Tribus amazónicas– Murui /Muinane

http://2.bp.blogspot.com/_5x-W7If3AQs/SuN-li6uqGI/AAAAAAAAAlI/0s_cJGaBg78/s320/huitoto5.jpg

Fuente: http://2.bp.blogspot.com/_5x-W7If3AQs/SuN-li6uqGI/AAAAAAAAAlI/0s_cJGaBg78/s320/huitoto5.jpg

Huitoto, uitoto o mejor witoto. Las tres maneras de escribir el nombre tienen un significado peyorativo, utilizado por el hombre blanco para identificar a esta población indígena del sur del departamento del Amazonas que, por imposición, se acostumbró a ser llamada y reconocida de esta forma y no por su verdadero nombre: Murui Muinane. Y fueron los hombres blancos, en especial los ingleses, quienes protagonizaron a finales del siglo XIX, el boom del caucho, una de las tragedias más grandes para estos pueblos después de la colonización europea, con las mayores consecuencias nefastas y cuyos efectos aún se perciben en algunos grupos sobrevivientes, pues fueron los Murui Minane la principal mano de obra para explotar la planta de caucho, materia prima para la fabricación de los neumáticos de los automóviles.

El peruano Julio César Arana creó la empresa explotadora de caucho más grande de ese tiempo en nuestro país, conocida como la Casa Arana, que más adelante se llamaría Peruvian Amazon Company, luego que el dueño lograra millonarios contratos de venta y beneficiosos acuerdos comerciales con los ingleses. Él era el poseedor de todos los cultivos de caucho y quien mantenía el control y dominio sobre toda la población indígena de la región. No existe explotación de planta alguna que haya alterado la vida humana tan drásticamente y en tan corto tiempo.

Estos indígenas vivían en la más deplorable e infrahumana condición, en selvas infestadas de malaria y lejos de las aldeas. La situación laboral era de esclavitud, sometidos a una alimentación deficiente, expuestos a enfermedades tropicales, a la tortura, a mutilaciones y a veces a la muerte, como castigo cuando no lograban extraer la suficiente cantidad de látex que exigían a cada uno, 40 arrobas al mes. Algunas familias intentaban huir, pero en su mayoría eran recapturadas y torturadas como escarmiento para los demás. Esta infame industria diezmó y exterminó a tribus enteras de una maravillosa raza aborigen. Se calcula que en la primera década del siglo XX murieron alrededor de 40. 000 indígenas de los 50. 000 existentes en ese momento. Por si fuera poco, años después, en 1932, el conflicto militar entre Colombia y Perú cobraría muchas más vidas de habitantes Murui Minane que se utilizaron como carne de cañón por parte de los dos países.

Los Murui Muinane

Con una población aproximada de 6. 000 personas, los Murui Muinae habitan el sur de la amazonía colombiana, entre los ríos Putumayo, Igará Paraná, Caraparaná y Caquetá; los diferentes dialectos, Mika, Minika, Búe y Nipoode, dependen de la zona donde están ubicados.

Su organización social se basa en casas multifamiliares o malocas, que están habitadas por los padres y sus hijos varones con sus respectivas familias, cada cuál con unas funciones: cantor, chamán, preparador de coca y aprendiz de la tradición, hijas célibes y otros conjuntos cíe parientes.

El jefe o dueño de la maloca constituye la máxima autoridad de la misma. Esa autoridad está basada en el saber tradicional y en los tipos de rituales que promueve. Él es el responsable de la seguridad cósmica y práctica de grupo; debe prevenir las enfermedades, propiciar buenas cosechas y garantizar suficientes animales para la caza. Es la figura principal de los rituales de la siembra, de la recolección del maní, de la cacería, del 20 de julio, del día de San Rafael, patrono de la tribu, de la resurrección y de la navidad. Toda actividad social tiene su rafue (palabra), que constituye la condición para que se dé su correcta ejecución; como la ceremonia del mambeadero, que se realiza en la parte central de la maloca, en la cual diariamente se ingieren en forma ritual las plantas sagradas de coca y tabaco.

El sistema económico de los huitotos se fundamenta en la agricultura, la recolección de ciertos alimentos y la pesca, en la que participan los niños y las mujeres, y en donde se emplean arpones, anzuelos, machetes o trampas; en determinadas épocas del año se organizan pescas colectivas que consisten en envenenar el agua con una planta especial y así capturar decenas de peces. La caza es otra forma de conseguir alimento y es llevada a cabo por los hombres de la tribu. Antiguamente se utilizaba la cerbatana, la lanza y otras armas blancas para cazar, pero en la actualidad se usa cada vez más la escopeta. El cazador es apoyado generalmente por perros y durante la noche utiliza linternas; las presas preferidas son los puercos, los venados y pequeños mamíferos como el borugo y la guara. Entre las aves se obtienen loros, tucanes y guacamayas.

En los alrededores de las casas se cultivan árboles frutales y yuca brava y dulce, que se transforma en “casabe” y se consume en forma de bebida ritual o doméstica. También se siembra ají, aguacate, maní, caimo, umarí y en ocasiones maíz, que se utiliza para alimentar a las gallinas y otros animales domésticos; con algunas fibras de los árboles se fabrican hamacas y se tejen canastos. La mujer se encarga de la siembra y la cosecha de los productos, con excepción de la coca (jibiyú), el tabaco y otras plantas psicotrópicas, que son sembradas y recogidas por los varones.

La hoja que hace hablar

“En la noche, cuando la sombra borra las distancias, cuando todos los mundos se hacen presentes, los abuelos Huitotos recorren los caminos de los sueños despiertos usando las plantas de poder”.
Fernando Urbina Rangel, Amazonía, naturaleza y cultura.

La coca se pila y se tuesta en ollas de barro o canecas de metal; el polvo cernido se mezcla con ceniza de yarumo u hoja de uva de monte, el resultado se mambea y se disuelve paulatinamente, formando abultadas pelotas en las dos mejillas. Todo hombre posee su recipiente de coca y lo intercambia con sus interlocutores en el momento del ritual; por su parte, el tabaco se consume en forma semilíquida (ambil); los adultos acostumbran a llevar ambil en un pequeño frasquito que se ofrece en las reuniones.

Vender y comprar coca o tabaco es profanar un rito sagrado para los huitotos. Talar árboles y cazar animales indiscriminadamente, tomar más de lo necesario o hacerlo sin tener en cuenta que se debe preservar, es afectar a la madre naturaleza, aquella que nos da la vida y nos brinda lo necesario para vivir. Un Murui Muinane no desperdicia, trabaja, utiliza y agradece todo lo que tiene.

“La coca y el tabaco constituyen para los huitotos el soporte material del ritual, actividad que fundamenta y da sentido a su comportamiento tanto extraordinario como cotidiano. La necesidad de utilizar elementos intermediarios entre el hombre y los poderes que lo trascienden se llena con la coca y el tabaco. Las plantas rituales le abren un mundo en el cual casi todo es posible”.