma? ¿Es esta alma la consciencia misma o es algo individual?

Osho:

En realidad, no importa cómo lo llamemos; nos equivocaremos. Toda conceptualización yerra con lo Real; cualquier conceptualización. Así pues, todo aquello que ha sido conocido como el yo, el alma, el atman, no será lo Real. No puede serlo. Todos los que lo han definido, lo han definido con una condición: están tratando de hacer algo que es absurdo. Están hablando de lo que no puede ser expresado; están definiendo lo que no puede ser definido; están construyendo una teoría sobre lo que no puede ser conocido.

Sobre esto ha habido tres actitudes.

Primera. Están los místicos, los que saben, aquellos que han permanecido totalmente en silencio sobre ello. No dan ninguna definición; dicen que una definición es algo fútil. Ha habido luego otro grupo de místicos, el grupo mayor, que dice, “Incluso un esfuerzo que es fútil puede ser de utilidad. A veces, incluso la falsa teoría conduce a la verdad, a veces incluso lo erróneo puede llegar a ser cierto, a veces incluso un paso en falso puede conducirte al verdadero final. Puede parecer falso en aquel instante, o incluso, al final, puede resultar falso, pero aún así, las falsas estratagemas pueden ayudar”.

Este segundo grupo siente que, permaneciendo en silencio, estás todavía expresando algo que no puede ser expresado. Y este segundo tipo de místico posee una característica: emplea definiciones.

Luego existe una tercera clase de místico que ni ha permanecido en silencio, ni ha establecido definiciones. Simplemente lo han negado todo para que no te obsesiones con ello.

Buda pertenece a este tercer tipo. Si le preguntas sobre si hay un alma, si hay un dios, si hay algo más allá de la vida, él simplemente lo negará. Incluso a las puertas de la muerte, cuando alguien le preguntó, “Más allá de la muerte, ¿existirás?”, él lo negó.

El dijo, “¡No! No existiré. Desapareceré de la existencia igual que se extingue una llama”. No puedes preguntar dónde se va la llama cuando se extingue; simplemente desaparece. Por eso Buda dice que nirvana significa “extinción de la llama”, no sólo Moksha, no sólo Liberación. Buda dice, “Esto es la Liberación: extinguirse completamente. Existir es estar en alguna forma, en algún lugar, ser un esclavo”. Este es el tercer tipo.

Esos tres tipos están en conflicto porque aquél que habla sentirá que aquellos que han permanecido en silencio no tienen suficiente compasión, que deberían haber dicho algo para los que no son capaces de comprender el silencio. Y aquellos que lo han definido, lo han definido de tantas maneras que todo son disputas sobre ellas; obligadamente existirán disputas.

Todas las definiciones son estratagemas. Uno puede definir en un sentido; Mahavira define en un sentido y Shankara define en otro sentido, porque todas las definiciones son igualmente falsas o verdaderas. Ese no es el punto. El cómo lo defina, depende del tipo de persona que sea. Existen muchas definiciones y esas definiciones se han convertido en muchas religiones, en muchos sistemas filosóficos. Han confundido ya la mente del hombre hasta tal punto que, realmente, a veces parece que aquellos que han permanecido en silencio tenían más compasión. Las definiciones se han convertido en conflictos. Una definición no tolera la otra pues, si no, se contradice a sí misma.

Mahavira trató de expresar que toda definición posee algo de verdad en ella, pero sólo algo. Algo sigue siendo falso en todas las definiciones. Pero fue imposible para Mahavira tener una gran cantidad de seguidores porque si no defines con claridad, entonces la confusa mente se confunde aún más. Si dices, “Todos los caminos son correctos”, entonces estás diciendo, “No hay ningún camino”, y uno que haya encontrado el camino se quedará perplejo. No podrás obtener ninguna ayuda de mí si te digo, “Todos los caminos son correctos; vayas donde vayas, vas hacia lo Divino. Ve adonde quieras. Haz lo que quieras. Todo posee algo de verdad”. Es cierto, pero no ayuda.

Si defines de una determinada forma y haces una definición absoluta, todas las otras definiciones se vuelven falsas. Debido a que Shankara ha de definir las cosas de forma exacta, él puede decir, “Buda no está en lo cierto, está equivocado”. Pero si presentas a Buda como alguien que está equivocado, eso simplemente crea confusión. ¿Cómo va a estar Buda equivocado? ¿Cómo puede un Cristo estar equivocado? ¿Es que solamente Shankara está en lo cierto? Entonces surgen los conflictos.

