Concepciones cosmogónicas en la antigua Mesopotamia

Mesopotamia

El drenaje de las marismas situadas entre los ríos Tigris y Eúfrates, permitió el cultivo sistemático de cereales y legumbres, el crecimiento demográfico, la proliferación de ciudades y el mantenimiento de individuos dedicados a tareas no productivas tales como la plasmación en tablillas de las creencias de sus contemporáneos, algunas de ellas expresadas en poemas de gran belleza lírica.

Mesopotamia se convirtió en una floreciente región, tanto desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista cultural. Cuna de nuestra civilización, atrajo a multitud de gentes a sus tierras. Y fue en estas tierras donde sumerios, acadios y babilonios se asentaron y desarrollaron sus espléndidas culturas. Las creencias, las prácticas rituales y las divinidades de estos tres pueblos parecen estar vinculadas entre sí y remitirnos a una misma visión cosmogónica, o por lo menos una concepción del mundo similar. Se trata de una foto en la se muestra una fotografía de las ruinas de la ciudad de Babilonia, que fue uno de los núcleos principales de la civilización entre el II y el I milenio a. C. [Fuente:Encarta].

El desciframiento de las escrituras sumeria y acadia, y los métodos de datación de las tablillas encontradas, han permitido una reconstrucción bastante aproximada del universo mitológico mesopotámico y de su evolución a lo largo de los milenios tercero y segundo a.C. Se trata de una imagen en la que podemos apreciar una tablilla con el tipo de escritura cuneiforme, que muy posiblemente surgió en Sumer y que era realizada sobre tablas de arcilla húmeda con una cuña, de ahí su nombre. [Fuente:Encarta].

En las primeras tablillas el dios principal era Anu, responsable del destino y de mantener en su sitio al «cielo» (en sumerio, «an»), entendiendo como tal tanto la bóveda azulada que domina el día como el negro manto tachonado de estrellas que define la noche.

Por debajo del cielo, y jerárquicamente en un segundo plano, se situaba Enlil, la personificación de la tierra, pero también de la tormenta, de la violencia descontrolada que rasga la noche con su rayo, que ensordece con su trueno y que con sus vientos huracanados arrasa cuanto halla a su paso.

El tercero en importancia era Enki (en acadio, Ea), el agua que fertiliza la tierra.

Los astros más conspicuos también disponían de un lugar en el panteón mesopotámico.

De entre ellos destacaba, evidentemente, el Sol, Utu para los sumerios y Samas para los acadios, que además personificaba la justicia.

La Luna era llamada Nanna por los sumerios y Sin por los acadios. Se trata de una imagen en la que podemos ver uno de los más fabulosos ejemplos de arquitectura religiosa sumeria; se trata del templo de dicado al culto de la divinidad lunar sumeria Nanna; fue construido en torno al 2100 a. C. por el rey sumerio Ur-Nammu. [Fuente:Encarta].

También tenían identificado al planeta Venus, que los sumerios llamaban Inanna y los acadios Istar.

Dumuzi era el dios mortal de la vegetación, que era ritualmente enterrado en la época de la siembra, en otoño, para volver a resucitar en la siguiente primavera.

Personificadas las fuerzas elementales de la naturaleza, el siguiente paso consistía en integrarlos en un todo coherente, en un mito o «teoría» que los relacionara y permitiera explicar el devenir de los fenómenos naturales.

Uno de los primeros pasos en esa dirección viene representado por el ritual de apareamiento primaveral entre Dumuzi, la vegetación, personificado en el rey o señor principal de la ciudad, e Inana o Istar, encarnada en la gran sacerdotisa del culto a esa diosa. Dichas nupcias ejercían el papel de catalizador de la gigantesca reacción cósmica que permitía la renovación estacional de la fertilidad de los campos y del mantenimiento de la vida de los humanos que los poblaban.

Los poemas cosmogónicos mesopotámicos

El Poema de Atrahasis

La relación entre las fuerzas de la naturaleza fue ganando en complejidad, hasta cristalizar literariamente en el poema acadio Atrahasis, escrito a principios del segundo milenio a.C. El poema comienza evocando el inicio de los tiempos, cuando los dioses menores, bajo la dirección del violento Enlil, tenían que excavar los canales, levantar los diques, reparar ambos y labrar la tierra.

Cansados del arduo trabajo de drenar las marismas, represar las aguas y arar los campos con el fin de cultivar lo necesario para alimentarse a sí mismos y a los dioses mayores, quemaron sus picos y palas, renunciaron a trabajar y amenazaron a Enlil, el capataz.

Los tres máximos dioses, Anu, Enlil y Ea, es decir, el cielo, la tierra y las aguas, se reunieron con urgencia para tratar no sólo de resolver el conflicto, sino de sentar las bases para que no volviera a presentarse.

Ea, el más astuto de ellos, propuso la ingeniosa solución de crear unos seres, los humanos, que trabajaran en lugar de los dioses y para ellos, entregándoles parte del alimento que produjeran.

Esos nuevos seres habrían de ser formados a partir de arcilla mezclada con la sangre de uno de los dioses menores, el que había encabezado la rebelión.

A partir de la masa original de arcilla y sangre se crearon siete hombres y siete mujeres, que fueron el inicio del linaje de los humanos.

A partir de entonces los dioses no tuvieron que trabajar más, limitándose a vivir de las ofrendas de los humanos.

Sin embargo, tanto trabajaban estos, tanto alimento producían, que se multiplicaron con rapidez, y doce siglos después de su creación eran ya tan numerosos que el ruido que hacían resultaba insoportable a los dioses.

El violento Enlil, irritado, reunió a los grandes dioses y con su consentimiento envió una epidemia que causó estragos entre los humanos, amenazando acabar con ellos.

El sagaz Ea, preocupado por la suerte de sus criaturas, les hizo saber que debían dirigir sus plegarias al dios de la muerte, Namtar, que finalmente se apiadó de ellos y acabó con la plaga.

Los supervivientes volvieron a multiplicarse y, transcurridos otros mil doscientos años, importunaron con sus gritos a Enlil, que de nuevo les castigó, secando todas las fuentes.

Aconsejados por Ea, su protector, los humanos dirigieron sus plegarias al dios de la lluvia torrencial, Adad, que llegó a tiempo para salvar a algunos famélicos representantes del género humano.

Por tercera vez volvieron los humanos a molestar a los dioses, y ahora Enlil decidió usar al mismo Adad para provocar un diluvio de tal magnitud que ahogara definitivamente a los humanos.

Esta vez Ea sólo pudo salvar a una familia, la de Atrahasis (quien da nombre al poema), el más sabio y bondadoso de los humanos. Aconsejado a tiempo de la conspiración de los otros dioses, Atrahasis construyó un barco e introdujo en él a su familia (en el sentido extenso: mujer, hijos y parientes próximos), y con ellos diferentes parejas de animales, tanto domésticos como salvajes.

Mientras en las anteriores ocasiones los dioses habían seguido recibiendo alimento de quienes no enfermaban ni enflaquecían en exceso, ahora pasaron hambre, ya que sólo sobrevivían los pasajeros de la barca, incapaces de cultivar la tierra.

Ante la perspectiva de tener que volver a trabajar se replantearon la magnitud de sus castigos y llegaron a un punto de equilibrio, en el que aceptarían la existencia de humanos, pero limitando su número mediante las siguientes disposiciones: crearon un demonio cuya misión sería la de incrementar la mortalidad infantil tras los partos, parte de las mujeres sería estéril y otra fracción de las mismas renunciaría a tener hijos, asumiendo la virginidad como un valor reconocido socialmente con el cargo de sacerdotisas de determinadas diosas. Se trata de una imagen que presenta a una figura del demonio Panzuzu de la mitología mesopotámica fechado entre el 800 y el 600 a. C.[Fuente:Exploring Ancient World Cultures].

De esa forma, la mortalidad neonatal (y en su caso el infanticidio), la esterilidad y la virginidad eran no sólo reconocidas como mecanismos de control demográfico, sino que, situadas en la esfera de las decisiones divinas, permitían transferir a estos la responsabilidad de aquellas acciones y fenómenos.

El Enuma Elis

A mediados del segundo milenio a.C. se habían producido variaciones sustanciales en la situación política de la zona, regida ahora de manera indiscutible por Babilonia, cuyo dios Marduk, pasó evidentemente a tener un papel preponderante en la cosmogonía mesopotámica. Imagen que presenta a una figura de la diosa de la fertilidad Ishtar; esta estatua fue realizada en el periodo neobabilónico, en torno al 2000 a. C. [Fuente: Artehistoria.com].

Esas novedades quedan recogidas en un poema que empieza así:
Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado,
no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme,
nada más había que el Apsu primordial, su progenitor,
(y) Mummu-Tiamat, la que parió a todos ellos,
mezcladas sus aguas como un solo cuerpo.
No había sido trenzada ninguna choza de cañas, no había aparecido
marisma alguna,
cuando ningún dios había recibido la existencia,
no llamados por un nombre, indeterminados sus destinos,
sucedió que los dioses fueron formados en su seno.
Lahmu y Lahamu fueron hechos, por un nombre fueron llamados.
Durante eternidades crecieron en edad y estatura.
Anshar y Kishar fueron formados, superando a los otros.
Prolongaron sus días, acumularon años.
Anu fue su hijo, rival de sus propios padres,
sí, Anu, primogénito de Anshar, fue su igual.
Anu engendró a su imagen a Nudimmud.
Nudimmud se hizo de sus padres dueño,
sabio sin par, perspicaz, fuerte y poderoso,
mucho más fuerte que su abuelo Anshar.
No tenía rival entre los dioses sus hermanos.
Juntos iban y venían los hermanos divinos,
alteraban a Tiamat al agitarse de un lado para otro,
sí, alteraban el talante de Tiamat
con sus risas en la morada del cielo.
No podía acallar Apsu sus clamores
y Tiamat estaba sin habla ante su conducta.
Sus actos eran odiosos hasta […]
Aborrecible era su conducta; se hacían insufribles.
Entonces Apsu, progenitor de los grandes dioses,
gritó, dirigiéndose a Mummu, su visir:
«Oh Mummu, mi visir, que alegras mi espíritu,
ven junto a mí y vayamos a Tiamat».
Fueron y se sentaron ante Tiamat,
deliberando acerca de los dioses, sus primogénitos.
Apsu, abriendo su boca,
dijo a la resplandeciente Tiamat:
«Su conducta me resulta muy odiosa.
De día no encuentro alivio ni reposo de noche.
Los destruiré, aniquilaré sus obras,
para restaurar la calma. ¡Tengamos descanso!».
Tan pronto como Tiamat lo oyó,
se sintió irritada y gritó a su esposo.
Gritó llena de enojo, sola en su furor,
poniendo amenaza en su tono:
«¿Qué? ¿Vamos a destruir lo que hemos edificado?
Su conducta, ciertamente, es enojosa, pero esperaremos con paciencia».
Entonces respondió Mummu y aconsejó a Apsu.
Malicioso y desgraciado fue el consejo de Mummu:
«Destruye, padre mío, la conducta rebelde.
Así tendrás quietud de día y reposo de noche».
Cuando Apsu lo oyó, su rostro se puso radiante,
por el mal que maquinaba contra los dioses sus hijos.
Mummu lo abrazó por el cuello,
sentándose en sus rodillas para besarle.
Pero cuanto habían tramado entre ellos
fue repetido entre los dioses, sus primogénitos.
Cuando los dioses oyeron todo aquello, se agitaron,
cayeron luego en silencio y quedaron sin habla.
Soberano en saber, perfecto, ingenioso,
Ea, sapientísimo, adivinó su conjura.
Un designio dominador formuló y envió,
capaz hizo su conjuro contrario, soberano y santo.
Lo recitó e hizo que subsistiera en lo profundo,
derramando el sueño sobre él, despierto del todo permanece.
Cuando a Apsu tuvo postrado, cargado de sueño,
Mummu, el consejero, ya no pudo excitarlo.
Aflojó su banda, se despojó de la tiara,
dejó su aura y se la puso él.
Después de encadenar a Apsu, lo mató.
Ató a Mummu y lo encadenó.
Después de haber así establecido su morada sobre Apsu,
se apoderó de Mummu, anillándolo por la nariz.
Después de vencer y pisotear a sus enemigos,
Ea, asegurado su triunfo sobre los adversarios,
descansó en su cámara sagrada sumido en paz profunda.
«Apsu» la llamó al asignar los santuarios.
Allí mismo su choza de culto estableció.
Ea y Damkina, su esposa, allí moraron en esplendor.
En la cámara de los destinos, morada de los hados,
un dios fue engendrado, poderoso y sabio más que los dioses.
En el corazón de Apsu fue Marduk creado.
El que le engendró fue Ea, su padre,
la que lo concibió fue Damkina, su madre.
Al pecho de la diosa fue amamantado.
La nodriza que lo crió lo hizo terrible,
Seductora era su figura, la luz brillaba en sus ojos.
Señorial era su paso, soberano desde antiguo.
Cuando lo vio Ea, el padre que lo engendró,
exultó y se iluminó su rostro, su corazón lleno de gozo.
Perfecto lo hizo y doble divinidad le otorgó.
Exaltado fue entre todos ellos, en todo excelente.
Perfectos eran sus miembros sin medida,
imposible de comprender, difícil de percibir.
Cuatro eran sus ojos, cuatro eran sus oídos.
Cuando movía sus labios, fuego escapaba de ellos.
Grandes eran sus órganos para oír,
y los ojos, en número igual, escrutaban todo.
Era el más alto de los dioses, soberana era su estatura,
enormes sus miembros, era alto sobremanera.
«¡Hijito mío, hijito mío!
Mi hijo, el Sol, ¡Sol de los cielos!».
Revestido del halo de diez dioses, era fuerte
cual ninguno, con todos sus terribles destellos.
………………………………………
Turbada estaba Tiamat, desvelada noche y día.
Los dioses, maliciosos, aumentaban la tormenta.
Después de haber maquinado el mal en su intimidad,
a Tiamat dijeron los hermanos:
«Cuando dieron muerte a Apsu, tu consorte,
no le ayudaste, y te estuviste quieta.
Aunque él creó el hacha terrible,
tus entrañas se han disuelto y no tenemos reposo.
¡Permanezca en tu ánimo Apsu, tu consorte,
y Mummu, que ha sido derrotado! Sola has quedado».
………………………………………
[…]
De entre los dioses, sus primogénitos, que formaban su asamblea,
elevó ella a Kingu, entre ellos lo hizo jefe.
Dirigir las huestes, presidir la asamblea,
alzar las armas para el encuentro, encabezar el combate,
ordenar como jefe la batalla,
todo esto puso en sus manos mientras ella lo entronizaba en el
consejo:
«Para ti he pronunciado el conjuro, exaltándote en la asamblea
de los dioses.
Todo poder te he dado para aconsejar a los dioses.
¡Tú eres el mayor de todos, mi consorte eres tú!
¡Tus sentencias serán firmes entre todos los Anunnaki!».
Le entregó las tablillas del destino, atadas a su pecho:
«Tu mandato será inmutable, tu palabra permanecerá».
Tan pronto como Kingu fue exaltado a la jerarquía de Anu,
sobre los dioses, hijos de ella, decretaron el destino:
«Vuestra palabra hará remitir el fuego,
humillará al ‘arma del poder’, tan potente es su golpe».
[…]
Humillado llegó ante su padre, Anshar,
Y le habló de este modo, como si fuera Tiamat:
«No me basta mi mano para someterte».
Sin habla estaba Anshar, fija la mirada en el suelo,
ceñudo y moviendo la cabeza ante Ea.
Todos los Anunnaki allí se congregaron.
Apretando los labios, se sentaron en silencio.
«Ningún dios, pensaban, podrá darles batalla,
enfrentarse con Tiamat y salir con vida».
El Señor Anshar, padre de los dioses, se alzó majestuoso,
y después de meditar en su corazón, dijo a los Anunnaki:
«Aquel cuyo vigor es poderoso nos vengará,
el fuerte en la batalla, Marduk, el héroe».
[…]
«Anshar, no te inquietes; relaja tus labios.
Iré y lograré el deseo de tu corazón…
¿Es un varón el que se apresta a combatirte?
¡No es más que Tiamat, una mujer, quien te opone sus armas!
¡Oh padre mío y creador, alégrate y llénate de gozo;
pronto hollarás la cerviz de Tiamat!».
………………………………………
«Hijo mío, que posees toda sabiduría,
calma a Tiamat con tu sagrado conjuro.
Avanza pronto sobre la carroza de la tormenta.
¡De su presencia no te echarán! ¡Hazlos retroceder!».
El señor se alegró por las palabras de su padre.
Exultante su corazón, dijo a su padre:
«Creador de los dioses, destino de los grandes dioses,
si yo ciertamente, como vengador tuyo,
he de vencer a Tiamat y salvar vuestras vidas,
¡convoca la asamblea, fija para mí un destino supremo!
Cuando juntos en Ubshukinna, alegres os hayáis sentado,
que mi palabra en vez de la tuya fije los destinos.
Inmutable será cuanto yo haga existir.
Ni revocado ni cambiado habrá de ser el mandato de mis labios».
[…]
Cuando esto oyeron Lahmu y Lahamu, gritaron con fuerza,
todos los Igigi « se lamentaron descorazonados:
«¡Qué extraño que hayan tomado tal decisión!
No podemos comprender las obras de Tiamat».
Se dispusieron a emprender el viaje,
todos los grandes dioses que fijan los destinos.
Llegaron a presencia de Anshar, llenando Ubshukinna.
Se besaron unos a otros en la asamblea.
Hablaban entre sí mientras se acomodaban para el banquete.
Tomaron el pan festivo, compartieron el vino,
henchidos de suave licor.
Bebían y el fuerte brebaje embebía sus cuerpos.
Iban languideciendo al paso que sus ánimos se exaltaban.
Fijaron los decretos sobre Marduk, su vengador.
Le erigieron un trono principesco.
Frente a sus padres él se sentó, presidiendo.
«El más venerado eres entre los grandes dioses,
tu decreto no tiene rival, tu mandato es Anu.
Tú, Marduk, eres el más venerado de todos los dioses.
………………………………………
Sobre todo el universo te confiamos el reinado.
Cuando tomes asiento en la asamblea, prevalecerá tu palabra.
No fallarán tus armas, aniquilarán a tus enemigos.
¡Oh Señor, perdona la vida al que en ti confía,
pero quítasela al dios que eligió el mal!».
En medio pusieron un paño,
a Marduk, su primogénito, hablaron:
«Señor, en verdad tu decreto prevalece entre los dioses.
Si decides crear o destruir, así se hará.
Abre tu boca, desaparecerá este paño,
habla otra vez, y el paño estará entero».
A la palabra de su boca desapareció el paño.
Habló de nuevo y se rehízo el paño.
Cuando los dioses, sus padres, vieron el fruto de su palabra,
gozosos le rindieron homenaje: « ¡Marduk es rey!».
Le entregaron cetro, trono y palu;
armas invencibles le dieron, para ahuyentar al adversario.
Fijado así el destino de Bel, los dioses, sus padres,
le pusieron en el camino del éxito y la victoria.
Él se hizo un arco, que marcó como arma suya,
añadió además la flecha, fijó la cuerda.
Alzó la maza, la empuñó con su diestra.
Arco y carcaj fijó a su costado.
Ante sí envió el relámpago,
de llama abrasadora llenó su cuerpo.
Hizo luego una red para envolver en ella a Tiamat.
Los cuatro vientos sujetó para que nada de ella escapara,
el viento sur, el viento norte, el viento este, el viento oeste.
Al costado apretó la red, regalo de su padre Anu.
Soltó a Imhullu, «el viento malo», el torbellino, el huracán,
el viento cuádruple, el viento séptuble, el ciclón, el viento incontenible;
luego soltó los vientos que había sujetado, los siete,
para remover las entrañas de Tiamat se alzaron a su zaga.
El señor agitó entonces la tempestad, su arma poderosa.
Montó en la carroza de la tormenta, terrible e irresistible.
Una cuadriga enjaezó y le unció,
Matador, Implacable, Hollador, Veloz.
Afilados, ponzoñosos eran sus dientes.
Diestros en asolar, hábiles en destruir.
………………………………………
Circundada de halo terrible aparecía su cabeza,
avanzó el señor y siguió su camino,
contra Tiamat furiosa dirigió su rostro.
En sus labios llevaba un… de pasta roja;
su mano empuñaba una planta para vencer al veneno.
Entonces en torno a él se arremolinaron los dioses.
El señor se dirigió a escrutar el costado de Tiamat,
(y) de Kingu, su consorte, para conocer la trama
cuya maldición, ante su mirada, queda deshecha,
su voluntad se dispersa y su acción se confunde.
Y cuando los dioses, sus auxiliares, que marchaban a su lado,
vieron al héroe valeroso, su vista se turbó.
Lanzó un grito Tiamat, sin volver el cuello,
con un brutal desafío en sus labios:
«¡Demasiado importante eres para el señor de los dioses como
para alzarse contra ti!
¿Se han congregado en su lugar o en el tuyo?».
Pero el señor, suscitando la tormenta, su arma poderosa,
a la furiosa Tiamat lanzó estas palabras:
«Con fuerza te alzaste, mucho te has exaltado;
en tu corazón te propusiste provocar la lucha,
de forma que los hijos rechacen a sus padres,
y tú misma que los engendraste, odias […].
Engrandeciste a Kingu para que fuera (tu) consorte,
su mando, que en derecho no le pertenece, opusiste al de Anu.
Contra Anshar, rey de los dioses, maquinas el mal;
contra los dioses, mis padres, afirmaste tu maldad.
Por mucha que sea tu fuerza, por afiladas que sean tus armas,
¡Ponte en pie, para que tú y yo trabemos singular combate!».
Cuando esto oyó Tiamat,
se volvió como posesa, como si perdiera la razón.
Con fuerza gritó Tiamat furiosa.
Hasta las raíces temblaron sus piernas.
Recitó un conjuro, lanzó su encantamiento,
mientras los dioses guerreros aguzaban sus armas.
Entonces entablaron la lucha Tiamat y Marduk, el más sabio entre
los dioses,
trabaron combate singular, se atenazaron en la pelea.
Desplegó su red el señor para atraparla,
el viento malo, que seguía detrás, le soltó en el rostro.
Cuando Tiamat abría su boca para devorarlo,
por ella le lanzó el viento malo para que no cerrara los labios.
Cuando los vientos salvajes llenaron su vientre,
su cuerpo quedó hinchado, la boca abierta.
Lanzó él su flecha, que atravesó su vientre,
le desgarró las entrañas, le destrozó el corazón.
Dominándola así, acabó con su vida.
Arrojó su carcaj para alzarse sobre ella.
Después de dar muerte a Tiamat, el señor,
su banda quedó destrozada, su tropa desbaratada.
[…]
Pero a Kingu, que había sido hecho su jefe,
lo ató y entregó a Uggae.
Las tablillas del destino, que en derecho no eran suyas,
le arrebató, las selló con un sello y las apretó contra su pecho.
Cuando hubo derrotado y sometido a sus adversarios,
………………………………………
Y se volvió a Tiamat, a la que había atado.
Holló el señor las piernas de Tiamat,
con su maza despiadada destrozó su cráneo.
Cortó las arterias de su sangre
que el viento norte llevó a lugares ignorados.
Al ver todo esto, sus padres se llenaron de gozo y exultaron,
y a él acudieron con presentes, para rendirle homenaje.
Se detuvo entonces el señor para ver el cuerpo muerto,
porque iba a desmembrar al monstruo y hacer obras estupendas.
La partió como una concha en dos partes;
una mitad alzó y la puso como un techo, el cielo,
fijó una barrera y puso guardianes
a los que mandó que no dejaran escapar las aguas.
Cruzó los cielos y revisó (sus) regiones.
Escuadró el cuartel de Apsu, la morada de Nudimmud,
según medía el señor las dimensiones de Apsu.
La Gran Morada, su semejanza, fijó como Esharra,
la Gran Morada, Esharra, que hizo como el firmamento.
Anu, Enlil y Ea recibieron sus lugares.
[…]
Cuando oye Marduk las palabras de los dioses,
su corazón le impulsa a realizar obras estupendas.
Abre su boca y se dirige a Ea,
para comunicar sus planes habla a Ea,
para comunicar el plan que ha concebido en su corazón:
«Amasaré la sangre y haré que haya huesos.
Crearé una criatura salvaje, ‘hombre’ se llamará.
Cierto, crearé un hombre salvaje.
Tendrá que estar al servicio de los dioses,
para que ellos vivan sin cuidado.
Con maña cambiaré la vida de los dioses.
Venerados por igual, en dos grupos estarán divididos».
Ea respondió, y le dirigió una palabra,
para exponerle un plan en beneficio de los dioses:
«Que sea entregado uno sólo de sus hermanos;
sólo éste perecerá para que sea formada la humanidad.
Que se junten aquí los grandes dioses en asamblea,
que el culpable sea entregado para que ellos permanezcan».
Convocó Marduk en asamblea a los grandes dioses;
graciosamente los presidía y daba instrucciones.
A sus sentencias prestaron atención los dioses.
El rey dirigió una palabra a los Anunnaki:
«Si vuestra declaración fue sincera,
decid ahora la verdad y por mí juradla.
¿Quién provocó la revuelta,
provocó a Tiamat a rebeldía y azuzó el combate?
Sea entregado el que maquinó la rebelión.
¡Con su culpa le haré cargar para que viváis en paz!».
Los Igigi, los grandes dioses, le replicaron,
a Lugaldimmerankia, consejero de los dioses, su señor:
«Fue Kingu quien maquinó la rebelión,
quien hizo rebelde a Tiamat, quien azuzó el combate».
Lo ataron y llevaron a presencia de Ea.
Le cargaron con su culpa y cortaron (los vasos de) su sangre.
De su sangre formaron la humanidad,
a la que él impuso la servidumbre, dejando libres a los dioses.
[…]
Después de ordenar todas las normas,
a los Anunnaki del cielo y de la tierra asignó sus porciones,
los Anunnaki abrieron su boca
y dijeron a Marduk, su señor:
«Ahora, señor, ya que nos has liberado,
¿qué homenaje te rendiremos?
Edificaremos un santuario en tu honor, que se llamará
‘La cámara de nuestro reposo nocturno’; ¡que en él reposemos!
¡Edifiquemos un santuario, un lugar para su morada!
El día en que lleguemos, reposaremos en él».
Cuando Marduk lo oyó,
sus facciones brillaron como el día:
«Como el de la alta Babilonia, cuya edificación solicitasteis,
su obra de ladrillo sea realizada. ‘El Santuario’ se llamará».
A la obra se pusieron los Anunnaki,
durante un año fabricaron ladrillos.
Al llegar el segundo año,
levantaron el tope de Esagila igual a Apsu.
Después de levantar una torre escalonada tan alta como Apsu,
pusieron allí una morada para Marduk, Enlil (y) Ea.
En su presencia la adornaron con esplendor.
Hacia abajo miran sus cuernos, a la base de Esharra.
Cuando concluyeron la obra de Esagila,
los mismos Anunnaki levantaron sus santuarios.
… todos se reunieron,
… edificaron para su morada.
A los dioses sus padres, sentó en su banquete:
«Esta es Babilonia, lugar de vuestra casa.
Festejad en su recinto, llenad sus anchas plazas».
Ocuparon sus tronos los grandes dioses.
A beber y a banquetear se pusieron.
Después de festejar allí,
en Esagila, el espléndido, celebrados sus ritos,
habiendo establecido las leyes (y) sus portentos,
todos los dioses repartieron las estancias del cielo y de la tierra.
Los cinco grandes dioses ocuparon sus tronos.
Los siete dioses del destino pusieron a los trescientos en el cielo.
Enlil alzó el arco, su arma, y lo puso ante ellos.
Los dioses, sus padres, vieron la red que había hecho.
Cuando contemplaron el arco, y su forma tan hábil,
sus padres alabaron la obra que había realizado.
Empuñándolo, Anu habló en la asamblea de los dioses,
mientras besaba el arco:
[…]

[Fuente: E. A. Speiser, Ancient Near Eastern Texts (Princeton 1950), reproducido en I. Mendelsohn (ed.), Religions of the Ancient Near East (Nueva York 1955) 19-46.]

Las palabras que inician este poema acadio son «Enuma elis» («cuando en lo alto»), y ese es el nombre con el que se le conoce.

La fusión de los diferentes caos iniciales, de Apsu y Tiamat, dio origen a la segregación de las fuerzas primigenias de la naturaleza, ahora identificables mediante nombres propios, los dioses.

De la relación entre ellos surgieron nuevos dioses de menor rango, cuyos juegos y alegría exultantes, es decir, los continuos experimentos y creaciones derivados del uso de sus poderes, irritaron a Apsu de tal manera que decidió acabar con aquellos.

El astuto Ea, en desacuerdo con los criminales propósitos de su padre, le hizo dormir mediante encantamientos y le mató.

Sobre el cadáver de su progenitor, Ea edificó un templo y se unió a una diosa, Damkina, de la que tuvo a Marduk, ornado de tales virtudes que pronto fue reconocido como superior por los dioses jóvenes.

Decidida a vengar la muerte de Apsu, Tiamat organizó un ejército con seres monstruosos que había creado para la ocasión y con la mayor parte de sus hijos, poniendo a su frente a uno de ellos, Quingu, a quien otorgó las tabletas del Destino que previamente había arrebatado al celestial Anu.

Los dioses más jóvenes pidieron a Marduk que los dirigiera a la inminente batalla, si bien ésta no llegó a producirse debido a que el enfrentamiento se resolvió mediante un combate singular entre Tiamat, símbolo del caos primigenio, y Marduk, la racionalidad ordenadora.

La victoria de Marduk fue acompañada del descuartizamiento de Tiamat, el desangramiento de Quingu y el perdón de los dioses que les habían acompañado.

Marduk, dueño ahora de todo lo formado, devolvió a Anu las tabletas del Destino y, con su apoyo, se dispuso a organizar el cosmos.

En primer lugar, asignó las moradas de los dioses en el cielo, reservándose para sí el planeta Júpiter, el más majestuoso de todos ellos.

Creó el Sol, responsable de la duración del día (y de la noche), y la Luna, y organizó con detalle las fases de ésta, lo que le permitió establecer el calendario (calendario mesopotámico), dividiendo el año en doce «lunas» o meses (meses mesopotámicos), cada uno de los cuales bajo los auspicios de una constelación.

Con los despojos de Tiamat construyó la Tierra: las anfractuosidades de la cara dieron lugar al relieve, mientras que los pechos sirvieron para modelar las altas montañas; las lágrimas que brotaban de sus ojos alimentaron el Tigris y el Eúfrates, y así sucesivamente.

Por último, y tras construir su morada en el centro del mundo, Babilonia, encargó a su padre Ea la creación de seres que se encargaran de proporcionarles el alimento.

Y como en el poema anterior, la sangre de un dios, en este caso Quingu, sirvió para dar forma a la arcilla con la que fueron moldeados los primeros humanos.

