En torno a la autogestion

http://espora.org/biblioweb/bitacora.html#parte6_4

VI.4) “En torno a la autogestión”

Explicando el concepto

La autogestión es una de las metas que el anarquismo se propone. Es conveniente por tanto exponer que entendemos bajo esa idea y revisar sus problemas, alcances, posibilidades, etc.

La autogestión es un proyecto o movimiento social que tiene como método y objetivo que la empresa, la economía y la sociedad entera estén dirigidas por los trabajadores de todos los sectores vinculados a la producción y distribución de bienes y servicios, propugnando la gestión y democracia directa.

Examinemos lo anterior con detenimiento. La autogestión se opone a la heterogestión, que es la forma de conducir las empresas, la economía, la política o la sociedad desde fuera del conjunto de los directamente afectados, tal como ocurre ahora, que a las empresas y a la economía las dirige el Capital, a la política los partidos, a la sociedad el Estado.

La autogestión es un proyecto o movimiento, es decir no es un modelo acabado. Su estructura, organización y aun su existencia es y será fruto del deseo, el pensamiento y la acción de los miembros del grupo involucrado (una fábrica, una finca, una escuela o la sociedad toda) sin preconceptos ni imposiciones.

La autogestión es social en tanto no es individual. La gestión es la tramitación de diligencias para un asunto, por lo que implica la participación de más de una persona. Si esta gestión se realiza en el seno de un grupo, mediante acuerdos y sin coacciones exteriores, no se afecta la libertad individual que es la base para que un acuerdo no sea sometimiento.

La autogestión es método y objetivo, es decir, su fin es ella misma en tanto la plena participación del individuo en el conjunto social, asumiendo en forma directa y colectiva la conducción de su grupo. La única forma de lograrlo es mediante la ejecución de acciones autogestionarias. No hay un método que nos lleve a la autogestión excepto su propio ejercicio en el seno de un colectivo.

Se mencionaron dos aspectos, social y económico, y en este último hay dos niveles: microeconómico y 1macroeconómico. En el nivel microeconómico, la empresa autogestionada se caracteriza por estar la dirección en manos de los trabajadores y no en manos de los dueños, sean privados o el Estado. En el nivel macroeconómico lo anterior se traduce en la total perdida de peso del Capital en las decisiones económicas, siendo los trabajadores y sus intereses colectivos quienes dirigen la economía; creando para ello, si es necesario, nuevos sistemas de organización. Extender la autogestión a la sociedad implica hacer desaparecer todos los centros de poder que ahora se reservan la gestión político-social, tales como los partidos políticos, las burocracias sindicales, el Estado, el Ejército, etc.; poniendo en manos de todos los miembros de la colectividad sus asuntos, sin intermediarios o dirigentes, organizándose de la manera que a buen saber y entender juzguen más adecuada.

(CORREO A, # 4, p. 4, mayo 1988)

¿Autogestión o cogestión?

Antes definimos lo que es autogestión y hemos tratado de analizar lo que significa. En pocas palabras, es la toma por parte de los trabajadores, directamente, de sus propios asuntos, tanto económicos como políticos, sociales, de defensa, sin la injerencia de otras instancias como serían los representantes del Capital, los partidos políticos, el Estado o las Fuerzas Armadas.

Hay dando vueltas otro concepto que la burocracia sindical o los empresarios enarbolan de cuando en vez y es el de cogestión. La cogestión es un modelo de participación, caracterizado por la composición paritaria de las instituciones. En otras palabras, patronos y trabajadores participan en igual número en la dirección de la empresa (en el mejor y más hipotético de los casos), con un hombre “neutral” para resolver situaciones de empate. Este sistema opera en Alemania desde 1976, y en menor o semejante grado en otros países.

La autogestión es algo muy diferente de la cogestión. Como dijimos, la cogestión es una forma de participación, es decir, tener parte en una cosa. Pero tener parte, en este caso, significa admitir una estructura preexistente, la empresa o la fábrica, haciendo los trabajadores un aporte a la dirección de algo que no les pertenece. En la cogestión el patrón cede inteligentemente una parte de su poder dictatorial para conciliar o superar fricciones entre empleados y propietarios. Pero de ninguna manera se pone en duda quien manda, quien tiene la última palabra, quien es el dueño: el Capital, sea privado o estatal, nunca los trabajadores.