Incluso la tercera actitud, la actitud budista de la negación, no ha ayudado. No ha ayudado porque al negar, la búsqueda misma desaparece, y sin la búsqueda no hay necesidad de negar. Muy poca gente es capaz de comprender lo que es la auténtica extinción. El apego a la vida está tan profundamente arraigado que estamos buscando un Dios que es parte de nuestro apego por la vida; buscamos realmente más vida. Incluso si buscamos el Moksha, no buscamos la muerte total. Queremos estar ahí sea como sea.

A Buda se le planteó una y otra vez, continuamente durante cuarenta años, una sola pregunta: “Si vamos a desaparecer por completo, entonces ¿a qué viene este esfuerzo total? ¡Parece que no tenga sentido! ¿Sólo para dejar de existir? ¿Sólo para extinguirnos? ¿Por qué todo este esfuerzo?” Y aun así la gente alrededor de Buda percibía que él no se había extinguido, que realmente, él se había convertido en algo más. Ese era el sentimiento. Buda se había convertido en algo más, pero aun así continuaba negando y negando.

¿Cómo vas a definir algo que no puede ser definido? Pero, o bien tendrás que permanecer en silencio, o bien tendrás que definirlo.

En cuanto a mí, no pertenezco a ninguno de esos tres grupos. Por eso no puedo ser consistente. Cada uno de esos tres grupos puede ser consistente, pero a mí no me preocupa en absoluto el concepto de “alma”. Siempre me ocupo del que pregunta, del que plantea la pregunta. ¿Cómo puede él, ser ayudado? Si creo que él puede ser ayudado mediante la fe positiva, entonces la proclamó. Si siento que puede ser ayudado mediante el silencio, entonces guardo silencio. Si siento que puede ser ayudado por una definición, entonces le doy la definición. Para mí, todo es una pura estratagema. No hay nada serio en ello: es una simple estratagema.

Una definición puede no ser verdad. De hecho, si tengo que hacerme entender, no puede ser realmente verdad. Tú no sabes lo que es el alma, no has conocido lo que es esta explosión que llamamos Brahman, lo Divino. No sabes el significado; solamente conoces las palabras. Las palabras que tú no has experimentado son simples sonidos sin sentido. Tú puedes crear el sonido “dios”, pero a menos que tú hayas conocido a Dios, es simplemente una palabra.

“Corazón” es una palabra significativa, “vaca” es una palabra significativa, porque tú has experimentado por ti mismo lo que significan. Pero “dios” es simplemente una palabra para ti, “alma” es simplemente una palabra. Si yo tengo que ayudarte, solamente puedo ayudarte con una falsa definición, porque tú no tienes experiencia alguna de Dios, no tienes ninguna experiencia del alma. Y a menos que yo pueda definirla utilizando algo que tú conozcas, la definición será inútil.

Para una persona que nunca haya visto una flor pero que sepa lo que es un diamante, he de definir las flores basándome en los diamantes. No hay otra forma. Una flor no tiene nada que ver con los diamantes, pero aún así, se puede indicar algo con ellos. Puedo decir, “Las flores son diamantes con vida, diamantes vivientes”. En su conjunto es falso. Los diamantes son irrelevantes, pero si yo digo, “Las flores son diamantes vivientes, diamantes que crecen”, puedo generar en ti un deseo por experimentarlo. Una definición solamente está en función de ayudarte para que lo experimentes. Todas las definiciones son así.

Si no has conocido lo que son los diamantes, si no has conocido nada positivo a través de lo cual yo pueda crear una definición, entonces tendré que definirlo mediante lo negativo. Si no posees ningún sentimiento positivo hacia algo, tendré que definirlo utilizando la negación. Diré, “Tu sufrimiento no forma parte del alma”. Dukka, la angustia que eres, no forma parte del alma. Tengo que definirlo negativamente en función de algo que te haga sentir cómo inválido, de algo que te haga morir, en función de algo que sea una carga para ti, de algo que se haya convertido en un infierno para ti. He de definirlo de forma negativa diciendo, “No será esto; será totalmente el opuesto”.

