GRANDES MAESTROS ZEN

GRANDES MAESTROS ZEN
De Carlos (Fa Neng)   
http://www.hsuyun.com/es/zengrandesmaestros.html

     

El Zen y los Grandes Maestros
La edad de oro del budismo Ch’an
La dinastia T’ang de China (618-906) fue el marco histórico en el que floreció la escuela budista que hoy conocemos como Zen. La tradición remonta el origen del Budismo Ch’an (su nombre original en chino) a la llegada desde la India a China del legendario monje Bodhidharma en el año 520; este personaje mítico está considerado como el Patriarca Fundador del Zen y es una figura muy venerada en la cultura popular tanto de la China como del Japón.
Sin embargo, eruditos y especialistas coinciden en señalar que el Zen tal y como propiamente se distingue no daría comienzo hasta un siglo y medio después, con el episodio que culminó con el nombramiento de Hui-neng (638-713) como Sexto (y último) Patriarca en sucesión directa desde Bodhidharma. Es a partir de entonces cuando da comienzo la doctrina de la Iluminación Abrupta (o Súbita) y el Budismo Ch’an adquiere su formulación y sabor tipicamente chinos (con clara influencia del taoismo filosófico), asumiendo el estilo característico con el que hoy se le identifica.
Este periodo se ha dado en llamar como “periodo-de-alta-actividad” o Edad de Oro del Zen; he aquí algunos de sus principales protagonistas.
1. Hui-neng ( [Eno]; 638-713)

Hui-neng es considerado unánimemente como el verdadero padre del Zen, y mucho se ha comentado sobre él y sobre su vida, destacando sobre todos el relato de como llegó a ser nombrado Sexto Patriarca del Ch’an, pues este episodio se considera muy ilustrativo del peculiar carácter chino, práctico y directo (en contraste con el del Budismo indio, más dado a la contemplación), que vino a dotar al Zen de su vigor y particular personalidad. Baste pues aquí señalar algunas importantes anécdotas y enseñanzas posteriores a este evento, estando Hui-neng ya en posesión del Manto de la Ley.
Tras serle otorgada por su maestro la legítima sucesión [hassu] y tener que huir a escondidas del monasterio (perseguido por sus rivales), Hui-neng pasó más de 15 años recluido en las montañas viviendo como ermitaño. Un día, juzgó que ya era momento de salir al mundo y fué a visitar el templo de Fa-hsing, donde aconteció lo siguiente:

Hui-neng llegó al monasterio de la provincia de Kuang y se encontró con cuatro monjes que discutían acaloradamente sobre el Dharma a propósito de una bandera que ondeaba sobre sus cabezas. Uno de ellos decía: “Esa bandera es un objeto inanimado y es el viento quien la hace ondear”, a lo que otro monje respondía: “Tanto el viento como la bandera son inanimados, por lo que el ondear es un imposible”. Otro añadió: “El ondear se debe sin duda a una condición de causa y efecto”, a lo que el cuarto monje replicó: “En el fondo, no hay bandera ondeando sino es el viento lo que ondea de por sí”.

Viendo esto, Hui-neng se acercó y les dijo: “Señores, ni viento ni bandera; en realidad, lo que yo veo ondeando aquí sin cesar son vuestras mentes”
El sacerdote abad del monasterio pidió entonces a Hui-neng que los aceptara como discípulos (a pesar de no tener éste ningún rango y ser un desconocido) y, para poder ser oficialmente su maestro, Hui-neng hubo primero de ordenarse a su vez como monje budista, cosa que hasta entonces aún no había hecho (recordemos que era un “laico iletrado” que trabajaba moliendo arroz en el monasterio de su maestro Hung-jen). Se dice que, a partir de entonces, Hui-neng llegó a tener miles de discípulos, aunque nunca anduvo predicando ni buscando seguidores. Tal fue su fama que el mismísimo Emperador envió a un funcionario para invitarle a enseñar en la Corte Imperial, invitación que Hui-neng rechazó prefiriendo quedarse en las montañas del sur, no sin antes aleccionar al susodicho emisario para que transmitiese su doctrina al Emperador Kao-tsung:

 
Hui-Neng, Sexto Patriarca
Su cuerpo momificado en el monasterio de Nan Hua (China)

“Es un error pensar que sentarse silenciosamente en contemplación sea esencial para la liberación. La verdad del Ch’an se abre por sí desde dentro y nada tiene que ver con la práctica del dhyana [meditación] (…) En el Ch’an [Zen], no hay nada que ganar, no hay nada que entender; ¿que haceis pasando el tiempo con las piernas cruzadas? (…) Algunos hablan de iluminar la oscuridad de la ignorancia, pero en el Zen no existe dualismo, no existen Iluminación e Ignorancia por separado, no hay bodhi [sabiduría] ni klesa [pasiones]. En el Mahayana toda forma posible de dualismo es condenada pues no expresa la verdad última. La Naturaleza Búdica no puede ser manchada por pasiones ni purificada por la iluminación. Está por encima de todas las categorías”