La autogestión no es participación. En la autogestión no hay dueño del capital, privado o estatal, que participe o coparticipe. Es la totalidad de trabajadores la que asume la dirección y administración de la empresa. No se trata de limitar el papel del “natural interés de los capitalistas” en la conducción de la empresa, sino de eliminarlo, transformando radicalmente la manera de concebir la empresa. Con la autogestión la empresa no tiene porque desaparecer, ni perder eficiencia, ni dejar de contribuir a la satisfacción de sanas necesidades, sino que tiene que cambiar el polo alrededor del cual giran sus intereses. Si les parece imposible, es lo mismo que cuando sucedió cuando Copérnico dijo que la Tierra giraba alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la Tierra. Y resultó que así anduvo mejor la Astronomía.

A esto se suma que la autogestión también pretende una transformación total y radical de la sociedad, y no sólo de la empresa, porque se trata de otra versión de la revolución copernicana. En cambio la cogestión es un sistema de participación que puede coexistir con cualquier sistema político y adaptarse a cualquier organización social. La autogestión es un intento de modificar la organización social y la noción de política, poniendo en manos de todos y cada uno, de manera directa y sin intermediarios, todos sus asuntos.

(CORREO A, # 6, p. 8; agosto 1988)

Autodescubrimiento = autogestión

Muchos han sido y serán los comentarios respecto al V Centenario del 12 de octubre de 1492. Es llamado el Descubrimiento, el Encuentro de Dos Mundos o la Salvaje Conquista de América. En cada caso hay razones que justifican que se lo considere de una u otra forma. Llamarlo Descubrimiento se funda en que nuestro continente no era conocido… en Europa. Nombrarlo como Encuentro de Dos Mundos minimiza los hechos de violencia que acompañaron al acontecimiento, así como llamarlo Salvaje Conquista ignora todo el aporte cultural que de la península ibérica vino a estas tierras y que es innegable. Sin olvidar la gran influencia que en bastantes zonas de América tuvo la etnia africana, que también es “invasora”, aunque habiendo sido forzada a ello.

Asomar y discutir estos temas es positivo, pero creo que no debe de ofuscarnos de manera que descuidamos lo que estimo debe ser nuestra principal preocupación. Medio milenio es mucho tiempo de mezcla entre ibéricos, indios y negros. Sin negar la importancia del origen, ha surgido de ello un tipo singular de habitante del planeta fruto de esas culturas que lo constituyeron, pero también de una geografía, de una historia, de experiencias, de éxitos, de fracasos, de luchas, de esperanzas, que les son propias. Esta humanidad que aquí se ha desarrollado no es peninsular, ni indígena, ni negra, ni una sumatoria de ellos. Es diferente. Diferente de las otras oportunidades en que mezclas étnicas semejantes han ocurrido. Es un ser humano distinto, ni mejor ni peor que otros sino con sus aspectos positivos y negativos que lo distinguen.

Este hombre latinoamericano, ya con 500 años de historia, tiene una empresa de capital importancia para su futuro y los tiempos están maduros para que la asuma. Llamo a esta empresa su AUTODESCUBRIMIENTO. Descubrirse a sí mismo, pero no solamente mirando al pasado, discutiendo su origen, lamentando las oportunidades perdidas o regocijándonos en los logros de los que ya fueron, sino atentos al futuro. Es buscar en nosotros mismos, indagar lo que somos, en lo bueno que tenemos y en lo que son nuestros defectos, para seleccionar las metas que orienten hacia el futuro que elijamos construir. Apuntar a lo que queremos, que no tiene que ser lo que otros quieren, y tratar de alcanzarlo de la manera que mejor se adapte a lo que somos, que tampoco tiene que ser la manera en que otros consiguen lo que se propusieron. Hace por lo menos 50 años que hay el sentimiento de estar corriendo detrás de algo que no es nuestro, utilizando modelos que no terminan de convencernos, mal copiando las experiencias ajenas, con el resultado de un deterioro económico, cultural y moral de nuestros hombres y mujeres. Son tiempos de retomar la obra que los más visionarios constructores de la Independencia advirtieron pero que no pudieron concluir: AUTODESCUBRIRNOS como humanidad latinoamericana, como condición primera para poder AUTOGESTIONAR nuestro futuro.

(CORREO A, # 17, p. 13; noviembre 1991)