LA RELEVANCIA DEL MUNDO INDÍGENA EN ESTE TIEMPO CRÍTICO:UNA REFLEXIÓN

http://www.manataka.org/page1010.html

Otto Caballo Blanco Riollano

Embajador de Manataka ante los ancianos espirituales de la América Latina

Original – 30 de marzo de 2006; revisado – 22 de mayo de 2006

Una reseña biográfica simbólica, en agradecimiento

Desde pequeño el autor pensaba,  inocentemente,  que el mundo tenía que ser como los que lo rodeaban

le decían que era, a pesar de que lo veía totalmente diferente.  La presunta sabiduría de los que le decían,  tratando de enseñarle,  estaba  reforzada con teorías, historias, argumentos y montajes deslumbrantes,  que en muchos casos a cambio requerían sumisión y reverencias.  Pero, la verdad es que no entendía.  Ante esta fuerza,  pensaba:  “Tengo que tratar de aprender lo que otros saben tan bien.  Quizá tenga algo de tonto y por eso no aprendo.” 

Las dudas y las preguntas sin contestación, o contestadas agresivamente con postulados inapelables,  seguían acosándolo en su camino. “Eres idealista e inconforme.  Estás filosofando mucho”, le decían. Volvieron las dudas:  “Sigo no entendiendo.  Parece que me equivoqué de nuevo….”

Fue luego de haber caminado bastante que,  por la influencia de “malas compañías”,  comenzó a leer algunos libros vedados,  o mal mirados por la sociedad cuerda establecida,  y a escuchar a grupos pequeños y aislados que trataban sobre temas llamados esotéricos.

“Te vas a confundir;  eso son cosas del diablo “,  le decían los que seguían tratando de enseñarle.  Pero a él le parecía que ese mundo que hasta entonces le habían ocultado,  hacía mucho sentido y que lo que decían los libros vedados,  aunque no podía explicarlo, encerraban mensajes que de alguna manera entendía en lo más profundo de su ser.  ” Creo que los que me dicen que saben,  no saben de lo que están hablando.” 

Entonces comenzó a ser atraído por gente “rara”,  a reunirse con místicos desarropados y con brujos llamados chamanes.  ¡Entonces sí que lo dieron por perdido!  Se había apartado del mundo convencional y supuestamente cuerdo.  Una tras otra comenzó a vivir las experiencias y escuchar las palabras — y los silencios — que le confirmaban que su manera de pensar y sus sentimientos no habían estado equivocados desde un principio.  Descubrió que su  “perdición y  condena segura”  había sido un reencuentro jubiloso con una realidad perenne que lo llevó a reunirse nuevamente con hermanos espirituales de siempre.  En esta etapa del camino se encontró con el Consejo Indígena Americano de Manataka, que amablemente lo invitó a su hogar — el Cículo de la vida. 

Del caudal inagotable de verdades y enseñanzas inmutables conservadas en la tradición, los principios y la cultura  de los pueblos ancestrales del Abya Yala (el continente americano),  el autor ha podido  percibir con claridad lo que siempre había sospechado existía:  el mundo del equilibrio.  En ese mundo late activamente una consciencia profunda sobre una razón de ser que se fundamenta en el compartir,  en el  respeto por todos los seres de la Madre Tierra y en la convivencia en paz.  “¡Que abundancia!  Gracias!

Introducción

Luego de haber caminado gran parte del camino de su vida y haber  tenido  la experiencia  reseñada de manera simbólica,  el autor ha sentido el impulso de compartir una reflexión sobre la relevancia del mundo indígena en este tiempo crítico.

El Consejo Indígena Americano de Manataka (CIAM) inició recientemente  la publicación de la sección en español ACERCAMIENTO por este medio electrónico,  para divulgar información sobre las tradiciones y la cultura indígena.  Esta iniciativa está dirigida en particular a los pueblos ancestrales del Abya Yala (el continente americano) por razón de la tradición espiritual, valores sociales, actitudes y comportamiento que estos comparten fundamentalmente. 

El término indígena se usa de manera incluyente.  Aunque en este escrito principalmente se refiere a los pueblos autóctonos de la Isla Tortuga (Norteamérica) que se han conservado puros y a los metizos que derivan de éstos,  incluye a los otros pueblos indígenas y metizos del continente americano,  y a las razas negras, blancas y amarillas  que comparten principios similares a los de estos pueblos ancestrales.  Como dijo Oso Parado, secretario del CIAM: 

“Ser indígena es una manera de pensar, una manera de creer y de vivir.  El indígena americano está consciente de su ser interior y de su interrelación entre él y la creación — el Gran Espíritu-Creador, la Tierra Madre y todas las formas y elementos que forman parte de este magnífico sueño. Se trata del balance dentro de uno mismo y dentro del Círculo de la vida.  Un indígena se siente parte,  y profesa gran respeto,  por todo lo creado.  Nos percibimos unidos a  toda la materia, incluyendo los animales, los peces, las plantas, las piedras, los elementos del viento, el fuego y el agua — y aún a las estrellas –, ninguno superior al otro, pero todos formando parte necesaria del círculo.”

Para el hombre sumido en la modernidad el mundo indígena es visto como uno exótico, caduco, retrasado y supersticioso.  Sinembargo,  los que lo han vivido y conocido con el corazón saben que este mundo guarda claves para la redención del Hombre (género masculino y femenino) de este tiempo;  claves para la elevación del nivel de consciencia,  para promover la fraternidad humana, y para convivir en paz y en armonía con la Madre Tierra y todo lo que ella sostiene.  Desde luego,  planteamientos como el anterior  enfrentan la resistencia —  y muchas veces la burla — de un mundo mayormente dominado por el materialismo y la corrupción, ofuscado por una ciencia soberbia,  y cristalizado en sus ilusiones de desarrollo tecnológico y progreso desmedido.  Este mundo excluye toda consideración cosmológica trascendente, como es la de la espiritualidad indígena.

Este trabajo es una contribución al esfuerzo de esclarecimiento en pogreso para que los pueblos indígenas del continente Americano puedan ocupar el lugar justo que desde siempre le ha correspondido y que desde los últimos quinientos años se le ha negado.  Desconocemos el tiempo que pueda tomar esta reivindicación.  No obstante, ya hay señales de que está próxima a acontecer,  aunque no sabemos de que manera se dará,  o aún si finalmente será en la dimensión actual, debido al desequilibrio que está provocando el Hombre en la Tierra.  Como señal dramática de esto último,  tenemos el calentamiento global que en gran medida esta siendo causado por el Hombre y que está generando un cambio climático acelerado.  La inmensa mayoría de los  pueblos hasta ahora han ignorado esta amenaza,  a pesar de que apunta a resultados catastróficos para el sostenimiento de la vida. 