A lo largo de su vida, Hui-neng insistió en estos aspectos una y otra vez:

Un discípulo de la escuela del Norte o ‘gradual’ [creada por el antiguo rival de Hui-neng, el derrotado monje Shen-hsiu] acudió a ver al Sexto Patriarca en busca de consejo; éste le preguntó por la doctrina de aquella escuela, a lo que el susodicho discípulo respondió: “Nuestro maestro, Shen-hsiu, nos enseña a detener la actividad de nuestras mentes y sentarnos en silencio, meditando, durante largo tiempo, de un tirón, sin acostarnos ni descansar”

Ante esto, el Sexto Patriarca dijo: “Detener la actividad de la mente, sentarse en silencio a meditar… ¡todo eso es una enfermedad, eso no es Zen! Poner el cuerpo bajo control, obligándose a estar sentado durante varias horas… ¿que tiene eso que ver con el Dharma?”

También dijo, en otro momento:

“Dejar la mente en blanco, no pensando en nada, forzando el cese de los pensamientos… esto es una estupidez (…) Los pensamientos vienen y se van por su cuenta, pues a través del buen uso de la sabiduría no bloquemos nada, y este es el verdadero método de concentración a través de prajna [la sabiduría intuitiva], que es la liberación natural y espontánea. Así es como se lleva a cabo la práctica del wu-nien o práctica del no-pensamiento”

Anteriormente había resumido así el significado del Ch’an:

“No se trata en absoluto de practicar el dhyana [meditación] o de buscar el satori [la Iluminación]; se trata de mirar dentro de uno mismo, de ver dentro de nuestra propia Naturaleza (…) Cuando se entiende la Doctrina Abupta se comprende que no hay necesidad de disciplinarse en las cosas externas, tal es la certeza de quienes ven (conocen) por sí mismos”

En otra ocasión, Hui-neng tuvo de nuevo la oportunidad de corregir una mala interpretación del Camino rescribiendo los versos de un poema (tal y como hiciera antes de convertirse en Patriarca); así lo narra el siguiente mondo:

Un monje dijo a Hui-neng: “Maestro, he escuchado el siguiente gatha [canto] de un tal Wuo-lan:

    Yo, Wuo-lan, conozco un recurso
    mediante el cual suprimo todos mis pensamientos
    Las cosas del mundo no agitan más mi mente
    y así, mi Iluminación madura día a día

Ante esto, Hui-neng dijo: “Eso no lleva a iluminación alguna, sino a un estado de esclavitud”, y a continuación, recitó:

    Yo, Hui-neng, no tengo recurso alguno
    y mis pensamientos no son nunca reprimidos
    Las cosas del mundo agitan la mente siempre, y
    ¿de que sirve una Iluminación
    que madura con el paso del tiempo?

Muchas son las enseñanzas que podrían citarse de Hui-neng, el Sexto Patriarca, aunque tal vez sus instrucciones finales a sus discípulos son unas de las más célebres:

“Cuando alguien os pregunte sobre el Ser, contestadle con el No-ser; si os preguntan sobre el No-ser, contestad con el Ser. Si eres preguntado acerca del hombre corriente, responde en terminos del sabio, y si te preguntan por el sabio, habla en términos del hombre corriente. A cada pregunta, responded siempre en términos de su opuesto, pues a través de este método de opuestos complementarios surge la comprensión del Camino Medio”

Hui-neng falleció en 713, cuando la dinastía T’ang disfrutaba tiempos apacibles y la cultura china alcanzaba el punto más excelso de su historia. Murió sin dejar ningún sucesor oficial, siendo él el último Patriarca del Ch’an. Sin embargo, de entre todos sus discípulos se destacaron cinco que fueron los encargados de proseguir la andadura iniciada por su maestro, y a través de ellos surgieron todas las escuelas de lo que hoy se conoce como Budismo Zen.

2. Huai-jang ( [Ejo]; 677-744)

De los cinco grandes discípulos que tuvo Hui-neng, tal vez el principal fue Nan-yüeh Huai-jang [la trascripción japonesa, siempre entre corchetes, es Nangaku Ejo], pues justamente de Huai-jang surge el más inspirado linaje de maestros Ch’an de la época. Se cuenta que cuando el monje Huai-jang se encontró con el Patriarca Hui-neng, este le preguntó:

“¿De donde vienes?”

