Alquimia sufi
Alquimia Sufi
La transformación del ser humano es similar a la acción de hacer elementos de alfarería, y también a la alquimia. La palabra “alquimia” viene del vocablo Arábico, al-Kimia. Que acorde con algunas fuentes significa Transmutación, o en otras palabras, el arte de hacer oro.
Hay dos clases de oro. Uno es el oro que obtenemos del exterior.
Hace muchos años vivía en Sur África, me sentía bastante infeliz por esos días, mi relación sentimental se había roto al igual que mi corazón. No tenía ningún tipo de esperanza, así que decidí pasar unas vacaciones en las paradisíacas islas Mauritanas: palmeras, mar, sol; todo señalaba a un gran “olvido”, pero desafortunadamente, cuando llegué a ese paraíso descubrí que había llevado conmigo todo el “equipaje de penas”, nada había cambiado en mí, todo lo que había hecho era cambiar de decorado.
Aquellos que buscan la felicidad en fuentes externas nunca estarán satisfechos. El oro exterior no satisface. Hazrat Inayat Khan dice, “Nuestro espíritu es la parte real de nosotros; el cuerpo es solamente su vestido.” Y esto nos lleva al segundo tipo de oro, el oro interior que los alquimistas Orientales supieron como hacerlo para si mismos: una transformación del yo a un yo más grande: el Ser, hacer un corazón de oro. En “La Alquimia de la Felicidad”, Hazrat Inayat Khan escribe, “Hay una absoluta paz en la morada de donde el espíritu viene y la verdadera felicidad del alma reside en esa paz….” En orden para ganar esa paz tenemos que empezar con nosotros mismos.
Nosotros nos esforzamos y luchamos por nuestro pan de cada día y deseamos paz a nuestro alrededor; para lograr esto debemos primero lograr esa paz hacia nuestro interior antes que podamos hablar de paz en el mundo. “Yo tuve una tutora en la Universidad, una persona muy apasionada en su militancia a un movimiento llamado “Psicólogos por la Prevención de la Guerra”.
Una amiga quien conocía bien a nuestra tutora dijo que ella nunca estaría lista para prevenir una guerra hasta que no hallara la paz en su interior, que nuestra tutora era de las personas que empezaría una guerra para terminar otra guerra!. Tenemos que encontrar la paz interior primero. Como dice nuestro maestro, “Todos los pensamientos, palabras y acciones que alteren la paz podrían ser vistos como un “pecado”, y todos los pensamientos, palabras y acciones que creen paz podrían ser vistos como virtuosos”.
Hazrat Inayat Khan explica en términos simbólicos la practica de la alquimia. De acuerdo con su descripción, el sendero hacia el oro empieza con el mercurio. La naturaleza del mercurio es estar siempre en movimiento, pero por medio de cierto procedimiento el mercurio es aquietado, y una vez aquietado el se convierte en plata, algo más precioso que el mercurio, luego la plata tiene que ser fundida y el jugo de una hierba debe ser vertido a la plata fundida y derretida, la cual inmediatamente se convierte en oro.
En “La Alquimia de la Felicidad” se explica el proceso muy bien, y es muy valioso citarlo en toda su longitud:
“El mercurio representa la naturaleza de la mente que nunca descansa, que nunca se aquieta. Especialmente cuando alguien trata de concentrarse hace que la persona se de cuenta que la mente no descansa. La mente es como un caballo inquieto: cuando es montado es más inquieto que cuando está en el establo. Tal es la naturaleza de la mente humana: esta se vuelve más inquieta cuando uno decide controlarla, es como el mercurio, constantemente moviéndose”.
“Cuando por algún método de concentración uno logra dominar la mente, uno ha tomado el primer paso para el logro del trabajo sagrado. Cuando la mente está bajo un perfecto control y no está más inquieta, uno puede retener un pensamiento hacia el futuro por el tiempo que uno quiera. Este es el comienzo de un milagro, y el aprovecharse (hacer mal uso) de este privilegio significa que dicho poder empieza a perderse, en este momento la plata se destruye antes que esta se convierta en oro”.
“La plata debe ser calentada antes de que pueda ser derretida, y ¿con qué? Con el calor de la divina esencia presente en el corazón de los hombres, el cual se manifiesta como amor, tolerancia, simpatía, servicio, humildad y carencia de egoísmo”.
“Después de que el corazón ha sido calentado por la divina esencia, la cual es el amor, el siguiente paso es la adición de la hierba, que representa el amor de Dios. La abstracta parte teórica del amor de Dios no es suficiente; el conocimiento de Dios también es necesario”.
“Cuando el jugo de la hierba del divino amor es vertido en el corazón y es calentado por el amor de sus semejantes, entonces ese corazón se convierte en oro, es el corazón que expresa lo que Dios expresaría. El hombre no ha visto a Dios, pero el hombre ha visto entonces a Dios en el semejante, y cuando esto pasa, entonces verdaderamente todo lo que viene de los hombres viene de Dios mismo”.