Pese a los avatares políticos de la región, la cosmogonía de Enuma Elis sobrevivió durante siglos en sus líneas esenciales, bien con pequeñas modificaciones onomásticas (como la sustitución de Marduk por Assur cuando Babilonia cayó en manos de Asiria), bien a través de la creación y desarrollo de nuevos mitos inspirados en aquél, como las dos tradiciones que confluyeron en la mitología hebrea y que conformaron el primero de los libros del Pentateuco, el Génesis.

Los aborigenes australianos

Introducción

Fotografía realizada en 1912 a varios aborígenes posando con sus pinturas corporalesDentro de Oceanía, un continente dominado por el agua, Australia con sus 4.000 kilómetros, emerge como la única isla cuya extensión nos hace olvidar su carácter insular. Para facilitar el estudio del resto de las islas de este continente, fue necesario agruparlas bajo unos términos más amplios como son los de Micronesia, Melanesia y Polinesia. La población aborigen llegó a Australia hace unos 40.000 años, aunque hay estudiosos que atrasan su llegada hasta los 60.000. Utilizando canoas y toscas embarcaciones, estos primitivos viajeros arribaron a las costas australianas en varias oleadas, desde distintos lugares de la vecina Asia. Tal vez uno de estos lugares de partida, pudo ser la India, ya que con la población india comparten ciertos rasgos como su nariz ancha y algo aplastada o tez oscura. Su increíble capacidad de adaptación al medio les permitió alcanzar una población aproximada de un millón de habitantes a la llegada de los europeos a principios del siglo XVII, en la actualidad sólo quedan unos 200.000 primitivos australianos.

Imagen de un aborígen lanzando un boomerang [Fuente: Enciclopedia Encarta] Estos colonos Pintura rupestre realizada por los aborígenes [Fuente: Enciclopedia Encarta] originales desarrollaron una nueva civilización con una serie de rasgos comunes que nos permite identificar esta particular cultura: una economía basada en la recolección y en la caza y la pesca, sin prácticas ganaderas o agrícolas; útiles de madera como el valioso bumerang, arma de caza conocida en todo el mundo; vida al aire libre, sin presencia de una arquitectura civil o religiosa; manifestaciones artísticas valiosísimas con un arte rupestre muy rico y complejo acompañado de una impresionante pintura sobre el cuerpo, de gran expresividad; organización tribal y agrupación en torno a clanes y grupos familiares, vinculados a un tótem o a varios tótems.

Un par de aborígenes con los cuerpos pintados [Fuente: Enciclopedia Encarta]

A pesar de estos rasgos comunes, el tiempo y la distancia han ido configurando importantes diferencias regionales entre la población aborigen australiana, tanto desde el punto de vista lingüístico, como desde el punto de vista religioso o artístico. Esta diversidad queda patente al comprobar que en la Australia aborigen se pueden contar hasta 250 dialectos diferentes. Paulatinamente los dialectos fueron asociados a parcelas de territorio, hasta que las agrupaciones más reconocidas fueron aquellas designadas por el dialecto.

Ejemplo de pintura rupestre primitiva procedente de la región de Queensland [Fuente: Aboriginal Art Online] En términos generales podemos establecer hasta 17 ó 18 regiones culturales al hablar de la población aborigen australiana. En primer lugar hallamos la zona norte, en la que destaca la pintura rupestre, y en la que encontramos numerosas tribus: Gunwinggu, Nunggubuyu, Rembarnga, Yolngu, Gurindji, Jawoyn, Ngarinman, Wik, Kuku-yalanji, Gayardilt, Kaiadilt, Lardil, Waanyi, Yanuwa, Gooniyandi, Ngarinyin, Gagudju, Larrakia, Tiwi, Djabugay, y los Yidinjdji.

En segundo lugar una región sur, donde los aborígenes se autodenominan «nunga», con grupos como los adnyamathanha, los kaurna, y los ngarrindjeri. Otra región es la del este, donde encontramos varias tribus: Boonwurrung, Bundjalung, Darug, Eora, Gunditjmara, Kurnai, Ngunawal, Woiworung, Yugembeh, Barkindji, Kamilaroi, Wiradjuri, Yorta Yorta, Badtjala, Gubbi Gubbi, Quandamooka, o Yuggera.

En la región oeste, la población del área más septentrional se hace llamar «yamtji», mientras que el pueblo más meridional se autodenomina «nyungars»; los grupos que podemos encontrara en zona son los bibbulman, ngyungar, wajuk, watjarri, y yindjibarndi. La zona central es una zona tremendamente árida, en la que se encuentra alguno de los desiertos más secos de la Tierra, en ella se ubican tribus como los arrernte, los pintupi, los pitjantjatjara, los warlpiri, los wongath, los arabana, y los kalkadoon.

La isla de Tasmania es otra región dentro de la cultura aborigen australiana, si bien es cierto que tiene características especiales que la diferencian del resto de la cultura aborigen australiana; esta zona incluye los grupos de Nuenonne y Paredarerme.

Por último la zona de las Islas de Torres Strait con las tribus de Meriam Mir y Muralag.

Esta larga lista de nombres no debe de quedar como una simple enumeración, sino que debe de servir para mostrar la gran diversidad y la gran variedad de matices que puede ofrecernos la cultura aborigen australiana.

Grupo de aborígenes practicando una danza ritual con el instrumento mágico o didgeridoo [Fuente: Enciclopedia Encarta] Durante siglos Australia permaneció aislada, evolucionando y cultivando una rica cultura, respetuosa con la naturaleza y con la Tierra, alejada de cualquier influjo exterior. Parece ser que pudo haber algún contacto con Nueva Guinea, con China y con Malasia y que hasta las costas del norte de Australia llegaron navegantes árabes en torno al siglo XV. Los primeros europeos en llegar a la isla fueron navegantes tan avezados como Magallanes o Saavedra. Sin embargo, fueron los holandeses los primeros en establecer recaladas definitivas en estas latitudes. Les siguieron luego ingleses y franceses. Pero Australia permaneció inexplorada hasta el siglo XVIII. Y en 1829 Gran Bretaña se anexionó toda Australia. El impacto que supuso para la cultura aborigen la llegada y el asentamiento de estas gentes extranjeras fue enorme. Los europeos importaban unas costumbres que escapaban a la comprensión de los aborígenes y que chocaban con su concepción del mundo, desde la explotación de la tierra y de los animales, mediante la agricultura, la ganadería o la minería, hasta la construcción de grandes edificios, fábricas y casas, pasando por el uso de ropa que tapaba todo el cuerpo y de extraños utensilios. En Australia, los aborígenes sufrieron la enfermedad, la violencia, la desposesión y el desarraigo, principalmente desde el siglo XIX; su población descendió desde el millón de habitantes a la llegada de los europeos, hasta los 200.000 de hoy en día, en torno al 1’5 de la población de Australia. A mediados del siglo XX consiguieron que la ley les concediera derechos sobre la tierra, sin embargo esto no fue suficiente. Para solventar la situación desastrosa en que se hallaba esta población, durante los años 80 y 90 del siglo XX, los distintos gobiernos australianos desarrollaron una serie de medidas destinadas a la mejora de las condiciones de vida de la población aborigen. En la actualidad la población aborigen australiana, más integrada ya en el modo de vida occidental, mantiene viva su tradición y su cultura, mediante la práctica de sus rituales y la producción artística, tanto literaria como pictórica, que deja bien patente la fuerza y la recuperación de esta rica civilización.

Mitos relacionados con el origen y ordenación del Mundo
La cosmovisión de los aborígenes australianos

Uno de los elementos que destaca en esta cultura es la fuerte conexión que los aborígenes sienten con la naturaleza. Esa intensa unión sienta las bases de su visión particular del mundo y del papel que cumple el ser humano en la Tierra y también impregna todos los aspectos de su vida diaria. Creen que el ser humano forma parte de una esencia superior que es la Naturaleza, de la cual forman parte los seres vivos y los muertos, desde la roca, la lluvia, la lombriz, o los árboles, hasta los canguros y los hombres. De acuerdo con esta concepción, el hombre no es un ser superior, sino que comparte el medio ambiente con el resto de los seres de la Tierra, y tan necesaria es la existencia de los lagartos como la suya propia. Para comprender mejor este gran aprecio y respeto que sienten por la naturaleza, debemos de considerar que estamos ante una sociedad de recolectores y cazadores, cuya supervivencia dependía exclusivamente de los bienes que obtuviesen de la naturaleza, de ahí la necesidad de preservarla y de mantener su equilibrio. Para preservar ese equilibrio, todos los elementos de la naturaleza debían ser tenidos en cuenta y todos tenían su función.

La función del ser humano es la de honrar a la Naturaleza y a sus elementos, mediante la práctica de rituales; se establece así una relación simbiótica, ya que el hombre recibe cobijo y sustento de la Naturaleza, y a cambio, ayuda a mantener el orden mediante rituales. Siguiendo este planteamiento, podemos entender que el aborigen australiano nunca perjudique el medio, sino que lo proteja. Esa veneración y esa unión que sienten con la Naturaleza la manifiestan materialmente mediante los tótems, que están vinculados con algún elemento o algún aspecto de la Naturaleza, al que una tribu, una casa o un individuo aborigen rinde culto. Mediante este sistema totémico, los aborígenes podían venerar a cualquier aspecto o elemento de la Naturaleza: la roca, la lluvia, la lanza, el lago, las flores, los animales o las plantas. Además, los aborígenes realizaron una clasificación de tótems desde los que eran de culto individual, hasta los de índole local, pasando por los vinculados con el sexo o con la familia.

Este orden fundamentado en tótems favoreció el desarrollo de una organización social basada en clanes, que a su vez se dividieron en casas, con lo cual se difundió una gran variedad de relatos, mitos, héroes y creencias particulares, que nos son imposibles conocer en su totalidad. Sin embargo, a pesar de esa enorme diversidad, la mayoría de los aborígenes australianos comparten un conjunto de creencias a cerca del Universo, su origen, la Naturaleza o el papel del ser humano. Así, la mayoría de su mitología está relacionada con la Naturaleza y con la Tierra, mostrada como antítesis al cielo y al océano.

La creación y la ordenación del Mundo, en la mitología de los pueblos nativos australianos, se explica mediante relatos mitológicos que tienen como protagonistas a seres legendarios, dioses y héroes ancestrales. Del mismo modo que ocurría con los mitos africanos o con la cosmogonía clásica, el origen del mundo y su forma, tal y como la conocemos, se debe a la intervención de seres mágicos y dioses primitivos, cuya actuación permite, no sólo que exista nuestro mundo, sino también la vida en él. De igual modo, estos relatos mitológicos ayudan a comprender el origen de ciertos fenómenos naturales o el origen de ciertas costumbres y normas sociales, justificándolas. De forma que estos mitos, acompañados de los correspondientes rituales, ayudaban a conservar este orden establecido, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista social. En este trabajo nos centraremos en esas leyendas y creencias comunes a la mayor parte de los aborígenes australianos: la estructura del Universo, leyendas sobre el origen de algunos cuerpos celestes, el «Tiempo del Sueño», la historia de Biame o el relato de la Madre Serpiente.

El Tiempo del Sueño

Figura de madera que representa a un ser ancestral [Fuente: The Universe of the Aborigine] Dentro de la mitología aborigen australiana, los mitos de la creación ocupan un lugar muy importante. La creación y ordenación del mundo tuvo lugar en un periodo mitológico y sobrenatural, conocido como «Alchera», Dreaming o Dreamtime, cuya traducción literal es «Tiempo del Sueño». En este tiempo mágico, la Tierra tomó forma y la vida surgió en ella. En la mayor parte de las leyendas que hablan del Dreaming, se relatan los viajes de los espíritus ancestrales, llamados Wondjina, que crearon el mundo tal y como lo conocemos, con sus ríos y sus rocas, las estrellas y dieron vida al ser humano, a las plantas y a los animales. Posteriormente, durante el Dreamtime, estos espíritus, viajaron libremente por Australia y después de transmitir a lo seres humanos los conocimientos necesarios para su supervivencia y para el mantenimiento del orden establecido, los Wondjina desaparecieron dentro de la Tierra y habitan en las formas del mundo natural que crearon: rocas, pájaros, ríos, etc…

En la mayoría de estos mitos, la Tierra surgió de la materia preexistente y el paisaje fue paulatinamente transformado por la acción de unas criaturas con forma parecida a la de gigantes serpientes. Estas «serpientes» fueron levantando, horadando y retorciendo, el terreno existente, y a medida que lo hacían iban configurando el paisaje actual. Estos seres ancestrales, que dieron forma a la Tierra, surgieron de la propia Tierra. Posteriormente dedicamos un epígrafe al mito de la «Madre Serpiente»

Pintura que representa el Tiempo del Sueño, con serpientes gigantes Al «Tiempo del Sueño», también se puede entrar en el presente mediante la práctica de ciertos rituales, utilizando tótems. Así, la conservación de los mitos y la práctica de los rituales se mantiene en cierto modo, la continuidad de este tiempo sobrenatural, tan importante en la mitología aborigen, y garantiza también la continuidad de la vida.

Estructura del Universo y origen de algunos elementos celestes

En este sistema de creencias, donde la Tierra y la Naturaleza ocupaban un lugar privilegiado, el firmamento era poco atendido de manera que la mayor parte de su cosmología estaba basada en la mitología y en observaciones astronómicas muy generales.

La estructura del Universo varía poco de un pueblo aborigen a otro. En general para estos nativos, en el Universo había tres planos: la Tierra, el cielo y el subsuelo. La Tierra, cuya forma es circular, está cubierta por el cielo que se estrecha en el horizonte. El cielo es el hogar de los héroes ancestrales y de los seres sobrenaturales. Además, el cielo era descrito como el lugar donde iba el alma de una persona cuando esta moría, curiosamente como explica el Cristianismo, salvando las muchas diferencias, claro está. Como su Tierra (Australia) era un espacio bastante seco, donde el agua no era muy abundante, a los ojos del aborigen australiano, el cielo se imaginó como un espacio verde, donde el suministro de agua era mayor que en la tierra, resultando una morada digna de los dioses y de esas almas que abandonaban el cuerpo al morir. La luz, el brillo de las estrellas era visto como las hogueras de los seres que residían en el cielo. Algunos mitos explican que el cielo era sostenido por unos apoyos gigantescos situados en los extremos de la Tierra sujeto. Esta idea de grandes pilares o apoyos que sujetan el cielo, también es recogida por otras mitologías, por ejemplo, la china. Los aborígenes australianos sentían un gran respeto por la figura del chamán, de quien se decía era capaz de viajar del plano terrestre al plano celeste, mediante una serie de rituales y utilizando ciertas semillas de árboles que se hallaban entre el cielo y la tierra.

El plano subterráneo, era un plano inferior a la Tierra con la cual tenía un mayor parecido que el cielo. En este plano, situado por debajo del terrestre, estaba ocupado por gente que se parecía bastante a la que ocupaba la Tierra. Otros relatos sostenían que el subsuelo es un plano más oscuro y que está vacío, deshabitado. Una leyenda aborigen cuanta que el hombre luna y la mujer sol, atravesaban cada día este plano subterráneo para volver al horizonte este, desde el oeste. De este modo, explicaban la desaparición tanto del sol como de la luna en el horizonte oeste, y su aparición en el este cada día.

Como ya hemos apuntado en el párrafo anterior, para los aborígenes australianos, la luna era identificado con una figura masculina, mientras que el sol era considerado una figura femenina, justa al revés que en muchas otras culturas, como puede ser la clásica. Esto puede deberse a la importancia que los nativos australianos otorgaban a la figura femenina, sin la cual no era posible la vida. Del mismo modo, la vida en la Tierra no es posible sin el sol, con lo cual pudo establecerse una relación entre la feminidad y el astro rey. El mito que nos narra el origen del sol, nos cuenta que éste surgió de la propia Tierra en un lugar concreto, señalado por una gran roca; cada día el sol se alza en el cielo y vuelve a la Tierra cada noche, justo al mismo lugar del que surgió por vez primera. Existe otra narración, completamente distinta, que también explica la aparición del sol en el cielo cada día. Según esta leyenda, una mujer dejó a su hijo en el interior de una cueva mientras buscaba comida; cuando anocheció, la mujer se perdió y entró en la región celeste, que comenzó a recorrer con una antorcha; la mujer aún sigue perdida y cada día cruza el cielo con su antorcha, iluminándolo mientras busca a su hijo perdido.

También es curioso el relato mitológico que explica el origen de la luna, que como ya hemos indicado era una entidad masculina. Según este mito, un miembro del tótem de la zarigüeya tenía un fabuloso cuchillo con la luna dentro, de modo que podía cazar por la noche con la luz que proyectaba. En cierta ocasión, un miembro de otro tótem se lo arrebató y huyó. El dueño del cuchillo, corrió tras él, sin éxito. Como no pudo alcanzarlo, se dirigió a él vociferando y propuso al ladrón que dejase la luna en el cielo para que todos pudiesen sacar provecho de su luz y pudieran cazar de noche. Existe otro mito distinto, pero igual de interesante, que explica las fases de la luna. El relato cuenta cómo un miembro del tótem de la zarigüeya murió y poco después se alzó de su tumba, volviendo a ser un hombre; nuevamente envejeció y murió otra vez; en determinados puntos, se vuelve a levantar como un hombre joven, para ir envejeciendo y volver a morir.

Pero en la mitología de los aborígenes australianos, no solamente se recogen mitos sobre el sol y la luna, sino que otros cuerpos celestes también merecieron su atención. Entre ellos destaca el mito de las Pléyades y de Orión, que fueron importantes grupos de estrellas para los nativos de Australia. Las Pléyades eran siete hermanas que iban siempre juntas a cualquier sitio y un día aterrizaron todas en su lugar favorito, donde encontraron a un grupo de hombres llamados Yayarr. Estos hombres acompañaron y ayudaron a las hermanas, hasta que se cansaron. Solamente uno se quedó con ellas. Cuando las estrellas se fueron al cielo, el hombre las siguió también hasta el firmamento y se convirtió en Orión.

Las estrellas de Escorpio también tienen su propio mito, según el cual un recién iniciado fue seducido por una mujer y mantuvo relaciones sexuales antes de haber sido purificado. Los maestros del joven querían castigarle por haber roto las normas, pero la pareja huyó al cielo. Los maestros les persiguieron arrojándoles bumeranes, pero fallaron. Entonces todos se transformaron en estrellas para mostrara que el iniciado jamás podría finalizar su formación.

Otros fenómenos celestes también fueron explicados mediante mitos que ayudaban a comprender hechos, que, de otra forma, eran inexplicables. Así sucedía con los eclipses de sol; para los nativos australianos los eclipses de sol, eran debidos a la intromisión de un demonio, Arungquilta, que quería introducirse en el sol para vivir en él. Cada vez que tenía lugar un eclipse, el chamán debía de realizar un ritual, para expulsar al demonio Arungquilta y expulsarle lejos del sol.

Biame, el Gran Dios Espíritu y otros dioses creadores

Dentro de los mitos de creación, puede que el más extendido entre los pueblos nativos australianos sea el de el dios Baiame, también conocido bajo los nombres de Balame, Byamee o Biame, que procede del vocablo biai, «hacer». Este dios ancestral es conocido como «El más Grande» o «El Creador» y es el responsable de haber creado por primera vez la Tierra.

Uno de estos relatos sobre Biame resulta tener cierto contenido moral, además de justificar la necesidad de que todos los seres de la Tierra permanezcan unidos, siendo todos iguales. Este relato, nos cuenta que Biame estableció tres tribus diferentes de seres vivos para poblar la Tierra. En primer lugar creó la tribu de los animales y habitantes del suelo; en este grupo encontramos seres de tamaños y formas diversas, desde los reptiles que se arrastran por el suelo, hasta los canguros y los koalas. En segundo lugar, creó a la tribu de los pájaros, integrada por curiosas aves de todas las dimensión y colores. En último lugar, dió vida la tribu de los peces que poblaron los ríos, los lagos, las charcas y los amplios mares. En medio de estas tribus vivía una extraña criatura, llamada platypus que compartía cualidades con cada una de esos grupos; así, tenía piel como los animales, ponía huevos como los pájaros y nadaba como los peces. Este ser tenía amistad con las tres tribus, que pronto sintieron una gran admiración y respeto por él. Según cuenta la leyenda, un desafortunado día las tribus empezaron a discutir sobre cuál de ellas era la mejor. La discusión se volvió tan enérgica, que la lucha estalló y los grupos se separaron. Cada una de las tres tribus invitó a platypus a que se uniera a ella; primero la de los animales, con el gran canguro Bagaray a la cabeza, después la de los pájaros liderada por Buntil, el gran águila y finalmente los peces, con Goodoo al frente. Platypus agradeció a todos su interés y tras meditar unos instantes, respondió: «Animales, me gustaría unirme a vosotros, ya que tengo fur como vosotros; pájaros, pongo huevos como vosotros y como gusanos y me gustaría unirme a vuestra tribu; peces, nado con vosotros diariamente y somos grandes amigos. Es una decisión muy difícil, pero he considerado que no me uniré a ninguna como tribus separadas; sin embargo me uniré a todos vosotros como parte que sois de mí, del mismo modo que yo soy parte de todos vosotros, por lo tanto ningún grupo o tribu es mejor que otra, ni yo tampoco. Cada uno de vosotros sois especiales y únicos en vuestra existencia». Como hemos indicado al comienzo del relato, esta leyenda tiene un contenido moral muy importante en la vida aborigen australiana: todos los seres de la Tierra son iguales y deben permanecer unidos.

Otra leyenda de Baiame, nos cuenta como el dios después de crear la Tierra, creó al primer hombre y a la primera mujer a partir del barro y el polvo. Según cuenta este relato legendario, antes de desaparecer, el dios indicó a la pareja, aquellas plantas que podían comer, advirtiéndoles que tenían prohibido comer animales y les dejó en un lugar muy bueno. La lluvia y el sol daban vida a las plantas, cuyo fruto servía de alimento a esta pareja y a su creciente prole. Pero un día la lluvia cesó y, por vez primera, en la Tierra se supo lo que era el hambre. En un momento de desesperación, el hombre se atrevió a matar a un animal, un canguro, que compartió con su hambrienta esposa. La pareja ofreció parte del novedoso sustento a un amigo enfermo y debilitado por la falta de alimento. Sin embargo, el hombre rechazó la oferta y, advirtiéndoles de su error, se marchó. Por su parte, la pareja continuó con su festín, tras lo cual siguieron las hullas tambaleantes de su pobre amigo. Le encontraron a los pies de un eucalipto al otro lado de un río de fuerte corriente. Desde la otra orilla la pareja, contemplaba a su amigo y, cuando estaba a punto de marcharse, quedó estupefacta y aterrorizada ante la visión de una figura negra, mitad humana, mitad bestia, que saltando de las ramas de aquel árbol, se abalanzó sobre el cuerpo de su inmóvil amigo. Aterrorizados el hombre y su esposa, vieron como aquella figura horrible, se llevaba a su amigo y desaparecía. De repente, una gran humareda salió del árbol, tras lo cual se escuchó un ruido desgarrador, como si el árbol se rompiese sólo y sus raíces se despegaran de la tierra. El árbol se levantó y se alejó de la pareja volando hacia el sur. Así es como, según la mitología de los aborígenes australianos, por primera vez en la Tierra, la muerte llegó a un hombre. Un ser humano había perdido la vida a manos de una criatura llamada Yowee que es el Espíritu de la Muerte. En este relato vuelve a ser interesante el matiz moral de su contenido, ya que la primera vez que muere un ser humano, puede ser vista como un castigo por haber matado un animal, incumpliendo las normas establecidas por el creador. Ciertamente es un final triste, porque el mundo ideado por Baiame se ve repentinamente truncado por la ruptura del equilibrio inicial y se abre camino una nueva creación.

Además del dios Baiame, dada la gran diversidad de tribus que encontramos en la cultura aborigen australiana, podemos hallar una importante lista de divinidades ancestrales vinculadas con la creación y ordenación del mundo. Incluso puede ocurrir que tantos nombres diferentes aludan al mismo ser superior que creó el Mundo. Entre algunas tribus de Australia Central, por ejemplo, Altjira es considerado el padre del cielo y el dios del «Tiempo del Sueño», que creó la Tierra, retirándose después a lo más alto del cielo, donde aún permanece. Por otro lado, los bagadjimbiri son dos hermanos a los que los karadjeri del noroeste de Australia, atribuyen la creación del mundo, indicando que con anterioridad al ascenso de ellos desde el suelo, no había nada. Para las tribus de los kulin y los wurunjerri de Australia, Bunjil es el dios supremo y creador y ambas tribus se refieren a él como « Padre Nuestro» e igual que sucede en el resto de mitos, después de terminar su tarea en la Tierra, marchó al cielo. En Australia Central, los aranda creen que Mangar-kunjer-kunja, es el dios creador; se trataba de un dios lagarto que encontró seres primigenios sin desarrollar, a los que separó y con su cuchillo les abrió los orificios para los ojos, la nariz, la boca y los oídos y además les mostró el fuego, el cuchillo, el boomerang y el matrimonio. Waramurungundi es considerada por los gunwinggu como la primera mujer, la madre de Australia que dió a luz a la Tierra, dictó las normas de todas las criaturas vivientes y enseñó al hombre a hablar.

La Serpiente Arco Iris o la Madre Serpiente
(Rainbow Serpent)

Pintura tradicional de la diosa serpiente [Fuente: Aboriginal Art Online] Otro de los mitos de creación más extendidos y conocidos entre los aborígenes australianos es el de la «Madre Serpiente», también llamada «Serpiente Arco Iris». Esta divinidad ancestral es la personificación de la fertilidad, la diosa de la lluvia y tiene poderes para dar vida. Según cuenta la leyenda, al principio la Tierra era un espacio vacío y llano, en cuyo interior descansaba la «Gran Madre Serpiente» que permaneció en un profundo sueño durante muchísimo tiempo. Repentinamente se despertó y reptó por el interior de la Tierra hasta llegar a la desierta superficie. Comenzó a recorrer la Tierra y, a medida que avanzaba, tal era su poder, que provocó una gran lluvia, formándose lagos, ríos y pozos de agua. Cada sitio que visitó lo nutrió con la leche de sus pechos rebosantes, haciéndolo fértil y una frondosa vegetación creció en la Tierra antes yerma. Grandes árboles con frutos de muchos colores y formas brotaron de la tierra.

La diosa introdujo su nariz en el suelo, levantando cadenas montañosas y abriendo profundos valles, mientras que otras partes las dejó lisas y desiertas. La «Madre Serpiente» regresó entonces a la Tierra y despertó a los animales, a los reptiles y a los pájaros que poblaron por vez primera la Tierra, y finalmente creó a los peces. Por último, según cuenta la leyenda, la diosa extrajo de las entrañas de la propia Tierra a la última de las criaturas, el ser humano. De la «Madre Serpiente» los seres humanos aprendieron a vivir en paz y armonía con todos las criaturas de la creación, ya que eran sus primos espirituales. Además, la diosa enseñó al hombre la vida tribal, a compartir y tomar de la Tierra solamente aquellos bienes que necesitasen, respetando y honrando a la Naturaleza.

Según esta leyenda, gracias a la «Diosa Serpiente», hombres y mujeres aprendieron a convivir como hermanos con la naturaleza y también aprendieron que cada elemento había sido colocado por la diosa en equilibrio. El ser humano entendió que su papel era el de guardián y protector de ese equilibrio y que debía transmitir este conocimiento de generación en generación. Antes de desaparecer, la «Madre Serpiente» advirtió que si el hombre abusaba y mataba por placer o por gula, encontraría al culpable y le castigaría.

En algunas variantes de este mito, la «Madre Serpiente», llamada «Madre Eingana» vivía, y aún vive, en el «Tiempo del Sueño», de donde regresa en algunas ocasiones para crear más vida. Según esta versión, la serpiente primigenia, que carecía de vagina, se sentía torturada por su embarazo, por lo cual empezó a girar y a revolverse. El dios Barraiya, que la vió, la pinchó cerca del ano para que pudiese dar a luz y todas las criaturas que llevaba en su vientre pudiesen nacer. Del mismo modo es considerada como la «Madre Muerte» y según este mito, la diosa Eingana tiene un nervio conectado o atado a cada una de sus criaturas y cuando lo deja marchar esa vida se detiene. Siguiendo este planteamiento, si esta diosa muriese, todo dejaría de existir.

Yhi, la diosa creadora de los karraur

En la mitología de los karraur, Yhi es una divinidad de primer orden, ya que es la diosa creadora. Según cuenta una leyenda de estos aborígenes australianos, la diosa permanecía dormida en el «Tiempo del Sueño» antes de la creación de nuestro mundo, en un lugar pacífico y de montañas tranquilas. Un susurro repentino, desveló a la diosa que dió un gran bostezo y abrió sus ojos, inundando al mundo con nueva luz. Yhi descendió a esta nueva Tierra iluminada por su luz, recorriéndola de este a oeste y de norte a sur. A medida que la diosa caminaba, las plantas brotaban bajo sus pies y no descansó hasta que hubo recorrido cada centímetro de tierra y todo quedó cubierto por un manto verde. Cuando terminó, la diosa fue a descansar y mientras contemplaba su reciente creación, se percató de que las plantas no podían moverse y en aquel momento le apeteció ver algo que pudiese agitarse graciosamente.

Con la idea de crear estas nuevas criaturas, la diosa descendió a la Tierra y tuvo que enfrentarse a unos espíritus malignos que intentaron acabar con su vida. La diosa, más poderosa y fuerte, derrotó a estos espíritus y la calidez de la diosa se mezcló con la oscuridad, surgiendo unas diminutas formas de vida que empezaron a moverse por allí. Esas formas de vida se transformaron en danzarinas mariposas, juguetonas abejas y otros insectos que comenzaron a revolotear en torno a la diosa. Pero en este mundo luminoso y vivo, aún había cuevas oscuras y heladas; sobre ellas la diosa esparció también su mágica luz y en el interior de las cuevas formó agua. Pronto vió como aparecían nuevas criaturas: peces y lagartos que se deslizaban por el agua. La diosa había derrotado definitivamente a la oscuridad y el nuevo mundo se llenó de pájaros y animales que poblaron la Tierra, llenándola de vida.

Por otro lado, el mito de los karraur sirve para explicar la salida y la puesta del sol. Cuando el mundo estuvo lleno de luz y de vida, Yhi dijo a las criaturas que ella se marchaba, bendiciéndoles con el cambio de las estaciones, y prometiéndoles que cuando muriesen se encontrarían con ella. Entonces, la diosa se transformó en una potente bola de luz y se alzó en el cielo, para desaparecer después en el horizonte. Todas las criaturas de la Tierra se asustaron porque a medida que Yhi desaparecía, la oscuridad llenaba la Tierra. Poco a poco, las criaturas fueron quedándose dormidas en la nueva oscuridad de la noche, para ir despertando lentamente ante la luz de un nuevo amanecer. Lo que pronto supieron las criaturas, es que Yhi nunca iba a abandonar totalmente su creación y que tras anochecer, volvería a aparecer por el este, día tras día.