De modo que, conmigo, depende. Depende. No tengo respuestas absolutas, solamente tengo estratagemas. Solamente respuestas psicológicas. Y la respuesta no depende de mí, depende de ti, porque en función de ti te he de dar una respuesta determinada.

Por eso yo no puedo ser un gurú, ¡Nunca! Buda puede convertirse en uno, pero yo no puedo. Debido a que tú eres tan inconsistente, al ser cada individuo tan diferente, ¿cómo voy a ser yo consistente? No puedo. Y no puedo crear una secta, porque para esto se necesita muchísima consistencia. Y si tú quieres crear una secta, debes ser consistente, estúpidamente consistente, debes negar todas las inconsistencias. Están ahí, pero debes negarlas, pues si no, no podrás atraer a los seguidores. Así pues, soy más parecido a un psiquiatra—más algo—que a un gurú.

Para mí, tú eres lo importante. Si eres capaz de entender esto, entonces podré decir algo más. Con “consciencia” quiero decir un movimiento hacia un “estar totalmente vivo”. Nunca estás totalmente vivo; a veces estás más vivo—eso, lo sabes—y a veces estás menos vivo. Y cuando estás más vivo, te sientes feliz. La felicidad no es nada más que una interpretación de tu “estar vivo” en un mayor grado. Si amas a alguien, entonces, con ella, te sientes más vivo, y ese mayor “estar vivo” te aporta el sentimiento de felicidad. Luego vas proyectando las razones de tu felicidad sobre los demás.

Cuando te encuentras con la naturaleza, estás más vivo. Cuando estás en la montaña, estás más vivo y cuando vives solamente con máquinas, estás menos vivo, por causa de la asociación. Con los árboles estás más vivo porque una vez fuiste árbol. En lo más profundo somos simplemente árboles andantes, con raíces en el aire, no en la tierra. Y cuando miras al océano te sientes más vivo porque la primera vida nació en el océano. De hecho, en nuestros cuerpos todavía tenemos la misma composición de agua que el océano, la misma cantidad de sal que tiene el océano.

Cuando estas con una mujer, si eres del sexo opuesto, empiezas a sentirte más vivo que si estás con un hombre. Con un hombre te sientes menos vivo porque nada está tirando de ti. Estás encerrado, la energía opuesta tira de ti hacia afuera; la llama oscila, tú te sientes más vivo. Y siempre que empieces a sentirte más vivo, empezarás a sentirte feliz.

Cuando empleamos la palabra “alma”, queremos decir “estar totalmente vivo”; estar totalmente vivo no respecto a alguien más, si no respecto a nosotros mismos. Estar totalmente vivo sin causas exteriores. El océano no está ahí y tú te conviertes en el océano; el cielo no está ahí y te conviertes en puro espacio; la amada no está ahí y tú eres puro amor, nada más.

Lo que quiero decir es que empiezas a vivir de forma independiente. No existe dependencia de nadie ni de nada: estás liberado. Y con esta liberación, esta liberación interior, no puedes perder tu felicidad. Esto es vivir totalmente, esto es consciencia total. No puede perderse.

Con este “estar totalmente vivo”, puede que ocurran muchas cosas que no pueden ser entendidas realmente a menos que hayan sucedido. Pero, como tentativa, puedo darte esta definición de “alma”: ser totalmente consciente, estar totalmente vivo, totalmente dichoso, sin estar limitado por nada. Si empiezas a amar, o si puedes ser feliz sin razón alguna, entonces eres un alma, no un cuerpo. ¿Por qué?

Con “cuerpo” me refiero a la parte de tu alma que siempre existe en relación con la existencia exterior. Empiezas a sentirte triste cuando se presenta alguna causa para esa tristeza, o empiezas a sentirte bien cuando aparece alguna causa para esa felicidad, pero tú nunca te sientes a ti mismo sin que haya algo más ahí. Ese sentimiento, ese estado, cuando no hay nada más, pero tú permaneces estando totalmente vivo, totalmente consciente, es el alma.

Pero esto es un intento de definición. Solamente indica; no define, solamente señala. Ahí hay mucho, pero es tan sólo un dedo señalando la luna. Nunca confundas al dedo con la luna. El dedo no es la luna; es solamente un indicador. Olvídate del dedo y mira la luna. Pero todas las definiciones son así.