Sobre este particular,  cabe mencionar la Declaración de Albuqueque del 1998 en la que más de ciento ochenta ancianos espirituales de Norteamérica advirtieron sobre el calentamiento global y la necesidad impostergable de desarrollar economías sustentables,  advirtiendo sobre los resultados aquí señalados.  No les hicieron caso.  Contrario a sus advertencias,  el sistema económico dominante continuó impasible en su trayectoria de desarrollo insostenible. 

Hay, además,  otras causas externas que están contribuyendo a estos cambios,  como la radiación solar y los ciclos de naturaleza cósmica — los de la precesión de los equinoxios –,  los que corresponden a los cálculos, las visiones y las profecías de muchos sabios indígenas (maya, hopi, kogi. cherokee, qeros y muchos otros más),  algunas hechas desde mucho antes de este tiempo.  Es posible que una de las señales más inequívocas de que estamos en la alborada de la restitución del equilibrio en la  Tierra Madre,  la Pachamama,  es el resurgir dramático de los pueblos del Abya Yala,  como los del gran Tawaintisuyu,  en correspondencia con la hora del reloj cósmico que conocen. 

En vista que el autor ocupa un cargo en el CIAM,  valga la aclaración que este artículo es una expresión de sus percepciones, sentimientos,  y algunos conocimientos adquiridos en el camino de la vida.  Confía que  los errores y las limitaciones en su contenido sean subsanados por la intensidad puesta en las expresiones  y el deseo de prestar un servicio desinteresado. 

PARTE  I

Obstáculos del mundo moderno al camino estrecho de la espiritualidad y la ascensión de la consciencia

El mundo moderno actual está siendo arropado agresivamente y más que nunca antes,  por la fantasía de un sistema de vida materialista y seductor.  Por sus atractivos deslumbrantes,  esta fantasía fácilmente se torna adictiva a los sentidos.  Uno de sus efectos es que enajena del concierto de la naturaleza y de la consciencia sobre la interconexión entre todo lo que ésta manifiesta.  También genera inconsciencia sobre la necesidad de mantener un estado de balance razonable, y en todo lo posible, como fundamento para el sostenimiento de la vida. 

Es evidente que en el mundo moderno  la adicción a la fantasía señalada aparentemente disminuye, cuando no cancela del todo,  la capacidad del análisis profundo y desapasionado de que es capaz el ser humano,  y la capacidad de escuchar lo que dicta el corazón.  Sin esta capacidad es improbable que se pueda conocer el justo valor de las cosas,  y por ende,  actuar con un sentido ético,  o aún con cordura.  Para agravar esta incapacidad,  se carece, además,  de un código de comportamiento universal, como el que tiene los indígenas, y que se fundamenta en un respeto profundo por las creencias de otros y por la diversidad cultural.  ¡Terrible circunstancia para el mundo moderno!

Los valores éticos, el comportamiento y la cosmovisión en que se sustenta  la espiritualidad indígena  son opuestos al sistema aquí denunciado.  Esta es una de las razones por las que dicha espiritualidad es ignorada por el mundo moderno, cuando no menospreciada y hasta atacada.  En la mayoría de los círculos políticos y económicos vigentes,  e inclusive en los académicos y los religiosos,  este es un tema tabú.  Y es explicable que así sea,  pues pone en evidencia los errores en muchos de esos círculos,  en los que sobresale notablemente el orgullo, la  exaltación de la personalidad y el apego a lo material — o simplemente, la avaricia –. 

En el presente,  gran parte de la humanidad está siendo estimulada y programada para que se rodee de lujos, de comodidades y de diversiones que hagan la vida más cómoda  y placentera.  El  conjunto que se promueve rebasa por mucho lo que es realmente justo y necesario.  Esta actividad impulsa el consumo desmedido y caprichoso,  lo que implica el mal uso y agotamiento de los recursos naturales,  y un aumento en los desperdicios y la acumulación de tóxicos.  En este esquema económico-existencial el dinero es el denominador común y, por lo tanto, adquirirlo  se torna entonces en el objetivo primordial de la existencia.

La exposición anterior es de conocimiento general.  Lo que también se conoce,  pero no se menciona mucho,  es que de este esquema está excluída la inmensa mayoría de la humanidad que vive bajo el sistema imperante,  sobre todo la que vive en la sevidumbre, desposeída y luchando para escasamente poder sobrevivir  —. 

Además del mentir y del robar,  otra de las tragedias que introdujo la civilización occidental al continente americano fue la de su visión del éxito en la vida,  la que exalta al más fuerte,  al más ingenioso, al más poderoso …  ¡y al más tramposo también!    En términos concretos,  este éxito se mide por el dinero acumulado y el  poder adquirido.  Esta meta en la vida es esencialmente ajena a los pueblos ancestrales de las Américas, por ser excluyente y de naturaleza agresiva. 

Una de las formas de exclusión más común,  y que hasta  se aplaude y se venera como si fuera un principio universal, es:  la competencia.  En realidad,  y a diferencia de su opuesto — la cooperación –, la competencia,  y las premisas que la constituyen y  tratan de justificarla,  no es otra cosa que una energía negativa que degrada al ser humano, lo insensibiliza y le crea estados de animosidad.  En su proyección más amplia,  genera pobreza, acultura y hasta mata. 

Precisamente, de la energía negativa de la competencia es que se nutre la globalización y el libre comercio,  que son ideologías socio-económicas cuya finalidad es la del dominio político y el control económico a nivel mundial.  Porque estas ideologías cohartan principios fundamentales de libertad y de independencia, es que están enfrentando una resistencia creciente alrededor del mundo,  y de manera decidida por gran parte del mundo indígena de las Américas.  Y es que si hay un principio que está profundamente arraigado,  conoce y  vive el  indígena,  es el de la libertad,  en el sentido más amplio del término.

El nivel elevado de vida material del mundo moderno (el renombrado “high standard of living”),  que es determinado y medido por el dinero y las posesiones que se tenga, se promueve como lo que constituye el éxito y la felicidad en la vida (pero no dice para cuantos).  Esta idea encuentra su máximo exponente en el llamado “American dream” en el que tantos ilusos están y al que otros sueñan con incorporarse.  En lo concreto este “dream”,  o sueño,  es eso mismo: una ensoñación,  que ya va teniendo una proyección mundial (¿un “World dream”?).  Esta ensoñacion está comenzando a manifestarse de manera creciente hasta en sociedades populosas y anteriormente frugales,  como la India y la República Popular de la China,  ahora en pleno auge de desarrollo económico y … de consumismo. 