Sin embargo, la diosa tuvo que regresar una vez más a la Tierra, ya que los animales empezaron a estar descontentos con sus formas, a ser infelices y a pedir a la diosa que satisficiese sus deseos. Así, según cuenta la leyenda, Yhi descendió sobre la superficie terrestre y preguntó a las criaturas qué necesitaban: el murciélago quería alas, la foca quería nadar… Yhi les dijo que cumpliría sus deseos, sólo por esta vez y a cada uno le concedió lo que deseaba. Así es como, de los seres ancestrales con formas bellas de la anterior creación, surgieron las extrañas criaturas de nuestra Tierra.

A esta diosa también le atribuyen los karraur la creación del hombre y de la mujer. Yhi había creado primero al hombre, que rodeado de plantas y animales, vagaba por la Tierra y se sentía sólo ya que ni bestias ni vegetales se parecían a él. Una mañana la diosa se acercó a él, mientras descansaba ceca de un árbol y tenía insólitos sueños. A medida que se despertaba de su profundo sueño, vió la flor del árbol brillando a la luz del sol. Atónito el hombre pudo contemplar el auténtico poder de Yhi actuando sobre el tallo de la resplandeciente flor. Repentinamente el tallo empezó a moverse y tomó aliento. De improviso, la flor mudó de forma y se convirtió en una mujer, que emergió pausadamente desde la luz. Así apareció la primera mujer de la creación.

Después de aproximarnos a este conjunto de relatos legendarios ligados a la creación y ordenación del Mundo, según la mitología aborigen australiana, podemos apuntar una serie de rasgos comunes entre tanta diversidad. En primer lugar, en la mayoría de dichos relatos, la creación tiene lugar en un período mítico, llamado «Dreamtime» («Tiempo del Sueño»), en el cual habitan los espíritus ancestrales encargados de la creación. En segundo lugar, en estos mitos, ya sea el de Baiame o el de Yhi, el dios protagonista es el autor de toda la creación: Tierra, animales y ser humano; es decir: da forma a la Tierra, la llena de vida vegetal y animal, y crea al ser humano. Por otro lado, puede desprenderse otro rasgo común a muchos de estos mitos, que es el desarrollo de la creación y ordenación del Mundo en distintas fases, más o menos marcadas según el relato. Así, en un primer momento la divinidad creadora, da forma a la Tierra, levantando montañas, creando la lluvia y disponiendo lagos y ríos. Después da vida a los seres que pueblan la Tierra, también siguiendo un orden evidente: primero crea el manto vegetal de la Tierra, surgiendo espacios verdes con frondosos árboles, seguidamente crea a los animales, después a los pájaros y finalmente a los peces. Por último, crea al ser humano, primero al hombre y después a la mujer.

Para finalizar señalamos otro aspecto común en todos los relatos mitológicos, fundamental para comprender el modo de vida tradicional de los aborígenes australianos. En la mayoría de estos mitos se aprecia un contenido moral de vital importancia: el respeto y la vinculación con la Naturaleza, de la que todos forman parte. Al final de cada relato podemos apreciar que la divinidad creadora, transmite al hombre una serie de conocimientos: el fuego, el uso de algunas herramientas (cuchillo o boomerang), normas de convivencia (matrimonio, modo de vida tribal…). Entre el conjunto de conocimientos, se halla esa admiración por la naturaleza y la idea de que todos los seres son de igual importancia para el equilibrio natural y todos forman parte de una entidad mayor, la Naturaleza. De estas enseñanzas se extrae el papel que debe cumplir el ser humano, honrar a la Naturaleza y mantener su equilibrio, mediante la práctica de rituales y transmisión de esos conocimientos. Estos mitos y ritos garantizan el mantenimiento del orden establecido y permiten al aborigen australiano descubrir su lugar en el Mundo.

Cosmogonia de los pueblos unuit

Breve aproximación a las poblaciones árticas

Círculo Polar ÁrticoLa población que tradicionalmente ha ocupado la vasta región helada del planeta que es el Círculo Polar Ártico está integrada por etnias y grupos muy diversos. El grupo mayoritario que ocupa las tierras costeras de Groenlandia, Canadá y Alaska, en América del Norte, y de Siberia, al otro lado del Estrecho de Bering, fue conocido en Europa a principios del siglo XVII gracias a las narraciones de viaje del pastor Biar (1611). Dicho autor los llamó “esquimos” o “esquimales”, adoptando así la palabra que , con el significado de “comedores de carne cruda”, usaban sus vecinos, los indios vabinaks para designarlos.

Por ello la palabra «esquimal», tiene un sentido peyorativo y despectivo para estas poblaciones árticas que se llaman a sí mismos «inuit»(en su lengua significa «la gente»), o «yupik».

Estos pueblos indígenas, aunque pertenecientes a etnias diferentes, llegaron a esta región ártica desde Asia, cruzando el Estrecho de Bering desde Siberia hasta América del Norte. De hecho, comparten con la población asiática muchos rasgos antropológicos (de baja estatura, construcción robusta). Paulatinamente, estos primitivos pobladores fueron desplazándose hacia otras zonas y formando grupos distintos. La región boreal canadiense fue poblada, aproximadamente, hace cuatro mil años por los antecesores de las actuales poblaciones árticas, mientras que los primeros pobladores originales de Groenlandia llegaron hace tres mil años. Estos nuevos pobladores se adaptaron con éxito a este medio de exigencia climática y toda la región fue habitada por una cultura de pueblos paleo-árticos de cazadores, que desarrollarían una civilización propia, siglos antes de la llegada de los primeros europeos. Los que se quedaron en el bioma polar y en la tundra sólo pudieron sobrevivir aprovechando racionalmente los animales que eran capaces de vivir allí. Ese aprovechamiento fue diverso: unos se dedicaron a la caza o la pesca, y otros a la ganadería. Por eso, los pobladores que se quedaron alrededor del Ártico fueron diferenciando sus maneras de vivir y formando diversos grupos humanos.

Se hace necesario en esta aproximación a las actuales poblaciones árticas, establecer los principales grupos de esta cultura, atendiendo principalmente a aspectos etnográficos. Podemos realizar una división inicial atendiendo a rasgos de tipo etnográfico y a partir de esta primera clasificación étnica, se pueden realizar nuevas subdivisiones atendiendo a elementos geográficos, lingüísticos… Empezando por América del Norte, encontramos dos grupos étnicos; por un lado, el aleutino, formado por los habitantes de las Islas Aleutianas y por otro, los inuit («esquimales»), que ocupan las zonas más gélidas. Al otro lado del Estrecho de Bering, en la Siberia ártica también podemos distinguir un buen número de grupos étnicos: los yakutos (cuenca del río Lena), los tungus (ubicados al este del río Yeniséi), los chukchi (habitantes del extremo nordeste de Siberia), y en Escandinavia los saami, más conocidos como lapones, etc…

Nos centramos en los inuit porque representan uno de los casos extremos de adaptación humana a las condiciones más duras. Dentro de los pueblos inuit, que se extienden por territorios de cuatro estados (Canadá, Groenlandia, Rusia y EE.UU.), podemos diferenciar varios grupos atendiendo a aspectos tanto lingüísticos como geográficos. Respecto a los rasgos lingüísticos, es preciso indicar que estas poblaciones inuit hablan lenguas diferentes, pero todas ellas integrantes de la familia lingüística esquimal-aleutiana. Por ejemplo, en Alaska encontramos una importante división lingüística, en función de que los individuos se denominen a sí mismos, inuit (singular, inuk) o yuit (singular, yuk). La rama oriental de esta subfamilia, llamada generalmente inupiaq en Alaska, pero también inuktitut en Canadá y kalaallisut (kalâdtlisut) en Groenlandia, se extiende desde el este de Alaska, por Canadá y desde el norte hasta el sur de Groenlandia. Esta rama oriental está integrada a su vez por distintos dialectos. La rama occidental se llama yupik e incluye cinco lenguas distintas: sireniski, yupik centrosiberiano, naukanski (esquimal siberiano), yupik del centro de Alaska (esquimal continental del sudoeste de Alaska) y yupik del Pacífico (esquimal del Pacífico).

Desde el punto de vista geográfico, debemos de tener presente que las poblaciones inuit se extienden a lo largo de unos 5.150 kilómetros y dentro de esta vasta extensión podemos agruparlas en ocho divisiones geográficas, aproximadamente. De este a oeste, encontramos los siguientes grupos:

1. Los inuit de Groenlandia, que viven en las costas orientales y occidentales del sur de Groenlandia, han adoptado muchos hábitos europeos y se conocen como groenlandeses o kalaallitt (kalâtdlit);
2. Los inuit de Labrador, que ocupan la costa desde la otra punta de Terranova hasta la altura de la bahía de Hudson, con algunos asentamientos en el sur de la Isla de Baffin;
3. Los inuit centrales, que incluyen a su vez varios grupos: los del extremo norte de Groenlandia, los de Canadá, Isla de Baffin y los del oeste de la bahía de Hudson; uno de estos grupos son los inuit iglulik formados a su vez por cuatro sociedades: los tununirusirmiut (del norte de la isla Baffin), los tununirmuit (del norte de la Isla Baffin), los iglulingmiut (del norte de la cuenca Foxe) y los aivilingmiut (de la costa noroeste de la bahía del Hudson).
4. Los inuit de la Isla de Banks, incluyen los habitantes de dicha isla, los de la isla de Victoria y demás grandes islas frente a la costa ártica central;
5. Los inuit árticos occidentales o inuvialuit, que se encuentran a lo largo de la costa ártica occidental de Canadá;
6. Los inuit de Alaska;
7. Los yuit de Alaska; y
8. Los yuit de Siberia.

Cazador de los dolgan de Siberia, rodeado de sus pieles A pesar de esta gran diversidad de grupos lingüísticos y geográficos, podemos establecer una serie de rasgos comunes a todas las poblaciones inuit, referidos a su economía, a su hábitat y a sus costumbres. Inicialmente las poblaciones indígenas de las regiones árticas, entre ellas los inuit, basaron su economía en la caza y la pesca, para lo cual empleaban utensilios nativos, elaborados con materiales naturales: arpones, cuchillos… Las embarcacioCaribúnes (como el conocido kayak) y otros medios de transporte (como el trineo tirado por perros) son también de fabricación propia, igual que sus ropas, todo elaborado con una gran habilidad y decorado con talento. En la dieta de los inuit juegan un papel muy importante el pescado, las focas, las morsas, las ballenas y otros animales marinos, cuya carne ingieren tanto cruda como cocida. También cazan osos polares, zorros, caribús y liebres. Las focas constituyen un bien muy preciado, ya que, además de ser su sustento principal en el largo invierno, proporcionan a estas poblaciones pieles para confeccionar ropa o tiendas de campaña y grasa que se convierte en un valioso combustible. Entre algunos grupos inuit se extiende la práctica del desplazamiento estacional, consistente en expediciones destinadas a la caza de caribús en verano, que suponen el desplazamiento de familias enteras a regiones interiores de Alaska y Canadá (donde habita el caribú), mientras que en el invierno, regresan a sus asentamientos originales, centrándose en la caza de la foca y en la pesca en el hielo.

Pueblo ártico Respecto al hábitat de los pueblos inuit, es necesario resaltar su carácter disperso, donde el paisaje está levemente salpicado por pequeñas comunidades, en las que los individuos están estrechamente relacionados, ya que cazan, pescan y viven juntos. A modo de ejemplificación, señalaremos que en las regiones árticas de Alaska, Canadá y Groenlandia, no encontramos grandes núcleos urbanos, y que las «ciudades» más grandes no rebasan los 10.000 habitantes. En las regiones árticas rusas y escandinavas sí que encontramos núcleos urbanos más importantes, como puedan ser Múrmansk, en Rusia, Tromsø en Noruega o Reykjavík, que es la capital de Islandia.

Fotografía de un inuit con su tienda de pieles, típica en la estación estival Cada asentamiento estaba integrado por varias casa unifamiliares. Lasviviendas de estas comunidades, son los iglúes, vocablo que en lengua inuit significa «casa», y son de dos tipos; por un lado, están las tiendas hechas con pieles, que son las casas utilizadas durante el verano, y, por otro, las casas utilizadas durante los gélidos inviernos, que suelen estar construidas en piedra, sobre un armazón de madera o barbas de ballena y cubierta con musgos o hierbas. El conocido iglú de hielo, sólo es empleado en situaciones de emergencia, ante una repentina ventisca, por ejemplo.

Iglú La organización social inuit, antes de la llegada de los europeos, se asentaba sobre el núcleo familiar. En la sociedad inuit no hay gobierno ni instituciones administrativas, tampoco encontramos escuelas, hospitales o policía y cada familia es un ente autónomo, que mantiene relaciones de amistad y cooperación con sus vecinos. En este hábitat tan duro la solidaridad y la cooperación se hacen necesarias para la supervivencia de modo que la norma social elemental, es la obligación de ayudar a la propia familia. Para las familias inuit, el matrimonio se basa en la división del trabajo, de modo que mientras los hombres son los encargados de la caza y la pesca, las mujeres son las responsables de la casa y los niños. La monogamia es la práctica más común, sin embargo, también es frecuente la poliginia o la poliandria.

Una última cuestión que debemos de abordar en esta breve aproximación a las poblaciones árticas, y en concreto a los inuit, es el contacto con los europeos y la situación actual. El asentamiento de europeos en territorios árticos, principalmente movidos por intereses económicos (comercio con pieles de foca y zorro, o caza de ballenas), no cambió profundamente la economía y el modo de vida inuit, pero sí que introdujo algunas novedades de forma gradual. Hombres inuit empezaron a ser contratados por compañías extranjeras, a comerciar con los europeos para conseguir objetos de los que antes no disponían y misioneros cristianos intentaron, sin mucho éxito, sustituir la espiritualidad inuit por la fe cristiana. Sin embargo, es necesario matizar estas afirmaciones, ya que estos cambios no se produjeron ni en el mismo grado ni a la misma velocidad en todas las poblaciones. Así, los yupik fueron enormemente influenciados por los comerciantes rusos, tanto es así que muchos de ellos se integraron en la Iglesia Ortodoxa.

Niños inuit La situación actual del pueblo «esquimal» varía de una región a otra, pero en la mayoría de las ocasiones su futuro se encamina hacia la autodeterminación y la conservación de su cultura aborigen. Así, por ejemplo, Groenlandia y las Islas Feroe son regiones autónomas dentro del reino de Dinamarca y tienen el estatuto de autonomía interna desde el año 1979 y 1948, respectivamente. Por otro lado, los inuit en 1977 fundaron la Conferencia Circumpolar Inuit, que se reúne cada tres años, proporcionando a los grupos inuit de Groenlandia y Norteamérica, un organismo donde recoger sus necesidades e inquietudes comunes. Finalmente, es preciso indicar uno de los últimos logros de la comunidad inuit de la región ártica de Canadá, que consiguió el 1 de Abril del 1999, establecer su propia nación, denominada Nunavut (en inuit significa «Nuestra Tierra»). Esta nueva nación inuit ocupa 11426.040 Km2 al norte del paralelo 60, reconociéndose a los inuit la propiedad directa sobre 350.000 Km2.

Cosmovisión de los pueblos inuit

Con los primeros comerciantes y exploradores europeos, llegó un buen número de misioneros que sin embargo, no alteraron radicalmente el modo de vida de los inuit, aunque sí influyeron en algunos aspectos. Estos misioneros occidentales pretendieron sustituir la cosmología aborigen por el cristianismo, y, si bien es cierto que convirtieron a muchas personas y los chamanes pasaron a un segundo plano dentro de la religiosidad inuit, no cambiaron su concepción tradicional sobre el mundo. Sin embargo en estas poblaciones la religión no está muy desarrollada, manteniéndose la creencia en ciertas leyendas y mitos de seres sobrenaturales, como el Mishtapeu.

La espiritualidad del pueblo inuit

Bolsa inuit para guardar flechas realizada en piel de foca entre 1904 y 1906, perteneciente a un cazador chukchi El sistema de creencias tradicional de los inuit se basa en la existencia de un mundo natural o visible y un mundo sobrenatural o invisible, centrados en los animales, la caza y las relaciones con la Tierra. De esta forma podríamos decir que el inuit plantea una peculiar forma de creencia «animista», según la cual el mundo es visto como el conteniendo de un gran número de entidades espirituales, algunas de las cuales son asociadas con seres materiales, como animales u objetos inanimados, mientras que otros no tienen forma visible material. Algunas de estas entidades no visibles son más poderosas y significativas para la humanidad que los elementos visibles, y la mitología inuit nos habla muchos de ellas. Del mismo modo, los yupik creen en la existencia de dos mundos diferentes: el visible y el invisible. Ambos mundos ocupaban el mismo espacio físico, aunque los espíritus del segundo rara vez pueden ser contemplados por los habitantes del primero. Los espíritus bondadosos o «mishtapeuat» residen en el «Tshishtashkamuk» o el mundo espiritua similar al mundo de los inuit, ya que tiene lagos, montañas, y vegetación. Según las creencias tradicionales de los inuit, su pueblo habitó una vez ese mundo de los espíritus, pero fue inundado y ahora viven en el mundo que conocemos, que no es más que una isla conectada al mundo de los espíritus por un puente de tierra. La frontera entre los dos no suele ser muy permeable, aunque en los momentos de transición, con los nacimientos, muertes y la pubertad, se hace algo más transparente. En estas ocasiones, es esencial la armonía o «tunghat» que se alcanzaba con los rituales adecuados. Según la espiritualidad inuit, todos los objetos, animados o inanimados, tenían su espíritu, o «yuas», con forma humana. En el pasado todos los animales tenían la cualidad de transmutarse según su voluntad.

Objetos de artesanía tradicional de la región noroeste de Canadá Con respecto a la estructura del Cosmos, para estos pueblos aborígenes del Ártico, el Universo se compone de muchas capas diferentes mantenidas en un frágil equilibrio. Las acciones imprudentes de la gente podían ofender a los espíritus y romper este equilibrio. El resultado podía ser la enfermedad, la falta de caza o las tormentas. Por lo tanto, una parte fundamental del entrenamiento consistía en aprender a tener un comportamiento correcto. Por otro lado, debMáscara chamán utilizada por los inuit para sus ritualesemos de tener presente que para los inuit, no sólo los seres humanos están dotados de conciencia, sino también todos los elementos de la naturaleza. Estos aborígenes viven en un mundo consciente y allí donde vayan están entre los espíritus de sus antepasados, así como los de animales, plantas, colinas, vientos, lagos y ríos. De este modo, su sentido de lo sagrado se centra en una naturaleza práctica, no en la idealización de deidades y la racionalización teológica. El pragmatismo es la base de sus planteamientos sagrados. Teniendo en cuenta esta concepción, podemos entender que para los inuit una de las preocupaciones principales es el mantenimiento de la armonía en su propio ambiente y en esto nos recuerda la espiritualidad planteada por los aborígenes australianos. La gente inuit tiene muchos tabúes, rituales, y ceremonias para Máscara chamán utilizada por los inuit para sus ritualesrespetar y la practicar que significan el mantenimiento y el respeto hacia una orientación armoniosa ecológica. El respeto es, por lo tanto, un elemento clave para la espiritualidad inuit; es un pilar para el mantenimiento de buenas relaciones con el mundo de losespíritus, y con los elementos naturales (los animales, el agua), así como con los elementos físicos. Los cazadores pueden obtener la cooperación de los animales que son su presa, mediante el respeto mostrado a los restos, como huesos u otros elementos, colocando ofrendas o llevando ropas pintadas con símbolos especiales. Si los aniMáscara ritual africanamales no son atendidos y no se sienten respetados, pueden ofenderse y no colaborar con los inuit. Así, matar sin causan alguna, es considerada un crimen atroz y el castigo suele ser el destierro. Como sucede con los aborígenes australianos, la gente inuit fue advertida para que nunca hiciese el mal o abusase de los animales. Según las creencias de los inuit, cuando se desprecia la vida de un animal y se le mata sin sentido, éste ya no regresa de nuevo a la Tierra, ya que la falta de respeto mostrada haríaque los espíritus no volviesen a nacer y renovar su vida otra vez. Así es cómo la cultura inuit explica que ciertas plantas y ciertos animales se hayan extinguido en la Tierra, y muchos otros estén en vías de extinción. Por otro lado, también se esculpen pequeñas figuras en madera de playa, hueso o marfil morsa, figuras que representan animales y que pretenden obtener las cualidades del ser representado. Estos materiales también son empleados para confeccionar máscaras ceremoniales, algunas de tamaño tan reducido que se llevan en los dedos de las mujeres durante las danzas rituales.

A modo de resumen, podemos establecer algunos puntos principales de la espiritualidad inuit, que posiblemente nos recuerden a otros pueblos nativos de otros continentes como los indios americanos, los aborígenes australianos o, incluso, los indígenas africanos. En primer lugar, los aborígenes han construido estas tradiciones sobre un sistema de creencias «animista» prehistórico, ya que, como hemos apuntado anteriormente, se basa en la consideración de que el Mundo de la Naturaleza está poblado por numerosos seres espirituales, asociados principalmente con los animales y las fuerzas de naturaleza. Por otro lado, tiene una base «chamanística», según la cual, la influencia en ese mundo natural de los espíritus puede lograse gracias a la ayuda de expertos en rituales, es decir, de los chamanes, que eran hombres y mujeres, que también tenían habilidades para establecer contacto directo con entidades sobrenaturales. También podemos apuntar como un rasgo principal en el sistema de creencias inuit, la integración de la espiritualidad dentro de actividades diarias, como la caza, y dentro de su vida en el contacto directo con el ambiente natural. En este sentido, para el inuit el ser humano, está integrado dentro de la Naturaleza y no es un elemento que permanezca al margen de ésta. Esto supone la asunción de que la humanidad, la tierra y los animales están unidos no sólo físicamente, sino también ética y espiritualmente, ya que todos forman parte del mismo universo moral. Un último rasgo de la espiritualidad inuit podría ser el mantenimiento de las tradiciones espirituales del pasado como fuentes de inspiración en la formación de las expresiones actuales de identidad étnica, en el contexto de sociedad moderna, multi-cultural del Ártico.

Sin embrago, debemos de aclarar que estas creencias tradicionales de las poblaciones inuit se mantienen en mayor o menor grado en la actualidad, dependiendo muchas veces del nivel de dependencia o de vinculación de las poblaciones con la caza o con actividades de supervivencia. La observancia y la creencia varían de una comunidad, de una familia o de un individuo a otro, y se siguen practicando algunas ceremonias. Asimismo, los inuit tienen sus especialistas en el conocimiento espiritual y tradiciones, por lo cual no todos los miembros de la comunidad tienen el mismo grado de conocimiento de los principios de la espiritualidad esquimal.

La figura del Chamán

Chamán perteneciente a los evenk de Siberia Como hemos apuntado en el apartado anterior de este trabajo, para la gente inuit, la cultura, la sabiduría y la vida están interrelacionadas, de modo que la espiritualidad impregna cualquier aspecto de sus vivencias. Para poder sobrevivir en este medio tan hostil, han tenido que desarrollar toda una serie de estrategias de supervivencia y normas de convivencia, entre ellas el mantenimiento del equilibrio y el respeto hacia el mundo natural y el mundo espiritual. Si esto no fuera así, posiblemente no podrían sobrevivir. Para ayudarlos a alcanzar este equilibrio, estos pueblos han desarrollado una visión metafísica de la naturaleza, donde la armonía con el espacio es un elemento fundamental para sobrevivir.

El sistema aborigen espiritual es descrito como chamanístico debido al papel fundamental desempeñado por los chamanes, llamados «angakut», que consiguen mediar con fuerzas espirituales para que propicien el éxito en la caza o recuperen la armonía con el mundo natural y espiritual.

Los chamanes son especialistas en este tipo de religión considerada «animista», según la cual el mundo está habitado por muchos seres espirituales. Estos chamanes inuit son hombres que van más allá del conocimiento humano y, como tales, son capaces de comunicarse con la naturaleza y con el mundo sobrenatural, de forma que gracias a ellos se podría lograr un mayor equilibrio. Los chamanes tenían el don de percibir las voces de la naturaleza y por intuición descifrar los mensajes que eran transmitidos a través de los mitos, los tabúes, los rituales y la ceremonias u otras formas de acontecimientos extraordinarios. Estos individuos sabios y especiales podían viajar libremente en el mundo «no visto» o sobrenatural, y, a menudo, regresaban con canciones nuevas, tabúes, rituales o ceremonias para mostraralas al resto. Los amuletos también fueron elementos muy empleados por los chamanes; a menudo consistían en partes de animal o pedazos de creaciones terrenales. A menudo, los chamanes llevaban el amuleto o el bolso de medicina como un collar o bien cosido en algún sitio sobre la parka.

Estos sabios chamanes tenían experiencias con espíritus a los que sólo ellos podían ver y, a veces, estos espíritus bondadosos, que viven en otro mundo y que son llamados «mishtapeuat», ayudaban a los chamanes a comunicarse con el mundo sobrenatural. El chamán solía ser un curandero que trataba los síntomas físicos, psicológicos y espirituales de sus pacientes, ya que con sus cualidades especiales podía adivinar la causa de la falta de salud o la poca suerte en la caza. Según el sistema de creencias inuit, cuando las ofensas de las personas desequilibraban el Universo, el chamán podía volar al mundo de los espíritus y servir de mediador con ellos, con el fin de restablecer la armonía. Los chamanes y los ancianos eran los encargados del ciclo ceremonial. Además, existían cuatro fiestas al año: la fiesta de las Preguntas ( Petugtaq), la de los Difuntos (MeFF’aq), la de la Vejiga (Nakaduq) y la de la Invitación (Kelek-lka’aF).

Traje ceremonial de los evenk de Siberia de principios del siglo XX klukwan de Alaska Respecto a la obtención de información sobre el mundo de los espíritus y de los animales, la adivinación es una de las vías utilizadas por los inuit para realizar sus averiguaciones. En cualquier caso, el ritual que se seguía tradicionalmente debía de desarrollarse en secreto, participando solamente los miembros de la comunidad aborigen. Otro método empleado, era la inducción de un estado de trance mediante el cual los cazadores podían conseguir alguna información. Por otro lado, para los inuit, los sueños eran y son una fuente vital de información más o menos veraz sobre el futuro. Las comunicaciones del mundo espiritual también vienen, aunque de una forma algo embrollada, de una figura llamada «Matshishkapeu», que intenta comunicarse con los inuit, aunque no hable muy bien la lengua inuit. Sin embargo, no debemos olvidar que, si bien es cierto que todos los cazadores tienen algún poder espiritual, los chamanes tienen más poder porque ellos tienen el acceso directo al mundo sobrenatural.

Podemos concluir señalando que la importancia de la figura del chamán radica principalmente en su papel de intermediario entre mundo físico y ordinario y el mundo de los espíritus, ya que mediante sus ceremonias rituales y cantos son capaces de convocar a los espíritus y hablar su lengua especial.

Algunos mitos inuit relacionados con el origen y la ordenación del Mundo

En la tradición oral de pueblo inuit encontramos un incontable número de historias sobre la creación y sobre héroes mitológicos de uno u otro tipo, que dominan la espiritualidad inuit, o por lo menos, dominaban antes de la llegada de los misioneros cristianos. Estas historias y leyendas inuit pueden ser divididas en dos categorías diferentes: por un lado, las llamadas «tipatshimuna», que vienen a ser relatos de acontecimientos, relatos de experiencias reales y, por otro lado, los «atanukana», que serían los mitos legendarios y que integrarían las historias de creación y acontecimientos sagrados. La vieja preocupación de los aborígenes por todo lo que les rodea, vivo o muerto, por los viajes, por la relación de su pueblo con los extranjeros y con otros pueblos, se refleja en un conjunto de relatos que revelan acontecimientos que han sido atestiguados o experimentados por los inuit. Al igual que sucede en otras culturas, pasadas y presentes, los mitos de los inuit explican la creación y la ordenación del mundo tal y como lo conocemos, proporcionando el modelo de orden cósmico, así como la justificación de determinadas normas para el comportamiento humano. Los Atanukana recuerdan la creación del mundo y los acontecimientos que transcurrieron en ese periodo de tiempo durante el cual la gente y los animales aún no fueron diferenciados. También debemos de aclarar que algunos de estos mitos tienen lugar en Tshishtashkamuku, la tierra de los Mishtapeuat, de los que hablaremos más tarde, mientras que otros ocurren en la Tierra misma, poblada como está por los inuit, los animales, y sus espíritus.

Por otro lado, debemos de tener presente que la mitología es un instrumento pedagógico inestimable que supera el tiempo. Así, los relatos míticos de los narradores estimulan la imaginación de sus oyentes inuit. Pasado y presente se unen en la narración. La historia y palabras contienen cierto sentido epistemológico; a través de las palabras y de la entonación y el énfasis del narrador, el mensaje tiene un significado especial para el oyente y mediante esta comunicación recíproca los participantes son transportados hasta el relato. Al forastero que intenta entender el significado de la experiencia, puede parecerle una simple historia, pero a la persona introducida en estas prácticas, esta experiencia le conduce a una orientación espiritual en armonía con la naturaleza. Este es el conocimiento cualitativo, cuyo final es la felicidad y una vida larga.

Los mitos inuit presentan problemas importantes culturales como el incesto, el canibalismo, la necesidad de compartir, y el orgullo excesivo (la arrogancia). Algunos de ellos no parecen tener ningún significado aparente funcional o utilidad alguna en absoluto. Sin embargo, un número de antropólogos han notado que los mitos en general reflejan lo que parece ser una necesidad humana muy básica y muy simple: la necesidad o deseo de entender el mundo, incluyendo la naturaleza y la sociedad humana. Como ya hemos apuntado en otras cosmogonías, y como ha quedado patente a través de tantos y tantos mitos descritos en este trabajo, uno de los objetivos principales que debe alcanzar la mitología y otros elementos de la ideología religiosa es el entendimiento general y lo más completo posible del Universo.

El “Tiempo Distante” y el Mundo de los Espíritus

Muchos de los atanukana tienen lugar en un tiempo mitológico, el llamado «Tiempo Distante» y en un lugar mitológico el Tshishtashkamuku, que es el Mundo de los Mishtapeu, de los que hablaremos más tarde. En el «Tiempo Distante» los seres ancestrales sufrieron transformaciones y evolucionaron hacia formas humanas o hacia formas animales. En este tiempo mítico, cuando la corteza de la Tierra era fina, era fácil tanto para los seres humanos, como para los animales comunicarse entre ellos o transformarse unos en otros. Algunas leyendas hablan de animales y pájaros que llevaban parkas especiales con capuchas y que cuando necesitaban comunicarse con los seres humanos todo lo que tenían que hacer, era levantar la capucha, como si de una máscara se tratase. De alguna forma, debajo habría una cara humana capaz de comunicarse en la lengua humana.

Este tiempo mitológico constituía, gracias a esta fácil comunicación, un marco ideal para conocer y estudiar a los animales. Sin embargo, hay un elemento que desde los tiempos ancestrales ha diferenciado al ser humanos de los animales, y es la conciencia de la muerte; mientras que los animales carecen de esta conciencia, el hombre posee este conocimiento fatal. Sin embargo, para la gente inuit la muerte no es el final, sino más bien una terminación de un ciclo al cual sigue otro. De hecho, la mayoría no teme a la muerte.