Preguntas si el alma es individual. Es una pregunta irrelevante, pero es pertinente para ti. Es como la pregunta que plantearía un hombre ciego.

Un hombre ciego se desplaza con su bastón. No puede ir sin él; busca y tantea con él en la oscuridad. Si le hablamos de operar sus ojos para curarlos de forma que pueda ver, el ciego preguntará, de forma muy pertinente, “Cuando tenga mis ojos, ¿seré capaz de tantear en la oscuridad con mi bastón?”

Si le decimos, “No necesitarás tu bastón”, él no podrá creerlo. El dirá, “No puedo vivir sin mi bastón, no puedo estar sin él. Lo que dices no es verosímil. No puedo imaginarlo. Sin mi bastón, no soy nadie. ¿Qué pasará con mi bastón? ¡Dímelo primero!”

En realidad, esta individualidad es como el bastón del ciego. Estas tanteando en la oscuridad con un ego porque no posees un alma. Este ego, este “yo”, es cómo tantear, porque no posees ojos. En el instante en que estés totalmente vivo, el ego desaparecerá. Formaba parte de tu ceguera, parte de tu ausencia de vitalidad o de tu vitalidad parcial, parte de tu inconsciencia, parte de tu ignorancia. Simplemente desaparece.

No es que tú seas un individuo o que tú no seas un individuo. Las dos cosas se vuelven irrelevantes. La individualidad no es importante, pero las preguntas continúan porque la fuente que hace las preguntas permanece siendo la misma.

Cuando Maulingaputta acudió ante Buda por primera vez le planteó muchas preguntas. Buda dijo, “¿Las estás planteando para resolver las preguntas o las estás planteando para obtener respuestas?”

Maulingaputta dijo, “¡He venido a hacerte preguntas y tú empiezas a preguntarme! Deja que lo piense, deja que reflexione”. Reflexionó sobre ello y al segundo día le dijo, “Realmente, he venido para resolverlas”.

Buda le dijo, “¿Has planteado esas mismas preguntas a alguien más?”

Maulingaputta dijo, “Las he estado planteando continuamente a todo el mundo durante treinta años”.

Buda dijo, “Planteándolas durante treinta años debes de haber obtenido muchas, muchas, muchas respuestas. Pero, ¿han resultado ser la respuesta?”

Maulingaputta dijo, “¡Ninguna!”

Entonces Buda le dijo, “No te daré ninguna respuesta. Ya se te han dado muchas respuestas en treinta años de plantear preguntas. Yo puedo añadir algunas más, pero eso no te servirá de nada. Así que te daré la solución, no la respuesta”.

Maulingaputta dijo, “De acuerdo, dámela”.

Pero Buda dijo, “No puedo dártela yo; ha de crecer en ti. Permanece pues conmigo durante un año, en silencio. No se te permitirá ni una sola pregunta. Permanece totalmente silencioso, quédate conmigo, y después de un año podrás preguntar. Entonces te daré la respuesta”.

Sariputta, el discípulo más importante de Buda, estaba sentado cerca, debajo de un árbol. Empezó a reír. Maulingaputta preguntó, “¿Por qué se ríe Sariputta? ¿Es que hay algo de qué reírse?”

Sariputta dijo, “Pregunta ahora si tienes algo que preguntar; no esperes un año. Nosotros hemos sido engañados. Esto me ha sucedido a mí también, porque después de un año, nadie pregunta. Si has permanecido totalmente en silencio durante un año, entonces el origen mismo del preguntar, desaparece. ¡Y este hombre es un tramposo! Este hombre es muy tramposo”, dijo Sariputta. “Después del año, no te dará respuesta alguna”.

A lo que Buda dijo, “Seré fiel a mi promesa, Sariputta. He sido fiel a mi promesa contigo también. No es mi culpa que tú no preguntes”.

Pasó un año y Maulingaputta permaneció en silencio. Meditaba en silencio y se hacía más y más silencioso exteriormente e interiormente. Entonces se convirtió en un estanque de silencio, sin vibraciones, sin ondas. Se olvidó de que había pasado un año. El día en que tenía que preguntar había llegado, pero él se había olvidado de sí mismo.

