LA RACIONALIDAD Y SUS LÍMITES

LA RACIONALIDAD Y SUS LÍMITES

Revista “OVNIs”
Año 1, Nº 1, Junio de 1974

Dr I. Grattan-Guinness

Catedrático de Matemáticas en Middlesex. Historiador de Matemáticas y Lógica Matemática. Autor de dos libros publicados por el Massachussets Institute Of Technology.

    La Librería Dillon de Londres tiene su stock de libros de OVNIs en la sección de Historia y Filosofía de las Ciencias. Me parece un admirable lugar para ellos, ya que el problema de los OVNIs parece ser no sólo una extensa historia, sino también un excepcional terreno de características filosóficas. Esta nota está interesada en este último aspecto.

1)    Es ampliamentre sabido entre los científicos e igualmente los no científicos, que el propósito de las teorías científicas es explicar lo desconocido en términos de lo conocido. Conocemos ciertas cosas; pero debemos valernos de nuestra razón y de nuestras observaciones para conocer cosas que actualmente ignoramos. Esto puede ser una ajustada descripción de la “cronología” de nuestros descubrimientos pero es un falso análisis del conocimiento que obtenemos. Porque las teorías científicas, como teorías, explican lo conocido en términos de lo desconocido. “Conocemos” nuestras observaciones; y las explicamos con teorías cuyos componentes básicos son “desconocidos”. Por ejemplo, la Ley de Gravitación de Newton explicó el movimiento de los cuerpos físicos en la Tierra –y el de los planetas del sistema solar– en términos de fuerzas que obedecen a determinadas leyes de atracción. Ahora bien, son precisamente estas fuerzas las que nos son desconocidas, y no los movimientos que ellas explican. Una de las máximas aspiraciones de los estudiosos de los OVNIs es obtener una explicación de los fenómenos en los cuales están interesados. Debe comprenderse que la explicación será en términos de “lo desconocido” en el sentido ya apuntado, y que por consiguiente será más extraña que las propias explicaciones que la inspiran, y no más familiar.

2)    La relación entre “lo conocido” y “lo desconocido” es un importante aspecto de la Lógica de la Explicación y su frecuente falsedad es una característica correspondientemente significativa de lo que la concepción popular tiene de la racionalidad. Porque cuando se busca una explicación “racional” del fenómeno OVNI, la racionalidad es concebida como el proceso de pasar de lo desconocido a lo conocido, de la ignorancia al conocimiento, del error a la certidumbre. Pero el argumento precedente expone un sentido en donde esta concepción de la racionalidad es errónea. Llamamos a esta perspectiva de la racionalidad, “dogmática”, significando no que ella afirme algún dogma particular, sino más bien que comparte con todos los dogmas una creencia en la infalibilidad de sus principios y en la certeza de sus deducciones. Por contraste, la visión de la racionalidad como un medio de descubrir nuevos desconocidos puede ser llamada “crítica”, acentuando su espíritu motivacional en la búsqueda de errores y efectos imprevistos. La racionalidad crítica mira a la racionalidad como una colección actual de expectativas habituales que pueden requerir una revisión inmediatamente después de su utilización. La racionalidad dogmática ve a la racionalidad como un sistema de criterios establecidos, desde cuyo standard deben abordarse todos los problemas.

3)    La racionalidad dogmática se perfila hacia el rechazo de las apariciones de OVNIs. Los presuntos fenómenos son “físicamente imposibles” (esto es, caen fuera del plano de nuestras experiencias probadas). Por tanto, los OVNIs no existen. Va de suyo que la conclusión puede ser verdadera; pero este tipo de argumento resulta insuficiente, porque confía en la correccción de la racionalidad dogmática, que en realidad ha sido algunas veces rebatidas por fenómenos físicos ordinarios. El carácter erróneo de la racionalidad no es ampliamente reconocido, al menos por la gente común cuya creencia en ella motiva su hostilidad hacia los informes de supuestos OVNIs.

4)    La racionalidad crítica puede proporcionarnos algunas ideas para entender nuestra relación con posibles especies superiores. En relación a nosotros, éstas deben parecer supra-racionales, con órdenes de conocimiento técnico más allá de nuestras capacidades corrientes. De allí que la aparente imposibilidad de sus acciones sea precisamente lo único que podamos esperar de las mismas. Además, si aquí se observaran varias especies diferentes, algunas tendrían que ser –con relación a otras– también de un nivel diferente de supra-racionalidad. Sería importante conocer casos donde fueran visualizadas simultáneamente especies aparentemente diferentes. La mención de la posibilidad de distintos niveles de supra-racionalidad acentúa el hecho de que la supra-racionalidad no es omnisciencia. Las especies superiores pueden aventajarnos; pueden aún haber sido nuestros dioses en el pasado, pero no son Dios. En verdad, su supra-racionalidad será crítica al igual que nuestra racionalidad, y sujeta igualmente a revisión y adaptación.

5)    Debemos admitir la superioridad de especies superiores sólo con respecto a su física y tecnología (y por implicación, quizás, a sus potencialidades matemáticas y lingüísticas). Pero es un error inferir que deban igualmente tener códigos éticos, morales y jurídicos mucho más elevados. No existe una necesaria correlación entre ciencia y ética; las manadas de lobos no tienen que tener audiencias Watergate. Este último punto es una de las varias razones por las que no gusto de las comparaciones entre humanos y animales para ser utilizadas en discusiones sobre especies superiores. Tales comparaciones están destinadas a ser endebles, porque tienen que hacerse extensivas –en orden a su aplicación– a comparaciones de nosotros mismos con especies superiores, y en el proceso bien pueden presentarse factores que previamente fueron irrelevantes. La racionalidad crítica es un importante ejemplo; debe desempeñar en la vida animal un rol más remoto y limitado que el que tiene en nosotros o en alguna cultura más avanzada, desde que requiere entre otras cosas considerable capacidad lingüística.
    Una de las más desafortunadas características de la ciencia del siglo XX han sido las pretensiones groseramente exageradas de las teorías psicológicas. La capacidad de explicación universal de éstas es proclamada como un triunfo; pero en verdad es un defecto, porque si cinco teorías diferentes explican el mismo fenómeno, entonces al menos cuatro son erróneas, y su irrefutabilidad nos impide descubrir lo que son. Además, la psicología se encuentra a veces involucrada en el problema OVNI debido a las razones erróneas ya anticipadas. Supongamos que alguien reporta una aparición que la racionalidad dogmática considera como imposible. Por consiguiente, algo no funciona correctamente en esa persona, y su trasfondo psicológico debe explorarse en orden a descubrir sus fallas (presunto “desconocido” en nuestro lenguaje). Ahora bien, aun en el supuesto de que tales fallas fueran convincentemente determinadas, me parece que a veces podrían interpretarse mejor en términos de toda una gama de capacidades humanas, y que en nuestra forma dogmática llamamos “lo paranormal”: telepatía, percepción extrasensorial, parapsicología y así sucesivamente. Parece no haber dudas de que algunas personas tienen dotes en estas direcciones, aunque actualmente nadie sabe cómo y por qué. Estas dotes conforman un conjunto de datos con los cuales el fenómeno OVNI a veces parece estar involucrado, y el descubrimiento de una nueva serie de “desconocidos” en cuyos términos pueden ser explicados, es un vital aunque desconcertante problema. Son quizás indicios de nuestras propias posibilidades supra-racionales, y en verdad constituyen un formidable desafío a las expectativas de la racionalidad crítica.