Esta tendencia socio-económica augura una gran pesadilla a nivel del planeta Tierra.  Por sus  contradicciones y negaciones — como las de su dependencia en la explotación de pueblos y sectores pobres,  la expoliación de recursos naturales no renovables y el anteponer el lucro a las necesidades humanas más básicas — los que estén adormecidos en esta fantasía es más que probable que estarán destinados a enfrentar un eventual despertar estremecedor.  De hecho,  este despertar ya empieza a ocurrir, como lo evidencia el caso inaudito del abandono de las víctimas del huracán Katrina en la supuesta nación más rica y poderosa del mundo.

¿Un proyecto mortal?

El sistema de vida del mundo moderno dominante aparenta no tener perspectivas de poder continuar en un futuro cuyo plazo para manifestarse da señas de estar acortándose.  Este sistema es, fundamentalmente,  violatorio de leyes universales inmutables, como las que rigen el equilibrio y la evolución.  Estas leyes están siendo atacadas por las fuerzas inconscientes que han estado imponiéndose en el  Planeta desde hace tiempo (desde miles de años atrás),  y de manera más agresiva e insidiosa últimamente.  De estas fuerzas es que surgen el egoísmo,  el individualismo y  la avaricia que, en síntesis, se manifiestan en la falta de respeto por la vida humana y por el resto de la creación.  Como resultado,  este sistema rechaza  formas y prácticas sociales y económicas justas y humanitarias,  que son imprescindibles para la convivencia,  y aún para la misma supervivencia,  como son:  la cooperación,  el compartir,  la conservación de los recursos naturales,  la sustentabilidad y la autosuficiencia.  No sólo son rechazadas estas prácticas,  sino que  hasta son criminalizadas y atacadas por el sistema dominante,  aduciendo argumentos ideológicos acomodaticios a intereses egoístas.

Las fuerzas negativas señaladas requieren seguir aumentando su  poder mediante un crecimiento económico constante y sin límites para lograr su objetivo último:  establecer un Nuevo orden mundial.  Este nuevo orden tan altisonante, y ya anunciado públicamente por los que lo están promoviendo,  está siendo utilizado para adelantar la globalización socio-económica mediante los llamados tratados de libre comercio.  Esto resulta, entre otros efectos adversos,  en la pérdida de la autosuficiencia (o la creación de dependencia) y en el aumento desmedido en la producción,  ignorando en este esquema el problema de los desechos,  y la acumulación de basura y tóxicos de manera incremental.

Se sabe que toda esta actividad, que incluye también la producción, venta y uso de todo género de armas de aniquilación masiva,  está provocando daños desequilibrantes inconmesurables en la Tierra y en su atmósfera.  Pero, la adicción a la fantasía encantadora de un mundo moderno fabricado con ilusiones — algunas extremadamente absurdas y macabras,  como las de lograr la paz mediante la guerra y el dominio –, opaca en gran medida el reconocimiento de estos hechos.

El crecimiento económico constante es uno de los postulados fundamentales del Nuevo orden mundial.  Lo que impulsa este crecimiento es la creación constante de necesidades y deseos que, a su vez, promueven el consumo de productos de manera desmedida — el fenómeno del consumismo –.  Como se sabe, este se logra mediante el acondicionamiento mental,  efectuado por la publicidad y otros métodos,  lo que conduce a la generación de más deseos  y más necesidades,  y así, sucesivamente.

Cuando la frustración y el vacío llegan al  punto de saturación como resultado de la adhesión indiscriminada a los encantos de este estar ilusorio, entonces se abren las compuertas de los escapes:  el matar el tiempo con juegos, deportes (cada vez más extremos), entretenimientos embrutecedores, la gula,  la adicción a los celulares,  el sexo desenfrenado, las drogas, los estimulantes, los tranquilizantes,  los analgésicos y los antidepresivos.  Por estos excesos,  muchos finalmente caen en el foso de la enajenación del propósito de la vida y  la depresión crónica,  lo que termina,  si no en el suicidio,  en una muerte en vida. 

En este punto procede una aclaración sobre esta reflexión.  La razón para tratar el proyecto señalado de una manera un tanto sentenciosa  y  bastante agotadora — incluyendo las perogrulladas —,  y aún a  riesgo de los errores a que se está sujeto al indagar sobre temas de esta naturaleza,  es porque el autor está convencido de que encierra una amenaza que debe ser expuesta sin rodeos o economía en los calificativos que le corresponden,  a la altura de estos tiempos tan presagiosos.

Tomando consciencia del sistema de vida expuesto y de sus cantos de sirena seductores,  podemos reconocer la dimensión morbosa que oculta.  Podremos entonces,  con discernimiento, voluntad,  y determinación,  rechazar sus llamados  y optar por el camino que propicia la evolución de la consciencia del Hombre, que es el de la verdadera vida, o la vida verdadera.  Para hacer efectiva esta opción, es necesario hacer del vivir una oración constante,  como la que encierra “Los Diez mandamientos Indígenas”, incluídos al final de este trabajo. 

PARTE II

Los tres temas siguientes pueden parecer una desviación de las sustancia de esta reflexión.  No obstante, requieren ser destacados por razón del efecto negativo tan particular que pueden tener  en estos tiempos tan críticos y en  la relevancia del mundo indígena.  Esta información puede servir de alerta y como una señal para estar vigilantes.

Globalización

Cada día se hace más evidente que la globalización que está de moda,  es una estratagema para el control de este mundo mediante un sistema capitalista neoliberal constituído por empresas multinacionales y otros grupos con intereses creados, como las intituciones financieras, políticas y militares.  Se sabe que este sistema está regido por una elite de poder que trasciende las fronteras de la raza,  la nacionalidad y la ciudadanía.  Por eso se le llama elite global.  Tanto su constitución y su dimensión,  como sus modos de operar y sus objetivos últimos,  no son muy conocidas,  aunque son incontables los que están sintiendo y padeciendo sus efectos.

Para que esta estratagema funcione, una de las estrategias indispensables es la de diezmar la población de los que se consideran inservibles.  Estos es, eliminar a los que no le producen al sistema socioeconómico imperante,  ya que impiden que este pueda funcionar con la mayor eficiencia y efectividad.  Esta eliminación responde a una cuestión matemática simple,  que a continuación se intenta resumir:

La población de los hábiles para consumir (los que tienen dinero para gastar) constituye un factor productivo directamente relacionado al sistema capitalista neoliberal,  ya que determina las ganacias sobre las inversiones de capital que lo nutre.  En la ecuación económica de la globalización,  las ganacias deben aumentar constantemente para satisfacer las expectativas del capital invertido.  Este aumento se logra mediante el incremento en los gastos de consumo,  convirtiendo los gastos discrecionales en gastos  “necesarios”  — el llamado consumismo — ,  lo que a su vez exige un aumento constante en la producción de productos, mayormente desechables,  y por ende,  el uso indiscriminado y el eventual agotamiento de los recursos naturales de que la producción depende.  El movimiento circular en el espiral de producción-consumo-producción sin fin y sin medida que se genera,  es una característica fundamental de la globalización.