Buda le dijo, “Solía haber por aquí un hombre llamado Maulingaputta. ¿Dónde está? Vino a plantear algunas preguntas. Ha pasado un año. El día ha llegado, así que él ha de acudir ante mí”. Había diez mil monjes allí y todo el mundo trataba de descubrir dónde estaba Maulingaputta. ¡Y Maulingaputta también trataba de descubrir dónde estaba él mismo!

Buda le llamó y le dijo, “¿Qué buscas a tu alrededor? Tú eres el hombre. Y yo he de cumplir mi promesa, así que pregunta y te daré la respuesta”.

Maulingaputta dijo, “El que iba a preguntar está muerto; por eso es que estaba mirando a mi alrededor para ver dónde estaba ese hombre, Maulingaputta. Yo también he oído su nombre, pero hace mucho que él se ha ido”.

La fuente original debe ser transformada; si no, seguiremos preguntando. Y hay gente que te irá suministrado respuestas. Te sientes bien preguntando; ellos se sienten bien contestando, pero lo que continúa es solamente un engaño mutuo.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 11

ES LA TEORIA DE LAS SUPER CUERDAS, SON CIENTIFICOS LOS QUE EXPLICAN

ES LA TEORIA DE LAS SUPER CUERDAS, SON CIENTIFICOS LOS  QUE EXPLICAN
10 dimensiones
    Los físicos que trabajan con supercuerdas afirman que de modo singular surgen en esta teoría dimensiones extras al intentar explicar mecanismos básicos que rigen el mundo de cuatro dimensiones (tres espaciales más el tiempo). Pero por si fuera poco complicado, ellos se encuentran en sus cálculos con seis dimensiones más, lo que ha venido ser el meollo más criticado de las supercuerdas.

“Nos gustaría trabajar con cuatro dimensiones, sería estupendo que la teoría predijera sólo cuatro dimensiones, pero no es así”. Ha acotado uno de los más conocidos físicos seguidores de las supercuerdas Paul Townsend.
La diez o más dimensiones no son algo que elijamos libremente, sino que algo que predice la teoría”. continúa.
    Bien, pero ¿dónde están los bichos que aparecen y desaparecen en nuestro mundo de tres dimensiones espaciales ? No se ha visto nada así que reclame más dimensiones para ser explicado y no existen dimensiones de este tipo en la actualidad.

    Pero los especialistas en supercuerdas afirman que surgen las dimensiones extras como una necesidad al intentar describir la historia del universo en sus primeros instantes, cuando tenía la edad de una billonésima de billonésima de segundo y la gravedad estaba todavía unida (era lo mismo) a las otras fuerzas de la naturaleza. Fuerzas, por cierto, como el electromagnetismo y la fuerza nuclear débil de la desintegración atómica (y esto ha sido comprobado experimentalmente) que era lo mismo en el cosmos muy joven aunque ahora perezcan muy diferentes.

    Con las supercuerdas se espera encontrar una explicación para las partículas elementales, sus propiedades y sus fuerzas de interacción, explicar lo que sucede con el espacio y el tiempo a distancias muy pequeñas. Describir al universo bajo una estructura matemática en la cual se requiere a la gravedad para su consistencia, mientras que todas las teorías físicas previas en las que está implicada la mecánica cuántica no son consistentes al introducir la gravedad, que es una de las fuerzas de la naturaleza y que no se puede dejar de lado si se anhela tener una comprensión acabada.

    La idea básica en la cual se sostiene el modelo de las supercuerdas es que en cierto sentido sólo hay una partícula elemental, un tipo de cuerda, como ya hemos intentado describir anteriormente, que puede vibrar y moverse en modos diferentes. Así, todas las partículas observadas (como los quarks o electrones) son diferentes movimientos y configuraciones de una supercuerda. Por ello es que la teoría de supercuerdas exige que hayan dimensiones espaciales adicionales sumadas a las tres convencionales más el tiempo.

    Las dimensiones extras de estas cuerdas tienen que estar enrolladas en sí mismas en configuraciones muy pequeñas de manera que no son observables normalmente. La única manera de poder verlas -si que existen- sería en experimentos de muy altísima energía, muy por encima de la que se ha alcanzado con los más potentes aceleradores de partículas que hasta hoy se conocen.

