Mexico surrealista: Radiografia de un microbusero

Radiografía de un chofer

Nacos, nacos, lo que se dice nacos, son los choferes de microbuses en la Ciudad de México. No es que sean nacos por naturaleza, pero como el 90% de ellos lo son, podemos generalizar sin ningún problema (sólo espero que ninguno esté leyendo esto, y si lo hace, espero que sea del 10% restante).

Según estudios antropológicos realizados por la Universidad de .. eh.. bueno, no me acuerdo, revelan que el chofer y su vehículo son uno mismo, y conviven en una perfecta simbiosis en la que es difícil saber si el microbús es el naco o la persona que lo maneja. Desmenucemos éste misterio:

Para empezar, el chofer no se llama a sí mismo “chofer” sino “operador” y a su vehículo le dice “unidad”. Como éstos dos entes conviven la mayor parte del día, el operador acondiciona su vehículo para sentirse como en casa, como si se tratara de una extensión de sí mismo. Es típico ver el primer zapatito de su hijo colgando de uno de los tubos donde se agarra la gente, como para demostrar una actitud paternal ¡que tierno! ¡que buen gusto!

Después viene el asiento, donde las pompas del operador descansan. Una recubierta de bolitas de madera ofrecen masaje al cuerpo cansado de nuestro sujeto. Estas bolitas van recubiertas a su vez de la playera de futbol de su equipo favorito. Frente a él, una calcomanía de una mujer voluptuosa le recuerda que también es hombre, y que tiene amor que dar (esta calcomanía puede ser humana o no, en nuestras fotos aparece Lola Bunny) . No pueden faltar las estampitas con oraciones a su lado: San Cristóbal, la Santa Muerte (que ni es santa oficial) y San Miguel demuestran que éste operador es católico y por lo tanto, buena persona, cortés y educado.

Hay accesorios que nos hablan más del operador: una minicanasta de basquetbol encima de él anuncia que también le gusta el deporte (que su panza no los engañe), un CD colgando nos habla de un sujeto melómano, amante de la buena música (cumbias, salsa o norteña). En la palanca de velocidad podemos encontrar un encapsulado de cristal con conchitas de mar, que trajo de su último viaje a Acapulco (porque también merece divertirse).

En fin, hay tanto por hablar y es tan poco el espacio, que los invito a que viajen en uno de éstos vehículos, o en su defecto, en cualquier camión o transporte local. Estoy seguro que todos comparten las mismas características ¡Buen viaje!

(Invariablemente todos se sacan los mocos)