Obviamente,  esta estratagema opera en contra de la sustentabilidad y a favor del desequilibrio.  Al este último llegar al nivel de saturación — la llamada “masa crítica” — debe ocurrir un cambio dramático , de naturaleza explosiva,  que propende a la restitución del balance perdido.  Aparentemente el sistema imperante ya anda rondando el nivel señalado. 

Los seres humanos que no le producen al sistema operacional de la globalización se vuelven un lastre,  porque se convierten en un factor de gasto puro,  pues sólo consumen.  Son factores económicos inservibles.  ¿Qué se hace con lo que no sirve?

Genocidio

La estrategia de reducción sistemática de la población no es otra cosa que un genocidio.  Al método tradicional de sencillamente matar abiertamente a poblaciones enteras,  en tiempos recientes se le ha sumado la práctica de la eugenesia  y de la  asimilación forzosa de pueblos,  mediante procesos de  aculturación ejecutados deliberadamente.

Actualmente el genocidio emplea métodos  prácticamente insospechados por sus víctimas.  Esto incluye el uso de tecnologías y procedimientos bien sofisticados,  como la inducción artificial por riego aéreo,  o por vacunación, de agentes biológicos y químicos que predisponen a enfermedades catastróficas que, oportunamente,  pueden tornarse en epidémicas o pandémicas.  Esta práctica es más efectiva si se tiene conocimiento del genoma que es exclusivo de los pueblos y las razas apuntadas para esta práctica.  Esto se debe a que por medio de la ingeniería biogenética se pueden desarrolar organismos patógenos  que afetcan exclusivamente a una raza en particular.  ¿Podría esto estar relacionado al proyecto en curso de hacer un mapa mundial del genoma humano,  habiéndose efectuado este trabajo prioritariamente en regiones con pobreza extrema, como en Africa y en Suramérica?

Sobre la práctica moderna del genocidio hay prueba de evidencia directa, indirecta y circunstancial.  Desde luego,  por su naturaleza tan monstruosamente perversa se hace difícil reconocerla y exponerla.  ¿Acaso no es una práctica genocida las ayudas que no atienden las causas, y que son más bien simbólicas y promocionales,  para contrarrestar las hambrunas en Africa,  efectuadas por países que,  por otro lado, botan la comida y no escatiman dinero para sus guerras?

A pesar de ser del conocimiento de organizaciones internacionales de justicia,  humanitarias, e inclusive hasta religiosas,  este crimen de lesa humanidad continúa con impunidad.  Los que han sido desposeídos de sus tierras, de sus tradiciones y de sus culturas,  y hasta de su libertad — como tantos pueblos indígenas de las Américas –,  han sido,  y siguen siendo,  las víctimas más indefensas,  y por lo tanto, las que están siendo más vulneradas con esta práctica criminal.  En respuesta a los señalamientos que se han hecho sobre esto,  sólo se ha escuchado el ruido mortífero de una propaganda encubridora y el silencio de los poderosos que conocen,  y deberían estar denunciando,  estos crímenes.  No obstante,  a muchos de los que hemos sido desposeídos de los derechos y atributos mencionados nos queda lo vital que no se puede arrebatar:  la consciencia despierta y una esperanza particular,  pues no estamos solos,  ni desamparados,  en el sentido más  amplio de estos términos.

Control mental

El control mental al que se alude en el título de este capítulo no se refiere exclusivamente al acondicionamiento mental producto de la publicidad y la propaganda.  Se refiere, además,  al de unos métodos novedosos que incursionan surrepticiamente en la manera de pensar y de sentir,  y en el comportamiento. 

Los procesos de disminución del ser humano,  y que pretenden hasta cancelar sus atributos más sagrados —- su espiritualidad y su nivel de consciencia —,  es lo que,  como muchos han percibido y visualizado, prenuncia la intervención rectificadora de fuerzas cósmicas superiores.  Fuerzas que se han visualizado como energías positivas que se encuentran en una vibración más sutil y evolucionada que la del planeta Tierra,  y que restablecerán el equilibrio perdido,  para dar paso a la continuación de los procesos ineluctables de la evolución espiritual del Hombre y de los demás seres de la naturaleza, de acuerdo a las grandes leyes que rigen el orden cósmico. 

De cierto,  la chispa de luz inmortal que anima al Hombre desde el acto de su creación no puede ser arrestada,  y como parte de la Unidad, menos destruída por fuerza alguna.  Las armas de desequilibrio y de destrucción descritas,  y el resto de la locura que las acompañan, aunque todavía puedan hacer mucho daño,  no pueden imponerse finalmente sobre la manifestación de esa energía que el indígena norteamericano honra con devoción en toda la creación,  y que llama:  el Gran Espíritu Creador,  El Gran Misterio. 

El autor considera que tiene importancia crítica que el mundo indígena del continente americano tome consciencia sobre los retos que presentan las situaciones novedosas que han sido someramente expuestas en esta Parte II.

PARTE  III

El plan de vida en balance

El propósito de la exposición anterior es contribuir a promover el plan de vida en balance,  alertando sobre algunos de los obstáculos que en este tiempo están atentando seriamente y de manera inusitada contra este plan.  Estos obstáculos correponden a una realidad que deben conocer los que están aspirando a seguir el camino que conduce a la evolución espiritual o la elevación de nuestro nivel de consciencia.  En síntesis, este camino es el de:  el servicio desinteresado a los demás, el despego,  la entrega a los designios de las leyes superiores según los percibe el ser interior,  y la devoción, o la voluntad de evolucionar, aún ante la adversidad y los retrocesos.  Este camino es uno que se anda sólo,  en silencio, guiado por el ser interior y sostenido por la fe.  Lo conoce el que lo está caminando,  y en  principio está abierto a todos los seres humanos.

Es de conocimiento común que el mundo ancestral de este continente — que tradicionalmente ha sido adepto a este camino —fue opacado y disminuído,  y prácticamente exterminado en muchos casos,  por los eventos de la colonización.  A la gran confusión y fragmentación creada entre sus pueblos indígenas como resultado de la usurpación de sus territorios y ataques demoledores a sus culturas y tradiciones,  ahora le está siguiendo el tiempo de la recuperación,  de la sanación y de su fortalecimiento,  como manifestación del movimiento inexorable del Círculo de la vida. 