    Si el universo tenía muchas más dimensiones que ahora en sus comienzos ¿dónde han ido a para las que ahora no percibimos? La respuesta que dan es que éstas se compactaron espontáneamente que se convirtió en algo infinitamente pequeño. Se convirtieron en algo tan diminuto que no podemos apreciar, algo así como un lápiz que tiene tres dimensiones pero se ve como una línea (como si perdiera una dimensión) al alejarse y hacerse más y más pequeño ante nuestros ojos.

    La teoría de supercuerdas sugiere que la gravedad estaba integrada con las otras fuerzas de la naturaleza al principio del universo, cuando, estaban todas las dimensiones desplegadas; luego se escondieron varias de ella, las fuerzas se diferenciaron y el cosmos evolucionó hacia su estado actual: cuatro fuerzas distintas en cuatro dimensiones.

    Lo cierto es que hasta principios del año 2001, los fundamentos teóricos que se han logrado estructurar en los distintos modelos de la teoría, distan de ser constantes y claros. Un principio físico fundamental en la teoría de supercuerdas, incluido el modelo M, está todavía ausente. Por ello, así no cabe más que seguirnos preguntando: ¿qué es la teoría de supercuerdas? En cualquier caso, es una teoría tentativa cuyo perfeccionamiento teórico y comprobación experimental es necesario. Esperemos a ver cómo evoluciona la física en esa dirección.

http://www.astrocosmo.cl/h-foton/h-foton-12_05-03-06.htm

Malaka

la policia oculta

LA POLICIA OCULTA

            Diversos ocultistas, entre ellos especialmente Dion Fortune, se refieren numerosas veces a este “cuerpo de seguridad” astral. Esto engloba la multitud de casos en que un estudiante de esoterismo, ante una situación límite o de peligro, recibe la respuesta a sus interrogantes en forma de voces que susurran a su oído la respuesta (“clariaudiencia”), o en forma de figura estilizada, emanando firmeza y tranquilidad, en sueños o durante la meditación. Pero lo que más nos ha llamado la atención, y lo que nos evidencia que no se trata de entes que actúen solitariamente, es que muchas logias ocultistas con distintos niveles de entrenamiento saben de su existencia o, en planos más avanzados de evolución, entran en contacto periódico con ella para apoyar sus fines que parecen ser los de impedir un avance de la Goética (vulgarmente, “magia negra”) en el mundo, y evitar que entes astrales inferiores sigan perjudicando a los seres humanos

            Pero otra cosa que resulta distintiva es una especie de “emblema” que parece advertir su aparición. Efectivamente, cuando estamos sumidos en profunda meditación sobre nuestras angustias o problemas, es posible que aparezca como un relámpago la visión de un triángulo equilátero rojo inscripto en un círculo plateado: el símbolo de la Policía Oculta. Pero también podemos valernos de una técnica sumamente útil: si meditamos profundamente sobre ese símbolo cuando los problemas nos agobian, es posible que la Policía Oculta o Policía Astral se haga presente, ya sea en la forma de una respuesta susurrada o bien ocurriendo que los hechos comienzan a concatenarse de las formas más insólitas e inesperadas y los caminos se abren positivamente.

            Este tema de la Policía Oculta es realmente fascinante y por cierto dudaríamos de su realidad si no fuera que los testimonios de terceros y la experiencia personal demuestran lo contrario. Es creíble, como afirman algunos autores, que este cuerpo se encuentre estrechamente vinculado a la Hermandad Blanca, y se afirma que la hoy desaparecida FUDOSI (Federación Universal de Órdenes y Sociedades Iniciáticas, institución que desde mediados del siglo pasado a idéntica altura del presente nucleó con proyectos comunes a las más fuertes organizaciones esotéricas de ese entonces) era una corporación que en el mundo visible llevaba a cabo las directivas de la Policía Oculta.

            Además de concentrarnos en el símbolo ya mencionado, recomendamos efectuar las sesiones de meditación a la luz de una vela blanca y con el uso de incienso en grano en cantidad tal que nos permita saturar la habitación con su fragancia. Debemos concentrarnos sólo en el símbolo ya descripto, no siendo necesario formular preguntas o elevar ruegos, ya que nuestras necesidades, permanentemente presentes en nuestro inconsciente, teñirán nuestro aura con colores tan particulares, afectando incluso la forma del mismo, que aquélla, a manera de un mensaje simbólico, ha de hablar por sí misma

