Mexico surrealista: Guia del trasporte en el DF

Guía del transporte para
la Ciudad de México

¡Señor, señora, señorita! ¿piensa visitar próximamente la Ciudad de México? ¿Tiene que venir a un congreso y no sabe cómo moverse dentro de la ciudad? ¿Ha oído leyendas urbanas acerca de microbuses que chocan? ¡no se diga más! ¡lea esta guía sobre el transporte de la ciudad y aprenda el arte de ir de un lado a otro!

Aviones: El aeropuerto de la Ciudad está en medio de la Ciudad (¿?). Antes estaba afuera, pero lo rodearon miles de casas así que al bajar del avión ya se siente uno empapado del smog, de la muchedumbre y del calor de la gente. Afuera del aeropuerto hay una estación del metro, de fácil acceso, aunque casi todos prefieren subirse a los taxis del lugar. Si vas a un hotel del centro de la ciudad por lo menos pagarás 13 dólares para llegar ¡es una ganga! (si, como no)

Taxis: Y ya que mencionamos los taxis hay que aprender varias cosas: hay taxis que están pintados de verde y blanco, de verde y gris, o de blanco y amarrillo, de blanco rojo y amarillo, o de blanco y rojo o de blanco nada más. Todos son taxis, no se confunda, mientras tengan su copete en la parte de arriba que diga taxi, tenga la seguridad de que no se está subiendo al coche de don Chucho. Ahora bien: hay taxis piratas, pero distinguirlos es cosa de chilangos. Para mayor seguridad tome su taxi donde haya varios formados.

Microbuses: hay varios mitos alrededor de los microbuses, pero solo hay una cosa cierta: o se van rapidísimo como alma que lleva el diablo, o se van lento como tortuga. Nunca van a una velocidad normal y lo malo es que uno nunca sabe cuál le va a tocar. Los choferes de microbús se caracterizan por oír cumbias a todo volumen y por su legendaria educación para pedirte que te muevas al fondo de su “unidad” (como ellos la llaman). Regularmente tu compañero de viaje lleva comiendo un vaso con elotes y patas de pollo o una torta desparramada de jamón. Disfrute su viaje, es una experiencia religiosa.

Metro: El mejor transporte de la Ciudad, sin duda. En el metro puedes ir de un lado a otro por solo 2 pesos (20 cvs. de dólar), aunque es fácil perderse si no te sabes las estaciones. Para eso, consígase un mapa de la red y métase a la estación más cercana. Si usted es señora, señorita o niño de menos de 8 años, váyase a los vagones de adelante en los que no dejan pasar a señores gordos y apestosos. Si usted es señor gordo y apestoso, se puede subir a cualquier otro vagón.

Hay horas en las que el metro va tan lleno que puede sentir como le late el corazón al de junto. Lo mejor de todo es que algunas personas suben a amenizarte el viaje cantando, y solo le debe de dar una moneda para que se callen. Si siente que le da el “patatús” hay unas palancas rojas en cada puerta para que venga un policía a auxiliarle, pero si la toca sin motivo le darán de patadas entre todos. Así es aquí.

Al esperar en el andén a que pase el metro, debe tomar en cuenta que no puede asomarse mucho a las vías: no porque te vayas a caer, claro, sino porque a veces hay ratones que se le quedan viendo desde abajo. Y sonría al pasajero de junto: seguramente pensará que usted está loco y no lo molestará en todo el viaje. Garantizado.