El Mundo de los Espíritus está poblado, además de por los espíritus maestros de los animales, por un buen número de seres sobrenaturales, entre ellos destacan los siguientes:
Mishtapeu

Una clase de gigantes, benévolos, a los que se designa respetuosamente como «abuelo» o «abuela». Normalmente, estos gigantes amables residen en otro mundo llamado Tshishtashkamuku, y sólo visitan el mundo de los inuit en momentos de necesidad;
Matshishkapeu

Espíritu poderoso para los inuit y la fuente de gran entretenimiento en las ocasiones frecuentes en que se comunica con el inuit;
Tshiuetinush

Espíritu meteorológico, el espíritu del viento del norte;
Meminiteu

Clase de monstruos caníbales de dimensiones humanas que aparecen con frecuencia en el registro mitológico y que normalmente residen en Tshishtashkamuku donde emprenden la guerra constante con el Mishtapeuat;
Atshen

Clase de seres gigantescos que una vez fueron humanos, pero que fueron transformados en caníbales sin labios y sin pelo después de que consumieran la carne humana;
Katshimetsheshuat

Seres espirituales a los que se ha visto o escuchado en la oscuridad o la niebla, y que arrojan piedras a las tiendas y roban las pertenencias de los poblados, y en otros tiempos, robaron también a las mujeres;
Tshishikunapeu

«El observador meteorológico»;
Memekueshu

Seres espirituales que habitan en cuevas;
Utshakanue

Maestro de la cola de los caribús;

Muchos de los espíritus mencionados están todavía presentes en las vidas diarias de muchos inuit. Por ejemplo, se piensa que Katshimetsheshuat es responsable de los ruidos en la oscuridad, se dice que lanza piedras a las tiendas, y roba utensilios de los poblados. A veces, se advierte a los niños que no se aparten demasiado del campamento o del poblado por miedo a estos espíritus. Tshiuetinush también disfruta de una existencia contemporánea. Otros espíritus como Atshen y Memekueshu, no parecen tener una existencia contemporánea a la de los inuit, sino que más bien aparecen en mitos y relatos legendarios. Sin embargo, como veremos a continuación son los Mishtapeu quienes juegan un papel realmente importante en la vida espiritual de los inuit.

Los Mishtapeu y el Tshishtashkamuku

Como apuntábamos al principio de este capítulo, en el legendario «Tiempo Distante», la comunicación entre los seres humanos y los animales y con los espíritus era fácil, sin embargo en el tiempo presente y en el mundo actual, las relaciones de los seres humanos con el Mundo de los Espíritus se mantiene mediante la observancia de tabúes, ceremonias espirituales como la quema de huesos de escapulario, todas las formas de adivinación, o el llamado «mukaushan» o banquetes de hueso de tuétano. Entre las prácticas que se conservan en las creencias inuit para contactar con el reino cosmológico, también encontramos los sueños, el ritual del Kakushapatak o «movimiento de la tienda». La importancia del Mishtapeu radica en que esa comunicación con el mundo sobrenatural se consigue con su presencia o su ayuda, ya que sirve de intermediario entre el oficiante del ritual y el mundo sobrenatural. Un Mishtapeu establece la relación con los espíritus principalmente cuando le llaman para facilitar la comunicación entre ellos y el chamán.

Los Mishtapeu son un conjunto de seres gigantescos, que no son ni totalmente humanos, ni totalmente animales, que no comen las mismas cosas que la gente y no defecan u orinan. Estos seres tienen poderes especiales para predecir el futuro, curar al enfermo, y para llevarlo a la muerte. Además, parecen estar divididos en dos grupos, los que son de carácter benévolo y los que son de carácter malévolo que están en permanente lucha entre ellos, y con otros espíritus. Su jefe, «Utshimau-mishtapeu», parece ser benévolo, y proteger a los inuit contra los espíritus malos.

El pueblo inuit cree que los Mishtapeu habitan otro mundo llamado Tshishtashkamuku que se parece al nuestro; este mundo también tiene lagos, bahías, montañas y la misma vegetación. Sin embargo, está poblado por una fauna gigantesca y seres inhumanos, y además es considerado un mundo peligroso donde los seres humanos no pueden vivir. En algunos relatos inuit se cuenta que los seres humanos una vez habitaron el Tshishtashkamuku, pero fueron exterminados por seres hostiles. Es en este Tshishtashkamuku donde tienen lugar los acontecimientos relatados en los atanukana.

El contacto con este mundo ha sido mantenido principalmente gracias a los Mishtapeu que juegan un papel esencial en ciertos rituales inuit, sirviendo de intermediario con el mundo sobrenatural y funcionando como intérpretes. El chaman o el inuit debe de confiar por lo tanto en su Mishtapeu para comunicarse con el mundo espiritual. Así, hay dos responsables en la comunicación entre los dos mundos: el chamán, que interpreta para los seres humanos, y el Mishtapeu, que interpreta para los espíritus. El Mishtapeuat, fuera de los rituales, se comunica con el inuit principalmente por vía de sueños. Sin embargo, la iniciativa para establecer el contacto, por lo general, es tomada por el «Mishtapeuat», quien puede indicar a un cazador en un sueño cómo hacer una ceremonia determinada.

Kuekuatsheu, el «Perro de las Praderas»

Son interesantes las múltiples versiones del mito Kuekuatsheu, porque el perro de las praderas es una criatura inteligente pero al mismo tiempo representa la figura absurda del embustero, es el carácter paradójico por excelencia. La forma general de estos mitos responde estrechamente al conjunto de mitos sobre personajes embusteros o engañosos, que se desarrollan entre muchos otros pueblos nativos americanos como puedan ser la tribu de los Cree, la de los Ojibway, los Assiniboine, los Winnebago, o la tribu de los Tlingit. La figura del embustero, presenta a un personaje que es al mismo tiempo el creador y el destructor, el que da y el que quita, el que engaña a otros y el que siempre es engañado. Este ser, a lo largo de su vida, se siente impulsado a actuar, bajo estímulos que no controla, y, por lo tanto, no actúa deliberada y conscientemente. Este ser no es enteramente responsable de sus actos. No distingue el bien del mal, a pesar de que él es autor de ambas cosas. Además, no posee ningún tipo de valores morales o sociales y está a merced de sus pasiones y apetitos, que le obligan a actuar. Esta leyenda intenta comprender la complejidad de la naturaleza, que crea y destruye, que da y que quita, a través de un ser paradójico y contradictorio que refleja el carácter ambivalente de ciertos elementos del Universo. De este modo, este mito, igual que muchos otros buscan el sentido a lo inexplicable, busca la comprensión del Mundo.

Cierta versión de un mito sobre Kuekuatsheu, el perro de las praderas o carcayú, refleja la relación con la tierra de los «Mishtapeuat». Según esta interpretación, la historia de la formación del mundo inuit comienza con este perro de las praderas o carcayú, que provino de otro mundo. Hace mucho tiempo, Kuekuatsheu construyó un barco grande, y puso toda la variedad de especies animales en este barco. Cayó una gran trompa de agua, unas fuertes lluvias, que dejaron a la Tierra inundada; hasta este punto guarda bastante parecido con el pasaje bíblico del Arca de Noé. Kuekuatsheu dijo al visón que se zambullese en el agua para recuperar algún resto de fango y rocas, para poder mezclarlas y construir una isla. Así lo hizo, y con la tierra y el barro que encontró, levantó una isla, vacía hasta que Kuekuatsheu la pobló. Kuekuatsheu encontró por casualidad un puente de tierra a esta isla, ayudado por un Mishtapeu. Según la mitología inuit, esta isla es el mundo actualmente habitado por el pueblo inuit y otros grupos étnicos y los animales. Así, nuestro mundo, que es una isla, está separada del Tshishtashkamuku por un mar inmenso. Sólo un pequeño puente de tierra, ubicado en el extremo sudoeste de la isla, une este mundo con el Tshishtashkamuku, la tierra de los Mishtapeu. La gente que intenta cruzar ese mar para llegar hasta el Tshishtashkamuku, utilizando el barco, corre el riesgo de ahogamiento en «kupitan», una cascada o un remolino gigantesco.

Kanipinikassikueu, el «Hombre Caribú»

Entre los mitos más conocidos por los inuit está el de Kanipinikassikueu, el «Hombre Caribú». Este mito es un ejemplo típico de atanukan que habla de ese tiempo mítico en el que seres legendarios sufrieron la transformación hasta convertirse en seres humanos o en animales. Existen extensos relatos sobre episodios múltiples de las vidas de ambos caracteres.

El relato de Kanipinikassikueu, el «Hombre Caribú», nos cuenta cómo un hombre inuit se fue a vivir con los caribús, se casó con un miembro femenino de la manada, y se transformó en un caribú él mismo; durante este proceso se convirtió en Maestro de los Caribús y se encargó de proveer a los inuit de caribús. Este mito constituye un claro ejemplo de cómo un ser humano en aquel «Tiempo Distante» podía transformarse en un animal fácilmente.

Los dos hermanos

Este relato mítico, ambientado en ese «Tiempo Distante», nos habla de dos hermanos que vivían con su madre y padre. Eran dos muchachos jóvenes que siempre vagaban juntos de un sitio a otro. Un día los muchachos andaban entre los árboles cuando descubrieron un nido de pájaros conocidos como «ladrones de campo». El muchacho más joven dijo a su hermano que esos pájaros siempre robaban cosas de los poblados y que con un palo afilado iba a matar a los polluelos. Así lo hizo. Subiendose al árbol y, aprovechando que los plluelos tenían los picos abiertos, empujó el afilado palo hasta el fondo de sus gargantas, y los mató. Finalmente, quedó sólo un pajarito y el hermano mayor obligó al muchacho más joven a dejarlo con vida, salvando un pájaro.

Cierto invierno, cuando los muchachos iban de excursión descubrieron un conejo y empezaron a perseguirlo. Los hermanos se separaron y se perdieron. Entonces, los animales ayudaron a los hermanos a sobrevivir; les alojaron en sus casas y madrigueras, donde los muchachos fueron alimentados y resguardados del frío. Llegó el momento de que los hermanos se marchasen y los animales les pidieron que cuando se fuesen anduviesen un buen trecho antes de volver la vista atrás. Obedientes, así lo hicieron y tras caminar un rato, miraron hacia atrás; entonces vieron una casa de castor con dos castores que nadaban alrededor.

Ambos hermanos regresaron a su casa y cultivaron una vejez placentera y tranquila. Finalmente el hermano más viejo murió, seguido estrechamente de su hermano menor. Al llegar al otro mundo, el más joven vió inmediatamente a su hermano andar hacia él. Rápidamente, pudo ver que su hermano tenía un corte en el labio y notó que él también tenía un corte similar. El hermano mayor le explicó que aquel corte era el castigo que merecían por haber matado a aquellos pájaros sin sentido. Ambos hermanos se preguntaron a dónde debían ir. Tenían gustos diferentes; mientras que al más viejo le gustaba la tierra, el más joven prefería tener su casa en el océano. Entonces decidieron separarse, yendo cada uno al lugar donde más le gustase para vivir. Así, el hermano más viejo se hizo una liebre, mientras que más joven una foca.

En esta leyenda vemos cómo dos hombres se transforman en animales después de su muerte. La muerte, como hemos señalado en el punto anterior, no es vista por el pueblo inuit como una tragedia, sino que es el final de una fase y el paso a otra. Este relato es un buen ejemplo de esta concepción sobre la muerte. De hecho la gente inuit está de algún modo concienciada para no tomarse la vida demasiado trágicamente, sino para adoptar una actitud más abierta, para saber reírse de sí mismos y para disfrutar de los triunfos de la vida. La risa y las bromas son una parte necesaria de vida. No importa lo seria que sea una ceremonia, allí bromearán y se reirán, mientras cantan y bailan.

Malina y Anningan

Para los inuit de Groenlandia, una diosa, Malina, es la representante del Sol y su hermano, Anningan, es el Dios de la Luna. De algún modo, se aproxima a la mitología de los aborígenes australianos donde la luna era identificada con una figura masculina, mientras que el sol era considerado una figura femenina, justo al revés que en la cultura clásica. Igual que sucede con los pueblos nativos australianos, esto puede deberse a la importancia que los inuit otorgan a la figura femenina, sin la cual no era posible la vida. Del mismo modo, la vida en la Tierra no es posible sin el sol, con lo cual pudo establecerse una relación entre la feminidad y el astro rey, a lo que debemos sumar la trascendencia que puede tener el Sol en la zona circumpolar, donde se da una estación de noche-invierno que llega a durar cinco meses.

Según cuenta la leyenda, Malina y Anningan solían vivir y jugar juntos desde niños. Pero una vez adultos, las cosas cambiaron. Una noche, mientras jugaban en la oscuridad, tal y como solían hacer de pequeños, Anningan violó a su hermana. Malina forcejeó y durante la lucha, una lámpara de aceite de foca volcó, ensuciando las manos de Malina con la espesa grasa negra. Cuando la diosa intentó en vano apartar a Anningan de su lado, ennegreció la cara de su hermano con sus manos sucias y grasientas. Malina siguió huyendo y corrió tanto como pudo hacia el cielo, donde se convirtió en el Sol. Anningan, no mostrando ningún remordimiento por su crimen, continuó persiguiéndola hasta el cielo, donde se transformó en la Luna. Esta persecución eterna entre los dos hermanos explica que cada día, el Sol sea substituido por la Luna en el firmamento. Pero de vez en cuando, el dios de la Luna alcanza a la diosa del Sol y la viola otra vez, causando un eclipse solar.

Anningan se concentra tanto en su hermana, que a menudo se olvida de comer. Por lo tanto, a medida que transcurren los días, se le ve más delgado, más fino debido a la falta de alimento. Una vez al mes, la Luna desaparece durante tres días, momento en el cual el dios Anningan puede comer. Pero transcurridos estos tres días, el dios siempre vuelve para perseguir a su hermana. Así, es cómo la gente inuit explica tanto las fases de la luna, como la aparición del Sol y de la Luna en el cielo cada día.

Máscara ritual empleada por los chamanes en ceremonias curativas Con este mito, la gente inuit encuentra una explicación para varios fenómenos celestes, desde las fases de la Luna, hasta los eclipses, pasando por la aparición del Sol y de la Luna cada día en el cielo. Además, esta leyenda establece que, del mismo modo que el Sol y la Luna, se odian, los sexos opuestos deben odiarse y debido a esto, durante un eclipse solar, los hombres no deben salir de sus casas si no quieren enfermar. Por otro lado, las mujeres no deben abandonar sus casas durante un eclipse lunar. Los inuit creen que las enfermedades son enviadas por Malina y Anningan sobre aquellos que les ofenden.

Además, cuando un hombre muere o una muchacha nace, el esquimal cree que hay un anillo alrededor de la Luna que expresa la pena del dios de la Luna, Anningan. La diosa del Sol expresa su felicidad para los mismos acontecimientos, apareciendo dos veces en parhelio. El fenómeno del «Parhelion» es una ilusión óptica causada por ciertas condiciones atmosféricas, que hace ver dos o más soles.

Algunos orígenes

Según la cosmogonía inuit, al principio de la existencia del Mundo todos los seres, tanto los animales, como los humanos o los espíritus, podían hablar el mismo idioma y también podían transformarse unos en otros fácilmente. Así, según describe esta leyenda, los humanos adoptaban la forma de animales, y a su vez los animales, podían adoptar la forma humana. Los relatos que siguen cuentan el origen de algunos elementos del Mundo. Dentro de la cultura inuit se reconoce la importancia de la llamada «Ellam Yua» o Fuerza Creativa y, a menudo, se le dan muestras de gratitud. Los inuit dicen que la Fuerza Creativa lo sabe y lo puede ver todo.

EL MITO DE LA CREACION DE LOS ANANGU

Los anangu son un pueblo aborigen australiano que desde un imprecisable tiempo, habita en la región donde se alza el famoso macizo de Uluru (foto arriba). Los anangu creen poseer una misión: la de custodiar el sagrado Uluru y todo el pasado ancestral que perdura en su presencia imponente y en las paredes de sus cuevas. Y los anangu también protegen su propia memoria mítica que danza en derredor del Tjukurpa, el drimetime, la época de los sueños, la época de los comienzos, de la creación, de los seres ancestrales. Una era acaso más real que la nuestra.

Y los anangu dicen que…

En el Tiempo de los Sueños, en la época Tjukurpa, sólo había una vida sobre la tierra. Una vida inmóvil, representada por una masa embrionaria gigantesca, transparente, hecha de una amalgama de seres inacabados, replegados sobre sí mismos. Y estos proyectos de seres pertenecían cada uno a una especia animal o vegetal.

Impreso en una materia primigenia se encontraba todo el devenir de la Humanidad. ¡ Todo El pasado, el presente y el futuro del mundo se hallaban allí latente ! “Aquel que salió de la nada y existe por sí mismo” , el llamado Ser Supremo, modificó esa masa. Esculpió con ella un cuerpo, brazos, manos, piernas y una cabeza. En una de las caras de la cabeza, practicó dos orificios para los ojos; formó la nariz. Hizo una hendidura para la boca y un agujero para el ano. Así fue como los entes inacabados fueron transformados en seres capaces de sostenerse en pié.

El Tjukurpa habla en términos de pasado y presente. Toda la tierra, incluyendo todo lo que hay y todo lo que vive sobre ella, fue creada durante el Tjukurpa y por el Tjukurpa. Ninguna montaña, valle, llanura, corriente de agua, existía anterior al Tjukurpa; nada había. Durante aquel tiempo, seres ancestrales en forma de humanos, animales y plantas viajaron a lo largo y ancho de la tierra y perpetraron hechos remarcables de creación y destrucción. Los viajes de aquellos seres son recordados y celebrados hoy, donde quiera que fueran. La memoria de sus actividades existe hoy en día en la forma de accidentes geográficos como en la montaña sagrada de Uluru.

Cada hombre y cada mujer quedaron ligados a la especia animal o vegetal de la que habían salido; y ese animal o vegetal se convirtió en su Tjukurpa. Así pues, en cada uno de los seres humanos, en cada uno de los animales, de las plantas y los minerales, en las estrellas y en el aire y en el agua, el Ser Supremo, la Energía vital sagrada, difundió su esencia divina, haciendo entrar en una sola, pero inmensa familia, a todas las formas de la Vida. Pero, por desgracia, retenido por el cosmos, no dispuso de tiempo suficiente para concluir su obra y los hombres nacieron imperfectos. Enriquecidos por el Conocimiento primordial del que habían surgido, inspirados por la esencia divina de la que estaban impregnados, los Grandes Antepasados, criaturas gigantescas, ni hombres ni animales, se pusieron a crear el mundo tal y como es ahora. En la inmensa llanura inacabable que era la tierra, crearon los ríos, las colinas y todos los accidentes del terreno. Promulgaron las leyes destinadas a vincular a todos los hombres entre sí por medio de parentescos sumamente complicados, parentescos que se imbrican los unos en los otros, naciendo aquí para reanudarse allá, arrastrando a todos los miembros de un pueblo en un verdadero torbellino de obligaciones de ayuda mutua, encadenando los unos a los otros desde el nacimiento hasta la muerte. Asimismo, proveyeron de vínculos parecidos a los diferentes pueblos. Así, de norte a sur, de este a oeste, los parentescos creados tejieron una gigantesca telaraña cuyos hilos nos guían y protegen desde entonces. Luego, antes de desaparecer, antes de que concluyera el Tiempo de los Sueños, cuando aparecieron los hombres en su forma actual, les dijeron: “Este es vuestro país. Lo hemos creado para vosotros. Aquí viviréis y lo conservaréis tal como os lo entregamos. No lo dejaréis nunca, pues sois sus Guardianes. Sois los Guardianes de nuestra Creación. (*)

(*) Versión del mito anangu presentado en página de Club telepolis.

LA LEYENDA NAVAJA DE ANTÍLOPE INTREPIDO

Los navajos habitan en Arizona y Nuevo México. Sus mitos han motivado un vasto interés entre mitólogos como Joseph Campbell. Además de sus tesoros míticos, son muy famosas sus pinturas de arena y polen, sus tapices y piezas de cerámica. Abajo izquierda, imagen mítica navaja; abajo, un polícromo tapiz navajo. Aquí, presentamos una de sus más intensas leyendas.

Algunas noches, los navajos se reúnen en torno al fuego. Son noches para contar las propias experiencias, para festejar nacimientos, casamientos, ó cualquier otro hecho que merezca ser celebrado. Pero en esas noches, los miembros más ancianos aprovechan para relatar las historias de sus antepasados, historias que se encargan de memorizar los jóvenes y que pasan de generación en generación. De este modo es como ha llegado hasta nuestros días la historia que hoy os relato.

Cuentan que hace mucho tiempo, tanto que se pierde en la noche de los tiempos la época en que ocurrieron los hecho que relataré a continuación, un hombre vivía feliz. Se había casado hace muy poco tiempo, con lo que su matrimonio era reciente, pero a la vez muy próspero, y pronto conocería la dicha de recibir el inmenso don de un hijo. La fama precedía al hombre del que trata la historia. Sus cualidades más destacadas eran la valentía y el honor. Por eso quizás el Consejo de Ancianos lo eligió a él como jefe de la tribu, al joven “Antílope Intrépido”, pues es así como se llamaba.

Era un gran jefe. Gobernaba la tribu con justicia, y en sus órdenes predominaba la ecuanimidad: no había ni elegidos que disfrutaran del máximo beneplácito ni desgraciados que tuvieran que soportar la dura carga del trabajo más pesado: todos eran medidos con el mismo rasero. La felicidad, la paz y la armonía reinaban en la tribu.

Cuentan que una mañana, la esposa de Antílope no despertó de su sueño. En principio, parecía que sólo estaba un poco cansada, por lo que el jefe no se alertó. La dejó dormir un poco más. Algo más tarde, se acercó de nuevo a su lado, e intentó despertarla. Sus intentos fueron baldíos. Por mucho que lo intentaba, su mujer no despertaba.

Alarmado, fue a buscar al chamán de la tribu. Éste la estuvo observando y reconociendo durante algún tiempo, y al final concluyó que la esposa del jefe había tomado un tipo de planta venenosa muy extraña, que la había hecho caer en un sueño eterno. Rápidamente, Antílope le preguntó por el remedio, por un antídoto. A este respecto, el chamán no conocía ningún remedio. “Es una planta muy extraña la que comió tu mujer”, dijo, “no tengo conocimiento de ningún remedio que la haga despertar de sus tinieblas”.

El jefe de la tribu estaba desconsolado. No se podía resignar a que su esposa siguiera dormida por el resto de sus días. Tenía que hacer algo, pero no sabía qué. Como última solución, se dirigió al más anciano de la tribu, que en principio, le seguía diciendo lo mismo que el chamán. Pero Antílope continuaba preguntándole por otra vía de solucionar el problema. La respuesta seguía siendo la misma: no hay sanación posible. Casi con lágrimas en los ojos, el jefe se disponía a salir del tipi del anciano, cuando éste dijo: “Sin embargo …”. Rápidamente, Antílope se volvió y le preguntó a qué se refería. El anciano siguió contando:

-Hay una leyenda muy antigua que habla de un hechicero. Ese hechicero vive en una gruta muy escondida, cerca de un gran río, y cuentan que cultiva una planta milagrosa, que es antídoto para todos los venenos. Pero cuentan también que aún no le ha dado la planta a nadie, puesto que a su juicio, los pocos que consiguen llegar a su escondite no son merecedores de los inmensos poderes de su cultivo”.

La expresión del jefe había cambiado, y siguió preguntando al anciano sobre aquel recóndito lugar. Y el anciano continuó:

-No puedo darte más detalles sobre la situación de la cueva porque nadie sabe con seguridad dónde está. Sólo te diré que se encuentra en los alrededores del gran río que hay hacia donde se pone el sol. Pero ten mucho cuidado. El camino es mucho más peligroso de lo que pudieras imaginar.

Pero Antílope no pensaba ya nada más que en encontrar a ese hechicero y su maravillosa planta. Salió de la tienda del anciano y se dirigió directamente al Oeste, ni siquiera cogió nada para el viaje.

Anduvo durante dos días y dos noches. El cansancio era terrible en su cara, pero había algo en su interior que no podía detener a sus pies, un pensamiento en su esposa. Por fin, al amanecer de la segunda noche, encontró el gran río del que le habó el anciano. Quería seguir, pero su cuerpo no podía más. Se desplomó en el suelo, y quedó inconsciente unas horas. Cuando al fin despertó, apenas se podía tener en pie. Tenía una pequeña brecha abierta en la frente, y no comía desde hacía dos días. Casi sin ser consciente de lo que hacía, improvisó una caña de pescar y pudo recoger algunos peces que le permitieron seguir con vida.

Al terminar el almuerzo, siguió río arriba buscando la cueva a la que se refería el anciano. Cuando apenas llevaba unos kilómetros andados, apareció detrás de él un oso, que pretendía hacer del jefe su comida. Aunque el cansancio apenas le permitió gritar, Antílope sabía que tenía que correr más rápido que nunca. A pesar de que corría tanto como podía, el oso cada vez estaba más cerca de él. Muy pronto, después de un recodo del río, vió su posible salvación: una enorme caída de agua que venía a finalizar justo a sus pies. Sólo tendría que escalar esa montaña y el oso no podría seguirle. Era lo único que podía salvarle, puesto que el oso estaba ya tan cerca que casi sentía su respiración.

Cuando por fin alcanzó la pared vertical de la cascada, trepó 2 ó 3 metros, lo justo para poder escapar de las garras del temible oso. Pero ahora se le planteaba otro temible reto: ¿Podría escalar esa pared? Era muy larga, y al ser vertical, aún hacía más difícil la escalada. Aún viendo lo que le esperaba, Antílope no se desanimó. De este modo, comenzó su escalada a la cima de la catarata.

Casi a la vez, un águila comenzó a describir círculos en su vuelo alrededor de la caída de agua. Antílope intuía que se iba a lanzar sobre él, puesto que más que un hombre, tenía el aspecto de un cadáver viviente. Pero tenía que urdir una treta, un plan para sobrevivir. Un poco más arriba vio un pequeño matorral que había crecido gracias al agua que salpicaba la catarata.

Siguió escalando hacia el matorral. Mientras tanto, los círculos del águila eran ya una simple excusa, porque tenía la vista clavada en el jefe. De pronto, detuvo su vuelo y se lanzó en picado hacia la posición en que se encontraba Antílope. Éste ya estaba tocando el matorral, y con otro esfuerzo estuvo a su altura. El vuelo majestuoso y rápido del águila era un espectáculo grandioso, y se acercaba rauda al encuentro de Antílope. Éste la esperaba preparado, con el matorral doblado hacia la derecha. Cuando el pico del águila ya casi rozaba su brazo, soltó el matorral, que impactó fuertemente sobre la cabeza del águila, y la empujó con fuerza hacia una roca, contra la que chocó, y que la hizo caer al suelo, sin conocimiento.

Antílope había solventado otro grave peligro. Sin duda había tenido suerte de encontrarse el matorral, pero también acertó con la precisión de soltarlo justo en el momento en que se acercaba a él el águila. Siguió con la escalada, que se hacía ya muy pesada. Alguna vez cedió la roca que estaba bajo su pie, pero la seguridad con que sus manos estaban asidas a la pared le hicieron mantenerse en la roca y no caer al vacío.

Después de muchos esfuerzos, llegó al final de su escalada. Lo que vio allí era maravilloso: un vergel lleno de flores hermosísimas, árboles y la entrada a una cueva cubierta por una cortina de agua. En otras circunstancias, Antílope no hubiera reparado en que detrás de esa fina capa de agua que caía hubiera una cueva, pero de algún modo, una voz le decía en su interior: “Hay una cueva detrás del agua”.

Entró y encontró al hechicero al que se refería el anciano en la tribu. Casi no sabía qué decir. Al final, pensó en su esposa, dormida para siempre, y dijo: “Necesito la planta que cultivas”. El hechicero contestó:

-Muchos han venido a buscarla, pero nadie la ha merecido aún. ¿Por qué crees que tú la vas a recibir?.

Antílope contestó:

-No la quiero para mí, sino para mi esposa, que ha caído en la desgracia de un sueño eterno del que sólo puedo hacerla despertar con ayuda de tu planta”.

El hechicero siguió hablando:

-Nada tiene secretos para mí, ni el ayer, ni el mañana, … Sé todo lo que has sufrido en tu camino hacia mí, y sé también que los dioses se pusieron de tu parte: te proporcionaron la rapidez del guepardo para huir del oso, que te perseguía; luego, te dieron la fuerza del propio oso para escalar la catarata; más tarde, te dotaron con la astucia del coyote para vencer al águila; y al final, te concedieron la vista del águila para llegar a mi cueva. Los dioses, sin duda, están contigo, pero ¿no crees que sería mejor que te diera la planta a ti, que estás casi muerto después de tu dura odisea?.

-No – dijo Antílope – sólo quiero que mi esposa se reponga de su terrible enfermedad. Ella necesita tu planta mucho más que yo.

El hechicero continuó:

-En ese caso, yo necesito algo a cambio de los milagrosos poderes de mi cultivo.

Antílope le contestó:

-No he traído nada conmigo, pero si de verdad quieres algo que sea verdaderamente preciado por mí, quédate con mi corazón, al que tanto admiran los dioses que me hicieron llegar aquí, los mismos que mandaron enfermar a mi esposa. Sólo quiero que a ella le retorne la salud, aunque yo no pueda estar con ella en ese momento.

Entonces, el hechicero le replicó:

-Antílope Intrépido, jefe de tu tribu, hasta ahora, sólo tú te has hecho merecedor de mis poderes. Posees un corazón puro y sincero. Te acompañaré hasta tus tierras y curaré a tu fiel esposa. Juntos viviréis muchos nuevos amaneceres, juntos y junto a toda vuestra próspera descendencia.

Cuentan que el hechicero condujo al jefe a su tribu por una senda secreta que sólo él conocía, y que sólo dando a oler la planta milagrosa a la mujer de Antílope, ésta despertó de su profundo sueño, a la vez que el mágico hechicero desaparecía por el horizonte. (*)

(*) Versión de esta leyenda recogida de página de Scauts de Extremadura.

Las culturas del África sursahariana

Las culturas del África sursahariana

Introducción
Explicación
El relato de los yoruba
El relato de los boshongo
Lista de pueblos africanos
Recursos y bibliografía

Introducción

El continente africano es un vasto territorio, en el cual hallamos una gran variedad de pueblos y culturas. Entre ellas, destaca, sin duda, por su especial protagonismo histórico, la egipcia. Por ello, la cultura del Nilo será estudiada aparte en nuestra web, en una sección exclusiva. Teniendo en cuenta esta particularidad, podríamos realizar una primera diferenciación entre la región del norte del Sahara, caracterizada por el predominio de la lengua y la cultura árabes y la religión musulmana, y la zona sursahariana, el «África Negra». En el presente apartado analizaremos la cosmogonía de esta peculiar región; una zona poblada por pueblos con diferentes lenguas y culturas (los batusi, los tutsi, los pigmeos, los zulúes, los mandinga, los masai, etc.), que, sin embargo, coinciden en un rasgo común, es la piel negra.