            Algunos síntomas indicativos de que estamos siendo objeto de violencia psíquica de origen sectario (esto es, cuando el origen del ataque reside en las artimañas más o menos mágicas o sencillamente psíquicas de un eventual enemigo) son, por ejemplo, la aparición repetida, en forma de fugaz pero contundente visión, del rostro de alguna persona conocida sobre un fondo negro o rojo, especialmente si tales imágenes fluyen en los momentos previos al sueño o apenas despertamos, es decir, en el estado psicológico conocido como estado hipnagógico y estado hipnopómpico, ambos propios del preconsciente, cuando el natural, espontáneo incremento en la producción de ritmos alfa por nuestro cerebro nos sensibiliza particularmente para este tipo de percepciones. Y, que duda cabe, tal certeza estará particularmente afirmada

si tal aparición (sobre todo si tenemos motivos para sospechar de tal persona) se sucede durante varias noches. El rostro de nuestro oponente aparecerá aun cuando hubiera “encargado” el trabajo a terceros pues, en última instancia y a los fines esotéricos, él mismo ha sido el impulso inicial que llevó a la gestación del acto, a los fines de sus consecuencias y, por extensión, a los fines kármicos.

            Las larvas astrales suelen dejar huellas físicas de sus ataques en una incipiente taquicardia, gran agotamiento al despertar y pequeñas heridas punzantes y sangrantes que, extrañamente, desaparecen a los pocos días y a veces simplemente en horas después de manifestarse.

            Los PMT, además de ser en ocasiones nebulosamente observables por personas particularmente sensitivas o incipientes clarividentes, nos señalan característicamente su presencia cuando las personas afectadas se muestran renuentes a dormir, y en ocasiones expresan hasta pánico de hacerlo.

            Otros buenos métodos de comprobación en cuanto a la existencia de un ataque, son: (a) encendido de sahumerios, conos defumadores y carbones inciensarios con incienso en grano y mirra (especialmente este último sistema): si se observa una marcada dificultad en la combustión de los mismos (desechándose toda explicación convencional como humedad en los elementos), especialmente en horas astrológicas de Saturno. Por el contrario, si su combustión es excesivamente veloz, o si bien los carbones literalmente estallan (llegando a dispersarse en distintas direcciones) podremos sospechar estar en presencia de un vórtice.

            Percibir olores nauseabundos sin razón aparente es otra importante señal, siempre y cuando este olor sea sentido por más de una persona presente; cuando lo percibe una sola, si esto se repite, como el olor de plástico quemado, puede ser indicio de afecciones cerebrales. Estos olores, muy semejantes a los de carne o flores en descomposición, tienen que repetirse diariamente pero no durar en su manifestación menos de diez minutos ni mucho más de treinta, corridos, para ser tomados en cuenta como indicativos.

            También en casos extremos, pueden aparecer extrañas manchas de suciedad (y a veces de barro o por lo menos, algo que se le parece mucho) en pisos, paredes y cielorrasos, quizás algún tipo de exudación ectoplasmática, pudiendo afectar forma de huellas de animales. En estos casos, su manifestación es permanente, y sólo cede a insistentes lavados.

Medicina tradicional-399

Agustin Guzmán

Yo no estoy de acuerdo con ese nombre de chamán, chamanismo. Todos sabemos el orígen de esa palavra.

En el Tawantinsuyu (la nación de los inkas) se decia Hampeqcamayoc(el que sabe medicina). Actualmente en Ecuador se dice Yachaq(sabio), en Bolivia existen los medicos Kallawayas(que quiere decir medicina andante). Los nativos norteamericanos dicen “medicineman”, o “medicinewoman”, que es el hombre o mujer que practica y sabe medicina, y en Mexico, a lo que nosostros llamamos de curanderos se les llama medicos tradicionales.

Entonces pues yo me quedo con este nombre de medico tradicional. Y en Mexico hay una academia de medicinal tradicional y también alli esta la sede de la federación Mundial de Medicinal Tradicional.

Nuestra medicina tradicional también es ciencia, y despues es magia, misterio y religión. Aqui medicina y religión van juntas. Entonces dejemonos de colocar nombres que vienen de afuera y que ahora estan de moda. Por lo que yo sé chamanismo es una moda ahora, pero la medicina tradicional no es moda, es la manera como nosostros honramos a nuestros ancestros. También se dice que estan rescatando, pero no es asi. Nosotros no estamos perdidos para que nos rescaten, lo que se esta haciendo es tratar de preservar este conocimiento y compartirlo con las demás personas.