“De Nan-yüeh”, contestó Huai-jang

“¿Y como es así que vienes?”, replico Hui-neng

A Huai-juang le tomó 8 años poder dar una respuesta satisfactoria a su maestro y, cuando finalmente lo hizo, se convirtió en uno de sus más notables herederos, dando continuidad a la doctrina de Hui-neng tras la muerte de éste. Manteniéndose fiel al espíritu del Sexto Patriarca, Huai-jang sostenía la siguiente opinión sobre los métodos ‘graduales’ y la aproximación tradicional a la práctica:

“Insistir en entrenarse en la meditación sentada [za-zen] es lo mismo que asesinar al propio Buda. Has de saber que el Zen no tiene nada que ver con sentarse ni con tumbarse.
(…)
El Buda no tiene forma fija, no entiende de distinciones; el Dharma es ‘sin-morada’, no hay lugar en él para la discriminación (no hay una posición que sea correcta frente a otra que no lo sea).
(…)
Si te apegas a la postura sentada no lograrás la esencia del Zen”

Huai-jang transmitió a su vez la sucesión al célebre maestro Ma-tsu, y es bien conocido el mondo que narra el encuentro de ambos.

Ma-tsu vivía en el monasterio de Ch’uan-fa y estaba un dia en el monte, sumido en la práctica de tso-ch’an [za-zen], cuando Huai-jang acertó a pasar por allí, manteniéndose el siguiente dialogo:

“Hermano, ¿para que estás ahí sentado en meditación?”

“Para hacerme Buda [alcanzar la iluminación]”, repuso Ma-tsu

“Ah, ya veo”, dijo Huai-jang, y acto seguido agarró del suelo un trozo de teja y se puso a frotarla contra una piedra.
Ma-tsu le preguntó: “Maestro, ¿que estás haciendo?”

“La estoy puliendo para hacer de ella un espejo”, contestó Huai-jang

“¿Como se puede hacer un espejo de un trozo de teja?”, dijo Ma-tsu

“¿Como puede hacerse un Buda de sentarse-a-meditar?”, replicó Huai-jang

Otra versión de esta historia se cuenta así: “Por mucho que pulas un ladrillo no conseguirás un espejo”; a lo que Huai-jang replicó: “Por mucho que practiques tso-ch’an no conseguirás un Buda”. Ante esto, Ma-tsu preguntó: “Entonces ¿que he de hacer?”; Huai-jang contestó: “Es como guiar un carro; cuando éste se detiene, ¿has de azotar al carro o has de azotar al buey?”. Ma-tsu pasó a ser discípulo de Huai-jang y con el tiempo se convirtió en su único sucesor.

3. Ma-tsu ( [Baso]; 709-788)

Ma-tsu está considerado unánimemente como uno de los grandes maestros de todos los tiempos, siendo uno de los que más contribuyo a la reformulación típicamente china del Zen. De Ma-tsu se dice que “tenía mirada de tigre y andares de búfalo, podía alcanzar con la lengua hasta cubrirse la nariz y tenía marcas en forma de rueda-de-mil-rayos en las plantas de los pies”. Con él se consolida una particular forma de instrucción:

Un día, un monje fue a ver al maestro Ma-tsu en busca de iluminación:

“Maestro, ¿cual es el mensaje último de la doctrina de Buda?”

Ma-tsu se puso muy serio y dijo con solemnidad: “Te lo diré. Pero cuando se discute sobre estos temas tan profundos primero hay que hacerle una postración de reverencia al Buda”

El monje se aprestó a cumplir y adoptó la posición de postrarse, entonces el maestro le dio una gran patada en el culo. Esta inesperada patada llevó al monje a una risa incontrolada y disolvió por completo sus dudas; en ese instante alcanzó su satori. En los siguientes años, siempre decía: “Desde que recibí la patada de Ma-tsu, no he podido parar de reír”.

Ma-tsu sostenía que “el Tao nada tiene que ver con la disciplina” e instruía a sus discípulos por medio de gritos súbitos, golpes y empujones, gestos sin palabras y bruscas paradojas. Cuando no le quedaba más remedio que dar un sermón, decía:

“Apartarse de lo malo y apegarse a las cosas buenas y meditar sobre el vacío y entrar en estado de samadhi [concentración]: todo esto es ‘hacer algo’. Quienes ‘hacen algo’, corren en pos de un objeto externo y son los que más alejados están del Tao.
(…)
Estos ‘oyentes’ están extraviados, no llegan a percibir que la Mente, como es en sí, no conoce de etapas ni procesos ni imaginaciones… Se disciplinan y así alcanzan resultados; se quedan en samadhi durante muchísimos kalpas [eones], se sepultan en el vacío y no saben como salir de su quieta contemplación. Estos ‘oyentes’ no ven dentro de su propia naturaleza.
Desde el punto de vista del Bodhisattva, todo esto se parece a la tortura del infierno”

Tal y como vimos antes, Ma-tsu hablaba por propia experiencia (link a Huai-jang) , y mostraba un especial genio y fiereza en la transmisión directa su sabiduría:

Un día, Ma-tsu salió a pasear con su discípulo Pai-chang cuando vieron una bandada de patos salvajes volando :

“¿Que es eso?”, pregunto Ma-tsu

“Patos salvajes”, respondió Pai-chang

“¿Donde van?”

“Ya no están, se han alejado volando”

De repente Ma-tsu agarró la nariz de Pai-chang y la retorció hasta que éste gritó de dolor. “Entonces”, exclamó el maestro “¿como es posible que ya no estén?”

