ADICTOS AL TRABAJO

ADICTOS AL TRABAJO

Las frustraciones personales y la incapacidad para relajarse hacen que cada vez más personas utilicen el trabajo como una coraza protectora frente a los miedos no resueltos o las insatisfacciones. Los adictos al trabajo suelen ser muy productivos pero descuidan o demoran su crecimiento, su evolución
como seres humanos.

Para un número creciente de personas, el trabajo ha pasado de ser una carga más o menos pesada para convertirse en una actividad que acapara toda su vida. No aprecian ni disfrutan la libertad que proporcionan los fines de semana o las vacaciones, no saben ocupar su tiempo libre de forma
satisfactoria y se sienten desasosegadas. Por el contrario, prolongan de forma desproporcionada su actividad laboral y llegan a volverse adictos a ella.

La ruptura del equilibrio entre acción y contemplación constituye la raíz de esa forma de vivir. En la sociedad actual, el consumo y el llenar el tiempo libre con actividades que proporcionen sensación de reconocimiento social o de autoestima parecen haberse convertido en las principales obligaciones de la mayoría de la gente. El cine, la televisión y la publicidad nos presentan como modelos a seres que trabajan con máxima eficiencia, están en perfecta forma, exhiben su atractivo físico, se entretienen con las últimas diversiones, asimilan la cultura establecida, aman y compran. Son los llamados “triunfadores”. Sin embargo, el mundo real es muy diferente. La vida cotidiana no está exenta de mediocridad, obligaciones y frustración. Y el contraste entre nuestros sueños y la realidad resulta muy duro.

La adicción al trabajo supone un alejamiento del mundo real. El adicto se vuelca en una actividad que le supera humanamente y se entrega a ella con toda su energía. De esa forma, se olvida de sí mismo y de la posible mediocridad de su vida, en una perpetua búsqueda de autoafirmación y reconocimiento social. Y, aunque ello le parezca gratificante porque le confiere cierto poder, quien se beneficia realmente es la sociedad, el sistema. De hecho, se convierte en una máquina productiva que renuncia a cultivar sus sentimientos y reduce al máximo su vida privada.

MOTIVACIONES DIFERENTES

La motivación es la diferencia fundamental entre una persona obsesionada con el trabajo y otra que ama su trabajo. La de éste último es positiva, devocional y sincera. En cambio, la del adicto suele basarse en el miedo. Los obsesos de suelen ser ansiosos y agresivos, y utilizan la actividad
laboral para tratar de apartar su hostilidad reprimida, su inadaptación social y sus sentimientos incontrolados.

El trabajo funciona para ellos como un narcótico: le libera de tener que enfrentarse a los problemas personales no resueltos y le evita afrontar su incapacidad para relajarse, disfrutar y comunicarse realmente con los demás. Su ansiedad y el sentimiento de que puede perder el control sobre sí mismo y sobre lo que le rodea le empujan constantemente hacia la actividad desaforada.

Hay que trabajar con dedicación pero sin descuidar el resto de las esferas vitales. La contemplación, el autoconocimiento, la conexión íntima con otras personas y el saber gozar son imprescindibles para una existencia rica y placentera. Como señalaba una máxima taoísta, las horas de ocio son las
únicas que hacen soportable la vida, del mismo modo que el espacio vacío es lo que torna habitable una casa