Y para terminar, la medicina occidental no cura, solamente lo que hace es parar el dolor fisico por un tiempo, pero el problema o causa de ese dolor sigue alli, y entonces es la medicina tradicional que cura las enfermedades, ya que estas estan en el cuerpo emocional.

El Uso del Wachuma

El Uso del Wachuma (Trichocereus Pachanoi) en la Medicina Tradicional
Agustín Guzmán

Según la arqueología, en los Andes de América del Sur 3,000 A.C. ya se usaba esta planta medicinal, siendo la cultura madre Chavín de Huantar, considerándose como el primer centro de iniciación espiritual en América del Sur. Es en ese lugar, donde tenemos pruebas concretas del uso del Wachuma.

Con la llegada de los Inkas, se incrementa su uso, tal es así que fue usada en todo el Tawantinsuyu. Sin embargo, con la llegada de los españoles a América, esta planta fue casi destruida y se tergiversó su uso y conceptualización debido a que los españoles no entendieron la ideología del pueblo Inka. Algo similar sucedió también en México.

Esto nos lleva a hablar de su uso sagrado y medicinal, sagrado porque nos lleva a conectarnos directamente con lo Divino (Dios) y después nos cura y nos abre la conciencia para el autoaprendizaje. Actualmente se le conoce como San Pedro, siendo su nombre original en quechua “Wachuma”. Por qué San Pedro? Porque según los católicos es San Pedro quien abre las puertas del cielo. Su nombre científico es Trichocereus Pachanoi y su principal componente químico es la mescalina.

Desde hace aproximadamente 13 años, vengo estudiando, practicando y difundiendo el uso y bondades de esta planta medicinal. Durante este período, adquirí mucha experiencia en la aplicación y uso del Wachuma en la sanación de personas obteniendo excelentes resultados terapeúticos. Esta planta, al ingerirla, tiene la cualidad de despertar los sentidos del ser humano (estados alterados de conciencia) para trabajar con el inconsciente, que es donde se almacena la mayor parte de traumas que pueden ser adquiridos desde que estamos en el vientre de nuestra madre.

Entonces, para mí no existen meramente enfermedades físicas, sino enfermedades a nivel emocional y psicológico que se reflejan a nivel físico. Estas enfermedades emocionales y psicológicas no se curan con la medicina occidental, ya que sólo está dirigida al cuerpo físico. Sin embargo, sí podemos curarlas usando Wachuma, ya que trabaja paralelamente en los tres cuerpos fundamentales: físico, mental y espiritual.

Recientemente, vengo experimentando la aplicación del Wachuma a nivel terapeútico usando aguas termo-medicinales, esto quiere decir que después de que las personas ingieren esta medicina, ingresan al agua termal que está aproximadamente a 50 grados centígrados de temperatura. Es aquí donde el cuerpo de la persona, con la ayuda de ambos elementos, se relaja volviéndose muy flexible y sensible, lo que le permite trabajar de manera mucho más profunda en su inconsciente, pudiendo regresionar hasta el momento de su nacimiento y así sucesivamente. La otra cualidad que tiene el Wachuma es que lleva a la persona a encontrar el origen de su trauma, que puede estar en esta o en “otras” vidas. El Wachuma no tiene contraindicaciones, tal es el caso que se puede utilizar con todas las personas desde niños hasta la edad de 60 años. He tenido casos de personas con problemas cardíacos, problemas de locura, epilepsia, stress, frigidez y otros. Todo esto puede ser posible, si se le cuida de una manera adecuada al paciente.

Entonces, es este esfuerzo de muchos años lo que deseo compartir con los asistentes a este congreso y estoy a su entera disposición para colaborar y dar a conocer a toda la humanidad los beneficios del uso medicinal del Wachuma, porque esta fue y es la misión de los Inkas… transmitir este conocimiento ancestral para el bienestar del ser humano.

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AGUSTIN GUZMAN Nacido en Perú. Autodidácta en el campo de la medicina tradicional. Actualmente es Presidente de la Organización No Gubernamental “Comunidad Tawantinsuyu” cuyo objetivo principal es rescatar, preservar, practicar y difundir los beneficios de la medicina nativa ancestral.

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