En ese momento Pai-chang alcanzó la Iluminación.

4. Nan-chuan ( [Nansen]; 748-835)

Tal vez se entienda mejor el anterior ejemplo de Ma-tsu a través del famoso mondo de uno de sus sucesores, el maestro Nan-chuan. Este maestro estudió durante años en distintas escuelas budistas chinas como la Hua-yen [Kegon] y otras; posteriormente, alcanzó la Iluminación con Ma-tsu y se retiró a una choza que se construyó él mismo en el monte, donde permaneció durante 30 años. Nan-chuan sólo se decidió a enseñar debido a la insistencia de varios monjes que se lo rogaron repetidamente. Se dice que entonces bajó del monte, se instaló en un monasterio y tuvo como discípulos a varios cientos. El mondo antes mencionado es el siguiente:

En el monasterio en el que Nan-chuan vivía, los monjes observaban los preceptos, estudiaban los sutras [escrituras] y, aplicándose al estudio del Dharma, se enfrascaban en discusiones sobre esto y lo otro. Un día en que surgió una de estas polémicas, Nan-chuan apareció en la sala acariciando a un gato, lo puso sobre el púlpito y dijo:

“A no ser que alguno de vosotros diga ‘algo-bueno-de-verdad’, ahora mismo parto a este gato por la mitad”, y dicho esto saco a relucir un cuchillo y se dispuso a cumplir con su amenaza.

Los monjes, mirándose unos a otros, no supieron que hacer y, ante su silencio, Nan-chuan partió de un tajo en dos al gato.

Por la tarde, el monje Chao-chou regresó de su paseo por el bosque y el maestro Nan-chuan le relató el incidente. Al punto, Chao-chou se puso las sandalias sobre la cabeza y salió sin más por la puerta, ante lo cual Nan-chuan exclamó: “¡Mira, si tú hubieras estado aquí, el gato se habría salvado!”

Este es un mondo impactante, pero sin duda, Nan-chuan es y será siempre uno de los maestros más mencionados de todo el Zen en función del clásico diálogo que mantuvo con su discipulo Chao-chou:
El monje Chao-chou preguntó a su maestro:

“¿Que es el Tao?”

“Tu mente de todos-los-dias [ordinaria, cotidiana, habitual] es el Tao”

“¿Y como puede uno volver a sintonizarse con ella?”

“Al tratar de sintonizarte es precisamente cuando te desvías”, replicó Nan-chuan.

Esta frase es tan venerada que se ha convertido en sí misma en un aforismo Zen, usándose para describir la esencia misma de éste: ‘el Camino de la Mente (o conciencia) Cotidiana [heijo-shin kore do]’.
Nan-chuan finalizó diciendo:

“El Camino no es cuestión de saber o no saber; ‘saber’ es falso entendimiento, y ‘no saber’ es ignorancia ciega. El verdadero Camino está más allá de toda duda, es vasto e ilimitado como el cielo vacío; ¿Cómo podría haber ahí lugar para correcto o incorrecto?”

A raíz de este diálogo, Chao-chou obtuvo su satori

5. Chao-chou ( [Joshu]; 778-897)

De este modo, Chao-chou alcanzó la Iluminación a la temprana edad de 18 años, tras lo cual pasó otros cuarenta años junto su maestro Nan-chuan hasta que, a la muerte de este, se convirtió en su sucesor.
Sin embargo, Chao-chou optó entonces por una vida de peregrinaje para profundizar en su experiencia contrastándola con otros maestros (práctica posteriromente conocida como ‘Combate [contienda, debate] del Dharma’ o ‘hossen’ ), y se dice que llegó a ir en busca de todos y cada uno de los sucesores y alumnos de Ma-tsu (su “abuelo-en-el-Dharma”). Sólo a la edad de 80 años se estableció finalmente en un monasterio y aceptó discípulos, llegando a vivir hasta la edad de 120 años.

Un monje le dijo a Chao-chou: “Maestro, por favor, enseñame lo que es el Zen”

Chao-chou dijo: “¿Has comido ya tus gachas de arroz?”

“Ya las he comido”

“Entonces lava tu tazón”

El estilo de instrucción de Chao-chou se llamó “Zen de la boca y de los labios”, pues en voz ronca y profunda emitía las palabras justas que se decía eran capaces de atravesar, como una espada cortante, los obstaculos en la mente de sus discípulos.

En una ocasión, un monje preguntó:

“Maestro, ¿cual es el significado último del origen del Zen?”

“El ciprés en el patio”

El monje replicó: “Maestro, veo lo que estás haciendo; contestas a mi pregunta con el método de opuestos complementarios (link a Hui-neng), usando terminos que me hagan volver al terreno de la realidad concreta”

“¡Yo no estoy haciendo todo eso!”, protestó Chao-chou

“Entonces dime, ¿cual es el significado último del origen del Zen?”