Naciones, pueblos y tribus indígenas se están uniendo en este proceso de recuperación, mediante la oración,  la reafirmación en sus creencias,  el poder de las ceremonias ancestrales y otras prácticas antiguas.  Este evento histórico está haciendo que se definan dos campos opuestos.  En uno está el  resurgimiento de la cosmovisión indígena y en el que se vislumbra una aurora de armonía y convivencia en paz.  En el otro,  el invasor de raíz occidental que sigue siendo brutalmente agresivo y excluyente,  pero cuyo sistema de vida ya está manifestando,  de manera inequívoca,  una confusión caótica y desintegrante.

Por razón de su conocimiento de las leyes del  Gran Espíritu —  la Energía que crea, mantiene, disuelve y regenera constantemente y de manera cíclica,  como se manifiesta en las estaciones del tiempo de la Tierra Madre —  el mundo indígena tiene,  como siempre ha tenido y tuvo desde el principio en que no le hicieron caso,  un plan de vida en balance,  caracterizado por una vida en armonía con la naturaleza,  por el compartir,  por el respeto por todo lo creado,  incluyendo el respeto por la diversidad cultural y tradicional de los pueblos vecinos,  por la sustentabilidad y por la autosuficiencia,  por el reconocimiento de la interconexión de todo y por la convivencia en paz.  ¡Modelo de vida extraordinariamente ejemplar para afrontar de manera alentadora y edificante los retos de este tiempo!

Ponerse de pie y cumplir con la razón de ser

Quizá como nunca antes en la historia de esta era,  y posiblemente hasta en eras anteriores en que otros seres con la chispa de la inteligencia habitaron este Planeta,  la humanidad se encuentra sumida en la polarización de las posiciones ante la vida a un grado de tensión extrema.  Esta polarización se asemeja a la gran batalla épica librada en la India antiquísima —  la India de la vedanta, o de “el conocimiento divino” — que tuvo lugar en el campo aguerrido Kurukshetra, que simbólicamente es el campo en el cual se desenvuelve la vida. 

De acuerdo al libro sagrado del Bhagavad Gita,  en este campo se enfrentaron dos grandes ejércitos.  Uno de los guerreros principales,  el  príncipe Arjuna, rehusaba lanzarse al combate, aduciendo temores por los sufrimientos que ocasionaría, porque en el campo contrario habían familiares y seres queridos,  y por otros escrúpulos materiales.  Ante estos, el conductor de su carruaje,  el señor Krichna — reconocido como una manifestación de la divinidad,  el vencedor de la ignorancia, el siempre consciente, el regidor de los sentidos –,  lo increpó: “Tus palabras son sabias,  pero tu sufrimiento es en vano.  Los verdaderamente sabios no se apenan por los vivos,  ni por los muertos.  Nunca hubo un tiempo en el cual ni tú, ni estos reyes, ni yo no hayamos existido, ni habrá uno en el que dejaremos de existir… un espíritu sereno acepta con ecuanimidad el placer y el sufrimiento … la realidad que permea el universo es indestructible … se dice que los cuerpos mueren,  pero aquello que posee el cuerpo es inmortal, no puede ser limitado, ni destruído … por lo tanto, debes ponerte de pie y luchar por lo que la vida te exige.”  (Texto parafraseado por el autor.) 

Por supuesto, este campo de batalla se refiere al de las luchas del espíritu por librarse de la ignorancia que recubre la luz de su esencia,  no dejándola brillar.  Por lo tanto, no se refiere a una lucha cuerpo a cuerpo.  Si bien es cierto que la vida exige  y legitima  el esfuerzo físico y mental (la “lucha”) para procurarse las necesidades básicas de la supervivencia,  para promover la justicia y  para defenderse de atropellos,  también es cierto que,  inseparable de este esfuerzo físico,  está el que se libra en el interior del ser contra la ignorancia que alimenta las actitudes equivocadas y el comportamiento retrógrado. 

En este “campo de batalla” de la vida es donde entra majestuosamente con contestaciones certeras el mundo indígena del Abya Yala; ese mundo que  a pesar de tanta adversidad ha conservado una cosmovisión que encierra respuestas eminentemente claras y simples a las preguntas claves de la vida:  de dónde venimos,  quienes somos, para qué estamos aquí y hacia dónde vamos.  Las respuestas a estas preguntas se encuentran en sus tradiciones ancestrales,  como en las del indígena nortamericano, sintetizadas en los símbolos de El Árbol sagrado y  El círculo de la vida, con sus cuatro direcciones.  (Por estos temas ser tan profundos y sublimes,  el autor invita a que se amplíe el conocimiento sobre éstos, acudiendo a referencias disponibles, como las que se recomiendan al final de este capítulo.)

La generalización anterior no debe tomarse como una idealización indiscriminada del indígena y su mundo.  No obstante,  estos son los valores fundamentales y la realidad que prima en sus culturas.  Ya bien sea de manera manifiesta, o en estado latente,  los  integrantes del mundo indígena de la Isla Tortuga,  al igual que los del Abya Yala,  guardan en lo profundo del corazón,  en el subconsciente, en su espiritualidad  arquetípica y quizá hasta en su genética biológica,  las respuestas a los grandes retos que actualmente la humanidad está enfrentando,  incluyendo los de la supervivencia a corto plazo.  Estas respuestas ya se están dando.  Un ejemplo claro es la recuperación y/o el reavivamiento de la cultura y las tradiciones de los pueblos indígenas del Tawaintisuyu —  el gran territorio de las cuatro direcciones del sol —,  ya manifestándose efectivamente en aquella parte sobre la que fue impuesta  la división geopolítica hoy conocida como la República de Bolivia.

Es oportuno recordar en este momento que precisamente fueron las enseñanzas que encierran las claves mencionadas las que el hombre occidental invasor no reconoció,  ni entendió al verlas en función — y todavía se resiste a reconocer y a entender;  ni siquiera a respetar.  En su vez, impuso lo que muchos indígenas han llamado Proyecto de muerte,  porque es un proyecto existencial que no tiene futuro; conduce a la aniquilación por medio de la exclusión,  del desequilibrio, de la expoliación y de las guerras.  Este proyecto ha tomado fuerza con el ave de rapiña del capitalismo neoliberal y depredador, disfrazado de una llamada “globalización”, que no es otra cosa  que un comercio que anda por la libre explotando y oprimiendo para el beneficio egoísta de unos pocos que, a fin de cuentas,  están sumidos en una locura perversa y macabra.  Aunque difícil de reconocer,  hay que tener presente que estos seres confundidos después de todo son nuestro hermanos.  Al igual que a todos los otros seres de esta Creación , merecen nuestra compasión.