Dentro de esta diversidad hallamos también otros rasgos comunes que otorgan a este extenso territorio cierta homogeneidad. El matiz más destacable -y al mismo tiempo preocupante- de los pueblos que viven en el África Negra es su integración en el «Tercer Mundo»; salvo contadas excepciones, se trata de pueblos que no han alcanzado los niveles mínimos de desarrollo económico (tienen una base agropecuaria) y de modernización, y la mayor parte de sus componentes viven por debajo del umbral de la pobreza. Este subdesarrollo se manifiesta principalmente en la escasez de alimentos y en carencias sanitarias y educacionales, y ha llevado actualmente a dichos pueblos a depender en gran medida de las ayudas humanitarias exteriores.

Desde el punto de vista histórico, dos han sido los procesos que más han marcado el devenir africano: la colonización, primero, y después la descolonización. A finales del siglo XIX, las grandes potencias europeas se reunieron en la Conferencia de Berlín para realizar el «reparto de África». Dichos países únicamente tuvieron en cuenta sus intereses, de manera que a la hora de dividir el territorio separaron pueblos y etnias, del mismo modo que agruparon a tribus tradicionalmente enfrentadas. Tras la Segunda Guerra Mundial, una serie de acontecimientos dieron inicio a la descolonización y desencadenaron el proceso de independencia de las colonias, que culminó con la aparición de la mayor parte de los estados africanos actuales. La configuración de dichos países ha venido causando tensiones políticas y tribales más o menos frecuentes, que han derivado en inestabilidad política e, incluso, en endémicos conflictos armados.

Así, los dos factores apuntados, los problemas económicos y los políticos, han tenido una gran influencia social, que se ha traducido en la formación de grandes flujos migratorios; corrientes que hoy en día siguen afectando considerablemente tanto a las áreas emisoras de población como a las receptoras.

Explicación

En el «África Negra», se hace difícil distinguir claramente las distintas tribus y pueblos y sus tradiciones. Así, diferentes nombres se utilizan para definir a un mismo dios o a una entidad con las mismas atribuciones, y los distintos mitos se entremezclan.

El origen del mundo, así como la vida, están siempre en manos de algún dios, igual que sucede entre muchas otras religiones de cualquier continente. Vamos a exponer varios ejemplos de cosmogonías de estos pueblos, destacando la mitología yoruba (Nigeria) y la de los boshongo.

El relato de los yoruba

Los yoruba está asentados en el territorio que actualmente conocemos como Nigeria y en la república de Benin desde el siglo XI. La religión yoruba es, como la de muchos pueblos nativos africanos, politeísta; cuenta con 400 dioses o más. Tradicionalmente los yoruba se centran en torno al panteón de deidades llamadas «Orisha». Cuando nace un bebé, un adivino o «babalawo», es consultado para que indique a la familia y al niño qué «orisha» debe seguir el niño. De adultos, los yoruba adoran a varias de estas divinidades. Según cuenta la mitología yoruba, los primeros reyes de su pueblo fueron los descendientes del dios creador Oduduwa. Un objeto principal en la mitología yoruba es la corona del rey yoruba. La corona identifica su status y además da al rey el poder de conectar con el espíritu de la tierra para ayudar a su gente. Un velo de pedrería, una cara grande y un grupo de pájaros son los símbolos que normalmente aparecen en la corona de un rey yoruba.

Hemos encontrado dos versiones distintas del relato yoruba del origen del mundo, que coinciden en cuanto a personajes, pero tienen algunos matices distintos. En la primera interpretación hallada, el gran dios Olorun, pidió a Orishala que bajase del cielo y crease la primera tierra en Ile-Ife. Orishala se retrasó y fue su hermano Oduduwa quien cumplió esta tarea. Afortunadamente, más tarde otros dieciséis orisha descendieron de los cielos para crear al ser humano y vivir con él en la Tierra. Entre ellos, Obatala, uno de los dioses más importantes para los yoruba; Obatala es el creador del cuerpo humano, en el cual su padre Olorun introdujo el alma. La tradición señala además que son los descendientes de cada una de esas divinidades (orisha) los que se encargaron de difundir la cultura y los principales elementos de la religión yoruba por el resto del territorio yoruba.

En la segunda versión, Olorun, el dios del cielo, lanzó una gran cadena desde el cielo hacia las antiguas aguas. Por esa cadena descendió su hijo Oduduwa. Oduduwa en llevó consigo un puñado de tierra, una gallina especial con cinco dedos y una simiente. Entonces Oduduwa arrojó el puñado de tierra sobre el agua original y colocó a la gallina de cinco dedos sobre la tierra; la gallina comenzó a rascar la tierra y la esparció y dispersó hasta que formó el primer espacio de tierra seco. En el centro de este nuevo mundo, Oduduwa fundó el magnífico reino de Ife y plantó la simiente que creció hasta convertirse en un estupendo y gran árbol con 16 ramas, que simbolizan los 16 hijos y nietos de Oduduwa.

Parece que en el caso de la cosmogonía yoruba estamos ante un mito compuesto por varias fases, en una de las cuales fue creado el ser humano. También aparece el agua como la materia primitiva existente antes de nuestro mundo y es la intervención divina la que permite la aparición de Universo tal y como lo conocemos. Oduduwa, hijo del dios primigenio, fue el primer gobernante del reino y el padre de todos los yoruba. A lo largo de los tiempos, él coronó a sus 16 hijos y nietos y los envió a fundar sus propios reinos yoruba. Como descendientes del dios del cielo, estos primeros gobernantes de los yoruba y sus descendientes inmediatos, fueron reyes divinizados. Solamente ellos podían portar coronas veladas que eran símbolos de su poder sagrado.

Respecto a la primacía ritual de la ciudad sagrada de Ife, es necesario indicar que legitima, al mismo tiempo, la jerarquía real y el panteón básico de las divinidades yoruba, que se estima puede llegar hasta los 400 dioses, más o menos. Algunas divinidades son las principales que ya existían cuando Oduduwa creó la primera tierra; otras divinidades son héroes y heroínas que dejaron una huella muy importante en estas gentes. Las divinidades de los yoruba también pueden ser fenómenos naturales, como por ejemplo colinas, ríos… que han influenciado de forma decisiva en la historia y vida de este pueblo. De los cientos de dioses mencionados por los yoruba, los más conocidos son Sango (dios del trueno y del relámpago), Ifa (también conocido como Orunmila, dios de la adivinación), Ogun (dios del hierro y de la guerra) y Eshu (el mensajero de los dioses conocido como Exu en Brasil, Eleggua en Cuba y Esu en el oeste de África).

El relato de los boshongo

Los boshongo son una tribu del actual Zaire y en su cosmogonía está también presente la idea de la oscuridad preexistente y el agua original. En este mito es nuevamente la voluntad de un dios, Bumba, la que permite la aparición del mundo. También podemos considerar que este mito se desarrolla en varias fases, ya que son los hijos de este dios los que finalizan la creación.

Según el relato de los boshongo, al principio, sólo había oscuridad y Bumba estaba sólo. Un día Bumba se sentía atormentado por su terrible dolor de estómago. A continuación sintió nauseas y al realizar un esfuerzo vomitó el sol; y así la luz se difundió por todas partes. El calor del sol hizo que parte de las aguas primitivas se secasen, de manera que en algunas zonas empezó a aparecer tierra seca. Después Bumba vomitó la luna y las estrellas, de forma que la noche tuvo también su luz.

Nuevamente Bumba se sintió mal y realizó otro esfuerzo, tras lo cual aparecieron nueve criaturas vivas: el leopardo, el águila, el cocodrilo, un pez, la tortuga, el rayo (llamado Tsetse), la garza blanca, un escarabajo y un cabrito. Por último apareció el ser humano; había muchos hombres, pero sólo uno era blanco como Bumba: Loko Yima. Esas criaturas crearon a su vez nuevas criaturas.

Entonces, los tres hijos de Bumba (Nyonye Ngana, Chongannda y Chedi Bumba) dijeron a su padre que ellos terminarían de hacer el mundo. De todas las criaturas solamente Tsetse, el rayo, creaba problemas. Tanto mal hizo que Bumba lo atrapó y lo encerró en el cielo. La humanidad se quedó entonces sin fuego, hasta que Bumba enseño al hombre cómo sacar fuego de los árboles.

Cuando finalmente la obra de la creación estuvo acabada, Bumba se paseó entre los pueblos y dijo a los hombres: «Mirad todas estas maravillas. Os pertenecen». Del dios Bumba, el creador, el «Primer Antepasado», proceden todas las cosas y todos los seres.

Lista de pueblos africanos

En este apartado incluimos una breve lista de pueblos y tribus de los cuales no hemos podido recopilar más datos. Esperamos ampliar la información y ofrecer las cosmogonías completas. Todos estos pueblos cuentan con divinidades creadoras y la creación, en la mayoría de los casos, parece haberse realizado en varias fases. En estos mitos, o en la referencia que de ellos tenemos, el dios creador, lo es también del ser humano.

Entre las tribus alur de Uganda y Zaire está arraigada la creencia de que el mundo está lleno de espíritus, djok, y consideran que sus antecesores se les manifiestan en la forma de serpientes y de grandes rocas. Cuando los alur necesitan lluvia realizan un sacrificio en honor a Jok. El significado literal de su nombre es «creador»; él es conocido además como Jok Odudu, «dios del nacimiento».

Asa es uno de los dioses principales para los akampa de Kenia. A este dios también se le conoce como «Mulungu», que significa «creador». Este dios tiene un doble aspecto; por un lado tiene el nombre de «el señor fuerte», por encima de los espíritus, pero, por otro lado, también es considerado como un dios piadoso.

Faro es el dios del cielo y del agua de los bambara (Mali, en África occidental). Según narra la mitología bambara, Faro se quedó embarazado por la roca del Universo, y dio a luz a varios gemelos, los antecesores del ser humano. Además, Faro está continuamente revisando y reorganizando el cosmos y cada cuatrocientos años vuelve a la Tierra para comprobar que todo funciona con armonía. Faro dio agua a todas las criaturas vivientes y enseñó a la humanidad a usar las palabras, las herramientas, la agricultura y la pesca. Los espíritus omnipresentes le sirven como mensajeros y representantes.

En la mitología de los banyarwanda el dios creador y el apoyo de toda la gente banyarwanda fue Imana, visto como un dios generoso y piadoso. Los banyarwanda vivían en los viejos distritos de Ankole y Kigezi, bordeando Ruanda. Su territorio es muy montañoso y frío. Él gobernó sobre todos los seres vivos y les dio la inmortalidad, dando caza a un ser conocido como «Muerte». Según cuenta la legenda banyarwanda, la Muerte era un animal salvaje y despiadado que representaba el estado de la muerte. Mientras Imana estaba de caza, todo el mundo se resguardaba o escondía, de manera que la Muerte no encontrase a nadie a quien cazar o en quien refugiarse. Pero un día, mientras cazaba, una mujer mayor fue hasta el jardín para recoger algunas verduras. La Muerte se escondió rápidamente bajo su piel y fue conducida al interior de la casa de la mujer, escondida en ella. La mujer murió; tres días después del funeral, su hija política, que la odiaba, vio grietas donde ella fue enterrada, como si hubiese salido y pudiese vivir de nuevo. La chica rellenó las grietas con más tierra, golpeó el suelo con un pesado mortero y gritó: «¡Quédate muerta!». Dos días después, hizo lo mismo al ver más grietas en la tumba de la difunta. Tres días más tarde no había ninguna grieta para que ella la sellase con tierra. Esto significó el final de la posibilidad para el ser humano de volver a la vida. La Muerte se había convertido en algo siempre presente. Otra leyenda dice que Imana castigó a la mujer dejando que la muerte viviera con el hombre.

En África occidental encontramos al pueblo basari de Togo, cuya divinidad creadora es Unumbotte.

Kaang es considerado como el creador de todas las cosas entre los bosquimanos africanos. Pero según la mitología bosquimana, Kaang se marchó del mundo por la oposición que encontró en él; así, recibiendo desobediencia de los primeros seres humanos que creó, Kaang envió fuego y destrucción a la Tierra y se marchó al final del cielo. Kaang es el dios de los fenómenos naturales y está presente en todas las cosas, pero especialmente en la mantis religiosa y en el gusano. Además este dios está relacionado con muchos mitos y figura como un héroe mitológico en muchas ocasiones. Sin embargo, entre los bosquimanos herero de Namibia, Mukuru es el dios primitivo y creador de su pueblo. El dios Mukuru se encontraba solo, sin padres ni compañeros, y mostró su amabilidad dando la lluvia de la vida, sanando a los débiles y sosteniendo a los ancianos. Los herero creen que sus jefes son reencarnaciones de Mukuru y que continúan la obra de Mukuru.

El pueblo dinka es un pueblo nativo de la República de Sudán y actualmente se asienta en el Valle del Nilo, en la zona sur de Sudán. El dios creador de los dinka es Deng y, además, es el dios del cielo, al tiempo que la deidad de la fertilidad y de la lluvia. Deng es hijo del dios Abuk.

Los efik se sitúan en el área sureste de Nigeria; su lengua, el «ef-ik», es utilizado por cuatro millones de personas. En la mitología efik, Abassi es el dios creador y la esposa de Abassi, Atai, le ordenó que permitiera vivir en la tierra a una pareja humana, pero les prohibió procrear o trabajar, por miedo a que pudieran superar a Abassi en sabiduría. Por algún tiempo la pareja respetó esta regla, pero comenzaron a realizar algún trabajo y a tener hijos, por lo cual Atai castigó al hombre y a su esposa, y causó discordia y luchas entre sus hijos.

En la zona oeste de Bantu se encuentra el pueblo fen. En la mitología fen Mbere es el creador. Según cuenta la leyenda él creó al hombre del barro, pero originalmente su creación fue un lagarto, a quien colocó en el gran mar de agua durante cinco días. Al quinto día, Mbere miró y vio al lagarto; volvió a mirar al octavo día y el lagarto había desaparecido. Pero cuando el lagarto emergió del agua, era un ser humano, «Gracias» le dijo el hombre a Mbere.

El pueblo ibo se ubica en el distrito de Calabar, en la zona este de Nigeria; sin embargo el reino ibo no desarrolló una administración tan avanzada y tan centralizada, como la de otros pueblos de Nigeria, por ejemplo, los yoruba. En la mitología de los ibo, Chuku es el dios supremo y su símbolo es el sol. Él es el creador y los ibo creen que todo lo bueno procede de él. Chuku es el creador y el que hace que caiga la lluvia que hace crecer a las plantas. Algunos árboles están dedicados a este dios y debajo de los árboles se hacen sacrificios en su honor. Su esposa es Ala, quien también es en ocasiones tenida por su hija. Es interesante la leyenda que cuenta cómo Chuku envió a la tierra a un perro mensajero para enseñar al hombre cómo, una vez muerto, podía regresar a la vida. El mensaje indicaba que una vez muerto, el cuerpo debía de ser tendido en el suelo y cubierto con cenizas, después de lo cual resucitaría. Pero el perro se retrasó y Chuku envió entonces a una oveja. La oveja también se entretuvo por el camino y al llegar, había olvidado el mensaje. La oveja comunicó al hombre un mensaje equivocado: para volver a la vida, debían enterrar el cuerpo en la tierra. Cuando el perro llegó con el mensaje correcto, ya era demasiado tarde y la muerte se había instalado en la Tierra para siempre.

Al sur de Nigeria hallamos al pueblo isoko. La divinidad suprema del panteón isoko es Cghene. Es considerado como un dios alejado de los acontecimientos humanos y, por lo tanto, es poco adorado y carece de templos y sacerdotes.

Para los kavirondo (los vusugu) asentados en Kenia, Wele es el dios supremo de su panteón. Este dios primero creó los cielos, el sol y la luna, así como los otros cuerpos celestes. Finalmente creó la tierra y a la humanidad. El mito de creación del pueblo kavirondo es claramente un mito desarrollado en varias fases. Nuevamente nos encontramos ante un ejemplo de divinidad con doble aspecto, ya que Wele aparece de dos maneras: como Omuwanga, el dios «blanco» bondadoso, y como Gumali, el dios «negro» que trae el infortunio.

Para los lugbara, que moraron en la zona entre Zaire y Uganda, Adroa es el gran dios creador. Este dios es el creador del cielo y de la tierra y tiene dos aspectos: el bien y el mal. Según la mitología del pueblo lugbara, Adroa se aparecía a las personas que estaban a punto de morir. Adroa era representado como un personaje alto y blanco, con sólo medio cuerpo: un ojo, una pierna, un brazo, etc.

Originalmente Kalunga fue el dios ancestral de los lunda de Angola, Zaire y Zambia. Más tarde, se convirtió en un ser supremo, dios del cielo y de la creación. Él es el que todo lo ve y el que todo lo sabe, y es el juez de los muertos, cuyas decisiones se caracterizan por su compasión y sabiduría. Como dios de los muertos está relacionado con el inframundo y el mar.

El dios creador y primitivo de los mongo del norte de Zaire es Mbomba. Mbomba es también el señor de la vida y de la muerte. Y el sol, la luna y la humanidad son sus niños. También se le conoce con el nombre de «Nzakomba».

Entre los mundang del Congo, Massim-Biambe es el omnipotente dios creador.

Los ovambo se ubican en la zona norte de la sabana del suroeste africano, en concreto en Angola y Namibia. En la mitología de los ovambo Pamba es el creador y el sustento de la vida.

Los pigmeos son uno de los pueblos más conocidos del África Negra, mencionados en textos de autores clásicos como Homero o Herodoto. Su principal rasgo, es su reducida estatura, inferior a los 1’52 centímetros. En la actualidad los pigmeos africanos se sitúan en los bosques tropicales de África central. Su población oscila entre los 150.000 y 300.000 habitantes. En la cosmogonía de los pigmeos, es Arebati el dios creador. Creó al hombre cubriendo al barro con piel, proporcionándole sangre y vida. Es el dios del cielo y de la luna de los pigmeos de Zaire. Sin embargo, entre los pigmeos de África central, Khonvoum es el dios creador; Khonvoum gobierna sobre los cielos y durante la noche, recoge trocitos de estrellas y los arroja al sol para que éste pueda emerger el día siguiente con todo su esplendor. Además, Khonvoum creó al hombre blanco y al hombre negro, a partir del barro blanco y del barro negro, y a los pigmeos los creó del barro rojo. Khonvoum también es el gran cazador y lleva un arco hecho con dos serpientes que se aparece ante los mortales como un arco iris. Para ellos, además, creó la jungla con su abundante vegetación y vida animal.

En Zimbawue encontramos a los shaona, cuya divinidad creadora es Dziva. Esta deidad femenina es generalmente de carácter benévolo, pero, como sucede en otras divinidades (dios Adroa de los lugbara), tiene también un aspecto oscuro en su naturaleza.

Litografía del jefe zulú Shaka [1816-1828], realizada por W. Bagg en 1836. [Fuente: Enciclopedia Británica]. Uno de los pueblos africanos más Fotografía con una casa típica del pueblo zulú. [Fuente: Enciclopedia Encarta]. conocidos es el zulú. Actualmente alcanza una población de ocho millones de habitantes y la mayoría reside en la provincia de Kwazulu-Natal, en el sur de África. De este pueblo es conocida la casa tradicional de forma circular y hecha con cañas; sin embargo, la mayoría de la población zulú se ha urbanizado. En su mitología, Umvelinqangi es el dios creador y omnipresente, que se manifiesta en forma de trueno y terremoto. Él es el creador de los primeros juncos de los cuales emergió el dios supremo Unkulunkulu.

Leza fue el dios supremo de África central y es el dios que creó el mundo; la lluvia fue también creada por Leza. El cielo era gobernado por él. Hacía viento cuando él soplaba, y había truenos cuando él golpeaba. Leza dio a la gente del África central sus costumbres.

En todo el este de África, desde los kamba en el norte hasta los zambesi en el sur, Mulumgu es el nombre extendido del dios creador. Muchas personas, como los nyamwezi de Tanzania, le consideran el dios del cielo, cuya voz es el trueno.

las culturas de la Taiga y la Tundra

Introducción: la vida en las regiones de la taiga y de la tundra

Es preciso, antes de iniciar nuestra exposición sobre las representaciones cosmogónicas de estas poblaciones, realizar una breve presentación sobre el poblamiento humano en las regiones de la taiga y de la tundra. Para comprender mejor la vida de estos pueblos, es necesario conocer su medio y establecer los principales grupos que habitan en estos dos biomas.

Si bien la tundra y la taiga son medios fríos, las condiciones climáticas han mejorado respecto de las que se dan en el Círculo Polar Ártico, habitado por los inuit. En esos biomas podemos distinguir varios pueblos atendiendo principalmente a aspectos etnográficos. En el trabajo que dedicamos a los inuit, ya indicamos que se puede realizar una división inicial atendiendo a rasgos de tipo etnográfico y a partir de esta primera clasificación étnica, se pueden realizar nuevas subdivisiones atendiendo a elementos geográficos, lingüísticos… Empezando por América del Norte, encontramos tres grupos étnicos; por un lado, el aleutino, formado por los habitantes de las Islas Aleutianas; por otro lado, los inuit («esquimales»), que ocupan las zonas más gélidas, y, finalmente, los indios americanos que pueblan la taiga y la tundra norteamericana, de los que hablaremos en este trabajo. Al otro lado del Estrecho de Bering, también encontramos poblaciones que habitan las regiones de la taiga y de la tundra; así en Eurasia podemos distinguir un buen número de grupos étnicos: los yakutos (cuenca del río Lena), los tungus (ubicados al este del río Yeniséi), los chukchi (habitantes del extremo nordeste de Siberia), los saami, más conocidos como lapones, etc…

El poblamiento humano de la tundra

La tundra, se extiende entre los 50 y 60 latitud sur, y 60 y 70 de latitud norte. Sin embargo, mientras que en el Hemisferio Norte ocupa superficies enormes, y puede considerarse como el medio de transición entre las zonas polares y la taiga, en el sur se reduce a unas pocas islas. En climatología, este bioma está marcado por las bajas temperaturas y las precipitaciones escasas que suelen caer en forma de nieve. Las condiciones para el desarrollo de la vida en la tundra son especialmente difíciles en invierno, ya que se dan períodos de noche continua durante semanas y se asemeja bastante al medio polar. En el verano, época de deshielo, con días continuos que se alargan durante semanas, las temperaturas pueden llegar a superar los 0C, sin rebasar los 10C, lo que nos da una idea de la dureza de este clima. A pesar de la pobreza florística, el tapiz vegetal existente ha permitido el desarrollo de la rica vida animal, diferenciándose los animales que permanecen en la tundra todo el año, de los migratorios que llegan en verano, para regresar en invierno a la taiga o bosque boreal. Esta cubierta vegetal, que da nombre a este medio, presenta una importante discontinuidad y un grado de recubrimiento que varía desde la «tundra desnuda», formada por musgos y líquenes, pasando por la «tundra arbustiva» y finalmente la «tundra boscosa», que da paso al bosque boreal o taiga.

Los pueblos aborígenes de la tundra se establecieron hace ya muchísimos siglos en los límites septentrionales de las tierras habitables, a pesar de que hoy en día estos límites han sido superados por los exploradores árticos, los navegantes que frecuentan las gélidas aguas próximas a la banquisa polar y el personal de estaciones científicas de las islas árticas. Actualmente, casi todos los pueblos autóctonos de esta zona constituyen una minoría en sus territorios originarios y no superan el 5% del total de la población, que es de origen diverso: canadienses y norteamericanos, en América del Norte, escandinavos en Groenlandia, Islandia y el norte de la península escandinava; eslavos, tártaros y otras nacionalidades de la Federación Rusa, en toda Eurasia.

Las poblaciones consideradas autóctonas de la tundra, presentan una serie de rasgos comunes tanto las de la tundra euroasiática, como las de la groenlandesa o la americana. En este medio, donde los humanos han de vivir en unas condiciones que requieren la adaptación al entorno más allá del límite biológico, la adaptación cultural es la que ha hecho posible la supervivencia. Estas poblaciones aborígenes de las regiones más septentrionales del planeta, parecen tener un origen común, tal y como indican recientes estudios de genética. Los rasgos morfológicos mongoloides que comparten los diferentes pueblos de la tundra sugieren un origen asiático. En el caso de los pueblos uralianos, a medida que nos desplazamos hacia el oeste las características mongoloides se van atenuando, de manera que los pueblos más orientales (nganasans, samoyedos, ensi) son claramente asiáticos, mientras que los más occidentales (saami, komis) se asemejan más a los europeos. De todo esto, deriva la gran diversidad actual de los pueblos de la tundra su euroasiática. Por otra parte, en el extremo septentrional del continente americano distinguimos tres pueblos: los inuits (que ocupan también las costes occidentales de Groenlandia y la península de los chukchis), los aleutianos (en Alaska, las Islas Aleutianas y Komandorski), y las tribus indias norteamericanas. Estos pueblos aborígenes de la tundra tienen como principal actividad la caza de caribú, la ganadería de reno y la pesca, llevando algunos una vida seminómada.
Imagen obtenida en el libro Biosfera : els humans en els àmbits ecològics del món [Director General, Ramón Folch i Guillèn]
Mapa con los principales pueblos de la tundra

Los habitantes de la tundra euroasiática

En la zona de la tundra euroasiática occidental, que abarca aproximadamente la Siberia occidental y parte de la Fenoscandia, región fisiográfica del norte de Europa que comprende el escudo báltico (Suecia, Finlandia, Noruega, Carelia y la península de Kola) destacan principalmente dos pueblos: los saami y los samoyedos. Los saami, same en singular, son más conocidos con el nombre de «lapones», término poco aconsejable, ya que tiene connotaciones despectivas, al igual que sucedía con el término «esquimal» empleado para designar a los inuit. Los saami viven en poblaciones fragmentadas en grupos pequeños y son los descendientes de los habitantes más antiguos de Escandinavia, si bien su territorio llega también a la Rusia pre-urálica. Fueron los primeros habitantes de la península escandinava, pero la posterior llegada de fineses, germanos i eslavos, le hizo desplazarse hacia la zona septentrional de Fenoscandia: Laponia, la «tierra de la frontera». La relación de los saami con los europeos se ha prolongado durante siglos y siempre ha sido desigual, ya que desde el siglo VIII los saami pagaban tributos a los escandinavos. En la actualidad, los saami son ciudadanos de cuatro estados: unos 20.000 de Noruega, unos 8.000 de Suecia, unos 2.500 de Finlandia y unos 1.900 de Rusia.

En el espacio de la tundra euroasiática occidental que se extiende desde el mar Blanco hasta el bajo Yeniséi, encontramos las poblaciones samoyedas. Este grupo comprende un buen número de pueblos, entre ellos los nensi, samoyedos de aspecto más europeo, que ocupan un territorio extenso de las tundras rusa, asiática y europea: las penínsulas de Kanin, de Yamal y de Gidanski y los territorios adyacentes comprendidos entre el Dvina y el Yeniséi. La mayor parte de los nensi viven permanentemente en la tundra y solamente cruzan los límites del bosque en el invierno, en busca de pastos y de víveres, o cuando se dirigen a la costa de océano Ártico para pasar el verano: un viaje anual que los nensi realizan siguiendo los rebaños de renos y en el cual cubren miles de kilómetros.

Dentro de las poblaciones samoyedas encontramos también a los ensi. La mitad de sus efectivos, unas 400 personas, se concentran cerca de Dudinka, los llamados «ensi de la taiga», aunque sería más correcto denominarlos como «ensi de la tundra boscosa». Otro pueblo, dentro del grupo samoyedo, lo forman los nganasan que ocupan las tundras centrales de la península de Taimir y alcanzan las mil personas. Los nganasan, no han sido convertidos a la religión mayoritaria: sus creencias todavía son chamanísticas y cuentan con toda una serie de espíritus superiores, tanto buenos como malos.

La población de la tundra euroasiática oriental, que se desarrolla desde la península de Taimir hacia el este, es todavía más diversa, tanto desde el punto de vista lingüístico como desde el de sus orígenes. Así, encontramos los evenk, los yakuts de origen turco, yukagir de origen samoyedo y los chu-ku-tien, esto sin contar con los pueblos surgidos a partir del mestizaje, como los dolgan, los chuvan, los kolimchan y los itelmen o kamchadal.

En el extremo oriental de Siberia, más montañoso, la escasa población se concentra en las zonas costeras. Entre los habitantes autóctonos de esta zona encontramos los yakuts, los yukagir o los chukchis. La mayor parte de las lenguas habladas en la zona de la tundra euroasiática oriental pertenecen a la familia altaica o a la chu-ku-tiana. La primera familia, la altaica, incluye lenguas turcas y mongolo-tungas.

La segunda familia, la chu-ku-tiana, abarca el chukchi, el koryak y el kamchadal o itelmen. A parte de estas dos familias dominantes, encontramos otras lenguas minoritarias como yukagir o el yupik. De la península de Taimir hasta el bajo Kolima se extienden las tundras habitadas por pobladores de lenguas altaicas o turcas: evenks septentrionales, yakuts y dolgans. Los evenks y los tungus propiamente dichos, ocuparon toda Siberia y su distribución actual sigue siendo extensa, desde el distrito de Primorje, hasta las riberas del mar del Japón(1), desde el río Khatanga, hasta las zonas más meridionales de Siberia central y Manchuria. Sin embargo, la única zona de la tundra que realmente frecuentan es la del norte de Yakutia, cerca de los cursos del Yana, el Lena, el Indigirka y el Kolima y son unos 17.000. Los yakuts habitan la República Autónoma de Yakutia (República de Sakha), que se extiende desde las costas del océano Ártico hasta cerca de los confines de Manchuria, alcanzando los 300.000 habitantes. Los dolgan, viven al norte de la península de Taimir y son resultado del mestizaje entre yakuts, tungus y rusos. Otro pueblo, los selkup que ocupan la cuenca del Yeniséi, son también resultado del mestizaje, ya que surgieron de la mezcla entre los primeros rusos que llegaron a la tundra nórdica (siglos XVII y XVIII) y aborígenes samoyedos. En el bajo Kolima, hay otra población mestiza descendiente de los colonos rusos y yukagirs, conocidos bajo el nombre de kolimchan o markovetse. En la península de Kamtchanka, los colonos rusos se mezclaron con poblaciones autóctonas, los llamados itelmens, originando una descendencia mestiza: los kamtchanka.

Imagen obtenida en el libro Biosfera : els humans en els àmbits ecològics del món [Director General, Ramón Folch i Guillèn]
Joven del pueblo evenk ataviada con el vestido tradicional

Entre los pueblos de la tundra euroasiática oriental de lenguas chu-ku-tianas destacan los chukchis, uno de los pueblos más numerosos que habitan la tundra, ya que alcanzan la cifra de 16.000 personas. También es preciso señalar que, generación tras generación, los chukchis han ido asimilando distintos pueblos vecinos como los koryak, los yukagir o los kerek. Así, actaulemente sólo quedan unas pocas familias de kereks, ya que la mayoría han sido absorbidos por los chukchis. Los kerek, se establecieron en una franja estrecha a lo largo de la costa del mar de Bering, desde Anadir hasta el norte de Kamtchanka.