“El ciprés en el patio”

Muchos son los mondos que tienen a Chao-chou como protagonista. En otra ocasión, se le preguntó si un bebé, un niño de teta, se valía o no de sus seis sentidos, y si de este modo estaba también condicionado por ellos; la respuesta fué: “Él juega a la pelota que flota en el torrente de agua”. Años después, otro maestro Ch’an (T’ou-tzu) comentó sobre este mondo: “Es la mente, la conciencia, que no deja de fluir (adaptándose a la corriente como una pelota de corcho en un arroyo de montaña)”.
Igualmente, varios de sus mondos han sido y siguen siendo usados a modo de koan, y son varios los koanes célebres que se remontan a Chao-chou. De entre todos ellos, tal vez el más famoso, admirado y arduo de todos sea el siguiente:

Un monje dijo: “Maestro, ¿tiene un perro Naturaleza Búdica?

El maestro gritó: “¡Wu!” [¡Mu!]

Éste es un koan que ha hecho correr ríos de tinta, pues son muchos los maestros que han alcanzado la Iluminación gracias a él. (Baste aquí señalar que la exclamación “¡Wu!” [en japonés: ¡Mu!] es, entre otras cosas, una brusca interjección onomatopéyica, un término que designa “ausencia-de” (como en wu-nien: “no-pensamiento”) y que tiene función de adverbio similar a “sin” o “ningún” (wu-wei: “sin-interferir”, “ningún-manipular”) y una palabra o sonido que se pronuncia igual (aunque se escribe de manera distinta) que la acepción original en chino del término japonés satori [wu].)
Chao-chou ha pasado a la historia del Zen como uno de los maestros más venerados y se cuenta que, de sus 13 sucesores, pocos consiguieron igualarle y ninguno llegó a superarle, con lo que finalmente su línea se extinguió al cabo de pocas generaciones.

6. Pai-chang ( [Hyakujo]; 720-814)

Así pués, el linaje del viejo maestro Ma-tsu tuvo continuidad histórica a través de otro de sus discípulos; éste fué Pai-chang Huai-hai (también conocido como Po-Chang), quién después del famoso retortijón de nariz de su maestro (link a Ma-tsu) se convirtió en otro de sus sucesores (otra versión cuenta que Pai-chang obtuvo su satori al pegarle Ma-tsu tal grito en la oreja que se quedó sordo durante tres días).
A Pai-chang se le atribuye la fundación de la tradición monástica del Ch’an, pues es de resaltar que ninguno de los grandes maestros previos a él habían tenido a bien contar con monasterios propios, dejándose invitar como ‘huéspedes’ por otras escuelas budistas. Pai-chang llevó a cabo esta empresa dotándola de un característico sabor Zen:

Po-chang tenía tantos estudiantes que tuvo que abrir un segundo monasterio. A fín de nombrar a un maestro para que se encargase de éste, reunió a sus monjes y se presentó ante ellos con un jarrón, diciendo:

“Sin decir que es un jarrón, decidme ¿qué es esto?”

El monje principal exclamó: “¡No se puede decir que sea un trozo de madera!”

En ese momento el cocinero del monasterio apareció, derribó el jarrón con el pie y a continuación se fué. Po-chang puso el nuevo monasterio a cargo del cocinero .

Pai-chang formuló las reglas precisas para la vida en un monasterio Zen, código que se ha mantenido vigente hasta nuestros dias bajo el nombre de Pai-chang Ch’ing-kuei [Hyakujo Shingi]. Estas reglas acentúan la importancia de que tanto monjes como maestros combinen la practica meditativa con las tareas cotidianas y el trabajo manual (cortando leña, acarreando agua, etc…). Una muy famosa anecdota de Pai-chang al respecto dice así:

El maestro Pai-chang siempre decía: “Un día sin trabajo, un día sin comida”. Una vez, siendo él ya muy anciano, sus discipulos le vieron trabajando afanosamente en el jardín, a merced del clima, y decidieron esconderle las herramientas para proteger su salud.
El viejo maestro se negó a probar bocado si no le dejaban trabajar y al cabo de unos días, temiendo que Pai-chang ayunase hasta morir, los discipulos le tuvieron que devolver sus utensilios. Pai-chang pasó todo el dia trabajando en el jardín y solo entonces se avino a comer de nuevo, insistiendo:

“Un dia sin trabajo, un dia sin comida”

Pero Po-chang también es recordado por su profunda sabiduría y sus hábiles enseñanzas y definiciones del Camino:

Un monje preguntó a Pai-chang: “¿Como puedo seguir el Camino del Zen?”

La respuesta fué: “No te apegues, no busques”

Pai-chang decía que “buscar la Naturaleza Búdica es como ir a buscar un buey montado en un buey”, y su frase más famosa (que tal vez sea una de las mejores definiciones sobre el espíritu del Zen) se halla en el siguiente mondo:

Un discípulo preguntó: “Maestro, ¿cual es la esencia verdadera de la Iluminación?”

