Mexico surrealista: Como mejorar un museo

Tortura museística

Uno de los peores museos a los que he ido está en Aguascalientes. Es tan aburrido que ni siquiera me acuerdo a qué estaba dedicado, sólo que eran habitaciones con algo adentro y que nos cobraron un dineral para entrar. Sin embargo, el mejor al que he ido está también en Aguascalientes y que presenta la obra del pintor Saturnino Herrán: el museo en sí es bonito y limpio, pero el que hacía las visitas nos contaba historias de amoríos del pintor y la pobreza que lo llevaba a dibujar por los dos lados de un mismo papel.

Esta diferencia en los museos es la que me ha llevado a pensar que la gente no va a los museos porque le parecen aburridos y poco novedosos. Así, es preferible ir al supermercado a ver anaqueles de cosas que no tienes en tu casa, que meterse a ver la escultura de la Xocoyotzin en un lugar en el que ni siquiera puedes hablar fuerte.

Así que he hecho anotaciones para que los museólogos hagan más entretenidas sus exposiciones:

En primer lugar, deben mostrar cosas que nadie se espere o que les haga trabajar la imaginación. Un día me metí a las bodegas del Museo de Antropología y había cosas interesantísimas, pero que nunca van a poner: estaba una canoa de los aztecas (semidestruida) y también una caja de cráneos con la bocota abierta, como si le fueran a dar una mordida a un taco. Ahí está nuestro objeto a exponer: en vez de un cuadro del Mercado de Tlatelolco yo pondría esa canoa con los cráneos adentro, y una cédula que dijera:

“Los aztecas iban de un lado para otro en éstos pedazos de troncos, donde cargaban barbacoa para ir comiendo. La barbacoa no la hacían de borrego –por que no había- así que seguro la hacían de perro o de otro animal conocido”

Esta solución tiene la ventaja de que los niños que la vean se van a imaginar a los cráneos comiendo un perro y nunca olvidarán que en Tenochtitlan había canoas.

En segundo lugar, hay que hacer más creíble nuestra historia. No sé porqué a los aztecas siempre los ponen con la ropa bien lisita, si en su época no había planchas. Si cuando quitas una playera del tendedero está toda hecha chicharrón, ya me imagino en esa época. Otro detalle: las mujeres siempre las pintan con el cabello lustroso y bien peinado. Mentiras: cada vez que se me acaba el shampoo y me baño con jabón de ropa, el cabello me queda pajoso así que no creo que en esa época fuera diferente. Un azteca “normalito” debería de ir como si se acabara de levantar o como cuando te paran los testigos de jehová los domingos: en bata y con chanclas.

Por último: los textos son aburridísimos. Cosas del estilo “en el año de 1910 los revolucionarios se levantaron en armas contra las huestes de Porfirio Díaz” duermen a cualquiera. Que diferencia que entraras a una sala de museo y te encontraras con un maniquí vestido de revolucionario que te apunte a la cara con un fusil, y cuyo texto se lea:

“¡MUERAN PERROS!…
gritaban los calzonudos y comenzaban a disparar contra los soldados de Díaz. Era una verdadera carnicería pero ni modo que los enfrentaran con resorteras”

Esto es mejor a que los niños se queden con la idea de que en la guerra se gritan cosas como “atrás, malandrines” o “no los quiero matar, pero si me obligan saco la pistola”. Preferible el toque dramático.