Imagen obtenida en el libro Biosfera : els humans en els àmbits ecològics del món [Director General, Ramón Folch i Guillèn]
Imagen que muestra a un hombre chukchi limpiando colmillos de morsa,
animal del cual también aprovechan la carne, la piel y la grasa

Los habitantes de la tundra norteamericana y groenlandesa

De todos los pueblos del continente americano, los auténticos pueblos nativos de la tundra son los inuit, llamados esquimales, y los aleutianos. A los inuit que ocupan el extremo más septentrional de América, Groenlandia y la península de los Chukchis en Siberia, les hemos dedicado una sección en el Origen del Mundo, titulada Cosmogonía del pueblo inuit por lo cual no nos centraremos ahora en ellos. Los aleutianos se extienden por Alaska, las islas Aleutianas y Komandorski. Las lenguas que hablan estos dos pueblos pertenecen a la familia esquimo-aleutiana.

Las islas Aleutianas fueron ocupadas aproximadamente hace 4.000 ó 3.000 años, fecha de la cual parte la diferenciación entre inuits y aleutianos. Los aleutianos se dedicaban a la pesca y a la caza. La mayoría de los aleutianos fueron convertidos a la fe rusa ortodoxa por predicadores seglares que también levantaron pequeñas iglesias. En 1824, llegó a las islas Aleutianas el primer misionero, el padre Veniaminov. Este sacerdote al que adoraban sus feligreses de Alaska, se convirtió después en el metropolitano de la iglesia ortodoxa, y se le conoce hoy como san Innokenti. Otro de los primeros sacerdotes fue el criollo padre Netsvetov. La respuesta de por qué abrazaron el cristianismo los aleutianos radica en parte en la habilidad de la iglesia para prometer esperanza y socorro, y en parte, se debía a los lazos de parentesco y las uniones de tipo económico entre rusos y aleutianos, con las que se beneficiaban ambos grupos.

Para 1867, la sociedad aleutiana se había adaptado a la presencia de los rusos. La población empezó a recuperarse; muchos niños aleutianos iban a la escuela y todos pertenecían a la iglesia rusa ortodoxa. No obstante, con las guerras del Opio se hundió el mercado de las nutrias y el esfuerzo de la SAC por diversificar la economía de Alaska fue inútil. Por otra parte, el territorio americano de Rusia estaba muy lejos de Moscú. Llegado este punto, el imperio ruso aceptó la oferta americana de comprar Alaska por 71200.000 dólares en oro.

En este breve repaso por los pueblos de la tundra, hemos podido confirmar la gran diversidad de los pobladores de estas vastas tierras; cazadores, pastores, pescadores y recolectores, cada uno con sus características propias, lo cual dificulta su estudio, sin embargo hemos podido realizar el anterior resumen atendiendo a los rasgos que tienen en común, el primero: habitar la tundra.

El poblamiento humano de la taiga

La taiga es un medio que solamente se sitúa en el Hemisferio Norte, de ahí deriva su nombre de «boreal» y se extiende al sur de la tundra. Su clima es más benigno que el de la tundra; se trata de un clima templado con inviernos muy fríos, temperaturas muy bajas, con duración prolongada de la nieve en el suelo y con cuatro meses al año en los que la temperatura supera los 10, esto permite el desarrollo de este bosque boreal. A pesar de que constituye un progreso respecto a la tundra, la flora de este bosque es pobre, siendo la formación vegetal típica el bosque de coníferas (pinos, abetos…) y otros árboles como el abedul, el aliso o el chopo; también podemos encontrar un tapiz vegetal formado por arándanos, musgos y líquenes. La mejora de las condiciones florísticas se traduce en una mayor riqueza faunística: alces, lobos, martas, visones, pájaros…

Los diversos grupos de habitantes que se asentaron en la taiga, desarrollaron culturas propias, reflejo de las exigencias de la vida en el bosque, cuya base económica fueron la caza y la pesca, desarrollando posteriormente la ganadería, sobretodo de reno. Del bosque tomaron todo lo que necesitaban para sobrevivir: madera y alimentos. Actualmente, en Eurasia y en América del Norte la población que ocupa este bioma de la taiga, está representada mayoritariamente por los descendientes de inmigrantes europeos, mientras que los sucesores de los primitivos pobladores del bosque boreal, se han convertido en minorías insignificantes. En Canadá, los indios representan el 5% de la población del país, si bien la proporción es más alta en la taiga, donde alcanzan el 15% en el territorio del Yukón y un 10 ó 12% en la zona nororiental. En Alaska la población aborigen constituye aproximadamente un 3% del total, porcentaje al que debemos sumar un 3% más representado por los inuit de las zonas litorales. Los descendientes de los pueblos autóctonos de Rusia septentrional y de Siberia son muy escasos y solamente los carelianos, los komis, los yakuts y los evenk superan el 15% de la población.

Pobladores de la taiga euroasiática

Los humanos llegaron a la taiga del continente euroasiático durante el Paleolítico. La distribución de la población humana de la taiga de Eurasia es muy complicada, ya que pocos pueblos que actualmente habitan esta región, se pueden relacionar directamente con los que vivieron en la zona antiguamente. Además, a partir de siglo XVIII, se han instalado en la taiga pueblos de diferentes etnias, por ejemplo: eslavos, en su mayoría rusos y ucranianos, además de noruegos, suecos y fineses. Sin embargo, los descendientes de los pobladores autóctonos de la taiga, anteriores a la colonización europea, conservan todavía muchas particularidades de su cultura tradicional.

Nuevamente debemos mencionar a los saami que habitan la tundra y también la taiga de Escandinavia y de la península de Kola. Entre los karelianos (más de 100.000 personas entre Rusia y Finlandia) se conserva la caza como principal actividad económica, y lo mismo sucede con los komis (unas 24.500 personas) que residen en su mayoría en la República de Komi en la parte europea de la Federación Rusa y el resto en otros distritos de dicha Federación. Excepto los yakuts, que son más de 250.000, el resto de pueblos nativos de la taiga euroasiática forman poblaciones muy escasas: los evenks (son más de 30.000), los khantis (unos 22.000), los ainu (16.500), los mansis (poco más de 8.000), los selkups (3.500) y los kets (aproximadamente mil personas).
Hombre ainu
Hombre ainu
Mujer ainu
Mujer ainu
Imágenes extraídas de la web The Ainu Museum

Del mismo modo, la población indígena de Siberia todavía conserva toda una serie de tradiciones culturales propias. En la esfera domestica, utilizan algunos recursos tradicionales para elaborar productos naturales y en la esfera social, se mantienen muchas costumbres antiguas, especialmente las relacionadas con los rituales de nacimiento y enterramiento y con la separación de clanes.

Pobladores de la taiga norteamericana

El asentamiento humano en la zona de la taiga norteamericana, se inició tras la desaparición del hielo, de forma que el territorio de la actual Canadá se ocupó aproximadamente hace 7.000 años y los primeros pobladores de este bioma son los antecesores de los actuales pueblos atapascanos y algonquianos y su economía se basaba en la caza del caribú y del ant, así como en la pesca. En su historia los pueblos aborígenes de los bosques boreales han conocido importantes desplazamientos, que desconocemos. En cualquier caso, los diversos pueblos atapascanos hablan lenguas del grupo Nadene, que les diferencia del resto de pueblos norteamericanos.

En América la colonización de la taiga por parte de población europea comenzó también a partir del siglo XVII; franceses e ingleses principalmente. Actualmente la población india de los bosques boreales de América del Norte se reparten, atendiendo a criterios lingüísticos, en dos grandes grupos: en el oeste y el norte se concentran cerca de 30.000 atapascanos, y en el este y el sur se localizan cerca de 100.000 algonquianos. En Alaska alcanzan entre 6.000 y 7.000 atapascanos, menos de la mitad de los cuales conservan las respectivas lenguas; los más numerosos (unos 2.200) son los koyukons, que viven en la cuenca del Koyukuk, afluente de la margen derecha del Yukón, y en la cuenca media de este último, y sus vecinos por el NE, los kutchins o «gwich’in», que suman unas 2.600 persones repartidas entre Alaska i el territorio canadiense del Yukón. Los kutchins son los más septentrionales de los atapascanos y posiblemente los que mejor preservan sus tradiciones y su lengua.

Los atapascanos de la taiga canadiense, que como ya se ha indicado suman unos 30.000, se extienden entre el territorio del Yukón y el NW., por un lado, y las provincias limítrofes de la Columbia Británica, Alberta, Saskatchewan y Manitoba, por otro. En el territorio del Yukón habitan entre 3.500 y 4.000 y los más numerosos (unos 1.500) son los tutchones, que viven en el SW de esta zona, y los ya mencionados kutchin más al N. En la provincia de la Columbia Británica viven los sekanis, los tahltans, los carriers, los chilcotins, una fracción de los beavers, el grueso de los cuales vive en Alberta, y una parte de los kaskes y de los tagishos, que habitan también la región meridional del territorio del Yukón; todos juntos suman poco más de 6.000 personas. En la zona montañosa del NW encontramos a los tanaines, los tananes, los kutchin (también eran llamados «bizcos»), los hans, los tahitans y los hares. Los kutchin, cuyo nombre significa etimológicamente, «pueblo», estaban constituidos por un grupo de tribus diferenciadas, básicamente por su territorio. Sus relaciones con el mundo blanco se establecieron por la vía de la Compañía de la Bahía Hudson. El descubrimiento de oro en el valle del Klondike trastornó la vida nómada y libre. Para los tananas, que tenían fama de ser buenos guerreros, la pesca era el medio de vida más importante, eran sedentarios y presentaban una densidad de población mayor en comparación con otras tribus. En cambio, los tanana que ocupaban la zona del nacimiento (tal vez a una distancia de menos de 300 km) subsistían sobre todo de la caza del caribú, complementada con la pesca de pescado blanco en julio y agosto.

Fotografía tomada en 1888 de un jefe haida
Imagen de un jefe haida
obtenida en la web Haida: Children of Eagle and Raven

Otro grupo nativo cuya lengua pertenece a la familia Nadene son los haida. Los haida residen en las islas Reina Charlotte de la Columbia Británica y en la isla Príncipe de Gales, en el sureste de Alaska y a mediados de 1980 sumaban unas 2.000 personas. La sociedad haida tradicional se organizaba en clanes matriarcales que controlaban un poblado. Estos clanes, liderados por un jefe, cuyo cargo era hereditario, eran los propietarios de la tierra y constituían unidades ceremoniales que eran divididas en dos grupos: el Águila y el Cuervo.

Figurilla haida que representa a un jefe de esta cultura
Figurilla de un jefe haida,
extraída de la web Mythology

Entre los pueblos de lengua algonquina, encontramos diferentes grupos de crees occidentales que se distribuyen al este y al sur de los ríos Slave y Athabasca, y en un a extensa zona de lo que hoy es Manitoba, a este del lago Winipeg y hasta las bahías de Hudson y James, viven los crees centrales y los ojibwa. Al este de estas bahías y al norte del río San Lorenzo, se extendía el territorio de los crees orientales, los naskapi y los montagnais, todos ellos de habla algonquina. Los cree, pueblo eje entre algonquinos y atapascos, estaban escindidos en varias ramas: los crees de las llanuras y los crees de los bosques que ocupaban el espacio entre la ribera oeste de la bahía James y el lago Athabasca y que se dedicaban a la caza y a la pesca. Cazadores y pescadores, sobresalían en la conducción de sus canoas de corteza de abedul. Este pueblo algonquino estaba organizado socialmente en grupos de familias emparentadas.

Por otro lado, los naskapi, tenía fama de ser bastante rudos, de hecho su nombre les fue dado por sus vecinos montagnais, y significa rústico, tosco… Pero se hacían llamar a sí mismos nanenot, «los verdaderos hombres». Los vecinos y aliados de los naskapi, los montagnais, que recibieron este nombre de los franceses, debido a la topografía de su territorio, se llamaban ne-enoilno, «pueblo perfecto». Estos cazadores y pescadores nómadas, que tenían como enemigos tradicionales a los micmac y a los iroqueses, fueron ampliamente evangelizados y se volvieron fieles compañeros de los franceses en el comercio y la guerra. Actualmente suman unas 7.000 personas que viven en nueve reservas de Quebec.
Fotografía actual de un cree con máscara tradicional de este pueblo
Fotografía actual de un cree
con máscara tradicional de este pueblo
Familia cree
Familia cree
Imágenes extraídas de la web Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas

Los ojibwa o chippewa, destacan también entre los pueblos de lengua algonquina, ya que es la tribu más grande e importante de la familia de idioma algonquino, ocupando una gran parte de las tierras del actual estado de Wisconsin, sudoeste de Ontario y nordeste de Minesota. Se hacían llamar an-isk-in-aub-ag, que significa «hombres espontáneos». Aliados primero de los franceses, y luego de los ingleses, terminaron por vender sus tierras y trasladarse a la reserva. Según la tradición ojibwa, su tribu originalmente emigró con otras dos tribus, los ottawa y los potawatomi, desde la región del río St. Lawrence en el este, pero mientras que los ojibwa se establecieron al oeste del lago superior, las otras dos fueron al sur.

Esta gran tribu de los ojibwa comprendía muchas bandas, divididas en clanes permanentes. Su economía se basaba en la caza, las pesca y el cultivo, así como la recolección de semillas. Los ojibwa contaban con una mitología intrincada y elaborada, cuyos principales ritos eran religiosos y supersticiosos y se centraban entorno a una compleja sociedad de medicina conocida con el nombre de Medewiwin.

Fotografía de 1871 con unos indios ojibwa de la reserva de Montana
Fotografía de unos indios ojibwa
extraída de la web Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas

Los potawatomi, conocidos com «La Nación del Fuego», eran un pueblo cazador y pescador seminómada de los bosques que ocupó la orilla oriental del lago Michigan. Su forma de vida pacífica se vio alterada con la llegada del hombre blanco. También ellos se aliaron con los franceses, contra los ingleses. Hoy en día, sus descendientes ocupan reservas en Oklahoma y Kansas. Algunos han regresado a la tierra del sur de los Grandes Lagos.

Fotografía tomada en Kansas en el 1930 donde aparece un matrimonio de esta tribu india de la taiga norteamericana
Fotografía de un matrimonio potawatomi
extraída de la web Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas

Los algonkin, ubicados actualmente en Canadá, son los que dieron nombre a la lengua de la región y se llamaban a sí mismos elakomkwik, que quiere decir: «Son nuestros aliados», y fueron aliados de los franceses contra los iroqueses. Otra interpretación atribuye su nombre a la lengua micmac: algomeaking («arponean a los peces»). Los iroqueses aún les dieron otro nombre: adirondacks que significa «los que comen árboles», ya que en época de escasez se alimentaban de la corteza de los árboles. Este pueblo, que vivía de la caza, de la pesca y también del cultivo, ocupaba la zona norte de San Lorenzo, del lago Hurón, al este de Montreal y las dos orillas del río Ottawa. Actualmente de 4 a 5.000 algonkinos viven al este del Ontario y oeste de Quebec.

También del grupo lingüístico algonquino son los mohicanos cuyo su nombre se cree que significaba «los lobos», aunque otras acepciones indican que se traducía por «la marea», haciendo referencia a las aguas del Hudson, ya que vivían a sus orillas; actualmente viven en una reserva de Wisconsin. Los mohicanos se dedicaban a la caza, pesca y agricultura, al igual que los delawares. Entraron en conflicto con los mohawks (1628-1675) por el control del comercio de las pieles de castor en el Hudson. Desde el principio del siglo XIX, la implantación inglesa los expulsó de sus tierras y como la mayoría de los algonquinos, tomaron partido por los franceses.

Nos es casi imposible realizar un estudio completo de todos los pueblos que habitan los bosques boreales de América del Norte y en la breve descripción que hemos aventurado en este apartado, seguramente nos hemos dejado muchas tribus (hares, micmas, abenakis…).

Más al sur del bosque boreal encontramos muchas otras tribus de la familia lingüística iroquesa: onondaga, cayuga, seneca, oneida, tuscarona y mohawk (que formaron la llamada «Confederación de las seis naciones» o «Liga iroquesa»), hurones… A estas tribus y a otras muchas de las praderas y desiertos de Norteamérica dedicaremos otra sección.

representaciones cosmogónicas de los pobladores de la taiga y de la tundra

El amplio abanico de pueblos nativos que habitan la tundra y la taiga de nuestro planeta, refleja una riquísima variedad cultural que ha permitido al ser humano adaptarse a estos biomas. Es precisamente esta compleja variedad la que convierte en ingente la tarea de describir la cosmovisión de cada uno de esos pueblos. Sin embargo, sí podemos encontrara algunos puntos en común que nos permiten realizar explicaciones generales sobre sus representaciones cosmogónicas y su visión del mundo, así como el origen del mismo.

Muchos pueblos nativos han mantenido vivas algunas de sus tradiciones, transmitidas de generación en generación, aunque con diferentes niveles de conservación. En la esfera doméstica, utilizan algunos recursos tradicionales para a elaborar productos naturales y en la esfera social, se mantienen muchas costumbres antiguas, especialmente las relacionadas con los rituales de nacimiento y enterramiento, y también con la separación de clanes.

No debemos olvidar que el contacto con los colonos europeos, principalmente a partir del siglo XVII y XVIII, tanto para las poblaciones de Eurasia como para las de América del Norte, supuso importantes cambios en los modos de vida de estos indígenas. La religión cristiana se introdujo con los primeros colonos y fue uno de las transformaciones más importantes. El grado de cristianización varía de unos pueblos a otros. Así, a pesar de que el cristianismo fue introducido en Siberia durante los siglos XVII y XVIII, la vida de los habitantes autóctonos siguió dominada por muchas creencias y costumbres ancestrales, como por ejemplo el chamanismo o celebraciones paganas como la llamada fiesta de la primavera «isiakh» dels yakuts, o la «fiesta del oso» de los khantis y los mansis, de la que hablaremos más tarde. Los dolgan, por ejemplo, se consideran cristianos, pero solamente de nombre, ya que han llegado a una especie de religión sincrética en la cual sus chamanes han incorporado muchos de los santos cristianos dentro del círculo de los principales espíritus que invocan durante sus rituales.

Fotografía de un servicio religioso en un grupo kutchin
Fotografía de un servicio religioso en un grupo kutchin,
obtenida en la web Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas

En 1824, llegó a las islas Aleutianas el primer misionero, el padre Veniaminov. Este sacerdote al que adoraban sus feligreses de Alaska, se convirtió después en el metropolitano de la iglesia ortodoxa, y se le conoce hoy como san Innokenti. Otro de los primeros sacerdotes fue el criollo padre Netsvetov. La respuesta de por qué abrazaron el cristianismo los aleutianos radica en parte en la habilidad de la iglesia para prometer esperanza y socorro, y en parte, se debía a los lazos de parentesco y las uniones de tipo económico entre rusos y aleutianos, con las que se beneficiaban ambos grupos. Entre los pueblos de la taiga norteamericana también los montagnais fueron ampliamente evangelizados.

Fotografía de una misión en Wyandot
Fotografía de una misión en Wyandot,
extraída de la web Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas

Del mismo modo que los inuit, los pobladores de la tundra y de la taiga, muestran en sus creencias nativas una base muy importante de respeto hacia el medio natural que les rodea, la naturaleza que les permite subsistir y de la que ellos forman parte. Según este concepto religioso, no existían fronteras entre el mundo de los seres humanos, el de los animales y el de las plantas. Los indios americanos se caracterizan por la creencia en un «padre cielo» y una «madre tierra» que permitían explicar la resurrección anual de la naturaleza. Todos los pueblos de la taiga creían en la existencia de espíritus «amos» de los animales, creencia que recuerda a la de los inuit (Cosmogonía del pueblo inuit). Así, por ejemplo, se respetaba de manera especial al oso, respeto que se manifestaba con las fiestas que le dedicaban y con la muerte ritual del animal.

También comparten con los inuit la importancia de la figura del chamán que es un símbolo de vital importancia en el sistema de creencias de los pueblos nativos de la tundra y la taiga. La importancia de la figura del chamán radica principalmente, como ya indicamos para los inuit, en su papel de intermediario entre mundo físico y ordinario y el mundo de los espíritus, ya que mediante sus ceremonias rituales y cantos son capaces de convocar a los espíritus y hablar su lengua especial, y en su vertiente como curandero sabio o «médico» de la tribu.
Fotografía de un chamán perteneciente a los evenk de Siberia
Fotografía de un chamán,
de la web del Illinois State Museum

Traje ceremonial de los evenk de Siberia de principios del siglo XX
Traje ceremonial de los evenk,
de la web del Illinois State Museum

Fotografía de varios chamanes haida con sus máscaras rituales
Fotografía de varios chamanes haida,
de la web Haida: Children of Eagle and Raven

La Fiesta del Oso

El oso es reverenciado por todos los pueblos de la taiga, desde Escandinavia al Japón, desde Alaska hasta Quebec. Se le denomina el «señor del bosque», el «animal sabio y sagrado», el «viejo de zarpas pulidas». Se supone que el oso todo lo oye y todo lo comprende. Por eso, a la hora de cazarlo, se habla de manera alegórica y en voz baja. Y antes de matarlo dentro del guarida, le despiertan, por respeto…

Un especial interés ritual tienen las relaciones de los siberianos con los osos de la taiga. Antiguamente, por ejemplo, cuando los evenks se adentraban en la guarida del oso, gritaban como si fuesen cornejas, y una vez habían matado al animal, le decían: «No somos nosotros, quienes te hemos dado muerte, sino las cornejas». Las mujeres comenzaban a lamentarse, mostrando un gran dolor y exclamando: «¿Por qué habéis matado al «abuelo»?». Según la leyenda, algunas fratrias de evenks, de khantis y de mansis provenían del matrimonio entre un oso y una mujer.

Los rituales del culto del oso, como también de la fiesta especial que se le dedicaba, tenían una doble finalidad, en primer lugar, desligarse de la culpa por la muerte y, en segundo lugar, ofrecer la posibilidad de resucitar. Sin embargo, este culto al osos muestra rasgos especiales en cada pueblo. Para a facilitarle las cosas, los evenks disponían los huesos del animal en una plataforma especial, ordenados anatómicamente, mientras que los khantis los enterraban juntos en el bosque o los lanzaban a un lago. Algunos pueblos,como los ulchs, los nanays, los nivkhos y otros, capturaban una cría de oso y lo mantenían durante dos o tres años en cautividad y en determinados casos, las mujeres amamantaban a la cría con su pecho, como, por ejemplo, hacían los ainus. Las fiestas del oso se hacían coincidir con los funerales de algún familiar muerto, y eran de carácter tribal. El oso era conducido y festejado por todo el poblado, y después, en una plaza destinada a este fin, el marido del ama de la casa donde había vivido el animal le disparaba con un arco.

Dentro de estas fiestas dedicadas al oso, la de los khantis y la de los mansis son todavía las más interesantes. Una vez que han matado al animal, los cazadores lo transportan fuera del bosque en una barca (en verano) o en un trineo (en invierno), y le dejan en el granero. Durante el recorrido, todos los que se encuentran con los cazadores se riegan los unos a los otros con agua; se trata de un antiguo ritual de purificación que ha acabado convirtiéndose en una diversión. Por la tarde, todos los habitantes del poblado son invitados a «la Fiesta del Oso», llamada también « el juego del oso». El lugar de honor se destina a la piel del animal, que conserva la cabeza y las patas. La colocan de manera que parezca que el animal está dormido y no muerto, con la cabeza sobre las patas. Delante del morro, siempre hay un obsequio, que puede ser vodka, pan o exquisiteces.

Los que entran en la casa saludan al oso con una reverencia, las mujeres le dan un beso en el morro, a través de un pañuelo, y le ofrecen monedas, cintas o dulces. Todos se mojan nuevamente con agua. La madre del amo de la casa aromatiza le estancia quemando «chaga», que es una excrecencia resinosa de abedul. Después entran dos hombres con máscaras hechas también con abedul y, al son de un instrumento musical parecido a la lira, cantan canciones sobre el oso y su vida en el bosque. Detrás de los cantantes aparecen tres o cuatro actores, también cubiertos con máscaras y que siempre son hombres, aunque representen papeles de mujeres. Representan escenas sobre la caza, la pesca y la vida cotidiana. Después de uno de los interludios, aparece una mujer con un vestido de color rojo brillante con franjes blancas bordadas en la faldilla. Lleva la cabeza y el rostro cubiertos con un gran pañuelo adornado con borlas, para que el oso no pueda ver su cuerpo. Siguiendo el sonido de la música, la danzarina gira y gira moviendo los brazos. Todo seguido, otra mujer representa la pantomima de «el oso cogiendo frutos del bosque». Con gestos torpes, va saltando cómicamente sobre un pie y sobre el otro como si fuese un oso. La diversión se alarga hasta la madrugada y se retoma a la tarde siguiente.

Dependiendo de si el animal es macho o hembra, la fiesta durará cinco noches (macho) o cuatro (hembra), de acuerdo con un cálculo sagrado, ligado a las representaciones del alma. La segunda tarde guarnecen la cabeza del oso con figuritas de renos hechas de pasta, utilizando ramitas para representar las cornamentas; con esto, la dueña de la casa da a entender que ha preparado obsequios para los invitados. Cada noche, la fiesta comienza con representaciones de leyendas o canciones sobre el origen del oso y su vida. En la fratria de Por, supuestamente descendiente de un oso y una mujer, se anticipa cada danza con una canción en la que los pretendidos descendientes del oso invocan su antepasado y le invitan a la fiesta «para el éxito de la caza y el bienestar de la gente».

Antes de la última noche, que se considera la más importante y durante la cual se vuelven a recitar leyendas sobre el oso y se bailan las danzas de los antepasados de las tribus, algunos hombres hierven la carne del oso en un recipiente especial. El banquete colectivo tiene lugar esta última noche. No se pueden utilizar cuchillos ni cubiertos metálicos, únicamente unos bastones especiales que no rompan los huesos ni las articulaciones; la cabeza queda reservada a los hombres. Al acabar se entierran los huesos, los extraídos del cráneo se conservan en un lugar preeminente.

Antiguamente, hasta la primera mitad del siglo XX, los khantis y los mansis celebraban periódicamente la fiesta del oso como una fiesta de sus fratrias, una fiesta privada y destinada a los miembros del grupo. Parece ser que originariamente, tenían prohibido comer la carne del oso porque se trataba de un antepasado. Gradualmente, las prohibiciones se fueron debilitando, igual que sus tradiciones; su fiesta se abrió primero a todas las otras tribus y finalmente a todo el mundo. Por si acaso, al oso se le explicaba frecuentemente que había muerto por culpa «de l fusil ruso»…

Algunos relatos cosmogónicos de los pobladores de estas regiones

A continuación exponemos algunas narraciones míticas de estos nativos de la taiga y de la tundra, transmitidas oralmente de generación en generación. Hay miles de etas leyendas y varían de unas tribus a otras. Como sucede para muchas otras poblaciones indígenas del planeta (aborígenes australianos, pueblos nativos africanos, inuit…) todas estas leyendas explican fenómenos naturales, explican el lugar del ser humano en el Universo y, además, justifican determinadas normas para el comportamiento humano y preservan sus tradiciones. En estos pueblos indígenas los relatos relacionados con la creación se asocian a seres mitológicos, a dioses bondadosos, a animales sagrados que residen en un mundo superior y que a partir de su obra o de su propio sacrificio dan lugar al origen del mundo tal y como lo conocemos. Generalmente, parten de un tiempo anterior o de un mundo pasado donde imperaba la oscuridad o donde dominaban las aguas. También es frecuente, como en muchas otras culturas, que en estos mismos relatos se introduzca el mito de la creación del hombre o de su tribu.

En muchas de estas cosmogonías, aparece ese ser supremo el cual ha existido desde siempre, ya que nunca fue creado sino que siempre estuvo ahí. Ese ser superior creó la tierra y le dió la forma actual y, además, es el creador de la vida (plantas, animales e incluso seres humanos). En esta ingente tarea, ese dios o ser supremo puede contar con la ayuda de otros seres sobrenaturales y divinos, aunque de rango menor. Esa oscuridad primordial o ese mundo primario de agua fue sustituido por la luz y por tierra cuando intervino ese ser supremo y divino.

Leyendas de los algonquinos

Según el relato algonquino relacionado del origen del mundo, la Tierra tuvo dos hijos polares; por un lado estaba Glooskap, que era piadoso, bueno y creativo, y, por otro, Malsum, que, al contrario que su hermano, era malvado, destructivo y egoísta. Cuando la Madre Tierra murió, el primero de los hermanos, el bondadoso, creó las plantas, los animales y también a los seres humanos a partir de su cuerpo. Malsum también contribuyó en la tarea de la creación, pero dando origen a las plantas venenosas y a las serpientes. Pasó el tiempo y Malsum se obsesionó con su bondadoso hermano y planeó cómo matarle.

Malsum, bromeaba con su hermano sobre lo invencible que él era; sin embargo sí podía ser matado por las raíces de un helecho. En su delirio, Malsum intentaba sonsacar a su hermano Glooskap, de qué modo podía morir. Tan bueno era Glooskap que no podía mentir a su hermano y finalmente le dijo que podía encontrara la muerte con una pluma de búho. Triunfante, Malsum había averiguado la forma en qué podía asesinar a su hermano: elaboró un dardo hecho con plumas de búho y mató a su hermano.

Sin embargo, según cuenta esta leyenda, Glooskap regresó de entre los muertos, ya que el poder del bien es más fuerte que el del mal, y tuvo que vengarse de su perverso hermano, ya que sabía, muy a su pesar, que Malsum seguiría intentando deshacerse de él. Así, Glooskap tuvo que matar a Malsum para que las criaturas que había creado y él mismo, pudiesen sobrevivir. Glooskap atrajo a Malsum a una corriente y le dijo que también podría ser matado con una especie de planta. Entonces el dios bueno arrancó un helecho y se lo arrojó a su hermano que murió inmediatamente. Según este mito, el espíritu de Malsum se transformó en una especie de lobo y ahora, por las noches, caza humanos y animales.

Otro relato nos cuenta cómo otro dios, Michabo estaba un día cazando con su manada de lobos, cuando se percató de que sus lobos se metieron en el lago, pero no regresaron. Michabo se introdujo en el lago para sacarlos fuera y de repente el mundo se inundó al tiempo que lo hacía. Entonces este dios, envió un cuervo para que buscase tierra con la que poder construir un nuevo mundo, pero el pájaro no encontró nada. Entonces, una nutria partió con el mismo objetivo, pero tampoco obtuvo buenos resultados.

Michabo, mandó entonces a un nenúfar que regresó con suficiente tierra para crear una nueva tierra. Michamo se sintió complacido y los dos se casaron y se convirtieron en los padres de los seres humanos.

Leyendas relacionadas con el Cuervo

En la mitología de varias tribus de la tundra norteamericana, se habla de un «Tiempo Lejano» (Khadontsídnee) en el cual todas las criaturas (plantas, animales y seres humanos) vivían interrelacionadas entre sí: todos hablaban el mismo idioma y tenían una forma parecida. En esos relatos se explica cómo esos humanos terminaron por convertirse en animales y plantas que actualmente conocemos; esta mitología ofrece una percepción particular de la naturaleza, ya que recuerda que debemos respetar a la naturaleza porque animales y plantas también tienen espíritu. En los relatos que se desarrollan en ese Tiempo Lejano se explica el origen del Sol, de la Luna y de otros astros, así como ciertos elementos de la naturaleza (las montañas, el viento o las tormentas).