Pai-chang contestó: “Comer si hay hambre, dormir si hay sueño”

[Otra versión de este célebre mondo reza así: “Maestro, ¿qué es el Zen?”, Pai-chang: “Cuando tengas hambre, come; cuando tengas sueño, duerme”]

7. Huang-po ( [Obaku]; ?-850)

Pai-chang Huai-hai tuvo varios sucesores, pero tal ve el más importante fue Huang-po; éste se habia hecho monje siendo muy joven y un buen día decidió ponerse en camino para ver al gran maestro Ma-tsu y solicitar que lo acéptase como discípulo. Sin embargo, al llegar a su monasterio, se encontró con que Ma-tsu había fallecido. No obstante, su sucesor (el maestro Pai-chang) lo tomó bajo su dirección y con él estudió muchos años, heredando así la doctrina tal y como se transmitía desde Hui-neng:

Un día, Pai-chang preguntó a su discípulo Huang-po: “¿Donde has estado?”

Huang-po contestó: “Recogiendo setas al pie del monte”

“¿Has visto a algún tigre?”, dijo Pai-chang

Súbitamente, Huang-po rugió como un tigre, ante lo que Pai-chang agarró un hacha y se levantó, con ademán de ir a descargar un golpe. De inmediato, Huang-po le atizó una sonora bofetada; el maestro Pai-chang rompió a reir a carcajadas. De regreso al claustro, dijo a los demas monjes: “Tened cuidado: al pie del monte hay un tigre y habeis de saber que hoy me ha dado un mordisco”. De este modo, Pai-chang confirmó a Huang-po como su sucesor.

Se describe a Huang-po como un hombre de voz sonora, más de dos metros de estatura y personalidad sencilla y clara. Es muy venerada su célebre obra “Tratado sobre la Doctrina de la Mente” [Ch’uan-hsin-fa-yao] que recoge sus enseñanzas:

“Es precisamente por el hecho de buscar el hallazgo de la Naturáleza Búdica que uno produce el efecto contrario de no encontrarla; (…) no puede ser buscada ni solicitada, ni asimilada a través de la sabiduría o el conocimiento, ni explicada en palabras, ni puede hacérse tangible o alcanzarse a través de ningún tipo de acciones u obras meritorias; (…)

Si se cree que se puede usar la mente para buscar, se falla en comprender que aquello que busca y aquello que es buscado son en realidad lo mismo; (…) A los hombres les asusta el olvidar sus propias mentes, tienen miedo de caer a través del vacío sin nada a lo que poder agarrarse, no saben que el vacío no es en realidad sino el reino mismo del Dharma.

Temiendo que ninguno de vosotros comprendiese esto, los Budas usaron el término Tao, mas no se debe asociar ningún concepto a este nombre; se dice: “Cuando se atrapa el pez, se olvida la red”; cuando el cuerpo y la mente alcanzan la espontaneidad, el Tao es alcanzado y la mente universal es por fín comprendida; (…) En otros tiempos, las mentes de los hombres eran agudas; con sólo oir una frase, abandonaban el estudio y eran llamados “los sabios que, abandonando todo aprendizaje, reposan en la espontaneidad”. Hoy en día, la gente solo busca atiborrarse de conocimientos y deducciones, poniendo gran enfasis en las explicaciones escritas, y a esto lo llaman practicar.”

Esta obra es de gran importancia y en ella se deja ver la clara influencia de la filosofía Taoísta en el desarrollo del Zen. En el párrafo anterior Huang-po no sólo cita una célebre frase de Chuang-tzu sino que equipara la espontaneidad [tzu-jan] con la Naturaleza Búdica misma. Una y otra vez se enfatiza el mismo enfoque respecto al estudio y la práctica del Dharma:

En cierta ocasión, un grupo de monjes peregrinos visitaron a Huang-po en busca de instrucción. Éste apareció y les dijo:

“¡Vosotros, atajo de chupazurrapos! Si siempre andais peregrinando ¿dónde hallais el ahora? ¿Es que no sabeis en que todo el Imperio T’ang no hay ni un solo maestro de Zen?”

Un monje se adelantó temeroso y dijo: “Pero maestro, en todas partes se reciben discípulos y se cuenta que estos aprenden…”

Huang-po replicó: “Yo no he dicho que no haya Zen, sólo que no hay maestros”

Este mondo, al igual que el siguiente, muestra el estilo característico de los sermones de Huang-po:

Apareciendo en la sala pública, el maestro dijo:

“El tener muchas y variadas clases de conocimiento no puede compararse con dejar de buscar cosa alguna, que es lo mejor que puede hacerse… ¡No habiendo más que decir, se disuelve la asamblea!”, y al momento se fué por donde había venido.