De seguir progresando este proyecto,  terminaría por liquidar lo que queda de vida y de esperanza en la humanidad.  Pero antes de que esto ocurra, ciertamente entrará en función la Ley del Equilibrio (la Ley de Karma) ,  lo que equivale en parte a un rescate de las consciencias despiertas de los embates de las fuerzas involutivas mencionadas.  Sobre este particular,  hay un número creciente de personas que, conscientes de esta situacion y anticipando los eventos previstos,  de muchas maneras se están afinando al proceso de restauración de la Madre Tierra.  Lo están haciendo orando y  trabajando en el servicio desinteresado a los demás, con devoción y entrega.  Se dice que las energías positivas de estos esfuerzos podrían mitigar en parte el impacto de las terribles fuerzas equilibradoras anticipadas (que ya están comenzando a asomarse). 

Aunque no se sabe como finalmente estas fuerzas equilibradoras se van a manifestar y como será el despertar al Nuevo Mundo que se presiente surgirá,  se dice que los “buenos” y los “malos”, lo animado y lo inanimado  — en fin,  todos y todo –,  de maneras y de formas que en realidad desconocemos, continuarán en el espiral  ascendente de la evolucion, de acuerdo al nivel de consciencia,  o vibración,  que cada ser haya alcanzado.  Esta realidad suprema visualizada es en la que se fundamenta la práctica de la compasión,  que forma parte de la insondable Gran Ley del Amor.

Las aseveraciones anteriores están sujetas a muchas interpretaciones.  Son muchos los que están convencidos de este devenir, en sus lineamientos generales.  En el otro extremo,  es negado en su totalidad.  El autor piensa que la realidad de esta visualización es tan sutil que en última instancia sólo puede ser percibida por la intuición,  o por otros niveles profundos del conocimiento y del entendimiento que residen en el interior del ser.  Desde luego, cada cual hará su propia  interpretación de esta visión y llegará a sus propias conclusiones.

Para concluir,  el autor comparte con el lector la siguiente breve reflexión sobre la relevancia del ser indígena del continente Abya Yala en estos tiempos críticos:

— El Plan de vida del indígena ancestral es,  en su forma y contenido,  el modelo que en principio corresponde al de la vida en balance,  y por lo tanto,  tiene actualidad y es de gran relevancia en este tiempo crítico.

—  Aunque todavía causará estragos inimaginables,  el Proyecto de muerte al que aquí se alude no triunfará.  Triunfará el plan de vida en balance,  como el del indígena americano,  que es el que en última instancia está en armonía con el proceso de evolución de todo lo creado.  No obstante,  no sabemos en que dimensión de espacio y de tiempo este plan finalmente se manifestará. 

—  Al igual que la verdad,  la verdadera vida en última instancia es una dimensión que no está limitada por el tiempo,  ni por el espacio.  Reside en el espíritu,  que es una chispa de la Luz del Creador.  Por lo tanto, es eterna. 

(Algunas referencias recomendadas para ampliar el conocimiento sobre los temas tratados en este capítulo son: 

The Wisdom of the Native Americans, editado por Kent Nerburn,  New World Library, 1999; 

Code of Conduct, Code of Ethics,  Manataka American Indian Council, www.manataka.org/page182.html;    The Sacred Tree, contribución de varios autores, Lotus Light Publications, Wisconsin, 1985; 

The Earth Shall Weep, por James Wilson, Grove press, 1998; 

Hiawatha and the Great Peace,  por Torkom Saraydarian, T.S.G Publishing Foundation, Inc., 1984; 

In the Absence of the Sacred, por Jerry Mander, Sierra Club Books, 1991;

Dreaming the Council Ways, por Ohky Simine Forest, Samuel Weiser, Inc., 2000; 

Return of the Children of Light, por Judith Bluestone Polish, Bear & Company, 2001.) 

PARTE  IV

El orar

El autor considera que actualmente estamos en un módulo de supervivencia y en los albores de un gran evento de cambio y de trascendencia en lo que respecta al nivel de consciencia del ser humano.  Este cambio incluye la elevación del nivel vibratorio de todo lo existente,  incluyendo el del planeta Tierra y todo lo que este alberga.  Este proceso evolutivo es el que ha sido denominado como uno de Ascensión. 

En estos tiempos críticos la oración tiene una importancia única.  Pero, ¿qué es la oración y cómo se ora? 

Se ha dicho mucho de la oración,  ya que es una actividad humana que tiene raíces inmemoriales.  También son muchas las interpretaciones que se hacen de este ejercicio tan sutil y subjetivo.  Aparte de los cánones establecidos por religiones,  en cultos y en prácticas devocionales,  y por uso y costumbre tradicional — que incluye en muchos casos el rezo de oraciones formuladas –,  esta actividad espiritual invariablemente está dirigida a fuerzas suprahumanas o superiores.  Comúnmente se hace como una súplica de ayuda.

A continuación se ofrece una interpretación sobre la oración,  la que puede ayudar al entendimiento y al uso más apropiado de esta práctica espiritual.  (Esta información ha sido recopilada del Diccionario Esotérico de la obra de Trigueirinho, editorial Kier, 1994)

“Oración — La oración auténtica es un estado de receptividad y aspiración al contacto con energías suprahumanas.  A través de la oración el individuo invoca esas energías y afianza la disposición de unirse a ellas en el interior de su ser.  Es un instrumento poderoso,  pero su efectividad es poco conocida, lo cual se debe, en parte, a que los seres humanos siempre han practicado la oración en favor de sí mismos y a que esté polarizada al nivel emocional.  La oración con miras al bien personal,  o al de otros,  es una acción orientada, tiene objetivos humanos y por eso crea karma, mientras que la oración desinteresada es apertura incondicional,  pura entrega y donación sincera a la voluntad de la Consciencia Suprema, que se refleja en la voluntad del yo interior.  Moviliza las energías del individuo y las eleva al nivel intuitivo, o más allá.  No genera deudas kármicas, no crea vínculos, ni los sujeta a circuitos de retribución.  Sus propias energías son reunidas y ofrecidas, y la vida cósmica puede contar con ellas para su manifestación más pura.  Por lo tanto, en la oración sólo existe la búsqueda irrestricta de la verdad.  Es construída en el silencio interior,  se basa en la fe y en la vigilancia.  Se proyecta en el mundo externo como la pacificación de deseos y de pensamientos, y también como la supresión de acciones supérfluas.  Incluso, sin saberlo ni dirigir nada,  el individuo en oración estimula transformaciones en los demás:  irradia claridad y lucidez hacia el aura planetaria.  La oración es, pues, un istrumento de servicio al mundo y, para ser eficaz, debe nacer de la humildad.  Invisible y abnegada,  es la base de obras evolutivas.” 