Una figura principal en esos relatos cosmogónicos es el Cuervo; se trata de un ser impreciso que finalmente adopto la forma de un Cuervo siendo el responsable de la creación del mundo. El Cuervo es el protagonista en muchas leyendas de estas tribus de la tundra norteamericana y ocupa un lugar fundamental en la mitología y en los rituales de estos pueblos; es conocido por los tanaina, los kutchin, los tinglit y kaska, por los cree, que lo llaman Wísakedjak, y también por los ojibwa, que lo denominan Nanabush, y los naskapi, quienes lo conocen como Djokabísh. Para todos estos pueblos el Cuervo creó al hombre a partir de la piedra. Sin embargo, en cada tribu podemos encontrar mitos que cuentan el origen particular de su propia tribu; así es el caso, por ejemplo, de los chippewa, dogrib, haré, slave y yellowknife que según cuentas sus mitologías, sus pueblos comparten una nacimiento mítico de una mujer casada con un perro que se convertía en un hombre por la noche.

Relatos haida

Las leyendas de los haida, hablan de Nankí’IsLas-lina´-i, que viene a significar más o menos,«Él se va a transformar en aquel cuya voz se ha de cumplir». De él cuentan que creó la Tierra cuando sobrevoló sobre el mundo cubierto por las aguas. Desde la forma de la tierra, hasta las pulgas, pasando por el comportamiento de ciertos animales… todo esto y mucho más fue creado por el Cuervo. En muchos relatos, como el de la luz del día (leyenda que relatamos a continuación), el Cuervo embustero puede cambiar de forma.

Figurita de un cuervo posado sobre una almeja
Figurita de un cuervo posado sobre una almeja,
obtenida en la web Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas

Al principio, solamente había oscuridad. La gente hablaba y se hacía preguntas sobre algo que nunca habían visto: la luz del día. Algunos comentaban que el jefe del río había guardado la luz del día en una caja especial. El cuervo vivía en este mundo sin luz, era ambicioso, embustero, entrometido y orgulloso. Además este animal podía cambiar de forma para satisfacer sus propias necesidades. Un buen día, El Cuervo decidió hacer averiguaciones para hallar la luz, así es que se transformó en una aguja de cicuta y se deslizó cayendo dentro de un arroyo de agua fresca. Cuando la hija del jefe del río llegó al lugar para beber, El Cuervo fluyó hasta su copa y la chica se lo tragó. A su debido tiempo, el Cuervo nació del interior de la hija del jefe, apareciendo como su legítimo nieto.

El Cuervo creció rápidamente con el cariño y la adoración de su abuelo, a pesar de que sus ojos se parecían mucho a los de un cuervo. Un día, cuando el bebé berreaba, su abuelo le dejó jugar con la Caja de la Luna. Entonces, abrió la caja y la luna se escapó subiendo hasta el cielo. Cuando el Cuervo se enfadó nuevamente, su abuelo, le dejó jugar con la Caja de la Luz del Día. Tan pronto como la tuvo en sus manos, el Cuervo se transformó en pájaro y echó a volar y desapareció en la oscuridad.

El Cuervo llevó la Caja a los seres humanos y la abrió sigilosamente, permitiendo que algunos rayos de luz escapasen de su interior. Sien embargo, aún desconfiaban de ses animal tan embaucador y no creían que realmente tuviesen en su poder la luz del día. Encolerizado por la incredulidad y el escepticismo de la gente, el Cuervo abrió por completo aquella caja y inundó el mundo con la brillante luz del día.

La importancia del Cuervo en la mitología de estos pueblos se refleja en sus manifestaciones artísticas. Así los haida, que son magníficos artesanos de la madera, elaboran silbatos con forma de cuervos, de compleja decoración cuya interpretación se nos escapa. Los primeros silbatos con forma de cuervo pudieron ser empleados por los chamanes en sus complejos ritos y en la actualidad son empleados en ocasiones especiales.

Silbato con forma de cuervo
Silbato con forma de cuervo,
extraído de la web Haida: Children of Eagle and Raven

Relatos de los ojibwa o chippewa

La mitología ojibwa era muy elaborada. Antes del contacto con los colonos europeos, la religión de los chippewa tenía un organización similar a la política. Los principales ritos eran religiosos y supersticiosos y se centraban en torno del Medewiwin, o Gran Sociedad de la Medicina, abierta a hombres y mujeres que tenían funciones chamanísticas, curativas y mágicas.

Según cuenta un mito ojibwa, Nanabush, que como ya hemos señalado anteriormente es el ser superior (el Cuervo), enseñó a esa Gran Sociedad de la Medicina de los pueblos los rituales para salvarlos de la extinción provocada por una enfermedad mortal. Nanabush contaba con una tienda que le habían construido los poderes superiores e inferiores, donde recibió la sabiduría para curar; aprendió a utilizar las medicinas y las plantas y los rituales adecuados. Además, estudió el modo de venerar a la Nutria Sagrada y al Oso. Entonces, Nanabush descendió a la Tierra con su bolsa de medicinas e enseñó al pueblo y le introdujo en los enigmas de la Gran Sociedad de la Medicina o Medewiwin.

El «atrapa-sueños» en la mitología ojibwa, es un objeto de gran significado y vital importancia, relacionado con el origen de su pueblo. Los ojibwa se llaman a sí mismos anishinabe (Anishinaubag, Neshnabek) que viene a significar «los hombres originales», «los primeros hombres». En ocasiones utilizan una especie de abreviatura Shinob que es empleada como un apodo entre ellos. Los ottawa y los potawatomi también se autodenominan anishinabe, y se cree que en algún momento del pasado lejano de estas tribus, las tres formaban un único pueblo.

Según cuenta una leyenda chippewa, en el pasado, en el antiguo mundo, los clanes ojibwa estaban ubicados en la zona conocida como Islas Tortuga. Los sabios cuentan cómo en este tiempo lejano, Asibikaashi (la Mujer Araña) ayudó a Wanabozhoo a traer de vuelta al sol (giizis), para que alumbrase nuevamente a la gente. Fue entonces cuando Asibikaashi estableció el sitio donde debía quedarse, un lugar ideal para ella que se encuentra antes del anochecer. Según la leyenda, si todavía estás despierto al anochecer, puedes buscar ese sitio especial donde Asibikaashi se encuentra, y puedes ver el milagro de cómo ella capturó los rayos de sol, al tiempo que la luz centellea. Asibikaashi cuidó de sus niños y de la gente de la tierra, y todavía se preocupa por ellos. Cuando el pueblo de los ojibwa se dispersó por todo el continente, a Asibikaashi se le complicó la tarea de hacer su viaje a cada una de esas cunas, cada uno de esos recién nacidos; así es que las madres, las hermanas y las abuelas adoptaron la costumbre de tejer telarañas mágicas para los bebés. De ese modo, se adoptó la forma de un círculo que viene a representar el viaje del sol que cruza diariamente en cielo.

Esta exposición es solamente una brevísima muestra de los muchos y variados relatos sobre el origen y la formación del mundo que componen la cosmogonía de estos pobladores nativos de la taiga y la tundra de nuestro planeta y que esperamos poder ampliar en el futuro.

El mundo cosmológico maya

Breve acercamiento a la cultura maya-quiché
Ubicación espacio-temporal

Los pueblos indígenas que habitaron el área mesoamericana antes de la llegada de los españoles pertenecían a la familia lingüística maya, también llamada «mayense». Se extendieron por los actuales estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, por un área extensa de Guatemala y por determinadas regiones de Belice y Honduras. Entre ellos, podemos destacar a los quichés, los cakchiqueles, los choles y los mayas, que es el colectivo mejor conocido y que, a su vez, da nombre a todo el grupo.

La civilización maya se extendió por un área aproximada de 324.000 km2, ocupando la península de Yucatán y las tierras bajas de México y Guatemala. La Historia de esta civilización, que llegó a convertirse en uno de los imperios más poderosos de Mesoamérica, se desarrolló a lo largo de 3.000 años. Generalmente es dividida en tres períodos:

* Preclásico (desde el año 2000 a.C. hasta el año 250 d.C.);
* Clásico (la etapa de mayor esplendor, que transcurre entre el 250 y el 900 de la era cristiana);
* y Postclásico (desde el 900 hasta el 1500 d. C.); el último periodo maya coincidió con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, momento en el cual el imperio estaba ya desintegrándose.

Principales centros urbanos de la cultura maya. Imagen obtenida de la web Historia del Arte

Imagen del conjunto arqueológico de Uxmal, en el Yucatán. Imagen obtenida de la web Mundo Maya La grandeza de la cultura maya se hace evidente si tenemos en consideración aspectos como su elaborado sistema de escritura jeroglífica, su talento arquitectónico o el impresionante desarrollo científico y artístico que alcanzaron. Los mayas fueron verdaderos genios en las matemáticas y en lo referente a la medida del tiempo, pues uno de los elementos más conocidos de su cultura es el calendario.

Su periodo de máximo apogeo fue el Clásico, durante el cual prosperaron impresionantes centros ceremoniales como Palenque, Tikal o Copán, ejemplos de su arquitectura monumental.

Imagen de la ciudad de Tikal, tomada de la web Artehistoria.com La razón de su declive en este periodo sigue siendo una incógnita, si bien se baraja la hipótesis, respaldada por las huellas arqueológicas, de que un conjunto de revueltas campesinas contra la clase alta sacerdotal tuvo como consecuencia la destrucción y el abandono de los núcleos urbanos más importantes.

Imagen de Chichen Itzá, tomada de la web Mundo Maya Posteriormente, en torno al siglo XI, los mayas volvieron a levantar centros monumentales como Chichén Itzá o Mayapán. La influencia del pueblo tolteca se dejó entonces sentir sobre ellos, haciéndose especialmente perceptible en el incremento de los rituales con sacrificios humanos, así como en un cierto avance en el arte de la guerra. Finalmente, nuevos conflictos y problemas internos provocaron la disolución del imperio maya, coincidiendo prácticamente con la llegada de los españoles al Yucatán.

El triunfo de los recién llegados puso fin al dominio maya, al igual que sucedió con otros imperios de la América precolombina, como el azteca. No obstante, a pesar de la derrota, muchas comunidades intentaron conservar y recuperar la tradición maya, así como su idioma.

El orden político y social

Los periodos mejor conocidos desde el punto de vista de la organización política y social son el Clásico y el Postclásico. Sabemos que los mayas estuvieron divididos en diferentes núcleos urbanos, cada uno bajo el mando de una elite nobiliaria, y que frecuentemente se enfrentaron por el poder.

Restos del famoso templo de Palenque, en el estado de Chiapas. Imagen obtenida de la web Historia de México Respecto a la organización política, ya en el periodo Preclásico empezaron a formarse los núcleos dominantes que durante el Clásico evolucionaron hasta convertirse en importantes estados. La ordenación territorial se basaba en la agrupación de varias ciudades en torno a un centro urbano preeminente. Los dirigentes de dichos estados conformaron una oligarquía de carácter hereditario que se transmitió endogámicamente los cargos civiles y sacerdotales. Los estados eran gobernados por un monarca o ahaw. Las ciudades más importantes eran regidas por aristócratas denominados sahal. Y el resto de ciudades tenían a su frente a un grupo de dirigentes llamados ahawob.

Por otra parte, durante el Clásico los sacerdotes fueron la clase social con más poder e influencia; sin embargo durante el Postclásico fueron suplantados como colectivo superior por la elite militar, que acrecentó su poder en directa relación con la importancia que fue adquiriendo la guerra en los últimos siglos de desarrollo de la civilización maya.

Imagen de la pirámide de Chicen Itzá, tomada de la web Mundo Maya Durante el Postclásico diversos núcleos urbanos se sucedieron en el poder. Tras la caída de Chichén Itzá, en torno al año 1200, Mayapán tomó el relevo y mantuvo su hegemonía hasta el año 1450, controlando un gran número de poblaciones mediante una ambiciosa política de pactos matrimoniales. La interesante estrategia de dominio de los gobernantes de esta capital pasaba por conseguir que los miembros más destacados de las familias nobles de las ciudades dominadas se trasladasen a vivir en ella. Mayapán estaba era gobernada por el Halach Uinic, un gran señor o emperador, que llevaba las riendas de la política interior y exterior. Para desempeñar este difícil cargo contaba con el apoyo de un consejo que estaba integrado por los principales jefes de los pueblos, y un reducido número de sacerdotes y asesores particulares. Mayapán mantuvo su hegemonía hasta mediados del siglo XV; en dicho momento, su estructura de dominación se desintegró, provocando la división del imperio maya y el desmantelamiento en diversos núcleos políticos enfrentados entre sí.

Dejando de lado los aspectos políticos, la sociedad maya tenía una estructura piramidal compuesta por varios estratos.

La cúspide social la ocupaban el gobernante y su familia. El grado de parentesco con el dirigente definía la posición interna de los componentes de este grupo endogámico. Este colectivo aristocrático fue el que se ocupó de las tareas de gobierno y administración del territorio. Asimismo, de él salieron los miembros de las elites religiosa y militar.

Ruinas de Palenque. Imagen obtenida de la web Mundo Maya Por debajo de esta oligarquía se encontraba otro grupo de nobles de grado inferior que tuvo a su cargo la intensa actividad burocrática propia de la compleja red de ciudades que formaban el imperio maya.

En el siguiente escalón se hallaban los comerciantes profesionales, denominados ppolom, que disfrutaban de determinadas libertades y tenían cierto prestigio.

Dintel de Yaxchilán, en el que se representa un ritual de sacrificio. Imagen tomada de Artehistoria.com Por debajo de ellos, se encontraba la mayor parte de la población, que estaba integrada fundamentalmente por campesinos y artesanos (alfareros, tejedores, etc.). Esta «plebe» era conocida con los apelativos ah chembal uinicoob («hombres inferiores»), memba uinicoob («trabajadores») y yalba uinicoob («plebeyos»). A pesar de ser considerados «inferiores», eran hombres libres y tenían la posibilidad de asegurar la manutención de sus familias por medio del trabajo.

Por último, en la base de la pirámide social se situaban los esclavos, llamados p´entacoob. Varias eran las maneras de adquirir la condición de esclavo: por nacimiento (ser hijo de padres esclavos), por cometer algún delito, por deudas, por ser prisionero de guerra o por ser huérfano. Los esclavos no gozaban de ningún derecho, estaban obligados a trabajar y frecuentemente eran empleados en los sacrificios rituales.

El desarrollo científico y la medida del tiempo

Calendario maya. Imagen obtenida de la web Nemo Una de las muestras más fehacientes del ingenio y la sofisticación de la cultura maya es su calendario. Si bien no fueron los únicos mesoamericanos que desarrollaron calendarios escritos precisos, los mayas absorbieron toda esta tradición y lograron superarla con la creación de un calendario más exacto. La civilización que analizamos introdujo para ello un nuevo concepto, el del valor cero («0»), y utilizó un sistema matemático vigesimal. La cuenta de los días partía de un día inicial que tenía ese valor cero. Y el cómputo de los años también comenzaba por un año «0», que se correspondía, por motivos que desconocemos, con el 3114 a.C. Esta cuenta es conocida como La Cuenta Larga o Serie Inicial.

Los números de esta cuenta continua eran representados mediante puntos, que hacían referencia al valor de una unidad, y barras, que representaban el valor cinco. Mediante la combinación de estos signos podían representar cualquier número. El empleo de este sistema de cómputo, el dominio del cálculo y de las matemáticas, unidos al amplio conocimiento y la capacidad de observación de los astros, permitieron a los mayas calcular con una exactitud sorprendente la duración del año solar, fijándola en 365.2422 días. También consiguieron computar los periodos lunares y el ciclo de Venus, así como los ciclos de otros astros y constelaciones.

La Cuenta Larga o Serie Inicial establecía cinco categorías denominadas baktun, katun, tun, uinal y kin, cada una con una duración distinta. El kin (escrito «Q ‘ij» en lengua quiché, la lengua maya más extendida) correspondía a un día. El valor equivalente a un mes era el uinal («Winäq» en quiché), estaba compuesto por 20 kines o días. Sumando 18 uinales de 20 kines cada uno, los mayas obtenían un tun (escrito «Tun» en lengua quiché), que tenía una duración de 360 días. El katun equivalía a 20 tunes, es decir, 7.200 kines o días. Mayor valor que el katun tenía el baktun («B ‘actun» en lengua quiché) que equivalía a 20 katunes, esto es, 144.000 días.

Arco de Labná, una muestra de la habilidad arquitectónica maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya Junto a estas, los mayas también desarrollaron varias medidas calendáricas o ciclos, siendo los más comunes el calendario de 260 días o Tzolkin y el calendario de 365 días, llamado Haab. De la combinación de ambos calendarios surgió la llamada Rueda Calendárica, que tenía un ciclo de 18.980 días.

El ciclo Tzolkin se componía de 260 días y está dividido en 13 grupos de 20 días cada uno. Este calendario era el más extendido entre los mayas, ya que era utilizado para calcular las temporadas de trabajo agrícola y para fijar la ceremonias religiosas, y, además, regía sus costumbres. Los 13 grupos eran denominados con un valor numérico, del 1 al 20. En cambio, los días o kines que los componían tenían nombres determinados, que se asociaban a glifos con los que eran representados. Los nombres de los días eran los siguientes:
Número de día Nombre
1 Imix
2 Ik
3 Akbal
4 Kan
5 Chicchan
6 Cimi
7 Manik
8 Lamat
9 Muluc
10 Oc
11 Chuen
12 Eb
13 Ben
14 Ix
15 Men
16 Cib
17 Caban
18 Etznab
19 Cauac
20 Ahau

Los primeros veinte números mayas. Imagen obtenida del Centro de Estudios del Mundo Maya

Por otra parte, el ciclo conocido como Haab comprendía 365 días y fue establecido a partir del recorrido anual de la Tierra alrededor del Sol. Los 365 días eran divididos en 19 meses (llamados Winal) de 20 días cada uno, menos el último (denominado Wayeb) que solamente tenía 5 días, que eran los sobrantes de la cuenta. Todos los meses tenían un nombre y un glifo. Los nombres de los meses del Haab eran los que mostramos a continuación:
Número de mes Nombre
0 Pop
1 Uo
2 Zip
3 Zotz
4 Zec
5 Xul
6 Yaxkin
7 Mol
8 Chen
9 Yax
10 Zac
11 Ceh
12 Mac
13 Kankin
14 Muan
15 Pax
16 Kayab
17 Cumku
18 Uayeb

A partir de la combinación del ciclo de 260 días o Tzolkin y el calendario de 365 días o Haab, los mayas elaboraron la Rueda Calendárica que tenía un ciclo de 18.980 días. Este sistema utilizaba tanto los numerales y los símbolos de los días o kines, como los de los meses o winales.

La cosmogonía maya
El mundo religioso

En la civilización maya, lo sacro impregnaba todos los aspectos de la vida a través de rituales y ceremonias: la agricultura, el arte, los actos públicos… La religión maya era politeísta y contaba con un numeroso panteón dominado por divinidades vinculadas con la naturaleza. Los dioses representaban a los cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra) y a otras diversas manifestaciones naturales como astros o fenómenos atmosféricos. Al igual que las cristianas y que otras muchas, las creencias mayas partían del enfrentamiento entre el bien y el mal, con la diferencia de que tanto uno como otro tenían carácter divino. Ambos poderes aparecían en continuo enfrentamiento, pero siempre como antagonistas unidos. Los dioses vinculados con el bien producían cosas buenas y provechosas como la lluvia o las cosechas abundantes; mientas que las divinidades relacionadas con el mal causaban desastres, hambrunas y otras calamidades.

Dentro del amplio panteón maya, el dios principal era Hunab, también llamado Hunab Ku, el dios único, el dios de dioses. Esta deidad suprema era el responsable de la creación del mundo y del ser humano. Hunab construyó el mundo en tres ocasiones consecutivas. El primer mundo que creó fue habitado por genios, los constructores de las ciudades; el segundo fue dominado por los dzolob, una raza oscura y siniestra; y el tercero y definitivo fue el que habitaron los mayas.

Zamná, también conocido como Itzam Ná, era hijo de Hunab y se hallaba a la cabeza del panteón maya. Era el dios del cielo, del día y de la noche. Bajo la forma de Ahau, también representaba al sol. En los escritos mayas, era representado como un anciano desdentado con nariz pronunciada y aspecto benévolo, y se le atribuía la fundación de la cultura maya. El conocido como el dios de la sabiduría les dio a los mayas el maíz y les enseñó la escritura y el calendario. También era considerado como el primer sacerdote.

Ix Chel era una divinidad peculiar, pues tenía a la vez una vertiente malévola y otra bondadosa; era la diosa de las inundaciones y, al mismo tiempo, la protectora de las embarazadas. Era la imagen de la luna. Estaba emparejada con Itzam Ná y aparecía representada como una mujer anciana que vertía el contenido de su cántaro sobre la tierra o que tejía con un telar.

Otra divinidad destacable del panteón maya es Kukulcan, la serpiente emplumada, que fue importada por otras culturas de la región mesoamericana como la tolteca y cuya imagen recuerda a la del dios azteca Quetzalcoatl. Los mayas atribuyeron a este dios principal muchas funciones. Estaba relacionado con los cuatro elementos de la naturaleza, tenía facultades creadoras y también estaba vinculado con la resurrección y la reencarnación.

Vasija para quemar incienso hallada en Mayapán con la forma del dios de la lluvia Chac. Imagen obtenida de la web Mythology Otra deidad de peso del panteón maya era el dios de la lluvia, Chaac, también llamado Chac Mol. Representado con trompa y colmillos, este dios bondadoso era una de las divinidades más populares y tenía una presencia destacada en muchos de los rituales del pueblo. El centro principal de su culto estaba ubicado en Chichen Itzá. También era el dios de la agricultura y la fertilidad.

Entre las divinidades de carácter malvado destacaba Ah Puch, también conocido como Hunhau, la antítesis de Itzam Ná. Ah Puch era la diosa de los muertos, que gobernaba el Mitnal, el inframundo. El Mitnal era el inferior de los nueve infiernos y el más terrible de todos ellos. Generalmente, Ah Puch era representada con cabeza de búho y cuerpo humano, aunque también aparecía como un esqueleto adornado con campanillas. Esta deidad de la muerte era vinculada con la guerra y con los sacrificios humanos.

Los mayas construyeron un sistema de creencias muy elaborado; uno de los más complejos entre los de todas las civilizaciones indígenas americanas. Todas sus costumbres y actividades estaban marcadas por la religión y sus rituales mágico-sacros. Además del panteón de divinidades genéricas, relacionadas con aspectos del mundo natural, los mayas tenían un amplio número de dioses menores de carácter doméstico, así como una divinidad protectora para cada individuo. Tal era la importancia de la religión que las ciudades mayas eran auténticos centros ceremoniales y la clase sacerdotal fue la que consiguió acaparar mayores parcelas de poder hasta el periodo Postclásico. Los mayas confiaban en el buen hacer de sus dioses y la religión dirigía su vida política y social.

Las ceremonias religiosas eran un elemento cotidiano y convertían las plazas de los centros urbanos en un foco de atención para la población, especialmente cuando se trataba de rituales de sacrificios. La sangre de las inmolaciones humanas era el mejor tributo que podían ofrecer a los dioses, ya que era símbolo de la vida y del alimento. Junto a estos actos, existían otras ceremonias relacionadas con la ofrenda de alimentos, con el ayuno o con la celebración de días señalados del calendario.

Fuentes indígenas para conocer la cosmovisión maya
La escritura. Principales características de los códices precoloniales

Muestra de escritura maya. Imagen obtenida de la web Historia de México Sin duda, otro indicador del gran avance de la cultura maya lo hallamos en su escritura. Los mayas desarrollaron un elaborado sistema de escritura jeroglífica, formada por unos 800 glifos de tipología pictográfica (representación mediante dibujos), logográfica (representación de palabras mediante signos gráficos) y fonética (representación de sonidos). Estos signos fueron utilizados para transmitir ideas, objetos, seres o palabras. Los fines principales de esta escritura, que perduró hasta la llegada de los conquistadores españoles, eran, por una parte, el cálculo del paso del tiempo y su medida para plasmarlo en el calendario, y, por otra, la representación gráfica y la perpetuación de los nombres de los dioses. No obstante, inicialmente, la escritura también fue utilizada para que los sacerdotes registraran todos sus conocimientos y ordenaran sus mandatos. Posteriormente, la escritura evolucionó hacia usos más cotidianos.

Códice maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya online Grabando sus glifos, los mayas adornaron monumentos y edificios religiosos (como estelas de piedra, dinteles o altares), y recogieron su Historia, sus rituales y sus creencias. Además de la técnica de escritura en los relieves, los mayas también escribieron sobre pergaminos, preparados a partir de pieles de animales, y sobre códices de papel, elaborado a partir de corteza de árbol (papel amate). Estos códices tenían carácter sagrado y su redacción requería un elevado nivel de conocimientos. Por ello, tanto su confección como su lectura pública en los actos del culto corrían a cargo de sacerdotes. Estos escritos trataban sobre aspectos diversos de la vida maya (Historia, religión, agricultura, profecías, etc.), pero siempre estaban relacionados con ese carácter superior y sagrado que los definía.

Códice Matritense. Imagen tomada de la web América Indígena Desgraciadamente, la mayoría de estos códices fueron destruidos durante el periodo de conquista y colonización, debido a que los misioneros cristianos los consideraron peligrosos para su labor evangelizadora o por creer que eran «libros de brujería». En la actualidad, solo se conservan tres ejemplos de códices originales escritos en escritura hierográfica: el Dresdensis (de Dresde), el Peresiano (o de París) y el Tro-Cortesiano o Matritense maya (de Madrid). En la labor de destrucción de estas riquísimas fuentes documentales destacó desafortunadamente fray Diego de Landa (1524-1579), primer obispo de Yucatán, quien los vio como obras diabólicas y ordenó quemar cuantos encontró a su paso. Sin embargo, el citado regular se convirtió al mismo tiempo en una pieza clave para descifrar la escritura maya. En su obra Relación de las cosas de Yucatán, el P. Landa, movido por la curiosidad, añadió una breve relación de jeroglifos mayas a modo de alfabeto, elaborado con la ayuda de sus intérpretes indígenas.

Otro detalle de un códice maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya online Los mayas hicieron cuanto pudieron para salvar sus códices, escondiéndolos de las manos conquistadoras durante algún tiempo. Con el paso de los años, aprendieron a leer y escribir el castellano y decidieron rescatar aquellos manuscritos escondidos para copiarlos en lengua maya, pero empleando los caracteres latinos. De este modo, empezó a desarrollarse una interesante producción literaria indígena de la que se han conservado varios ejemplos. Tristemente no nos ha llegado ninguno de los textos originales.

Como hemos indicado, en las citadas transcripciones los mayas trataron de recopilaron toda la información que pudieron sobre su ciencia, sus costumbres y sus creencias antiguas. Entre estas obras, escritas con alfabeto latino, destacan el conocido como El Popol Vuh o Libro de los quichés y Los Libros del Chilam Balam o Crónicas de Chacxulubchen.

Manuscritos mítico-proféticos

El Popol Vuh es una narración mitológica sobre el origen del mundo y la Historia de la civilización maya, mientras que los llamados Libros del Chilam Balam tienen un contenido más heterogéneo mezclando Historia, mitología y profecías.

Los Libros de Chilam Balam

Tanto los mayas como los aztecas, desarrollaron profecías que anunciaban la futura llegada de extranjeros; sin embargo, mientras Moctezuma confundió a Hernán Cortés con el dios Quetzalcoatl, los mayas nunca dudaron de que aquellos españoles eran simples dzules (forasteros). Los mayas recogieron esas profecías en los Libros del Chilam Balam.

La palabra chilam era empleada por los indígenas para designar a sacerdotes, brujos y sabios. Y el término balam, aunque significaba jaguar (una criatura que en la cultura maya tenía carácter sagrado), en este caso era empleado para hacer alusión un cargo honorífico. El chilam Balam era el «sacerdote-jaguar», un título que debía detentar un personaje especial dentro de la comunidad maya y que a posteriori daría nombre a este conjunto de libros.

Los conocidos como libros del Chilam Balam están integrados por un conjunto de18 obras. Cada una de ellas perteneció a un pueblo maya y el sacerdote o dirigente de cada grupo se encargaba del cuidado de ese determinado escrito. Para poder distinguir cada uno de los libros del Chilam Balam, estos fueron identificados con el nombre del pueblo del que procedían. Así, se conoce el Chilam Balam de Laua, el de Ixil, el de Tusik, el de Chumayel, el de Maní y el de Tizimín; de todos ellos únicamente han podido ser estudiados los tres últimos.

Los textos del Chilam Balam tienen un importante contenido mítico-profético y su carga simbólica es considerable, de ahí que su interpretación sea tan compleja. Citamos a continuación parte del texto del Chilam Balam de Chumayel, estudiado por Antonio Mediz Bolio y editado en Costa Rica en 1943. Utilizaremos como fuente la siguiente edición: Barrera Vásquez, Alfredo-Rendón, Silvia: El libro de los libros de Chilam Balam, F.C.E., México, 1948.