Otros discípulos de Huang-po ni siquiera pudieron contar con tan escasas palabras de instrucción; Lin-chi (quien sin duda fue el principal de entre los sucesores de Huang-po y que se convirtió después en uno de los mas grandes maestros del Ch’an) solo acertó a recibir puñetazos en las costillas en cada una de sus entrevistas con el maestro Huang. Cuando posteriormente alcanzó la Iluminación, continuó largo tiempo instruyéndose junto a éste.
[Cabe reseñar aquí que, antes de establecerse, Huang-po había visitado a su vez al gran maestro Nan-chuan, pasando algún tiempo bajo su dirección y coincidiendo también sin duda con Chao-chou, ya por entonces maestro iluminado (quien a su vez es bien probable que devolviera la visita a Huang-po durante sus posteriores años de peregrinaje). Así, al estudiar con Nan-chuan (además de con Pai-chang), Huang-po tuvo la oportunidad de absorber por partida doble la doctrina del gran Ma-tsu, de quien ya era “nieto-en-el-Dharma” -y quien a su vez era “nieto” del mismísimo Hui-neng- pudiendo así transmitir a su sucesor Lin-chi la doctrina del Zen tal y como se habia mantenido evolucionando en linea directa desde el Sexto Patriarca a través de los más grandes maestros de la Edad de Oro.]

8. Lin-chi ( [Rinzai]; ?-866)

Lin-chi está considerado como uno de los más importantes personajes de la historia del Budismo Zen. Recibió, a través de Huang-po, toda la sabiduría y enseñanzas de los más grandes maestros de la época en linaje directo desde el Patriarca Hui-neng. La doctrina enunciada en la India por el Buda Sakyamuni había sido reformulada de un modo inconfudiblemente chino (práctico, directo, en gran medida Taoísta) y el Ch’an se encontraba ahora en el punto más álgido de su historia.
Lin-chi fue el fundador de la primera de de las cinco escuelas (o Cinco Casas) tradicionales del Zen en China, escuela que lleva su nombre y que durante los siguientes siglos no fue sólo la más influyente dentro del Ch’an sino también la de más vitalidad dentro del ámbito de todo el Budismo chino en general, llegando a absorber con el tiempo a todas las restantes líneas del Budismo Zen (con la única excepción de la Soto, que sobrevivió con independencia como escuela nipona al re-fundarse en Japón en el siglo XIII).
Son incontables los mondos y anecdotas que tienen a Lin-chi como protagonista, y sus dichos y enseñanzas se conservan en el Lin-chi-lu [Rinzai Roku], obra clásica del Zen. Baste aquí pues exponer algunos de los fragmentos más significativos de sus sermones:

“¿Porqué salgo aquí a hablar? Porque vosotros, entusiastas de la Vía, váis trotando de un lado a otro, buscando la Verdad [la mente], incapaces de deteneros; (…) Cuando veáis las cosas como yo las veo, aposentaréis vuestro culo en las cabezas de los Budas; los más grandes Bodhisattvas se arrastrarán como esbirros, los Santos e Iluminados apestarán como la mugre de una letrina y bodhi y nirvana serán como postes para atar burros.

¿Calvos, qué andáis buscando? Por todos lados váis diciendo que el Tao ha de practicarse y ponerse a prueba (comprobarse)…¡No seáis zoquetes! Si hay alguien que pueda practicar algo, lo que ese practica no es si no la acumulación de karma para varias reencarnaciones. Habláis de disciplinar a la perfección los seis sentidos, pero eso no es más que crear karma, ¡los Budas y Patriarcas no son tan superficiales! (…) Buscar el Dharma es crear karma, estudiar los sutras y comentarios es crear karma, buscar al Buda … ¡todo eso no es más que crear karma y más karma, que os llevará derechos de cabeza a los Infiernos!
Muy por el contrario, los antiguos vivían la vida con enorme despreocupación, actuando apropiadamente en función de cada circunstancia particular, según ésta surgiese y según viniese a cuento (sin directrices ni ideas preconcebidas); (…) No hay lugar en el Budismo para el esfuerzo, simplemente sed vosotros mismos, sin añadir nada especial. Haced caca, laváos el culo, ponéos la ropa y comed vuestra comida. Cuando estéis cansados, id a tumbaros. Los ignorantes se burlarán de esto, pero los sabios lo comprenderán.

Cuando sea hora de vestirse, ponte la ropa, cuando tengas que andar, anda, cuando tengas que sentarte, siéntate. No albergues ni un solo pensamiento en tu mente respecto a buscar la Budeidad. Un antiguo sabio dijo: ” Si uno busca al Buda, uno pierde al Buda”; (…) Al ir de un sitio a otro, si a cada sitio lo consideras tu propio hogar esto será auténticamente así, pues lo cierto es que, ante cualquier circunstancia que surja, uno nunca ha de intentar cambiarla (o manipularla). De este modo, tus acciones y sentimientos habituales, que normalmente crean karma suficiente para los Cinco Infiernos, se transformarán por si solos en el Gran Oceano de la Liberación.