El mundo indígena de la Isla Tortuga (Norteamérica) nos ofrece un magnífico ejemplo de la oración, que algunos han llamado Los diez mandamientos indígenas.  A continuación se resumen:

LOS DIEZ MANDAMIENTOS INDÍGENAS

1.      Mantente siempre en comunión con el Gran Espíritu.

2.      Manifiesta un profundo respeto por tus semejantes.

3.      Trata con respeto a la Madre Tierra y todo lo que forma parte de Ella.

4.      Trabaja, unido a otros, en beneficio de la Humanidad.

5.      Brinda ayuda y amabilidad donde quiera que ésta se necesite.

6.      Haz aquello que sepas es lo debido y correcto.

7.      Cuida de tu bienestar físico y espiritual.

8.      Dedica parte de tus esfuerzos al bien común.

9.      Se siempre veraz y honesto.

10.    Asume completa responsabilidad por tus actos.

Estos mandamientos forman parte integral de la manera tradicional de pensar y de actuar del indígena norteamericano.  Promueven el que se tenga una consciencia activa de la relación que hay entre todos los seres, animados e inanimados, dentro del gran templo de la creación que es la  Tierra Madre — la Pachamama — y toda lo que esta alberga;  promueve la evolución espiritual y conduce a la reintegración a la vibración de la Unidad.

En consideración de lo anterior,  se puede aseverar que la práctica de los Diez mandamientos indígenas constituye una oración por excelencia. 

Gracias.

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A REFLECTION ON THE RELEVANCE OF THE INDIGENOUS WORLD IN THESE CRITICAL TIMES

Otto Caballo Blanco Riollano

Manataka Ambassador to the Spiritual Elders of Latin America

(This is a translation from the original in Spanish, La relevancia del mundo indígena en este tiempo crítico – una reflexión, March 30, 2006)

A symbolic biographical note, in thoughtful appreciation

Since he was a child, the author thought, innocently,  that the world in which he lived had to function the way he was explained it did by those close to him.  The presumed wisdom of these teachers was reinforced with theories,  reasoning of sorts, and overwhelming images which,  in many instances,  required submission and reverence in exchange.  The truth is he did not quite understand what he was being taught:  “I have to try to learn what others seem to know so well.  Perhaps I am a bit retarded, and that is why I can not learn.”

Doubts and unanswered questions — or answered aggressively, and without recourse — continued to haunt him on the path of his life.  “You are an idealist … and also stubborn.  You are being too philosophical all the time”, he was told over and over again, and over and over again doubts continued creeping into his youthful mind.  “I still can not understand.  It seems I am bound to be permanently in error.”

After having walked along his path in his youthful years, bearing the heavy burden of the confounded vision of life he was told he had,  he then began to be influenced by “undesirable people”.  This resulted in  the discovery of fascinating “banned books”  (banned by the learned and well intentioned people who had been telling him all the time that he was wrong).  He also started meeting with small and isolated groups who were interested in what they termed as: studies of an esoteric nature.

“You are going to become hopelessly confused … those studies are subjects of the devil”, he was told by those who were about to give up teaching him.  However, he began to realize then that the world which had been concealed from him up to then, clearly made sense.  Also, that he could somehow understand deep inside his self, and,  consequently,  could not explain to others (particularly to his teachers),  the many lessons  and messages in the “banned books”.  “Now I am convinced that those who apparently had learning and perhaps were honestly trying to teach me, really did not know what they were talking about.”

Then he began to be drawn to odd people,  some with a saintly nature, but who looked more like beggars, and others called medicine men and shamans.  “He has become a hopeless case”, it was finally said by family and friends,  for he had withdrawn from conventional society and socializing with proper people.  One right after an other, he started undergoing life experiences and listening to words — and silences — which confirmed that his thinking and his inner feelings had been basically right ever since doubts started creeping in from the very beginning.  He realized  that what his first teachers had finally termed as “a wrong turn in life and sure damnation”,  had been a most joyful re-encounter with a perennial reality which brought him, once again,  close to his timeless brothers.  It was at this stage in the path of his life that he came to meeting the Manataka  American Indian Council which, kindly and generously, invited him to its Circle of Life.  “What a blessing!”

From the unfathomable abundance of truths and teachings preserved in the traditions,  code of conduct, and culture of the ancestral people of Turtle Island (North America) and of Abya Yala (the American Continent), the author has been able to clearly perceive what he had always thought existed in principle:  the possibility of living in a world in balance.  It has now become evident to him that it is in a world in balance where it can become manifest a profound state of consciousness of  life’s sacred purpose, based on sharing, respect for all beings,  and living in peace and harmony.  “Thanks!”

Introduction

Honored Brothers and Sisters,  ¡Saludos!

After having trodden the larger part of his path in life,  and having gone through the experience described symbolically,  the author has felt an impulse to share some thoughts derived on the way,  with the hope that these may be found useful.  These have been summed up under the title:  A Reflection on the Relevance of the Indigenous World in these Critical Times.

The Manataka American Indian Council  (MAIC) recently started publishing on its web site newsletter, Smoke Signal, a section in Spanish.  The objective of this project is to reach out and share information with our Brothers and Sisters to the South on traditional and current subjects which can bring us closer together, and to participate, whenever possible, in activities of mutual interest.  This initiative is mainly directed to the indigenous people of the Abya Yala (the American continent) due to the spiritual principles, social values, attitudes, and a similar historical experience shared in common during the last five hundred years. 

The word  “indigenous” is used in an inclusive way.  In this writing it refers to the original people of Turtle Island  (North America) — known as the red people –, as well as to the indigenous world to the south of the Abya Yala (the American continent), the mixed ones, or “Mestizos”, and the black, white and yellow races.  On this matter, a few years ago Honorable Brother Standing Bear,  secretary of MAIC,  spoke the following enlightening words: 

“Who is an American Indian?  Blood passed from generation to generation makes one an American Indian, is the response  of many.  Nasgi (Not) we say. An American Indian is much more!  An Indian is a way of thinking,  a way of belief and living.  An American Indian realizes that the inner self and the interrelationship between oneself and creation  — the Great Spirit-Creator, Mother Earth and all the forms and elements that are part of her magnificent dream.  It is about balance within oneself and balance within the Circle of Life.  An Indian feels great kinship and deep respect for all things of creation.  We see ourselves as one with all matter, including animals, birds, fish, plants, stones, the elements of wind, fire, water,  and even the stars — one no better than the other, but all necessary as part of the Circle.”