Dominus vobiscum, decían todos cantando allí donde no había cielos ni tierra.
Del abismo nació la tierra, cuando no había cielos ni tierra.
El que es la Divinidad y el Poder, labró la gran Piedra de la Gracia, (Tun Gracia) allí donde antiguamente no había cielo.
Y de allí nacieron Siete Piedras sagradas (Tunes), Siete Guerreros (Katunes) suspendidos en el espíritu, Siete llamas elegidas.
Y se movieron. Y siete fueron sus gracias también, y siete sus santos.
Y sucedió que incontables gracias nacieron de una piedra de gracia. Y fue la inmensidad de las noches, allí donde antiguamente no había Dios, porque no habían recibido a su Dios, que solo por si mismo estaba dentro de la Gracia, dentro de las tinieblas, allí donde no había cielos ni tierra.
Y fue formado al fin un Guerrero, cuando no había nacido el Primer Guerrero, y tenía los cabellos en guedejas.
Aden ti parami. Y fue su divinidad. Y entonces salió y se hizo varón en la segunda infinita Piedra de Gracia. Alpinon es el nombre de su ángel.
Cuando hubo nacido, salió y pidió su Segunda Gracia, en la segunda inmensidad de la noche, donde antes nadie había. Y recibió su divinidad él solo por sí mismo.
Y cuando vino a salir, «ofirmar» dulcemente dijo. Y recibió su divinidad él solo por sí mismo. Y salió y fue a la tercera infinita Piedra de Gracia. Albacongel es el nombre de su ángel, el de la tercera Gracia.
Fue a la cuarta infinita Piedra de Gracia, en la cuarta noche. Atea Ohe es el nombre de su ángel. Naciendo, quiso su cuarta Gracia, y empezó a decirse solo en sí mismo: «Ah, Dios Poderoso, yo no soy nadie, pues, por mí mismo»; así decía en su esencia, en su divinidad.
«Me voy», suavemente dijo.
Y fue a la quinta infinita Piedra de Gracia, en la quinta infinita noche. Cuando hubo nacido el Quinto Guerrero quiso su Quinta Gracia. Y se levantaron las palabras de su divinidad y nació su ángel. Decipto es su nombre.
Y dijo: «Me voy. Yo soy, pues. Soy Dios, pues. Soy poderoso, pues». Así hablaba por sí misma su divinidad: «Aninite dei sin»; decía, cuando recibió su divinidad por si mismo.
Y fue a la sexta infinita Piedra de Gracia, en la sexta medida de la noche, el Sexto Guerrero (Katún). «¡Dioses poderosos, oíd mi voz! Nadie hay en mi soledad».
Cuando hubo nacido, quiso su Séptima Gracia. Conlamil es el nombre de su ángel. «¡Yo os adoro, dioses, oíd mi voz! ¡No hay nadie! ¡Nadie escucha mi voz!»; así suavemente hablaba y decía, mientras nacía su Séptima Gracia.
Contento nació el séptimo Guerrero (Katún). Siete veces se alumbraron las siete medidas de la noche, siete veces infinitas.
«Abiento bocayento de la Zipilna de fente note sustina gracia. Trece mili y no cargo bende». Primera, segunda, tercera, tres veces cuatrocientas épocas, miles de épocas y despertó la tierra de Dios el Verbo, él solo por sí mismo.
Del fondo de la gran Piedra de la Gracia, despertó la tierra de Dios el Verbo. Su nombre es Unidad con Dios el Verbo.
Este su nombre, que hiende las épocas, es: el Eterno, el de una sola Edad, el Muy Alto. Y vino su Descendiente de Siete Generaciones. Y cuatro veces resonó su Gran Palabra, sello de la noche, sello del cielo: «Yo soy el principio, yo seré el fin».
He aquí el entendimiento oculto de su palabra, datate, aquí recibido en esta tierra. Yo soy Unidate, yo soy Unitata, yo soy su sonido. Yo soy Unitata. «A nuni viene Unidad».
Nilu es el nombre de la noche. Es la primera palabra de Dios, es la primera palabra del Verbo. Así, machacó la piedra, solo por sí mismo, dentro de la noche.
Tomás (Etomas) Sipancas es el nombre del Espíritu cuyo Señor es el Primer Guerrero. Ota-ho en el cielo. Arcángel es el nombre del Espíritu. Heronix es el nombre del Espíritu que va delante de él. Joramis es el nombre del Espíritu del Segundo Guerrero. He aquí que dijo cuando se abrió la Piedra: «Yaxyonlacalpa». Escondió su nombre. En el santo cielo fue Nuestro Santo Padre el Verbo: Bolay es su nombre. Y conoció el segundo cielo, en donde está el polvo de los pies de la Sustinal Gracia.
Allí se forma la Sabiduría, golpeando la piedra dentro de la oscuridad.
Y fue creada la Piedra que fundó las piedras, las Tres Piedras que fueron a asentarse a los pies de la Sustinal Gracia. Las piedras que nacieron estaban debajo de la Primera Piedra. Y eran hermanas iguales.
Entró entonces Chac, el Gigante, por la grieta de la Piedra. Gigantes fueron entonces todos, en un solo pueblo, los de todas las tierras. Y el Primer Rey fue Dios.
En la época Primera, fue creado el único hijo de Dios. En la Segunda, el Verbo. En la Tercera época, Expleo, éste es su nombre en el cielo.
Y nació Chac, el Gigante que Opilla es su nombre, al mismo tiempo que su cielo, que empileo, cielo, es su nombre. Expleo es su nombre, dentro del primer Libro de Dios. Hebones. El único Hijo de Dios, espejo que abrirá su hermosura, es el Señor de la Piedra, Padre.
Cuando fue a crear el cielo del cielo, se abrió una Gracia y una Piedra. Nacido era el Fuego. Tixitate es su nombre, la luz del cielo. Que Sustinal es la luz de la luz del cielo. Acpa. Porque el Guerrero (Katún) creó la luz dentro del cielo. Alpa u manga es su nombre. Y se acabó.

* * *

Los ángeles, los Espíritus (Cangeles ik) se alzaron mientras eran creadas las estrellas. No se había alumbrado la tierra, no había cielo ni tierra. Eran:

* el Pauah rojo (Chac Pahuahtun);
* el Pauah blanco (Zac Pahuahtun);
* el Pauah negro (Ec Pahuahtun);
* y el Pauah amarillo (Kanpahuahtun).

Entonces en el Primer cielo, Dios el Verbo tenía sujeta su Piedra, tenía sujeta su Serpiente (cangel) tenía sujeta su Sustancia (Kabalil). Allí estaban suspendidos sus ángeles. El Espíritu nombrado Corpinus, y he aquí, debajo, Orele, a la altura de la tierra. Tres Personas eran: El Dios Verbo, el Dios Hijo, el Dios Espíritu Santo.
En ese tiempo los planetas, eran: Saturno, Júpiter, Marte y Venus; ésos se dice que tenía en su mano el Dios en el cielo; antiguamente los creó. He aquí el nombre del cielo: Christalino. Este ángel, que Corpinus es su nombre, extendía la bendición del Padre, allí donde no había cielo ni tierra, Inpicco es su nombre. Rociaba a todos los ángeles. Baloyo es su nombre. Cacahuecan -sexos- es su nombre. Et sepeuos es su nombre. Laus deo.

* * *

Abajo Chac-Bolay-Balam y Cacau Balamté. Esperas es su nombre en la sexta capa del cielo, Isperas es su nombre en la séptima capa del cielo. Fue creado sobre la tierra por Dios Poderoso. En la séptima época nació dentro de la noche. Espíritu es su nombre.
Sto. Eden Deus, Sto. Eluseo, Santos. Él vio nacer el centro de la Piedra, el centro de la noche. Se repite.
Ardió entonces. Entri de noche. Fue lo que dijo: Cuando habló al centro de la Piedra, al centro de la noche. -Tronas aleseyo de Mundo de gracia en apedia leyo zipidiate en picted gracia Sto. Esuleptum Jaan estunast gracia suplilis eltimeo me firme abin Finites gracia y metis absolutum timetis de gracia. Eden deo gracia de Fentis de gracia Fenoplis tun gracia locom dar y me gracia, tretris un mis gracia. Nositusi de gracia in pricio de gracia. Tresimili uno de cargo leonte.
Uno, dos, tres, un montón, trece veces cuatrocientos, Katunes infinitos antes de que despertara la tierra, fue creado el centro de la Piedra, el centro de la noche, allí donde no había cielo ni tierra, cuando fue dicho por Dios el Verbo, solo por sí mismo, en la Profunda Noche.
Sonó la primera palabra del Dios, allí donde no había cielo ni tierra. Y se desprendió de su Piedra y cayó al segundo tiempo y declaró su divinidad. Y se estremeció toda la inmensidad de lo eterno. Y su palabra fue una medida de gracia, un destello de gracia y quebró y horadó la espalda de las montañas. ¿Quién nació cuando bajó? Gran Padre, Tú lo sabes.
Nació su Primer Principio y quebró y barrenó la espalda de las montañas.
-¿Quiénes nacieron allí? ¿Quiénes?
-Padre Tú lo sabes. Nació el que es tierno en el cielo.
Ciripacte horca mundo ni nompan est noche amanena omonena Apaopa. Salió el Espíritu de la infinita Gracia. Zipiones ted coruna Pater Profecida. Hablaró cuando llegue a la Séptima gracia, la Virgen Piedra de la Gracia. Baltepiones ortezipio Reciquenta noche hun ebutate hun cute Profeciado. Sucedió que fue llamado el ángel Jerupite y le fueron dados en el cielo Corporales de ojales por el primer Papa.

Dentro de los textos del Chilam Balam destaca la conocida como «Serie de los Katunes» o «Cuenta de los Katunes». Como indicamos en la parte dedicada al Calendario maya un katun equivale a 20 tunes, dando como resultado 7.200 días. La llamada «Cuenta de los Katunes» se organiza, como su nombre indica, en periodos o ciclos de katunes y refleja la visión cíclica del tiempo, típica del pueblo maya. En esta «Serie de los Katunes» los mayas describen una cronología.

La rueda de los katunes

El Once Ahau se asienta el Katún en Ichcaansihó. Bajan hojas del cielo, bajan perfumes del cielo. Suenan las músicas, suenan las sonajas del de los Nueve Pies. En un día en que habrá faisanes azules, en un día en que habrá peces a la vista, en el día de Chakan-putún, se comerán árboles, se comerán piedras; se habrá perdido el sustento dentro del Once Ahau Katún.

Con siete tiempos de abundancia se asienta el Katún, el Cuatro Ahau Katún, en Chichén. Siete tiempos de abundancia son el asiento del Gran Derramador de agua. Tapado está su rostro y cerrados sus ojos bajo sus lluvias, sobre su maíz abundantemente derramado. Llenos de hartura están su estera y su trono. Y se derrama su carga. Habrá un día en que esté blanco su ropaje y blanca su cintura, y sea aplastado por el chorro del pan del Katún. Llegarán plumajes, llegarán pájaros verdes, llegarán fardos, llegarán faisanes, llegarán tapires; se cubrirá de tributo Chichén.

* * *

No Zaquí, sino Mayapán es el asiento del Katún, del Dos Ahau Katún. Cuando se haya asentado el Katún, bajarán cuerdas, bajará la ponzoña de la peste. Tres cerros de calaveras harán una rueda blanca a su cuerpo cuando venga con su carga atada. Ahogándose cogerá en su lecho un soplo de viento. Tres veces dejará caer su pan. Mediana hambre, mediano pan. Esta es la carga del Dos Ahau Katún.

* * *

Kinchil Cobá es el asiento del Katún, del Trece Ahau Katún. El dios maya Itzam, dará su rostro a su reinado. Se le sentirá tres veces en tres años, y cuando se cierre la décima generación. Semejantes a las de palmera serán sus hojas. Semejante al de la palmera será su olor. Su cielo estará cargado de rayos. Sin lluvias chorreará el pan del Katún, del Trece Ahau Katún. Multitud de lunares son la carga del Katún. Se perderán los hombres y se perderán los dioses. Cinco días será mordido el Sol, y será visto. Esta es la carga del Trece Ahau Katún.

En relación con la medida del tiempo, también encontramos el siguiente fragmento del Chilam Balam.

Libro del mes

Así explicó el antiguo sabio Mexchise, el antiguo Gran Profeta, Napuc tun, Gran Sacerdote, y así cantó que, cuando no había despertado el mundo antiguamente, nació el Mes y empezó a caminar solo.
Y dijo su abuela, y dijo su tía, y dijo la madre de su padre, y dijo su cuñada:
-¿Por qué se dijo que íbamos a ver gente en el camino?
Así decían mientras caminaban. Era que no había gentes antiguamente.
Y entonces llegaron al oriente. Y dijeron:
-Alquien ha pasado por aquí. He allí las huellas de sus pies.
«Mide tu pie», dicen que dijo la Señora del mundo. Y que fue y midió su pie Dios el Verbo. Este es el origen de que se diga Xoc-lah-cab, oc-lae, lah-ca-oc. Este dicho se inventó porque Oxl-ahun-oc (el de los trece pies), sucedió que emparejó sus pies.
Y partieron del oriente. Y se dijo el nombre de los días, que todavía no tenían nombre, antiguamente.
Y caminó con la madre de su padre, y con su tía y con la madre de su madre, y con su cuñada.
Nacido el Mes, creó el que se llama Día y creó el cielo y la tierra, por escala: agua, tierra, piedras, árboles.
Y creó las cosas del mar y de la tierra.
En el Uno Chúen sacó de sí mismo su divinidad e hizo el cielo y la tierra.
En el Dos Eb hizo la primera escalera, para que Dios bajara en medio del cielo y en medio del agua. No había tierra, ni piedra, ni árboles.
En el Tres Men hizo todas las cosas, la muchedumbre de las cosas; las cosas de los cielos y las cosas del mar y de la tierra.
En el Cuatro Ix sucedió que se inclinaron uno sobre el otro el cielo y la tierra.
En el Cinco Men sucedió que empezó a trabajar todo.
En el Seis Cib sucedió que hizo la primera candela y así fue que se hizo luz donde no había Sol ni Luna.
En el Siete Aban (Caban) nació la primera tierra, allí donde no la había para nosotros antiguamente.
En el Ocho Edznab afirmó sus manos y sus pies y los clavó sobre la tierra.
En el Nueve Cauac se ensayó por primera vez el infierno.
En el Diez Ahau sucedió que se fueron los hombres malos al infierno, porque todavía no se veía a Dios el Verbo.
En el Once Ix (Imix) sucedió que hizo las piedras y los Arboles. Eso hizo.
En el día Doce Ik sucedió que creó el viento. Y esta es la causa de que se llame Ik (espíritu); porque no hay muerte dentro de él.
En el Trece Akal sucedió que tomó agua y mojó tierra y labró el cuerpo del hombre.
En el Uno Kan sucedió que se rompió su ánimo por lo malo que había creado.
En el Dos Chicchan sucedió que apareció lo malo y se vio dentro de los ojos de la gente.
En el Tres Cimil (Cimi) fue la invención de la muerte. Sucedió que inventó la primera muerte Dios Nuestro Padre.
En el Cinco Lamat inventó el gran sumidero de la gran laguna del mar.
En el Seis Muluc sucedió que fueron llenados de tierra todos los valles, cuando no había despertado el mundo. Y sucedió que entró falsa voz de Nuestro Padre Dios en todos ellos, cuando no había voz del cielo, ni había piedras ni árboles, antiguamente.
Y entonces fueron a probarse unos a otros (los días). Y dijeron así:
-Trece… Y siete en un grupo.
Esto dijeron para que saliera su voz al que no la tuviera, cuando el Primer Dios, el Sol, les preguntara su origen. No se les había abierto el instrumento de su voz para que pudieran hablarse unos a otros. Y se fueron en medio del cielo y se tomaron de las manos para unirse unos con otros. Y entonces se dijo en medio de la tierra: «¡Sean abiertos!». Y se abrieron los Cuatro Ah-Toc, que son cuatro.
Cuatro Chic-chan Ah-Toc
Cuatro Oc Ah-Toc
Cuatro Men Ah-Toc
Cuatro Ahau Ah-Toc

Los Ahau son Cuatro.
Ocho Muluc Cinco Cauac
Nueve Oc Seis Ahau
Diez Chuen Siete Imix
Once Eb Ocho Ik
Doce Men Nueve Akbal
Trece Ix Diez Kan
Uno Men-(Ben) Once Chichan
Dos Cib Doce Cimi
Tres Aban Trece Manik
Cuatro Edznab Uno Lamat

Con ellos fue creado el mes (Uinal), cuando despertó la tierra, y cuando fueron creados el cielo y la tierra, y los árboles y las piedras. Todo fue creado por Nuestro Padre Dios, y por su Palabra; allí donde no había cielos ni tierra estaba su Divinidad, que se hizo una nube sola por sí misma, y creó el universo. Y estremeció los cielos su divino y grande poder y majestad.
La relación de los días, día por día, debe leerse empezando por el oriente, según el orden en que está.

Libros del Chilam Balam recogen también interesantes relatos de contenido profético. Las profecías se refieren en su mayor parte al retorno del dios Kukulcan, el Quetzalcoatl azteca, pero posteriormente, con la llegada de los españoles, fueron modificadas para que las predicciones coincidieran con la llegada de los conquistadores. Ya hemos indicado al principio de este apartado dedicado a Libros del Chilam Balam que también los aztecas anunciaron la llegada de Quetzalcoatl, pero mientras que Moctezuma confundió a Hernán Cortés con ese dios, los mayas simplemente consideraron a los españoles como simples extranjeros. A continuación incluimos fragmentos de esas profecías:

Libro de las profecías

Estas palabras compuestas aquí son para ser dichas al oído de los que no tienen padre y de los que no tienen casa. Estas palabras deben ser escondidas, como se esconde la Joya de la Piedra Preciosa.
Son las que dicen que vendrán a entrar el cristianismo, a Tancáh de Mayapán y a Chichén Itzá, y será arrollado Suhuyuá, y será arrollado el Itzá. Despertará la tierra por el oriente, por el norte, por el poniente y por el sur.
Venido de la boca de Dios es, y lo manifiestan cinco sacerdotes. Sacerdotes Adoradores, llegados a la presencia de Dios. Ellos profetizaron la carga de la amargura para cuando venga a entrar el cristianismo.
He aquí sus nombres escritos:
Chilam-Balam, Gran Sacerdote.
Napuc-tun, Gran Sacerdote.
Nahau-Pech, Gran Sacerdote.
Ah Kuil-Chel, Gran Sacerdote.
Natzin-yabun-chan, Gran Sacerdote.
Estos Hombres de Dios, doblando su espalda sobre la tierra virgen, manifestaron la carga de las penas, en presencia de Dios Nuestro Padre, para cuando venga a entrar el cristianismo. Vómitos de sangre, pestes, sequías, años de langosta, viruelas, la carga de la miseria, el pleito del diablo. En el cielo habrá círculos blancos y arderá la tierra, dentro del Tres Ahau Katún y el Uno Ahau Katún y los tres katunes malos.
Así fue escrito por el Profeta y Evangelista Balam, lo que vino de la boca del Señor del cielo y de la tierra.
Y lo pusieron los sacerdotes en escritura sagrada, en el tiempo de los Grandes Soles, en Lahun Chablé.
Dentro del cristianismo llegarán Saúl y don Antonio Martínez, para que los hijos de sus hijos reciban justicia. Y entonces despertará la tierra.
Así está escrito, por mandato del Gran Sacerdote y Profeta Chilam Balam, por el que habla. -Amén. -Jesús.

La interpretación histórica de Yucatán

Profecía del Sacerdote Napuc Tun
Arderá la tierra y habrá círculos blancos en el cielo. Chorreará la amargura, mientras la abundancia se sume. Arderá la tierra y arderá la guerra de opresión. La época se hundirá entre graves trabajos. Cómo será, ya será visto. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria. Es lo que está por Venir.

Profecía de Ah Kuil Chel, Sacerdote
Lo que se desentraña de este Katún, Padre, entendedlo así, ya está viniendo. No será arrollada otra vez la estera del Katún, Padre, cuando ya vendrá en gran demasía el peso del dolor. Vendrá del norte, vendrá del poniente. En los días que vamos a tener, ¿qué Sacerdote, qué Profeta dirá rectamente la voz de las Escrituras?
Padre, dentro del Noveno Ahau -entendedlo así todos los que pobláis esta tierra- todas las almas selladas de grandes y feos pecados.
«¡Ay, dulce era el poderoso tiempo que pasó!» dirán llorando los Señores de esta tierra: «¡Entristeced vuestros espíritus, Itzaes!»

Profecía de Nahau Pech, Gran Sacerdote
En los días que vienen, cuando se detenga el tiempo, Padre; cuando haya entrado en su señorío el Cuarto Katún, se acercará el verdadero conductor del día de Dios. Por esto se amarga lo que os digo, Padre, hermanos del mismo vientre; porque el que os visitará, Itzaes, viene para ser el Señor de esta tierra cuando llegue.
Esto viene de la boca de Nahau Pech, Sacerdote. En tiempo del Cuatro Ahau Katún, Padre, como hormigas irán los hombres detrás de su sustento; porque como fieras del monte estarán hambrientos, y como gavilanes estarán hambrientos, y comerán hormigas y tordos, y grajos, y cuervos, y ratas.

Profecía de Natzin Yabun Chan, quien desde antiguamente dijo:
El verdadero Dios [Hahai Ku, «Verdadera-Deidad»] de esta tierra, el que esperáis que aparezca, Padre, vendrá traído en hombros de dolorosos días. Dad meditación en vuestro entendimiento a su palabra, y la debida cordura. Vuestras almas la recibirán verdaderamente.
¡Hastiados de lo que adoráis, Itzaes! ¡Olvidad vuestros caducos dioses, todos vuestros dioses perecederos! Existe el Poderoso Señor, creador del cielo y de la tierra.
Duele a vuestro espíritu que os lo diga, Itzaes de los mayas. No queréis oír que existe Dios. Creéis que lo que adoráis es verdadero. Creed ya en estas palabras que os predico.

Profecía de Chilam Balam, que era Cantor, en la antigua Maní.
1. En el Trece Ahau, en las postrimerías del Katún, será arrollado, el Itzá y rodará Tancáh, Padre.
2. En señal del único Dios [Hunab Ku, «Unica-deidad»] de lo alto, llegará el Árbol sagrado [Uaom Ché, madero-enhiesto], manifestándose a todos para que sea iluminado el mundo, Padre.
3. Tiempo hará de que la Conjuramentación esté sumida, tiempo hará de que esté sumido lo Oculto, cuando vengan trayendo la señal futura los hombres del Sol [Ah Kines, «Sacerdotes-del culto-solar»], Padre.
4. A un grito de distancia, a una medida de distancia, vendrán y ya veréis el faisán que sobresale por encima del Árbol de Vida [Uaom Ché, madero-enhiesto].
5. Despertará la tierra por el norte y por el poniente. Itzam despertará.
6. Muy cerca viene vuestro Padre, Itzaes; viene vuestro hermano, Ah tan-tunes.
7. Recibid a vuestros huéspedes que tienen barba y son de las tierras del oriente, conductores de la señal de Dios, Padre.
8. Buena y sabia es la palabra de Dios que viene a vosotros. Viene el día de vuestra vida. No lo perdáis aquí en el mundo, Padre.
9. «Tú eres el único Dios que nos creaste»: así será la bondadosa palabra de Dios, Padre, del Maestro de nuestras almas. El que la recibiere con toda su fe, al cielo tras él irá.
10. Pero es el principio de los hombres del Segundo Tiempo.
11. Cuando levanten su señal en alto, cuando la levanten con el Árbol de Vida, todo cambiará de un golpe. Y aparecerá el sucesor del primer árbol de la tierra, y será manifiesto el cambio para todos.
12. El Signo del único Dios de arriba [Hunab Ku], ése habréis de adorar, Itzaes. Adorad el nuevo signo de los cielos, adoradlo con voluntad entera, adorad al verdadero Dios que es éste, Padre.
13. Meted en vosotros la palabra de Dios Único, Padre.
14. Del cielo viene el que derrama la palabra para vosotros, para vivificar vuestro espíritu, Itzaes.
15. Amanecerá para aquellos que crean, dentro del Katún que sigue, Padre.
16. Y ya entra en la noche mi palabra. Yo, que soy Chilam Balam, he explicado la palabra de Dios sobre el mundo, para que la oiga toda la gran comarca de esta tierra, Padre. Es la palabra de Dios, Señor del cielo y de la tierra.

Buena es la palabra de arriba, Padre. Entra su reino, entra en nuestras almas el verdadero Dios; pero abren allí sus lazos, Padre, los grandes cachorros que se beben a los hermanos esclavos de la tierra. Marchita está la vida y muerto el corazón de sus flores, y los que meten su jícara hasta el fondo, los que lo estiran todo hasta romperlo, dañan y chupan las flores de los otros. Falsos son sus Reyes, tiranos en sus tronos, avarientos de sus flores. De gente nueva es su lengua, nuevas sus sillas, sus jícaras, sus sombreros; ¡golpeadores de día, afrentadores de noche, magulladores del mundo! Torcida es su garganta, entrecerrados sus ojos; floja es la boca del Rey de su tierra, Padre, el que ahora ya se hace sentir.
No hay verdad en las palabras de los extranjeros. Los hijos de las grandes casas desiertas, los hijos de los grandes hombres de las casas despobladas, dirán que es cierto que vinieron ellos aquí, Padre.
¿Qué Profeta, qué Sacerdote, será el que rectamente interprete las palabras de estas Escrituras?

Divagaciones de un chilango en Bergen. Cada chango en su mecate

México y Noruega.

Divagaciones de un chilango en Bergen.

Chango: m. Méx. mono (simio).
Mecate: (Del nahua mecatl). 1. m. Am. Cen., Méx. y Ven. Cordel o cuerda hecha de cabuya, cáñamo, pita, crin de caballo o similar.
“Cada mochuelo a su olivo” en España.

Mexicanidad (1)

Por razones que no vienen a cuento, hacia finales de los 90 pasé un año divertidísimo en Suecia. Recién desempacado recibí de mis anfitriones un paquete de bienvenida con varios papeles. Entre los mapas de Estocolmo y las guías turísticas de Dalecarlia venía un libro que se llama “Swedishness”.

El libro aclaraba en menos de 100 páginas todo lo que uno necesita saber sobre la cultura sueca. Los suecos somos así y asado, no nos odies por ser bonitos. Lo leí en un rato y pasé un año confirmando que el libro era en verdad un resumen adecuado de la cultura sueca. Los suecos son como son, porque llevan mil años siendo suecos – viviendo su “proyecto de nación” como se dice elegantemente en cubículos académicos.

Un libro semejante para la cultura mexicana es imposible. Qué valiente se atrevería a escribir “Mexicanness”? Ahí tenemos a Samuel Ramos (los mexicanos con complejo de inferioridad, esquizofrénicos -dos máscaras-, chovinistas y desconfiados), a Octavio Paz (enmascarados, explosivos, herméticos y al final avergonzados de la madre histórica que nos parió), y a autores menores como Bonfil Batalla (indios desindianizados en un mundo, oh horror!, lleno de imperialistas culturales y de los otros).

Los dos primeros son libros excelentes y afortunadamente ninguno de ellos es una guía para entender la mexicanidad. Es imposible: no hay tal cosa. Si acaso, existen muchas mexicanidades. La del pelado y el burgués citadino, el pachuco, el chicano y el indio desindianizado. Y también están las mexicanidades de los industriales regiomontanos, los católicos mochos del Bajío, los intelectuales de izquierda de San Ángel, los obreros de Cuautitlán o Mexicali, y la de los poetas chiapanecos. El denominador común es tan raquítico que no alcanza para describir a la población.

Quizás esa sea la mexicanidad verdadera: una lucha por diferenciarse de los otros mexicanos. O una búsqueda eterna de identidad con ganas de no encontrarla.

Sabes? Esa pregunta me la hgao todos los días desde que soy un niño. Y podría ser que los mexicanos simplemente somos un pueblo que a fuerza de buscar un denominador común estamos juntos, es obvio que el idioma no hace de pegamento, ni el territorio, ni el gobierno central. ¿Qué es? encuentro más razones para no ser pueblo que para conformarnos en un sólo ente. Y mi pregunta se repite diariamente.
Un saludo

Mekishiko, ahí cuando tengas la respuesta a esta pregunta que nos hacemos, me avisas 🙂

Saludos!

Mi pregunta desde niño (Siempre desde niño): ¿Quién es México?
México ganó, México es grande. México es democrático, México por aquí…por allá…es solidario…y camino por las calles y no conozco a las personas que veo ¿son persona, son mexicanos? Lo mismo cuando veo la grandísima arquitectura mexicana, las unidades habitacionales, las casitas, los puentes…intuyo que hay gente ahí..¿mexicanos? Los mexicanos o mexicas o aztecas, divcen los expretos en culturas antiguas, eran miembros de un imperio no querido; designación que la gente culta del siglo XIX, utilizó para designar a la llamad Nueva España…¿Quién es México?

MEXIKO ES UNA NACION INDIVISIBLE.
EL SER MEXICANO ES UN SENTIMIENTO DE ORGULLO INHERENTE A NUESTRO CODIGO GENETICO COSMICO.
LA RAZA COSMICA SOMOS , EL MESTIZAJE UNIVERSAL.
! VIVA MEXICO! K-BRONES!

La Resurrección del Espíritu Mexicano

La Resurrección del Espíritu Mexicano

La Mexicanidad

Hace tiempo fui testigo del debate entre dos amigos acerca de la Identidad nacional y del nacionalismo.

” El Nacionalismo asume posturas cuasi religiosas y por ello cae fácilmente en el fanatismo” decía uno. “El nacionalismo es conservar las tradiciones y costumbres,” alegaba el otro.

Fueron avanzando en su diálogo ( porque eso era al fin y al cabo) hasta que llegaron a puntos de acuerdo.

De ésa charla saco éstas reflexiones.

Primero encontrar puntos básicos para definir Identidad:

* Es el conjunto de rasgos aceptados y asumidos que caracterizan mi personalidad. O colectivamente, que caracterizan un conjunto de personas.

*Es incluyente. La Identidad bien arraigada no teme el encuentro con otras identidades.

*Es Creativa. La Identidad implica originalidad, inventiva, formas propias de ser, pensar y vivir.

*Es signo de libertad. Por que es la voluntad la que decide asumir.

*Es sabiduría. Implica autoconocimiento de las virtudes, los retos, la capacidad y las formas propias. Está basada en la autoestima, asertividad y en la conciencia clara.

Ahora bien. La sociedad es el conjunto de seres humanos unidos entre sí en un espacio y un tiempo definidos. Implica Identidad. O por lo menos, debiese suceder que el individuo halle idéntico el Proyecto de Vida y Sociedad suyo y el de otros más.

Pero la realidad de nuestra sociedad es que el individualismo niega no sólo la identidad colectiva ( que varios seres humanos coincidan entre sí y se identifiquen con un proyecto común). Niega siquiera que la sociedad exista.

En ésto, el neoliberalismo y el anarquismo se dan la mano sin dudar. Cualquier intento de promover un Proyecto Social planificado y definido es considerado el regreso al absolutismo y al Estado todopoderoso.

Así pues, la humanidad está considerada un accidente de la evolución donde una especie animal está en guerra perpetua por hacerse de provisiones a costa de lo que sea. Un destino que termina cuando la guerra de todos contra todos elimine en holocausto nuclear a cada ser humano.

Una forma diferente de ver la sociedad es la de creer en la evolución espiritual del ser humano. La aparición de la conciencia marca el inicio del Hombre como especie. La Inteligencia le hace ver lo que es él mismo y le hace ver que otros comparten idénticos rasgos, deseos, emociones y pensamientos.

Ello le lleva a unirse a otros para lograr objetivos comunes y a definir un futuro feliz para todos los que se identifican. Hasta aquí, de acuerdo. Pero qué sucede cuando la sociedad tiene diversos modos de pensar, de comprender, distintos grados de conciencia…¿Qué hacer?

Bien. Concretando el tema en lo que corresponde a la sociedad humana que nace y vive en el País llamado México en éste momento histórico….

Ir Forjando una Identidad Colectiva es una tarea de años. Ir encontrando coincidencias compartidas por un número cada vez mayor de mexicanos en torno a un Proyecto de Vida incluyente, conciente, asumido con participación crítica, en libertad de seguirlo o incluso de no seguirlo, creativo…esta es la Identidad de la que hablamos.

Y cuando hablamos de nacionalismo se debe definir. EL nuestro no se basa en la “raza” o superioridad o dominio. Se basa en la elaboración ardua de un Proyecto Social que considera lo humano como universal pero que humaniza su mundo de distintas formas ( crea cultura). Esto quiere decir que el nacionalismo es Identidad.

Y creemos que la Mexicanidad es el nombre de esta Identidad Colectiva.

Y madurar esta Mexicanidad es ir construyendo la nueva sociedad con las bases mencionadas.

Por eso, nuestro nacionalismo es contrario al conservadurismo y al liberalismo clásicos. Así pues es radical, igualitario y libertario.

Mexicanidad es igual a la Nueva Sociedad.+

Sergio Estrada

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