 
El Maestro Lin Chi (Rinzai)

¿Queréis saber a quién se parecían los grandes maestros? No tenían nada que no tengáis vosotros. Si intuís esto, no hay diferencia entre vosotros y esos viejos maestros. Si deseáis pareceros a ellos, dejad de mirar hacia afuera. Sed vosotros mismos; (…) Todos tenemos la Naturaleza Búdica; el problema es que vosotros no teneis fe, no creeis lo bastante, carecéis de libertad e independencia, os perdéis en una persecución constante de cosas ajenas y lo único que conseguís es un mero conocimiento literario (intelectual, teórico) que se aleja por completo del Camino de la vida (…) Cuando ceséis de correr detrás de las cosas externas, entonces es cuando os pareceréis a los viejos maestros. Si por el contrario seguís corriendo tras ellas con apego, renaceréis en el vientre de una burra o de una vaca.

No cometais el grave error de buscar convulsivamente por todo vuestro vecindario (a vuestro alrededor) en vez de en vuestro interior. Os equivocais de lleno al tratar de dominar el Zen, de dominar el Dharma, de aprender palabras o frases, de ir en busca del Buda; limitaos a mirar dentro de vosotros mismos. El Buda relató la historia de Yajnadata, quien pensando haber perdido su cabeza, corría desesperadamente en pos de ella; en el momento en que se dio cuenta de que nunca la había perdido, halló la paz. No seais traviesos, detened por fín vuestras histéricas correrías.

Calvos, algunos de vosotros, necios y anticuados, estáis completamente perdidos. Continuamente andáis reconociendo y nombrando toda clase de cosas, véis espíritus y fantasmas, miráis en esta dirección y en la otra, decís: “esto es buen tiempo, esto es mal tiempo”, discriminando sin parar aquí y allá. ¡Pobres adeptos ciegos! Si seguís así, es bien seguro que algún día habréis de comparecer ante el mismo Rey de la Muerte, que os pedirá que pagueis vuestras deudas tragando bolas de hierro al rojo vivo.

Reverendos Señores, todos los maestros tuvieron su modo de ayudar a los demás; respecto a mi método, consiste en sacar a los demás de su tremendo engaño: sabed que no sóis dueños de vosotros mismos, y que esto es debido a que andáis continuamente persiguiendo cosas externas; (…) Los eruditos dicen: “El Triple Cuerpo es la Realidad Última de las cosas”; no obstante, según mi intuición, lo que yo me huelo es que esto del Triple Cuerpo no son más que palabras, meras palabras y nada más que palabras; (…) Amigos, no busquéis nada en la palabra escrita, los esfuerzos mentales os agotarán y no conseguireis cosa alguna; tal y como lo veo, en realidad no hace falta ninguna cosa en especial: ponéos vuestra ropa, coméos vuestro arroz y dejad pasar el tiempo, tranquilamente, sin hacer nada (dejando acontecer).

Cuando uno hace por cultivar el Tao, entonces el Tao no puede fluir, y por todos lados empiezan a surgir condiciones nocivas y perniciosas, compitiendo para ver cual de ellas resulta más dañina. Ahora bien; cuando, por el contrario, aparece la espada de Prajna [la sabiduria-más-allá-del-intelecto o sabiduria intuitiva], entonces no queda piedra sobre piedra (no queda nada), pues no hay ya cosa alguna que pueda quedar en pie.

Durante los siguientes siglos, el Ch’an siguió floreciendo en el Reino Medio, confirmándose como la más importante escuela budista del Lejano Oriente y pasando a ser la manifestación religiosa dominante en China durante la dinastía Sung. Posteriormente, diversos factores (las frecuentes persecuciones al Budismo, la afinidad y progresiva hibridación con la muy cercana escuela de la Tierra Pura, la invasión manchú) pusieron fín a esta característica y brillante etapa de la historia.
Mientras tanto, el Zen llegó a Japón durante el periodo Kamakura (1185-1359), encontrando una gran aceptación en relativamente poco tiempo. Allí la doctrina original del Ch’an se reformuló nuevamente de acuerdo a la personalidad nipona y dieron nacimiento las escuelas modernas Soto y Rinzai, tradiciones de explícito corte cultural japonés que han sobrevivido en perfecto estado hasta nuestros días.
Como tantas otras manifestaciones chinas, el Zen ha ejercido enorme influencia sobre el arte y la cultura japonesas, y si tenemos en cuenta que el Budismo de la Tierra Pura [Shin] es un pariente tan cercano del Ch’an que, en palabras del erudito Dr. D.T. Suzuki, “Zen es Tierra Pura y Tierra Pura es Zen”, ha de considerarse finalmente que ésta es la mayoritaria y principal forma de Budismo practicada en Japón y en China hoy en día.

“Estando sumidos en la confusión, ninguna doctrina ni nadie puede salvaros; pero cuando el destello genuino de Prajna rompa a brillar en vuestro interior, toda la confusión se desvanecerá al instante; esto hará que comprendáis la Verdad por vosotros mismos, conduciéndoos a la súbita realización del Despertar”

    – Hui-neng , Sutra de la Plataforma del Sexto Patriarca