For those who are fully and indiscriminately immersed in modernity, the indigenous world tends to be seen as an exotic, obsolete, backward and superstitious one.  However, those who have lived in it and taken it to their hearts, know that it embraces codes for the redemption of Man (feminine and masculine gender) in these times; codes for the raising of the level of consciousness, for promoting brotherhood-sisterhood,  for living in peace and harmony with Mother Earth and all that she shelters and nurtures.  Of course, statements like these are confronted with rejection,  and even mockery,  by those who are committed to a materialistic and corrupt way of life,  obfuscated by an arrogant scientific establishment,  and who have their sensibility hardened by the fascination which creates capricious technological developments  and the unbridled so-called progress.  This world excludes any consideration of Indian spirituality.

This article is a contribution to the efforts being made to strengthen and promote Indian spirituality, and to reinstate the rights and domains of the indigenous people of the American continent,  which for the last five hundred years have been robbed of almost everything that could be taken,  mostly through violent means.  No one knows the time this restitution will take,  however, there are signs that this process has already begun.  No one knows, also,  to what extent this will take place in the world as we know it now,  or if it will become  a reality in another space and dimension, as some have envisioned.  Due to the degree of unbalance which man has caused to Mother Earth,  it seems it is becoming very difficult for Her to continue sustaining life much longer now.  Unequivocal signs of this predicament are:  the global warming that is taking place (mainly caused by Man) and the dramatic resultant climate change we are experiencing, which is accelerating with ominous speed and destructive force.

The great majority of people on planet Earth are ignoring this threat,  in part due to the fact that this impending phenomena and the already envisioned catastrophic events it will cause, has been criminally concealed  by special interest groups for the sake of power and money.  This has come out in the open just recently, but denial and indifference still predominate. 

It is pertinent to mention here the 1998 Albuquerque Declaration,  where more than one hundred eighty  (180) indigenous spiritual elders from North America met and warned about global warming and the urgent need to develop sustainable economies.  They were ignored.  Contrary to this warning and their advice, the dominant economies of the world have continued on the path of unsustainable and reckless development.

There are other external causes which are contributing to climate change,  like he Sun’s coronal mass ejections and radiation,  and other  forces of a cosmic nature, as those arising from what has been termed as the cyclical precession of the equinoxes.  By the way, all these forces of change corroborate the observations, calculations and visions of indigenous spiritual elders from various nations (Maya, Hopi, Kogi, Cherokee, Qeros and many others), made many years ago and even before these historical times.  Perhaps one very significant and heartening event which is signaling the beginning of the extraordinary and ultimately positive changes envisioned, is the strong resurgence of many indigenous nations of the Abya Yala,  like those of the great Tawaintisuyu.  This corresponds to the hour in the cosmic clock which they know so well since ancient times.

It is proper to mention that this article is an expression of the author’s personal feelings, perceptions, experiences and information gathered along the way in his life path.  He is fully accountable for its contents and hopes that mistakes made and other shortcomings will be kindly forgiven,  taking into account that the underlying intention which has prompted it is rendering a service in favor of justice and peace. 

PART  1

Obstacles of the modern world in the narrow path of spirituality and consciousness awakening 

The modern world is currently being blanketed aggressively, perhaps more than in any other period of known history,  with the fantasies of a materialistic and seductive life system.  Because of their dazzling attractions, these fantasies easily become addictive.  One of their effects is that they alienate from nature’s concert and the awareness of the interconnection between everything that is manifest.  It also develops an unawareness of the need to maintain a state of balance as a fundamental requirement for sustaining life.

It is evident that the modern world addiction to the fantasies it has fabricated, apparently diminishes the capacity of human beings to analyze dispassionately and to reason,  as well as to listen with the heart.  Without this capacity it is highly improbable to become aware and learn about the right value of things, and thus,  be able to act ethically, and even sensibly.  To aggravate this disability,  there is also a lack of a universally accepted  code of conduct,  such as the one which is traditional among indigenous nations and which is based, fundamentally, on a profound attitude of respect and tolerance for others beliefs and cultural diversity. As a result, the modern world is drifting into a situation of growing disharmony and conflicts.  A foreboding situation this is!

The ethical values, behavior and cosmic vision on which Indian spirituality rests, are the opposite of the life system mentioned.  This is one of the reasons why it is ignored by the modern world, if not despised and openly attacked.  In political and economic circles, and even in academic and religious groups, these subjects are taboo.  Of course, this is understandable, because it exposes the errors of the system prevailing in the world, topping these, among others, the exaltation of personality (over six billion in this planet!) and  individualism. 

Humanity In general is being stimulated and programmed to aspire to a living style surrounded by luxuries, conveniences and pleasure-giving objects,  with the promise that this leads to a life of abundance and happiness.  Some of these aspirations can not be objected to indiscriminately, like many modern conveniences, as long as these are developed within the bounds dictated by reasonableness and balance. However, these are not the criteria being employed in developing the aforementioned living style.  Consequently, we have a growing trend towards unrestricted production and consumption of goods, which results in an alarming depletion of natural resources (many of which are not renewable), and the accumulation of waste material and toxic substances at a rate which is already seriously threatening life in many areas of the world, including the oceans.

The author is aware that many of the aforementioned statements are platitudes.  However,  these are used to stress the fact that, ironically, the great majority of human beings around the world who are living under the current dominant system are excluded from the life plan which it upholds and promotes.  Within this majority are the countless number who are completely destitute, many struggling just to get enough food to barely survive (as is happening in the growing number of refugee camps around the world today),  and those in serfdom — including the abomination of children being exploited in sweat shops and prostitution rings.

In addition to lying and stealing, among the many other tragedies which were introduced into the American continent by the western civilizers,  was their particular view of success in life.  This was focused on obtaining material gains,  which many times too many require being the most cunning and the one who cheats the most.  This goal and behavior was foreign to the indigenous people of Turtle Island,  because it was exclusive and aggressive in nature. This view of life and living is, precisely, the one that has gained tremendous force now.

One common exclusion practice, which is applauded unquestionably and even revered as if it were a universal principle is: competition —  in a way, a struggle for the the survival of the fittest.  The word has become like a sacred mantra of the system.  To many, this statement may sound foolish , and even absurd. However, in reality  this practice, and the assumptions on which it is based, is a negative energy which ultimately make people insensitive to others, degrades humanity and fosters animosity.  It is the opposite of cooperation,  serving to the best of one’s abilities for the sake of being of service, selflessly, and giving support to the weaker or less fortunate. 

The negative energies of competition are the ones which nurture globalization and its “free trade” agenda.  As many know,  the latter two constitute a socio-economic ideology which has world economic control and political domination as its end objective.  Because in practical terms this ideology ends up doing away with diversity, sustainability, respect, and even puts survival in jeopardy,  is the reason why it is encountering a growing and resolute